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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.12 Santiago del Estero otoño 2009

 

MUNDOS DEL TRABAJO

Trabajo y familia: el aporte de los niños trabajadores a la reproducción del hogar*

Work and family: working children's contribution to home social reproduction

María Eugenia Rausky**

** Licenciada en Sociología (Universidad Nacional de La Plata). Magíster en Metodología de la Investigación Social (Universidad de Tres de Febrero y Universidad de Bologna). Becaria del CONICET con lugar de trabajo en el Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales (CIMeCS), Facultad de Humanidades - UNLP y docente de la UNLP. Correo electrónico: ondrico@uolsinectis.com.ar

* Este trabajo forma parte de una investigación más amplia realizada en el marco de la tesis de maestría y continuada en la tesis doctoral (en curso). A su vez es parte de una línea de investigación integrada al proyecto "Distintas perspectivas para el análisis de la pobreza y las políticas sociales", incorporado el Programa de Incentivos a la Investigación del Ministerio de Educación de la Nación, que cuenta con el apoyo del CONICET, la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC) y la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica del Ministerio de Educación de la Nación.

Resumen

En este artículo nos proponemos dar cuenta del papel que ocupa el trabajo infantil en el marco de las estrategias de reproducción en hogares pobres, haciendo hincapié en el análisis de  las prácticas y representaciones de los niños y sus padres frente al fenómeno.
Dado que lo más frecuente es que el trabajo infantil se lleve a cabo en contextos familiares, centramos la mirada no sólo en el niño, sino también en su familia, observando los procesos de organización del trabajo, el lugar que tiene el trabajo infantil en la generación de ingresos monetarios y no monetarios en hogares pobres, los significados asociados a esta práctica y cómo repercute en las relaciones familiares el hecho de que sean los niños quienes también cooperen en la reproducción del hogar.
Dados los interrogantes que planteamos, decidimos llevar a cabo una investigación con  un abordaje de tipo cualitativo. El trabajo de campo lo desarrollamos durante los años 2004 y 2006 en un barrio con características de pobreza estructural situado en la periferia de la ciudad de La Plata. Allí seleccionamos al total de unidades domésticas que presentaban situaciones de trabajo infantil y realizamos entrevistas en profundidad a los niños trabajadores y sus padres.

Palabras Clave: Trabajo infantil; Estrategias de reproducción familiar; Pobreza

Abstract

The rol played by working children in the workframe of social reproduction strategies in the homes of poor people is the aim of this article. Emphasis is here placed in analysing practices and representations of children and their parents vis-avis said phenomena.
It is most frequent that work done by children is carried out in family contexts. Due to this fact, we focus not only in the child, but also his family, making observations on work organizative process, and the place the work done by children has in the generation of both financial and non-financial income sources in the homes of the poor.Observations are also made in the significance associated with this practice as well as on  the impact in family relations made by the fact that children also cooperate in  home social reproduction.

Taking into considerations these points, we decided to do the investigation with an approach of the qualitatative type. Field work was made in 2004 and 2006 in a neighborhood with structural poverty features, located in the urban peripheral area of La Plata . There, we selected a total of home units showing situations involving children work, and we  worked in depth while making  interviews with the working children and their parents.

Keywords: Child work; Social strategies of reproduction; Poverty.

Introducción

En este artículo nos proponemos dar cuenta del papel que ocupa el trabajo infantil en el marco de las estrategias de reproducción en hogares pobres, haciendo hincapié en el análisis de las prácticas y representaciones de los niños y sus padres frente al fenómeno A partir de un estudio de caso intentamos responder ¿Cómo y en qué medida las actividades laborales de los niños contribuyen a la reproducción del hogar? ¿Qué características presenta? ¿Qué significados asume? ¿Qué relaciones se crean y recrean en el desarrollo del trabajo?

Dado que lo más frecuente es que el trabajo infantil se lleve a cabo en contextos familiares, centramos la mirada no sólo en el niño, sino también en su familia. Observar el trabajo infantil como un fenómeno aislado no nos da suficientes elementos para su elucidación, consideramos entonces de fundamental importancia desarrollar un análisis que contemple de manera articulada al trabajo y la organización familiar.

Para abordar la problemática del trabajo infantil adoptamos el enfoque de las estrategias familiares de reproducción1. Pensar el trabajo de los niños desde este enfoque implica integrar analíticamente tanto las condiciones objetivas en las que se desarrollan las prácticas como sus contenidos simbólicos; es decir, permite abordar el fenómeno tomando como punto de referencia los condicionantes macro-sociales propios del contexto en el que se inserta como así también las vivencias y representaciones que los miembros de la unidad doméstica tienen respecto a esta organización del trabajo. Asimismo permite articular el trabajo infantil con el resto de las prácticas desarrolladas para lograr la reproducción.

La investigación se desarrolló en un barrio con características de pobreza estructural situado en la periferia de la ciudad de La Plata. La decisión de trabajar en dicho barrio respondió principalmente a que los niños trabajadores pertenecen generalmente a hogares pobres, así, focalizamos la investigación en un lugar con tales características, que además presentara situaciones de trabajo infantil y al que tuviéramos acceso. Tal como plantea Guber (1991) la accesibilidad al escenario y a las personas del lugar es un criterio clave en la elección/construcción de la unidad espacial y la unidad de análisis.

Una vez seleccionado el contexto, durante el período 2004-2006, realizamos entrevistas en profundidad a los padres de niños que trabajan y a los propios chicos trabajadores, entendidos como aquellos niños y niñas mayores de 5 años y menores de 14 (límite legalmente inferior para la admisión a un empleo)2, que realizan actividades económicas, estén remuneradas o no. Dichas actividades abarcan tanto la producción de bienes y servicios como el trabajo doméstico excluyente y el limosneo3.

Trabajamos con veintiún casos, es decir, veintiún hogares que presentaban situaciones de trabajo infantil y realizamos un total de cuarenta y dos entrevistas. Pudimos entrevistar a dieciséis adultos (generalmente las informantes fueron las madres de los niños, y en algunos casos se dio la presencia del matrimonio) y veintitrés niños (algunos de ellos pertenecientes al mismo núcleo familiar). A algunos de los adultos volvimos a contactarlos para profundizar sus puntos de vista (tres re-entrevistas). Si bien nuestra idea inicial fue entrevistar por cada hogar a adultos y niños, en algunas unidades domésticas los adultos no quisieron ser entrevistados y los niños sí, mientras que en otros se dio la situación inversa.

Trabajo Infantil y estrategias de reproducción

Como ya mencionamos, para abordar la problemática del trabajo infantil proponemos adoptar el enfoque de las estrategias familiares de reproducción4. El mismo es entendido como construcción analítica que intenta dar cuenta de la trama de actividades y relaciones puestas en juego por las unidades domésticas para lograr su reproducción. Las mismas generan o seleccionan satisfactores para alcanzar sus fines reproductivos por medio de la combinación de las posibilidades a su alcance, a través de un entramado de actividades que los relacionan con los demás agentes sociales (Eguía, 1994).

Dicho enfoque parte del supuesto de que son las condiciones imperantes las que obligan a amplios sectores de la sociedad a implementar estrategias para lograr su reproducción. Siguiendo a Jelin (1984) si bien son las condiciones materiales de vida las que establecen el rango de cursos de acción abiertos a los individuos y grupos, para establecer cuál de estos cursos de acción va a ser realizado es necesario incorporar otra dimensión analítica: la interpretación o el sentido que esas condiciones adquieren para el sujeto (individual o colectivo) que realiza la acción.

Es importante situar el concepto de estrategias en relación al planteo de Bourdieu para quien todas las prácticas y representaciones que los actores sociales despliegan tienen una relación directa con el sitio que ocupan en el espacio social objetivo, dependen de cómo han ido incorporando las estructuras sociales y económicas. Es así como los individuos optan por ciertas estrategias en función del habitus. "Sólo la noción de habitus puede explicar el hecho de que, sin ser propiamente racionales (es decir, sin organizar sus conductas a fin de maximizar el rendimiento de los recursos), los agentes sociales sean razonables (...) precisamente porque han interiorizado al término de un prolongado y complejo proceso de condicionamiento, las oportunidades objetivas que le son ofrecidas y saben identificar el porvenir que les corresponde (...) mediante anticipaciones prácticas que le permite reconocer de inmediato aquello que se impone" (Bourdieu y Wacquant, 1995).

En este sentido, las unidades domésticas, "según su situación de clase y el medio en el que están insertas, movilizan y organizan sus recursos para el logro de ciertos objetivos referidos a la unidad o a sus miembros, cualquiera que sea el grado de conciencia que éstos tengan acerca de esa organización y objetivos. El concepto de estrategias permite la reconstrucción de la lógica subyacente de estas acciones y opera como nexo entre la organización social de la reproducción de los agentes sociales y las familias responsables de esa reproducción" (Borsotti, 1982). Es así como interesa destacar que los comportamientos individuales y familiares (microsociales) a pesar de las particularidades que pueden presentar al interior de cada unidad doméstica en particular, no pueden ser comprendidos al margen del espacio macrosocial en que su accionar se inscribe (Hintze, 1987). "En tanto los enfoques macrosociales suponen las características de la vida cotidiana y suelen reducirla a indicadores globales, el enfoque centrado en las estrategias necesita explicitar información cualitativa. No obstante en gran parte de dichos estudios se ha ignorado la subjetividad en la descripción y análisis de los procesos de reproducción social" (Eguía, et. al., 2000).

En la mayoría de los trabajos sobre estrategias de reproducción "los autores reservan un margen de opción a los agentes sociales, con lo que sus estrategias no están completamente determinadas por factores estructurales ni son el mero resultado de una libre elección individual. También muchos de ellos explicitan que las estrategias no son elaboradas por las unidades familiares de manera necesariamente consciente, deliberada, planificada (...) Por otra parte, es importante señalar en esta aproximación del problema, la preocupación (...) no ya por definir una situación en términos macrosociales sino que, a partir de ciertas condiciones materiales de existencia, el objetivo recae ahora en la intención de analizar de qué manera los pobres se reproducen socialmente en esas condiciones. Junto a esta preocupación se encuentra la de construir categorías que permitan articular la interrelación entre las conductas individuales y los determinantes estructurales. Aparecen así la unidad familiar o la unidad doméstica -frente al individuo- como instancia privilegiada para el análisis de las estrategias de reproducción" (Gutiérrez 2004: 50).

Según Cariola (1992) se pueden distinguir dos dimensiones en el análisis de las estrategias: una dimensión económica y una dimensión cotidiana. La primera tiene que ver con la articulación de actividades y comportamientos destinados a obtener ingresos para la sobrevivencia, así como a una determinada organización de la unidad doméstica para lograrlos. La segunda, remite a las funciones de reproducción biológica y cotidiana (reproducción generacional, mantenimiento, transformación del ingreso en consumo, etc.).

En nuestra investigación haremos énfasis en la primera de estas dimensiones, particularmente en lo que denominamos estrategias laborales, es decir "los mecanismos y comportamientos desarrollados por los miembros de las unidades domésticas con el objetivo de obtener ingresos monetarios para la reproducción, mediante la inserción en el mercado de trabajo (ya sea formal o informal)" (Eguía, 1994). Del conjunto de estrategias laborales priorizaremos el análisis de aquellas desarrolladas por los niños.

La organización familiar y la generación de recursos

La dinámica y organización de las unidades domésticas está en gran medida influenciada por factores socioeconómicos, en nuestro caso, los hogares analizados pertenecen a sectores pobres, y tienen la particularidad de que sus miembros siempre han vivido en la pobreza. Con esto queremos advertir que los hogares a los que nos referimos llevan décadas y varias generaciones viviendo en condiciones de privación. Estos hogares atravesaron y están atravesando situaciones de fuerte restricción económica, frente a lo cual ponen en juego una serie de estrategias para poder sobrevivir, es allí en donde pensamos que el trabajo de los niños es parte de estas estrategias.

Las personas entrevistadas combinan una serie de prácticas destinadas a la generación de ingresos y a la optimización de los mismos en un intento por satisfacer las necesidades materiales básicas de los hogares. En la búsqueda de los recursos para enfrentar estas necesidades, los hogares pobres recurren a fuentes de ingresos diferentes, entre las más importantes se encuentran: la incorporación al mercado de trabajo urbano mediante la venta directa de fuerza de trabajo o el autoempleo en venta de bienes y servicios y las ayudas monetarias o en especies, entre las cuales las más relevantes son las que provienen de las redes de apoyo solidario ya sean de carácter familiar, vecinal, compadrazgo o paisanaje; así como las de índole formal producto de la acción asistencial de las instituciones estatales. Las ayudas estatales representan un recurso del que hacen uso. La asistencia a comedores escolares y barriales, como también la recepción de ayuda alimentaria a través de diferentes programas constituye para estos hogares una vía que aliviana sus necesidades.

Varios de los hogares son beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, que consiste en una ayuda económica "no remunerativa" a cambio de una serie de contraprestaciones que deben realizar los beneficiarios. El monto del beneficio es de 150 pesos y los destinatarios son jefes y jefas de hogar que, como sostiene el nombre del programa, se encuentran desocupados y tienen hijos menores a cargo. Este plan más bien representa para ellos una "ayuda", pero no es bajo ningún concepto la fuente principal de la que se valen para vivir. Tal como nos cuenta Gerardo:

"Yo no me daba ningún gusto, ni ahora me lo doy, tampoco. A veces me da bronca a mí mismo... porque quiero darle mejores cosas a mi hijo y no puedo. Por 150 $ que te dan de un plan, no le podés dar gusto a tu hijo ¿qué gusto le vas a dar? vos sacá la cuenta ¿cuánto son 150$? Yo el único lujo que tengo es tener el teléfono de mierda ese (celular), lo único que tengo, ya está... porque el teléfono lo utilizo para llamar a Cañuelas que está mi papá y está la madre de ella, para nada más. Son 150 $ mugrientos que los gastás en dos días...no te alcanza, no te alcanza, no te alcanza"

O como comenta Evangelina:

"P: y ahí cuando conseguiste el plan dejaste de pedir?
R: no, a veces iba con el carrito igual y pedía, porque el plan no te alcanza... y no tenía garrafa o para comprar pero no me alcanzaba para vestirlos y a veces ni para comer, como me pasa ahora, a veces no tengo ni dos moneditas para comprar pan y por ahí a mi me dan ropa, yo vendo alguna cosita que me dan para mí las vendo"

Definitivamente, la vía principal y que reconocen como la más importante en la generación de ingresos resulta del autoempleo, las otras opciones posibles como las arriba comentadas tienen un rol secundario. Al tratarse de actividades autogeneradas, los trabajos desarrollados por los diferentes miembros de los hogares no se hallan sometidos a una relación salarial, en ninguno de los casos hay personas que tengan una inserción laboral basada en una relación de este tipo.

Se trata de vinculaciones de carácter precario con el mundo del trabajo en las que los tipos predominantes de actividades laborales desarrolladas son el cirujeo, la venta de objetos (flores o alimentos) o algún servicio (abrir puertas de taxis o limpiar vidrios); que también se combinan eventualmente con la realización de "changas", es decir, una serie de actividades esporádicas entre las que se encuentran trabajos de albañilería, jardinería (poda de árboles, cortado de césped, arreglos de electricidad, etc.), todos ellos emprendimientos laborales de carácter familiar. Y justamente al tener esta forma es que se explica, en parte, la incorporación del niño al mundo del trabajo. Salvo unas pocas excepciones, los niños desarrollan sus actividades junto a otros miembros de la familia, se entrecruzan los lazos familiares y laborales, aspecto que es crucial en cuanto a los significados que tanto para el adulto como para el niño el trabajo infantil asume.

La mayoría de los chicos del barrio se dedican al trabajo en el carro, y los que al momento de ser entrevistados ya no lo hacían y realizaban alguna otra actividad, en un pasado inmediato lo habían hecho.

La organización del trabajo

Carreros, cirujas, recuperadores urbanos, son algunas de las denominaciones más frecuentes para referirse a las personas que desarrollan una y la misma actividad: la recolección y posterior clasificación y venta de papel, botellas, y/o cualquier objeto desechado, considerado como basura por otros miembros de la sociedad. Esta actividad es una estrategia laboral que se articula junto a otras en pos de alcanzar la reproducción del hogar. En el caso de los hogares analizados, constituye la actividad principal en lo que respecta a la generación de ingresos monetarios y a la obtención de otros bienes fundamentales como los alimentos, ropa, calzado y mobiliario para el hogar.

El cirujeo es una actividad gestada en el seno de los sectores más pobres de la sociedad, y presenta varias de las características de un trabajo informal: ilegalidad, baja productividad, escasa inversión de capital, mínima separación entre capital y trabajo, entre otras (Saraví, 1994).

Aunque se trata de una actividad que puede realizarse unipersonalmente, lo más frecuente es que participen más personas del proceso de trabajo, que por lo general pertenecen al seno familiar o vecinal. Para comprender por qué se necesita de varios miembros para realizar el trabajo recuperaremos algunos elementos que dan cuenta del proceso de organización del mismo y del lugar que ocupa el niño en este proceso.

Para hacer el trabajo de recolección un trabajador necesita principalmente de un carro, que puede ser tirado a caballo, en bicicleta o a pie. Las etapas en las que se desenvuelve el trabajo sintéticamente son:

1) la puesta a punto del carro y el caballo (en caso de que se posea); actividad desarrollada "adentro", en el terreno de la vivienda; 2) la salida a la calle y realización del recorrido, que implica el trabajo de recolección; actividad desarrollada "afuera"; 3) la clasificación; actividad desarrollada "adentro", en el terreno de la vivienda; 4) comercialización de lo obtenido; actividad desarrollada "afuera".

Como podemos ver a partir de esta breve caracterización, el trabajo tiene aspectos visibles en tanto que parte de la actividad se desenvuelve en la calle, afuera, pero también tiene aspectos invisibles, dado que hay una serie de actividades previas y posteriores a la salida que se desarrollan al interior de las viviendas, o sea, adentro.

Ahora bien ¿todos los miembros del hogar participan de todas las etapas? hay una división del trabajo, pero ésta no se presenta de la misma manera en todos los hogares. En ocasiones se combinan criterios de género y edad, otras veces sólo de género y otras, sólo de edad.

Algunas familias tienen una diferenciación de las etapas del trabajo (adentro/afuera) en función del género: mujeres (adultas y pequeñas) que llevan a cabo todo lo relativo a la fase doméstica del trabajo (etapas 1 y 3) y hombres (adultos y pequeños) que realizan principalmente lo extradoméstico, es decir, la recorrida por las calles y la comercialización de lo recolectado. Lo que no significa necesariamente que estén excluidos de las actividades 1 y 3, esto varía de acuerdo a los arreglos que se dan al interior de cada hogar.

Otra posible combinación es aquella en que la diferenciación de género en función del "trabajo adentro" y "trabajo afuera" solamente se hace presente para los adultos y no así para los niños, de este modo la organización y división de las tareas se da del siguiente modo, por un lado, mujeres (adultas) que llevan a cabo todo lo relativo a la fase doméstica y por otro, hombres, niños y niñas que desarrollan el trabajo extradoméstico, aquí sucede lo mismo que con el tipo anterior, quienes realizan la recorrida por la calles no significa necesariamente que estén luego excluidos de las actividades que se desarrollan en la vivienda, esto también varía de acuerdo a los arreglos familiares.

Están también, aunque menos frecuentemente, aquellas situaciones en que es la mujer, junto con los niños quienes participan de todas las etapas de trabajo. Aquí la división de tareas aparece no por etapas, ya que todos participan de todas las fases, sino que hay sólo una diferenciación de las actividades que se realizan en cada una de las mismas. Esta situación se da cuando la mujer no tiene compañero o cuando lo tiene pero, por diversos motivos, no puede contar con él para la realización del trabajo.

Por último, hay situaciones en las que los niños (hermanos, primos o amigos) son los que realizan el recorrido sin la compañía del adulto. La colaboración de este último suele darse en la etapa de clasificación y venta.

Respecto de la etapa final del proceso, la venta de lo recogido, generalmente una vez a la semana (usualmente los días sábado), los carreros venden a los depósitos aquello que han recogido. El proceso de venta, siempre suele estar a cargo del adulto varón, quien recibe en mano el dinero y luego distribuye en la familia: generalmente da todo lo recibido a la esposa, y en ocasiones algunas moneditas a los niños. Quien suele administrar el dinero es la mujer, que destina la mayor cantidad del mismo a la compra de alimentos y la garrafa de gas, aunque –si pueden- suelen reservar dinero para calzado, ropa o útiles escolares.

Si bien en lo que hace a la división del trabajo hemos presentado todas las posibles combinaciones que se dan, nos parece importante destacar que en lo que respecta a los niños, lo más frecuente es que en la opción por el trabajo infantil, es decir, en la "decisión" sobre quiénes serán los que trabajarán, no se manifiesten distinciones de género. Esto de ningún modo implica negar tales diferencias, sino que en el caso analizado lo que prima es la posición ordinal que ocupa el niño en el hogar: los hijos mayores, sean mujeres o varones, son los que tienen más probabilidades de trabajar. Sólo una entrevistada hizo alusión a la diferencia genérica entre niños y niñas

"No, ella no, por ahí se quiere ir pero yo le digo "no, una nena no tiene que andar arriba del carro", le digo yo, "vos no tenes porque andar arriba del carro, no, no, no, ella arriba del carro no..." (María)

Como dijimos, la mayoría de los niños que trabajan en el barrio se dedican al cirujeo, y quienes al momento del trabajo de campo realizaban otra actividad, habían transitado por esta experiencia. En esta situación (no cirujas) se encuentran algunos pocos, que se dedican a la limpieza de vidrios de autos, la venta de flores, de comidas elaboradas y/o al limosneo.

Los chicos que trabajan en el carro participan en diferentes actividades con distinto nivel de intensidad, en algunos casos, en todas las etapas del proceso de trabajo y en otros en algunas. La mayoría de los niños y niñas participa exclusivamente de "la recorrida", lo que Saraví (1994) denomina "la salida o el cirujeo propiamente dicho". En esta etapa del proceso de trabajo los chicos junto a los adultos hacen un recorrido por las calles de la ciudad, éste no es azaroso, sino que suele estar predefinido. Dura por lo general tres horas, y algunos realizan una salida diaria mientras que otros dos. Como es característico de este tipo de trabajos, los tiempos son estipulados por los propios trabajadores. Ahora bien, que los horarios sean manejados por ellos no implica que sean flexibles, de este modo hemos visto una importante regularidad en cuanto a la fijación de horas destinadas al mismo.

A lo largo del trayecto hay básicamente dos actividades: 1) la recolección de papel, cartón y vidrio que suele hacerse por dos vías, una, revisando las bolsas de basura que hay en las calles o juntando todo lo que en ella se encuentre tirado y sea de utilidad, otra, visitando "clientes" que son comercios con los que los cartoneros tienen una relación fluida y que le reservan el cartón y el papel y 2) el "mangazo", esto es, el pedido de moneditas y/o alimentos en comercios que por lo general son panaderías, verdulerías, carnicerías y casas de comida que dan las sobras a estos niños.

El trabajo de recolección suele ser compartido, en ocasiones es el niño el que baja y junta los materiales, otras veces es sólo el adulto mientras el niño se queda sosteniendo el caballo. A medida que avanzan en el recorrido algunos van acomodando y clasificando arriba del mismo carro lo recolectado, así la tarea final de clasificación (en la casa) no es tan ardua.

En esta recorrida, los adultos y niños realizan una serie de actividades estableciendo una diferenciación de las mismas en función de lo que un niño puede o no hacer, muchas veces basada en las representaciones acerca de las aptitudes físicas de cada uno. El adulto es el que tiene mayor fuerza física y por ende realiza el trabajo "pesado", mientras que al niño se le encomiendan las tareas "livianas". Esta diferenciación es relevante ya que, en parte, algunos padres la utilizan para argumentar que en realidad los chicos no trabajan, sino que ayudan, el trabajo propiamente dicho, lo hacen los adultos. Vemos así que en cierto modo, tal como sostiene Schiavoni (2003) a las señas biológicas se las recubre de valores, el adulto, fuerte, hace lo más duro, y el niño, débil, lo más liviano.

La forma que tienen de organizar el trabajo da cuenta de una serie de cuidados y precauciones que los padres tienen en relación a los chicos. Cada padre -a su manera-evalúa lo que es conveniente para un niño o no, lo que puede o no hacer, variando igualmente de familia en familia. Por ejemplo, una entrevistada nos cuenta que cuando su marido sale en el carro con la nena, no le permite cruzar la calle, que los días de mucho frío intenta prescindir de su compañía, que cuando llega el momento de clasificar en la casa, prefiere hacer ese trabajo sola, sin la ayuda de ninguno de los chicos, ya que lo considera peligroso, tiene temor de que se corten, pinchen con jeringas, etc., en fin, cada padre, de uno u otro modo despliega diferentes cuidados por considerar a los niños seres vulnerables.

Nos parece importante destacar que entre los niños también hay distintos niveles de responsabilidad (de los más pequeños a los más grandes) que los mayores asignan. En los casos en que los papás salen con dos o más chicos, de acuerdo a las edades que ellos tengan les pedirán que realicen un cierto tipo de actividades, al tiempo que excluirán otras. Por ejemplo, es muy raro que un niño maneje el carro, los padres los van introduciendo de a poco en ese saber, ya que consideran muy arriesgado que un chiquito tenga esa responsabilidad, "no es cosa de chicos". A medida que avanzan en edad, alrededor de los 11, 12 o 13 años, los varones van aprendiendo la técnica del manejo de un carro, pero sólo aprendiendo, difícilmente se les otorgue permiso para que manejen solos, aunque hay algunas excepciones.

La realización de changas también forma parte del espectro de actividades laborales que puede realizar un carrero. En efecto, si bien no es una práctica habitual, en ocasiones se los convoca para sacar basura de algunos terrenos, limpiarlos o cortar el pasto, a cambio de algunos pesos. En la ejecución de estos trabajos, los niños también suelen participar.

Además, otra de las actividades fundamentales y exclusivas que realizan los niños es "el mangazo". Pedir, generalmente en los diferentes comercios de la ciudad, es parte fundamental de la recorrida. Restos de comida, verduras o frutas, pan o facturas (no comercializables) y golosinas son algunos de los comestibles que los niños obtienen y que sirven para alimentar al conjunto de los miembros del hogar. Esta etapa del trabajo en el carro no es en absoluto secundaria, es para muchos tan valorada como la recolección.

Ahora bien, ¿por qué esta es una actividad exclusiva en los niños? Los padres saben perfectamente cuáles son las ventajas de estar con los niños, una de las más importantes es el sentimiento de vulnerabilidad que generan en los otros. La cuestión es simple, a un chico le dan, a un grande difícilmente. Gerardo relata claramente lo que piensa al respecto:

"Y porque ellos ya son mayores, o sea yo los ayudo a ellos y ellos me tienen que ayudar a mí al mismo tiempo... porque si ellos me abandonan a mí ¿qué voy a hacer yo? Yo me bajo en una panadería y voy a pedir un poco de pan y me sacan de a patadas en el traste, capaz. Pasa que yo a mi hijo lo mando a la panadería y le dan el pan y tiene sus clientes, su bar, le han dado de montón de lugares y bueno...pero, no es lo mismo de antes".

Otra de las opciones de las que echan mano algunas familias es alcanzar a los niños con el carro a una de las esquinas más transitadas de la ciudad, dejarlos allí pidiendo monedas durante el tiempo que dura el recorrido, para luego volver a buscarlos. Se da una combinación de actividades: el carro y la mendicidad. Generalmente esto sucede bajo la supervisión y control de un adulto, que se queda alejado unos metros, cuidando que no le pase nada al niño. Esta estrategia suele efectivizarse en lo que ellos vivencian como los peores momentos económicos, cuando creen que están al límite, cuando no tienen nada más por hacer para generar ingresos, utilizan esta estrategia como recurso extremo.

En otras situaciones, cuando en el seno de la familia y por diferentes circunstancias los adultos no pueden trabajar, esta actividad forma parte de un recurso exclusivo. Pararse a pedir, ofrecer algún servicio como la limpieza de vidrios, la apertura de puertas de taxis, o la venta de algún tipo de objeto, son algunos de los trabajos que realizan los chicos para obtener ingresos. Y una vez más, vemos en el fragmento de entrevista que presentamos a continuación por qué ciertas actividades son exclusivas de los niños y no de los adultos.

"P: pasaban frío me decías?
R: mucho frío, pero si yo me pongo a vender flores no te dan nada, no te dan un carajo! a la gente más grande no le dan nada, tenés que tener un bebé en la mano...
P: o sea que no...vos decís que no te rinde si vendes flores vos
R: no, no, si me pongo a manguear yo, suponete que no las tengo que llevar a ellas, porque lo que yo quería era no exponerlas a ellas, no te dan nada, porque no te dan nada
P: lo has hecho?
R: sí, me puse a limpiar vidrios, pero te cagan a puteadas, qué se yo, tendrías que estar vos ahí parada mangueando y no con los chicos ahí, tendría que ser así, poner la cara yo y que me ayuden a mi y así no expongo a mis hijos (...) porque es así mami, porque si yo los pongo ahí ellos en 2 horas me traen 5 pesos, si yo me pongo 2 horas me van a pedir 10 centavos, ¿porque no le dan a la gente grande? Si yo estoy dando la cara, diciéndote mi miseria ¿me ayudas? ¿No tengo para comer? ¿Me ayudas a mi, entendés? no a mis hijos, es así, tendría que ser así ¿o no? O voy con una escoba, una vez, antes de ir a 7, fui con una escoba y una palita y un carrito a mano y yo golpeaba los timbres e iba diciendo si no podía barrer la vereda ahí y me decían no, no tengo nada, no tengo nada..." (Rita)

La contribución de los niños en la rutina laboral puede analizarse en función de dos patrones. En algunos hogares, la participación es permanente, mientras que en otros varía de acuerdo a la situación económica coyuntural del hogar, es decir, el recurso al trabajo infantil aparece en situaciones vivenciadas como límite por los adultos. En este último grupo, en momentos en los que la economía del hogar es relativamente más próspera, no se requiere de la ayuda del niño; en cambio, en momentos de un mayor endurecimiento de las condiciones de vida, rápidamente se incorpora y/o demanda su colaboración.

En lo que respecta a la carga horaria del trabajo de cada chico, hemos encontrado un abanico variado de situaciones, que podemos sintetizar de la siguiente manera: niños que trabajan algunas pocas horas (dos o tres) y otros que trabajan varias horas, algo así como el doble (cinco, seis o siete). La carga y responsabilidad que cada niño asume varía de hogar en hogar, ya que no se dan situaciones homogéneas.

Sea que se dediquen al carro, o a las otras actividades mencionadas, como hemos referido, son trabajos de carácter familiar en los que por lo general, se cuenta con la presencia de un adulto. En una baja proporción y ocasionalmente, el trabajo se realizaba sin la presencia de un mayor, compartido con otros niños (amigos o hermanos).

El impacto de los aportes del niño en la reproducción familiar

Al introducirnos en los tipos de trabajos que realizan los niños y las características de su organización, comenzamos a tener algunas pistas sobre la importancia de sus actividades laborales y el impacto que tienen en la reproducción familiar. Vemos que a partir de su incorporación al mundo del trabajo no sólo se disminuye la carga laboral del adulto, sino que además, el chico obtiene dinero, alimentos y vestimenta que todos los miembros de la familia comparten y que sirven para cubrir las necesidades más básicas del conjunto familiar.

"P: ¿y que hacían con la plata que ganaba?
R2: Y la gastábamos acá para que coman ellos. A veces se compraba algo. Alguna golosina. Pero más que nada la comida, porque a veces no teníamos qué hacer porque no teníamos plata. Hacíamos lo poco que teníamos. A veces no había nada directamente. Entonces, a veces no teníamos azúcar para hacerles la leche, entonces ella "mami, me voy a 7", salía de ella
P: ¿Cuándo les faltaba ella decidía ir?
R2: Ella ponía por lo general para la garrafa y para los pañales de la hermana (...) juntábamos y hasta ella misma para las fiestas se compró un par de zapatos (...) con eso compramos la garrafa, compró los zapatos, quería unos zapatos de Panam, a ella le compró un bolsón de pañales, con eso gastó casi 100 pesos hizo en una semana" (Liliana)

Y aún más, dos entrevistadas refirieron que con el trabajo de los chicos, una logró pagar su casa y otra comprar materiales para ampliarla.

Si bien tanto en términos objetivos como subjetivos los ingresos que provienen del limosneo, la venta de objetos y del trabajo en el carro son escasos -los mismos entrevistados sostienen que, a pesar de llevar a cabo un trabajo arduo y sacrificado, obtienen escasos márgenes de ganancias- ese "poquito" que se alcanza a obtener es de lo que sobrevive la familia. Esos restos de comida, monedas o pesos que se obtienen como producto del esfuerzo del conjunto de los miembros del hogar (entre los que se encuentran los más chicos) hacen que puedan contribuir en la garantización de su subsistencia, que de otro modo, sería muy difícil alcanzar.

Como hemos visto el trabajo de los niños se inserta dentro de una lógica de división del trabajo familiar. En el desarrollo de sus estrategias de reproducción, el grupo familiar se organiza siguiendo ciertas pautas de división del trabajo. Como sostiene Cariola (1992), la organización doméstica está ligada a valoraciones y representaciones acerca de los roles que debe ocupar cada integrante. Dentro del ámbito familiar existen determinados patrones sociales que diferencian el comportamiento esperado para los diversos miembros, según su ubicación en la unidad en términos de edad, sexo y relación de parentesco.

Considerada de esta forma, la unidad familiar no es un conjunto indiferenciado de individuos, sino que es más bien "una organización social, un microcosmos de relaciones de producción, de reproducción y de distribución, con una estructura de poder y con fuertes componentes ideológicos y afectivos que cementan esa organización y ayudan a su persistencia y reproducción (...) Los principios básicos de organización interna siguen, en tanto familia, las diferenciaciones según edad, género y parentesco. Estas diferenciaciones marcan tanto la división intrafamiliar del trabajo (¿quién hace qué?) como la distribución y el consumo (¿quién recibe qué?, ¿cómo se organiza el presupuesto? ¿a quién se satisface primero?), además de regir las responsabilidades de cada uno de los miembros hacia el grupo" (Jelin 2006: 25,26).

En la organización doméstica hay, siguiendo a Jelin, dos decisiones fundamentales. La primera tiene que ver con evaluar en qué momento cada miembro del hogar debe incorporarse y/o alejarse del mercado de trabajo. La segunda, remite a la asignación de la capacidad de trabajo de cada miembro, es decir, la división del trabajo y de las responsabilidades.

Al respecto de la primera cuestión y en relación con el trabajo infantil, en algunos discursos aparece claramente cuándo y quién tomó la "decisión" de que el niño trabaje; esto se ve fundamentalmente en dos de las unidades domésticas que no cuentan con la presencia de la figura paterna, ante su ausencia el niño sale a trabajar. En las restantes, resulta complejo detectarlo, guiándonos por los relatos de nuestros entrevistados, por lo general, se comenzó y no se planificó o discutió si el chico debía ir o no, un día sucedió. Esta idea se refuerza si recordamos que varios de estos chicos, de bebés o desde muy pequeñitos, salían junto a sus padres en el carro; en un comienzo sólo los acompañaban y luego, con el paso del tiempo comenzaron a iniciar sus primeros pasos en la actividad.

Lo que es muy claro en los relatos de los entrevistados es que en las unidades domésticas, todos -sean jóvenes, niños y/o adultos- deben colaborar, la cooperación de cada uno de los miembros del hogar resulta imprescindible en el objetivo de alcanzar la reproducción. En el caso de los niños, sea en la realización de trabajos extradomésticos como en la participación en actividades domésticas, su contribución es demandada y relevante.

No todos los chicos cooperan de la misma manera y con la misma intensidad (en términos de horas dedicadas al trabajo), la división de tareas suele imponerse "desde arriba", es decir, son los adultos quienes la definen en función de lo que consideran que los niños pueden y tienen aptitudes para hacer. El esquema de división de las responsabilidades asignadas a los niños está atravesado por un elemento que a nuestro juicio resulta clave en su comprensión: la composición del hogar. En aquellas unidades domésticas que no cuentan con la presencia de la figura paterna, hemos visto que la responsabilidad e intensidad del trabajo del niño es mayor que la del resto.

La mayoría de los hogares entrevistados están constituidos por madre y/o padre e hijos, y una menor proporción de hogares se caracterizan por ser unidades domésticas extendidas, es decir conformadas por una familia nuclear y otros miembros unidos a ella por lazos de parentesco. Creemos que esta es una variable importante a la hora de intentar comprender las prácticas ligadas a la reproducción, y, en particular al trabajo infantil, debido a que la conformación del núcleo familiar pauta y determina en gran medida las características de las inserciones de los niños.

En el caso de las unidades domésticas que están compuestas por familias nucleares completas: padre, madre e hijos, el trabajo de los chicos se presenta como un engranaje más en el marco del trabajo familiar, es decir, el niño coopera al igual que lo hacen todos o casi todos los miembros en las actividades laborales y no laborales. De este modo, en los discursos de los padres su actividad queda -por decirlo de alguna manera- algo más diluida en el marco del trabajo del conjunto.

Sin embargo, cuando se trata de hogares incompletos con jefatura femenina, el trabajo de los chicos cobra otra relevancia, debido a que la intensidad y responsabilidad que asume el niño en la realización del trabajo es mayor, ya no es vista como una colaboración más, pasa a ser central y por lo tanto, adquiere mayor preponderancia. Por esto es que una variable fundamental en lo que hace a la intensidad y responsabilidad del niño en el trabajo es la existencia, o no, de una pareja en la conformación de la familia nuclear.

Veamos con más detalle aquellos elementos en los que nos basamos y que nos permiten sostener esta argumentación. ¿En qué sentido entendemos el grado de preponderancia de las actividades? ¿Por qué establecemos esta gradación?

Ocurre que para todos los hogares, el trabajo de los chicos forma parte de un "recurso" del que se valen para obtener ingresos y otros bienes necesarios para la reproducción, en este sentido para todos es un elemento significativo, esta idea no se pone en cuestión. Ahora bien, el peso o grado de importancia que se le da a la colaboración del niño es variable, y eso se plasma en las valoraciones que los adultos realizan acerca de la necesidad de tal cooperación, que como planteamos es diferente para cada familia.

Cuando en el seno del hogar no hay una figura paterna, algo tan fundamental como la alimentación y vestimenta de los miembros suele depender por completo de lo que los niños hagan, y así lo reconocen sus madres. Esta es la situación por la que atraviesan tres de los hogares a los que nos acercamos. En el caso de Analía, su marido la abandonó, el esposo de Rita está detenido y el de Susana falleció. La vida cotidiana de las tres se vio radicalmente modificada ante estas situaciones; en el caso de las dos primeras sus hijos antes no trabajaban y a raíz de estos acontecimientos comenzaron a hacerlo, mientras que en el caso de Susana, si bien los chicos ya habían tenido experiencias de trabajo, la cantidad de horas destinadas a la actividad laboral y la responsabilidad de la alimentación familiar pasó a depender por completo de los ellos (cuando antes no era así).

"...Sí, y otra cosa no hay, para mi no hay otra cosa porque si a mi el plan no me alcanza una, y la otra es que el papá de los chicos no pasa nada (...) él no vino nunca más, yo empecé con mi tío en el carro, sino le faltaba los pañales, no tenía para nada (...) Antes no, antes el nene vivía jugando, el papá lo mantenía hasta que se separó. No él...cuando se fue Ariel tenía....tenía meses el Jonatan...no, mi marido...siempre trabajó él, siempre los mantuvo él, no faltaba nada en la casa, no faltaba el televisor, la heladera, nada, tenía todo, de todo había" (Analía).

Podemos decir entonces que, al menos en estas tres situaciones vemos que la condición de mujer sola refuerza la vulnerabilidad y las condiciones de vida críticas de estos hogares, ya que no sólo la sobrecarga de actividades y responsabilidades es mayor para ella, sino que también se traslada a los hijos, quienes asumen la responsabilidad de obtener los bienes o ingresos necesarios para sostener a la familia. Ahora bien, aunque son los niños los que generan los ingresos necesarios para sostener al hogar, todo el dinero recolectado es entregado a sus madres y administrado por ellas, los niños no participan de ninguna decisión respecto del destino del dinero.

Varios estudios dan cuenta de que "las mujeres que son jefas de familia sufren una gran desventaja en el mercado de trabajo. Ellas tienen niveles más bajos de educación y responsabilidades familiares más pesadas, que frecuentemente las restringen a empleos en el sector informal" (Safa, 1994: 39) En nuestro caso, ni siquiera han conseguido empleo, sino que suelen acompañar a sus hijos en la realización del trabajo.

En cambio, cuando se da la presencia de la figura paterna, el trabajo del niño si bien es valorado y visibilizado como importante, está subordinado al del trabajador principal que es el papá: el sostén del hogar es el hombre, el chico colabora, ayuda. Como vemos, ante la presencia de un adulto varón, la situación cambia, y en la valoración que se hace de la necesidad de la cooperación infantil en el trabajo se juegan otros elementos. Aunque la alimentación de los hogares dependa generalmente de lo que el niño consiga, el padre y la madre no visualizan su aporte como principal, sino que va a ser complementario al del adulto.

En estas condiciones no sólo el alivianamiento en la tarea y lo que obtiene el niño es lo importante en el proceso de trabajo, sino que aparece otro componente: la compañía que el chico representa. Su presencia vuelve el trabajo menos arduo, no sólo en términos físicos sino también psíquicos, ya que le resta monotonía.

"...ella (la nena) a veces sale a acompañarlo a mi hijo en el carro, porque viene mi hijo porque sale en el carro a trabajar y se van a la tarde, en el carro a acompañarlo a él (...) se acostumbra con el hermano y siempre sabe ir (...) bah! Lo acompaña para que no vaya el hermano solo...si ella quiere (...) solamente para que ella lo acompañe, eso es nada más, para que él no se sienta solo y eso, lo único que hace es acompañarlo (...) quiere estar atrás del hermano." (Emilia)
"... si a ella le gusta ahora salir, que salga, qué se yo, una compañía para el padre, qué se yo, conversan, todas esas cosas, claro, una compañía para... para el padre" (Irene)

Los significados del trabajo infantil

Para algunos de los padres, las actividades que nosotros entendemos como trabajo también lo son, es decir, claramente lo que sus hijos hacen es considerado como tal, todos "trabajan" tanto adultos como niños. Para otros, la actividad tiene el rango de ayuda; referirse a la misma de un modo u otro nos introduce al estatus que los adultos le dan a la colaboración del niño. ¿Qué concepciones tienen los padres acerca de las actividades laborales que realizan los chicos? es decir, aquello que nosotros pensamos y definimos como "trabajo infantil" ¿Lo es para ellos también? ¿Son sus hijos trabajadores?

"...ella no trabaja, ayuda al padre (...) Ella tiene los clientes, manguea pan, carne. Se las rebusca para los hermanos ella en el carro. Se las rebusca, va a los almacenes y manguea (...) nosotros nos arreglamos con lo que ella manguea, con lo que ella manguea, después mi marido saca de la yegua y de ahí sacamos para comer
P: y si ella no fuera en el carro qué pasa?
R: mi marido lo hace
P: pero saca menos o los mismo....?
R: no, no, saca lo mismo. El asunto es que le haga compañía. Y la gente ya la conoce a ella y ya le dan. Ya la conocen y ya le dan. Igual que ropa y todo también, todo en el carro saca ella" (Julieta)

Aunque ellos mismos reconocen que sin los chicos no obtendrían los alimentos o el dinero que consiguen y que además también su compañía es importante en tanto que gratifica a los padres, la actividad laboral del niño, sea considerada trabajo o ayuda, en casi todos los casos es evaluada como menor en relación a la del adulto/padre (excepto cuando la jefa de hogar es mujer), tal inferiorización es aún superior cuando se refiere al trabajo como ayuda. No se trata simplemente de una cuestión terminológica, ya que cada término tiene connotaciones valorativas diferentes. Hablar de trabajo es algo mucho más complejo para algunos padres, sobretodo si tenemos en cuenta que en nuestra sociedad el trabajo de los niños está socialmente condenado (aspecto que los padres tienen muy presente); el trabajo puede ser visto como ayuda porque la función del niño no es la incursión en el mundo productivo. Con esto no queremos decir que cuando hablan en términos de ayuda la actividad no sea valorada, lo es, pero siempre tiene un estatus de inferioridad aún mayor en relación con el adulto.

A su vez, creemos que esta mirada se relaciona con otra cuestión fundamental y es el hecho de que la familia y el trabajo se encuentran enlazados; que el trabajo infantil sea una actividad de carácter familiar hace que aquello que es lo típico de un empleo como el salario, el contrato de trabajo o un reglamento definido no se vislumbre; la organización es producto de la autorregulación y se funde en una red de reciprocidades que se genera en la unidad doméstica.

Tal cono sugiere Lindón (1999) el hecho de que las prácticas laborales se desarrollen en contextos familiares tiñe a dichas prácticas de un componente afectivo que redefine los contenidos mismos del trabajo. A diferencia de las distancias sociales y afectivas que caracterizan al trabajo en las modernas sociedades urbanas, se vislumbran pautas de interacción dotadas de un importante componente afectivo-emocional como son la confianza, el compromiso y la colaboración mutua.

Los ingresos que se extraen, en este caso, no son individualizados para cada uno de sus miembros, sino que forman parte de un "fondo común" manejado generalmente por la esposa- madre y destinado principalmente a la compra de alimentos.

Esto marca una diferencia notable con respecto al trabajo asalariado, cuyos ingresos son la contrapartida individual de la participación en una actividad. No estar remunerado, ser autorregulado, y responder a obligaciones familiares son elementos que ubican la colaboración del niño como una ayuda.

Por ejemplo, al indagar acerca de lo que define el trabajo como tal, algunos entrevistados hacen alusión al esfuerzo físico o la retribución monetaria. Un trabajo lo es en tanto implique gasto de energía, y/o la ganancia de dinero por la realización del mismo.

"P: y para vos lo de Antonio es un trabajo o es una ayuda?
R: una ayuda, qué va a ser un trabajo!
P: no es un trabajo? Por qué?
R: y porque no es la plata de él solo, me parece que si fuera un trabajo sería la plata de él solo, no es la plata de él
P: vos no dirías que Antonio trabaja, ayuda al papá
R: ayuda, ayuda al papá sí. Salen los dos a trabajar pero el que tironea el caballo es el padre y él le ayuda a juntar los cartones y todo eso...no siendo que por ahí se le da a él por ir a buscarle comida a los perritos, por ahí él sale en el carrito a la tarde" (Paula)

¿Por qué los padres creen que los chicos tienen que trabajar? Como hemos visto ellos necesitan -por distintos motivos- de la colaboración de sus hijos, es la necesidad la que empuja y hace que acudan a este recurso. La vida familiar se desarrolla en el marco de una serie de restricciones, básicamente en términos de ingresos, que hacen que los chicos sean una fuente de obtención de dinero y de elementos básicos para la reproducción como son los alimentos y la vestimenta. De hecho, en algunos hogares ante mejoras relativas en las condiciones de vida, hemos visto que, no se le pide más al niño su colaboración. Por ejemplo Rita, cuando inició una relación con otra pareja (que asumió el rol de proveedor) inmediatamente dejó de salir a trabajar con sus hijas.

"P: y por qué no vas más?
R: primero porque a él no le gusta, no quiere que mis hijos vayan ahí, él dice que está capacitado para mantenernos a nosotros y qué se yo, no quiere, no le gusta
P: y por alguna otra cosa dejaste de ir?
R: primero, primero porque él no quería, teníamos problemas por eso viste y encima que ya hacía frío viste y...y en realidad yo me junté con él viste para que yo no vaya más a 7 ni... o sea, yo si tengo que ir a trabajar ojála encontraría un laburo viste, porque no creo que me ponga peros, pero con mis hijos no quiere que vayamos a manguear, a él no le gusta eso"

Otro caso es el de Santiago y Liliana quienes en situaciones que son vividas como límite es cuando más ponen en acción la fuerza de trabajo de los chicos y cuando evalúan que están relativamente mejor, los retiran.

Pero, si solamente nos basáramos en esta explicación estaríamos simplificando la cuestión, dado que hay un conjunto de elementos del orden de lo simbólico que a nuestro juicio intervienen en la comprensión de la génesis del fenómeno del trabajo infantil. En efecto ¿por qué no todos los hogares pobres implementan esta práctica? ¿Qué otros aspectos se juegan? Lo socioeconómico, aunque central, no es el único factor explicativo, las representaciones en torno al trabajo, a la infancia, la visión de los roles de cada uno en el hogar y la propia historia familiar, intervienen en la base de estas "elecciones", que como diría Bourdieu , son razonables pero no racionales, es decir, no son el producto de la organización de la conducta a fin de maximizar el rendimiento de los recursos con los que cuentan, sino que sencillamente responden a un "saber hacer" en el momento adecuado. Coincidimos con este autor cuando plantea que en verdad, los sujetos no pueden ser racionales dado que tal racionalidad se encuentra doblemente limitada, tanto por la información de la que se dispone, como por la posición social que se ocupa.

La mayoría de los padres de estos niños (ambos o algunos de los dos) han trabajado a edades tempranas, en este sentido, la realización de actividades laborales en la niñez es algo que se presenta como una experiencia que les es familiar. Sin hacer una lectura lineal ni determinista, o sea, sin pensar que porque trabajaron creen que sus hijos también deban hacerlo, que ellos hayan transitado por prácticas laborales en la niñez sin duda lo convierte en un recurso inscripto en su trayectoria vital, no tan alejado de las posibilidades que tienen a mano para subsistir.

"Mi vieja trabajaba... yo cuando tenía 12 años empecé a vestirme solo, a tener mi ropa, dinero mío... yo a los 14 años ya me había comprado un jean, fui, tomá la plata y tenía 14 años. A los 15 yo ya era totalmente independiente de mí mismo, me vestía de pies a cabeza. Me compraba las zapatillas. A mi viejo jamás fui y le dije, papi tenés que comprarme un par de zapatillas. Y así mismo lo adoro a mi papá, lo re quiero, es mi viejo. Dentro de todas las cosas él se fue, se separó de mi mamá... estaba bien, yo no puedo decir que mi viejo me pegó un manotazo, jamás. Vos trabajá, me decía, no robés... Ah, y anduve de vendedor ambulante (...) chupaba frío, había un tipo que me cagaba..." (Gerardo)

"Bueno, siempre en mi vida trabajé. Yo vivía con mi papá, mi mamá nos había dejado muy chiquitos y vivíamos con mi papá. Mi papá era un hombre que le gustaba el juego, las mujeres, no estaba nunca con nosotros, y yo y mi hermana y mi hermano Paco, íbamos casa por casa pidiendo para traerle comida a mi hermano (...) siempre crecimos así, siempre pidiendo" (Evangelina)

Si bien para ambos entrevistados el trabajo en la infancia está asociado a realidades diferentes, ya que en el caso de Evangelina se liga a una situación de desamparo familiar mientras que para Gerardo forma parte de una contribución al hogar, no resulta extraño que en varios de los discursos de los padres se vislumbre cierta naturalización del fenómeno, el trabajo de los niños aparece en algunas circunstancias como algo que forma parte del horizonte de normalidad, "está bien" que los chicos trabajen o ayuden. Creemos que esto se relaciona con varias cuestiones.

En primer lugar está estrechamente vinculado al sentido de solidaridad y reciprocidad que se genera al interior de las unidades domésticas. En concordancia con lo que sostiene Sarti (2000), el trabajo de los hijos, al igual que el del hombre y la mujer, forma parte de un compromiso moral entre las personas de la familia, generando un sistema relacional de ayuda e intercambio al interior de la misma. A los padres les cabe el papel de dar casa y comida, a los hijos el de retribuir con la cooperación en el trabajo. La "ayuda" que todos deben prestar aparece como algo incuestionable. En este sentido creemos que la categoría "ayuda" es central para comprender la coherencia interna de las prácticas que se desarrollan en contextos de pobreza. Como nos comentan Anahí y Julio:

"Anahí: ella (la hija) tiene que aprender, pero de todo tiene que aprender...porque si ella tiene que atar el carro lo va a tener que atar; si tiene que ayudar al hermano lo va a hacer. Por eso te digo, nosotros nos ayudamos el uno con el otro, entre la familia se ayuda
Julio: somos un equipo, ¿somos un equipo, vamos a formar un equipo?, bueno somos un equipo...
Anahí: ya él a la mañana salió a la calle, hoy a la mañana él fue a cortar pasto (se refiere al hijo varón), la hermana mientras juntaba la basura; después vino sacó a los caballos, les dio de comer a los caballos y tiró toda la basura que había en el carro. Cepilló y limpiaron todo, así entre los dos. No que uno lo hace y el otro lo mira, todos iguales. ¿Hay que preparar el carro? Ella va lo descarga y lo ayuda...si él tiene que venir y no hizo nada en toda la mañana "bueno vení y lava los platos". Acá el tema de la comida es igual: si él tiene que pelar una papa, la tiene que hacer, la pela; si tiene que lavar ropa, lo hace porque lo sabe hacer, tiene que bañar los hermanos porque también los tiene que bañar...Se ayudan unos con otros
P: Pero te ayuda...
Anahí: Sí, pero es lo que tiene que hacer.
Julio: Sí o sí lo tiene que hacer.
Anahí: Yo le dije a ella que hasta que no tenga 22 años no se va a mandar sola. El día que ella se case o se junte ahí si se va a mandar sola. Cuando ella tenga edad...mientras tanto, mientras esté viviendo conmigo va a hacer lo que yo le diga. Lo que yo quiero es que ella me entienda a mí porque yo todo lo que hago, lo hago por el bien de ellos. Yo a ella todo lo que quiere tiene, a pesar de todo, todo tiene...ella tiene todo"

Esa ayuda, muchas veces también es interpretada como un "envión", una motivación que los hijos dan a sus padres.

"P: ¿Y vos qué pensas que él lo ayude en el trabajo?
R: Y que está bien, porque él aprende un poco del padre y el padre aprende un poco de él, que él le insiste en que trabaje y no deje de trabajar. Yo varias veces le dije a Matías "vos tenés que decirle a tu papá que él trabaje, no por él sino por vos. Porque si él no trabaja para darte un par de zapatillas a vos ¿quién te las va a dar?. Vos fijate que yo no tengo trabajo, si yo tuviera trabajo a mi no me importa porque yo saco plata y te compro" le digo "pero en este caso yo no tengo, él te tiene que atender a vos, te tiene que mantener a vos" y me dice "Y, pero mami, no..."; "- es así la cosa hijo, así como Inés que es la más grande de acá, me ayuda, me empuja para que yo haga cosas para ganar plata, vos ayudalo a tu papá para que tenga plata para vos" le digo. Porque Inés más de una vez me ha insistido de vuelta para que yo haga cosas para vender, que haga churros, que haga bolitas, que haga lo que haga para vender (...) Porque ella se siente bien ayudándome a mí, porque ella me dice "mami, yo te enseño a vos y vos me enseñás a mí; yo te ayudo a hacer las bolitas o te ayudo a amasar y a la vez mami vos me enseñas a mí cómo las hacés porque yo me fijo qué es lo que le echás, que le ponés, qué es lo que lleva, lo que no" y le digo "- bueno..." y así ella me da fuerza para yo seguir adelante y no caerme. Pero en este caso, viste, no puedo, no puedo porque no tengo salida, no tengo como para decir "tengo una cierta cantidad de plata, voy a comprar todo lo que necesito para hacer bolitas de fraile y churro y lo tengo guardado y lo hago" pero no tengo...es lo que pasa. Inés me dice "pero mami con un poquito lo hacemos", dice "hoy compramos el azúcar y lo guardamos mami, mañana compramos la levadura y la guardamos" entonces le digo "bueno, pero es que no se puede". (Noelia)

Recuperar la centralidad que se le otorga a la ayuda de cada uno de los miembros del hogar nos lleva a pensar en el lugar del niño y los padres en la familia, en particular, a interrogarnos acerca de lo que se espera del niño y si aquello que se espera conlleva algún cambio de su estatus en el hogar ¿hay una alteración de este tipo? ¿Implica un trastocamiento de las funciones de autoridad? con base en las experiencias analizadas creemos que la madre, el padre o el hijo no cambian su estatus, las decisiones acerca de todo lo que compete a una familia las sigue asumiendo el adulto. La familia se organiza en torno al niño, la frase "todo sea por ellos" es frecuentemente empleada por los adultos, quienes se "sacrifican" por sus hijos, ya que representan el porvenir.

Los niños son percibidos como seres vulnerables y frágiles que por su condición (indefensa) corren más riegos que cualquier adulto. De hecho, en la realización del trabajo casi siempre cuentan con la supervisión de éste, justamente porque no se los considera plenamente autónomos. Los niños siguen siendo "chicos", pero con algunas responsabilidades más que las que se prescriben para esta etapa de la vida. El patrón hegemónico de infancia, característico de nuestras sociedades está absolutamente presente en los discursos de los padres, la infancia es la etapa del juego y la educación, el punto es la distancia que se presenta entre lo que desean y lo que realmente pueden ofrecerles. En un marco de tantas restricciones, es para ellos lícito que los chicos trabajen y cooperen. Que trabajen, no quiere decir para sus padres que dejen de ser niños.

"él se divierte como un chico pero a su vez es responsable... para los once años que tiene es muchísimo" (Julio)

"se hizo un poco más hombrecito solo (...) es un nenito que tiene muchas responsabilidades" (Analía)

"hacerlos trabajar todo el día es como sacarles la niñez, y yo no quiero eso. Quiero que mis hijos tengan infancia, y que sepan lo que es... que era ser chiquito" (Liliana)

La infancia para los padres es (cuando se lo requiere) el momento del trabajo, pero también del la educación y el juego.

Además de la importancia que se le otorga a la ayuda, creemos que otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta en la visión que tienen los adultos sobre el fenómeno es que rescatan la dimensión formativa ("es una enseñanza", aunque se valora la escuela como el lugar del aprendizaje, el trabajo también lo es) y moral de la experiencia laboral ¿Qué significa esto? El trabajo es sinónimo de algo positivo, "antes que robar" o que "antes que anden vagueando por la calle", es preferible o bueno que trabajen o ayuden.

"y es bueno, es bueno, porque no...no tienen tanta junta y otra no van a ir por el mal camino, no van a agarrar la droga y el robo (...) porque por lo menos ellos se distraen, claro! No van a agarrar el mal camino" (Susana)

Aunque los padres rescaten estos elementos positivos del trabajo, cuando les preguntamos por qué creen que los chicos se suman a la actividad laboral, la mayoría de ellos asocia el gusto que tienen por el trabajo a aspectos que no tienen que ver directamente con el proceso que envuelve, o sea, creen que lo hacen por lo que consiguen (ropa, juguetes, comida, monedas) porque están junto a sus papás (son apegados a ellos), porque salen a dar una vuelta por la ciudad, o porque quieren ayudar, aspectos que no remiten a lo estrictamente laboral, al trabajo en sí.

Algo similar sucede con los niños, ¿Qué es lo que los atrae de la actividad laboral? Ellos tienden a rescatar justamente aquellos aspectos que no tienen que ver directamente con el trabajo, sino que son de carácter secundario. En el caso de los entrevistados más pequeños la actividad tiene además un carácter lúdico. Salir en el carro es algo "divertido", que se mezcla con el juego, el paseo y la obtención de objetos de uso personal. Prácticamente éstos niños no tienen casi otras posibilidades de ir al centro y recorrer la ciudad que no sea con el carro. Encuentran atractivo ir porque hallan que la calle es "linda", salen de paseo, consiguen cosas, dan vueltas a caballo, se hacen amigos y juegan.

Aquellos niños que se dedican a la venta ambulante o el limosneo, o sea, quienes tienen como lugar de trabajo un punto fijo en la ciudad, encuentran que lo que más les agrada de la actividad es el uso que pueden hacer del espacio público, e intentan aprovecharlo en tanto lugar de esparcimiento y encuentros. Las plazas, plazoletas y sus juegos son recuperados y utilizados por estos niños, haciendo que el espacio de trabajo se vuelva más atractivo. Otro elemento por ellos rescatado es la percepción del espacio como lugar de encuentro con otros amigos, que pueden ser algunos peatones que circulan por el lugar (sus clientes) y otros trabajadores informales. A partir de la combinación de sus actividades laborales con el uso y aprovechamiento de estos atractivos que brinda el lugar, el trabajo se vuelve menos arduo y contiene cierto atractivo.

Para los entrevistados de mayor edad (12, 13 años), el gusto por la actividad sí se acerca más a lo netamente laboral, el principal atractivo para ellos es disponer de algo de dinero. Algunos niños han recuperado además la dimensión formativa y moral del trabajo "no tenès que andar robando", "aprendes" o "no vagueas" son elementos también señalados como positivos. Podemos ver así cómo se ha perneado en ellos el discurso de sus padres, el trabajo tiene un fuerte componente de dignidad.

Ninguno de los niños recibe a cambio de su trabajo dinero, algunos padres los compensan dándoles monedas o unos pesos a modo de reconocimiento por la colaboración, pero todo lo que ellos recogen (sea dinero, comida u objetos) es socializado con el conjunto de los miembros del hogar y destinado a cubrir las necesidades más básicas. Esto no parecen ponerlo en cuestión, el adulto administra el dinero y está bien que así sea, ellos no señalan algún cuestionamiento frente a este modo de disponer del dinero que ellos mismos generan o contribuyen a generar. Vemos así que las relaciones jerárquicas al interior de los hogares se ven reforzadas y para nada trastocadas con la incorporación del niño al trabajo.

"me gusta ir (al carro) porque lo ayudo a mi papá (...) lo ayudo, lo ayudo para....le ayudo cada vez (...) le doy las cosas que me dan a mi papá (...) carne, factura (..) en la calle bueno le pido monedas a la gente que están en el auto y me dan monedas a mi y a mi hermana para mi mamá, bueno y mi mamá quiere la plata para la comida y bueno" (Tamara, 6 años)

"las monedas...le daba a mi mamá (...) si, y le compraba la comida porque ella no tenía, le faltaba plata y le traía y compraba la comida" (Joaquín, 12 años)

"con la plata compra para comer (su mamá) (...) también esa plata la agarraba yo para comprar ropa para nosotros" (Jazmín, 14 años)

"con la plata que me da la compro comida a los pájaros, las jaulas (...) me compro golosinas, algo (...) le compro a mi mamá azúcar... " (Antonio, 12 años)

"lo que más me gusta hacer es ir a hacer mandados, eh...que me den plata, de juntar chatarra y bueno, ir y ayudarla a mi mamá, vender ropa de mi mamá, eso solo (...) porque ahí gano plata, se gana plata mi mamá..." (Inés, 8 años)

Incorporar el estudio concreto del trabajo infantil como una de las dimensiones que sirven para comprender los complejos mecanismos que tienen los hogares pobres para reproducirse, permite ampliar la mirada e incorporar (de manera articulada) una línea de análisis más al variado abanico de maniobras que los distintos miembros de los hogares pobres realizan para sobrevivir.

A través del trabajo de campo hemos accedido al conocimiento de las prácticas y representaciones de los actores, recuperando las percepciones que tienen tanto los adultos como los niños del trabajo infantil, de sus condiciones de vida y de las distintas prácticas que realizan para garantizar su reproducción.

A partir de este breve recorrido hemos intentado dar cuenta del lugar que tiene el trabajo infantil en la generación de ingresos monetarios y no monetarios en hogares pobres, algunos de los significados asociados a esta práctica y cómo repercute en las relaciones familiares el hecho de que sean los niños quienes también cooperen en la reproducción del hogar.

En los hogares analizados, que son extremadamente pobres, sus miembros sólo pueden alcanzar la subsistencia en tanto desarrollen estrategias de reproducción centradas en la familia, lo que incluye la participación en actividades laborales de niños y niñas. Ahora bien, tal participación se comprende no sólo a raíz de la urgencia económica que se le presenta a las familias, sino también a partir de la indagación en profundidad de los sentidos asignados a la solidaridad y ayuda en el hogar, sumado a ideas positivas acerca del carácter formativo del trabajo.

Notas

1 Algunos autores hablarán de estrategias familiares de vida, de supervivencia, de sobrevivencia, de existencia o de reproducción. Las diferencias en la elección de un tipo u otro de estrategias no es un simple cambio de términos, sino que define qué actores se ven involucrados, qué tipos de comportamiento deben ser incluidos en ellas, etc.

2 Si bien cuando se llevó a cabo el trabajo de campo la edad mínima de admisión al empleo era de 14 años, en el corriente año hubo una modificación: el 25 de junio de 2008 fue publicada en el Boletín Oficial la Ley Nº 26.390 sobre Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente, que eleva la edad mínima de admisión al empleo de 14 a 15 años transitoriamente hasta el año 2010, fecha en que el límite pasará a ser de 16 años.

3 La OIT entiende que una actividad doméstica es excluyente en caso de que a) un niño deba dedicar todo su tiempo a dichas tareas viéndose privado de la posibilidad de ir a la escuela, situación en la que se considera a estas actividades como equivalentes a una actividad económica o b) cuando las tareas productivas familiares no pueden ser distinguidas de aquellas relativas a la reproducción familiar, porque el lugar en que se realizan aquellas y el lugar de habitación coinciden, o porque los ámbitos de producción y reproducción social están involucrados

4 Algunos autores hablarán de estrategias familiares de vida, de supervivencia, de sobrevivencia, de existencia o de reproducción. Las diferencias en la elección de un tipo u otro de estrategias no es un simple cambio de términos, sino que define qué actores se ven involucrados, qué tipos de comportamiento deben ser incluidos en ellas, etc.

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