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Trabajo y sociedad

On-line version ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.14 Santiago del Estero May 2010

 

IMÁGENES Y MAGNITUDES SOBRE EL TRABAJO

Reflexiones sobre las limitaciones conceptuales de la pobreza rural

Considerations on the Contrains in Conceptualizing Rural Poverty

Mariela Blanco* Silvina Alegre** Dora Isabel Jiménez***

*Investigadora en el CEIL-PIETTE/CONICET. Socióloga. Dra. de la Universidad de Buenos, Facultad de Filosofía y Letras, Área Geografía. Correo: mblanco@ceil-piette.gov.ar
**Socióloga. Magíster en Diseño y Gestión de Políticas y Programas Sociales, FLACSO. Doctoranda en Ciencias Sociales, FLACSO. Correo: silvina_alegre@uolsinectis.com.ar
***Profesional Principal en el CEIL-PIETTE/CONICET. Licenciada en Ciencias Antropológicas (UBA). Correo: djimenez@ceil-piette.gov.ar

RESUMEN

En este artículo intentaremos presentar formas alternativas de pensar la pobreza que trasciendan las clasificaciones dicotómicas en segmentos de población pobre/ no pobre. Aún cuando la preocupación central no sea proponer medidas de política social, las reflexiones en torno a la problemática tienen por objetivo aportar herramientas conceptuales que constituyan un insumo para la intervención.  A fin de validar empíricamente las reflexiones teóricas, abordaremos el análisis del conjunto interrelacionado de dimensiones económicas, ocupacionales, institucionales y sociales que configuran el espacio rural en distintos departamentos de las provincias de Santiago del Estero y Corrientes, depositando la mirada en una articulación de variables que trasciendan lo estrictamente agropecuario. 

Palabras Clave: Pobreza rural; Hogares rurales; Dinámica socio- ocupacional; Formas de reciprocidad y percepción de habitabilidad.  

ABSTRACT

In this paper we try to show alternative approaches to poverty in order to overcome the dichotomic classifications between poor and non poor persons and households.
Eventhough the main concern of the article is not related to social policy, we aim to establish useful concepts for active social policies.
In order to validate the theoretical arguments with field data collection, we analyze the economic, social, labor and institutional dimensions of rurality in some departments located in Santiago del Estero and Corrientes provinces, considering articulated variables that go beyond strictly agricultural issue.

Keywords: Rural poverty; Rural households; Reciprocity; Socio-labor dynamics; Habitability's

Introducción

En las últimas décadas el sector agropecuario ha sufrido importantes transformaciones. Actualmente, lo rural no se puede asimilar unívocamente a la  actividad agropecuaria sino que deviene en un concepto amplio que remite a nuevas dinámicas sobre el medio en donde, más allá de lo estrictamente productivo, cobran importancia otras actividades -que compiten en la generación de ingresos- como el trabajo asalariado fuera de la explotación (agropecuario y no agropecuario), actividades relacionadas con el sector de servicios (turismo, gestión, etc.) y la cuestión medioambiental.

Por lo tanto, es particular de lo rural, la presencia de situaciones heterogéneas en contextos que permiten la extracción diferencial de excedentes según:
a)  la estructura productiva, con relación a la tenencia de la tierra, el nivel de capitalización, el acceso a la tecnología;
b)  la constitución de los mercados -que en función del tipo de producción y la forma en que se organiza el proceso productivo- presentan diferente dinamismo, según se orienten hacia el mercado externo, interno, local o el autoconsumo;
c)  la estructura ocupacional, caracterizada por el  trabajo familiar, estacional, en negro y la pluriactividad, que determina la composición del ingreso por diversas fuentes y sectores complejizando aún más el escenario, ya que se diluyen las fronteras entre la ocupación rural y la urbana.

Más allá de la diversidad de situaciones del contexto, los acercamientos al estudio de la pobreza rural desde la perspectiva de los indicadores tradicionales (línea de pobreza y/o NBI) reflejan condiciones de desventaja bastante limitadas. Los indicadores tradicionales de pobreza muchas veces no resultan adecuados para definir políticas. Cuando revisamos  las distintas formas de revertir situaciones desfavorables dentro de un programa de desarrollo, encontramos intervenciones parciales y sesgadas debidas, en muchos casos, a las limitaciones mismas de la noción de pobreza que definen el problema. Por otro lado, las condiciones de vida en el espacio rural no resultan asimilables a las del medio urbano, de manera tal que manifestaciones relacionadas con la pobreza en la ciudad no necesariamente se reflejan en el campo.

La delimitación del problema abordado en este trabajo no se circunscribe a una conceptualización sobre  pobreza, sino de manera más amplia a la  identificación, caracterización y explicación de situaciones de desventaja social. Intentaremos, por lo tanto, presentar formas alternativas de pensar la pobreza que trasciendan las clasificaciones dicotómicas en segmentos de población pobre / no pobre.

1.  Pobreza 

En general los estudios sobre las condiciones de vida asocian la pobreza a la presencia o ausencia de cosas sociales registrada por indicadores como la Línea de Pobreza o de Necesidades Básicas Insatisfechas. Estos indicadores, al considerar sólo relaciones entre objetos, tienden a percibir la pobreza en función de elementos como el ingreso,  condiciones de infraestructura de las viviendas, satisfacción de requerimientos nutricionales, etc.  que nada nos dicen sobre las estrategias que el hombre elabora para satisfacer sus necesidades.
Los criterios con los cuales se establece la situación de pobreza de la gente dependen de una medida abstracta elaborada técnicamente que no necesariamente coincide con los umbrales de satisfacción definidos por la misma gente. Estos umbrales están relacionados con: 1) las necesidades básicas necesarias para la reproducción de la vida; 2) el entorno social de riqueza o pobreza y; 3) una dimensión cultural relacionada con la posibilidad de cumplir ritos o ceremonias.
J. Scott considera que los miembros de una comunidad tienen derecho a vivir en la medida en que los recursos locales lo permiten. "Esta demanda de subsistencia está moralmente basada en la noción común de jerarquía de las necesidades humanas  en donde adquieren prioridad los medios de sobrevivencia física por sobre todas las otras demandas a las riquezas de la comunidad. Este derecho es seguramente la demanda mínima que el individuo le hace a la sociedad y es por eso que tiene tanta fuerza moral". No hay duda de que esta demanda tiene también una dimensión cultural "desde que depende de lo que es necesario para la realización del mínimo de recato cultural (cuidado de parientes, celebración de rituales, etc.) pero eso también tiene una dimensión objetiva; suficiente tierra para alimentar a la familia, ayuda de subsistencia en el caso de que fracase la cosecha o una enfermedad, un mínimo de protección frente a los extraños" (Scott, 1976).
En una línea similar A. Sen resalta la diversidad de los seres humanos como la principal dificultad para enfocar el bienestar basándonos únicamente en las rentas reales. Identifica cinco fuentes distintas de diferencia entre la renta real y las ventajas que  se extraen de ella: 1) heterogeneidad personal, 2) diversidad relacionada con el medio ambiente, 3) diferencias de clima social, 4) diferencias entre las perspectivas relacionales y 5) distribución dentro de la familia (Sen, 2000).

En concordancia con lo expuesto proponemos hacer hincapié en la acción a la que los hombres someten las cosas. Esta acción tiene su lógica en función de la forma de vida de los actores que se constituye en la relación con los demás, con el medio y con la historia. A pesar de que el punto de partida está constituido por las bases materiales de la vida campesina, como dice Scott, "la persuasión del análisis depende de la demostración de que esa lógica refleja los valores y la experiencia campesina" (Scott, 1976).
Consideramos útiles los aportes del antropólogo francés R. Bastide para abordar el tema desde la perspectiva que nos interesa. Pensamos que además de la posesión de bienes que se utiliza actualmente para medir las situaciones de pobreza, se deben tener en cuenta las acciones que los hombres realizan para obtenerlos y la lógica social y cultural que explica esas acciones. El autor destaca la existencia de diversas formas de razonamiento y aclara que no se puede considerar válida sólo la forma de operar de una razón en desmedro de las demás. La razón es un producto de  la historia, resultado de causas múltiples de naturaleza social y consecuentemente un producto aleatorio (coyuntural y no estructural). Para él a la antropología aplicada "le corresponderá estudiar la acción del hombre sobre las cosas y los efectos que de allí se deriven pero esta acción de planificación y desarrollo constituye tan solo uno de sus capítulos. Su deber consiste en abarcar todo tipo de acción que altere y modifique la realidad y tras ésta el conjunto de razones que nuestra razón no conoce". La ciencia extrae leyes "y el práctico podrá indudablemente utilizarlas. Pero siquiera lo hará con más prudencia y menos etnocentrismo sabiendo que el hombre no es un dios todopoderoso sino un indagador que aguarda las respuestas de los hechos y debe aprender a oírla" (Bastide, 1972).

2. Pobreza rural

En el trabajo sobre "La pobreza rural en Argentina" Forni y Neiman (Forni et al: 1994) plantean que para analizar la pobreza, más allá de la definición que se adopte de la misma, se debe reconocer que tiene relación con los comportamientos de los individuos en tanto integrantes de una unidad mayor -el hogar- que elabora estrategias para hacer frente a las restricciones que impone el entorno. Asimismo influyen las diferencias regionales como también la existencia de modos de vida diferentes asociados a las historias particulares de territorios específicos. Las estrategias desarrolladas por los distintos grupos sociales o los individuos que los integran están compuestas por respuestas que tienen variado grado de efectividad para sobrellevar o mejorar las condiciones derivadas de las restricciones a las que están sometidos. Entre ellas cabe mencionar la autoproducción de alimentos, las migraciones temporarias o definitivas, la combinación de diferentes fuentes de ingresos, las estrategias demográficas y ocupacionales.
A fin de contemplar todas estas variables los autores plantean el uso de un enfoque cualitativo que resulta una "herramienta eficaz para hacer transparente el funcionamiento de las relaciones laborales sostenidas en sistemas de intercambio y de remuneraciones, contraprestaciones, redes y estrategias, que estructuran las relaciones en estos mercados de trabajo. Los rasgos de ilegalidad e irregularidad con sus efectos generadores de pobreza y precariedad, llevan a ocultar y por lo tanto a subestimar la magnitud de estas situaciones, bajo las formas cuantitativas de registros disponibles".
En la Argentina existen diversas categorías para dar cuenta de situaciones de pobreza y precariedad de la población agraria. La identificación de esta población puede variar según los métodos e indicadores de bienestar utilizados. (Murmis: 2001; Forni y Neiman: 1994) Soverna y Craviotti incluyen, dentro del concepto de pobres rurales a diferentes tipos sociales tales como asalariados rurales, pequeños productores, etc., que tienen la característica común de recurrir al trabajo directo para generar ingresos (Craviotti y Soverna: 2000). Sin embargo, es de  utilidad el conocimiento de las percepciones, expectativas, motivaciones y estrategias de las personas que viven en situación de pobreza para la construcción y ajuste de los métodos de medición (Mathey: 2007). 

En general en los estudios de pobreza rural se asocia esta situación con un tipo social muy difundido en América Latina que es el campesino. Se reconoce a este sector de pequeños productores como poseedores de recursos productivos limitados y con insuficiente capacidad de satisfacer sus exigencias de consumo, por lo tanto se incluyen dentro de las poblaciones que se consideran con procesos de empobrecimiento y exclusión. Este encasillamiento en la categoría de campesino conduce a que muchas veces no puedan reconocerse en su interior importantes estrategias de vida heterogéneas que conducen a su supervivencia o cambio de rol en  tanto actor social (procesos de asalarización, descampesinización, empleo no agropecuario, etc.) (Murmis: 1994; Manzanal: 1993).

Dado los inconvenientes de identificar a la población rural pobre, en un trabajo realizado por la Cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la UBA para la Subsecretaría de Vivienda de la Nación, se parte de considerar a los pequeños productores en su asociación con situaciones de pobreza rural. Desde los datos censales se define como unidades productivas pobres a las que basan su organización del trabajo en la mano de obra familiar, tienen una baja escala de producción agropecuaria (independientemente  del tamaño) y no poseen tractores propios (Subsecretaría de Vivienda: 1996).

Para el caso de Santiago del Estero, Paz (1998) elabora una tipología de campesinos en donde combina las siguientes variables: tasas de migración, varones económicamente activos, tamaño de la unidad productiva, superficie cultivada, nivel de capitalización, tamaño del rodeo y diferentes fuentes de ingresos de la explotación. El resultado es  una estratificación de cinco conglomerados de campesinos (el último subsume a tres tipos) (Paz: 1998). Si bien el objetivo del trabajo fue mostrar la diversidad de situaciones con el fin de explicar la viabilidad o no del cambio tecnológico, nos resulta interesante ya que permite observar la complejidad del fenómeno de los actores en situación de vulnerabilidad. 

Para la misma provincia Tasso analiza la situación de pobreza estructural (por NBI) junto a una serie de dimensiones socio- históricas de pobreza estructural que definieron el perfil social y económico de la región aledaña al río Dulce. Entre estas se destacan el pasado colonial, la herencia de formas de producción y la importancia de la migración laboral estacional que caracterizó tempranamente a esta provincia (Tasso: 1998). 

De esta manera vemos que el análisis de las condiciones de vida para el medio rural denota una alta complejidad. Esto es debido, en parte, a las características propias de esta población, donde muchas veces las condiciones de producción y reproducción  van juntas; y también a la identificación de diferentes tipos sociales que se definen en torno a las particularidades que les brinda el medio geográfico, económico y social. 

 2.1. Medición de la pobreza rural

Partimos de la base que el hogar constituye una unidad en la que se despliegan múltiples acciones de los individuos que se resuelven hacia adentro de la unidad doméstica (por ejemplo en la presencia de trabajo familiar, de ayuda mutua, formas de redistribución, migraciones, etc.) y hacia afuera en la inserción en los mercados laborales, las prácticas de intercambio, la producción para la venta y el acceso institucional como la educación y la salud.

Nuestro objetivo es elaborar criterios para enfocar la medición de situaciones de desventaja social de manera tal de incorporar elementos que reflejen  diferentes dinámicas en el comportamiento de los hogares para alcanzar su subsistencia y reproducción. 

2.1.a. Tipología

A partir de este concepto se elaboró una tipología de hogares que básicamente relaciona tres aspectos del ámbito rural: el sistema productivo, la presencia o no en los mercados y la estructura ocupacional.
Se establecieron cinco tipos de hogares:
Hogar Tipo 1: son hogares que disponen de producción para la venta y/o autoconsumo; con miembros que trabajan como asalariados o trabajadores independientes dentro o fuera del sector agropecuario, o son jubilados o rentistas, todos con ingresos monetarios distintos de cero.
Hogar Tipo 2: son hogares que disponen de producción para la venta y/o el autoconsumo y mano de obra familiar
Hogar Tipo 3: son hogares cuyos miembros son asalariados o cuenta propia que trabajan fuera de la explotación, o jubilados o rentistas, todos con ingresos monetarios distintos de cero, y que tienen producción para el autoconsumo.
Hogar Tipo 4: son hogares cuyos miembros son  patrones o empleadores o cuenta propia fuera del sector agropecuario o asalariados o trabajadores independientes en cualquier sector, todos con ingresos distintos de cero. No disponen de tierra.
Hogar Tipo 5: hogares que sólo producen para el autoconsumo. La mayoría no tiene ingresos directos.

2.1.b. Aspectos dinámicos

En nuestro intento de superar el enfoque dicotómico tratamos de introducir otros aspectos que reflejen de forma más clara las acciones que despliegan los distintos tipos de hogares para desarrollar su vida en un medio físico y sociocultural.
Debemos pensar, para ámbitos  rurales, en estrategias reproductivas basadas en articulaciones complejas de relaciones de tipo mercantil -reguladas por la oferta y demanda- con formas asociativas y recíprocas. Estas últimas cumplen la función de atenuar las tensiones producidas por las relaciones de mercado. Así, para aprehender las prácticas de  los hogares, debemos tener en cuenta la acción simultánea de todas estas formas de relación, asentadas sobre la unidad de reproducción doméstica.
Aunque consideramos que no agotamos todas las posibilidades, tomamos en cuenta:
1)  Dinámica socio-ocupacional que considera los aspectos más clásicos abordados en los estudios de condiciones de vida (ingreso, tipo de trabajo, etc.);
2)  Relaciones de intercambio a partir de la construcción de diferentes formas de reciprocidad;
3)  Producción para el autoconsumo como fuente de recurso del hogar;
4)  Vivienda como elemento espacial que trasciende las barreras específicamente habitacionales; y
5)  Presencia institucional expresada a través de formas asociativas unida a lazos de solidaridad que se reflejan en formas recíprocas. 

Esta multiplicidad de formas de relación, entrelazadas para reforzarse o inhibirse, cuyo entramado configura estrategias tan diversas como lo permitan o impongan las restricciones del entorno, impone la necesidad de tipificar de alguna manera el comportamiento de los hogares. Haciendo énfasis en la estrategia de reproducción económica de los hogares,  surgió la tipología expuesta al comienzo que pretendemos nos ayude a entender cómo se conforman las estrategias en las distintas áreas vitales.

2.2. La zona de estudio

La información que se presenta es el resultado del procesamiento de las bases de una encuesta que se realizó en algunos departamentos de las provincias de Santiago del Estero (departamento de Figueroa y Robles) y Corrientes (departamento Saladas), en el marco de un proyecto sobre el estudio de la pobreza rural en la Argentina, durante la década del '901. En total son 300 hogares y 1672 personas. A pesar del tiempo transcurrido, la información que  nos brinda es suficientemente rica y consistente como para obtener elementos que nos permitan desarrollar nuestra propuesta de análisis para las situaciones de desventaja social en lo rural. A continuación presentamos un cuadro resumen con las principales características sociodemográficas de los hogares según cómo se ubican en la tipología construida.

Cuadro 1 Características sociodemográficas de los hogares

3. Estrategia global de subsistencia de los hogares rurales

 3.1. Dinámica socio-ocupacional

Dentro de la estrategia global de subsistencia de los hogares abordaremos en este punto la dimensión laboral, evaluando la debilidad -o no- de la lógica mercantil de las relaciones laborales en ámbitos rurales pobres, para analizar posteriormente cómo impactan estos comportamientos sobre el desarrollo de las relaciones de reciprocidad.

Si consideramos el nivel de participación en el mercado de trabajo de la población bajo estudio a partir de la pregunta '¿Trabajó en el mes de referencia?' obtenemos resultados desconcertantes. En regiones de pobreza extrema de Santiago del Estero y Corrientes, la participación económica de la población
alcanzaba, en el año de la encuesta, casi un 50%, 12 puntos porcentuales por encima del promedio para los aglomerados urbanos del interior del país según la EPH2 , mientras que la tasa de desocupación superaba apenas el 3%. Sin embargo, al profundizar el análisis observamos que, haciendo abstracción del trabajo familiar, las nuevas cifras alcanzan el 31% de actividad y el 12% de desocupación, contra el 38 y 11% promedio para el interior urbano. Esto significa que el medio rural presenta lógicas particulares que deben ser consideradas en sí y que se resisten a ser captadas por instrumentos de medición que no respeten sus rasgos específicos. En  este sentido se pone de manifiesto que el trabajo familiar constituye un componente fundamental de la estrategia ocupacional de los hogares rurales, principalmente de aquellos que basan su subsistencia en la producción para la venta o el autoconsumo: casi el 40% de las personas que declaran trabajar son ayudantes familiares.

El comportamiento del ingreso monetario de los hogares rurales habilita nuevos espacios ocupados por relaciones para-mercantiles. Esta constatación se desprende de la evidencia irrefutable de su nivel. Se tomó en cuenta el ingreso per cápita familiar monetario obtenido del trabajo, jubilaciones y rentas durante el mes de referencia, presentándose el promedio general por tipo de hogar y el valor mínimo y máximo que asume en cada caso.

Cuadro 2 Ingreso per cápita familiar mensual medio, mínimo y máximo (en dólares), por tipo de hogar

El ingreso per cápita familiar medio varía ampliamente entre los distintos tipos de hogar, articulándose en cada caso con estrategias alternativas de subsistencia. 
Los hogares de Tipo 5 -que subsisten básicamente gracias a la producción para el autoconsumo- registran ingresos monetarios mínimos iguales a cero.
Los hogares de Tipo 1 se hallan, en términos de ingresos monetarios, mejor posicionados que los demás, probablemente porque lograron diseñar una  estrategia que combina la producción para el mercado y el consumo con el trabajo fuera de la explotación.
Aquellos hogares cuyos miembros activos venden su fuerza de trabajo en el mercado -Tipo 4-, cuentan con ingresos más altos. 
El ingreso de los hogares de Tipo 2 -hogares  asimilables a los campesinos puros o pequeña producción, con un cuenta propia agrícola y trabajadores familiares, que producen para la venta y el autoconsumo- ofrece pruebas del profundo deterioro económico sufrido por la producción agropecuaria en pequeña escala.

Por otro lado, la estacionalidad natural propia de la actividad agropecuaria genera fuertes oscilaciones de los ingresos monetarios a lo largo del ciclo anual.
Como era previsible, las variaciones más amplias se  registran en el ingreso de aquellos hogares con producción agropecuaria: Tipos 2, 1 y 5. Este hecho  contribuiría a explicar la inserción laboral de algunos miembros del hogar en el sector no agropecuario.

Cuadro 3 Oscilaciones anuales medias del ingreso de los hogares (en dólares), por tipo de hogar

La pérdida de rentabilidad de la producción campesina se manifiesta en la diversificación de las fuentes a partir de las cuales los hogares rurales  obtienen sus ingresos. En el Cuadro 4 se puede observar que el porcentaje de hogares con ingresos proveniente del sector no agropecuario alcanza más del 40%, si consideramos a aquellos que obtienen sus ingresos solamente del sector no agropecuario y los que combinan ambos sectores. 

Cuadro 4 Distribución de los hogares por sector de origen del ingreso

Los hogares de Tipo 1, presumiblemente campesinos puros alguna vez, enfrentan la crisis del sector mediante el empleo de algunos de sus miembros en actividades no agropecuarias. Esta estrategia se revela eficaz, al menos en términos de ingresos, con relación a la situación de aquellos que se dedican exclusivamente a la producción.
La dinámica ocupacional de los hogares de Tipo 2  se basa principalmente en el trabajo de sus miembros en el sector primario, específicamente  en su propia explotación. Sin embargo, el 4% de estos hogares obtiene sus ingresos de ambos sectores. Esto nos permitiría suponer una tendencia a la diversificación de la inserción laboral de sus miembros como estrategia reproductiva.
Los hogares de Tipo 3 y 4 se distribuyen homogéneamente entre los que obtienen sus ingresos de la venta de la fuerza de trabajo de sus miembros en el sector agropecuario y en el no agropecuario, siendo la combinación de fuentes poco significativa. Esta situación se podría atribuir a la puesta en juego del capital social, por lo que la participación de algún miembro de la familia en determinada actividad facilitaría la entrada de los otros.
Entre los hogares de Tipo 5 existen algunos que no registran ingresos y otros que se mantienen en niveles ínfimos, basando su subsistencia esencialmente en la producción de autoconsumo. Es probable que sus ingresos monetarios provengan principalmente del aporte de miembros migrantes.

La migración se presenta como una estrategia muy difundida. En primer lugar se la considera como un progreso individual en la búsqueda de situaciones económicas más favorables. En segundo lugar, para los hogares rurales cumple tres funciones básicas: disminuir la cantidad de miembros que dependen del ingreso del hogar de origen, contribuir con su aporte a la economía del mismo y servir de apoyo a otros miembros de la familia que quieran migrar o que necesiten concurrir a  los centros urbanos por razones de salud o gestión.
Algunos rasgos generales de la  población migrante son: la mayor concentración entre las hijas mujeres, su partida por falta de trabajo y su destino en la Capital Federal y Gran Buenos Aires. Si bien no se indaga sobre la tarea desarrollada por las migrantes, estas características se asocian directamente con el trabajo como empleadas domésticas.

Tal como preveíamos, los hogares de Tipo 5 presentan la mayor cantidad media de migrantes que envían dinero -5 miembros- y las remesas más elevadas, aunque cabe suponer una fuerte oscilación en las cantidades remitidas cada mes.
Los hogares con características más urbanas -Tipo 4-  no registran migrantes que aporten dinero al hogar de origen. 
Como surge de los análisis previos, los hogares de Tipo 1 recurren a un variado conjunto de estrategias de subsistencia que incluye también, y de manera muy significativa, la migración. Estos hogares cuentan con un promedio de cuatro migrantes que envían remesas.
Los hogares de Tipo 3 (que venden su fuerza de trabajo y tienen autoconsumo), cuyo comportamiento se manifestó hasta ahora muy similar al Tipo 4 (sólo venden su fuerza de trabajo), registran llamativamente una alta cantidad media de migrantes/aportantes -tres miembros-.
Los hogares campesinos -Tipo 2- tienen un promedio de dos migrantes que contribuyen a la economía familiar con el envío de dinero.

Cuadro 5 Promedio de migrantes que envían dinero al hogar de origen y monto mensual enviado (en dólares), por tipo de hogar

3.2. Relaciones de intercambio

En las comunidades estudiadas encontramos elementos representativos de una economía no monetaria que obedecen a causas diferentes, entre ellas podemos destacar a la falta de efectivo durante determinadas épocas del año o a prácticas culturales arraigadas en la zona. Si bien la cultura no determina la presencia de este tipo de economía,  sí permite identificar cómo se constituyen las diferentes formas de intercambio.
El intercambio abarca tanto servicios como bienes. El primero se puede pensar como una forma de retribución al trabajo, mientras que en el segundo vemos prácticas de trueque de bienes cuyo valor se supone semejante. Estas equivalencias son establecidas, generalmente, entre los que intercambian y se
realizan más bien con fines de autoabastecimiento. Es importante tener en cuenta que todo intercambio, al encarnar cierto coeficiente de solidaridad, no puede ser comprendido en sus términos materiales dejando de lado sus aspectos sociales.
A partir de las respuestas encontradas identificamos la presencia de diferentes relaciones de intercambio ubicadas en un camino que parte del intercambio más solidario, en general asociado a la ayuda o el regalo, hasta el extremo en el que hallamos el intercambio de tipo desigual en donde una de las partes fija el tiempo de devolución y el valor de lo intercambiado. Los intervalos entre ellos no son sólo gradaciones de equilibrio material en el intercambio, sino también intervalos en la sociabilidad. La distancia entre polos de reciprocidad es, entre otras cosas, distancia social ya que el espacio social que separa a aquéllos que intercambian condiciona el modo en que lo hacen.

Del análisis de las respuestas dadas a preguntas abiertas, hemos construido una tipología de "Formas de Reciprocidad":
1)  Regalo o ayuda desinteresada: se trata de dádivas entregadas a personas necesitadas sin una pauta fija de retribución.
2)  Intercambio entre familiares: la expectativa de retribución es indefinida. El tiempo y el valor de la retribución no sólo dependen de lo que el dador ha entregado sino también de lo que éste puede necesitar y del momento en que lo necesite; así como de lo que el receptor puede pagar y la ocasión en que pueda hacerlo. 
3)  Intercambio entre vecinos: aumenta la obligatoriedad de retribución y los bienes intercambiados tienden a ser equivalentes. 
4)  Intercambio con comerciante: la relación es impersonal. El aspecto material es tan importante como el social ya que la devolución debe ser inmediata y con un bien equivalente cuyo valor es fijado por el comerciante. 
5)  Ausencia de intercambio: son los casos que se manejan únicamente con el dinero.

Los bienes intercambiados son de los más variados pero, en general, se trata de animales, mercaderías o comestibles. En estos intercambios tienen un papel importante los productos de la caza y la pesca: pescados, mulitas, vizcachas, cueros, etc., tanto como la producción orientada a bienes de consumo.  

Las formas de reciprocidad que prevalecen son las que se practican con los comerciantes (pago en especies). Dentro de los hogares Tipo 1 tienen mayor peso las relaciones con familiares, que superan la distribución general y con comerciantes. Las relaciones con los vecinos representan sólo la mitad que las otras dos formas. En el Tipo 2 también predominan las relaciones con los comerciantes. Las otras formas de intercambio se distribuyen en partes iguales.
En el Tipo 3 ya se nota la presencia de dinero pues disminuyen las prácticas de intercambio. El Tipo 4 es el que menos relaciones de intercambio tiene. Esto es coherente ya que son hogares que viven del trabajo remunerado y, evidentemente, cuentan con dinero en efectivo. El Tipo 5 es el que tiene todo tipo de relaciones de intercambio pero el mayor peso está dado por las relaciones con los vecinos y el contacto con el comerciante. Su falta de disponibilidad de efectivo se manifiesta a través del pago en especies al que le vende aquellas cosas que él no produce. 

Cuadro 6 Relaciones de intercambio según formas de reciprocidad por tipo de hogar

A pesar de que son pocos los casos de regalos o ayuda desinteresada, el modo en que se expresan los informantes demuestran formas interesantes de solidaridad: 
"Mi hija me da verduras, tomates, mercadería; esto cuando necesito; le pido a mi hija si no a mi nieto". "La vecina me suele convidar leche, pero ella la trae nomás".

Además del intercambio de bienes hemos encontrado la presencia de ayuda familiar o vecinal en el trabajo. Puede trocarse trabajo en changas por  bienes o por un plato de comida. En la encuesta encontramos un cierto porcentaje de respondentes que admiten recibir colaboración para tareas en la explotación. En relación a los tipos de hogares observamos que el Tipo 2 y el 1 son los que más respuestas positivas concentran. En estos hogares se produce para la venta de manera que se podría pensar que la ayuda puede estar asociada a la imposibilidad de contratar personal asalariado por los escasos márgenes de ganancia. En el caso de los hogares Tipo, 5 con producción exclusiva para el autoconsumo, es probable que la ayuda esté planteada  en términos de reciprocidad en equilibrio en donde se retribuye con un servicio equivalente.

Cuadro 7 Hogares que reciben ayuda para tareas en la explotación

3.3. Producción para el autoconsumo 

Como se observa en el cuadro Nº 9, en todos los tipos de hogares se produce para el autoconsumo y la tendencia es a mantener o aumentar ese tipo de producción. Las formas tradicionales para medir la pobreza suelen darle a estos productos un valor monetario a fin de integrarlos dentro de una medida que se adapte a todas las situaciones. En realidad se le adjudica un significado en forma arbitraria, al suponer que el comportamiento de los actores es semejante en todos los casos y que esta producción obedece sólo a la ausencia de efectivo. 

 No estamos seguros de que la posesión de dinero inclinara a los actores a consumir en este sentido o a gastarlo en estos productos. Si bien esta producción puede servir para suplir la falta de dinero o en situaciones de carencia alimentaria, también para su puesta en práctica requiere de una serie de decisiones que se resuelven dentro del hogar. Tiene  relación con la división familiar del trabajo, la composición y ciclo de vida de la familia, la calidad de la tierra que poseen y, fundamentalmente, con las pautas culturales que rigen entre ellos. 

Cuadro 8 Producción para el autoconsumo

Del total de hogares sólo un 6% no produce para el autoconsumo. Cerca de la mitad de los informantes considera que debe aumentar este tipo de producción, ya sea en animales o vegetales, para tener para comer, especialmente en las épocas en que no hay trabajo. También se piensa en los animales como un bien para vender o cambiar en casos de emergencia (por ejemplo una enfermedad) o como garantía para sacar un crédito.
Un 45% de los respondientes hablan de mantener la producción aunque en pocos casos se señala que alcanza con lo que tienen. Generalmente se habla de la imposibilidad de aumentar por falta de lluvias, debido a las enfermedades de los animales o por los robos que sufren. La falta de tiempo es también una razón esgrimida para mantener los volúmenes de producción estables.
Un pequeño porcentaje considera que va a disminuir esta actividad debido a la mala situación económica que hace que se consuma más de lo que se repone o reproduce. La vejez y las enfermedades también provocan la disminución de  la producción por la imposibilidad de atender los cultivos o los animales.
Es importante advertir que la decisión de mantener o aumentar no tiene que ver sólo con la intención, deseo o necesidad de hacerlo sino que esta actividad tiene un costo importante que no siempre se puede afrontar. Es necesario poseer dinero, contar con agua, poder curar las enfermedades o tener pasto suficiente para alimentar los animales si uno quiere ampliar el rodeo o la huerta.
El comportamiento de las familias del Tipo 1 tiende a mantener su producción y esto es acorde a la composición del ingreso de diferentes fuentes (trabajo asalariado, producción para la venta, etc.). Por otra parte los campesinos acentúan notablemente su intención de aumentar la producción. Los tipos de hogar 3 y 5 tienen las mismas expectativas de aumentar como de mantener su producción. Sin embargo podríamos identificar diferentes estrategias. En los hogares del Tipo 3 la posibilidad de aumentar la producción no supera a la de mantenerla debido a que sus intereses pueden estar orientados hacia el trabajo remunerado. En cambio, los hogares del Tipo 5 hay una leve inclinación hacia la idea de aumentar esta producción pero también tiene bastante peso la de mantenerla y, casi un 10% piensa que va a disminuir. Por las características de estos hogares (no disponer de ingresos directos, poco capitalizados, etc.) las posibilidades de aumentarla se ven bastante limitadas.

3.4. Percepción sobre las condiciones de habitabilidad y relación con la vivienda

  Si pensamos en la vivienda como uno de los  indicadores que denotan la existencia de pobreza es importante señalar que las carencias que aparecen en situaciones de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) no siempre son vistas como tales para sus usuarios. Hay que tener en cuenta que la habitación refleja la forma de vida de la gente. En su emplazamiento, forma, materiales, distribución de ambientes, constitución del espacio peri-doméstico, etc. influyen la composición de la familia, el tipo de trabajo, la tradición constructiva del lugar y las condiciones del medio ambiente.
En cualquier caso, por más carencias que la vivienda tenga, su reemplazo tiene que responder a esas variables y a las demandas de los usuarios.
En los resultados de las encuestas analizadas contamos con información sobre el estado de las viviendas y sobre algún planteo de posibilidades de mejoras por parte de los informantes.
Si bien más del 50% de los hogares se encuentra  en situación de hacinamiento, menos del 20% de ellos plantea la necesidad de agrandar la vivienda. Según el tipo de hogar, el que mayor índice de hacinamiento presenta es el exclusivamente pequeño productor, seguramente vinculado al tamaño de la familia; sin embargo es este tipo de hogar el que menos siente la exigencia de agrandar la vivienda. Los deseos de ampliar la vivienda presentan porcentajes altos en el Tipo 4 aunque es el hogar en que menos hacinamiento encontramos.
En algunos casos el deseo de agrandar la casa tiene relación con su idea de familia y la importancia de la emigración ya que quieren tener comodidad para alojar a los hijos que se han ido a trabajar a otro lado cuando regresan. 
Los materiales predominantes en estas viviendas rurales son el ladrillo y el adobe para las paredes y las chapas y ramas y barro para los techos. Para los hogares Tipo 1 sobresale el techo de ramas y barro y en igual porcentaje el ladrillo y el adobe para las paredes. En los hogares campesinos la mayoría de las viviendas están hechas de adobe con techo de ramas y barro. En cambio en el Tipo 3 predominan las paredes de ladrillo y el techo de chapas de metal. Estos porcentajes se acentúan en el tipo 4 ya que más del 70% de las viviendas están hechas de ladrillos y casi la mitad de los techos son de chapas de metal. Por último en el Tipo 5 prevalece el rancho hecho de adobe con techo de barro.
Con respecto al baño hay un predominio absoluto de la letrina sin arrastre. El único tipo de hogar que presenta un porcentaje algo significativo de baño instalado es el Tipo 4. 

Lo perecedero de los materiales que predominan seguramente tiene relación con el alto porcentaje de usuarios que desea arreglar la vivienda. Están aquellos que quieren hacerla de material, pintarla, hacer el revoque nuevo, etc. Algunos necesitan arreglar el techo porque se filtra cuando llueve; en ciertos casos se aspira a poner techo de chapa para poder juntar el agua de lluvia con el objeto de usarla para beber. Las mejoras de paredes y techo no siempre se asocian al uso del ladrillo y la chapa pues muchas veces se habla de mejorar o renovar el adobe y cambiar las ramas y el barro del techo. Las pautas culturales colaboran en esta elección, además de las ventajas térmicas que estos materiales ofrecen. Cierta gente ve la necesidad de modificarla sólo internamente haciendo subdivisiones y se presentan algunos casos que necesitan hacer construcciones externas como baño, cocina, depósito de agua o aljibe. Este último agregado es de suma importancia en aquellas zonas áridas en que la lluvia es escasa, las napas se ubican a gran profundidad (algunas no son potables) y los canales de circulación de agua se encuentran lejos de las casas.
A pesar de la frecuencia de la existencia de letrinas, las respuestas que hablan de instalar un nuevo baño son escasas. En algunos casos, aunque no siempre, esto tiene relación con la falta de agua corriente.

3.5. Acceso a la salud y redes de contención

En este punto intentamos dar cuenta de la presencia institucional, en el área de la salud, de estos tipos de hogares. Consideraremos el acceso a distintos centros de atención con diferente disponibilidad de recursos: infraestructuras, recursos humanos, tecnología, etc. Paralelamente analizaremos las redes de contención que habilitan la llegada a los establecimientos sanitarios. 

Los hogares de Tipo 5 -que viven en zonas rurales  dispersas básicamente de la producción para el autoconsumo- son los que más utilizan remedios caseros. En este sector de la población se registran asimismo los niveles más altos de no atención. La  falta de asistencia a un centro sanitario debe relacionarse con la minimización de las dolencias y no con su ausencia. Cerca de la mitad de estos hogares asiste directamente al hospital local. Por un lado, la salita puede resultar tan lejana como el hospital y, por el otro, considerando que estos hogares asisten al médico principalmente en casos extremos, la atención que brinda la salita resulta  insuficiente. El traslado al centro de atención se realiza por medios propios, aunque estos hogares recurren también a la ayuda de familiares.

Los hogares de Tipo 2 -exclusivamente pequeño productores- recurren también al hospital local, probablemente por las mismas razones que los hogares de Tipo 5. La preferencia por el hospital local se justifica por las igualmente largas distancias a la salita y al hospital, mientras que éste último cuenta con mejor equipamiento. Por otro lado, el acceso al hospital de la capital de la provincia resulta más complicado. Una proporción de estos hogares se atiende en Buenos Aires. Esto resulta consistente con la difundida presencia de migrantes en los hogares campesinos. Las formas de traslado predominantes son por medios propios, colectivo o ayuda de vecinos.

Los hogares de Tipo 3 -con actividad laboral más  urbana pero residencia en zonas dispersas- manifiestan el mismo comportamiento que los hogares 2 y 5. Se trasladan en colectivo, por medios propios o recurren a familiares.

Los hogares de Tipo 4 que viven en zonas rurales concentradas -parajes o pueblos- se atienden principalmente en la salita local. Esta elección se fundamenta en la cercanía a la salita, factor importante tanto en caso de prevención o dolencias menores como en situaciones de urgencia. Cuando la lesión o enfermedad exigen cuidados intensivos, los pacientes acuden a  la salita desde donde son trasladados en ambulancia al hospital provincial. De esta manera se explica el traslado por medios propios -a pie, en caballo o carro- o mediante colectivo hasta la salita y el uso más difundido de la ambulancia.

Los hogares de Tipo 1 -aquellos que lograron diversificar sus estrategias de subsistencia y se encuentran por lo tanto en mejor situación relativa- asisten predominantemente al hospital provincial. Esto significa que cuentan con los medios de acceso necesarios. Aunque casi la mitad utiliza el colectivo, la cuarta parte de estos hogares dispone de un vehículo.

La distancia se manifiesta entonces como una variable de gran influencia sobre la elección del lugar de atención. Los hogares residentes en zonas aisladas optimizan su decisión dirigiéndose directamente al hospital local que brinda una atención más confiable y ajustada a las distintas necesidades de los afectados. La atención en la salita es discontinua y contingente. Pueden faltar el médico o la enfermera o los insumos necesarios para la atención. Evidentemente, el hospital  de la capital de la provincia brinda una atención más eficiente que el local. Aquellos hogares que disponen de los medios para viajar hasta la capital prefieren atenderse en el hospital provincial. En estos casos también influye la presencia de familiares que les brindan alojamiento.

Tal como surge del análisis, la medicina privada  -consultorios privados o clínicas- no aparece como opción para estos hogares. Aún con las profundas carencias que presenta, la salud pública constituye una institución formal; expresión de una forma de  intercambio asociativo a través de la cual se redistribuyen los recursos de la sociedad. Sin embargo, el acceso a la salud sólo resulta habilitado por la confluencia de relaciones recíprocas, de solidaridad entre familiares y vecinos. Pero es necesario tener presente que, si bien en toda red de contención la ayuda se hace más confiable cuando el vínculo es más cercano, los recursos con los que cuentan los otros se asemejan a los del necesitado. En estos casos la precariedad del capital social no se manifiesta en la ausencia o debilidad del vínculo sino en la limitación de los recursos disponibles. Como consecuencia, la debilidad institucional resulta afianzada -más que atenuada- por la precariedad del entorno.

Cuadro 9 Lugar de atención

Cuadro 10 Forma de traslado al centro de atención

4. Conclusiones

La intención de este trabajo fue presentar formas alternativas de pensar la pobreza que nos permitieran captar diferentes matices dentro de un conjunto al que las medidas tradicionales consideran como una unidad homogénea.
Indicadores como la Línea de Pobreza y las Necesidades Básicas Insatisfechas remiten a situaciones de posesión o desposesión de bienes y servicios, sin incorporar la relación de los hombres con ellos. Nosotros proponemos restituirle al hombre su condición relacional y su capacidad de acción. En este sentido, reconocemos la condición absoluta de las necesidades y el carácter relativo de los satisfactores. La satisfacción de las necesidades es cultural, entendiendo a la cultura como forma de vida, conjunto de normas internalizadas, criterios compartidos con el grupo de referencia.
Dada esta perspectiva, hemos propuesto basar el análisis en el hogar en tanto unidad primaria de reproducción social; referencia más inmediata de  los individuos a partir de la cual se desarrollan estrategias de subsistencia ante las restricciones que impone el contexto. La tipología de hogares elaborada tiende a identificar distintas lógicas de acción que configuran entramados a partir de los cuales se anudan diferentes áreas vitales. 
Por otro lado, la presencia de producción para el  consumo familiar, el intercambio de productos y trabajo, y el desarrollo de actividades extractivas como la caza y la pesca, nos permiten suponer que entre algunos hogares, el dinero circula sólo durante determinados períodos del año, principalmente al finalizar la cosecha. Dada esta particularidad, se pone de manifiesto la inadecuación de las medidas de desventaja social que depositan exclusivamente sobre el ingreso la capacidad de reflejar el nivel de bienestar de los hogares rurales.

Los principales hallazgos de este primer acercamiento a un estudio de las condiciones de vida, desde la perspectiva de los hogares se encuentran dentro de los siguientes temas: 
¾  Dinámica socio-ocupacional de los hogares rurales. Según el nivel de participación en el mercado de trabajo, vemos que en estas regiones es muy  superior a lo que sucede en los aglomerados urbanos y la tasa de desocupación es muy baja. Estas diferencias se explican en gran medida por la fuerte presencia del trabajo familiar. El trabajo familiar es la característica distintiva del medio rural (en los hogares que basan su subsistencia en la producción para la venta o el autoconsumo) con su lógica particular que nos mueve a analizarlo de manera distinta. 
Con respecto a los ingresos vemos que las variaciones más amplias se registran en aquellos hogares con producción agropecuaria. La propia estacionalidad natural de la actividad genera fuertes oscilaciones de los ingresos a lo largo del ciclo anual. Esto explica la inserción laboral de algunos miembros de estos hogares en el sector no agropecuario. Considerando los distintos tipos elaborados vemos que, a medida que los hogares se alejan de la producción agropecuaria, perciben mayores ingresos. Entre los hogares que sólo tienen ingresos del sector no agropecuario, los que representan el mayor porcentaje son los de los Tipos 3 y 4.
¾  Relaciones de intercambio. Tal como se planteó en los objetivos del trabajo la pobreza rural no puede medirse sólo a través de los ingresos, y las relaciones de intercambio nos ayudan a descubrir otros elementos en la dinámica de los hogares  rurales pobres. Esta práctica forma parte de un conjunto de respuestas tendientes a superar las privaciones de los hogares. Es importante señalar que los aspectos materiales de los intercambios son tan importantes como los sociales. En este sentido pudimos observar una trama compleja e importante de relaciones recíprocas. Con respecto al autoconsumo, si bien esta producción sirve para compensar la falta de dinero en efectivo, no es posible concluir que sus productos y el dinero en efectivo sean equivalentes, ya que no podemos preasumir qué uso se dará al dinero en caso de contar con él. En este tipo de producciones se pone en evidencia el papel de las decisiones al interior del hogar junto con la importancia del peso del trabajo familiar. 
¾  Vivienda de los hogares. Este aspecto es uno de los indicadores que denota la existencia de pobreza pero queremos señalar que las carencias que aparecen en situaciones de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) no siempre son vistas como tales por sus usuarios. Encontramos que, de acuerdo a esa forma de medición, la mitad de los hogares se encuentra en situación de hacinamiento. Sin embargo, analizando las respuestas de los usuarios, vemos que menos de un cuarto de ellos plantea la necesidad de agrandar la vivienda. La medida de hacinamiento está dada por la cantidad de ambientes de la casa en proporción a los miembros que la habitan sin tener en cuenta que el espacio exterior, en ciertas zonas, es tan importante como el interior. 
¾  Acceso a la salud y redes de contención. Restringiendo el análisis al sector de la salud observamos una ausencia total de sistemas privados. Sin embargo, tampoco se verifica el afianzamiento del acceso a instituciones formales a través de los lazos de solidaridad, dado que los recursos con los que cuentan los familiares y vecinos próximos  son tan limitados o precarios como los del demandante. De esta manera la debilidad institucional y la vulnerabilidad compartida tienden a potenciarse mutuamente.

Volvemos a destacar que nuestro aporte tiene en cuenta las estrategias de las familias que desarrollan soluciones creativas y solidarias para resolver problemas vitales. Pensamos que ese es el camino para llegar a descubrir cómo potenciar el tránsito hacia mejores condiciones de vida.

Notas

1 Ambas provincias comparten elevados índices de pobreza rural. En Santiago del Estero, en el departamento de Robles hay una importante y heterogénea cantidad de pequeños productores, además de un buen número de trabajadores asalariados ocupados  en grandes fincas de la zona. En cambio, en Figueroa, con mayores restricciones ecológicas y productivas, hay un predominio de productores de tipo campesino Que, en su gran mayoría, combina esta actividad con otras ocupaciones como asalariados. En Corrientes, Saladas se encuentra en un área donde se registra una fuerte expansión agroindustrial citrícola que ha desarrollado un importante mercado de trabajo para los pequeños productores del lugar. 

2 Datos que, aunque no resulten estrictamente comparables, constituyen una buena aproximación para validar comportamientos sobre los que no se dispone de información estadística.

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Recibido: 29.9.09
Aprobado definitivamente: 28.11.09

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