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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.20 Santiago del Estero jan./jun. 2013

 

EXPERIENCIAS LABORALES LATINOAMERICANAS: BRASIL, CHILE, MEXICO, COLOMBIA Y PARAGUAY

 

Explorando experiencias de trabajo no capitalistas: el caso de una asociación de recicladores en Bogotá*

Exploring non capitalist work experiences: the case of an association of recyclers in Bogotá 

 

Claudia María García**

* Agradezco a Fernando García, integrante del grupo de investigación GOCE (Gestión y Organizaciones desde Corrientes Emergentes), por sus sugerencias y aportes al texto.
** Psicóloga, Especialista en Estudios culturales, con Maestría en Análisis y comportamiento organizacional (Lancaster University) y candidata a Doctorado en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Buenos Aires. Docente investigadora del Grupo GOCE de la Universidad Piloto de Colombia. E-mail: clamagar@yahoo.es

 


RESUMEN

Este artículo es el resultado de una exploración a un proyecto comercialización conjunta que emprenden dos asociaciones de recicladores, buscando mejorar sus condiciones de trabajo y asegurar un espacio de participación en el nuevo sistema de aseo de Bogotá. La historia de lucha por mejorar sus condiciones de trabajo, parece tomar un nuevo impulso ante el reto de sacar adelante un proyecto económico autónomo, que pone a prueba la capacidad de asumir nuevas prácticas y sobre todo la facultad de transformación subjetiva. Este tipo de experiencias económicas permiten concebir la empresa como un espacio político, que por un lado, demanda de los actores procesos de decisión sobre prácticas económicas, en los que está en juego el reconocimiento de la interdependencia (Graham-Gibson, 2011) y por otro, abriga un potencial de pensar-se de forma diferente. Lo político, como un proceso de construcción de autonomía a partir de rupturas y aperturas hacia nuevas posibilidades de ser.

Palabras clave: Economía comunitaria; Organización asociativa; Recicladores; Subjetividades; Políticas.

ABSTRACT

This paper is based on a study made on an economic project undertaken by two recyclers associations, whose goal is to improve labor conditions and to ensure their participation in Bogotá Solid Waste Management System. The long struggle to improve their work conditions, seems to gather momentum when they face the challenge of getting an autonomous economic project off the ground, which dares their ability of assuming new practices and especially, their faculty of subjective transformation. This type of economic experiences favours a politic conception of enterprise, which on one hand demands from actors, decision making processes on economic practices over which interdependence acknowledgment is at stake (Graham-Gibson, 2011), and on the other hand, it fosters a potential of thinking -it self- differently. The politics as a process of autonomy construction through ruptures and openings towards new ways of being.

Keywords: Community economy; Association; Recyclers; Politic subjectivities.


 

SUMARIO

Introducción. La actividad del reciclaje. Antecedentes del proyecto: encuentro de dos historias disímiles. La apuesta por un proyecto de comercialización conjunta. Balance y desafíos a futuro. Conclusiones.

*****

Introducción

Este estudio hace parte de una línea de trabajo en la que se busca sistematizar experiencias asociativas nacidas de la iniciativa de personas que experimentan alguna forma de exclusión y que a través de la asociatividad intentan resolver problemáticas concretas. Interesa sobre todo indagar cómo estos procesos pueden convertirse en experiencias que abren nuevas posibilidades de sentido frente a prácticas e imaginarios en el marco del capitalismo contemporáneo, que parecen inamovibles por su aparente carácter esencial y universal. El despliegue y reconocimiento de estas otras prácticas y sentidos, por un lado contribuye a desencializar por ejemplo realidades omnipresentes como la acumulación o el consumo ilimitado, y a identificarlas como el resultado contingente de prácticas localizadas y sedimentadas (Gibson-Graham 2011), y por otro, a enriquecer el campo de experiencias sociales que permitan ampliar futuros posibles y concretos (Santos, 2007).
El "capitalocentrismo" de acuerdo con Gibson-Graham (2011), con base en conceptos desarrollados por Laclau y Mouffe, se refiere a la visión dominante del capitalismo como la única forma natural y real de la economía, que se ha establecido como tal, a través de un proceso político de lucha por la fijación de significados y la interrupción del proceso ilimitado de significación. Desde este imaginario dominante se promueven y valoran las actividades afines al capitalismo y se marginan prácticas y saberes que no encajan en las visiones hegemónicas, lo que lleva a la contracción del presente y la reducción y desperdicio de la experiencia social (Santos, 2007). Según estos autores, un proyecto político contrahegemónico implicaría la desnaturalización de estos imaginarios a través del reconocimiento de la diversidad económica, identificando multiplicidad de experiencias alternativas (no capitalistas), que permitan ampliar el presente. Para Gibson-Graham (2011), a fin de hacer contrapeso al "capitalocentrismo" es fundamental identificar un discurso que promueva el reconocimiento y la conexión de esta multiplicidad de experiencias a través de la construcción de un marco común que las identifique; este discurso alternativo es lo que estas autoras denominan como economía comunitaria. Con este concepto no pretenden definir una economía alternativa como un ideal ya establecido, sino como un proceso de toma de decisiones éticas entre personas que se enfrentan a un proyecto incierto y abierto a múltiples posibilidades: "La economía como un lugar de decisión, de praxis ética y no como la realidad última/contenida/constreñida" (Gibson-Graham, 2011, p. 221). Desde esta perspectiva la economía no es un constructo acabado que da cuenta de esencias y realidades últimas, sino más bien es un terreno político en el que las personas deciden y construyen nuevos caminos y se re-crean en este proceso. La ética compartida de la multiplicidad de experiencias que se pueden enmarcar dentro de la economía comunitaria, implica la toma de decisiones que necesariamente involucran "el ser-con", el reconocimiento de la "coimplicación económica, interdependencia y conexión social" (p. 213). Este concepto es de gran utilidad para la línea de trabajo en el que este estudio se ubica, pues se intenta reconocer, en el marco de la realidad local caracterizada por el predominio de una economía informal y formas de trabajo precario, experiencias asociativas que emprenden personas para mejorar sus condiciones de existencia y las acciones que
desarrollan colectivamente para gestionar su proyecto, y en este proceso identificar nuevos caminos que la gente experimenta diferentes a los instituidos, que implican la puesta en práctica de estrategias donde se negocian posibilidades asociadas al "ser en común económico" (Gibson-Graham, 2011).

La actividad del reciclaje

El reciclaje es una actividad realizada por miles de personas que han encontrado en la recolección de residuos una forma de subsistencia frente a la falta de oportunidades que el mercado laboral ofrece a individuos que en su mayoría no alcanzan niveles de escolaridad mínimos. Según el último censo realizado por la UAESP (Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos1) y la Universidad Javeriana (2011), en Bogotá se registraron 11.109 recicladores de oficio, categoría que incluye a las personas que reconocen el reciclaje como su actividad de trabajo principal. Un gran porcentaje de recicladores realiza su trabajo en condiciones de informalidad, incluso muchos de los que hacen parte de organizaciones, correspondiente al 18% de los recicladores (UAESP y Universidad Javeriana, 2011); esto debido a que el carácter de muchas de estas organizaciones es más social y político que económico (Parra, 2003, García, 2011). La dificultad de emprender procesos de comercialización conjunta por parte de estas organizaciones a través de la administración de un centro de acopio donde se pueda reunir el material del grupo de recicladores, y comercializar por volúmenes y a mejores precios con bodegas más grandes o directamente con la industria, radica en primer lugar en que los ingresos que los recicladores devengan por su trabajo sólo les alcanzan para vivir al día y por lo tanto no pueden reunir el presupuesto que demandaría contar con una bodega o centro de acopio o con un vehículo que recoja el material del grupo de recicladores (García, 2011). Además de esta dificultad, Muñoz (2002), en un estudio sobre las condiciones de las organizaciones vinculadas a la asociación de segundo nivel Asociación de Recicladores de Bogotá (ARB), señala que los conocimientos administrativos y técnicos que tienen los recicladores son insuficientes para operar centros de acopio, en caso de que se les adjudicara su manejo en el nuevo sistema de aseo de la ciudad.
Por estas razones, en la mayoría de los casos la actividad económica que realizan los recicladores en el marco de la organización es individual, es decir, se da por fuera del proceso asociativo. Así, cada reciclador, en muchos casos en compañía de su grupo familiar, realiza recorridos por determinadas zonas de la ciudad para recuperar material reciclable de los residuos dispuestos en el espacio público, materiales que aseguran a través de "contratas" o acuerdos informales con conjuntos residenciales o empresas. Cada reciclador vende de manera independiente los materiales por un valor correspondiente al peso recuperado, que fluctúa según la lógica del mercado, a propietarios de bodegas pequeñas quienes a su vez los venden a bodegas medianas donde se acopian los materiales reunidos por varias bodegas pequeñas y de allí se venden a bodegas grandes especializadas en cada uno de los materiales reciclables, y finalmente los materiales son comercializados a la industria pre-trasformadora y productora donde inicia de nuevo el ciclo (Parra, 2007). En este proceso de intermediación, los ingresos de los recicladores terminan siendo un porcentaje mínimo en relación con el precio del material fijado por la industria, ya que las ganancias son distribuidas entre los diferentes intermediarios; en ese sentido no se le reconoce al reciclador el valor que aporta al proceso: la recuperación, selección y transporte de los materiales (Parra, 2007).
Los bajos ingresos que reporta su trabajo, la dificultad de incrementar o al menos mantener sus contratas ante el aumento de la competencia2, los inconvenientes que enfrentan
por hacer su trabajo en la calle, debido entre otras razones, a la persecución de la que son objeto por parte de las autoridades -a pesar de que a partir del año 2002 con el decreto 1713 se reconoce el reciclaje como una actividad legal-, han llevado a algunos recicladores a emprender procesos asociativos o a vincularse a una asociación ya establecida, con la esperanza de que a través de la representación legal de la organización puedan acceder más fácilmente a nuevas contratas para mejorar sus ingresos y desarrollar su trabajo con mayor tranquilidad, sin el acoso de las autoridades.
Sin embargo, por las razones ya mencionadas, muchas de estas organizaciones no tienen un mayor alcance como proyectos económicos y su función en este sentido, radica en conferir legalidad a la actividad del reciclador y con esto abrir las posibilidades de aumentar las contratas, o mejor aún formalizarlas, caso en el que pasan a ser "fuentes". A diferencia de las contratas, las fuentes, al derivarse de convenios formales, garantizan mayor estabilidad y la posibilidad de que el trabajo de recuperación y selección de materiales pueda llevarse a cabo dentro de la empresa o conjunto residencial. Esto resulta conveniente ante las dificultades que enfrentan los recicladores al trabajar a la intemperie (exposición a variables de clima, acoso de las autoridades, etc.).
Además de lo anterior, las organizaciones de recicladores han venido cumpliendo un papel de sociabilidad importante como espacios de interlocución y deliberación y de fortalecimiento de vínculos entre los asociados, aspecto que entra en tensión con un trabajo que reproduce el individualismo y la competencia (García, 2011). A pesar de que no existen fuertes vínculos entre las diferentes asociaciones, por la desconfianza que se ha venido cultivando entre el gremio derivada de la dinámica propia de su trabajo, la articulación de muchas de estas asociaciones a la asociación de segundo nivel ARB, ha posibilitado una actividad gremial y reivindicativa importante, cuyos resultados se ven reflejados en la suspensión de la Corte Constitucional de procesos licitatorios por parte del Distrito de Bogotá, que excluían de plano los intereses de los recicladores.
Así, en el año 2003 se expide la licitación para la prestación del servicio público de recolección de basuras, que incluye la ruta de recolección selectiva de material reciclable. Uno de los requisitos de dicha licitación era el respaldo financiero de aproximadamente 11 millones de pesos que las empresas licitantes debían demostrar, lo que eliminaba la posibilidad de participación de la población recicladora y sus organizaciones. La ARB interpuso una tutela ante la cual la Corte Constitucional expidió una sentencia exigiéndole al Distrito establecer acciones afirmativas en favor de los recicladores en las licitaciones y contrataciones del servicio público de aseo. En el año 2010 y a pesar de esta sentencia, en el proceso de licitación para adjudicar la operación del relleno sanitario Doña Juana, se vuelve a excluir a gran parte de los recicladores. LA ARB nuevamente interpone varias tutelas y la Corte ordena la suspensión del proceso. Recientemente, la UAESP expide una licitación de 2.3 billones de pesos para adjudicar a organizaciones la recolección, barrido y limpieza de la ciudad, de acuerdo con la cual habría un operador exclusivo para residuos orgánicos mientras que los demás residuos reciclables serían manejados por organizaciones que cumplieran ciertas condiciones, lo cual implicaría que los residuos reciclables estarían a disposición de las fuerzas del mercado. Sin embargo, la figura que se usó para no excluir a los recicladores llevó a que se dieran irregularidades, como por ejemplo la constitución a última hora de nuevas organizaciones con "falsos recicladores" y la validación e inclusión de algunas de estas en el negocio (Revista Semana, 2012). Así, en un período corto, la población recicladora organizada llegó a los doce mil, cuando las asociaciones de segundo nivel tradicionales sumaban un total de dos mil afiliados (La silla vacía, 2012). Por esta y otras irregularidades, la ARB interpuso una tutela y de nuevo la Corte en diciembre del 2011, suspendió la licitación argumentando que la UAESP incumplió la orden de incluir en licitaciones, a través de acciones afirmativas, a los recicladores de oficio. Actualmente, con el cambio de gobierno distrital, se espera una nueva licitación, que redefina las condiciones en las que participarán las organizaciones de recicladores.
Lo anterior muestra, en primer lugar, que en los últimos años el reciclaje ha empezado a verse como un negocio lucrativo y apetecido en el que varias empresas y consorcios buscan asegurar una participación; y de otro lado, que los recicladores independientes se ven avocados a afiliarse a asociaciones, mientras que los que están organizados tienen que fortalecerse desde
el punto de vista técnico y administrativo, no solo para ser incluidos, sino para asumir el desafío de gestionar su proyecto de recolección de manera eficiente y competitiva.
En este escenario, desde hace dos años nos hemos venido acercando a Asochapinero, una experiencia asociativa de recicladores conformada hace aproximadamente veinte años, buscando entender las razones que llevaron a este grupo de recicladores a asociarse y las dinámicas y prácticas que se han desenvuelto en el marco de este proyecto asociativo (García, 2011). Hasta hace algunos meses esta organización no tenía un objetivo claramente económico, ya que no contaban con los recursos para manejar su propio proceso de acopio de materiales, a pesar de que siempre habían tenido la expectativa de tener una bodega que les permitiera comercializar conjuntamente. Pese a estar organizados por varios años, sus condiciones de trabajo no se han transformado significativamente ya que todos sus miembros trabajan por contratas en la calle y algunos no cuentan con un número suficiente de estas, lo que reduce sus ingresos. Aún así, estos trabajadores consideran que la asociación ha contribuido en el mejoramiento de prácticas comunicativas y deliberativas y valoran además los procesos de formación que han recibido a través de la ARB y de Enda3, los cuales les han permitido mejorar sus habilidades laborales y relacionales. Sin embargo la carencia de un proyecto económico colectivo parece estancar el proceso de transformaciones necesarias para lograr operar en el marco del nuevo sistema de aseo de la ciudad.
En este punto la Fundación Familia4, que en Medellín ha venido apoyando varios proyectos productivos de recicladores, decide apoyar financieramente la puesta en marcha del proyecto de comercialización conjunta de esta asociación, con la condición de que Asochapinero se aliara con otra asociación de recicladores. Después de explorar varias posibilidades se hace finalmente la propuesta a la Asociación Pedro León Trabuchi (PLT), organización que desde hace un tiempo había tenido contacto con Enda y que encuentra así la oportunidad de emprender un proyecto económico autónomo, con mejores posibilidades de participación en el nuevo esquema de aseo de la ciudad.
El vínculo que ya teníamos como investigadores con Enda y Asochapinero nos abrió el espacio para participar en este proyecto, con el compromiso de acompañar la conformación de la alianza entre las dos asociaciones y la puesta en marcha del proyecto de manejo de la bodega por parte de los recicladores. Durante el proceso de acompañamiento se trabajó, a través de talleres, en aspectos comunicacionales y administrativos que requerían de fortalecimiento, siempre sobre la premisa de preservar la autonomía del grupo.
Además de este apoyo, el grupo de investigación tenía el propósito de sistematizar una experiencia productiva asociativa, que a pesar de enmarcarse en un escenario donde operan fuerzas del mercado, constituye una apuesta asociativa no capitalista que se distancia de las prácticas económicas y laborales dominantes. De este propósito general se derivaron los siguientes objetivos: comprender los antecedentes y las razones que llevaron a la conformación de este proyecto asociativo productivo; identificar las nuevas prácticas organizacionales y de trabajo que para el grupo de recicladores demandaba este proyecto, y los desafíos a nivel de la subjetividad de los asociados que tales prácticas exigían; explorar las tensiones que se suscitan en un proceso que al mismo tiempo demanda una racionalidad instrumental (el marco de las fuerzas del mercado en el que el proyecto está inmerso) y una lógica comunitaria en términos de Gibson-Graham (2011), en la que el fin de la actividad económica es el bienestar del colectivo; finalmente, indagar sobre las perspectivas y desafíos a futuro, de cara al nuevo esquema de manejo de residuos sólidos que se impone en la ciudad.
Nuestras opciones metodológicas partieron del reconocimiento de los recicladores como sujetos de conocimiento, de manera que la investigación fue cualitativa y participativa. Las estrategias utilizadas para aproximarnos a esta experiencia fueron conversaciones con el grupo, entrevistas a profundidad con algunos miembros claves de ambas organizaciones, participación de los investigadores en las reuniones que el grupo realiza semanalmente. De igual manera, los
talleres implementados para fortalecer procesos a nivel relacional y organizacional se realizaron con un enfoque participativo en el que, desde diferentes estrategias, se propiciaba el aporte de los integrantes del grupo para la construcción colectiva del conocimiento, partiendo del supuesto de que más que "expertos" éramos facilitadores de procesos de discusión y construcción colectiva.
Después del registro de la información se realizó un proceso de categorización inductiva y a través de matrices de sentido se identificaron patrones y diferencias en el discurso. A continuación se presenta el análisis de los resultados, ilustrado con algunos fragmentos de las entrevistas.

Antecedentes del proyecto: encuentro de dos historias disímiles

La confluencia de dos asociaciones con diversos orígenes y trayectorias en un proyecto de comercialización conjunta, ha determinado una dinámica de ajuste que no ha sido sencilla. Las historias de ambas organizaciones, representan tanto recursos como limitaciones para el actual proyecto, un pasado que ha configurado unos hábitos, algunos de los cuales entran en tensión con la nueva realidad de emprender un proyecto económico autónomo y colectivo.
Por un lado los miembros de la asociación PLT provienen de una comunidad que por años habitó y laboró en un barrio de invasión, donde habían logrado hacerse a un suministro gratuito de servicios públicos. La ocupación principal de los habitantes del barrio fue tradicionalmente el reciclaje, en torno al cual se fue consolidando una cadena de actividades: mientras que algunos tenían centros de acopio otros desarrollaban procesos de fundición de materiales y otros se dedicaban a embalar papel. A pesar de ser considerados como una comunidad vulnerable, siempre lograron satisfacer sus necesidades básicas. Adicionalmente, en ciertas épocas del año diferentes personas se acercaban a la comunidad y les donaban mercados, ropa y juguetes:

A nosotros nunca nos faltó nada... A pesar de que nací en un barrio de invasión nunca sufrimos hambre... Fuimos una comunidad privilegiada a pesar de ser vulnerables.

En 1993 Enda se acercó por primera vez a la comunidad a través del proyecto de capacitación Escuela de reciclaje. En esta época la comunidad ya estaba siendo advertida del inminente desalojo del lote que ocupaban y por sugerencia de Enda decidieron organizarse formalmente para luchar por sus derechos. Así, en 1993 nace la Corporación para el desarrollo comunitario PLT, que con el tiempo adoptó la figura jurídica de asociación. Ante el desalojo y la dificultad de reubicación, debido entre otras razones a la discriminación de la que eran objeto por parte de sus futuros vecinos, emprendieron una acción de tutela y un cabildo abierto, reivindicando su derecho a la vivienda y al trabajo. Finalmente fueron reubicados en un lote donde construyeron sus casas a través de un proyecto subsidiado.
Estos orígenes han dejado huellas en el grupo de asociados, que incluye hoy ya una segunda generación de familias; el origen barrial de una organización constituida por diversos grupos familiares y las luchas compartidas a lo largo de más de veinte años, han contribuido en la construcción de un sentido de comunidad, activo valioso en el proyecto que actualmente emprenden:

Sentimos la necesidad porque fue una necesidad de unirnos, de formar una organización, de comenzar a tener luchas en conjunto y lo otro es que Pedro León está hecha de familias; como sumercé se puede dar cuenta hay como tres, cuatro grupos familiares dentro de la asociación o sea que es como casi una gran familia.

Los logros obtenidos a partir de la lucha colectiva han promovido la construcción de una cultura política, fundada en la convicción de que sus condiciones de existencia pueden transformarse a partir de la acción conjunta. Además sus procesos de decisión, sobre todo en la actual administración, se caracterizan por la deliberación colectiva y la búsqueda de consensos:

Nosotros en Pedro León siempre hemos discutido nuestras cosas, las decisiones que tengan que ver con la organización son siempre dialogadas me entiende, se dicen las cosas y ya, es importante que todos conozcan los puntos de vista de los otros y nos va bien así.

De esta forma, la participación de PLT en el proyecto de la bodega con Asochapinero, fue una decisión colectiva, así como la de apartarse del proceso de lucha gremial que tenían con la ARB, al considerar necesario desarrollar un proceso de lucha diferente, cuya apuesta es la construcción de autonomía y el mejoramiento de sus condiciones de trabajo.
De otro lado, unas condiciones iniciales "privilegiadas" como tener vivienda y utilizar servicios de luz y agua por los que no pagaban, además de las donaciones que recibían, permitieron la consolidación de ciertos hábitos de ahorro que aún mantienen y que les han posibilitado tener unas mejores condiciones de vida con respecto a otros grupos de recicladores. Este nivel de vida lo han logrado mantener a través de un trabajo que también han cualificado con procesos de formación, gracias a los cuales han obtenido certificaciones exigidas para el manejo de los residuos industriales. El trabajo directo con las empresas proveedoras de estos residuos los ha obligado con el tiempo a establecer convenios formales o "fuentes", que garantizan mayor estabilidad en sus ingresos:

La gente de Pedro León ha tenido por obligación que irse transformando y como le digo, la gente de Pedro León es muy trabajadora, echada pa delante; usted puede ver que la gente ya tiene su carrito, porque es gente muy juiciosa.

La nueva normatividad con respecto al manejo de residuos está orientada a formalizar el proceso obligando a las empresas a exigir certificaciones a quienes compran sus residuos industriales. Los acuerdos mantenidos durante años con diferentes empresas no garantizaban estabilidad y por tal razón era necesario formalizar sus fuentes, en primer lugar a través de la representación que la organización hacía de su trabajo ante estas empresas y, de otro lado, por medio de procesos de certificación. Ante el nuevo riesgo de inestabilidad de sus fuentes, percibieron un nuevo sentido de su organización: "Pasamos de un esquema individualista "tengo mi fuente de toda la vida" al esquema: "mi organización me representa"".
Estas transformaciones en el modo de trabajo han venido siendo lideradas por Magda Quisquella, una mujer de la comunidad, que ocupó un cargo administrativo en la ARB y participó en importantes proyectos como la caracterización socioeconómica de los recicladores a nivel nacional, el análisis de las políticas públicas distritales y nacionales y el apoyo administrativo en el manejo del centro de reciclaje de la Alquería5. Estas experiencias y algunos estudios adicionales, le han permitido liderar su organización con una visión de largo plazo. Con el proyecto de la bodega en la mira, su gestión se orientó a definir un portafolio de servicios con su grupo a fin de consolidar nuevas fuentes con empresas, proceso que permitió mejorar la calidad del trabajo y los ingresos de los asociados que no contaban aún con fuentes estables. De otro lado, lideró el primer proceso de comercialización conjunta a través de un proyecto con la ARB en la Alquería, que aunque no tuvo largo alcance, logró generar unas ganancias adicionales que se sumaron a los ahorros colectivos de un fondo de solidaridad, y aumentaron las reservas de capital dispuestas para el proyecto actual de la bodega.
De otra parte, Asochapinero es una asociación cuyos fundadores habían tenido contacto previo en su trabajo de recolección en la calle, y algunos de ellos pertenecían al mismo "parche"6. En los encuentros que este grupo de recicladores tenía en lotes o parques, se estableció un primer contacto con Enda en los años noventa, con el proyecto Escuela de reciclaje. A partir de este acercamiento surgió la idea de organizarse, sobre todo buscando ganar
respeto de las autoridades, pues por ese tiempo la actividad del reciclaje no estaba reconocida legalmente y quienes la ejercían eran objeto de persecución y maltrato por parte de la policía. Inicialmente el número de asociados llegó a 200, pero con el tiempo se ha ido reduciendo por diferentes razones, entre ellas la resistencia de los asociados a asistir a reuniones periódicas o a capacitaciones, y en algunas ocasiones por diferencias personales con los líderes del grupo. Actualmente la asociación cuenta con 25 miembros, que se reúnen quincenalmente7 para conversar sobre sus problemas o discutir sobre alternativas para conseguir contratas. A diferencia de PLT, los miembros de Asochapinero no cuentan con fuentes, lo que significa que el proceso de recuperación de materiales lo realizan en la calle a través de acuerdos informales o contratas. Con el aumento de la competencia algunos miembros han visto disminuir en losúltimos años sus contratas y con esto, sus ingresos. Asochapinero trabaja fundamentalmente con papel y cartón, materiales que no requieren para su recolección de las certificaciones exigidas para el manejo de materiales industriales, por lo que la organización se ha mantenido en la dinámica de trabajar con acuerdos informales; además este tipo de materiales no reporta ingresos tan altos como los manejados tradicionalmente por PLT. Las diferencias en estos materiales han marcado una disparidad sustancial en los ingresos de las organizaciones y en el nivel de formalidad de su trabajo, pues aunque ambas laboran en la informalidad, PLT lo hace a través de convenios formales -o fuentes- con la industria. Sin embargo estas disparidades no se derivan únicamente de este factor, sino de la dinámica de trabajo y de los tipos de liderazgo que se han configurado en cada organización.
Tradicionalmente los líderes de Asochapinero han sido hombres, lo que parece ajustarse al patrón machista que predomina en las labores de reciclaje en las calles, donde son frecuentes las rivalidades y disputas violentas entre recicladores por el acceso al material. A pesar de que el actual líder ha logrado un cierto grado de credibilidad en el grupo debido a su experiencia, su estilo es marcadamente autoritario, lo que dificulta el desarrollo de hábitos de deliberación colectiva. Aunque no tiene estudios, como el resto de socios de Asochapinero, se ha ido capacitando con sus compañeros en temas como el manejo de residuos, política pública y lecto-escritura. Estas capacitaciones se han dado por medio de convenios de la ARB y también a través del apoyo que desde hace seis años tienen de Enda, en un proceso en el que esta ONG además de involucrarlos en proyectos formativos, les ha brindado los espacios de sus instalaciones para realizar sus reuniones. A través de reuniones periódicas la dinámica deliberativa y de discusión colectiva se ha venido transformando gradualmente hacia el desarrollo de mejores habilidades comunicativas:

Nosotros ya vinimos a hablarnos un poquito fue con Enda que ellos nos ayudaban porque si uno decía "usted", ya todo el mundo reviraba y peleaba. (...) Es que Enda fue la que nos enseñó de que nosotros podíamos hablarnos sin estar peleando, alegando.

Gracias a estos espacios comunes, y a pesar de la dinámica de rivalidad y competencia propia del trabajo en la calle, los miembros de Asochapinero han construido una identidad colectiva:

Ahoritica alguno dice: "no pues, hay que ayudarle a este socio porque está mal"; en cambio antes uno decía: "no, tengo que ayudarme a mí mismo porque a mí no me importan los demás".

Los aprendizajes y transformaciones relacionales que el grupo atribuye al proceso asociativo, la mayor posibilidad de acceder a contratas a través de la representación legal de su asociación y la interlocución que ahora tienen con diferentes grupos y organizaciones -como Enda, la empresa Familia y la Universidad - son ganancias que para los socios justifican el vínculo a su asociación, a pesar de que no vean mejoras significativas en sus condiciones de trabajo.
Así, mientras que para PLT el sentido de comunidad y liderazgo democrático construidos en su trayectoria han sido activos importantes para potenciar procesos de desarrollo
y mejoras en sus procesos económicos, para los miembros de Asochapinero la vida organizacional ha significado un aprendizaje lento en la construcción de colectividad y deliberación democrática a través de una historia marcada por dificultades económicas, trabajo en la calle en medio de la competencia y maltrato de las autoridades; un proceso aún inmaduro, que no ha facilitado avances significativos en el plano económico y en el que faltan aún habilidades de gestión de sus líderes.
Ambas asociaciones tienen clara la necesidad de emprender un proyecto de comercialización conjunta a través del manejo de su propia bodega, lo que les permitiría asegurar independencia con respecto a los bodegueros e intermediarios y mejoraría sus condiciones de trabajo. En relación con este propósito, las dos organizaciones han tenido experiencias diferentes que traen a este nuevo proyecto: en el caso de PLT el trabajo con la ARB en la bodega de la Alquería, que les reportó ahorros importantes; para Asochapinero, el proyecto de comercialización conjunta realizado con otra asociación de base, en el que fueron timados por los socios de esa organización y que produjo en los miembros de Asochapinero una gran desconfianza.
Las historias particulares de estas dos organizaciones convergen en la oportunidad de emprender un proyecto de comercialización conjunta con el apoyo de la Fundación Familia y Enda. En este proyecto se conjugan, de un lado, la expectativa de mejorar las condiciones de trabajo en un escenario de competencia abierta de posibilidades cada vez más inciertas y de otro lado, el temor a un nuevo fracaso.

La apuesta por un proyecto de comercialización conjunta

Las dificultades que estas y otras asociaciones de recicladores han tenido para emprender proyectos productivos de manera autónoma, muestran la necesidad de articular esfuerzos de diversos actores del sector público y privado, para apoyar las iniciativas de organizaciones que no cuentan con el capital económico ni con las competencias técnicas y de gestión que estos proyectos demandan, sobre todo en las condiciones de competencia abierta que actualmente regulan el manejo de residuos de la ciudad. Para autores como Rodríguez (2004) y Coraggio (2008), la articulación en red de estas organizaciones con entidades privadas y públicas en el ámbito local, nacional e internacional es necesario para garantizar su supervivencia en el escenario de competencia y así conformar un verdadero sector solidario de la economía, basado en la colaboración entre empresas que realicen actividades complementarias. El apoyo que estas dos asociaciones reciben por parte de la empresa privada es fundamental para la viabilidad del proyecto; sin embargo, este y otros casos son ejemplos aislados que no representan la situación general. Con todo, son ejemplos que pueden inspirar procesos similares en un contexto en el que entran en tensión la lógica del mercado y la apuesta por la solidaridad y la inclusión.

Inicio del proyecto y conformación de la Alianza: entre el inmediatismo y el largo plazo
La condición que la Fundación Familia establece para apoyar este proyecto, es la conformación de una alianza entre dos asociaciones de manera que se vean beneficiados un mayor número de recicladores. El trabajo previo que Enda ha llevado a cabo con Asochapinero y con PLT y el contacto que estas dos asociaciones han tenido a través de la ARB, abonan el terreno para que se llegue a un acuerdo de alianza a partir de un nivel de confianza mínimo y la expectativa de tener por fin un proceso económico autónomo. Por consenso, el grupo decide denominar a la nueva asociación de segundo nivel como Eco-alianza y aunque las asociaciones de base siguen teniendo procesos sociales y políticos independientes, el proyecto económico se pretende desarrollar través de la nueva alianza.
En este proceso colectivo que lleva unos pocos meses, han confluido lógicas y dinámicas particulares que entran en tensión, haciendo evidente que la disposición de recursos económicos no es condición suficiente para la viabilidad de este tipo de proyectos. Sólo a partir de la exploración de las expectativas del grupo se evidencia la tensión entre una lógica inmediatista y otra que se soporta en el largo plazo. Así para la líder de PLT y ahora administradora de la bodega, es clara la oportunidad que ofrece el proyecto no solo de fortalecer
procesos productivos para ambas asociaciones, sino de demostrar que realmente pueden manejar un proyecto productivo de forma eficiente, lo que en el fondo implica una apuesta política:

Tener ese contacto con la industria, decir "nosotros somos capaces de manejar una cosa industrial", para mí eso es muy importante si uno no quiere depender; o sea uno no puede estar hablando "que nos incluyan, que nos incluyan" y nos van a incluir y que nosotros no seamos capaces.

Según esta líder, las luchas que el gremio de recicladores ha tenido a través de la ARB para ser incluidos en las licitaciones de manejo de residuos, tienen que estar respaldadas con hechos que muestren la capacidad real de estas organizaciones de gestionar proyectos de recolección de residuos, articulados al nuevo sistema:

Porque "que tales y tales (organizaciones) manejen (la recolección de residuos) en tal zona"8, hasta dónde el reciclador si va a ser capaz y entonces tenemos que darle la razón a la administración y a todos los que no nos han querido ver ahí: "¿si ve? es que se les dio la oportunidad y no quisieron y no fueron capaces". Entonces uno también tiene que ayudar que cuando uno pelea por algo, sea consecuente.

Esta visión a largo plazo se sintoniza con otra de las líderes de PLT, quien reconoce que la manera artesanal como se ha venido desarrollando el proceso de recolección de residuos por parte de los recicladores, está en camino de desaparecer y por eso, la necesidad de emprender procesos autónomos y eficientes:

Si, empresarios, tener una empresa de reciclaje que pueda no solo representar a todos los socios sino tener un debido manejo del reciclaje y poder ser competitivos, porque esto está cambiando, tanto la cuestión de los residuos, poder ser competitivos porque no íbamos a seguir siendo el reciclador que lleva su reciclaje a una bodega y ya, no y eso va a ir muriendo por el cambio que está el proceso de los residuos, eso va ir acabándose, eso va a ir desplazando a la gente, entonces era una de las metas, pero casi que una obligación de Pedro León, que tenía que avanzar en ese sentido.

Las anteriores posiciones contrastan con las de algunos miembros de Asochapinero. Por un lado, manifiestan temor y desconfianza de que en el nuevo proyecto queden relegados por los miembros de la otra asociación, de otro lado, su expectativa con la bodega está ligada a obtener mejores ingresos individuales por la venta de los materiales o a la posibilidad de pasar de contratas a fuentes. En síntesis, sus expectativas están en el plano de la supervivencia individual, hecho que se deriva seguramente de las condiciones difíciles en las que este grupo se ha movido y que los ha obligado a vivir en una dinámica inmediatista:

Entonces lo bueno, ya en la cooperativa es una cosa seria porque si uno ve que la báscula le está robando pues uno va a brincar, uno tiene ya derecho a brincar. En una bodega él es el intermediario y él dice yo hago lo que se me da la gana en mi bodega. En cambio así, teníamos la expectativa buena de que en los precios y en la pesada iba a ser bueno. (...) bueno pero ahora parece que sí, ahora vamos a ver si entro a trabajar adentro por fin (trabajar en fuentes) después de tantos años.

Autogestión: un proceso en construcción
La iniciativa de la Fundación Familia y la ONG Enda de apoyar este proceso, se constituye en una oportunidad valiosa para este grupo de recicladores y a la vez en un reto. Desde un principio se plantea la posibilidad de que este proyecto, a diferencia de otros, sea gestionado por los mismos recicladores con el apoyo que el grupo requiere a nivel técnico y de formación. Esta apuesta se da en razón de que la mayor parte de proyectos productivos de recicladores, están siendo gestionados por profesionales que no son recicladores y que se
involucran a estos procesos en calidad de empleados. La dinámica que se genera en estos casos, es una escisión entre los procesos administrativos y el trabajo de reciclaje propiamente dicho. Los recicladores se desentienden del manejo de la bodega y no se involucran en los procesos decisorios, y por lo tanto, no hay realmente un proceso de autogestión.
A pesar del apoyo que reciben de estas entidades, los asociados tienen claro que el aporte económico que reciben para el pago del arriendo de la bodega es temporal, y por lo tanto, esperan que a mediano plazo el proyecto se sostenga por sí solo. Así mismo, otros aportes como una embaladora o el apoyo económico para la compra de un camión, que permita recoger los materiales de los socios hacia la bodega y de allí transportarlos a los compradores, se hacen en calidad de préstamos. Se proyecta entonces, que el proyecto no solo pueda pagar precios favorables a los socios por los materiales, sino que las ganancias además de permitir el pago de los gastos de arriendo y administración, puedan a mediano y largo plazo contribuir a mejorar las condiciones de vida de los asociados.
La líder de PLT, cuya experiencia y conocimientos ha puesto a prueba en el trabajo con la ARB y en particular en el trabajo con la Alquería, es postulada por consenso del grupo para administrar la bodega. De otro lado, acorde con la regla establecida por el grupo de procurar una participación equitativa de las dos organizaciones, Asochapinero postula a una de sus socias para apoyar la gestión administrativa. Otros miembros de ambas organizaciones entran a conformar la Junta directiva, el comité de vigilancia y el de bienestar, y finalmente dos bodegueros, uno de cada organización, apoyarían la parte operativa de la bodega. Aunque el grupo le ha otorgado a la administradora el poder para tomar decisiones con respecto a la gestión de la bodega, la idea es que los comités y junta directiva apoyen el proceso decisorio. Adicionalmente en los primeros meses de funcionamiento se ha establecido una dinámica de reunión quincenal de los miembros de Ecoalianza para socializar los avances en el proceso y poner sobre la mesa temas críticos que requieren del aporte del grupo.
A través de talleres en los que se construye la misión y visión de la nueva asociación, el grupo define la apuesta del proyecto orientada a asegurar a partir de la gestión eficiente, la producción de excedentes que puedan contribuir en la construcción de riqueza social: integración del grupo y trabajo en equipo, procesos de formación para los socios y sus hijos, apoyo en adquisición de vivienda y en general mejoramiento de la calidad de vida del colectivo. Pero este es un proceso que demanda no solo nuevas prácticas de gestión y colaboración, sino transformaciones subjetivas en un grupo que en gran parte está acostumbrado a trabajar de manera individual y cuyas identidades colectivas construidas en el marco de los procesos asociativos entran en conflicto con el imperativo de articular y coordinar esfuerzos con aquellos que no pertenecen a su grupo de base. En ese sentido, las primeras actividades realizadas por el comité de bienestar para coordinar la inauguración de la bodega o la realización de la fiesta de los niños, muestran las primeras dificultades que anticipan una dinámica en la que la iniciativa de participar de un grupo y la mayor pasividad del otro, generan una serie de conflictos cuyo centro está en la satanización del otro y la defensa del grupo de base. Este conflicto se ha ido acentuando con el tiempo ante el liderazgo claro que han tenido algunos miembros de PLT quienes ponen a disposición del proyecto sus conocimientos y experiencia, hecho que no es visto con buenos ojos por algunos miembros de Asochapinero, en especial su líder, que ve en el proceso, una amenaza a ser desplazados por el otro grupo.

Porque como le digo, ellos están con esa desconfianza porque ven que Pedro León es el que maneja todo, es el que hace, el que va y les recoge, les maneja la plata. Pero ellos tienen que entender que hay una experiencia y para que la cosa funcione tenemos que tomar de lo que haya No nos podemos dar el lujo de quedarnos quietos y esperar a que algunos de ellos puede hacerlo y ¿esperar a que lo haga? No. Nos toca ir funcionando a la marcha porque si nos quedamos puede haber una crisis en la bodega con respecto a los materiales, a la economía...

El sentimiento de miedo que predomina en algunos, refuerza la necesidad de refugiarse en identidades construidas a lo largo de su historia y no permite la apertura a lo nuevo. Como señalan Graham-Gibson (2011) refiriéndose al caso de la toma de fábricas por parte de los obreros en Argentina después de la crisis económica del 2001, el obstáculo mayor que encontraron estos trabajadores para gestionar colectivamente la empresa, no fue el Estado o el capital, sino sus propias subjetividades. En este caso, son los arraigados hábitos de pensamiento y las fuertes identidades, la "seguridad" que les confiere su tradicional forma de trabajo, y con esto, la poca disposición al riesgo e incertidumbre, lo que dificulta la experimentación de lo nuevo. La lucha contra sí mismo y la apertura hacia nuevas formas de ser son los desafíos que se imponen para este grupo.
Además del peso de las identidades, se suma la tensión entre la informalidad propia del trabajo en la calle y la formalidad que demanda el trabajo administrativo en la bodega. El miedo a sentirse desplazados por la otra organización, y la regla de una participación equilibrada de los miembros de una y otra organización, no son suficientes movilizadores para un mayor involucramiento de los asociados en los procesos de gestión y en el trabajo en la bodega. En particular, la dinámica trabajo de la junta directiva no ha sido constante por el ausentismo de gran parte de su miembros en las reuniones, lo que implica que el peso de la gestión se le deja a la administradora, quien a pesar de su voluntad y habilidad no alcanza a resolver todas las demandas. De otro lado, el compromiso de organización de contribuir con un bodeguero, no ha sido asumido por parte de Asochapinero ya que, como bien lo señala esta recicladora, no están dispuestos a trabajar por un sueldo que puede ser menor al ingreso del trabajo en la calle y tampoco a someterse a los horarios y jerarquías, que este tipo de trabajos implicaría:

Bueno, en lo del bodeguero, porque los de Asochapinero no están tan dispuestos a irse a trabajar pongamos por un sueldo y como tener la disposición. Porque al final de cuentas todos hemos trabajado en la calle y sabemos que la calle es de suerte. Uno sale a la calle y como hay días que le va mal como hay días que le va bien y uno no tiene horario, no tiene jefe "vaya y haga" no, no.

La preocupación de algunos se sustenta en una racionalidad individual que se manifiesta en la necesidad de obtener un buen precio por los materiales que recogen, desentendiéndose de los problemas que implica la gestión de la bodega o los sacrificios que este proceso demanda por parte del grupo:

Otra cosa que les decía a los de mi asociación es que ustedes no se han puesto en el zapato de venir aquí, ustedes quieren que la plática les llegue pero no se han puesto en los zapatos de venir aquí a aportar ustedes dicen "ah es que este man se mamó porque le tocó trabajar tan relajadamente y se cansó" yo les decía "es que no, yo que lo viví y no es como ustedes piensan" (miembro de Asochapinero).

Esto está ligado a una lógica inmediatista en la que los problemas del día a día no permiten vislumbrar la posibilidad de construir un proyecto económico colectivo, que asegure en un futuro unas mejores condiciones de trabajo para el grupo y la inclusión en el actual esquema de aseo. En contraste, otros como una de las líderes de PLT, consideran que las dificultades cotidianas hacen parte de un proceso que demanda tiempo para su superación. Entienden que los conflictos que han salido, no pueden ser un obstáculo para la evolución del proyecto y que el apoyo que reciben de varias entidades, se constituye en una oportunidad importante que deben aprovechar en aras de la consolidación del mismo:

(...) Pero Pedro León no tiene la intención ni de opacarlos ni de arrasarlos ni nada, queremos trabajar a la par con ellos, eso es el interés de nosotros, y que ellos aprendan y yo pienso que esos inconvenientes que han habido, también se necesita tiempo, claro que hay que hablar y poner esas diferencias en la mesa y tratar de solucionarlas y sacar la mejor vía de solución, tanto para ellos, como para nosotros.

Ella como miembro de la junta directiva y con otros miembros del grupo, que tienen experiencia y contactos con la industria, han aportado activamente al proceso y creen que en parte, las razones de los desencuentros y conflictos se derivan de las historias de cada organización y que la construcción de una nueva historia conjunta requiere tiempo. Es cuestión de aprendizaje y de construcción de confianza:

Yo diría que con respecto a la desconfianza de Asochapinero, es cuestión de tiempo, porque uno no gana confianza de la noche a la mañana y para ellos Pedro León es prácticamente quien maneja todo los recursos, las ventas, las compras y ellos se sienten en desventaja con eso porque no lo han hecho saber. Como le digo tienen un proceso diferente al nuestro y ven las cosas de otra manera y eso ha hecho, que con el manejo de la bodega algunos no les guste... por ejemplo alguien me comentó: "le bajaron mucho al archivo". La gente no entiende el proceso de los materiales y cree que es capricho de la gerencia, capricho de no sé quién y no la gente de pronto no entiende ese proceso

En esa misma línea la administradora del proyecto reconoce la necesidad de formar a otros para que más adelante se involucren en el proyecto de gestión. Su apuesta es demostrar que los recicladores pueden gestionar su propia empresa de reciclaje. Esta apertura a compartir el conocimiento acumulado, la valoran algunos miembros de Asochapinero, que ven la diferencia en la dinámica que antes tenían con su organización de base:

Yo con los de Pedro León me parece que son gente que le ayudan a uno, tienen como buenos pensados, le enseñan a uno cosas que uno no sabe (...) y que ahora pongámole uno les pregunta, "ah no yo o se de eso" y ellos: "le vamos a explicar le vamos a ayudar" y antes era "usted no sabe pues no se meta" (miembro de Asochapinero).

La nueva dinámica ha promovido mayor participación de los miembros de ambas organizaciones en las reuniones. Los de PLT porque sienten un compromiso con su líder y administradora del proyecto, además porque ven las posibilidades de seguir mejorando sus condiciones de trabajo y los de Asochapinero porque sienten una dinámica de apertura y respeto a las diversas opiniones y adicionalmente, quieren hacerse sentir para no opacarse frente al otro grupo.
En el corto período de funcionamiento del proyecto, han brotado del grupo una diversidad de configuraciones subjetivas que dan cuenta de las historias particulares de ambas organizaciones y las trayectorias singulares de sus miembros. Ante un nuevo escenario que demanda acciones novedosas, algunos trabajadores han tomado protagonismo, asumiendo una posición de apertura hacia la construcción de lo nuevo, implicándose en los procesos de decisión. Otros se aferran al pasado por miedo a perder lo poco que tienen. Los apoyos con que cuenta el proyecto por parte de entidades externas, en todo caso son un estímulo para el grupo y una señal de que el futuro puede ser promisorio. Esta esperanza brinda un sostén para un proyecto que demanda tiempo y transformaciones subjetivas.
Finalmente, en la gestión del proyecto empiezan a coexistir procesos orientados por una lógica instrumental, y de otro lado, acciones sustentadas en una apuesta por producir diversas formas de riqueza social. La administradora del proyecto ha centrado su gestión en el establecimiento de contactos con la industria para asegurar clientes que compren los materiales que se recolectan, conseguir nuevas fuentes para el grupo y formalizar las contratas de los socios de Asochapinero, proceso que aún no ha dado sus frutos pero que se espera en un futuro cercano, permita mejorar los ingresos del grupo, sobre todo los de aquellos que están en condiciones económicas más difíciles.
En ocasiones, el proceso ha implicado decisiones que oscilan entre el cumplimiento estricto de procedimientos que aseguren la eficiencia y la ganancia económica o el fortalecimiento social. Así, uno de los servicios que presta la bodega a sus socios, sobre todo los que no cuentan con vehículo, es recogerles los materiales en el lugar donde hacen el proceso de recolección para trasportarlos hacia la bodega. En ocasiones la cantidad de material que algunos alcanzan a acumular, no justificaría desde una lógica racional, la inversión en transporte. Sin embargo se opta por apoyar a los socios, pues como lo señala la administradora, se gana por otro lado: "A P9 se le recoge un poquito pero no importa, le estoy recogiendo a un socio y se siente respaldado, puedo entrar en pérdidas pero puedo también mirar que se gana por otro lado".
La construcción de confianza con los socios a través de diversas acciones, puede tener más valor que acciones orientadas puntualmente a asegurar la maximización de ganancias; sobre todo en un momento en el que las desconfianzas y temores pueden obstaculizar el desarrollo del proyecto. No obstante, la sustentabilidad del mismo se deriva de la producción de recursos necesarios, que aseguren el cubrimiento de los costos de producción y la generación de excedentes. La incertidumbre que hasta ahora ha generado la gestión de la bodega en cuanto a la producción de ganancias, ha obligado a incorporar procedimientos de cálculo y registro contables más rigurosos que soporten decisiones y acciones más eficientes. Los socios del proyecto tienen claro que una mayor capacidad de generar excedente se traduce en una mayor probabilidad de que los beneficios se distribuyan entre todos, contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida del grupo.
El proceso de comercialización conjunta, cuyo fin es mejorar las condiciones de existencia de un grupo de recicladores, se da en medio de acciones que implican decisioneséticas en un campo de posibilidades, en el que entran en juego una lógica de cálculo y maximización de ganancias económicas y una lógica sustentada en el cuidado de la comunidad. La posibilidad de este proyecto se da partir de la decisión que toma la empresa privada de apoyar un proceso asociativo de recicladores, una decisión que implica el cuidado de la comunidad local. Así mismo, la gestión de la bodega involucra procesos de decisión en cuanto a cómo generar excedentes sin que en este proceso genere costos para los trabajadores y sus familias o cómo distribuir los excedentes entre los socios de manera equitativa. Como señalan Gibson-Graham (2011) toda actividad económica involucra relaciones de interdependencia, que se borran y abstraen en relaciones económicas capitalistas, y por tanto, la resocialización y repolitización de la economía implicaría "poner las diversas formas y prácticas de la interdependencia como temas de reflexión, discusión, negociación y acción" (p. 222).
Este proyecto se constituye en un desafío para un grupo de personas que se enfrentan a la experiencia de gestionar su propia empresa, no a partir de rígidas reglas de cálculo y fórmulas de maximización de utilidades, sino como un proceso que implica la deliberación acerca de qué tipo de prácticas son necesarias para la supervivencia personal y social, qué acciones son importantes para la producción y sostenimiento de un bien común. La empresa como un espacio político que demanda de los actores involucrados procesos de decisión, en los que está en juego el reconocimiento de la interdependencia y el bienestar colectivo (Gibson- Graham, 2011).

Balance y desafíos a futuro

A pesar de las dificultades y tensiones experimentadas, el proceso para los trabajadores ha tenido un balance positivo. Todo lo hecho hasta ahora, con los errores y tropiezos, constituye una ganancia en razón de lo que el proyecto representa en la historia de lucha de estas dos organizaciones por transformar sus condiciones de trabajo. El mayor activo para muchos, es la posibilidad de construir un proyecto económico autónomo, que pone a prueba la capacidad del grupo de asumir la experimentación de nuevas prácticas y de decidir sobre su futuro. En este sentido, la apuesta no es sólo económica sino política. La lucha que ambas organizaciones han tenido a lo largo de sus historias por mejorar sus condiciones de trabajo, toma un nuevo impulso en este punto que parece ser de quiebre: por un lado se abren nuevas posibilidades de participación como agentes operativos en el sistema de aseo de la ciudad, y de otro lado, se pone de relieve el hecho de que a pesar de que cuentan con el apoyo de entidades externas, en el fondo, de ellos y en particular, de su capacidad de reinventarse, depende el curso del proceso.
El sentido de lo político para autores como Badiou (2000) y Vommaro (2003) al referirse a los movimientos sociales, radica en la posibilidad de invención de lo nuevo y por lo tanto, el ejercicio de la política radicaría en el movimiento y no en los partidos y el Estado. Lo que distingue al movimiento no es el reclamo o la demanda -reivindicación- sino "un acto de ruptura que implica una autoafirmación, poniendo el centro en la dinámica interna de construcción del movimiento más que en sus manifestaciones externas o momentos de visibilidad" (Vommaro, 2003, p. 8). En ese sentido, Vommaro señala que lo político se configura y manifiesta en los espacios cotidianos de organizaciones que le apuestan a transformar sus vidas a través de la autogestión; proceso que lleva a la construcción de nuevas
relaciones sociales en una dinámica que une a las personas en torno a la participación, la formación, la producción y la lucha conjunta: "No tiene que ver con la toma del poder, sino que se ubica en el plano de las relaciones intersubjetivas. Esta creación se desarrolla en el terreno de la cultura, de las subjetividades, de las formas de vida. En suma, en la producción y reproducción de la vida" (p. 13). Y aunque es muy prematuro identificar en este proceso un punto de quiebre que dé cuenta de transformaciones subjetivas reflexivas, sí existen anhelos, más fuertes en algunos que en otros, de movilizar y generar rupturas que no sólo se queden en el plano intersubjetivo, sino que sean los suficientemente visibles para mostrar que los recicladores merecen un espacio de amplia participación en el sistema de aseo de la ciudad:

Es importante ganar credibilidad, se le ha contado a la gente y a la gente le ha parecido interesante y después decirle, no, no resultó y yo digo el esfuerzo que todos hacen, de una universidad, Familia, Enda, (...) Tener ese contacto con la industria, decir nosotros somos capaces de manejar una cosa industrial para mí eso es muy importante, si uno no quiere depender.

Este anhelo de mayor autonomía se refleja en la decisión de PLT de independizarse del proceso de lucha que ha sostenido esta asociación por años con la ARB y emprender un proceso político y gremial con otras asociaciones que comparten la idea de que sólo la existencia de organizaciones de base fuertes, fundamenta posibilidades sólidas de lucha.
De otro lado, la desconfianza y resistencia de algunos se ha ido aminorando con el transcurso del tiempo, ante el reconocimiento de que todos están del mismo lado y que en el proyecto se centran las esperanzas de mejorar las condiciones de trabajo y de existencia. Los tropiezos y dificultades en la gestión, aunque continúan, se discuten en grupo y se buscan nuevas soluciones. Todavía el compromiso de algunos no es lo suficientemente fuerte, sin embargo, a pesar del poco tiempo que lleva el proceso, personas que nunca se habían visto en una labor diferente a la de recorrer las calles en busca de desechos, empiezan a verse en un futuro, involucrados en la gestión de la bodega, con los procesos de formación y aprendizaje que esto implicaría:

Bueno yo siempre desde que pusieron la bodega y más antes, yo siempre he querido aprender a... bueno yo siempre me he visto trabajando en el reciclaje porque, pues a mí me gusta, pero también he querido como en parte lo que hace Magda10, que algún socio venga y usted sabe hablar en una fuente. En parte de lo de la fuente me gustaría aprender. Por eso yo me veo haciendo eso en un futuro, de pronto consiguiendo fuentes pa los socios.

El valor de experiencias como estas radica sobre todo en el potencial de transformación subjetiva. En la posibilidad que se abre para los sujetos de ser otros, al enfrentarse con experiencias radicalmente diferentes a las que han marcado su historia. Sin embargo la posibilidad de cambio no depende únicamente de nuevas situaciones que presionan hacia nuevas formas de ser, sino del potencial interno del propio sujeto, que no está plenamente sujetado: "la liberación es inherente a las fallas en la sujeción -el potencial del sujeto de ser otro, el potencial para cambios de dirección inesperados" (Graham-Gibson, 2011, p. 98)

Conclusiones

La dificultad de constituir un proyecto de trabajo autónomo a lo largo de la historia de estas organizaciones ha mantenido unas condiciones de trabajo de dependencia y en muchos casos, precarias. Aún así, la membrecía del grupo de recicladores a su asociación y la representación que esta ejerce ante organismos externos, ha facilitado el establecimiento de relaciones con diversas entidades, ampliando la posibilidad de acceder a un mayor número fuentes para sus miembros. En particular, ha hecho posible su articulación en una red de apoyo con la empresa privada, lo que permitiría sostener expectativas en un proyecto de largo aliento.
La iniciativa particular de la empresa privada, aunque valiosa, es insuficiente teniendo en cuenta el número de organizaciones de recicladores que aún no cuentan con proyectos productivos, y el mayor número de recicladores11 que trabajan de manera independiente sin estar afiliados a alguna asociación. Como señala Coraggio (2008) el desarrollo de capacidades humanas en el marco de procesos de producción basados en la organización autogestionaria no depende exclusivamente de la voluntad y acciones de los trabajadores "sino de un contexto que incluye como componente principal el acceso a bienes públicos no monetizados provistos en parte, pero no solamente, por el estado en sus diversos niveles" (p.45). Las reglas de juego que operarán en el nuevo sistema de aseo en la ciudad aún son inciertas y los antecedentes en los procesos licitatorios no dan buenos augurios. Sin embargo aún quedan posibilidades ante el cambio de gobierno distrital, el cual en apariencia, reconoce la necesidad de incluir a los recicladores en el nuevo modelo de aseo de la ciudad.
El proceso asociativo en el que han estado involucrados los miembros de dos asociaciones de recicladores durante varios años, ha promovido la construcción de identidades colectivas que favorecen la consolidación de lazos entre personas cuyo trabajo tradicionalmente se desarrolla a partir de una lógica individual. A través de la historia conjunta se consolidan vínculos y roles que brindan sentimientos de seguridad y protección, y cuya solidez puede constituirse en un obstáculo en el proceso de abrirse hacia un nuevo escenario de trabajo, que demanda el desarraigo de antiguos roles y hábitos y la incertidumbre de inventar nuevas prácticas.
La asociación se ha constituido para ambos grupos en un escenario de experimentación de prácticas de deliberación colectiva que obligan a la maduración de mecanismos de comunicación, en medio de la diversidad de posiciones; y en un espacio de aprendizaje que posibilita el desarrollo de habilidades que enriquecen tanto el proceso laboral como la producción de subjetividades. Sobre todo la nueva fase del proceso asociativo que involucra un proyecto económico autónomo, presiona el desplazamiento de un trabajo individual basado en la resistencia física, hacia un trabajo que demanda habilidades comunicativas, deliberativas y cognitivas. Un trabajo afectivo, en palabras de Hardt y Negri (2002) en el que el proceso productivo -basado en la comunicación, afectos e invención de nuevas prácticas-, potencializa la reproducción de cuerpos y cerebros, esto es, la reproducción de la vida (Hardt y Negri, 2002). Así, el trabajo basado en la autogestión colectiva posibilita la fusión de lo económico, social y político: el proceso productivo como un escenario que posibilita la construcción de comunidad, de imaginar algo distinto, y con esto, la construcción de autonomía -en tanto la construcción de sentido está bajo el poder del trabajador. Lo político, fundamentalmente como un proceso de construcción de autonomía a partir de rupturas y aperturas hacia nuevas posibilidades de ser.
Finalmente, la apuesta hacia la construcción de un proyecto económico en el marco de la asociatividad, permite reconocer la actividad económica como un proceso social que involucra relaciones de interdependencia, y un proceso político, en el que la economía se concibe como un espacio abierto a múltiples posibilidades y que se configura a partir de decisiones en las que está en juego la construcción de comunidad (Graham-Gibson, 2011).

Notas

1 Unidad Administrativa del distrito adscrita a la Secretaría Distrital del Hábitat cuya función es planear, coordinar, supervisar y controlar la prestación de los servicios de manejo integral de los residuos sólidos, servicio funerario y alumbrado público

2 El incremento del número de recicladores en los últimos años por la falta de opciones laborales, hace que la competencia entre ellos por acceder a los materiales sea mayor, llevando en muchos casos a actos de violencia con sus pares para asegurar sus contratas. De otro lado, el negocio resulta atractivo para empresarios que ven la rentabilidad de este nuevo nicho, desplazando de oportunidades a muchos de los recicladores que vienen realizando esta actividad durante décadas.

3 Enda es una ONG que ha venido apoyando varios procesos asociativos de recicladores y en particular, ha venido acompañando el proceso de esta asociación durante los últimos años

4 Familia es una reconocida empresa colombiana productora de papel higiénico, que a través de su fundación, desarrolla diversas acciones de responsabilidad social.

5 El Centro de Reciclaje La Alquería es la infraestructura que el distrito ha dispuesto para la recepción, clasificación, beneficio y comercialización del material reciclable entregado por los usuarios a la Ruta de Recolección Selectiva, nombre como se conoce al programa del distrito orientado a establecer gradualmente rutas de recolección de residuos reciclables en toda la ciudad.

6 El "parche" hace referencia a un segmento de espacio público apropiado por parte de un grupo, a través de sus interacciones cotidianas. En el caso de los recicladores se trata del espacio donde seleccionan el material y descansan.

7 Asochapinero es reconocida en el gremio por ser la asociación que más se reúne, lo que para ellos es un reconocimiento importante, por ser un referente de su fortaleza organizativa

8 Se refiere a los procesos de licitación en los que se supone que deben estar incluidas las propuestas de las organizaciones de recicladores

9 Inicial del nombre

10 Nombre de la administradora de la bodega

11 Según el censo realizado por la UAESP y la Universidad Javeriana (2011) en Bogotá sólo el 18% de los recicladores pertenece a alguna organización.

Referencias

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Recibido: 18.04.12
Aprobado definitivamente: 19.9.12

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