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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.21 Santiago del Estero dic. 2013

 

CONFIGURACIONES DEL PODER Y LA POLITICA

La representación política en el nivel local. Reflexiones en torno a los liderazgos de Mauricio Macri y Luis Juez y las dinámicas de sus espacios partidarios*

Political representation at the local level. Insights on the leaders Mauricio Macri and Luis Juez and the dynamics within their partisan groups 

 

Gabriela Mattina** y María Victoria López***

* El presente artículo constituye una versión modificada y extendida del trabajo presentado por las autoras al VI Congreso Latinoamericano de Ciencia Política organizado por la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP) (Quito, 12 al 14 de junio de 2012). Agradecemos especialmente a Dolores Rocca Rivarola y Rocío Annunziata por las fructíferas discusiones en torno a las problemáticas abordadas en el texto.
** Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Correo: gabrielamattina@yahoo.com.ar
*** Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Correo: marivibernal@yahoo.com.ar

 


RESUMEN

En las últimas décadas, las democracias contemporáneas en general y la democracia argentina en particular han atravesado profundas transformaciones, tales como el debilitamiento de las identidades políticas tradicionales, el incremento de la fluctuación electoral y la intensificación de la influencia de los medios masivos de comunicación en la dinámica política, entre otras. Todos estos cambios han tenido gran impacto sobre el vínculo entre representantes y representados, el cual descansa crecientemente en la acción de líderes de popularidad que se sostienen en la opinión pública y entablan una relación directa con la ciudadanía.
Este trabajo se propone comparar y contrastar el rol de los liderazgos de Mauricio Macri y Luis Juez en la construcción del partido Propuesta Republicana (PRO) en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y el Partido Nuevo en la provincia de Córdoba, respectivamente. Ambos partidos políticos, surgidos recientemente, signaron las escenas locales: mientras que el Partido Nuevo logró terciar en un sistema tradicionalmente bipartidista, el PRO gobierna la CABA desde 2007. ¿Qué estrategias aplicaron Macri y Juez para atraer electores? ¿Cómo se vinculan con los partidos tradicionales? ¿Qué canales y redes jugaron en el armado de sus espacios políticos?

Palabras clave: Líderes; Partidos políticos; Representación; Ciudad de Buenos Aires; Córdoba

ABSTRACT

In recent decades, contemporary democracies in general and the Argentine democracy in particular, have undergone profound transformations such as the weakening of traditional political identities, electoral fluctuations and the influence of the media in the political dynamics, to name a few. All these changes have had great impact on the linkage between representatives and those represented, which is increasingly characterized by popularity leaders who are supported by the public opinion and establish a direct relationship with citizens.
From this perspective, we intend to comparatively inquire about the role of the leaders Luis Juez and Mauricio Macri in building the Partido Nuevo of the province of Cordoba and the party Propuesta Republicana (PRO) in Buenos Aires City, respectively. Both are new political parties that arised in the heat of the previously described transformations and whose emergence has reshaped their local scenes since 2001: while the Partido Nuevo became the third player in a system which was traditionally bipartisan, the PRO has held office since 2007. What strategies did Juez and Macri apply to draw electoral support? How did they antagonize with traditional parties? What networks did they create or resort to with the purpose of founding their own political parties?

Keywords: Leaders; Political parties; Representation; Buenos Aires City; Córdoba


 

SUMARIO

1. Introducción. 2. Antecedentes. 3. El liderazgo de popularidad de Luis Juez y la construcción del espacio juecista. 4. Formación, desarrollo y actualidad de una nueva fuerza política: el machismo. 5. Puntos y Contrapuntos. 6. Palabras finales

*****

1. Introducción

El presente trabajo se propone estudiar el rol de los liderazgos de Mauricio Macri y Luis Juez en la génesis y construcción de los espacios partidarios por ellos liderados, cuyas organizaciones más visibles son, por un lado, el partido Propuesta Republicana (PRO) de la Ciudad de Buenos Aires, y, por otro, el Partido Nuevo en la provincia de Córdoba. Estas fuerzas políticas, surgidas al calor de la crisis de 2001, se presentaron como novedosas en las escenas locales, puesto que el Partido Nuevo logró terciar en un sistema tradicionalmente bipartidista y el PRO ejercer el Poder Ejecutivo local desde 2007. Ambos casos suscitan múltiples interrogantes: ¿De qué modo se construyen y se sostienen los nuevos liderazgos como el de Luís Juez y el de Mauricio Macri? ¿Qué formas adquiere el vínculo entre éstos y los ciudadanos? ¿Cuál es la autonomía de la organización partidaria respecto del líder? ¿Qué canales y redes jugaron en el armado de sus espacios políticos?
Atendiendo a estos nudos problemáticos, emprenderemos en primer lugar un breve recorrido teórico en torno a las transformaciones en el lazo de representación y las identidades políticas de las democracias contemporáneas, en tanto que operan como marco de referencia de nuestros casos de estudio. A continuación, nos dedicaremos a dar cuenta del contexto de surgimiento del
macrismo y del juecismo, las características adoptadas por dichos espacios y, fundamentalmente, de las particularidades del rol de sus líderes en ese proceso. Finalmente, señalaremos algunos de los ejes principales de comparación entre ambas experiencias políticas, en tanto que consideramos que este trabajo de contraste es de relevancia para avanzar en la comprensión de los procesos de representación política a nivel local.
En función de los objetivos planteados, hemos realizado entrevistas en profundidad a dirigentes políticos y militantes de ambas fuerzas políticas, relevado material periodístico (entrevistas y notas publicadas en los diarios locales porteños y cordobeses) y consultado diversa documentación partidaria (cartas orgánicas, plataformas y manuales de campaña, entre otro material).

2. Antecedentes

En las últimas décadas, puede registrarse una serie de cambios en el formato representativo de las democracias contemporáneas que ha vuelto necesario pensar nuevas maneras de comprenderlas. Numerosos trabajos referidos a las mutaciones en las democracias contemporáneas en Occidente, y específicamente en América Latina, sostienen que nos encontramos ante una metamorfosis de los vínculos de representación que lleva a la aparición de las democracias de audiencia (Manin, 1998).
Uno de los aspectos más significativos de los cambios en la vida democrática es la dilución de los lazos y lealtades partidarias tradicionales basadas en un principio identitario fuerte, construido sobre clivajes sociales (Novaro, 2000); con ello se han desagregado las bases que sustentaban la cohesión de los partidos y, a la vez, el vínculo de representación que los unía con los ciudadanos se ha visto alterado. Si bien estas consideraciones no suponen la desaparición de los partidos -los que siguen teniendo un rol importante en la organización de la competencia política al conservar el monopolio legal de la representación-, se ha percibido el retraimiento del papel que éstos poseían como organizadores de la vida política y de la incidencia de las adhesiones partidarias sobre el desarrollo de los procesos políticos tanto locales como nacionales. En consonancia con lo expresado, autores tales como Bartolini y Mair (2001) afirman que los partidos políticos continúan ejerciendo una función procedimental o institucional, es decir, se encargan del reclutamiento de líderes y la organización del gobierno. No obstante, éstos y otros autores (Mair y Katz, 2002; Bartolini y Mair, 2001; Cheresky, 2006b) coinciden en anunciar el declive de la función representativa que estas instituciones ejercían en el auge de la democracia de partidos1: estos colectivos ya no organizan la vida política ni traducen en políticas públicas los intereses de sectores ciudadanos determinados, puesto que una gran porción de los votantes ya no se encuentra alineada tras un sello partidario (Gunther y Diamond, 2001; Dalton y Wattenberg, 2000). En términos de Manin (1998), se disuelven las identidades partidarias que pervivían "desde la cuna hasta la tumba" y orientaban el voto reflejando divisiones estables en el electorado.
Este escenario pareciera ser más propicio para una creciente fluctuación de las preferencias ciudadanas -en términos del debilitamiento de la identidad y la pertenencia ideológico-partidaria- y la fluidez de la oferta electoral. En consecuencia, se conforman nuevas y frágiles identidades políticas y se expande el electorado independiente, cuyo voto se decide en el transcurso de las campañas electorales y en el cual influyen los temas de coyuntura, la opinión respecto de la gestión gubernamental y la imagen de los candidatos.
En este contexto, la competencia política es organizada por líderes de popularidad, entendidos como aquellos que "están sostenidos en la opinión pública por una relación directa con ella, que han ganado elecciones o son competitivos en ellas y cuyo poder proviene, en consecuencia, de esa fuente decisiva en las sociedades democráticas" (Cheresky, 2006b: 22). De hecho, este vínculo directo entre líderes y ciudadanos2 se entabla mediante el empleo de los medios de comunicación, los cuales adquieren capital importancia como foros de discusión pública y herramientas de comunicación política (Ferry y Wolton, 1998; Bordieu, 1997). Los líderes, de este modo, son cada vez más los depositarios de la iniciativa política y los que configuran las alianzas y la oferta electoral, desplazando a las organizaciones partidarias (Cheresky, 2004). En consecuencia, se torna indispensable atender en este contexto a las estrategias de diferenciación discursiva empleadas por los líderes en la escena pública (Aboy Carlés, 2005; Laclau, 2005), muy especialmente en las contiendas electorales, en las que se evidencian más claramente las pugnas por dotar de un sentido a las campañas; el candidato, a partir de la radio y la televisión, logra hacerse conocer y relacionarse con sus votantes sin necesidad de la mediación de las organizaciones militantes, por lo que la individualidad del representante adopta un lugar central en la percepción de los electores. A su vez, la incertidumbre y la imprevisibilidad, características del nuevo entorno en que se desarrollan las actividades gubernamentales, hacen que la confianza personal inspirada por los candidatos se convierta en un principio de elección más adecuado que la evaluación de acciones futuras definidas a partir de un programa detallado.
Tal como se ha mencionado, los partidos, por su parte, ya no tienen la centralidad de antaño ni fijan la agenda pública, y se transforman adoptando estrategias pragmáticas, como la inclusión de candidaturas con elevada popularidad ante la opinión pública en detrimento de su inserción en la estructura partidaria. De hecho, el fin de la era dorada de los partidos de masas (Gunther y Diamond, 2001) tiene como correlato una creciente presencia de partidos de corte electoralista (Gunther y Diamond, 2001) caracterizados -a grandes rasgos- por su baja densidad organizativa, involucramiento en campañas electorales no centradas en la movilización de seguidores sino en la difusión mediática de apelaciones de bajo contenido ideológico y, porúltimo, la gravitación del atractivo personal como criterio de definición de candidaturas y estructuración de las contiendas electorales. Asimismo, diversos líderes crean fuerzas políticas propias altamente personalizadas (Calise, 2000; Ignazi, 1996) de muy baja institucionalización e identidad propia y de difícil supervivencia al margen de su figura fundadora. Por su parte, Mair y Katz (2002) remarcan el proceso de creciente estatalización de los partidos políticos, producto de la disminución de las dimensiones y el compromiso de las bases partidarias y la consecuente necesidad de acceso a los recursos financieros estatales para asegurar la supervivencia de estas estructuras. En línea con esta argumentación, Gerardo Scherlis (2009) postula para el caso argentino la emergencia del denominado "partido estatal estratárquico de redes" encabezado por un liderazgo autónomo y dominante en torno al cual se anudan redes profesionales y territoriales fluctuantes, necesarias para la gestión de los asuntos públicos y la realización de intercambios particularistas con el electorado. De hecho, la persistencia de redes territoriales y profesionales integradas al partido o asociadas a él da cuenta de su importancia para el desarrollo de la campaña electoral, la fiscalización de los actos electorales y el gobierno (Cheresky, 2011). De hecho, en el contexto argentino un número creciente de líderes se vale de estructuras organizativas heterogéneamente compuestas, cuyos límites son redefinidos a lo largo de sucesivas contiendas electorales. Estas fronteras porosas y flexibles demarcan, entonces, un espacio partidario no coincidente con lo que suele entenderse como un partido político en
sentido restringido, pues usualmente se atribuyen a este último contornos institucionales claros y una composición dada por su cuerpo de afiliados.
En Argentina en particular, el proceso de metamorfosis de la representación convivió con episodios que permiten hablar de una crisis de la misma: los fenómenos de voto bronca o las inusitadas formas de expresión ciudadana originados a fines de 2001 dan cuenta del quiebre en el reconocimiento del vínculo representativo por parte de los representados (Pousadela, 2003)3. A partir de la recomposición de la autoridad política iniciada por Néstor Kirchner en 2003, que clausuró en gran medida esta situación crítica (Cheresky, 2004), se impuso una dinámica política coalicional configurada sobre liderazgos de opinión que se mantiene hasta la actualidad (Quiroga, 2007). De todos modos, es erróneo concebir la crisis argentina de 2001 como un episodio único y aislado; en efecto, como indica Mocca (2004: 89-90), "en Argentina, los problemas de representación política no empiezan en el año 2001; formaba parte de un sentido común ciudadano la crítica a la actividad de los partidos", dadas las irregularidades a su interior, el vacío programático y las prácticas clientelistas y faccionalistas. Estos elementos se encontraban patentemente presentes en las representaciones ciudadanas en torno a lo político y colaboraron en la expansión del rechazo a los partidos políticos y la percepción de la necesidad de una "nueva política"4 que escuchase las demandas de la ciudadanía y se alejase de los patrones de corrupción y fraude, asociados a los partidos tradicionales. En consonancia con ello, se constata una exigencia ciudadana permanente correspondiente a una nueva clase de legitimidad de proximidad, la cual remite "a un conjunto de expectativas sociales concernientes al comportamiento de los gobernantes" (Rosanvallon, 2009: 35). Resultan útiles al respecto las reflexiones de Rocío Annunziata (2009; 2011), quien describe la proximidad como un vínculo político que se desarrolla en una época marcada por la desconfianza en los representantes y que, justamente, se caracteriza por rechazar esa distancia entre la ciudadanía y la "clase política", demandando que los dirigentes sean "hombres comunes" y que presten atención constante a las experiencias cotidianas de los ciudadanos.
A continuación, nos ocuparemos de la caracterización de las experiencias de génesis y construcción de las fuerzas encabezadas por los líderes de popularidad por Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires y de Luis Juez en la provincia de Córdoba, teniendo presente que ambos comparten como telón de fondo este contexto de transformaciones. En consonancia con lo desarrollado en párrafos anteriores, de aquí en más nos referiremos al macrismo y al juecismo como espacios partidarios que exceden en sus alcances y composición a los partidos políticos conocidos como PRO y Partido Nuevo, respectivamente.

3. El liderazgo de popularidad de Luis Juez y la construcción del espacio juecista

El presente apartado se propone estudiar el rol del liderazgo de popularidad de Luis Juez en la composición y características de su espacio partidario en la provincia de Córdoba5, analizando las formas en que el vínculo del líder con la ciudadanía es constituido a través de los medios de comunicación y la manera en que ello repercute en la organización partidaria, la selección de candidatos y las características que adoptan las campañas.
A partir de la recuperación de la democracia, la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ) se fueron sucediendo en el poder de la provincia6. Desde mediados de los años noventa, sin embargo, se empezó a registrar una disminución de la concentración del voto entre las dos fuerzas principales de entre 20 y 40 puntos porcentuales, en los distintos niveles electorales (Panero, 2008: 76-77). El PJ y la UCR continuaron ganando las elecciones provinciales, aunque recurriendo a alianzas electorales con partidos menores y al empleo del mecanismo de "sumatorias", método que permite que las distintas fuerzas políticas que conforman una alianza compartan candidatos en algunos tramos de la elección y en otros presenten candidaturas propias. La caída en la adhesión a las listas del PJ y la UCR, especialmente en Córdoba capital, se dio conjuntamente con una personalización de la opción electoral, evidenciada en que un porcentaje cada vez mayor de los votos que los candidatos de ambos partidos obtuvieron provino de las boletas de otros partidos con los que éstos habían conformado coaliciones, a través del empleo de sumatorias (Varetto, 2008: 208-209).
En este contexto surgió, a fines del año 2002, el Partido Nuevo contra la corrupción, por la honestidad y la transparencia, liderado por Luis Juez, un dirigente de larga militancia en el PJ, que había sido diputado provincial, síndico en Papel Prensa S.A. y precandidato a intendente de Córdoba. Durante el segundo gobierno de De la Sota (2003-2007), Juez había sido designado Fiscal Anticorrupción y alcanzó altos niveles de popularidad a partir del escándalo que produjo su expulsión de dicho cargo luego de sus denuncias contra funcionarios del oficialismo. En torno a dicha popularidad fue precisamente que se constituyó el nuevo partido, es decir, como un dispositivo al servicio del líder para la competencia electoral (Cheresky, 2008: 36) que, al igual que muchas otras fuerzas políticas surgidas al amparo de liderazgos de imagen, careció de fortaleza orgánica y estructural, como veremos más adelante.
El Partido Nuevo quedó constituido jurídicamente en el año 2003 para participar de la contienda electoral a nivel municipal en la Ciudad de Córdoba, a través de una coalición denominada Frente Nuevo y constituida junto a fuerzas políticas pequeñas, Frente Grande, Cambio Córdoba y el Vecinalismo; en ese proceso electoral llevado adelante en el mes de octubre, Luis Juez resultó electo intendente con el 62% de los votos.
Sin embargo, los pasos iniciales en la gestación del espacio juecista comenzaron a darse desde la salida de Luis Juez del gobierno provincial, cuando él mismo comenzó a conformar su fuerza reuniendo voluntades entre sus amigos más cercanos, familiares y numerosos compañeros de la escuela secundaria, el Liceo Militar General Paz. Luis Juez ingresó al Liceo en el año 1977, junto a su hermano mellizo Daniel; aunque ninguno de los dos estuvo interesado en seguir la carrera militar, el General Paz fue la cuna donde gestaron sendos vínculos de amistad con sus compañeros, y junto a muchos de ellos compartieron luego la conformación del Partido Nuevo. Interrogado por los medios de comunicación al respecto, Juez señala:
"Fue algo que surgió naturalmente. ¿Con quién arranco?, me pregunté (...) El que era honesto a los 11 años, lo sigue siendo ahora. El que no tenía convicciones entonces, hoy tampoco las tiene. Sé que esto suena arbitrario, pero he visto que es cierto". (Luis Juez, La Voz del Interior, 10/6/2007)
La experiencia de estudiar en el Liceo aparece como fundamental en la conformación de vínculos de amistad y redes que colaborarían en el ingreso a la política de varios de los miembros del Partido Nuevo entrevistados. Si bien algunos estaban afiliados a partidos políticos o habían participado en otros ámbitos (culturales, educativos, estatales), muchos se iniciaron en la política a partir de ser convocados por Luis Juez u otros de sus ex compañeros, que formaban parte de su círculo íntimo, entre los años 2002 y 2003. Uno de nuestros entrevistados, que es identificado como miembro del "Grupo Liceo" -como se denominó en los medios de comunicación a los ex compañeros de Juez que participaron en el nacimiento del Partido Nuevo o fueron funcionarios públicos durante su gestión en la Ciudad de Córdoba (2003-2007)-, nos dice lo siguiente:
"Con mis compañeros del Liceo nos une una amistad, un compañerismo, una confianza que es difícil de explicar. Era todos los días desayunar, almorzar y cenar juntos; estudiar, jugar. Hasta el día de hoy nos seguimos viendo, y no sólo nuestra promoción sino que todas organizan encuentros, reuniones (solos o con la familia), inclusive viajes. Y por eso cuando Luisito me llamó no lo tuve ni que pensar. Éramos unos 25 ex liceístas que nos juntábamos en un bar a discutir de política; era como volver al Liceo." (Entrevista a miembro del Partido Nuevo en Ciudad de Córdoba, 20/10/2009)
Poco a poco, el círculo se fue extendiendo gracias al impacto que generaba la figura de Juez y a un discurso, a tono con el clima de época, centrado en la crítica a la clase política tradicional y la necesidad del recambio, que logró movilizar a gente que nunca había participado en política, y captar a los desencantados con los partidos tradicionales. El gran éxito alcanzado en las primeras elecciones en las que se presentó colaboró a que el partido se constituyera desde el inicio como una fuerza ligada estrictamente al gobierno municipal y poseyera una organicidad formal limitada, pero al mismo tiempo le permitió un fácil reclutamiento de dirigentes y militantes, muchos de ellos con experiencia en la gestión pública, aunque de diferente color político. Como nos indica uno de los entrevistados, integrante del Partido Nuevo desde sus orígenes:
"Aprovechamos la experiencia del empleado, lo valorizamos, no nos importaba si era radical o peronista, lo hicimos sin tener en cuenta la ideología... Juez decía '¿cuánta ideología se necesita para tapar un bache?'" (Entrevista a dirigente del Partido Nuevo en Ciudad de Córdoba, 4/8/2010)
Es de este modo que un importante espacio del Partido Nuevo lo ocupan ex dirigentes radicales y peronistas, aunque los primeros en mayor medida, dada la crisis en la que estaba sumergida la UCR tanto a nivel nacional (a partir del traumático final del gobierno de Fernando De la Rúa) como provincial (al ser desplazada por el PJ del poder provincial y de su distrito más importante, la Ciudad de Córdoba, luego de 16 años de hegemonía radical). Por otro lado, y según el relato de varios entrevistados, el Partido Nuevo aparecía como un espacio atractivo que les ofrecía a estos dirigentes puestos y lugares expectables en futuras listas electorales y que, al mismo tiempo, no les exigía afiliarse ni renunciar a una afiliación política previa sino que
permitía el ingreso a todas las personas "éticas y confiables", con "independencia de sus distintas concepciones políticas" (Carta Orgánica del Partido Nuevo, Art.1)7.
Por lo antedicho, el Partido Nuevo recibió un importante aluvión de políticos provenientes de otros partidos que debían coexistir entre sí, a pesar de sus diferentes tradiciones políticas, y con otros miembros con escasa experiencia partidaria previa, creciendo rápidamente en términos numéricos.
En este crecimiento y en la fisonomía que adquirió el espacio partidario, el liderazgo indiscutido de su fundador ocupa un lugar central. Efectivamente, Luis Juez es quien toma las decisiones centrales y encabeza el reclutamiento de miembros, junto a un grupo selecto de personas de su mayor confianza (su hermano mellizo Daniel, un amigo del secundario, entre otros). Como señala un legislador juecista entrevistado:
"Yo me manejo con él con mucha prudencia, no pertenezco al círculo de sus doce apóstoles, que es un grupo cerrado que lo viene acompañando desde el 2003, cuando él fue intendente (...) Es un grupo de 12 personas que son las que tienen contacto más directamente con él. Yo solamente hablo con él cuando tengo necesidades de consultarlo sobre el tema empresario (...) pero él tiene un pequeño grupo que permanentemente está contactándose con él" (Entrevista a legislador provincial del bloque Frente Cívico en Ciudad de Córdoba, 12/4/2011)
De forma más amplia, podemos decir que la ausencia de negociación y la absoluta subordinación al líder son propios de los espacios articulados en torno a un liderazgo de imagen, característicos de un formato de representación personalizado. El rol central del líder se puede ver con claridad al analizar los procesos de definición de candidaturas y armado de listas para las elecciones, como manifiesta el siguiente entrevistado:
"La lista del Frente Cívico se integra siempre por decisión de Juez, no consulta a nadie. Puede consultar sobre una persona, "¿qué te parece...?", yo sé que mi nombre lo consultó con un amigo de él, cuando le dijeron que sí recién ahí me llamó por teléfono, me junté con él, me dijo"¿querés ser candidato?", me dio dos o tres opciones a hacer cosas, y yo elegí" (Entrevista a legislador provincial bloque Frente Cívico en Ciudad de Córdoba, 12/4/2011)
Para las elecciones provinciales de 20118, el propio Juez se autoproclamó como candidato a gobernador, del mismo modo en que lo había hecho en 2007, y fue quien se encargó de seleccionar a los candidatos que lo acompañarían, privilegiando aquellos perfiles que le garantizaban lealtad con posterioridad a los comicios, para evitar que se repitiera lo sucedido luego de las elecciones de 2007: en esa oportunidad, en las listas del juecismo había una gran presencia de independientes o outsiders -personas que no habían participado antes en política y/o gozaban de un importante nivel de popularidad por ser parte del mundo del espectáculo, del deporte, del periodismo, etc.-, y de candidatos pertenecientes a las variadas fuerzas y agrupaciones que apoyaron la postulación de Juez en esa elección. Sin embargo, esto se había
traducido en una falta de cohesión en el comportamiento de los bloques legislativos municipales, provinciales y nacionales, y en su posterior desmembramiento (López, 2010). Sólo para nombrar algunos ejemplos, luego de la ruptura de Juez con el ex intendente de Córdoba Daniel Giacomino a principios de 2009, Enrique Asbert y Silvia Ribero se separaron del bloque del Frente Cívico y conformaron el bloque Concertación Plural en la Legislatura provincial, y Gustavo Barrionuevo, Virginia Pagnanini y Juan Manuel Rodríguez se alejaron del bloque juecista en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba; la legisladora provincial Nadia Fernández (de la agrupación kirchnerista Megafón) hizo lo propio luego de que Juez manifestara su intención de aliarse a la UCR para los comicios de 2009; José Maiocco (Unión Vecinal), José Villena (Movimiento Patriótico) y Modesta Genesia de Stabio (Vecinalismo Independiente) conformaron monobloques apenas asumieron, a pesar de ingresar a la Legislatura por las listas del Frente Cívico y Social; y Graciela Treber, Mónica Cid, Laura Ortiz, Teresa Saravia y Marta Juárez, se fueron del bloque juecista de concejales en julio de 2009, disconformes con la designación de Walter Nostrala al frente de la bancada.
Por otro lado, las tensiones que se suelen generar en el marco del juecismo aparecen vinculadas con la continua competencia de sus miembros por adquirir méritos y visibilidad a los ojos de Juez, cuya presencia es lo suficientemente fuerte como para que todos requieran de su apoyo para hacer carrera dentro del espacio, y de este modo poder acceder a las listas y a los cargos:
"Como en todos los espacios políticos, no falta que algunos interesados se estén probando el traje. (...) dice Juez, dejen de probarse el traje de ministro, de concejal, por eso muchas veces las decisiones se toman de maneras desconcertantes. Vos decís, ¿por qué armó la lista el tipo así y no llamó a una interna? Qué se yo. Generalmente, es fácil pegarle así si el tipo no llama a internas. Él, por decirte, va haciendo un ranking de meritos que tiene que ver con la construcción de la base social del espacio político. Me parece que pasa en primer lugar por ahí. (Respecto del armado de las listas para las elecciones 2011) está todo el mundo posicionándose para ver cuál es el criterio. Yo supongo porque todos acatamos de alguna manera, porque todos queremos estar en las listas" (Entrevista a concejal de la Ciudad de Córdoba bloque Frente Cívico en Ciudad de Córdoba, 11/4/2011)
"Cada vez que hay elecciones hubo intentos de internas, pero como el liderazgo de Juez es tan fuerte, los intentos de internas se van diluyendo. En todo caso las internas son debajo de Juez, pero si en caso de internas Juez dice 'yo estoy con este grupo', el otro grupo desaparece. De todas maneras tuvimos algunas internas pero después al final presentaron listas de consenso o no se presentaron" (Entrevista a miembro fundador del Partido Nuevo en Ciudad de Córdoba, 21/10/2009)
Al ser la figura de Luis Juez la que origina y articula este espacio, el mismo carece de una identidad definida e independiente de la imagen del líder. A través de las campañas electorales, entonces, Juez intenta establecer cercanía y presentarse en un plano de paridad con los ciudadanos en general, empleando un estilo coloquial y recurriendo frecuentemente a la ironía y el humor9, a partir del cual estructura un discurso caracterizado por la crítica a la clase política, que cuestiona sus modos tradicionales de proceder (calificados como clientelistas y corruptos); en contraposición, reivindica los valores de la transparencia y la honestidad, presentándose así
de manera más próxima a los ciudadanos, con el fin de que éstos se sientan reflejados en sus conductas y en sus decisiones.
En el caso específico de la campaña por la gobernación de 2011, la misma intentó interpelar a los votantes descontentos con los políticos y los partidos tradicionales -destinatarios centrales del discurso de Luis Juez desde que adquirió protagonismo en la escena pública en 2002-, y apuntalar la idea de la renovación política. Para ello, por un lado, se buscó asociar a los candidatos con los valores de la prosperidad, la solidaridad y la decencia, valores de los que los candidatos de los partidos tradicionales carecerían, y, principalmente en los discursos del tramo final de la campaña, se convocó a aquellos "radicales de boina blanca, de Illia y Sabattini" y a los peronistas "decentes", aquellos que "saben que la justicia social no es repartir colchones", estableciendo una diferenciación que rescataría, en esta lectura, lo mejor de ambos imaginarios, el radical y el peronista.
Asimismo, en las campañas electorales del Partido Nuevo la dimensión de proximidad (Annunziata, 2009 y 2011; Rosanvallon, 2006 y 2009) es una de las más explotadas, procurando generar una identificación del ciudadano con la figura del líder, particularmente en sus aspectos personales. Citamos como ejemplo uno de los spots publicitarios lanzados para la elección a senadores nacionales del 28 de junio de 2009; en el mismo se ve a un joven de unos 25 años de edad sentado en una habitación (completando la escena, una guitarra, un póster y una silla) que en algo menos de 45 segundos emite el siguiente mensaje:
"A mí al principio no me gustaba Juez. Me parecía que su forma de hablar, de decir las cosas, no me representaba. Creo que en realidad no estaba acostumbrado a que un político hablara tan directamente, tan de frente. Y empecé a ver que es un tipo apasionado, que cree en lo que hace, que ha sido capaz de reconocer que se equivocó pero sigue trabajando por lo que cree. Entre tantos políticos maquillados de más que no dicen lo que piensan, yo el 28 me juego por un tipo que se juega".
En los últimos años, las referencias a la capacidad de gestión también comenzaron a ocupar un lugar destacado en la presentación pública de Juez y de su espacio partidario. Coincidimos con Scherlis (2009) quien, señala que hoy en día el elector tiende a definir su voto a partir de su aprobación o desaprobación de la gestión del gobierno en ejercicio, y a evaluar si los candidatos opositores pueden o no ser más capaces de llevar adelante las tareas de gobierno. Al no generar los partidos una identidad política colectiva permanente a la cual apelar y ante el debilitamiento de sus funciones representativas tradicionales, los líderes buscan presentarse ante la ciudadanía como los más capaces de conducir el gobierno y gestionar los asuntos públicos como modo de legitimación.
De este modo, y retomando nuestro ejemplo de las elecciones provinciales de 2011, destacamos que en el armado de las listas se privilegiaron aquellos perfiles que representaban la técnica y la gestión -el candidato a vicegobernador, Marcelino Gatica, era reconocido por su exitosa tarea al frente del municipio de Jesús María; tres de las primeras cuatro mujeres de la lista para legisladores provinciales por distrito único tenían una trayectoria asociada a la administración y la consultoría-, y se dedicó gran parte de la campaña a mostrar equipos técnicos compuestos por profesionales de distintos sectores y organizados bajo la conducción del candidato a la vicegobernación.
Por último, resulta interesante analizar que el Partido Nuevo posee un fuerte anclaje en la capital provincial, con escaso desarrollo en el interior provincial, hacia donde comienza a expandirse muy de a poco y prácticamente sin generar nuevas estructuras sino a través de alianzas -muchas veces inestables- con referentes y partidos vecinales, con dirigentes disidentes de otros espacios políticos, o con expresiones locales de fuerzas provinciales, principalmente de la UCR. La
diversidad en la penetración del Partido Nuevo puede entenderse a partir de las afirmaciones de autores como Cheresky y Pousadela (2004) y Scherlis (2009), que señalan que este tipo de líderes son más reconocidos allí donde ha penetrado más profundamente la lógica de los medios de comunicación, mientras que los territorios periféricos siguen siendo más propicios para la preservación de identidades tradicionales. Al mismo tiempo, los entrevistados apelan a los rasgos particulares de la personalidad de Juez para dar cuenta de la dificultad en la expansión de la fuerza provincial:
"La presencia de Juez les resulta más lejana, mucho más ajena, además Juez es un personaje con una idiosincrasia muy de personaje de la Ciudad de Córdoba (...) es distinto, visto a lo mejor desde afuera no es tan fácil de ver, pero viviendo en Córdoba eso es visible, y Juez representa al cordobés básico, porque es un personaje populachero de la Ciudad de Córdoba, y eso a mucha gente del interior que es más conservadora todavía que la de capital, le recela, le cae gordo, no le gusta." (Entrevista a periodista de medio provincial en Ciudad de Córdoba, 12/4/2012)
Para finalizar, cabe señalar que la debilidad de la estructura partidaria y la ausencia de una identidad compartida, a la vez que ofrecen al líder una flexibilidad y capacidad de adaptación importantes, también suponen que el vínculo de representación sea más precario, inestable y efímero, en tanto que dichos liderazgos "están a merced de una ciudadanía que en un momento los instituye como tales y que luego, si la escena se desplaza y la figura del líder se descalifica en la acción pública, pueden perder rápidamente sustento porque no hay mayor contención de la representación que la de la propia imagen del líder" (Cheresky, 2006a: 37).
A continuación, nos enfocaremos en el liderazgo de Mauricio Macri y la construcción de su espacio partidario en la Ciudad de Buenos Aires.

4. Formación, desarrollo y actualidad de una nueva fuerza política: el macrismo

Esta sección se orienta a presentar un breve análisis del proceso de emergencia y crecimiento del espacio partidario macrista, de las continuidades y cambios en las identificaciones que este líder y su espacio han procurado suscitar en la ciudadanía a lo largo de las elecciones porteñas y, por último, de las características más salientes en la composición y funcionamiento de esta nueva fuerza política.
Según Bril Mascarehnas (2007), hacia fines de la década de 1990 el sistema partidario de la Ciudad atravesaba una tendencia a descongelarse10 como producto de la emergencia de una tercera fuerza política -el Frepaso- que en 1999 y 2000 accedió a los gobiernos nacional y local en el marco de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación. No obstante, la crisis de 2001 aceleró exponencialmente el proceso de desidentificación partidaria e incluso apatía política que experimentaba la ciudadanía porteña11, el cual resultó en un notable crecimiento de
la volatilidad electoral en el distrito, el colapso12 del sistema partidario local y la creciente concentración del voto en partidos no tradicionales de reciente creación, escasa fortaleza organizativa y fuerte impronta personalista, tales como el PRO, Coalición Cívica-ARI, Recrear para el Crecimiento (actualmente fusionado en PRO), Autodeterminación y Libertad y Proyecto Sur, entre otros.
Es éste el contexto que enmarcó el alumbramiento de la organización política que luego se denominaría Propuesta Republicana (PRO), cuyos orígenes se remontan hacia fines de 2001, con la activación de las ambiciones políticas de Mauricio Macri -quien para ese entonces ocupaba la presidencia del club de fútbol Boca Juniors. Pese a haberse encontrado afiliado a la UceDé -partido al cual manifestó públicamente haber votado hasta 1991-, dicha condición no se había traducido en actividad militante alguna o en la consecución de una carrera política: su figura era más bien asociada a su pertenencia a una de las familias empresarias más importantes del país, por una parte, y al éxito de su gestión en el club xeneize, por la otra. Una vez decidido a embarcarse en política, Mauricio Macri procedió a aglutinar en torno a su figura a varios de sus amigos y colaboradores más cercanos, tales como Nicolás Caputo, José Torello y Néstor Grindetti, entre otros. El momento genético del PRO suele ser simbolizado por la creación de la Fundación Creer y Crecer, la cual nucleaba los equipos técnicos que otorgarían verosimilitud a las eventuales candidaturas de Mauricio Macri y del empresario Francisco De Narváez a la jefatura de Gobierno porteña y la gobernación bonaerense, respectivamente, nutriéndolas de potenciales cuadros gubernamentales y diseños de políticas públicas. La fundación reclutaba típicamente a profesionales de nula o cuasi nula experiencia política y sumaba además la colaboración de técnicos provenientes de otro think tank encabezado por Horacio Rodríguez Larreta, Grupo Sophia, cuyos integrantes no disponían de experiencia en la ocupación de cargos electivos pero sí habían trabajado en el sector público (particularmente en la ANSES, el PAMI y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación). Es válido acotar que si bien parte de la estructura de la Fundación Creer y Crecer desempeñaba su trabajo en condición ad honorem, los cuadros más importantes de la institución tenían un carácter rentado. En este aspecto, el partido en incubación constituía una llamativa excepción a la creciente dependencia que según Mair y Katz (2002) los partidos políticos experimentan actualmente respecto de los recursos financieros estatales como fuente de supervivencia. De hecho, Scherlis (2009: 151) señala esta particularidad, puesto que esta fuerza política constituía en sus palabras "una pequeña organización de participación rentada con recursos no estrictamente estatales". Dicha estructura de financiación se asentaba sobre aportes privados provenientes en gran medida de las arcas de sus dos máximas figuras.
Al aproximarse las elecciones nacionales de 2003, el desacuerdo manifestado por Macri y De Narváez en torno a una posible candidatura presidencial del primero derivó en el quiebre de su sociedad política. Mientras el ex propietario de Casa Tía bregaba por esta postulación, el presidente de Boca Juniors prefería esperar prudentemente a otra elección futura. Como consecuencia, los cuadros técnicos captados hasta el momento se escindieron en dos: aquellos especializados en temáticas nacionales, que acompañarían a De Narváez en su nueva Fundación Unidos del Sud y aquellos abocados a las problemáticas porteñas, que se mantendrían al servicio de Mauricio Macri conservando el nombre "Creer y Crecer". A su vez, fueron incorporándose progresivamente al espacio partidario macrista fragmentos de redes en disponibilidad de amplia experiencia política que ya habían acompañado a otros líderes de opinión en el pasado y se encontraban a la búsqueda de una figura cuyo caudal de popularidad les permitiese acceder a la estructura estatal local. Por su parte, podrían coadyuvar a la victoria de tal candidato mediante su presencia territorial y su capacidad de desarrollar intercambios particularistas con el electorado. Estas redes estaban compuestas por sectores del justicialismo y
radicalismo porteños y por pequeños partidos de muy escaso capital electoral (tales como el Partido Federal, el Partido Demócrata y el Partido Demócrata Progresista).
Atendiendo al modo descripto de conformación de esta fuerza política, resultaría erróneo concebirla solamente como un partido político -el PRO- compuesto por su cuerpo de afiliados, ya que éste se encuentra integrado en un espacio partidario flexible y de límites porosos, conformado por redes que incluyen pero a la vez exceden al partido. Estas redes también engloban a partidos aliados (como el Partido Demócrata y el partido Demócrata Progresista), dirigentes afiliados a otros partidos (como es el caso de sectores del peronismo, el radicalismo y el Partido Federal) y fundaciones (tales como la Fundación Pensar y el Grupo Sophia). De hecho, el macrismo dista de constituir un actor identitariamente unitario, puesto que se encuentra compuesto por una multiplicidad de individuos y grupos que se autodefinen y posicionan de un modo considerablemente heterogéneo. De hecho, en tal variedad son rastreables las huellas de las apelaciones antipolíticas y la fragmentación de las identidades tradicionales que marcaron contextualmente el momento formativo de esta fuerza política. Aunque otras discriminaciones son posibles, diferenciamos dos grandes grupos de redes del espacio: I) Figuras de prácticamente nula experiencia política previa que propulsan apelaciones antiideologicas, anticonfrontativas, eficientistas y tecnocráticas, entre las cuales se incluyen profesionales provenientes del sector privado, activistas de la sociedad civil y jóvenes que se incorporaron al espacio siendo estudiantes o graduados recientes. Debe señalarse que el perfil de estas figuras es el más afín a la propia trayectoria y modo de presentación pública del propio líder del espacio, Mauricio Macri; II) Figuras con experiencia o fuertes identidades políticas previas, entre las cuales pueden distinguirse: 1) Radicales referenciados en la figura extrapartidaria de Daniel Angelici -actual presidente del club Boca Juniors- que todavía se encuentran afiliados a la UCR. 2) Peronistas divisibles en tres grupos sobre la base de sus trayectorias previas: a) Nucleados en torno de un líder intermedio peronista y generalmente afiliados al PJ, tales como aquellos que encuentran su referente en Diego Santilli o Cristian Ritondo. Sobre todo en el caso de este último, su reivindicación de la identidad peronista se traduce en el establecimiento de agrupaciones propias al interior del espacio macrista. Asimismo, no sólo antagonizan con el kirchnerismo en general, sino también con el PJ porteño en particular, pues la conducción de este último se inscribe -aunque débilmente- en el armado kirchnerista; b) Referenciados ya sea en un líder intermedio no peronista o en la propia figura de Macri y en algunos casos afiliados al PRO; 3) Dirigentes provenientes de Recrear, incorporados partidariamente al PRO luego de la fusión entre su fuerza de origen y CpC; 4) Miembros de pequeños partidos de baja relevancia electoral en la Ciudad (tales como el Partido Federal, el Partido Demócrata o el Partido Demócrata Progresista).
Creemos interesante detenernos por un momento en el modo en que los miembros del espacio se perciben a sí mismos y a otros. En primer lugar, hemos registrado una multiplicidad de definiciones en torno a quiénes se engloban en el PRO y quiénes son figuras aliadas, tal como se advierte en los siguientes fragmentos de entrevistas:
"Entrevistadora: Pero cuando vos hablás de peronistas y radicales, están fuera del PRO?
Entrevistado: Del partido sí. Yo no podría ir nunca a una mesa de conducción del partido radical. Pero como aliados sí... generamos... coordinamos todo el tiempo." (Entrevista a
legisladora PRO en Ciudad de Buenos Aires, 3/5/2010)
"A partir de ahí se empiezan a sumar los aliados peronistas, los aliados radicales, los del PDP, los del Partido Federal." (Entrevista a legislador PRO en Ciudad de Buenos Aires, 7/7/2009)
"Los aliados de Macri le hemos hecho un gran aporte." (Entrevista a dirigente partidario aliado al PRO en Ciudad de Buenos Aires, 21/10/2009)
"Nosotros venimos de una historia común. Digo, para nosotros, por más inclusive que haya aliados, ¿no? (...) Yo no puedo decir hoy que Cristian Ritondo sea 'un aliado del PRO', digo'Cristian es PRO' (...) Esta historia PRO es absolutamente compartida, y es de todos." (Entrevista a legisladora PRO en Ciudad de Buenos Aires, 5/3/2012)
De hecho, esta propia diversidad de perspectivas constituye un dato en sí mismo, porque da cuenta de la polisemia que caracteriza al término PRO: mientras algunos entrevistados lo conciben como un espacio que no se circunscribe a lo partidario, otros lo entienden como un partido con bordes institucionales definidos. No obstante, es posible destacar algunas regularidades en la autopercepción de nuestros entrevistados que se vinculan a los grupos enumerados previamente. Mientras los entrevistados pertenecientes al grupo II se definen fácilmente como "políticos" y reniegan de la idea de "nueva política", los entrevistados pertenecientes al grupo I se definen a sí mismos como personas que incurren en política pero no por ello se convierten en "políticos" -muchos incluso acentúan sus características de cercanía con "la gente" o "los vecinos":
"No creo mucho en el concepto de la 'nueva política'. Yo creo en un concepto moderno de hacer política, que son dos cosas diferentes. (...) Hay mucha gente que (...) viene de militancia desde hace muchos años y que entiende que hoy hay (...) una forma moderna de hacer política y se ha aggiornado a eso, y hay otros que son jóvenes que podrían ser de la 'nueva política' porque asumen ahora y tienen una manera, digamos, muy cerrada de hacerlo (...)." (Entrevista a legislador PRO en Ciudad de Buenos Aires, 14/3/2012)
"Por más que yo te digo 'la gente', en realidad nosotros nos sentimos parte de la gente, no son'la gente' y 'nosotros'. Si vos analizás el discurso de los funcionarios de la política, todos hablan del 'otro'. (...) La gran diferencia es que (...) las medidas que nosotros tomamos me afectan a mí. (...) Yo creo que una de las principales cosas que nos ha pasado a nosotros en la Argentina es hablar de la 'clase dirigente', la 'clase política', como si fuera una clase aparte. (...) Era un conjunto que no estaba incluido ni intersectaba ni nada con el otro grupo que son, somos, los ciudadanos." (Entrevista a legisladora PRO en Ciudad de Buenos Aires, 5/3/2012)
La heterogeneidad identitaria descripta y el reconocimiento de la creciente gravitación y visibilidad pública del grupo II repercutieron progresivamente en las declaraciones públicas de Mauricio Macri e importantes líderes intermedios del espacio. Las presentaciones públicas más tempranas del PRO correspondían a las percepciones del grupo I:
"La Argentina necesita más política y menos políticos" (Declaraciones de Mauricio Macri a Gente, 20/11/2001)
"Nosotros no somos así; somos la nueva política" (Declaraciones de Mauricio Macri a La Nación, 20/8/2003).
Por el contrario, si bien el tipo de apelaciones anteriores no ha desaparecido completamente, la autodefinición actual que los integrantes del espacio brindan de cara a la ciudadanía comienza a incorporar una imagen de "pluralidad"13, no entendida como un déficit sino como un plus. En palabras de Mauricio Macri:
"El PRO está generando que mucha gente que no participa en política se sume y también se suman muchos peronistas, algunos radicales, de partidos del centro y eso es lo que le da dinámica al PRO: la combinación de gente nueva con gente con experiencia." (La Tecla, 15/5/2010)
Ahora bien, la idea de un espacio partidario compuesto por redes diversas que exhiben una alta heterogeneidad identitaria podría conducirnos a concebir la existencia de facciones que disponen de recursos similares y orientan con su lucha el funcionamiento de esta fuerza. Si bien existen tendencias y tensiones al interior del espacio, éstas producen alineamientos entre grupos que no necesariamente se ajustan a las distinciones identitarias que hemos presentado aquí. Y lo que es más relevante aún, estos conflictos son relativizados por la centralidad del líder, Mauricio Macri. De hecho, pese a los mecanismos de consulta implementados al interior de la organización, el poder decisorio sobre las alianzas y candidaturas se encuentra en manos de su líder, quien impone su voluntad incluso en contra de la tendencia mayoritaria en su espacio partidario. Ejemplo de ello es la definición de la candidatura de Mauricio Macri en 2011, cuando éste revirtió su decisión inicial de jugar por la presidencia de la Nación y prefirió buscar su reelección en la Ciudad -pese a la presión que la mayor parte de los integrantes del espacio ejercía en sentido contrario. Tal como lo relata un entrevistado:
"La mayoría de la dirigencia internamente lo invitábamos a Mauricio a ir a la nacional. Sabíamos que no podía ganar, pero entendíamos que quedaba muy bien posicionado para discutir en 2015. El temor era no ganar la Ciudad (...). Cuando Mauricio decide ir a la Ciudad en vez de a la nacional, una noche se hizo una reunión (...). Pero hay un punto donde la decisión de él vale todos los votos del partido." (Entrevista a funcionario GCBA en Ciudad de Buenos Aires, 6/3/2012)
Otra entrevistada afirma, en el mismo sentido, que Macri:
"(...) escucha, llama, pero la decisión después la toma él y su grupo más cercano." (Entrevista a asesora PRO en Ciudad de Buenos Aires, 19/1/2012)
Reconocer esta dinámica no significa desde ya declarar la total heteronomía del macrismo respecto de su líder, puesto que entender los espacios partidarios como instrumentos supone concebirlos como elementos actualmente necesarios para cumplir (aunque imperfectamente) una función procedimental y desarrollar un trabajo de campaña territorial o virtual. Pero es imperioso notar que estas redes han sido convocadas en última instancia por su figura, de cuya popularidad no sólo dependen para obtener éxito electoral y acceder al aparato estatal, sino también para mantenerse cohesionadas como espacio político. Ello supone que los recursos de tipo organizativo e institucional del espacio se encuentran en gran medida sujetos a la reproducción de la legitimidad de la figura de Macri en el marco de las coyunturas electorales14: en boca de un entrevistado, el PRO es un partido "macridependiente", o tal como lo expresa otro integrante del espacio:
"El gran desafío de él [Macri], como de todo dirigente que crea un partido, es que algún día el partido funcione sin él, porque un día no va a estar y el partido debería trascendernos a todos." (Entrevista a funcionario GCBA en Ciudad de Buenos Aires, 6/3/2012)
Es menester agregar que el tipo de composición y dinámicas que caracterizan al PRO se reflejan patentemente en las campañas electorales, en las cuales también es posible visibilizar las
identificaciones que tanto líder como espacio partidario procuran suscitar en la ciudadanía. De hecho, las campañas del PRO suelen expresar uno de los rasgos propios de la constitución del vínculo representativo durante la etapa que Manin denomina "democracia de audiencia" o"democracia de lo público", esto es, la vinculación directa del candidato con la ciudadanía, prescindente de mediaciones partidarias. No puede obviarse el hecho de que Mauricio Macri no aparece como representante de su espacio partidario sino que en última instancia requiere de este último en tanto que sello y grupo de redes que le permita competir electoralmente. En este sentido, podría argumentarse que las identificaciones ciudadanas fluyen hacia su individualidad como candidato, al igual que ocurre con la imagen de Luis Juez. De hecho, la centralidad de la figura de Macri también se encuentra reforzada además por el halo de proximidad que suele permear las campañas de su fuerza, tal como puede apreciarse en numerosas piezas de comunicación política: la utilización del nombre de pila del candidato en el slogan "Mauricio en la Ciudad" (2011), el motto "Francisco + Mauricio + Gabriela = Vos" (2009), la aparición de vecinos en spots y afiches y las interpelaciones del tipo "creemos que la política puede ser menos de los políticos y más de los vecinos" (2011). Este sentido de proximidad también se presentifica en las percepciones de nuestros entrevistados:
"La gente me parece que lo que busca en los gobernantes no es sólo la eficiencia sino cierto rasgo de humanidad, digamos (...). Cierto acercamiento entre el funcionario o dirigente político y la gente. (...) La gente necesita tener contacto con los funcionarios para que vea que son seres humanos como ellos, que tienen las necesidades que tienen ellos, que son capaces de escucharlos, y obviamente que hay que proponerles soluciones. Uno tiene que ser creíble." (Entrevista a funcionario GCBA en Ciudad de Buenos Aires, 6/3/2012)
Cabe aclarar que el protagonismo del líder no significa desde ya que el macrismo no ensaye algún tipo de evocaciones identitarias diferenciadas, pero es menester notar que carecen de un perfil estrictamente partidario. Ilustración de ello son las ya mencionadas referencias públicas al PRO no como un partido sino como un "espacio político plural", las cuales obedecen a un intento por reivindicar positivamente la heterogeneidad en la composición de la fuerza e irradiar una imagen de apertura a una diversidad de ciudadanos. Otro ejemplo es la utilización del apócope como marca aglutinadora de elementos muy diversos que exceden claramente lo partidario: el PRO como actitud positiva, proactiva, constructiva, profesional y propositiva.
A su vez, las interpelaciones que Macri y su espacio emplean en las campañas suelen reafirmar una idea gestionaria, consensual y positiva de la política, tal como se advierte en los siguientes ejemplos: en cuanto al primer aspecto, las frecuentes apelaciones a la construcción con "hechos" y no con "palabras", los afiches que rezaban "Mientras otros hablan, Mauricio Macri hace Obras", "Pasión por hacer" (2003). Respecto del segundo aspecto, los slogans inclusivos "Vos sos bienvenido", "Soy bienvenido/a", "La Ciudad nos une" (2011), el motto "Por cada agresión una propuesta" (2007), las frases "Usted sabe bien que conmigo se puede hablar" (2009). En relación al tercer aspecto, el juego de palabras "Estaría bueno Buenos Aires" (2007).
No obstante, también es posible detectar desplazamientos en el discurso macrista a lo largo de su década de vida. Por ejemplo, como hemos mencionado anteriormente existe un progresivo reconocimiento de la pluralidad del espacio. Asimismo, nuestros entrevistados registran un cambio en el modo de presentación de las figuras del macrismo ante la ciudadanía, el cual poseía un carácter excesivamente tecnocrático y distante, que luego se inteligibilizaría con el correr de las campañas:
"Nosotros la campaña de 2003 la encaramos intentando transmitir un mensaje, manzana por manzana ibas llevando tema por tema lo que querías hacer. Y hubo como un exceso de información que la gente nunca percibió. Por el nivel de detalle que dábamos. Entonces le hablabas de 25.543 árboles y 2.000 millones de metros cuadrados de veredas y era lo mismo
que decirles nada. Y de ahí pasamos al salto del bache, más o menos (risas). De un extremo al otro. Pero la campaña de 2003 fue así, por todos estos equipos que te digo, entonces en educación, tema por tema, decíamos que íbamos a hacer esto y esto y esto y llegaba un momento en que la gente te escuchaba los primeros cinco minutos y después no les interesaba,¡qué se yo!" (Entrevista a legislador PRO en Ciudad de Buenos Aires, 7/7/2009)
Sin embargo, el giro más tangible en la estrategia discursiva de Mauricio Macri y su espacio ha sido el representado por el progresivo vaciamiento ideológico de sus declaraciones públicas e interpelaciones de campaña, tal como lo ilustran los siguientes fragmentos:
"Soy un tipo conservador y pragmático. Me ubico ideológicamente en centroderecha." (Declaraciones al programa "La Guerra y la Paz" de CVN citadas en Clarín, 15/8/2000)
"Los cartoneros tienen una actitud delictiva porque se roban la basura." (Declaraciones de Macri a La Nación, 27/8/2002)
"Gente como (Luis) D'Elía y (Raúl) Castells, que toma casinos, supermercados y comisarías, debería estar presa." (Declaraciones de Macri a Página 12, 19/8/2005)
"PRO no es un partido político tradicional, no es de izquierda ni de derecha porque el progreso y el bienestar de las personas no se mide por cuadrantes. PRO es una forma de sentir al país, un deseo de aporte, cambio y crecimiento." (Declaraciones de Macri a La Razón, 17/4/2011)

"Seguir catalogando las propuestas políticas como pertenecientes a la derecha o a la izquierda es aplicar al presente categorías del pasado, que en vez de explicar confunden. (...) Según la perspectiva antigua la política es lucha e ideología, según la perspectiva moderna la política es gestión y servicio al ciudadano. El PRO sostiene esta última concepción, y busca favorecer el desarrollo nacional a través de la búsqueda de consensos y de unidad. Al votante no le preocupan las clasificaciones entre derecha e izquierda, quiere gobernantes honestos que trabajen seriamente en la solución de los problemas y en la generación de condiciones para el crecimiento de todos." (Manual de campaña PRO, 2011: 5)
Hasta aquí los rasgos más salientes del liderazgo de Mauricio Macri y su rol en la conformación y desarrollo del espacio partidario cuya pieza más importante es el PRO. El apartado siguiente se dedicará, entonces, a relacionarlos con aquellos presentados por Luis Juez y su fuerza política.

5. Puntos y contrapuntos

Habiendo caracterizado con detenimiento los procesos de configuración de las fuerzas políticas lideradas por Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires y por Luis Juez en la provincia de Córdoba, señalaremos a continuación algunos elementos centrales que nos permiten establecer, de modo inicial, continuidades y rupturas entre ambos casos de estudio, sin por ello pretender agotar la multiplicidad de puntos de comparación posibles.
En primer lugar, cabe señalar que tanto el PRO como el Partido Nuevo tienen su origen en un momento histórico similar. Los ecos de la crisis de representación en Argentina sucedida a fines del año 2001 y, junto a ello, el descrédito hacia los partidos políticos y la clase política en su conjunto, aún resonaban con fuerza en el momento en que Mauricio Macri y Luis Juez comenzaban a tejer las primeras redes que conformarían sus respectivos espacios partidarios, lo
cual pareciera haber colaborado para que ambos líderes se presentaran a sí mismos como exponentes de una "nueva política". Para Luis Juez, el ejercicio de nuevos modos de acción política estaba fuertemente vinculado al sostenimiento de los valores de la decencia y la transparencia, así como al coraje necesario para hacerse cargo de las responsabilidades de gobierno; en sus palabras, su estilo se caracterizaba por una combinación de "honestidad y huevos" (Clarín, 7/10/2010). La impronta polémica y de denuncia inundó un discurso que buscaba de modo permanente establecer una diferenciación respecto de la "prehistoria política", a la cual pertenecían, en su opinión, dirigentes como el gobernador José Manuel de la Sota, el ex gobernador Juan Schiaretti y el ex candidato a intendente de Córdoba Alfredo Keegan en el nivel provincial, y el ex presidente Eduardo Duhalde y el ex jefe de gabinete de ministros de los Kirchner, Alberto Fernández, en el nivel nacional, así como todos los políticos pertenecientes a los "viejos partidos" (en referencia a la Unión Cívica Radical y al Partido Justicialista) que hacían uso de las prácticas prebendarias y clientelares para retener el poder estatal. En este sentido, el principal objetivo de esta nueva camada de hombres honestos y capaces que se proponía liderar Juez en el marco del Partido Nuevo, era el de terminar con el bipartidismo imperante en la provincia, al que consideraba causante del saqueo, la corrupción y el vaciamiento de Córdoba.
Por su parte, Mauricio Macri también se inscribía a sí mismo como representante de la "nueva política" pero, a diferencia de Juez, no la asociaba a una crítica al bipartidismo -poco operante en la Ciudad de Buenos Aires, donde el sistema partidario no sólo había eclosionado en 2001 sino que ya había comenzado a descongelarse a mediados de la década de 1990, con la aparición del Frepaso (partido del cual provenía el principal contendiente de Macri en las elecciones de 2003, Aníbal Ibarra). Por el contrario, la vieja política englobaba a los políticos en general, en tanto clase separada o administradores públicos corruptos, ergo ineficientes. La nueva política enarbolada por el macrismo no se presentaba en contraposición a nombres concretos -como sí sucedía en muchos casos con las concepciones de Juez- sino que se oponía en términos abstractos a un conjunto de prácticas y actitudes divorciadas de los intereses de "la gente". Con el paso del tiempo, la demanda de transparencia quedó en un segundo plano frente a la centralidad adoptada por una concepción de nueva política asociada a la eficiencia en la gestión, es decir, a la resolución de necesidades que no debería suponer conflicto alguno15.
De este modo, tanto Macri como Juez buscaron construirse como outsiders de la política. Luis Juez, poseedor de una extensa trayectoria en el Partido Justicialista de su provincia, intentó alejarse de toda imagen asociada a su partido de origen -aunque, como veremos más adelante, sin cortar absolutamente los vínculos con la tradición peronista- y se presentó como un hombre diferente a los políticos tradicionales, de marcada honestidad y con el coraje necesario para"cambiar la política" y terminar con el bipartidismo imperante en la provincia de Córdoba. Por su parte, Macri mostraba su efectiva exterioridad respecto del ámbito político al destacarse por su actividad en la presidencia del club de fútbol Boca Juniors y asociar su incursión en lo público con una intención de renovación de la política, a ser despojada se sus vicios e ineficiencia. En este sentido, al ingresar a la política Macri se presentaba -acorde a los términos de Anthony King (2002)- como un verdadero outsider social, puesto que efectivamente su actividad se centraba en el tercer sector y carecía de prácticamente cualquier experiencia política. Por su parte, Juez se revelaba más bien como un outsider táctico, ya que elegía deliberada y estratégicamente mostrarse ajeno a la política -al menos tal como ésta se conocía en la provincia-, pese a su conocido recorrido partidario previo. No obstante, con el paso del
tiempo ambos líderes pueden englobarse bajo esta segunda categoría, puesto que se presentan como tales a fin de marcar una diferencia conducente a aunar identificaciones por parte del electorado.
Al mismo tiempo, ambos líderes complementaron estas estrategias con el establecimiento de lazos de "proximidad", es decir, se mostraron como "hombres comunes", iguales a los ciudadanos, aunque este rasgo se manifiesta con distintos matices en los dos líderes estudiados: por una parte, el estilo coloquial, el humor y la ironía que caracterizan al discurso político de Juez operan en este sentido, mientras que por la otra Macri enuncia un discurso simple y despojado que alude frecuentemente a lo local y a la cercanía con la figura del vecino.
Por otro lado, en las formas adoptadas por el PRO y el Partido Nuevo aparecen algunas similitudes pero también diferencias. En primer lugar, cabe reiterar que si bien tanto el PRO como el Partido Nuevo pueden entenderse como partidos políticos definidos en tanto instituciones formales, cuya integración estaría determinada por la afiliación, estas organizaciones se encuentran incluidas en espacios partidarios mayores de bordes más porosos e indeterminados, en los que pueden confluir con otros partidos aliados, fundaciones, fragmentos de redes partidarias en disponibilidad e individuos apartidarios. Ello se vincula a su vez con otro aspecto en el que ambas fuerzas coinciden, puesto que comenzaron como armados estrictamente locales (la Ciudad de Buenos Aires y la Ciudad de Córdoba, respectivamente) y se constituyeron a través de políticas de alianza con otros partidos políticos: el Partido Nuevo articuló un frente junto a otros partidos pequeños para competir por primera vez en 2003 en las elecciones municipales de Córdoba capital; alianza que fue variando en su composición y nombre a lo largo del tiempo pero que en los últimos comicios provinciales de 2011 se presentó como Frente Cívico -compuesto por el Partido Nuevo, el Partido Córdoba en Acción, el Partido Socialista, el Movimiento Libres del Sur, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y Nueva Izquierda-, y realizó intentos en 2007 y 2009 para constituir un armado conjunto con la UCR, que no prosperó. Sin embargo, cabe aclarar que sí se concretaron diferentes alianzas para competir en elecciones a nivel municipal tanto con diversos partidos vecinales como con el PJ y la UCR. Por su parte, la fuerza política liderada por Mauricio Macri -en ese momento denominada Compromiso para el Cambio- debutó electoralmente en 2003 con un armado que vinculó diversas listas de adhesión a la candidatura del entonces presidente de Boca a la jefatura de Gobierno. Dichas fuerzas aliadas comprendían tanto pequeñas fuerzas de baja relevancia electoral o de poca implantación territorial local como el Partido Justicialista -el cual no integró orgánicamente ninguna alianza con el macrismo en elecciones posteriores, aunque como ya hemos mencionado previamente, figuras afiliadas no sólo al PJ sino también a la UCR participan activamente en el espacio macrista. Asimismo, las elecciones de 2005 trajeron como novedad la incorporación de Recrear -el partido fundado por el ex ministro de Economía y Defensa, Ricardo López Murphy- a la coalición encabezada por CpC. Dichas ampliaciones invistieron al partido en formación de un perfil coalicional -a tono con otros frentes políticos porteños- que aparecía públicamente como el mismo Macri entablando un diálogo con diversos actores partidarios, tanto externos como internos a su propia fuerza política (Mauro, 2008). No obstante, es válido señalar que estas tendencias coalicionales externas se han atenuado al progresar las elecciones locales, como producto del moderado crecimiento de sus redes propias, de la reducción y relativa estabilización del número de pequeñas fuerzas aliadas y de la favorable fusión con Recrear que ocurriría a fines de 2009 -la cual aseguró al macrismo estructuras de alguna organicidad en otros distritos del país pero a la vez incrementó la heterogeneidad del partido, esto es, sus tendencias coalicionales internas.
Los lazos de ambas fuerzas con los partidos tradicionales también penetran en la propia constitución de las mismas: en un amplio sector de los entrevistados tanto del PRO como del Partido Nuevo se registra una experiencia de militancia iniciada y desarrollada en la UCR o el PJ, que da cuenta de la variedad de tradiciones partidarias que conviven en dichos espacios, y de
los límites del discurso de ruptura y quiebre total respecto de la "vieja política" con el que buscaron identificarse las propuestas del tipo del Partido Nuevo y del PRO.
Sin embargo, mientras ambas fuerzas tienden puentes con individuos y fragmentos de redes en disponibilidad provenientes de partidos tradicionales, cabe mencionar un elemento que diferencia la composición de estos espacios partidarios: el lugar de los think tanks. El macrismo se revela como una fuerza que recluta parte del personal gubernamental porteño en el marco de fundaciones: de hecho, el grupo que inicialmente se conformó en torno al propio Mauricio Macri lo hizo en la fundación Creer y Crecer, la cual además subsumió en su seno los cuadros provenientes del Grupo Sophia -think tank creado en la década de 1990 por Horacio Rodríguez Larreta. Cabe destacar, por una parte, que la creación de la fundación precedió a la del partido - y no al revés- y que gran parte de quienes integraban Creer y Crecer hoy ocupan cargos jerárquicos en el gobierno porteño o se desempeñan como legisladores locales. Actualmente el think tank asociado al PRO es la Fundación Pensar, la cual exhibe un perfil más técnico que el previamente adoptado por Creer y Crecer. Por el contrario, el Partido Nuevo ha tenido mayores dificultades para reclutar cuadros técnicos propios: en un primer momento, al hacerse cargo de la intendencia de la municipalidad de Córdoba, logró incorporar a su espacio a muchos funcionarios de rango intermedio (subsecretarios, coordinadores y subjefes) a partir de darles mayores responsabilidades en sus respectivas áreas de expertise. Por otro lado, a partir de contactos bilaterales, Juez logró nutrir su espacio de personalidades con experiencia en gestión de los mundos de la empresa, la acción social, la educación, la salud y los medios de comunicación. Sin embargo, el primer intento por constituir una usina propia para la formación de personal gubernamental recién comenzó en el año 2011 con la creación del Instituto de Planificación Estratégica para las Políticas Públicas (IPPEP), que reunió a diferentes técnicos y especialistas de diferentes áreas para la elaboración de propuestas y diagnósticos en distintas materias. Bajo la dirección del ex candidato a viceintendente Marcelino Gatica, el IPPEP surgió en el contexto de la campaña electoral por la gobernación y con el objetivo de elaborar la plataforma electoral del Frente Cívico para ese año; su reciente nacimiento y escaso desarrollo nos impiden señalar aún sus logros efectivos. De todos modos, más allá de las diferencias consignadas en la composición de los espacios partidarios macrista y juecista se impone una consideración de carácter más general relativa a las funciones desempeñadas por sus instituciones centrales, los partidos Propuesta Republicana y Partido Nuevo. ¿Acaso el hecho de que el PRO y el Partido Nuevo recurran a fundaciones o a cuadros ya insertos en la estructura gubernamental a fin de reclutar personal político no implican un debilitamiento de la función procedimental que todavía suele considerarse monopolizada por los partidos políticos? Ninguna de ambas estructuras logra formar a su interior la mayor parte de los cuadros políticos requeridos para el ejercicio del gobierno.
Asimismo, es pertinente tratar el nivel de alcance y crecimiento de ambos partidos, así como el grado de organización interna alcanzado por éstos. El Partido Nuevo aún posee dificultades para fortalecer su organización institucional y penetrar más allá del territorio de la capital provincial, la cual continúa siendo su principal bastión electoral, a pesar de la disminución del porcentaje de votos allí obtenido en los últimos años (49,60% en 2007, 38,60% en 2009 y 37,74% en 2011). Asimismo, el cuarto puesto del candidato juecista, Esteban Dómina, en las elecciones de la Ciudad de Córdoba en 2011 -que supuso la primer derrota de dicha coalición en la capital desde su surgimiento (sin contabilizar las elecciones presidenciales de 2011)- y las escasas victorias obtenidas en elecciones municipales, dejan en evidencia los límites de la fuerza para sobrevivir más allá de la figura de su principal líder. Por su parte, el PRO también constituye una fuerza anclada localmente que enfrenta dificultades para trascender el distrito porteño, sobre todo debido a su dependencia de la popularidad nacional de su líder, Mauricio Macri: de este punto da cuenta la ausencia de un candidato presidencial en las elecciones nacionales de 2011 y la merma registrada en los votos obtenidos por el partido en contraste con los de las elecciones locales previas. No obstante, los límites a la trascendencia nacional enfrentados por el macrismo
se presentan menos infranqueables que los sufridos por el juecismo, puesto que el PRO se ha presentado como una fuerza competitiva -obteniendo incluso algunos éxitos electorales- en las provincias de Salta, Santa Fe y en el municipio bonaerense de Vicente López, entre otros distritos, y desarrolla -aunque intermitentemente- cierto trabajo de construcción de una presencia partidaria en otras provincias.
No debe ignorarse, además, que su reconfirmación en el Ejecutivo porteño permite al propio Mauricio Macri posicionarse públicamente en el nivel nacional como uno de los principales interlocutores opositores al kirchnerismo. Este último ha constituido el principal contendiente discursivo del macrismo, tanto en períodos electorales como no electorales. Dicha contraposición ha oscilado entre la sutileza y la explicitación más abierta de las diferencias con el oficialismo nacional, dependiendo sobre todo de las apelaciones de campaña del kirchnerismo y de la gravedad de las tensiones entre el gobierno porteño y el nacional. Mientras las campañas entre 2003 y 2007 se caracterizaron por una confrontación más abierta con el kirchnerismo, las de 2009 y 2011 presentaron contraposiciones más veladas. Por otra parte, el primer mandato y el inicio del segundo mandato de Macri fueron signados por cierta antagonización con el Gobierno nacional combinada con el mantenimiento de apelaciones anticonfrontativas, puesto que el jefe de Gobierno ha solido argumentar que la falta de cooperación del gobierno de Cristina Kirchner constituía el factor detonante de diversos conflictos que afectaban el éxito y la reputación de la gestión macrista, tales como aquellos en torno al traspaso de la policía y los diferendos en las interpretaciones sobre las competencias de la Policía Federal y la Policía Metropolitana, el caso de las escuchas telefónicas y el financiamiento y traspaso de los subtes, entre otros episodios (Mattina, en prensa). De todos modos, es posible identificar dos giros sutiles: en primer lugar, la necesidad de reivindicar los logros de la gestión local frente a las acusaciones de victimización del jefe de Gobierno esgrimidas por la oposición local llevaron al macrismo -sobre todo en 2010- a argumentar que se habían resuelto numerosos problemas de los porteños, pese a los obstáculos impuestos por el Gobierno nacional. En segundo lugar, el reforzamiento de la identificación entre la figura del jefe de Gobierno y los intereses de la Ciudad de Buenos Aires aparentó ser una estrategia exitosa en la campaña electoral de 2011 que comenzó a permear en el discurso del segundo período macrista, donde se intensifican las acusaciones al gobierno kirchnerista de discriminar a los porteños y pretender "fundir a la Ciudad". Mientras tanto, Luis Juez ha sido inconsistente en sus posturas hacia el kirchnerismo. Aunque a fines de 2006 se declaraba "fanático de Talleres [club de fútbol], la Mona [Carlos Jiménez, famoso cantante cordobés] y Kirchner" (Página 12, 16/4/2006), y a inicios de 2007 presentaba a su espacio como "la expresión más clara en Córdoba de la Concertación Plural que el kirchnerismo pretendía construir de cara a las elecciones presidenciales de octubre" (Montero, 2009: 282), la abstención del gobierno nacional a emitir opinión respecto de los cuestionamientos a la transparencia de la victoria de Schiaretti como gobernador cordobés en octubre de 200716, marcaron su alejamiento del gobierno nacional. A partir de ese momento, Juez mantuvo un fuerte enfrentamiento al kirchnerismo que luego viró hacia la posición más moderada que ostenta actualmente: entre 2008 y 2010 su espacio sufrió un importante desmembramiento con la salida de aquellos integrantes cercanos al gobierno nacional: el propio intendente de Córdoba, Daniel Giacomino, que se declaró "soldado de la presidenta", dos legisladores provinciales que conformaron un bloque separado del Frente Cívico, el ex diputado nacional Francisco Delich, y algunos sectores como el movimiento Libres del Sur y otras agrupaciones menores, encabezados por la ex diputada Cecilia Merchán. En los últimos tiempos, sin embargo, ha adoptado una postura menos crítica en sintonía con la estrategia, de
cara a las elecciones provinciales de agosto de 2011, de presentar una imagen menos provocadora y más orientada a enfatizar su capacidad de gestión, y con el masivo apoyo electoral recibido por la Presidenta en las elecciones de 2011. Por otro lado, los intentos de trascender el nivel distrital se ven dificultados al restar aún que el espacio se afiance en el propio nivel provincial, particularmente en las localidades del interior, y se han limitado a la participación del Frente Amplio Progresista para las elecciones nacionales de ese año.
Por último, cabe mencionar que el reafirmado control del gobierno local por parte del PRO - producto de la contundente victoria de Macri en las elecciones de julio de 2011, cuando resultó reelecto por un 47,07% y un 64,27% de los votos positivos en la primera y segunda vuelta, respectivamente- y la visibilidad que ello conlleva marcan otra diferencia respecto del líder cordobés y los niveles de unidad de su fuerza política. Disponer del gobierno porteño reafirma la cohesividad y recursos del espacio partidario macrista, que a pesar de caracterizarse por una débil estructura partidaria ha estabilizado sus aliados locales, dispone de "nichos orgánicos" tales como Jóvenes PRO y goza de un bloque legislativo local caracterizado por sus considerables dimensiones -aunque no mayoritario- y disciplina partidaria. Por el contrario, el juecismo, como hemos señalado anteriormente, no cuenta con una fuerte presencia en los poderes ejecutivos municipales de las diferentes localidades de la provincia e incluso ha perdido terreno en la propia ciudad capital17, lo cual ha favorecido la dispersión y dificultado la cohesión interna.

6. Palabras finales

A lo largo de este trabajo hemos analizado las características de los liderazgos de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires y de Luis Juez en la provincia de Córdoba, así como la configuración que adoptan sus respectivos espacios partidarios. Cabe señalar que antes que la descripción exhaustiva de cada uno de estos actores políticos, hemos privilegiado una lectura que destacase aquellos aspectos que enriquecían el contraste y la comparación. A su vez, es importante mencionar que si bien son evidentes las diferencias en el éxito alcanzado hasta el momento por ambas fuerzas políticas, éstas no son un factor que afecte el interés que ambas revisten en tanto objetos de estudio.
Más allá de las diferentes circunstancias que dieron surgimiento al juecismo y al macrismo, ambas fuerzas se enmarcan en las transformaciones de largo plazo en los regímenes democráticos contemporáneos que afectan el lazo de representación. Atendiendo a este aspecto, hemos señalado, a través de estas líneas, la relevancia que adquieren los liderazgos en las democracias de audiencia, al instituir los escenarios y organizar la competencia política a partir de definir listas y candidaturas, configurar alianzas y protagonizar las campañas electorales.
Luego de dar cuenta de estos elementos en cada uno de los casos analizados, procuramos poner nuestras lecturas en juego a través de la comparación de las similitudes y diferencias entre el rol desempeñado por estos líderes y las fuerzas políticas resultantes de su acción. De hecho, los vínculos con los partidos tradicionales, la elaboración de un discurso centrado en las ideas de la renovación y el cambio, la proximidad establecida con la ciudadanía y la dependencia de la organización partidaria de la figura del líder son algunos de los elementos característicos de los nuevos liderazgos políticos cuyas particularidades hemos rastreado a partir del estudio comparativo centrado en las figuras de Luis Juez y Mauricio Macri. En este sentido, consideramos ambos casos en relación iterativa con las lecturas teóricas que inspiran su análisis:
éstos son iluminados por el contexto conceptual aquí adoptado y al mismo tiempo le aportan a este último una pertinente aproximación, tanto espacial como temporalmente situada.

Notas

1 Sin embargo, es pertinente diferenciar el diagnóstico que Cheresky (2006b) realiza en torno a la pérdida correlativa de centralidad de los partidos en la vida política argentina de aquel expuesto por Mair y Katz (2002) y Bartolini y Mair (2001), quienes por el contrario indican que, pese al declive de esta función representativa, los partidos occidentales han logrado revitalizarse.

2 Para el pensador alemán Max Weber, los líderes políticos son aquellos que buscan el reconocimiento de los representados y toman decisiones políticas de las que deben hacerse responsables (Novaro, 2000: 112), lo que nos permite pensar la noción del liderazgo como una relación social, como un tipo de lazo político establecido entre los representantes y los representados, y no sólo en función de aquellas capacidades personales que puede ostentar un individuo concreto (Rodríguez, 2009).

3 No obstante, dicha crisis no sólo significó un cuestionamiento del lazo representativo en sí mismo sino también la búsqueda de alternativas a la relación existente entre representados y representantes y la reformulación de las nociones compartidas en relación con las tareas que estos últimos deberían cumplir (Pousadela, 2003).

4 Para Rosanvallon (1992), por otro lado, resulta vano pretender oponer una "vieja" política que sería formal, lejos de la gente y de las cosas, a una "nueva" política de lo cotidiano, que haría vivir en armonía las exigencias generales del bien común con la consideración de todas las especificidades, en tanto que existe una tensión imposible de eliminar entre la necesidad de la representación política para articular lo político y lo social - con la protección de la libertad que otorgan las reglas y las convenciones-, y el riesgo permanente de que esta separación productiva entre sociedad política y sociedad civil se convierta en una distancia negativa.

5 Con 3.243.621 habitantes (censo de población de la provincia de Córdoba año 2008, Gobierno de la provincia de Córdoba, Dirección General de Estadísticas y censos), Córdoba es la segunda provincia más poblada del país y representa el 8,78% del padrón nacional (correspondiente a 2.439.557 electores). La Ciudad de Córdoba concentra el 40,5% de la población de la provincia (1.315.423 habitantes, censo provincial 2008), convirtiéndose en la segunda aglomeración urbana del país después del Gran Buenos Aires.

6 El ex candidato a presidente Eduardo Angeloz (UCR) gobernó en el período 1983-1995, seguido por su histórico adversario interno Ramón Mestre, hasta 1999. El PJ -en la alianza Unión por Córdoba (UPC)- alcanzó la gobernación con José Manuel de la Sota (quien gobernó entre 1999 y 2007 e inició un tercer período en diciembre de 2011), y Juan Schiaretti, entre 2007 y 2011. Al mismo tiempo, ambos partidos tradicionales predominan en el nivel municipal.

7 A lo largo de diversas entrevistas con integrantes del Partido Nuevo provenientes del radicalismo, se evidencia que la mayoría de ellos se siguen reconociendo como radicales, y algunos inclusive no se desafiliaron (aunque en muchas oportunidades, fueron expulsados del partido). Lo mismo sucede en el caso de los miembros adscriptos al PJ, como puede verse a partir de las declaraciones de la ex concejal de la Ciudad de Córdoba, Sandra Trigo: "Yo soy peronista y me voy a morir peronista. Esa identidad no la voy a entregar. No me lo solicitaron en el Frente Cívico" (diario digital Sos periodista, 12 /11/2008). Si bien este factor, por un lado, colaboró en la incorporación de miembros al espacio, por otro, y sumado a la imposibilidad del Partido Nuevo de generar una identidad propia, incidió en el desmembramiento del espacio, como desarrollaremos en breve.

8 En las mismas, realizadas el 7 de agosto de 2011, se eligió gobernador y vicegobernador y se renovaron las 70 bancas que componen la Legislatura provincial.

9 De hecho, lingüistas como Maingueneau (1980) sostienen que la identificación del líder con los destinatarios de su discurso se manifiesta asimismo en el innumerable empleo de léxicos, construcciones verbales y expresiones cotidianas y familiares, que intentan lograr un mayor acercamiento al actuar como un guiño cómplice que despierta la atención de los destinatario, a la vez que dotan al discurso de un mayor grado de transparencia, una mayor empatía con el discurso del receptor. El empleo de palabras de uso popular produce rupturas de tipo semántico, es decir, interferencias léxicas en el hilo continuo del discurso (isotopía) que permiten que el interlocutor se relacione con lo que esta diciendo el receptor y permiten al enunciador acreditarse a la vez que acreditar a sus enunciados.

10 Dicha dinámica se define como el cambio gradual de un sistema partidario que supone una lenta declinación del apoyo electoral a los grandes partidos (Dietz y Myers, 2007).

11 A partir de dicho episodio la imagen negativa de los partidos políticos no fue menor al 64% en el marco del Área Metropolitana de Buenos Aires: de hecho, el porcentaje de apartidarios o independientes crece de modo sostenido desde dicho momento (Bril Mascarehnas, 2007). En este aspecto, la Ciudad de Buenos Aires no es ajena a un fenómeno tangible en nuestro país. Según Latinobarómetro (2010), un 70% de los encuestados argentinos sostiene que sin partidos políticos no puede haber democracia, mas tan sólo un 21% confía algo o mucho (respuestas sumadas) en los partidos políticos. Mientras tanto, el Gobierno, el Congreso, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas son depositarios de la confianza de entre el 36 y 39% de los encuestados. A su vez, sólo un 16% cree que trabajar en un partido político sería un modo efectivo de influir en decisiones gubernamentales.

12 Entendido como el desplazamiento de los partidos que componían el sistema partidario tradicional a una posición cercana a la irrelevancia electoral, por vías democráticas y en el curso de no más de dos ciclos electorales completos (Dietz y Myers, 2007).

13 De hecho, la idea de pluralidad ha sido empleada como herramienta argumentativa a fin de enmarcar positivamente lo que podría interpretarse como tensiones o insuficiencias (vetos del Poder Ejecutivo a leyes votadas por el bloque PRO, indecisiones en la determinación de candidaturas locales, la ausencia de un apoyo formal a uno u otro candidato en categorías electorales en las que el PRO no se presenta).

14 Pero no solamente en ellas, ya que si bien la cuestión excede los límites de nuestro trabajo, es necesario reconocer que los representantes se encuentran permanentemente sujetos a la vigilancia ciudadana en el espacio público.

15 Salvo en momentos álgidos de su enfrentamiento con el Gobierno nacional, la retórica del macrismo se ha caracterizado por el borramiento de sus contradestinatarios discursivos. Cabría preguntarse si la mayor explicitación de esta oposición por parte del mismo Macri a raíz de roces recientes -sobre todo los vinculados al traspaso de subtes y líneas de colectivo- significará un giro sostenido en dicha retórica, quizás disociada de aquí más en un nivel consensual vinculado a lo local y un nivel nacional donde se admitiría el conflicto.

16 En las mismas, el candidato de Unión por Córdoba (coalición vertebrada en torno del Partido Justicialista provincial), Juan Schiaretti obtuvo el 37,17%, seguido por Juez, por el Frente Nuevo, con un 36,04%, lo que representaba una diferencia de alrededor de 17.000 votos. Juez cuestionó la legitimidad del resultado y solicitó "abrir las urnas", pedido que fue finalmente rechazado por la Justicia Electoral de la provincia pero que dejó instalada en la opinión pública la sensación de que se había producido un fraude electoral.

17 Recordemos que si bien el Frente Cívico se hizo del Poder Ejecutivo de la capital en 2003 y en 2007, la ruptura entre Luis Juez y el entonces intendente Daniel Giacomino, a principios de 2009, alejó a la fuerza de todo acceso a los recursos municipales. Asimismo, el cuarto lugar en 2011 redujo su participación en el Concejo Deliberante a solamente dos bancas propias.

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Entrevistas

40 entrevistas realizadas durante seis estadías en la ciudad de Córdoba en los meses de mayo y octubre de 2009, abril y agosto de 2010, y abril y julio de 2011: ocho concejales, siete legisladores provinciales, cinco militantes, tres académicos, dos periodistas, dos dirigentes partidarios, un funcionario provincial, y tres diputados nacionales (entrevistados en Buenos Aires).

40 entrevistas realizadas en la Ciudad de Buenos Aires entre abril de 2009 y marzo de 2012: cinco funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, trece legisladores porteños, dos diputados nacionales, ocho dirigentes partidarios, tres militantes, cuatro asesores, un periodista.

Con algunos participantes, las entrevistas se realizaron en más de una ocasión.

Recibido: 19.0812
Revisión editorial: 12.11.12
Aprobado definitivamente: 2.02.13