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Trabajo y sociedad

On-line version ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.21 Santiago del Estero Dec. 2013

 

CONFIGURACIONES DEL PODER Y LA POLITICA

Acerca del peronismo subnacional, el juarismo y otras variaciones locales: alianzas y disputas internas en Santiago del Estero entre  1946 y 2010 

About subnational peronism, juarism and other local variations:  alliances and infinghting in Santiago del Estero between 1946 and 2010 

 

Ernesto Picco*

* Conicet / Instituto de Estudios Sociales para el Desarrollo Social, Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Doctorando en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Correo: ernesto_picco20@hotmail.com

 


RESUMEN

Este trabajo aborda algunas de las variaciones del peronismo subnacional, tomando el caso de Santiago del Estero. Se presenta en clave historiográfica un recorrido sobre la actividad y las relaciones de los diversos grupos políticos que actuaron en la provincia en nombre de Perón desde 1946 hasta 2010: el régimen juarista, radicales disidentes, nacionalistas católicos, frondizistas, guerrilleros, facciones neoperonistas, militares nacionalistas, jóvenes de izquierda, gremialistas, demócrata cristianos, funcionarios de la dictadura, reformistas neoliberales, y más recientemente kirchneristas locales. .
La reconstrucción de esta historia se realizó con información secundaria de historiadores y sociólogos y periodistas santiagueños, y llenando las "lagunas" de etapas no estudiadas con fuentes primarias y entrevistas en profundidad.
El caso muestra como la heterogeneidad de la base política del peronismo local se unifica tras la muerte de Perón y la consolidación de un liderazgo fuerte concentrado en la figura de Carlos Juárez. Tras la muerte del caudillo santiagueño, el peronismo local volvió a atomizarse en diferentes expresiones del kirchnerismo.

Palabras clave: Peronismo subnacional; Historiografía; Juarismo; Kirchnerismo; Poder

ABSTRACT

This paper focuses in the variations of peronism in a subnational scope, providing a look over Santiago del Estero in particular. It makes a historical review of the politic activities hold in Santiago del Estero in Peron´s name by different groups such as the regime of Carlos Juárez, dissident radicals, catholic nationalists, union leaders, Frondizi´s followers, guerrilla, neoperonists, nationalists military forces, young leftists, the christian democracy leaders, former officers of the last military dictatorship, neoliberal reformers, and most recently, local kirchnerism.
The research for this paper was made gathering the work of historians and sociologists from Santiago del Estero and to fill the blanks of non-studied periods we have interviewed key informers. This case shows how the heterogenous political base of local peronism is unified after Peron´s death and the consolidation of Carlos Juarez´s strong leadership. After the leader´s death, local peronism separated again in different expressions of kirchnersim.

Keywords: Subnational peronism; Historiography; Juarism; Kirchnerism; Power


 

SUMARIO

Introducción: identificando variaciones peronistas en el ámbito subnacional. Conservadores, radicales y laboristas en la génesis de un peronismo santiagueño sin obreros. Proscripción, guerrilla y neoperonismo en los 60. La JP, los democristianos, y los retornos de Juárez y Perón. Democracia, neoliberalismo, traiciones y rebelión. Consolidación y caída del régimen juarista. Más kirchneristas que peronistas. Conclusiones

*****

Introducción: identificando variaciones peronistas en el ámbito subnacional

Perón estuvo dos veces en Santiago del Estero. La primera, en la noche del 31 de diciembre de 1945, dos meses después de casarse con Eva Duarte y dos meses antes de consagrarse presidente en las urnas. A finales de aquel año se encontraba de campaña proselitista por el norte argentino y había decidido pasar el Año Nuevo con la familia de Jorge Pedro Álvarez, un santiagueño amigo del matrimonio, que al poco tiempo sería nombrado cónsul argentino en Nápoles. La segunda vez que estuvo en Santiago fue el 28 de agosto de 1953, cuando se realizaron los festejos por el aniversario número 400 de la fundación de la Madre de Ciudades1.
Desde aquellos años, en Santiago del Estero se hicieron muchas cosas en nombre de aquel hombre: se creó un peronismo sin obreros; se organizó y actuó la primera guerrilla peronista del país; triunfó el neoperonismo sin Perón; nació, dominó y se derrumbó el poderoso régimen juarista; y varios miles de peronistas se reciclaron luego bajo - por lo menos - cuatro kirchnerismos santiagueños.
Resumida exageradamente, esa es la historia que intento reconstruir en este trabajo, y que da muestras de que el peronismo puede ser cualquier cosa, y que casi cualquier cosa puede hacerse invocando el nombre de Perón. Aún cuando el hombre que dio origen al significante vacío (Laclau 2005, Zizek 2006) en que se convirtió su nombre no hubiera estado nunca en la provincia.
El objetivo principal de este trabajo es ofrecer una reconstrucción - probablemente por primera vez en un solo texto - de la historia del peronismo santiagueño, desde sus orígenes hasta la
actualidad, teniendo presente que la historiografía santiagueña del siglo XX se encuentra en este momento en pleno proceso de construcción.
Al final del texto, quedará mostrado a partir de este estudio diacrónico la heterogeneidad política y electoral que sostuvo el peronismo en la provincia desde sus orígenes, la forma en la que esa diversidad dio lugar al juarismo como una corriente dominante a partir de los 70, y la forma en que, tras su muerte, la gran mayoría de los peronistas locales se realinearon bajo el ala del gobierno conducido por gobernador radical aliado al kirchnerismo, Gerardo Zamora, para seguir vinculados al poder político.
Para reconstruir la historia que está escrita en este texto, recurrí a fuentes primarias y
secundarias. Conecté las partes los datos que se encuentran en trabajos de historiadores locales que trabajaron la historia institucional de la provincia, y más recientemente - especialmente en la última década - por sociólogos y politólogos que estudiaron momentos puntuales. El mapa que se puede construir con la bibliografía disponible - y en algunos casos dispersa - presenta lagunas de períodos que no han sido estudiados con mayor profundidad, como por ejemplo la resistencia peronista durante los 60 y 70 - abordado por algunas investigaciones periodísticas- o el período de los gobiernos peronistas antijuaristas a finales de los 80 y principios de los 90. Completé estas lagunas con trabajo propio de archivo y entrevistas a informantes clave.
Así las cosas, valen dos advertencias antes de avanzar. La primera es que el foco del trabajo no está puesto en la situación del PJ como partido, si no en las alianzas y enfrentamientos que se presentan en la política local en pos de llegar al poder entre partidos ya constituidos o en vías de constituirse, y que se cobijaron bajo el paraguas del peronismo. En segundo lugar, que aquí se pone más esfuerzo en la reconstrucción historiográfica que en la reflexión sociológica, entendiendo que lo primero nos ofrece un telón de fondo sobre el cual desplegar lo segundo en futuros avances del equipo de investigación.

Conservadores, radicales y laboristas en la génesis de un peronismo santiagueño sin obreros

A mediados de 1951, un grupo de cincuenta hacheros santiagueños recorrió a pie los 1300 kilómetros que separan Santiago de la Casa Rosada. El entonces gobernador Carlos Juárez saludó a los peregrinos en la partida desde la Casa de Gobierno provincial, y en Buenos Aires los recibió Perón. La travesía duró varias semanas, y fue parte de un operativo clamor santiagueño que pedía la reelección presidencial, en agradecimiento a las medidas que el gobierno nacional había tomado para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores2.
En una provincia que no tenía por entonces desarrollo urbano ni industrial, la clase obrera estaba compuesta por los hacheros que trabajaban en los obrajes rurales del interior provincial, y en menor medida por empleados públicos y bancarios.
Aquella peregrinación de los hacheros formalizó el tardío nacimiento del romance entre Perón y los obreros santiagueños. Como ocurrió en varias provincias del interior que no habían sido marcadas por la industrialización, el nacimiento del peronismo había dado no por el peso del movimiento obrero, si no por la articulación de sectores como el radicalismo, los partidos políticos conservadores, e incluso la iglesia católica, que aprovecharon la oportunidad de ascenso brindado por el cambio del escenario político. Estudios ya conocidos como los de
Mackinnon (2002) o Macor y Tcach (2003) dan cuenta de estos procesos en las provincias. El caso de Santiago ha sido trabajado por Martínez (2008), quien señala:

[En Santiago] la gran masa de trabajadores eran pobladores del campo, antiguos "agregados" en tierras cuyos títulos no poseían, que funcionaban como obreros rurales permanentes o estacionales en cosechas y especialmente en el obraje maderero, aún escasamente sindicalizados y en buena medida dependientes de patrones, capataces o contratistas. Sus votos estaban así más ligados a la obtención de pequeños beneficios rurales (postas médicas o pozos de agua) y dependían de los antiguos caudillos conservadores reciclados en radicales y ahora en peronistas, del incipiente movimiento obrero. En los años siguientes [...] aparecerá la figura de Carlos Juárez [... quien] asentará su larga hegemonía política en la provincia, precisamente en una combinación de pequeños beneficios para la población rural, cooptación del movimiento obrero urbano (fundamentalmente empleados del Estado), manejo centralizado de todo el aparato del Estado y administración estratégica de las relaciones con el poder federal (Martínez 2008:17).

Podemos desgranar esta síntesis de Martínez tomando algunos datos de los trabajos de los historiadores santiagueños Alén Lascano (1996), Tenti (1998) y Castiglione (2010). Cada uno de ellos ofrece datos novedosos, y unir las partes que nos interesan de su trabajo nos permite ofrecer un panorama de los vaivenes internos del peronismo en la época3. Para ello, debemos volver al principio.
Durante la campaña electoral que trajo a Perón a pasar el año nuevo a Santiago, la provincia aún se encontraba intervenida. Antes de cenar en la casa de los Álvarez4, aquel 31 de diciembre, Perón - que había arribado en horas de la tarde usando ya el tren presidencial - había dado un discurso desde un balcón del céntrico hotel Plaza, y luego había visitado en Casa de Gobierno al interventor Carlos Saa. Por entonces se acababan de fundar dos partidos locales que apoyaban su candidatura presidencial. El 10 de diciembre una fracción de radicales disidentes había fundado el Partido Radical Laborista. Sus figuras más visibles eran Rosendo Allub, un ex diputado y funcionario de los gobiernos radicales de Juan B. Castro y Pío Montenegro durante la década del 30; Justiniano de la Zerda, que había ocupado el puesto de jefe de la Policía
Santiagueña en los años 20 y había sido profesor de Perón en la Escuela de Guerra; y Santiago Corvalán, miembro de una tradicional familia política radical que había ejercido cargos públicos desde 1911.
En esos días había llegado con instrucciones desde Buenos Aires una comitiva de dirigentes sindicales alineados en el Partido Laborista, y el 21 de diciembre habían fundado la filial santiagueña, con los dirigentes que pudieron reunir.
Aquel diciembre se organizó también una tempranera Juventud Peronista presidida por el médico Francisco López Bustos, quien muchos años después sería una pieza clave de la política santiagueña, disputando el liderazgo local con Carlos Juárez. Ambos habían sido compañeros en el Colegio Nacional y amigos íntimos de la juventud, pero el tiempo y la política los terminarían enfrentando.
Otros militantes apoyaban al peronismo desde grupos nacionalistas católicos, como el jurista Washington Inca Cardoso, el poeta Dalmiro Coronel Lugones, y el joven abogado Carlos Juárez, por entonces dirigente de la recientemente fundada Acción Católica5.
Con ese escenario, durante la visita de Perón se sentaron las bases para un acuerdo entre los distintos grupos que apoyaban su candidatura, materializado en un pacto que el 9 de enero de 1946 firmaron en Buenos Aires Antonio Andreotti - interventor porteño del partido Laborista en Santiago - y Rosendo Allub, en representación de los radicales laboristas. Juntos, decidieron apoyar la candidatura presidencial de Perón, y la candidatura del Coronel (r) Aristóbulo Mittelbach para gobernar la provincia.
Mittelbach era un viejo oficial del GOU nacido en la localidad santiagueña de Silípica. Unos meses antes, el 12 de octubre de 1945, había sido el enviado del gobierno militar para buscar a Perón, que se encontraba retirado en el Tigre, y confinarlo a la detención que desataría luego el levantamiento popular del 17 de octubre. Haber sido el encargado de esa tarea no le impidió hacer la pirueta histórica de convertirse en el primer gobernador peronista de Santiago del Estero, mediando entre las facciones locales que apoyaban al nuevo presidente.
Los hombres que conformaron el gobierno de Mittelbach provenían de los sectores radicales y conservadores. Sin embargo, las disputas internas sobre las que se había inaugurado el peronismo local no le permitieron durar mucho tiempo en el poder. Tenti (1996) ofrece algunos detalles sobre aquellas pujas internas dentro del peronismo, que dan cuenta de una facción peronista santiagueña que se oponía al sector de Mittelbach, a quien le endilgaban vínculos con el nazismo:
A los pocos meses de asumir Mittelbach la gobernación, comenzaron las disensiones internas en el seno del partido gobernante. Dentro del sector mayoritario se constituyó un nuevo bloque del partido único denominado Gral. Juan Domingo Perón, presidido por el Dr. Javier Meneghini. Los diputados partidarios del gobernador conformaron otro, presidido por el Dr. Carlos Tulio Martilotti. A partir de entonces, el bloque opositor comenzó a plantear sistemáticamente su disidencia con el gobierno, y en septiembre resolvió interpelar al Poder Ejecutivo sobre actividades nazis fascistas, afirmando que, dentro del gobierno, altos funcionarios - en particular el ministro de gobierno Dr. Jorge Argañarás - garantizaron con su firma el alquiler de un local para la Alianza Libertadora Nacionalista (Tenti 1998:57).
Estas acusaciones motivaron la renuncia del Ministro de Gobierno Argañarás, quien fue sustituido por Carlos Juárez. El entonces joven abogado oficiaba por entonces como contador de la provincia, cargo al que había accedido por intercesión de su amigo López Bustos, y desde donde se había hecho cercano al gobernador. Pero las acusaciones se sostuvieron, y llegaron al Congreso Nacional con pedidos de intervención a la provincia por parte de los diputados santiagueños. Juárez tampoco resistió y renunció el 4 de octubre de 1947, denunciando "los manejos de una camarilla subalterna, perturbadora y desquiciante, que rodea al gobernador, transformándolo en prisionero de hierro", según publicaciones de El Liberal (Tenti 1998:58). Mittelbach renunció al poco tiempo y a partir de allí, la provincia estuvo poco más de un año intervenida, primero por Ramón Subiza y luego por Amerindo Di Bernardo, para luego dar lugar a las elecciones que llevarían por primera vez a Carlos Juárez a la gobernación, cuando tan sólo tenía 33 años.

Juárez al poder

El año de 1949 fue una bisagra para la historia santiagueña y para el destino que esperaría luego a la provincia. Originariamente, el candidato designado por Perón fue Orestes di Lullo, médico, historiador, y escritor de una trayectoria importante: había fundado, en 1941, el actual Museo Histórico Provincia, era miembro de la Academia Nacional de la Historia y la Academia Nacional de Ciencias, y había sido intendente de la ciudad capital de Santiago del Estero entre 1944 y 1945. Pero otra vez, una interna marcada por los distintos sectores locales que adscribían al peronismo terminó por estrellar el vuelo político del intelectual antes de su despegue.
Castiglione (2010) relata un episodio ocurrido en Buenos Aires que terminó con la renuncia de Di Lullo a la candidatura:

El Gral. Perón lo convocó [a Di Lullo] a su despacho en Casa Rosada y se la ofreció [a la candidatura]. Cuando Di Lullo le consultó acerca de la integración de las listas, Perón le aceptó que fuera él quien designara a los candidatos a legisladores. Pero cuando Di Lullo salió del despacho de Perón se encontró en la puerta con varios políticos locales, entre ellos Rosendo Allub, quienes le exigieron que las listas fueran confeccionadas por mitades, mitad por Di Lullo, y mitad por el Partido, imposición que él no aceptó. Pasaron los días y Perón cambió de opinión, permitiendo que desde el Partido le impusieran ciertos nombres como candidatos a integrarlas. Como Di Lullo no aceptó algunos de los nombres que le habían sido propuestos por el partido para diputados provinciales, renunció (Castiglione 2010:443).

Estas complicadas pujas internas motivaron que Perón decidiera intervenir el Partido. El hombre encargado de normalizar la situación en Santiago fue el diputado José Emilio Visca, uno de sus hombres más combativos, recordado por encabezar la comisión investigadora que recorría el país clausurando diarios y revistas que hicieran oposición al gobierno. En Santiago, Visca conoció a Juárez, y lo propuso para la candidatura.
Apostar a Juárez era jugarse por un joven abogado que no tenía la trayectoria - y con ella la a veces pesada herencia política - de otros dirigentes que se encontraban en pugna en ese momento, pero que había aparecido como una promesa ocupando cargos de importancia en los últimos tres años. Además de haber sido contador de la Provincia y ministro de Gobierno, acababa de desempeñarse como convencional por Santiago de la reforma constitucional de 1949.
Juárez se impuso a Di Lullo, reunió a los peronistas, se consagró en las elecciones obteniendo el doble de votos que el candidato radical, Hugo Catella, y completó su primer gobierno sin interrupciones entre 1949 y 1952, logrando estabilizar así el peronismo santiagueño. Después
de ganarle la candidatura a la gobernación a Orestes Di Lullo, y tras asumir como gobernador, lo incluyó en su gabinete como director de Sanidad.
Durante ese período, Raúl Juárez, hermano del gobernador, comandó la reforma de la Constitución que se sancionó en Agosto de 1949, siguiendo los lineamientos de la reforma nacional que había tenido lugar entre enero y marzo de aquel año. En la nueva Constitución Provincial se establecieron los derechos sociales, se constituyó la Cámara de Diputados y se decidió que el cargo de gobernador duraría 6 años, aunque ninguno de los hombres que luego ocuparon el puesto pudo cumplir dicho lapso.

González, el gobernador sindicalista

Terminado su mandato, Juárez partió rumbo a Buenos Aires a ocupar una banca en el Senado. En 1951 el peronismo se impuso nuevamente en las elecciones locales, para dejar al mando del gobierno al gremialista bancario Francisco Javier González, que había sido empleado del Banco Español del Río de la Plata, y secretario de la CGT delegación Santiago del Estero. Junto con él se incorporaron a la Legislatura cinco dirigentes obreros: Adelaido Miño, Dalmacio Leiva, Teodulfo Ceballos, Rafael Díaz y Juan Sánchez. No sólo se habían incorporado dirigentes obreros a los cargos legislativos, sino que además Miño y Leiva eran presidente y vicepresidente segundo de la Cámara de Diputados. Además, el gabinete del gobernador estaba conformado por dirigentes de la Caja de Jubilaciones, del gremio de obreros forestales y del de los ferroviarios.
Pero este gobierno conformado por dirigentes gremiales en sus puestos clave se desmembró tras poco más de dos años, como resultado de una jugada política que terminó condenando al gobernador. González buscaba despegarse de Juárez - que por entonces seguía ejerciendo su influencia desde el Senado - y estrechar su vínculo personal con Perón. Para conseguir lo primero mandó a investigar al ex mandatario por uso indebido de dineros públicos durante su gestión. Tenti (1996) señala que el caso más resonante fue el de la obra del Palacio de Tribunales, que se encontraba paralizada y cuyo monto certificado superaba ampliamente lo realizado. Y mientras le apuntaba los cañones a su predecesor, González se arrimaba a Perón invitándolo a formar parte de los suntuosos festejos por el 400 aniversario de Santiago.
La jugada política del dirigente gremial ungido gobernador prosperó al principio, pero rápidamente se desbarrancó y terminó pagando la osadía con la cárcel y la muerte. En los festejos por el aniversario de la ciudad, que contó con la presencia de Perón, Juárez no parece haber tenido una presencia significativa. En efecto, el entonces senador peronista no aparece en los registros fotográficos de la época. Ese es un dato significativo, que Castiglione (2010) atribuye a un distanciamiento entre Juárez y Perón:

[...] hubo una reunión en Casa de Gobierno en el despacho de Perón, a la que asistieron el gobernador González, su ministro de Economía Antonio Tagliavini, y Juárez. Al parecer para entonces había un distanciamiento entre el presidente y el ex gobernador, agravado quizás por la reciente desaparición física de Eva Duarte quien, según Juárez, era quien lo apoyaba.

Según nuestras fuentes, en esa oportunidad Perón conminó a Juárez a no hacerse presente en ninguno de los actos a los que él asistiera durante su estadía en Santiago (Castiglione 2010:459). Pero este autor sostiene que la posterior caída de González se debe también a la desaparición física de Eva Perón:
Durante su gestión González se distanció de Carlos A. Juárez. Y a partir del fallecimiento de Eva Duarte, que había sido quien impuso su candidatura, el gobernador González comenzó a
debilitarse políticamente hasta que finalmente el gobierno central lo interviniera el 28 de febrero de 1955. [...] González fue encarcelado por supuestas irregularidades cometidas y falleció en la cárcel (Castiglione 2010:457).
La muerte González tuvo lugar en 1957. Falleció pronto, pero vivió lo suficiente para ver la caída de Perón y la persecución a muchos de sus ex compañeros durante la Revolución Libertadora. Determinar cuáles fueron las irregularidades que le valieron la destitución a González requiere una profundización investigativa que no se emprenderá ahora. Tenti señala que el gobierno de González "comenzó a tambalear poniéndose de manifiesto una serie de crisis internas", y la fundamentación de la medida tomada por el gobierno nacional señalaba "la pasividad e inoperancia que ha llegado a afectar sensiblemente el incumplimiento de las funciones y servicios de gobierno, y las irregularidades denunciadas por las organizaciones del pueblo" (Tenti 1998:62). Tal vez en este último punto podría inferirse que, en busca de no perder más terreno, Juárez pueda haber pulsado sus resortes locales en la gobernación y la legislatura para investigar y limpiar del mapa a González. Pero esta es sólo una hipótesis y podrá ser confirmada o no por otros estudios en curso6.
A pesar de la necesidad de profundizar en el caso, estamos en condiciones de sacar dos cosas en limpio de este primer período: 1) que el apoyo santiagueño al primer peronismo estuvo basado en una alianza de fuerzas vinculadas al radicalismo y los grupos conservadores nacionalistas católicos, con poco peso de la clase obrera industrial característica del peronismo - los escasos dirigentes gremiales santiagueños eran banqueros, empleados públicos y hacheros - y que este primer período tuvo como legado más importante el surgimiento político de Carlos Juárez; 2) el intento fallido de una "peronización" de ese gobierno local a partir un movimiento de piezas digitado desde Nación para poner en juego un gobierno con dirigentes gremiales en cargos clave, pero cuyas carreras políticas se vieron rápidamente truncadas, primero por las luchas internas con el sector conservador, e inmediatamente después por el avance de la Revolución Libertadora.

Proscripción, guerrilla y neoperonismo en los 60

La criminalización del peronismo que se institucionalizó mediante el Decreto Ley 4161, de marzo de 1956, provocó el transitorio repliegue de la militancia peronista santiagueña, que a partir de la organización de los nuevos comicios que llevarían al pacto electoral Perón-Frondizi, se volvió a organizar en tres sectores diferentes: aquellos peronistas que adherían al frondizismo, los peronistas que no adherían al frondizismo y se agruparon en nuevos partidos políticos, y los que eligieron la vía armada y clandestina.
Los candidatos a gobernador que apoyaban la UCRI de Frondizi pelearon por separado las elecciones de 1958, dando lugar a tres listas radicales en competencia: dos de la UCRI y una de la UCR del Pueblo. En aquella ocasión fue electo Eduardo Miguel, que contaba con el apoyo nacional. Se impuso dejando en segundo lugar al candidato de la UCR del Pueblo, Hugo Catella - que ya había perdido con Juárez en 1949 - y en tercer lugar al candidato de la escindida UCRI Roja y Blanca, Pedro Zanoni.
Según Alén Lascano, el gobierno de Miguel "Debió enfrentar los temporales de la accidentada relación entre Perón y Frondizi vía Frigerio. Endeudó la provincia para satisfacer las crecientes
demandas salariales del peronismo, y terminó derrotado el 18 de marzo en el catastrófico comicio que provocó el derrocamiento frondizista" (Alén Lascano 1996:601).

Guerrilleros con ametralladoras de madera

Durante los primeros años de su gobierno, mientras que algunos militantes peronistas más veteranos habían apoyado la candidatura de Miguel y se habían sumado a su gabinete tras el triunfo, un grupo de jóvenes montó la primera operación guerrillera argentina, en nombre de Perón. En la noche del 24 de diciembre de 1959, un comando de una agrupación llamada Uturuncos7 asaltó la comisaría de la ciudad de Frías, robó armas y partió a la selva tucumana, donde esperaban la llegada de otros grupos armados para organizar una guerrilla rural y concretar una zona liberada. Pero la historia terminó de otra manera: nadie vino a apoyarlos, se quedaron solos y fueron capturados por la policía (Salas 2003; Carreras 2011).
Por lo que se registra en algunos trabajos históricos y periodísticos, la aventura de los Uturuncos no habría sido una quijotada de un grupo de adolescentes, sino la punta de lanza de un plan de lucha articulado desde Buenos Aires que se terminó abortando antes de ponerse completamente en marcha.
Aparentemente el plan había originado en la casa del mismísimo Arturo Jauretche, en una reunión en la que, entre otros, se habrían encontrado Silvio Frondizi - militante marxista, fundador del MIR, y hermano del presidente - el General Miguel Ángel Iñiguez - jefe de la Central de Operaciones de la Resistencia Peronista (CORP) - y un santiagueño treintañero y peronista llamado Félix Serravalle, quien luego adquiriría el nombre de combate de "Comandante Puma" para liderar la operación a los Uturuncos.
El periodista Julio Carreras logró dar con Serravalle en el verano de 1998, y hacerle una entrevista para el diario El Liberal, que finalmente no fue publicada si no hasta el 2011 en un libro. En esa entrevista, muy poco antes de morirse, el "Comandante Puma" le reveló a Carreras que el General Iñiguez les había prometido que el Ejército acompañaría desde Rosario el levantamiento popular movilizar desde Tucumán. Lo que ocurrió finalmente fue que los Uturuncos fueron apresados a los pocos meses en esa provincia y encarcelados durante más de tres años. El prometido levantamiento del General Iñiguez tuvo lugar recién a finales de 1960 en una operación coordinada entre Rosario y Salta que fue rápidamente sofocada.
En la entrevista que Serravalle le concediera a Carreras, el viejo guerrillero peronista ofrece además algunos detalles sobre la relación de los Uturuncos con el gobierno de Eduardo Miguel:

A mí me llamó el gobernador Eduardo Miguel, a través del arquitecto Del Vitto, que era ministro de Obras Públicas... Como sabía que formábamos parte de la Resistencia de Santiago del Estero, junto con el Negro Ibáñez que fue concejal por La Banda fuimos a la Casa de Gobierno y nos mostró que había llegado una cantidad de armamento nuevo [...] para la policía. Se hablaba de un supuesto golpe a Frondizi, y entonces, como nosotros teníamos un Comando, que nos reuníamos en Tucumán... bueno, y entonces ya empezamos a ponernos los apodos de combate (Carreras 2011:13-14).

Serravalle cuenta que esa noche los dejaron para "arreglar los detalles" del golpe con Del Vitto, porque "era de la misma riñonada" que ellos. El ministro de Obras Públicas era uno de los dirigentes peronistas incorporados en el gobierno de Miguel. Había sido secretario de Gobierno de Mittelbach, y poco tiempo después, tras la caída del gobierno de Frondizi, formaría un partido peronista de orientación nacionalista católica.
En la entrevista se relata que la primera intención era tomar la Policía de la capital santiagueña con veinte hombres que habían entrenado en una finca en la localidad de El Chumillo, donde funcionaba una ladrillería, y que pertenecía a don Manuel Paz. Serravalle no lo menciona, pero- según los listados del gabinete gubernamental que se encuentran en los libros de historia - Paz era en ese momento el ministro de Hacienda de Miguel.
Finalmente los organizadores del levantamiento hicieron sus cálculos y recularon. "El bocado era muy grande", dice Serravalle en la entrevista, así que se decidió tomar la Comisaría de Frías, ciudad donde ellos tenían otros contactos. Allí fueron armados con una ametralladora de madera que había fabricado el padre de Serravalle, que era orfebre: encerraron a los policías, y se llevaron el armamento rumbo a la profunda selva tucumana, donde se afincaron izando una bandera con la estrella federal.
El otrora Comandante Puma cuenta en aquel último diálogo que, una vez que cayeron presos en Tucumán, no recibieron ayuda ni del gobernador Miguel, ni de ningún sector del peronismo. Fueron liberados durante el gobierno de Illia, y la mayoría de los guerrilleros uturuncos se alejó de la política. Sólo uno de ellos, Luis Enrique Uriondo - que al momento de la Operación Frías tenía apenas 16 años - continuó militando en el peronismo: se acercó a Juárez en los setenta y fue uno de sus hombres de confianza, ocupó una banca como diputado nacional por Santiago del Estero entre 1989 y 1993, para luego ejercer diversos cargos a nivel nacional en la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side).
Aquella primera guerrilla peronista era una organización con vínculos e ideas variadas: respaldados en Santiago por peronistas nacionalistas católicos y radicales asustados por el fantasma de un golpe militar; apoyados desde Buenos Aires por militares de la resistencia y dirigentes marxistas; y desde Cuba por John William Cooke, con quienes los guerrilleros Uturuncos intercambiaban nutrida correspondencia.

El peronismo santiagueño sin Perón

En aquellos tiempos de ausencia del líder, otros militantes peronistas eligieron la vía civil para organizarse políticamente, fundando nuevos partidos políticos que propulsaban el peronismo sin Perón, y sobre todo sin Frondizi. En este contexto, para competir en las elecciones para gobernador de 1962 surgió en Santiago el partido Tres Banderas, cuyo nombre aludía las ideas de justicia, libertad y soberanía de la doctrina peronista8, encabezado por el médico de ascendencia árabe, Abraham Abdulajad.
En aquellos comicios, el candidato del oficialismo frondizista era el Ministro de Salud de Eduardo Miguel, Guillermo Chazarreta. Los radicales, en tanto, impulsaron la candidatura del joven abogado Benjamín Zavalía.
Santiago fue, entonces, una de las diez provincias - en ese momento había catorce en el país - en las que se impusieron las fórmulas peronistas. Abdulajad ganó las elecciones a Zavalía y a Chazarreta en segundo y tercer lugar respectivamente.
La militancia que acompañaba a Abdulajad era variada: lo seguían peronistas conservadores, marxistas y muchos - esta es una singularidad pintoresca - por cuestiones deportivas. Lejos de ser superficial, este último punto es importante para ilustrar la diversidad de motivos del apoyo político al peronismo en las provincias. Asi lo ilustra el testimonio del hijo de un dirigente que
apoyaba a Abdulajad, y que estuvo presente en el bunker el día de la elección. En una entrevista realizada para este trabajo, relató:
Abdulajad era dirigente Estudiantes Básquetbol Club, y Chazarreta era dirigente de Santiago Básquetbol Club. Mi viejo era de Abdulajad porque era de Estudiantes. Ellos tenían la idea de que el tipo que ganara la elección lo iba a transformar a su club en el Estadio Maracaná.
Ya en lo estrictamente ideológico, a Abdulajad se lo imputó como marxista. El siempre fue admirador de Fidel Castro. Amilcar Santucho, hermano de Roberto Santucho, era capo del Partido Comunista, y estaba ese día ahí en el acto, apoyando. La sede estaba en Sarmiento y Belgrano. Era una casa vieja, había un retrato grande de Perón y Evita. Estaba prohibido pero lo mismo lo habían puesto y lo mismo se cantaba la marcha y todo lo demás.
¿Dónde estaba Juárez por ese entonces? Después de la Revolución Libertadora había vuelto al trabajo de abogado en el estudio de su amigo y colega Mariano Utrera. Había estado alejado de la política y de la dirigencia, hasta que en 1962 se acercó al Partido Tres Banderas. Según cuentan los periodistas Alejandra Dandán, Silvina Heguy y Julio Rodríguez (2004) le pidió una mano otra vez a López Bustos, pero como no contaba con apoyo de la dirigencia, fue designado en un cargo menor: secretario de Organización del partido. Su amigo Utrera, en tanto, había sido postulado para intendente de la capital. Pero desde ese puesto Juárez se dedico a completar fichas y reunir información de afiliados, domicilios, circunscripciones y regiones geográficas. Su revancha llegaría más tarde.
Ocurrió entonces que Frondizi les arrebató de las manos aquel triunfo de 1962, al intervenir las diez provincias en que habían ganado las elecciones las distintas agrupaciones peronistas. El resto de la historia es conocida: diez días después de aquellas elecciones el presidente fue derrocado por otro golpe militar, que preparó las condiciones para la realización de nuevas elecciones controladas por los militares en las que se impuso el radicalismo con Arturo Illia.
Aquella situación fue aprovechada por Benjamín Zavalía, que había quedado segundo en las elecciones del 18 de marzo, y que en 1963, con la abstención de los peronistas, fue electo gobernador tras imponerse al también radical, candidato por el Partido Provincial, Hugo Catella, que ya había perdido antes con Juárez y con Eduardo Miguel, y se consolidaba como el subcampeón histórico de las urnas santiagueñas.
Las directivas cambiantes emitidas por Perón desde el exilio, que oscilaban entre el voto en blanco, la abstención y el apoyo a los nuevos partidos, sumado al fortalecimiento de los radicales, generó un clima en que los militantes peronistas se dispersaron y reagruparon en distintas fuerzas, de vida efímera. Buscaban mantener la presencia peronista local, pero seguían sin encontrar una clara identidad política. Alén Lascano (1996) ilustra el escenario de la siguiente manera:

Dentro de esa amplia diversidad reapareció el antiguo laborismo con la denominación de Partido Laborista Agrario, asumida por don Máximo Moreno Navarro, un opositor impertinente e inconformista. El Partido Blanco del doctor Segundo D. Villavicencio, el Partido Azul y Blanco creado por el doctor Humberto Carral Toloza, el Partido de la Justicia Social, que orientaron el doctor Francisco López Bustos y el arquitecto Dante del Vitto, y en los momentos más críticos el Partido Tres Banderas que posibilitó la candidatura de Carlos A. Juárez (Alén Lascano 1996:603).

Y ahí reaparecía Juárez, a la cabeza del Partido Tres Banderas, que ya no contaba con su ex líder Abdulajad, enrolado entonces en las filas de la Unión Popular. La candidatura a la que refiere Alén Lascano es la de las elecciones legislativas de 1965, en la que los dos partidos compitieron por separado. En esa ocasión terminaron obteniendo una banca Juárez - que se alineó con el bloque de las 62 organizaciones vandoristas - y otra Abdulajad. La tercera que estaba en juego quedó en poder del radical Gerardo Barrionuevo.
No hay datos claros sobre cuáles fueron los motivos del alejamiento de Abdulajad de Tres Banderas, ni de su enfrentamiento con Juárez. Podemos suponer que las características que hasta aquí han distinguido a uno y otro, el primero más cercano a la izquierda, y el segundo más conservador, hayan abierto una brecha entre ambos dirigentes. Pero como he dicho ya en otra ocasión en este mismo texto, son temas que requieren otra profundización que no estamos en condición de emprender aquí. Apenas marcamos este episodio como otro punto más en el mapa que intentamos cartografiar.
Lo cierto es que, al final de cuentas, ni Juárez ni Abdulajad lograron avanzar políticamente en la Cámara de Diputados en ese momento, porque en junio de 1966 se produjo un nuevo golpe de Estado que clausuró el Congreso, prohibió los partidos y la participación política, y sumió al país otra vez en la oscuridad de tres gobiernos de facto que se sucedieron a manos de Onganía, Levingston y Lanusse.
En aquellos años de penumbra, la fuerza de los militares no pudo descomprimir la conflictividad política y social, aunque el contexto jurídico despojó de soportes institucionales a la militancia peronista. Lentamente, ese período marcó la transición y - probablemente - un primer recambio generacional en el peronismo santiagueño, en el que aparecerían nuevos grupos, organizaciones y cuadros peronistas, y al cual sobreviviría el incansable Carlos Juárez que, enfrentando a los jóvenes militantes del peronismo de la tendencia, y nuevamente aliado a sectores conservadores católicos, buscaría volver al poder.

La JP, los democristianos, y los retornos de Juárez y Perón

Un ex militante político entrevistado para este trabajo define en pocas palabras lo que fue el peronismo de los setenta en Santiago:
La nueva izquierda peronista que surgió después de la época de Onganía a nivel más orgánico, te diría que en Santiago casi no existió. Lo que hubo fue la Juventud Peronista que empieza a reaparecer. Ahí estaban "Rudy" Miguel, Ernesto Habra, Darío Moreno, Chiqui Azar. Una de las características era que eran los que más enfrentaban a Juárez, y su conexión hacia arriba era López Bustos. Pero él tampoco era muy progresista del todo. Lo que pasaba es que era elúnico personaje que se podía enfrentar a Juárez. Era la conexión institucional. Alguien tenía que apoyar. Y el representante que había elegido Perón era López Bustos. Juárez se cortó solo, fue en contra de ellos, y ganó con el apoyo de la Democracia Cristiana.
Para entender este escenario debemos analizar los sectores por partes. Detengámonos primero en el sector de la Juventud Peronista. A nivel nacional, la JP de los setenta era una continuación de las agrupaciones juveniles de izquierda que se habían conformado a principios de los sesenta para incorporarse a la resistencia peronista. Nada tenía que ver con la Juventud Peronista que había sido fundada en Santiago a mediados de la década del cuarenta por el joven López Bustos. Pero es probable que su pasado de militancia juvenil peronista haya sido uno de los factores que lo vinculara con la renovada JP setentista. Además, López Bustos tenía para aquel entonces una trayectoria visible dentro del peronismo: había sido intendente de la capital en 1947, y secretario de Sanidad del gobierno de Francisco Javier González. Su armado político contaba, también, con el apoyo del ya veterano dirigente Abraham Abdulajad, antiguo adversario de Juárez.
Para describir con precisión al escenario político del momento, recurro otra vez al periodista Julio Carreras (2001), que explica los apoyos que recibía cada sector en ese momento, y ofrece algunos nombres y referencias institucionales significativas:

Abraham Abdulajad, el referente histórico del peronismo combativo santiagueño, tenía el apoyo de la Juventud Peronista y la CGT. Carlos Arturo Juárez [...] obtenía apoyo en los sectores marginales de la ciudad y el campo. La clase media "ilustrada" peronista apoyaba a Abdulajad. Ramón Enrique Moreno -un dirigente surgido del Sindicato de Maestros-, "Rudy" Miguel -un abogado joven y verboso-, Darío Moreno, por la juventud universitaria y Mateo Martín, referente de Montoneros, constituían la línea de choque del peronismo combativo en Santiago. Ellos recibieron el apoyo de Cámpora, Abal Medina y a través de ellos, de Perón. El candidato iba a ser López Bustos, una increíble reproducción del carácter de Cámpora a nivel regional (en broma se decía "López Bustos al gobierno, Abdulajad al poder). Poco carismático, perteneciente a los núcleos más elitistas de la sociedad santiagueña, su figura otorgaría una ventaja adicional al otro candidato a captar los votos peronistas (Carreras, 2011a).

Luego repasaremos los nombres de algunos de los dirigentes y militantes aquí citados, cuyos destinos fueron importantes9. Concentrémonos ahora en las elecciones del 73, que configuraron otro de los momentos bisagra para la historia santiagueña. Más allá del apoyo que Juárez tenía en los sectores marginales de la ciudad y el campo, el as bajo la manga que le permitió imponerse fue la alianza que el ex gobernador logró entablar con las autoridades del gobierno de facto, para contar con el aparato del Estado provincial a su favor (Dargoltz, Gerez y Cao 2006; Saltalamacchia y Silveti, 2009).
El pacto funcionó de la siguiente manera. Desde 1970 el gobernador designado para Santiago por las autoridades de facto era Carlos Jensen, un abogado santiagueño, dirigente del Partido Demócrata Cristiano, que estaba conformado en la provincia por juristas, académicos y periodistas, la mayoría provenientes de la alta sociedad. Aquella alianza conocida como el pacto Juárez-Jensen tuvo como beneficio para la Democracia Cristiana la instalación de dos de sus dirigentes en el Congreso: Francisco Cerro como senador y Luis Lucena como diputado nacional (Carreras 2011a; Castiglione 2010).
Si bien el pacto con Juárez les abrió el camino por primera vez a cargos de envergadura - a los que no habrían llegado por fuera de la estructura peronista - los democristianos no eran neófitos en la política santiagueña. El partido se había formado a finales de los cincuenta y desde entonces habían logrado ubicar un concejal y un convencional constituyente en la reforma de 196010. Por su parte, Francisco Cerro había sido candidato a gobernador y a vicepresidente de la Nación mediante la estructura nacional de la Democracia Cristiana. De todos ellos, Alén Lascano destaca la habilidad y la cintura política de Jensen, al señalar que

...sin partido visible logró el acuerdo del mayor caudillo peronista, Carlos Juárez, y aseguró su sobrevivencia sin sobresaltos. Era amigo de las Fuerzas Aradas y del peronismo, creó un mundo empresario diversificado para vencer el estancamiento persistente y aseguró a sus ex correligionarios un espacio político que electoralmente no habrían podido conseguir solos (Alén Lascano 1996:609).

En efecto, Cerro y Lucena fueron electos en esos mismos comicios por el Frente de Justicia y Liberación (Frejuli) que encabezaba Carlos Juárez a nivel provincial y que llevaba la candidatura de Cámpora a la presidencia. Hay en estas elecciones varias acrobacias político-institucionales que resultan interesantes. El distanciamiento entre Juárez y Perón que venía de tiempos del 400 aniversario de la ciudad se había profundizado tras la alineación del santiagueño con el vandorismo, pero había logrado quedarse con el sello del partido con el que Cámpora se presentaba a los comicios. El candidato "oficial" del peronismo nacional, López Bustos, tuvo que negociar con la dirigencia del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) para usar su sello, a cambio de reservarle la candidatura para diputado nacional a Pedro Miguel, quien finalmente ganó el cargo.
En este contexto, se realizó en Santiago una reunión con dirigentes nacionales de primera línea para apoyar al MID: Cámpora, Abal Medina, Rucci, llegaron a la provincia. Dandán, Heguy y Rodríguez (2004) señalan que hombres armados que apoyaban a Juárez tiraron bombas en el club Juventud, donde iba a ser el acto, obligando a mudar el mitin a las escalinatas del Grand Hotel, donde finalmente se realizó la proclama.
A pesar de todo, Juárez se impuso en las elecciones de marzo de 1973 por un estrecho margen que obligó al balotaje. La segunda vuelta se planificó para septiembre y allí se ratificó el triunfo juarista.
Había pasado mucho en muy poco tiempo, y al ganar Juárez la escena política ya era otra. Habían transcurrido los cuarenta días del gobierno de Cámpora, Perón había vuelto de Madrid para ser presidente otra vez, y había tomado distancia de la izquierda peronista tras echar a los Montoneros de Plaza de Mayo.
Juárez asumió su segundo mandato el 7 de octubre de ese agitado año de 1973 y, astuto como era, tras vencer a Cámpora y López Bustos, se rindió nuevamente a los pies del retornante máximo líder. Cuenta Tenti que "en su discurso de apertura prometía 'abrir las puertas de las grandes coincidencias', con aquéllos que lo habían votado y con los que no lo habían hecho, con la consigna de luchar, al lado de Perón, 'por la reconstrucción del país'" (Tenti 1998:97).
Tras esta etapa, Juárez salió fortalecido, al igual que la Democracia Cristiana, entre quienes se tejió una alianza que dio aún mayores réditos políticos en los 80 y principios de los 90. En tanto, aquel fue el inicio del final de la carrera política de los médicos López Bustos y Abdulajad, mientras que los dirigentes de la JP tuvieron destinos diversos: "Rudi" Miguel - que era hijo del ex gobernador Eduardo Miguel - fue desaparecido durante el golpe del 76; Darío Moreno y "Chiqui" Azar se sumaron en los 80 al juarismo volviéndose hombres clave del régimen, como veremos más adelante; Ernesto Habra y Mateo Martín tuvieron participación efímera en los partidos de extracción peronista tras el retorno a la democracia.

Catorce desaparecidos en dos años de gobierno democrático

Poco más de dos años duró el segundo gobierno de Juárez. Las obras más recordadas de su fugaz gestión fueron la creación de la Hidroeléctrica Rio Hondo y el Penal de Mujeres. En julio de 1974 asistió fielmente al funeral e Perón. Tras la desaparición del líder, en Santiago - como en todo el país - se vivieron tiempos oscuros otra vez. La lucha abierta entre Montoneros, las FAR, el ERP, la Triple A y las fuerzas públicas de seguridad, dejaron numerosas víctimas, y dieron lugar, en Santiago, a las primeras desapariciones en democracia.
Tenti (1998) relata las acciones de aquellos años, que habían recrudecido hacia fines de 1975 y principios de 1976:

Ante la intensificación de la lucha en Tucumán, en diciembre [de 1975] se realizó un operativo antisubversivo en los límites con esa provincia, con gran despliegue de efectivos de la policía santiagueña [...] En 1976 la situación se puso más tensa. En Las Termas, el secuestro del Dr. Mario Gervasio Gerez los primeros días de enero, junto con otras ocho personas, entre ellas un oficial del destacamento policial de Colonia Tinco y el jefe del aeropuerto de Mansupa, provocó el repudio de la población y de médicos, odontólogos, bioquímicos, farmacéuticos y trabajadores nucleados en la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (Atsa) que realizaron un paro por veinticuatro horas. [...] Los secuestros y desapariciones de personas, llevados a cabo por fuerzas de seguridad, continuaron en el mes de febrero en Santiago y La Banda. Se trataba, en la mayoría de los casos, de hombres y mujeres jóvenes, especialmente estudiantes universitarios y trabajadores. Algunos regresaron a sus hogares luego de permanecer unos cuantos días en lugares desconocidos, sometidos a interrogatorios; otros aparecieron años después, varios continúan desaparecidos. (Tenti 1998:99).

Cuando se produjo el levantamiento militar del 24 marzo de 1976, Juárez se encontraba en Buenos Aires. En la noche del 23 había estado con la presidenta María Estela Martínez de Perón y los gobernadores de Chaco, Felipe Bittel y de Entre Ríos, Tomás Cresto, analizando la situación institucional. Inmediatamente producido el golpe, Juárez se escapó en un avión de Buenos Aires a Madrid. Su esposa, Mercedes Marina Aragonés de Juárez - que era subsecretaria provincial de Promoción y Asistencia a la Comunidad - fue presa junto a un nutrido grupo de funcionarios y dirigentes juaristas que se habían quedado en Santiago.
Mucho tiempo después, en 2007, Juárez fue el primer gobernador argentino procesado por delitos de lesa humanidad en democracia. Durante el gobierno de Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación impulsó la llamada Megacausa de Derechos Humanos, dividida en cuatro partes. La primera de ellas comprendía las denuncias por catorce desapariciones de personas ocurridas antes del golpe militar de 1976. Juárez fue procesado bajo la figura de presunto autor mediato del delito de privación ilegítima de la libertad, tortura y homicidio calificado. Los otros procesados fueron los funcionarios policiales de su gobierno Musa Azar, Juan Felipe Bustamante, Jorge D´Amico, Cayetano José Fiorini, Tomás Garbi, Ramiro López y Leopoldo Sánchez. Algunos de ellos fueron condenados, pero Juárez fue sobreseído poco antes de morir.

Democracia, neoliberalismo, traiciones y rebelión

Cuando en 1982 la guerra de Malvinas debilitó a los militares, nuevamente fueron sustituidas las autoridades en el interior, cambiando uniformados por civiles. Otra vez apareció en escena Carlos Jensen, quien gobernó Santiago por segunda vez entre 1982 y 1983. En ese breve período repitió el papel que había cumplido en los 70, brindándole recursos y apoyo a Carlos Juárez para volver al poder. El ex gobernador había regresado a la Argentina a los pocos días de asumir Jensen, y se preparó para las elecciones, en las que se enfrentó al también ex gobernador, Benjamín Zavalía, quien fue derrotado a pesar de contar con el apoyo de Raúl Alfonsín.
Antes de lograr oficializar su candidatura, Juárez debió sortear las internas del justicialismo que tuvieron lugar el 14 de agosto de 1983. Logró imponerse con su lista "Blanca", con el apoyo de su amigo Juan Rodrigo, por sobre la lista "Azul y Blanca" que encabezaba el desgastado López Bustos. Una tercera línea estaba representada por la "Lista Verde" de Armando Meossi. Una
cuarta agrupación fue por fuera del partido peronista, llevando como candidato al ex ministro de gobierno juarista de los setenta, Robin Zaiek, que fue a la cabeza del restregado Partido Tres Banderas.
Finalmente Santiago fue una de las once provincias en las que triunfó el peronismo, a través del Frejuli juarista. En su tercer mandato, Carlos Juárez conformó un gabinete en el que se encontraban César Eusebio Iturre como ministro de Gobierno y Carlos Aldo Mujica como ministro de Obras Públicas. Ambos, futuros gobernadores de la provincia.
Otra vez en la cima del poder político, Juárez fue anfitrión de un congreso nacional del PJ que se realizó en la ciudad de Río Hondo. En aquel momento el partido se encontraba dividido a nivel nacional entre los peronistas ortodoxos que apoyaban a Cafiero, y los "renovadores" que apoyaban a Carlos Menem. Juárez, que estaba con los ortodoxos, impulsó la declaración de"persona no grata" en contra del riojano, abriendo entre ellos un enfrentamiento que tendría sus consecuencias en los noventa, durante el gobierno menemista y el cuarto y quinto mandato de Juárez en la provincia.
En 1985 Juárez impulsó un nuevo proceso de Reforma de la Constitución, con el objetivo de permitir la reelección en el cargo de gobernador. Sin embargo, sufrió un revés en las elecciones a convencionales, que Castiglione (2010) explica de la siguiente manera:

Carlos A. Juárez se imaginaba un tranquilo triunfo, pero ocurrió algo que era inesperado. En esa época había una inflación bastante alta en Argentina y el presidente Alfonsín designó como su ministro de Economía a un técnico, Juan V. Sourrouille. Este ministro implementó un plan económico anti inflacionario que se denominó 'Plan Austral', que tuvo un éxito importante. Eso provocó un vuelco en el electorado y que en las elecciones triunfara el radicalismo [...] La U.C.R. tuvo 30 convencionales contra 15 de la lista perdedora [...] Por cierto que no prosperó el deseo del gobernador de que se consagrara la posibilidad de re-elección (Castiglione 2010:523)

Finalmente, las reformas giraron en torno a otras cuestiones. Entre los cambios más importantes pueden destacarse la incorporación del hábeas corpus, la acción de amparo, incorporación de derechos de libertad de expresión, derecho a réplica, y de la figura del vicegobernador. Entre los convencionales figuraban varios miembros de la Democracia Cristiana que Juárez había incorporado en la lista del Frejuli, como parte de la alianza que hacía años había tejido con Jensen y confirmado en 1982: Francisco Cerro, Jorge Feijóo y Antonio Castiglione.
Fracasado el intento reeleccionista, el gobernador tuvo que inventarse un sucesor, y el elegido fue su ministro César Iturre quien tras ganar las elecciones y ocupar su sillón en Casa de Gobierno, no demoró en tomar distancia del juarismo, e inauguró un período de seis años de gobierno de la Corriente Renovadora.
Tal como lo había hecho Francisco González treinta años antes, Iturre decidió investigar los entuertos en los que se había enredado su antecesor durante su mandato. Juárez había dejado su cargo anunciado públicamente que la provincia quedaba con un superávit de 50 millones de pesos, pero Iturre se encontró con una deuda estatal de 109 millones de pesos, y aprovechó este imprevisto para romper con Juárez, y embarcarse en su propio proyecto político sin obedecer directivas de nadie (Castiglione, 2010).
Juárez se encontraba otra vez ocupando una banca en el senado, y desde allí se defendió y ejerció su oposición contra el discípulo rebelado. Este enfrentamiento entre Juárez e Iturre se trasladó al movimiento obrero. En enero de 1988 la CGT se dividió en dos mesas directivas provisorias, el grupo iturrista Renovación, que estaba apoyado en el sector de empleados de comercio, y la CGT Auténtica, que respondía a la vieja guardia (Tenti 1998). En tanto, la
ruptura en el partido se oficializó en una asamblea partidaria en que se formalizó la línea interna de la Corriente Renovadora, que seguía al gobernador Iturre.

Del fuego renovador a las llamas del Santiagueñazo

La gestión de la Corriente Renovadora se dio en un contexto de crisis económica y política, marcado por la hiperinflación, el ascenso de Menem y el comienzo de las reformas neoliberales. Decía el gobernador en el discurso de apertura de sesiones legislativas de 1990:

Padecemos una crisis sin precedentes y nos ha tocado en suerte administrar una provincia que carece de grandes recursos financieros. Con un presupuesto en donde sólo un 8% promedio proviene de los impuestos provinciales, toda disminución de los fondos coparticipables nos ha afectado sensiblemente. Si a ello sumamos la disminución de los fondos específicos establecida por la ley nacional de Emergencia Económica, tendremos una idea de la difícil situación económico-financiera en la que debimos desenvolvernos... (Tenti, 2005:69)

Mientras investigaba a Juárez y endilgaba a las administraciones anteriores y el contexto nacional los problemas de la provincia, Iturre diagramaba las estrategias políticas para consolidar su poder en el ámbito local. Para ello impulsó la aplicación de la Ley de Lemas11, que determinaba que el sublema de un partido que más votos sacara en una elección, recibía la suma de los votos de los otros sublemas del mismo partido. Esto le sirvió para imponer en las elecciones de ese año a su candidato Carlos Mujica, por sobre dos pesos pesados como Carlos Juárez, que buscaba volver para recuperar el lugar que había perdido, y José Luís Zavalía, por entonces joven político, hijo del ex gobernador radical, que había cobrado un importante impulso a partir de su gestión como intendente de la ciudad capital.
En las elecciones de 1991 Zavalía obtuvo 133.664 votos, Mujica 84.635, Juárez 77.034 y Willian Otrera (candidato por Revolución Productiva, sublema del PJ) 5.948. Mujica salió segundo pero con la Ley de Lemas se le sumaron los votos de Juárez y Otrera, superando así a Zavalía e imponiéndose en los comicios.
El triunfo de Carlos Mujica generó una dura reacción del radicalismo y múltiples denuncias de fraude. José Zavalía encabezó a caballo 29 marchas multitudinarias por las calles de Santiago en contra de gobierno. Sobre el inicio del fenómeno, relata Luis Horacio Santucho:
La sociedad civil sintió en sí misma la despiadada burla del iturrismo, salió a las calles, cuestionó los poderes constituidos, enarboló su bronca y le dio el estribo para que Zavalía se subiera al zaino [...] El 10 de diciembre de 1991, una multitud de más de 60.000 personas presenció bajo la lluvia la asunción simbólica de Zavalía como Gobernador de la provincia. El escenario elegido fue la Avenida Nuñez del Prado, frente a la estatua de Francisco de Aguirre (Santucho 2003:63).
El impulso que cobró Zavalía con las marchas se vio materializado en las elecciones del 3 de octubre de 1993, en las que se eligieron diputados nacionales y provinciales. En esa oportunidad se impuso el radicalismo, a pesar de un pacto entre Mujica y Juárez, en el que el inventor y el heredero de Iturre habían acordado, con mediación del entonces ministro del Interior, Gustavo Beliz, unirse para evitar la dispersión de los votos peronistas ante el fuerte impulso que traía Zavalía (Santucho, 2003). El líder de las marchas a caballo fue electo diputado nacional, y obtuvo también 15 bancas para el radicalismo en la Legislatura provincial. La otra banca nacional la ganó Mercedes Marina Aragonés de Juárez por el juarismo.
El triunfo radical y la partida de Zavalía a Buenos aires aquietaron las aguas momentáneamente, y el conflicto político pasó a girar en torno a al problema de los ajustes del gobierno de la Nación y la falta de recursos económicos de la provincia. La suspensión de pagos en la administración pública, la falta de insumos en los hospitales y la amenaza de la Ley Ómnibus que se buscaba sancionar para institucionalizar el ajuste, provocaron la renuncia de Mujica.
Por aquellos días, el caso santiagueño era tomado como ejemplo en el discurso neoliberal menemista respecto a los males que encarnaba el Estado deficitario, y la necesidad de introducir reformas en las provincias: el déficit mensual llegaba a los 20 millones de pesos, la salud y la educación casi no prestaban servicios por falta de pago de sueldos, los servicios del Instituto de Obra Social del Empleado Provincial estaban interrumpidos, mientras que en las altas esferas del gobierno provincial se veían designaciones a amigos del poder, nepotismo y casos de corrupción (Tenti 2005; Vezzosi 2009).
Con la renuncia de Mujica asumió su vicegobernador, Fernando Lobo. Era el año 1993 y su gobierno tuvo un parecido con el de Cámpora: duró cuarenta días. Al asumir su cargo, decidió apoyar la sanción de la Ley de Emergencia Económica, llamada Ley Ómnibus, que determinaba, entre otras cosas, la caducidad de estructuras de la administración pública, cesanteaba al personal con menos de un año de antigüedad, recortaba haberes jubilatorios y dejaba sin efecto los incrementos salariales.
El rechazo popular no tardó en llegar y el 16 de diciembre de 1993 se produjo una manifestación en la que se incendiaron las sedes de los tres poderes y se saquearon las casas de quince funcionarios públicos, y tuvieron que llegar a la provincia 1.000 gendarmes y 300 efectivos policiales para resguardar la seguridad. El Congreso se reunió de urgencia y decidió intervenir a la provincia.

Intervención y nuevo triunfo de Juárez sobre el gobierno nacional

Designado por el Poder Ejecutivo Nacional llegó a Santiago el cordobés Juan Schiaretti, hombre de confianza y coterráneo de Domingo Cavallo. Durante su gobierno se siguió la línea del Ministro de Economía y se privatizaron las empresas estatales Agua y Energía Eléctrica y Aguas de Santiago con la intervención de dos firmas internacionales. Más adelante ingresaría en ambas empresas y sería su principal administrador el empresario Néstor Carlos Ick.
Durante el gobierno de Schiaretti tuvo lugar la elección de convencionales constituyentes para la reforma convocada por Carlos Menem en 1994. Allí se comenzó a delinear el armado político que el menemismo buscaba instalar en la provincia. La lista del PJ armada por los operadores de la Intervención obtuvo el 48% de los votos con cinco bancas, y la UCR el 37% con tres. Los convencionales peronistas eran Humberto Herrera, el periodista Domingo Schiavonni, Norma Mazza, Enrique Bertolino y Marta Velarde.
Tras los casi dos años de Intervención Federal, en los comicios para elegir gobernador volvió a imponerse Carlos Juárez, ganándole nuevamente a José Luís Zavalía. En tercer lugar quedó Enrique Bertolino, ex intendente de la ciudad de Fernández, que había sido el candidato propulsado por el menemismo a través del aparato de la intervención. A pesar de la derrota, la lista auspiciada por Schiaretti y Menem logró instalar diez diputados en la Legislatura, entre los que había algunos dirigentes de la Democracia Cristiana, como por ejemplo el constitucionalista Francisco Cerro (h), hijo del ex senador aliado del juarismo.

Consolidación y caída del régimen juarista

El régimen juarista se consolidó durante el cuarto y quinto mandato del caudillo, que tuvieron lugar entre 1995 y 2002. Como veremos en este apartado, su fortalecimiento se debió a la anulación de la oposición, el paulatino aplacamiento de los roces con el gobierno nacional, y la alianza con los grupos empresarios poderosos. Fue un período político caracterizado por intrigas, enfrentamientos, persecuciones y muertes. Es por ello que el relato que sigue adquiere tintes de policial negro, y marca un tiempo plagado de hechos que merecen ser tratados con mayor profundidad. Algunos lo fueron. Pero en este trabajo, y a esta altura, lo que importa es hacer un vuelo de pájaro por los hechos que dan cuenta de la impunidad con la que se manejó el juarismo durante su última década de vigencia, alimentando una serie de exuberancias y excesos de confianza que finalmente provocaron su derrumbe.
En 1995, lo primero que hizo Juárez al empezar su cuarto mandato fue desatar su venganza contra Iturre. Le abrió dieciséis causas judiciales de las cuales prosperaron dos, una de ellas por asociación ilícita - un delito no excarcelable - en la que se acusaba al ex gobernador de haber transferido fondos del gobierno a una empresa fantasma (Castiglione 2010). Las denuncias coincidieron con la finalización del período de la banca que Iturre tenía en el Congreso y la consecuente pérdida de los fueros. Esto obligó al ex gobernador a exiliarse en Paraguay, donde fue hallado muerto dos años después en un departamento del centro de Asunción.
Durante este período Juárez empezó a definir los rasgos que caracterizaron al régimen. Lentamente empezó a tomar distancia tanto de sus aliados político-mediáticos - los dirigentes de la Democracia Cristiana - y de sus aliados económicos - los empresarios de la construcción Victorio Curi y Luis Caporaletti - y empezó a acercarse al Grupo Ick, un holding de empresas que le había prestado apoyo durante la campaña electoral de 1995 a través de su canal de televisión. Juárez privatizó el Banco Provincia, que pasó a manos del Grupo Ick bajo el nombre de Banco Santiago del Estero.
La Legislatura declaró al matrimonio Juárez "protectores ilustres de la provincia", y comandó una nueva reforma de la Constitución. La Convención modificó el artículo 139 de la Carta Magna y habilitó a Juárez para la reelección. Esta vez logró lo que no había podido en 1985, ahora con mayoría entre los constituyentes y con el antecedente directo de la reforma nacional de 1994 en la que Menem había logrado el mismo cometido para continuar en la presidencia.
Como ya dijimos, Juárez no tenía buena relación con el gobierno central. Durante ese mandato, demandó a la Nación por una supuesta deuda de 200 millones de pesos que se había contraído desde el Estado provincial durante la Intervención Federal de 1994. Las partes llegaron a un acuerdo y la Nación reconoció 90 millones a la provincia.
La mayoría de los militantes peronistas se plegó bajo el ala juarista, mientras que los diputados del bloque formado por la intervención resistían cada vez con menos fuerza. Entrevisté a uno de los legisladores que integraba aquel bloque, que además conocía a Juárez porque había trabajado con él en sus tiempos de senador, aunque ahora se encontraba en la vereda de enfrente. Aquí relata cómo lentamente fueron perdiendo el apoyo con el que habían entrado a la Legislatura, mientras Menem negociaba la paz con Juárez:
Nosotros teníamos como proyecto el Consejo de la Magistratura y estando yo en Buenos Aires Juárez, que estaba en la Casa de Santiago, me llamó para apretarme, para que le aprobemos sus jueces. [...] Yo le dije "Eh pero doctor, usted tiene que entender que nosotros somos un grupo que tenemos otra postura...", y él me contestó: "¡Qué! ¡El peronismo soy yo, ustedes no son nadie!". Y le digo, "bueno, yo cuando llegue a Santiago hablo con los muchachos esta semana sin falta le prometo hablar con usted". "Espero que así sea", me dice. Yo volví al hotel, me quería tirar por la ventana de la depresión que tenía. Además del terror. Te armaban una
causa criminal y estabas listo. Lo hablo a "Pancho Cerro", a "Antuco" Elias en Frías, a los amigos más queridos que tenía. Y me dicen bueno tranquilo ya vamos a hablar aquí.
Entonces agarro el teléfono y lo llamo a Schiaretti a la Cámara, que era diputado entonces, y le digo "sos pícaro vos, mirá lo que me acaba de hacer el viejo, menos mal que nos ibas a proteger". Y él me dice "bueno querido, la política es así, hay que aguantar, unas veces se gana, otras veces se pierde". Y me dice "hagan una cosa, hacé un trato con el viejo". Y le digo"¡vos estás loco, aquí los que hacen trato con Juarez son Ick, los Castiglione, Curi! Aquí nadie más puede tratar con Juárez. ¿Yo voy a tratar con Juarez?". Y ahí me remata él: "Vos decile que les van a aprobar los jueces, pero que volteen la ley de investigación a la intervención".
Yo le corté el teléfono y al rato me habló Menem: "Ahí me habló el gringuito [por Schiaretti], tranquilo, que yo quiero un peronismo unido, ya no quiero más quilombo, el viejo nos ha ganado, este viejo hijo de puta, ya lo voy a hablar yo para que no los joda, pero traten de arreglar con él". Me dijo que me vaya tranquilo, que ya iba a hablar él con Juárez. Y se ve que algo han hecho, porque a la semana me habló [el vicegobernador, Juan] Rodrigo, y me llevó a verlo al viejo y me dijo ya más calmado: "Pero mi amigo usted no se meta en política, usted hable de cultura, de lo que usted sabe, demuestre sus saberes, pero levante la mano cuando yo necesito".
Finalmente, la investigación contra la intervención no prosperó12, el bloque de los "intervencionistas" fue perdiendo apoyo, y aplacado el enfrentamiento con el menemismo, Juárez debió librar batalla en otro frente, con un oponente que contaba con otras armas, pero era poderoso a su manera: la iglesia católica. El obispo Gerardo Sueldo, que había llegado a Santiago en 1993, pocos meses antes del Santiagueñazo, comenzó a criticar la corrupción y los malos manejos del gobierno, tras lo cual empezaron a llegar denuncias a la Catedral sobre violaciones de los derechos humanos, mayormente de apremios ilegales por parte de la policía, amenazas a empleados públicos y ataques a la libertad de expresión.
En 1997 Sueldo creó la Secretaría Diocesana de Derechos Humanos, donde se empezaron a recibir y registrar formalmente estas denuncias. En 1998 el obispo murió en un accidente automovilístico sobre la ruta a pocos kilómetros del ingreso a la ciudad capital.

Del "Que se queden todos" al Crimen de la Dársena

Para el quinto Mandato de Carlos Juárez Mercedes Marina Aragonés de Juárez acompañó a su marido como vicegobernadora en la fórmula Juárez - Juárez. Durante ese período se impulsó la sanción de la Ley de Cupo Femenino, que establece que las listas de candidatos legislativos deben estar integradas en un 50% por mujeres, y el ingreso a los cargos electos debe darse de manera proporcional con los hombres. Esta Ley es singular ya que a nivel nacional existe el cupo femenino, pero es solamente del 30%.
En medio un enrarecido clima político que antecedió a la crisis de diciembre de 2001, Juárez y su esposa renunciaron a sus cargos. Siguiendo la Ley de Acefalía, la Legislatura propuso tres
candidatos para ocupar el cargo y el Ejecutivo eligió a uno de ellos, que fue el médico Carlos Díaz, quien siguió en el cargo hasta 2002.
Ese año se realizó una nueva reforma de la Constitución en la que se declaró la caducidad de los mandatos, se unificaron los períodos de gobierno de los intendentes y concejales con las autoridades provinciales y se llamó a elecciones: Carlos Díaz se presentó como candidato, ganó los comicios y reconfirmó el poder del juarismo. Mercedes Marina Aragonés de Juárez lo acompañaba como vicegobernadora.
En una nota en Página 12, la periodista Nora Veiras, decía que en el país del "que se vayan todos", Juárez sostenía que en Santiago querían "que se queden todos"13.
Pero al poco tiempo de asumir, Díaz intentó hacer la jugada de Iturre y empezó conversaciones con legisladores peronistas para tomar distancia de la tutela de Juárez. Esto le costó durar apenas 23 días en el cargo, ya que se vio envuelto en un extraño suceso que lo obligó a renunciar. El asesinato de una mujer en un prostíbulo del barrio Huaico Hondo a principios de octubre de ese convulsionado 2002 le fue imputado a un cuñado del entonces gobernador. Díaz fue amenazado con ser destituido por "inhabilidad moral" y prefirió renunciar él mismo para evitar mayores vueltas sobre el caso y evitar que se continuara empañando la imagen familiar (Castilgione, 2010).
La renuncia de Díaz implicaba el ascenso de Mercedes Marina Aragonés de Juárez, y esta fue la primera palada de la tumba que se cavaría el juarismo. La esposa del caudillo se encontraba en Buenos Aires y debió asumir interinamente el diputado Darío Moreno, quien estuvo a cargo del Ejecutivo durante un mes, hasta que la gobernadora se incorporó al cargo. Una de sus primeras medidas fue nombrar a Juárez ministro de Economía, para que tuviera su despacho en Casa de Gobierno y desde allí pudiera mantener el control sobre las decisiones políticas y de gobierno.
El 6 de febrero de 2003 tuvo lugar un macabro hallazgo en un descampado de la localidad de La Dársena, a mitad camino entre las ciudades de Santiago y La Banda. Una vecina encontró el cuerpo de Patricia Villalba y los huesos de Leyla Bshier Nazar, de 26 y 22 años respectivamente.
Sobre este suceso se ha escrito bastante, por lo que no le dedicaremos mayor espacio aquí. Las muertes fueron rápidamente vinculadas con una fiesta de "hijos del poder" y las técnicas de"desaparición" de los cuerpos fueron atribuidas a ex torturadores de la policía juarista. Pronto empezaron multitudinarias marchas en pedido de justicia que denunciaban otros vejámenes del régimen juarista.
En medio de este clima enardecido, la estocada final al gobierno que encarnaba la esposa de Juárez, vino desde el lugar menos pensado. Un joven político del interior provincial, Juan Manuel Baracat, por entonces director de la delegación local de Anses, denunció a la gobernadora por cobro indebido de jubilaciones y la llevó ante la justicia. Baracat era sobrino de Luis y Fernando Salim, dos viejos caudillos del interior santiagueño cuya familia dominaba la política de Frías desde la década del 60. Otrora aliados del juarismo, ahora eran cercanos a José"Pepe" Figueroa, quien por esos años ocupaba una banca en el Congreso, al igual que Fernando Salim. Figueroa era un peronista santiagueño, ex funcionario del gobierno de Menem a, quien Juárez había mandado a quemar la casa cuando había querido disputarle la candidatura a la gobernación en 1999.
En el clima de tensión y ante la inestabilidad del juarismo, que hacía agua por todos lados, funcionarios nacionales de la Secretaría de Derechos Humanos habían comenzado a visitar la provincia y a analizar la situación, que terminó derivando en una nueva intervención federal.
La caída de Mercedes Marina Aragonés de Juárez significó el fin de un ciclo histórico. En abril de 2004 terminó el tiempo de los Juárez. Esta última etapa del juarismo ha sido estudiada a fondo por Marisa Silveti y Homero Saltalamacchia (2009) quienes explican que

Si es posible hablar de "régimen juarista" es porque, durante cincuenta años, hubo un articulador político que supo combinar: a) liderazgo popular (basado en recursos carismáticos y el monopolio de las políticas sociales); b) eficaz influencia reticular, ejercida mediante delegados municipales y punteros políticos; c) el cuasi monopolio del empleo (en una situación en la que la administración pública tenía poca competencia con la empresa privada en la absorción de mano de obra) la adjudicación de 'planes sociales', lo que facilitó una amplia red de clientelismo; d) el control directo del Parlamento, asentado en su manejo del Partido Justicialista y de sus alianzas con dirigentes de otros partidos; e) el control del Poder Judicial mediante nombramiento directo, cooptación y/o corrupción. (Silveti y Saltalamacchia 2009:144).

Más kirchneristas que peronistas

Perón se caracterizó por tener una fauna variopinta de seguidores y militantes - de muchos de los cuales no se hizo cargo - y Néstor Kirchner no se le quedó atrás, con la heterogeneidad de su propia pléyade. En honor a los antecedentes históricos, hay que decir que el primer kirchnerista santiagueño - mal que les pueda pesar a propios y extraños - fue el eterno Carlos Arturo Juárez. El viejo caudillo había recibido al santacruceño en un multitudinario acto en Santiago en marzo de 2003. Allí, junto a su esposa Mercedes Marina Aragonés y a Daniel Scioli, el juarismo había dado su apoyo a la candidatura presidencial que por entonces apadrinaba el presidente Duhalde, que era amigo personal de Juárez.
Apenas trece meses después, Kirchner presidente envió un equipo de interventores federales encabezado por Pablo Lanusse y echó a los juaristas de Casa de Gobierno.
Durante la intervención, la justicia detuvo al matrimonio gobernante, se removieron a los jueces, y se investigó la red de espionaje del régimen, develando la existencia de 40.000 carpetas de ciudadanos santiagueños que eran seguidos por el Departamento de Investigaciones de la Policía de la provincia.
En este contexto, Lanusse intentó impulsar un llamado para reformar la Constitución provincial durante la Intervención antes de llamar a elecciones. El diputado nacional José Zavalía encabezó- fiel a su costumbre - la voz opositora, en la que se enarbolaban también el intendente de La Banda, Héctor "Chabay" Ruiz, y el periodista Rogelio Llapur, vocero de los medios del Grupo Ick, que seguían defendiendo al desplomado régimen juarista.
El intento de reforma no prosperó, pero se logró que los candidatos de todos los partidos que se presentaron para las elecciones a gobernador y diputados firmaran un acta compromiso en la que se establecía la reforma de la Constitución como uno de los primeros actos de gobierno, cualquiera fuera el ganador de los comicios.
El PJ debió enfrentar elecciones internas por primera vez con la ausencia del líder histórico. La fórmula que compartían los diputados José Figueroa y Fernando Salim se impuso a la del candidato José María Cantos, un empresario mediático antijuarista que había empezado a construir su carrera política desde mediados de los noventa con la ayuda de un diario y una radio AM, y en 2005 había logrado ganarse una banca congresal. En tercer lugar, lejos, quedó
Francisco Cavallotti, abogado defensor de Carlos Juárez, que con el partido Cruzada Santiagueña y un puñado de militantes huérfanos de líder reivindicaba los tiempos del régimen.
En la vereda del frente se organizó una alianza denominada Frente Cívico por Santiago, encabezada por el intendente radical de la capital, Gerardo Zamora, y construido sobre la estructura de algunos dirigentes justicialistas del interior, que se agrupó bajo el nombre Bases Peronistas. Sobre la inclusión de este sector del peronismo en Frente Cívico, Silveti (2006) señala que se trata de una alianza extraoficial que se confirmó recién después de las elecciones, con el nombramiento del dirigente peronista José Emilio Neder como Ministro de Gobierno.
Las elecciones para elegir gobernador y diputados se celebraron el 27 de febrero de 2005. Aunque las encuestas daban ganador a Figueroa, que tenía el apoyo de la intervención y del kirchnerismo, el cantismo derrotado en las internas mandó a los suyos a votar por Zamora, y el radical logró imponerse en la contienda (Castiglione, 2010).

Los cuatro kirchnerismos santiagueños

Sin rencores por el apoyo a su rival justicialista, Gerardo Zamora basó su gobierno en una leal alineación con el proyecto kirchnerista en el arco político de la entonces denominada Concertación Plural, que integraban los gobernadores llamados "radicales K". En el frente interno, sumó a muchos diputados del peronismo que se pasaron a sus filas después que José Figueroa desapareciera de la escena política tras perder las elecciones. Incluso el candidato a vice de Figueroa, Fernando Salim, pasó a apoyar la línea zamorista-kirchnerista desde Frías.
En un observatorio político que organizó el Proyecto Polítca y Ciudadanía en Santiago del Estero en la Unse, en el que participaron dirigentes de diversos partidos, el congresal nacional santiagueño del PJ, Daniel Milki, expresó lo que ocurrió en aquellos días con la militancia peronista:
[Tras las elecciones de febrero de 2005] nosotros teníamos en el PJ veintiún diputados. El día del juramento se fueron dos [a Bases Peronistas del Frente Cívico] y unas semanas después se fueron un tanto más y creo que quedamos unos cuantos diputados, muy pocos ¿Que adquirieron? Que le den para que haga una casa, adquirieron varios contratos de locación...
El éxodo de militantes justicialistas al acomodado Bases Peronistas motivó una serie de intervenciones nacionales al PJ y de subsiguientes disputas por su titularidad que se extendieron por varios años, aunque siempre reconociéndose encuadrados en el kirchnerismo. La diáspora militante, con el consecuente fortalecimiento del Frente Cívico, le costó al PJ la pérdida del protagonismo en la escena política local.
Silveti y Saltalamacchia (2009) explican que

en este nuevo contexto político muchos dirigentes intermedios del PJ que apoyaban al gobierno provincial recién electo -como José Emilio Neder, de Bases Peronistas, quien luego sería nombrado ministro provincial de Gobierno- emergieron como "referentes" de las redes territoriales peronistas [mientras que] la fragmentación del peronismo provincial, hegemonizado anteriormente por el juarismo, y la marginación política de Mercedes Aragonés, dejó a muchos dirigentes barriales huérfanos de referencias políticas y por tanto pasible de ser captados por otras líneas del peronismo (Bases Peronistas), por el nuevo armado político dominante en la provincia, el Frente Cívico y Social o bien por grupos piqueteros de peso nacional (Silveti y Saltalamacchia 2009:94;103).

Como señalan los autores, José Emilio Neder se perfiló como el referente principal de Bases Peronistas, seguido de cerca por el poderoso gremialista Gerardo Montenegro, ex concejal de la ciudad capital por el Frente Cívico, que desde 2009 tiene el cuádruple título de secretario adjunto de la CGT Santiago del Estero, Secretario General de UPCN, diputado provincial, y presidente del Club de básquet Quimsa. El nombre de Montenegro suena cada vez que hay elecciones y el sector radical del Frente Cívico debe negociar cargos a cambio de apoyo territorial.
Desde 2009, Bases Peronistas ha ganado - desde el interior del Frente Cívico - a la mayoría de las intendencias del interior provincial, y ubicó a los diputados nacionales José Herrera, Aida Ruiz, y la senadora Ada Iturrez de Capellini. La gobernación, la vicegobernación y la intendencia de la capital, sin embargo, siguen ocupadas por hombres del radicalismo.
Existe otro sector kirchnerista que se fundó en 2008 marcando distancia de Bases Peronistas. Se trata de Compromiso Social, encabezado por Raúl Lorenzo, integrante de la mesa nacional del Movimiento Evita. El partido nació formado por dirigentes de movimientos sociales ligados al kirchnerismo, integrantes de organizaciones de derechos humanos, de organizaciones campesinas, sindicalistas y docentes. En las elecciones de 2009 se integró al Frente Cívico y obtuvo lugares en las listas haciendo ingresar cuatro diputados: la abogada Mabel Mathieu, el gremialista bancario Walter Santacruz, la dirigente campesina Nely Solorza, y el propio Lorenzo. En el observatorio realizado en 2010, Lorenzo remarcó que el partido Compromiso Social se considera independiente del Frente Cívico al señalar "nosotros somos kirchneristas, no zamoristas, acompañamos cuando creemos que hay que acompañar".
En tanto, raleado el PJ, el partido que le presenta oposición al Frente Cívico es el Movimiento Viable, encabezado por el cuatro veces intendente de la Banda Eduardo "Chabay" Ruiz. En losúltimos veinte años se consolidó como la principal fuerza política de la ciudad de La Banda, y en las elecciones nacionales de 2009 se posicionó como la segunda fuerza política de la provincia tras ganar una banca en el senado, ocupada actualmente por Ana Corradi, con lo que logró por primera vez la proyección nacional del partido.
Chabay Ruiz - también de origen radical, pero aliado a dirigentes peronistas - se autodenomina"kirchnerista" y tiene vínculos sólidos con la dirigencia nacional. Sin embargo, fue candidato a gobernador en 2009, y perdió con Zamora por más de sesenta puntos de diferencia.
De esta manera, Bases Peronistas, el titubeante PJ, Compromiso Social y el Movimiento Viable representan cuatro partidos que se reconocen kirchneristas, pero que presentan discursos y líneas de acción diferenciados en el frente interno.
En el escenario político contemporáneo existen otras organizaciones políticas juveniles kirchneristas no alineadas con el zamorismo, como La Cooke, La Cámpora o La Discepolo. En tanto, existe también un sector peronista no kirchnerista, representado por el Frente Popular que encabeza Eusebio Iturre, hijo del ex gobernador. Iturre es un diputado provincial que accedió a la Legislatura de la mano del Frente Cívico en 2005 y 2009, y luego se abrió para apoyar la candidatura a presidente de Eduardo Duhalde en 2011, sin obtener buenos resultados.

Conclusiones

Repasemos lo visto. La primera cosa que se advierte a simple vista es la diversidad de grupos políticos que actuaron en Santiago apoyando a Perón durante su vida política o invocándolo tras su desaparición física: radicales disidentes, nacionalistas católicos y dirigentes gremiales entre el 46 y el 55; radicales frondizistas, guerrilleros, marxistas, varias facciones neoperonistas y militares nacionalistas durante los 60; jóvenes de izquierda, gremialistas, democristianos y funcionarios de la dictadura durante los 70; conservadores y renovadores neoliberales durante los 80; juaristas puros y duros durante los 90 y kirchneristas a partir del 2004.
El peronismo, en su larga expresión histórica, es tal vez la muestra de lo que los grupos políticos pueden construir y resignificar con la estela simbólica que dejan los líderes carismáticos durante su vida y - sobre todo - durante su ausencia o muerte.
Hemos visto en el caso santiagueño que, entre las décadas del cuarenta y setenta, el peronismo estuvo caracterizado por una heterogeneidad de la base política que duró lo que la vida de Perón, quien en sus armados políticos desde el gobierno o el exilio coqueteaba con los más diversos sectores. Desde los setenta, muerto Perón, Carlos Juárez habló en su nombre y dominó la escena local a partir del dominio de las redes territoriales, del aparato del estado, de la represión, y sobre todo de sus alianzas políticas y económicas con otros sectores ajenos al peronismo como la democracia cristiana, o los empresarios de la construcción y los medios de comunicación. Juárez concentró el poder peronista y - salvo el interregno del gobierno de la Corriente Renovadora - mantuvo el dominio local prácticamente impermeable de los vaivenes nacionales, logrando gobernar mientras estuvieron Alfonsín, Menem y De la Rúa.
Así las cosas, en Santiago decir peronismo era decir juarismo. Se lo había dicho al diputado de Schiaretti: "El peronismo soy yo". Se trata de una figura que logró legitimarse en las urnas y concentrar el poder venciendo a sus adversarios políticos y persiguiendo a sus enemigos y traidores.
Pero, a diferencia de lo que ocurrió con Perón y con Kirchner, tras la muerte de Juárez no emergió un juarismo fuerte. Juárez no tuvo un heredero adecuado para las circunstancias, como en su momento - salvando las distancias - Perón pudo tener a Cámpora o Kirchner a Cristina Fernández. Siempre acechado por la traición, había terminado borrando del mapa a González, a Iturre y a Díaz, sus herederos infieles. Y su esposa, Mercedes Marina Aragonés de Juárez, en un contexto altamente desfavorable, sufrió en carne propia el derrumbe definitivo del poder juarista.
Con esos antecedentes, el pragmatismo de los militantes huérfanos de liderazgo los llevó a incorporarse al nuevo oficialismo zamorista. Pero debe advertirse que ha pasado poco tiempo: desperdigados en los barrios, la administración pública y algunos cargos de gobierno, perdura el recuerdo, el respeto y tal vez la añoranza por el viejo líder.
A mediados de 2010, una multitudinaria caravana acompañó la pompa fúnebre de Carlos Juárez, que se encontraba aislado de la política hacía ya más de un lustro. La integraban dirigentes del PJ, de la CGT, de Bases Peronistas, reconocidos kirchneristas, funcionarios de gobierno, dirigentes barriales y vecinos de a pie (Cordero y Campos 2011).
Durante esa jornada, la caravana recorrió la ciudad entonando la marcha peronista y varios de los cánticos populares que la militancia juarista había creado para su caudillo. En un acto hasta entonces inédito, los juaristas que habían permanecido seis años camuflados hacia adentro del Frente Cívico o el kirchnerizado Partido Justicialista, protagonizaron una efímera pero contundente reivindicación simbólica del juarismo. Inmediatamente después, volvieron a sus actividades de rutina en las filas del kirchnerismo y el zamorismo.
La caravana juarista tuvo lugar durante la fría siesta del 3 de julio de 2010. Juárez había muerto la noche anterior. Un 2 de julio, un día después que Perón.

Notas

1 La fecha del aniversario de la ciudad de Santiago del Estero es el 25 de julio, pero la visita presidencial se pospuso por poco más de un mes, debido a que por esos días se cumplió el primer aniversario de la muerte de Eva Perón, ocurrido el 26 de julio de 1952.

2 Sobre este tema puede verse un trabajo periodístico que publiqué en el diario El Liberal el 18 de octubre de 2006, en el que reconstruí la historia de la marcha con testimonios, fotografías y documentos provistos por familiares de los peregrinos.

3 Hay otros autores argentinos y extranjeros que trabajaron sobre el peronismo y la política santiagueña. Aunque no tomaremos referencias más profundas en este texto, pero que no podemos dejar de mencionar por la influencia de sus trabajos. Oscar Oszlack (1980) abordó las especificidades de los regímenes y dinámicas políticas provinciales y os estados subnacionales. Edward Gibson (2004) y Carlos Gervasoni (2005) abordaron el caso santiagueño para trabajar sobre el autoritarismo subnacional. Steven Levitsky (2005) explicó la manera en que el PJ transformó su estructura de un partido sindical a un partido clientelista, a partir del fortalecimiento de sus redes territoriales. Victoria Ortíz de Rozas (2011) ha trabajado sobre las especificidades de las democracias provinciales a la luz del caso de Santiago, y también sobre los procesos electorales locales y la consolidación del Frente Cívico en las urnas. También se han realizado estudios sobre las redes clientelares del PJ y otras organizaciones en Santiago del Estero como los casos de Auyero (2005) y Vommaro (2009, 2011), sobre la estructura organizativa del PJ santiagueño (Vommaro, 2003). También, hay trabajos sobre algunos episodios relevantes de la historia política local que veremos en este texto como el trabajo sobre el Santiagueñazo de Marina Farinetti (2000).

4 Además de su amistad con la familia Álvarez, Perón tuvo vínculos personales y políticos muy importantes con Santiago. Por empezar, su madre, Juana Sosa, era santiagueña, y conocía a través de ella parte de la historia y la forma de vida de la provincia. Por otro lado, en 1943 fue paciente, en el Hospital Militar, del joven médico Ramón Carrillo, eminente neurólogo y sanitarista santiagueño con quien por entonces compartía largas conversaciones, y a quien luego designaría como el primer Secretario de Salud Pública. Desde ese cargo, Carrillo sentaría las bases de la salud pública. El tercer vínculo importante es el que tuvo con su biógrafo Enrique Pavón Pereyra, otro santiagueño a quien había conocido cuando éste era muy joven - tenía 22 años - y Perón era aún Ministro de Trabajo. Pavón Pereyra lo acompañó durante algunos tramos de su exilio, y también sirvió como contacto con algunos sectores de la dirigencia política santiagueña durante los años de la resistencia.

5 El trabajo citado de Ana Teresa Martínez realiza un minucioso rastreo de la trayectoria de los principales dirigentes y sus disputas en ese momento. Cuestión que, por los límites que marcan la extensión de este artículo, y el largo período de tiempo que me he propuesto abarcar, no abordaré aquí.

6 La atención que le brindaron al juarismo los estudios realizados en Santiago resultó en que el gobierno de Francisco Javier González prácticamente no haya sido estudiado en profundidad. En la actualidad, los estudios todavía en curso de Ana Teresa Martínez y José Vezzosi avanzan en un rastreo para conocer mejor el período 1943-1955.

7 Uturunco significa "puma" en quichua. El líder de la agrupación se hacía llamar Comandante Puma, nombre que a la vez era una sigla que significaba Por Una Mejor Argentina.

8 El Partido Tres Banderas tuvo presencia también en otras provincias como Entre Ríos y San Juan. En este contexto político aparecieron otras fuerzas provinciales neoperonistas como el Partido Autonomista de Corrientes, el Partido Blanco de Río Negro, y el Movimiento Popular Neuquino.

9 Además de la Juventud Peronista, había una importante variedad de organizaciones estudiantiles y juveniles vinculadas a la izquierda y la guerrilla en Santiago. En la Facultad de Ingeniería Forestal existía la agrupación Línea de Acción Revolucionaria (LAR) a quienes algunos de nuestros entrevistados atribuyen vínculos con el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Este sector representaba a la izquierda no peronista. Otra de las agrupaciones importantes de ese momento fue el Frente de Izquierda Popular (FIP), que tenía como cabeza visible a Raúl Dargoltz, y como apoyo en el ámbito nacional a Silvio Frondizi. Se trataba de un sector socialista pro peronista que apoyaba la fórmula presidencial Perón-Perón. Otro sector con jóvenes militantes fue el Partido Comunista, entre los que se destacaba el actual abogado de derechos humanos Antenor Ferreyra.

10 Pero la influencia que tuvo la Democracia Cristiana en Santiago estaba dada menos por su acceso a los cargos públicos que por su participación en el campo intelectual y social: habían sido los fundadores de la primera universidad local en 1960, y formaban parte de los directorios del diario El Liberal y la - única- radio local, LV11 Radio del Norte.

11 Este diseño electoral era usado en varias provincias, y apoyado por el gobierno nacional.

12 Sergio Carreras, periodista de La Voz del Interior que era enviado con frecuencia a Santiago solía usar los dichos de los santiagueños sobre la mala administración de Schiaretti durante la intervención para criticarlo durante su mandato como gobernador en Córdoba. En sus notas señala que, a pesar de estos dichos, la única denuncia contra los interventores - que tampoco prosperó - fue realizada en la Justicia por un ex funcionario de Mujica, Carlos Brevetta Rodríguez, acusando al cordobés de manejos fraudulentos de los fondos públicos. Puede leerse más sobre este tema en la revista de investigación periodística El Sur N° 26, de agosto de 2008, en la nota de tapa que Carreras titula "Juan sin miedo".

13 Ver la Edición de Página 12 del 17 de septiembre de 2002.

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Otras fuentes

Página 12 del 17 de septiembre de 2002.

Diario El Liberal, 18 de octubre de 2006

Revista El Sur N° 26, de agosto de 2008.

Observatorio Político y Social, Universidad Nacional de Santiago del Estero, 4 y 5 de Noviembre de 2010.

Recibido 2-9.12
Recibido con modificaciones 27-11-12
Aprobado definitivamente: 12.04.13