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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.23 Santiago del Estero dic. 2014

 

CONSTRUCCION DE CONOCIMIENTOS: CAMPO ACADEMICO Y PERFILES EDUCATIVOS

La construcción del campo de la sociología en la coyuntura de los años 1960/1970 Disputas disciplinarias, editoriales y circulación de ideas en las producciones de las revistas académicas en Paraguay 

The construction of the field of sociology in the juncture of the 1960/1970 Disciplinary disputes, editorials and circulation of ideas in the production of academic magazines in Paraguay. 

A construção do campo da sociologia na conjuntura dos anos de 1960/1970 Disputas disciplinares, publicação e circulação de idéias na produção de revistas acadêmicas no Paraguai

 

Lorena Soler*

* Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Correo: lorenamarinasoler@gmail.com

 


RESUMEN

El artículo busca estudiar la formación del campo moderno de la sociología en Paraguay a través de las disputas disciplinarias y editoriales de las revistas académicas, como emprendimientos que agrupaban comunidades de intelectuales y fomentaban la consagración de campos de estudio. Específicamente, se centra en la Revista Estudios Paraguayos (1973), el Suplemento Antropológico (1965) y la Revista Paraguaya de Sociología (1964). Se detiene con especial énfasis en esta última en tanto proyecto editorial que agrupó a una nueva élite intelectual perteneciente al Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, el cual se vinculó con las instituciones regionales y actualizó profundamente los temas y problemas que integraban la agenda de investigación y producción de la sociología en Paraguay.

Palabras clave: Sociología; Campo Intelectual; Revistas académicas; Paraguay

ABSTRACT

The article aims to study the formation of the modern field of sociology in Paraguay through the disciplinary disputes and publishers of academic magazines, in both endeavors which grouped communities of intellectuals and fostered the consecration of fields of study. Specifically, it focuses on the Revista Estudios Paraguayos (1973), the Suplemento Antropológico (1965) and the Revista Paraguaya de Sociología (1964). Stops with special emphasis on the latter in both editorial project that brought together a new intellectual elite belonging to the Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, which will link with regional institutions and updated deeply the issues and problems that were on the agenda of research and production of sociology in Paraguay.

Keywords: Sociology; Intellectual field; Academic magazines; Paraguay

RESUMO

O artigo procura estudar a formação do campo da sociologia moderna no Paraguai por meio de disciplinar e editores de revistas acadêmicas, tais empreendimentos intelectuais agrupados comunidades e incentivado a consagração de campos de disputas de estudo. Especificamente, ele se concentra no paraguaio Studies Journal (1973), Antropologia Supplement (1965) e do Jornal paraguaio de Sociologia (1964). Pára com especial destaque para o último, tanto projecto editorial que reuniu uma nova elite intelectual pertencente ao Centro de Estudos Sociológicos paraguaio, que estava ligado com as instituições regionais e profundamente atualizado as questões e problemas que fizeram a agenda de pesquisa e produção de sociologia no Paraguai.

Palavras-chave: Sociologia; Campo intelectual; Revistas acadêmicas; Paraguai


 

SUMARIO

1 Introducción; 2 La conformación del campo: las disputas disciplinarias como espacios de consagración; 3 La conformación del campo: las disputas por los espacios editoriales y las revistas; 4 La Revista Paraguaya de Sociología. Autonomía y circulación de ideas; Palabras finales; 5 Palabras finales; 6 Bibliografia

*****

1.-Introducción

La sociología en Paraguay emerge como en toda la región, de una coyuntura internacional consignada por la Segunda Guerra Mundial y de un proceso de institucionalización regional de las ciencias sociales. No fue casual entonces que, en los cambiantes años 1950, la sociología se consolidara como disciplina autónoma de las estructuras académicas locales y que la "sociología científica" ingresara en pleno proceso de modernización conservadora impulsado por el stronismo (1954-1989).
Así, a razón del encuentro de actores locales modernizantes y de factores internacionales, en 1964 se dieron las condiciones sociohistóricas para la creación del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES) y de un campo moderno de las ciencias sociales en Paraguay. Este proceso estuvo signado, por la presencia de nuevos actores internacionales y regionales (específicamente FLACSO y CLACSO) cuyos roles resultaron centrales tanto en la promoción de centros de investigación y el financiamiento de proyectos de investigación y formación, como en la circulación de ideas, teorías y matrices de reflexión.
En este marco, este trabajo busca estudiar la formación de ese campo moderno de la sociología a través de las revistas académicas, en tanto emprendimientos editoriales que agrupaban comunidades de intelectuales, fomentaban la consagración de campos académicos y con ello sus límites y conflictos. Pretende analizar en las revistas la presencia/ausencia de determinadas disciplinas, autores internacionales, temas y problemas que integraban la agenda de investigación y producción de la sociología en Paraguay. Específicamente, este texto analiza la Revista Paraguaya de Sociología (1964), la Revista Estudios Paraguayos (1973) y el Suplemento Antropológico (1965), las cuales aún siguen vigentes. Si bien las dos últimas nacieron vinculadas a la Universidad Católica de Asunción (1960), la Revista de Estudios
Paraguayos se vincula específicamente a la creación de la carrera de sociología en la misma universidad. Sin embargo, por argumentos que iremos desarrollando, nos detenemos con especial atención en la Revista Paraguaya de Sociología (1964), porque es en torno a ella donde se constituye específicamente el campo moderno de la sociología.

2.- La conformación del campo: las disputas disciplinarias como espacios de consagración.

Las revistas son una forma de agrupamiento y organización de la inteligencia y, en consecuencia, dan cuenta de la existencia de vínculos ilustrados y de pequeñas sociedades del pensamiento (Altamirano, 2010: 19). La escritura y la publicación de las ideas son, en las comunidades intelectuales, una forma de reproducción de redes de interconocimiento e interreconocimiento. En las últimas décadas del siglo XIX y sobre todo en la centuria siguiente, las revistas destinadas especialmente a un público letrado se multiplicaron, acompañando el proceso de diferenciación de los ambientes intelectuales. En rigor, la creación de un campo de producción de conocimiento y las formas específicas que asumió la institucionalización de la sociología en la región produjeron que, junto con la apertura de institutos y centros de investigación, surgieran las revistas especializadas como forma de distribuir producciones científicas vinculadas a la materia1, sobre todo cuando su financiamiento estaba estrechamente vinculado con agencias internacionales.
La emergencia de las revistas estuvo también favorecida por el afianzamiento de las redes académicas ya existentes, tanto a nivel de los investigadores como de las instituciones del área de las ciencias sociales. Esta transnacionalización disminuyó el provincialismo y facilitó la renovación de un pensamiento político relativamente autónomo de las estructuras partidarias de cada país (Lechner, 1988:30).
Como ha indicado Pierre Bourdieu (2000)2, el campo intelectual es un espacio social diferenciado que posee sus propias lógicas y sistemas de relaciones internas. En ese espacio los intelectuales luchan por el monopolio de la producción cultural legítima con arreglo a las estrategias que cada actor ocupa en el campo. En tal dirección, las revistas nos permiten, en un momento histórico determinado, acercarnos a las lógicas que primaron en la construcción de un
nuevo campo intelectual, a partir de la diferenciación con otros campos del saber y con las agendas de investigación que los centros hegemónicos imponían en la región.
Es válido volver a aclarar que la construcción de un campo es un proceso histórico y, como tal, asume diversos grados de autonomía de acuerdo a sus contextos de producción y a la relación que sus integrantes entablan con el medio. La formación de un campo de conocimiento y de un campo intelectual no es un acto mágico ni ahistórico; es, ante todo, un proceso fluctuante indeterminado en el cual se crea, desarrolla y evoluciona. Puede, además, como toda creación social, desaparecer. Esa invención, en nuestro caso de estudio, tiene particularidades históricas: la configuración del campo intelectual vinculado a la sociología nació, se desarrolló y tuvo sus mayores momentos de florecimiento durante el stronismo3.
Ese campo nuevo y moderno de las ciencias sociales además de contar con el impulso, el financiamiento de organismo regionales e internacionales, se fue constituyendo demarcado los límites de su existencia, que eran también los límites ideológicos y teóricos. Según Beigel (2010:16), dadas las características que asumió la configuración del campo científico de las ciencias sociales en la región, el prestigio institucionalmente establecido se convirtió en uno de los capitales simbólicos más importantes en juego. Publicar o no publicar, por ejemplo en la Revista Paraguaya de Sociología era un bien que demarcaba efectivamente los límites del campo y, en consecuencia, el prestigio científico.

Alguien que yo respetaba mucho me trae un artículo y, naturalmente, medio que no cuajaba totalmente, porque estábamos apuntando a lo científico. Le traté de explicar de una manera más o menos diplomática, pero no me saludó por más de diez años. Te quiero decir que esto no fue forjado mucho con la confrontación y sus límites, estábamos conformando un nuevo campo. (Director de la revista).

Evidentemente, los problemas y las tensiones a la hora de delimitar la formación de este nuevo campo no sólo se ceñían a la matriz teórica desde donde se debía escribir para ingresar al "campo científico", sino que incluían diferenciaciones disciplinarias. En esta pugna por el límite ingresó también la antropología. Ésta tenía un desarrollo previo y más consolidado que la sociología.
Puede sostenerse que la antropología logró su mayor esplendor en los años 1930, como lo demuestra la fundación de un museo de prestigio internacional (Museo Etnográfico Andrés Barbero, 1930)4 e, incluso, la presencia local de Branislava Susnik, una figura de la antropología mundial.
Como parte de la continuidad de esa corriente modernizante, en 1950 se fundó el Centro de Estudios Antropológicos, el cual había recibido financiamiento externo significativo, especialmente de la Fundación Ford. Se intentaba de esta forma que el Centro y la disciplina ingresaran en los circuitos académicos internacionales y comenzarán a renovar sus agendas de
investigación. Para ello se sumó la creación de la revista Suplemento Antropológico (1965)5, pero a poco de funcionar quedó bajo la órbita de la Universidad Católica. Por tal motivo, tuvo un menor grado de libertad y autonomía para entablar relaciones con organismos internacionales y obtener visibilidad y prestigio. Un repaso por los índices temáticos y por los autores que publicaban en el Suplemento Antropológico indica que sus temáticas se concentraron casi exclusivamente en el problema indígena y sus trabajos fueron de carácter etnográfico. La ausencia de vinculaciones externas las dejo por fuera de una agenda renovadora y especialmente de producciones latinoamericanas.
En paralelo a la disputa con la antropología, la sociología entabló una querella con la historia6. Recordemos que el campo de la historia estaba abocado a planteos de motivación nacionalista "que redujeron a la historiografía paraguaya a planteamientos simplistas, condicionaron al Paraguay a un aislacionismo historiográfico" (Brezzo, 2008: 62). Como lo ha estudiado Luc Capdevila (2008), durante el stronismo, el campo de la historia no corrió con la misma suerte que la sociología. Dicha disciplina se manifestó en una concepción nacionalista, o bien quedó presa de abordajes microhistóricos. En esa dirección no logró renovar sus agendas de investigación ni sus metodologías y el revisionismo histórico se convirtió en una doctrina de Estado.
En esa misma línea argumentativa, Santiago Dávalos y Lorenzo Livieres Banks, en su paradigmático texto "El problema de la Historia en Paraguay" (1967), publicado en la Revista Paraguaya de Sociología, llamaban la atención sobre la ausencia de metodologías que renovaran la historia y sus concepciones, y analizaban críticamente los elementos filosóficos e ideológicos de ese campo.
Un recorrido por las páginas de la Revista de la Academia de Historia, Historia Paraguaya (1963) y de Estudios Paraguayos (1973) de la UCA, que fue el intento más comprometido por mutar las concepciones de los estudios de la historiografía, demuestran la pervivencia de una agenda tradicional7. Claramente hay un contraste muy significativo cuando se observan los artículos que el "anillo interior" del CPES publicaba en Estudios Paraguayos, como parte de su tarea de docentes en la carrera de Sociología de la misma universidad, con relación a los temas y abordajes teóricos que proponían los "historiadores".
Para tener un ejemplo de ello, en el término de muy pocos volúmenes de la revista se podía encontrar "El problema de la coordinación de los usos de los ríos internacionales", "La unificación de las obligaciones del Derecho Privado" u "Organización militar de la Gobernación y Capitanía General del Paraguay" junto a un texto de Ramón Fogel, "En torno a la teoría de lasélites de Pareto y a las explicaciones funcionales en Sociología".
Así expresaban los renovadores del CPES esa diferenciación con el campo tradicional de la historia:

Nosotros trabajábamos por una sociología más científica, ¿verdad? El centro llegó a tener algunos problemas con algunos amigos, una vez que se inició la publicación de la revista por la selección de los artículos, entonces la gente así, desde enfoques así muy historiográficos. de cosas así, ¿verdad? Como que. eh. muchos de ensayistas, ¿verdad? Entonces sus trabajos no tenían cabida en la revista (integrante del Consejo Editorial de la Revista Paraguaya de Sociología).

En rigor de verdad, la disputa era ante todo por los espacios de consagración, que en este caso tenían que ver con el centro y su revista, mucho antes que por la disciplina. No sólo la producción de los textos que los "sociólogos paraguayos" publicaban en el CPES se elaboraban desde marcos profundamente interdisciplinarios8, sino que ninguno de los directores de la Revista Paraguaya de Sociología eran sociólogos, aunque finalmente la lucha se libró en dos frentes: el disciplinar y el editorial.
A diferencia de sus pares, en la Revista Paraguaya de Sociología, como veremos, se escribía en relación con los grandes temas que imponían las agencias internacionales, temáticas que permitían financiamiento, investigación y escritura de "ciencia". Por ello no participaron del revisionismo histórico del campo de la historia de los años 1960, ni necesitaron del Estado paraguayo en su rol de proveedor económico para aportar a la pedagogía nacionalista y stronista. En rigor, el grupo del CPES venía a renovar el qué y el cómo investigar de la mano de las nuevas instituciones regionales, y por eso podía librarse de los objetos de estudio stronistas: las guerras. Efectivamente, sobre la Guerra de la Triple Alianza no se publicaba en la Revista Paraguaya de Sociología y tampoco se investigaba en el CPES. En un trabajo vanguardista sobre la institucionalización de la sociología en Paraguay María Liliana Robledo Verna (2012) cuantificó el tipo de artículos publicados entre los años 1964-1972 y detectó que el 64.58% pertenecían a la sociología frente a un 7% de textos sobre historia. En el mimo sentido, el paradigma dominante era una mirada sobre la estructura social y en ella sobre la sociología rural.

3.- La conformación del campo: las disputas por los espacios editoriales y las revistas

Sin embargo, una vez que se abrió la carrera de Sociología en la UCA (1972), la revista Estudios Paraguayos (1973) intentó disputar el campo de la sociología al CPES y, especialmente, el espacio editorial que había obtenido la Revista Paraguaya de Sociología. El enfrentamiento adquirió su mayor grado de visibilidad en un artículo publicado en octubre de 1975 en Estudios Paraguayos bajo el título "Producción sociológica sobre el Paraguay" (Vol. III, Nº 1), en el cual podía leerse:En la producción sociológica de Paraguay no se encontrarán, por supuesto, análisis que utilicen la categoría de materialismo dialéctico ni que estudien los procesos sociales en términos marxista de lucha de clase sino rara o tangencialmente. La sociología paraguaya se ha movido más bien entre un liberalismo, hoy nostálgico, y un incipiente desarrollismo (.) Naturalmente el panorama de la sociología paraguaya se presenta como una suma de elementos dispersos, con extrañas ramificaciones, donde, más que la sistematización coordinada de la investigación, han primado las inclinaciones y posibilidades del individuo y cierto oportunismo de trabajos hechos por encargo. Nada extraño, pues, que la sociología en Paraguay se haya hecho en parte -y no sin méritos y con buenos aciertos- desde campos no específicamente sociológicos (Meliá y Palau, 1975:147).

La autoría del artículo corresponde a Bartomeu Meliá9 y Tomás Palau10. Como se notará, en el artículo hay una doble argumentación para impugnar el lugar que la sociología, o específicamente el CPES y sus intelectuales, estaban ocupando como espacio legítimo de conocimiento sociológico.
Por un lado, una corriente de argumentación ideológica -como no hay marxismo, no hay sociología-. Por otra parte la apelación o invocación es de orden disciplinario y profesional: la sociología en Paraguay proviene de otros campos del saber desde hace mucho tiempo, por lo cual se borra el origen de lo nuevo y se apela a una tradición de pensamiento. Es decir, antes del CPES hay pensamiento sociológico que no proviene del campo disciplinar de la sociología.
El artículo se compone de reseñas bibliográficas de obras que Meliá y Palau en el año 1975 consideraban de gran trascendencia académica. Esto permitía demostrar que ya se había producido "eso que ahora llaman sociología" en los márgenes de otras disciplinas. Efectivamente, la mayoría de los textos que los autores consideraban centrales como parte de la producción en sociológica, "o de carácter sociológico", en Paraguay, obviamente no habían sido generados por los integrantes del CPES, y algunos pocos de los consignados se habían publicado en la Revista Paraguaya de Sociología. Así, dentro de "lo sociológico fuera de la sociología", como se nombraba a uno de los apartados del artículo, ocupa un lugar destacadísimo la antropología, la única, además de la historia social, a la que le reconocían trayectoria, legitimidad y status científico.
En el entender de los autores, la producción de "sociología" de carácter científico -en plena alusión a los trabajos que Domingo Rivarola había publicado en los primeros números de la Revista Paraguaya de Sociología sobre la estructura social paraguaya- es meramente descriptiva, de corte funcionalista y apela a métodos de cuantificación técnicos. A criterio de los autores, todo eso permitiría afirmar que esta sociología "se encuadraba dentro de esquemas puramente descriptivos y solía ofrecer estudios de carácter censal-demográficos. Un gran número de esos estudios se mantienen a nivel de informe" (Meliá y Palau, 1975: 162).
La paradoja del planteo es que, mientras los integrantes del CPES libraban una batalla epistemológica, reivindicando el estructural funcionalismo para hacer de la sociología un oficio científico y de esta forma desterrar el ensayo por considerarlo mera especulación literaria o mirada impresionista, desde la UCA argumentaban que la sociología funcionalista no podía superar su condición descriptiva y, en consecuencia, no llegaría a producir ciencia.
La respuesta al artículo de Meliá y Palau no se hizo esperar. De ella se encargó un aliado que el núcleo del CPES tenía en la carrera de Sociología de la UCA, el cual, aun siendo escribano público, gracias a su versátil formación podía oficiar de docente en las primeras materias. El ya aludido Lorenzo Livieres Banks había sido muchas veces reconocido como un gran pensador e intelectual y premiado por su monumental obra de dos tomos El proceso histórico-político paraguayo. En la revista Estudios Paraguayos (Vol. V, Nº 2, de diciembre de 1977), en un artículo titulado "¿Para qué las ciencias sociales en el Paraguay?", el autor abandonaba parte de su prosa elíptica para expresar con absoluta claridad que:

Dado que hoy cualquiera "sabe" de ciencias sociales, no parece que la búsqueda de una respuesta correcta sea tarea reservada a especialistas. Pero conviene recordar que tal "saber" se expresa por medio de ejemplos; rara vez, o mejor nunca, arriesga una formulación conceptual precisa y suficiente. Por consiguiente, es obvio que se trata de un conocimiento aparente que denuncia su verdadero carácter arriesgado, en definición ostensiva, una serie de nombres como los de Sociología, Ciencias Políticas, Antropología Social y Cultural, Historiografía, Económica, Derecho y quizás algún otro. Difícil será, sin embargo, que entre ellos figuren la lingüística o la psicología. (Livieres Banks, 2008: 29).

Esta última frase refiere directamente a Meliá y Palau. El primero, que ante todo es un jesuita, es además un especialista en lenguas originarias, es decir, un lingüista; el segundo es psicólogo -esa es su formación de grado-, pero no se reivindicaba desde ese lugar, sino desde las ciencias sociales en general. Livieres Banks, entonces, los acusaba de no ser una palabra autorizada, no sólo por provenir de otras disciplinas, sino porque precisamente en su artículo no aludían a ellas: "Difícil será, sin embargo, que entre ellos figuren la lingüística o la psicología".
La existencia de una disputa política y científica por la consagración de espacios académicos, intelectuales y profesionales es otro de los rasgos que demuestra la configuración de un campo de las ciencias sociales y de actores que luchaban por imponer un criterio de legitimidad acerca de cómo aprehender y explicar lo social.
Livieres Banks consideraba entonces que el problema radicaba en la mirada tradicional sobre las ciencias, la cual no permitía visualizar los cambios de paradigma y de metodología de los nuevos tiempos. A su entender, "la mirada tradicional", es decir de Meliá y Palau, se resiste al cambio y sobre todo al prestigio que ese cambio, el saber sociológico, está construyendo en el campo de ciencias sociales.

Así, la Historiografía y el Derecho, por ejemplo, disfrutan de una larga vida entre nosotros y aunque la de la Economía sea algo más corta, todas ellas desenvuelven sus existencias cargadas de prestigio y se las valora en su evidente utilidad. Pero si consideramos el caso de la Sociología o el de las Ciencias Políticas, la situación se presenta completamente distinta: ambas generan recelo y desconfianza, y se las asocia a actitudes, comportamientos y pensamientos contestatarios (...) [por lo] que devienen también altamente sospechosas para una "mirada" tradicional. Lo que entonces llama poderosamente la atención, y esto constituye un interrogante tácito en el cuestionario del título11, el por qué se aceptan entre nosotros ciertas formas de Ciencias Sociales -las tradicionales- y se rechazan otras -las modernas-. He aquí un comportamiento social significativo e intencionado (Livieres Banks, 2008: 32-33).

Las disputas por la conformación de un campo nuevo de las ciencias sociales y la legitimidad de las ciencias que debían formar parte de ellas fue el tema central que cruzo los diálogos entre las revistas académicas de la época. Sin embargo, cuando nos detenemos en sus producciones, a excepción de la Revista Paraguaya de Sociología, el resto no se ocupó de tematizar sobre la región y es posible observar que ningún autor refirió a ello ni siquiera en el título.
Las miradas más renovadoras y minoritarias en la revista de Estudios Paraguayos, eran de quienes había realizado estudios de posgrado en el exterior, hacían algún tipo de investigación o práctica profesional en el CPES y eran docentes de las carreras de sociología y psicología en la UCA. Son los casos de José Nicolás Morínigo A, Ramón Bruno Fogel (quien formaba parte del Consejo Editorial de la Revista Paraguaya de Sociología) Carlos Pastore, Ricardo Canese y el ya citado Tomas Palau12.
Recién en el año 1985, Ricardo Rodríguez Silvero publicó "Las relaciones económicas entre América Latina y los países industriales de economía de mercado en Occidente" y Carlos R. Miranda en 1986 "Dependencia, autonomía y necesidades básicas: Sugerencias para los
países grandes y los países chicos de Latinoamérica". Sin embargo, a esa altura la Revista Paraguaya de Sociología y el CPES, al igual que la región, habían girado ya su agenda de investigación hacia el problema de la "democracia" como régimen político posdictatorial.

4.- La Revista Paraguaya de Sociología. Autonomía y circulación de ideas

Los lectores de la Revista Paraguaya de Sociología13, integraban predominantemente el amplio mundo de las ciencias sociales latinoamericanas y, a poco de su aparición, se convirtió en una referencia obligada en ese ámbito académico. Puede decirse incluso que muchas veces se conoce a Paraguay por la Revista Paraguaya de Sociología.
En cuanto a la organización del diseño editorial, el cuerpo principal de la publicación contenía un apartado de artículos (entre tres y cinco), tanto de escritores nacionales como extranjeros. Como otras tantas revistas vinculadas a Centros de Investigación en la región, una sección estaba dedicada a publicitar las actividades académicas que el CPES iba desarrollando en el exterior y las visitas que recibía de personalidades de renombre internacional. Por último, un apartado estaba dedicado en algunas ocasiones a la publicación de documentos y otro, a reseñas bibliográficas. Además, número tras número, se iban listando los libros que el CPES adquiría principalmente en el exterior o que mayoritariamente obtenía mediante canjes. También mediante ese mecanismo podían encontrarse en la biblioteca del CPES las revistas internacionales más prestigiosas de las ciencias sociales latinoamericanas. Era frecuente encontrar en la Revista Paraguaya de Sociología tanto la gacetilla de otras revistas regionales de peso en el campo con su respectivos índices, como las formas de adquirirlas (casillas postales, correos, direcciones, etc.). Con una lectura de la revista se alcanzaba un panorama bastante acabado de las actividades de la sociología en el mundo y de parte de los debates centrales de la sociología latinoamericana.
Otro aspecto a considerar es que la revista supo tener una distribución latinoamericana e internacional mediante canjes, suscripciones, pero principalmente por el involucramiento de CLACSO en dicha tarea. El dato más distintivo, lo proveía el Consejo Consultivo, que estaba constituido por figuras provenientes de las diversas ramas de las ciencias sociales y con vinculaciones estrechas con los centros de investigación latinoamericanos, en tanto eran parte del plantel docente y de estudios de FLACSO y CLACSO, o bien del gobierno de estas instituciones: Gonzalo Abad14, Warner Baer, Fernando H. Cardozo, Francisco Delich, Rolando Franco, Jorge Graciarena, Erich Hobsbawm, Jorge Hardoy, Enrique Iglesias, José Matos Mar, Magnus Morner, Claudio de Moura Castro, Ernesto Schiefelbein, Rodolfo Stavenhagen, Gabriel Valdez y Marshall Wolfe.
De la existencia de esa "universidad itinerante" dan cuenta no sólo los integrantes del Consejo Consultivo, sino los colaboradores externos de la Revista Paraguaya de Sociología, en su gran mayoría latinoamericanos, con preponderancia de chilenos, argentinos y brasileños.Éstos y sus artículos eran unos de los puntos más destacados y esperados de la publicación,
dado que la Revista era la única puerta de acceso para el pequeño mundo intelectual asunceno15. Si bien en este período aparecerían en la Revista Paraguaya de Sociología trabajos referidos a países en particular (Venezuela, Nicaragua, Perú), la discusión central pasaba por pensar a "América Latina" como problema. Claro que los resultados no eran homogéneos y quedaba expuesto el grado de desigualdad en cuanto al desarrollo de las ciencias sociales. Dado el estado prematuro de la investigación sociológica, esta preocupación sería poco notoria, o incluso casi inexistente, para los científicos paraguayos. La balanza se inclinaría a favor de los países donde el desarrollo y la diversificación de los centros de investigación era mayor: Chile, Brasil, México y Argentina.
Entre los escritores paraguayos que iniciaron su producción académica en las páginas de la Revista Paraguaya de Sociología, y que se constituirían luego en referentes legítimos del campo de las ciencias sociales, sobresalieron, en los primeros años de la formación de la revista, Domingo Rivarola, Juan María Carrón y Ramón Fogel. Asimismo, en los primeros números se publicarían trabajos de autores que ya eran referentes del pensamiento nacional: Lorenzo Livieres Banks, Rafael Eladio Velázquez y Santiago Dávalos.
A medida que se inicia la década de 1970 ya podían encontrarse textos personalidades locales que harían escuela a través de sus problemas de investigación y que, junto con el director del CPES, serán quienes mayor número de trabajos tendrán publicados en la Revista Paraguaya de Sociología durante el stronismo. Los inicios de los años 1970 coincidieron además con el aumento de la producción de textos propios. De esta forma comenzaron a hacerse evidentes tanto los primeros resultados de las investigaciones colectivas como la formación de posgrado que el plantel del CPES había recibido en el exterior16. El camino estaba diseñado de tal forma que quienes se vinculaban al centro se sumaban a las investigaciones que el CPES iba obteniendo, y luego, algunos, publicaban en la revista sus avances. La revista no era sólo un lugar donde se publicaba por prestigio, sino también donde se debía visibilizar el trabajo que los organismos externos estaban financiando:

Cada centro vivía al día, cumpliendo compromisos contraídos y comprometiéndose con nuevas obligaciones para mantener girando el presupuesto y disminuir los riesgos de una interrupción temporal de las actividades de algunos de los miembros del anillo interior. Entre los integrantes se volvió habitual presentar proyectos, negociar financiamiento y rendir cuentas por el trabajo realizado (Brunner y Barrios, 1987: 158).

Así, la inclusión de los artículos nacionales se daba a partir de las producciones propias vinculadas a las investigaciones que el centro obtenía mediante financiamiento externo, o bien mediante algún programa de modernización que, junto con entidades internacionales, pudiera estar desarrollando para el stronismo.
Cabe agregar que la circulación que los jóvenes del CPES realizaban en la FLACSO de Chile, el encuentro en el exterior con los grupos de trabajo de CLACSO o incluso las asambleas del Gobierno de CLACSO en las que participó durante ocho años Domingo Rivarola eran otro canal privilegiado para solicitar o traer artículos desde el extranjero. Además, cuando un
artículo publicado en una revista latinoamericana de ciencias sociales o un capítulo de un libro resultaba interesante, se solicitaba su reproducción para la Revista Paraguaya de Sociología17.
Como resultará fácil de imaginar, cuando circulan las personas por las redes académicas regionales e internacionales también lo hacen las ideas. Sin embargo, ese tránsito puede efectuarse de forma desigual. Pues no todos los grupos de intelectuales transitan de la misma manera ni existen condiciones sociales internas para que las ideas sean recepcionadas de igual forma. De ahí, la constitución de espacios periféricos y dependientes:

La producción del conocimiento y circulación del conocimiento (o de las ideas) son dos asuntos interconectados, y esta interconexión adquiere mayor relevancia cuando la producción de conocimiento se concibe como un proceso no sólo espontáneo de algunas inteligencias brillantes (al modo antiguo artesanal), sino principalmente como un quehacer programado de vastas comunidades intelectuales (al modo moderno e industrial) (Devés-Valdés, 2008b: 3).

Esto implicaría también, como lo han problematizado entre otros Fernanda Beigel (2010) y Eduardo Devés Valdés (2004), superar la visión colonialista18 acerca de la circulación de las ideas y agendas de investigación. Para los autores, los centros de investigación periféricos no fueron meros receptores pasivos de recursos financieros, y la preocupación por la autonomía existió desde la misma constitución del campo cultural e intelectual latinoamericano19 en la etapa fundacional de las ciencias sociales en la región.
Como recuerda Devés Valdés (2004: 340), el proceso de circulación de las ideas en el mundo periférico involucra las preguntas "desde dónde y hacia dónde van las ideas, quiénes (personas, instituciones, programas) vehiculizan tales ideas, qué hibridaciones y reelaboraciones van teniendo en ese tránsito". Esta pregunta está ausente en la perspectiva colonialista, que no explica como circulan las ideas en el inmenso mundo de la periferia.
No obstante, es importante problematizar este punto. Ambos autores están pensando especialmente en Chile y Argentina, pero no todos los centros son igualmente periféricos, es decir, dependientes en igual medida del centro. Es posible establecer niveles de mayor y menor autonomía de acuerdo al desarrollo de las ciencias sociales en el país, la capacidad de las élites para disputar recursos, el orden político bajo el cual se desarrollan, etc.
En efecto, un conjunto importante de intelectuales latinoamericanos no circulaba por las páginas de la Revista Paraguaya de Sociología. Si bien los actores que constituyeron el "núcleo fundador" o el "anillo interior" del CPES apelaban de forma continua al desarrollo de alguna estrategia de autocensura para ejercer el oficio de la escritura. La editora y traductora de muchos artículos de la Revista, recuerda tener que borrar palabras peligrosas.

"Tenía que corregir los artículos de la revista. Mi trabajo era corregir lo que ellos escribían, que no hubiera palabras como 'revolución' porque la cuestión Stroessner estaba en su tope. Y bueno, entonces, este. ver, realmente, sacar las palabras que eran complicadas, que yo sabía que nos iban a traer problemas".

Asimismo, al analizar las publicaciones es evidente que no formaban parte una matriz de reflexión de izquierda20. Tampoco en los programas de las materias de la carrera de Sociología de la UCA aparecían autores que rápidamente puedan asociarse al marxismo o al campo de izquierda. Esto, no implica que no fueran leídos, pero claro está que no formaban parte de las ideas que las instituciones impartían en el Paraguay de Stroessner.
Esto podía aparecer, aunque no de forma predominante, en alguno de los artículos de colaboradores externos, pero claro está que toda una generación de pensadores latinoamericanos no apareció en la Revista Paraguaya de Sociología -entre ellos, Marta Harnecker, Paulo Freire, Ruy Mauro Marini, Celso Furtado, Theotonio dos Santos y Aníbal Quijano, por nombrar sólo algunos de los más representativos que habían trabajado con André G. Frank en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Chile-. Los autores ligados al pensamiento crítico del campo de los estructuralistas no estuvieron presentes en las publicaciones de la Revista Paraguaya de Sociología, aun cuando muchos de los integrantes del CPES, específicamente la mayoría de los formados en Chile, obviamente los conocían.
Según el estudio de Devés Valdés, sobre la presencia de los autores del campo más importantes de la década de 1960, diez fueron los que gozaron de mayor circulación21. Cinco eran chilenos: Jorge Ahumada, Guillermo Briones, Felipe Herrera, Osvaldo Sunkel y Aníbal Pinto, y los otros cinco, extranjeros residentes en Chile durante parte del período: Fernando H. Cardoso, André G. Frank, Celso Furtado, José Medina Echavarría y Raúl Prebisch.
Jorge Ahumada, Fernando H. Cardoso y José Medina Echavarría habían escrito en la Revista Paraguaya de Sociología, y si bien Osvaldo Sunkel y Raúl Prebisch no publicaron, participaron en conferencias y trabajos de investigación junto al CPES. Un artículo de Aníbal Pinto sobre los estilos de desarrollo se publicó en 1992, y, recién en 1993, una entrevista a Celso Furtado realizada por Carlos Mallorquín. Finalmente, quien nunca transitó por las páginas de la revista es André G. Frank. Éste podría decirse que representaba la única de las tres vertientes dependentistas que provenía de una escuela marxista.
No obstante, lo mismo puede sostenerse a la inversa. Es llamativa la casi nula circulación que los investigadores paraguayos tenían en otros espacios editoriales de la región, ya que publicaban con exclusividad en su país. Asimismo, "Paraguay" aparecía muy marginalmente en los circuitos científicos internacionales de la pluma de algún extranjero que le dedicara un artículo en las revistas científicas internacionales, específicamente de las universidades de Estados Unidos, como parte de las políticas y los programas de investigación impulsados para conocer "América Latina". Alguna otra información sobre Paraguay, en el ámbito de las ciencias sociales, se podía ubicar en los textos producidos por algún argentino que, dada la cercanía, o bien por su trabajo en el CPES realizado como parte de los programas de CLACSO, podía resultar de interés. El ejemplo más claro de ello es el de Francisco Delich.
Es claro que el fluido intercambio, la circulación de actores locales y regionales y el entrecruce de problemas de investigación y formaciones teóricas y metodológicas han marcado la agenda de debate desde sus orígenes. La sociología y su institucionalización en la región se dieron entonces en un contexto bien particular de la sociología internacional, cuando se consolidaba el proyecto parsoniano y el modelo de la sociología estadounidense, que se exportaba al resto de los países de posguerra22. En tal dirección, en Paraguay la sociología
estuvo prácticamente dominada por la llamada sociología científica y, específicamente en el campo del desarrollo, por la teoría de la modernización y su esquema evolutivo, que desplegó su base teórica a partir del estructural funcionalismo: ¿Cuál es el diagnóstico y cuáles son los obstáculos que impiden el avance de los elementos modernos de cada sociedad? Modernización y desarrollo han sido los temas centrales que han ocupado la mayor parte de sus páginas durante la primera etapa de la revista (1964-1980), tanto de la pluma de escritores paraguayos como de colaboradores externos. Si bien, como decíamos, la Revista Paraguaya de Sociología recibía artículos de otras latitudes donde se renovaban las formas de hacer ciencia, ésta, en su versión local de elaboración de conocimiento, fue más "reacia" a la actualización de las formas de producción científica. El campo de conocimiento del CPES era más precario y sus integrantes daban recién los primeros pasos en la construcción de un campo científico de la sociología, por lo que la elección de ampararse en un paradigma "sólido" y mundialmente avalado les daba la posibilidad de legitimar este campo y sus producciones sociológicas. En efecto, en el trabajo ya citado de María Liliana Robledo Verna (2012), la cuantificación por origen de los autores arrojo un 32.80% de paraguayos, un 20.8% de norteamericanos23.
Aparecía en la Revista Paraguaya de Sociología una mirada constante y continua que se proponía analizar y explicar el funcionamiento de la estructura social y los modelos de desarrollo aplicados, en sintonía con la formulación y diseño de políticas estatales sectoriales ligadas a la planificación. Predominaron los estudios de población, familia, desarrollo regional, movilidad social y estratificación, demografía, integración, migraciones y campesinado. En las páginas de la revista están claramente expresados los problemas políticos, sociales y económicos de la región vinculados con una nueva idea de cambio social que debía repensarse en estas sociedades. Estas preocupaciones intelectuales derivaron para el caso paraguayo en una cantidad importante de trabajos sobre la estructura agraria y el campesinado24. Además de los campesinos, se problematizaba sobre otros actores considerados estratégicos en esa estructura social, a los que había que conocer para dirigir el cambio. Entre ellos, la universidad, la Iglesia Católica y las demás iglesias, la familia, las mujeres25 y las clases sociales.
Como ya se ha estudiado sobradamente, hacia fines de los años sesenta, la sociología de la modernización experimentó una crisis como resultado de varios factores. Entre otros tantos problemas, esta teoría se limitó a explicar la situación de los países subdesarrollados como consecuencia de su lentitud o de su fracaso en la adopción de patrones de eficiencia característicos de los países desarrollados, pero sin entenderla "como consecuencia y parte del proceso de expansión mundial del capitalismo, parte necesaria e integralmente ligada a ese proceso" (Dos Santos, 1974). Estas transformaciones políticas se reflejarían en las instituciones del saber y en las nuevas corrientes de pensamiento. Estos cambios repercutirían también en las nuevas líneas teóricas que comenzaba a ofrecer el programa de estudios, las que desplazaban a las matrices del estructural funcionalismo que habían prevalecido. Como señaló Pérez Brignoli (2008: 44), la politización de los estudiantes se acentuó y hubo una tendencia, en algunos de ellos, a sustituir el trabajo académico por la militancia política. Así, hacia fines de la década del
1960, parecía quedar atrás la época en que en la FLACSO predominaban los profesores europeos y los temas de la sociología de la modernización.
Esta sucesión de acontecimientos, más la publicidad que adoptó el conocido "Proyecto Camelot", profundizó el descrédito hacia la política externa de los Estados Unidos. Todo ello hizo que durante la segunda mitad de los años sesenta se creara un escenario favorable para cuestionar la noción del desarrollo y se diera lugar al surgimiento del enfoque de la dependencia. Distintas premisas provenientes del cepalismo, como el nacionalismo económico, el antiimperialismo y el marxismo, convergieron en las ideas de la dependencia26. Estas teorías oscilaron entre el enfoque de clase y el enfoque nacional, y a caballo de esta oscilación estuvieron los proyectos políticos que de ella se derivaron.
Es claro que las condiciones de producción y difusión sobre las teorías de la dependencia27 expresaban una nueva situación política en América Latina y un nuevo tipo de organización que las ciencias sociales estaban adoptando en la región.
Sin embargo, estas teorías de la dependencia no fueron recepcionadas y apropiadas de igual manera en todos los centros de producción de conocimiento. Este giro evidente en la agenda de investigación de las ciencias sociales a nivel regional e internacional no tuvo su correlato en las producciones internas de quienes investigaban en el CPES. Hay que destacar que la Revista Paraguaya de Sociología fue mucho menos permeable al paradigma de la sociología crítica (1960-1980) y a las discusiones sobre las teorías de la dependencia. Si bien algunos colaboradores externos introducirían dicho debate en la revista, la élite reunida en torno al CPES fue menos receptiva a esta cuestión. Recién en 1980, Ricardo Silvero publicaría "Paraguay: defectos estructurales en el modelo de acumulación capitalista periférico y dependiente" (Nº 48, 1980), donde plantearía una discusión sobre el tema28.
Efectivamente, la perdurabilidad de ese dominio del paradigma, aun cuando las preocupaciones de la sociología y de muchos intelectuales habían variado ante el "fracaso" de los modelos de desarrollo, debería explicarse por el potencial argumentativo que parecía tener, en una sociedad tradicional como la paraguaya, frente a un proceso efectivo de modernización. La estructura social del país portaba, tal vez mejor que ninguna otra, dada su predominancia rural, una verdadera subjetividad del subdesarrollo.
A la distancia, una colaboradora de la revista, realizaba, en la misma dirección, una observación de sus contenidos:

Cuando empezaron las primeras propuestas de modificación del Código Agrario, cuando a fines de la dictadura a principios de la transición, ¿qué hay? ¡Los Estudios Agrarios del CPES! Entonces, cuando se quiso crear el Sistema Nacional de Empleo, ¿qué había? Los Estudios de Grazziella Corvalán. Incluso, el bilingüismo era referencia del CPES. Ojo, pero. no era el mero analizar la estructura, era analizar la estructura y decir el rol del Estado frente a esa estructura; por lo menos las pistas de cuáles eran las medidas que tomar para cambiar la estructura. Y que no eran medidas tipo la OPM29, eran otro tipo de medidas, eran medidas de políticas públicas. (Escritora e integrantes del CPES).

5.- Palabras finales

La formación de un campo moderno de la sociología en los años 1960 y 1970 se produjo en Paraguay en el marco de un proceso de modernización autoritaria dirigido por el stronismo. Esto coincidió con un contexto signado por transformaciones de las ciencias sociales en la región y con el encuentro de actores locales que, en un clima de fuerte ebullición cultural y bajo un orden político autoritario y modernizador, se desplazaron/refugiaron por fuera de la Universidad Nacional de Asunción y del Estado.
En un proceso de cambio profundos, la sociología pudo erigirse en una disciplina moderna capaz de explicar lo que aparecía ante los actores de la época como un "cambio social irrecusable" del mundo, de la región y de su país. Como indica Alejandro Blanco (2010: 614), "en un contexto de crisis de la tradición provocado por los procesos de industrialización, modernización y secularización, la sociología estaba llamada a proporcionar una orientación racional a la acción sobre la base de una moral secular sociológicamente informada".
El plus de la sociología vinculada al CPES y que permitió diferenciarse de otras disciplinas y de otros proyectos editoriales estuvo dado por su contacto con organismos internacionales que pusieron en circulación lo más actual y vanguardista del pensamiento social. También financiaron centro de investigaciones locales y vastos recursos para la investigación.
Claro está, que sería incorrecto afirmar que los intelectuales locales reunidos en la Revista Paraguaya de Sociología desde fines de la década de 1960 hicieron girar el debate en torno a la "situación de dependencia, sea en una interpretación histórico-estructural del imperialismo y de las constelaciones sociopolíticas de los diversos países (Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto: Dependencia y Desarrollo en América Latina, 1969), sea en una versión más doctrinaria que planteaba 'socialismo o fascismo' (Theotonio dos Santos: Socialismo o fascismo, dilema latinoamericano, 1969) como las alternativas de las sociedades latinoamericanas" (Lechner, 1988: 20). En efecto, la élite paraguaya agrupada en la revista no revisó o discutió el paradigma del desarrollo bajo la nueva égida de las teorías de la dependencia. Fue en ese y otro sentido, y dadas las características de su constitución como intelectuales, presa del régimen discursivo del desarrollo hasta por lo menos los años 1980.
Si bien es un dato surgido de la mera observación el que los temas y agendas de investigación eran conocidos por los miembros del CPES, en tanto transitaban o poseían vinculaciones con redes y circuitos académicos regionales, éstos asumieron, crearon y adaptaron una agenda para su "propio campo académico". En tal sentido construyeron los límites de éste y su autonomía con respecto a un orden autoritario y a los circuitos externos y realizaron una apuesta epistemológica y política por la modernización. Una apuesta por transformar la estructura social que devendría, a lo largo del tiempo y gradualmente, en la solución democrática al orden político.

Notas

1 En 1933 se creó en São Paulo la Escuela Libre de Sociología y Política y, en 1939, la primera revista especializada, Sociología. En 1942 se editó el Boletín del Instituto de Sociología, bajo la dirección del sociólogo Ricardo Levene, que a partir de 1957 se publicó en forma de cuadernos. En 1939, el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comenzó a publicar la Revista Mexicana de Sociología y, en 1947, la colección Cuadernos de Sociología. En 1940 se fundó el Instituto de Sociología Boliviana de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier de Sucre, y dos años más tarde, la Revista del Instituto de Sociología Boliviana (Viales Hurtado, 2006). Gino Germani (1964) le reconocía a Educación y Ciencias Sociales del Centro Latino de Pesquisa en Ciencias Sociales (Río de Janeiro) una preocupación sociológica y la situaba también en este grupo.

2 Claro está que, como ha precisado Silvia Sigal (2002), dadas las particularidades de construcción del campo intelectual en la Argentina, no es factible replicar el esquema "bourdiano" del proceso de conformación de los intelectuales con la política y el poder. En efecto, la autonomía y las prácticas intelectuales no son siempre el subproducto de la autonomización de los espacios del campo cultural. Sería mucho más preciso pensar la consagración de los intelectuales a partir de la superposición de los campos o bien de los límites difusos y la dificultad de determinarlos. Asimismo, el reconocimiento social del papel del intelectual es el rasgo que define la posición de los intelectuales en la sociedad y se liga con los valores que inspiran deferencia. Según la interpretación de Altamirano (2006: 96), Bourdieu y Bauman coincide en situar a los intelectuales en el ámbito de las élites dominantes, aunque para el primero ellos ocupan una posición dominada respeto de quienes detentan el poder económico y el poder político. Gramsci, como ya se sabe, definía a los intelectuales por sus funciones y saberes, directamente ligados a las clases sociales. La conocida frase "todos somos intelectuales, pero no todos los hombres tiene en la sociedad la función de intelectuales" da cuenta de su posición. Para una estimulante lectura de la relación del campo intelectual y el campo político, ver Marina Farinetti (1999). Sin embargo, uno de los primeros en reflexionar sobre estos nudos problemáticos, que luego Bourdieu y otros sistematizaron en una teoría, fue Raymond Aron en el El opio de los intelectuales, impreso en 1957 en Buenos Aires, bajo el sello editorial Leviatán.

3 El trabajo de Brunner y Barrios (1987), un estudio regional sobre las ciencias sociales y las dictaduras institucionales del Cono Sur, ha demostrado cómo los centros académicos independientes lograron retener dentro de sus respectivos países a sectores intelectuales disidentes -los llamados "analistas sociales"-, en tanto les proporcionaban algunas condiciones de trabajo y la posibilidad de difundir ideas y resultados de investigación. En Argentina, Chile, Uruguay y Brasil, donde existía un significativo número de científicos sociales en las universidades, los centros agruparon a una proporción importante de los académicos con mayor visibilidad y reconocimiento local, regional e internacional. Asimismo, aseguraron el desarrollo de la sociología y fueron un activo medio para la internacionalización del campo. Ya Oteiza había demostrado en un artículo publicado con el seudónimo de Atahualpa Rodríguez la importancia de estos, que junto con los centros regionales habían bridando, antes que las universidades nacionales, un espacio de mayor estabilidad y libertad para la institucionalización de las ciencias sociales.

4 Desde sus comienzos, el museo se dedicó a la publicación de trabajos científicos. En la primera época de la Revista de la Sociedad Científica del Paraguay, en la serie etnográfica (1921-1946); en la segunda época, en el Boletín de la Sociedad Científica del Paraguay y del Museo Etnográfico Andrés Barbero (1957-1962) y en publicaciones anuales del museo (1959-1989).

5 Recordamos que estuvo dirigida por León Cadogan y luego por Bartomeu Meliá, hasta su expulsión en 1976.

6 Durante el stronismo, se publicaron en la RPS muy pocos trabajos historiográficos. Rafael Eladio Velázquez es el historiador paraguayo que colabora de forma permanente en el período: Rebelión de los indios de Arecaya, en 1660 (Nº2, 1965); La fundación de la Villeta del Guarnipitan en 1714 y el poblamiento del litoral paraguayo (Nº5, 1966); La población del Paraguay en 1892 (Nº9, 1972); La sociedad paraguaya en la época de la independencia, (Nº35, 1976); Poblamiento en el Paraguay en el siglo XVIII . Fundación de villas y formación de los núcleos urbanos menores (Nº42-43, 1978).

7 Muchos de los artículos allí publicados son bien demostrativos del peso que el derecho y los estudios jurídicos siguieron teniendo en los diferentes campos del saber. Otros tanto trabajos provenían de la cultura y la letras. En ese sentido, poetisa Josefina Plá era una sistemática colaboradora de la revista.

8 Incluso antropólogos y en menor medida historiadores publicaban en la RPS. Sin embargo, ninguno de ellos era paraguayo, o bien residía en el exterior y no estaba vinculado a los otros centros o revistas. El ejemplo más claro lo representa la santafecina y antropóloga Elena Libia Achilli, que publicaba muy asiduamente en la revista. El mismo caso se presentaría con Thomas Whigham, consagrado historiador de la Universidad de California, que trabajaría sobre la Guerra de la Triple Alianza.

9 Meliá Bartomeu es jesuita y llegó a Paraguay en 1954. Estudió teología en la España franquista y en Francia se doctoró en Ciencias Religiosas. Regresó a Paraguay en 1969, luego de estudiar lingüística en la Europa del Mayo Francés. Fue docente de Teología en la Universidad Católica, director del Centro de Estudios Antropológicos. Dirigió las revistas Acción, Estudios Paraguayos y el Suplemento Antropológico. Fue expulsado del país en 1976 y regresó a Paraguay en 1989. Recibió el XX Premio Bartolomé de las Casas en reconocimiento a su defensa de la lengua guaraní y su lucha por las causas de los pueblos indígenas de Paraguay, Brasil, Argentina y Bolivia.

10 Tomas Viladesau Palau. En 1961 ingresó a la carrera de Psicología de la Universidad Católica de Asunción. Obtuvo una beca de la Fundación Fulbright para estudiar Psicología Educacional en la Universidad de Búfalo. En 1970 estudió en la Escuela Latinoamericana de Sociología, en FLACSO, Chile. Luego del golpe de Estado al Presidente Allende, regresó a Paraguay y formó parte del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Católica (CESUC) y de la revista Estudios Paraguayos.

11 El autor alude al título de su artículo, "¿Para qué las ciencias sociales en el Paraguay?".

12 Si bien José Nicolás Morínigo, Gustavo Laterza y Tomas Palau serían referentes del campo de la sociología y las ciencias sociales y, como dijimos, investigarían en el centro, no iban a tener publicaciones en la RPS sino hasta mediados y fines de la década de 1980. Morínigo y Palau publicaron con mayor frecuencia en la revista Estudios Paraguayos de la UCA.

13 Ya hemos analizado en particular (Ver Soler 2012). Repetimos algunos datos aquí: Desde su nacimiento en 1964, la revista ha mantenido su regularidad La revista tenía una tirada promedio de mil ejemplares y se editaba, hasta que el centro adquirió sus propias maquinas, en el colegio de los salesianos, quienes poseían la imprenta más moderna del país. Según se puede leer en las primeras páginas de los números 1, 2 y 3, estos fueron auspiciados por el Departamento Latinoamericano del Congreso por la Libertad de la Cultura. Es importante señalar que la publicación cumplía con todas las prerrogativas de una revista acorde a los estándares académicos internacionales de la época. Contaba, desde su nacimiento, con un director, Domingo Rivarola, y una editora, Graziella Corvalán -ambos permanecen en sus respectivos cargos desde entonces-. Tiempo más tarde incorporó un Consejo Editorial conformado por Juan María Carrón, Ramón Bruno Fogel, Luis Galeano, Miguel Ángel Verdecchia y Roberto Céspedes. La dirección, la edición y el Consejo Editorial estuvieron siempre exclusivamente a cargo de los investigadores paraguayos.

14 Rreemplazado en 1984 por Alain Touraine.

15 Entre los colaboradores más importantes en el campo de las ciencias sociales, y que publicaron con mayor frecuencia en las décadas de 1960 y 1970, se destacan en presencia y número de artículo escrito en el período bajo estudio: Ernesto Schiefelbein (6), Jorge Graciarena (5), Carlos Alberto Torres (5), Fernando Henrique Cardozo (4), Francisco Delich (4), Rolando Franco (4), Alejandro Rofman (4), Juan Carlos Tesdesco (4), Werner Baer (3), Enzo Faletto (3), Marcos Kaplan (3), Byron A. Nichols (3), Enrique Oteiza (3), Germán Rama (3), Edelberto Torres Rivas (3), Orlando Fals Borda (2), Florestán Fernandes (2), Carlos Filgueira (2), Hardoy Jorge (2), Helio Jaguaribe (2), Elizabeth Jelin (2), Manuel Mora y Araujo (2), Luis Ratinoff (2), Richard Adams (2), Alejandro Rofman (2), Rodolfo Stavenhagen (2), Aldo Solari (2) . Con menor regularidad, aunque igualmente destacables, resultan las publicaciones de Francisco Weffort, Mario Margulis, Atilio Borón, Octavio Ianni, Gino Germani, Eliseo Verón, José Medina Echavarría, Torcuato Di Tella, Luis Alberto Romero y Seymour Lipset.

16 Algunos artículos también podían provenir de exiliados que se encontraban realizando sus posgrados, fenómeno claramente observable sobre mediados de la década de 1980.

17 En tal sentido, las normas del campo editorial e intelectual eran mucho más flexibles que actualmente y, como las ciencias sociales estaban atravesando un proceso de consolidación, era habitual encontrar textos o producciones reproducidas en varias revistas académicas.

18 Esta versión se afirma en dos tesis: recibimos aquello que las metrópolis deciden exportarnos y aquello que nuestras élites colonizadas buscan para estar a tono. La versión marxistizada de este paradigma apunta a que cada clase social de la periferia, a través de sus intelectuales orgánicos, va al centro a buscar las teorías que le sirven para sustentar sus posiciones. Asimismo, las nociones de dependencia académica surgen a partir de la noción del reflejo de la expansión de las potencias académicas centrales, lo cual conlleva al riesgo de desconocer el proceso de especialización que se ha producido en los centros periféricos y el nivel de desarrollo que éstos han alcanzado en el Tercer Mundo.

19 Los ensayos por un pensamiento latinoamericano no son exclusividad del desarrollismo ni del pensamiento dependentista. Todos ellos contaban con el antecedente del experimento más acabado y rico que resultó de la experiencia de los años 1920.

20 En los programas de las materias de la carrera de Sociología a los cuales tuvimos acceso, tampoco aparecían autores que rápidamente puedan asociarse al marxismo o al campo de izquierda. Esto, como ya se vio, no implica que no fueran leídos, pero claro está que no formaban parte de las ideas que las instituciones impartían.

21 El relevamiento se realizó sobre la base de variables tales como menciones y publicaciones diversas en tres publicaciones importantes de la época: América Latina, del Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales, Río de Janeiro; Boletim do Centro Latino-americano de Pesquisas em Ciencias Sociais, Rio de Janeiro, y Desarrollo Económico, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires.

22 Entre ellos hay que notar también la influencia del pensamiento cepeliano en la conformación de un corpus de ideas, una coincidencia en la que Claudio Suasnábar (2004) ha reparado señalando que existía una fuerte vinculación con el desarrollismo de CEPAL y, por tanto, no le resultaba extraño que muchos fundadores y primeros alumnos de la carrera de Sociología en Buenos Aires fueran, en los años posteriores, intelectuales de ese organismo.

23 Mayormente investigadores del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de California, de la Universidad de John Hopkins y de la Universidad de Texas.

24 En el contexto de las preocupaciones por la reforma agraria planteadas por la Alianza para el Progreso, podría explicarse por la confluencia de varios elementos. Por un lado, por el acceso a los datos y los seminarios de formación y los proyectos de investigación sobre sociología rural que CLACSO se encontraba dictando en la región. Por otro, la relevancia de estas temáticas radicaba en la peculiaridad de la estructura económica paraguaya y la particular importancia de la tierra (accesos y modernización de la producción) como objeto de políticas públicas por parte del Estado. A los ojos de muchos de estos intelectuales, el movimiento campesino constituía el actor político central para el desarrollo, cambio o transformación de la estructura social del país.

25 Las mujeres se pensaban como nuevos actores sociales derivados de proceso de modernización pero no todavía no aparecen lo que luego se llamaran trabajos de géneros.

26 Como han señalado varios autores, en el pensamiento económico latinoamericano la categoría de"dependencia" había sido utilizada durante el primer tercio del siglo XX, cuando se hizo evidente un cambio en el peso específico de los capitales norteamericanos en nuestras formaciones sociales y, a su vez, en coincidencia -decimos nosotros- con un momento donde intelectuales y políticos cuestionaban los regímenes oligárquicos de casi toda América Latina. Estos primeros usos del concepto, sin duda, constituyeron un marco de referencia para aquellos que buscaban explicaciones críticas a la modernización latinoamericana. Entre ellos estaban José Carlos Mariátegui, Gilberto Freire, Josué de Castro y Caio Prado Junior.

27 La obra de Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto Dependencia y Desarrollo en América Latina da cuenta de esto último. Previamente a que se convirtiera en una obra clásica dentro de las ciencias sociales latinoamericanas (publicada originariamente en 1969), se trató de un documento de trabajo del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) que circuló como manuscrito entre los años 1966 y 1967 en la Escuela Latinoamericana de Ciencia Política (ELACP) de FLACSO-Chile. El derrocamiento de Joao Goulart y el golpe de Estado instaurado en Brasil llevaron a Cardoso a realizar sus estudios allí.

28 Sin embargo, José Morínigo y Galeano dictaban un curso de Teoría de la dependencia en la carrera de Sociología, según lo indica el programa de 1977. Esta materia formaba parte del tronco obligatorio de la licenciatura.

29 Con OPM, la entrevistada se refiere a la guerrilla urbana Organización Político Militar que intentaba derrotar a Stroessner mediante la lucha armada.

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Recibido 30.09.13
Revisión editorial: 16.11.13
Aprobado: 15.03.14