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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.25 Santiago del Estero dic. 2015

 

POLITICAS: PRÁCTICAS DE DOMINACIÓN

Las formas de resistencia política del sindicalismo no menemista y la ausencia de una hegemonía alternativa en los ´90. Contribuciones para el análisis de la dinámica política desde la perspectiva de Laclau 

Forms of political resistance in trade unionism not menemist and the absence of an alternative hegemony in the ´90. Contributions to the analysis of the political dynamics from the perspective of Laclau 

Formas de resistência política no sindicalismo não menemista e a ausência de uma hegemonia alternativa no ´90. Contribuições para a análise da dinâmica política do ponto de vista de Laclau 

 

Hernán Fair*

* Doctor en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en la Universidad Nacional de Quilmes (IESAC-UNQ). Docente en UNQ y UBA. El presente trabajo se inscribe en el marco de una investigación más amplia que formó parte de mi Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, dirigida por Javier Balsa y financiada íntegramente con una beca doctoral del CONICET. Agradezco las valiosas contribuciones teóricas y metodológicas de mi Director, así como las críticas y comentarios del par evaluador anónimo de esta revista. Correo: herfair@hotmail.com  

 


RESUMEN

El trabajo analiza las formas de resistencia sindical a la hegemonía menemista, tomando como base las herramientas de la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau. Se busca contribuir a comprender y explicar, desde el análisis político del discurso, la ausencia de una contra-hegemonía al orden neoliberal en los actores sindicales, durante los años ´90. En ausencia de una hoja de ruta para aplicar las categorías de la teoría del discurso al análisis empírico, el texto elabora una propuesta original, que complejiza sus principales herramientas para el estudio de la dinámica política. Mediante esta conceptualización, se procura contribuir al desarrollo de un método útil y válido para el análisis sociopolítico del discurso y la construcción de hegemonías.

Palabras clave: Sindicalismo; Menemismo; Teoría política del discurso; Análisis sociopolítico del discurso; Ernesto Laclau.

ABSTRACT

The paper analyzes the modalities of union resistance to the menemist hegemony, based on tools from Laclau´s theory of hegemony. It seeks to contribute understand and explain, from political discourse analysis, the absence of a counter-hegemony to the neoliberal order in union actors during the 90s. In absence of a roadmap to implement the categories of discourse theory to empirical analysis, the text presents an original proposal, which complex its main tools for the study of political dynamics. With this conceptualization, seeks to contribute to the development of a useful and valid method for sociopolitical discourse analysis and construction of hegemonies.

Keywords: Unionism; Menemism; Political theory of discourse; Socio-political discourse analysis; Ernesto Laclau.

RESUMO

o trabalho analisa as formas de resistência dos sindicatos á hegemonia menemista, com base nas ferramentas da teoria da hegemonia de Ernesto Laclau. Procura-se contribuir para compreender e explicar, a partir da análise do discurso político, a ausência de uma contra-hegemonia à ordem neoliberal nos atores sindicais durante os anos ´90. Na ausência de um roteiro para implementar a teoria das categorias de discurso para a análise empírica, o texto fez uma proposta original que faz mais complexo suas ferramentas principais para o estudo da dinâmica política. Usando este conceito, procura contribuir para o desenvolvimento de um método válido e útil para a análise sócio-política do discurso e a construção de hegemonias.

Palavras-chave: Sindicalismo; Menemismo; Discurso político; Discurso; Teoria de análise sociopolítica de Ernesto Laclau


 

SUMARIO

1. Introducción; 2. Perspectiva teórico-metodológica; 2.1. Contribuciones teóricas para el análisis político de las formas de resistencia pública desde la perspectiva de Laclau; 2.1.1. Dos formas de resistencia al discurso hegemónico; 2.1.2. El análisis de los modos de resistencia desde la dinámica histórico-política; 2.2. Consideraciones metodológicas para analizar empíricamente las formas de resistencia social desde la teoría del discurso de Laclau; 2.3. Consideraciones acerca de los planos y niveles no estrictamente textuales del discurso y sus formas de expresión en la dinámica política; 3. Las formas de resistencia al menemismo desde el sindicalismo no menemista; 3.1. Los discursos críticos de la UOM; 3.2. Los discursos críticos de Lorenzo Miguel; 3.3. Los discursos críticos de las 62 Organizaciones; 3.4. Los discursos críticos de Naldo Brunelli; 3.5. Los discursos críticos de los gremios disidentes de la CGT; 3.6. Las disputas hegemónicas internas dentro de los gremios cegetistas; 3.7. Los discursos críticos de la CTA; 3.8. Los discursos críticos de Víctor de Gennaro; 4. ¿Por qué hubo un predominio de una estrategia defensiva del sindicalismo y una ausencia de una contra-hegemonía al orden neoliberal en los ´90?; 4.1. Los posicionamientos discursivos del sindicalismo crítico frente al núcleo medular de la hegemonía menemista; 4.1.1. Los discursos sindicales críticos que no mencionaban a la estabilidad y la Convertibilidad; 4.2. Las restricciones no estrictamente lingüísticas del proceso político; 4.2.1. La crisis económica de las organizaciones sindicales y las restricciones del modo de producción; 4.2.2. Los factores identitarios: la tradición negociadora y participativa y las divergencias históricas inter-sindicales; 4.2.3. Los condicionamientos del plano de los imaginarios y creencias sociales; 4.2.4. Los cambios en las prácticas sociales y en los modos de vida del sindicalismo; 5. A modo de conclusión; 6. Bibliografía

***** 

1. Introducción

Durante los años ´90 se llevó a cabo en la Argentina un profundo cambio estructural que afectó fuertemente a los trabajadores y sectores populares. En un contexto general de crisis del Estado Social y creciente expansión y difusión de las ideas neoliberales a escala mundial, el sindicalismo fue colonizado, en gran medida, por el relato hegemónico que construyó el menemismo en torno a la "modernización" y "actualización" a los "nuevos tiempos" de globalización y "transformación" del Estado y la necesidad de abandonar las "antiguas" ideas de tradición nacional-popular, las mismas que habían sido "superadas" por la "Historia".
Pese al éxito político y cultural de este discurso hegemónico, hubo una pluralidad de voces que expresaron sus disidencias y críticas y que combatieron, en diversos grados e intensidades, los lineamientos del modelo económico y social del menemato. Una multiplicidad de estudios bibliográficos examinaron en detalle estas formas de resistencia política del sindicalismo argentino en los años ´90 (Fernández, 1995, 1998; Palermo y Novaro, 1996; Armelino, 2005), incluyendo algunos análisis sobre los aspectos discursivos e ideológicos, ya sea desde la sociología política (Martuccelli y Svampa, 1997; Senén González y Bosoer, 1999; Svampa, 2010) o desde abordajes de orientación marxista (Bonnet, 2008; Gómez, 2009; Piva, 2009). Sin embargo, con unas pocas excepciones (Gurrera, 2002; Fair, 2011, 2013), no hemos encontrado, en particular desde los aportes provenientes de la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau, análisis íntegramente discursivos del fenómeno, que se concentren en examinar las formas de resistencia sindical a la hegemonía menemista1. En ese marco, carecemos de abordajes que, partiendo desde las herramientas de la teoría del discurso, analicen la ausencia de una contra-hegemonía al orden neoliberal en los actores sindicales.
El presente trabajo pretende contribuir a cubrir este hueco en la bibliografía especializada y, al mismo tiempo, aportar algunas herramientas que permitan complejizar y reforzar la validez analítica (y crítica) de la perspectiva de Laclau. Ello implica desplazar el eje desde la construcción de una ontología político-discursiva de lo social, al análisis óntico-empírico-existencial de la dinámica política. Sin embargo, observamos que la propia teoría de la hegemonía presenta serios problemas a nivel teórico y metodológico, en el momento en que prácticamente no conceptualiza ni analiza las mediaciones político-institucionales. En ese marco, uno de sus problemas operativos, extensible sintomáticamente a los principales exponentes que siguen sus lineamientos, radica en la escasez de aportes concretos para analizar los discursos de los actores políticos y sociales organizados (sindicatos, empresarios, partidos políticos, Fuerzas Armadas, etc.). Ello conduce a la teoría de la hegemonía a una inexplicable simplificación del modo de funcionamiento de los procesos políticos contemporáneos, que atenta contra su capacidad heurística. Un segundo problema, íntimamente relacionado al anterior, radica en el escaso desarrollo del papel activo y dinámico que adquieren los agentes políticos en la disputa hegemónica, lo que restringe la capacidad de examinar a los actores como entes relativamente autónomos y activos.
Con el objeto de contribuir a sortear estos déficits teórico-metodológicos, en este trabajo incluiremos algunas variaciones a la teoría de la hegemonía, partiendo de la base de reconocer que:
1) En toda dinámica política existen una multiplicidad de agentes que, a través del orden significante, son capaces de construir activamente determinadas argumentaciones, realizar ciertas interpelaciones, llevar a cabo (por acción u omisión) determinadas acciones y exteriorizar diferentes formas, estilos y niveles de apoyo o resistencia política.
2) Estos actores políticos y sociales son capaces de expresar su accionar público de una forma individualizada o colectiva, incluyendo la canalización de sus demandas y reclamos de una forma más o menos organizada e institucional.
3) Determinados referentes políticos e institucionales asumen un papel performativo contextualmente privilegiado para realizar interpelaciones, tomar decisiones y realizar acciones públicas y prácticas sociales exitosas2.
4) Esta capacidad performativa diferencial, aprehendida desde el orden significante, responde a la existencia de diversos recursos y capacidades que son investidas y atribuidas históricamente a los actores políticos3.
En el caso del sindicalismo, entendido como una organización política que nuclea formalmente a los trabajadores, sus referentes políticos son capaces de expresar sus demandas, apoyos y reclamos públicos de una forma colectiva o individualizada. En ese marco, distinguimos cuatro niveles de organización y canalización de las demandas, en forma descendente: (a) Las centrales sindicales (por ejemplo, la CGT o a la CTA); (b) Las organizaciones sindicales afiliadas a cada central (por ejemplo, el gremio de Luz y Fuerza, como sindicato perteneciente a la CGT); (c) Las ramas internas de cada nucleamiento sindical a nivel regional (por ejemplo, la rama de Luz y Fuerza de Mar del Plata); (d) Los referentes político-institucionales de cada gremio (por ejemplo, el titular del gremio de Luz y Fuerza).
Sin embargo, no todos los referentes institucionales presentan en los procesos políticos un poder similar para obtener éxito performativo al realizar interpelaciones, construir argumentaciones, tomar (u omitir) decisiones y expresar públicamente sus demandas. En el caso específico del sindicalismo, observamos que en la dinámica política:
a) Existen determinadas figuras políticas clave que se destacan como referentes a nivel nacional.
b) Existen contextualmente determinados gremios con un mayor poder organizativo y económico que otros.
c) Dentro de cada gremio existen determinadas figuras a las que se le atribuye o inviste, contextualmente, de un mayor poder e influencia política que otras.
Por lo general, en los regímenes democrático-pluralistas, el titular del gremio a nivel nacional presenta un mayor poder performativo en la dinámica política, al ser una figura que ha sido investida por sus afiliados en su cargo y cuenta con un mayor nivel atributivo de reconocimiento público y político4. La titularidad de un gremio o de una central sindical, además, tiende a ampliar la capacidad decisoria y los recursos disponibles para tomar determinadas decisiones vinculantes referidas a las formas de organización política y el manejo de los fondos económicos del sindicato5, y para condicionar la implementación de las políticas públicas por parte del Estado. De todos modos, estas capacidades y recursos no pueden ser fijadas de modo apriorístico, por lo que deben ser examinados desde el análisis contextual del proceso político, en base a sus formas de aprehensión y significación simbólicas.
Partiendo de estas premisas, el presente trabajo se propone examinar las formas de resistencia de los actores sindicales no menemistas. De manera específica, se busca elucidar, desde una perspectiva de análisis sociopolítico del discurso, la ausencia de un proyecto contra-hegemónico al orden neoliberal, durante la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista.

2. Perspectiva teórico-metodológica

El presente trabajo toma como base los aspectos ontológicos y algunos aportes conceptuales de la teoría del discurso de Ernesto Laclau (en parte, con Mouffe). Se asume, en ese sentido, que el discurso construye, de forma "contingente", "precaria" y "parcial", las identidades políticas y el orden social, y que la realidad social es producto de una "lucha hegemónica" por definir el sentido del orden, estructurándose y adquiriendo significación desde y a través de su construcción simbólica. En el marco de la teoría del discurso, Laclau destaca la dimensión "antagónica" como constitutiva de las identidades y se refiere al papel central que asumen determinados "significantes vacíos" o palabras clave en la dinámica política, que permiten articular de un modo "equivalencial" a una pluralidad de demandas sociales y estructurar simbólicamente el "orden comunitario" ausente. Al mismo tiempo, el teórico argentino refiere a la existencia de una dimensión de "dislocación estructural", cuya expresión histórica permite "reactivar" lo social "sedimentado", mostrando los límites fácticos de toda"formación hegemónica" (Laclau, 1993, 1996, 2005; Laclau y Mouffe, 1987).
La teoría de la hegemonía de Laclau destaca la imposibilidad de construir una identidad plenamente "suturada", al constituirse y estar penetrado por un elemento de "negatividad" que lo "deforma" (Laclau y Mouffe, 1987: 150-151). En ese marco, el historiador argentino distingue entre la universalidad "parcial" o "precaria" de las operaciones hegemónicas, frente a las formas totalitarias (que tampoco pueden reprimir estrictamente todo antagonismo), en tanto ninguna operación hegemónica puede eliminar plenamente el elemento de "particularidad" (Laclau y Mouffe, 1987: 186). Ahora bien, si "equivalencia no significa identidad" (Laclau, 2003: 196), siempre van a existir discursos críticos que, con diversa extensión, intensidad y amplitud, rechacen las ideas y valores promovidos por el orden dominante, expresando los límites fácticos de la operación hegemónica6.
La teoría posfundacional de Laclau aporta escasas herramientas para conceptualizar y analizar los modos de estructuración y de resistencia a las operaciones hegemónicas desde la dinámica política. Uno de estos escasos y valiosos aportes proviene de la crítica al mecanicismo de lo social. Desde la perspectiva laclauiana, aunque en la sociedad capitalista existen formas fácticas de "dominación" y "opresión" de los sectores dominantes sobre los grupos "subordinados", esas relaciones sociales no se derivan de una oposición "lógica" o "dialéctica", sino que responden a las operaciones de (re)significación de la dominación que se realizan desde el orden simbólico. En ese marco, rechazando las tesis marxistas de la "falsa conciencia", para el teórico argentino la construcción político-discursiva de las relaciones de subordinación como antagónicas y contradictorias adquiere un papel central para alcanzar una hegemonía exitosa7 (Laclau y Mouffe, 1987: 159 y ss.).
Una segunda contribución central de Laclau refiere al modo específico de construir las demandas sociales. El pensador argentino señala que se debe hacer una distinción entre las identidades de los "grupos subordinados" cuyas demandas hacen hincapié en una estrategia de"negatividad" con el orden vigente, frente a aquellas otras que extienden la negatividad hacia la construcción de una estrategia de "positividad". Según Laclau, esta segunda dimensión de "positividad", no derivada mecánicamente de la anterior, es central para "consolidar" la operación hegemónica. En sus palabras, "toda posición hegemónica se funda en un equilibrio inestable: se construye a partir de la negatividad, pero sólo se consolida en la medida en que logra la positividad de lo social" (Laclau y Mouffe, 1987: 236). Ello lo conduce a destacar la importancia estratégica central, para la praxis de los sectores subalternos, de trascender las simples demandas "subversivas", para construir algún tipo de proyecto nuevo y "viable" de "positivación", que pueda tener éxito en la disputa hegemónica, ya que:

Si las demandas de un grupo subordinado se presentan como demandas puramente negativas, y subversivas de un cierto orden, sin estar ligadas a ningún proyecto viable de reconstrucción de áreas sociales específicas, su capacidad de actuar hegemónicamente estará excluida desde un comienzo (Laclau y Mouffe, 1987: 235).

Aunque Laclau no ha profundizado en estos aportes nodales vinculados a la dinámica política8, en trabajos posteriores presenta algunos conceptos adicionales en esta línea, al hacer mención a la "política exclusivamente defensiva" de la "izquierda", que ha "dejado de lado cualquier estrategia por cambiar el actual equilibrio hegemónico de fuerzas" (Laclau, 2003: 305). En otro fragmento, el teórico argentino refiere a la "estrategia puramente defensiva" de la "izquierda", pero la vincula, en este caso, a la ausencia de un "imaginario social" de carácter"universalizante" (Laclau, 2003: 213).
A continuación, tomaremos como base estas herramientas, complejizándolas con nuevas reflexiones que pretenden contribuir al análisis de las formas de expresión pública de las resistencias sindicales en la dinámica histórico-política en la que se asientan.

2.1. Contribuciones teóricas para el análisis político de las formas de resistencia pública desde la perspectiva de Laclau
2.1.1. Dos formas de resistencia al discurso hegemónico

En base a la distinción de Laclau entre la estrategia de "negatividad" y la de "positividad", y sus referencias a las formas "defensivas" de construir las identidades políticas, hemos propuesto en otro lugar incorporar a la teoría del discurso el abordaje de los modos de "resistencia" frente a las formaciones hegemónicas. Complejizando estos aportes, conceptualizaremos dos modos de expresión de la resistencia social:
1) Los modos de resistencia defensivos: estas formas de resistencia política se caracterizan por priorizar, con diferentes intensidades, una estrategia de negatividad frente al orden hegemónico. Al mismo tiempo, respaldan políticamente, o al menos no cuestionan públicamente, los núcleos nodales que estructuran el discurso hegemónico. De este modo, asumen en la dinámica política un posicionamiento defensivo, que, pese a presentar diferentes grados de radicalidad negativa, no logran trascender la diferencialidad frente al orden vigente.
2) Los modos de resistencia ofensivos: estas formas de resistencia política se caracterizan por radicalizar la intensidad de las críticas al orden hegemónico, desde una estrategia de fuerte negativización. Al mismo tiempo, no respaldan públicamente los núcleos nodales que estructuran el discurso hegemónico. Finalmente, construyen una estrategia alternativa de positivización, que combate ciertos ejes del discurso dominante. De este modo, asumen un posicionamiento que logra trascender la mera diferencialidad, para edificar una estrategia ofensiva frente al orden vigente.
Estas modalidades de resistencia presentan formas divergentes en la dinámica política, de acuerdo a su modo de estructuración discursiva. Distinguimos, en ese marco, entre:
1) Las formas de resistencia post-hegemónicas: presentan una crítica centrada en aspectos parciales del orden hegemónico. Al mismo tiempo, respaldan políticamente, o al menos no cuestionan públicamente, los núcleos nodales del discurso hegemónico.
2) Las formas de resistencia contra-hegemónicas: acentúan la intensidad de las críticas al discurso hegemónico, oponiéndose a los núcleos nodales que estructuran el mismo, desde una estrategia de radical negativización. Al mismo tiempo, construyen una estrategia de positivización, que logra elaborar una alternativa antagónica a los ejes centrales del discurso dominante.

2.1.2. El análisis de los modos de resistencia desde la dinámica histórico-política

Desde la dinámica política, los posicionamientos post-hegemónicos se presentan típicamente en aquellos discursos que se estructuran mediante una forma de resistencia defensiva. Ello se debe a que, en el momento en que aceptan o no cuestionan públicamente los núcleos medulares del discurso hegemónico, asumen tácitamente su validez. De este modo, estos "contradiscursos" no logran superar la mera diferencialidad frente al orden vigente, lo que les impide construir una hegemonía alternativa.
Los posicionamientos contra-hegemónicos, por su parte, se presentan típicamente en discursos que asumen formas de resistencia pública ofensiva. Sin embargo, no todos los
discursos "ofensivos" logran construir una efectiva contra-hegemonía. Para que ello ocurra, los discursos anti-hegemónicos deben presentar dos condiciones adicionales, que conciernen a dos estrategias discursivas centrales en la disputa hegemónica:
1) Realizar un cuestionamiento público de los ejes nodales que estructuran el discurso dominante: desde el plano de la textualidad, ello implica construir una estrategia argumentativa con dos operaciones discursivas de "negatividad", que consisten en:
a) Desarticular los núcleos nodales que estructuran el discurso dominante y re-valorizarlos de forma negativizada, deslegitimándolos, a partir de re-definirlos como el reverso absoluto del bien de la comunidad.
b) Rechazar la validez y legitimidad de los argumentos del discurso dominante en torno a la inviabilidad, la irracionalidad, la imposibilidad, la inevitabilidad, el peligro o la no convenienciaética y/o política, atribuidos a los proyectos alternativos al orden vigente.
2) Construir una estrategia de positividad que estructure un proyecto político antagónico al discurso dominante: desde el plano de la textualidad. Ello implica construir una estrategia argumentativa con dos operaciones discursivas de "positivización", que consisten en:
a) Reforzar la viabilidad, la razonabilidad, la validez, la superioridad técnica, política y/o normativa y la capacidad efectiva de transformar radicalmente el orden vigente, en dirección a un orden social opuesto al dominante.
b) (Re)legitimar y (re)valorizar positivamente determinados significantes y políticas públicas alternativas a las promovidas y defendidas por el discurso dominante, construyendo una frontera política que antagonice con el orden prevalente.
Ahora bien, en toda dinámica política el plano de la verbalización interactúa con aspectos vinculados a lo que definimos como la dimensión no estrictamente (o no sólo) lingüística. En ese marco, la construcción de una contra-hegemonía requiere de "praxis" transformadoras (Retamozo, 2006) que necesariamente trasciendan la dimensión lingüística. Schuster (2005) ha desplegado valiosas herramientas teórico-metodológicas para examinar la dimensión simbólico-verbal de la protesta social (incluyendo el análisis de los contenidos, formatos y estilos de expresión pública de la protesta), en articulación con las modalidades de acción extra-verbales (básicamente, manifestaciones, concentraciones y movilizaciones públicas). En este trabajo asumimos que el análisis interactivo de ambas dimensiones del discurso, aprehendido desde el orden significante, resulta central para examinar la estructuración y eficacia performativa que adquieren las modalidades de resistencia social en la dinámica política.
Es importante subrayar que la diferencia entre estos dos planos no implica que las formas de acción colectiva constituyan prácticas no discursivas, al estilo foucaultiano, o que adquieran significación por sí mismas, sino que corresponden a registros diferentes del discurso que se implican dialógicamente, mediados por su significación simbólica. De este modo, en la dinámica política la praxis social contiene un plano verbal o declaratorio, asociado a elementos interpelatorios y argumentativos, y un segundo plano, más cercano al ámbito corporal y físico, vinculado a la acción fáctica a nivel no estrictamente lingüístico del discurso (marchas, movilizaciones sociales, huelgas generales u otros métodos de protesta o de confrontación pública). El sentido de la acción social, sin embargo, sólo puede ser comprendido por los agentes desde su construcción significante.

2.2. Consideraciones metodológicas para analizar empíricamente las formas de resistencia social desde la teoría del discurso de Laclau

Al desplazarnos desde lo empírico a lo teórico y de lo teórico al plano metodológico, con el objeto de "traducirlo" al análisis de la dinámica política, emergen dos problemas en nuestra propuesta, que no obtienen respuestas conceptuales desde la perspectiva de Laclau. El primero de ellos concierne a la siguiente pregunta: ¿cómo se pueden/deben analizar los modos de "resistencia" al discurso hegemónico en los procesos políticos "realmente existentes"? A continuación, enumeraremos algunas estrategias metodológicas que puede seguir el analista del discurso para sortear este complejo problema:
1) Distinguir operativamente entre la dimensión de análisis de la producción o construcción de la hegemonía, la dimensión de la recepción y el abordaje de la eficacia interpelativa, centrado en el análisis específico del impacto hegemónico.
2) Identificar a determinados actores políticos que adquieren un rol contextualmente privilegiado en la dinámica política, ubicándolos estratégicamente en la posición de productores de la hegemonía, en tanto actores interpeladores clave.
3) Situar estratégicamente al resto de los actores políticos y sociales (en este caso, los dirigentes y organizaciones sindicales argentinas) en posición de interpelados9.
Una vez realizado este posicionamiento estratégico y contingente, si la decisión consiste, como en este trabajo, en analizar empíricamente las formas de estructuración y resistencia de los dirigentes y organizaciones sindicales (como actores interpelados) desde el plano de la textualidad10, debemos distinguir entre el nivel de análisis del contenido y de la forma enunciativa del discurso:
1) Análisis del contenido: analiza los discursos enunciados (el qué se enuncia), tomando en cuenta las cadenas equivalenciales y las fronteras políticas que se edifican, los tópicos que debaten los agentes, las demandas y reclamos públicos que plantean y las disputas que establecen desde la dinámica política11.
2) Análisis de la enunciación: analiza las formas de enunciar (el cómo y el desde dónde se enuncia y legitima lo enunciado y, al mismo tiempo, se deslegitiman y rechazan otros enunciados), tomando en cuenta las modalidades y estilos que asume la edificación de las identidades, las estrategias enunciativas que emplean los agentes y los argumentos retóricos que construyen para legitimar determinados enunciados y agentes y deslegitimar y desvalorizar a otros, así como la tonalidad y la forma de estructuración de las demandas, apoyos y reclamos que expresan y los géneros discursivos que utilizan en la expresión pública de los enunciados.
El abordaje de estos dos planos de análisis textual del discurso, con sus diferentes niveles, permite complejizar el énfasis implícito de la teoría del discurso de Laclau en el análisis de los enunciados, incorporando la dimensión complementaria de la enunciación. En ese marco, los aportes de la semiótica social vinculados a la teoría de la enunciación (Verón, 1987) y la teoría de los géneros discursivos (Bajtín, 1982), junto al uso de las figuras retóricas y las contribuciones de la teoría de la argumentación en la lengua12, presentan elementos valiosos para complejizar el análisis político del discurso, ya que permiten incorporar una matriz que examine, desde una perspectiva comparada, diferentes intensidades de expresión del apoyo y la resistencia pública frente a las interpelaciones recibidas, de acuerdo a sus léxicos, estilos y tonalidades13.
En este trabajo proponemos considerar tres variables para el análisis textual del discurso en la dinámica política: (a) los posicionamientos frente al modelo de acumulación, (b) los posicionamientos frente a los significantes nodales del discurso dominante y (c) las formas enunciativas de construcción y de expresión pública de la alteridad:
a) Los posicionamientos frente al modelo de acumulación: para analizar esta dimensión se deben examinar los posicionamientos de los actores situados como interpelados (en este caso, los sindicales), colocando el eje en sus construcciones discursivas en torno a determinadas políticas públicas clave promovidas o sancionadas por el orden hegemónico, o con pretensiones de hegemonizar el espacio social. Al hacerlo, se puede distinguir entre:
- Aquellos actores sindicales que apoyan y comparten activamente las principales políticas públicas promovidas por el discurso dominante.
- Aquellos actores sindicales que no respaldan explícitamente, pero tampoco cuestionan verbalmente, las principales políticas públicas promovidas por el discurso dominante.
- Aquellos actores sindicales que presentan críticas y se oponen solo a determinadas políticas públicas promovidas por el discurso dominante, al tiempo que apoyan o no cuestionan otras.
- Aquellos actores sindicales que se oponen a la totalidad del modelo de acumulación promovido por el discurso dominante.
b) Los posicionamientos frente a los significantes nodales: esta dimensión examina los posicionamientos públicos de los actores situados como interpelados frente a determinados significantes que asumen un rol privilegiado en los discursos de los actores posicionados como interpeladores14 y en la dinámica política en la que se asientan. Al analizar estos posicionamientos de forma empírica, se puede distinguir entre:
- Aquellos actores sindicales que apoyan activamente o asumen una valoración positiva de los significantes nodales, señal de que los validan políticamente.
- Aquellos actores sindicales que no respaldan explícitamente, pero tampoco cuestionan verbalmente, a los significantes nodales.
- Aquellos actores sindicales que critican a los significantes nodales, en un continuum que puede ir desde una crítica parcial, hasta una negativización que se opone de forma antagónica a la valoración positiva atribuida a los significantes clave, rechazando su validez política.
c) Las formas enunciativas de construir la alteridad: esta dimensión analiza las modalidades, estilos y tonalidades que adoptan los actores interpelados para construir y expresar públicamente a la alteridad en la disputa hegemónica. Teniendo en cuenta las modalidades enunciativas para referirse al modelo de acumulación, a los significantes nodales del discurso dominante y a la figura interpeladora, se puede distinguir entre aquellos sindicalistas cuyas críticas asumen la forma de:
- Un antagonismo extremo, construido desde una estricta lógica schmittiana de "Amigo-Enemigo".
- Un antagonismo ponderado o atemperado, construido desde una postura de "agonismo" adversarial (Mouffe, 1999).
-Un posicionamiento de mera disidencia parcial, basado en una lógica "diferencial" (Laclau, 2005).
La incorporación de una estrategia complementaria de análisis comparado del discurso permite comparar qué políticas públicas son apoyadas, criticadas y rechazadas por los actores sindicales, el estilo de expresar las resistencias y la intensidad que asumen. Además, permite examinar las continuidades, transformaciones y rupturas (sincrónicas y eventualmente diacrónicas) en la expresión de determinados significantes, cadenas equivalenciales y fronteras políticas y en los argumentos empleados, así como en las modalidades, estilos, estrategias, géneros y formatos enunciativos. También permite elucidar cambios y continuidades en los posicionamientos sindicales frente al modelo de acumulación y frente a determinados significantes y cadenas equivalenciales clave. Por último, permite analizar el plano de la"profundidad" de la hegemonía (Balsa, 2007: 32-33), examinando los niveles de respaldo, crítica o rechazo hacia al orden vigente y sus principales políticas públicas, distinguiendo grados diferenciales de resistencia y combatividad.
En base al análisis empírico de los discursos textuales (contenido y forma enunciativa), en determinada coyuntura o proceso histórico, el analista del discurso puede observar:
1) Los niveles diferenciales de aceptación y resistencia social al orden vigente. Estos niveles pueden ser distinguidos analíticamente en tres modalidades:
a) Apoyo político general o global: expresa un respaldo general y consistente al modelo de acumulación, a sus principales políticas públicas y a los posicionamientos discursivos que
asume la figura interpeladora clave, presentando nulas o mínimas disidencias y críticas frente al orden dominante.
b) Apoyo político parcial: expresa un respaldo crítico y poco consistente al modelo de acumulación, a sus principales políticas públicas y a los posicionamientos de la figura interpeladora clave, presentando algunas disidencias parciales frente al orden dominante.
c) Apoyo político nulo: expresa un posicionamiento consistentemente crítico y combativo, que antagoniza sin concesiones frente al sistema de dominación vigente, incluyendo a sus principales representantes políticos e institucionales, sin compartir ni aceptar ningún punto de acuerdo, ni expresar ningún apoyo público frente al orden dominante.
2) La forma y el estilo de expresión pública de la aceptación social frente al orden vigente. Esta dimensión, vinculada al nivel enunciativo, puede ser distinguida en la dinámica política en base a cuatro niveles:
a) Consenso activo: expresa un consistente grado de aceptación y respaldo hacia determinada figura política, hacia sus principales políticas públicas y hacia su modelo de acumulación. Asume un estilo enunciativo y una tonalidad dialoguista y cooperativa, que se presenta desde un extremo e incondicional respaldo político, hasta un grado de apoyo más o menos entusiasta, proselitista y militante (incluyendo diversas formas de participación o movilización social). Sus discursos públicos denotan un elevado convencimiento y entusiasmo y un posicionamiento de apoyo activo a las bondades y beneficios atribuidos al orden vigente y a determinadas figuras políticas centrales que lo representan (básicamente, hacia las figuras interpeladoras clave del Estado).
b) Consenso pasivo: expresa un ponderado grado de aceptación y respaldo hacia determinada figura política, sus principales políticas públicas y su modelo de acumulación. Asume un estilo enunciativo y una tonalidad que se expresa desde una aceptación resignada, hasta un consenso más o menos tolerante y apático hacia el orden vigente (carente de formas activas de participación o movilización social). Sus discursos públicos denotan un reducido y poco consistente convencimiento y un posicionamiento tendencialmente pasivo frente a las bondades y beneficios atribuidos al orden vigente y a determinadas figuras políticas centrales que lo representan (básicamente, figuras clave del Estado).
c) Rechazo cínico: expresa un ponderado nivel de crítica hacia determinada figura política, a sus políticas públicas y/o a su modelo de acumulación. Asume un estilo y una tonalidad cínica, sarcástica o burlona frente al orden vigente y sus principales representantes políticos, adoptando un estilo de resistencia que fluctúa entre una forma agonista y una lógica meramente diferencial frente al discurso hegemónico15.
d) Rechazo activo: expresa un antagonismo político duro y consistente frente al orden vigente, que no efectúa ninguna concesión a lo que define como el sistema de dominación. Asume un estilo y una tonalidad no dialoguista y no cooperativa, centrada en el combate general e irrestricto al orden dominante, incluyendo a sus representantes políticos y al sistema económico, desde una estrategia de confrontación activa y militante (que incluye diversas formas de movilización social). Sus discursos públicos denotan un nulo respaldo político y un posicionamiento de combate consistente, coherente y convencido contra las presuntas bondades y beneficios atribuidos al orden vigente y a las figuras e instituciones políticas centrales que dicen representarlo.
Esta tipología, que debe analizarse en la dinámica política teniendo en cuenta la articulación entre los contenidos enunciados y los niveles enunciativos (estilos, formatos, tonalidades, modalidades y estrategias de expresión subjetiva de los enunciados), conceptualiza dos lados de un mismo proceso de construcción de la hegemonía, que permiten examinar las formas de estructuración de las identidades políticas frente al orden dominante.

2.3. Consideraciones acerca de los planos y niveles no estrictamente textuales del discurso y sus formas de expresión en la dinámica política

Hemos destacado dos dimensiones de análisis vinculadas al plano textual de la resistencia social. Sin embargo, el éxito performativo depende de condiciones de posibilidad que exceden a lo meramente textual. Ello nos remite a los condicionamientos no estrictamente lingüísticos que imponen los factores económicos, institucionales, identitarios, físicos, biológicos e inconscientes. En lo que refiere específicamente al abordaje de las formas de resistencia sindical, nos interesa mencionar, brevemente, los siguientes aspectos:
1) Desde la dinámica política, el análisis textual de las formas de resistencia debe ser examinado en interacción con una serie de aspectos no estrictamente lingüísticos del discurso, que condicionan los enunciados y formas enunciativas de los agentes. Entre ellos, el modo de producción capitalista y el modelo de acumulación, producción y consumo vigente, las normas y reglas institucionales, las prácticas sociales, las vivencias y experiencias individuales y sociales, la memoria colectiva, los hechos físicos y naturales y los factores afectivos, identificatorios e inconscientes.
2) Estos condicionamientos no meramente textuales solo pueden ser aprehendidos desde el orden simbólico, en base a las construcciones-percepciones que realizan los agentes, a partir de la interacción con las percepciones y creencias que atribuyen y semantizan contextualmente a cada uno de estos condicionantes y a los actores políticos que los interpelan.
En lo que concierne a las formas de resistencia sindical, debemos destacar el papel de las tradiciones y experiencias históricas y culturales (parcialmente) sedimentadas que presentan los dirigentes y las organizaciones gremiales, incluyendo sus modos habituales de canalizar sus demandas y manifestarse y sus relaciones históricas con el Estado16. Estos factores deben ser examinados, desde la dinámica política, en interacción con las formas de percepción simbólica de otros aspectos no meramente lingüísticos, como las prácticas y acciones sociales e institucionales de los agentes, las políticas públicas sancionadas (o derogadas) desde el Estado y los hechos físicos y biológicos "dislocadores", que presentan una relativa autonomía de los pensamientos, los dichos, los deseos y voluntades que asumen y/o verbalizan los agentes17.
Un segundo problema operativo radica en la existencia fáctica de determinados agentes políticos y sociales que, ya sea en términos individualizados o colectivos, presentan en la dinámica política la capacidad de expresar sus formas de apoyo y de resistencia pública mediante una pluralidad de recursos que exceden a los argumentos, interpelaciones y declaraciones textuales. Estos actores privilegiados son capaces de realizar (por acción u omisión) determinadas prácticas políticas e institucionales y determinadas acciones físicas que generan efectos centrales en la disputa hegemónica. En el caso del sindicalismo, los principales recursos atributivos en los regímenes pluralistas son los siguientes:
a) La capacidad de negociar (o rehuirse a negociar) con los representantes del poder político y con la patronal.
b) La capacidad de organizar y realizar (o decidir no realizar) huelgas sindicales, con diferente grado de combatividad.
c) La capacidad de realizar (o rehuirse a realizar) actos, manifestaciones, marchas públicas u otras formas de participación y movilización política y protesta social no convencionales (sabotajes, sentadas, boicots, huelgas de hambre), que asumen diferente grado de radicalidad y combatividad política.
Aunque la teoría del discurso de Laclau aporta escasas herramientas para analizar políticamente estos recursos diferenciales sedimentados, los mismos asumen un papel central para elucidar la eficacia performativa de la hegemonía18.
Por razones espaciales, en este trabajo sólo analizaremos las formas de resistencia a la hegemonía neoliberal desde el plano de la textualidad. En ese marco, colocaremos el eje en las expresiones de resistencia pública al orden hegemónico, tanto desde los actores individuales como colectivos, en base al análisis de los enunciados (el contenido) y algunas cuestiones vinculadas a la enunciación (la forma) de los discursos. En la segunda parte, examinaremos las restricciones no estrictamente lingüísticas que condicionaron las formas de expresión de la resistencia a la hegemonía menemista, aunque no analizaremos en detalle este nivel. Para llevar a cabo la investigación, hemos recopilado y analizado un amplio corpus de notas, solicitadas y entrevistas de referentes y organizaciones sindicales, en la medida en que estos discursos eran reproducidos en los principales medios de prensa gráfica de circulación nacional (Clarín, La Nación y Página 12) durante la etapa de sedimentación del orden neoliberal, en 199319.

3. Las formas de resistencia al menemismo desde el sindicalismo no menemista

Junto a la existencia de una pluralidad de discursos sindicales que adoptaban como propios y validaban los principales giros y articulaciones equivalenciales del discurso de mixtura neoliberal-peronista de Menem, en la etapa de sedimentación del orden neoliberal existían una serie de discursos públicos que mostraban resistencias a las interpelaciones oficiales. A diferencia de los discursos menemistas nucleados en el denominado Club de Amigos de Menem, que no problematizaban públicamente la integración del discurso oficial con la doctrina histórica del peronismo y que, más allá de algunas diatribas parciales, legitimaban las reformas pro-mercado, estos referentes sindicales planteaban críticas políticas más radicalizadas que cuestionaban, en diverso grado y magnitud, diferentes aspectos del discurso menemista y de su modelo económico y social.

3.1. Los discursos críticos de la UOM

Durante la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista, los discursos públicos de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) presentaban una fuerte crítica al menemismo, sus alianzas políticas y sus reformas económicas. En ese contexto, sus discursos organizacionales cuestionaban las alianzas del menemismo con los símbolos del anti-peronismo (Alsogaray, el Almirante Rojas). A nivel económico, la UOM presentaba una crítica radicalizada a las privatizaciones y a las leyes de "flexibilización" laboral, aunque dejaba sin cuestionar otros ejes centrales del modelo, como la apertura y desregulación comercial y financiera, la focalización del gasto público, la paridad cambiaria y el pago de la deuda externa al FMI, reduciendo la crítica a aspectos parciales del orden dominante.

3.2. Los discursos críticos de Lorenzo Miguel

Lorenzo Miguel era el líder y el referente más representativo de la UOM. El dirigente metalúrgico rechazaba las alianzas del menemismo con los símbolos del anti-peronismo, afirmando que "no aceptamos que nos cambien a (Isaac) Rojas por (Juan) Perón, ni a Evita por María Julia (Alsogaray)". Al mismo tiempo, realizaba una crítica profunda a las privatizaciones, que eran vinculadas a los "negocios de los grupos privilegiados", y que iban "en contra de los intereses de los trabajadores". En ocasiones, Miguel rechazaba con vehemencia las apelaciones de Menem a la "actualización" doctrinaria del peronismo, afirmando que "quieren hacernos pensar que estos últimos 40 años no sirvieron para nada". En ese marco, contra-argumentaba al discurso hegemónico reafirmando que "somos antiguos, porque estamos muy bien actualizados". Sin embargo, el modo de construir su discursividad asumía una estrategia defensiva, en el que prevalecía una fuerte negatividad hacia aspectos puntuales del modelo económico y social, sin edificar un antagonismo en términos que pudieran traducirse en políticas públicas alternativas desde el plano de la positividad20.

3.3. Los discursos críticos de las 62 Organizaciones

Las 62 Organizaciones históricamente asumieron un discurso de nacionalismo popular, centrado en la defensa de la producción nacional, la industria y el trabajo y valores políticos vinculados a la "unidad", la "lealtad" y la "organización" en torno al peronismo y la figura del líder popular (Martuccelli y Svampa, 1997). En los discursos públicos de 1993, las 62 concentraban las críticas en los efectos regresivos del modelo económico sobre la producción nacional y el empleo. Sin embargo, a diferencia de los discursos críticos del empresariado industrial (entre ellos, algunos sectores de la UIA) y de periodistas de los medios gráficos nacionales (entre los que se destacaban algunos periodistas de Página 12 y de Clarín), la crítica presentaba una fuerte combatividad política, vinculando al plan económico con la "desintegración nacional", la "entrega" del "patrimonio" y la "segregación" social, significantes que eran contrapuestos a la defensa de la "dignidad". A su vez, se incorporaba una firme defensa de los "derechos" laborales de los "trabajadores" y del "pueblo". Una segunda particularidad radica en que estos contra-discursos disputaban con las alocuciones presidenciales al significante "justicia social", expresando un "compromiso" con la "democracia", pero "reclamando que la justicia social sea una realidad efectiva", siguiendo las "banderas que nos legaran Perón y Evita". Ello implicaba una "urgente adecuación de la política económica en función de las reales necesidades que padece el cuerpo social de la Nación", frente a la existencia de "intereses ajenos al mandato otorgado oportunamente por el pueblo argentino"21.
Por momentos, la crítica política se radicalizaba y endurecía aún más. En ese marco, el 19 de marzo de 1993 las 62 Organizaciones publicarán una solicitada de media carilla en los principales diarios de circulación nacional, criticando duramente al Gobierno Nacional por implementar lo que definirán como una "política de aniquilamiento de los derechos de los trabajadores y del movimiento obrero". El texto vinculaba explícitamente a la "política menemista" con "el cumplimiento de los deberes contraídos con los acreedores de la banca internacional", a despecho de "desintegrar a la Nación", "entregar su patrimonio", "segregar a sus habitantes" y "escarnecer la dignidad y derechos de los trabajadores". El "plan económico" era definido, a su vez, como un plan de "exclusión", que "pretende dividir al pueblo", distinguiendo entre "incluidos" y "expulsados", promoviendo el crecimiento de la "desocupación" y la "desintegración" del país. En el plano internacional, la crítica se extendía hacia la política de "relaciones carnales" con los Estados Unidos, que "incurre en la superficialidad de disfrazarse del primer mundo", lo que contrastaba con el incremento en la tasa de desempleo.
Uno de los ejes críticos se concentraba en la "política laboral" del Gobierno. En consonancia con los discursos de algunos economistas y abogados laboralistas heterodoxos, los proyectos de reforma del mercado de trabajo no solo suponían la "pérdida de derechos de los trabajadores", sino que eran considerados un "grave retroceso social" y un "agravio institucional", que representaban una "violación de la Constitución Nacional" y "el consiguiente quebrantamiento del principio de legalidad, sin el cual no existe el Estado de derecho". Pero
además, los discursos de las 62 encadenaban la política laboral a los reclamos de los "grupos económicos que, en reducido número, están acumulando la suma del poder en la Argentina". Estas reformas actuaban en contraste con la tradición peronista y con los "millones de trabajadores que confiamos en las banderas de (la) independencia económica, soberanía política y justicia social".
En una muestra de la fuerte resistencia al discurso menemista, la solicitada concluía expresando una radical confrontación con el modelo hegemónico, al redefinir a la política económica como "anti-obrera" y "anti-nacional", y al destacar que la misma había "colmado la paciencia del pueblo trabajador", y que había "llegado el momento de decir definitivamente basta". Estos enunciados, acompañados por el empleo de la palabra "agresión", para caracterizar al plan económico, denotan una idea de cansancio general y de límite frente a las formas de imposición política del menemismo. Además, implicaban negar de forma antagónica toda articulación posible del Gobierno con la defensa de los trabajadores, los sectores populares y los valores positivos atribuidos a lo nacional y al resguardo de los reclamos del "pueblo trabajador"22. Como una prueba de esta resistencia pública, contraria a la estrategia menemista que instaba al "sacrificio" de los trabajadores, en los discursos de las 62 Organizaciones la política económica del menemismo era redefinida como una "agresión sistemática" a la"dignidad" del "pueblo" y vinculada a un modelo "intolerablemente injusto". Finalmente, como una forma de contra-argumentación, los sindicalistas reasumían la defensa de los "justos reclamos" de los trabajadores, en pos de una "auténtica democracia popular con justicia social"23.
Los ejes de esta alocución sintetizan nítidamente los residuos que aún conservaba el tradicional discurso nacional-popular del peronismo histórico. Denotan, además, una combatividad hacia el modelo económico que trascendía la mera negatividad, para asumir una forma ofensiva. En ese marco, podemos apreciar las fuertes resistencias frente a las interpelaciones menemistas, evidenciadas en la desarticulación del discurso presidencial de sus valores atribuidos de defensa de la democracia (pluralista-liberal) y la unidad nacional y la desvinculación del modelo económico del avance del país, el crecimiento de la producción nacional y el trabajo y la defensa de los intereses de los trabajadores y la justicia social. Como contrapartida, el discurso de las 62 re-articulaba al modelo menemista al "retroceso" del país, la "desintegración" y "segregación" social, y vinculaba a sus políticas económicas con lo "anti-constitucional" (como sinónimo de anti-democrático), lo "anti-nacional" y lo "anti-obrero" (como sinónimo de anti-popular). Además, manifestaba un rechazo público hacia las habituales interpelaciones de Menem, que vinculaban al modelo económico con el peronismo histórico, desarticulándolo de su relación con el peronismo de "Perón y Evita". En cuanto al plano de la positividad, el mencionado discurso permite observar la recuperación de la clásica concepción movimientista-popular del peronismo, que asocia a la democracia con los derechos sustantivos de los trabajadores y del pueblo. Al mismo tiempo, refuerza la cadena equivalencial interna, incorporando significantes de tradición peronista que eran dejados a un lado por el discurso hegemónico, vinculados a la defensa de la independencia económica, la soberanía política y la dignidad del pueblo.
Ahora bien, más allá del elevado nivel de combatividad de estos contra-discursos, las críticas al modelo menemista no se extendían a la construcción de una alternativa antagónica desde el plano de las políticas públicas. De esta forma, aunque estos contra-discursos cuestionaban los proyectos de reforma laboral, no demandaban un aumento de los salarios y del gasto público y social, ni reclamaban retornar a los convenios colectivos de trabajo, restringidos desde las políticas desreguladoras de 1991. De la misma manera, aunque cuestionaban los proyectos privatizadores y defendían lo nacional, no se referían públicamente a la necesidad de renacionalizar las empresas ya privatizadas, o a conservar en manos del Estado a las empresas que el menemismo procuraba privatizar (sistema previsional, YPF). Además, aunque
denunciaban al Gobierno por privilegiar los intereses de los acreedores, no reclamaban dejar de abonar o renegociar la creciente deuda externa contraída con el FMI. Por otra parte, aunque se posicionaban en defensa de la industria nacional, al no cuestionar explícitamente a la apertura comercial, no pedían retornar a una política de proteccionismo industrial y defensa del mercado interno. Tampoco hacían referencia explícita a la necesidad de regular el comercio y el sector financiero. Esta posición defensiva se traducía, finalmente, en la ausencia de un discurso que expresara un consistente y activo plan de lucha y movilización contra la política económica y social del menemismo. En otras palabras, predominaba una lógica defensiva y negociadora (extendida luego al plano no estrictamente textual), sin construir una alternativa antagónica al modelo hegemónico.

3.4. Los discursos críticos de Naldo Brunelli

En abril de 1993 el dirigente metalúrgico Naldo Brunelli asumió al frente de la CGT, en reemplazo del proto-menemista Oscar Lescano. La asunción de Brunelli significó un cambio organizativo e ideológico en la CGT, que giró hacia un discurso más crítico frente al modelo económico y sus efectos, aunque desde una estrategia dialoguista y negociadora (al estilo de Lorenzo Miguel), antes que de una lógica combativa y antagonista (al estilo de Saúl Ubaldini). Brunelli asumía un discurso productivista nacional de fuerte radicalidad, centrado en la defensa de los significantes "producción", "trabajo" e "industria nacional", vinculados al colectivo de identificación "trabajadores". En su discurso de asunción, el líder de la central sindical concentraría las críticas al menemismo en los efectos regresivos de su política económica, prometiendo "luchar contra el industricidio, el desempleo, la pobreza y a favor de los jubilados"24.
El 1 de mayo de 1993, cuando el menemismo presentó un feroz proyecto de "flexibilización" del mercado laboral, Brunelli sostendría que la reforma estaba destinada a generar "esclavos sin cadenas". Además, en consonancia con el discurso de las 62 Organizaciones, afirmaba que "el gobierno, en materia laboral, es la UIA la que le escribe los libretos". En otra alocución, el proyecto oficialista era considerado como "una cargada a los trabajadores". En lo que denotaba una fuerte crítica al discurso oficialista, que lo posicionaba a la defensiva, Brunelli consideraba a la reforma laboral como una "ofensiva neoliberal", basada en una "mera exaltación del mercado". También señalaba que el proyecto era una "transgresión al orden constitucional", por lo que era "inaceptable"25.
Desde el estilo enunciativo, Brunelli asumía una postura "beligerante". Prometía, en ese sentido, que "esta será una CGT más militante". Para reforzar este discurso combativo, en ocasiones presentaba una "amenaza", y en otras "no descartaba", la posibilidad de realizar un paro nacional contra el modelo económico. Sin embargo, condicionaba la combatividad política a la respuesta obtenida desde el Gobierno, de manera tal que "la realidad cotidiana es la que nos va a llevar al paro o no, en la medida de qué respuestas obtengamos". En ese marco, sus alocuciones terminaban asumiendo un estilo más negociador y pragmático, que expresaba algunas críticas radicalizadas al modelo hegemónico, pero desde una visión dialoguista y negociadora con el menemismo, que procuraba "la más plena participación de los trabajadores y de sus organizaciones sindicales"26.

3.5. Los discursos críticos de los gremios disidentes de la CGT

En algunos sectores marginales del sindicalismo cegetista se presentaba en 1993 un discurso verbal de crítica radicalizada a las privatizaciones pendientes del menemismo (régimen previsional y empresa de petróleo nacional) y a las reformas ("flexibilización") en el mercado laboral. Los principales referentes organizacionales de este contra-discurso eran los gremios de transporte automotor, camioneros y obreros. El máximo exponente de esta discursividad era Juan Manuel Palacios. El dirigente de la Unión Tranviario Automotor (UTA) rechazaba como "agraviante", e ignoraba, el decreto-ley de Menem (octubre de 1990) que declaraba la ilegalidad de los paros sin autorización expresa del Poder Ejecutivo, pronunciándose en defensa de los "trabajadores" y criticando al "gobierno" y a los "negocios de los gremialistas", asociados a la CGT menemista. El propio discurso de la UTA presentaba elementos radicalizados que encadenaban a las privatizaciones con políticas que "reclaman los acreedores externos, o países con los cuales se nos indica que debemos mantener relaciones carnales". Estas políticas eran contrapuestas a la defensa de los derechos de los "trabajadores", refiriéndose al objetivo de recuperar la "dignidad" nacional y "concretar la justicia social"27.

3.6. Las disputas hegemónicas internas dentro de los gremios cegetistas

Además de las críticas de Brunelli y de los gremios disidentes de la CGT, dentro de algunos sindicatos ultra-menemistas se mantenían también fuertes disputas internas. En ese marco, mientras que el sindicato nacional de Unión Ferroviaria, liderado por José Pedraza, apoyaba el desmantelamiento de los ferrocarriles promovido por el menemato, una lista alternativa a la oficial destacaba la "desocupación que conlleva la política de achicamiento de Ferrocarriles". Estos contra-discursos se oponían a "la dirigencia que encabeza (José) Pedraza" por adherir a la "destrucción de los ferrocarriles", que "el General Perón compró para grandeza de la Nación y felicidad de su pueblo". De hecho, acusaban al líder sindical de "traicionar" a los trabajadores, al aceptar los "despidos masivos" del proceso privatizador. Desde una crítica radicalizada, estos discursos combativos vinculaban a las privatizaciones con una política de "entrega" del "patrimonio nacional", que era contraria a las banderas históricas del peronismo28. Sin embargo, no reclamaban la renacionalización o re-estatización de las empresas privatizadas. Tampoco extendían la crítica a la "traición" a la figura de Menem, por lo cual se reducían a cuestionar a la dirigencia sindical a nivel nacional29.
El gremio de Luz y Fuerza (FATLyF), liderado a nivel nacional por Oscar Lescano, constituía uno de los más firmes aliados del Gobierno. Sin embargo, en la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista, hallamos algunas seccionales regionales disidentes a la lógica neoliberal adoptada por el sindicato30. Una de estas seccionales críticas era Luz y Fuerza de Mar del Plata, que en marzo de 1993, en plena mutación ideológica del gremio, sería directamente expulsado por no adherir a la "conversión" empresarial hacia el sindicalismo de negocios31 (Página 12, 02-03-93, p. 9).
De un modo similar, en el sindicato de bancarios de Juan José Zanola, de raigambre menemista, en ocasiones se hacía presente un discurso opositor a nivel interno, que criticaba el "desmantelamiento" de las "conquistas históricas de los trabajadores" y la "indefensión y subordinación absoluta del Movimiento Obrero organizado"32. Sin embargo, estos sectores críticos también serían derrotados en la batalla de poder interna, frente a los núcleos mayoritarios que apoyaban los ejes centrales del modelo menemista.

3.7. Los discursos críticos de la CTA

A finales de 1992 se conformó la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que nucleaba a los gremios de maestros, docentes y empleados estatales de ATE y CTERA, con una fuerte orientación crítica del neoliberalismo. En la etapa de sedimentación de la hegemonía menemista, sus principales referentes presentaban una crítica radicalizada al modelo económico, que colocaba el eje en la política de privatizaciones, sosteniendo que afectaba de manera directa a los trabajadores33. Además, rechazaban los proyectos oficiales de flexibilización laboral, que "sólo apuntan a bajar los costos del empresariado, favoreciendo la dispersión de fuerzas". La CTA también criticaba el "achicamiento" de la "industria nacional", la existencia de un modelo "precario en los productivo" y la "transferencia de ingresos" al "capital concentrado". Profundizando las críticas de los gremios peronistas de tradición movimientista, la nueva central vinculaba más estrechamente a las políticas económicas del menemismo con la "caída del salario", denunciando el empeoramiento de las "condiciones de trabajo" y la "desprotección" de los trabajadores, asociados a un modelo económico que promovía la "fragmentación" y la "injusticia social"34.
Esta crítica radicalizada incluía el empleo de significantes ausentes en los discursos de la CGT y de la UOM, que denotaban un fuerte nivel de combatividad política, como la defensa de la "liberación nacional" y elementos centrados en el plano ofensivo, como los reclamos al poder político por aumentos salariales35. Además, la CTA criticaba expresamente al sindicalismo "empresarial" del Club de Amigos de Menem, acusándolo de defender "los beneficios de los negociados de algunas privatizaciones" y rechazando, al mismo tiempo, adherir a toda lógica mercantil. Sin embargo, las posiciones consistentes de antagonismo duro y de rechazo activo al Gobierno y a su modelo de país, no se traducían en la construcción de un proyecto alternativo al orden neoliberal.

3.8. Los discursos críticos de Víctor de Gennaro

La figura más representativa de la CTA era su titular, Víctor de Gennaro. En sus alocuciones de 1993, De Gennaro se refería, en consonancia con los discursos organizacionales, a la necesidad de construir un "proyecto de liberación nacional". En relación a la política de "flexibilización" laboral, criticaba expresamente lo que consideraba era una "entrega" del gobierno a los "intereses" de la "Unión Industrial". A su vez, planteaba una contraposición entre la "democracia formal" del menemismo, frente a lo que definía como la "democracia real" del "peronismo" histórico36. Finalmente, criticaba fuertemente la lógica "empresarial" y desmovilizadora del sindicalismo Amigo, cuestionando a los gremios menemistas de Luz y Fuerza y a los ferroviarios por su accionar político al servicio de los grupos económicos. En ese sentido, por motivo de una movilización social contra la reforma previsional, De Gennaro declaraba que:

"En esta plaza no están los gremialistas empresarios, lo que modifican los estatutos de sus organizaciones para convertirlas en holdings, lo que se callan ante la suspensión de los trenes, para poder comprarse una parte del ferrocarril, lo que firman la entrega con el Gobierno y la Unión Industrial. Los que estamos aquí tenemos que construir un proyecto de liberación nacional" (Página 12, 11-03-93, p. 3).

A diferencia de la UOM y de las 62 Organizaciones, con quienes compartía la crítica a las reformas de mercado, este contra-discurso criticaba explícitamente al "sindicalismo de negocios" de los gremios menemistas. Además, desde el plano de la positividad, planteaba una reivindicación política clave del sindicalismo combativo, asociado a los reclamos por aumentos salariales para los trabajadores. Finalmente, asumía la defensa de un proyecto de "liberación nacional", que contraponía la democracia "formal" a la "real", en una estrategia de desarticulación y rearticulación que disputaba la valoración del significante democracia, reenviando al discurso nacional-popular del peronismo histórico. Sin embargo, en consonancia con los discursos posmenemistas de la UOM y las 62 Organizaciones, la CTA y sus principales referentes estructuraban su identidad política mediante el predominio de elementos de negatividad. En ese marco, pese a la radicalización de las críticas y el tono combativo, quedaba relegada la construcción de alternativas concretas en el plano de la "positividad", lo que se traducía en la imposibilidad de edificar un proyecto alternativo al noliberalismo en el nivel de las políticas públicas.

4. ¿Por qué hubo un predominio de una estrategia defensiva del sindicalismo y una ausencia de una contra-hegemonía al orden neoliberal en los ´90?

Junto a la existencia de una porción importante del sindicalismo que asumía y aceptaba la validez de las interpelaciones del menemismo a la "adaptación" neoliberal del peronismo, otros sectores, incluyendo desde la CTA, hasta la UOM, las 62 Organizaciones y algunos gremios disidentes de la CGT, expresaban resistencias, en diverso grado y amplitud, frente al orden hegemónico. Sin embargo, pese a la radicalidad de las críticas, en la etapa de sedimentación del orden neoliberal estos sectores no lograron articular una alternativa concreta al modelo hegemónico. Como señalamos, la dirigencia sindical, al igual que acontecería con los referentes de la estructura partidaria del justicialismo, edificaban sus contra-discursos mediante un predominio de la lógica defensiva. En ese marco, el antagonismo se concentraba en la "negatividad" frente al orden vigente, sin edificar una estrategia alternativa de "positividad". Al no proponer políticas públicas alternativas, a través de la renacionalización de las empresas que fueron privatizadas, el no pago o moratoria de la deuda externa, el aumento del gasto-inversión pública y social, la defensa del mercado interno, la regulación del comercio y del sistema financiero y la salida efectiva del régimen de paridad cambiaria fija, estas formas de resistencia sindical no lograban articular un discurso contra-hegemónico.
Ahora bien, ¿por qué los discursos sindicales no menemistas mantenían una posición predominantemente defensiva? Para entender este particular, debemos incorporar elementos lingüísticos adicionales, junto al análisis de aspectos del discurso que exceden a lo estrictamente textual, y que se vinculan a la existencia de restricciones que condicionan la emergencia y enunciación pública de los discursos. A continuación, examinaremos dos elementos centrales de este proceso, vinculados a las construcciones públicas del sindicalismo crítico en torno al núcleo medular que estructuró la hegemonía menemista, y a las restricciones contextuales, económicas, institucionales e identitarias, que condicionaron el modo de estructuración de los contra-discursos y contribuyeron al éxito de la hegemonía menemista.

4.1. Los posicionamientos discursivos del sindicalismo crítico frente al núcleo medular de la hegemonía menemista

Durante la etapa de sedimentación del orden neoliberal, existían una serie de significantes que, contextualmente, asumían una posición privilegiada, al ser replicados con mucha frecuencia en los discursos públicos y al estar adosados a múltiples significados diferenciales. Estos significantes contextualmente privilegiados eran la Convertibilidad y, en particular, la estabilidad, ejes estructuradores clave que condensaban el orden hegemónico. Al analizar los significados adosados a la estabilidad entre los referentes sindicales no menemistas, observamos que este significante era un punto de partida que se aceptaba como valioso. En otros casos, valorando positivamente a la estabilidad económica, se reclamaba que fuera "complementada" o "consolidada" con elementos adicionales. En ese sentido, los bancarios hacían propia la lógica menemista del "esfuerzo" necesario para "que la economía alcanzara el cierto grado de estabilidad presente". A partir de ese mínimo común denominador, pedían la incorporación de un "salario justo" y "suficiente" para los "trabajadores", en tanto equivalente al clásico principio peronista de la "justicia social"37.
Los discursos organizacionales de la CGT también destacaban "la estabilidad económica alcanzada", a la que consideraban un "logro", "sólo posible mediante el apoyo de la clase trabajadora", aunque la misma requería "consolidarse" con mayor "justicia social" y menos"desocupación". Brunelli defendía explícitamente el valor de "la estabilidad lograda por nuestro pueblo", que "ha sido positiva", aunque subrayando que "sola no alcanza". A partir de allí, el gremialista reclamaba la incorporación de elementos adicionales, vinculados a un mayor"crecimiento" económico, la "distribución justa del ingreso nacional" y el incremento en el nivel de "empleo". En ocasiones, la estabilidad era validada con una valencia positiva que la relacionaba a un logro equivalente a la continuidad democrática ("obtuvimos la democracia y la estabilidad"), reclamando un mayor "crecimiento"38.

4.1.1. Los discursos sindicales críticos que no mencionaban a la estabilidad y la Convertibilidad

En otros casos, como en los discursos público-mediáticos de la CTA y la CGT disidente, al igual que en las alocuciones colectivas de las 62 Organizaciones y de la UOM, no se hacía referencia explícita a la estabilidad. Sin embargo, tampoco se vinculaba al modelo económico con la "inestabilidad", ni se presentaba una alternativa devaluacionista o de salida del régimen de Convertibilidad. La consecuencia de este no cuestionamiento público de los ejes nodales del orden hegemónico se traducía en la imposibilidad de construir un proyecto antagónico al modelo neoliberal, en el momento en que el mismo se hallaba encadenado a esos significantes nodales. Así, al no problematizarse públicamente el valor legítimo atribuido a la estabilidad y a la paridad cambiaria fija, estos gremios no menemistas la aceptaban tácitamente, sin lograr formular una alternativa concreta y efectiva a la hegemonía neoliberal.

4.2. Las restricciones no estrictamente lingüísticas del proceso político

Hasta aquí hemos analizado el modo de estructuración de los discursos sindicales críticos del menemismo y de su modelo de país, brindando una explicación plausible a la ausencia de una hegemonía alternativa en términos estrictamente lingüísticos. Sin embargo, para comprender el éxito político y cultural del discurso menemista, y procurar explicar la ausencia de una contra-hegemonía, debemos incorporar referencias específicas al proceso histórico-político en el que se asientan los enunciados. Ello implica considerar el papel político que asumen las prácticas sociales de los agentes y las restricciones estructurales que, en interacción con los aspectos simbólicos que le otorgan significación, condicionan el contenido y la forma de expresión pública de las resistencias.

4.2.1. La crisis económica de las organizaciones sindicales y las restricciones del modo de producción

Un primer elemento clave del plano no estrictamente textual del discurso que debemos tomar en cuenta para explicar la ausencia de una contra-hegemonía, remite a las restricciones provenientes del modo de producción, inserto dentro del actual sistema capitalista. En ese marco, debemos recordar que en los años ´90 se produjo una efectiva crisis financiera de las organizaciones sindicales que, junto al debilitamiento y dispersión de fuerzas y la fragmentación identitaria de los trabajadores, un proceso potenciado por la aplicación de las reformas neoliberales y sus efectos societales (heterogeneización social, disciplinamiento político por temor a la desocupación y a la subocupación), condicionó la posibilidad de edificar una alternativa viable39.
Como lo ha analizado Murillo (1997, 2008), desde una perspectiva diferente a la nuestra40, la crisis económica de las organizaciones sindicales, sobre todo en el debilitado sector
industrial, contribuyó a generar una estrategia de "supervivencia organizativa" del gremialismo, que restringió su capacidad de resistencia. Desde el análisis político del discurso, podemos decir que la crisis financiera de las organizaciones sindicales, a lo que sumamos el creciente endeudamiento en dólares de una porción de los trabajadores, en el marco de la Ley de Convertibilidad y de un discurso hegemónico sedimentado que insistía en la ausencia de alternativas políticas y que valoraba positivamente la mercantilización social, coadyuvó a generar cambios en las percepciones subjetivas, que restringieron la posibilidad de construir una hegemonía alternativa.

4.2.2. Los factores identitarios: la tradición negociadora y participativa y las divergencias históricas inter-sindicales

Un segundo aspecto no estrictamente textual que actuó como condicionante de la praxis contra-hegemónica se vincula a los factores identitarios, relacionados a la sedimentación de determinadas tradiciones y experiencias políticas en el movimiento obrero organizado. En primer lugar, debemos considerar que los gremios metalúrgicos presentaban una fuerte tradición, que se remonta el sindicalista Augusto Vandor, basada en las prácticas de negociación con el poder político como un método para obtener la satisfacción de sus principales demandas (Martuccelli y Svampa, 1997). En ese marco, la sedimentación arraigada de la lógica de "golpear, para luego negociar" coadyuvó a que la UOM de Miguel, y en parte también la CGT de Brunelli, adoptaran una estrategia de dureza inicial y posterior negociación política, en el que la puerta con el menemismo nunca se cerraba del todo, estando condicionada a la obtención de determinadas reivindicaciones y a la satisfacción de ciertas demandas vinculadas a la permanencia de las organizaciones y a los principales reclamos de los trabajadores41.
Debemos considerar, además, que la UOM, junto a la existencia de una fuerte identificación histórica con el peronismo42, contaba con una sedimentada tradición de disciplinamiento y unidad organizativa (casi de unidad orgánica), asociada a los valores de la "unidad", la "solidaridad" y la "organización". Ello se vinculaba a la importancia central atribuida a la necesidad de mantener la "lealtad" política hacia el "movimiento" peronista, en una especie de lógica organicista y comunitarista, basada en un espíritu de cuerpo43. En los años ´90 la persistencia de esta tradición sedimentada, en interacción con un discurso "vandorista" similar que proponía el menemismo hacia el sindicalismo, coadyuvó a evitar confrontaciones drásticas que supusieran un antagonismo irrestricto con el poder estatal y tendió a favorecer el proceso de negociación política.
Ahora bien, la fuerte identificación histórica y afectiva de la CGT y la UOM con el peronismo no era compartida por el conjunto de los discursos sindicales críticos del menemismo. La CTA, por ejemplo, contaba con algunos referentes cuyas tradiciones sedimentadas eran nacional-populares, pero no peronistas, y que históricamente rechazaron la lógica política de negociación y cooperación con el poder estatal y la clásica demanda participacionista del sindicalismo peronista. Como señala Diana Menéndez (2011), la tradición combativa y la lógica militante de los principales referentes de la CTA contrastaban con la
tradición más negociadora, participativa y pragmática de otros gremios estatales, como la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN). Podemos afirmar, en ese sentido, que pese a compartir una concepción nacional-popular y una militancia histórica en el peronismo, la existencia de formas organizativas y estrategias políticas enfrentadas condicionó la capacidad de articulación entre los gremios de tradición más dialoguista y pragmática de la CGT y la UOM, y los gremios más combativos y antagonistas de la CTA, quienes decidieron mantener sus históricas reivindicaciones salariales, a costa de ser excluidos de toda negociación política, antes que adoptar la propuesta menemista del sindicalismo de negocios.

4.2.3. Los condicionamientos del plano de los imaginarios y creencias sociales

Un tercer condicionante no estrictamente textual, aunque fuertemente ligado a las construcciones del orden significante, remite a los imaginarios y creencias sociales de los gremialistas, sedimentados y objetivados a través de vivencias y experiencias históricas y reforzadas por determinadas circunstancias físicas y coyunturales. En ese marco, debemos referirnos al temor arraigado a la participación política, luego de la trágica experiencia de la última Dictadura militar, y a la existencia de una memoria colectiva vinculada a la traumática experiencia hiperinflacionaria de 1989, que contribuyó a disciplinar a los trabajadores. También debemos considerar acontecimientos dislocadores adicionales, como el derrumbe físico del socialismo soviético y el fin de la Guerra Fría.
Sin embargo, el papel condicionante de estas experiencias históricas solo puede ser examinado en interacción con sus formas de percepción simbólica. En ese sentido, debemos considerar el éxito relativo del menemismo, que logró introyectar a nivel societal un relato en torno a la ausencia de alternativas viables a las reformas neoliberales y que, en un contexto de revolución tecnológica y telecomunicacional y creciente mundialización de las economías, tuvo éxito en difundir un discurso imaginario referido al "avance" e "inevitabilidad" del proceso de interconexión mundial, sedimentando la idea que el proceso de "globalización" era ajeno a la capacidad transformativa de los sujetos. También debemos considerar la sedimentación social de una creencia, fomentada por el discurso hegemónico y potenciada desde las prácticas cotidianas de los agentes, que relacionaba a las formas movimientistas del sindicalismo con métodos ya "superados" y que, además, convocaban al peligro del "caos" (ya sea hiperinflacionario o devaluatorio), al tiempo que se vinculaba a las reformas de mercado con un futuro de "modernización" y "progreso" social44. En ese contexto, la construcción del relato menemista, en interacción con otros aspectos simbólicos, imaginarios y físicos que permitían fortalecer la validez de su discurso45, coadyuvaron a generar una lógica de parálisis política, pasividad y disciplinamiento social, que restringía la posibilidad de pensar y construir una hegemonía alternativa.

4.2.4. Los cambios en las prácticas sociales y en los modos de vida del sindicalismo

Finalmente, debemos considerar las interacciones complejas entre el discurso hegemónico, la percepción y simbolización de las restricciones estructurales del discurso y las prácticas sociales e institucionales del gremialismo. Bajo una pluralidad de condicionamientos signados por la estabilización monetaria, la modernización tecnológica y el fracaso de las experiencias estatistas y socialistas, la crisis financiera de las organizaciones sindicales, el endeudamiento en dólares de amplios sectores sociales, las restricciones institucionales impuestas por el menemismo (entre ellos, el aumento de salarios por incrementos de productividad y las restricciones al derecho de huelga), las tradiciones negociadoras, participativas, verticalistas y pragmáticas del gremialismo, y el efectivo apoyo de una parte mayoritaria de las bases sindicales al modelo de mercantilización social y modernización tecnológica del neoliberalismo, en el marco de un discurso hegemónico que logró imponer y validar una percepción general de ausencia de alternativas políticas viables y una creencia compartida en un futuro de prosperidad y progreso para los trabajadores, una porción considerable del sindicalismo transformó sus léxicos, sus prácticas sociales y sus modos de vida sedimentados, coadyuvando a explicar, desde la dinámica histórico-política, el éxito de la hegemonía menemista y la ausencia de un proyecto alternativo al orden neoliberal.

5. A modo de conclusión

Aportamos en este trabajo algunas herramientas para analizar las modalidades de estructuración de las identidades políticas y para estudiar las formas de resistencia social de los actores interpelados, desde las contribuciones de la teoría de la hegemonía de Laclau. En la segunda parte, nos centramos en el análisis empírico de las características que asumió la resistencia sindical a la hegemonía menemista, colocando el eje en el plano textual del discurso. En la última parte examinamos, desde un abordaje de análisis político del discurso, la ausencia de un proyecto contra-hegemónico al orden neoliberal en los años ´90. Durante la fase de sedimentación de la hegemonía menemista, los contra-discursos sindicales aceptaban expresamente, o bien no cuestionaban públicamente, la valoración positiva de los ejes nodales del discurso hegemónico, señal de que lo validaban tácita o explícitamente. La ausencia de un cuestionamiento que problematizara la validez del núcleo medular de la hegemonía menemista permitía explicar, desde el plano textual del discurso, el predominio de una estrategia de resistencia defensiva frente al menemismo, que le impedía a los actores sindicales construir una hegemonía alternativa al modelo de Convertibilidad y reformas neoliberales. Luego, complementamos este análisis examinando el rol que jugaron los condicionamientos no estrictamente textuales del discurso desde la dinámica política, a partir de la interacción compleja que en todo proceso político se establece entre las interpelaciones y argumentaciones del discurso situado en el plano de la construcción de hegemonía y las percepciones, sensaciones, creencias e imaginarios sociales que, con diverso grado y amplitud, logra introyectar y sedimentar en los sectores posicionados como interpelados, en el marco de determinados condicionamientos institucionales, físicos y afectivos, aprehendidos desde su construcción significante. Mediante el desarrollo de esta propuesta teórico-metodológica, y la ejemplificación desde la experiencia histórica de la Argentina de los ´90, esperemos poder contribuir a fortalecer la capacidad heurística de la perspectiva de Laclau, aportando herramientas que sean útiles y válidas para el análisis empírico de los discursos y la construcción de hegemonías, desde la dinámica política compleja en la que se asientan.

Notas

1 En cambio, sí debemos mencionar los trabajos de Retamozo (2006, 2009) que, partiendo desde la teoría de la hegemonía de Laclau, han estudiado las nuevas formas de resistencia que emergieron en los ´90, colocando el eje en los discursos críticos de los movimientos de desocupados frente al orden neoliberal. En lo que refiere al plano teórico-metodológico, se destaca el trabajo de Schuster (2005).

2 Nos referimos a los actos verbales (y agregamos a ello los no estrictamente verbales) que son performativamente "felices", en el sentido que le otorga la pragmática de los actos de habla (véase Austin, 1998).

3 En este punto, los aportes de la teoría de los capitales de Bourdieu y la teoría de la estructuración de Giddens resultan centrales para complejizar la perspectiva de Laclau, aunque no podemos centrarnos en los aspectos teóricos y ontológicos particulares que se derivan de su incorporación al análisis político del discurso.

4 De todos modos, estos factores deben ser contrastados con sus formas fácticas en los procesos políticos. Por ejemplo, no es lo mismo un sindicalista que se legitima ante sus afiliados con el voto mayoritario, que otro que se perpetúa en el cargo y no convoca a elecciones ni acepta la competencia interna (respecto a este tema, véase Murillo, 2008). También las cuestiones de tradición histórica y de carisma personal, capital social o capacidad argumentativa, pueden contribuir a que determinadas figuras tengan mayor o menor capacidad performativa.

5 Nuevamente, existen múltiples factores, entre ellos el estatuto gremial, las identidades y tradiciones sedimentadas y las formas de organización y de toma de decisiones públicas (más o menos consensuales y con un mayor o menor control público de los actos), que condicionan este proceso.

6 El registro de lo Real, definido como una dislocación estructural, así como sus formas posteriores de simbolización social, corresponde a otro plano de análisis de la hegemonía y de sus límites ontológicos, pero que no analizaremos en el presente trabajo.

7 Laclau centra su crítica tanto en la concepción kantiana de las oposiciones lógicas, como en la posición dialéctica marxista. Incluye, además, una crítica a las interpretaciones del marxismo humanista italiano (véase Laclau y Mouffe, 1987).

8 Ni tampoco en otros aspectos relevantes para el análisis político, como las formas de "servidumbre voluntaria" (De la Boétie) y su relación con el "goce masoquista" (Zizek).

9 Ello no implica afirmar que los actores interpelados sean receptores pasivos de la hegemonía, ni tampoco implica esencializar las posiciones de los sujetos, sino que se trata de un juego de posicionamientos estratégicos del analista del discurso.

10 Al centrarnos en el análisis de las formas de resistencia sindical, presuponemos la existencia de (al menos) un discurso interpelador posicionado en el plano de la producción. En este trabajo no examinaremos esta dimensión, ni tampoco nos extenderemos al análisis más complejo de la eficacia interpelativa.

11 Un tema aparte, que excede este trabajo, refiere a lo no enunciado, vinculado a los temas "tabú".

12 Se destacan, en ese marco, los aportes de la teoría de los "topoi" (Ducrot) y el empleo de las estrategias retóricas y argumentativas, como el uso de la concesión, la negación, la exclusión, etc. Para un avance hacia esta articulación teórico-metodológica con Laclau, véanse Balsa (2011, 2014) y Montero (2012).

13 Habría también una dimensión de resistencia privada, pero su análisis específico resulta más dificultoso de ser aprehendido.

14 Nos referimos a significantes nodales o a la existencia de un "núcleo nodal", partiendo de la base del concepto de "punto nodal" que emplean Laclau y Mouffe (1987), aunque haciendo hincapié en aquellos significantes y cadenas equivalenciales más replicadas y con mayores significaciones en el análisis del corpus.

15 Aunque este estilo de resistencia no es muy habitual entre los actores sindicales locales, podemos citar como ejemplo a las declaraciones de Naldo Brunelli en su discurso de presentación como nuevo líder de la CGT, al afirmar, en una alusión indirecta a la famosa promesa menemista: "No les voy a prometer el Salariazo, porque ustedes están curados de espanto" (Página 12, 31-03-93, p. 2).

16 Estos ejes han sido destacados por una pluralidad de estudios locales e internacionales sobre el sindicalismo, quienes critican los límites de las teorías de la elección racional y la relevancia de los factores identitarios y organizativos. Sin embargo, prácticamente no contamos con análisis que hagan lo propio desde el marco constructivista social de Laclau. Para una excepción, véanse los aportes de Schuster (2005).

17 Además, existen creencias, experiencias históricas y vivencias personales, junto a una multiplicidad de mitos, imaginarios, deseos inconscientes, mandatos culturales y fuentes de goces, que forman parte de la dimensión imaginaria y afectiva de los sujetos.

18 Un último problema se vincula a las contradicciones potenciales entre el nivel verbal y el no estrictamente verbal en la dinámica política, en el momento en que un agente puede pensar y/o enunciar algo y hacer fácticamente lo contrario, sin que ello suponga negar la sobredeterminación simbólica de lo social, ni la capacidad performativa (potencial) del discurso, ni mucho menos asumir un análisis de los intereses o intenciones objetivas y transparentes de los agentes. Tanto el abordaje del plano extra-textual del discurso, como el análisis interactivo entre el discurso en sentido amplio y en sentido estricto, exceden el marco del presente trabajo.

19 Elegimos el análisis del año 1993 debido a que se lograron implementar políticas económicas centrales que afectaban directamente a los trabajadores y sectores populares, como las privatizaciones de YPF y de las AFJP y reformas clave en el mercado de trabajo. Al mismo tiempo, ese año se produjo una importante caída de las formas de protesta social de los trabajadores organizados (al respecto, véase Schuster, 2006).

20 Lorenzo Miguel (Página 12, 20-02-93, p. 2, 31-03-93, p. 2; Clarín, 11-03-93, p. 4, 31-03-93, p. 12 y 05-05-93, p. 4).

21 Las 62 Organizaciones ("Democracia y desarrollo con justicia social y participación sindical", Solicitada en Clarín, 30-04-93, p. 12 y Clarín, 25-05-93, p. 9); Comunicado público de las 62 Organizaciones, firmado por Lorenzo Miguel y Saúl Ubaldini (Página 12, 09-03-93, p. 4).

22 La apelación al colectivo de identificación "pueblo trabajador" era habitual en los discursos sindicales de finales de los años ´80, en contraste con lo que acontecía en los discursos de 1993.

23 Las 62 Organizaciones ("Mensaje al pueblo argentino", Solicitada en Página 12 y Clarín, 19-03-93, p. 11).

24 Naldo Brunelli (Página 12, 31-03-93, p. 2).

25 Naldo Brunelli (Clarín, 03-05-94, p. 3, 04-05-93, p. 2, 05-05-93, p. 3 y 12-06-93, p. 8).

26 Naldo Brunelli ("Cambio de estilo", entrevista en Página 12, 04-04-93, pp. 12-13 y 21-04-93, p. 10; Clarín, 07-05-93, p. 10, 28-05-93, p. 16 y 15-06-93, p. 22).

27 Solicitada de trabajadores del transporte, firmada por SOMU, UTA, camioneros, aeronavegantes, ATA, UPADEP, ferroviarios, marina mercante, subterráneos, dragado y balizas, maquinistas navales y marítimos (Clarín, 25-03-93, p. 13); Juan Manuel Palacios (Clarín, 06-04-93, 07-04-93, p. 13 y 20-05-93, p. 7; La Nación, 20-05-93, p. 6; Página 12, 21-05-93, p. 12); Solicitada de UTA (Clarín, 16-04-93, p. 27). En otros gremios se planteaba la necesidad de que la CGT fuera "autónoma" del "gobierno" (Solicitada de la Federación de Obreros y empleados de la industria del papel, del cartón y químicos, Clarín, 17-05-93, p. 25).

28 Unión Ferroviaria, lista celeste (Página 12, 11-03-93, p. 5; "Traidores", Solicitada en Página 12, 26-03-93, p. 9).

29 El empleo del significante "traición", para referirse a la figura interpeladora clave, denota un elevado nivel de combatividad enunciativa. Sin embargo, en 1993 este significante prácticamente no era mencionado públicamente por los discursos críticos del menemismo, contrastando con lo que acontecía en los primeros dos años del mandato presidencial.

30 Como señala Murillo (2008: 215), Luz y Fuerza era un sindicato descentralizado, lo que contribuía a una mayor competencia interna entre las diferentes secciones.

31 Drolas (2009) ha observado también la existencia de una oposición al neoliberalismo menemista por parte de la seccional de Luz y Fuerza de Córdoba.

32 Asociación Bancaria ("La vulneración del derecho a la actividad sindical", Solicitada en Clarín, 16-04-93, p. 12).

33 Víctor Zarate, ATE Neuquén (Página 12, 13-03-93, p. 7), Néstor Piccone, Secretario adjunto de UTPBA y dirigente de CTA ("Todos somos jubilados", nota en Página 12, 10-03-93, p. 5).

34 CTA (Página 12, 14-02-93, p. 5 y 18-05-93, p. 9; Clarín, 02-07-93, p. 13).

35 CTA (Clarín, 11-02-93, 10-03-93, p. 3, 11-03-93, p. 3 y 18-04-93, p. 14; Solicitada del 02-07-93, p. 13; Página 12, 10-03-93, p. 5 y 31-03-93, p. 2); Néstor Piccone, UTPBA-CTA (Página 12, 10-03-93, p. 5); Mary Sánchez, CTA (Página 12, 20-04-93, p. 5 y 18-05-93, p. 9; Clarín, 17-05-93, p. 15).

36 Víctor De Gennaro (Página 12, 14-02-93, p. 5, 11-03-93, p. 3, 31-03-93, p. 2, 02-05-93, p. 11, 26-06-93, p. 3; Clarín, 21-03-93, p. 9).

37 Plenario nacional de Asociación Bancaria (Solicitada en Clarín, 26-07-93, p. 13).

38 Naldo Brunelli ("Cambio de estilo", entrevista en Página 12, 04-04-93, pp. 12-13).

39 Como lo reconocerá Naldo Brunelli: "el movimiento obrero está aniquilado y en estas condiciones es muy difícil armar un sindicalismo que proponga algo diferente" (Clarín, 19-04-93, p. 14).

40 Recordemos que en este trabajo partimos de la base que el discurso construye la racionalidad y los intereses que asumen los agentes como propios. Ello implica adoptar una concepción "constructivista", que se aleja de las visiones racionalistas, ya sea pluralistas, corporativistas o clasistas.

41 Mientras que Lorenzo Miguel afirmaba que no le firmaba un "cheque en blanco" al Gobierno, pero rechazaba realizar paros sindicales (Página 12, 17-02-93, p. 4), Brunelli asumía un discurso combativo, pero rechazando "enfrentar al Gobierno" (Página 12, 11-03-93). En ese marco, en varias ocasiones declamaba verbalmente la necesidad de realizar un paro general, para luego dejar de lado la posición de confrontación dura, buscando "pulir los disensos" y "preservar la unidad" (La Nación, 20-05-93, p. 6). Según Brunelli, "la CGT no debe ser oficialista". Sin embargo, "no usamos un mensaje apocalíptico, nunca lo esperen de mí" (Clarín, 02-05-93, p. 10), ya que "la impronta de Lorenzo (Miguel) es sumar y no restar" ("Cambio de estilo", entrevista en Página 12, 04-04-93, pp. 12-13).

42 Como una muestra de la persistencia de una fuerte identificación con el peronismo, para las elecciones legislativas de octubre de 1993 la UOM rechazó el apoyo a la candidatura menemista de Erman González, miembro de la Democracia Cristiana, por carecer de "identificación doctrinaria" y "trayectoria peronista" dentro del justicialismo (Las 62 Organizaciones, solicitada en Página 12, 21-05-93, p. 11).

43 Al respecto, véanse los discursos de la UOM (Solicitada en Clarín, 17-03-88 y 04-04-88, p. 10); Lorenzo Miguel (Clarín, 28-05-88, p. 7; Página 12, 29-05-88, p. 3); Alfio Penise (Clarín, 28-05-88, p. 7); Diego Ibañez (Clarín, 21-03-88, p. 13) y Hugo Curto (Solicitada en Clarín, 22-03-88, p. 14).

44 El propio Brunelli, tras criticar duramente al modelo económico, "reconocía" en una entrevista que "a nosotros nos falta aggiornarnos" (Página 12, 04-04-93, pp. 12-13), en una muestra de la colonización ideológica del discurso menemista.

45 Entre ellos, la dura derrota política e ideológica del sector anti-menemista en las elecciones legislativas del 8 de septiembre de 1991, cuando la candidatura a Gobernador de Buenos Aires de Saúl Ubaldini alcanzó poco más del 2% de los votos.

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Recibido: 03.10.14
Recibido con modificaciones: 16.12.14
Aprobado: 22.05.15

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