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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.25 Santiago del Estero dez. 2015

 

DIMENSIONES DEL TRABAJO: IMAGENES Y MAGNITUDES

Un soldado de Menem en la encrucijada neoliberal. Los dilemas de un liderazgo sindical durante la década del ‘90 

A Menem’s soldier in the neoliberal crossroads. The dilemmas of a union leadership during the 90s 

Um soldado de Menem na encruzilhadas neoliberais. Os dilemas de uma liderança sindical durante a década do noventa 

 

Guillermo José Colombo*

* Prof. y Lic. en Historia, Universidad Nacional de Mar del Plata. Doctorando en Historia en Universidad Nacional de La Plata. E-mail: guillecolombo23@hotmail.com

 


RESUMEN

Este estudio tiene por objetivo analizar las respuestas de una conducción sindical durante la década del ‘90, enfrentada entonces al dilema de apoyar al partido de gobierno, en ese entonces el Partido Justicialista, el cual implementó un conjunto de políticas que afectaban las condiciones de trabajo de los representados por el gremio. A través de fuentes periodísticas, sindicales y entrevistas, se aborda una parte importante de la historia del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado. Se indaga particularmente en la trayectoria político – ideológica de la conducción gremial, sus vínculos con el partido de gobierno, los movimientos internos surgidos en el sindicato y la tramitación de aquel dilema.

Palabras clave: Trabajadores; Sindicatos; Menemismo; Burocracia

ABSTRACT

This study aims to analyze the responses of a union leadership during the '90s, then facing the dilemma of supporting the ruling party, Justicialist Party, which implemented a set of policies affecting working conditions. Through journalism sources, union sources and interviews study an important part of the history of the Sindicato Obrero de la Industria del Pescado. It particularly explores the tradicion political of union, theirs links with the ruling party, the internal movements emerged and the processing of that dilemma.

Keywords: Workers; Trade-unions; Menemismo; Union bureaucracy

RESUMO

Este estudo tem por objetivo analizar as respostas de uma liderança sindical nos anos 90. Liderança que enfrenta o dilema de apoiar o partido no poder, o Partido Justicialista, que implementou um conjunto de políticas que afetam as condições de trabalho dos representados pelo o Sindicato. Através de fontes jornalisticas, fontes sindicais e entrevistas procuramos analizar uma parte importante da história do Sindicato Obrero de la Industria del Pescado. Este estudo particularmente explora a ideologiada liderança sindical, suas ligações com o partido no poder, os movimentos internos que surgiu na união e o processamento desse dilema pelo sindicato.

Palavras-chave: Trabalhadores; Sindicatos; Menemismo; Burocracia


 

Sumario: 1. Introducción. 2. El Sindicato Obrero de la Industria del Pescado. 3. El liderazgo de Abdul "El Chancho" Saravia. 4. Un soldado de Menem. 5. ¿Participacionismo Vandorista? 6. ¿Era Saravia un burócrata sindical? 7. Conclusiones, 8. Bibliografía.

****

Introducción

"El ocaso de la patria metalúrgica" se titula un capítulo del libro que sobre las transformaciones del peronismo escribieron Danilo Martuccelli y Maristella Svampa. El nombre buscó dar cuenta de un fenómeno que, luego de los cambios producidos en el régimen de acumulación, redefinió las coordenadas de la conflictividad en la Argentina. Esto refiere al proceso sellado por el fin de una estrategia de desarrollo asociada al modelo sustitutivo así como también a la conclusión de un tipo de vínculo entre sindicatos, Estado y Partido Justicialista. Estos cambios redundaron en la pérdida de centralidad de la conflictividad en clave laboral y, con ella, de la hegemonía de la huelga como repertorio de acción, además del quiebre o cuanto menos el debilitamiento del poder sindical (Lobato y Suriano, 2002; Cafassi, 2002). Entonces, la literatura enfatizó en la importancia explicativa de las particularidades del nuevo régimen de acumulación y sus consecuencias en el mercado de trabajo afectado por la desindustrialización, la desocupación, la precarización del empleo y el disciplinamiento laboral (Lozano, 1995).1 La conjunción de estos procesos erosionó el poder estructural y organizacional de los gremios dando por resultado "la crisis del sindicalismo" (Fernández, 2002; 1997) y hasta "el quiebre del modelo sindical" (Palomino, 2005). Aquel periodo estuvo marcado por la caída general en los niveles de conflictividad (Etchemendy, 2011; Palomino, 2005; McGuire, 1997; Orlansky, 1997) y la tendencia a la fragmentación y heterogeneidad de las luchas obreras (Piva, 2006; 2001). Salvo excepciones, la atención de los y las cientistas sociales se centró en la impotencia obrera y en los padecimientos de los sindicatos que, desacoplados del Estado y sometidos a los efectos de la desestructuración del universo laboral, perdieron su fuerza social y junto con su capacidad de iniciativa política (Lozano, 1995). Y por eso mismo, dejaron de influir en las decisiones del Estado, sufrieron el deterioro de sus funciones de protección social, no pudieron defender los empleos y fueron incapaces de dar una respuesta a quienes quedaban por fuera de las relaciones salariales (Merklen, 2005). Lo que había que explicar era la pasividad o ineficacia de la resistencia.2 Ya sobre finales de la década del ‘90, cuando la conflictividad recrudeció, se multiplicaron los estudios sobre los nuevos sujetos sociales con renovados repertorios de acción (piquetes, puebladas, asambleas, etc.). En el momento en que se mencionaba a los sindicatos, estos se presentaron como cómplices de las políticas neoliberales o impotentes en la organización de la resistencia, perdiendo definitivamente su lugar como canalizadores de la beligerancia popular.3 Ante todo ello, muchos analistas se desinteresaron por la vida gremial.4 Sus frutos perdieron el sabor de antaño.
Sin embargo, algunas exploraciones demostraron, a pesar del debilitamiento, el peso –a veces corporativo- que los sindicatos aún disponían (Etchemendy, 2011; Murillo, 2008; Matsushita, 1999; Etchemendy y Palermo, 1998). Estos últimos obligaron al gobierno justicialista a concertar las reformas implementadas y a otorgar compensaciones, siendo ello lo que permitió en los primeros años de gobierno la existencia de bajos niveles de conflictividad en un contexto de ajuste. También fue importante la interacción entre sindicatos y gobierno a fin de garantizar la pervivencia de las estructuras organizativas (Murillo, 2008; 1997).5 De este modo, el sindicalismo -entendido de conjunto- asumió actitudes de colaboración y participación, conciliando algunas de las políticas implementadas, pero también oponiéndose a muchas otras. Quienes buscaron las respuestas a esa crisis del sindicalismo "tradicional" alejados del "pesimismo", investigaron la experiencia de construcción de un sindicalismo alternativo como en las experiencias de la Central de Trabajadores de la Argentina, el MTA y hasta la Corriente Clasista y Combativa (Duhalde, 2010; Armelino, 2004). Desde otra mirada y con otras preguntas, se hicieron aportes interesantes al construir tipologías de intervención sindical (Gómez, 2009 y Fernández, 2002).6
Lo interesante es que existió una heterogeneidad de comportamientos sindicales que, desde nuestro punto de vista, no se agota en las descripciones tipológicas ni en las dicotomías sindicalismo "tradicional" versus sindicalismo alternativo o las figuras de participación versus resistencia. Por ello pensamos que resulta de interés analizar las trayectorias específicas de distintos sindicatos durante aquel proceso. Especialmente los sindicatos liderados por conducciones política e ideológicamente ligados a la gestión presidencial ¿qué respuestas brindaron ante los procesos de ajuste? ¿cómo resolvieron el dilema de su apoyo al partido de gobierno frente a políticas que de manera evidente perjudicaban las condiciones de trabajo y de vida de sus representados? Analizar las respuestas concretas articuladas por dichas conducciones, sus tradiciones político-ideológicas y sus vínculos con el partido de gobierno, nos permite comprender de un modo más complejo la
entidad de liderazgos sindicales que convivieron, se desarrollaron u ocluyeron en la tramitación de aquel dilema. Así, introduciéndonos en los debates sobre las respuestas sindicales a las transformaciones producidas en el patrón de acumulación desplegadas por la política de la administración Menem, en este trabajo buscamos comprender cuál fue el accionar de una conducción sindical, la cual estuvo al frente del SOIP y cuya dirección pertenecía al PJ. ¿Avaló o rechazó el proceso de reformas estructurales? ¿Mantuvo una posición uniforme en cuanto a la política nacional y a la específica en su rama? Para desentrañar estos interrogantes nos sumergimos en las características del liderazgo de Abdul Saravia, quien se mantuvo al frente del SOIP desde 1969 hasta 1997, año de su muerte, constituyéndose en el líder de una corriente sindical que amigos y enemigos, asignando características disímiles, identificaban como "saravismo". En cuanto este liderazgo se consolidó desde una lógica a mitad de camino entre lo que se define como participacionismo y vandorismo, nos preguntamos cómo enfrentó las mutaciones en el modelo de desarrollo pesquero, en las formas del Estado y en la economía.7


El Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP)

Sabemos que la estructura sindical argentina de la segunda mitad del siglo XX, consolidada sobre todo a partir de los gobiernos peronistas, se caracterizó por el manejo centralizado de conducciones nacionales que dispusieron, entre otras cuestiones, de la administración de los fondos sindicales y de la potestad de decidir intervenciones locales. Así la legislación favoreció la consolidación de liderazgos nacionales, generalmente en desmedro de las delegaciones locales. Pero el caso del SOIP es particular, porque siendo un sindicato nacional, solamente tiene presencia en la provincia de Buenos Aires. Por esto es, al mismo tiempo, local y nacional. Es decir que la conducción que define la política y el perfil del gremio está radicada en Mar del Plata y su ámbito de influencia se reduce prácticamente a esta ciudad. Los intentos por expandirse hacia el sur patagónico chocaron contra la representación del STIA y no prosperaron. Así como tampoco, más allá de algunos años durante los primeros gobiernos peronistas, el STIA pudo intervenir en la industria de procesado de pescado marplatense. Esta realidad redujo al SOIP a convertirse de hecho en un sindicato local con un peso muy reducido en la dinámica sindical nacional. Pero, en cierto modo, aquella limitación significó también una potencialidad cuando el sindicato se hizo fuerte a partir de consolidarse tras la identidad de representar a un grupo específico: los trabajadores de la industria del pescado marplatense.8
La estructura organizacional del SOIP se basa en: el estatuto de 1990, el cual aún hoy permanece vigente y el Convenio Colectivo de Trabajo N°161/75. Uno de los primeros aspectos que define el estatuto es el universo de trabajadores y trabajadoras a representar. Esas fronteras se
trazan excluyendo a ciertas figuras asalariadas, como capataces, gerentes, administrativos.9 De esta forma el universo de potenciales asociados refiere exclusivamente a los obreros y obreras que intervienen en cualquier manipulación concerniente a productos de la pesca una vez que fueron precisamente pescados: fileteros/as, empaquetadoras/es, envasadoras/es, peones/as, pesadores/as, etc. En cuanto a su historia, lo cierto es que después de varios intentos fracasados de organización en 1942 las obreras y obreros del pescado lograron crear y consolidar el SOIP. Hasta 1948 el gremio estuvo dirigido por anarquistas, pero desde aquel año hasta 1955 la dirección -bajo otro sello organizacional- quedó en manos de militantes gremiales peronistas, para luego ser retomado por anarquistas tras la "revolución libertadora".10 Si bien en muchos de estos gremios la militancia peronista se reactivó dando lugar al fenómeno conocido como la "resistencia", en el caso del SOIP la conducción se mantuvo en manos de dirigentes anarquistas hasta 1966. Paralelamente, desde finales de la década del ‘50 se inició una transformación en la industria pesquera que poco tiempo después repercutió en la influencia de las corrientes políticas. Tal cambió se definió por la creciente importancia de la elaboración de filete en desmedro de la fabricación de conservas de pescado.11 Esta mutación fue produciendo la construcción de una nueva figura de trabajador/a: el filetero y la filetera.12 Actividad iniciada al margen de regulaciones legales, con un alto nivel de precariedad, la labor de los trabajadores y las trabajadoras del filete estaba sujeta a la arbitrariedad y mando patronal. Jornadas de amplias horas de trabajo sin horas extras, semanas en que se laboraba de lunes a lunes, malas condiciones medio ambientales de trabajo y bajos salarios fueron los principales motivos de reclamo de una población obrera en formación.
En 1966 bajo el gobierno de la autodenominada "Revolución Argentina", el gremio fue intervenido y puesto bajo la dirección de José Ibáñez, hermano del petrolero Diego Ibáñez. En 1969 se produjo un nuevo llamado a elecciones. Se presentaron tres listas, pero terminó participando solamente una, la Lista Unificada Naranja que encabezada Abdul Saravia, que de ese modo obtuvo la conducción del gremio. Este nuevo liderazgo peronista acompañaba la evolución de la industria, esto es, comenzaba a mostrar la preeminencia de los trabajadores fileteros y fileteras por sobre los de la industria conservera. Curiosamente Saravia, que provenía del sector de elaboración de conservas siendo delegado de la firma La Campagnola, fue el dirigente sindical que representó la hegemonía del filet. Los cambios no solo conmovieron la dimensión cupular de la organización obrera, también afectaron al conjunto de los obreros y obreras del pescado. Fue el final de la preeminencia anarquista. Estos hechos crearon las condiciones de posibilidad de la emergencia y coagulación de la militancia sindical peronista como fuerza social obrera hegemónica en el gremio del pescado y que perduró hasta finales de la década del ‘90. Nieto (2012) ubica aquí un cambio en 
la cultura sindical en la industria del pescado dado, por un lado, por la aparición definitiva de los fileteros eclipsando otras subramas de la actividad y hegemonizando el sindicato. Por otro, por la instalación de la toma como repertorio de protesta válido tanto para la lucha por mejorar salarios, condiciones de vida y protestar contra el despido de compañeros, como para dirimir las disputas intra-gremiales.13
En cuanto a su estructura organizativa, desde la fundación, una preocupación central de los dirigentes anarquistas producto de la experiencia adquirida, fue el miedo a la disolución de la entidad que tanto les costó forjar. Por ello buscaron desarrollar una fuerte presencia del sindicato en los lugares de trabajo. Por eso funcionaron comisiones de fábrica y una extensa red de delegados por planta. La gran cantidad de fábricas y la intransigencia patronal enseñaron a esta comunidad obrera que no bastaba con lograr la sanción legal de un convenio y su homologación, sino que había que hacerlo cumplir planta por planta. Con el tiempo, la figura organizacional elemental del sindicato fue la de delegado de personal. Una de las tareas primordiales que estos tenían, era la de hacer cumplir los acuerdos alcanzados. Así, la figura del delegado, con sus obligaciones y atribuciones, está contemplada en el estatuto y en el CCT. A su vez, desde los tiempos de gobierno anarquista se cuenta la práctica de la recorrida por las fábricas, las más habituales asambleas y las reuniones de personal. Lo interesante de estas prácticas es que permanecieron independientemente de la corriente política que condujera el gremio. Los peronistas incorporaron además la reunión periódica con la delegación del Departamento de Trabajo, así como se adecuaron al crecimiento burocrático de las organizaciones instaurando el cargo rentado.
Uno de los aspectos más trascendentes en la historia del gremio fue la firma del Convenio Colectivo de Trabajo N° 161 en el año 1975, el cual fue vivido por los trabajadores como una victoria, mientras que, al contrario, el empresariado fue más bien reacio a aceptarlo. Estos últimos tuvieron pronto su "revancha" luego del golpe cívico militar de marzo de 1976 que permitió"relajar" algunas de las normas del convenio.14 Al mismo tiempo que, en perjuicio de lo normado, la existencia de plantas clandestinas de procesado permitió el trabajo con mano de obra no afectada por el convenio. De todos modos, las condiciones de casi pleno empleo y el desarrollo de la industria, que permanecieron en vigencia hasta principios de la década del ‘80, favorecieron el cumplimiento de las condiciones que establecía el convenio. Será pues en la década del ‘90 cuando los empresarios, a partir de la formación de cooperativas, puedan en gran medida esquivar lo normado.15 Para finales de la década y principios de la nueva, en las movilizaciones protagonizadas por trabajadores y trabajadoras de las cooperativas, aparece como primera reivindicación la registración laboral bajo el CCT de 1975. Será este un reclamo sentido y con gran predicamento entre los trabajadores. La letra del convenio expresaba el poder social conquistado en un contexto histórico particular, con una industria pesquera, que si bien atravesaba por una nueva crisis, fue precedida por una gran expansión. Pero esa "cristalización" no era definitiva ni mucho menos. Las condiciones laborales se rediscutían constantemente y, en todo caso, el CCT servía como recurso organizacional de los trabajadores.
Con todo, durante la década del ‘90 estuvieron vigentes el convenio colectivo de trabajo firmado en 1975 y el estatuto aprobado en 1990. En aquel contexto desfavorable, ambos se transformaron en recursos organizativos de importancia. En el repliegue sindical, el estatuto y el
convenio fueron usados como "trincheras" para la defensa de la organización. Más allá de la dificultad para hacer cumplir cada uno de sus artículos, el cuerpo legal fue defendido integralmente, esperando para su modificación un contexto favorable. Sin embargo, el texto se resintió por muchos poros. Uno de ellos fue la red de delegados. Pues una adecuada organización requería una situación favorable en términos de empleo. El cierre de fábricas, los despidos, la instrumentación empresarial de la estrategia precarizadora, se conjugaron para menguar el poder asociativo y de activación de los obreros. Esto conllevó la reducción del número de delegados por planta y de la cantidad de reuniones del Cuerpo.16 Esta situación no implicó la desactivación de los obreros, sino su debilidad y fragmentación.

El liderazgo de Abdul "El Chancho" Saravia

Abdul Saravia nació en la ciudad de Balcarce en el año 1937. Llegado a Mar del Plata, ingresó a la actividad pesquera en 1955 siendo menor de edad -algo común en la época- como trabajador de la conserva en la empresa La Campagnola. Desde aquel tiempo destacaba su fama de reclamador por los derechos laborales. Allí comenzó su carrera gremial como delegado. En el año 1965 participó de la toma del SOIP y ya en 1969 ascendió a secretario general del gremio. La Lista Unificada Naranja, ganadora en los comicios, estaba integrada por una nueva camada de militantes gremiales peronistas que habían participado de los conflictos de los fileteros y fileteras del período 1960-1966. En gran medida se trataba de un "peronismo tardío" (Pastoriza, 1993). La llegada de Saravia a la conducción gremial coincide con el período de "despegue" de la pesca como actividad industrial exportadora, así como con la mutación que dio paso a la hegemonía del filet por sobre la conserva. De aquí en más permaneció al frente del sindicato, interrumpiendo esas funciones solamente cuando fue encarcelado tras el golpe de marzo de 1976. Liberado en 1978, Saravia volvió a ocupar la conducción gremial. Renovó su liderazgo durante la década del ‘80 y también la del ‘90. Y si alguna cosa sabía hacer este dirigente sindical era ganar elecciones gremiales, pues obtuvo la victoria en todas los comicios de los que participó, dentro de los cuáles no faltaron las denuncias de fraude.17 En 1992 llegó, además, a la secretaría general de la CGT regional, cargo que ocupó hasta 1996. Finalmente, su muerte en febrero de 1997 se produjo justo en el momento previo a que la pesca ingresara en una de las crisis más fuertes de su historia. Luego de su fallecimiento, el grupo que lo acompañó se disgregó y finalmente perdió la conducción del gremio. De este modo, su muerte marcó el comienzo del fin de una experiencia de conducción gremial que duró más de 30 años.
Saravia pensaba que la defensa de los intereses de los trabajadores no podían hacerla los partidos liberales sino la organización sindical concebida a través de una doctrina nacional y popular. Y esto era para él El peronismo. Solía utilizar la frase de J.D. Perón respecto de que sólo la organización vence al tiempo. Y varias de sus apreciaciones iban en el sentido de que en el gremio no se hacía política, sino que se defendía a los trabajadores. Con ese argumento desplegaba críticas a la oposición gremial vinculada con algún partido político.18 Adhería a la noción de comunidad organizada, donde el Estado funciona como árbitro regulando la relación, potencialmente conflictiva, entre trabajadores y patrones. En este esquema, las arbitrariedades patronales eran fuertemente cuestionadas. Contra ello, Saravia apuntaba a la acción concertada, "inteligente", entre obreros y patrones. Encargado de un capítulo del libro de César Lerena, La industria pesquera¿reafirmación o decadencia?, Saravia propone un pacto social para campear la crisis que vivía la actividad pesquera hacia finales de la década del ‘80. Mediante éste obligaba a los empresarios a
aumentar salarios y cumplir las obligaciones de aportes sindicales y de obra social, mientras que los obreros se comprometían a no realizar medidas de fuerza ni reclamar mayores salarios por un tiempo. Saravia era además un dirigente sindical peronista formado en épocas de proscripción del peronismo. Desde su asunción en el gremio se vinculó al armado sindical de quien conducía la CGT regional, el dirigente del FOETRA local Nelson Rizzo quien a su vez se encontraba alineado tras la conducción nacional de Rucci y Paladino. En calidad de secretario regional de la central sindical, Rizzo tuvo que enfrentar principalmente los cuestionamientos provenientes del Peronismo de Base a raíz de sus vínculos con los grupos que actuaron en el asesinato de Silvia Filler.19 Sin embargo, la profundización de los vínculos de la CGT regional con "la derecha peronista" se produciría luego del desplazamiento de Rizzo a manos de Marcelino Mansilla proveniente del gremio de la Construcción.20 El SOIP, que apoyaba a Rizzo, no asistió a la asamblea donde se eligió la nueva conducción y desconoció la legitimidad de la convocatoria. En ese tiempo, Saravia era secretario adjunto de las 62 Organizaciones Peronistas regional Mar del Plata.
Con el regreso del peronismo al gobierno el SOIP vivirá su etapa de esplendor. En aquellos años logrará construir una guardería infantil, un sanatorio, la sede gremial y comenzar la construcción de un ambicioso complejo de viviendas. En este marco, la conducción sindical adoptaba un estilo de intervención participacionista, donde su vínculo con el partido de gobierno favorecía la realización de obras y el fomento de los servicios sindicales. Pero ello sin dejar de acudir a medidas de fuerza y episodios de acción directa cuando la situación lo ameritaba, como por ejemplo, en el antes y durante de la firma del convenio colectivo de trabajo. Al momento de inauguración del sanatorio sindical Saravia expresó "Para lograr lo que buscamos en función de organización gremial, no necesitamos tirar bombas. Esto, y lo que he anunciado, lo demuestra". Concluyendo esas palabras expresó la adhesión y el apoyo al gobierno que entonces presidía María Estela Martínez de Perón "cueste lo que cueste y caiga quien caiga".21
Luego del golpe de 1976 el SOIP fue intervenido, aunque rápidamente se devolvió la conducción a las viejas autoridades, quedando bajo la responsabilidad de Néstor Lucero, quien era secretario adjunto. Durante el operativo en el gremio las fuerzas represivas encontraron armas en la sede sindical. Saravia, junto a Ronner, Carlos Darguibel y otros integrantes de la CD, fueron encarcelados.22 Saravia fue liberado hacia fines de 1978 y desde allí volvió a hacerse cargo del SOIP. Cuentan sus colaboradores que en la gestión del sindicato y, particularmente por temas vinculados a la obra social que permanecía intervenida, el dirigente debía reunirse con funcionarios del gobierno cívico-militar.23 Entre los militares, con quien más vínculo tuvo fue con Emilio Massera, pues recordemos que la Marina se encargaba del área pesca. Críticos del dirigente gremial lo llamaban "El pescadito de oro de Massera" indicando que Saravia "trabajaba" para el represor.24 No es esta la visión de sus colaboradores, quienes sostienen que Saravia "usó" a Massera para conseguir "cosas" para los afiliados del SOIP. Lo cierto es que el ex almirante tentó a Saravia para
incorporarlo al proyecto de constitución del Partido para la Democracia Social.25 Este pedido fue rechazado por Saravia, manifestando su pertenencia al peronismo.26

Un soldado de Menem

Saravia estaba afiliado al Partido Justicialista. Fue Consejero Provincial en representación del Partido de General Pueyrredón y participó activamente de la organización en la década del ‘80 y la del ‘90. Al mismo tiempo, el dirigente fue uno de los hombres fuertes de Federalismo y Liberación Línea Nacional Rojo Punzó, agrupación que impulsó desde 1986 la candidatura de Carlos Menem a la jefatura de la Nación. Saravia llevó la presidencia de la entidad en la provincia de Buenos Aires, la que funcionó como una fuente de apoyo al menemismo. Por ejemplo convocó al acto del 17 de noviembre de 1989 en Plaza de Mayo en conmemoración de un nuevo aniversario del retorno al país del General Perón. Al momento de convocar, la organización declaraba que "observa atentamente la evolución de la situación económico-social de nuestro país, ratificando la confianza depositada en el doctor Carlos Saúl Menem para superar la crisis que padece el pueblo argentino"27. A su vez, el 5to Congreso de la V Sección Electoral incluía a la organización dentro de "Menem Conducción", nucleamiento que buscaba posicionarse al interior del menemismo y disputar en la interna justicialista contra el sector que aún respondía a Antonio Cafiero. Mediante un documento señalaba: "1°) Apoyo irrestricto a todo lo actuado por el presidente doctor Carlos Menem sin obsecuencias ni traiciones…".28 También, a instancias de su líder, el SOIP participó de la conformación de la seccional local de la Mesa de Enlace Gremial junto con otros gremios marplatenses.29 Mesa que en septiembre de 1990 decidió el cambio de denominación por el de "Mesa Sindical Menem Presidente". Desde allí ratificó el apoyo incondicional a la gestión política, económica y social que llevaba a cabo el presidente. A través de un documento explicaban que "se ha puesto en marcha un programa que significa el mayor y más profundo esfuerzo para los argentinos" y "no existe otro para salvar a la Nación":

No es el tiempo para los "logreros", ni los resentidos, ni los incapaces. Es sí el tiempo de los que quieren y anhelan participar en la empresa grande y generosa de construir una Argentina nueva [porque] el crecimiento genuino, la reactivación verdadera y una mejor calidad de vida, surgirán del esfuerzo fecundo en el trabajo […] Este es nuestro compromiso: aportar nuestro esfuerzo y exhibir nuestra confianza en el hombre que nos la pidiera y que día a día demuestra a través de sus actos que es posible pensar en un futuro mejor, para felicidad del pueblo y la grandeza de la patria.30

En mayo de 1990 la Mesa declaró como personas no gratas a los integrantes del denominado "Grupo de los Ocho" por su "sistemática y nociva oposición al proyecto de todos los argentinos que lidera nuestro conductor Carlos Menem".31 Por otra parte, en abril de aquel año Saravia cumplía 53 años. En su fiesta tuvo como invitado de honor al presidente de la República. Flanqueado por Menem, el dirigente del SOIP planteó en un discurso los momentos difíciles que estaba viviendo el país, pese a lo cual "seguimos apoyando incondicionalmente al gobierno" abogando por un "gran Pacto Social entre los trabajadores, el Estado y los empresarios para tener una patria justa, libre y soberana". Dijo también que era necesario "terminar con la corrupción" y privatizar las empresas estatales que arrojaban déficit, no así las que producen superávit, en directa referencia al Mercado de Concentración Pesquera.32 Por último prometió que en las malas "vamos a seguir al lado del presidente porque somos los soldados de Carlos Menem".33
Así, como vemos, desde su participación política y sindical Saravia brindaba un apoyo incondicional a la gestión presidencial. Pero es necesario hacer algunas precisiones en cuanto a lo específicamente gremial y también en relación a sus ideas sobre el desarrollo pesquero. Para ello, veamos previamente cómo algunos autores definieron a los sindicatos que apoyaron inicialmente la gestión de Menem.

Algo poco destacado por los estudios del sindicalismo contemporáneo es que los líderes del nucleamiento participacionista por excelencia, "Los 15", habían anticipado con notable perspicacia el advenimiento de un escenario de agotamiento del modelo sindical anterior. Ya en 1988 estos dirigentes se incorporaban directamente al mundo de discusión empresarial y pensaban en un "pacto de crecimiento no distributivo". Llegaron a formular la idea de que la misión del sindicalismo era "forzar que los empresarios inviertan". Esto rompe completamente con las orientaciones gremiales preexistentes reconociendo de hecho la preeminencia de los intereses del capital. Por tanto, podría decirse que las ideas de reestructuración económica dentro del peronismo no fueron en realidad "sorprendentes" desviaciones ideológicas de Menem sino que ya habían sido elaboradas previamente con notable claridad dentro de un sector del sindicalismo. Triaca (plásticos), Andreoni y Cavalieri (comercio) y Rodríguez (mecánicos), mostraban esta versión de "vanguardia posmuro de Berlín" que tenía una visión compartida con Menem respecto de la necesidad de recrear un "bloque de recomposición del capitalismo argentino" mediante privatizaciones, apertura de la economía y achicamiento del Estado cuyas consecuencias no alcanzaban directamente a sus sectores (Gómez, 2009: 114-115).

De este modo, existían dirigentes gremiales "menemistas" incluso antes de Menem. Saravia también era menemista, pero su lealtad al líder riojano, pensamos, era diferente de la que estos sindicatos "de vanguardia" profesaban. El dirigente del SOIP conoció a Menem cuando este aún era gobernador de La Rioja y desde allí sintió una profunda admiración. Aquella relación creció cuando el ex presidente se encontraba en Tandil bajo libertad vigilada y luego se trasladó a Mar del Plata.34 Saravia fue uno de los varios que ayudaron a Menem en aquel momento, enviándole comida y hasta colaborando con los gastos de una operación de su hija.35 Para Saravia la llegada de Menem al poder era la que permitiría fomentar un proceso de desarrollo nacional de la pesca. El dirigente había participado de la confección de un anteproyecto de Ley de Pesca elaborado por la Coordinadora de Gremios Marítimos.36 Promoviendo el nombramiento de César Lerena en el ejecutivo pesquero, su llegada a determinados empresarios y el apoyo sindical, podía ensayarse la implementación de un proyecto pesquero que apuntara a la expansión del mercado interno a través de la educación de los consumidores, al fortalecimiento de las empresas vía subsidios para que mejoren sus capacidades técnicas, al agregado de valor a los productos exportados a partir del trabajo realizado en las plantas en tierra y, con ello, construir más puestos de trabajo.37 Además, se buscaría jerarquizar el área pesquera dentro del gobierno. Por otra parte, la pesca también serviría para desplegar una política soberana en relación a la ocupación del territorio marítimo nacional. En la ilusión de Saravia la categoría de revolución productiva abarcaba todos esos contenidos.
Es llamativo ver que en distintos hechos de acción directa a principios de la década del ’90, los trabajadores del SOIP enarbolaban pancartas y fotos de Menem. Ello ocurre por ejemplo durante la toma de la planta Surmai en febrero de 1990, la cual es apoyada por el gremio. Los reclamos principales referían al pago de la garantía horaria, de la cuota sindical, de la obra social, asignaciones familiares y licencias por maternidad.38 Saravia consideraba que el proyecto de Menem significaba más trabajo y mejores condiciones laborales, encarnando nociones de justicia y bienestar para la clase obrera. Ante el incumplimiento patronal y el cierre de plantas, producto tanto de la crisis que arrastraba la pesca, pero también de las políticas del nuevo gobierno, Saravia respondía –en ciertas ocasiones- protagonizando medidas de acción directa. No le parecía una contradicción, más bien todo lo contrario, enarbolar en ellas la figura del riojano. Sin embargo, ni la política pesquera ni la política laboral se dirigieron hacia donde Saravia imaginó.39

¿Participacionismo vandorista?

Más allá de que las tipologías de intervención sindical, útiles para delinear los alineamientos gremiales, resultan menos ricas para estudiar las prácticas sindicales, a grandes rasgos podemos insertar la lógica de intervención sindical del SOIP durante el liderazgo de Saravia a mitad de camino entre lo que se define como participacionismo y vandorismo. De la primera mantenía el privilegio de la estrategia política de alineamiento negociado con los poderes fácticos que le permitía obtener ventajas corporativas y beneficios organizacionales. Así lo muestra durante el gobierno de Isabel Perón y de su buena relación con el entonces gobernador Victorio Calabró, que le permitió obtener ayudas financieras a través del Instituto Nacional de Obras Sociales. También durante el gobierno cívico-militar el SOIP logró la construcción de un complejo habitacional. Ahora bien, esa inclinación a la negociación en el sistema político, bajo las muy disímiles realidades entre un gobierno que apoyaba fervientemente y otro que toleraba por imperio de las circunstancias, no implicó la renuncia a la movilización colectiva. Por ejemplo durante el contexto de la firma del CCT de 1975. Si bien se puede afirmar que tal situación fue motivada a demanda de las bases obreras, lo cierto es que la conducción acompañó el proceso. En ese sentido, la participación del SOIP en la dinámica gremial resultaba de tipo vandorista, con énfasis en las capacidades organizativas del aparato sindical e identitarias del peronismo y los obreros del pescado como factor de cohesión frente a otros actores, así como en el desarrollo de un potencial de movilización y gestión, de lucha y negociación. Pero el despliegue de las políticas menemistas deshizo los pilares sobre los que descansaba la eficacia del sistema de acción sindical vandorista.

La negociación dura, el no otorgar cheques en blanco al gobierno, perdía toda perspectiva frente al fortalecimiento y cohesión de las fracciones de la burguesía, la reducción de capacidades estructurales de la clase por el desempleo y la precarización, la fuerte legitimación electoral del gobierno, el propio aislamiento dentro del peronismo, y el desprestigio dirigencial ante la opinión pública (Gómez, 2009: 25-26).

En el SOIP, por un lado, Saravia se asocia a las variantes del participacionismo, declarando apoyar de manera irrestricta las políticas del gobierno. Pero ni lo que quedaba de tradición en una lógica de intervención vandorista ni la deriva de las transformaciones en la industria pesquera le permitía reinsertar al sindicato en las nuevas reglas de juego. Asimismo, tampoco negoció la obtención de beneficiosos o concesiones por parte del gobierno a cambio del apoyo gremial.40 Cómo otros sindicatos de tradición "vandorista", no renegó del recurso a la acción colectiva, tanto para rechazar las consecuencias de la crisis pesquera y la reestructuración capitalista en la industria, como en la intención de influir en el sistema político, pero todo ello sin apuntar a la figura del presidente y careciendo de la "radicalidad" de antaño. Así, mientras por una parte apoyaba la gestión menemista, por otra se volvía un fuerte crítico de la política pesquera, oponiéndose al cierre de plantas, a la formación de cooperativas, a la extranjerización de la pesca, al cierre del Mercado Concentrador, a la designación de funcionarios, al crecimiento del sector congelador y, más tarde ya al frente de la CGT, a la crisis de las economías regionales y al proceso de flexibilización laboral. De este modo, tal vez difícil de comprender, Saravia procuró enfrentarse al dilema de apoyar un proceso político que por las políticas que desplegaba afectó, en gran medida, los intereses de los trabajadores que representaba.41
En 1992 Saravia llegó a la conducción de la CGT local. Desde allí declaró su oposición al proceso de formación de cooperativas de trabajo fraudulentas y buscó elaborar proyectos tendientes a la reactivación de la pesca. Uno de ellos consistía en propiciar la comercialización entre pequeños y medianos procesadores y las municipalidades para recuperar el mercado interno y activar a las plantas afectadas por la crisis.42 También propuso "controlar la captura en barcos factorías",43 y retirar los permisos de pesca inactivos para otorgárselos a la industria capaz de elaborar. Depositaba optimismo en la aplicación del denominado Plan Quinquenal Pesquero "con lo que se crearán 30.000 nuevos puestos de trabajo por año, proceso que se iniciará de inmediato con la aplicación, desde la Secretaría de Pesca de la Nación, de políticas de preservación, explotación e industrialización racional de los recursos ictícolas"44. Por otra parte, frente a la disminución de los recursos pesqueros, criticaba que la misma "se debe a políticas erróneas al aplicar licencias de pesca a buques extranjeros, esto produjo la sobrepesca y la disminución del recurso". Por ello pedía se declare la prohibición de la pesca en Mar Argentino a todo buque de bandera extranjera y que se institucionalice la participación obrera en la definición de la política pesquera.45 Poco después, y en representación de los gremios marítimos y portuarios, la CGT redactó un texto denominado "Declaración de la Clase Trabajadora Pesquera". Allí daba a conocer el plan de acción que llevaría adelante "con miras a revertir este proceso de desintegración que hoy lamentablemente nos toca vivir", debido a "desaciertos de nuestros funcionarios de turno, por empresarios que llevaron a la quiebra a sus empresas empobrecidas, y por desacuerdos entre los propios dirigentes". Sostenía que "no acepta la entrega del Mar Argentino a las flotas extranjeras" y solicita "la inmediata convocatoria a las comisiones negociadoras de los convenios colectivos", así como la sanción de una ley de pesca.46
Sin embargo el rasgo más saliente del accionar sindical será su inutilidad en el intento por torcer el rumbo de la política pesquera, tanto sea a través de la movilización de recursos como en los intentos por influir en el sistema político. En aquellos años el SOIP tuvo que ver cómo alrededor de la mitad de la mano de obra perdía la relación de dependencia con las empresas. Al mismo tiempo, la obra social pudo mantenerse por intermedio de subsidios y préstamos que apenas llegaban a cubrir los gastos, reduciendo cada vez más sus prestaciones, mientras que las deudas más cuantiosas nunca fueron abonadas por muchos empresarios que, para colmo, presentaron quiebra. Por otra parte, también impotente se mostró el SOIP respecto de la representación política de aquellos trabajadores que perdían la relación de dependencia, no logrando generar ningún mecanismo que los incorpore a la vida sindical. Su respuesta se limitó al repudio y denuncia de la situación, pero sin lograr ninguna instancia de rearticulación. Así, de la mano de las transformaciones en la industria y las políticas del gobierno en materia laboral, el SOIP irá perdiendo poder estructural y político en las configuraciones gremiales de Mar del Plata. El comienzo de la crisis pesquera, tras la muerte de Saravia, relegó al sindicato a una posición cada vez más marginal dentro de la escena política. Y fue justamente a partir del trabajo político entre el sector de cooperativizados y desocupados del SOIP donde la oposición gremial construyó los pilares de su base de poder. Oposición que, cinco años después de la muerte de Saravia, en el año 2002, obtuvo la victoria electoral.

¿Era Saravia un burócrata sindical?

Cuando iniciamos nuestra investigación sobre la industria del pescado habían pasado varios años del fallecimiento de Abdul Saravia. Aún así, su nombre todavía resonaba en las calles del puerto de Mar del Plata. Era, entre quienes empecé a entrevistar, el sinónimo de un fenómeno extendido en la Argentina. A ello refiere Ladeuix (2013), para quien el dirigente del SOIP quedó relacionado en la memoria colectiva de la ciudad como el representante típico de la llamada"burocracia sindical". De ser tal cosa lo acusaron muchas veces los opositores gremiales, acudiendo a diferentes calificativos que operaban en la construcción moral del antagonismo político.47 Esto es, el "burócrata" no sólo era un dirigente con otra tradición política y diferente programa de acción, tal vez sostenido por el propio proceso de "burocratización" weberiana en la medida en que una organización se complejiza, sino que también era representado como un "traidor", un "vendido", un"delincuente".48 Ya en la década del ‘70, el grupo liderado por Corino Díaz, antiguo compañero en la dirección del gremio devenido luego en opositor, se refería a la conducción del SOIP como"ENTREGADORES, VENDIDOS, OBSECUENTES, INOPERANTES Y VIVIDORES".49 En fechas más recientes, similares calificativos desplegaban otros oponentes: "Porque era traidor50, nos empezó a vender tanta lucha que les costó el convenio del 75… él le empezó a vender artículos sueltos…".51 A la acusación de haber "vendido" el convenio otros le suman la colaboración de la dirigencia del SOIP en el proceso de formación de cooperativas:

Yo sé cómo se hicieron las cooperativas. En el 92 los que entregaron fue el sindicato, el sindicato entregó[…] Yo no vi nunca el sobre, pero a mí nadie nunca me va a venir a decir que el sindicato no colaboró en la creación de las cooperativas. ¡Mentira!¡Colaboró! Y recibió la plata que debía recibir. Saravia ya estaba muy enfermo, no era el mismo Abdul Saravia… Pero con la fuerza que tenía el sindicato, con lo que era el SOIP… Le hubiera sacado la gente a la calle, le hubieran parado todo.52

Otra de las críticas a la conducción sindical la realizaba contemporáneamente la Lista Verde, atacando el modelo sindical que Saravia encarnaba. Para los militantes de aquella lista "Las cooperativas son consecuencia en gran parte de la política de autoritarismo llevada a cabo por el señor Saravia y algunos industriales evasores y estafadores". Pues "La evidencia está en las negociaciones de salarios y condiciones de trabajo hechas a espaldas de los trabajadores, no haciendo jamás asambleas generales ni reconociendo los resultados de las urnas".53 Por ello solicitaban la realización de una asamblea general con la participación de trabajadores ocupados y desocupados. El pedido es interesante, no solo porque es la primera vez que se hace mención a la situación que padecía el SOIP con un gran número de trabajadores que no podían participar de la vida gremial. Sino también porque implica una discusión en torno al modo de organización del propio sindicato. De esta manera, la crítica no se reduce a un aspecto político-moral como la traición. Lo que estaba perimido, para los trabajadores y las trabajadoras militantes de la lista Verde, era el modelo sindical que Saravia representaba.
Independientemente de estas acusaciones y de su eficacia a la hora de analizar los procesos a que refieran, nos interesa insistir en la complejidad que asume el fenómeno, marcando que las imágenes puramente críticas, que analizan un liderazgo sólo desde la más pura negatividad, contrastan con el hecho de estar frente a un líder sindical que recurrentemente obtuvo victorias electorales, participó de procesos de lucha, contribuyó al fortalecimiento del gremio e, incluso, denunció públicamente el surgimiento de las falsas cooperativas.54 Por lo demás, todos nuestros entrevistados, amigos pero también enemigos, reconocían la "inteligencia", "astucia" y "capacidad de liderazgo" de aquel hombre.55 No tanto por sus características personales, sino porque su persona constituye una suerte de diatriba de la historia de la pesca marplatense y del movimiento obrero local, así como una interesante experiencia particular respecto del sindicalismo "menemista", nos parece oportuno como propuesta trascender la categoría "burocracia" para profundizar en el conocimiento de su liderazgo en el SOIP. Más que ubicarlo sencillamente como un "burócrata", nos interesa el personaje por lo que condensa. Cuasi analfabeto, peronista "de nacimiento" -según su propia definición-, justificador de la lucha antisubversiva, preso durante la última dictadura cívico militar, católico, admirador profundo de J.D. Perón y de Carlos Menem, Saravia fue uno de los pocos dirigentes gremiales que mantuvo una visión integral acerca del lugar que el SOIP tenía en el desarrollo pesquero argentino. La presencia cotidiana del dirigente en casi todos los conflictos, los enfrentamientos con sectores dentro del peronismo y las izquierdas, su "estilo" de conducción gremial, su visión de la soberanía nacional, del desarrollo económico argentino y del lugar que la pesca ocupaba en ese escenario, su relación cotidiana y permanente con "las bases", hacen del liderazgo de Abdul Saravia un fenómeno que precisa se problematizado.56

Conclusiones

En tanto el proceso hiperinflacionario representó el final de un modo de acumulación de capital, de una lógica de enfrentamiento entre las clases y de una determinada forma de Estado, la respuesta emprendida por la conducción del SOIP estuvo marcada por la tradición sindical en la que estaba habituada a desempeñarse en tiempos pretéritos. Esto fue el desarrollo de una estrategia centrada en la lucha salarial, la alianza con determinadas fracciones de la burguesía industrial, el fomento de una buena relación con determinadas agencias del Estado y la defensa de un viejo patrón de acumulación. Mientras desde el gobierno nacional se comenzaba a transitar el camino de salida de la crisis ligada a una reestructuración capitalista en estrecha articulación con el mercado mundial, se enterraba al mismo tiempo el proyecto que la conducción gremial, desde su influencia en el sistema político, había buscado desplegar. El marco fue el proceso que llevó a una mutación en la organización de la producción, redefiniendo los contornos de la propia clase obrera. La metamorfosis impulsó, a su vez, cambios en el modelo de desarrollo pesquero que enfrentaron al SOIP, junto a otros sindicatos de la rama, a distintos desafíos. Se trataba de un proceso de crecimiento y expansión pesquera con incidencia del capital extranjero, eliminación de subsidios estatales, incorporación de tecnología (sobre todo a partir del arribo de buques congeladores) y todo ello en el marco de la paridad cambiara. Tal "modelo" generaba, como contrapartida, la reducción de la mano de obra y la búsqueda de flexibilidad laboral, tanto en las condiciones de contratación como en las normas de trabajo. El SOIP buscó alterar ese proceso intentando regenerar un "modelo" de desarrollo pesquero más favorable, o al menos ponerle límites al que se desarrollaba. En este aspecto, no hizo más que recibir derrotas. A pesar del apoyo al gobierno, Saravia fue un opositor bastante furibundo de la política pesquera. Se opuso a la designación de los funcionarios para el área, a las medidas aperturistas (charteo y acuerdo con la Unión Europea), a los decretos de desregulación, al cierre del Mercado Concentrador. Su gran esperanza había sido la de convertirse en un personaje influyente de la definición de la política pesquera vía el nombramiento de César Lerena en el ejecutivo pesquero. Sin embargo, su estrella como personaje influyente en el sistema político nunca llegó a brillar. La oposición que produjo en la política pesquera lo llevó a participar de varios hechos de acción directa contra situaciones puntuales así como a una búsqueda por generar bloques de oposición fomentando la unidad gremial y también buscando apoyo entre diferentes empresarios. Sin embargo, no logró torcer el rumbo que adoptaba la nueva matriz de desarrollo y tuvo que enfrentarse a la decepción. Pero su crítica de la política pesquera estaba atravesada por su lealtad al gobierno, lo cual también le imponía sólidos límites. Durante aquellos años el sindicato jamás convocó a una huelga realizada directamente contra la política pesquera. Si en 1986, tras los acuerdos Marco con Bulgaria y la URSS, el SOIP encabezaba la huelga general contra su suscripción, en 1994, tras la puesta en marcha de los acuerdos con la Unión Europea (de contenido más "entreguista" que aquellos), se limitó a manifestar su inquietud y a sumarse al pedido de los gremios marítimos de que se labore con personal nacional. El gremio durante toda la década sólo participó de huelgas parciales por fábrica y, ya sin Saravia después de 1997, en huelgas convocadas en el contexto de la convergencia de empresarios y gremios que dio forma a la Multisectorial. Pero en el transcurso de los años el sindicato fue perdiendo la iniciativa dentro de la escena conflictual.
Si bien bajo el liderazgo de Saravia el SOIP apoyó la gestión presidencial, no lo hizo tras una lógica participacionista "clásica" (esto es a cambio de beneficios organizacionales o de otro tipo). Según pensamos, la conducción sindical no llegó, porque no pudo, porque no quiso, a advertir que el nuevo patrón de acumulación tenía uno de sus ejes en el incremento de la explotación de los trabajadores. En la mirada de su máximo dirigente, la reestructuración llevada a cabo por el presidente Menem se veía, en el mejor de los casos, como un período de transición. Confiado tal vez en que el liderazgo presidencial y las credenciales históricas del peronismo tarde o temprano lograrían el esperado crecimiento con desarrollo y distribución. Si otros sindicatos negociaron el
proceso de implementación de reformas buscando obtener beneficios organizacionales (Murillo, 1997) no parece haber sido esta la actitud del SOIP. Es decir que el participacionismo del gremio puede explicarse desde una lógica diferente centrada en la experiencia previa de militancia en el proyecto menemista, en las esperanzas que conllevó la victoria electoral y en la confianza de pertenecer al peronismo. No hubo negociaciones tendientes a obtener beneficios o prerrogativas a partir del cambio impulsado en la política pesquera, ni tampoco se produjo un proceso de concertación con concesiones. Los únicos beneficios de la conducción sindical parecían provenir de su vínculo con delegaciones locales y provinciales del Ministerio de Trabajo, lo cual servía para dirimir en su favor las cuestiones conflictivas que surgieran en procesos electorales y quizás obtener alguna ayuda económica vía el rescate de la obra social. Pero no mucho más.
Lo cierto es que los trabajadores y trabajadoras de la industria del pescado asistieron a un proceso cada vez mayor de fragmentación del mercado de trabajo con la formación de cooperativas y la generación de empleo precario. Lo que redundó en la pérdida de una gran masa de afiliados para la organización sindical. Ante aquellos cambios en la organización de la producción y su correlato en el intento por modificar la norma laboral, tal como hicieron otros gremios, el SOIP buscó resistir protegiendo la legislación existente, defendiendo el convenio de 1975 y amparándose en la supervivencia de la ultraactividad. En este sentido, su actitud se corresponde con la de buena parte del sindicalismo argentino que reaccionó ante las transformaciones negociando la protección del empleo para un núcleo "duro" de trabajadores (Santella, 2012). Aún a costa de la pérdida, por un lado, de incrementos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo y, por otro lado, de puestos de trabajo. El sindicato se limitó a buscar que los obreros y obreras pudieran cobrar las indemnizaciones, incluso fomentando denuncias en los Tribunales del Trabajo, cuestión que no siempre logró. Algunas voces hablan de la participación de la conducción del SOIP en el proceso de formación de cooperativas, lo cual no podemos dejar de mencionar. No obstante, tales afirmaciones se contraponen, al menos, con el discurso y las gestiones de Saravia quien insistentemente, al menos en sus intervenciones públicas, criticó las cooperativas. En este sentido, la conducción sindical denunció su formación y anclaje en el gremio. Pero aún a pesar de lo evidente de su existencia, y de las consecuencias que arrojaba, en términos de organización política, desde la cúpula sindical no se ensayó ningún mecanismo de integración de estos trabajadores, ya sea en la confección de convenios diferentes o en la reforma de estatutos. Todo este proceso llevó al sindicato a perder una parte importante de su afiliación, al mismo tiempo que poco a poco fue malogrando el lugar central que ocupaba en la constelación de fuerzas dentro de la industria marplatense. Al terminar la década, el SOIP aparecía como un sindicato desguarnecido, ausente de muchas de las medidas de fuerza más importantes, con la red de delegados -que otrora fuera una de las principales herramientas de poder gremial- francamente reducida. En paralelo, y cada vez menos subterráneamente, los trabajadores de las cooperativas se veían lanzados a un ciclo de lucha que los llevará a crecer no sólo en la cantidad de acciones de fuerza, sino también en la "radicalidad" que estas expresaban. Y allá por el año 2002, una nueva fuerza política, liderada por dirigentes vinculados al Partido Obrero, logró desplazar de la conducción a lo que quedaba de la estructura saravista, ya sin el viejo líder. De este modo se cerraba el ciclo de una conducción que permaneció por 33 años en el gobierno sindical. Recurrir al uso del concepto de "burocracia" como eje central de la explicación, al menos en las versiones faltas de problematización, lejos está, pensamos, de contribuir al esclarecimiento de esta experiencia concreta de conducción sindical.

Notas

1 El análisis de Lozano se sumaba al diagnóstico acerca de la transformación estructural de la clase obrera argentina que la volvía organizativamente imposible de incorporar bajo los moldes del modelo sindical tradicional.

2 También se postuló la decadencia sindical por ser los gremios instituciones tradicionales y parte de la estructura burocrática de la sociedad, formación social que, en lo que se concebía como una nueva época, tendería a ser reemplazada por organizaciones de carácter informal, menos rígidas y más horizontales (Zibechi, 2003).

3 "…los sindicatos agrupados en la otrora poderosa CGT no sólo no acompañaron a sus afiliados sino que, en casi todos los casos, avalaron activamente el programa de reformas estructurales" (Svampa y Pereyra, 2003: 15). La adaptación de los sindicatos peronistas a las transformaciones económicas y la desregulación del mundo laboral, tanto como a los nuevos contornos organizacionales del partido, se produjo con velocidad (Delamata, 2004). El menemismo redujo el peso de los sindicatos en la vida política con su ofensiva hacia el trabajo con la flexibilización laboral y las privatizaciones. Aprovechó además el desconcierto de la burocracia sindical respecto de su propia identidad política tradicional (Cafassi, 2002). Otros analistas destacaron los cambios en el protagonismo en la protesta de los diferentes sindicatos, señalando la pérdida de importancia de los gremios industriales frente a los de servicios y estatales (Lobato y Suriano, 2002). Los primeros quedaron prácticamente al margen del conflicto social, al menos como actor colectivo, mientras que fueron los gremios estatales nacionales y provinciales los verdaderos protagonistas de la protesta (Fradkin, 2002).

4 El estudio de la revitalización sindical posterior al año 2003 crecerá algunos años después.

5 A ello Murillo denominó estrategia de supervivencia organizativa frente a otras posibles reacciones sindicales frente a políticas liberales como podían ser la resistencia o la subordinación.

6 Gómez (2009) y Fernández (2002) construyeron tipologías de intervención sindical dentro de la tradición gremial argentina. Ligeramente disímiles ambos mencionan las tendencias participacionista, vandorista, combativa o de liberación y clasista.

7 Según Gómez (2009) el principal rasgo del participacionismo es la subordinación de las capacidades estructurales de los gremios a las ventajas políticas y organizativas. Privilegia la estrategia de alineamiento negociado con los poderes fácticos sobre la base de una ecuación simple: ventajas corporativas o beneficios secundarios a cambio de la neutralización de la capacidad organizativa y de movilización de la clase. Por su parte, el vandorismo se basa en tres elementos: a) el énfasis en las capacidades organizativas ("aparato" sindical) e identitarias ("peronismo", "clase trabajadora") como factor de independencia y cohesión interna frente a otros actores; b) la preferencia por dirimir en el campo de las relaciones de fuerzas los intereses relativos a las capacidades estructurales, reivindicativas y organizativas, antes que en los compromisos políticos y en la confianza en aliados poderosos; y c) la incidencia en la arena política descansa en sus capacidades de movilización junto con sus capacidades de lucha y negociación del conflicto obrero.

8 El tratarse de un liderazgo local fue uno de los argumentos esgrimidos por los integrantes de la CGT regional que eligieron a Abdul Saravia como secretario general de la entidad a principios de la década del ´90. Otras de las razones radicaba en la trayectoria dentro del peronismo y la dinámica sindical del líder del SOIP así como, especialmente, su cercanía con el presidente Menem.

9 Los trabajadores que ocuparon estos cargos más directamente vinculados con la patronal eran (y son) afiliados al sindicato de Empleados de Comercio. La diferente pertenencia gremial permitía a los mandos medios ocuparse de las tareas que quedaban pendientes cuando, por ejemplo, el SOIP convocaba a un paro. De este modo garantizaban con este personal jerárquico un mínimo de funcionalidad de las plantas.

10 Durante buena parte del gobierno peronista el SOIP pasó a ser la Sociedad de Obreros de la Industria del Pescado y Afines. Y a partir de 1950 fue una rama del sindicato de la alimentación.

11 Desde su inicio y hasta nuestros días, la actividad pesquera en el país puede dividirse en dos grandes períodos. El primero se desarrolló desde los comienzos de la actividad hasta mediados de los años ‘60s, teniendo preponderancia la pesca costera al amparo del modelo sustitutivo de importaciones, con un desarrollo orientado al mercado interno. Esto fue lo que generó una incipiente industria en el procesado y conservación de la anchoíta y la caballa. Luego, las distintas coyunturas favorables permitieron la expansión de la capacidad de captura de la flota y comenzaron a producirse filetes frescos enfriados de pescado, especialmente merluza. A partir de esta innovación, la industria del salado fue superada por la del congelado. Y al mismo tiempo que la composición de la flota, cambió la organización y tipo de trabajo al interior de las plantas, así como el destino principal de la producción, que pasó a estar ubicado en el mercado externo.

12 Una vez capturado, el pescado pasa a ser procesado en las plantas de fileteado que están en tierra. Esta actividad es la que mayor cantidad de mano de obra ocupa, alrededor de 6 mil trabajadores y trabajadoras. En tanto fundamentalmente producen filetes de pescado, a quienes laboran se los conoce como fileteros.

13 En oposición a un primer convenio colectivo de trabajo para fileteros y fileteras, peronistas y comunistas ocuparon la sede gremial del SOIP cuestionando el accionar de la conducción anarquista. A partir de allí, la toma y ocupación del edificio sindical, como también la toma de plantas pesqueras, se instaló dentro de los instrumentos de lucha a los que acudieron obreras y obreros de la industria del pescado.

14 Por ejemplo, el derecho al pago del día del obrero del pescado, que además debía darse como día libre, fue eliminado de la práctica de las relaciones laborales.

15 La formación de cooperativas de trabajo en la industria pesquera se desarrolló fundamentalmente a comienzos de la década del `90. Alrededor del 50 % de la mano de obra del procesado de pescado pasó a laborar bajo este formato organizativo que los alejó de la relación de dependencia con las empresas, perdiendo diversas conquistas. Por ello el lenguaje popular refiere a ellas como cooperativas "truchas".

16 Para mediados de la década del ‘80 existían alrededor de 120 delegados. L.C.,01/02/1986. Finalizando la década del ‘90 se estima que el número apenas llegaba a la cantidad de 20.

17 Sobre la recurrencia de la denuncia de fraude en la historia del SOIP ver ------ (2014).

18 Elda Taborda, afiliada al PC, menciona que uno de los cuestionamientos más corrientes que sufrían por parte de Saravia era que ellos "hacían política".

19 Silvia Filler era una joven de 18 años estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Universidad -en ese entonces- Provincial de Mar del Plata. Durante la realización de una asamblea en el mes de diciembre de 1971 un disparo en la cabeza terminó con su vida luego de que un grupo parapolicial identificado como CNU ingresará al lugar donde se realizaba la reunión accionando sus armas de fuego.

20 Caracterizado como un traidor a la clase obrera, el 27 de agosto de 1973 Mancilla fue asesinado por el comando Belloni-Frondizi de las FAP.

21 L.C.,11/11/1974.

22 Algunas versiones informales sugieren que Saravia durante su cautiverio denunció a activistas del gremio del pescado, señalando así su colaboración con el funcionamiento del sistema represivo. No conocemos causas en la justicia al respecto.

23 Cuentan que Saravia se presentaba en las reuniones, aún en pleno invierno, solamente vistiendo una camisa. "Se lo hacía a propósito a los militares, por los descamisados". Entrevista del autor con Norma Mira, colaboradora de Abdul Saravia en el SOIP y militante del PJ, Mar del Plata, 06/12/2012.

24 Durante un programa de TV donde aparecía Massera se regalaban pescaditos de oro. De allí la asociación.

25 Recordemos que el represor Emilio Massera soñaba con ser presidente de la Nación. Su proyecto comenzó a expresarse con cuestionamientos a la política económica desplegada por José Martínez de Hoz. Con un perfil pretendidamente socialdemócrata, se fue gestando con el uso forzado de experiencias de militantes detenidos-desaparecidos, contactos con sectores del peronismo ortodoxo y la derecha, con la propia Isabel Perón, entonces detenida, y con el lanzamiento del diario Convicción. Más tarde, cuando la derrota de Malvinas obligó al régimen a negociar una salida con los partidos políticos, ese plan de Massera se encarnó en el Partido para la Democracia Social.

26 Entrevista del autor con Norma Mira, op. cit.

27 L.C.,14/11/1989.

28 L.C.,20/12/1989.

29 Participaban 28 organizaciones locales, entre ellas, el SOIP, SICONARA y SAON.

30 L.C.,16/09/1990.

31 L.C.,15/05/1990. Se refiere a la facción de diputados que por sus críticas a la orientación neoliberal que asumía el gobierno de Menem se alejó del PJ.

32 El organismo fue creado en 1980 a través de la ley N° 22.260 con el objetivo, entre otros, de abastecer y abaratar los productos pesqueros. Subsanando antiguos inconvenientes en cuanto a la comercialización de pescado que padecían principalmente los pescadores de lanchas costeras, el organismo se ocupaba precisamente de concentrar las ventas de pescado en el mercado interno, rematando a la baja y negociando directamente con los grandes consumidores. Finalmente será disuelto en 1991 en el marco de las políticas desregulatorias, corriendo la misma suerte que las juntas reguladoras de carnes y granos.

33 L.C.,12/04/1990. Ni los integrantes de la otrora potente Renovación justicialista, ni el propio Antonio Cafiero fueron invitados. En la consideración de un cronista anónimo del L.C.,el festejo no había sido inocente: "Es que para muy pocos distraídos puede pasar desapercibido, teniendo ya la visión global de estos tres ajetreados días políticos en el balneario y en la sierra, que de lo que se trataba era de dar claros y contundentes signos de apoyo a los que se han constituido, luego de la riesgosa manifestación -hoy triunfal- del 6 de abril, en los dos más sólidos y fieles puntales de la "línea menemista" en la provincia de Buenos Aires. Fue algo así como el testimonio de agradecimiento o más bien de retribución por los riesgos que tanto Barrionuevo como Macaya vienen corriendo en el apoyo irrestricto a la política económica y social del gobierno nacional […] El cumpleaños de Abdul era un pretexto válido para cerrar esta operación política de cuño internista en el justicialismo con resonancias en lo local, seccional, provincial y sindical y fue hábilmente urdida por Barrionuevo…". L.C.,15/04/1990.

34 Matsushita menciona que la colaboración de los gremialistas hacia la figura de un presidente del propio partido no debe reducirse sólo a razones partidistas. También los lazos personales de amistad que vinculaban a dirigentes con Menem constituyen un elemento suficiente para explicar la moderación de los líderes obreros (Matsushita, 1999:170). Tal observación parece ajustarse al caso de Abdul Saravia.

35 "No le hablaras mal de Menem. Él se distanció de Barrionuevo cuando Menem se separó de él. Él fue amigo, Menem no. Cuando venía Menem no había mujer, no había sindicato, no había familia. Era devoción lo que él tenía. Y no sé por qué. Porque nunca lo ayudó. No lo ayudó con el gremio, no lo ayudó con las casas". Entrevista del autor con Norma Mira… op. cit. 

36 L.C.,02/10/1988.

37 César Lerena es un veterinario especialista en temas pesqueros que fuera gerente de la pesquera Ventura así como también funcionario del Servicio Nacional de Sanidad Animal e integrante de las comisiones directivas de diferentes cámaras de la industria pesquera. Provenía del PJ, siendo el coordinador de la comisión de pesca dentro de la campaña presidencial de Ítalo Lúder.

38 L.C.,16/02/1990.

39 El primer traspié es la designación de Luis César Otero en lugar de Lerena en la conducción pesquera nacional. Luego seguirán un conjunto de políticas para el área mucho más cercanas a la práctica del ajuste, desregulación, flexibilización laboral y apertura externa, que al proyecto esbozado por Saravia. Al respecto ver Lerena (2009)

40 En este sentido, no sucede lo que describe Murillo (2008). Pues, si por un lado la conducción del SOIP coopera en el sistema político (y político gremial), por otro, resulta ser un antagonista de la política pesquera.

41 La paradójica situación de la conducción gremial queda demostrada en un hecho curioso. En diciembre del año 1990 Saravia compartió la Nochebuena con los obreros que permanecían ocupando una fábrica. Al día siguiente, viajó a Capital Federal para participar de un brindis en la residencia de Olivos donde 150 dirigentes sindicalesse reunieron con el Presidente Carlos Menem. L.C.,27/12/1990.

42 L.C.,14/10/1992.

43 L.C.,01/02/1993. Los buques factoría constituyen un adelanto técnico, pues entre otras cuestiones, poseen mayor autonomía para desarrollar las tareas de pesca, al tiempo que pueden procesar el pescado dentro del propio buque, sin necesidad de recurrir a puerto. Esto a diferencia de los buques fresqueros que necesariamente se asocian con las plantas de procesado en tierra.

44 L.C.,18/06/1995.

45 L.C.,03/06/1994.

46 L.C.,04/12/1995.

47 Recurrente entre las interpretaciones de la "burocracia sindical", la explicación transita factores que explican la permanencia de un liderazgo de 30 años desde la más pura negatividad. Entre varias cuestiones que se podrían discutir, aclarando nuestra perspectiva, sirve la observación realizada hace años por Hyman "…enfocar el problema del gobierno y la administración de un sindicato como si fueran ‘organizaciones formales’ arrancadas de su contexto social, es ignorar el impacto del entorno institucional de poder con el que los sindicatos interactúan constantemente. Al dejar de lado la significación de determinantes estructurales más amplios, entonces se atribuyen con facilidad los fallos de la democracia a características personales de los miembros o de los dirigentes: ‘apatía’ por una parte, ‘corrupción’ o ‘arribismo’ por otra. Sin embargo, permanecer en ese nivel de análisis más que explicar es moralizar" (Hyman, 1978: 84).

48 Sobre la construcción moral del antagonista político ver ------- (2011).

49 Archivo DIPPBA, Mesa B, Factor gremial, Carpeta 57, Legajo 17, Folio 133, 03/05/1972. La mayúscula es de la fuente.

50 El calificativo de traidor es una constante en las disputas gremiales. Podemos ver que ello tenía tradición en el SOIP. Por ejemplo, comunistas y peronistas acusaban de ello a la gestión anarquista al momento en que esta firmó el primer convenio colectivo de la rama filete. En la visión de estas fuerzas la actitud de la dirección del SOIP era "lisa y llanamente una traición" y así debía ser presentada. En sus palabras: "la firma de dicho convenio significa [una traición] a los intereses de los compañeros, traición cometida por el señor Roberto Crocitto, Secretario del Sindicato autónomo, títere de los industriales del filet". Al mismo tiempo, el dirigente comunista Raúl Mastronardi, mediante una solicitada, le decía al secretario general del SOIP "si el Convenio que Ud. termina de firmar para el gremio del filet no fuera por sí mismo una TRAICION y una INFAMIA, su solicitada dirigida a los compañeros lo completa" (Nieto, 2012: 567). 

51 Entrevista del autor con Elda Taborda, filetera, militante del Partido Comunista, Mar del Plata, 11/02/2011.

52 Entrevista del autor con W. F., Técnico en Industria y Alimentación en orientación pesquera y capataz, Mar del Plata, 07/06/2013.

53 L.C.,25/10/1992.

54 L.C.,20/08/1991. Por ejemplo, el SOIP advierte sobre la "proliferación de seudocooperativas de trabajo, encubiertas por supuestos gestores con parentesco gubernamental, que estarían trabajando en la zona Puerto" informando que las mismas violan "toda norma y leyes vigentes que reglamentan la actividad y la relación laboral". L.C.,15/09/1991. También denuncia ante la Gerencia de Contralor e Inspección del Ministerio de Economía "la proliferación de pseudas cooperativas de trabajo". L.C.,03/10/1991. 

55 Sus amigos y colaboradores suelen destacar que el dirigente no se enriqueció, como sí lo hicieron otros, a costa del sindicato: "Saravia murió en la casa que era del papá y de la mamá, nunca se compró una casa. Era un hombre re bohemio. Nunca le interesó para nada lo material. Por eso cuando dicen que era coimero a nosotros nos da bronca, porque nosotros fuimos los que más estuvimos con él". Entrevista del autor con Norma Mira… op. cit. Cuestión que no niegan algunos de sus más fuertes detractores: "Más o menos es así… no murió rico como es ahora Moyano…". Entrevista del autor con Elda Taborda op. cit.

56 A unos meses de su muerte un cronista resaltaba "Nadie puede ocultar que la muerte de Abdul Saravia, cabeza visible del sindicato por largos años, con una trayectoria que fluctuaba entre el combate frontal en defensa de los intereses del gremio y sus inocultables amistades con lo más sobresaliente del poder político nacional -como caso, su estrecha amistad con el presidente Carlos Menem-, dejó al SOIP como desguarnecido". L.C.,14/12/1997.

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Recibido 09.0.5.14
Recibido con modificaciones 10-7-15
Aceptado 15-7-15

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