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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.26 Santiago del Estero jun. 2016

 

DESARROLLO ECONÓMICO: ELITES, CLASE OBRERA, CAPITALES

Desde arriba y desde abajo. Gobiernos, clases dominantes y movimientos obreros y sociales en  el rediseño de la integración latinoamericana 

From above and from below. Governments, ruling class and labor and social movements in the redesign of the Latin:American integration 

De cima e de baixo. Os governos, classes dominantes e os trabalhadores e movimentos sociais no reconfiguração da integração latino:americana 

 

Julián Kan*

* Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Becario Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales (IDEHESI-CONICET). Docente e investigador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Contacto: kanjulian76@yahoo.com.ar

 


RESUMEN

A comienzos del siglo XXI los países de America Latina dejaron de lado las premisas comercialistas en torno a sus ejes de vinculación, dando paso a una repolitización de la integración regional. Esto se originó a partir de que algunos gobiernos comenzaron a cuestionar con mayor o menor profundidad, el escenario político y económico neoliberal de la década del noventa. Sin embargo, desde una mirada crítica sobre los proyectos de integración regional como el MERCOSUR y las negociaciones por el ALCA y de las relaciones internacionales en general, entendemos que las decisiones de los gobiernos en política exterior y regional están en diálogo con las relaciones sociales más generales. En consecuencia, proponemos aquí analizar la relación entre sociedad civil e integración regional, abordando posicionamientos y acciones de diversas fracciones y sectores de las clases dominantes y subalternas que tuvieron relevancia en el rediseño de la integración latinoamericana. La hipótesis que guía el presente trabajo es que aquél rediseño, especialmente la reorientación del MERCOSUR y el rechazo al ALCA fueron resultado, tanto de la impugnación "desde arriba" a partir del cuestionamiento de las clases dominantes locales, como también de la impugnación "desde abajo", es decir, de los movimientos obreros y sociales de la región.

Palabras clave: Integración latinoamericana; MERCOSUR y ALCA; Gobiernos; Movimiento obrero; Clase dominante.

ABSTRACT

At the beginning of the 21st century the Latin America countries left aside the commercialist perspective concerning their area of entailment, giving way to a repoliticization of the regional integration. This occurred due to the fact that some governments began to question, in major or minor depth, the political and economic neoliberal scene of the decade of nineteen-ninety. Nevertheless, from a critical outlook on the projects of regional integration like the MERCOSUR and the negotiations for the FTAA and of the international relations in general, we understand that the decisions of the governments in foreign and regional policy are in keeping with the most general social relations. In consequence, we propose to analyze here the relationship between civil society and regional integration, approaching stances and actions of diverse fractions and sectors of the dominant and subaltern classes which had influence on the redesign of the Latin-American integration. The hypothesis that guides this paper is that that redesign, in particular the reorientation towards the MERCOSUR and the rejection of the FTAA, were a result of both the challenging "from above" by the questioning of the dominant local classes, and also of the challenging "from below", that is to say, of the labor and social movements of the region.

Keywords: Work; Emerging factors; Suffering-happiness.

RESUMO

No início do século XXI, os países da América Latina foram deixadas de lado as instalações comercialistas em torno de seus eixos de ligação, dando forma a um repolitizacion da integração regional. Este é proveniente de que alguns governos começaram a questionar com maior ou menor profundidade, a arena política e económica neoliberal da década de noventa. No entanto, a partir de um olhar crítico sobre os projetos de integração regional, como o MERCOSUL, as negociações para a ALCA, e em relações internacionais em geral, compreendemos que as decisões dos governos em matéria de política externa e regional estão em diálogo com as relações sociais mais geral. Em consequência, propomos aqui analisar a relação entre a sociedade civil e a integração regional, abordando as posições e ações de diversas frações e setores das classes dominantes e junior que tinha relevância reconfiguração do projeto da integração latino-americana. Os pressupostos que orientam este trabalho é a de que qualquer novo projeto, especialmente a reorientação do MERCOSUL e a rejeição da ALCA foram o resultado de tanto o desafio "de cima" a partir do questionamento das classes dominantes locais, bem como o desafio "a partir de baixo", ou seja, de o movimento operário e social da região.

Palavras-chave: Integração latino-americana; MERCOSUL e ALCA; Governos; Movimento operário; Classe dominante.

Licencia Creative Common http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode


 

SUMARIO.
Introducción. 1. Enfoques y abordajes sobre el problema. 2. La crisis de la integración comercialista y la emergencia de un nuevo escenario de la integración latinoamericana. 3. Desde arriba: la ruptura de la clase dominante con la integración comercialista. 4. Desde abajo: movimiento obrero y movimientos sociales en la impugnación de la integración comercialista. 5. La integración latinoamericana pos Mar del Plata. A modo de cierre. Bibliografía, documentos y diarios.

 

*****

Introducción

La integración comercialista que se instaló en la región a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa de la mano de la ofensiva capitalista neoliberal entró en crisis en los inicios del siglo XXI. Esto obedeció a que varios de los países, incluso los que habían aplicado buena parte de las políticas neoliberales, empezaron a repensar sus ejes de vinculación en la región. Este replanteo estuvo acompañado por una creciente protesta social contra, por un lado, las políticas neoliberales y, por el otro, contra los proyectos de integración basados en el esquema del libre comercio, o comercialista. A su vez, varias fracciones de las clases dominantes locales, comenzaron a ponerle límites a esa integración basada exclusivamente en la apertura comercial como la que, por ejemplo, propuso Estados Unidos para sancionar el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Así, las relaciones entre los países, permeadas por estos dos fenómenos, a partir del año 2000 empezaron a evidenciar una mayor repolitización. Este proceso se acentuó desde 2003 en adelante como producto de la crisis en las negociaciones por el ALCA, el rediseño del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la emergencia de Venezuela como actor enfrentado a Estados Unidos, que produjeron un rediseño de la integración a partir del año 2005, acentuando aquella repolitización de los vínculos regionales.
En este trabajo, abordaremos, en primer lugar, la crisis de la integración comercialista y los primeros cuestionamientos gubernamentales hacia ella. En segundo lugar, el cambio de posicionamiento "desde arriba", es decir, de las principales fracciones de la clase dominante de la región, quienes también pusieron límites en las negociaciones comerciales y contribuyeron a la interrupción del ALCA, la reorientación del MERCOSUR y el rediseño regional. En tercer lugar, un análisis "desde abajo" del cuestionamiento social a la integración, sobre todo de los movimientos obreros y sociales de la región, quienes tuvieron un intenso despliegue en la resistencia al proyecto del ALCA y en la demanda de otra integración. Por último, una breve aproximación al escenario resultante de la reconfiguración latinoamericana pos Mar del Plata, tanto de las iniciativas como "desde arriba" y "desde abajo".

1. Enfoques y abordajes sobre el problema
Las problemáticas de las relaciones internacionales, la integración regional y la política exterior, son analizadas desde distintas disciplinas de las Ciencias Sociales, pero en general es desde las Relaciones Internacionales donde se abordan. Más allá de las diferentes miradas, existen en general dos grandes tendencias en los análisis de la integración regional: por un lado, una que enfatiza en su carácter y su dinámica económica y sostiene que, a partir de una primera decisión gubernamental, comienza un proceso semiautomático de integración de diversas áreas de la producción, que genera una mayor interdependencia comercial, que luego demanda integración política para poder coordinarse. Por otro lado, la que enfatiza en los análisis políticos que hacen centro en lo gubernamental, donde la integración se realiza por motivos políticos estatales, teniendo por eje la capacidad de los gobiernos en tomar decisiones en el sistema internacional de Estados. Ambas tendencias han sido agrupadas bajo dos concepciones teóricas: la mirada liberal o funcionalista y la mirada realista. Estas dos vertientes teóricas surgieron a comienzos del siglo XX y con la emergencia del proceso europeo de integración se constituyeron en las dos perspectivas más influyentes. En cada uno de estas tendencias existen también diferentes enfoques1 pero, salvo contadas excepciones, en ninguna de las variantes se tiene en cuenta la relación planteada entre la política exterior, los procesos de integración regional y las relaciones internacionales, con los intereses económico-sociales más generales, con las relaciones de poder, es decir, con la conflictividad social y con los intereses sectoriales que muchas veces influyen en las decisiones.
Es que a pesar de las diferencias entre los enfoques tradicionales, todos ellos, directa o indirectamente, asumen al Estado como un sujeto autónomo, interactuando con otros Estados, con capacidad de agencia. Y es esa capacidad de agencia de los Estados lo que impulsa la posibilidad de que estos deseen (o no) integrarse con otros Estados. Ciertamente, son los gobiernos en representación del poder estatal los que negocian. El problema radica allí en la medida en que se toma ese dato como un hecho consumado, sin remitir a los procesos sociales que subyacen a dichas negociaciones.
Para nuestro análisis también debemos partir del hecho de que son los Estados los que negocian, pero la necesidad de remitir a esos procesos sociales que le subyacen nos lleva a considerar críticamente esa capacidad de agencia de los Estados. Precisamente, no puede desdeñarse la capacidad de los Estados o, mejor dicho, de los gobiernos a través de los Estados, de operar sobre las relaciones sociales entre las clases y los intereses de sectoriales especifico de fracciones y sectores de clase, pero en los enfoques tradicionales dicha capacidad es asumida acríticamente y tomada como dada. Es evidente que son los gobiernos los que firman los acuerdos de integración regional y por eso el seguimiento que realizaremos de algunos momentos trascendentes a nivel gubernamental en el rediseño regional que tuvo lugar en la década pasada. Pero lo que no siempre es evidente son los motivos en que estos gobiernos participan de esos proyectos.2
En la tradición marxista existen algunos enfoques para abordar este problema. Si bien la problemática de las relaciones internacionales, la política exterior y los procesos de regionalización no han sido sobre las que esta tradición se ha concentrado, hallamos en ella algunos aportes para escapar a las miradas tradicionales. Aunque algunos de aquellos se encuentran en los clásicos -más ligados al problema del Estado y del Imperialismo- y también en otras contribuciones que aparecieron en esta tradición durante las últimas décadas, el punto de partida que consideramos fundante en el marxismo, estrictamente para la cuestión de las relaciones internacionales, remite a Antonio Gramsci.3 Para el político y pensador italiano los conceptos de bloque histórico y hegemonía, desarrollados para analizar las relaciones de fuerza entre las clases, si bien se constituyen o toman su determinada forma a escala nacional, se pueden pensar también como un fenómeno internacional en tanto las relaciones sociales de producción en el capitalismo tienen un desarrollo a escala global. Los postulados de Gramsci han sido mantenidos y defendidos por la llamada corriente neogramsciana de las Relaciones Internacionales, donde uno de sus referentes, Robert Cox (1988; 1996), ha dado discusión, desde esta concepción, a la teoría realista y neorrealista.4 Por ejemplo, la corriente neogramsciana ha planteado que la categoría de hegemonía puede ser aplicable, una vez que se ha consolidado internamente a escala nacional, hacia el orden global y permite la posibilidad de pensar las relaciones internacionales en términos de lucha hegemónica con intereses de clase,
como han señalado otros dos miembros de esta corriente, Andreas Bieler y David Morton (2004:93).5 Estos postulados abren el campo para pensar la política exterior, las relaciones entre Estados y los procesos de integración, más allá de la acción de la diplomacia y los gobernantes, situándonos el problema en el marco de las relaciones de fuerza entre las clases.
En esta dirección planteada, de ir más allá de las miradas tradicionales, este trabajo retomará un original planteo propuesto por Mario Rapoport (1984), en la línea de los trabajos sobre historia de las relaciones internacionales que, en el último cuarto del siglo pasado, enriquecieron la forma de abordar el estudio de la política exterior argentina y de las iniciativas de integración latinoamericanas. Sin desconocer la multicausalidad que la determina, Rapoport encuentra en lo económico-social los fundamentos de la política exterior argentina. Esto no implica, de ninguna manera, ignorar los aspectos políticos, las formas institucionales, la normativa que los acuerdos como el MERCOSUR, por ejemplo, fue desarrollando; o las discusiones técnicas de las negociaciones del proyecto ALCA hace una década atrás. Pero coincidimos con Rapoport en la prevención que establece, por un lado, contra la tendencia a su sobreestimación que suele apreciarse en muchos estudios sobre relaciones internacionales y, por otro lado, contra la consideración de lo político desde una visión estrecha, como meras luchas burocráticas o intereses personales de los funcionarios que trazan o ejecutan las políticas exteriores. Así, en consonancia con Rapoport y siguiendo a Morgenfeld (2006; 2011) planteamos que para estudiar la política exterior argentina, las iniciativas de integración regional como el MERCOSUR o el fallido ALCA, así como el escenario regional y global en que se enmarcan, es clave analizar la dimensión económica pero en su vinculación con factores políticos, sociales y estratégicos que permitan explicar la lógica del accionar de los Estados, los partidos, las fuerzas sociales y los individuos que conformaban las delegaciones exteriores. No estudiaremos al MERCOSUR, el ALCA y el rediseño de la integración latinoamericana como lo hacen habitualmente la diplomacia y los análisis más comunes, sino como manifestaciones particulares de relaciones económico-sociales más generales. En esta dirección observaremos el rediseño de la integración latinoamericana "desde arriba", es decir, observando la conducta de las clases dominantes locales ante la integración regional, y, a su vez "desde abajo", donde analizaremos diversas acciones, demandas y posicionamientos de las clases subalternas en torno a la cuestión regional.6 Sostenemos que, mediante la adhesión de cada Estado nacional a diferentes acuerdos o bloques regionales, se va definiendo en el mediano y largo plazo un tipo de inserción regional e internacional, que constituye la vía de acceso al mercado mundial de los capitales locales y, a la vez, una mayor o menor presencia del mercado mundial en la región o en el país, con las respectivas consecuencias para el resto de la sociedad, principalmente el movimiento obrero. En esta dirección, los intereses de los diversos grupos sociales, generalmente mediados por los gobiernos de los Estados, otras veces en forma directa, están
presentes en la política externa de un gobierno y en el devenir de la integración regional y son plausibles de ser analizados.
Existen algunos estudios que se alejan de los análisis exclusivamente intergubernamentales o económicos de los proyectos de integración y, aunque no todos coinciden con nuestra posición teórica recién explicitada, permiten acercarnos al planteo aquí propuesto. ¿Por qué? Porque entienden el devenir de los proyectos de integración y el lugar de los gobiernos en la redefinición de aquellos como el resultado de demandas, intereses y acciones de diversos sectores de la sociedad que exceden a los propios gobiernos y la mera expansión del mercado como motor de la integración. La mayoría de ellos hacen hincapié en la relación entre la integración regional y la política exterior con variadas formas de organización y expresión de diversos actores sociales: sindicatos, movimientos y organizaciones sociales y políticas por un lado, y corporaciones, asociaciones y alineamientos interempresariales por el otro.
Por ejemplo, en torno a la incidencia sobre la integración "desde arriba", es decir, desde las clases dominantes locales, encontramos los siguientes acercamientos. Raúl Bernal Meza afirma que "los paradigmas de política exterior expresan la visión del mundo de las elites o grupos de poder gobernantes, expresan también cómo ellas se ven frente a ese mundo y lo que aspiran hacer con él, a través de la política pública que optan (...) el paradigma que sostiene una política exterior implica: una determinada visión del mundo, cómo se ven las elites en él, lo que aspiran a hacer allí, y una opción por el poder, que puede ser su acumulación, la adaptación al poder superior, la disposición a confrontar por el poder o la subordinación al mismo" (Bernal Meza, 2010:79). En la misma dirección, el economista Aldo Ferrer propone que las estrategias de acumulación de poder de los grupos hegemónicos internos, dentro del sistema internacional de cada período, influyen en la formación de ideas y en la construcción de paradigmas sobre el desarrollo y las relaciones internacionales (Ferrer, 2005).
Un mayor acercamiento desarrollaron, mediante el análisis de la relación entre empresarios y MERCOSUR, los estudios de Iris Laredo (1995) y de Mónica Hirst (1992, 1996). Laredo (1995) destaca que, aunque los gobiernos continuaron dirigiendo el proceso de integración regional en América Latina, para el caso del MERCOSUR los agentes más dinámicos dentro de este proceso fueron los grandes grupos económicos locales y las corporaciones trasnacionales que operaron en el bloque. Para Laredo, aquellos podían ser entendidos como una "nueva oligarquía empresaria que se asocia con entidades bancarias locales y extranjeras. Estos grupos desarrollan inversiones en sectores como industria agroalimentaria, automotores, siderurgia, petroquímica, etc. que son generalmente los más dinámicos del MERCOSUR" (Laredo, 1995). En la misma dirección los trabajos de Mónica Hirst observaron que los grupos económicos más fuertes han sido los beneficiados por la creación del MERCOSUR en 1991 (Hirst, 1996: 31-32). Además, señala que, mientras los grupos económicos transnacionales no necesitarían del Estado porque tenían capacidad propia para adaptarse al fenómeno de la regionalización, los grupos económicos nacionales buscarían el apoyo estatal para consolidar ventajas que le brindaba un mercado regional ampliado (Hirst 1996: 32). Para el mismo período podemos hacer alusión también a los trabajos de Andrés López, Gustavo Lugones y Fernando Porta (1993; 1995) quienes abordaron las contradicciones de la primera etapa de apertura en el comercio intra MERCOSUR y entre Argentina y Brasil atendiendo, en particular, las estrategias empresarias ante el escenario de liberalización comercial, observando en muchos casos la demanda de un comercio más administrado y regulado, que liberalizado, incluso en ramas de alta concentración o de intervención de capitales extranjeros.
Los trabajos de Rita Giacalone, constituyen también un aporte inestimable. Esta autora analiza la participación de corporaciones empresarias y grupos económicos en dos etapas de los procesos de integración: la etapa de formación y diseño y la posterior etapa de efectos de ajuste de su implementación. Si bien ha trabajado en profundidad el Grupo de los Tres7 (Giacalone, 1999a-1999b), también ha abordado el MERCOSUR y el escenario reciente de la integración (Giacalone, 1999b, 2005). Para su análisis del MERCOSUR, retoma las hipótesis de Hirst y Laredo entendiendo que un sector del empresariado (los grandes capitales locales y los capitales extranjeros) fue ampliamente beneficiado en la primera etapa del bloque regional, pero
profundiza en el uso de los canales de intermediación pública y colectiva como son las asociaciones para demandar al gobierno mejores condiciones para adaptarse a la integración (Giacalone, 1999: 57).8
En relación a la primera década del MERCOSUR, Katz afirma que ese "MERCOSUR de negocios" fue auspiciado por los gobiernos de corte neoliberal que los capitales locales concentrados y las transnacionales apoyaban (Katz, 2006:36). Esta primera etapa del MERCOSUR tuvo como beneficiarias a las grandes corporaciones transnacionales establecidas en Argentina y Brasil, quienes fueron favorecidas en su complementación comercial y productiva por las reducciones aduaneras y por el AEC. Entre 1990 y 1995 el 60 % del intercambio entre ambos países (que se quintuplicó en esos años) fue acaparado por las empresas transnacionales (Katz, 2006:36). Estas firmas presionaron a los gobiernos a forjar el marco institucional necesario para el funcionamiento del convenio y, a su vez, las clases dominantes locales observaron la oportunidad para desarrollar negocios complementarios. De modo que "El MERCOSUR nació con el auspicio de funcionarios, empresas multinacionales y capitalistas sudamericanos" (Katz, 2006:37)
Para el escenario más reciente Claudio Katz (2006, 2008) analizó las transformaciones en el proceso de integración regional pero en relación a los intereses que emanaban detrás de los nuevos gobiernos que emergieron en la década pasada. Desde su perspectiva, el "rediseño regional" que tuvo lugar en esos años comenzó con los cambios de gobierno en Argentina y Brasil en 2003, cuando las políticas regionales de Lula y Kirchner comenzaron a ponerle límites al ALCA, a reorientar el MERCOSUR dándole un perfil neodesarrollista, y a dialogar con los vecinos de la región en instancias como la CSN o su posterior UNASUR (Katz, 2006:106-127) Desde esta mirada, Katz sostiene que el cambio del escenario de la integración de la década pasada, si bien obedeció a la fuerte protesta social contra las políticas neoliberales también fue resultado del cambio de estrategia de las clases dominantes de la región (Katz 2006:49-64). En este sentido, ese MERCOSUR que comenzó a paralizarse con la crisis de 1999 ocasionada por la devaluación del Real, luego de 2003, por la búsqueda de una inserción diferente de las clases dominantes de la región, ha mutado. Así, Katz plantea que las clases dominantes no son ajenas a los escenarios de transformaciones regionales, dado que "bajo la mayor compulsión competitiva que impone la creciente internacionalización de la economía, las clases dominantes de todos los países redefinen a través de acuerdos regionales sus nuevos aliados y concurrentes" (Katz, 2006:10)9.
También, un sugerente trabajo de Martín Schorr y Andrés Wainer (2005), analizando el denominado resurgimiento de la "burguesía nacional" durante los primeros años del kirchnerismo, plantea el problema del tipo de inserción regional, específicamente qué tipo de MERCOSUR, se estaba debatiendo entre las diferentes fracciones de la clase dominante. Constituye también un antecedente para nuestro problema, porque al analizar el MERCOSUR señalaron que "en última instancia, lo que está en discusión cuando se problematiza el MERCOSUR no es una cuestión meramente técnica, sino las relaciones de fuerzas internas entre las distintas clases y fracciones de clase, así como los propios bases materiales que le dan sustento" (Schorr y Wainer, 2005:199).
Pero no solamente el replanteo "desde arriba" influyó en el rediseño regional. Hemos señalado que "desde abajo", es decir, desde los diversos intereses de las clases subalternas, también se incide en la inserción regional y la política exterior de un país, y, por ende, en los proyectos de integración existentes en la región. Así, encontramos enfoques que analizan esta relación. Una línea de estudios de FLACSO (Botto, 2001; Guiñazú, 2003; Botto y Tussie, 2003, entre otros trabajos) que analiza la relación entre sociedad civil y procesos de integración regional, haciendo hincapié en la relación entre las ONG, las cámaras empresarias, los sindicatos, los grupos sociales de presión con los organismos de los diferentes bloques de integración, escaparon también a las miradas tradicionales. Focalizados en el ALCA y el MERCOSUR, esta línea de indagación constituye importantes antecedentes sobre la interacción entre movimientos sociales, gobiernos y procesos de integración, especialmente con respecto a la participación de las centrales sindicales y las corporaciones empresarias en las negociaciones de cada bloque o en las instancias formales que tienen algunos proyectos para integrar a sectores no gubernamentales.
Continuando con los abordajes que analizaron la relación entre sociedad civil y cambios políticos regionales, desde CLACSO, el Observatorio Social de América Latina (OSAL) en variadas ediciones observó las luchas sociales que tuvieron incidencia en el rediseño regional. Si bien se concentraron en las protestas y conflictos que tuvieron lugar ante las políticas neoliberales, la oposición a una integración de tipo comercialista como la que venía desplegando el MERCOSUR y la que también se encontraba detrás de proyectos como el Tratado de libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA por sus siglas en inglés) o el ALCA, fueron indagadas, por ejemplo, en los análisis de Freire (2002), Alegría (2003) Seoane y Taddei (2003); Taddei (2003), Lander (2004).
En torno a las consecuencias sobre el mundo del trabajo y, por ende, en torno a posibles acciones para contrarrestarlas, Ghiotto (2005) y Pascual, Ghiotto y Lecumberri Dalía (2007) abordaron la relación entre los tratados de libre comercio -especialmente TLCAN y ALCA- y los efectos posibles para los trabajadores, de haberse implementado la iniciativa norteamericana. El ALCA hubiese profundizado y expandido el modelo de las maquilas del TLCAN, al mismo tiempo que a través de los derechos de propiedad intelectual y la protección a los inversores, el ALCA intentaba mantener las transformaciones neoliberales que implicaron un retroceso en los derechos de los trabajadores y en sus conquistas.
En torno al MERCOSUR, Crivelli (2006) afirma algo similar para con las clases subalternas o populares. Afirma que los esfuerzos integradores del bloque obedecieron a los intereses de los capitales más concentrados, donde los intereses de las clases y capas populares no han jugado un papel de importancia, siendo invariablemente subordinadas al cálculo empresarial (Crivelli, 2006:52). Los efectos sobre los trabajadores del MERCOSUR comercialista de comienzos de los años noventa no diferían de los que traerían los tratados como el ALCA o de los que ya experimentaba la experiencia del TLCAN.
Cuando a fines de la década del noventa avanzaban las negociaciones por los tratados de libre comercio, en el MERCOSUR ya se venían desplegando acciones e intervenciones institucionales del movimiento obrero organizado sindicalmente. Estas tuvieron lugar en la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS), donde se encontraban la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA), por Argentina, y la Central Única de Trabajadores (CUT), Forza Sindical y CGTB por Brasil, quienes intervenían activamente en el MERCOSUR a través del Foro Consultivo Económico-Social (FCES). Como destacó Godio (2004), en ese marco se impulsó la conformación de unárea dedicada específicamente al desarrollo del trabajo como problemática regional, logrando constituir la Comisión Socio Laboral, entre los cuales el Sub Grupo de Trabajo Nº10 dedicado a Asuntos Laborales, Empleo y Seguridad Social fue el más activo. La importancia que la CCSCS tuvo en la incorporación del factor social como problema para los países congregados en el MERCOSUR fueron señalados por Abramo y Rangel (2003) y Portela de Castro (2007), quienes pusieron de manifiesto la inédita participación de las centrales sindicales en la conformación de políticas al interior del bloque.
La intervención de la Coordinadora no se limitó al tratamiento del MERCOSUR, sino que definió una clara política respecto del ALCA por medio de declaraciones y posicionamientos,
dando cuenta de las consecuencias negativas que traería la iniciativa norteamericana en torno al empleo. A su vez, las centrales sindicales de cada país fomentaron marchas y todo tipo de manifestaciones en oposición al despliegue del ALCA. De acuerdo a Cotarelo (2009), en Argentina tanto la CGT (sobre todo el sector disidente del MTA) como la CTA entrelazaron las luchas contra el ALCA con las luchas contra el neoliberalismo que tuvieron lugar a fines de la década de noventa y principios de 2000. Las primeras manifestaciones importantes se produjeron en Argentina en abril de 2001, durante el gobierno de De la Rúa, bajo las acciones convocadas con el lema "Otra América es posible" y "No al ALCA", en el que participaron representantes de centrales sindicales de distintos países de América (Kan y Pascual, 2011a). La CUT fue el principal articulador en Brasil de las protestas contra el ALCA, a las que se sumaron de forma articulada al Partido de los Trabajadores (PT) y el Movimiento Sin Tierra (MST). En conjunto con la CTA de Argentina, fueron activos partícipes de las Alianza Social Continental (ASC), cuyo capítulo argentino fue la Autoconvocatoria No al ALCA (ANoA) integrada también a otros sectores sociales y políticos. Sus acciones en el marco de las Cumbres de las Américas y las reuniones de Secretarios de comercio de la región o minicumbres donde se discutían los borradores del ALCA, en el período 2003-2005, constituyeron antecedentes del rechazo político y social que tuvo el ALCA en la Cumbre de Mar del Plata que confluyeron con las políticas de Lula y Kirchner (Kan y Pascual, 2011a).

2. La crisis de la integración comercialista y la emergencia de un nuevo escenario de la integración latinoamericana

El MERCOSUR y el ALCA, como el conjunto de las iniciativas de integración regional que emergieron a comienzos de la década del noventa en el marco de la ofensiva capitalista neoliberal, estuvieron teñidas por una concepción aperturista de la economía, que modeló una integración basada en la reducción de barreras arancelarias con el objetivo de permitir un aumento del intercambio comercial y la atracción de inversiones extranjeras. Este esquema caracterizó al MERCOSUR y fue predominante -aunque con matices- en otros proyectos como la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y TLCAN. Además, se manifestó también en la base de las discusiones por el ALCA. Así, desde fines de los ochenta hasta comienzos del siglo XXI, la vinculación entre las naciones de América Latina transcurrió, principalmente, por el comercio exterior, donde los países discutieron la apertura de los mercados, la reducción de los aranceles, la liberalización de las importaciones y el crecimiento a partir del aumento del intercambio comercial. Esta integración, denominada comercialista (Gudynas 2005, Rapoport 2008, Kan 2010b y 2013a) a comienzos de la primera década del siglo XXI comenzó a recoger los primeros cuestionamientos, en un comienzo a nivel gubernamental y, posteriormente, a nivel social, que pusieron en tensión aquellas premisas comercialistas de la integración.
En el año 2000 tuvo lugar la primera Cumbre de Presidentes Sudamericanos (CPS) impulsada por el entonces mandatario de Brasil, Fernando Enrique Cardoso. Como objetivo principal, aquel evento perseguía la construcción de un Área de Libre Comercio Sudamericana (ALCS), a partir de la unión de la CAN con el MERCOSUR, a la que se esperaba acercar a Chile y a Surinam. Esto tenía lugar en el contexto de avance de negociaciones por el ALCA y de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el MERCOSUR. Asimismo, bajo el liderazgo de Brasil, el cónclave buscaba construir un contrapeso político a la fuerte presencia norteamericana en la región. Sobre todo cuando el lanzamiento del Plan Colombia implicaba un mayor despliegue geopolítico, económico y armamentístico sobre el Cono Sur por parte de los Estados Unidos.
En esta iniciativa de la CPS, la retórica comercialista de la década anterior continuó estando presente, tal como observó Gudynas analizando la Declaración de Brasilia, la que:

Presenta una visión de la integración como esencialmente comercial. El aumento del comercio permitiría el crecimiento de las economías nacionales y, por lo tanto, todos los países se estaban volcando a desmontar sus barreras a las importaciones y agilizar las exportaciones. No hay una crítica de la globalización como tal, ya que los presidentes entienden que tiene muchos potenciales beneficios y que lo que se debe hacer es manejar esos desafíos. Si bien no se cuestionan las ideas básicas de las relaciones comerciales, los presidentes apuestan a 'mercados libres' y critican las protecciones comerciales que establecen las naciones industrializadas. Todo esto se daba bajo invocaciones al 'regionalismo abierto' de la CEPAL. (Gudynas 2006).10

Sin embargo, a pesar de este carácter comercialista, el encuentro constituyó el primer antecedente de una mayor vinculación política entre los países del Cono Sur, tal como se manifestó en las posteriores reuniones, sobre todo en la reunión de Cuzco en diciembre de 2004 donde tuvo lugar la III CPS. Si bien todavía la cuestión comercial siguió siendo el eje rector durante la cumbre de 2004 (Kan 2010b), la politización de la cuestión regional estaba en ascenso en los ámbitos de discusión regional, en sintonía con las mayores tensiones en las discusiones por el ALCA, las luchas sociales antineoliberales en Bolivia, Ecuador y Perú, y la implementación de algunas políticas a contramano del recetario neoliberal como, por ejemplo, el desendeudamiento argentino ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) implementado por el gobierno de Néstor Kirchner. Algunos años después, luego de la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata y con algunos otros cambios en el mapa político regional, la consolidación de la UNASUR evidenció que la vinculación entre los países de la región había dejado de lado - aunque no del todo pero sí en buena proporción- el carácter comercialista, dejando lugar a aspectos políticos (Kan 2010b).
Ahora bien, si buscamos a fines de los años noventa los primeros cuestionamientos gubernamentales a la integración comercialista, provinieron, sin duda, del gobierno de Hugo Chávez, durante los años 2000 y 2001. Aunque todavía sin el carácter de enfrentamiento abierto contra Estados Unidos y el ALCA -que tuvo lugar a partir de 2002- sí esbozaron un tono muy crítico sobre los alcances de los acuerdos inspirados en el libre comercio, como el ALCA. Por ejemplo, en torno a una frustrada Cumbre Andina de Presidentes, acordada para realizarse durante el año 2000 en Lima y realizada luego en Caracas a propuesta de Chávez, éste decía:

"No se trata de hablar sólo de la economía, que es muy importante. Pero el tema que nos interesa es sobre todo el modelo político. Porque sino, parece que estamos hablando de un gran supermercado. Eso no nos va a llevar nunca a la integración. Hubo una decisión para hacer una reunión especial, sólo para hablar de la integración política, de la gente, retomar la idea bolivariana, la integración política" (Bilbao, 2002: 63-64).

Allí, también planteó otra de las tensiones que se desplegarían posteriormente en torno a la integración como fue la relación entre integración y sociedad civil. Por ejemplo, sobre la relación entre gobierno y movimientos sociales ante la integración, decía Chávez: "tenemos que enamorar a nuestro pueblo con la idea de la integración, sino todo esto es una mentira, todo esto es un coro de bellos discursos de aplausos y de mucho protocolo. Pero en el fondo no tenemos un piso para integrarnos. Tenemos que ir abajo a zambullirnos" (Bilbao, 2002: 64).
Continuando con su crítica al escenario comercialista, la opinión sobre el MERCOSUR también era elocuente. Si bien Venezuela, anteriormente a Chávez, ya había solicitado su ingreso, el líder bolivariano anunciaba:

"Venezuela quiere ir al MERCOSUR. Queremos estar allí para tratar de acelerar una actividad política y social. Pero primero política: la idea de Bolívar. Miremos la experiencia de Bolívar, de la gran Colombia, y la pretensión que había. Por qué no pensamos nosotros un mecanismo político de integración y un plan a veinte años, de aquí a 2012" (Bilbao, 2002:64).11

Con respecto al ALCA, en el marco de la III Cumbre de las Américas de Québec, Canadá, durante abril de 2001, el presidente Chávez firmó la declaración final con objeciones, dejando constancia de la oposición de Venezuela a la integración comercialista contenida en el ALCA.12 A fines de ese año, hizo los primeros anuncios de construir una integración alternativa, cuyos lineamientos habían sido esbozados en la Constitución Bolivariana de Venezuela. Nos referimos al anuncio de la Alternativa Bolivariana para la América (ALBA), que se remonta a diciembre de 2001 en la isla Margarita, cuando Chávez menciona la menciona por primera vez el proyecto de integración latinoamericana que lanzaría posteriormente con Cuba:

"Queremos un modelo que nos integre de verdad. No un modelo que nos desintegre, (...) por tanto con mucha modestia y humildad proponemos desde Venezuela, a los caribeños y a los latinoamericanos que vayamos pensando de una buena vez en otra alternativa (...) Y es cuando se nos ha ocurrido lanzar una propuesta, que pudiera llamarse el ALBA, Alternativa Bolivariana para las Américas. Un nuevo concepto de integración que no es nada nuevo, se trata de retraer o de traer nuevamente un sueño que creemos posible, se trata de otro camino, se trata de una búsqueda, porque ciertamente la integración para nosotros es vital: O nos unimos o nos hundimos. Escojamos pues las alternativas" (ALBA S/D).

Luego del golpe de estado en abril de 2002 y normalizada la situación del lock out petrolero a principios del 2003, Venezuela retomó el lanzamiento de esta iniciativa, y posteriormente, en 2004 en conjunto con Cuba sellaron el primer "Acuerdo de aplicación" en el marco del ALBA.
El período de cambios gubernamentales y de reorientación de la política regional de algunos países, ocurrido entre 2003 y 2006, estuvo signado por una serie de hechos en torno a la política regional e internacional que fueron los evidenciaron el rediseño. Los fracasos de la reunión de la Ronda Doha de Cancún en septiembre de 2003 y sus efectos sobre las discusiones por el ALCA, las reuniones de cancilleres y secretarios de Comercio de Miami (noviembre 2003) y Puebla (febrero 2004) para avanzar en los borradores del ALCA, el "Consenso de Buenos Aires" entre Lula y Kirchner que le imprimió otro carácter al MERCOSUR (noviembre de 2003 y marzo 2004), el fracaso de la Extraordinaria Cumbre de las América de Monterrey (enero 2004), la crisis en las negociaciones entre el MERCOSUR y la UE (2004) y las tensiones en la Cumbre Iberoamericana (2005), fueron algunos de los hitos sobre los cuales se comenzó a reconfigurar la integración latinoamericana en general, y la del Cono Sur, en particular; reconfiguración que se fue consolidando paulatinamente hasta la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005 (Kan 2010a).
En ese lapso de tiempo entraron en tensión Estados Unidos y Venezuela y se solidificó el bloque MERCOSUR, principalmente la relación entre Argentina y Brasil, quienes empezaron a sostener una mayor autonomía en los ámbitos regionales y comerciales que la que habían desplegado al amparo del Consenso de Washington y el regionalismo abierto. También hubo una mayor intervención de la sociedad sobre la problemática regional y los gobiernos locales. Por ejemplo, la relación entre los gobiernos y las diferentes fracciones de la clase dominante, en torno a la integración, se fue rediseñando. No solamente movimientos obreros y sociales pugnaron por otra integración, sino también las clases dominantes locales reconfiguraron su
inserción regional y mundial. La puja entre sectores capitalistas por abrirse a nuevos mercados o por oponerse a una apertura indiscriminada incidió notablemente sobre los cambios políticos de la región, sobre todo, en torno a sus posicionamientos ante las estrategias de integración del ALCA y del MERCOSUR

3. Desde arriba: la ruptura de la clase dominante con la integración comercialista

Como observaremos a continuación, los cambios en la integración regional de comienzos del siglo XXI no fueron solamente una decisión gubernamental de replanteo del escenario neoliberal heredado de la década anterior. Estuvieron acompañados por las demandas de las principales fracciones de las clases dominantes de países como, Argentina, Brasil y México, de fuerte peso en la región.
Este mayor interés de las principales corporaciones y organizaciones empresariales sobre la problemática de la integración y el tipo de inserción regional que países como Argentina, Brasil, México llevaban a cabo, como el diálogo e interacción entre gobiernos y esos sectores para delinear los posicionamientos en los momentos claves de las negociaciones, generó tensiones entre diferentes fracciones de la clase dominante y los gobiernos. Sin embargo, para 2005 primó un fuerte entendimiento en algunos países claves como Argentina y Brasil. El rediseño del MERCOSUR y el rechazo del ALCA en las condiciones que pretendía Estados Unidos -si bien ya tenían antecedentes durante en la Cumbre de Quebec del 2001-, constituyó el posicionamiento mayoritario de la clase dominante argentina por esos años. Como parte de un fenómeno más regional, encontramos una postura similar en importantes fracciones de la clase dominante de Brasil y de México. Por ejemplo, en este último caso hubo cuestionamientos de algunos sectores empresariales al proyecto ALCA a partir de los resultados obtenidos tras una década de aplicación del TLCAN.
Las novedades más importantes en materia de negociaciones regionales e internacionales que interesaron a las clases dominantes ocurrieron durante los últimos meses del año 2003, en la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún del mes de septiembre y en la Minicumbre de Miami del ALCA del mes de noviembre. En dichos encuentros las negociaciones adquirieron un curso crítico, al mismo tiempo, se desplegó la postura de los negociadores argentinos y brasileños para los dos años posteriores. Por un lado, en la OMC se demandó -en conjunto con los miembros del ex Grupo Cairns, ahora bajo el "Grupo de los 20"- una rebaja de los subsidios de Estados Unidos y Europa para sus productores agrícolas, estableciendo en mejores términos la exportación de la producción agropecuaria argentina a esos de destinos. Sobre ese piso, Argentina y otros países discutieron la rebaja de aranceles en otras áreas llamadas "sensibles" para las economías no centrales. Esto se enlazaba con los dos sectores más interesados en esta problemática: el agroexportador y el industrial. Al primero de ellos les interesaba la rebaja de subsidios a la entrada de productores norteamericanos y europeos como concesión para que sus productos pudieran ganar nuevos e interesantes mercados. En tanto dentro del segundo grupo, si bien algunas pocas grandes empresas o grupos económicos que podían lograr nuevos mercados en los países centrales, una buena parte de los capitales industriales locales sufrirían una mayor competencia con una rebaja arancelaria general del comercio de bienes y servicios, por lo que pretendían que ésta también sea escalonada y, por ende, abogaban por la posibilidad de utilizar elementos de protección.
En torno al ALCA varias cuestiones que venían asomando desde la Cumbre de Quebec se corroboraron tanto a nivel gubernamental como a nivel empresarial. No existía un rechazo total a la iniciativa norteamericana como sí lo hubo desde las clases subalternas, sino una visión diferente de la forma y los tiempos en implementar el acuerdo, que llevaría, en el mejor de los casos, a la concreción de un ALCA "Light", a "A dos niveles" o "A la carta" y no del ALCA tal como lo proponía Estados Unidos. La utilización del MERCOSUR como bloque regional y la asociación para tales fines de Argentina con la postura de Brasil para negociar el ALCA en conjunto quedaba sellada en esas reuniones. A partir de la reunión Cancún, en septiembre de 2003, los países del MERCOSUR lograrán como piso para continuar las negociaciones en la Minicumbre de Miami del ALCA, la atadura de éstas a las de la OMC, es decir, a las discusiones arancelarias sobre la cuestión de los subsidios norteamericanos. Esto fue lo que
posibilitó firmar en Miami un documento común sobre un ALCA menos pretencioso, el conocido "ALCA Light" con la siguiente contrapartida positiva para los dos grupos de estados. Por un lado, como la discusión por los subsidios sería ardua en el marco de la OMC, para el grupo de Argentina, Brasil y el MERCOSUR, implicaba una rebaja en las pretensiones iniciales de Estados Unidos de firmar el ALCA en 2005. Por el otro, para los Estados Unidos y los países que lo secundaban se establecía la posibilidad de desplegar acuerdos de libre comercio, al margen de las negociaciones por el ALCA. De esta forma, en Miami no se registraba el fracaso de la Ronda Doha de la OMC en Cancún, cuestión celebrada por los empresarios argentinos y brasileños, pero tampoco se avanzaba en las negociaciones por el tema de los subsidios, los que quedarían pendientes de discusión en el marco de la OMC con la idea de ir quitándolos escalonadamente. Esto también fue celebrado por los empresarios. Se llega así en noviembre de 2005, en estas condiciones de desacuerdo, a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, donde las negociaciones por el ALCA tendrían su estancamiento definitivo, y el proyecto de libre comercio norteamericano quedaría en el recuerdo.13
Observaremos ahora cómo se posicionaron las asociaciones y las corporaciones empresarias en estos años de reconfiguración regional. Algunas grandes corporaciones empresarias latinoamericanas empezaron a mencionar los límites del ALCA y a presionar a sus gobiernos para que negocien con mayor cautela. Incluso, lo hicieron de fracciones, sectores o empresas que durante los años noventa habían apoyado el conjunto de reformas neoliberales. Por ejemplo, el empresario más rico de Latinoamérica y el más importante inversor en la región, el mexicano Carlos Slim, manifestaba en 2003 sus críticas al marco del Consenso de Washington:

"Desde que comenzamos a aplicar el modelo impuesto por el FMI, hemos tenido dos décadas sin ningún crecimiento per cápita". En torno al ALCA, OMC y países desarrollados, señalaba: "nos piden abrir las economías y resulta que (ellos) las abren en la industria pero no en el sector agrícola. Se abren donde tienen ventajas y se cierran donde hay desventajas. Se abren al comercio y se cierran a la globalización laboral" (La Jornada 30/9/03).

En ese contexto, los empresarios de la región formarían una: "asociación para financiar el desarrollo de los países del área", en palabras del propio Slim. En México, por ese entonces, sectores del capital local concentrado se manifestaban en contra de la apertura total de la economía. El gobierno de Vicente Fox empezaba a aplicar reformas que pasaban por encima de lo establecido por la constitución, como la prohibición de la explotación de la riqueza del subsuelo del país por capitales privados, a través de la implementación del primer Contrato de Servicios Múltiples (CSM) que adjudicaba a la petrolera española Repsol la licitación del bloque Reynosa-Monterrey y parte de la cuenca gasífera de Burgos (La Jornada 17/10/03). No solamente Slim se quejaba de la situación, sino que otras voces de fracciones de capital local, de menor grado de concentración económica que las empresas de Slim, se manifestaban: "México debe prepararse para abrir la inversión a particulares, pero exclusivamente a nacionales", afirmaba el presidente de la Asociación Latinoamericana de Micros, Pequeños y Medianos Empresarios (Alampyme), Pedro Salcedo. Además, señalaba que en una primera etapa habría disponibles por lo menos 10.000 millones de dólares a un plazo de cinco años: "La inversión no debe venir del extranjero. Aquí hay empresarios que tienen recursos y que están decididos a invertir en el sector energético. No habría límite para canalizar recursos y en los consejos de administración tanto de Petróleos Mexicanos (PEMEX) como de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se abrirían espacios para dar voz y voto a los inversionistas" (La Jornada 10/10/03).
Por otra parte, la burguesía más poderosa de América Latina, la brasileña, trató de hacerle frente al ALCA. Los sectores del agronegocio estaban muy interesados, pero objetaban algunas condiones que Estados Unidos imponía. En 2001, la Confederación Nacional de la Agricultura, ya se manifestaba en busca de un acuerdo donde todo pudiera ser negociado:
"Dentro de los componentes fundamentales para llevar a la mesa de negociaciones, están la inmediata eliminación de todos los subsidios a las exportaciones, un programa de desgravación contemplando todas las formas de tarifas y una cobertura plena de productos, sin exclusiones" (Revista Gleba, octubre 2001). En relación a la industria, si bien en ese país hay capitales (por ejemplo, los del acero) que por su tamaño podían entrar al ALCA, otras fracciones de capital (sobre todo la burguesía paulista que produce para el mercado interno y para los países vecinos de la región) expresaban reparos ante productividad de la industria norteamericana. Aceptar el ALCA en los términos que Estados Unidos proponía, implicaba un posible desplazamiento del lugar de burguesía industrial más poderosa de América Latina, perdiendo sus propios mercados, su influencia sobre el Estado, mercados en otros países de la región y un histórico y ambicioso proyecto de liderar la región. Por su parte, la poderosa Federación de Industriales de San Pablo (FIESP) se posicionaba ante el ALCA de la siguiente manera: "para algunos sectores que no estuvieran preparados, el ALCA va a ser absolutamente mortal", declaraba Horacio Piva, presidente de la FIESP durante el año 2002. Un informe en Brasil, señalaba:

"Según la Federación de Industria del Estado de São Paulo (FIESP), Brasil perderá mil millones de dólares por año en su comercio exterior, a partir del 1º de enero de 2006, la fecha prevista para la entrada en vigor del ALCA. Este es el resultado del primer estudio amplio sobre las consecuencias del ALCA para Brasil, presentado por la FIESP. Incluidos todos los sectores, Brasil pasará a exportar US$ 1.252 millones más, si las tarifas de importación de todos los países del ALCA fuesen llevadas directamente a cero. Pero, Brasil aumentará sus importaciones en 2 mil millones. Para un país que tiene en el déficit de las cuentas externas su más grande vulnerabilidad, gastar más aún con importaciones ya es un problema" (ADITAL, 2002).

A ciertas empresas paulistas, por su grado de concentración y centralización del capital, quizás les convenía entrar a los mercados norteamericanos, como también les ocurría a algunas argentinas. El problema lo tenían la mayoría de las compañías y sectores que no podían entrar a ese mercado ni sostener la competencia de una mayor productividad de las mercancías norteamericanas. Un ejemplo de la primera situación, era el caso de las empresas Conteminas, la mayor industria textil de América Latina, del por entonces vicepresidente brasileño, José Alencar, quién exportaba a Estados Unidos y veía con buenos ojos la posibilidad de incrementar esos saldos. Sin embargo, reflejaba también los inconvenientes entre sus pares textiles, es decir, los que se encontraban en la segunda situación. En el contexto político de negociaciones trabadas, Alencar declaraba: "Si el ALCA es algo para sacar ventaja en perjuicio de otro, eso no es el ALCA" (Folha do Sao Paulo 30/5/03).
En Argentina, la clase dominante también puso reparos al ALCA. La fracción agraria, si bien no aceptaría las condiciones impuestas por Estados Unidos en el tema aranceles vía OMC y este sería el motivo de rechazo a la iniciativa norteamericana, no era enemiga del proyecto de libre comercio, ya que en términos estratégicos tenía más por ganar que por perder. Pero el endurecimiento norteamericano en el tema de subsidios generó la oposición al proyecto por parte de la burguesía agraria y agroindustrial. La SRA manifestaba en un documento explícito sobre este tema que: "La relación entre el ALCA y el MERCOSUR están llegando a un punto crucial en relación al futuro comercio de bienes y servicios entre ambos bloques. La posición de la Sociedad Rural Argentina al respecto se sustenta en, al igual que en Cancún, llevar a la mesa de negociaciones todos los temas que impiden el libre comercio de productos agrícolas" (SRA, 2003). Esto le vino como anillo al dedo a la burguesía industrial, quién, aprovechando la traba en la cuestión de los subsidios que no permitían avanzar en la concreción del ALCA, estiró para un futuro la discusión del desarancelamiento para la entrada de mercancías de otros países, que era lo que realmente le aquejaba. En algunos sectores del heterogéneo mundo industrial, encontramos posturas más radicalizadas de oposición al tratado, sobre todo en las empresas manufactureras para el mercado local. El sector finanzas, servicios y comercio, a medida que las negociaciones se iban trabando, en el transcurso que crecía la protesta social contra el acuerdo y
que el gobierno de Kirchner ponía cada vez mayores reparos, se fueron sumando al rechazo al ALCA. Por ejemplo, observaremos algunas expresiones en torno a la Cumbre de Mar del Plata:

"Distintas voces del ámbito empresario elogiaron ayer la decisión de la Argentina y sus socios del Mercosur de no ceder ante la presión de Estados Unidos para relanzar las negociaciones por el ALCA en la Cumbre de Mar del Plata. Los empresarios coincidieron en que, tal como está planteado, ese acuerdo de libre comercio hemisférico sería perjudicial para los intereses de la región. Para la mayoría del empresariado nacional, el hecho de que los Estados Unidos no acepten la posibilidad de eliminar subsidios es el punto principal que impide continuar con las negociaciones para el desarrollo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y que fue eje del debate en la IV Cumbre de las Américas que se desarrolló en Mar del Plata (...) Empresarios del agro, el comercio, la industria y las Pymes advirtieron que 'no están dadas las condiciones' para conformar el ALCA debido 'a las asimetrías existentes con los Estados Unidos', aunque no descartaron que más adelante se pueda avanzar en un mercado común en América." (Clarín 7/11/05)

Las declaraciones ante lo ocurrido en la Cumbre muestran el piso común general de oposición al ALCA, pero también los deseos de continuidad de alguna forma de negociación para algunos y los deseos, para otros, que las negociaciones no se retomen por un largo tiempo. Por el lado del agro, Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), señalaba las asimetrías existentes pero ponderaba la oportunidad de entrar en algún momento dentro de los acuerdos de libre comercio de este tipo, por lo que no desechaba el ALCA:

"Argentina no debería desaprovechar la oportunidad de entrar al ALCA (...) siempre es útil llegar a algún acuerdo comercial' [aunque afirmaba que] 'tendrían que discutirse algunas condiciones' para ese ingreso como por ejemplo la eliminación de subsidios agrícolas por parte de los Estados Unidos (...) 'la prioridad actual es consolidar el Mercosur como bloque regional, ya que no ha tomado la fuerza que debería tener y tenemos problemas internos, como asimetrías'". (Clarín 7/11/05)

Otra entidad del agro, como la Federación Agraria Argentina (FAA) también manifestaba su conformidad con lo sucedido en la cumbre, aunque en contraste con Miguens, con un tono más crítico sobre el rol norteamericano en la cumbre. Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina (FAA), se mostraba "muy conforme con la posición del MERCOSUR" frente a los embates de la diplomacia estadounidense, y ponderaba "la actitud de (Néstor) Kirchner y (Rafael) Bielsa en los momentos de tensión, en particular con la definición de 'no dejarnos patotear'" (Clarín 7/11/05).
Por el lado de la industria, el rechazo fue de todos los sectores, sin embargo, cada uno de acuerdo a sus intereses, lo expresaba con su correspondiente tono y con determinada valoración del proyecto norteamericano. José Ignacio De Mendiguren, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), sostenía que "si el ALCA avanza sin considerar las diferencias entre los países americanos se corre el riesgo de consagrar el actual escenario: el país más desarrollado queda así, y los pobres siguen pobres" (Clarín 7/11/11). De Mendiguren, ex ministro de la Producción del gobierno de Eduardo Duhalde también señalaba que debía imitarse el modelo europeo, donde "la integración incluyó la reconversión de los países de menor desarrollo relativo, para lograr una mayor equidad" (Clarín, 7/11/11). Por su parte, el empresario textil, Teodoro Karagozian, afirmaba que "no me molesta el que no se haya llegado a una postura conjunta para avanzar en las negociaciones [aunque sí haber quedado] del lado crítico del presidente venezolano Hugo Chávez". Otro ex presidente de la UIA y hombre fuerte de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), Alberto Álvarez Gaiani, de posturas más cercanas a las de su par de la SRA en cuanto a marchar con el ALCA, afirmaba que: "hay que avanzar con el ALCA, pero con la eliminación de las restricciones que
proponen los Estados Unidos (...) el libre mercado en la región puede ser muy beneficioso pero si las condiciones son parejas" (Clarín 7/11/11)
Por el lado de los bancos, Carlos Heller titular de la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República de Argentina (ABAPPRA), señaló: "el ALCA como está planteado, es pernicioso para nuestros países (...) la existencia de asimetrías no se puede ignorar [y agregó que] en ese contexto el libre comercio termina siendo una imposición de los poderosos" (Clarín, 7/11/11). En tanto en la banca privada, su colega Jorge Brito, aclaraba que "'no se trata de patear el ALCA'. Pero puntualizó que 'mientras Estados Unidos siga teniendo los subsidios agrícolas que tiene no se puede hablar de un acuerdo. Porque, en ese caso, ¿dónde está el libre comercio?'" (Clarín, 7/11/11).

4. Desde abajo: movimiento obrero y movimientos sociales en la impugnación de la integración comercialista

No solamente a nivel gubernamental y desde la clase dominante la integración comercialista fue cuestionada. Las luchas sociales contra las políticas neoliberales contuvieron también la impugnación de una integración regional comercialista, que se encontraba en estrecha relación con la doctrina y la política neoliberal. A su vez, emergieron protestas directas contra los proyectos de libre comercio, principalmente el ALCA, que demandaron otro tipo de integración. A continuación observaremos las diversas protestas sociales contra la integración comercialista y la influencia que tuvieron, en un contexto de recambio gubernamental, para el rediseño de la integración que tuvo lugar a mediados de la década pasada.
Hasta el año 2001 las luchas contra el ALCA estuvieron emparentadas con las protestas contra el libre comercio en torno a las discusiones de la OMC, donde las revueltas callejeras comenzaron a adquirir presencia mediática a partir de las jornadas de lucha antiglobalización en Seattle, a fines de 1999. A nivel continental el espacio de coordinación del activismo contra los tratados de libre comercio fue la ASC, nacida en 1998 en el marco de la Primera Cumbre de los Pueblos en Santiago de Chile. Desde su emergencia la ASC reclamó por la publicación de los documentos de las negociaciones del ALCA. Una vez conocidos los borradores en la Cumbre de las Américas de Quebec en 2001, el proceso de lucha continental se intensificó. De este modo, se conformó la Campaña Continental contra el ALCA con el objetivo de realizar en todos los países consultas populares para que ningún gobierno firmara el tratado sin antes consultar a sus habitantes (Echaide 2005). Argentina tuvo su capítulo de la ASC, según se identificaron los activistas de diversos movimientos sociales que integraron la ANoA, quienes desarrollaron diversas acciones como movilizaciones y campañas de concientización, tales como la consulta popular contra el ALCA. Observaremos, entonces, algunas acciones de lucha claves contra la integración comercialista, tanto de estas organizaciones regionales como las locales.
Sin duda, los hechos ocurridos durante los días 5 y 6 de abril del año 2001, en Buenos Aires, en el marco de la VI Reunión Ministerial del ALCA que tuvo lugar en el Hotel Sheraton, marcaron un hito en las protestas contra el ALCA en el Cono Sur, aunque también tuvieron influencia en América Latina, a semejanza de lo sucedido en Seatlle.14 Por un lado, como resultado de esas acciones comenzaron a hacerse públicas las discusiones y negociaciones para la implementación de la iniciativa norteamericana con los respectivos efectos negativos sobre los trabajadores latinoamericanos. Por el otro, porque se articularon protestas en varias partes de la región, que serían una constante desde ese momento hasta la Cumbre de Mar del Plata en 2005. El objetivo del encuentro en Buenos Aires -y en general de todas las minicumbres de secretarios de comercio y de cancilleres- fue la preparación de los borradores de los acuerdos a firmar por los presidentes en el marco de las sucesivas Cumbres de las Américas. Esa reunión de principios de abril debía contener el debate y limar asperezas del proyecto para ser discutido durante la Cumbre de las Américas de Quebec, a realizarse a fines del mismo mes. En este sentido, la Reunión Ministerial resultaba central ya que bajo el cronograma planteado se debía acelerar la discusión y los acuerdos preparando el lanzamiento del ALCA cuya fecha de implantación debía ser en el año 2005. Al final del evento, los ministros decidieron publicar por
primera vez el borrador de negociación del Tratado. En forma paralela al encuentro, durante esa jornada, se efectuaron una serie de protestas callejeras lideradas por diversas organizaciones sociales, políticas y sindicales, que luego se articularán en la lucha contra el ALCA en Argentina. En consecuencia, las movilizaciones desatadas los días 5 y 6 de abril con epicentro en Buenos Aires, y replicadas en otros países de América Latina, permitieron la confluencia de diversas organizaciones regionales, convirtiéndose en un momento clave de la oposición al ALCA. De este modo, estas marchas significaron el inicio de la consolidación de la consigna"No al ALCA", retomadas luego por la ANoA (de la cual algunas organizaciones formaban parte), que se desplegaran hasta el fracaso definitivo del proyecto norteamericano en 2005.
Previamente a abril de 2001, diversas organizaciones que nucleaban al movimiento obrero venían gestando instancias de intercambio que trascendían los marcos nacionales en pos de generar iniciativas de orden regional frente al avance del ALCA. Uno de los principales organizadores de las marchas contra el ALCA fue la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS). La convocatoria a la movilización fue lanzada durante la II Cumbre Sindical del MERCOSUR realizada en Florianópolis en diciembre de 2000, en el marco de una reunión de presidentes del MERCOSUR. La declaración final de la Cumbre Sindical sintetizaba claramente el posicionamiento del movimiento obrero regional frente al ALCA y la estrategia para llevar adelante. El diagnóstico respecto a la integración regional era el siguiente:

"Si un proceso de integración entre países en desarrollo, como es el caso del Mercosur, ya coloca un sinnúmero de problemas porque no se adoptan políticas orientadas para la promoción del desarrollo, podemos imaginar los efectos de participar de un acuerdo de libre comercio (que ni se propone la discusión de políticas de desarrollo) involucrando a dos de las 7 más grandes potencias económicas mundiales (EEUU y Canadá). Aceptar eso será transformar nuestras naciones en meros apéndices de esas economías. No podemos resolver la crisis de un modelo liberal, simplemente con más liberalismo. En la estructura del ALCA no hay ningún espacio de participación y no se permite el conocimiento público de la mayoría de las negociaciones y documentos. O sea, subordinan a las instituciones nacionales que deberían decidir los destinos de nuestros países, sin someterse a los mecanismos de control que la sociedad dispone para garantir una gestión democrática del Estado". (II Cumbre Sindical MERCOSUR, 2000)

Aquí la crítica al ALCA se enlaza con la que realizaban al MERCOSUR y los problemas que el bloque venía acarreando a su interior, que se profundizarían con un acuerdo de libre comercio diseñado por una potencia económica como Estados Unidos. A su vez, se reclamaba la participación de la sociedad civil y, además, que se hicieran públicas las negociaciones. En este sentido, se define que la estrategia de lucha contra el ALCA debía ser:

"La presión para que ese proceso se detenga y para que las opiniones y aspiraciones de la sociedad sean consideradas, exigen de nosotros una presión muy fuerte y la construcción de una alianza sindical y social a nivel hemisférico. Nosotros estamos cada vez más conscientes que para solucionar el problema de la exclusión social es necesario cambiar radicalmente la orientación de los modelos económicos que hoy dirigen nuestros países. Y establecer bases soberanas de inserción internacional exige fortalecer el Mercosur a través de la adopción de políticas de desarrollo productivo y social" (II Cumbre Sindical MERCOSUR, 2000).

Las movilizaciones de abril de 2001 en Buenos Aires se desarrollaron en dos días, 5 y 6, en correspondencia con el contexto de conflictividad planteado anteriormente. A pesar de la coincidencia en el rechazo al ALCA el movimiento obrero argentino se encontró dividido, por lo cual, sus acciones también se fraccionaron según la agenda de cada central sindical: por un lado, la principal central de trabajadores de la Argentina, la CGT, que se hallaba separada en "CGT oficial" encabezada por Rodolfo Daer y "CGT disidente", liderada por Hugo Moyano; por otro lado, la CTA dirigida por Víctor De Gennaro. Las tres entidades se movilizaron, con el apoyo de sindicatos y organizaciones latinoamericanas. La primera gran marcha fue la del día 5 convocada por la CGT oficial. En dicho acto, Daer preguntó a los funcionarios que participaron de la reunión del ALCA "cómo van a hacer para implantar la justicia social en el continente" y advirtió que la central sindical que conducía "no va a permitir que se instaure el neoliberalismo y el capitalismo salvaje" (Clarín 6/04/2001).
El día 6 fue escenario de otras dos movilizaciones: la encabezada por la CGT disidente y la convocada por la CTA, la que contó con la participación y adhesión de la CCSCS como entidad organizadora. Las conclusiones de la CGT disidente respecto al avance del ALCA fueron similares a la CGT oficial. En este sentido, durante el acto Moyano definió al ALCA como "una asociación ilícita más que de libre comercio" (La Nación 7/04/2001) y exigió al gobierno nacional que "no tome decisiones en contra del pueblo [ante la eventual incorporación de la Argentina] el ALCA está hecho para explotar y convertir en esclavos a los países de América Latina" (La Nación 7/04/2001). En este sentido, sobre el rol de Estados Unidos dijo: "¿Quién puede pensar que los yanquis van a hacer algo que nos beneficie después que siempre nos explotaron y esquilmaron" (La Nación 7/04/2001).
La última marcha fue la convocada por la CTA a la que asistieron los miembros de más de sesenta organizaciones sindicales, sociales, no gubernamentales y de partidos de izquierda (La Nación 7/04/2001), en coincidencia con el espíritu de las dos marchas anteriores, pero conteniendo la participación de los movimientos sociales que influyeron en la consolidación y profundización en la Argentina de la ANoA. El titular de la CTA, Víctor De Gennaro, expresó:"El enemigo parece más grande cuando se lo mira de rodillas. Pongámonos de pie, por nuestros hijos, nos lo merecemos" (Página 12 7/ 4/ 2001). La frase marcó el final del discurso del titular de la CTA y el comienzo del acto realizado frente al Congreso Nacional, del que posteriormente, doce mil participantes marcharon rumbo al hotel Sheraton donde deliberaba la reunión ministerial. Participaron del acto y movilización representaciones de los países vecinos, principalmente de la CUT de Brasil y de la PIT-CNT de Uruguay. Por ejemplo, el titular de la CUT, Joao Felicio, afirmó que "El ALCA significa una dictadura eterna" (Página 12 7/04/2001) a la vez que reivindicó al Foro Social Mundial como "espacio de resistencia y de nueva representación política para terminar con 500 años de sumisión a españoles, portugueses, ingleses y ahora norteamericanos (...) Estamos del lado de la clase trabajadora de América latina en la lucha por el socialismo. Un socialismo con democracia" (Página 12 7/04/2001).
Alrededor de veinte días después, la Cumbre de las Américas de Quebec tuvo que hacer públicas las negociaciones. El cónclave gubernamental fue acompañado por alrededor de cuarenta mil personas, que se dieron cita en el marco de la Segunda Cumbre de los Pueblos, la que constituyó la primera y masiva convocatoria contra el ALCA. La movilización popular ya había abandonado el carácter testimonial y se expresaba masivamente en las calles con altos niveles de organización y de coordinación regional. Durante el 2001 y 2002 se acrecentaron las iniciativas populares contra el ALCA. Los conflictos entre Estados Unidos y los países del MERCOSUR -a pesar de su crisis interna- comenzaron a aflorar. La crítica de Venezuela también empezó a jaquear la iniciativa norteamericana. El escenario comenzaba a cambiar como producto, entre otras cuestiones, de la impugnación en las calles.
Entre 2002 y 2005 las protestas contra el ALCA continuaron. Hacia mediados de 2002 se consolidó la ANoA en la ciudad de Buenos Aires (Echaide, 2005). La invitación inicial fue promovida por Diálogo 2000, ATTAC-Argentina y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora con el fin de difundir la temática del ALCA como uno de los pilares del neoliberalismo. En la ANoA participaron organizaciones de diversas procedencias: la Conferencia Argentina de Religiosos y Religiosas (CONFAR); CTA; el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC); el Movimiento Territorial de Liberación (MTL) y Barrios de Pie; Madres de Playa de Mayo - Línea Fundadora -; el Partido Comunista (PC) y el Partido Humanista (PH); además, participaron asambleas barriales, intelectuales, agrupaciones estudiantiles, y pequeños empresarios agrupados en la Asamblea de Pequeños y Medianos Propietarios (APyME). En definitiva, abarcó a un abanico de agrupaciones sociales y políticas cuyo denominador común quedó plasmado en tres ejes: militarización, deuda externa y ALCA (Kan y Pascual 2011a).
La ANoA identificó al proyecto del ALCA como un objetivo del imperialismo norteamericano, el cual se apoyaba en la deuda externa y a la militarización de la región (bajo la égida de las tropas norteamericanas del Comando Sur). Asimismo, el imperialismo norteamericano condensado en el proyecto del ALCA, desde la perspectiva de la ANoA se encadenaba al neoliberalismo. Es decir, el neoliberalismo se constituía en una cadena de equivalencias con los significantes "ALCA", "deuda externa" y "militarización". En este sentido, el rechazo de uno de los elementos implicaba a los otros. De este modo, el objetivo de la ANoA fue constituir un colectivo de trabajo a nivel nacional que encarara el armado de una Consulta Popular contra el ALCA, la deuda externa y la militarización. El referendo fue realizado entre el 20 y el 26 de noviembre de 2003. Fue el segundo más grande del continente en cuanto a participación, con 2.300.000 de votos, siendo el brasileño el que mayor cantidad de votos obtuvo: 10 millones. El número de participantes fue superior a lo esperado por los activistas de la Consulta, incluso, la cantidad de activistas superó a la contenida en la propia ANoA. De acuerdo con los miembros de la ANoA, los resultados de la votación expresaron un amplio rechazo a los tres ejes de la dominación neoliberal, enunciadas en las tres preguntas de las boletas.15
El 15 de diciembre de ese año tuvo lugar en Montevideo, en paralelo a la XXV Reunión del Consejo del MERCOSUR, la V Cumbre Sindical del MERCOSUR que, bajo la consigna"Ahora MERCOSUR, NO al ALCA", exigió a los presidentes de los países reunidos realizar consultas vinculantes en torno al proyecto de integración continental y exigió un cambio de rumbo en relación con las lógicas fiscal y monetarista que guiaron la construcción del bloque económico en los años noventa. A mediados de diciembre, en San Pablo, se realizó un plenario con participación de doscientos delegados de organizaciones sindicales y populares y jóvenes de distintos países del continente quienes constituyeron el Comité de Enlace de los Trabajadores de las Américas en la lucha por frenar el ALCA. En Caracas, la realización del I Congreso Bolivariano de los Pueblos, a fines de noviembre, culminó su declaración con un explícito rechazo al modelo neoliberal, al ALCA y a las políticas predadoras de los organismos internacionales (Seoane y Taddei 2003:86). Asimismo, las campañas y confluencias contra el ALCA se vieron reforzadas con la realización de Foros Sociales nacionales que tuvieron lugar en Uruguay (octubre) y en Brasil y Paraguay (noviembre).
Pero no sólo en el Cono Sur las protestas y manifestaciones contra la integración comercialista tuvieron relevancia e influencia en las discusiones gubernamentales. En la región Andina, por ejemplo, a mediados de abril de 2003, se realizó la primera movilización simultánea a nivel de la CAN (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia), convocada por las Redes Nacionales de Acción Frente al ALCA y el TLC.16 En el norte de la región, el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés) fue también cuestionado al momento de celebrarse las negociaciones finales entre los gobiernos de la región y los Estados Unidos, iniciadas a fines de 2003. Durante los meses de septiembre y octubre se registran importantes marchas de protesta contra el CAFTA en Costa Rica, Nicaragua (convocadas por el Movimiento Social Nicaragüense) y El Salvador, donde el Bloque Popular Social vehiculizó el repudio a dicho tratado. Estas protestas, sin embargo, no lograron impedir su concreción y el CAFTA fue rubricado por Estados Unidos, Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, en diciembre, al que luego se sumaría Costa Rica en enero de 2004 (Seoane Taddei, 2003: 87).17
Durante 2005, con un contexto de negociaciones trabadas, de endurecimiento de la postura norteamericana y del surgimiento de Venezuela como un opositor abierto a la políticas de Estados Unidos, el rechazo al ALCA fue cada vez más generalizado. Lo ocurrido en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, donde los gobiernos del MERCOSUR y Venezuela se enfrentaron a George Bush, rechazando la posibilidad de continuar con las negociaciones por el proyecto de libre comercio, estuvo acompañado por una fuerte movilización social en las calles que avaló el fin de las tratativas por el ALCA y pugnó por otra integración. La multitud del estadio mundialista de Mar del Plata, la III Cumbre de los Pueblos realizada en los alrededores de aquél y la mayor aceptación social y popular de la consigna "No al ALCA" acompañaron -si no es que contribuyeron a definir- el rechazo gubernamental a la iniciativa norteamericana.

5. La integración latinoamericana pos Mar del Plata
5.1 Los proyectos regionales del nuevo ciclo

Luego del rechazo al ALCA los proyectos de integración latinoamericana se caracterizaron por privilegiar una mayor coordinación política regional y en desplazar a un segundo plano la cuestión comercial como eje rector de la integración. De hecho, las propuestas de libre comercio quedaron relegadas solamente a algunos países que sintonizaban políticamente con Washington y, además, el modelo del "regionalismo abierto" de la CEPAL perdió peso para orientar a los proyectos nacientes (Kan 2010b, Gudynas 2006). La aparición de los bloques ALBA, UNASUR y CELAC, evidenciaron esa tendencia.
Por el lado de los proyectos más enlazados con el comercialismo, cuando la iniciativa ALCA fue rechazada, la posibilidad de un acuerdo continental en esa perspectiva perdió fuerza y salió de la discusión regional. Después de Mar del Plata, se pudieron firmar apenas algunos de los TLC's bilaterales, que fue la estrategia que sostuvo Estados Unidos para proseguir con el libre comercio e intentar reencausar su política en la región.18 Aquellos países que contrajeron TLC's con Estados Unidos, combinaron esa cercanía comercial y geopolítica con el nuevo contexto regional. El reemplazo de Fox por Felipe Calderón en México, aunque no ofreció alteraciones sustanciales en las políticas básicas que se venían implementando en ese país, en términos regionales provocó algunos virajes que permitieron retomar el histórico acercamiento entre México y América Latina, restableciendo las relaciones con Cuba y participando sin tantos enfrentamientos en los foros regionales. No obstante, continuó bajo la órbita del proyecto comercialista del NAFTA. Chile, en 2003 rubricó el acercamiento comercial a Estados Unidos con la firma de un TLC. Si bien esa dirección de inserción exterior no fue dejada de lado,
durante el gobierno Michelle Bachelet e incluso también con el de Sebastián Piñera aunque con algunos matices, también comenzó a mirar a sus vecinos de Sudamérica. Por ejemplo, algunos momentos de acercamiento a Evo Morales para tratar el áspero e histórico problema de la salida al mar de Bolivia y la buena predisposición para la conformación de la UNASUR que tuvo Bachellet señalaron, al menos en forma coyuntural, un momento de acercamiento a las nuevas instancias regionales.
El MERCOSUR, a pesar de sus tensiones y asimetrías, y de conservar su matriz principal de acuerdo económico-comercial, en los primeros años pos Mar del Plata tuvo un momento de mayor dinamismo político. Esto se expresó en la prioridad que por esos años ocupó en la agenda exterior de Argentina y Brasil y en una serie de iniciativas políticas para reconfigurar el bloque.19 Luego del episodio ALCA, la cumbre realizada en el año 2006 en la ciudad de Córdoba -que tuvo como invitado al todavía primer mandatario de Cuba por ese entonces, Fidel Castro- mostró esa mayor dimensión política del bloque adquirida en el contexto de reconfiguración. Si bien las disputas comerciales entre Argentina y Brasil continuaron -y el reclamo de los socios pequeños, Paraguay y Uruguay, aún persiste-, la mayor cohesión implicó que ningún miembro del MERCOSUR podía arriesgarse a aceptar la tentación de un TLC con Estados Unidos, porque para concretarlo tendrían que abandonar el MERCOSUR. También, hacia afuera, se afianzó la acción conjunta de los integrantes del bloque, en espacios multilaterales como Cumbres de América Latina y el Caribe (CALC), la Organización de Estados Americanos (OEA), la ONU y la OMC, aunque en esta última hubo matices entre Argentina y Brasil.20 El MERCOSUR continuó sin lograr superar sus desequilibrios y asimetrías, pero el horizonte comercialista de su primera etapa cambió, dándole un tratamiento más político a aquéllos y, por esos años, como afirmó Katz (2006), desarrolló un esquema más regulado de capitalismo regional,
El lanzamiento de UNASUR reforzó la tendencia a desarrollar instancias con capacidad autónoma de decisión sobre aspectos geopolíticos en la región, sin la presencia de Estados
Unidos, a contramano de lo que habitualmente ha sucedido en la OEA donde su injerencia ha sido recurrente (Kan 2010b). A través del nuevo organismo se comenzó a idear la planificación de la defensa de la región y, motivado por el lanzamiento de la cuarta flota norteamericana, a proyectar la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa, detrás del cual se encuentran Brasil por numerosas y conocidas razones referidas al ejercicio de su liderazgo regional y también Venezuela. Pero quizás el primer hecho significativo donde UNASUR tuvo un rol destacado y mostró su potencial político fue ante la situación de Bolivia durante mediados del año 2008, donde se pudo observar una de las futuras proyecciones del flamante organismo. La rápida actuación en la defensa del gobierno de Evo Morales -amenazado por la separatista oligarquía cruceña- por medio de la convocatoria a una cumbre extraordinaria que tuvo lugar en Santiago de Chile, manifestó en los hechos la construcción de un organismo que intervenga en conflictos de la región evitando que otros existentes como la OEA participen de las decisiones regionales. Similares acciones políticas tuvo UNASUR para discutir la instalación de bases militares en Colombia y los conflictos fronterizos de este país con Venezuela y Ecuador.
No obstante, aunque el viraje político desplegado por UNASUR es innegable -que se aprecia en los cambios introducidos en su carta constitutiva de 2008, que dista del viejo proyecto de formar el ALCSA uniendo a la CAN con el MERCOSUR-, la existencia de la Iniciativa para la Infraestructura Regional (IIRSA) es un problema a desentrañar sobre los objetivos que se propone UNASUR para la integración de América del Sur. La IIRSA, que había nacido en las CPS, predecesoras de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) y de UNASUR, continúa hasta el presente bajo el paraguas de UNASUR. Aquélla atrae a los grandes capitales de la región y capitales transnacionales para realizar obras de infraestructura que integren la región al mercado mundial.
Por el lado del bloque del ALBA, éste comenzó a desarrollar una integración alternativa entrelazada con el socialismo cubano. Para 2009 contaba con varios adherentes (Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras hasta el golpe contra Zelaya, entre los más destacados) y priorizó intercambios solidarios y cooperativos en el comercio instalando mecanismos novedosos como la compensación de asimetrías. El ALBA hizo hincapié en su diferencia con los acuerdos de libre comercio que buscaban la liberalización y la ampliación del comercio de bienes y servicios cuyo propósito es el beneficio de las empresas capitalistas. Por el contrario, el ALBA aborda aspectos diferentes a la hora de pensar intercambios entre estados-nación soberanos, introduciendo una dimensión social a tener en cuenta en la realización de los aquellos, y proponiendo intercambios cooperativos y solidarios (Katz 2006, Guerrero 2013). Salvo por la excepcionalidad de las Antillas, quienes varias de ellas adhirieron al proyecto por encontrar un comercio más justo de insumos indispensables como el petróleo, los principales países que integran el ALBA son aquellos donde sus gobiernos comparten un alineamiento político similar al gobierno bolivariano y esto constituye uno de los límites para su expansión como bloque de integración. Sin duda, la emergencia y afirmación del ALBA, muchas veces dejado de lado por los analistas de la integración, constituyó otra de las novedades luego de Mar del Plata.
Este nuevo ciclo emergente de la reconfiguración podemos extenderlo hasta la actualidad, aunque desde 2012 comenzaron a sucederse una serie de hechos, como el golpe de Estado contra Lugo en Paraguay y el ingreso repentino de Venezuela al MERCOSUR, la desaparición física de Chávez y cierto estancamiento del bloque ALBA, la afirmación de la Alianza del Pacífico entre Estados Unidos y los países que firmaron TLC´s previamente y los intentos de reanudación de las negociaciones entre MERCOSUR y UE por un acuerdo de libre comercio, que señalan, quizás, una crisis del ciclo iniciado hace ya una década.

5.2 El nuevo ciclo, "desde arriba" y "desde abajo"

Si bien ameritaría un análisis más profundo en un posterior trabajo, realizaremos una rápida aproximación sobre los principales proyectos de integración y la relación con los principales actores sociopolíticos en este nuevo ciclo, para observar reconfiguraciones, cambios y continuidades en el problema que venimos desarrollando.
En primer lugar, es necesario destacar que, al existir una mayor coordinación política entre los países de América Latina, los proyectos surgidos en este ciclo continuaron y, a su vez,
acentuaron, una tendencia común para la toma de decisiones que había caracterizado a anteriores experiencias de integración latinoamericana. Nos referimos al intergubernamentalismo y, sobre todo, el interpresidencialismo, que puso a las cumbres presidenciales de las diversas instancias como protagonistas de la nueva coyuntura regional. En este contexto, al no estar en discusión proyectos como el ALCA, -con la presencia de Estados Unidos y con las implicancias políticas y económicas que eso conllevaba- encontramos una menor y diferente intervención de las clases dominantes locales y, también, un cambio en la agenda de las clases subalternas en torno a la cuestión regional.
"Desde arriba", hubo menores intervenciones sobre los proyectos de integración, en relación al momento previo de reconfiguración y, en general, obedecen a manifestaciones de tipo político-ideológico sobre las diversas iniciativas y sobre el rol de algunos países, como Venezuela por ejemplo. Desde ya que los sectores más propensos a los proyectos de libre comercio, en los países que firmaron nuevos convenios con Estados Unidos, manifestaron las conveniencias del mismo, pero fueron acciones localizadas en torno a ellos, sin implicancias en los ámbitos regionales.21
Sobre el MERCOSUR, en una tendencia que venía desde 2004, se desplegó una mayor interacción entre empresarios y gobiernos, -sobre todo del lado Argentino- en el manejo de la relación comercial-bilateral entre los dos principales socios, para encontrar acuerdos ante la continuidad de las asimetrías y los desequilibrios comerciales. En forma heterogénea pero cada con mayor insistencia, del lado brasileño se manifestó en el empresariado la opinión que el MERCOSUR como está ya no sirve les sirve, sintiéndolo como una traba para el desarrollo económico alcanzado por Brasil en los últimos años. Paulatinamente, comenzaron a ponderar
como positiva priorizarán otras instancias como la Alianza del Pacífico22 y el acuerdo MERCOSUR-UE.23 Esto evidencia los límites de la reorientación política mencionada y el permanente estancamiento del bloque, más allá de la voluntad política de los gobiernos de Argentina y Brasil.
El ingreso de Venezuela al MERCOSUR hizo levantar la voz de diversos empresarios que objetaron el mismo. El gobierno de Lula impulsó esa entrada y estableció lazos de cooperación con el gobierno de Chávez, más allá de que ambos países promovían proyectos estratégicos regionales diferentes.24 Si bien el pedido de ingreso había sido avalado por todos los miembros, para poder ser miembro pleno, los parlamentos de los cuatro países socios deben aprobarlo, como señala la normativa mercosureña. Durante más de dos años el senado brasileño negó la entrada de Venezuela, justamente por la contradicción que se le presentaba a las fuerzas políticas de oposición, en aceptar a un país con proyectos estratégicos antagónicos con el MERCOSUR, como el ALBA y el Socialismo del Siglo XXI.25 Por ejemplo, los industriales paulistas fueron uno de los tantos grupos de presión en contra del ingreso. Algunos directivos de la FIESP sostenían por ese entonces que el ingreso de Venezuela al MERCOSUR podía representar un "potencial perjuicio político" (Clarín 30/11/07). Denunciando como un interés político el rápido impulso que el PT dio al ingreso, Thomaz Zanotto, Director Adjunto del Departamento de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la FIESP, enviaba una nota oficial al Congreso, explicando las objeciones: "El objetivo de la FIESP es alertar al congreso sobre un impacto de la adhesión en esos términos. El interés de tener a Venezuela como socio en el MERCOSUR es grande (...) Ahora, es preciso que se ajuste a los requisitos para entrar" (O Estado do Sao Paulo 6/12/2007). Recién en diciembre de 2009, con una votación ajustada (35 votos a favor y 27 en contra), el Senado brasileño aprobó el ingreso del país caribeño al MERCOSUR.26
La permanentes asimetrías entre los socios grandes y chicos del acuerdo hizo levantar la voz de Uruguay más de una vez, aunque siempre en un clima de diálogo con Brasil y Argentina y bregando por la búsqueda de soluciones mediante el diálogo.27 Sin embargo, algunas voces empresariales de ese país, presionaron al gobierno en este período con la posibilidad de salir del MERCOSUR y contraer TLC's: "Las organizaciones empresariales Asociación Rural del Uruguay (ARU), Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), la Cámara Mercantil de Productos del País (CMPP), y la Cámara Nacional de Comercio y Servicio (CNCS) expresaron públicamente su posición a favor de llevar a cabo las acciones necesarias para habilitar a Uruguay a negociar acuerdos de libre comercio con países de extrazona, en particular con Estados Unidos de Norteamérica".28
Además de los acuerdos TLC, es en torno a la iniciativa IIRSA, ligada a UNASUR, donde quizás perviven rasgos de una mayor integración comercialista y donde el sujeto principal de esa integración son los mercados y los capitales. Este carácter se observa en el "Plan de Acción" para la misma, del ítem 39 de la "Declaración de Brasilia" en la primera CPS en septiembre de 2000.29 Dos años más tarde, en julio de 2002, con menos trascendencia que la de Brasilia, tenía lugar la segunda CSP en Guayaquil, Ecuador. Allí, entre otros temas se repetían varios compromisos generales previos donde por ejemplo se reafirmaba la voluntad de la Declaración de Brasilia aprobando el estatuto de la región como "zona de paz", pero se volvía aponer el centro en las cuestiones comerciales y de inversión en infraestructura mediante la rubricación del "Plan de Acción" de Brasilia que daba marcha a la IIRSA. Se insistía en la construcción del llamado "espacio integrado" por medio del "fortalecimiento de las conexiones físicas y la armonización de los marcos institucionales, normativos y regulatorios", para lograr que la región "participe más ampliamente en las corrientes internacionales de capital, bienes, servicios y tecnologías".30 Algunos años más tarde, la coordinación de estos proyectos pasó a manos del Consejo Sudamericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), en el marco de la III Cumbre de UNASUR.
En torno a esta cuestión, una atención especial merece el reciente fenómeno de las multilatinas, donde las empresas brasileñas son las más destacadas y su expansión es cada vez mayor en la región, al igual que su empuje a conectar ésta con el mercado mundial. Giaccaglia (2010) analizó un relevamiento sobre las 50 empresas brasileñas más internacionalizadas,31 donde la empresa JBS-Friboi ocupa el primer lugar de este ranking como la multinacional de origen brasileño con mayor índice de internacionalización. Especializado en carne bovina este gran capital posee actualmente en el exterior al 64,6% de sus empleados, el 59,2% de sus activos y el 81% de sus ingresos (Pesquisa Sobeet/Valor, 2008: 26, en Giacaglia 2010). Cabe mencionar que los restantes primeros puestos estuvieron ocupados por: Odebrecht, Gerdau, Coteminas, Ibope, Vale, Sabó, Ambev, Metalfrío y Artecola, en ese orden.
El caso de Odebrecht es llamativo, a fines de los noventa ya era uno de los grupos económicos más grandes de Brasil, gracias a lo cual se convirtió en líder mundial en la
construcción de usinas hidroeléctricas. Actualmente, sólo el 21 % de sus operaciones se encuentran en territorio brasileño. El resto se halla distribuido en América Latina (50%), países africanos y de Oriente Medio (24%), Estados Unidos (4%) y Portugal (1%). La empresa concentra su interés en los mercados de África y América Latina, puesto que es en dichos países donde se presenta un importante déficit en infraestructura y la compañía participa en importantes proyectos de infraestructura (Giaccaglia 2010). Algunas de estas multilatinas desarrollan relaciones cercanas con sus respectivos gobiernos ya que "esto les garantiza un acceso privilegiado al proceso gubernamental de toma de decisiones" (Giacalone 2008: 18).32
Los motivos de interés del gran capital brasileño en proyectos estratégicos, es indudable, de hecho muchas de sus grandes empresas han sido las beneficiarias de las obras de infraestructura de IIRSA-COSIPLAN. Pero además, muchas de las obras son para mejorar la comunicación entre el afuera y el adentro de la región. En este sentido, retomamos la idea de Oliva Campos, donde interconexión no siempre significa una mayor integración (Oliva Campos 2007:75) y señalamos que la convivencia de IIRSA-COSIPLAN puede volverse contradictoria con los mayores niveles de integración y coordinación política regional alcanzados.
"Desde abajo", se cambió la agenda defensiva contra el libre comercio y las instancias de movilización desplegadas anteriormente, por una de reafirmación y valoración política positiva sobre los cambios en el proceso de integración. Por ejemplo, las Contracumbres o Cumbre de los Pueblos continuaron funcionando a la par de las posteriores Cumbres de las Américas (Trinidad y Tobago 2009, Colombia 2012 y Costa Rica 2015), pero al no estar en ellas en discusión del ALCA, una agenda más política inundó los cónclaves, incorporando en parte las demandas que se exigían anteriormente, como el tema Cuba y un pedido a Estados Unido de cambio en su relación con la región. En esta dirección, donde varios gobiernos retomaron parte de las agendas de los movimientos sociales y políticos, las convocatorias y la difusión de las contracumbres no tuvieron el peso de las anteriores.
En algunas instancias del MERCOSUR (Cumbre Social, Red de Mercociudades, FOCEM) hubo en los años posteriores a Mar del Plata una mayor participación social y una voluntad política de que las instancias contribuyeran a profundizar la politización del bloque. Pero como las asimetrías continuaron y desequilibrios aumentaron, sumado a las expectativas por la creación de UNASUR, sus resultados fueron limitados.
El ALBA representa el acuerdo donde mayor participación adquirieron las organizaciones sociales y políticas en este nuevo ciclo. Muchas de sus políticas sociales, en salud y educación principalmente, tienen un alto impacto donde se aplican y son valoradas positivamente en otros lugares y principalmente por organizaciones sociales.33 En la V Cumbre del ALBA, en 2007, se dio origen formal a la iniciativa de crear un "ALBA de los movimientos sociales".34 Lo novedoso radica en que los integrantes de este espacio exceden a los países que formalmente integran el ALBA, organizando una extensa red de movimientos sociales continental35 y se
plantean una organización que subsista en caso de dejar de funcionar la iniciativa a nivel gubernamental.

A modo de cierre

En el presente trabajo dimos cuenta del cambio en el escenario regional que tuvo lugar a comienzos de la década pasada. Los países de la región comenzaron a dejar de lado las premisas comercialistas enlazadas con el neoliberalismo para vincularse entre sí mediante proyectos de integración que estaban en conexión con el proceso de repolitización posneoliberal, desplazando la cuestión comercial como eje rector de la integración. La derrota del proyecto del ALCA, basado en el paradigma del libre comercio, significó un antes y después para la integración latinoamericana. A partir de 2005, sin estar la presión norteamericana sobre las estrategias regionales -relegada aquella a la estrategia de firmar TLC's bilaterales con los países más afines a sus políticas- se consolidó la reorientación del MERCOSUR a pesar de la continuidad de algunos desequilibrios internos y, al mismo tiempo, pudieron desarrollarse proyectos de mayor coordinación política como ALBA, UNASUR y CELAC. Como señaló Katz (2006) el rediseño político de América Latina se desarrolló a la luz de algunos acontecimientos que combinaron crecimiento económico, gobiernos centroizquierdistas, nacionalismo radical, rebeliones populares, convicciones antiimperialistas y hasta el planteo socialista. Así todo, a pesar de haber primado y de haberse constituido en hegemónica esta tendencia de una mayor vinculación política en el proceso de integración, la tendencia comercialista continuó en un segundo plano.
Sin embargo, para dar cuenta de todo este rediseño regional, intentamos apelar a una explicación alternativa a las formas tradicionales de los análisis de las relaciones internacionales, la política exterior y los proyectos de integración regional, que pudiera dar cuenta de los intereses económicos, sociales y políticos que influyen sobre aquellos. Tratamos de vincular la detención del ALCA, la reorientación del MERCOSUR y las posibilidades de otra integración con algo más allá de los recambios gubernamentales. En este sentido, la perspectiva neogramsciana fue de gran utilidad, porque, a un proceso muy marcado por la acción de los presidentes, las cumbres y las tomas de decisiones diplomáticas, pudimos adicionarle el interés que hay detrás de la política exterior y de los procesos de integración regional, más allá que el sujeto jurídico que acuerda los bloques regionales, que son los estados nacionales. Analizando los posicionamientos, las intervenciones y las acciones de los principales actores sociopolíticos, mediados por los gobiernos de los Estados, otras veces en forma directa, dimos cuenta que sus intereses están presentes en la política externa de un gobierno y en el devenir de la integración regional.
Como observamos en este trabajo, además de la aparición de gobiernos que contribuyeron al rediseño regional, la integración comercialista, como la que esbozaba el proyecto ALCA, fue objetada también por los empresarios de la región, quienes, sin una impugnación total al proyecto, terminaron dando la espalda a la posibilidad de un proyecto que profundizara la apertura comercial. Distintas fracciones de las clases dominantes locales se manifestaron objetando las formas y plazos de aquellos proyectos ligados al comercialismo. Los sectores agroexportadores de la región demandaron la eliminación de los subsidios norteamericanos a su
producción local para la aprobación de alguna forma de ALCA. Mientras que los sectores industriales reclamaron la implementación de diversos mecanismos de protección que menguaran la competencia de productos extranjeros con mayor productividad que traería la iniciativa norteamericana y, además, exigieron prolongar las fechas de implementación del proyecto. Dimos cuenta de algunas manifestaciones de fracciones de las clases dominantes de Argentina, Brasil y México. Pero también aquella integración fue impugnada en las calles por el movimiento obrero organizado y por los movimientos sociales. Entre 2001 y 2005 una serie de acciones y manifestaciones de las centrales sindicales de Argentina, Brasil y Uruguay, principalmente, y de movimientos sociales de varios países de la región, instalaron desde las calles la consigna "No al ALCA", lo que constituyó un elemento central en la oposición al proyecto norteamericano.
Así, "desde arriba" y "desde abajo", el ALCA fue derrotado en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en noviembre de 2005, donde los gobiernos de los países del MERCOSUR y Venezuela expresaron esos contradictorios intereses que se opusieron a la iniciativa norteamericana y dieron paso a otro tipo de integración. El escenario pos Mar del Plata mostró un cambio de tendencia en la integración latinoamericana reciente, donde predomina una mayor coordinación política regional en proyectos que están lejanos al comercialismo como eje rector de la integración, UNASUR, ALBA y CELAC. Sin embargo, los TLC'S bilaterales con Estados Unidos, el proyecto IRSA-COSIPLAN, las tensiones existentes en el MERCOSUR y la búsqueda de acuerdos de libre comercio por algunos sectores de las clases dominantes locales, mantuvo la tendencia comercialista, pero relegada a un segundo plano. Con la reciente concreción de la Alianza del Pacífico, la reanudación de las negociaciones entre MERCOSUR y UE, parecieran reanimar esta tendencia y poner en cuestión el ciclo iniciado en Mar del Plata. También hemos intentado abordar este ciclo, posterior al momento de la reconfiguración, desde la perspectiva neogramsciana, indagando "desde arriba" y "desde abajo" el desarrollo de un proceso de integración con un fuerte protagonismo intergubernamental, que generalmente opaca los intereses que moldean y reconfiguran la política hacia afuera de un estado nacional y de los bloques regionales.

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Notas

1 En el realismo existen dos tendencias, la más tradicional llamada directamente realista, cuyo exponente más conocido fue Morgenthau y una actualización posterior llamada neorrealista, cuyo exponente más conocido es Watlz. Por el lado del liberalismo, Mitrany es la referencia para la variante llamada funcionalista y Keohane y Nye constituyen las referencias para las variantes más recientes denominadas neoliberales y neofuncionalistas. Al respecto, véase Jaquenod (2013).

2 Este planteo sobe los Estados, los gobiernos y lo que subyace a la hora de analizar su política exterior lo hemos esbozado en Kan y Pascual (2011b).

3 Es común encontrar en el siguiente pasaje de Antonio Gramsci el nexo entre lo internacional y lo nacional -y su correspondiente ordenamiento o logicidad-, de lo que luego se derivaría la posibilidad de esbozar un planteo marxista de las relaciones internacionales, diferente de los tradicionales: "¿Las relaciones internacionales preceden o siguen (lógicamente) a las relaciones sociales fundamentales? Indudablemente las siguen. Toda renovación orgánica en la estructura modifica también orgánicamente las relaciones absolutas y relativas en el campo internacional a través de sus expresiones técnico-militares. Aún la misma posición geográfica de un Estado nacional no precede sino sigue (lógicamente) las innovaciones estructurales, incidiendo sobre ellas, sin embargo, en cierta medida (precisamente en la medida en que las superestructuras inciden sobre la estructura, la política sobre la economía, etc.). Por otro lado, las relaciones internacionales inciden en forma pasiva o activa sobre las relaciones políticas (de hegemonía de los partidos). Cuanto más subordinada a las relaciones internacionales está la vida económica inmediata de una nación, tanto más un partido determinado representa esta situación y la explota para impedir el adelanto de los partidos adversarios" (Gramsci 2003: 52).

4 "Según el pensamiento de Gramsci, el sentido de una relación recíproca entre estructura (relaciones económicas) y superestructura (la esfera ético-política) contiene el potencial necesario para considerar los complejos estado/sociedad como entidades constitutivas de un orden mundial, y para explorar las formas históricas específicas adoptadas por dichos complejos" (Cox, 1988:157).

5 Sobre las diferencias entre las teorías tradicionales como la realista y los aportes del marxismo, Cox sugiere que: "La producción de bienes y servicios que da origen tanto a la riqueza de la sociedad como a un fundamento para que el estado cuente con la capacidad de movilizar al poder en el trasfondo de su política exterior, se lleva a cambio mediante una relación de poder entre aquellos que controlan y aquellos que ejecutan los labores dentro de la producción. El conflicto político y el proceder del estado preservan o provocan cambios en estas relaciones de poder en torno a la producción. El materialismo histórico analiza los vínculos entre del poder dentro de la producción, el poder dentro del Estado, el poder dentro de las relaciones internacionales. En contraste, el neorrealismo, ha ignorado virtualmente el proceso de producción" (Cox, 1988:157).

6 Por ejemplo, la siguiente afirmación de Claudio Katz (2006) con respecto al ALCA, que sostuvo que el rechazo al mismo se debió "al efecto combinado de conflictos entre grupos capitalistas, de divergencias entre gobiernos y resistencias populares" (Katz, 2006:15), constituyó uno de los primeros análisis integrales sobre el rediseño de la integración latinoamericana que por esos años transitaba la región desde una perspectiva convergente a la planteada en este trabajo. Sobre el ALCA y la convivencia de estos intereses diversos, señaló Morgenfeld (2006) que, en términos generales, el proyecto estadounidense se enmarcaba en las tres contradicciones principales del capitalismo contemporáneo: la contradicción capital-trabajo, y derivada de ésta, la contradicción entre capitales concentrados (mediada por la competencia entre los países centrales en donde esos capitales desenvuelven sus actividades principales) y entre capitales más y menos concentrados (medida entre países centrales y países no centrales o periféricos).

7 Conformado por Colombia, México y Venezuela en 1994.

8 Hace pocos años, al calor de los cambios políticos en América del Sur, Giacalone ha vuelto a trabajar la relación entre empresarios y gobiernos en torno a los proyectos de integración regional. En este caso estudió la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) -devenida luego en Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)- pero su planteo puede ser extendido a proyectos como MERCOSUR y el ALCA. Esta autora propone analizar las continuidades y rupturas que tuvieron lugar a pesar de los cambios políticos de la década del 2000: "La relación entre gobiernos y empresarios, o entre poder político y empresas, no es un tema nuevo. Lo novedoso es que, a pesar del contexto sudamericano, caracterizado por la llegada al poder de varios gobiernos de izquierda, este vínculo parece mantenerse con pocos cambios. El proceso de integración regional es quizás el espacio donde más interactúan ambos actores, y permite apreciar qué razones explican la continuidad de la relación entre ellos" (Giacalone 2005: 74).

9 En esta dirección, en Kan (2013b) analizamos la conducta de las corporaciones y asociaciones empresarias ante las negociaciones por el ALCA y la reorientación del MERCOSUR en el período 2003-2005.

10 A su vez, el interés del gran capital brasileño en proyectos estratégicos se hacía eco con la creación de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional (IIRSA) expresada en el "Plan de Acción" de la Declaración de Brasilia. Véase http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/di1-9-00.htm

11 Ese pedido de ingreso se formalizará nuevamente en el contexto de rediseño de la integración, entre 2005 y 2006, pero será resistido por las clases dominantes locales, sobre todo las de Brasil y Paraguay, cuyos senados retrasarán su aprobación. Será recién en 2012, ante la suspensión de Paraguay en el MERCOSUR debido al golpe institucional que destituyera a Fernando Lugo, que se podrá materializar el ingreso del país caribeño al bloque.

12 "El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, firmó la declaración con dos reservas anotadas en el texto oficial. Chávez se opuso al término "democracia representativa", al que quiso reemplazar por "democracia participativa". El mandatario venezolano explicó a la prensa que la democracia representativa había sido en su país "una trampa" que permitió a los políticos corruptos robar fondos públicos. También objetó el plazo máximo de diciembre del 2005 para la entrada en vigencia del ALCA porque, afirmó, necesita someter el tratado a un referendo bajo su nueva constitución" (Página 12, 22/04/2001).

13 Desde ya que el desenlace de la coyuntura política en la región fue determinante en el escenario marplatense (Kan 2010a).

14 Un primer análisis de estas movilizaciones lo hemos realizado en Kan y Socoloff (2012).

15 La Consulta Popular constó de tres preguntas: 1) ¿Está de acuerdo con que la Argentina ingrese al ALCA?; 2) ¿Está de acuerdo con que la Argentina siga pagando la Deuda Externa?; 3) ¿Está de acuerdo con que Argentina autorice el ingreso al territorio nacional de militares de EEUU para bases o ejercicios conjuntos? Los resultados a estas preguntas mostraron un No rotundo: 96% en la primera pregunta; 88% en la segunda, y 97% en la tercera. Al respecto, véanse Echaide (2005) y Kan y Pascual (2011a)

16 Encontramos un registro de estas protestas en http://alainet.org/active/5791

17 La firma del CAFTA es el dato más relevante en relación a la política comercial norteamericana en la región durante ese año y es parte de un significativo paso en la ampliación de la esfera de influencia del capital norteamericano en Centroamérica. Como afirman Seoane y Taddei (2003:87), la conclusión de las negociaciones en torno al CAFTA fueron acompañadas por la tentativa de un reforzamiento del Plan Puebla Panamá, a través de la promoción de inversiones en infraestructura y de la presión norteamericana para lograr que los países involucrados en el CAFTA se retiren del G22 de la Ronda Doha, conformado en Cancún. En el mismo sentido, se aprobaba en el poder legislativo chileno el TLC entre ese país y Estados Unidos que entró en vigencia a partir del 1º de enero de 2004. Además, comenzaron negociaciones para la firma de un TLC entre Colombia y Estados Unidos, adelantando la estrategia de intentar dividir la región y negociar por separado en un contexto cada vez más desfavorable para su iniciativa continental. La estrategia de firmar TLC bilaterales, fue la forma que encontró EE.UU. de avanzar con su libre comercio en a región cuando las discusiones por el ALCA comenzaban a tensionarse (Katz, 2006).

18 A los existentes con Chile y con Centroamérica, luego de Mar del Plata Estados Unidos consiguió el TLC con Perú. Aunque resistido por la fuerte protesta social, producto de los perjuicios para las economías campesinas y los pequeños productores, Toledo firmó el acuerdo antes de terminar su mandato y el mismo fue continuado por Alan García y Ollanta Humala. Ecuador, luego de la asunción de Correa, canceló todo tipo de negociación por un TLC. Las tentaciones a Paraguay y Uruguay no pasaron de eso, aunque en Uruguay las presiones son cada vez mayores. Luego de varios años en discusión, se firmó en 2011 el TLC entre Estados Unidos y Colombia, trabado casi una década en el parlamento norteamericano. Recién a partir de 2012 Estados Unidos pudo reposicionarse nuevamente con su estrategia comercial y geopolítica en la región, aunque sea en parte de ella, mediante la Alianza del Pacífico, ente los cuatro países que firmaron TLC: México, Colombia, Perú y Chile.

19 Sobre todo a partir del cambio en la relación bilateral entre Argentina y Brasil anunciada con el"Consenso de Buenos Aires", por Lula y Kirchner en 2003, el MERCOSUR avanzó en aspectos políticos e institucionales, que continuaron en 2005, 2006 y 2007. Por ejemplo, se instaló definitivamente en 2004, con sede en Asunción, el Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur, creado en febrero de 2002 mediante el Protocolo de Olivos, para la Solución de Controversias. En 2003, por Decisión CMC Nº 11/03, se creó la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur (CRPM) con un Presidente a cargo. Éste representa al Mercosur ante terceros, el primer presidente fue Eduardo Duhalde, luego otro argentino, Carlos "Chacho" Álvarez durante dos períodos y posteriormente el prestigioso especialista diplomático brasileño, Samuel Pedro Guimaraes. En diciembre de 2004, en la Cumbre de Presidentes de Ouro Preto, se estableció el Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) (Decisión CMC Nº 45/04), con el fin de financiar programas de convergencia estructural, competitividad, cohesión social, e infraestructura institucional; se creó el Grupo de Alto Nivel (GAN) para la formulación de una Estrategia MERCOSUR de Crecimiento del Empleo (Grupo de Alto Nivel para el Empleo); se encomendó a la Comisión Parlamentaria Conjunta la redacción de una propuesta de Protocolo Constitutivo del Parlamento del Mercosur. También en esta Cumbre, se decidió dar inicio al Parlamento del MERCOSUR acordando que contaría con 18 representantes de cada país para el 2010, inicio que será rubricado en una Cumbre de Montevideo a fines de 2005. El 6 de julio de 2005 se firmó el Protocolo de Asunción sobre Derechos Humanos del Mercosur. En la Cumbre de Presidentes de Córdoba del MERCOSUR, del 20 al 22 de julio de 2006, se aprobó el ingreso de Venezuela al Mercosur y la Estrategia Mercosur de Crecimiento del Empleo (Decisión CMC Nº 04/06); se creó el Observatorio de la Democracia del Mercosur (Decisión 24/06); se estableció que Argentina sería sede permanente del Mercosur Cultural. Posteriormente el 21 de diciembre de 2006 Bolivia pedía su ingreso al Mercosur como Estado parte. Por Decisión CMC 35/2006 se incorporó al Guaraní como uno de los idiomas del Mercosur. En la Cumbre de Presidentes realizada en Mar del Plata el 18 de enero de 2007 se aprobó el pedido de Bolivia de integrarse al Mercosur creando un Grupo Ad Hoc para su implementación y los primeros once proyectos piloto del FOCEM (Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur).

20 En la reunión de Ginebra, de julio de 2008, Brasil rompió esa sociedad, aceptando reducir niveles de protección industrial exigidos por los países centrales como contracara de reducir en aquellos lugares los subsidios agrícolas. Según Bernal Meza "La mayor flexibilidad del Brasil en la OMC obedece al reposicionamiento que este país busca dentro de la OMC como parte de su estrategia de 'país con intereses globales'", (Bernal Meza, 2008: 29).

21 En Colombia, el Valle de Cauca ha sido una región donde la agroindustria resultó favorecida y aumentó sus exportaciones hacia los Estados Unidos. Haciendo un balance de los tres años del TLC, Esteban Piedrahita, presidente de la Cámara de Comercio de Cali, declaró: "Hay que explorar con énfasis la zona Oeste de los EE.UU. ya que allí hay una población hispana importante. Allí el Valle tiene gran oportunidad". Sin embargo, también aparecieron algunos matices, por replicarse el mismo problema que hubo en las negociaciones del ALCA: los subsidios y las barreras. Juan D. Castaño, gerente regional de la Asociación de Comercio Exterior de Colombia (Analdex), declaraba: "Necesitamos que el país avance en otros temas de facilitación del comercio con Estados Unidos. Los beneficios del TLC no son del todo efectivos si no se superan las 'trabas' fitosanitarias y aduaneras", (El País de Colombia, 15/5/2015). Véase http://www.elpais.com.co/elpais/economia/noticias/agroindustria-potencial-valle-cauca-para-conquistar-nuevos-mercados. En Costa Rica, integrante del CAFTA entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, desde la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (Uccaep), se presentó un balance tras ocho años de efectuado el referendo histórico donde los costarricenses decidieron la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC). Su presidente, Ronald Jiménez, señalaba que si se toma en cuenta lo ocurrido en la apertura de las telecomunicaciones "Pasamos de hacer fila para obtener un celular, a obtenerlo en minutos en cualquier centro comercial, lo cual llevó a que Costa Rica pasara de una penetración de celular por habitante de un 60 % a un 120 %, entonces, creo que esa es una de las muestras de que el balance fue positivo (...) tuvo también un balance positivo la atracción de inversión extranjera directa en Costa Rica, lo cual se tradujo en más y mejores empleos". A pesar de que la mayoría del sector empresarial defiende el tratado, Óscar Campos, quien fuera el presidente de la Corporación Arrocera Nacional, observó que: "Fue una decisión equivocada, pues sectores como el arrocero, el de frijoles, leche, azúcar y palma se debilitaron (...) Al arroz lo mató el Tratado porque lo que hicieron fue dar contingentes, renunciar a la salvaguarda especial agrícola, dar una degradación arancelaria de hasta 0 y eso es realmente una situación irreversible, y en el sector arrocero en lo que tiene que ver con el Tratado, el peor golpe de toda su vida, porque los negociadores que dijeron que iban a excluirlo, no lo hicieron". En Perú, el año de firma del tratado, la Cámara Anual de Ejecutivos (CADE) realizaba, entre los presidentes de directorio de las principales mil empresas peruanas, una encuesta sobre la opinión del TLC, que resultaba mayoritariamente favorable: el 93% respondió estar a favor del TLC y sólo el 7% opinó en contra. Además, al ser consultados sobre cuál de los dos países se beneficiaría más con el acuerdo bilateral, un mayoritario 53% respondió que el Perú sería el principal beneficiado, mientras que el 38% señaló que los estadounidenses serían los mayores ganadores. El restante 9% se abstuvo de emitir opinión. Información extraída del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo de Perú. Véase http://www.sice.oas.org/TPD/AND_USA/Studies/TLCPeruNocionesClave_s.pdf

22 La Confederación Nacional de la Industria (CNI) emitió un comunicado advirtiendo al gobierno de Dilma Rousseff que su país podía quedar "aislado, corriendo riesgo de perder más espacio en sus mercados si no entra totalmente en el juego mundial de buscar nuevas sociedades en el comercio internacional". Por su parte, el director de Relaciones Internacionales de la FIESP, Roberto Gianetti da Fonseca, proponía librarse del MERCOSUR, rebajando el acuerdo de unión aduanera a zona de libre comercio: "Pues, no vamos a concluir ningún acuerdo teniendo a la Argentina y Venezuela como socios" (La Nación 9/6/2013).

23 Este búsqueda de inserción en otros esquemas comerciales, de varios capitales brasileños, tanto del agronegocio como de industriales con capacidad exportadora, fueron analizados recientemente por Míguez y Crivelli (2014).

24 Esto generaba tensión entre Lula y los empresarios, por ejemplo ante el proceso de nacionalizaciones venezolanas de empresas argentinas, como el caso Sidor, del poderoso grupo económico Techint. El 4/6/2009 a través de un comunicado oficial, titulado "La Fiesp manifiesta preocupación con el repetido incumplimiento de las reglas da la OMC por el gobierno venezolano", su presidente, Paulo Skaf afirmaba sobre el hecho: "La FIESP toma conocimiento de la posición da la UIA, a través de su presidente Héctor Méndez sobre el tema y manifiesta igual preocupación con el respectivo incumplimiento das las reglas de la OMC por el gobierno venezolano. Tal procedimiento coloca en riesgo la estabilidad y la seguridad jurídica de contratos con empresas privadas de aquél país en el exterior. (...) las acciones del gobierno venezolano en lo que concierne a las nacionalizaciones son contrarias al desarrollo da la actividad empresarial, además de no respetar las reglas internacionales de comercio". Véase http://www.fiesp.com.br/noticias/nacionalizacoes-de-empresas-argentinas-na-venezuela/

25 Cuando comenzó la discusión en el parlamento, Arthur Virgilio y José Agripino, líderes de los bloques parlamentarios del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) de Fernando Cardoso, en conjunto con el también opositor Partido Demócrata (DEM), anunciaban públicamente que "bloquearán el pedido de ingreso de Venezuela al Mercosur" (Clarín 23/9/07). En respuesta a ese reticente senado, el canciller Celso Amorim manifestaba que, para darle prioridad a la integración regional, "es preciso intensificar la integración económica con Venezuela" (Clarín 17/11/07).

26 "No necesitamos comprar el barullo y el desgaste político que esa casi-dictadura implantada por el coronel Hugo Chávez causará en el Mercosur, un Mercosur que agoniza" (El País, 15/12/09) declaraba el senador opositor Arthur Virgilio, quien finalmente perdió la batalla de los votos en el senado. El siguiente pasaje que encontramos en un editorial en la página web de la FIESP, donde un jurista analiza el sistema político y presidencial en Venezuela, Ecuador y Bolivia, ilustra la opinión de la cámara empresarial sobre esos países: "El poder que posee el presidente, principalmente en las democracias venezolana, ecuatoriana y boliviana le permite convocar plebiscitos y referendos de acuerdo con sus necesidades políticas.
Manipulan la opinión pública", http://www.fiesp.com.br/noticias/atuacao-presidencial-na-bolivia-venezuela-e-equador-e-analisada-por-especialista/

27 Con Argentina fue de mayor tensión la relación, a raíz del conflicto de las pasteras en la ciudad de Gualeguaychú.

28 Véase http://www.sociedaduruguaya.org/2006/05/empresarios-a-favor-de-tlc-con-eeuu.html

29 Véase la "Declaración de Brasilia" en http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/di1-9-00.htm

30 Véase "Consenso de Guayaquil", Especialmente el "ANEXO III" donde se detalla el Plan de Acción nacido en Brasilia con proyección de 10 años para obras de infraestructura en América del Sur destacándose las áreas de energía, transporte y comunicaciones, cuya coordinación operacional era delegada en el BID, la CAF y el FONPLATA. Allí se enumeran alrededor de 60 proyectos (en ejecución y en proyección) sobre un total de alrededor de 160 proyectos que se le adjudicaron a IIRSA, en http://www.comunidadandina.org/documentos/dec_int/CG_anexo3.htm.

31 A partir una encuesta realizada por la Sociedade Brasileira de Estudos de Empresas Transnacionais e da Globalizaçao Econômica (Sobeet) se analiza un índice que consideró tres componentes de las operaciones en el exterior: el número de empleos, el valor de los activos y el total de ingresos.

32 Otro caso llamativo lo constituyen las empresas multinacionales estatales, como Petrobras. En la actualidad, este gigante petrolero está presente en 27 países empleando más de 7.000 personas en actividades de producción, refinería y distribución (Sobeet/Valor, 2008: 64, citado en Giaccaglia 2010). La compañía se ha especializado en la exploración de petróleo en aguas profundas y se ha convertido en la mayor empresa latinoamericana que cotiza en bolsa.

33 Al respecto, un balance de la cantidad, la forma aplicación y la de los convenios en el marco del ALBA-TCP y las implicancias sociales se puede observar en Espinosa Martínez (2013).

34 Véase http://www.albamovimientos.org/%C2%BFque-es/

35 Los principales movimientos que adhieren son Argentina: CTA, Mocase-Movimiento Campesino Santiago del Estero, MNCI -Movimiento Nacional Campesino y Indígena, FPDS - Frente Popular Dario Santillán, Pañuelos en Rebeldía, Movimiento la Dignidad y la Corriente del Pueblo de Jujuy, Agrupación Kiki Lezcano, MULCS, Marea Popular, Movimiento Túpac Katari. Brasil: MST- Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, MPA - Movimiento de los Pequeños Agricultores, MAB - Movimiento de los Afectados por las Represas, CPT - Comisión Pastoral de la Tierra, ABEEF- Asociación Brasileña de Estudiantes de Ingeniería Forestal, FEAB-Federación de los Estudiantes de Agronomía de Brasil, MMM - Marcha Mundial de Mujeres, CP - Consulta Popular, AP - Asamblea Popular, CTB - Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil, CEBRAPAZ - Centro Brasileño de Solidaridad a los Pueblos y Lucha por la Paz, Grito de los Excluídos Continental, Jubileo Brasil, Uneafro - Unión Nacional de los Estudiantes Afrodecendientes. Chile: Plataforma Nexos, Colectivo Andamios, Anamuri, Colombia: CNA - Confederación Nacional de los Agricultores, Fensuagro - Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, Costa Rica: UNAG-Unión Nacional de Productores Agropecuarios, Grito Mesoamericano, Cuba: Centro Memorial Martin Luther King, Jr., ANAP- Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, Ecuador: ALAI -Agencia Latinoamericana de Información, FENOCIN-Federación de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, Mujeres por la Vida, Guatemala: CUC -Comité de Unidad Campesina. Paraguay: Movimiento Tekojojá, MCNOC-Mesa Coordinador Nacional de Organizaciones Campesinas, FSP - Frente Social y Popular. Uruguay: PIT-CNT- Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) y Convención Nacional Trabajadores (CNT), Amigos de la Tierra. Nicaragua: ATC - Asociación de Trabajadores del Campo Venezuela: CTU- Comités de Tierra Urbana, FNCEZ- Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora. La información fue extraída del sitio oficial http://www.albamovimientos.org y de Guerrero (2013).

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Documentos consultados:

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ALBA (S/D). "Qué es el ALBA", en http://www.alianzabolivariana.org/que_es_el_alba.php

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Sociedad Rural Argentina (2003): "ALCA: sin el agro no hay negocio"

Diarios relevados:

Clarín (Argentina)

El Cronista Comercial (Argentina)

La Nación (Argentina)

Página 12 (Argentina)

La Jornada (México)

El País (Uruguay)

Folha de Sao Paulo (Brasil)

O Estado Sao Paulo (Brasil)

El País de (Colombia)

Recibido: 31.03.15
Recibido con modificaciones: 19.11.15
Aprobado: 01.12.15

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