SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número26La participación de las mujeres en la Universidad Nacional de Santiago del Estero: Rasgos de una feminización en aumentoPotencialidades locales para el abordaje integral del trabajo infantil en el partido de general Pueyrredón, Argentina índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.26 Santiago del Estero jun. 2016

 

MUJERES Y JOVENES: ESCENAS Y PROCESOS

Prácticas culturales y construcción de identidades juveniles en la Argentina actual 

Cultural practices and construction of youth identities nowadays in Argentina 

As práticas culturais ea construção de identidades juvenis na Argentina de hoje. 

 

Octavio Stacchiola*

* Licenciado en Sociología. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo. Correo: ostacchiola@hotmail.com

 


RESUMEN

En Argentina, desde la década del noventa hasta la actualidad, la relación entre las prácticas culturales y la construcción de identidades juveniles ha tenido amplias repercusiones. Principalmente porque es en este período que se produce un resquebrajamiento de los espacios de integración usuales -ámbito escolar y laboral- en que las clases sociales se incorporaban al proyecto societal que encabezaba el Estado-Nación, previo a esta etapa. Frente a un escenario por demás complejo, otros espacios de participación dinamizaron experiencias colectivas novedosas en la que los y las jóvenes asumieron un protagonismo central. En este sentido, a través de nuestro trabajo, se procura dar cuenta de algunas de las experiencias sobre las que los y las jóvenes de las clases populares sostienen una postura ante estos procesos por medio de determinadas prácticas culturales -desde su lugar específico- y que se orientan hacia una socialización política particular.

Palabras clave: Juventud; Identidad; Cultura; Política; Participación

ABSTRACT

In Argentina since the nineties, the relationship between cultural practices and the construction of youth identities had wide repercussions. Mostly because in this period represents a breakdown of the usual integration spaces -school and laboral fields- in which social classes were incorporated into the societal project headed by the State- Nation, previously to this stage. Despite an complex stage, other spaces of participation encouraged collectives experiencies where young people take on a central role. In this sense, through our work, we seek to account for some of the experiences that young people of the lower classes hold a position on these processes by cultural practices that could be oriented toward a particular political socialization.

Keywords: Youth; Identity; Culture; Politic; Participation

RESUMO

Na Argentina, desde os anos noventa até o presente, a relação entre as práticas culturais ea construção de identidades juvenis teve amplas repercussões. Principalmente porque é neste período que a repartição dos espaços habituais -scope integração escolar e laboral- ocorre quando as aulas foram incorporadas ao projeto social dirigido pelo Estado-nação, antes desta fase. Diante de um cenário complexo para os outros, outras áreas da participação mais dinâmicas experiências coletivas inovadoras em que os jovens assumiram um papel central. Neste sentido, através do nosso trabalho, buscamos perceber algumas das experiências que os jovens das classes mais baixas têm uma posição sobre estes processos através de certas práticas culturais de-seu lugar e especificidade são direcionados para uma socialização política particular.

Licencia Creative Common http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode


 

SUMARIO

Introducción. 1. Las transformaciones en la sociedad argentina bajo el neoliberalismo. 2. Juventud(es), identidad(es) y música(s): interviniendo musicalmente en la conflictividad social. 3 Conclusiones. Bibliografía

*****

Introducción

En los últimos años, las sociedades se han configurado bajo la sedimentación histórica de múltiples crisis, producto del encadenamiento de numerosas contradicciones. En estas condiciones, el neoliberalismo como nueva etapa de acumulación capitalista, se ha constituido en ejercicio de su hegemonía, como ordenador general de las relaciones sociales de la época. Frente a este avance, las clases populares fueron testigo de una de las mayores reestructuraciones políticas, económicas y sociales del fin de siglo, teniendo notorias repercusiones en América Latina y más específicamente en Argentina, país en el que se asienta nuestro análisis. Pese a esto, las mismas han resistido con diverso éxito, conquistando y fortaleciendo un nutrido repertorio de experiencias colectivas de manera activa. Así es como, ante un contexto marcado por transformaciones tanto en el orden objetivo como en el subjetivo, han emergido distintos procesos de construcción identitaria con sus propias particularidades.
Estas formas de subjetivación novedosas no advinieron al mundo per se sino que forman parte de una circunstancia general del período. En Argentina, desde la década del setenta y hasta la actualidad, las identidades consideradas plenas y estables (identidades de clase e identidades nacionales, preponderantemente) disminuyeron su peso relativo en el carácter irrefutable para la elaboración identitaria. En este marco, los soportes con que regularmente los sujetos se posicionaban frente a la conflictividad social, son cuestionados o resignificados. Paulatinamente, esto se fue reafirmando en las generaciones de jóvenes que experimentaron su tránsito en la vida bajo esta nueva realidad. Sin que aquellas identidades desaparecieran del mapa social, otras subjetividades van a dar cuenta de ciertas mutaciones que se evidenciaban y que impactaban de lleno en los modos de elaborar determinados "nosotros" con capacidad de actuar conjuntamente.

Una de las dimensiones sobre las que se van a ir modelando estas propuestas identitarias, es en el terreno de las prácticas culturales y, más específicamente en la música. El campo musical, cada vez más recurrentemente, se va a erigir como un catalizador de experiencias, en el que algunos sectores sociales -por lo general, juveniles- van a depositar sus esfuerzos, ya sea para dar sentido a ciertas vivencias o para postular un "nosotros" como representación colectiva de una mirada en común.
Para ello, procuramos visibilizar producciones propias de los y las jóvenes de las clases populares, contra una mirada que observa estas experiencias como meramente reactivas, sin capacidad de transformación de la realidad. Más bien, pretendemos explicar por qué, ya sea en contextos de crisis o de estabilidad social, los sujetos no abandonan la idea de colectivo y que en ciertos pliegues, eso les permite oponer una resistencia a los procesos de individualización extendidos hasta la actualidad.
El trabajo está estructurado de la siguiente manera. Un primer apartado en el que se enuncian las principales mutaciones que se produjeron en la Argentina a partir del neoliberalismo y las repercusiones que ellas tuvieron en las generaciones de jóvenes. El segundo, describe los modos en que los sectores juveniles de las clases populares edifican ciertos "nosotros" con capacidad de actuar colectivamente, frente a los condicionamientos histórico-sociales que marcan la época. Y finalmente, se ensayan algunas conclusiones que nos permitan pensar en futuras líneas de indagación.

1. Las transformaciones en la sociedad argentina bajo el neoliberalismo

El período en que se desarrolla el análisis propuesto se considera como una etapa que ha producido numerosos cambios en la sociedad argentina y que aún lo continúa haciendo. En términos históricos, la nueva etapa de acumulación capitalista denominada "neoliberal", se instituye en la Argentina a mediados de la década del setenta -a partir de la dictadura militar- y se prolonga hasta la actualidad, aunque la misma ha transitado por distintos ciclos a lo largo de estas décadas.
El régimen de acumulación vigente fue precedido por un modelo que en esencia se caracterizó por dar impulso a la industrialización del país en aras de sustituir las importaciones. Durante décadas, la sociedad argentina viviría una etapa en la cual: tanto el trabajo como la escuela se erigieron como las vías habituales de integración y socialización; los partidos políticos y sindicatos se conformaron como los lugares predominantes para la configuración de una praxis política; el tejido social había logrado cierto grado de cohesión al instituirse pisos de igualdad progresivos; y finalmente, existía un marco regulatorio en donde prevalecían dinámicas tendientes a reforzar instancias colectivas inclusivas, por sobre los mecanismos de focalización e individuación que se visibilizarían posteriormente.
En este marco, los trabajadores constituirían una identidad colectiva por medio de la organización sindical y partidaria principalmente, aunque el eje clasista no sería la única fuente de dicha identidad. La configuración de una identidad colectiva a partir del carácter multidimensional de las luchas sociales se sujetó históricamente a los modos en que el peronismo interpeló a las clases populares, más cercanas a la noción de "pueblo" que a la de "clase social" (Svampa, 2005). Esto permitió la integración de los mismos en torno a la figura del "trabajador" o apelando simbólicamente a la "dignidad del trabajador", pero nunca tuvo una expresión política completamente clasista. Esto hizo que la incorporación de dichos sectores se realizara de acuerdo al binomio "trabajador-pobre", figuras complementarias que sintetizaban la unión del mundo obrero, organizado, pujante y sostén de los valores del trabajo. Y por otro lado, la imagen del desposeído o del humillado ante el cual, el Estado, se hacía presente cuando las políticas implementadas en materia económica eran insuficientes.
A mediados de la década del setenta comienza a agrietarse el modelo societal argentino antes señalado. La nueva etapa que se iniciaba con una dictadura militar (1976-1983) modificó de manera sustancial los ejes sobre los que se había asentado la acumulación capitalista, a partir de la represión sistemática sobre el movimiento obrero y la participación política, en general. Para este período, el segmento más concentrado de la burguesía nacional en alianza con las empresas transnacionales, instituyeron un programa económico que daba por finalizada la industrialización del país. Se llevó a
cabo un proceso de apertura de mercado, favoreciendo la concentración y extranjerización de la economía; se alentó la especulación financiera; el sector industrial dejó de ser el traccionador de los demás sectores productivos; se ubicó al "tercer sector" de producción de bienes y servicios, como el principal dinamizador de la economía; aumentó de manera exponencial la deuda externa - estatizándose la deuda privada-; el mercado de trabajo mutó al calor de la flexibilización y precarización de la oferta laboral; y muchas otras modificaciones (Torrado, 1992; Svampa, 2005).
Ya en democracia y principalmente durante los noventa, la cotidianeidad de las clases populares se vio profundamente modificada y con ella, las oportunidades de la juventud de dichos sectores para encarar una realidad que los marginaba y excluía. En términos subjetivos, estas transformaciones del mundo popular redefinieron las posibilidades de elaborar unos "nosotros" inescindiblemente marcados por una serie de procesos confluyentes en una situación de crisis social. Por un lado, fruto de la inestabilidad de las trayectorias escolares y/o laborales -cuando no inexistentes-. Por otro lado, por las agresiones recibidas de ciertas instituciones -la policía principalmente- y por la estigmatización debido a su "doble condición" -pobre y joven-1. En tercer lugar, por el avance de las industrias culturales y la influencia de los medios masivos de comunicación (Svampa, 2005). Y finalmente, por el descreimiento hacia ciertos ámbitos, como sindicatos y partidos políticos. En suma, una multiplicidad de fenómenos que, sin embargo, van a posibilitar la emergencia de novedosas politicidades.
En este sentido, se produjo una redefinición de los ejes identitarios con el cambio de modelo de acumulación, lo cual no implicó la desaparición total de las instituciones de regulación colectiva, ni su capacidad para elaborar modelos identitarios, sino que éstos mutaron a la par del surgimiento de otras subjetividades (Auyero, 1993). En las ciencias sociales esto provocó algunos sismos. Ante los procesos de descolectivización, atomización y vulnerabilidad social, categorías como la de "clase", por ejemplo, fueron cuestionadas. Más allá de la diversificación de la conflictividad social, el concepto de clase continuaría conservando una pertinencia sociológica en tanto, hasta la actualidad, sigue siendo operativo para comprender la contradicción capital/trabajo. Sin embargo, no debemos soslayar que, otras nociones, en un registro menos abstracto que el de "clase", fueron las que cobraron vigor y presencia para dar cuenta de esa reestructuración social.
En la Argentina, este corrimiento tuvo especiales implicancias en las generaciones de jóvenes que transitaron el período que comienza con el retorno a la democracia y que se extiende hasta nuestros días. Si bien las políticas neoliberales tuvieron un impacto transversal en el conjunto de la sociedad argentina, fueron los jóvenes de las clases populares quienes más sufrieron los profundos cambios. No obstante esto, desde esos mismos sectores surgieron una variedad de respuestas frente a situaciones de la vida cotidiana que obliga a cuestionar una mirada desencantada políticamente en donde los jóvenes, con una carga profundamente peyorativa, "ya no son lo que eran antes" (Reguillo, 2012; Bravo, 2007). El hecho concreto que indica que, por ejemplo, los jóvenes de las
clases populares no pudieran estructurar una identidad colectiva -como sí lo hicieron sus padres y abuelos- en torno a la figura del trabajador, no anula las capacidades de pensarse como colectivo.
Entre las formas en que las generaciones de jóvenes dieron cuerpo a ciertos "nosotros", vamos a considerar aquellas que se emplazan en el terreno de las prácticas culturales. La desarticulación de los sentidos ligados a las identidades en el trabajo, a la clase, a la nación, etcétera como "nosotros" fuertes y duraderos, comenzaron a coexistir con otros "nosotros" anclados más bien en lo cultural, el cual se erigió como espacio fértil para procesar experiencias colectivas que a muchos jóvenes se les hacía dificultoso -cuando no imposible- expresar en otros espacios.

2. Juventud(es), identidad(es) y música(s): interviniendo musicalmente en la conflictividad social

Durante la dictadura, la cultura rock asumió la condición de resistente e impugnadora, condición percibida y autoasignada por los propios actores del campo musical (Alabarces, 2008). Disgregadas las vías de politización frecuentes de la juventud -a través de los partidos políticos, sindicatos, organizaciones estudiantiles, guerrilleras y otras-, los militares extendieron su campo de acción represiva a recitales, músicos, canciones y públicos en donde los jóvenes se ampararon2. El rock sirvió como catalizador de las experiencias que vivenciaban aquellas generaciones de jóvenes, que sufrían por su condición etaria, a los cuales se les había clausurado las posibilidades de transformar la realidad y que elípticamente podían expresar sus sentimientos a través de la música: "(...) ese juego de fuerzas produjo una autoasignación de los actores de la cultura rock: si somos tan perseguidos, por algo será" (Alabarces, 2008: 39).
El fin de la dictadura y el retorno a la democracia, ubicó a la cultura rock en un campo mucho más complejo. A partir de éste período, el rock se masifica y comienza a conquistar cierta legitimidad dentro de la denominada música popular argentina, cuyos actores principales eran hasta el momento, el tango y el folklore. Asimismo, comienza un proceso que trastoca la configuración identitaria de los jóvenes. De manera creciente, las identidades musicales van a ocupar un papel trascendental en los modos en que la juventud se piensa como colectivo. El terreno musical y el del rock en particular, se presentará como espacio en donde generaciones de jóvenes procesan, entienden y referencian el conflicto social de la época. Las prácticas culturales en muchos casos positivaron, aunque sea limitadamente y a corto plazo, la experimentación social, siempre teniendo en cuenta que "(...) las expresiones culturales del conflicto, más que tener un carácter performativo, más que lograr transformaciones inmediatas y verificables se construyen desde la apelación a la visibilidad como modo de resistencia" (Saintout, 2009: 115).
Dado que el campo musical contiene numerosos actores, producciones, públicos y demás variables intervinientes, nuestro análisis se circunscribe a los anudamientos específicos que se generan en el terreno del rock nacional, y más concretamente, en una vertiente denominada "rock mestizo", que permiten la elaboración de un(os) nosotros a jóvenes de sectores populares de la provincia de Mendoza. Para delimitar ese campo problemático, se ha decidido establecer como unidad de análisis el caso de la banda mendocina "Insurrektxs". El caso cuenta con algunas características particulares, aunque comparte rasgos comunes con otros fenómenos del ámbito local, lo cual nos permite pensar en un caso extendido, más que en una expresión aislada.
A grandes rasgos, el rock mestizo se presentó hacia la década del noventa en la Argentina como una vertiente que refrescó el rock nacional, con una propuesta musical novedosa, pero además con una innovación estética e incluso ética. En términos musicales, el rock mestizo sobreviene de la fusión del rock con otros géneros más bien ligados a la música popular, tales como el folclore, ritmos afrolatinoamericanos y algunos géneros populares de la música anglosajona.
El rock mestizo emergió marginalmente (Tagarelli, 2007). En primera instancia, esto se vislumbra por su contexto de ingreso en el escenario del rock vernáculo. Se consolida en éste campo en los noventa, trazando cierta distancia con el rock nacional, tanto de aquellos músicos que están desde los albores, como de los que se fueron incorporando en el período post-dictadura, más precisamente, quienes se agrupaban bajo el rótulo de "rock barrial". Sin embargo, esto no implicó el abandono de temáticas comunes, como lo son, la idea de nación, el conflicto social, la juventud, etcétera. En segundo lugar, porque viabiliza en el terreno cultural, experiencias de los sectores populares. A través del rock mestizo se articula una construcción de lo popular de forma disruptiva: se resalta la marginalidad "cultural" en el campo del rock nacional, pero también se expresa la marginalidad "social", en tanto hay alusiones al barrio, la calle, la cultura urbana y vivencias propias de las clases subalternas, donde se señalan aspectos y experiencias vinculadas al par dominación/resistencia. En tercer lugar, la extracción social de los músicos como también de los públicos, se encuentra arraigada tanto a los sectores populares, como así también a las clases medias empobrecidas, permitiendo el entrecruzamiento de universos simbólicos distintos. Y en cuarto lugar, una característica sumamente importante es que el rock mestizo en Argentina se elabora y se proyecta periféricamente, desde el interior hacia el centro del país -Capital Federal, Buenos Aires-. Esto implica una relación distinta con el circuito comercial porteño y con la industria musical en general, en tanto las expresiones rockeras no quedan circunscriptas exclusivamente al Gran Buenos Aires, sino que se complejiza el trayecto, al marcar un recorrido inverso al que muchas bandas deben someterse para producir y transmitir su música.
En cuanto a "Insurrektxs", la banda se formó hacia fines de la década del noventa y los primeros integrantes que la conformaron pertenecían a lo que se conoce como barrios del Oeste del Gran Mendoza (La Favorita) y a la zona de Villa Hipódromo, del departamento de Godoy Cruz. En los primeros años, las presentaciones que fueron realizando estaban circunscriptas a los departamentos que conforman el Gran Mendoza (Capital, Guaymallén, Las Heras, Godoy Cruz y Maipú). Estas presentaciones que se hacían en las distintas barriadas populares de cada departamento, se desarrollaban en paralelo con un trabajo social ya sea, acompañando toma de tierras o brindando talleres de educación popular para las diferentes comunidades o, por otro lado, participando en distintas marchas (con HIJOS o con "No Pasarán", por ejemplo) o manifestaciones populares, como lo fueron las organizadas por la Asamblea Popular por el Agua de Mendoza, a partir del conflicto vinculado a la megaminería y la contaminación del agua en 2007.
Hacia el período 2001-2002, en el contexto del estallido social producto de una crisis económica y política insostenible, los integrantes de la banda deciden llevar a cabo la ocupación de un terreno baldío, en las cercanías del Hospital Lencinas de Godoy Cruz, conformando "La kasita del Parke", un centro cultural autogestionado. El mismo fue completamente edificado por los integrantes de la banda y con la ayuda de algunos vecinos. "La kasita del Parke" se gesta no solamente como un centro cultural autónomo de cualquier tipo de subvención o financiamiento - estatal o privado-, sino que promoverá un discurso contracultural. Desde la ocupación del terreno y la edificación de una casa por sus propios medios, hasta las actividades que se desenvolvieron al interior de la misma, estaban atravesadas por esta lógica relacional solidaria, pero a la vez contestataria. En cuanto a los talleres que se realizaron en La kasita, éstos tenían un perfil artístico: talleres de guitarra, percusión, teatro, arte circense, etcétera. Además, a lo largo de los años, se mantuvo una biblioteca popular que se dividía en dos áreas: por un lado, una biblioteca anarquista, que contenía no solamente libros de esta corriente de pensamiento sino también revistas, fanzines y otras publicaciones, que son producciones culturales propias del movimiento punk (poseen un formato rústico, sus costos al público son mínimos y sin búsqueda de ganancia por la venta); y por otro lado, un área de contenidos más bien específicos de educación primaria y secundaria, los cuales eran consultados por chicos y chicas de las inmediaciones del lugar.
En lo musical, "Insurrektxs" cuenta con una producción de cinco discos, el último presentado en 2014. Desde un principio, las canciones y los primeros dos discos tenían un estilo hardcore punk o punk rock. Estos discos son "Disturbio Kallejero" (1999) y "Libertad o Muerte" (2001). Sin
embargo, ya empiezan a tomar contacto con el proceso de mestización que venía produciéndose en la escena del rock -rock mestizo. Después de haber recorrido buena parte de Sudamérica, editan el disco "A pan y agua: efecto yanqui" (2005). El contacto con músicas de otras latitudes y culturas los lleva a experimentar con otros géneros, tales como el ska y el rock, aunque siempre manteniendo la base del punk. Al finalizar su segunda gira latinoamericana, editan en 2008 el cuarto disco "Música del Ghetto". Ya en 2012, de los ocho integrantes que componen la banda, cinco de ellos realizan la tercera gira andina, la cual los lleva a recorrer Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Durante esa gira, el repertorio combina algunas canciones que ya desarrollaban y además se incorporan canciones del último disco ("La cumbia rebelde sonando"), que básicamente contiene todas canciones con ritmo de cumbia.
Este trabajo forma parte de una investigación de mayor alcance sobre el grupo musical "Insurrektxs", presentado como Tesis de Licenciatura en Sociología, por la Universidad Nacional de Cuyo. Allí puede ahondarse tanto en los rudimentos teóricos y metodológicos que nos permitieron realizar el trabajo empírico y los insumos que estructuraron el análisis. Para dicha labor se utilizó un abordaje cualitativo, basado en la recolección de datos por medio de entrevistas grupales no estructuradas y la observación no participante. Asimismo, a través del análisis del discurso se examinó el contenido de las letras de diecinueve canciones seleccionadas, extraídas de los cinco discos que posee la banda a lo largo de su historia. Por otro lado, a partir de una recopilación iconográfica de la banda (afiches, fotos, imágenes, videos, pancartas y banderas), se indagó en la propuesta estética que ofrece la misma. Esto no solamente se reflejó en el material compilado, sino que se integró -propuesta musical y propuesta estética- en los recitales que la banda brindó en el período de estudio. Tanto la puesta en escena como la vinculación con el público son dos dimensiones complementarias que formaron parte del análisis.
Ahora bien, centrándonos en el análisis de caso propuesto, nos preguntamos: ¿qué tipos de miradas comunes elaboran estos jóvenes? ¿Cómo se definen esos "nosotros"? ¿Qué alcances tienen? Primeramente, dado que la definición del "nosotros" tiene carácter relacional, es decir, actúa a través de la diferenciación con un "ellos" (Dubar, 2002; Hall, 2003), observamos que las distinciones entre unos y otros se realizan de forma asimétrica y desigual. Esto significa que existe una polarización de fuerzas3 que pueden ser interpretadas de acuerdo al par dicotómico subalterno/dominante. En un nivel de abstracción superior, existe un posicionamiento desde la subalternidad. Comparativamente, parecieran alejarse de esos "nosotros" reducidos, efímeros y dinámicos para emplazarse en agrupamientos colectivos más amplios, buscando pensarse como jóvenes de las clases populares, dándoles ubicuidad en el conflicto social.
Esta particular forma de construcción de una identidad colectiva, con visiones y valores propios, se opone a concepciones dominantes. El alineamiento con sectores oprimidos, explotados o marginados se contrasta con figuras claves, tales como los ricos, los empresarios, la policía o el Estado. Dichos antagonismos nos permiten interpretar de qué maneras procesan la conflictividad social.
Por un lado, aparece un posicionamiento objetivo que se define por las condiciones materiales bajo las que han ido socializándose; por el contexto que los rodea, ya sea por el núcleo familiar o los distintos vínculos que hayan establecido con otros grupos de personas; y por la zona o el barrio en que han transitado sus vidas y que forma parte de su cotidianeidad. Y por otro lado, existe un posicionamiento subjetivo, que implica asumir los condicionamientos antes mencionados y tomar postura frente a ellos: esto significa reconocer su lugar en la sociedad, elaborar miradas comunes y sostener prácticas concretas frente a esa realidad, teniendo como horizonte de acción la crítica de lo establecido y las posibilidades de cambio en lo inmediato y a futuro.
La retórica antisistema presente en las entrevistas y en las letras de las canciones, se funda en la crítica del ordenamiento capitalista por lo que existe un posicionamiento claramente ideológico. En
ese juego el eje principal -pero no único- que motoriza el conflicto social puede ser leído en términos de clase. Al capturarse las luchas sociales en antagonismos como "opresión/liberación" o "explotado/explotador" la discusión no se circunscribe a diferencias éticas -valores, por ejemplo-, estéticas -modos de vestir e incluso, corporalidades- o discursivas, sino que remiten a un plano mayor en donde se enfrentan cosmovisiones contrapuestas para disputar posiciones de hegemonía. Estas narrativas identitarias (Pelinsky, 2000), además de indicar los actores intervinientes, señalan de forma directa espacios (el barrio, el trabajo, la calle, incluso territorios más globales, como América Latina) y contextos (la democracia, el neoliberalismo en Argentina, etcétera), que dan cuenta de cómo los sujetos reflexionan acerca de distintos procesos sociales en función de las herramientas "disponibles" -materiales y simbólicas- en una configuración cultural determinada.
En lo concerniente a las referencias espaciales y temporales en que se procesa la conflictividad social, el tiempo presente es el principal anclaje. Esto se expresa en la centralidad que ocupan tanto las experiencias vividas en primera persona como las singulares características que cobra el terreno de lo inmediato a la hora de posicionarse. Lo novedoso aquí se presenta en las percepciones del futuro. Uno de los elementos insignes del punk lo constituye su mirada pesimista del porvenir de la juventud, un relato casi nihilista de lo que les depararía en el futuro (recordemos la consigna "No Future" o No Hay Futuro). Esta postura que reafirmaba el tiempo presente y por tanto, limitaba cualquier tipo de proyección a mediano o largo plazo, hizo mella en las generaciones de jóvenes de la década de los noventa y se consolidó como rasgo distintivo del movimiento punk hasta la actualidad. Sin embargo, por lo menos desde lo discursivo, ese escepticismo ante el futuro se refuta al cotejar las letras y las opiniones de los entrevistados. En numerosas oportunidades aparece reflejada una consecución lógica: si en el presente estamos luchando, defendiendo y resistiendo, existe un horizonte a largo plazo que nos permite imaginar una sociedad distinta.
En definitiva, parece rubricarse una conectividad entre pasado, presente y futuro. Este reconocimiento ampliado de las referencias temporales converge con las miradas del espacio, el cual no se circunscribe únicamente a lo local o lo inmediato sino que se piensa en escenarios más abarcativos. La confluencia de ambos registros de cierto modo rebate esta idea generalizada de la incapacidad de los sectores juveniles para ubicarse en una época, dentro de un trazado histórico y actuando exclusivamente a través de algunas acciones focalizadas.

3. Conclusiones

A nivel general, podemos concluir que la música en sus múltiples registros, ya sea como práctica, como lenguaje, como discurso y como medio de consumo, se constituye como una vía para una socialización política particular. Esto significa que asume cierto grado de politicidad con sus condiciones específicas, lo cual la distingue de otros tipos. No es menor destacar este hecho, dado que las formas de politización discurren por zonas muy amplias y existen distintos matices para definirlas. La potencialidad de observar la politicidad en un sentido diversificado, viene a impugnar una visión de lo político estrictamente circunscripta a ciertos espacios donde se disputa el poder -en sentido teleológico- y con posicionamientos antagónicos definidos por mera yuxtaposición: en el terreno de la lucha hegemónica las relaciones son dialécticas, lo cual implica modificaciones mutuas, conflictos, negociaciones. Por lo tanto, en el campo de la música los sujetos involucrados, están constreñidos activamente en complejos procesos de disputa de lo simbólico.
En cuanto a las características del tipo politicidad existen distintos parámetros para identificarlas. Desde lo discursivo, ya sea en las letras de las canciones o las opiniones de las entrevistas, existe un rechazo muy marcado hacia cualquier tipo de coacción, pero principalmente a las que se instrumentan desde ciertas instituciones, llámese Estado, policía o iglesia, o determinados valores y tradiciones, ya sean mandatos sociales o cánones estéticos. Por tanto, las formas de consenso se construyen desde lo "no estructurado" o lo "no sistémico": aunque la propuesta emerge desde el rechazo a formas de organización opresivas, revela también un costado positivo cuyos valores se orientan en la búsqueda de una sociedad justa, solidaria y por un bien común. Lo
novedoso en éste tipo de propuestas es el abandono de una lógica "de resistencia" por una de carácter más bien propositivo. Es decir, los insumos tanto teóricos como prácticos del anarquismo y del movimiento punk, son utilizados para resistir y luchar contra el sistema -capitalista- pero por otro lado, para desarrollar identidades y acciones colectivas de forma instituyente.
Quizás el contraste más claro con respecto a otros discursos podemos hallarlo en la importancia de la práctica o la experiencia al momento de sostener un mensaje. La discordancia con las alocuciones de "los políticos" se refleja en que los valores que se intentan transmitir se hacen efectivos en la práctica cotidiana, están respaldados en experiencias propias de los sujetos. La legitimidad discursiva radicaría entonces en el achicamiento de la brecha entre "lo que se dice" y"lo que se hace". Esta referencia asume una particular importancia en el contexto argentino de lasúltimas décadas, en donde generaciones de jóvenes no se sienten representados por ciertos discursos políticos o les es imposible levantar una voz en conjunto.
Llegado a este punto, arribamos a dos posibles conclusiones. Primeramente, pese a los complejos procesos de fragmentación, atomización y polarización social que se han producido en las últimas décadas en nuestro país, con su inmenso impacto en las generaciones de jóvenes socializados bajo este contexto, no se diluyó las capacidades de estos para continuar pensando en marcos colectivos. Ineludiblemente, esto puede ser contrastado con las numerosas experiencias de participación que se fortalecieron en distintos espacios, frente al abandono sistemático de las instituciones -escuela, principalmente- y otros ámbitos de agregación -trabajo, sindicatos, partidos políticos-. En este sentido, las prácticas culturales asumieron un papel relevante en ese repertorio de experiencias emergentes, constituyéndose en una vía alternativa para los jóvenes que buscan elaborar ciertos "nosotros" con miradas y valores propios y como forma de interpelación a sí mismos y a un sector importante de la sociedad.
Y en segundo lugar, que esas formas de construcción identitaria vehiculizan en determinados pliegues, una socialización política específica. Pese a no constituirse de forma sistemática, como sí había sucedido en generaciones anteriores, lo político por medio del lenguaje musical, se registra tanto en los modos de procesar la conflictividad social (a través de sus gestos de resistencia, sus posicionamientos ante ciertas luchas, los valores reivindicados), como en las prácticas instituyentes alternativas (formas de vida, maneras de relacionarse) tendientes a impactar, por lo menos figurativamente, en grupos o sectores subalternos que son desfavorecidos por el sistema. En definitiva, hay una búsqueda permanente por impugnar, quizás de forma dificultosa y contradictoria, una cosmovisión hegemónica, proponiendo diferentes caminos, aunque el mayor desafío es transformar esas subjetividades en un principio de articulación que favorezca la transformación social.

Licencia Creative Common http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode

Notas

1 Esto se debió a la redefinición del rol del Estado. Los objetivos rectores de la reforma estructural del Estado fueron, por un lado, sopesar el papel de éste en la relación entre economía y sociedad, desarticulando su lugar estratégico como regulador entre ambas esferas y, por otro lado, consolidar una matriz estatal que se apoyara en tres dimensiones: el patrimonialismo, el asistencialismo y el reforzamiento del sistema represivo institucional (Svampa, 2005). El giro político-ideológico de transformar trabajadores en pobres (Merklen, 2005), delimitó las acciones del Estado: contención de la pobreza, acciones focalizadas, políticas sociales compensatorias, etcétera. Apuntó a controlar a las clases populares por medio de la represión policial, criminalizando el conflicto social, siendo las juventudes de los sectores populares uno de los grupos más afectados sobre los que se descargó la violencia institucional. Si bien existen algunas rupturas y continuidades, el escenario post 2001 dio al Estado otra orientación: se desarrollaron líneas estratégicas de acción tendientes a recuperar la capacidad de regulación estatal, instrumentando planes de redistribución de la riqueza, denominando al nuevo modelo como "neodesarrollista con inclusión social". Sin embargo, las nuevas políticas económicas no lograron provocar una ruptura taxativa con el modelo de acumulación neoliberal, principalmente en materia de inserción laboral para los sectores juveniles.

2 No es menor decir que, como fuente de resistencia, también tuvo sus contradicciones: durante la guerra de Malvinas (1982), se produjo un rechazo a todo lo vinculado al "inglés", lo cual abrió espacios para la difusión de música a intérpretes nacionales, quienes tuvieron una amplia acogida.

3 Siempre los posicionamientos poseen "fronteras porosas", es decir, no están impermeabilizadas al juego dialéctico que permite el flujo de intercambio.

Bibliografía

1. Alabarces, Pablo. Resistencias y mediaciones: estudios sobre cultura popular; Buenos Aires: Paidós, 2008.         [ Links ]

2. Auyero, Javier. Otra vez en la vía: notas e interrogantes sobre la juventud de los sectores populares, Buenos Aires: Espacio, 1993.         [ Links ]

3. Bravo, Nazareno. Acción colectiva y construcción de identidad en sectores populares de la Argentina actual. El caso de la Biblioteca Popular del Barrio La Gloria en Mendoza, Tesis Doctoral, Buenos Aires: FLACSO, 2007.         [ Links ]

4. Correa, Gabriel. El rock argentino como generador de espacios de resistencia, Revista Huellas: Búsquedas en artes y diseño, N° 2, Mendoza, 2002.         [ Links ]

5. Cosso, Pablo. La radicalidad sin estructuras. Panorama histórico-antropológico del movimiento punk en Argentina, II Jornadas internas de la carrera de Antropología, Universidad Nacional de Salta, EUNSa, 2008.         [ Links ]

6. Cousinet, G.; Padilla, M.; y otros. Extramuros: la historia del movimiento del rock mendocino. 1 ed. Editorial de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, U.N.CUYO, Mendoza, 2001.         [ Links ]

7. Dubar, Claude. La crisis de las identidades: la interpretación de una mutación, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2002.         [ Links ]

8. Gramsci, Antonio. Antología, México, Siglo XXI, 2005.         [ Links ]

9. Grimson, Alejandro, Los límites de la cultura, Buenos Aires, Siglo XXI, 2010.         [ Links ]

10. Hall, S. y Du Gay, P. (comp.) Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires, Amorrortu, 2003.         [ Links ]

11. Merklen, Denis. Pobres ciudadanos: las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983-2003), Buenos Aires, Gorla, 2005.         [ Links ]

12. Pelinsky, Ramón. Invitación a la etnomusicología: quince fragmentos y un tango, Madrid, Ediciones Akal, 2000.         [ Links ]

13. Reguillo, Rossana. Culturas juveniles: Formas políticas del desencanto, Buenos Aires, Siglo XXI, 2012.         [ Links ]

14. Saintout, Florencia. Jóvenes: el futuro llegó hace rato, Buenos Aires, Editorial Prometeo, 2009.         [ Links ]

15. Svampa, Maristella. La sociedad excluyente; la Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Buenos Aires Taurus, 2005.         [ Links ]

16. Tagarelli, Diego. Crisis y transformaciones socioculturales en la Argentina durante la década del noventa: la emergencia del Rock Mestizo como expresión marginal de los sectores populares, Tesis de Grado, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNCuyo, 2007.         [ Links ]

17. Torrado, Susana. Estructura social de la Argentina 1945-1983, Buenos Aires, Ediciones De la Flor, 1992.         [ Links ]

Recibido: 16.08.15
Aprobado: 23.10.15

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons