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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.28 Santiago del Estero ene. 2017

 

TRABAJADORAS Y TRABAJADORES DEL CUIDADO EN ARGENTINA

Introducción al Dossier  

Trabajadoras y trabajadores del cuidado en Argentina 

Care workers in Argentina 

Trabalhadoras e trabalhadores do cuidado em Argentina 

 

Francisca Pereyra Valeria Esquivel 

 

¿Por qué estudiar a las trabajadoras y trabajadores del cuidado? La propia denominación de esta fuerza laboral constituye un término (relativamente) nuevo en la literatura académica. Antes de comenzar, conviene quizá definir a qué alude esta etiqueta que engloba a un conjunto heterogéneo de ocupaciones. Se trata de personas cuyo trabajo remunerado conlleva "un servicio de contacto personal que mejora las capacidades humanas de quien lo recibe" (England, Budig y Folbre, 2002:455). Así, las ocupaciones del cuidado suelen concentrarse en los sectores de salud y educación e incluyen a médicos y médicas, enfermeros y enfermeras, terapeutas y docentes de los distintos niveles educativos, entre otras. En contextos como el de nuestra región, por su peso en la estructura de empleo y por el rol que cumplen en sostener los cuidados al interior de los hogares, también adquieren centralidad los servicios que prestan las trabajadoras domésticas1.
La creciente atención de la que han sido objeto las trabajadoras y trabajadores del cuidado en los últimos años tiene que ver, fundamentalmente, con que la participación laboral de las mujeres ha generado un aumento sostenido de la demanda de servicios de cuidado (Folbre, 2006). Sin duda, aun en el nuevo esquema de participación laboral remunerada femenina, las mujeres siguen siendo quienes más tiempo dedican al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los hogares - una dimensión fundamental de la inequidad de género que tiene consecuencias directas en sus posibilidades de inserción laboral y en el bienestar de las mujeres. Así, la disminución del tiempo disponible, junto con la desigual distribución de las tareas al interior de los hogares, ha dado como resultado que muchas de las labores de cuidado antes realizadas en forma no remunerada en la esfera del hogar sean ahora delegadas y resueltas mediante otros mecanismos. Por esta razón, la compra de estos servicios en el mercado y/o la utilización de servicios públicos juegan un papel central en el modo en que las familias organizan el cuidado. Este fenómeno implica una necesaria (y nueva) atención dirigida hacia el desarrollo de las ocupaciones relacionadas con el cuidado.
Un factor adicional que suele invocarse para explicar el crecimiento en la demanda de servicios de cuidado tiene que ver con cambios demográficos. El aumento de la expectativa de vida – que se observa en los países desarrollados pero también en los de nuestra región - implica mayores demandas de cuidado por parte de adultos mayores. Asimismo, se han detectado cambios en las formas de convivencia – tales como el crecimiento de los hogares unipersonales y/o con jefatura femenina - que generan una mayor necesidad de servicios remunerados de cuidado (CEPAL, 2009; CEPAL 2012).
En este contexto, la agenda feminista ha incorporado con fuerza la inquietud sobre las ocupaciones del cuidado y sus condiciones laborales.
Por un lado, generar oportunidades de trabajo social y económicamente valorizadas para estas ocupaciones es una condición esencial si se pretende desarrollar y consolidar un sistema remunerado que provea servicios de calidad y por ende contribuya a la socialización de los costos del cuidado (Folbre, 2006; Nelson, 1999). Un sistema de cuidados accesible, con trabajadoras y trabajadores bien pagos que puedan proveer servicios de forma adecuada, implica un punto de partida indispensable para cualquier intento que apunte a desarticular un esquema que atribuye estas responsabilidades de forma casi exclusiva a las mujeres en la esfera doméstica, en tanto son culturalmente construidas como "inherentes" a la condición femenina.
Por otro lado, se trata de ocupaciones en las que las mujeres se encuentran sobre-representadas (cuando no constituyen una abrumadora mayoría). Por esta razón, analizar la situación laboral de estas ocupaciones implica un nuevo ángulo para explorar la intersección entre el mercado laboral y las inequidades de género que en él se registran.
De hecho, si bien el tipo de labores que desarrollan las y los trabajadores del cuidado suelen ensalzarse como una poderosa fuente de valores positivos que sostienen e inspiran la vida humana, su reconocimiento económico – expresado en términos de remuneración y protección laboral– tiende a ser bajo (Vega y Gutiérrez Rodríguez, 2014). Existe incluso evidencia empírica - generada sobre todo en el contexto de países desarrollados - que indica que estas ocupaciones tienden a reportar salarios más bajos que aquéllas no relacionadas con el cuidado. Esto significa que, aun controlando todas las variables que pudieran incidir en el nivel de remuneración de un/a trabajador/a (por ejemplo, el nivel educativo, la jerarquía ocupacional, el sexo, la edad, entre otras) las ocupaciones del cuidado reportan ingresos horarios menores que aquellas que no están relacionadas con el cuidado (England, Budig y Folbre, 2002; Budig y Misra, 2010; Dong et al, 2016).
Esta "penalización" de las ocupaciones del cuidado ha sido fundamentalmente relacionada con el hecho de que, al tratarse de tareas asociadas a habilidades y saberes culturalmente concebidos como propios y naturales de las mujeres, suelen ser devaluadas en tanto "auténtico trabajo" (England, Budig y Folbre, 2002). En efecto, como se verá a lo largo de los trabajos que componen el presente Dossier, esta forma de concebir el trabajo de cuidado se manifiesta en forma recurrente y ayuda a comprender la existencia (y persistencia) de condiciones laborales adversas al interior de esta fuerza de trabajo.
No obstante, también es importante resaltar que en contextos como el nuestro, el análisis de los determinantes de las condiciones laborales de las trabajadoras y trabajadores del cuidado enfrenta desafíos particulares relacionados con la significativa heterogeneidad del mercado de trabajo en el que se insertan. Los altos niveles de segmentación laboral -en términos de la formalidad/informalidad, el género, los ingresos y las credenciales educativas, entre algunas de las cuestiones más salientes -, marcan un escenario de desigualdades generalizadas, donde identificar aquéllas propias que devienen de ejercer ocupaciones del cuidado implica, muchas veces, entrecruzamientos y dificultades analíticas para establecer separaciones estrictas (ver por ejemplo Esquivel, 2010).
Adicionalmente, y en lo que hace a los sectores específicos en los que se concentra el trabajo de cuidado - como por ejemplo, los de la salud y la educación -, las reformas sectoriales de corte neoliberal implementadas hacia fines del siglo XX han dejado como saldo un panorama
fuertemente fragmentado. Por un lado, los procesos de descentralización que transfirieron buena parte de los costos de estos servicios del nivel nacional al local - provincias y municipios -generaron dificultades de financiamiento, más o menos agudas según las capacidades presupuestarias de cada jurisdicción. La situación implicó el desarrollo de fuertes contrastes a lo largo del territorio nacional, tanto en términos de la calidad de los servicios así como de las condiciones de trabajo de quienes los prestan. Por otra parte, al ritmo del deterioro de los servicios públicos de cuidado, las políticas de desregulación sectorial propiciaron el crecimiento del sector privado como proveedor, para aquellos sectores de la población que pueden pagarlos, aun cuando la provisión privada no siempre implica mejor calidad (CIPPEC, 2012; PNUD, 2011; IIPE-UNESCO, 2009; Morduchowicz, 2005). En este sentido, cabe señalar que el sector privado también exhibe diferencias sustantivas en términos de las condiciones de trabajo que ofrece, las cuales encuentran su anclaje en un amplio espectro de empresas que difieren en el capital y la escala que manejan, el costo de sus servicios y los segmentos del mercado a los que apuntan (Pereyra y Micha, 2015).Así, tanto la calidad de las prestaciones como las condiciones laborales de quienes los suministran han experimentado una importante diversificación.
En todo caso, y más allá de lo complejo y variado del escenario, los estudios existentes sobre distintas ocupaciones del cuidado en nuestro país (muchas veces sin denominarlas de este modo) dejan en evidencia que este tipo de actividades presentan un denominador común de vulnerabilidad, en muchos casos de intensidad extrema, cuyas causas deben ser identificadas y analizadas.
En este sentido, una línea fecunda de indagación en torno a las ocupaciones del cuidado han sido los estudios comparativos sobre el tema. Estas investigaciones han permitido explorar qué otras variables combinadas con el cuidado, incrementan, atenúan o incluso neutralizan las condiciones laborales desventajosas que puede implicar desempeñarse laboralmente en este tipo de ocupaciones. Entre los hallazgos se destaca la fundamental importancia de factores de tipo político-institucional, tales como el tamaño del sector público como proveedor directo de las prestaciones, el nivel del gasto que asigna a estos servicios, el grado de participación sindical de las y los trabajadores, el tipo de regulación más o menos protectora a la que acceden, y el nivel de participación del Estado en la fiscalización de la normativa laboral, entre algunos de los más salientes (Razavi y Staab, 2010; Budig y Misra, 2010; Peng, 2010; Esquivel, 2010).
Este tipo de abordajes – que apuntan a desentrañar los factores que intervienen en explicar los distintos posicionamientos de las y los trabajadores del cuidado – resultan particularmente relevantes si se trata de discernir qué tipo de variables y procesos determinan la situación laboral de cada ocupación, para pensar qué políticas han resultado más efectivas para garantizar mejores condiciones de trabajo en cada caso y en qué contextos. Se trata, en definitiva, de identificar cuáles son las enseñanzas que pueden derivarse de las experiencias comparadas de las y los trabajadores del cuidado.
A partir de esta inquietud, entre los años 2011 y 2015 se llevó adelante el proyecto "Las condiciones laborales de las y los trabajadores del cuidado. Procesos sociales y políticas públicas determinantes de su configuración", con base en el Área de Economía del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional General Sarmiento, en asociación con el Grupo de Estudios del Trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El proyecto, dirigido por la Dra. Valeria Esquivel, fue financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 0622-2011). Su objetivo principal fue el de analizar la posición relativa de un conjunto de ocupaciones del cuidado en Argentina, seleccionadas en función del alto nivel de compromiso emocional que implican, así como de su importancia para sostener la organización social del cuidado en nuestra sociedad. El proyecto estudió en profundidad la situación de la enfermería, de la docencia inicial y primaria, del servicio doméstico y de las trabajadoras comunitarias del cuidado, ateniendo a los factores que inciden en la configuración de las distintas condiciones laborales observadas. Este Dossier, producto del trabajo en conjunto llevado adelante en el marco de dicho proyecto, presenta un panorama sobre las experiencias y las condiciones
laborales de las distintas ocupaciones mencionadas e invita, a través de una mirada comparativa, a reflexionar sobre sus determinantes.
La compilación comienza con el trabajo de Eliana Aspiazu que aborda la situación laboral de la enfermería en nuestro país, una actividad que ha sido escasamente estudiada en los últimos años. Enmarcando el análisis en una caracterización de la evolución reciente de las condiciones laborales del sector salud, el trabajo se centra en la posición relativamente desventajosa de esta ocupación, sobre todo cuando se la compara con las ocupaciones médicas. El trabajo resalta la continuidad de ciertas problemáticas clave de la enfermería, entre las que se destaca los bajos salarios que acarrean situaciones extendidas de pluriempleo y/o la realización sistemática de horas extra -combinación que deviene en un enorme desgaste físico y emocional. La situación se ve agravada por la fragmentación del sector salud – consecuencia de la agudización de los procesos de descentralización y desregulación del sector en las últimas décadas –, que implica situaciones laborales disímiles y dificultades a la hora de articular reclamos. Asimismo, y aun cuando se registra un leve incremento de las credenciales educativas que detentan quienes ejercen la ocupación, la autora evidencia la persistencia de las imágenes de la enfermería en clave de género, que asocian su labor con aptitudes propias de las mujeres. Este tipo de visión tiende a naturalizar el carácter "vocacional" del cuidado del otro y contribuye a invisibilizar los problemas más acuciantes que experimenta la enfermería. Sin duda, las penosas condiciones laborales que enfrenta la ocupación constituyen el síntoma más visible de la devaluación del cuidado. No obstante, la autora observa cómo estas condiciones laborales constituyen el reflejo de otros niveles en los que se manifiesta la desvalorización, tales como el escaso poder que detenta la enfermería dentro de los equipos de salud, las dificultades que enfrenta para imponer sus reclamos dentro de las organizaciones gremiales que la representan, así como su ausencia de la agenda de la política sanitaria en general.
El segundo trabajo, de Romina Cutuli, aborda la problemática de las docentes de educación inicial en la Ciudad de Mar del Plata, centrándose en particular en quienes se desempeñan en los primeros años de este ciclo. En efecto, es en estos primeros años donde el sector privado asume un rol preponderante en la provisión de servicios de cuidado, ya que el ciclo educativo obligatorio comienza con la sala de 4 años. En este contexto, la autora analiza los problemas que acarrea la casi completa mercantilización de estas actividades bajo una débil supervisión estatal. En particular, el trabajo se centra en los efectos que esta situación reviste sobre las condiciones laborales de las trabajadoras involucradas, que incluyen una multiplicidad de situaciones de vulnerabilidad, entre las que se destacan diversas formas precarizadas de contratación. Asimismo, Cutuli explora cómo operan las imágenes generizadas en torno a este tipo de trabajo, que se traducen en mandatos sociales que apelan a la vocación, a la abnegación y a la entrega de afecto "sincero y desinteresado" por parte de las docentes, aún en condiciones laborales adversas. En este sentido, el trabajo hace particular hincapié en torno a la tensión que deriva entre las fuertes exigencias – no solo profesionales, sino también, y fundamentalmente, afectivas y morales – que se ciernen sobre las docentes y la precariedad de las condiciones laborales ofrecidas por el mercado.
El tercer artículo, de Marisa Fournier, se centra en la problemática de las trabajadoras comunitarias del cuidado infantil. Estas trabajadoras desempeñan sus actividades en organizaciones comunitarias que, con orígenes y trayectorias diversas, proveen soluciones para el cuidado de las niñas y niños de los estratos más vulnerables de la población. Así, como señala Fournier, se configura un esquema que descansa en el trabajo de mujeres de sectores populares que carecen de calificaciones específicas, que no acceden a contratos de trabajo y protección social y que reciben remuneraciones mínimas y/o simbólicas. No obstante, y a pesar de tratarse, como sostiene la autora, de una suerte de subsidio "de abajo hacia arriba" (esto es, de quienes menos tienen para sostener actividades que debería garantizar el Estado), el trabajo también resalta aspectos positivos para las trabajadoras involucradas que surgen de estas experiencias comunitarias. En particular, se enfatiza la salida de la esfera doméstica por parte de estas mujeres hacia espacios colectivos y solidarios que las acercan a situaciones de mayor autonomía. En base al rol vital que cumple el cuidado
colectivizado de niños y niñas de sectores populares, la autora contribuye a visibilizar la legitimidad de las demandas realizadas por estas organizaciones y las redes que las representan. El artículo resalta la urgencia del reconocimiento de la labor realizada por las cuidadoras comunitarias en términos de remuneración, protección social y capacitación. Asimismo, el trabajo proporciona una base interesante para reflexionar sobre un debate, que se plantea aún pendiente y abierto, sobre el lugar que pueden/deben ocupar estas organizaciones y sus cuidadoras frente al sistema educativo formal.
En el cuarto y último artículo, y a modo de cierre, Valeria Esquivel y Francisca Pereyra realizan un análisis comparativo sobre las condiciones laborales de un conjunto de ocupaciones del cuidado en nuestro país. La selección incluye algunas ocupaciones ya abordadas en los trabajos anteriores, como la enfermería y la docencia (se incluye la de nivel inicial y primario), agregando también al servicio doméstico. El artículo presenta un panorama de las condiciones laborales diferenciales de estas ocupaciones, que van desde la mejor posición relativa de la docencia – especialmente en el sector público –, pasando por la situación relativamente más vulnerable de la enfermería, hasta panoramas de desprotección e informalidad extendida como en el caso del servicio doméstico. A partir de este degradé de situaciones laborales, el trabajo indaga sobre qué factores operan configurando los distintos panoramas observados. Así, se aborda el rol que juegan cuestiones tales como la manera en que se organiza la provisión de estos servicios, la forma en que ha evolucionado su financiamiento, así como el perfil socio-demográfico de la fuerza de trabajo de cada ocupación. También se explora cómo influye en la capacidad de enunciar y denunciar condiciones laborales adversas la medida en que cada grupo de trabajadoras/es identifica sus labores con estereotipos tradicionales de género, el nivel de profesionalización que les es requerido para ejercer sus tareas, así como la forma y la dinámica que asume la organización gremial en cada caso.
Una de las líneas temáticas que atraviesa los diferentes trabajos de este Dossier tiene que ver con el análisis de los mecanismos mediante los cuales, en diferentes medidas y con modalidades variables, el costo del cuidado tiende a transferirse a las y los propios trabajadoras/es. Así, por ejemplo, se observa un sistema de salud que se sostiene en buena medida a través del trabajo a destajo de enfermeras y enfermeros pluriempleados (y estresados) en función de sus bajos salarios. La situación también queda en evidencia cuando la oferta estatal no llega a absorber las necesidades del cuidado de los niños más pequeños – esto es, en los primeros tramos de la educación inicial –, una demanda que tiende a absorber el sector privado con escaso control estatal cuando se trata de las condiciones laborales de las docentes. Los casos más extremos implican la ausencia de contratos laborales y carencia total de protección social, tal como sucede con la importante labor que llevan adelante las cuidadoras comunitarias así como las tareas que desarrollan la gran mayoría de las trabajadoras domésticas.
Otro punto de contacto entre los diferentes trabajos, que se anticipara más arriba, se relaciona con un tipo particular de subjetividad laboral que suele construirse en torno a estas ocupaciones y que resulta funcional a su débil reconocimiento social y económico. Es por esta razón que el tema de las imágenes de género que sostienen la construcción de la identidad ocupacional de estas trabajadoras (mayoritariamente mujeres) también constituye una línea de indagación que recorre al conjunto de los artículos aquí presentados. Se trata de imágenes que, a la vez que relacionan las tareas realizadas con habilidades supuestamente femeninas, interpelan fuertemente a la abnegación de quienes ejercen estas labores. Así, el mandato social de la entrega, el sacrificio y la vocación en el marco de este tipo de ocupaciones aparece como un fenómeno recurrente que puede y suele entrar en tensión con la posibilidad de poner el foco en las propias condiciones laborales y plantear demandas en pos de su superación.
No obstante estos puntos comunes, una de las intenciones primarias de esta publicación conjunta fue la de evidenciar que existen variaciones significativas en las diferentes situaciones observadas según la ocupación de que se trate, e incluso al interior de una misma ocupación. Es justamente el reconocimiento de los distintos grados y modos que asume la precarización el que
permite complejizar – sin negarlo desde luego – el postulado inicial respecto a que estas ocupaciones son per se penalizadas y/o presentan condiciones laborales deficientes. Por el contrario, el análisis de las diferencias registradas permite identificar los factores que operan determinando mayores o menores niveles de vulnerabilidad en cada caso y, por ende, habilita a pensar en los distintos tipos de políticas que pueden contribuir a mejorar las condiciones de trabajo de las ocupaciones del cuidado.

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