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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.29 Santiago del Estero jun. 2017

 

PERSPECTIVAS ANALÍTICAS Y REGISTROS ETNOGRAFICOS

La problemática de el desarrollo, las clases sociales y la burguesía en América latina: reflexiones conceptuales 

Development issues, social classes and the bourgeoisie in LatinAmerica: Conceptualreflections 

Questões de desenvolvimento, classes sociais e da burguesia na América Latina: reflexões conceituais 

 

Gabriela Wyczykier* 

* Dra. En Ciencias Sociales FLACSO-Argentina; Investigadora y Docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento; Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (UNGS-CONICET). Correo electrónico: gwyczykier@yahoo.com

 


RESUMEN

El artículo propone la introducción sistemática de un conjunto de problematizaciones teóricas, conceptuales y políticas propias de las ciencias sociales latinoamericanas surgidas entre los años 60 y 70, que analizan la cuestión de las clases sociales en relación con la peculiaridad que adoptó la problemática del desarrollo, el subdesarrollo y la dependencia en la región. En particular, se distingue y presenta a partir de un abordaje de reflexión bibliográfica la preocupación singular presente en diversos enfoques de aquellos años en relación con el proceso de conformación, consolidación y objetivación de la burguesía como clase en América Latina. Si bien la producción analítica del período que interesa presentar es vasta y enriquecedora, para el escrito se realiza un recorte electivo de trabajos insertos en el pensamiento científico crítico marxista y del estructuralismo de la CEPAL que permiten vislumbrar tendencias interpretativas claves en el modo de abordar estos procesos.
La recuperación de estos análisis cobra interés en el actual milenio considerando que en diversos países de la región ha retornado en el debate político y académico la problemática del desarrollo como cuestión, y en relación con ello, la posición de sus agrupamientos constitutivos, reingresando de modo activo la discusión sobre el papel de las burguesías locales, nacionales, trasnacionales, como actores dinámicos en esta etapa.

Palabras clave: Clases sociales; América Latina; Desarrollo; Dependencia; burguesía

ABSTRACT

The article proposes the systematic introduction of a set o of theoretical, conceptual and characteristics of Latin American social sciences emerged bet tween the 60 and 70, which discussed the issue of social classes in relation to the uniqueness that adopted policies problematizations development issues, underdevelopment and dependency in the region. In particular, it distinguishes and presents from a bibliographic reflection approach the existence of a singular concern present in various approaches for the forming process, consolidation and objectification of the bourgeoisie as a class in Latin America. While the analytical production period is interested in presenting vast and rich, for writing an elective cutting inserts work in scientiffic thinking and critica al Marxist, and structuralism of CEPAL. interpretative key enabling introduce trends in how to address these processes is performed. The recovery of these analyzes interest charges in the current millennium whereas in many countries in the region has returned to the political and academic debate development issues as a matter, in this connection, the position of its constituent groupings, so reentering active discussion on the role of local, national, transnational bourgeoisie, as actors dynamics in this procces.

Key Words: Clases; LatinAmerica; Development; Dependency; Bourgeoisie

RESUMO

O artigo propõe a introdução sistemática de um conjunto de teórico, conceitual e características das ciências sociais latino-americanos surgiram entre os 60 e 70, que discutiu a questão das classes sociais em conexão com a particularidade de que as questões de desenvolvimento adotado políticas problematizações, subdesenvolvimento e da dependência da região. Em particular, ele distingue e presentes de uma reflexão bibliográfica abordar a preocupação singular presente em várias abordagens daqueles anos em conexão com o processo de formação, consolidação e objetivação da burguesia como classe na América Latina. Embora o período de produção analítica está interessado em apresentar vasto e rico, para escrever um eletivo pastilhas de corte trabalho é feito em pensamento científico e estruturalismo marxista crítico CEPAL vislumbra as principais tendências interpretativas em forma de abordar estes processos.
A recuperação dessas análises juros no atual milênio que, em muitos países da região voltou para as questões de desenvolvimento debate político e acadêmico como uma questão, neste contexto, a posição dos seus grupos constituintes, assim que entrar novamente debate activo sobre o papel do nacional, a burguesia local, transnacional, como atores dinâmicos nesta fase.

Palavras chaves:Classes; América Latina; Desenvolvimento; Dependência; Burguesia

Licencia Creative Common: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode


 

SUMARIO: 1. Introducción. 2.Algunas claves analíticas para abordar la problemática. 3. La temática de las clases y la cuestión del desarrollo en América Latina. 4. La burguesía como actor dinámico del desarrollo. 5. Reflexiones abiertas. 6. Bibliografía

***** 

Introducción1

La problemática de las clases sociales se sitúa entre las preocupaciones privilegiadas o de suma relevancia en la teoría sociológica clásica y contemporánea. En efecto, los análisis que acentúan la dimensión clasista como factor estructurante y de jerarquía para observar procesos y comportamientos sociales en el capitalismo moderno se advierten en la producción bibliográfica occidental, resultando una cuestión abordada tanto en la etapa de constitución de la sociología como disciplina de conocimiento singular como así también, en su etapa de institucionalización y consolidación académica.
En América Latina, los estudios sobre las clases sociales cobraron una presencia significativa especialmente entre los años 60 y 70 del siglo XX, en un período de conformación de algunas corrientes interpretativas que buscaron resignificar, desde una perspectiva propiamente local y regional, las categorías del pensamiento teórico clásico que habían orientado la caracterización de los comportamientos colectivos clasistas en los países de desarrollo más temprano. Por tanto, la preocupación por la cuestión del desarrollo en el marco del subdesarrollo y la dependencia, y las preguntas en torno de la constitución, consolidación y caracterización de los atributos de los actores de clase protagonistas de estos procesos, tales como la burguesía, el proletariado, el campesinado, encontraron en aquellos años un lugar de interés privilegiado para indagar en las singularidades del modo en que el capitalismo moderno se desplegaba en América Latina en convivencia, retroalimentación y persistencia con aspectos socio económicos y políticos propios de sociedades con rasgos considerados tradicionales.
En especial, en la proliferación de análisis académicos pero también de aquellos con horizontes de articulación y compromiso de transformación política, se distingue la inquietud por la caracterización de la burguesía como actor dinámico en el desarrollo del capitalismo moderno, frente a otras modalidades productivas consideradas arcaicas, concitando ello particular interés en distintas perspectivas para caracterizar la forma de afianzamiento de este modo de producción, de los conflictos y contradicciones entre clases, grupos sociales y el Estado. El proceso de trasnacionalización y monopolización de la economía y sus actores colocaba por otra parte un aditivo de importancia en los análisis comparativos hacia mediados del siglo XX, y en las reflexiones por tanto sobre las clases sociales.
La relevancia de pensar en clave clasista los conflictos sociales y políticos contemporáneos, y su peso estructural para orientar el estudio de comportamientos sociales comenzó a fragilizarse sin embargo avanzados los años 70 en las ciencias sociales en general y en el caso de América Latina ello no resultó una excepción2.
El artículo se propone recuperar de modo reflexivo y sistemático algunos análisis producidos por una parte del pensamiento social latinoamericano entre los años 60 y 70 sobre el desarrollo, las clases sociales y la identificación de uno de sus actores constitutivos: la burguesía. Esta inquietud se vincula con una preocupación del presente, al advertir que en distintos países de América Latina ha retornado con fuerza en el debate político y académico la problemática del desarrollo como cuestión y, en relación con ello, la posición de sus actores constitutivos, reingresando de modo activo la discusión sobre el papel de las burguesías locales, nacionales, trasnacionales, como actores de clase en este proceso3. De este modo, tanto en diversas investigaciones académicas como en el debate público y mediático, han aflorado preocupaciones y diagnósticos que reponen preguntas, dilemas e interpretaciones que invitan a reactualizar las disquisiciones de décadas antecedentes sobre estas temáticas.
Si bien la producción bibliográfica y analítica del período que interesa sistematizar ha resultado vasta y enriquecedora, haremos un recorte electivo de trabajos insertos en el pensamiento científico crítico marxista y del estructuralismo de la Comisión Económica para América Latina –CEPAL- por su importancia en los aportes que se buscan recuperar. Estos ilustran, pero de ningún modo agotan, los aspectos planteados. Para ello, se ha realizado una selección de trabajos que permiten introducir tendencias interpretativas claves en el modo de abordar el estudio de la conformación de las clases sociales como colectivos económico-políticos, su relación con la peculiaridad que adoptó el desarrollo en América Latina, y la caracterización que allí se distingue sobre las burguesías especialmente urbano industriales en la dinámica de los procesos de desarrollo en la región.
Para organizar la exposición, señalaremos muy brevemente en primer lugar enunciados que permiten situar los abordajes clásicos y contemporáneos sobre las clases sociales, y de qué modo en términos generales éstos se insertan en los análisis sociales de la región; para luego introducir la manera en que la problemática fue conceptualizada en relación con la especificidad que adoptó el desarrollo en América Latina. A continuación, advertiremos como se caracterizó y adjetivó a la burguesía en el marco de la concepción y problematización del subdesarrollo y la dependencia, para finalizar con unas breves reflexiones abiertas a los análisis actuales.

2. Algunas claves analíticas para abordar la problemática

La cuestión de las clases sociales organiza y recorre con diversa centralidad el pensamiento clásico y contemporáneo en las ciencias sociales occidentales. En la perspectiva del Materialismo Histórico de Marx, las clases son protagonistas de las contradicciones y los conflictos que caracterizan al capitalismo moderno, entendidas como agrupamientos que se reconstruyen teóricamente a partir de posiciones objetivas en el modo de producción del capitalismo y devienen actores políticos de transformación y/ó conservación de relaciones sociales de dominación y asimetría,
En la teoría sociológica weberiana las clases sociales, junto a los partidos políticos y los estamentos constituyen procesos sociales destacables para estudiar la distribución del poder en las sociedades modernas. Las clases sociales, definidas exclusivamente a partir de su sustrato básico, la acción social dirigida a maximizar la obtención de beneficios en la esfera del mercado, no reconocen en esta perspectiva sociológica una prioridad conceptual para analizar conflictos y luchas sociales. Sin embargo, Weber observaba que el capitalismo moderno obedece a una sociedad clasista en virtud de dos cuestiones principales: la significativa ampliación de las operaciones de mercado por un lado, y la importancia de la relación entre capital y trabajo asalariado libre como base de este sistema de producción (Giddens, 1979)
En ambos marcos teóricos, las clases se definen a nivel de las relaciones económico productivas. A pesar de ello, en los análisis de Marx éstas cobran un peso causal significativo como condición objetiva que constriñe la acción humana, resultando el modo de producción la estructura más relevante. En la teoría weberiana, por el contrario, las clases son el resultado de comportamientos voluntarios emprendidos por actores racionales en el ámbito de relaciones mercantiles (Val Burris,1992)
Las teorías de Marx y Weber en torno a las clases sociales fueron retomadas y reformulados para analizar las transformaciones, los conflictos y la evolución de las sociedades capitalistas contemporáneas, alentando un conjunto de indagaciones y desarrollos conceptuales que han dado origen a orientaciones neomarxistas y neoweberianas para estudiar estas problemáticas. Entre las primeras, se han acentuado de modo diverso condiciones estructurales y/ó histórico subjetivas, la centralidad de la lucha de clases, el conflicto y la explotación; mientras las segundas han otorgado mayor importancia a la noción de acción, contingencia, dominación y autoridad en las relaciones intersubjetivas y de clase.
Así, a partir de la segunda post guerra mundial las ciencias sociales occidentales y en especial en el ámbito académico y político europeo, asistieron a un renacimiento de los debates y las preocupaciones en torno a cómo reconfirmar la pertinencia del marco teórico marxista para el estudio de relaciones sociales antagónicas, recíprocas y de dependencia, elementales para entender la lógica socio política y económica del capitalismo en su fase monopólica, y los conflictos entre la burguesía y el proletariado como clases fundamentales y protagónicas de la dinámica de acumulación del capital. Al mismo tiempo, los neo weberianos, de una apertura analítica mayor en cuanto a la inclusión de distintos atributos como la etnia, el género, la religión, en combinación con las asimetrías y desigualdades vinculadas a las relaciones económico-productivas, reconocían de todas maneras la importancia de las clases sociales para analizar los conflictos socio políticos modernos. En esta perspectiva, se traslucía mayor permeabilidad y flexibilidad para incorporar reflexivamente a los sectores medios en aumento en las estructuras sociales de los países caracterizados como desarrollados.
Estas discusiones se ligaban conjuntamente con una preocupación epistemológica más amplia, que se interrogaba respecto de la existencia real de las clases sociales o si bien las categorías respondían a una construcción científica y objetivista del conocimiento social. Como destaca Bourdieu, la cuestión de la existencia o no de las clases se vincula desde el surgimiento del marxismo con uno de los principios de división del campo político adoptando una postura realista respecto de la reproducción de las mismas. En su opuesto, la sociología conservadora, tendió a destacar que las clases son solo construcciones del científico que no pueden hallarse en el mundo real (Bourdieu, 2000)
En la etapa de debates y producciones teóricas y de investigación empírica sobre las clases sociales que retomaban y reformulaban el pensamiento clásico, las ciencias sociales en América Latina en su etapa de institucionalización y consolidación estuvieron impregnadas por el estudio de este fenómeno. En efecto, mientras la temática recorría reflexiones y debates en distintas latitudes, ésta se encausó en discusiones y en estudios pioneros que reconocen inspiraciones diferentes: de un lado, la necesidad interpretativa e intelectual de conocer y caracterizar las estructuras sociales y los sistemas de estratificación en países considerados en transición, otrora sustantivamente rurales pero rápida y
vertiginosamente devenidos algunos de ellos en sociedades con una vasta ampliación de actividades urbano industriales. Por el otro lado, la aspiración de analizar, caracterizar pero sobre todo para impulsar y actuar en el terreno de la transformación política se confirmó como una orientación de fuerza intelectual que inauguró un conjunto de discusiones donde las clases sociales fueron vistas como actores que ocupan posiciones en la estructura socio productiva y actúan, o pueden hacerlo, en el escenario político.
Ciertamente, lo propiamente característico de las ciencias sociales en la región, afirman De Sierra, et. al (2007) ha sido en este sentido la fuerte impronta que ejerció el contexto político e ideológico regional y mundial en su etapa fundacional y de consolidación. En la etapa fundacional, entre los temas y contenidos pueden esquematizarse así dos grandes perspectivas o modelos que guiaron las ciencias sociales, los cuales se habrían desarrollado sobre dos paradigmas: un proyecto científico profesional caracterizado por el enfoque estructural funcionalista; y un segundo modelo ligado a un proyecto científico-crítico que se vincula con el marxismo académico. En el primer modelo, las inquietudes y conceptos sobresalientes estuvieron relacionados con la temática del desarrollo y la modernización, destacándose cuestiones tales como la integración urbana o marginal, la formulación de políticas sectoriales, la estructura y reforma agraria, entre otros. En el segundo modelo, estos temas eran vistos a partir de otras perspectivas, recalcándose las preocupaciones en torno a la problemática del desarrollo en el marco de la dependencia, las características de las estructuras socio productivas, la emergencia de las clases y sus luchas, los procesos políticos y la ideología.
De este modo, los años 60 y principios de los años 70 especialmente fueron prolíferos en debates y estudios que mostraron interés en la temática de las clases sociales, recuperando perspectivas teóricas foráneas y clásicas, como la marxista, pero intentando una reflexión a partir de la peculiaridad de las distintas sociedades latinoamericanas, que traducían la especificidad que adoptara el desarrollo en un contexto de dependencia. Y esta característica propia de las estructuras sociales de la región estimulaba a su vez una recreación y revisión de las teorías sociales clásicas y contemporáneas con el objeto de iluminar los procesos históricos sociales singulares del desarrollo en América Latina. Con ello se buscaba revalidar, en variadas ocasiones, aquellas teorías en relación con las particularidades de las formaciones sociales de la región.
Como enuncia Borda (1981) recuperando las reflexiones de Gonzales Casanova (1967), es posible en este sentido identificar una nueva sociología latinoamericana que se ocupó de la indagación de problemáticas de interés universal, “nuestra parte del mundo está dejando de ser una caja de resonancia para las hipótesis de los grandes maestros de la civilización occidental” (Pág 172)4. Las teorías de la dependencia traían consigo correcciones del marxismo clásico, presentando nuevas categorías conceptuales que han mostrado a esta escuela como una vertiente del neomarxismo. Sin embargo, y en un proceso de investigación continuo y progresivamente detallado de los procesos socio históricos de la región, también surgieron complementariamente cuestionamientos de algunas de las categorías marxistas y neomarxistas al igual que se criticaron otras escuelas de pensamiento social.
En consecuencia, tanto desde la perspectiva de la sociología de la modernización, como así también del estructuralismo cepalino (perspectiva conceptual orientada a la planificación pública presente en los debates de aquellos años) y de las teorías de la dependencia, el estudio, análisis y reflexión sobre las clases sociales cobró en la segunda mitad del siglo XX una presencia significativa.
En este sentido, se distingue en la bibliografía sobre la temática que gozó de plenitud en aquellos años algunas cuestiones de consideración: en primer lugar, el enfoque sobre las clases en la región fue predominantemente realista, y su teorización y elucidación estuvo impregnada de preocupaciones políticas en la definición de estos colectivos. En segundo lugar, se advierte la relación interpretativa de la cuestión de las clases sociales con las características de los procesos de desarrollo en América Latina. En tercer lugar, y en clave con estas inquietudes epistemológicas tanto como de interés político, se reconoce una particular preocupación en diversos enfoques por el proceso de conformación, consolidación y objetivación de la burguesía como clase. En especial, por su fracción urbano industrial y su relación con el impulso de un proceso de cambio y desarrollo autónomo nacional en una etapa de trasnacionalización e injerencia de los países centrales en los procesos productivos.

3. La temática de las clases y la cuestión del desarrollo en América Latina

La problemática del desarrollo en América Latina dio inicio a partir de los años 50 del siglo XX a una proliferación de abordajes que intentaron especificar las condiciones peculiares de estas sociedades con referencia a los acontecimientos que marcaron el desarrollo en otras geografías occidentales. Los mismos, apelando a invocar y/ó a cuestionar teorías sociales y económicas clásicas inauguraron lineamientos y categorías conceptuales en la perspectiva de contribuir al conocimiento, la planificación y la transformación de condiciones de fuerte asimetría y desigualdad advertibles en las estructuras económicas y sociales de la región. Las motivaciones y actitudes políticas de clase, particularmente de la burguesía, se disponían en este esquema para explicar en gran medida las limitaciones en el desarrollo de los diversos países de la región, en comparación con lo acontecido en los países considerados de desarrollo más temprano.
Entre los estudios pioneros que resaltan estas preocupaciones, se distinguen los surgidos en el seno de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Guiados por la aspiración de contribuir a los estados nacionales de América Latina para estimular el desarrollo económico y social, aquellos conformaron el paradigma desarrollista latinoamericano impulsado por uno de sus principales mentores, Raúl Prebisch, quien advirtió en las asimetrías centro-periferia, en la desigualdad de los términos de intercambio económico y en diversos problemas estructurales, un aspecto nodal de la cuestión del crecimiento auto sostenido e independiente en la región. Las restricciones externas de la economía, el proceso de industrialización ascendente acompañado por la pobreza y la marginalidad urbana promovieron así en los años 60 debates críticos en esta institución sobre la problemática del desarrollo (Bielschowsky, 1998)
Efectivamente, en uno de los textos de “interpretación sociológica” (pág. 1)5 publicado a inicios de los año 60, la CEPAL analizó el proceso de modernización insuficiente observando una situación de estancamiento económico pero también social y cultural que condicionaba el desarrollo autosuficiente en América Latina, considerando para ello algunas hipótesis de trabajo particulares. En primer lugar, y en comparación con lo sucedido en países de desarrollo más temprano, uno de los problemas señalados era la flexibilidad de la sociedad tradicional para absorber elementos de modernidad sin quebrar su estructura social, económica y política. Esta condición se apoyó en un sistema de dominación de clientelas que resultaba sin embargo contrapuesto a la extensión de un proceso de modernización y racionalización de las relaciones sociales donde la meritocracia y la competencia resultan atributos necesarios en pos de un desempeño eficiente de la organización económica. Para contribuir analíticamente con esta hipótesis, y a pesar de las diversas orientaciones y estudios necesarios para verificarla, la CEPAL optó en especial por el análisis de las clases medias y su asimilación al orden tradicional. La preocupación por el papel de la burguesía en el estímulo al desarrollo y a la difusión y consolidación de un capitalismo moderno que pudiera fragilizar y superar formaciones económicas y productivas pre capitalistas y tradicionales, se reconocía entonces como un problema clave y decisivo en las condiciones del subdesarrollo latinoamericano.
En plena sintonía con estas inquietudes de un desarrollo concebido como insuficiente, y el diagnóstico sobre el avance limitado de una modernidad que no lograba imponerse a las relaciones sociales tradicionales y de poder de América Latina, afloraron las tesis de la dependencia en el marco de los estudios y análisis del estructuralismo cepalino6. Diversos textos que conformaron la
orientación político intelectual de “las teorías de la dependencia”7 y el pensamiento crítico latinoamericano repondrán por tanto el estudio de las relaciones de dominación reproducidas a través de la división internacional del trabajo como la clave analítica para comprender el problema del desarrollo en la región. Ello condujo a cuestionar sustantivamente la perspectiva del subdesarrollo como una etapa susceptible de ser superada a través de un desarrollo autónomo que una burguesía de orientación nacionalista pudiera estimular en el contexto de las relaciones sociales de dependencia. En este sendero, las relaciones de actores de clase en el plano interno e internacional y las orientaciones políticas y económicas que adoptaron las burguesías, resultaron revisadas y observadas críticamente de modo vital8.
En el libro pionero de esta corriente interpretativa, Dependencia y Desarrollo en América Latina9, Cardoso y Faletto10, contribuyeron a situar en la centro del análisis de la problemática del desarrollo la cuestión de los antagonismos y los conflictos entre clases sociales. En efecto, el problema teórico fundamental se encuentra ligado a las distintas formas que adoptan las estructuras de dominación y la dinámica que adquieren las relaciones de clase. El reconocimiento de la historicidad de la situación de subdesarrollo implica por tanto un análisis respecto de cómo las economías periféricas se vincularon al mercado mundial, y de las formas en las cuales se fueron constituyendo los grupos sociales internos que definieron las relaciones económico políticas con los países centrales. De esta manera se reconocía la gestación en América Latina de un tipo de dependencia cuyos orígenes se vislumbran con la expansión de las economías de los países occidentales de desarrollo más temprano.
Precisar las condiciones particulares que contribuyeron a generar y a consolidar la situación de subdesarrollo y dependencia en los países de América Latina se advirtió así en la literatura como un rasgo de esencial relevancia para identificar procesos sociales fundamentales. Con este espíritu, Bagú11 (1981; 1975) reafirma cómo esta condición incidió vitalmente en la configuración singular de la estructura de clases de la región, destacando en consecuencia la fertilidad del análisis de los comportamientos políticos de las clases sociales considerando aspectos particulares de las distintas realidades nacionales. Sin embargo, no podían dejar de advertirse los atributos comunes tanto entre las clases en el ámbito regional, como así también, las tendencias y leyes generales del capitalismo que condicionaron los comportamientos de clase en estas formaciones productivas12.                                                             
En acuerdo con la intención de abordar el estudio sobre la cuestión del desarrollo y la constitución de los colectivos clasistas en América Latina a partir de categorías conceptuales del marxismo, FlorestanFernandez13 (1973) sostuvo que en un modo de producción que evolucionó sin un crecimiento autónomo y auto sostenido, como se deduce en la región, las clases sociales se objetivaron como fuerzas sociales de forma distinta a lo acontecido en los países de desarrollo más temprano. Por tanto, la manera en que el capitalismo maduró en América Latina no contribuyó en imprimir al régimen de clases las funciones de apartar la sociedad de prácticas pre capitalistas. El capitalismo dependiente muestra entonces como rasgo característico la persistencia de estructuras socio económicas que se heredan del pasado en combinación con la formación de estructuras socio económicas nuevas. En estos países, las burguesías latinoamericanas y su relación con los grupos sociales en el plano externo y con las oligarquías tradicionales excluyeron o debilitaron así a otros grupos y clases sociales protagonistas de estos procesos, como el proletariado.
Por tanto, los análisis críticos sobresaltaron el carácter subordinado, condicionado y dependiente del desarrollo en América Latina como un elemento de prestancia para analizar el modo en que la estructura de clases se fue conformando en estas sociedades desde el siglo XIX principalmente y en la primera parte del siglo XX, afectando la relación entre elementos internos y externos a las clases dominantes y a las clases dominadas, y redefiniendo sus conflictos y sus contradicciones (Rivas, 1981).
Algunos pensadores se mostraron contrarios a los análisis de las clases sociales en América Latina estableciendo comparaciones con lo acontecido en los países de desarrollo más temprano, aunque se distingue cierto acuerdo en que la condición de subdesarrollo y dependencia es la que imprime un carácter peculiar a la conformación de estos colectivos. En dicha sintonía, para RodolfoStavenhagen14 (1973) la estructura de clases en los países de la región es consecuencia directa de la desigualdad y la coexistencia de formas de producción diferentes, arcaicas y modernas, al interior de las economías. Enéstas, subyace por tanto una situación de colonialismo interno15 que provoca la subordinación de modalidades de producción pre capitalistas a las propiamente capitalistas, y que genera al mismo tiempo un proceso de subordinación y explotación entre grupos y sectores sociales y económicos al interior de una misma región.
Por ello, para Stavenhagen (1971) el análisis de las clases sociales en los países subdesarrollados requiere considerar dimensiones distintas respecto de los procesos acontecidos en las economías industrializadas. El proceso de expropiación, apropiación y concentración de la tierra en los países predominantemente agrarios dio origen a nuevas categorías sociales, como el campesino propietario, el gran terrateniente y el campesino sin tierra. En este aspecto, los procesos migratorios internos, la urbanización y la industrialización contribuyeron sustantivamente a la transformación de las estructuras de clases tradicionales por su impacto en el desarrollo de un proletariado industrial. Y en América Latina, los complejos socioeconómicos que han conformado las estructuras agrarias (como las plantaciones, el latifundio, la gran estancia, la pequeña propiedad familiar, la comunidad indígena) son de interés primordial.
Si bien resulta cierto que en parte de la bibliografía latinoamericano predominó una mirada sobre las clases sociales en tanto agrupamientos con posiciones objetivas en el modo de producción capitalista y con sus particularidades en las formaciones sociales dependientes y periféricas, se advierte la proliferación de intercambios, estudios y cuestionamientos vueltos sobre la teoría misma a
partir de observaciones y análisis de los grupos y clases como fuerzas sociales y actores políticos en las distintas coyunturas de los años 60 y 70 en la región, y sobre todo, con referencia al rol de las burguesías industriales.
De este modo, la conformación y transformación de las clases sociales en América Latina estuvo fuertemente ligada a un serie de procesos de relevancia: pervivencia de sistemas políticos oligárquicos presentes en estas sociedades en las primeras décadas del siglo XX16, a las particularidades que fue adoptando la estructura social agraria en relación con la inserción de estas economías en el comercio internacional como proveedoras de materias primas, al crecimiento de las actividades urbano industriales y su relación con el aumento de un proletariado inserto en el sector moderno y/ó de baja tecnificación de la economía, el incremento de actividades burocráticas, la aparición de sectores informales urbanos y marginales tanto en las ciudades como en el campo.
Es posible de esta manera, tanto en las orientaciones conceptuales estructuralistas, marxistas y del pensamiento crítico latinoamericano17, describir la presencia en los países de la región de figuras de clase que demuestran el carácter asimétrico, conflictivo y contradictorio en el desarrollo de un capitalismo dependiente, periférico y subdesarrollado que se inserta en una lógica de sistema económico y político del capitalismo como modalidad hegemónica de acumulación. Al ser definidos a nivel de las relaciones socio productivas, los sectores subalternos y dominantes adquieren una posición estructural en el tablero social: proletariado, campesinado, clases medias o pequeñas burguesías, burguesía urbano industrial y agraria; de orientación local, nacional, trasnacional, se asumen conceptualmente como categorías y grupos sociales existentes en las sociedades de América Latina.
Los atributos particulares que darán fisonomía a estas clases y fracciones de clase, a su proceso de objetivación, consolidación y politización en las distintas realidades nacionales fueron entonces objeto de elucidación y discusión político académica. A modo de ilustración y con relación a la conformación y fisonomía de la clase trabajadora, se aprecia por ejemplo la importancia en el Perú del nacimiento de un proletariado básicamente agro minero y muy secundariamente urbano industrial (Quijano, 1981), mientras que en países como la Argentina la condición del proletariado tendió hacia la homogeneidad a mediados del siglo XX por su inserción en actividades socio productivas urbano industriales (Torre, 1998). En tanto en países como Brasil, el proletariado resultó ser más heterogéneo en su base social al estar conformado por obreros urbanos industriales y no industriales, por cuenta propia, trabajadores agrícolas, rurales sin salario.

4. La burguesía como actor dinámico del desarrollo

Asumida en la mayor parte de la literatura crítica, marxista y estructuralista la presencia, la consolidación e incremento de la burguesía y la pequeña burguesía (también conceptuadas como clases medias) en las diversas sociedades de América Latina, en concomitancia en términos generales con el crecimiento de las actividades urbano industriales, de servicios y comerciales, la preocupación subyacente en relación con la dinámica que adoptara el desarrollo en el marco de las relaciones de dependencia se ligaba con la indagación respecto de la actuación política y económica que estas clases y fracciones de clase habrían desplegado en este contexto. En esta clave interpretativa, la posibilidad o imposibilidad de un desarrollo económico nacional y regional autónomo y auto sostenido se encontraba impregnado por las acciones y posiciones de las burguesías latinoamericanas en el marco de una progresiva trasnacionalización de la economía que, por otra parte, mostraba un carácter transmutado hacia mediados de siglo XX en relación con la manera en que habían incidido los capitales internacionales en las relaciones comerciales y coloniales de las décadas precedentes.
Los análisis sobre el papel de las burguesías de América Latina en la dinámica del desarrollo y el subdesarrollo de las distintas realidades nacionales fue una preocupación presente en los estudios de interpretación sociológica de la CEPAL que advertimos antecedentemente. Si en el siglo XIX los“burgueses conquistadores” habían impulsado el desarrollo económico y social en los países avanzados por su afán de plegarse al proceso de racionalización en diversos sectores de la vida moderna, científica y técnica; en el período de la segunda postguerra mundial se distinguían mutaciones que impactaron en este espíritu burgués y aún más en América Latina. Las clases medias en la región no pudieron sin embargo, conforme a esta interpretación, cumplir con ese rol decisivo que adquirieron con anterioridad estos sectores en el impulso al desarrollo en los países avanzados, alejándose de aquél tipo ideal de burguesía autónoma y dinámica. Ello obedecía a que las clases medias carecían de “auténtica y propia fisonomía”18, porque tendieron a adaptarse a las formas tradicionales de poder logrado a través de sus acciones limitadas de renovación política, social y económica. Con ello, estos sectores fomentaron la consolidación de un sistema de relaciones clientelares, apostaron al intervencionismo estatal y a la introducción de modificaciones parciales en la estructura económica, mostrando ello rasgos diferentes con relación a los comportamientos de las burguesías emprendedoras, agresivas, impulsoras del desarrollo y creadoras, apreciables en otras geografías19.
Estos análisis colocaban en el centro del debate el comportamiento de los sectores medios y burgueses como una de las dimensiones claves para descifrar la situación compleja del desarrollo en América Latina. Si bien se aspiraba mencionar un cambio de época que impactó culturalmente en la burguesía como clase, de un siglo al otro, la cierto es que estos abordajes realizaban un ejercicio comparativo entre la forma típico ideal que adoptó el comportamiento de la burguesía como actor impulsor del desarrollo del capitalismo y las formas políticas que lo acompañaron en el siglo XIX y XX. Con aquél comportamiento, la burguesía había logrado, en los países de desarrollo más temprano, transformar de modo radical las formas sociales tradicionales que pudieran obstaculizar la confirmación y consolidación de este modo de acumulación y el trastocamiento de las estructuras sociales y económicas que ello implicaba.
El problema de la constitución y consolidación de la burguesía en América Latina fue visto por tanto como una causa y a la vez como un efecto de la peculiaridad que adoptó el desarrollo en el marco del capitalismo dependiente en la región. La dificultad de la constitución de la burguesía como clase reside para FlorestanFernandez (1973) en que la misma no gestó una revolución dentro del orden como ocurriera en los países europeos y en Norteamérica, preservándose así privilegios para unos pocos y la exclusión de las mayorías. En este proceso, la burguesía no promovió la transformación radical del orden tradicional, demostrando debilidades políticas y económicas para favorecer la consolidación del capitalismo moderno. La constitución de la burguesía como clase tuvo por otra parte como efecto la exclusión o debilitamiento de otros actores sociales fundamentales en la dinámica de
los conflictos clasistas en los países de desarrollo más temprano, como el proletariado. En este sentido, aquella impulsó el proceso de proletarización pero vedó al mismo tiempo una democratización del orden social competitivo, ocasionando a su vez el propio debilitamiento de la burguesía como actor político revolucionario que pudiera modificar estructuralmente el antiguo régimen.
Estos abordajes sobre la conformación de la burguesía como clase y su papel en la transformación de las estructuras sociales, económicas y políticas tradicionales para alentar la constitución y conformación hegemónica del capitalismo moderno, ilustran y confirman la preocupación por el lugar que ocupan estos agrupamientos tanto en el plano de sus posicionamientos objetivos en la estructura de clases como así también, y aún más, como actores con orientaciones político-ideológicas que pudieran asumir un rol activo en el impulso del desarrollo autónomo en la región.
Como afirma de Oliveira20 (1987) en el análisis marxista sobre las clases sociales el carácter antagónico de las mismas y el movimiento al interior de las estructuras es la base tanto de formación como de producción de las clases, siendo algunas de éstas resultado de la transformación así como también de un movimiento de producción, como es el caso del proletariado. Las clases, en este sentido, no se constituyen “en sí”, ni “para sí”, sino para las otras. Por tanto, la preocupación por las clases sociales no solamente implica una mirada sobre su proceso de presentación en el proceso productivo sino aún más, sobre su representación en el espacio político. Si las clases se constituyen a través de relaciones de antagonismo y reciprocidad, la manera en que las burguesías como actores sociales, políticos y económicos se forman y transforman en las sociedades con desarrollo dependiente, importa no solamente en relación con la orientación y la posición que han mantenido respecto de la condición del desarrollo en la región. Es relevante conjunta y significativamente, por su relación con la manera en que el proletariado como clase se fuera conformando y dinamizando históricamente en la estructura socio productiva del capitalismo moderno y particularmente en estos países.
En consecuencia, es en la observación del modo en que se objetivara y conformara como actor de clase principalmente la fracción de la burguesía urbano industrial, donde gravitaron gran parte de las interpretaciones y análisis críticos sobre la relación entre clases, desarrollo y sistema político en América Latina en el marco de la dependencia y el subdesarrollo. La orientación y reorientación de los capitales trasnacionales en el sistema económico de la región desde el período colonial y básicamente agro exportador de mediados del siglo XIX e inicios del XX, junto a la importancia progresiva de las empresas extranjeras en diversos sectores productivos pero especialmente en los ligados a los de elaboración industrial y de servicios urbanos, fueron observados en la literatura no solamente por su rol propiamente económico sino peculiarmente, por sus relaciones de poder con los Estados y con la constitución y consolidación de las burguesías locales y nacionales. En suma, el problema de la trasnacionalización de la economía y el lugar de los capitales internacionales en la dinámica del desarrollo no incidieron solamente en la relación entre burguesía y proletariado sino vitalmente, sobre la conformación de la burguesía como clase.
Oliveira (1987) distingue para el caso de Brasil, que si bien la existencia de nuevas burguesías ligadas al proceso de industrialización resulta indiscutible desde el punto de vista de los capitales que controlan, su carácter no local incide en el plano de las representaciones políticas de aquella como clase, y afecta sus solidaridades internas. Al mismo tiempo, el rol del Estado en el proceso de reproducción tanto del capital como de la fuerza de trabajo modificó sustancialmente las relaciones entre las clases, porque impactó fuertemente en la competencia entre los capitalistas, habiendo tenido ello consecuencias en el plano de la re presentación de sus intereses. Es así como esta re presentación de los capitalistas se dio directamente en los apartados del Estado, a través de los distintos consejos económicos que aplicaban subsidios públicos. “Las burguesías continúan compitiendo entre sí (…) a través de los fondos del Estado. (…) En este proceso ocurre también una desolidarización en relación al destino común” (Pág. 38)21
Los análisis sobre las clases sociales y en particular sobre la burguesía en América Latina traducen especialmente una preocupación respecto de su condición subsidiaria y dependiente de los
capitales trasnacionales, y su imposibilidad de erguirse como actor y sujeto emancipatorio en este caso del dominio y el yugo de las relaciones productivas coloniales y tradicionales, para encausar el pleno proceso de acumulación capitalista con el protagonismo de las clases que vertebran sus antagonismos y conflictos constitutivos.
Con esta clave, Quijano22 (1981) denuncia el problema de la dominación imperialista en las formaciones sociales de América Latina, en relación básicamente con el carácter monopólico de las empresas, la concentración del capital, el poder del sector financiero y el control del mercado especialmente en el Perú, enfatizando las características que asume la burguesía que controla estas relaciones. Con ello se destaca la imposibilidad que demostraron los núcleos de la burguesía peruana que se gestaron en los inicios del siglo XX para desarrollarse como una clase nacional efectiva, tendiendo a consolidarse en función de la expansión del capitalismo monopólico. Estos núcleos de la burguesía peruana tuvieron una “condición raquítica”23 (Pág. 124) y se conformaron en el plano económico y político en forma desarticulada, no solamente en función de los sectores productivos que incentivaron sino también, en virtud de los conflictos que atravesaron y de los modos de adaptarse a las exigencias y fluctuaciones de la economía capitalista internacional. La pequeña burguesía tendió así a constituirse en el ámbito del capitalismo semi colonial dando lugar al crecimiento burocrático de los sectores medios.
La observación sobre el carácter subsidiario de las burguesías latinoamericanas con respecto a los capitales trasnacionales y sus lógicas de acumulación, evidenciando su condición y carácter limitadamente autónomo en cuanto a sus aspiraciones e intereses, es destacado en otras interpretaciones. Gunder Frank24 (1979) enfatiza en esta dirección el carácter de Lumpenburguesía de las fracciones de esta clase que constituyen un elemento pasivo –y activo– de la industria y el comercio de capitales extranjeros, mimetizando sus intereses con aquellos. La situación de dependencia es vista así como un proceso integral, donde la burguesía se consolida como un actor subordinado de los intereses internacionales. Por ello, y dado que la dependencia no es solamente externa, la burguesía nacional no cuenta con elementos objetivos para estimular un desarrollo autónomo de la condición de subdesarrollo en que se encuentran los países de la región. De este modo, los integrantes de esta lumpenburguesía sostienen un estado de lumpendesarrollo, y han resultado un instrumento del propio subdesarrollo y de la dependencia25.
La apreciación descalificatoria sobre la burguesía como clase, en particular en su capacidad de actuación política y de propensión a perseguir intereses que respondieran a una búsqueda por su consolidación y aspiración de dominación política en la estructura social y económica –en particular de su fracción urbano industrial– atraviesa entonces un conjunto de indagaciones e interpretaciones que buscan sistematizar y establecer los atributos y características que la distinguen en el contexto del subdesarrollo dependiente. Como observa Cardoso (1972), en el nivel político-ideológico, las burguesías nacionales en América Latina tuvieron expresiones diversas conforme al carácter particular que adoptaron las relaciones de dependencia en los mismos, y su variabilidad estuvo ligada a las alianzas políticas que ellas pudieron establecer. En los casos de Brasil y de la Argentina, los empresarios industriales demostraron la falta de una vocación hegemónica privilegiando una política de intereses compartidos con otras clases y fracciones dominantes. Los conflictos y oposiciones de la burguesía tendieron a orientarse así a nivel de las condiciones económicas en detrimento de la búsqueda de poder, adoptando una actitud de subordinación económica y dependencia política como procesos compatibles e interrelacionados.
En la situación de dependencia no se apreciaba por tanto la existencia de un proyecto político tendiente a la conformación de una hegemonía a ser construida y direccionada por la burguesía
nacional, considerando que tanto en la Argentina como en Brasil el proceso de industrialización y despliegue de los mercados internos podrían haber ofrecido condiciones estructurales para que el dinamismo político de estos agrupamientos propendiera a la autonomía y el desarrollo autosostenido, comparable a las expectativas sobre la consolidación de las burguesías como clase en otras geografías.
Estos estudios se desplegaron por tanto en el marco de un conjunto de inquietudes académicas y críticas respecto del papel de las burguesías nacionales en los procesos de desarrollo latinoamericano hacia mediados del siglo XX y se vinculan estrechamente con la mayoría de los planteos políticos presentes en la región. Como destaca Faletto (1981), “La discusión, en términos muy concretos, giraba alrededor de la posibilidad de una revolución de tipo nacionalista antiimperialista, donde el sector más significativo era la burguesía nacional” (Faletto, 1977, pág. 285)26 En este aspecto, distintas interpretaciones reconocían la imposibilidad o dificultad de esta clase en encausar una transformación radical de estas características.
Los procesos sociales acontecidos en América Latina y en la política mundial debían ser re considerados para algunos autores en relación con la posibilidad y capacidad de las burguesías latinoamericanas para impulsar un cambio revolucionario de las estructuras sociales tradicionales y liderar la conformación de una democracia liberal que promoviera la modernización del capitalismo y sus relaciones constitutivas. En el contexto de procesos determinantes generales como la internacionalización del mercado interno, el rol de las multinacionales, el fin de la guerra fría, entre otros factores de importancia, se apreciaba para Cardoso (1981) el fin de una ideología sostenida por la burguesía industrial que, mediante una revolución social democrática, pudiera obtener el poder sobre el Estado a través de elecciones y dominar de esta forma la esfera económica. Ello resultaba sin embargo diferente a declamar y deducir el fin de las burguesías nacionales sí se consideraba el análisis de las distintas situaciones histórico estructurales advertibles en la región y en las coyunturas políticas específicas. El carácter de las burguesías dependientes asociadas demostraba sustantivamente las profundas diferencias con las experiencias de las burguesías conquistadoras y emprendedoras de los países de desarrollo más temprano.
En el marco del desarrollo dependiente asociado la burguesía local industrial en particular adoptó por tanto un carácter singular y propio. La misma se constituyó de modo ambiguo por sus relaciones con el capital trasnacional, por sus conflictos con las empresas de estos capitales, y por su condición de subordinación respecto de aquellas. En este proceso de desarrollo, como observa O Donnell (2008)27, las capas de la burguesía local que participaron del mismo tendieron a constituirse en sus elementos más dinámicos y privilegiados. Sin embargo, esta forma de participación contribuyó a reproducir de modo complejo un patrón de crecimiento trasnacionalizado que colocó a estas fracciones de clase en su condición de “debilidad orgánica” respecto de ese capital. “La reproducción de su condición de clase dominante local es, por tanto (…) la reproducción de las condiciones que la colocan subordinadamente respecto de la trasnacionalización del capital y de la expansión de las empresas trasnacionales en su propio mercado” (O Donnell, 2008, pág 174)28
Clases medias y burguesía sin autonomía ni fisonomía propia, raquítica, subordinada, asociada, tutelada por el Estado, sin aspiración hegemónica, resultan algunos de los adjetivos y etiquetas con las cuales parte de la literatura producida en aquella época analizó y enfatizó sobre la situación, posición y orientación ideológica de las burguesías locales y nacionales en América Latina. Estas apreciaciones generales no pueden desligarse de la peculiaridad que adoptó el desarrollo en los distintos países de la región, y de las diversas interpretaciones teóricas y políticas que organizaron un marco explicativo nutrido de categorías de las ciencias sociales foráneas pero que al desplegarse analíticamente sobre procesos sociales locales, generaron elementos conceptuales propios y nativos.
El estructuralismo cepalino se consolidó advirtiendo que las categorías neoclásicas de la economía y los procesos y etapas de desarrollo observadas en sociedades como la norteamericana y las
europeas, no podían ser extrapolados a los estudios de los países periféricos. En esta clave, la imagen típico ideal del burgués conquistador dejaba el protagonismo de la escena revolucionaria para dar lugar a una burguesía menos entusiasta con las reformas estructurales en el ámbito político, social y económico. Este actor demostraba menor autonomía y propensión liberal respecto del Estado, colaborando de esta forma con el mantenimiento de elementos arcaicos del capitalismo y las relaciones de dominación y poder que lo caracterizaban.
La teoría del imperialismo fue redefinida en el marco de las teorías de la dependencia y la teoría crítica, para dar cuenta de las relaciones de dominación entre clases sociales en el ámbito de los países de la periferia latinoamericana. La teoría marxista, en sus diversas orientaciones, inspiró una nutrida producción de documentos y escritos que en el acalorado debate de los años 60 y principios de los 70, apuntaron sobre la fertilidad y potencialidad crítica de los conceptos teóricos considerados para pensar los rasgos del desarrollo y los actores de clase consolidados en América Latina. La burguesía, en particular su fracción urbano industrial, depositaria de los anhelos políticos por su emancipación de las secuelas de las relaciones coloniales de desarrollo económico y el sistema político de las oligarquías terratenientes y agroexportadoras, demostró un comportamiento complejo que la situaba como un actor que estimulaba y a la vez resultaba confinado por las relaciones subordinadas con los capitales y las empresas multinacionales. En esta perspectiva, otro actor o fracción de clase, la burguesía trasnacionalizada, con intereses vinculados a la perpetuación de la condición del desarrollo dependiente, cobró relevancia política y económica.
Con esta preocupación, Torres Rivas (1973) sostenía: “(…) el problema de la sociedad subdesarrollada frente al imperialismo, cuando éste se inserta en la estructura de clases del país dependiente, ya no puede ser visto en términos de nación, sino de clases. Conocer el carácter extranjero de la burguesía es así menos importante que determinar su función de clase dominante en el mercado y en la política interna” (Pág. 390)29
Como se desliga de una parte de la literatura producida sobre la cuestión de las clases sociales en América Latina, resultaba imperioso observar no solamente las condiciones y posiciones estructurales que permitían organizar a los grupos sociales en categorías sociológicas establecidas sino además, y enfáticamente, distinguir como en la dinámica socio histórica las clases se definían y redefinían como actores políticos en el marco del desarrollo y el subdesarrollo dependiente. Los análisis y disquisiciones sobre la burguesía y sus fracciones no resultaban en este plano de un interés suscripto solamente al impulso al desarrollo autónomo de la región, la extensión de sistemas políticos democráticos y la posibilidad o imposibilidad de gestar procesos de cambio reformistas o revolucionarios de orientación socialista. Adicionalmente y en concomitancia con ello, se reflexionaba sobre su vinculación con la organización de otros actores de clase, como el proletariado. En su relación de mutua dependencia y antagonismo, el análisis de las clases traducía como advertencia la relevancia de pensar sobre la reciprocidad en la consolidación de las mismas.

5. Reflexiones abiertas

La importancia de pensar en clave clasista los conflictos sociales y políticos modernos, y su peso estructural para orientar el estudio de comportamientos sociales comenzó a fragilizarse avanzados los años 70 en las ciencias sociales occidentales. Por una parte, la literatura sobre los nuevos movimientos sociales constataba la importancia que revestían otros clivajes diferentes al peso de las relaciones de los individuos con los procesos socio productivos para analizar acciones confrontativas que emergían con fuerza en distintos países. Como advierte Gómez (2014), uno de los ámbitos donde el pensamiento social contemporáneo de los países desarrollados tuvo que confrontar con la pérdida de gravitación de la noción de clase, fue el de los movimientos sociales y la acción colectiva.
Los debates concernientes a la importancia decreciente de las clases se observaba como un rasgo común en aquella literatura, mostrando que las nuevas demandas trascendían los límites de las mismas. Ello debilitaba en consecuencia los fundamentos de la política y la acción basados en esta categoría. Otras críticas respecto a la potencia del análisis de clase enaltecían la importancia progresiva del consumo como elemento dinámico en la constitución identitaria, en adición a otras
dimensiones de cambio que se fueron produciendo en la estructura socioproductiva y afectaron la composición de la clase trabajadora. Esta cuestión se cristalizaba en la disminución de la clase obrera formal, y en el aumento progresivo de trabajadores ligados a las actividades burocráticas y de servicios (Crompton, 1994) A ello se sumaba la crisis sufrida por el marxismo tanto de orden teórico- metodológico como también histórico-político conducente a profundizar un desinterés por los estudios y las reflexiones en torno a las clases sociales hacia fines de los años 60 (Svampa, 2014)
La problematización de las clases sociales en América Latina y las claves interpretativas que fueron organizando un marco conceptual y un interés político en su reflexión y elucidación, fue transmutando en sus modos de abordarla. Ello en parte ligado a la crisis de las teorías de la dependencia, del marxismo crítico, de las ideas fuerza y las propuestas de desarrollo económico estimuladas por el estructuralismo cepalino en décadas subsiguientes. En este sentido, los estudios sociales en el continente no permanecieron extraños a los desafíos experimentados por el devenir de la problemática de las clases en otros contextos, aunque los procesos y las crisis políticas en la región incidieron en términos generales sobre las cuestiones y los abordajes presentes en el pensamiento social latinoamericano en relación con los problemas del desarrollo. Los estudios sobre la estratificación y la movilidad social, que contiene a las clases como agrupamientos de elucidación privilegiados, ilustran este derrotero, con su pérdida de importancia en los análisis sociales a partir de aquellos años. El vuelco de las indagaciones hacia los temas de pobreza y exclusión social contribuyeron asimismo a focalizar las investigaciones de modo aislado sobre grupos sociales que se encuentran en los extremos de la estratificación social, perdiendo de vista una consideración sistemática y totalizante de la estructura social (Filgueras, 2007)
Los análisis referidos al rol de las burguesías locales y nacionales en este marco, sus alianzas estratégicas y políticas con otros actores de clase y tecnocráticos (como las fuerzas militares), su relación variable y dependiente del Estado, las transformaciones progresivas en su composición interna en el contexto de crecientes procesos de trasnacionalización y concentración de las economías en la región, fueron mostrando sin embargo un cambio de adjetivación en la observación de las mismas. Así, tanto la noción de burguesía local y nacional, como su distinción de subsidiaria, raquítica, asociada, fueron perdiendo importancia en la observación de los procesos complejos que atravesaron estas fracciones de clase con el advenimiento del neoliberalismo. Pero sobretodo, quedó situada en tiempo y espacio la relación y expectativa entre desarrollo y fracción de la burguesía urbano industrial local como precursora de un proceso de transformación radical o sustantiva de relaciones sociales y económicas dependientes de los países centrales. Por otra parte y en relación con ello, la fracción de la burguesía ligada a los capitales y las transacciones financieras fue adquiriendo peso progresivo en las relaciones de dominación conquistando gravitación al interior de la clase, en detrimento de los empresarios vinculados principalmente al capital productivo30.
Los conflictos en torno al desarrollo31, y los procesos de acumulación capitalista, se encuentran atravesados y condicionados por disputas entre actores de clase, y en este sentido, algunas de las inquietudes que impulsaron los debates y las proposiciones de mediados del siglo pasado revisten actualidad reflexiva: la relación entre las fracciones de la burguesía y el Estado, los procesos de trasnacionalización económica y su vinculación con los actores de clase en el plano nacional, las conflictos y disputas por la producción, apropiación y distribución del excedente al interior de las clases como entre éstas, tanto en el plano nacional como internacional, las relaciones económicas y de dominación que se consolidan en una nueva fase de internacionalización del mercado y el comercio con el ascenso incremental del peso de los capitales y los intercambios comerciales con países como China32, la orientación intervencionista de los estados en estos procesos. En este escenario se reponen, una vez más, inquietudes intelectuales y políticas en torno al desarrollo en una fase que puede pensarse en términos del nuevo carácter que adoptan las relaciones de dependencia. Cuáles resultan ser las posiciones, orientaciones y acciones políticas de las distintas fracciones de las burguesías en este
proceso, y como se liga recíproca, antagónica y/ó solidariamente con otros actores de clase y con el Estado, se distingue como un aspecto de indiscutible relevancia.

Notas

1 Agradezco a Cecilia Anigstein y Damián Corral por su lectura y comentarios a una versión preliminar de este artículo.

2 Entre mediados de los años 60 y mediados de los años 80 diversos países de América Latina sufrieron dictaduras militares fuertemente represivas que afectaron la producción académica y de pensamiento político.

3 En algunos países de la región, como es el caso argentino, se advirtió el retorno en la discursividad y la retórica política que enaltece el rol de las burguesías nacionales y locales como actores dinámicos del desarrollo particularmente en el marco de la reemergencia de una matriz política nacional-popular que vitalizó a estas fracciones productivas como uno de los actores estratégicos en la etapa actual del desarrollo, especialmente hasta el año 2015. Para profundizar en estos argumentos ver Wyczykier Gabriela y Anigstein Cecilia (2014) “Las disputas por el excedente y la perspectiva del desarrollo: trabajadores y empresarios ante el Proyecto de Participación en las Ganancias Empresarias en la Argentina reciente”, RevueTiers Monde, Nº 20, octubre-diciembre, ArmandColin. Para un análisis de la burguesía nacional en la Argentina ver también Gaggero; Schorr; Wainer (2014) Restricción eterna. El poder económico durante el Kirchnerismo, Buenos Aires: Editorial Crisis.

4 Borda, Orlando Fals (1981) “Comentario: dilemas del monismo en la Teoría de la Dependencia”, Clases sociales y crisis política en América Latina, México, Siglo Veintiuno Editores.

5 CEPAL (1963) “El desarrollo social de América Latina en la Postguerra”, Buenos Aires, SOLAR/HACHETTE

6 Para VaniaBambirra (1983) los cepalinos introdujeron la temática de la dependencia de modo incluso antecedente en relación con otros abordajes. Su tratamiento teórico metodológico sobre la desigualdad en los términos de intercambio, el problema de las inversiones extranjeras, el endeudamiento y la dependencia externa, la situación social en América Latina, sumado a la orientación política del enfoque de esta institución, no habrían permitido sin embargo captar los elementos esenciales de la situación de dependencia.

7 Fernanda Beigel (2006) alude a las “teorías de la dependencia” por los distintos aportes que nutrieron esta corriente teórica en América Latina, descartando de esta manera un marco conceptual homogéneo y unitario con referencia a su capacidad explicativa de las distintas realidades de la región.

8 V. Bambirra (1983) sostiene que si bien el marco teórico general que nutrió a los dependentistas se encuentra en los trabajos de Marx y Engels sobre la situación colonial, la teoría del imperialismo de Rosa Luxemburgo y de Lenin, entre otros aportes, el móvil inmediato de esta corriente de pensamiento latinoamericano era la superación de los análisis del proceso de desarrollo llevado adelante por los partidos comunistas y por la CEPAL. La crisis política, económica, social y cultural generalizada en la región permitía cuestionar, por un lado, la interpretación esquemática de la realidad latinoamericana que presuponía la posibilidad de una alianza de las clases explotadas con la burguesía nacional progresista. Asimismo, esta crisis habilitaba criticar la posibilidad del desarrollo en América Latina tal como ocurriera en los países desarrollados a través de un planeamiento racional en la utilización de los recursos nacionales.

9 Este texto fue escrito en Santiago de Chile entre los años 1966 y 1967 desde la órbita de la CEPAL

10 Fernando Henrique Cardoso, sociólogo brasilero y profesor universitario, debió exiliarse en Chile perseguido por la dictadura militar que se instaló en Brasil en 1964. Regresó en 1968 a su país comenzando su carrera política en 1978. Enzo Faletto fue un sociólogo chileno dedicado al trabajo de docencia y producción académica en este país. En 1973 se trasladó a la CEPAL para desarrollar trabajos como consultor para regresar a Chile en 1990 y continuar con su labor académica

11 Sergio Bagú fue periodista, abogado, historiador y sociólogo argentino y ocupó un lugar destacado entre los pensadores marxistas latinoamericanos y en el pensamiento social del siglo XX

12 La estructura de clases en los distintos países de América Latina estuvo fuertemente vinculada al origen nacional del capital invertido en el sistema productivo, en el modo de incorporación de las economías locales al mercado internacional, a las características que adoptó la producción y dinámica del mercado interno, y a la persistencia de formas productivas tradicionales (Bagú, 1975)
En la literatura se describen por tanto como elementos centrales para caracterizar la situación de subdesarrollo y dependencia en los diversos países de América Latina la inserción productiva de la población económicamente activa, que difiere según la presencia de una alta proporción ligada a las actividades primarias de baja productividad y/ó a las actividades urbano industriales modernas y tradicionales, la inserción de las distintas economías nacionales al mercado internacional como productoras de materias primas en proporciones sustantivas de su PBI, o la convivencia de estas actividades con el peso económico que fuera adquiriendo la diversificación del sector industrial y las actividades de servicios relacionadas con las mismas; las cualidades de la inversión de capitales trasnacionales en actividades productivas del sector primario, secundario y terciario, el desarrollo del mercado interno y la lógica que adoptara en relación con la internacionalización del aparato productivo, el acceso desigual a servicios sociales, a condiciones de vida y habitacionales de la población, entre otros elementos analizados.

13 FlorestanFernandez fue un sociólogo brasileño que se dedicó tanto a la actividad académica y de docencia universitaria como a la actividad política en su país. En 1968 se fue a Canadá por motivos políticos y regresó a Brasil en 1973, vinculándose con el Partido de los Trabajadores.

14 R. Stavenhagen es sociólogo, nació en Alemania y migró de pequeño a México. Es actualmente profesor e investigador del Colegio de México

15 El colonialismo interno refiere a una relación orgánica y estructural entre una metrópoli en desarrollo o zona de crecimiento y su colonia interna atrasada, subdesarrollada y en creciente subdesarrollo. Estas zonas provén mano de obra y materias primas baratas a los centros más avanzados de las mismas naciones subdesarrolladas (Stavenhagen, 1981)

16 Como advierte Ansaldi (1992) la oligarquía no es una clase social – si bien en parte de la literatura sobre América Latina se la ha confundido con ello -. Por el contrario, remite a una categoría política que refiere a una forma de dominación caracterizada por la exclusión de las mayorías de las decisiones y el ejercicio del poder. Como la oligarquía no es una clase, el concepto define un tipo de régimen o de Estado al cual no se opone un Estado burgués o capitalista, sino el democrático. La dominación oligárquica puede ser ejercida por clases, grupos o fracciones de clase (terratenientes capitalistas o no capitalistas, burgueses, o una alianza entre ellas) Esta forma de ejercicio de la dominación se sitúa entre 1880 y 1930, 1940, aunque en algunos países se extendió temporalmente aún más.

17 Entre los trabajos relacionados con el funcionalismo latinoamericano se advierte conjuntamente sobre la importancia de adoptar un análisis realista de las clases sociales que considere los cambios vertiginosos sufridos por los distintos países de la región con referencia a los procesos de modernización, urbanización, industrialización, movilidad social y cambio en la estructura de clases. Gino Germani, uno de los pensadores más reconocidos por sus aportes en la etapa de institucionalización de la sociología en la región, analizó la estructura social Argentina a mediados del siglo XX privilegiando la dimensión socio técnica y productiva para describir el sistema de estratificación prevaleciente en el país hacia los años 50. Como observa Torrado (1992), en los análisis de este intelectual sobre las clases sociales en la Argentina moderna tuvo preeminencia una visión económica y política de la problemática, reconociendo el peso condicional de la estructura productiva sobre la estratificación.

18 CEPAL (1963) “El desarrollo social de América Latina en la Postguerra”, Buenos Aires, SOLAR/HACHETTE, pp. 125.

19 La CEPAL menciona formas de aspiración social y política que adquirieron un carácter acotado en los sectores medios latinoamericanos, y habrían incidido en la solidificación de estructuras sociales tradicionales. A partir de un análisis generalizado de los sectores medios latinoamericanas, se distinguían avances en materia educativa, en la seguridad social, en reformas políticas, que sin embargo no fueron extendidos a todos los grupos y sectores sociales promoviendo mayores condiciones de igualdad. Por ejemplo, la educación pública aumentó pero quedó restringida a las zonas urbanas, mientras la ampliación de la seguridad social benefició especialmente a los sectores asalariados dependientes, la tasa de sindicalización no llegó siquiera abarcar a la totalidad de estos últimos y la introducción del sufragio universal no tuvo como correlato la integración plena de sectores que quedaron marginados de la política.

20 Francisco de Oliveira, sociólogo brasilero dedicado a la actividad académica y de docencia en su país, e integrante del Partido de los Trabajadores.

21 De Oliveira, Francisco (1987) El Eslabón perdido, Clase e identidad de clase, San Pablo Editorial Brasiliense.

22 Aníbal Quijano, sociólogo peruano.

23 Quijano, Aníbal (1981) “Imperialismo, clases sociales y Estado en el Perú: 1985-1930”, Clases sociales y crisis política en América Latina, México, Siglo Veintiuno Editores.

24 Gunder Frank fue sociólogo y economista alemán, y uno de los impulsores de la teoría de la dependencia en los años 60.

25 Gunder Frank (1979) sostiene que el crecimiento intensivo de la industria en América Latina tiene como consecuencia la dependencia tecnológica, el desarrollo de bienes y servicios que no alentaron el desarrollo económico y social, la enajenación del control financiero de la economía nacional, el mantenimiento de instalaciones e industrias ociosas. El sector donde el lumpendesarrollo se observaba de modo más ilustrativo era el automotriz.

26 Faletto, Enzo (1981) “Clases, crisis política y el problema del socialismo en Chile”, Clases sociales y crisis política en América Latina, México, Siglo Veintiuno Editores.

27 Guillerno O Donnell fue un reconocido politólogo argentino.

28 O DONNELL, Guillermo (2008) Notas para el estudio de la burguesía local, con especial referencia a sus vinculaciones con el capital trasnacional y sus impactos internos, en Catacumbas, Buenos Aires: Prometeo, pp. 149-186.

29 Torres Rivas, Edelberto (1981) “Comentario: Historia y estructura en el seminario de Oaxaca”, Clases sociales y crisis política en América Latina, México, Siglo Veintiuno Editores.

30 La importancia creciente de la burguesía financiera en las relaciones de dominación y de hegemonía económica es observada como un factor característico del capitalismo mundial en su fase monopólica.

31 Ver Svampa, Maristella (2013) “Consenso de commodities y lenguajes de valoración en América Latina”, Revista Nueva Sociedad Nº 244, marzo-abril de 2013.

32 Para un análisis de los vínculos económicos con China ver Slipak, Ariel (2014) “América Latina y China: ¿cooperación Sur-Sur o «Consenso de Beijing»?”, Revista Nueva Sociedad Nº 250, marzo-abril.

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Recibido: 12.06.2016
Recibido con modificaciones: 12.04.2017
Aprobado: 14.04.2017

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