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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.30 Santiago del Estero jun. 2018

 

PERSPECTIVAS HISTÓRICAS: POLÍTICA, TRABAJO Y CULTURA

La Unión Obrera Metalúrgica durante el primer peronismo:  evolución institucional y dinámica organizativa1 

The Metal Workers Union during the first Peronism: institutional  development and organizational dynamics 

O Sindicato dos Metalúrgicos durante o primeiro peronismo: evolução  institucional e dinâmica organizacional 

 

José Marcilese*

* Doctor en Historia. Investigadora adjunto del CONICET y Docente del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur en la asignatura Historia Argentina III. Director del Archivo de la Memoria de la Universidad Nacional del Sur e integrante del Centro de Estudios Regionales "Profesor Félix Weinberg". josemarcilese@hotmail.com

 


RESUMEN

Este trabajo tiene la intención de estudiar el funcionamiento de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) durante el primer peronismo. Una entidad que durante la etapa 1945-1955 se afianzó como una organización sindical compleja y con proyección nacional, mediante la aplicación del modelo sindical por rama de la producción. En tal sentido, este estudio se interesará por indagar acerca de la dinámica interna de la UOM, con el fin de comprender el sentido de las relaciones internas, los vínculos entre los diversos estadios de la organización y la forma en que la entidad se relaciona con el peronismo.

Palabras clave: Peronismo; Sindicatos; Unión Obrera Metalúrgica

ABSTRACT

This work intends to study the operation of the Unión Obrera Metalúrgica (UOM) during the first Peronism. An entity that during the 1945-1955 period established itself as a complex union and national projection , by applying the model union branch of production . In that sense, this study will be interested in inquiring about the internal dynamics of the UOM, in order to understand the sense of internal relations, the links between the various stages of the organization and how the organization relates to Peronism.

Key words: Peronism; Workers; Unión Metal Workers

RESUMO

Este trabalho pretende estudar o funcionamento do Sindicato dos Trabalhadores Metalúrgicos durante o primeiro peronismo. Uma entidade que, durante o período de 1945-1955 estabeleceuse como uma união complexa e com projeção nacional, mediante a aplicação do modelo sindical por ramo de produção. Nesse sentido, este studo pretende indagar-se a respeito da dinâmica interna da UOM, a fim de compreender o sentido de suas relações internas, os vínculos entre as várias fases da organização e como a mesma se relaciona com o peronismo.

Palavras-chave: Peronismo; Sindicato; Sindicato dos Trabalhadores Metalúrgicos

Licencia Creative Common: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/legalcode


 

SUMARIO: Introducción. 1. El proceso formativo de la UOM, su expansión territorial y la relación con el peronismo; 2. El modelo organizativo asumido por la Unión Obrera Metalúrgica; 3.La intervención como instrumento de control y regulación de la conflictividad seccional; 4. La profesionalización de la conducción gremial, una ruptura con las prácticas tradicionales. 5. Consideraciones finales; Bibliografía.

*****

Introducción

Durante la última década, se ha producido un notable incremento en las indagaciones académicas interesadas en analizar la dinámica de las organizaciones obreras durante el primer peronismo. Los nuevos aportes han superado el interés por el rol de los trabajadores y sus organizaciones en la instancia gestacional del peronismo, aspecto que había preocupado a un parte de los estudios clásicos (Germani, 1973; Murmis y Portantiero, 1973; Torre, 1989; Di Tella, 2003), para considerar otros enfoques, etapas y escalas de observación. Entre los cuales se destacan las investigaciones que han profundizado el debate en torno a la disyunción heteronimia-autonomía de las entidades gremiales, analizando para ello tensiones y conflictos, que cuestionan la inacción gremial planteada por parte de la historiografía tradicional y advierten sobre la existencia de claros rasgos de independencia en el asociacionismo obrero respecto de la injerencia estatal (Rubinstein, 2005; Acha, 2008; Nieto, 2008; Izquierdo, 2008; Gutierrez, 2012). Del mismo modo, algunas investigaciones se han interesado por el rol político de las organizaciones sindicales, un aspecto poco explorado en relación al gremialismo (Contreras, 2013).
Estos aportes presentan una mirada complejizada en la que los sectores trabajadores y sus organizaciones no se avienen pasivamente a la tutela de las agencias estatales y el Partido Peronista, sino que por el contrario plantean en sucesivas oleadas reclamos sectoriales, a través de huelgas y acciones de protesta. Por intermedio de las cuales se pueden reconocer discrepancias entre la conducción y las instancias de base de las organizaciones, no siempre de acuerdo con las estrategias asumidas por la dirigencia para dirimir las tensiones que se generaban en el mundo del trabajo.
No obstante estos progresos, sigue siendo limitada la producción historiográfica en relación al funcionamiento de las organizaciones obreras durante los años del primer peronismo, en tanto espacios asociativos específicos dedicados a gestionar las relaciones laborales. Es por ello que el presente trabajo tiene la intención de progresar en el estudio de uno de los principales componentes del universo sindical que se consolidó con el peronismo: la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) (Elisalde, 1995; Dicósimo, 2000; Fernández, 2005; Schiavi, 2008; Torre, 2012). Una entidad que, como había ocurrido con los gremios ferroviarios en la etapa precedente, durante el período 1945-1955 se afianzó como una organización sindical compleja y con proyección nacional, dotada de una fuerte influencia sobre el conjunto del movimiento obrero argentino. Una tendencia que se profundizó luego del golpe militar de 1955 y se acentuó
durante la década de 1960, cuando la UOM conducida por Augusto Vandor se constituyó en el eje articulador en torno al cual giraba el funcionamiento del gremialismo argentino.
Teniendo en cuenta esto, el presente artículo indagará acerca de la dinámica interna de la UOM, durante el período 1945-1955, desde una perspectiva interesada por conocer y analizar su estructura organizacional. Para lo cual se contemplarán indicadores tales como los vínculos entre los diversos niveles de su estructura, las prácticas que regularon su funcionamiento, los mecanismos de participación internos y los recursos económicos para materializar sus objetivos. En tal sentido, el presente trabajo procurará indagar en torno a "lo político" al interior de una entidad sindical, un enfoque que implica explorar acerca de las relaciones de poder que se constituyen entre los distintos sectores y niveles que la conforman.
En relación a lo planteado en el párrafo anterior, resulta conveniente advertir que el crecimiento en la complejidad organizativa de la entidad, así como también en los niveles de afiliación, originó durante la etapa considerada una expansión sin precedentes en las incumbencias que el gremio metalúrgico asumió durante el primer peronismo. Una circunstancia que motivó una creciente "profesionalización" de los dirigentes tanto en el orden nacional como en las diversos espacios seccionales (Del Campo, 2005; Doyon, 2006; Basualdo, 2010; Schiavi, 2013).
Asimismo, la expansión de los roles de gestión tradicionales, al mismo tiempo que la aplicación de un modelo de negociación de orden nacional, fueron factores que motivaron una progresiva concentración administrativa, financiera y político-sindical en los cuerpos directivos centrales de la organización metalúrgica. Si bien en un primer momento fueron integrados por una proporción mayoritaria de dirigentes pertenecientes al área porteña, luego en forma progresiva comenzar a incorporar a representantes provenientes de la extensa red de subunidades seccionales, elegidos en forma periódica por los propios afiliados. En tal sentido, es posible suponer que la alta densidad organizativa que asumió la UOM durante los años del primer peronismo, al igual que una continuidad en las modalidades electivas al momento de integrar los cuerpos directivos, resultaron funcionales a una rápida normalización luego que golpe militar de 1955 interrumpió el funcionamiento de las organizaciones sindicales.
Teniendo en cuenta el enfoque del presente trabajo se analizó en forma particular la publicación oficial de la entidad metalúrgica, que comienza a editarse en paralelo con su proceso formativo con el fin de informar acerca del funcionamiento de la organización a los afiliados2. Del mismo modo se consideraron memorias institucionales de orden nacional y actas correspondientes a la seccional Bahía Blanca de la UOM.

1. El proceso formativo de la UOM, su expansión territorial y la relación con el peronismo

La ruptura interna que sufrió la CGT en abril de 1943 ocasionó un proceso similar dentro del sindicalismo metalúrgico en el orden nacional, donde una facción liderada por Angel Perelman se separó del Sindicato de Obreros de la Industria Metalúrgica para conformar la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Esta ruptura contó con la aprobación de la CGT Nº 1, la organización que congregaba a los sindicatos que pretendían mantener la mayor autonomía posible de los partidos políticos y que era presidida por el dirigente del poderoso gremio de la Unión Ferroviaria, José Domenech. Sin embargo a pesar de los apoyos recibidos la labor de afiliación del nuevo gremio metalúrgico se limitó a la ciudad de Buenos Aires y no alcanzó al interior del país.
Luego de producirse el golpe militar, de junio de 1943, la conducción de la UOM no mantuvo una posición homogénea respecto de la gestión de Juan Perón al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Recién para finales de 1945, en vísperas de las elecciones presidenciales y luego de las jornadas de octubre, en el gremio metalúrgico se impuso el sector que adhería a la labor del militar. Una tendencia que se acentuó en un congreso de delegados de los establecimientos capitalinos, realizado el 14 de junio de 1946, con el fin de designar una nueva comisión directiva. La cual se mantuvo solo por espacio de unas semanas al frente de la organización, debido a que la CGT dispuso intervenir al gremio metalúrgico. Superado el
conflicto se produjo la normalización y resultó electo un cuerpo directivo encabezada por Hilario Salvo3, que gestionó el primer convenio para el sector y promovió la conformación de las seccionales originarias en el conurbano porteño: Quilmes, Avellaneda y Morón.4
Luego de acordar el 23 de agosto de 1946 un convenio colectivo de salarios y trabajo para sus afiliados, la comisión central de la UOM concentró su atención en promover la sindicalización de los trabajadores en el interior del país. Al respecto en unos de los números iniciales del diario de la organización los directivos instaban a la "…formación de filiales en todas las localidades del país con dependencia de nuestra Central"5, para luego ofrecer su cooperación a través del envió de delegados organizadores, que podían intervenir en los procesos formativos de las seccionales.
Como era de suponer la primera misión organizadora enviada por la dirección del gremio al interior del país, partió hacia los distritos que concentraban un mayor número de trabajadores: Córdoba y Rosario, donde se organizaron las primeras seccionales fuera del área porteña. Luego se formó la representación de La Plata y posteriormente las seccionales de Tres Arroyos y Bahía Blanca, estas últimas en distritos del sudoeste bonaerense que concentraban una importante cantidad de establecimientos metalúrgicos de pequeña escala dedicados a la producción de equipamiento rural.
A partir de esas y otras inauguraciones, para febrero de 1947, la UOM estaba presente en 20 localidades, no solo en el Gran Buenos Aires (GBA), sino también en las principales áreas fabriles de Córdoba, Santa Fe y el interior bonaerense6. Una cifra que se elevó a 56, según consta en el informe realizado por la comisión administrativa7, para comienzos de 1948 y a 98 en 19538. Una progresión que deja en claro la efectiva labor promovida por la dirección nacional de la organización, con el fin de extender su presencia al conjunto del territorio nacional. El éxito de esa acelerada expansión territorial es posible adjudicarlo no solo a la aspiración de los trabajadores por afiliarse y estar de ese modo encuadrados en el convenio respectivo, sino también al mecanismo empleado para la apertura de las seccionales. Que se caracterizó por la asistencia de integrantes de la comisión directiva central a las diversas localidades, con el fin de coordinar la labor organizativa con cierto grado de autonomía operativa. En algunas ocasiones la solicitud de colaboración partió de los propios trabajadores, como ocurrió en Tucumán, cuando un grupo de obreros advirtió sobre el negligente funcionamiento que presentaba el accionar del sindicato metalúrgico y solicitaron colaboración para concretar la apertura de una seccional local de la UOM9. En otros casos fueron dirigentes nacionales quienes comenzaron con el proceso organizador mediante giras por el interior del país, a través de la cuales tomaban contacto con los trabajadores y promovían su sindicalización. Para ello resultó fundamental la mediación de trabajadores locales, que por lo general luego integraron los equipos gremiales que asumieron la conducción de las seccionales.
Del mismo modo, luego de establecer los locales sindicales la dirección nacional debió interceder para lograr la efectiva aplicación del convenio. Particularmente en aquellos distritos
provinciales donde las entidades obreras no presentaban la solidez organizativa suficiente como para enfrentar las presiones patronales. En Formosa, por ejemplo, el secretario general de la recientemente formada seccional denunció que no se conocía y por lo tanto tampoco se cumplía el convenio colectivo de 1947, razón por la cual los trabajadores cobraban sustancialmente menos que sus pares en Buenos Aires, a lo que se sumaban los malos tratos en los lugares de trabajo, en especial hacia los menores de edad10. Mientras que en Chaco, el propio Hilario Salvo tuvo que asumir las negociaciones ante el sector patronal, junto al secretario general de la seccional, para lograr el efectivo cumplimiento del convenio, con un descuento salarial del 15 % respecto de Buenos Aires. En esta labor se destacó Abdala Baluch, integrante de la comisión de interpretación del convenio, que participa de acciones tendientes a lograr la aplicación del mismo en las seccionales del interior del país11, y que tiempo después ocupara posiciones directivas en el secretariado nacional.

2. El modelo organizativo asumido por la Unión Obrera Metalúrgica

La estructuración de la entidad respondió, con variaciones, al modelo aplicado por otras organizaciones sindicales por rama de la producción. Es decir, una red de seccionales de nivel local, distribuidas en todos el territorio nacional con una fuerte articulación en torno a una dirección centralizada12. De esta forma, en el caso que existiesen organizaciones gremiales preexistentes de orden local, las mismas deberían adherirse como seccionales de la UOM para poder asumir la representación de los trabajadores y recibir la cobertura del convenio.
A pesar de extender su presencia gremial a casi la totalidad de los principales centros urbanos del país, hasta conformar una estructura compleja con más de 128.000 asociados en 195313, la UOM no contó durante sus primeros años de existencia con un estatuto que regulase su funcionamiento. Por ese motivo, la dirección sindical de la extensa trama de seccionales fue asumida por la comisión administrativa porteña, que tuvo a su cargo la gestión de los convenios y la coordinación de la tarea gremial.
En ocasiones, las determinaciones asumidas fueron consultadas a los niveles de base de la organización a través de sucesivos congresos de delegados, integrados en forma mayoritaria por representantes porteños o del GBA, mientras que la presencia de las seccionales del interior se redujo a participaciones puntuales de algunos secretarios y delegados. Entre 1947 y 1948 estos encuentros se efectuaron con una periodicidad bimestral, y para mediados de ese último año, comenzó a discutirse la necesidad de contar con un estatuto que ordenase la dinámica de la organización.
Esta no era una labor sencilla, en especial porque debían ser consultadas las seccionales del interior que, en última instancia, eran las principales interesadas en conformar una normativa, que las incluyese como componentes de una estructura orgánica nacional. Por ese motivo, se optó por aplazar el tratamiento estatutario y el congreso de delegados del 7 de agosto de 1948 extendió el mandato de la comisión administrativa en funciones hasta tanto se sancionase el documento, con el fin de legitimar la continuidad de un cuerpo que había terminado su período de gestión.
Según informó el periódico institucional, la demora se originó en dos factores, en primer término debido a que la comisión administrativa central priorizó consolidar la estructura orgánica y sindical en todo el país, una labor que se sustentó en los recursos financieros y el personal gremial de la sección porteña. En segunda instancia, porque la dirección gremial nacional entendió que era necesario contar con cierta experiencia para luego determinar las normas que debían regir una entidad de carácter federal14. Si bien estas explicaciones parecen
razonables, es posible suponer que en el aplazamiento también influyó la aspiración del equipo directivo en funciones de prorrogar su mandato y así evitar disputas internas de índole electoral con otras facciones que pudieran afectar su continuidad.
En ese marco, las discusiones en torno a un proyecto concreto se iniciaron a partir de un congreso de delegados de Buenos Aires y el GBA que tuvo lugar el 8 de octubre de 1949. En esa oportunidad se organizó una Comisión de Estudio y se estableció un plazo de 30 días para recibir consultas y sugerencias. Una posibilidad que también se brindó a las seccionales del interior, que discutieron el asunto en sus respectivas reuniones de delegados, para luego mandar representantes con mandato al congreso que formularía el próximo estatuto. Las deliberaciones culminaron en septiembre de 1949 y finalmente la UOM contó con un reglamento interno en el que primó, como se verá, los intereses de la seccional porteña.
En el estatuto se estableció que la organización se conformaría sobre la base de seccionales y que estas se organizarían en aquellos distritos que contasen con al menos 250 afiliados, y en caso de no llegar a ese número se conformaría una filial asociada a una seccional. Asimismo, la normativa determinó que el gobierno de la UOM lo ejercerían tres cuerpos directivos, el Congreso Nacional de Delegados (CND), órgano máximo de contralor y orientación, el Consejo Directivo (CD), un cuerpo de dirección con carácter resolutivo y la Comisión Administrativa Central (CAC), el ámbito ejecutivo de la entidad.
Al CND lo integrarían representantes, necesariamente delegados, de Buenos Aires y las seccionales, en un número proporcional a la cantidad de cotizantes de cada subunidad sindical15. Sus reuniones serían convocadas por el CD, con carácter bianual y en la ciudad de Buenos Aires, para considerar la labor de los restantes cuerpos directivos y ordenar la "marcha general de la organización".
El CD lo formarían representantes de las comisiones administrativas de las seccionales, que serían designados por los respectivos congresos de delegados, en un número proporcional a la cantidad de afiliados. Un criterio que en la práctica otorgaba solo un delegado a la totalidad de la seccionales, excepto por Avellaneda que contaba con dos, frente a nueve porteños. Un desequilibro notable si se tiene en cuenta que ese organismo cumplía funciones tales como discutir los convenios, determinar de medidas de fuerza, resolver la intervención de seccionales y aplicar medidas disciplinarias, entre otras ocupaciones. Sus reuniones serían cuatrimestrales, rotativas en su sede, y al frente de las mismas estaría como secretario general el mismo dirigente que ocupara ese cargo en la CAC. Motivo por el cual fue Hilario Salvo el que presidio su reunión constitutiva, que tuvo lugar el 25 de septiembre de 1950 con la participación de 30 delegados de las seccionales, más algunos representantes de filiales con carácter de asistentes.
El siguiente organismo directivo era la Comisión Administrativa Central (CAC), formada por 15 miembros. De los cuales 11 serían seleccionados por los afiliados de la seccional Buenos Aires, más "tres representantes del interior" designados en su seno por el Consejo Directivo, (conformado por los secretarios de todas las seccionales) y un representante de la rama de empleados16. Es decir, una conformación que concentraba la representación en la seccional porteña, en especial si se considera que cargos principales de la CAC no podían ser ocupados por los representantes provenientes del CD, en su mayoría oriundos de la seccionales del interior, que tenían asignadas funciones menores dentro del organigrama de secretarios del cuerpo. De esta manera, se bloqueaba el acceso de un secretario ajeno al medio porteño a la dirección nacional de la UOM.
Las reuniones de la CAC serían quincenales, en ellas se tratarían los asuntos ordinarios del gremio con el objetivo central de hacer cumplir las disposiciones del CD, y durante el receso de este, tomaría resoluciones en su nombre con la obligación de dar cuenta de las mismas en la primera reunión que realizara el CD. Una circunstancia que profundizaba aún más el protagonismo en la conducción de la UOM de la dirigencia porteña, mayoritaria en la CAC, en
detrimento de las seccionales del interior17. Generándose así una asimetría que no guardaba relación con el número de afiliados, puesto que la seccional porteña concentraba solo al 50% de los cotizantes18.
Entre las funciones de la CAC también figuraba convocar a los restantes cuerpos directivos, un recurso valioso para manejar la dinámica interna, en especial cuando los temas a considerar requerían de acuerdos y negociaciones previas. El financiamiento de la representación ante los diversos organismos estaría a cargo de las propias seccionales, una circunstancia que no representaba un obstáculo para las ubicadas en el GBA, pero sí lo era para aquellas unidades gremiales que operaban en el interior del país con recursos financieros limitados para el traslado de sus dirigentes.
Por la periodicidad de sus encuentros la CAC era el organismo que en la práctica conducía en el plano sindical, administrativo y político a la organización metalúrgica. El resto de los cuerpos directivos se reunían con una periodicidad menor y los lineamientos de sus encuentros eran trazados también por la CAC, un dato que reafirmaba su centralidad dentro de la UOM.
La formulación normativa inicial se mantuvo hasta julio de 1953, cuando el Congreso Nacional de Delegados dispuso una reforma de los estatutos, por la cual se modificó no solo la denominación de la Comisión Administrativa Central, que pasó a llamarse Secretariado, sino especialmente la manera en que se designaba a sus miembros19. De acuerdo al primer estatuto estos necesariamente debían pertenecer en su mayoría a la seccional Buenos Aires y solo minoritariamente a las subunidades del interior. Con el nuevo reglamento los candidatos a ocupar posiciones en el Secretariado, serían electos por el Congreso Nacional del Delegados entre los miembros del Consejo Directivo, sin establecer restricciones en cuanto a su origen y en una cantidad igual al doble de los cargos a cubrir. Luego la lista confeccionada sería sometida al voto directo de los afiliados de todo el país. Esto representó un cambio con las prácticas electivas vigentes, las cuales si bien presentaban un carácter democrático, respondían a un modelo de representación de carácter indirecto y otorgaba a la representación de la seccional porteña un porcentaje mayoritario de los puestos directivos en la Comisión Administrativa Central, que luego pasó a denominarse Secretariado Nacional.
En la práctica el proceso electoral se inició con la integración de las comisiones fiscalizadoras a finales de octubre de 1953, para proseguir luego en noviembre con un extenso cronograma electoral que abarcó en forma escalonada al conjunto de las seccionales metalúrgicas. En los comicios participaron 44.000 afiliados, sobre un total de 128.000 cotizantes, es decir una proporción que apenas superaba el 34% del padrón20. A pesar que en esa oportunidad el mecanismo electivo fue directo y fueron los propios afiliados a la UOM, quienes seleccionaron a la totalidad de los secretarios que integrarían el principal cuerpo directivo de su organización. Debido a que como consecuencia de los cambios estatutarios implementados, no se determinó a priori cuál debía ser el origen seccional de los miembros directivos nacionales. A tal punto que al momento de elegirse el nuevo Secretariado 8 de los 14 candidatos no eran dirigentes capitalinos, una proporción que distaba de la fijada por el estatuto de 194921.
Esta modificación posibilitó que al efectuarse la elección resultara seleccionado como Secretario Adjunto Roberto Ruiz de la seccional Morón y como secretario de actas Francisco Brizuela de la seccional Córdoba. Asimismo, en función de la nueva reglamentación resultó
reelecto secretario general Abdala Baluch, en ese rol luego que Hilario Salvo fue removido por una intervención en 1951, quien continuó en funciones hasta que una nueva crisis interna originada en el proceso de huelga que tuvo lugar en el primer semestre de 1954. Esta culminó con la renuncia masiva del Secretariado, quedando la dirección de la organización a cargo de un dirigente del interior, Rafael Colace, de la subunidad bahiense, que si bien fue candidato en la elección de 1953 no resultó seleccionado y se mantuvo como suplente. A partir de estos cambios en la integración del Secretariado es posible suponer la existencia de un proceso de negociación durante las sesiones del Congreso Nacional de Delegados, en el que las aspiraciones de los sindicalistas provincianos tuvieron el peso suficiente para incluir algunos de sus candidatos en el máximo cuerpo directivo de la organización metalúrgica.

3. La intervención como instrumento de control y regulación de la conflictividad seccional

Luego de extender su presencia gremial a los principales centros urbanos del interior del país, la dirección nacional de la UOM ejerció un riguroso control gremial y financiero sobre las subunidades locales, hasta conformar una organización con una fuerte articulación interna. Para ello, en ocasiones, las autoridades centrales del gremio debieron interferir en su funcionamiento debido a que "… en algunas seccionales del interior del país no se han tenido en cuenta las normas orgánicas que prevalecen en esta entidad sindical, y por este motivo se impuso a necesidad de intervenir las seccionales afectadas por malas administraciones…"22, tal como justificaba el semanario institucional. Una argumentación que parece sensata, si se considera que la inexperiencia en cuestiones gremiales era el rasgo común de la mayor parte de los trabajadores devenidos luego en dirigentes del sindicato metalúrgico.
Al ser el área donde la UOM alcanzó un desarrollo más temprano, fueron las seccionales del GBA las primeras afectadas por los procesos interventores. Como ocurrió con la representación que funcionaba en el municipio de General San Martin, intervenida entre octubre de 1946 y junio de 194923. En ese lapso los dirigentes enviados por la central ordenaron administrativamente a la delegación e incrementaron notoriamente el número de afiliados. Una situación similar afectó a la seccional Morón, que resultó intervenida en diciembre de 1948 por graves falencias en las tareas de afiliación y en las gestiones ante la Secretaria de Trabajo y Previsión. En abril de 1949 culminó la intervención luego de duplicar el número de cotizantes y de efectuar la elección de la nueva comisión administrativa. Procesos similares afectaron a la seccionales Quilmes, Bahía Blanca, Junín, La Plata, Avellaneda y a la filial de Villa Lugano, dependiente de la seccional de Buenos Aires, y permiten apreciar la intensidad de la tutela ejercida por la dirección nacional de la UOM sobre sus principales subunidades durante la primera mitad de la década peronista. Al respecto es posible suponer que estas medidas sirvieron tanto para ordenar en funcionamiento de ciertas seccionales afectadas por problemas concretos, en su mayoría de orden administrativo, como para dejar en claro la actitud que la dirección del gremio tendría frente a situaciones similares en el futuro. En algún punto el hecho que las intervenciones se concentraron en la etapa 1947-1949, permite apreciar el carácter disuasorio que estas tuvieron frente a las más de 50 seccionales metalúrgicas que ya operaban por entonces en el país.
Del mismo modo, otro factor que gravitó para que la Comisión Administrativa Central (CAC) resolviera intervenir una seccional fue la presencia de militantes comunistas en su conducción, una opción inaceptable para una organización que desde 1946 se había alineado con el peronismo. Ese fue el caso de la subunidad metalúrgica cordobesa y luego de producirse la intervención el semanario sindical advirtió que "Esto es lo que encontró el compañero interventor en la seccional Córdoba; una masa descreída, dirigida por personas retrógradas, donde la influencia disolvente del comunismo efectuaba su obra de zapa, socavando los cimientos de este pedazo de nuestra organización…"24. Una situación similar afectó a la seccional a Mendoza, que recibió la intervención de los delegados Francisco Miodwnick y
Alejandro Leonhardt, enviados por carácter "inorgánico" advertido por Hilario Salvo durante su visita a esa delegación. Aunque en realidad la decisión se originó en el hecho que el secretario general de la seccional Juan Racconto, era al mismo tiempo un reconocido dirigente del Partido Comunista25. Por su parte, la seccional Santiago del Estero fue intervenida en marzo de 1949, a raíz de "irregularidades y procedimientos inorgánicos" advertidos por la conducción nacional. En ese caso luego de evaluar la situación de la seccional los delegados Nicolas Guiliani y Enrique Giménez concluyeron que la seccional operaba financieramente sin atender a las normativas específicas, inherentes tanto al cobro de la cuota de los cotizantes como al empleo de los fondos seccionales. Una situación irregular que quizás hubiese recibido otro tratamiento por parte de la CAC, sino fuera por el hecho que el secretario seccional José A. Paz se presentó como candidato del PC en las elecciones legislativas provinciales de abril de 1949. En todos los casos los procesos interventores culminaron con la elección de nuevas comisiones directivas, conformada por dirigentes que adherían al peronismo26.
En todos los casos las misiones normalizadoras fueron integradas por miembros de la conducción nacional, con el asesoramiento y colaboración de referentes locales. Asimismo, también participaron secretarios seccionales del GBA27 junto a afiliados ligados al entorno del equipo gremial liderado por Hilario Salvo, como ocurrió con la intervención a la subunidad tucumana, ocurrida en abril de 1949, a cargo de Abdala Baluch y Castro Ortiz, dos referentes que luego se incorporaran a la comisión administrativa central.
Asimismo, otro factor que permite advertir el carácter centralizado que manifiesta la dinámica interna de la UOM fue el manejo de los recursos financieros. Tanto es así que a partir de 1951 los aportes sindicales de los afiliados comenzaron a ser depositados por los empleadores a cuenta de la organización central del gremio, que luego coparticipaba a sus seccionales con sumas acordes a sus necesidades28. De allí el interés de la central por incrementar la cantidad de afiliados de las respectivas subunidades, un reclamo constante ante la comisiones locales, motivado en la creencia que la agremiación era una forma de facilitar la aplicación de los convenios en los diversos distritos, al mismo tiempo que una vía para acrecentar los recursos recaudados por la organización. En especial cuando esta incrementó sus servicios asistenciales, generó infraestructura hospitalaria y desarrolló el turismo social, por lo cual resultaba imprescindible disponer de fondos suficientes.
Este proceso de subordinación financiera fue seguido por otras acciones secundarias como la unificación nacional del padrón de asociados, con la consiguiente renovación de los carnets de afiliados, la confección de un inventario nacional y la definitiva concentración en el secretariado nacional de la actividad administrativa-financiera, a tal punto que las seccionales prescindieron de los servicios contables que había utilizado hasta promediar 1950.
A partir de esta centralización, para su funcionamiento las seccionales solo contaron con los fondos aportados por la conducción nacional de la organización, cuya distribución estaba a cargo del Consejo Directivo, encargado de fijar el presupuesto de gastos para cada seccional.
Por lo tanto, para afrontar acciones que requerían de mayores recursos se debía recurrir necesariamente a los aportes "extraordinarios" de los propios cotizantes, usualmente descontados de sus jornales luego de un aumento salarial. En ocasiones cuando la celeridad del problema impedía una campaña de recolección de fondos prolongada, se articulaban medidas de emergencia con la coordinación de los delegados, como la recolección de dinero entre los agremiados a partir de aportes voluntarios29. Cuando este mecanismo no resultaba suficiente para afrontar las obligaciones, la seccional aportaba el dinero restante de sus fondos operativos, una situación que usualmente generaba prolongadas discusiones respecto de los montos que se podían adjudicar y permite suponer que la disponibilidad de recursos financieros era limitada. Esto se debe a que por lo general los fondos disponibles en el orden local se limitaban a lo necesario para la cobertura de los viáticos y gastos de los miembros de comisión administrativa, en especial del secretario general, generados por los viajes a Buenos Aires y por el seguimientos del conjunto de filiales menores que funcionaban con carácter dependiente de las seccionales. Por lo que cualquier erogación suplementaria motivaba el consiguiente desbalance en las reducidas cuentas seccionales.
Asimismo, la concentración de los recursos fue acompañada por una constante apelación por parte de la CAC, a consolidar un funcionamiento orgánico dentro de la estructura gremial metalúrgica. Esto significaba que cualquier gestión que las seccionales tuvieran que efectuar ante agencias estatales u organizaciones de la sociedad civil, debían tramitarse por su intermedio. De esta forma la conducción nacional limitaba la autonomía funcional de las seccionales, al mismo tiempo que consolidaba su rol mediador30.

4. La profesionalización de la conducción gremial, una ruptura con las prácticas tradicionales

A lo largo de la década de 1930 al frente de las principales organizaciones sindicales argentinas se conformaron equipos de conducción permanentes y rentados, constituidos por trabajadores dedicados de manera exclusiva a esa labor. Este verdadero proceso de "burocratización" del universo gremial se originó en el crecimiento y complejización del funcionamiento de los sindicatos y fomentó la constitución de cúpulas directivas en algunas de las principales entidades.
Con el advenimiento del peronismo las funciones básicas de las organizaciones sindicales y por lo tanto la labor de los cuerpos directivos de orden nacional y seccional se ampliaron, alcanzando una complejidad nunca antes observada. Con el correr del tiempo a la resolución de los problemas cotidianos de la organización, tales como afiliar, controlar el cumplimento del convenio o recaudar la cuota social, se agregaron otras incumbencias como la provisión de atención médica, la tramitación de los procesos jubilatorios, la organización del turismo social o la gestión de proveedurías, por mencionar solo algunas de las funciones principales. Este crecimiento fue acompañado por un proceso de "profesionalización", que en la práctica implicó al aprendizaje por parte de los dirigentes de ciertas rutinas y la incorporación de capacidades vinculadas a una labor gremial que se diversificó. Al mismo tiempo, generó la inclusión de viáticos, personal rentado y gastos de movilidad en los presupuestos operativos de las seccionales, tanto en el área metropolitana como en el interior del país.
En algún punto esta situación modificó de tal forma las prácticas tradicionales del asociacionismo metalúrgico que, a comienzos de 1948, el periódico gremial incluyo en su edición una carta firmada por Faustino Ayrala, subsecretario de la filial Villa Lugano, quien argumentaba que los gastos inherentes a la labor gremial superaban los ingresos extra que los dirigentes percibían en concepto de viáticos, por lo que resultaba necesario un aumento en sus
haberes31. La inquietud fue considerada por el siguiente congreso de delegados porteño, en el que se decidió incrementar las entradas de los directivos y llevar su salario a 900 pesos mensuales, aproximadamente el doble de lo percibido por un oficial con diez años de antigüedad y dos hijos. La justificación del aumento residió en la imposibilidad que los dirigentes tenían para acceder a los ingresos extra, que en ocasiones se perciben en los talleres, al igual que los aumentos de jornal otorgados por algunas fábricas por fuera de convenio32.
Esta seria de modificaciones, dio lugar a la integración de una conducción conformada por dirigentes que, progresivamente, se alejaban del entorno fabril para asumir funciones y adquirir conocimientos específicos vinculados a la gestión gremial. Una tendencia que favoreció la continuidad de los equipos sindicales tanto en el orden nacional como seccional, como lo evidencia la permanencia de una parte mayoritaria de los dirigentes de la Comisión Administrativa Central entre 1946 y 195333.
En el caso de las seccionales del interior del país, a pesar de los procesos disruptivos que constituyeron las intervenciones, también se integraron equipos directivos estables a partir de una creciente profesionalización de la labor sindical. Aunque resulta necesario reconocer que estas "burocracias" gremiales, como dieron en llamar los detractores del modelo sindical peronista, se consolidaron gracias al apoyo electoral que los afiliados, que reconocían y valoraban sus aptitudes técnico-burocráticas para la gestión gremial (Fernández, 1985).
De manera que la permanencia en los cargos se producía no solo por el interés de los propios dirigentes por continuar con sus carreras gremiales, fuente de recursos y prestigio, sino también por el hecho que la experiencia en la gestión representaban un capital personal de suma utilidad al momento de justificar la posibilidad de una reelección. Del mismo modo, la renovación periódica de los elencos directivos una vez que estos habían alcanzado un nivel de preparación funcional a una gestión gremial eficiente, en términos de rapidez y precisión administrativa, no parecía ser una opción inapropiada para una organización de reciente formación. En especial si se considera que la inexperiencia gremial, era el común denominador de la mayor parte de los dirigentes que asumieron tareas directivas en la extensa red de seccionales que la UOM conformó a partir de 1946.
Asimismo, algunos dirigentes metalúrgicos pudieron capitalizar su labor gremial para acceder a los cargos públicos y legislativos, a partir de su incorporación al personal político de Partido Peronista en diversos espacios provinciales. Esta situación se evidenció al momento de integrarse las listas de candidatos para las elecciones de noviembre de 1951. Por entonces Hilario Salvo, Humberto Idománico y Juan Francisco Brizuela, respectivamente secretarios generales de las seccionales Buenos Aires, Rosario y Córdoba, resultaron electos diputados nacionales, conjuntamente, junto con 11 legisladores provinciales, en su mayoría miembros de comisiones seccionales34. Una tendencia que también se advirtió en forma reiterada en las instancias legislativas comunales bonaerenses, cuando dirigentes metalúrgicos accedieron a bancas de concejales en representación del peronismo (Damin, 2011).

5. Consideraciones finales

Desde sus orígenes la dinámica interna de la Unión Obrera Metalúrgica se caracterizó por un funcionamiento centralizado en la gestión gremial, ejercido por un conjunto de dirigentes pertenecientes a la seccional Buenos Aires. Una situación que no fue sino la consecuencia del desarrollo temprano que esa subunidad del gremio metalúrgico tuvo en relación al conjunto de la organización. Razón por la cual un grupo de dirigentes porteños alcanzó una temprana experiencia, que luego empleó en la conformación de las seccionales del resto del país y en la definición del modelo organizativo de la entidad gremial. Asimismo, resulta necesario recordar que el peso electoral que la representación capitalina tenía, tanto en los congresos de delegados como en los comicios internos, originaba un desequilibrio al momento de definir una votación o de tomar una decisión difícil de revertir para el resto de las seccionales.
A partir de la reforma estatutaria de 1953 esta situación comenzó a modificarse y por primera vez dirigentes del interior del país accedieron a integrar el Secretariado Nacional de la UOM. Una circunstancia que supuso una representación en los órganos directivos centrales que parecía ser más acorde con la distribución de los cotizantes del conjunto de las seccionales. Del mismo modo, la implementación de una modalidad directa en la selección de los dirigentes del Secretariado Nacional, democratizó la dinámica electoral de la organización al permitir que los afiliados fuesen los encargados de determinar sin mediaciones quiénes integrarían la conducción ejecutiva del gremio.
En ocasiones, esta dinámica democrática atravesó períodos de crisis, los conflictos de 1951 y 1954 son una muestra de ello, que se resolvieron tanto mediante la intervención externa (desde la CGT) como por intermedio de los mecanismos institucionales internos. Para luego una vez que esos conflictos fueron procesados y superados dar lugar a una instancia de normalización, acorde con los procedimientos electivos dispuesto según los estatutos, que en los casos considerados presentaron niveles de participación significativos.
Por último, resulta conveniente reconocer que a pesar de la directa vinculación que organización metalúrgica con el peronismo, en su condición de fuerza política y partido gobernante, esta detentó un funcionamiento autónomo durante la etapa considerada. En función de esta situación la UOM mantuvo una dinámica interna caracterizada por prácticas políticas sustentadas en procesos electorales democráticos y mecanismos asamblearios con altos niveles de participación, que dieron lugar tanto a profundos proceso de renovación en su conducción como así también a la generación de movimientos huelguísticos de importantes dimensiones. En algún punto, esto permite comprender la capacidad que presentó el gremio metalúrgico de reconstituir su trama organizativa luego que el golpe militar de 1955 inició una nueva intervención, interrumpió el normal funcionamiento de la entidad y forzó un profundo recambio de su personal directivo.


GRAFICO 1
Distribución de los afiliados por seccional de más de 1000 afiliados.
Fuente: Unión Obrera Metalúrgica, Año VII, N° 67-68, mayo-junio 1953

Notas

1 Este trabajo es una versión modificada de la ponencia presentada en las Jornadas Académicas "El asociacionismo en la Argentina del siglo XX" realizadas en noviembre del 2012 en el Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Agradezco los comentarios y sugerencias de los evaluadores anónimos a una versión preliminar de este artículo.

2 La publicación se distribuía en todas las seccionales del país con una tirada de 50.000 ejemplares.

3 El 14 de julio de 1946 en una asamblea general de la que participaron 600 delegados de Buenos Aires y los distritos inmediatos, resultó electa una comisión directiva que tenía a Hilario Salvo como secretario general. Los restantes miembros de comisión eran Nicolás Guiliani como secretario adjunto, Víctor Gozzi como secretario administrativo, Concepción Chiara como tesorero, Domingo Marchetti como protesorero, Orlando Carone, Italo Luzzi, Angel Di Pascua, Mario Muzzoppappa, Flavio Danieli, Gregorio Borodaska, Adolfo Castaño, Santiago González, Luis Rams, Félix Montenegro.

4 Sobre este proceso consultar Unión Obrera Metalúrgica, Memoria y Balance 1946-1952, Buenos Aires, 1954, pp. 14-15.

5 UOM, año 1 número 3, 28 de agosto de 1946.

6 Las seccionales funcionaban en Avellaneda, La Plata, Quilmes, Morón, San Martín, San Miguel, Luján, La Matanza, Córdoba, Rosario, Bahía Blanca, Tres Arroyos, General Pico, Coronel Pringles, Mercedes y Venado Tuerto. En tanto que Villa Lugano y Saavedra eran filiales de la seccional Capital Federal.

7 Para febrero de 1948 se suman Entre Ríos, Junín, Mendoza, Munro, Chacabuco, 9 de julio, Chaco, Salta, Tucumán, Arrecifes y Necochea, entre otras seccionales.

8 UOM, año 3 número 17, 15 de septiembre de 1948, p.2. Esta cifra contemplaba desde seccionales hasta pequeñas filiales con solo algunas decenas de afiliados.

9 UOM, año 7 número 67-68, mayo-junio de 1953, p.17.

10 UOM, año 3 número 18, 17 de diciembre de 1948, p.9.

11 Fabián Fernández indica que Abdala Baluch había sido miembro del Partido Comunista, un informe del PCR de 1979 caracteriza al dirigente como un "viejo agente prosoviético en el peronismo".

12 Existió un intento inicial de conformar una federación, al estilo de los empleados de comercio, pero este no progresó, al respecto ver Marcos Schiavi, El poder sindical….., p.83-85.

13 UOM, Año VII, N° 67-68, mayo-junio 1953. Ver Gráfico 1.

14 UOM, año 4 número 19, 11 de marzo de 1949, p.4.

15 En el caso del CND las seccionales debían presentar el triple de representantes que enviaban al Consejo Directivo.

16 La rama de empleados tenía su propia subcomisión, que dependía de la comisión administrativa central. Esta se conformaba de cinco miembros de la seccional Buenos Aires y tres del interior del país.

17 Cuando se determinó por primera vez el cupo de tres representantes del CD, estos fueron los secretarios generales de Avellaneda, Quilmes y Vicente López.

18 En 1953 la seccional Buenos Aires reunía a 60.000 afiliados sobre 128.000 cotizantes que tenía la UOM en su conjunto

19 Por entonces Hilario Salvo había sido desplazado de la conducción de la organización por disposición de un congreso de delegados. Una situación que generó tensiones internas que solo cesaron cuando la CGT intervino el gremio, hasta que una nueva conducción nacional liderada por Abdala Baluch asumió la dirección de la UOM. Este proceso fue considerado en forma pormenorizada en Marcos Schiavi, El poder sindical…., pp. 273-276.

20 La Nación, 21 de noviembre de 1953. La información disponible no permite reconocer la procedencia de los votantes.

21 En esa reglamentación necesariamente 11 de los 15 integrantes de la conducción nacional debían pertenecer a la seccional capital de la UOM.

22 UOM, año 4 número 20, 30 de abril de 1949, p.7.

23 UOM, año 1 número 4, 24 de octubre de 1946, p.5.

24 UOM, año 3 número 16, 29 de mayo de 1948, p.16.

25 UOM, año 3 número 17, 15 de septiembre de 1948, p.2.

26 Al respecto resulta conveniente destacar que durante la etapa 1946-1950 fueron usuales las expulsiones de afiliados metalúrgicos debido a su militancia comunista. Las mismas eran comunicadas en el periódico institucional mediante textos explicativos que informaban acerca de los motivos de la separación, por lo general justificada a través de argumentos tales como la deslealtad, inconducta gremial, etc. O bien aludiendo en forma directa a la condición de comunistas de los implicados, una filiación que la conducción de la UOM vinculaba con intereses partidarios ajenos a la dinámica sindical. Las notas eran acompañadas por una cobertura gráfica que incluía las fotografías de los expulsados, una forma efectiva de dar a conocer la identidad de los excluido, para de esa forma desalentar la adhesión de los trabajadores a fuerzas políticas no peronistas.

27 Es el caso de la segunda intervención enviada a Bahía Blanca, en 1951, que estuvo a cargo de Agustín Nicolini y Julio Etchevarne, este último secretario general de la seccional Vicente López.

28 Hasta abril de 1949 la recaudación de los aportes individuales se efectuaba mediante la venta de estampillas, una labor que dificultaba el procedimiento de cobro, al mismo tiempo que requería de un engorroso procedimiento administrativo. Con la aplicación efectiva del decreto 23.852/45 Ley 12.921, los descuentos fueron retenidos por el empleador, que luego lo depositaba en la cuenta de la organización metalúrgica.

29 Esto ocurrió cuando hubo que trasladar de emergencia a un afiliado a Buenos Aires por medio de un avión sanitario. Unión Obrera Metalúrgica de Bahía Blanca, Libro de Actas 1946-1950, reunión del 11 de enero de 1950, p.193

30 Unión Obrera Metalúrgica de Bahía Blanca, Libro de Asambleas Extraordinarias 1946-1950, reunión del 25 de enero de 1949.

31 UOM, año 3 número 17, 15 de septiembre de 1948, p.22.

32 Modificación efectuada en ocasión del congreso de delegados porteño del 7 de agosto de 1948.

33 Una tendencia similar se manifiesta en la seccionales de Bahía Blanca, La Matanza, Avellaneda, Rosario, Córdoba

34 UOM, Año VI, N°48-49, octubre-noviembre 1951, p.5.

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Documentos

Unión Obrera Metalúrgica, Memoria y Balance 1946-1952, Buenos Aires, 1954.

Unión Obrera Metalúrgica de Bahía Blanca, Libro de Actas 1946-1950.

Unión Obrera Metalúrgica, periódico institucional, 1946-1954.

Unión Obrera Metalúrgica de Bahía Blanca, Libro de Asambleas Extraordinarias 1946-1950.

Recibido: 23.05.17
Recibido con modificaciones: 24.11.17
Aprobado: 28.11.13

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