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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.31 Santiago del Estero dez. 2018

 

DOSSIER

Análisis cualitativo del quehacer político-eleccionario desde las experiencias de los policías de una comisaría de Asunción, Paraguay

Análisequalitativa da tarefa político-eleitoral das experiências da polícia de uma delegacia de policía em Assunção, Paraguai

Qualitative analysis of the political-electoral task from the experiences of the polices of a police station in Asunción, Paraguay

Carlos Anibal PERIS CASTIGLIONI* 

1*Sociólogo, profesor universitario e investigador categorizado en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del Paraguay. Doctorando en Humanidades y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Misiones, Argentina. Actual director de Postgrado del Rectorado de la Universidad Nacional de Asunción, Paraguay. E-mail: cperis@rec.una.py

RESUMEN:

Al examinar el ejercicio de la Policía Nacional Paraguaya, la mayoría de los discursos centraron su atención en criticar a la institución bajo una lógica pasiva de ejecución. Se ha proyectado a oficiales que solo se limitaron en seguir las órdenes, aquellos no fueron más que una herramienta servicio del poder de turno. El presente estudio señaló como deficitaria tal perspectiva, proponiendo que, además de las directrices de los superiores, también entrarían en juego las vivencias, conceptos e ideas de los agentes. Así, se propuso demostrar que el hacer policiaco quedaría compuesto por la cotidianidad de cada uno de sus miembros. Para tal fin, el escenario escogido ha sido una comisaria de la Ciudad de Asunción-Paraguay, durante las elecciones de la Asociación Nacional Republicana. El trabajo se realizó en noviembre de 2017 donde, siguiendo el método cualitativo de entrevistas a profundidad, se indagó en las percepciones de los mismos en lo político y, como estas, configuraron un tipo de desempeño característico. Preguntando sobre sus experiencias, definiciones, motivaciones y expectativas, la investigación se planteó en dos momentos: una establecida desde las impresiones del jefe policial y, otra, a partir de una indagación en conjunto con dos policías de rango medio. La principal conclusión obtenida consistió en que dependiendo de la posición que se ocupe en el escalafón, lo político fue vivido de diversas maneras, una que marcó un tipo de acción más allá de las demandas o encargos de la estructura de mando.

Palabras Clave: política; Paraguay; policía; labor; elección

ABSTRACT:

When examining the exercise of the Paraguayan National Police, most of the speeches focused on criticizing the institution under a passive execution logic. It has been projected to officers who only limited themselves to follow orders, those were no more than a service tool of the power of duty. The present study pointed out that this perspective is deficient, proposing that, in addition to the directives of the superiors, the experiences, concepts and ideas of the agents would also come into play. Thus, it was proposed to demonstrate that the policing would be composed of the daily life of each of its members. For this purpose, the chosen scenario has been a commissioner of the City of Asunción-Paraguay, during the elections of the Republican National Association. The work was carried out in November of 2017 where, following the qualitative method of in-depth interviews, they inquired into their perceptions in the political and, as you are, they configured a characteristic type of performance. Asking about their experiences, definitions, motivations and expectations, the research was based on two experiences: one established from the impressions of the police chief and another, based on an investigation together with two mid-level police officers. The main conclusion obtained was that depending on the position occupied in the ranks, the political was lived in various ways, one that marked a type of action beyond the demands or commissions of the command structure.

Key words: politics; Paraguay; Police; Labor; Election

RESUMO:

Ao examinar o exercício da Polícia Nacional do Paraguai, a maioria dos discursos focouem criticar a instituição sob uma lógica de execução passiva. Foi projetado para oficiais que se limitavam a seguir ordens, que nãopassavam de umaferramenta de serviço do poder do dever. O presente estudo apontou que essa perspectiva é deficiente, propondo que, além das diretrizes dos superiores, as experiências, conceitos e ideias dos agentes também entrariam em cena. Assim, foiproposto demonstrar que o policiamentofaria parte do cotidiano de cada um de seus membros. Para este fim, o cenário escolhido foi um comissário da cidade de Assunção-Paraguai, durante as eleições da Associação Nacional Republicana. O trabalho foi realizado em novembro de 2017 onde, seguindo o método qualitativo de entrevistas em profundidade, eles investigaram sua spercepções na política e, como você é, eles configuraram um tipo característico de desempenho. Perguntando sobre sua sexperiências, definições, motivações e expectativas, a pesquisa baseou-se em duas experiências: uma estabelecida a partir das impressões do chefe de polícia e outra, baseada em uma investigação junto a dois policiais de nível médio. A principal conclusão foi que, dependendo da posição ocupada nas fileiras, o político era vivido de varias maneiras, uma que marcava um tipo de açãoalém das demandas ou comissões da estrutura de comando.

Palavras chave: política; Paraguai; policía; trabalho; eleição

SUMARIO

1. Introducción; 2. El campo de análisis; 3. Lo político en el jefe policial; 4. Lo político en el oficial policial; 5. Conclusiones; Referencias Bibliográficas.

1. Introducción

Luego de la última dictadura que atravesó el Paraguay, aquella explicada en la persona de Alfredo Stroessner desde el 15 de agosto de 1954 hasta el 3 de febrero de 1989, el país mediterráneo generó un necesario y profundo debate sobre el rol que tuvieron las fuerzas del orden, en especial la policiaca, para con los ciudadanos. Así, los 35 años del periodo denominadostronismo, fueron tiempos en los cuales tal entidad no se configuró en su ideal del servicio al bien común sino, se estableció, como una herramienta clave del régimen, aquel que supo torturar, encarcelar y desaparecer a personas catalogadas en opositores o subversivos (Paredes, 2011: 12).

De hecho, y reafirmando lo antes dicho, el 22 de febrero de 1992, el activista Martin Almada descubrió los Archivos del Terror. Estos eran documentos secretos de la policía paraguaya en los cuales se dejaba constancia de su maniobrar en el Plan Cóndor. Los papeles relataban, por una parte, operaciones evocadas al control y apresamiento de comunistas, infiltración de agentes en grupos sospechosos, incautación de libros referentes al sovietismo o la Revolución Cubana y, por otro lado, textos de uso oficial como manuales de tortura o fichas de individuos apresados que, hasta ahora, siguen con paradero desconocido (Méndez, 2007: 5).

Ante la aciaga realidad, la Comisión de Verdad y Justicia del Poder Judicial publicó en el 2007: Paraguay. Los Archivos del Terror. El material situó un total de 20.000 a las víctimas que sufrieron violaciones a su humanidad, la excusa a esto, por parte de la dictadura, era el precio por mantener la paz” (Boccia, Palau y Salerno, 2007: 11). El referido material, asimismo, responsabilizó directamente al hacer policial que fue, o se constituyó, en un instrumento político del terror, uno incorrectamente maniobrado por los jerarcas de la dictadura, en beneficios de unos pocos contra el detrimento de la población en general:

“Los hallazgos fueron demostrando toda una trama de control, seguimiento y vigilancia asustadoramente detallada sobre todos los aspectos de la actividad ciudadana (reuniones, manifestaciones, paneles, publicaciones, asambleas estudiantiles o gremiales, homilías de misas, listas de asociados a entidades empresariales, control de compradores de mimeógrafos y máquinas fotocopiadoras). Nada escapaba al ojo desconfiado y atento del aparato de seguridad.” (2017: 24).

Para la presente investigación la afirmación de catalogar a la policía en un instrumento político mal usado es clave para las intenciones de indagación. Tal aseveración, primeramente, ubicó a dicha institución como una herramienta de naturaleza política. Segundamente, si la misma es fue reducida a un utensilio de uso esta, según las características del gobierno de turno que la logre manejar, pudo ser usufructuada de una manera, con una intensión. Por último, y como tercera apreciación, ya en los días actuales, el relato aún se mantuvo vivo, estableciéndose como una forma de crítica hegemónica para con la policía en su quehacer. A lo dicho, vale ejemplificar el testimonio del referente social de centro derecha, Paraguayo Cubas, que en marzo de 2017 denunciaba: no le pedimos a los oficiales que nos mantengan seguras las calles, les solicitamos, sobre todo, que no sean tan serviles a las demandas de los mandamases de turno (Amarilla, 2017: 43).

En este punto de la discusión, vale determinar que en el debate paraguayo, ya sea en el stronismo o en la democracia vigente, la actividad policiaca se ha caracterizado por un abordaje orientado en una supuesta pasividad, con agentes configurados dentro de una organización verticalista, sujetos a los designios de quienes los hayan administrado, en definitiva: un mero artefacto a merced del poder político de turno.

Tal forma de examinación no debería sorprender, es innegable, que el organigrama llama a un cumplimiento en base a una cadena de mando: policías en comisarías dirigidas por un jefe principal, quien responde a una Comandancia General, asimismo, esta al Ministerio del Interior, y este al primero del Poder Ejecutivo. La Carta Magna, en su artículo 175, decreta que los policías en servicio se dedicarán al orden interno del país, bajo la dirección presidencial manteniendo la imparcialidad política de sus adherentes (CN-PY, 1992:23). La Ley Orgánica N° 222/93 instituye, en su apartado 11, que el personal no realizará otro cargo público o privado, remunerado o no, salvo la docencia pues su deber es para con su nación (Ministerio del Interior, 1993:10).

Fijando la atención en la tendencia de observación recién exhibida, esta investigación ha descubierto que no ha existido, por lo menos en la literatura nacional -especializada, científica o mediática-, ningún tratado que se haya enfocado en responder sobre la actividad policial a partir del oficial y su dimensión individual. Ahora bien, los policías ¿son únicamente un instrumento político mal utilizado?; ¿solo entrarían en juego las directrices de los superiores? o acaso; ¿una razón correcta surgiría de la consideración de las concepciones propias que, indudablemente, guiarían a los guardias en sus tareas, poniendo un tipo de énfasis, pro-actividad o espíritu de servicio determinado?

Tener en cuenta al desempeño del agente, más allá de las órdenes, si bien es algo novedoso en los estudios paraguayos, sin embargo, internacionalmente se han expuestos diversos argumentos. Los juicios de Núremberg revelaron a soldados obedientes y, principalmente, comprometidos con una causa que los forjaron en piezas activas de la barbarie nazi (Sereny, 1995: 90). En la literatura latinoamericana cabe enfatizar trabajos, especialmente El Vuelo de Horacio Verbitsky, que ubicaron en responsables directos del terrorismo de Estado no solo a los coroneles militares y sus preceptos, además se destacaron actuaciones del personal de bajo rango que, ya sea por ganarse unos tantos en la estructura o por convicción, llevaron violaciones a los derechos humanos (1995: 81).

Se plantea una nueva perspectiva de análisis, una que tenga en cuenta el quehacer policiaco como un resultado, o un fruto, de una comunión con los ideales y concepciones particulares. Aquí, es importante destacar que no se niega al policía como un actor de naturaleza política, tampoco se refuta que aquellos sean una herramienta fundamental para el ejercicio del poder legal de cualquier Estado. Lo que se propone, más bien, es una visión expandida al encarar la realidad, una que incorpore la perspectiva del accionar desde las experiencias, simpatías, valores y determinaciones del vigilante.

2. El campo de análisis

La investigación examinó, el objeto de estudio, al quehacer policiaco. Se partió del supuesto, que el desempeño, o forma en la cual se lleva el servicio, no es un producto resultante de la pasividad en la acción por el cumplimiento de órdenes superiores si no, más bien, se planteó que el comportamiento de los agentes se hallaría caracterizado por las experiencias e historias propias de los mismos. En definitiva, si la policía paraguaya ha asumido un tipo de proceder específico, no se debió esto únicamente a las disposiciones del Poder Ejecutivo, entrarían también en juego las vivencias, opiniones, preferencias y creencias de los individuos que componen la unidad. Demostrar como la cotidianidad y las cosmovisiones construyen y determinan la actividad de los vigilantes, fue el objetivo principal.

El contexto seleccionado se enmarca en noviembre de 2017, en pleno desarrollo de la interna electoral para la definición de un candidato presidencial por parte de la Asociación Nacional Republicana (ANR)1 , actual partido de gobierno y que, en los últimos 60 años, ha abarcado la mayoría de los mandatos de la República. La disputa se llevaría entre el movimiento oficialista Honor Colorado, encabezado por Horacio Cartes y su candidato Santiago Peña, y, por otra parte, la disidencia dirigida por Mario Abdo Benítez y su facción denominada Colorado Añetete.

Además de las acusaciones por parte de los dos grupos, la prensa ha llamado la atención al mal uso de los recursos que se hallarían a merced de los fines electoralistas. El periódico de centro, Última Hora, titulaba el 25 de octubre: El proselitismo en actos del Gobierno, refiriéndose a la participación de la estructura estatal a favor del presidente actual para lograr que su aspirante gane las votaciones. El diario conservador, ABC Color, del mismo modo, denunciaba irregularidades aunque, en este caso, más específicas, el matutino, del 4 de noviembre, resaltaba: Fustigan a Peña por usar a policías, destacando a los agentes de seguridad como elementos incorrectamente administrados, usufructuados en el beneficio del postulante cartista -manejando los autos privados o custodiando los eventos propios que no tienen una connotación gubernamental-nacional-.

Siguiendo la lógica expuesta por la investigación, que los policías tengan un tipo labor en tal periodo eleccionario por indicaciones de sus superiores, en este caso, no debería ser un factor de

1Comúnmente se los conoce como Partido Colorado.

análisis. Sin embargo para entender el quehacer policiaco en unas elecciones, se debería fijar la atención en el oficial como un sujeto político, con sus preferencias, ideas y concepciones, sobre aquello que él concibe como la política en sí. ¿Qué entendería el policía por política?; ¿Cómo se vería ante el fenómeno?; ¿Cuáles serían las configuraciones en tal aspecto que lo tutelarían en su labor?, estas tres preguntas abren al abanico de intereses que la pesquisa centrará su atención.

Al respecto, Beatriz Alasia de Heredia en su texto Conflictos y desafíos: luchas en el interior de una facción política, resaltaba una serie de elementos que servirían para la exploración que se pretende ejecutar. La idea central subyace en que la política no es lo mismo en quien compite, vota o la ejerce (2003:45). Este fenómeno no se conformaría por un único factor, se impondrían otros a tomar en cuenta: el tiempo, los valores, los beneficios, la figura del adversario, la posición jerárquica y las estrategias desplegadas. Tales elementos, consolidarían las características sobre lo que se dice ser, disparejas maneras por los actores según lo vivencial en cada uno de ellos. Las categorías trabajadas por la autora, en este estudio también serán utilizadas.

La perspectiva de examinación se encuadró en un estudio cualitativo que buscó, primeramente, comprender la cosmovisión de los agentes sobre, qué es la política para ellos y, luego, uno de tintes analíticos-descriptivo que consiga comprender a las ideas y experiencias de los individuos y su afectación correspondiente en su quehacer diario de una coyuntura de disputa electoralista.

Para la recolección de datos se realizaron entrevistas en profundidad, una centrada en la necesidad de enfocarse en extremo en los detalles entramados de las relaciones personales, para así fijar la mirada en las perspectivas de los actores entendidas como parte del hecho examinado. La investigación tuvo dos momentos clave. En un primer orden, con el jefe de la comisaria y en segundo plano, la indagación al mismo tiempo a dos oficiales del escuadrón, antes de su servicio en una campaña electoral del cartismo. La pesquisa será con relación a lo político.

El estudio se situó en un barrio de la capital, Asunción - Paraguay. Dicha localidad cuenta con 500.000 habitantes y recibe diariamente a otros 400.000 compatriotas que poseen sus oficios, el colegio de sus hijos o variadas atracciones de ocio y esparcimiento. Es la ciudad con mayor trascendencia del país y se constituye en el centro neurálgico de las actividades más destacadas a nivel económico, político y social. Tal realidad la ubica en un lugar de referencia y vanguardia.

3. Lo político en el jefe policial

Momentos antes el comisario se muestra tranquilo, a las 19.30 horas comenzará el acto donde el candidato de Honor Colorado, Santiago Peña, hará un mitin en la seccional barrial. Él sabe que acudirá un gran caudal de adherentes y su labor consistirá en disponer a la mitad de su personal - 17 agentes- en la custodia del evento. Al respecto, expone que la organización está a su cargo, sin presiones, y bajo su propia iniciativa disponiendo, él mismo, sobre cómo y qué tareas realizara su personal: los de menor rango se encargarán de prescribir el tráfico, en segundo orden, oficiales con más experiencia observarán la entrada y, por último, los de mayor jerarquía, recorrerán el interior del recinto. Su ilustración gira inicialmente en ellos para después mencionar: deben efectuar lo que se les indica, pueden conversar entre sí o con los espectadores, solo si es necesario, yo, en cambio, voy a controlar, sentarme cerca y pasar la mano a los oradores.

Tal beneficio es un derecho adquirido por el buen desempeño ejecutado en el trascurso del tiempo: años atrás, en elecciones pasadas, me encontraba en las calles, luego en la puerta y ahora acá, es una institución verticalista y los jefes por algo lo somos. Se siente orgulloso de su posición que en un principio es relajante y luego de infatigable nerviosismo: ahora es lo dulce, uno tiene que mandar y organizar pero, ya a la noche, se complica, ahí sentado escuchando a los tipos y pensando en lo que te espera si algo sale mal, no es broma. Al señalar lo último se abre una oportunidad, la primera de la entrevista, en adentrarse sobre aquello que está en juego y si, consecuentemente, consta de relación alguna con lo político.

¿A qué o a quienes le teme?, se pregunta, él responde: el problema no son los que discursean, tantos eventos en sus agendas que ni te registran a la mañana siguiente, la cuestión son los líderes de la comunidad, los punteros, si ellos se molestan fuiste… por ejemplo: si se deja pasar a opositores que abuchean; si los camiones que traen personas se estacionan lejos; si durante el evento piden algo,

una botella de agua, muchas veces nosotros somos los que a toda bala tenemos que ir a comprar del almacén próximo… si nada pasó, significa que fue un éxito y al final te dicen: seguí así que contamos con tu apoyo.

Tales individuos, a los que el entrevistado teme, exhiben un rol político por naturaleza. Los punteros son los que invisten una condición de cabecillas zonales cuyo papel en las campañas consiste en obtener gente que asista a las presentaciones y, en la jornada de elecciones, asegurar votos al sujeto que señalan apoyar (Mendonca, 2005: 22). En la jerga de la ANR también se los conoce con los términos de la estructura o los dirigentes de base y, de hecho, es un orgullo y certeza en el competidor que asevera poseer una mayor cantidad. Tal es el caso, de la trascendencia de los mismos, que el 14 de noviembre el presidente de los colorados, Pedro Aliana, quien apoya fervientemente al cartismo, se jactaba: estaríamos ganando por 8% a 9% ya que gozamos con más operadores en los distritos en los que no existen boca de urna (La Nación, 14.11.2017).

Se busca concebir más cabalmente el pavor emergido por el comisario, al respecto se solicita argumentos claros, unos que logren revelar mejor sus ideas. En su afán aclaratorio alega: estamos en Paraguay y sabés cómo funciona el tema… en mi promoción éramos un montón y los premios se otorgan a los que dan algo extra, eso es lealtad cuando se te solicita… los que hablan bien de vos son ellos y si conseguís la aprobación un día salís del resto y te recompensan poniéndote en la cabeza... uno tiene que pensar a futuro en el sentido que si se sigue la senda correcta se queda o hasta conquista cosas más lindas en el Ministerio del Interior o en el Departamento de Identificaciones.

Lo que en un principio se argumentó como el resultado de una foja de servicio basada en la excelencia, en las presentes palabras se descubre con una razón política o de carrera profesional.

La promoción a lugares de gestión se radicaría en la buena simbiosis que se mantenga con los operadores obligando, a los aspirantes, a consentirlos en sus demandas que, razonablemente, se sitúan en el marco de la disputa sufragista. El fenómeno descripto, en la literatura nacional, se ha catalogado en relaciones de padrinazgo, entendido en peticiones y protecciones, consintiendo a un superior con una cierta autoridad o poder gubernamental o informal (Morinigo, 1998: 6).

Las respuestas recibidas posibilitan inquirir sobre que es la política. En el punto, sus testimonios se hallan entorno a los días actuales de proselitismo: si llegas a un cargo te das cuenta que eres un fusible, si viene un electricista nuevo te cambia, así que tenemos que jugarnos por el oficialismo ya sea porque siempre son los que tienen más recursos o, si pierden, no es que al día siguiente asumen los otros, hay en abril unas generales y la asunción recién es en agosto… mucho tiempo y te pueden colocar en el freezer, eso no da gusto y es duro.

Ciertamente, desde las impresiones del requerido, lo político se asocia a la figura de los dirigentes de base enmarcados en una disputa electoralista. En él, los comicios representan, en primer lugar, una examinación para con sus mandamases reales y, en segundo escalón, una posible oportunidad de crecimiento. Lo último, simbolizaría al hecho en un fin, uno que permitiría beneficios personales o, en otras palabras, un camino al éxito.

A lo suscitado, se funda trascendental remitirse a los hallazgos de Julieta Quirós, referenciados en el artículo de Balbi y Boivin bajo el título La perspectiva etnográfica en los estudios sobre política, Estado y gobierno. La crítica expuesta, justamente, se esbozó en el reduccionismo inminente que se caería en definir lo político únicamente desde un carácter instrumental o utilitarista. Al analizar la interacción de los movimientos piqueteros con los punteros peronistas, en la localidad de Florencio Varela del conurbano bonaerense, la autora descubrió acciones y aptitudes que varían en los grupos: a unos les mueve la reivindicación y, a otros, el favor. Ambos, sin embargo, se mantienen en una lógica que no es el material sino el de la necesidad (2008: 13).

A la luz de lo planteado, la recompensa por mantener satisfecha a la estructura se constituiría en una promesa, una posibilidad, dentro del universo del jefe policial. El auténtico sentimiento es de tensión, que se traduce en miedo o incertidumbre, por las hipotéticas represalias a causa de una molestia de los operadores. El castigo supondría una potencial destitución o el freezer2. En el

2Término común en la función pública paraguaya, se lo lleva asignando quehaceres menores, o no dar ninguno, a los que ocupaban cargos altos (Soto, 2010: 15): hoy es ordenanza en la portería y antes era un encargado de sección.

investigado, es indudable que se mancomuna lo político en relación con los padrinos pero, tal fenómeno, no corresponde al beneficio material, más bien, es una prueba que ocasiona sentimientos de nervios, o perplejidad, en la lucha por no perder el estatus, esto lo incita irremediablemente a cooperar con los pedidos.

En el preciso momento de observación, se impera trascendental rememorar el sistema de promoción que tienen los policías. Aquellos, al igual que los militares, ascienden por mandato presidencial según el año de egreso de la escuela de formación. Los escalafonamientos se otorgan de forma completa, a todos los oficiales según su promoción de término. Por ejemplo, si el Poder Ejecutivo desearía dar de baja a un solo agente de la promoción de 1967, la medida se aplicaría en el afectado pero también en todos sus compañeros que formaron parte de su cohorte, subiendo a los nuevos rangos la sección siguiente, en este caso sería la correspondiente al año 1968.

Tal mecanismo hace que en una camada todos posean las mismas estrellas, así sea de ayudante, suboficial, oficial o comisario. Si se desea salir de la norma, destacarse entre los iguales y, consiguientemente, llegar a la ansiada reputación, consistiría en lograr gozar de los oficios de gestión: una Jefatura o un Departamento. De ahí el valor de no caer en el freezer, que se refiere incluso en términos de fusible, ya que sería bajar de categoría o equipararse a sus contemporáneos.

Tajantemente, los líderes zonales son cardinales, el punto a seguir se estipularía en las épocas de acción.

A la pregunta si la presión es continua, el interrogado impugna: no, las elecciones marcan al Paraguay, solamente en esta época es que se alteran los tipos y te exigen cosas… en días normales no pienso en nada más que en mi función, si nadie compite permanezco tranquilo y realizo mi labor que es hacer mis tareas comunes: patrulla, vigilancia, atención de denuncias derivadas por el Sistema Telefónico 911, ordenamiento humano, elaborar Certificados de Vida y Residencia y tomar los reclamos varios, cuestiones propias del quehacer en seguridad.

Se vislumbra que el tema político es asociado directamente a los tiempos electorales pero, a su vez, separa o clasifica su práctica en dos clases: las de seguridad, que se realizan fuera de los días de campaña y, en segundo orden, su papel bajo la contienda sufragista. Resulta no menos curioso la clasificación desplegada pues, en teoría, la protección significaría un principio fundamental que se estipularía en las funciones básicas de cualquier Estado con sus gobernantes y organismos pertinentes.

Estudios modernos indican que las demandas de los ciudadanos para con sus dirigentes se enmarcan en tres reivindicaciones inamovibles: trabajo, salud y seguridad (Amarilla, 2017: 47). Incluso clásicos, Thomas Hobbes y Max Weber por ejemplo, precisaban la unión perenne entre ambos. Hobbes se refería: su razón de ser nace por una desconfianza de uno con otro, que representa una amenaza, no hay manera tan o más razonable; esto es, por violencia o por estratagemas, dominar lo que pueda, hasta que él no vea ningún otro poder tan grande: y esto no es más de lo que nuestra propia conservación requiere y es generalmente permitido (Hobbes, 2004: 62). En análoga consideración, Weber comentaba: una entidad suprema debe conservar e imponer el monopolio de la fuerza física, a través de uno administrativo burocrático mantiene exitosamente una demanda sobre el monopolio, instalando el orden en base a sus atribuciones: el uso legítimo de la violencia en la ejecución (Weber, 1991: 16).

La disociación del comisario, sin embargo, es una muestra clara que los límites conceptuales en los fenómenos sociales no existen, no poseen un carácter estático, se hallan reconfigurados bajo ciertas características y contextos en las personas que lo imaginarían de una manera, a partir de la cotidianeidad.

Sobre el punto, Tatal Asaad en su estudio ¿Dónde están los márgenes del Estado? exponía que las demarcaciones, y la morfología interna, varían de acuerdo a los diferentes procederes en los que se determina la membresía y la inclusión, el adentro y el afuera, la ley y la excepción (2008: 53). Se delibera, consiguientemente, que lo esperable sería una reflexión, del entrevistado, donde iguale su ocupación de policía al ejercicio de las medidas de control como parte inherente de la burocracia a la cual pertenece, sin embargo, el interpelado las fracciona en una, política eleccionaria, y otra, la diaria que, en este caso, consiste en llevar medidas de vigilancia exentas a la lógica de la administración pública.

Su desempeño policial en materia de seguridad se emerge en uno formal, generalista, cotidiano, justificando su rol en el organigrama, no goza de ninguna implicancia extra y, en definitiva, es aquel que le da su reputación. Sus jefes son sus superiores, en la cadena de mando, a los que tiene que rendir cuenta del número de asaltos en el barrio, cantidad de denuncias, constancias elaboradas e informe general de sus tropas. Los empleados son los oficiales de su jurisdicción, los cuales, son exigidos bajo una similar línea que él: bienestar de la población.

Su segunda ocupación, que no está separada de la primera, es la que adquiere una forma específica, local, esporádica e informal. Sus peticionarios son los operadores que requieren favores durante las campañas. El indagado intenta satisfacer a sus patrones de facto con la finalidad de no perder su posición en la jerarquía, es decir, su configuración en la jefatura distrital. Justamente, por esta última razón, ambas tareas no se apartan: si no ocupara un cargo de gestión no se vería obligado a complacer pero, sí lo tiene y no quiere dejar lo que es, lucha por permanecer entrando en el juego de la estructura. En tal clase de labor, a sus alternos les decreta solo lo que él manda que, ciertamente, no es lo suyo sino el fruto de los pedidos de los punteros: aunque no te imaginas, si se ocasiona un problema en los eventos es porque un hombre tuyo te cagó haciendo totalmente lo contrario a lo que le ordenaste, rememora.

Pasando al último punto de interés, lo que respecta a la relación con los opositores, razona: hay algo que no te dije, yo me voy con los cartistas, pero están, en menor medida, los que apoyan a Marito. Ellos se mueven con bajo perfil, organizan sus encuentros en casas particulares y te solicitan por dos o cuatro policías en la puerta para custodiar… no son tan severos y en el oído te susurran: permanece con ellos ahora, si ganamos, no te olvides de quien mandará, yo no me niego a sus pedidos, si salen victoriosos, se abre una puerta a la continuidad… incluso, no te voy a negar que uno puede tener su preferencia propia, con los años aprendí a moverme… trabajar con el poder de turno y, de manera callada, consentir a sus rivales, más en unas ajustadas, nunca se sabe con quién después te vas a sentar a hablar.

Del argumento, sale a la luz la auténtica matriz de comportamiento del comisario.

Se mueve en dos puntas: a la luz del sol se mantiene cerca de los cartistas sin negarse a cooperar con los abdistas. En su cosmovisión el adversario no existe. Aquellos, si consiguen la victoria, representarían una puerta abierta de negociación para seguir con su condición lograda. Incluso, a la luz de la verdad, el perfil policial siempre debería edificarse en silencioso y de aparente imparcialidad, por el propio impedimento que la ley lo marca. La diferencia quedaría que en uno hay más explicitud y disposición de recursos, cuando se trata de un evento oficialista envía a más empleados y él mismo asiste. En el caso contrario, las reuniones opositoras, el personal encargado es escaso y sus comunicaciones son con un carácter sigiloso, hasta oculto.

En el investigado, por lo tanto, la política se asocia a las elecciones, las cuales vive con tensión ante una posible pérdida de su cargo, que es su estatus -lo más importante en él-. Se predispone cooperante con todos, en diferentes niveles, combatiendo por mantener el statu quo, no generando descontentos, o abierto a un posible pacto, con ayudas encubiertas al equipo detractor. Sufragio, miedo, lucha, reputación, negociación y necesidad, en resumen, son los rasgos de su imaginario, sus definiciones, en base a sus experiencias del fenómeno.

Así, se destaca, la amplitud y variedad de las ilustraciones y conceptos desplegados, aquellos que son una muestra clara de lo compleja que la situación comisario: dos circunstancias en dos trabajos.

4. Lo político en el oficial policial

En el segundo momento de la investigación, la entrevista se estipulo a un equipo de oficiales conformado por dos agentes. Se informa, antes de la partida, que el trayecto a la seccional de la ANR, ubicada a unas cuatro cuadras, se realizará caminando. Ambos interrogados poseen el grado de oficial ayudante, un rango medio en el escalafón policial. Como primera impresión, uno se halla mayormente ansioso, así, apenas logrando ver una ocasión propicia, pregunta: señor disculpe, ¿por qué está?, ¿qué es lo que le interesa? A la inquietud se replica: me llama la curiosidad en la interacción que tienen en unas elecciones, ¿cómo la pasan y que hacen?, sus experiencias en palabras más fáciles.

El primer vigilante, que será denominado bajo el nombre de José, es oriundo de Asunción, dice conocer a la perfección las calles y, en total, son siete sus años de servicio ininterrumpido en las fuerzas. Actualmente ejecuta labores en su tercera comisaría asegurando que siempre se movió por la capital. A la interrogación, comenta: los vecinos viven intranquilos e impacientes y debemos lidiar con eso, sin embargo estamos muy bien, lo jodido es que hoy inventaron teléfonos que filman y un desconocido te graba, la gente perdió el respeto por el uniforme y parece que quieren cazarte haciendo alguna cosa ilegal, después suben al Facebook pero, hay que ser muy tonto y osado para caer en la trampa… en las votaciones no emprendemos grandes hazañas: seguimos a los candidatos en sus actividades y a sus adherentes les dejamos efectuar, sin ocasionarles ningún problema.

El segundo, asignado con el seudónimo de Juan, nació en Luque, Departamento Central. Su periodo en el ejercicio es el mismo que José con la diferencia que, anteriormente, se había desempeñado por el interior del país. En el punto de reflexión, él concuerda con la deliberación emitida y, en su afán explicativo, subraya: aunque no te creas uno percibe la tensión del jefe, las familias se pelean y los partidarios se discuten o arruinan lo que el contrario hizo, en cambio, en nosotros, las campañas son un escape ya que ninguno te observa la luz se coloca en cualquier lado y lo único que atendemos es en cumplir a cabalidad con lo que se nos ordena: escolta la movilización, déjales que pinten la calzada, seguí esa caravana, yo prefiero esto...mi trabajo diario es pesado y peligroso, ahora nos movemos al margen y nada ni nadie nos toca, las jornadas se vuelve un auténtico relajo.

Aquí, en oposición al comisario, el proceso sufragista se ostentaría en un espacio en el que se conseguiría tranquilidad. Desde los testimonios, los dos coinciden que dicha etapa significa un paréntesis al quehacer cotidiano, uno que les mantiene fuera de la presión, gracias a que la atención se proyecta en distintas apreciaciones que a las habituales. En Juan, la razón al suceso expuesto, se deduce por el lugar en la estructura. José coincide en tal punto, profundizando: es una institución verticalista y lo fundamental es obedecer y mantenerse en esa línea, hay seguridad ya que no ocupamos un cargo de confianza y no nos metemos en el quilombo, además, si gana Marito o Santi, si nos desean echar nos deben iniciar un sumario, escenario que es muy difícil, la política no nos afecta si no somos ambiciosos.

Se intuye encontrarse en un momento clave de la experiencia con ellos. Buscando comprender mejor sus conceptos se inquiere: para ustedes ¿la política se asocian a las elecciones?

A lo expresado, José indica: claro que sí, los tipos aparecen recién ahora y en la calle solo se habla del asunto durante este tiempo, después olvídate, volvemos al día a día que es arduo… esto sinceramente da gusto, nos divertimos saliendo de la rutina, que el resto se mate, para nosotros son unas vacaciones. A su vez, Juan aporta: son las elecciones y las personas se ponen nerviosas porque saben que algo pueden perder, sino mira al jefe, cada día viene con un cuento nuevo, en nuestra posición es un espectáculo que no entramos: acompañamos en los mítines y a los que discursean, nos llevamos bien con todos los grupos, quizás lo estresante sea el día que se elige ya que tenemos que ir a custodiar el orden en los recintos, pero el foco apunta a otra parte, como no estamos en el interés, nadie nos intima.

No es de extrañarse que en lo político habiten desiguales discernimientos. En el texto de Heredia, ya referenciado, la autora revela que existe un elemento vivencial, de complejas dimensiones, que define las diversas variantes al conceptualizar el tema (2003: 45). Al estudiar unas elecciones en el interior del Brasil, determina que en los ciudadanos el acontecimiento es asociado al lapso electoral, situación que genera un rompimiento a la cotidianidad provocando momentos conflictivos. Las preferencias al no ser homogéneas, ocasionan enfrentamientos, discusiones y altercados en los vecinos (2003: 46). En los políticos, sin embargo, el periodo se ubica en uno constante, más cuando se habla de una interna, y en uno específico, en una disputa nacional o municipal, en este caso contra un adversario foráneo. El sentimiento en ellos no es de alteración, todo lo opuesto, lo transcurren con alegría y, mientras más ajustada haya sido la contienda, mayores efectos de festividad se provocarán (2003: 46-48).

Hasta el momento, existe una cantidad considerable de pistas que indican las perspectivas de los policías en el tema averiguado.

Trabajo y Sociedad, Núm. 31, 2018

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Primeramente, la política es igual a elecciones, fuera de eso, no entienden al fenómeno. Aquel, es una ruptura con el día a día, pues estarían realizado diferentes actividades. Las mismas, -acompañar a los candidatos, escoltar las reuniones partidarias, custodiar las caravanas y dejar que los adherentes pinten las murallas o los paseos centrales-, se componen en unos labores fáciles ocasionando una actitud de disfrute y regocijo a un ritual que afirman no pertenecer. Que adviertan al hecho en extraño es, de igual forma, una importante caracterización.

Vamos a ver desde afuera, no hacemos diferencias en los adversarios, dejamos que ellos combatan. Los oficiales se separan intencionalmente del asunto en el que todos se hallan inmersos. Las razones a esto, primeramente, se entendería en que no quieren tener ningún problema con las personas implicadas, por el miedo a que los filmen y, en segundo orden, no tienen pretensiones de arruinar unas diligencias que las experimentan lejanamente, que les produce un goce y vacaciones durante el trabajo. En definitiva, solo se deberían limitar en cumplir las órdenes y que el resto sean los que se peleen.

Lo externo, además, lo explican por una unión de lo político con un potencial detrimento. Ponen como ejemplo al jefe policial, que se muestra nervioso. Los entrevistados, al no tener ningún poder o posición resaltante en la estructura y, por lo tanto, a nadie le interesa lo que hagan, se pueden dar la libertad de no entrar en el juego. La correspondencia en sus cosmovisiones es clara: política es a elecciones; elecciones es a tensión, y; tensión es a riesgo de perder una condición. Bajo esta lógica, en dichos agentes, los que no invisten nada se toparían libres de la vorágine sufragista y sus respectivas consecuencias. Sus posiciones son cómodas ya que poseen un cargo seguro, estable y de poco interés. Yo sigo tranquilo nomás gane quien gane, estaré aquí igual que siempre, menciona José.

Una alterna interpretación al hecho de mantenerse alejados, una que hasta uniría a las dos anteriores, consistiría en que tal distanciamiento correspondería a una decisión política en virtud a plausibles beneficios o represalias.

El comisario, en la sección antepuesta, bien lo exteriorizó que antes de ser lo que es paso por varias etapas que lo llevaron a un resultado final. Es una institución verticalista, aseveraba él y los vigilantes. La disposición de no meterse en las campañas, sin lugar a dudas implicaría un estadio grato pero, aún más significativo sería, en que tal toma decisional incumbiría con aquello que se espera de ellos, la legitimidad de los mismos en base a la función que ejercen (Swartz, Turner &Tuden, 1966: 108). Al punto José se explaya: hay que ser muy tonto y osado para caer en la trampa, mostrando la precocidad y codicia de algunos de sus compañeros en saltar los escalones. Ciertamente, obviar los pasos envolvería un riesgo, podrían ser echados, y contrariamente, mostrarse desinteresados al tema significaría el seguimiento por la buena senda, se hallarían forjando eso que se espera de sus personas.

En la totalidad de lo aludido, aun llama la atención a la rehuida constante que exhiben hacia la rutina. ¿Por qué las jornadas normales, fuera de cualquier campaña electoral, simbolizan un alto nivel de nerviosismo? Así, al ser indagados en el interés suscitado, José comenta: las votaciones son solo un tiempo, acá estamos en la calle y nos hacemos en ella, el colega que se sienta en un escritorio no sé qué es, hay que salir y enterarse de lo que pasa, pero eso tiene un riesgo… así uno ve cosas, identifica los lugares que venden droga, quienes compran, sabemos de los agujeros en los que se ocultan los rateros del barrio y, muchas veces, nos quedamos quietos ya que siempre hay alguien que los protege, con ese no hay que meterse, tiene contactos y es muy peligroso, quizás sean los más jodidos.

Su igual, explica: la gente cree que nosotros somos los delincuentes pero no entienden que tenemos las manos atadas, ahora mismo podemos ir al bajo y hacer una redada y meterle a todos los vendedores de crack presos, pero, al día siguiente, nos van a trasladar al interior del país, lejos de tu mamá, donde no hay nada y nadie se acuerda de vos… uno aprende a moverse y sabe que hay individuos que te apalean a una llamada a los políticos, ellos tienen resguardo y protegen a su delincuentes ya que son los que les hacen ganar plata, son intocables.

Buscando revelar mejor, Juan destaca: estos tipos son los más importantes ya que tienen dinero y conocen a las personas, cuando viene un candidato que compite a nivel país necesitan de alguien que les presente a los vecinos y les introduzcan a la gente, aparecen ellos que son los que les hacen recorrer las calles pero eso solo pasa ahora, los días normales es donde salen como lo que son, tienen sus negocios, un aguantadero de auto, un depósito clandestino o dos microtraficantes3 que les responden, depende mucho también de donde te ubiques, pero en fin, hay que pensar en tu futuro, en tu familia, en tu vida y uno debe hacer la vista gorda.

Lo asentado es también asegurado por José: acá se mueve por la plata, ¿cómo te sentirías si me voy a perjudicar tu negocio?, te vas a molestar mucho, bueno aquí pasa así: si le tocamos a su gente, le tocamos el dinero, se quejan con los políticos y ellos le hacen caso ya que les necesitan para conseguir votos y financiar pintatas4o almuerzos con los vecinos, los políticos no quieren que le hagamos algo ya que son los que ponen la plata y los contactos… actuamos más patrullando las calles, buscando a rateros que roban teléfonos o cuando nos llaman de las casas por alguna riña o conflicto, ahora, ni pienses en meterte con los que te dije, uno va a terminar mal.

Vale aclarar que en ningún instante de la charla los policías denominan a tales personas -los que patrocinan a los delincuentes y, a su vez, son protegidos por los políticos- como los punteros, operadores de base o la estructura. Sin embargo, las características ejemplificadas se ajustan a esta categorización: individuos con un cierto poder local que son necesarios en los competidores por el poder económico y de trato con la gente. A cambio de las diligencias prestadas, consiguen el aval defensor que les permite llevar sus infracciones fuera de los ojos de la ley, reduciendo la labor del vigilante, consiguientemente, en una enmarcada a especialidades simples, disuasivas, y de poco impacto.

Aunque los entrevistados no lo observen en los dominios políticos, la dinámica exteriorizada durante el trabajo periódico es, consecuentemente, una tipificada como de esta clase. Quizás no sea un encargo electoral pero si uno al nivel más alto, es decir; a causa que unos necesitan amparo y, otros, demandan ser enseñados y financiados, las políticas públicas en materia de inseguridad se ven afectadas por un sistema de corrupción.

El oficial vive tensionado, con el miedo constante de no tocar al sujeto equivocado pues, si lo hiciera, estaría en un auténtico inconveniente, hasta incluso podría ser trasladado. Se generan las prácticas deshonestas en el obviar, por el policía; en el hacer, por el líder zonal, y; en el sacar ventaja, por el competidor de turno. Racliffe Brown, al estudiar los sistemas políticos africanos, dictaminaba que, para comprender la naturaleza de las instituciones sociales, el énfasis correcto de las investigaciones, se debería poner en ubicar a aquellas en los tipos de autoridad, normas, reglas y valores (Pires, 1989: 32). En las reflexiones de los guardias, así mismo, se consigue ver un sistema imperante que es el fiel reflejo de una tendencia característica que definen a las instituciones de una manera. Efectivamente, prácticas y actores corruptos producen instituciones corruptas.

El comportamiento en ambos se consiguen justificase desde en una lógica basada en un espíritu de supervivencia. José se refiere: yo no pienso ser el héroe en la historia, las cosas funcionan de esta manera y ¿qué pretendes que haga?, uno para seguir bien debe agachar la cabeza y dejar que fluyan los tipos con sus negocios, es lo normal y me adapto a eso, el común denominador nos cataloga en tipos ineficientes, ahora te apuesto que ninguno de esos resistirían por dos horas en el lugar donde nosotros estamos o, al día siguiente, terminarían haciendo lo mismo.

Juan, en parecida línea, agrega: todo está podrido y uno descubre que es una parte, si no haces lo normal te cambian, ahora bien, ¿qué es lo normal?, seguir la lógica de estos personajes, si no, vas a terminar igual que Marecos, él intentó dejar de recaudar para la corona, se hartó del dinero sucio y de los pedidos, hizo una rifa y desde ese momento nadie más supo nada, no hay garantías, entonces te adaptas o caes.

El caso ejemplificado, es el de Serafín Marecos. En septiembre de 2016 existió un debate mediático y gubernamental por el comportamiento del citado comisario que, según lo indicado por su persona, intentando arreglar la única patrulla de la dependencia, organizó una rifa, a 10.000 guaraníes, en el que el premio era una oveja. Cuando la iniciativa tomó trascendencia a nivel país, aquel fue removido de su puesto, sumariado y sancionado. La propia jefa de Relaciones Públicas de la Policía,

Elisa Ledesma, en conferencia oficial, argumentó: no dudo del camarada, pero, entre los uniformados, no existe la buena fe.

Regresando a los indagados, sus actuares lejos se hallan de ser catalogados como corruptos. Ver a otra parte es lo normal que, en definitiva, es sobrevivir y eso es lo correcto para ellos. Las categorías morales, al igual que los límites del Estado, no gozan de un estatismo o sublime concepto aquellos, esencialmente, se configuran a partir de una amplitud de consideraciones y variables construidas según la experiencia del sujeto. De hecho y, en este sentido, la propia idea de moralidad refiere simplemente a la creencia humana en la posibilidad de distinguir el bien del mal y la necesidad de actuar en favor del bien y en contra del mal; es decir, lo correcto sería analizar el uso de categorías morales desentrañando el modo en que las sociedades fundan ideológica y emocionalmente sus distinciones culturales entre el bien y el mal, y el modo en que agentes sociales concretamente operan esta separación en su vida cotidiana (Pereyra, 2017: 80).

Lo político en el policía raso, por lo tanto, no solo se reduce a una cuestión sufragista asociada a sentimientos esporádicos de relajo, placer, alejamiento e indiferencia. Este es, sobre todo, uno experimentado diariamente, que genera un miedo al castigo, riesgo a la vida y una ineptitud en el trabajo. Así, sus cosmovisiones son unas que, a priori, se muestran escuetas y breves cuando que en verdad son duales y de implicancias en todo su quehacer.

Conclusiones

Es indudable que las concepciones sobre lo político han variado. A lo largo de la experiencia con los observados se logró apreciar que, aquello que definió el comisario fue, en esencia, diametralmente opuesto a lo indicado por los oficiales. Así, para que tales hayan elaborado sus respectivas cosmovisiones en el tema, ha entrado en el juego, el de elaboración de significados, apreciaciones generales, relaciones personales, jerarquías en el oficio y experiencias que, la propia cotidianidad en las ocupaciones, les fue suministrando.

La interacción con los otros, el lugar en la estructura y, el oficio diario, sin lugar a dudas, han sido los tres elementos que concretaron el juicio hacia lo político en los investigados. Dicho de otra manera, si los personajes construyeron tales perspectivas, de una forma dada, se debió a la correspondencia con ellos. Vale destacar, sin embargo, que aquellos fueron los hallados por este trabajo pero no serían los únicos, dejando abierta la puerta a otros componentes que influenciarían en una categorización tan compleja como es la estudiada.

En el jefe de los uniformados lo más importante ha sido su cargo de confianza, al presente fenómeno lo denomine como su estatus. Este tiene una fuerte implicancia política pues, lo obtuvo y lo mantiene, gracias a su buena relación, o los favores que hizo, a los punteros. Ellos se configuraron en la única relación política del mismo y, poseen la llave, que le permite mantener o perder su puesto. De ahí la razón del porque asocia lo investigado a los tiempos electorales, a estas personas y a sentimientos de incertidumbre y miedo. Si cometieran algún error, los operadores se enojarían y, sus días como responsable de la agrupación, estarían contados. Efectivamente, la tensión en los días de campaña hizo que, este periodo, sea vivenciado de forma de difícil. Él sabe que tiene mucho que perder, no se cierra a ninguna posibilidad y, elabora una estrategia, que le permite quedar bien con el oficialismo y los opositores. La política también es negociación. Su tranquilidad la consigue, en contra punto, en las jornadas normales, donde no se vislumbra ninguna elección en camino.

Los oficiales, asimismo, corresponden lo político a los tiempos sufragistas pero, la experiencia, es amena y de disfrute. Las tareas asignadas son fáciles de realizar y, los policías, encuentran una gran posibilidad de tener unas vacaciones pagadas. El ritual político lo determinaron como uno extraño, dejando que el resto se pelee, que los que tienen que perder sean los que activen y, a sus compañeros codiciosos, que desean saltar escalones. De ellos, consecuentemente, se espera una indiferencia, razón por la cual, no inmiscuirse en esta lógica, seria cumplir con la legitimidad en base a la función que gozan en la institución. Lo político, sobre todo, es una elección. Ahora bien, si el comisario añora las jornadas normales, en este caso, fue lo contrario. Para los agentes, regresar a cotidianidad, se constituiría en un auténtico fastidio y peligrosidad. Volverían a las calles, al riesgo y, lo más trascendente, a interactuar con los líderes zonales y sus negocios turbios como amenazas políticas.

Concluyentemente, los punteros, se han emergido en la lógica de la política para los policías, sean vigilantes o altos jefes. Estos, presionan al comisario durante las elecciones, por el poder que ostenta, y, cuando aquellas terminan, fuerzan a los oficiales de calle para que no interrumpan en sus actividades económicas, siempre con la amenaza a posibles represalias por el aval de un político que les protege. Este hallazgo, quizás sea el más descriptivo sobre el sistema político paraguayo, uno repleto de relaciones de amenazas, miedos, padrinazgos e ilegalidades.

Se reflexiona, por lo tanto, desde todas las declaraciones expuestas, que ha surgido con claridad el carácter amplio de la política. Aquella es mucho más que lo que pasa durante las elecciones, la política, por ejemplo, es protección para los delincuentes y para los que financian la actividad proselitista, y es desprotección para los policías que no aprenden a moverse o recambio para los jefes. Esto último ha marcado a los entrevistados y, en definitiva, el quehacer de los oficiales más allá de las ordenes oficiales o de los superiores.

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Recibido: 21 de Febrero de 2018; Aprobado: 07 de Julio de 2018

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