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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.31 Santiago del Estero dic. 2018

 

POLITICA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

El barrio, la gestión y las movilizaciones. La experiencia del Movimiento Evita en un municipio bonaerense (2004‐2015)

The suburb, the State administration and the mobilizations. The experience of Movimiento Evita, in a municipality of Buenos Aires (2004‐2015)

O bairro, a gestão e as mobilizações. A experiência do Movimiento Evita em um município na grande Buenos Aires (2004‐2015)

Francisco LONGA* 

* Magíster en Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires; candidato a Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (tesis entregada en Abril de 2016). Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de La Plata (CONICET/ IDIHCS/ UNLP). francisco_longa@yahoo.com.ar Agradezco al CONICET por el apoyo económico sin el cual éste artículo, así como mis Tesis de Maestría y de Doctorado, hubiesen sido imposibles de alcanzar. Agradezco a Maristella Svampa, directora de mis investigaciones, quien con su profesionalismo y calidez contribuyó a mis objetivos académicos recientes; finalmente deseo agradecer los significativos comentarios de los/as evaluadores/as anónimos/as.

RESUMEN

El presente artículo analiza la experiencia de un movimiento social contemporáneo de Argentina, a partir del ‘dilema’ planteado por parte de la literatura académica acerca de los límites y las potencialidades de la integración al Estado por parte de los movimientos sociales. Para ello se atiende al caso del Movimiento Evita, conformado en 2004 y que, tras un ciclo de acumulación política exclusivamente barrial y por fuera de las instituciones estatales, pasó a integrar a sus militantes a la estructura del Estado, a partir de su adhesión a los gobiernos presidenciales de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández que se desplegaron en el país entre 2003 y 2015. En este estudio, se focaliza en las relaciones que el movimiento construyó por fuera y por dentro de la institucionalidad estatal en el municipio de San Fernando, en el conurbano norte de la provincia de Buenos Aires. El artículo se propone trascender la división binaria entre el dentro y el fuera del Estado, para mostrar las mixturadas dinámicas que el movimiento presentó en el municipio estudiado, las cuales contemplaron negociaciones, integraciones y confrontaciones con la estructura estatal municipal, en función de la adhesión o la oposición a los gobiernos que la ocuparon.

Palabras clave: Movimientos sociales; Estado; perspectiva local; Argentina

ABSTRACT

This paper analyzes the experience of a contemporary social movement in Argentina, from the 'dilemma' raised by the academic literature about the limits and potential of integrating the State by social movements. For this, I focused on the Movimiento Evita, formed in 2004, that after a political accumulation exclusively from outside the State institutionshappened to integrate its militants to the State structure from its adherence to the presidential governmentsof Nestor Kirchner and Cristina Fernández that took place in Argentina between 2003 and 2015. This study focuses on the relationships built by the movement from the outside and from the inside of State institutions, in the municipality of San Fernando, in the north suburbs of Buenos Aires province. The article aims to transcend the binary division between inside and outside the State, to show the mixturated dynamics the movement displayed in the studied municipality, which contemplated negotiations, integrations and confrontations with the municipal State structure, from the adherence or the opposition respect of the different governments who occupied it.

Keywords: Social Movements; State,Local Perspective; Argentina

RESUMO

Este artigo analisa a experiência de um movimento social contemporâneo na Argentina a partir do dilema levantado pela literatura acadêmica, sobre os limites e as potencialidades da integração do Estado pelos movimentos sociais. Para isso estuda-se o caso do Movimiento Evita, criado em 2004, que após um ciclo de acumulação política exclusivamente barrial, fora das instituições do Estado, ingressou seus militantes na estrutura do Estado a partir de sua adesão aos governos presidenciais de Néstor Kirchner e Cristina Fernández de Kirchner, que ocorreram no país entre 2003 e 2015. Este estudo se concentra nas relações que o movimento construiu fora e dentro de instituições do Estado no município de San Fernando, nos subúrbios do norte da província de Buenos Aires. O artigo tem como objetivo transcender a divisão binaria entre dentro e fora do Estado, para mostrar as dinâmica misturadas que o movimento mostrou no município estudado, as quais incluíram negociações, integrações e confrontos com a estrutura do governo municipal, dependendo da adesão ou da oposição aos governos que ocupavam.

Palavras chave: sociais; Estado; perspectiva local; Argentina

SUMARIO

1 Introducción; 2 Perspectiva metodológica, 3 Breve estado del arte y enfoque de la perspectiva local; 4 Orígenes del Movimiento Evita en San Fernando; 5 En el principio fue el barrio; 6 Los ‘operativos’ municipales: el Estado en el territorio; 7 La gestión del Programa Argentina Trabaja y los vínculos con el municipio; 8 Cambios en el gobierno municipal: el Movimiento Evita a la oposición; 9 Desalojo y acampe: el revival piquetero del Evita; 10 Más allá y más acá del Estado y sus gobiernos; 11 Reflexiones finales; 12 Bibliografía.

Introducción

Entre las décadas de 1990 y 2010 ha tenido lugar un debate estratégico en un conjunto de movimientos sociales en el país, acerca de la necesidad o no de disputar las estructuras del Estado, en función de fortalecer sus perspectivas emancipatorias. Un conjunto de movimientos que se reivindicaron autónomos sostuvo que integrarse al Estado, sea por la vía electoral o por la vía del acuerdo político con un gobierno, trae aparejada la cooptación por parte de las dinámicas burocráticas, institucionalistas, desmovilizadoras del Estado y, en definitiva, inadecuadas para el cambio social. En contraposición, otro conjunto de movimientos sociales postuló la necesidad de que los movimientos se integren al Estado y a los gobiernos, en función de gestionar dependencias del Estado y de mejorar la correlación de fuerzas en forma favorable a los sectores populares.

Este debate fue tributario a su vez de una polémica en el plano académico. Algunos autores como Gerardo Munck y Roberto Unger habían planteado ya desde las décadas de 1980 y 1990 la existencia de un ‘dilema’ acerca de la participación de los movimientos sociales en el Estado, y los límites o potencialidades que dicha participación podría ejercer en sus proyectos emancipatorios. El dilema planteaba que mientras la apuesta por la construcción en la arena de la sociedad civil podía terminar por ser solamente defensiva, aquellos movimientos que disputaran la arena político-institucional podían perder sus perfiles emancipatorios, al quedar diluidos en la propia estructura del Estado.

El presente trabajo de investigación analiza la experiencia de un movimiento social contemporáneo de Argentina, el Movimiento Evita, en relación con este dilema. En este caso, se trata de un movimiento que, luego de un ciclo de construcción y acumulación exclusivamente territorial, pasó a integrarse al Estado colocando a muchos de sus militantes en cargos de funcionarios políticos e integrando también las listas electorales del partido gobernante en Argentina desde 2003 hasta 2015: el Frente Para la Victoria. Más en particular, en el presente artículo atiendo a la llamada perspectiva local, analizando las relaciones entre el movimiento, el Estado y los gobiernos en San Fernando, un municipio del conurbano norte de la provincia de Buenos Aires. El recorrido que trazó el movimiento en dicho distrito resulta por demás significativo para observar el problema de investigación elegido, en la medida que luego de un fuerte trabajo exclusivamente barrial, el movimiento comenzó a establecer vínculos y alianzas con los gobiernos locales; luego el movimiento estableció una integración plena al gobierno municipal, para alejarse nuevamente durante los últimos años, donde se recuperaron métodos de luchas más propios de sus años de inicios; el presente trabajo se desprende de mi tesis doctoral (Longa, 2016), en la cual analicé las relaciones entre movimientos sociales, Estado y gobiernos en perspectiva comparada en dos movimientos contemporáneos en el país entre 2003 y 2015, en clave del dilema teórico y militante antes referido.

Perspectiva metodológica

En lo que refiere a las técnicas de observación, construcción y recolección de datos, el trabajo que aquí se presenta se sirvió de una perspectiva multimétodo que articuló diversas técnicas de investigación de campo. Desde un enfoque cualitativo y analítico, que recupera principalmente herramientas de la sociología, las principales técnicas utilizadas fueron la observación, la entrevista y el análisis de fuentes secundarias.

Respecto de las observaciones, se observaron talleres, movilizaciones, actos de campaña, actividades barriales, operativos estatales desplegados en los territorios, jornadas de trabajo de las cooperativas y reuniones en espacios de articulación política, del movimiento elegido. Durante dicho proceso se confeccionaron diferentestiposdenotasquesecorrespondenconlostipospresentadosporValles(1997),esdecir:notascondens adas, citastextualesdurantelasobservaciones,ynotasexpandidas:ampliaciónendetalledelasnotascondensadasde spuésdelaobservación.Además,siguiendoelmodelodenotasdecampodeSchatzmanyStrauss(1973), se utilizaron notasmetodológicas durante las observaciones que sirvieron para luego completar información acerca de lo observado;hacia el final de este artículo se presenta la transcripción de una de las notas expandidas, que considero útil para configurar el cuadro completo que ilustra el movimiento respecto del problema observado.

Para las entrevistas se confeccionó una muestra en forma estratégica, es decir que la mayoría de los/as entrevistados/as fue seleccionada a partir de mi propio criterio, tal como sostienen varios autores y autoras que corresponde a esta modalidad de muestreo no probabilístico (Sabino, 2000; Vieytes, 2004). Una porción reducida de la muestra, que no estuvo definida a priori, terminó siendo construida a partir de las sugerencias de los propios entrevistados, constituyendo un proceso de bola de nieve (Bertaux, 2005) donde los/as propios militantes me fueron abriendo el camino a otros y otras militantes que serían luego también parte de la muestra. El formato principal fue la entrevista abierta y en profundidad. En algunos casos estas entrevistas han servido para identificar informantes clave con los y las cuales me he encontrado en más de una ocasión para volver sobre algunas dudas y preguntas.

Los nombres de los y las entrevistadas que aparecen citados en este trabajo han sido modificados para preservar sus identidades. Son citados/as con seudónimo en el cuerpo del texto entre paréntesis: verbi gratia (Lucas). Solamente en los casos en los cuales se entrevistó o se cita a funcionarios/as, legisladores/as o referentes con un alto reconocimiento público, se consignó su nombre verdadero. Cuando se trata de éstos últimos se detalla también el apellido y, en la primera aparición, se inserta una nota que describe su cargo público o su condición de referente o dirigente; esta forma de organizar los testimonios la recupero de trabajos con movimientos sociales contemporáneos como el de Quirós (2008).

En cuanto al análisis documental, las principales fuentes secundarias que he consultado son los documentos producidos por el propio movimiento, aunque también cobran un lugar importante las publicaciones periodísticas municipales donde se publicó información acerca de medidas de protesta y actividades públicas llevadas a cabo por el movimiento, como así también declaraciones relativas al ámbito político local.

Breve estado del arte y enfoque de la perspectiva local

En Argentina, a partir de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia en 2003 un conjunto importante de movimientos sociales -que previamente se mantenían por fuera de la institucionalidad estatal- se integraron a la estructura del Estado (Cortés, 2008; Gómez, 2010) y comenzaron a gestionar espacios institucionales a partir de la colocación de algunos de sus dirigentes en puestos de funcionarios políticos (Masseti, 2009; Natalucci, 2010). Como contrapartida, otros movimientos sociales denunciaron el carácter de cooptación de dicha integración y continuaron llevando a cabo una construcción por fuera de la ocupación de cargos en el gobierno.Desde la academia, este escenario fue interpretado en la mayoría de los casos desde una perspectiva binaria que o bien cuestionó los riesgos de dicha integración, o bien la celebró. Estos dos campos interpretativos fueron denominados paradigma normal y paradigma anómalo por Gómez (2010). En mi trabajo doctoral los cifré como la perspectiva de la sobredeterminación y la perspectiva de la autodeterminación (Longa, 2016: 106 y ss.). En definitiva ambas denominaciones apuntaban a identificar, en la primera perspectiva, a un conjunto de estudios que se ocuparon deresaltar el carácter de subordinación política y de cooptación que implicaba la integración a las estructuras del Estado (Oviedo, 2004; Campione y Rajland, 2006; Battistini, 2007; Escudé, 2007).

Respecto de la perspectiva de la autodeterminación, ésta puso el foco en los márgenes de acción de los movimientos y en su capacidad de elección al momento de integrarse a un proyecto de gobierno (Gómez, 2007; Natalucci, 2008; Schuttenberg, 2009a, 2009b; Cortés, 2010). Estos trabajos cuestionaron “las hipótesis de cooptación y empezaron a problematizar la dinámica de los movimientos sociales en la presidencia de Kirchner” (Schuttenberg, 2012: 198), y sostuvieron que la perspectiva de la sobredeterminación limitaba -sino negaba- la capacidad de agencia de estas organizaciones sociales (Retamozo, 2011); se observa entonces que el campo de estudios sobre movimientos sociales durante la etapa kirchnerista ha sido sin lugar a dudas un campo dicotómico.

Sin embargo, algunas perspectivas contribuyeron a elaborar miradas más integrales respecto de las relaciones entre los movimientos sociales, el Estado y los gobiernos. Me refiero a un conjunto de trabajos provenientes del campo de la antropología social, como los de Julieta Quirós (2006 y 2008) y Virginia Manzano (2004 y 2007), quienes intentaron trascender la dicotomía que la literatura planteaba, por ejemplo, entre piqueteros y punteros. Así se logró identificar que, en los estudios más difundidos, las disputas “en torno a la redistribución económica -consideradas propias delmovimiento urbano y obrero- fueron vistas como instrumentales y ‘cortoplacistas’,en contraste con las metas expresivas de los nuevos movimientos sociales queapuntaban a redefinir las relaciones

de la sociedad civil” (Manzano, 2007: 301). Por el contrario, e identificando una razón instrumental de la política en las prácticas, tanto de referentes barriales de los tradicionales partidos políticos como de los nuevos movimientos sociales, estos estudios contribuyeron a percibir vasos comunicantes entre prácticas sociales que se pensaban del todo antagónicas. En la misma línea se inscribe el aporte de Cecilia Ferraudi Curto (2015) quien, ayudada de la perspectiva etnográfica, deconstruyó la dicotomía tajante entre piqueteros y punteros, a partir de la indagación en los sentidos semejantes que los propios actores asignaban a sus prácticas; estos aportes sirven para observar los puntos de contacto y la zonas en común que comparten algunas experiencias que, desde las dicotomías planteadas (piqueteros vs. punteros; autónomos vs. cooptados), parecen radicalmente distintos.

Relacionado directamente con mi problema de investigación, Manzano (2004) identificó contradicciones entre las tradiciones asociativas que nutren a las organizaciones populares y a las políticas estatales.Su aporte permite observar cómo la gestión de programas estatales por parte de los movimientos, moldea el curso y el sentido de las acciones de los propios integrantes de esos movimientos (Manzano, 2004: 150-151).

Esto es así en la medida que, para comprender la profundidad de las relaciones que los movimientos sociales establecen con el Estado y los gobiernos, considero preciso eludir las perspectivas que entienden a los movimientos sociales como objetos empíricos homogéneos y unitarios. Para ello, me valgo del enfoque analítico, ampliamente desarrollado en el campo de estudios sobre movimientos sociales por los autores y autoras del llamado paradigma de la identidad (Pérez Ledesma, 1994). Es desde dicho enfoque que entiendo que la experiencia de un movimiento social, solamente puede ser comprendida cabalmente teniendo en cuenta las orientaciones y significados que los propios actores le asignan a su acción. Esto implica considerar a los fenómenos colectivos como “procesos en los cuales los actores producen significados, comunican, negocian, y toman decisiones” (Melucci, 1999: 57). Es decir que no se toman los hechos, movilizaciones y actividades como datos empíricos unitarios, sino que se los enmarca dentro de un análisis integral que involucra sus causas, surgimientos, desarrollos y sentidos. Con ello, podríamos decir que Melucci alumbra la complejidad de los fenómenos que otras corrientes tomaban como dato ya construido. Es por ello que considero que su perspectiva analítica empalma de manera virtuosa con las advertencias y los desarrollos ya mencionados del campo de la antropología social, que contribuyeron a complejizar y descomponer algunos esquemas binarios al momento de comprender las experiencias de los movimientos sociales; desde dicho marco teórico se erige entonces la actual propuesta investigativa.

Pero además de ello, considero que actualmente la atención a las relaciones entre movimientos sociales, Estado y gobierno, debe contemplar necesariamente un perspectiva más focalizada como la ofrecida por lallamada escala local.La cercanía territorial entre instituciones y actores que pueden peticionar ante las autoridades, como los movimientos sociales, configura en los municipios otro mapa de poder respecto de aquel que se establece en la escala nacional. No casualmente durante los últimos años los estudios de corte municipal o barrial entre movimientos, Estado y gobiernos han proliferado (Natalucci et al., 2013; Ferraudi Curto, 2015; Maneiro, 2015). Esta atención a los procesos locales responde en parte al proceso de territorialización de la política (Grimson, 2009; Vázquez y Vommaro, 2009) que tuvo lugar principalmente desde el inicio del ciclo de protesta (Tarrow, 1998) que puso en crisis el modelo neoliberal hacia finales de la década de 1990. Este proceso fue acompañado por la descentralización del Estado nacional, lo cual fortaleció las líneas de intermediación entre los actores que desplegaban su práctica cotidiana en los territorios (movimientos sociales, ONG, etc.) y los gobiernos de carácter local (municipios principalmente). En esa línea Massettipresentó un análisis del pasaje “del piqueterismo a la institucionalidad” (2009: 87) en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires entre 2006 y 2007;en dicho análisis se toma en consideración al Movimiento Evita. Si bien la Ciudad de Buenos Aires presenta una envergadura mayor a la del municipio bonaerense estudiado a continuación, su enfoque también contribuye a pensar las tensiones entre la construcción del movimiento y el Estado en este plano.

El Movimiento Evita es un movimiento social conformado entre finales de 2004 y principios de 2005 en Argentina. El movimiento se estructura a través de frentes de masas y de secretarías. Los frentes de masas del movimiento son: juventud, sindical, mujeres, diversidad, profesionales, estudiantil, campesino y economía popular. Las secretarías son: organización, educación, salud, prensa, revista, deportes, internacional, economía, derechos humanos y logística. En el plano nacional, el Movimiento Evita se nutrió de tres afluentes principales: las organizaciones con trabajo territorial y piquetero (tales como el Movimiento de Trabajadores Desocupados Evita), las organizaciones de la estructura territorial del Partido Justicialista (como la Corriente Peronista Federal conducida por Fernando ‘Chino’ Navarro) y los militantes independientes (atraídos por la impronta del movimiento en la Cumbre de los Pueblos llevada a cabo en la Ciudad de Mar del Plata en 2005) (Natalucci, 2012); Schuttenberg (2010) también identificó en el movimiento la presencia de vertientes ideológicas de la militancia de las décadas de 1970, 1980, 1990 y 2000.

Mi punto de partida reconoce estas vertientes presentadas por Natalucci y Schuttenberg a la vez que, a modo complementario, propone incluir en una nueva dimensión y una salvedad. Esta apreciación es principalmente de orden metodológica, pero también involucra aspectos analíticos al momento de comprender la conformación de un espacio organizativo. Me refiero a dar cuenta de una innumerable cantidad de agrupamientos político-sociales que se encuentran en el campo de los movimientos sociales, y que no responden nítidamente a uno u otro tipo, sino que presentan altos grados de hibridación entre la construcción política autónoma y la disputa de las instituciones estatales. Al respecto, coincido con que “mientras nosotros hacemos tipologías, en el mundo social todo aparece mezclado” (Quirós, 2008: 126). Sostengo, para dar cuenta de dicha mixtura, que el Movimiento Evita también se nutrió de una cuarta vertiente, de difícil catalogación, compuesta por grupos de militantes de agrupamientos peronistas heterodoxos que combinaron trabajo de base territorial con identidad peronista, con la tradición revolucionaria y con expresiones electorales.

Precisamente la experiencia del movimiento en el municipio de San Fernando en la Provincia de Buenos Aires, muestra que una de las incorporaciones al movimiento fue la de la organización Argentina de Pie, un agrupamiento que tenía a sus militantes como integrantes del Partido Justicialista (PJ) y a la vez llevaba adelante una tarea social en merenderos en los barrios populares del municipio. Estas afiliaciones múltiples, huidizas para la aprensión de la categorías fijas, también nutrieron al Evita.No obstante, las vertientes más destacadas en San Fernando en cuanto a envergadura, son la del Partido Justicialista y la de las organizaciones autónomas de finales de los `90. Respecto de la primera, cabe destacar que San Fernando es considerado el único distrito con tradición peronista entre los municipios de la llamada costa norte del conurbano bonaerense, que comprende también a Vicente López, San Isidro y Tigre. Esta tradición implicó que un conjunto importante de Unidades Básicas, organizaciones sociales, culturales y vecinales, se desplegaran territorialmente a lo ancho del municipio, irrigando la identidad peronista y fortaleciendo al PJ.

Por otra parte, las barriadas populares del municipio y de la región, han sido un terreno fértil en el cual se han asentado un conjunto importante de organizaciones sociales hacia finales de los `90. En barrios populares como Rincón de Milberg y Las Tunas, en el vecino partido de Tigre, se desarrollaron durante dicha década una serie de trabajos territoriales que luego darán cuerpo a organizaciones de desocupados o movimientos populares. Algunas nutridas por ex militantes peronistas, estas organizaciones se abocaron principalmente al trabajo educativo, alimentario y cultural, poniendo en pie comedores barriales, clases de apoyo y grupos de recreación para niños/as y adolescentes; los orígenes del Movimiento Evita en San Fernando están ligados fuertemente también a esta construcción territorial.Si bien la condición territorial es común a los distintos distritos donde tiene presencia el Evita, en San Fernando el carácter barrial de la construcción se destaca por sobre otros. La capacidad de movilización, la organización de los barrios y la cantidad de referentes del movimiento que provienen de los propios barrios populares es de destacar, y da cuenta de dicho énfasis en la militancia territorial.

Respecto del municipio en sí mismo, ubicado 28 kilómetros al norte de la Capital Federal con una población de 163.000 habitantes1. Acabada la proscripción al peronismo, desde 1973 el distrito ha sido, como fue mencionado, un bastión del Partido Justicialista, factor anómalo en función de la hegemonía de fuerzas no peronistas (de la Unión Cívica Radical o de partidos vecinalistas) de los distritos vecinos. Desde 1973 el peronista Alfredo Ramón Viviant fue quién estuvo en el poder en el municipio hasta 1991, con la interrupción de la dictadura militar entre 1976 y 1983. Luego de algunos interinatos, Viviant fue reemplazado por Osvaldo Amieiro, también del PJ, recién en 1995.

En el principio fue el barrio

Como fue dicho, el movimiento comenzó su desarrollo en el distrito construyendo cotidianamente en varios barrios populares, principalmente a partir de actividades sociales ligadas a las necesidades alimentarias y educativas de los sectores más castigados del municipio. La relación del Movimiento Evita con el intendente Osvaldo Amieiro comenzó en 2004, cuando el intendente se acercó al kirchnerismo y, con ello, ofreció algunos cargos en el Estado para el movimiento.

No obstante, al año siguiente Amieiro decidió en la campaña de las elecciones legislativas apoyar la lista que llevaba a Hilda ‘Chiche’ Duhalde como candidata a Senadora, enfrentando a Cristina Fernández, enrolada en el Frente Para la Victoria. En el distrito se dio una confrontación fuerte entre los movimientos sociales kirchneristas que impulsaban con fuerza la campaña del FPV, y el gobierno municipal que acompañó a Duhalde.

Gerardo se incorporó al Movimiento Evita en 2009, pero perteneció al PJ desde mediados de los `90. Para él, el ejemplo de la campaña legislativa de 2005 marca la diferencia entre el modo de hacer política del Movimiento Evita respecto del PJ: “yo lo he vivido en lo que es el Partido Justicialista, y era ‘-es esto chicos, salgamos a aplaudir a este’. En el año 2005 acá el intendente definió ‘-hay que ir con Chiche Duhalde’ y todos ‘-sí señor’. No todos, pero la mayoría. Eso en el Evita no pasa” (Gerardo). El resultado en esas elecciones consagró la victoria de Cristina Fernández en la categoría de senadoras con el 45% de los votos. En San Fernando esto implicó que la lista que apoyó Amieiro perdió y que el Frente Para la Victoria logró ingresar siete concejales en el Concejo Deliberante; el Evita no había colocado a ninguno de sus militantes en la boleta electoral, en función de su aún limitado desarrollo en el distrito.

Pasadas la elecciones, Amieiro se volvió a alinear con el gobierno nacional, lo que llevó a que recomponga los vínculos con el Movimiento Evita: “después de 2005 Amieiro recompone la relación con el gobierno nacional, hace una autocrítica por lo de la ‘Chiche’ y ahí volvimos a hablar” (Patricia Cubría)2. A partir de allí la relación comenzó a mejorar ostensiblemente. El intendente profundizó su inserción en el proyecto kirchnerista y el movimiento ganó espacios institucionales dentro de la estructura municipal. Una de las principales referentes del movimiento es justamente Patricia Cubría, que venía ocupando un cargo en la vicejefatura de gabinete de la Provincia de Buenos Aires (gobernada en aquel momento por Felipe Solá). A partir de la renovada alianza con Amieiro fue convocada para asumir como Jefa de la Unidad Ejecutora de Inclusión Social: un espacio institucional creado ad hoc para la integración del Evita en el municipio.

Los ‘operativos’ municipales: el Estado en el territorio

Es decir que a partir de 2005 la ecuación entre el movimiento y el gobierno municipal no solamente se modificó, sino que también se modificó la inserción del movimiento en el Estado local, contando con una de sus referentes en un cargo institucional en el Poder Ejecutivo. Era de prever entonces que la posibilidad de construcción del movimiento, que venía ganando espacios institucionales en la Provincia de Buenos Aires y que estaba por desembarcar en la gestión nacional en el Ministerio de Desarrollo Social, se potenciara. Por un lado el acceso al gobierno municipal permitió acrecentar el desarrollo territorial es actualmente diputada provincial por la provincia de Buenos Aires. mucho, mucho en el sentido de que estabas de una manera permanente, yo laburando todos los días en La Plata es muy distinto que estar acá construyendo; segunda cuestión, aunque con toda la dureza, empezar a poder articular política con el Estado municipal (…) nosotros conseguimos con desarrollo social hacer operativos en los barrios para que puedan venir las mujeres a hacerse las pensiones (…) era tratar de acercar herramientas a los vecinos (Patricia Cubría).

Estos operativos en donde se articulaba la política nacional con la municipal, y donde el Evita ponía en juego su red de construcción barrial, fueron recurrentes durante los años de la alianza con el gobierno municipal. En muchos casos se trataba de jornadas de un día de duración en la cual algunos equipamientos a nivel nacional se instalaban en centros neurálgicos de las barriadas y atendían una diversidad de demandas del vecindario. Estas actividades suelen combinar múltiples ejes: sanitarios, previsionales, educativos, etc. Es común que incluyan espacios donde médicos y promotoras de salud pesan y miden a los niños, para observar la situación nutricional de éstos. También los operativos pueden incluir controles ginecológicos para mujeres, o trámites de pensiones para adultos mayores. La confección de DNI también formó parte de las prestaciones más comunes que el Estado llevaba al territorio en estas actividades.

En dichos‘operativos’ se despliegan tráileres y/o carpas del Estado nacional y municipal, y la militancia del movimiento provee la estructura humana para el desarrollo de las actividades: recibir a los vecinos, anotar las demandas, etc. El Evita en este caso brinda el ‘acceso’ del Estado al territorio: al contar previamente con una estructura militante organizada y de referencia en esos barrios, se legitimaba en parte la presencia estatal allí. En esa estructura se suele destacar el aporte de las promotoras de salud: vecinasen general mujeres, que se forman previamente en talleres sobre atención primaria de la salud. Un ejemplo concreto para el caso de San Fernando encontramos durante el trabajo de campo en un ‘operativo’ llevado adelante por el gobierno nacional. El mismo ocurrió en la semana del 15 al 19 de diciembre de 2014 en el barrio Villa Hall, uno de los barrios donde nació el Evita en el distrito. Allí el gobierno se instaló durante una semana en un club barrial, y ofreció a los vecinos retirar decodificadores de la Televisión Digital Abierta en forma gratuita para pensionados y Jubilados que cobraran la jubilación mínima; la prensa local dio cuenta del operativo3.

Fiel a su impronta territorial de construcción, desde la Unidad Ejecutora de Inclusión Social a cargo de Cubría el movimiento intentó integrar el conflicto social a la estructura del Estado, en función de darle solución a algunos problemas principalmente del sector desocupado. Las gestiones administrativas en los propios territorios y la búsqueda por disminuir las trabas burocráticas para la puesta en marcha de determinados subsidios, fueron algunas de las actividades que llevaron adelante desde el municipio, en articulación con distintos niveles del Estado provincial y nacional, y que se plasmaron en este tipo de ‘operativos’ donde el Estado ‘llegaba’ al territorio agarramos como siempre, fuera de todo protocolo, traíamos a las compañeras de Desarrollo Social que se vengan con toda su papeleta, expedientes y qué se yo.¡Hagamos los expedientes en el barrio! Basta de hacer ir a las vecinas a hacer firmar cincuenta veces un mismo papel! a que se tomen dos o tres colectivos para acceder a un derecho; entonces llevábamos el expediente al barrio (Patricia Cubría).

El testimonio de Patricia bien podría encuadrarse dentro del tipo de ‘burocracia plebeya’ que Luisina Perelmiter (2016) sugirió para dar cuenta de la propuesta institucional que intentó desplegar el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación durante el kirchnerismo. Para Perelmiter lo plebeyo tuvo que ver con buscar ‘subvertir jerarquías’ y recrear la ‘promesa de proximidad’ entre la gestión y las personas beneficiarias de los programas estatales4; tal como la entrevistada lo narra, lo que se buscó fue ir horadando los requerimientos administrativos que ‘alejaban’ a la gente de los derechos que el Estado debía garantizar.

En esto también se encuentran puntos de contacto con el mencionado trabajo de Vázquez, quien sostuvo que los militantes de organizaciones kirchneristas que trabajan en el Estado tienen: “la idea de ‘tomar conciencia’ de que ‘detrás de un expediente hay una familia’, expresión a la que apelan de forma reiterada para expresar el valor que posee una gestión administrativa cuando ésta involucra ‘una necesidad’” (2014: 85).

La consolidación del movimiento en la Unidad Ejecutora del municipio, la posibilidad de acercar programas desde Desarrollo Social de la Nación, y la alianza construida con Amieiro, sumado a su persistencia por apuntalar el desarrollo en el territorio, marcarán un crecimiento destacado del Evita en San Fernando empezamos a crecer, a sumar cada vez más militantes. También hicimos escuelitas de promotores de salud y ahí también fue un semillero muy importante de militantes mujeres.Muchas compañeras se sumaron en aquel momento y todavía hoy siguen militando (…) íbamos a hacer un operativo, íbamos sumando compañeros y se van entablando relaciones y se va agrandando el espacio (Patricia Cubría).

Un operativo es como se dijo un hecho político en donde el movimiento también valida ante otras autoridades gubernamentales su capacidad de penetración territorial; pero es también el momento en que el movimiento demuestra ante el propio barrio su posibilidad de ‘acercar’ recursos y derechos a partir de su inserción en el Estado. A la vez, es un proceso en el cual la militancia se enfrenta a las demandas de los propios vecinos en un cara a cara que puede durar varios días. Cuando esa relación tiene un resultado virtuoso, al movimiento le permite sumar nuevos integrantes, como lo evidencia el crecimiento del que habla Patricia a partir de los operativos que desplegaron en San Fernando, principalmente cuando tenían una relación de alianza con el gobierno local y de participación en el gobierno nacional.

La gestión del Programa Argentina Trabaja y los vínculos con el municipio

Sin embargo, la relación entre el movimiento y el Intendente no estuvo exenta de conflictos. Es que mientras el gobierno municipal le otorgaba algunos espacios institucionales al Evita, a la vez seguía construyendo desde una línea pejotista5 en los territorios del distrito. Este pejotismo buscó obturar el desarrollo del Movimiento Evita en los barrios. La relación con los funcionarios de Amierio, provenientes del PJ, fue entonces muy conflictiva en la medida que veían con recelo el tipo de relación que el movimiento planteaba con la gestión el Desarrollo Social del municipio tenia determinados cuadros dirigentes que planteaban que las pensiones no hacían falta, que había que terminar con los comedores (…) acá está plagado de esa burocracia, en treinta manzanas que puede tener este municipio no llegaban desde el municipio a los barrios a hacer un barrido de quién necesita una pensión (Patricia Cubría).

En la medida que el movimiento comienza a desplegar operativos en los territorios, en articulación con las herramientas que a partir de su integración al Estado nacional podían acercar desde las gestiones provinciales y nacionales, el Evita comenzará a pisar fuerte en los territorios del municipio. Eso generó una tensión esa estructura tradicional de los punteros6 del PJ y también con los funcionarios municipales del círculo más cercano al intendente, identificados también con la histórica construcción del Partido Justicialista

era de disputa permanente, si, éramos unos piqueteros de mierda, ¡a este nivel eh! Un subsecretario planteando: -‘¿por qué me tengo que reunir con estos piqueteros de mierda?’. No es que el municipio nos daba herramientas para construir (…) siempre fue muy peleado, no nos quería el peronismo, la construcción más conservadora de Amieiro no nos quería (…) nosotros éramos kirchneristas a secas; había una especie de rechazo hacia nosotros porque no hacíamos amieirismo, no compartíamos esa manera de construcción (Patricia Cubría).

Aquí aparece entonces una situación más que relevante para la observación de las relaciones entre movimientos sociales, Estado y gobiernos, siendo que la política municipal terminó interfiriendo con algunas de las gestiones a nivel nacional que realizaba el Movimiento Evita, tratándose paradójicamente todas de fuerzas aliadas a los gobiernos kirchneristas. Esta relación de gestión compartida pero de tensión interna entre el movimiento y el Intendente se mantendrá, aunque con otro carácter, luego de las elecciones ejecutivas de 2007. Para dicho año ya el Movimiento Evita, en función de su crecimiento en el distrito, podrá colocar a una candidata en la lista de concejales que, de todas formas, al ocupar el sexto lugar no entró al Concejo. No obstante, la construcción del movimiento continuaba en su fase ascendente y será luego de estos años, y principalmente con la llegada de Emilio Pérsico, Secretario General del Movimiento Evita, al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, gestión del Programa Argentina Trabaja de por medio, que en el municipio de San Fernando el crecimiento del movimiento dará un salto decisivo.

El Programa Argentina Trabaja (PAT) fue una importante iniciativa lanzada en 2009 por la presidenta Cristina Fernández, mediante la cual el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación otorgó 100.000 puestos de trabajos cooperativos en la Provincia de Buenos Aires. Los puestos estaban destinados a trabajadores y trabajadoras desocupados que conformarían cooperativas de 60 personas destinadas a realizar mejoras en sus propios barrios, como limpieza de zanjas, realización de veredas, mejoramiento de plazas, etc. A cargo de la ejecución del programa fue nombrado el máximo referente del Evita: “Pérsico es nombrado Subsecretario de Comercialización de la Economía Social de la Nación, con un presupuesto de 750 millones que [finalmente] sería de 9.000 millones, para lanzar el PAT” (Boyanovsky Bazán, 2010: 203). Huelga aclarar que el desembarco de Pérsico en Desarrollo Social no es un dato menor. Vázquez mostró en un reciente trabajo “la importancia del Ministerio de Desarrollo Social como ámbito de la ‘militancia en la gestión’” (2014: 97). La cantidad de programas de asistencia y de asignaciones de recursos, principalmente para los habitantes de los barrios populares -es decir donde los movimientos territoriales ostentan su base social- de este ministerio, es destacada.

La ‘bajada’ del Programa Argentina Trabaja (PAT) a San Fernando permite varias conclusiones respecto de los conflictos entre el movimiento y el Intendente. En un primer momento, hacia el año 2009 el desembarco del PAT en San Fernando fue provechoso para el Evita: allí se dio una coyuntura en la que el movimiento tenía a su cargo el Argentina Trabaja desde Desarrollo Social de la Nación, y contaba con Patricia Cubría en la Unidad Ejecutora de Inclusión Social del municipio.

Pero al estar el programa mediado por la gestión del municipio, y con la conflictividad interna ya vista entre los funcionarios del circulo cercano a Amieiro y los integrantes del Evita, la implementación tendría sus inconvenientes. El conflicto más importante estuvo en que el gobierno municipal se negó a recibir a las cooperativas del Argentina Trabaja en San Fernando: directamente el Intendente no quería cooperativistas trabajando en su distrito, por lo que se negó a celebrar convenios con Desarrollo Social. Para Víctor, esto se debió a que Amieiro -a pesar de estar aliado al kirchnerismo-, era ‘liberal’: “en San Fernando tenemos un gobierno liberal y nos echó, no quiere cooperativas. Acá no quedó ninguna, fueron todas a trabajar a la ESMA, a Arenaza, fuera del distrito. Entonces se nos hizo difícil en el territorio haber construido” (Víctor)7.

Pero el movimiento finalmente logró anotar a sus vecinos de San Fernando en un convenio con el municipio de San Isidro: así, de las veintidós cooperativas que se formarán con vecinos sanfernandinos, once estarán en manos del Evita. Claro que en realidad ese recurso no respondía enteramente al espíritu original del programa, que suponía cupos para vecinos con residencia en el propio municipio. No obstante, tener a cargo la dirección del Programa le permitió al Movimiento Evita zanjar dicha restricción y anotar de todas formas a vecinos más allá de su pertenencia distrital. Es decir que finalmente pudieron eludir el dique político que el gobierno municipal les había impuesto. Esto sin embargo, implicó una compleja tarea logística para desarrollar cuadrillas de trabajadores cooperativos en zonas lejanas a los territorios en donde vivían los cooperativistas.

Esta particularidad local obliga a seguir complejizando la relación entre movimiento, gobiernos y Estado. La capacidad del municipio de celebrar o no los convenios con el gobierno nacional es otro de los factores que debe ser tenido en cuenta al momento de homologar linealmente la dirección de un programa con el otorgamiento de beneficios en forma directa. En este caso en particular, donde la gestión local no avaló la bajada del programa al municipio, la dificultad para el Movimiento Evita de sumar a sus vecinos al mismo, se incrementó notoriamente. Lo que resulta paradójico es que durante los primeros años de implementación del PAT (centralmente 2009 y 2010), el gobierno municipal no estaba enfrentado al gobierno nacional, siquiera al ME; por el contrario, eran aliados políticos.

Una vez inscriptos, el manejo de algunas dinámicas de las cooperativas también generó conflicto, principalmente con autoridades del Ministerio de Desarrollo Social que no eran del Evita, pero que de hecho tenían a su cargo muchas funciones del Argentina Trabaja. Los militantes del Evita identificarán a la burocracia y a la estructura liberal del Estado con sus modos oficinísticos -lejanos a la realidad del territorio-, como los principales causantes de la distancia entre las propuestas del Estado y la realidad de los desocupados que se sumaban a las cooperativas: “era pelea jodida, de tener compañeros que militaban con nosotros, a 75 de un saque le pasaban ausente y los dejaban sin cobrar. Una cosa terrible, que le movilizábamos, muy conflictiva la relación, aunque como eran del Frente para la Victoria” (Patricia Cubría).

Cambios en el gobierno municipal: el Movimiento Evita a la oposición

Si las relaciones entre gobierno nacional, programas estatales, gobierno municipal y movimiento fueron complejas e intrincadas durante los años de la alianza política entre el PJ de Osvaldo Amieiro y el kirchnerismo, el cuadro se agudizaría más con la llegada de Luis Andreotti, del Frente Renovador, al frente de la cartera municipal. Tras ganar la elección en 2011, Andreotti se mostró como aliado al kirchnerismo aunque muy cercano también al intendente de Tigre Sergio Massa. Cuando este último se pasó a la oposición y decidió enfrentar al Frente Para la Victoria en 2013, Andreotti se alió con Massa y terminó por romper relación con el gobierno de Cristina Fernández. Ante dicha coyuntura, la relación entre el Movimiento Evita y el gobierno municipal pasará a tensionarse hasta que alcanzará el grado de ruptura. A partir de la ruptura total del gobierno municipal con el kirchnerismo en 2013, emergieron entonces varias situaciones que se tornarán interesantes para el análisis de la relación entre Estado y movimientos en el plano local.

Una vez oficializada la integración de Andreotti al espacio opositor, el Movimiento Evita retiró a todos sus militantes que integraban puestos políticos en los municipios donde se había construido la alianza referenciada con los intendentes de Sergio Massa8: “ahí se pudre todo, se pudre todo, nunca intentamos ni desestabilizar ni nada, pero si ya entró con una mirada neoliberal y de que es una empresa privada; además abandonó totalmente las barriadas populares” (Patricia Cubría).

8 El 27 de Junio de 2013 la prensa lo reflejó de esta manera: “Masiva renuncia de funcionarios kirchneristas en municipios aliados a Massa” (INFOBAE, 2013: s/n). Un caso significativo se dio en el Partido de San Martín donde renunciaron en bloque cerca de 30 funcionarios del municipio que pertenecían a diversas agrupaciones kirchneristas. Así lo expresaba Julián Ríos, uno de los referentes del Movimiento Evita: “el kirchnerismo ha tomado la definición política de abandonar la gestión de Katopodis. Esto se da en función de su definición de acompañar a Sergio Massa” (Movimiento Evita, 2013: s/n).

Un caso similar fue señalado por Ástor Massetti para el caso de la Ciudad de Buenos Aires. En su análisis destaca que los militantes del Evita, y de otras organizaciones nacional-populares, renunciaron en bloque a la Unidad de Coordinación que integraban en el gobierno de Jorge Telerman en la Ciudad de Buenos Aires hacia 2007, una vez que éste oficializó su alianza electoral con Elisa Carrió, enfrentada al gobierno nacional: “al otro día del anuncio y frente a este corrimiento del proyecto Telerman, las 49 personas involucradas en el proyecto de la Coordinación renunciaron en bloque” (Massetti, 2009: 119). Estos ejemplos refuerzan la centralidad de las internas políticas entre grupos, y de las tensiones entre oficialismos y oposiciones entre escalas locales, provinciales y nacionales, en las integraciones al Estado por parte de los movimientos sociales.

Volviendo a San Fernando, a partir de la ruptura a nivel local, en función del rol de oposición a nivel nacional que la gestión municipal asumió, el Movimiento Evita vio lesionados sus vínculos respecto del municipio: “con el municipio hoy no hay relación. Nosotros luchamos siendo indiferentes a su política (…) nos han hecho causas, hasta judiciales, pero con cero prueba, cero fundamentación; cuando acá sufrimos la toma de viviendas dos años atrás, después se dieron los saqueos” (Gerardo). Esta relación de oposición al gobierno tendrá para el movimiento una serie de condicionantes. Además, desde ya, de no ocupar cargos en el Estado municipal, el movimiento pasará a confrontar directamente con la intendencia.Los principales conflictos entre el Movimiento Evita y el gobierno del Frente Renovador en el distrito tuvieron que ver con la violencia institucional: abusos de autoridad de la policía local contra militantes del movimiento, amenazas y agresiones de punteros municipales contra actividades del movimiento, etc.

cuando nosotros hacemos pintadas para luchar por tal cosa o para la conquista de tal derecho te mandan a los patrulleros, o con la cámara te están viendo y te mandan a tapar todo (…) o también a los militantes más chicos te mandan a la barra brava de Tigre a cagarlos a puteadas. Hace tres años sucedió que a militantes más chicos le hayan pegado cachetazos: ‘¿ah vos sos del Movimiento Evita? ¿Vos sos de la JP Evita? Decile a tus compañeros que acá no te queremos ver más, que acá pisa solo Luis Andreotti’, y le pegaron unos cachetazos al pibe (Lucas).

Patricia coincide con que la llegada del Frente Renovador al gobierno aumentó la represión al movimiento lo cual generó una respuesta política por parte de ellos

es mucho más represor y por ahí te caga palos pibes haciendo una pintada (…) cuando quieren pasarse de listos, pasar con una topadora el barrio San Rafael no lo vamos a permitir (…) no te voy a permitir que quieras desalojar 20 familias porque se te ocurre hacer un emprendimiento inmobiliario (Patricia Cubría).

Este tipo de confrontación cotidiana, esperable en la relación de oposición que el movimiento ejerce en el municipio, tuvo no obstante cuatro hechos que cobraron relevancia pública y que se reseñan para comprender la relación entre el movimiento, el gobierno local y las posiciones que el Evita ocupa en el Estado nacional en virtud de su adhesión al kirchnerismo. En primer lugar los saqueos de finales de diciembre de 2012 en Virreyes; en segundo lugar el incendio de la escuela Nº 5 de Virreyes en febrero de 2013; en tercer lugar la toma de viviendas en el barrio San Jorge en noviembre de 2013; y en cuarto lugar el desalojo del barrio San Rafael en agosto de 2014.

Hacia finales del año 2012, entre el 22 y el 27 de diciembre, una serie de saqueos a comercios tuvieron lugar en distintos puntos del país. El foco más conflictivo, no obstante, estuvo en el barrio de Virreyes, dentro del distrito que nos ocupa. La prensa nacional lo retrató así: “en el segundo día de saqueos, los más fuertes se registraron en San Fernando. En la noche del jueves hubo dos muertos en Rosario. También quedaron más de 500 detenidos” (Página/12, 2012: s/n). Desde el Municipio no dudaron en señalar a las organizaciones kirchneristas como responsables. Entre ellas la más significativa en el distrito, el Movimiento Evita, a quien el intendente vinculó con los saqueos. La respuesta orgánica no se hizo esperar. Días más tarde el Evita emitió un comunicado condenando: “las declaraciones irracionales y deliberadamente mentirosas del Intendente Luis Andreotti y sus funcionarios municipales, en las que acusan al Movimiento de haber organizado y participado de los saqueos vividos el pasado 21 de diciembre en el distrito” (Movimiento Evita, 2012: s/n).

El año siguiente, durante el mes de noviembre, ocurrió una toma de viviendas en el barrio San Jorge dentro de San Fernando. Este plan de viviendas federales se venía construyendo desde el año 2001 y se encontraba en su fase final para 2013. El Movimiento Evita tiene dos locales cercanos al barrio en construcción, además de que muchos de sus integrantes viven en las cercanías. A raíz de una toma de las casas por parte de un grupo de vecinos, que luego serían desalojados, el municipio no dudó nuevamente en instalar la idea de que hubo una organización detrás de la ocupación. Nuevamente fue el Movimiento Evita el blanco elegido. Andreotti declaró que se trató de

una toma de viviendas organizada por el Movimiento Evita (…) esto es lo que pasó en San Fernando, no es un invento mío. Acá en los últimos conflictos sociales estuvieron implicados ellos. Tenemos las denuncias de lo que ha sucedido. Estuvo implicado el Movimiento Evita. Lo que menos queremos es que suceda algo así. No sucede ningún hecho de saqueo si no está organizado por alguien (San Fernando Nuestro, 2014: s/n).

Gerardo, referente del Movimiento Evita en el distrito, relaciona directamente las declaraciones con el conflicto político que el movimiento mantiene con el municipio

la gente había salido a tomar, eso fue para noviembre.Nosotros estábamos en un congreso nacional y los mismos vecinos me avisan que estaba pasando esto. Al otro día ya habían tomado todo los vecinos, organizados por algunos punteros del gobierno municipal. Porque uno vive en el barrio, conoce, y estas cosas se saben. Pero nos hicieron causa de que nosotros habíamos sido los promotores de eso. Salieron mediáticamente a nombrarnos (Gerardo).

El clima de conflicto entre el movimiento y el gobierno local llegará a un punto de ebullición un año después, cuando el municipio decida desalojar a una serie de familias del barrio San Rafael; por lo significativo de este episodio, se lo reseña en un apartado propio.

Desalojo y acampe: el revival piquetero del Evita

El barrio San Jorge se fundó en 1961, y tiene una larga tradición en el municipio de San Fernando. Es la ‘villa peronista’ sobre la cual Martuccelli y Svampa (1997) señalaron que el %40 de su población no había terminado la educación primaria; la mayoría de las tierras pertenecen legalmente a los gobiernos de la provincia de Buenos Aires y municipal. A pesar de la situación de deterioro del barrio, y de la ausencia de servicios básicos, la relación entre el municipio y los vecinos ha sido constante, incluyendo reclamos, asistencia y prebendas: “la proximidad con el municipio, tanto como el hecho de que se trate del primer peldaño institucional, hace que las relaciones, o por lo menos la percepción de los vínculos, sea, en la mayor parte de los villeros, sentida de manera personalizada” (Martuccelli y Svampa, 1997: 386).

La mayoría de los habitantes de la villa no cuenta con título de propiedad de sus viviendas, pero habitan allí al menos desde finales de la década de 1980, por lo que cuando el municipio intentó desalojar a un grupo importante de familias en 2014, estas ya llevan haciendo posesión de dichas tierras al menos por veinte años. En ese contexto, hacia finales de agosto de 2014 el gobierno de Andreotti comenzó a enviar cartas anunciando el desalojo de un grupo de veinte familias del barrio San Rafael. Tras los anuncios administrativos, una serie de operativos de intimidación ocurrieron en el barrio, en el cual funcionarios y operarios municipales se hicieron presentes con máquinas y herramientas para avanzar con el desalojo de las familias afectadas. Los primeros días de septiembre una vecina de San Jorge exponía así la situación: “el viernes nos llegó una orden de desalojo y demolición (…) no sabemos si nos van a trasladar a otro lado. Tenemos la orden que dice que nos tenemos que ir porque tiran todo abajo”9.

Al enterarse del hecho, el Movimiento Evita entendió que se trataba de un conflicto serio que involucraba, sino a militantes del movimiento, sí a vecinos y familiares de algunos militantes: “al

9Testimonio de una vecina del barrio San Rafael a un medio de prensa local, el 11 de septiembre de 2014. URL: http://www.smnoticias.com/san-fernando/10684.html.

momento en que nos enteramos de eso fuimos a charlar con los vecinos, porque muchos de esos son familiares de nuestros compañeros, que militan al lado nuestro y muchos son militantes” (Lucas). El movimiento responderá con una serie de medidas de denuncia y de repudio, y comenzará a articular alianzas para enfrentar el desalojo. La principal organización aliada será La Cámpora, que contaba con algunos vecinos involucrados en el desalojo y también con la Concejala por San Fernando Marcela ‘Muque’ Ventura:

“en conjunto con otras agrupaciones de acá empezamos a organizar para que a esos compañeros no los dejen en la calle. Porque no les daban una respuesta, también de a ver a dónde iban a ir. Entonces decidimos armar una movilización en donde el municipio le dé una respuesta a estos vecinos (…) nos movilizamos y entramos a la municipalidad, la tomamos por unas horas, entramos al Concejo Deliberante y nunca recibieron los compañeros la respuesta de nadie (Lucas).

El día 11 de septiembre frente al palacio municipal se realizó una movilización que terminó instalando un acampe. De la movilización participaron cerca de doscientas personas, y se instalaron entre tres y cuatro carpas. El acampe se asentó en la plaza Mitre, la plaza central de San Fernando, que tiene frente de sí al palacio municipal. De hecho las carpas poblaron la plaza pero también la traza de la calle Madero al 1200, llegando casi a la puerta del edificio de gobierno. En la manzana que está frente a la plaza se encuentra la Intendencia pero también el Concejo Deliberante, cuya entrada principal está sobre la calle 3 de febrero. Cabe destacar también que frente a la plaza, pero en el vértice opuesto, hay un importante local del Movimiento Evita donde se realizan actividades políticas, y se dictan cursos del programa de terminalidad de secundaria FINes. Una vez instalado el acampe, por la mañana comenzaron las negociaciones con las autoridades locales. Los militantes de Evita, de las otras agrupaciones y los vecinos independientes, en primer lugar ingresaron al Concejo Deliberante; allí se dieron una serie de forcejeos con el personal de la intendencia, que terminaron con varios vidrios rotos dentro del edificio.

Al respecto, el presidente del Honorable Concejo Deliberante de San Fernando, Santiago Aparicio, y hombre cercano al Intendente Andreotti, culpó a las organizaciones sociales: “distintos movimientos políticos, que están acostumbrados a generar violencia, hoy se aprovecharon de la gente más humilde, y les mintieron para traerlos al Concejo Deliberante para generar disturbios con el sólo hecho de sacar un rédito para su espacio político”10. Pero Lucas afirma que la idea de provocar destrozos no formó en ningún momento parte de lo planificado en el marco de la protesta y que, por el contrario, se debió a una provocación de la seguridad del municipio: “empujaron a un compañero que se cayó y rompió el vidrio de la institución y terminaron diciendo: -‘los militantes del Movimiento Evita destrozaron la municipalidad’” (Lucas). Lucas refiere a que Aparicio fue explícito al señalar al Evita y también a La Cámpora como organizaciones que pretendían ‘usar’ a los vecinos para hacer política en oposición al Frente Renovador de Andreotti: “todo este movimiento lo generaron algunos concejales junto a espacios como el Movimiento Evita y La Cámpora, que vinieron acá a hacerse eco de algo en lo que no tienen nada que ver”11, insistió Aparicio. Pero esa versión que indicaba que las organizaciones ‘manipulaban’ a los vecinos, desde ya que no es lo que el Evita sostiene, pero tampoco se corresponde con los testimonios de los protagonistas. En una entrevista a un medio local en plena manifestación frente al palacio municipal, Emilse Molina, una de las vecinas con orden de desalojo sostenía: “nosotros venimos pacíficamente a que el señor intendente nos dé una respuesta, no que mande gente a amenazar, a apretar (…) desde que el señor Andreotti subió está queriendo vender medio San Fernando (…) los únicos Concejales que tenemos al frente es la señora Marcela ‘Muque’ es la que nos apoya”12.

Luego, cerca del mediodía, la mayoría de los manifestantes se dirigieron hacia el Palacio Municipal, a la vuelta del Concejo, a reclamar ser atendidos. Al no obtener respuestas decidieron permanecer dentro del edificio, lo que se convirtió en una virtual ‘toma’ del Palacio. Dentro de la intendencia, como parte de la toma, se encontraban referentes de algunas organizaciones kirchneristas; entre ellas se destaca la presencia de Patricia Cubría, diputada provincial por el Evita, y de la ya mencionada Marcela ‘Muque’ Ventura de La Cámpora. En los días subsiguientes, Cubría protagonizó varios cruces mediáticos con funcionarios del Frente Renovador, defendiendo la medida de lucha y desmintiendo que los manifestantes hubieran provocado disturbios. La presión mediática ejercida a partir de su posición en el gobierno provincial ayudó a instalar el tema en los medios locales, e incluso en algunos nacionales como la Agencia Télam, que se hizo eco del conflicto13. Luego de ello, el Evita logró que funcionarios de la Provincia de Buenos Aires terciaran en el conflicto a favor de las familias afectadas, aprobando una ley de expropiación de las tierras que fue presentada por la propia Cubría. Para Lucas “nosotros ganamos esa lucha. A la semana la provincia de Buenos Aires intervino, se presentó un proyecto en el congreso provincial aclarando que esas tierras iban a ser donadas a esos compañeros” (Lucas). En efecto, luego de la toma de la municipalidad que duró cerca de cinco horas, el acampe se mantuvo hasta el final del día;ante la posibilidad de gestión de los títulos para los vecinos, la medida de fuerza fue levantada.

Como se ve, la conflictividad entre el Evita y el gobierno municipal devino en declaraciones y acusaciones cruzadas, denuncias, enfrentamientos y conflictos que hasta incluyeron una movilización y un acampe del Evita en la plaza central de San Fernando. En este distrito y durante esta particular coyuntura en la cual el Evita fue opositor al gobierno municipal, durante unos días el repertorio de acciones más propio de los orígenes piqueteros del Evita volvió a rodar. A continuación se adjunta un mapa de elaboración propia, en donde se señalan los espacios físicos que sostiene el Movimiento Evita en el distrito, y se indican los lugares donde ocurrieron algunos de los eventos más importantes narrados en estas páginas. Esta inclusión nos facilita una mirada gráfica de la presencia territorial del movimiento, a la vez que permite pensar esta presencia en relación geográfica con el mapa político y/o del conflicto social en el distrito.

13El 9 de septiembre de 2014 la Agencia Télam publicó una nota anunciando la movilización contra la municipalidad. URL: http://www.telam.com.ar/notas/201409/77544-vecinos-de-san-fernando-marcharan-el-jueves-para-evitar-un-desalojo.php. El propio día de la movilización, el 11 de septiembre, cubrió y difundió el hecho desde el lugar. ULR: http://www.telam.com.ar/notas/201409/77829-san-fernando-desalojo-san-rafael.html.

Más allá y más acá del Estado y sus gobiernos

Este repaso muestra, en primer lugar, que luego de años de relación e integración a la municipalidad, la capacidad de confrontación política y movilización que el movimiento continúa ostentando es para nada menor. Lejos del escenario de la desmovilización o de una conducta política que responda a la demanda de normalización que suponía la cooptación de las organizaciones kirchneristas, el despliegue de acampes, movilizaciones y la toma de la municipalidad, muestran un movimiento que en el plano local despliega un repertorio vasto de protestas públicas;también muestra con claridad la importancia que tiene la interna del peronismo en los reacomodamientos entre oficialismos y oposición en los territorios estudiados.

Desde los orígenes del Evita en el distrito, como se vio, los afluentes de las organizaciones autónomas de finales de la década de 1990 primaron. Esto se tradujo en el fuerte carácter territorial y en el acento en la construcción por fuera del Estado que se identifica en la militancia del Evita en San Fernando. Las apelaciones a la autogestión del movimiento y la gran cantidad de entrevistados/as que se reivindican como militantes más allá de los recursos del Estado (Longa, 2016: 213-216), refuerzan esta identidad para este caso municipal.A la vez, San Fernando muestra que tempranamente el movimiento supo tejer relaciones con actores tradicionales del peronismo, principalmente del Partido Justicialista y asumir la disputa por las instituciones locales del Estado como clave para su desarrollo. Esta disputa, no obstante, no arroja un resultado lineal en la medida que el primer acercamiento del movimiento al municipio, con una gestión afín y kirchnerista, no permitió grandes desarrollos ni una gestión desde el Estado que el movimiento considere favorable a las mayorías populares del distrito.

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Esta situación tuvo un giro cuando el movimiento desembarcó con mayor presencia en el municipio y pudo, a partir de la articulación con otras dependencias del Estado nacional, desarrollar operativos en los territorios con una amplia gama de herramientas institucionales: programas de empleo, asignación de subsidios, etc.; éstas fueron herramientas del poder instituido que el movimiento supo aprovechar en los territorios para ampliar sus bases y dinamizar a su militancia y cuadros medios.

Se observa entonces que la inserción del movimiento en posiciones institucionales del Estado le permitió nutrirse de varias herramientas de presión. Es evidente que para el movimiento contar con una diputada provincial en la propia toma de la municipalidad, fue una garantía en términos de amparo legal y mediático. Las posibilidades de intervenir en el discurso de la prensa que otorga el rol de la diputada, ayudó a fortalecer los objetivos de la medida de lucha.Es así que en el período en el que el kirchnerismo fue oficialista en el distrito, el movimiento alcanzó su mayor nivel de crecimiento y de articulación en la práctica entre sus dinámicas de poder en los barrios y las herramientas provenientes de las instituciones estatales conducidas por ellos o donde el movimiento tuvo injerencia. En cuanto a la acción callejera, el movimiento no resignó el recurso a la movilización, acampe o corte de calle en función de su integración al gobierno, por lo que el innegable proceso de institucionalización que el movimiento realizó a nivel municipal no significó el abandono de la movilización; aunque ésta mermó en los períodos en los que la alianza con el gobierno local se fortalecía.

Todo este escenario se modificó sustancialmente cuando el Frente Renovador, enfrentado al gobierno nacional, se alzó con el municipio. En dicho contexto lo que se observa es que el movimiento pudo apelar a la recuperación de los repertorios tradicionales de protesta, tales como los piquetes y los acampes. Es en este período que el movimiento tuvo un fuerte dinamismo movilizador en el plano local y que llevó adelante las medidas de protesta ya revisadas contra la gestión de Andreotti. No obstante, esto no significa que durante el período en que el movimiento fue gobierno a nivel municipal se haya desmovilizado, sino que estuvo atado a la dinámica más general de re semantización de las movilizaciones que atravesó al Movimiento Evita en su conjunto, y que fue analizada en el plano general en otro trabajo (Longa, 2016: 201 y ss.).

En suma, el caso de San Fernando presenta un escenario donde todas las variantes de articulación entre movimiento, Estado y gobiernos (con sus diversas escalas) se fueron combinando de diferentes modos, pasando por ser oficialistas a nivel local y a nivel nacional, y luego a tener un gobierno local opositor al gobierno nacional, lo cual los devolvió a la lucha por fuera de la gestión de gobierno en el plano municipal.Aquí se ve con claridad que el movimiento no tuvo grandes dificultades por asumir uno u otro rol, por lo cual el pasaje por cada una de las fases no implicó anular las dinámicas y prácticas necesarias para ser implementadas ante un cambio en la coyuntura política. Es decir que la institucionalización del movimiento que se observa en el plano municipal, no evitó que el movimiento pudiera postularse como autónomo -en el sentido de tener independencia política- frente al gobierno local, una vez perdida la elección. Cabe aclarar, no obstante, que el movimiento aún contaba para dicha construcción con el recurso de la gestión provincial y nacional de la cual siguió siendo parte hasta 2015.Así, la relación entre movimiento, Estado y gobiernos muestra otra faceta, cotidiana, donde la articulación de los elementos que nutren cada una de dichas dimensiones, está lejos de ajustarse a un escenario lineal de institucionalización sin más o del libre accionar para el movimiento que suponga autonomía plena respecto del Estado.

Reflexiones finales

La experiencia del Movimiento Evita en el municipio de San Fernando entre 2004 y 2015 muestra aspectos cambiantes y ambivalentes, que demuestran una compleja y profunda interrelación entre la construcción social que el movimiento despliega en las barriadas, y las mediaciones institucionales del Estado, tanto en su escala local como en los planos provincial y nacional.

En primer lugar, es evidente que en los períodos en los cuales el movimiento mantuvo una externalidad respecto de los puestos en el Estado municipal, en función de su carácter de opositor al gobierno local, esto redituó en forma mucho menos productiva para su construcción en el distrito. Por el contrario, fue justamente en los ciclos en los que el movimiento logró establecer una alianza política con la gestión municipal cuando se facilitaron los accesos a determinadas gestiones. No obstante, esto

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solamente traza un nivel del análisis. La alianza establecida por el movimiento con el gobierno de Osvaldo Amieiro, como fue visto, no implicó necesariamente acceso a sectores importantes del poder municipal. Aun cuando Amieiro se declaraba en línea con la política del gobierno nacional, las internas entre diversas fracciones del peronismo no permitieron que el Evita avance sobre espacios de envergadura de la estructura municipal;más bien si el movimiento logró un crecimiento en el municipio durante dicho ciclo, tuvo que ver con su capacidad de llevar a los territorios herramientas de gestión que provenían de su ocupación de cargos en los Estados nacional y provincial.

Pero el análisis se enriquece aún más cuando, una vez Luis Andreotti en el poder, de claro signo anti kirchnerista, el Movimiento Evita pasó a presentar una situación combinada en la que se constituyó por un lado, como oficialista a nivel nacional y provincial, y por otro lado como opositor a nivel municipal. Esto brinda una segunda reflexión acerca de lo imbricadas que se encuentran en determinadas experiencias de relacionamiento con el Estado, las escalas local y nacional.Esta situación combinada implicó, en el caso observado, el potenciamiento de las dinámicas de carácter contencioso del movimiento, que incluyeron movilizaciones, acampes y hasta la toma del palacio municipal. Aquí el movimiento integró la acción directa con las prácticas estatales, que tanto su desarrollo territorial histórico en el municipio como su gestión desde el Estado nacional, le permitieron combinar. En esta etapa el movimiento mostró entonces un fuerte carácter de autonomía, en sentido de independencia política respecto de las estructuras del Estado municipal. Eso fue acompañado de la reinstalación plena de un repertorio de acciones directas y de movilizaciones impugnatorias,

Esta situación en la cual un movimiento social que forma parte de un gobierno nacional, a la vez se moviliza desde las prácticas barriales y acciones ligadas al viejo repertorio del movimiento piquetero contra determinado gobierno local, no parece sorprendente. Pero, por un lado, permite reforzar que la supuesta desmovilización de los movimientos que se integran al Estado, tal como sugería uno de los polos del ‘dilema’ teórico, nunca fue tal. En el plano local al menos, las movilizaciones impugnatorias siguieron vigentes o pudieron reinstalarse o desactivarse en forma dinámica según la afinidad o la hostilidad frente al gobierno local. La puesta en marcha del Movimiento Evita de un conjunto de prácticas de movilización callejera opositoras al gobierno local de San Fernando, dan cuenta entonces de la construcción barrial cotidiana que el movimiento siguió desplegando, aún durante sus años de avance sobre las instituciones del Estado.

Considero que esta reactualización de las acciones directas no se explica únicamente por que el movimiento se deba oponer a un gobierno de signo contrario al gobierno nacional. Esto es así porque, desde la perspectiva analítica, se entiende que las dinámicas de movilización de un movimiento no son acciones empíricas aisladas que pueden aparecer y reaparecer años más tarde sin solución de continuidad. El enfoque cualitativo y analítico adoptado para esta investigación, ayuda a comprender que para que un movimiento tenga existencia en el tiempo, se deben constituir identidades colectivas de medianos plazos, solo aprehensibles mediante esquemas analíticos. La emergente callejera de la movilización solamente puede comprenderse como una acción colectiva empírica y visible, si se tiene en cuenta que por detrás existe una construcción cotidiana de relaciones, identidades, orientaciones y significados compartidos por los militantes, que dan sentido a la participación en esa práctica, en esa movilización; considero que la transcripción de la nota de campo que se presenta más arriba, contribuye a brindar una imagen nítida respecto de cómo viven dicha apropiación cotidiana respecto de los espacios físicos del movimientos, los y las jóvenes observadas y entrevistadas.

Como se observa, la atención a la perspectiva local ayuda a matizar con creces la asimilación del Movimiento Evita con un movimiento instituido sin más, o al menos instituido en el sentido desmovilizador, con la pérdida de los perfiles emancipatorios que uno de los dos polos del ‘dilema’ de los movimientos sociales ante el Estado sugería. No obstante, es evidente también que en las coyunturas políticas en las cuales el movimiento alcanza una correlación de fuerzas favorable en el marco mismo del Estado, la cercanía del poder que implica la escala local vuelve menos apropiadas las dinámicas de movilización impugnatorias, quedando las lógicas movilizacionales relegadas principalmente al apoyo a la gestión.

Con ello, considero que estas reflexiones finales contribuyen a matizar y complejizar la relación entre movimientos sociales, Estado y gobiernos, más allá del par dentro-fuera del Estado que configuró la mirada de los teóricos del ‘dilema’ planteado. Una de las conclusiones que brinda este trabajo en ese sentido, es que el recorrido trazado por el movimiento observado pudo trascender el campo binariamente dividido entre el fuera y el dentro del Estado, estableciendo mediaciones, distancias y acercamientos, solamente plausibles de ser percibidas mediante un acompañamiento prolongado y cotidiano, que décuenta de las complejas tramas que los movimientos construyen en, desde y por fuera del Estado. Así, la construcción barrio adentro, la gestión estatal y la realización de acampes y movilizaciones, puedan dejar de pensarse como acciones empíricas aisladas y contrapuestas, y pasar a pensarse como diversas aristas de una misma experiencia.

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Aprobado: 18 de Mayo de 2018

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