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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.31 Santiago del Estero dez. 2018

 

PERSPECTIVAS ANALITICAS: TIEMPOS, IDENTIDADES, HISTORIA

Kultur o raza. Una comparación histórica del pensamiento entre Spengler y Hitler.

Kultur or race. A historical comparison of the thought between Spengler and Hitler.

Kultur ou raça. Uma comparação histórica do pensamento entre Spengler e Hitler.

Pablo Ramón CABRERA* 

1*Profesor de enseñanza Media y Superior en Historia y Licenciado en Historia. Egresado de la Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Correo electrónico: cabryprc@gmail.com Agradecimientos: A todos aquellos que me abrieron las puertas y los brazos de la amistad para este presente promisorio en la “Madre de Ciudades”, Santiago del Estero.

RESUMEN

Desde 1850 hasta la primera Guerra Mundial, se da el apogeo y esplendor de la mentalidad burguesa. Tras la “Gran guerra”, esta se expandiócuantitativamente gracias al ascenso de las masas, pero convergió en una crisis cualitativa, cuestionándose muchos de sus fundamentos. Desde éste contexto, se produce la crisis de la política de mentalidad burguesa que combinaba liberalismo, republicanismo y democracia ante el embate de dos ideologías que chocan a su vez entre sí, el fascismo y el comunismo.

Observando el modernismo reaccionario alemán, situándolo en su contexto histórico, intentaremos analizar los supuestos y posiciones ideológicas de dos referentes de esta corriente contraponiéndolos: Oswald Spengler y Adolf Hitler

Según Spengler esta Era es la de La decadencia de Occidente, el momento de las masas, las urbes, lo científico-racional inanimado. A lo cual contrapone la opción redentora de la guerra heroica, la sensibilidad de la Kultur alemana, el socialismo prusiano y una salida a través de un César. Luego observaremos la obra del autoproclamado Führer, Mein Kampf,analizando su red conceptual de pensamiento político, los mitos fundacionales del nazismo, su crítica a las instituciones democrático-parlamentarias ysu teoría que conllevará a una praxis: el racismo biologicista y la “lucha de razas”.

Palabras claves: Alemania; entreguerras; Spengler; Hitler; crisis; Kultur; Zivilisation; raza

SUMARIO

Introducción.2. Las consecuencias de la “Gran Guerra”, la decadencia de la Kultur y los intelectuales de la derecha alemana. 2.1 Spengler y la Kultur.2.2 Hitler y “Mi lucha”.3. Conclusión.4. Referencias bibliográficas.4.1 Bibliografía.4.2 Documentos.

Introducción

Desde 1850 hasta la primera guerra mundial, se da el apogeo y esplendor de la mentalidad burguesa y su paradigma liberal. Sin embargo, ciertos episodios de ese período, por ejemplo la comuna de París o la “Gran depresión” de 1873, reflejarán el génesis de procesos contrarios a dicha hegemonía, a pesar del marcado contexto triunfalista emanado desde el positivismo, la moral burguesa, las carreras abiertas al talento, etc. Pero sobre este apogeo se cierne el manto negro de la duda ante la debilidad cualitativa y la poca cantidad de instituciones liberales existentes en la época.

Tras la Primera guerra mundial, la mentalidad burguesa se expande gracias al ascenso de las masas, pero dicha expansión solo fue cuantitativa por lo cual convergió en una crisis cualitativa, desde la cual se cuestionaban muchos de sus fundamentos (Romero, 1996)1.Mientras aparecen las “masas”, que según Ortega y Gasset (1949), no ven como sus legítimos representantes a la élite tradicional, y de allí el aire insurreccional que emanaba de ellas.

Las masas notan que los ideales de unidad nacional y patriotismo de 1914 hicieron crisis, mientras, las élites les retiraron su consenso a esas instituciones liberales-burguesas que eran parte de la estructura en la cual se basaba su hegemonía.

Desde éste contexto se produce la crisis política de la mentalidad burguesa que combinaba liberalismo, republicanismo, nacionalismo y democracia representativa, ante el embate de dos ideologías que polarizan la realidad política; el fascismo y el comunismo.

Es en el siglo XX que estas dos ideologías se disputaran la caída de la mentalidad burguesa-liberal. Dichos movimientos tienen su prehistoria en el siglo XIX, pero es en el siglo XX cuando logran condiciones objetivas para avanzar y cristalizarse en regímenes que intentarían trascender lo “insustancial” del mundo burgués2.

El presente trabajo abordará los problemas basándose principalmente en el siguiente supuesto. Que el hombre se realiza en... o es producto de un medio histórico determinado. De lo cual se deriva una relación de diálogo entre el pensador y su contexto histórico. Por ende, se intentará revisar los pensamientos de Spengler y Hitler desde sus coordenadas espacio-temporales y los conceptos construidos por ellos para comprender su realidad social.

En el sentido espacial, hay que mencionar la peculiaridad de la historia alemana en el siglo XIX, en cuanto a la formación de su identidad nacional, al desarrollo de sus instituciones políticas modernas y el desarrollo del capitalismo, produciéndose desarrollos simultáneos (industrialización acelerada, creación del Estado-Nación, el surgimiento de la participación política y de nuevos sectores sociales, competencia imperialista, guerra mundial, procesos pre-revolucionarios), con las consecuentes crisis de nivel de legitimidad, de distribución y de integración.

Para Spengler esta era es la de la decadencia de Occidente. Desde éste autor se intentará observar la crítica a todo lo emparentado con lo liberal, el parlamentarismo inglés, el marxismo y la República de Weimar con sus instituciones a través del método de comparación fisiognómica de las culturas spengleriano, mientras describe un espíritu alemán proclive al respeto de las jerarquías, la contraposición entre el socialismo alemán y lo decadente de la civilización, de la oposición entre lo espiritual y lo intuitivo ante la razón y la mentalidad burguesa. Y finalmente, cómo habla de una salida cesarista con un líder fuerte, mientras critica al nazismo y a Hitler.

Para alcanzar una mejor escala de análisis, lo anterior será contrapuesto con la obra de Hitler, Mein Kampf (Mi lucha),observando diferencias y coincidencias. Sobre este último, es interesante analizar su red conceptual de pensamiento político a través de varios cristales que cruzan su visión del mundo, como por ejemplo su crítica a las instituciones parlamentarias y a la democracia, su racismo biologicista, la lucha de razas, la función de la política como custodia de la raza, los enemigos raciales y la dimensión política del valor racial.

Valdría aclarar que la política no es el factor primario de estas obras de Spengler y Hitler, sino que ella es el campo de impacto (praxis) en donde se reflejan esas críticas. Partiendo desde éste eje, la pregunta central del trabajo sería ¿si existieron diferencias en la crítica a la democracia liberal entre los autores? ¿Si éstas diferencias tienen como origen la distinción conceptual-analítica entre cultura y raza? ¿Y si estos eran los conceptos desde los cuales despliegan sus correspondientes análisis?

La mentalidad burguesa se fue formando en el desarrollo de varios siglos, recién en el siglo XVIII se constituye como un sistema especificado por la Ilustración, teniendo su consagración intelectual en la Enciclopedia y su aspiración política concretada en la revolución norteamericana de 1776 y en la francesa de 1789.

Pero ante estas reformas revolucionarias se erigió una reacción antiburguesa nostálgica que veía en la restauración de la monarquía absoluta el regreso a las tradiciones que eran pilares de una estructura social anteriormente armónica; el conservadurismo era el “en sí y para sí” político de una clase-estamento en vías de extinción. Pero en la imposibilidad del restauracionismo monárquico y en la crisis cultural que atraviesa a las clases altas europeas se hace presente una reafirmación conservadora de nuevo cuño, con una cualidad de acción que se hace presente en la hostilidad hacia la democracia moderna, el industrialismo, el liberalismo, el cosmopolitismo, el socialismo y el materialismo.

Con los sucesos de principios de siglo XX esto ya no es más marginal y sale a la superficie como una política de masas, la política de la “nueva derecha”.

La guerra de 1914 marcó a fuego a su época posterior, ya que, más allá de las consecuencias políticas o económicas de la primera guerra mundial, las más profundas se manifiestan en la exteriorización de la crisis de la sociedad burguesa en el campo de las mentalidades.

La crisis no proviene solo de los nostálgicos, sino de ideologías nuevas, cruzadas ellas por un nuevo contexto mundial, originadas desde las fisuras que se desarrollaron en la mentalidad burguesa. La primera guerra mundial será el evento decisivo para la articulación entre la tradición reaccionaria moderna y la radicalización de grandes sectores sociales, siendo una especie de encrucijada para el mundo cultural europeo. En ella se libera una irreverente reacción irracional, vitalista, anti positivista y anti socialista.

Es que los acontecimientos y las “ideas de 1914” se deben entender como una “revolución cultural” para Europa en general y para Alemania en particular. Ella significó para todas las capas sociales germanas un punto de inflexión en cuanto a su conciencia nacional. Allí, la comunidad nacional surgió con todo su esplendor como una realidad inequívoca. Esos días de agosto de 1914 fueron retomados como milagrosos, ya que en ellos se certificó que la clase obrera alemana defendería lo nacional. Esto lo expresa el Emperador Guillermo II cuando dice “no conozco partidos en mi pueblo, solo hay alemanes” (Abellán, 1997: 119).

El pueblo se regeneraba en una comunidad unida por la voluntad de defender a la patria. Y en el germen de estas ideas también se hallaba la dicotomía Zivilisation y Kultur, atizada en las campañas de verborragia beligerante. Sin embargo, la capitulación posterior alemana abrió el interrogante de si finalmente la derrota y la instauración de la República de Weimar3, fue consecuencia de la inferioridad de lo alemán o una traición antialemana.

Como un reflejo del contexto anterior, es interesante observar los escritos que se despliegan en torno a la contradicción entre “Kultur y Zivilisation”4. Tanto el primer como el segundo término, siempre entendidos desde sus respectivos lugares de origen y tiempo histórico, expresan la

3 Instaurada tras 1918, podemos encontrar 3 momentos de ella en su devenir histórico. El primero se inicia en Noviembre de 1918, hasta 1923, con la derrota de la guerra y la imposición del Tratado de Versalles, los movimientos revolucionarios, la guerra civil, la ocupación extranjera del Ruhr y la inflación. El segundo período (1924-1929) fue de estabilización, pueshubo pausa en la hiperinflación y la lucha de clases. El tercer período (1929-1933) se abre con la crisis económica mundial que torna inmanejable tanto lo económico como lo político. Haciéndose patente que Weimar era una República sin Republicanos (Herf, 1990: 54). Para la derecha ella era consecuencia de la humillación nacional y la traición de 1918 y sus formas políticas y económicas eran de índole extranjeras. Mientras que la izquierda, dividida entre el Partido Social Demócrata alemán (PSD) y los comunistas, intentaban mantener este nuevo tipo de Estado democrático progresista (los primeros) volviéndose una institución conservadora para los “espartaquistas” revolucionarios.

4 Cuando escribimos los términos en alemán, nos estamos refiriendo a los conceptos utilizados desde la intelectualidad alemana, mientras que cuando se escribe “civilización”, la referencia hace alusión al concepto utilizado comúnmente desde Europa occidental.

significancia que dan esas sociedades a esos términos sobre lo que expresan ser. Pero a pesar de las diferencias socialmente subyacentes a estos dos términos, cada una resulta transparente y “normal” en la usanza interna de la sociedad a la cual corresponden.

Zivilisation se presenta como un concepto de un proceso en movimiento progresivo, hacia delante, positivismo liberal que tiende a llevar a otros pueblos su visión5.

Mientras el concepto alemán de Kultur se refiere a los productos sociales dotados de la peculiaridad del pueblo alemán, lo inherente o esencial a este y diferente de los “otros”. La Kultur era conformada por conceptos ideales, supra históricos, de una inteligibilidad metafísica sin justificación racional. Así las fuerzas de la vida y la sangre expresan su potencia en la acción, la lucha, la voluntad y el sacrificio.

La “Gran guerra” destruyó todo el orden anterior, mientras abrió un proceso de grandes convulsiones políticas y sociales; y más… dentro de Alemania, pues se percibe el desarrollo de una tendencia antidemocrática, irracional que retoma la experiencia de la guerra, la Kriegserlebnis. Donde se refleja el pesimismo y la incertidumbre sobre la sociedad de entreguerras en la que viven los intelectuales.

Jeffrey Herf (1996) sostiene que el modernismo reaccionario alemán, fue una importante corriente desplegada desde los conservadores alemanes y subsecuentemente desde la ideología Nazi. Mientras por un lado encontrábamos el antimodernismo, el romanticismo y el irracionalismo del nacionalismo germano; también se observa la expresión de la finalidad propia del racionalismo: la tecnología moderna. La técnica racional se vuelve herramienta del Ser prusiano y su accionar político gracias a una amalgama de metáforas compartidas por estos intelectuales.

Ellos, a sí mismos, se veían como los verdaderos revolucionarios; no los liberales, socialdemócratas o marxistas… ellos eran la renovación del alma en la modernidad. Las principales figuras de esta revolución conservadora y del Nacionalsocialismo nacieron entre los años de 1885 y 1895, se formaron en la experiencia de 1914 y 1918, donde comenzaron a despreciar la sociedad burguesa materialista, fueron acostumbrados en la violencia y a bregar por el emerger de una comunidad nacional como la que se desplegó en las trincheras. Pues la guerra era…

“una victoria de la forma y la belleza. La forma hermosa del soldado que surge purificado e intacto del infierno de las trincheras [que] transformó la destrucción masiva en una experiencia redentora. (…) Al convertir la guerra en el tema de consideraciones estéticas se oscurecían los intereses y los propósitos políticos y sociales que habían producido la guerra” (Herf, 1990:80-.81).

A su vez rescataban la lebensphilosophie, o filosofía de la vida pues sentían estar en contacto con la vida o experimentar la fuerza metafísica de ella en contraposición a la descripción racional de los fenómenos que intenta el racionalismo decadente6.

Un ejemplo de estos intelectuales modernistas reaccionarios fue Troeltsch, quien declara la destrucción de las ilusiones democráticas que sostendrían que el Estado es una Institución de individuos que en la persecución de sus intereses lograrán su seguridad y su felicidad. Mientras proclama que la tradición alemana marca que el Estado es un objetivo ético en sí mismo y las raíces del Estado Alemán deben ser encontradas en el poder prusiano, en el idealismo y en la cultura germana, una síntesis que es de suma importancia porque en ella se basa la ética institucional. Así la libertad para Troeltsch no es la igualdad, sino el servicio de lo individual al Estado; visión superadora del concepto de libertad según la civilización(Iggers,1968: 187).

Con una República de Weimar que sufría una crisis de legitimidad política y económica inflacionaria, la sociedad alemana vivía en permanente convulsión. En las circunstancias recién descriptas, y solo para finales de 1932 la élite alemana acepta finalmente, con reticencias, la alternativa del partido nacionalsocialista, como una posibilidad de controlar la característica fundamental del período, la política de masas.

Ante una clase trabajadora desmoralizada, cansada y dividida, y una burguesía que no podía tener garantías de su dominio, el movimiento nazi se mostró como la posibilidad de destrabar este tácito empate (Wolf, 1974)… o para la regeneración revolucionaria de lo alemán. Ya que la experiencia regeneradora de la guerra se encontró con el obstáculo de los sucesos de 1918-1923. Justamente, esto es la Dolchstosslegende, leyenda que apunta a la revolución de 1918 (liderada por los comunistas y sectores socialdemócratas) como culpable de la derrota nacional; una traición a lo alemán.

Así un exceso de democracia trajo la derrota militar. La generación en la cual escribe Spengler es la que florece con la “Gran guerra” y la defensa “Kultural” de Alemania, pero también, la guerra, cristalizó mediante la tradición política germana del siglo XIX la comprensión de un desarrollo histórico particular de lo alemán diferente de lo europeo occidental “Zivilisado”. Pero aquí hay que acotar una cuestión central, Spengler, Moeller van den Bruck y Jünger entre otros autores germanos, no centraban la posibilidad de la regeneración en el antisemitismo, ya que veían que lo central era la superioridad alemana que estaba albergada en las tradiciones y cultura alemana y no en la biología.

El contexto alemán del período de entreguerras se signó bajo la crisis del capitalismo en una concreta lucha de clases, en donde ni el capital ni el trabajo lograban dominar al otro sector, una tercera posición se hará presente, una fuerza Cesarista que logrará establecer un poder estatal basado en un liderazgo carismático de modernismo reaccionario.

2.1 Spengler y la Kultur.

Oswald Spengler (1888-1936)

Spengler no tenía inserción en el ámbito universitario pero si en los clubes y en las revistas políticas de la derecha, influenciando peculiarmente su metodología de trabajo analítico. Así, Adorno (1984: 27) nos dice “... habría que investigar cuales son las fuentes de esa fuerza de que goza una filosofía cuyas deficiencias teoréticas y empíricas son tan obvias”, rescatando a Spengler de su marginalidad por sus percepciones acertadas sobre la época de la cual escribió, mientras critica su método analítico tan poco científico.

Ahora bien Spengler tiene una visión en cuanto al devenir de los acontecimientos… lo que le ocurre al hombre es ineludible, no hay libertad, de allí se observa la inevitabilidad del proceso histórico (idem: 37). La fuerza motora de la historia era para Spengler la “animidad” o “alma colectiva”, una enigmática fuerza interna e inexplicable que despliega su influencia en la historia a través de la cultura, la cual domina violentamente a sus propios portadores.

El motor de la historia es un principio metafísico que se desarrolla a través de su existencia vivencial; reduciéndoseestáa lo culturalmente peculiar de cada interioridad anímica particular relativa a cada pueblo. Lo externamente expresado se convierte en la imagen de lo interno, la historia se ve determinada por lo anímico y no por lo humano;expresándose en los ciclos históricos de las culturas. La historia real, es la historia del alma, y así se plasma la inevitabilidad del destino anímico, el ocaso y la decadencia, el ciclo del ánima y de la cultura.

La crítica spengleriana a la democracia liberal está relacionada intrínsecamente con las bases analíticas que él monta a través de la morfología histórica de ciclos de las culturas. De lo cual se observa que esta crítica va más allá de lo político.

Spengler divulgaDer untergang des Abendlandes7, con vistas a anunciar la crisis que se iba a desatar entre el campo de la Zivilisation materialista y la Kultur alemana. Escrito que intenta estar a la altura de los acontecimientos que se avecinaban y que ocurren durante la escritura de su secuela.

Para él, el pensador es un hombre que representa e interpreta simbólicamente su tiempo, gracias a su intuición. Pero este no es libre de elegir esta vía de tratar la realidad, sino que este método es un descubrimiento de su propia naturaleza, y en esto se expresa lo central de la intuición. Entonces el criterio de verdad se establece en la vida misma de este pensador que es animado por el sino o la inevitabilidad de una animidad que proyecta su voluntad hacia este destino metodológico que permite la posibilidad de percibir el motor anímico de la historia, pues ella es incognoscible.

Para este autor del “modernismo reaccionario”, percibir el mundo es estar a la altura de este, por lo cual la imputación hacia él de pesimismo no es más que una mala comprensión de su “realismo intuitivo”. El alma misma de su época debe hablar desde sus obras e intuiciones. El historiador nace con aquella intuición, es un método del sentimiento, no del análisis de un objeto. El intuir es una experiencia íntima que es verificable por sí misma en cuanto relatividad, así lo que se vive, que es lo que acontece, es historia y se la debe entender desde lo poético y no desde lo científico8.

“… un fenómeno no solo es un hecho para el entendimiento, sino una expresión del alma (…) un símbolo”. Y continúa… “El tema estricto es, pues, el análisis de la decadencia de la cultura occidental. Pero mi propósito es exponer toda una filosofía con su método característico -que habrá de hacer aquí sus pruebas- consistente en una morfología comparativa de la historia universal” (Spengler, 1923-1926: 83).

La decadencia de Occidente, es el intento de desarrollar la subyacente posibilidad de predecir la historia de la cultura Occidental. Pero Spengler especifica que cada cultura tiene su civilización propia con una orgánica sucesión estricta y necesaria cíclica, es el sino9de toda cultura. La civilización de una

7La decadencia de Occidente. Su primer tomo fue escrito durante la “Gran guerra”, en una suerte de contribución personal a las “ideas de 1914”, y el segundo se publicó en 1922, el mismo tenía como objetivo atacar a la República de Weimar.

8 Para Spengler, si retomamos la contraposición de los sofistas entre Physis y Nomos, entender a la naturaleza de forma poéticamente o histórica es lo propiamente natural (idea de Physis) frente a aquel mecanicismo materialista que es una concepción artificial (idea de Nomos o ley convencional).

9 La idea del sino es como el tiempo juez de Anaxágoras, una inevitabilidad necesaria y justa; pero además para Spengler, es la lógica orgánica de la vida… este devenir… este ciclo vital de las culturas.

cultura es cuando se da una transvaloración de los pilares de ella, la fuerza creadora de la vida se vuelve muerte, de la infancia llena de posibilidades se pasa a la decrepitud.

Según él, es algo manifiesto que las formas de la historia se repiten, ya que se observan regularidades en las edades, en las épocas, en las situaciones y en las personas. En esto se basará la técnica de comparación intuitiva y de reconocimiento del lenguaje de las formas históricas, intentando desentrañar lo que por medio de sus formas significan.

Spengler retoma el método de Goethe de la morfología natural, para la historia, entonces: “… así como Goethe perseguía la evolución de la forma vegetal partiendo de la hoja, buscaba el origen y nacimiento del tipo vertebrado, inquiría la génesis de las capas geológicas -el sino de su naturaleza, no su casualidad-, así también hemos de desenvolver nosotros aquí el lenguaje de las formas que nos habla la historia humana, su estructura periódica, el hálito de la historia. Partiendo de la muchedumbre de particularidades perceptibles” (Idem: 45). Observemos las siguientes cita de nuestro autor germano para ejemplificar lo mencionado ad supra…

“el verdadero hombre de Estado es la historia en persona, es su dirección como voluntad individual, es su lógica orgánica como carácter, (...) Solo la gran personalidad, solo el elemento racial en ella, solo la fuerza cósmica vinculada en la persona pueden realizar creaciones en lo viviente, no por enseñanza, sino por crianza, transformando el tipo de clases y pueblos enteros” (Ibidem, Volumen IV: 264). “El jardinero puede extraer una planta de semilla o ennoblecer su tallo. Puede desenvolver o destruir en ella disposiciones ocultas, el tronco y el aspecto, las flores y los frutos. De la percepción que el hortelano tenga de lo posible y, por lo tanto, necesario, depende la perfección, la fuerza, el sino todo de la planta. (...) Y otro tanto sucede a esas plantas enormes llamadas <<culturas>> y a los torrentes de generaciones humanas inclusos en su mundo de formas políticas. El gran hombre de Estado es el hortelano de un pueblo”. (Idem:267). Esto, Spengler lo lleva a la historia de las culturas, con lo cual prestará atención al simbolismo que conlleva a rasgos distintivos culturales. Tanto el relativismo en cuanto a la percepción de los hechos y la comparación fisiognómica demuestran que “es imposible que un hombre se convierta a una moral extraña a su esencia” (Ibidem, Vol. II: 194). De esto se decanta la imposibilidad de transformar a aquel Ser porque efectivamente es y esto es irremediable.

Este tipo de filosofía histórica se contrapone a la historia típicamente eurocentrista. Justamente rechaza el concepto de humanidad, por ser una abstracción de una unidad falaz, ya que lo que realmente existen son múltiples culturas que despiertan con “cósmico vigor”. Cada cultura tiene una posibilidad inherente a sí misma, una potencialidad de expresión que siguen un ciclo de vida orgánico de florecimiento, maduración y muerte. Es que la historia es alma hecha forma, y aquí se encuentra el Kosmos10y el Arché11 de su metafísica histórica.

La simbología acuñada por las culturas son expresiones de esa animidad subyacente que imprime su voluntad sobre toda la historia universal gracias a la lógica del sino o del tiempo. Lógica inapelable que fija un destino a los fenómenos históricos. La historia universal spengleriana se reduciría a los ciclos relativos de advenimientos y perecimientos de las formas orgánicas que serían las culturas guiadas por su voluntad anímica, en donde ver a Napoleón es reobservar a Alejandro Magno, o ver al Socialismo es rever al Budismo.

Spengler ve formaciones homólogas entre culturas que reviven en un mismo período de su fase orgánica. A dos hechos históricos que reporten la cualidad anteriormente mencionada Spengler los llama correspondientes. Entonces, hay un misterio único de la historia, ese enigma metafísico que actúa como principio ordenador, ya que los fenómenos son expresiones del alma que se expresan en la simbología de la vida. Allí se observa el carácter total de sus categorías reunido en lo anímico12.

Spengler nos dice que el alma es la idea de una existencia y que es en ella donde reside la certidumbre del sino. Este es impensable, en el sentido de comprensión del objeto, solo es comunicable a través del arte y de la religión, mientras alude a esa idea de principio ordenador del

10 Como totalidad o universo.

11 Como principio ordenador.

12 Lo individual remite a lo grande, a la cultura, es el despliegue de una relación sin saltos, porque no hay espacio para no identificarse con el todo.

Kosmos que se fija como destino irrefutable de la vida misma. Siendo además, relativo a cada cultura, lo cual se refleja en el comportamiento peculiar social con las diferentes maneras de comprender, vivir y hacer el mundo.

“Los hechos ‘son como son’, aun cuando nosotros no los conozcamos” (Ibidem, Vol. I: 234). En esta frase Spengler parece establecer que el plano ontológico es independiente del plano gnoseológico, que hay una independencia del primero con respecto a la posibilidad de conocer a lo que es, ya que lo que es “es”, más allá de que nosotros no conozcamos su existencia. Pero entiéndase conocer como saber o la aprehensión de un objeto analizado, lo cual es distinto al sentir la existencia de algunos de los hechos sucedidos, ya que el sentirlos es relativo. El sentir “subjetivo” es indicativo de la Kultur, el conocimiento “objetivo” es un patrón de la Zivilisation. También observamos en su pensamiento la intención no expresada de descubrir una especie de cultura ideal, la cual serviría de fundamento para las culturas particulares y sus comparaciones.

Para nuestro autor…

“el pensamiento histórico se encuentra, pues, ante un doble problema. Primero: estudiar comparativamente los ciclos vitales, (...) y segundo: comprobar el sentido que puedan tener las accidentales e irregulares relaciones entre las culturas” (Ibidem, Vol. II: 58).

Para Spengler la historia de una cultura es la realización progresiva de sus potencialidades, y esta se materializa gracias a su voluntad anímica que se expresa en los individuos integrantes de ella y en sus expresiones vivenciales.

Cuando la fuerza creadora, esa voluntad anímica que prefija esa potencialidad inmanente de la cultura, se extingue, hay decaimiento de todas las formas que trasmite esa cultura. Así, una cultura muere cuando esa alma ha realizado la suma de sus posibilidades en las diferentes formas de auto expresión como su lengua, arte, Estado, ciencia; mientras sufre una regresión a su espiritualidad primitiva. Lo material actúa inmanentemente subsumido por lo inmaterial.

Pero esta concepción anímica del suceder histórico se relaciona con un concepto de raza de índole no absoluto, ya que se refiere a una raza relativa según el paisaje, con lo cual la raza puede sufrir cambios por migración de lugar13. Así frente al concepto romántico de que es el “pueblo” el que produce tal fenómeno, Spengler sostiene que el destino de los hombres está fijado por la sucesión corpórea de padres a hijos y su conexión de la sangre de lo cual forman grupos que se aquerencian de cierto lugar, y esto sería la raza.

El hombre es elemento de una raza, ya que procede de una unidad de sangre. Para Spengler la casa, las armas, los vestidos y utensilios son muestras de la actitud racial del hombre y de su cultura, ya que muestran como combaten, como habitan y como trabajan. Son símbolos que da la estirpe, son expresión de la sangre que se siente y se vive y no se clasifican en sistemas causales, como los biologicistas o darwinistas, ya que la expresión racial no se da por facciones externas inertes, sino por ejemplo, por la mirada o expresiones de lo anímico, la Kultur.

Además, Spengler sostiene que hay una diferencia entre raza y pueblo, y en esto observamos claramente una visión cultural de la raza

…“ningún pueblo ha podido mantenerse unido por la mera unidad de procedencia corporal (...) Ningún pueblo se ha entusiasmado nunca por ese ideal de la <<sangre pura>>. Tener raza no significa tener una misma determinada materia. La raza es algo cósmico, una dirección, la sensación de unos sinos concordantes, la marcha por la historia con igual curso y los mismos pasos” (Ibidem, Vol. III: 234).

La raza es una fuerza metafísica rectora y educadora, es un orden interior, un Kosmos inherente, pero que no tiene relación con un pueblo primario, sino que se relaciona con la relatividad cultural. Ella se halla emparentada con la aristocracia guerrera, con la nobleza auténtica (a diferencia de los sectores sacerdotales y científicos)… expresión de una raza fuerte, la clase propiamente política.

Para nuestro autor, un pueblo es un nexo entre hombres que se sienten pertenecientes a un grupo formando un todo, una unidad de alma que cuando pierde aquel sentimiento de unidad deja de existir como tal. Entonces, el estallido de una revolución siempre es por falta de tacto político de aquella minoría gobernante en mantener aquella sensación de pertenencia y unidad.

Esto está relacionado con la decadencia y la expansión.

Cada cultura tiene su propia manera de extinguirse, así Spengler señala al Budismo, el Estoicismo y el Socialismo como manifestaciones finales de la correspondiente y particular cultura, y la consecutiva entrada a la fase civilizadora. Pero además, observa que el más íntimo carácter de toda civilización es la transvaloración de los valores, ya que invierte todas las formas culturales creadas anteriormente; justamente no funda nada, sino que interpreta las cosas de forma contraria. Esta transvaloración tiene como base las ciudades mundiales, el dinero y la democracia de los “felahs”14.

La ciudad mundial es presentada por Spengler como reemplazante del valor primario de la tierra, allí se da la separación del dinero con respecto a los bienes, allí se acuna el pensamiento monetario. Ella es un lugar de residencia creada sobre la base de la utilidad económica, en contraposición a los requerimientos de la sangre y el sentimiento.

En la pérdida de los valores del hogar y la familia, se pierde la última relación con la forma de vida del campo, de lo cual la masa de inquilinos se configuran como transeúntes permanentes por ese océano de casas, de lo cual se aprecia que el nuevo habitante de la ciudad es un nuevo nómada. Nómada que se siente extraño, alienado con respecto a incomprensibles procesos que suceden a su alrededor: El cosmopolitismo, la valoración del dinero como factor abstracto inorgánico, el hombre nómada, parásito, sin tradición, que se presenta en masas (no como pueblo) buscando libertad15, sin religión, mientras además de ser inteligente e improductivo, lleva a lo inorgánico y por ende al final.

De la contradicción entre ciudad y campo nace la burguesía tanto contra el Estado Feudal como contra la Iglesia Feudal, es el Tercer Estado que no tiene identidad propia ni determinación interna, trabajadores, funcionarios y artesanos forman un partido sin unidad propia, pero que igualmente lucha por la “libertad”, por el “derecho al derecho”, entonces así se alza y vence la nobleza económica a la nobleza de sangre. Los felahsson las víctimas del aparato civilizatorio de la cultura de la propaganda centralizada y pública, en cuanto sufren la expropiación de la conciencia de los hombres. Y esas masas-hombres ya no poseen historia por no poseer alma, ya que la realización del alma es el acontecer irrefutable de la cultura.

Expresión de ello es la sustitución, hecha por la democracia, del libro por el periódico que penetra en todas las casas con millones de ejemplares, mientras baja una única línea que amordaza a todos los espíritus. De estas urbes y de estas masas, más la penetración de las verdades abstractas, se observa el nacimiento de la opinión pública. Así, la tercera clase será el partido del dinero. Y luego los partidos, solo poseerán un programa.

Spengler observa a la plebe como masa de población desarraigada, sin respeto por el orden, mientras también señala que los partidos se convertirán en séquitos; así la civilización aniquila por completo los resabios del concepto de pueblo con la introducción de la cuarta clase, la masa que rechaza todo lo que fue cultura. Ella es la nada radical, nihilismo desencadenado e informe, es el resultado de la urbe cosmopolita, es la que da paso a lo ahistórico de aquello que alguna vez fue forjador de historia. Mientras en la ciudad el dinero avanza como racionalización del mundo, marcando tiempos, circulación de los individuos y de las mercancías, estableciendo una dictadura impersonalcontrapuesta a la aristocracia que es personalizada y expresión del alma y la sangre.

Spengler nos habla de diferentes niveles de Estados según el transcurso de la cultura fáustica: un Estado de clase hace referencia a un Estado “mantenido en forma”, que sigue su propio sino gracias a su unidad con aquella clase que mejor expresa esa animidad cultural única. Pero también la democracia es un Estado de clase que muestra signos civilizados. Así el principio de la democracia se desarrolla hasta que se metamorfosea en su contrario a través del dominio del partido.

El imperialismo es una de las formas de expresión de la decadencia de las culturas, ya que es la refacción de las fuerzas internas hacia el afuera, mientras que la cultura desarrolla esas fuerzas hacia sí

14 Hay tres tipos de pueblos, los pueblos primitivos o preculturales, los pueblos felahs o que subsiguen a la época cultural, y los pueblos que son formas simbólicas de su cultura, a los que Spengler llama naciones. Tanto los pueblos primitivos como los pueblos felahs viven en un acontecer si un plan, por lo cual no son expresión de nada, así solo las naciones son pueblos históricos, y lo son y están representados ante la historia por una minoría desde la cual se transmite la voluntad anímica de la cultura.

15 La libertad es mera negatividad, ya que se despliega como reacción contra los valores de la tradición, de la dinastía, del califato y de la oligarquía.

misma. Pero también, es expresión de ello, la relación entre la democracia y el dinero. Spengler sostiene que se da la unión necesaria entre la Democracia y el dinero desde el plano de la abstracción siendo un Estado abstracto fundado en un contrato social que lo subsumiría a lo intelectual, a lo legal y a las normas morales como los derechos humanos16.Pero también desde el plano práctico, ya que la libertad de prensa requiere dinero para publicar y el sufragio universal depende del dinero de la propaganda electoral.

Así Spengler nos dice que el dinero piensa, dirige y se adueña de todo desde la dominación de la ciudad. Y en la democracia la política es de los arribistas por identificarse con el negocio...

“La constitución alemana de 1919, esto es, una constitución hecha ya en los umbrales de la decadencia democrática, contiene con toda ingenuidad una dictadura de los partidos, que han asumido todos los derechos, sin ser en serio responsables ante nadie” (Ibidem, Vol. IV: 285, nota al pie de página N°1). El dinero triunfó bajo y gracias a la democracia. Pero esta omnipotencia será erradicada por los hombres de cuño cesáreo, ya que resurgen los poderes de la sangre, los impulsos primarios de la vida y la raza, el sino heroico resurge mientras lo intelectual se sumergen en el olvido.

La destrucción nihilista de las masas desarraigadas, disgrega las formas primordiales, lo cual abre camino para los poderes cesáreos, como también lo hace la creciente importancia de lo militar. Así con Napoleón se abre la época de los Estados en lucha, se observa la idea de dominación universal que es militar y popular, lo cual se halla determinado por la voluntad fáustica (una voluntad con determinado destino propio de la cultura). Spengler nos describe un período intermedio más entre la cultura y la civilización, este es el “Napoleonismo”17. También, en la continuidad de la descomposición de la Civilización, aparece una “segunda religiosidad”18como prólogo para lo que va a ser el Cesarismo.

“El cesarismo crece sobre el suelo de la democracia; pero sus raíces penetran en los subsuelos de la sangre y de la tradición” (Idem: 296)y esto no es un fracaso de la democracia, sino su necesaria consecuencia. La voluntad de los Césares es puramente política, ya que es el encargado de llevar a cabo la lucha final contra lo económico para que la política reconquiste su imperio. Entonces, el Cesarismo19es una forma de gobierno informe que se enmascara en la forma del derecho público retomando lo superficial de las viejas formas ya muertas. Lo único que tiene peso por sí mismo es el poder personal del César.

Si bien se insinúa un cierto pesimismo en Spengler que se asocia a la nostalgia de aquellas grandes culturas del pasado, y además se observa en el determinismo de los ciclos culturales un escape imposible de la cultura occidental a su declinación. Debe observarse que en esta decadencia, está la posibilidad del ascenso de Alemania, ya que en ella recae la tarea de construir el imperio, que como el Imperio Romano, constituirá la cumbre de su historia.

Sobre la posibilidad de regeneración Spengler nos dice…

“Las tradiciones de una vieja monarquía, de una vieja nobleza, si son aún bastante sanas para alejar de sí la política como negocio o como abstracción, si poseen honra, renuncia, disciplina, auténtico sentido de una gran misión, cualidades de raza, crianza, sentido de los deberes y sacrificios, pueden llegar a ser el centro que contenga el curso vital de un pueblo y le ayude a transponer estos tiempos y abordar a las costas del futuro. (...) La última raza <<en forma>>, la última tradición viva, el último jefe que tenga ambas cosas tras de sí, pasará vencedor y llegará a la meta” (Idem: 250). Así, la decadencia imprime el signo de su regeneración en una misión imperial a Alemania.

16Democracia como idea ya que la democracia liberal sería la declinación de la forma política.

17 Este es por primera vez el establecimiento de un gobierno sin forma sobre la contextura del Estado-ciudad, pero sin poder desligarse de ella, este poder se apoya en el ejército como fuerza política independiente. Y en esta fuerza se desarrolla las ambiciones de generales que logran ciertas soberanías personales que se reflejan en la conquista de territorios sin unidad nacional ni jurídica sino simplemente de índole militar y administrativa.

18 La segunda religiosidad es una fe ingenua, espontánea y mítica de las masas, Fe que se desarrollará en un culto, y desde allí Spengler señala al culto al Emperador que se dio en China y en Roma.

19 Ejemplo de Césares según Spengler y su metodología de comparación fisiognómica de las culturas son: Augusto en Roma, Hoangti en China y Alp Arslan en Bagdad.

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Prusianismo y socialismo fue escrito en 1919 como consecuencia de las anotaciones de Spengler para el segundo tomo de La decadencia de Occidente.

Esta obra era elenunciado de un socialismo orgánico que expresaba la animidad de lo prusiano en la disciplina solidaria que haría de la nación una maquinaria de guerra lista para luchar por la hegemonía, mientras intenta liberar de Marx al socialismo alemán, para poner al socialismo impregnado del viejo espíritu prusiano del lado de la Kultur. Nuevamente, aparece la dicotomía Kultur y Zivilisation.

Retomando lo ya expresado, para Spengler cada hecho histórico es la expresión del espíritu de un pueblo. Así, a lo ingles le corresponde la expresión del poder del individuo en una lucha contra otro individuo, mientras el Estado no interviene. Así, en este mismo sentido, los gobiernos que tienen estos pueblos son de pertenencia anímica, por ello una república parlamentaria alemana sería una caricatura de las formas de los ingleses y franceses. En contraposición a esto, el instinto alemán se refleja en el poder de la comunidad siendo su Rey el primer servidor de esa comunidad (Federico el Grande).

Para Spengler el término “Prusianismo” va más allá de la región a la cual se refiere, es un instinto, una forma de vida, algo cualitativo que se refleja en lo espiritual y corporal, es un espíritu colectivo de trabajo, no de reposo: que ejerce labor en favor de todos y para la Patria.(Spengler, 1984)

Entonces este conjunto de características inmanente a lo prusiano es una propiedad de ese pueblo y solo posible de ser alcanzada y sentida solo por él. Entonces, las virtudes socialistas son alemanas, ya que el individuo se ofrece al conjunto gracias a la lealtad, ejemplo de la disciplina y el sacrificio más allá del interés individual. Dichas características se expresan en el ejército, en el servicio público y en el movimiento de la clase obrera. Pero a su vez denunciaba con toda su ira la revolución de 1918 y 1919 por ser la acción más insana de la historia alemana.

En Prusianismo y socialismo, nuestro autor detalla la denuncia en contra del liberalismo y el marxismo, lo cual era una proyección de su enfrentamiento en contra de las filosofías basadas en la ilustración. Justamente, para Spengler, Marx no pasó de ser un crítico, ya que Marx rescata el método de Hegel para contemplar lo inglés. Sobre esto Spengler nos dice:

“El racionalismo no es, en el fondo, más que crítica, y el crítico es lo contrario del creador (…) Por eso su obra es artificial e inanimada y mata cuando tropieza con la vida real. Todos estos sistemas y organizaciones han nacido sobre el papel, metódico y absurdo, y solo en el papel viven” (Spengler, 1962: 25).

De allí contrasta el instinto de las dos razas germanas como un contraste entre dos clases (capitalista-inglés y obrero-prusiano), y entonces, lo económico inglés atraviesa toda su estructura analítica expresándose en ello “su instinto judío”. En este análisis “inglesado”, el marxismo despliega su egoísmo de clase, a través de múltiples tácticas que van en contra de la nación y finalmente con su estrategia revolucionaria que no es tal. Así, Spengler afirma que…

“...Marx es literatura (...) El artista observa, el pensador siente, el estadista y el soldado las realizan. Las ideas impulsan por la sangre y no por el razonamiento abstracto. Se manifiesta por el modo de ser de los pueblos, por el tipo de los hombres, el simbolismo de acciones y obras, y poco importa que los hombres las conozcan, las discutan o escriban (…) La vida es lo primero y último, y la vida no presenta sistema ni propaganda, ni razones.” (Spengler, 1984: 102-103)20.

El liberalismo personificado por el “Miguel alemán”, es representado y visto como el resultado de las inagotables críticas que se realizan en horas impropias y como consecuencia del deseo de reposo en contraposición a la acción inmediata. Así se ve el cuadro del “pueblo como un tropel de criticones y los representantes del pueblo en reunión alrededor de un mesón de cantina” (Idem:13).

Sobre esto Spengler observa una relación entre los partidos políticos y el marxismo. Pues, la “revolución de julio de 1917” fue un golpe de Estado del elemento “inglesado” que se aprovechó para tomar el poder estadual. Pero este no fue un levantamiento del pueblo, sino que este tenía dudas sobre los hechos. Fue una revolución de los partidos, pero además, el levantamiento marxista de 1918 fue, para Spengler, la continuidad necesaria de aquel golpe de 1917, así el eje de acción del Parlamento pasó a las calles. La “hez literaria” dirigía la chusma, los alemanes que combatían en el frente desde 1914 eran traicionados en la retaguardia.

Observamos la filosofía de la vida, que muchos escritores germanos contemporáneos retoman.

Para Spengler una verdadera revolución no es de una sola clase contra las demás sino es la que abarque a todo un pueblo en un solo grito y en un solo objetivo. Y un ejemplo de ella fue la que se desato en los “gloriosos días de 1914”. Aquí, es interesante marcar otras diferencias que tiene Spengler contra el socialismo inglesado de Marx y sus seguidores, marcando una discrepancia taxativa entre el Partido socialista de Bebel y el que toma acción en 1918, ya que aquél marchaba en batallones con disciplina y valor teniendo la premisa de sacrificar la vida por algo superior, respondiendo a lo prusiano todavía, mientras que el otro (espartaquista) despliega su egoísmo de clase “inglesado”.

En base a estos puntos de traición al pueblo y a lo prusiano, la República parlamentarista de Weimar queda sentenciada en cuanto a su definición spengleriana. Y esta crítica es muy atinente en el sentido de retomar el lugar “al que pertenece” la estructura que se quiere instaurara en Alemania… “la Asamblea Constituyente, [es] un Reichstag empeorado, (…) Un pueblo no puede elegir entre las diversas formas estaduales. Se puede elegir nada más que el revestimiento, pero no el espíritu” (Idem: 26). Es que lo central de la crítica a la institución democrático liberal reside en que las formas políticas en sí, no tienen sentido, ya que lo que las llena de contenido es la cultura de cada pueblo, el espíritu hace la forma, la situación contraria sería una aberración para la historia de esa cultura.

Entonces la forma de gobierno parlamentario es un producto inglés específico, del alma inglesa y del determinismo geográfico de su isla y su historia, pero a su vez se dio el proceso de que Inglaterra logró expandir sus ideas e instituciones gracias al poder fáustico residente en su alma, lo cual debilitó los desarrollos autóctonos de cada región. Entonces, la instauración en tierras alemanas de sistemas institucionales y gubernamentales extraños a lo prusiano, no es más que una falacia que corrompe a la forma de ser del pueblo alemán.

En Preussentumund sozialismus21, Spengler critica a la economía política y la introducción de sus gradaciones económicas a todo lo social por sus defectos de origen inglés. Así el comercio es lo básico de esta forma de vida, todo se vuelve mercancía o botín, así el trabajo se vuelve mercadería.Mientras que para los ingleses su concepción económica se reduce al libre cambio, para el prusiano el término es regulación estadual del intercambio de productos (1984: 64).

Pero esta crítica al capitalismo, llega hasta allí, no va en contra de las estructuras del sistema, ya que lo que hay que cambiar, es la “inversión” de la jerarquía natural de lo político y lo económico. Así lo económico debía ser puesto al servicio de la verdadera política. Pero al igual que varios correligionarios, mientras ve al capitalismo de empresas como creativas y como baluarte del poder nacional, rechaza al capitalismo internacional representado por el mundo de las finanzas.

Para Spengler los dos partidos típicamente prusianos son el conservador y el socialista, por ser antiliberales y antiparlamentarios. Así los dos partidos prusianos deben aunarse contra el enemigo liberal-capitalista-parlamentario y proyectar una monarquía socialista siendo el Rey el primer servidor de la comunidad. En contraposición a la debilidad social inmanente del liberalismo, sosteniendo que la guerra es la forma eterna de la existencia humana, y los Estados solo existirían por y para ella. En el Estado prusiano-autoritario el trabajo no sería mercadería sino una obligación con respecto a la comunidad. Finalmente, Spengler nos dice en su última frase,

“La parte más valiosa del proletariado alemán, en unión con los más conspicuos portadores del sentimiento prusiano estadual antiguo -ambos decididos para el establecimiento de un Estado socialista rígido, para una democratización en el concepto prusiano, ambos forjados por la unidad del sentimiento del deber, por la convicción de una gran empresa, por la voluntad de obedecer, a fin de poder mandar, morir a fin de poder vencer, por la facultad de poseer llevar a cabo sacrificios sobrehumanos, a fin de poder lograr el objeto para lo que hemos nacido, para lo que somos y para lo que sin nosotros no podrán existir- han de cumplir su misión. Somos socialistas, no queremos haberlo sido en vano” (Idem: 124). Así Spengler resume su bosquejo de alternativa política y lo que entiende por socialismo prusiano. En Años decisivos (1933), Spengler quiere mostrar en qué situación se encuentra Alemania y el Mundo y como esta situación se deriva necesariamente de la historia de siglos pasados.

Desde esta intención observa tres tipos de revoluciones posibles, la blanca, la proletaria o la de color. Todas hijas de la situación general de decadencia y del incremento de las tensiones mundiales, situación en la cual está en juego el futuro de Alemania y con el de ella, el destino del mundo. Es que para él esta es la era de las guerras mundiales.

Sobre la “Gran guerra” en el comienzo de su introducción, nos dice...

“Odié, desde su primer día, la sucia revolución de 1918, como traición infligida por la parte inferior de nuestro pueblo a la parte vigorosa e intacta que se alzó en 1914 porque quería y podía tener un futuro.” (1933: 11). Esta revolución del inicio de la “Gran guerra” tiene su continuación en…

“la subversión nacional de 1933 ha sido algo grandioso y seguirá siéndolo a los ojos del porvenir, por el ímpetu elemental, supra personal con el que se cumplió y por la disciplina anímica con la que fue cumplida. Ha sido algo total y absolutamente prusiano, como el levantamiento de 1914” (Idem: 12). Pero a su vez critica el milenarismo, la demagogia, el racismo biologicista y los orígenes plebeyos del nacionalsocialismo. Representando para él, el último filón de ímpetu de la democracia, siendo un síntoma más de aquella. Observando un estilo cesarista en Mussolini y en el fascismo, y no en el populismo de Hitler.

El tema de la degeneración de la soberanía estatal es de importancia para Spengler ya que esto redunda finalmente en la revolución por la pérdida de la autoridad. Así la República moderna significaría la consecuencia de la ruina de una monarquía

“... el principio plebeyo de la igualdad, esto es la sustitución de la odiada calidad por la cantidad y de la capacidad envidiada por el número. El nacionalismo moderno sustituye el pueblo por la masa. Es revolucionario y urbano de parte a parte. Lo más funesto es el ideal del gobierno del pueblo ‘por sí mismo’. Un pueblo no puede gobernarse a sí mismo como tampoco mandarse a sí mismo un ejército. Tiene que ser gobernado, y así lo quiere también mientras posee instintos sanos(…) [con] el concepto de la representación popular (…) Llegan gente que se nombran a sí mismas ‘representantes’ del pueblo y se recomiendan como tales. Pero no quieren ‘servir al pueblo’ lo que quieren es servirse del pueblo para fines propios (...) combaten a los poderes de la tradición para ocupar su lugar. Combaten el orden del Estado porque impide su peculiar actividad” (Idem: 48). Y ampliando su análisis asícontrapone a esas masas con el estilo prusiano…

“Se ha cumplido el arrasamiento de los cerebros. Se congregan ‘en masa’, quieren ‘en masa’ y piensan ‘en masa’. (...) La masa en lugar de la divinidad es en lo que se ‘abisma’ el yo inerte, estúpido y enfermo de todo género de inhibiciones. Pero el estilo prusiano es una renuncia por libre decisión, el doblegarse de un vigoroso yo [itálica del autor] ante un gran deber y una gran misión…” (Idem: 182). Los derechos iguales son reflejos del trastrocamiento de los verdaderos valores naturales, siendo indicio de la degeneración de la sociedad, así, el parlamentarismo y la democracia es sinónimo de anarquía constitucional y la república es negación de la autoridad. Y es que hasta 1914 la decadencia progresiva se había detenido por el ejército, el cual fue destruido con la traición de 1918.

En esta atmósfera de decadencia, este autor germano observa los otros dos posibles tipos de revolución que competirán por el mundo venidero. Así, la revolución rusa de 1917 es la expresión del avance asiático sobre Europa ya que este país quedó sumergido en las hordas de absolutismo tártaro. La revolución (en general) es hija de la descomposición de la vida total de una cultura.

Pero aquí Spengler hace una salvedad, no ha sido la miseria económica causada por el capitalismo lo que llevó al origen del socialismo, sino la agitación profesional, entonces ella es expresión de esa descomposición, es lo urbano con masas desarraigadas que caen en las trampas de los partidos. Se busca la destrucción de todo lo elevado para llevarlo al nivel de la plebe, entonces…

“la democracia del siglo XIX es ya bolcheviquismo. Solo que no poseía aún el valor de sus últimas consecuencias (…) Desde la toma de la Bastilla y la guillotina promotora de la igualdad general hasta los ideales y las barricadas de 1848, el año del Manifiesto Comunista [itálica del autor], no hay más que un paso… ” (Idem: 97). La otra posible revolución que se enmarca en esta era de las guerras mundiales, es la revolución mundial de los pueblos de color contra los pueblos blancos. Como la anterior, la posibilidad de la revolución de color también se despliega gracias a la decadencia cultural de Occidente, pero también porque en la guerra pereció lo mejor de los pueblos blancos. Occidente se encuentra entre dos revoluciones la de la lucha de clases y la de la lucha de razas, y Spengler previene de la posibilidad de la alianza de estas, así la revolución de 1917 fue una revolución blanca de clases y de color. Ante estas dos posibilidades la alternativa que brinda Spengler como desarrollo intrínseco e inevitable de la descomposición producida por la democracia, es el Cesarismo. Es que Spengler retoma la figura de César como ejemplo de cómo se pone fin a una era revolucionaria, gracias a su dictadura desde arriba que termina con la era anárquico partidista estableciendo una autoridad ilimitada de una personalidad superior22.

Así en Spengler aparece una tercera vía en contra del liberalismo y el marxismo. Alemania era una nación “intermedia” al capitalismo y al comunismo. Tercera vía que dentro de la batalla entre la Zivilisation y la Kultur, solo podía ser lograda cuando esta última retomara los recursos tecnológicos bajo la preservación de la sangre y la tradición.Sobre esto se puede observar el escrito Der Mensch und die Technik (1931)23, donde Spengler observa dos imágenes contradictorias de la tecnología, por un lado la evolución tecnológica es retomada como expresión de la racionalización de la vida, donde si bien al principio sirvió al hombre en su liberalización de la naturaleza, luego se transforma en esclavizadora de su creador. Mientras que luego, observa a la misma como un tremendo instrumento de poder cuando es una extensión natural de la animidad cultural24.

Y será la política quien jugara un rol primordial al revertir este estado de decadencia al aliarse al sentir de ese poder que proviene de lo prusiano. Pero el cesarismo no convence con la argumentación sino con las armas, porque su objetivo es la conquista del poder, la construcción de un imperio. En esto Spengler retoma la figura de Mussolini, sin embargo le objeta la revolución desde abajo. Entonces el cesarismo es una dictadura de un hombre contra todos los partidos, incluso contra su partido.

Siendo el mejor Estado posible el que tenga el despliegue carismático de su líder, de lo cual la legitimidad y la legalidad emanan del mismo líder, conun contacto directo con la comunidad, sin interferencias de contrapesos de organismos intermediarios como en el sistema democrático.

Por último remarcamos la crítica de Spengler a Hitler, por milenarista, demagogo, su biologicismo racial y sus plebeyos orígenes, tildando al Nazismo como uno de los últimos coletazos de la forma democrática que no venía a resolver el tema de la decadencia, sino que era uno de sus síntomas (Herf. 1996).

22 Para lograr esto, la ofensiva de abajo contra los de arriba tiene que invertir su rumbo, la capacidad regeneradora de la sociedad se asienta en lo cualitativo antidemocrático de lo aristocrático y sus armas.

23 El hombre y la técnica.

24 Aquí Spengler ante la incomprensión de los lectores de la decadencia de Occidente, recalca que la cultura es lo primordial y que todo lo demás, la religión, la política, la tecnología y el arte, debía entenderse bajo su prisma. Mientras argumenta que solo Europa poseía los recursos para desarrollar la potencialidad de la máquina, ya que el mundo no blanco observaba la tecnología desde lo utilitario.

2.2 Hitler y “Mi lucha”.

Hitler (1889-1945)

Según el autor Kershaw (1989: 119) los Estados (autoritarios) que no desarrollan la negociación institucionalizada con los grupos de la sociedad civil son “Estados excepcionales” en el capitalismo moderno. Pero además, los Estados fascistas, son excepcionales por expresar al máximo lo reaccionario, lo irracional y lo barbárico de la descomposición de la sociedad burguesa. Desde esta continuidad de la descomposición se debe pensar la toma del Estado por parte de Hitler, ya que este fue el eslabón último de la cadena de sucesos contrarrevolucionarios en Alemania. Así, Hitler logra imponerse en el gobierno gracias a que Hindemburg (muere en 1934)mismo lo instala en la cancillería el 30 de Enero de 1933 y lo salvaguarda25. Consiguiendo, finalmente, los poderes dictatoriales a través del decreto presidencial de emergencia del 28 de febrero de 1933, a la mañana siguiente del incendio al Reichstag. Hacia el verano de 1933 los partidos políticos habían sido disueltos, conllevando dicha política a un Estado de partido único26.

Por lo tanto, la dictadura fue solo posible con la destrucción de las instituciones democráticas de Weimar. Así la República fue destruida por los sectores que justamente la detestaban, fue una “asesinato político”nos dice Evans (1991: 113), así se llegaba al final del proceso revolucionario que hizo entrar a Alemania en su primer período republicano. El ascenso del Nazismo sería inseparable de la debilidad de la República de Weimar, su revolución inconclusa y el comienzo de un período contrarrevolucionario a escala regional.

La conquista de la estructura burguesa fue exitosa gracias a la maquinaria propagandística, la organización burocrática-militar de índole regional y local que poseía el partido. La forma de gobierno que emerge en 1934 tiene la misma estructura que tenía el partido como movimiento. La base era el

25 Con la eliminación efectiva de la funcionalidad del Reichstag por las elecciones de 1930 que anulaban la posibilidad de una mayoría viable para la tarea legislativa del gobierno, la destitución inconstitucional del gobierno socialdemócrata prusiano en 1932, la campaña de violencia e intimidación a los opositores del canciller, la prohibición de los partidos políticos y de los sindicatos no nazis, la “noche de los cuchillos largos” y el primer campo de concentración.

26 Y sobre esto no hay que olvidar la firma del concordato del III Reich en 1933 con la Iglesia Católica, a través del secretario de Estado Vaticano, Pacelli (Pío XII), por el cual se ordena la disolución del Partido Católico llamado Zentrum, que por ese entonces era el único obstáculo que podría oponerse a la dictadura. Para observar más sobre el caso, ver... Cornwell, John. (2000) El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII. Ed. Planeta.

principio de liderazgo, el cual aseguraba a Hitler y a su círculo más cercano de Múnich un poder absoluto en todas las decisiones del partido-Estado, en el Reich del Führer27 no había contra peso republicano solo estaba el poder del Führerprinzip28.

El libro Mein Kampf casi totaliza 10 millones de ejemplares, así se constituyó en unos de los libros más difundidos de todos los tiempos (Lutz. 1979: 29). Este libro fue dictado por Hitler a su lugarteniente Rudolf Hess entre Julio y Diciembre de 1924 en la fortaleza bávara de Landsberg29.Pero debemos remarcar una cuestión sobre el libro, y es que el título no se corresponde con lo escrito ya que apenas es biográfico. Los pocos intentos de ofrecer recuerdos de experiencias vividas se vuelven falaces por el intento de adaptarlos a la temática de la política racial. A su vez, expuso la concepción nacionalsocialista del mundo y su proyecto de reorganización del partido. También, encontramos modelos estereotípicos que conviven en un mundo antagónico de permanente tensión, mostrando un panorama de inquietud, terror y odio al lector.

Una frase que sintetiza muy bien la visión del mundo que tenía el caudillo alemán es la siguiente... “la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres no reside en el mantenimiento de un Estado o de un gobierno; su misión es conservar su raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a plano secundario. Entonces poco importará ya que el poder imperante aplique en su acción los mil veces llamados medios ‘legales’; el instinto de conservación de los oprimidos podrá justificar siempre en grado superlativo, el empleo de todo recurso. (...) El derecho humano priva sobre el derecho político. Si un pueblo sucumbe en la lucha por los derechos del hombre, es porque al haber sido pesado en la balanza del destino resultó demasiado liviano para tener la suerte de seguir subsistiendo en el mundo terrenal. Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer, y esto por la justicia eterna de la providencia” (Hitler, 1968: 57-58). La conservación de la raza era lo estratégico y la política se veía sojuzgada a través de concretarse como la acción efectiva de la voluntad racial. Concepto de política totalmente contraria a la concepción racional de la política, dentro del ámbito materialista o liberal; mientras se afirma la ley del más fuerte y una denuncia a la ley convencional en contraposición a la ley natural de los instintos. Pero los medios para alcanzar dichos objetivos solo son útiles mientras se enmarcan en una “ética racial” nacionalsocialista, el medio o la acción tienen que ver con el ser, hay una praxis íntimamente relacionada con lo ontológico, hay una teleología racial.

Durante el devenir de las páginas del libro, Hitler muestra y justifica su transformación en antisemita. Tras una larga lucha anímica comenzó a odiar, y esta era manifestación de su revolución interior. Allí se da el paso de una personalidad débil y cosmopolita a la de un antisemita fanático, y esta transformación se da en el marco del cosmopolitismo de la capital del imperio austro-Húngaro, Viena. Ciudad de un conglomerado de razas y de… “promiscuidad de checos, polacos, húngaros, rutenos, serbios, croatas, etc. y, en medio de todos ellos a manera de eterno bacilo disociador de la humanidad, el judío y siempre el judío” (Idem: 67).

Justamente allí es en donde conoció los dos grandes peligros contrarios a lo alemán: el marxismo y el judaísmo. Los autores de folletos, los representantes y los dirigentes partidarios de la Socialdemocracia siempre eran judíos, el estereotipo lograba su forma final.

Esta crítica a Viena llegaba hasta las instituciones del régimen imperial; así, entre las instituciones que revelaban la corrosión de la monarquía austriaca, estaba el parlamento o Reichsrat30.

Para él, la gran debilidad que tiene Alemania en la “Gran guerra” fue la alianza con el Estado decadente Austro-Húngaro. Aunque además a esto se le sumaba el factor de que en el frente de batalla

27 Entiéndase imperio o reinado del caudillo alemán. El III Reich sería el Tercer Imperio alemán.

28 Más adelante analizaremos el Führerprinzip o poder del caudillo nacional-socialista.

29 Dicha condena se dio como resultado del fracasado putch del 8 y 9 de noviembre de 1923. Pero el libro solo consiguió disparar sus ventas hacia 1932. Este, fue lectura obligatoria en las escuelas y en varios organismos del III Reich. El libro está comprendido de dos partes, la primera escrita en 1924 y la otra en 1926.

30 El odio que Hitler expresaba hacia el sistema de representación popular era porque la raza germana en el Estado austriaco dependía de su representación mayoritaria en el Reichsrat, esta situación se perdió con el sufragio universal secreto.

caían los mejores elementos de la patria mientras que en la retaguardia se encontraban el “judaísmo”. Siendo el no haberle dado importancia al problema racial oportunamente lo que llevó a la derrota (Idem: 127).

Sobre este concepto central del nazismo, encontramos tresaxiomas ejes de su ideología. El primero es la proclamación de que solo las cosas vivientes que producen buena salud entre ellos constituyen una raza.

En segundo lugar, Hitler presupone la existencia de razas de mayor nivel y razas de menor nivel, así los arios vendrían a ser la “raza-cultura creadora”. La china y la japonesa están cercanas como “culturas conservadoras”, las otras razas como los negros y los eslavos, son de menor valía, pero la “raza judía” es la encarnación del mal.

Y el tercer axioma es el deseo de pureza racial que existe en lo humano. Entonces, la cruza es la bastardización y degradación de la raza.

La siguiente frase ilustra como lo racial atraviesa su entendimiento de la realidad política… “SOLO EL CONOCIMIENTO DEL JUDAÍSMO DA LA CLAVE PARA LA COMPRENSIÓN DE LOS VERDADEROS PROPÓSITOS DE LA SOCIALDEMOCRACIA [mayúsculas del autor]” (ídem: 38) Mientras, todo lo desarrollado o admirado de la ciencia, el arte, la técnica o inventos son productos de la actividad productora de un número reducido de pueblos,dentro de los cuales se encuentra el pueblo ario (Idem: 128-129).

De la “raza creadora” surge la posibilidad de que un grupo pequeño de arios dominaran pueblos enteros mientras los desarrollan gracias a su capacidad intelectual y organizadora inmanente. Así despegaban civilizaciones que solo se opacan por la violación del principio de conservación de la pureza de sangre. Y según el Führer la forma peculiar de manifestar aquel instinto ario se reproduce en su sacrificio por la comunidad ya que esto es el comportamiento inmanente de la raza.

De aquella derrota militar “traidora” de 1918, Hitler sostiene la posibilidad del resurgimiento nacional a través de la pureza racial. Así la lucha contra razas extrañas y enemigas se vuelve primordial en todos los planos. Pero esta batalla sería una guerra divina requerida por Dios, diferenciándose de otros anti semitas. Observando que si los judíos llegasen a ganar esta batalla, todo el mundo lo sufriría.

En esta “lucha de razas” el judío se alimenta de otras culturas y las parásita, entonces, lo primordial de la táctica judía sería la conservación de la sangre a través de la selección de matrimonios mestizos, así cada vez serían más “alemanes” y conseguirían los derechos del ciudadano (Idem: 135).

Según su peculiar visión, es el judío el que se introduce en la economía productiva para hacerla objeto de la especulación mercantilista separando al patrón del trabajador y desarrollando la posterior división de clases. Mientras exige la tolerancia religiosa, despliega bajo la francmasonería y la prensa corrompida, la realización de sus objetivos. Y la concreción de una república parlamentaria es la etapa final de este proceso, mientras prepara el camino al marxismo31. Ante esta situación de luchas de razas Hitler arenga que

“…el objetivo por el cual tenemos que luchar es el de asegurar la existencia y el incremento de nuestra raza y de nuestro pueblo; el sustento de sus hijos y la conservación de la pureza de su sangre; la libertad y la independencia de la patria, para que nuestro pueblo pueda llegar a cumplir la misión que el Supremo Creador le tiene reservada” (Idem: 103). Este remedio parte de la siguiente “ley natural”:

“Todo cruzamiento de dos seres cualitativamente desiguales da un producto de término medio entre el valor cualitativo de los padres; es decir que la cría estará en nivel superior con respecto a aquel elemento de los padres que racialmente es inferior, pero no será de igual valor cualitativo que el elemento racialmente superior de ellos. También la historia humana ofrece innumerables ejemplos en este orden; ya que demuestra con asombrosa claridad que toda mezcla de sangre aria con la de pueblos inferiores tuvo por resultado la ruina de la raza de cultura superior” (Idem: 128).

31 Así el partido judío-bolchevique que dominaba Rusia, era la otra cara de la moneda del capitalismo financiero dominado por los judíos, así estas dos tácticas eran parte de una estrategia que tenía como fin la dominación mundial judía.

De allí se derivarán algunas medidas políticas, como la solución final, para lograr la victoria en esta “lucha de razas”.

Justamente, el Mein Kampf, posee un catálogo de disposiciones para llevar a cabo la política de “higiene racial”. Dichas medidas pueden ser “clasificadas” como negativas y positivas. Las primeras serían por ejemplo, que solo los de buena salud podrían producir hijos, o que los enfermos no serían viables para la reproducción. Mientras que las segundas serían, por ejemplo, el establecimiento del matrimonio como eje de reproducción y conservación de la raza, la construcción de lugares especializados para chicos, los proyectos públicos para construir casa, la promoción de la igualdad educacional para los hijos de la clase obrera.

Pero estos proyectos “positivos y modernizantes”, solo llegaban a los “ciudadanos de primera”, con lo cual aquí se observa que la política social enraíza sus directrices en la política racial. Entonces la política del partido, del régimen y esta política racial para el resurgimiento de lo ario retomaideas de la socialdemocracia, pero extirpándosele el marxismo judaizante32. Así, el judío era el principal agente del vicio, pero mientras las masas contaminadas eran salvables, aquellos no.

Para Hitler, la gran masa del pueblo es de índole femenina, su sensibilidad solo capta lo positivo o lo negativo, y así juega entre polos simples. Entre el débil y el fuerte, la masa cede ante el dominante, de allí la necesidad de una doctrina intransigente. “Guiado por su prensa y alucinado por la seducción del nuevo programa, el rebaño electoral, tanto ‘burgués’ como ‘proletario’, retorna al establo común para volver a elegir a sus antiguos defraudadores” (Idem: 156). Entonces sostiene que si se erigiera frente a la socialdemocracia una doctrina superior en veracidad y brutalidad, se impondría la primera.

Estableciendo a la mayoría como sinónimo de ignorancia y de cobardía, al no estar capacitada para reemplazar a una personalidad en el gobierno que actúa con sabiduría y heroísmo. Aquí se empieza a esbozar, una distinción entre masas y el Führer. Aquella masa femenina cede ante los poderes de la oratoria (ella es la que impulsa los procesos históricos) de alguien fuerte, varonil que la guíe a través de los instintos de la voluntad racial. Y si recordamos, la voluntad tenía que estar guiada por la intuición, esta intuición le permitía al individuo percibir los dictados de la raza. Así el individualismo era imposible, pero a su vez se rechaza el concepto de masa, mientras retoma el concepto de comunidad (unida al Führer).

La prensa inglesada auspicia la sujeción de la masa en sus intereses individuales y amorfos en favor del sistema de gobierno falaz. “En oposición a ese parlamentarismo democrático está la genuina democracia germánica de la libre elección del Führer, que se obliga a asumir toda la responsabilidad de sus actos” (Idem: 56).

El sistema democrático (de índole judía) fuerza al individuo a ocuparse de cuestiones que desconoce, mientras cotidianamente es objeto de corrupción, ya que su interés se concentra cada vez más en una índole de tipo individual y egoísta, tergiversándose aquel actuar germano de sacrificio hacia la comunidad. Así la República democrática de por sí, es consecuencia del desgaste de la voluntad racial aria, marca con su presencia la decadencia de lo alemán. Es una República débil, con masas femeniles, que cedeen las cuestiones internacionales.

“Es evidente que la república alemana debe su tranquila existencia a la docilidad con que por doquier acepta voluntariamente (…) todo pacto que implique un renunciamiento nacional. (…) A la república alemana se la quiere y se la deja vivir por la sencilla razón de que no se podría encontrar un mejor aliado para la obra de esclavización de nuestro pueblo. El Estado alemán racista tendrá que luchar por su existencia” (Idem: 175-176).

Y esta lucha se muestra como una tercera vía al capitalismo internacional y al bolcheviquismo, dos flancos de la misma “corrupción hebrea”.

El parlamentarismo es irresponsable, los representantes políticos no responden por sus leyes votadas, y solo les interesaría permanecer en sus cargos. Y a esto se contrapone la figura del caudillo germano… “¿No debe todo Führer de verdad rehusar a que de ese modo se le degrade a la categoría de

32 Hitler remarca que el obrero alemán fue a morir por la patria, lo cual sería una demostración de que el movimiento sindicalista no es de por sí contrario al interés nacional. Al contrario de los sindicatos maximalistas, que llevan como estandarte la destrucción de la economía nacional vía la huelga general, mientras abre las puertas de la economía alemana para la entrada del capital internacional, o sea las finanzas judías.

traficante político? (...) ¿No conducirá el principio de la mayoría parlamentaria a la demolición de la idea Führer?” (Idem: 51).

Así la responsabilidad del caudillo hacia la voluntad racial y su comunidad, se contrapone a la irresponsabilidad individual, parlamentaria y democrática. Reflejándose esto en la ordenación del partido, pues Hitler denuncia que en los años de 1919 y 1920 el partido se organizaba en la dirección con un comité elegido por asambleas de miembros, lo cual para él era sinónimo de parlamentarismo no ario. Situación que se acaba cuando él es elevado a la presidencia del partido. Cargo desde el cual él se hace responsable de sus acciones y de la distribución de las labores a cada miembro del comité que son responsables ante él.

Con el objetivo de la nacionalización de las masas Hitler expresa lo siguiente...

“el nuevo movimiento es antiparlamentario por su carácter y por la índole de su organización; es decir, que (…) rechaza el principio de decisión por mayoría, principio que degrada al Führer a la condición de simple ejecutor de la voluntad y de la opinión de los demás. (…) En pequeño y en grande encarna nuestro movimiento el principio de la autoridad absoluta del Führer que a su vez, supone una máxima noción de responsabilidad” (Idem:146).

Hitler prosigue…

“Desaparecen las decisiones por mayoría y solo existe la personalidad responsable (…) la decisión definitiva corresponde adoptarla a uno solo. (...) En cámara ni senado alguno, tendrá lugar jamás una votación, porque son organizaciones de trabajo y no máquinas de sufragio. Cada miembro tiene voto consultivo, pero no voto de decisión…” (Idem: 187).

En esta concepción de lo racial del Führerprinzip, del deber obedecer a la autoridad nacional encarnada, de la voluntad del sacrificio individual en favor de la comunidad y lo antidemocrático, seencuentra el fundamento del Estado racista Nazi.

Así, el objetivo supremo del Estado racista, consiste en la conservación de aquellos elementos raciales de origen que ante esta protección lograrán accionar toda su potencialidad inherente. Entonces, el Reich alemán como Estado, tiene que abarcar a todos los alemanes conservando las reservas más preciadas de los elementos raciales originarios, mientras los conduce hacia su realización hegemónica.

La Nación se eleva a nuevas latitudes por encima de la historia gracias a la preponderancia vital de su raza; su historia es una emanación de aquella peculiaridad pseudo biológica, ahistórica. Y las minorías que se mantienen puras son la voluntad de hacer la historia, son las que enuncian el deseo que luego expresarán las mayorías. En esto se basa el precepto aristocrático de selección para el Estado, una minoría aria y su Führer conduciendo los destinos de la raza.

Así, el régimen nazi sería la expresión de la voluntad racial de conformar un Estado revolucionario de nuevo tipo. La nación aria lograría desterrar los males de la sociedad moderna, no habría clases desposeídas, los trabajadores y empresarios trabajarían con un interés común gracias a la interpretación de los designios de la raza. Así la industria, sería un lugar de producción tecnológica reconfigurada en la estirpe germana, porque la raza constituía la verdadera igualdad, porque más allá de las clases, todos serían arios.

Por otra parte, el futuro Führer, al observar el incremento anual de la población alemana (que él indicaba en 900.000 almas),indica la dificultad de abastecimiento de la Nación. Partiendo de allí, intentando prevenir el hambre luego de descartar otras vías de solución como la restricción de la natalidad, la colonización interior y el intercambio comercial; elige la colonización exterior.

Pero dicha política es imposible de aplicar en los territorios ya colonizados de la periferia europea. Allí reside el porqué de esta vía europea de solución colonizadora, pues él sostiene que ya en el siglo XIX era imposible adquirir colonias periféricas por medios pacíficos. “…[debemos] orientar nuestra acción política en un doble sentido; el suelo como objetivo de nuestra política exterior y un nuevo fundamento unitario ideológicamente consolidado, como finalidad de política interna” (Idem: 268).

Estamos ante las bases de la lebensraum o política de “espacio vital” para el pueblo ario33.

33Tal noción pretendía establecer una necesidad vital del pueblo alemán de expandir sus territorios ocupados para la supervivencia de lo alemán. O hablando desde la teoría del Imperialismo, Alemania por su desarrollo tardío en su revolución industrial y su proceso de unificación política; no obtiene ni los recursos, ni los mercados que necesita como potencia mundial de la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Situación que la lleva a estar en una posición desfavorable antes sus potencias competidoras en lo económico o militar.

Para Hitler la relación germano-rusa es la cuestión más importante de la política exterior alemana. Ya que ese era el territorio a conquistar. La realidad rusa está insalvablemente atada a la cuestión judía… un avance hacia el Oriente se proyecta en vista de desplegar un “higienismo racial-político” en esa región.

“Hacia siglos que Rusia se había mantenido gracias al núcleo germánico de sus esferas superiores, núcleo (…) que hoy está exterminado completamente. En su lugar, se ha impuesto el judío; pero así como es imposible que el pueblo ruso sacuda por sí solo el yugo israelita, no es menos imposible que los judíos logren sostener(…) el gigantesco organismo ruso. El judío mismo no es elemento de organización, sino que fermento de descomposición. El coloso del Este está maduro para el derrumbamiento” (Idem: 272). Como consecuencia directa de esta visión luego se producirá la solución final de lo judío, el genocidio de varios pueblos de Europa del Este y la operación “barbarroja” de invasión de la URSS (1941). Entonces, la espada proporcionará el suelo al arado alemán. La conquista agraria externa imperialista sería otra extensión más de los objetivos tácticos para la conservación y realización interna de la nación aria, lo cual era el objetivo estratégico según el Mein Kampf. Como observamos ad supra, pero en palabras de Abellán (1997: 150)…

“Adolf Hitler asumió todos los tópicos raciales de la ideología völkisch [corriente ideológica que retoma el tradicionalismo y lo propio del pueblo alemán; la cursiva es mía] y basó su política interior y exterior en una doctrina racial que lo condujo al exterminio de los judíos [y de otros pueblos de conductas judeizantes]. Al final, el concepto de raza, no determinable de manera unívoca desde el punto de vista científico ni jurídico, se convirtió en un concepto puramente ideológico, utilizado por su propia indeterminabilidad para justificar la violencia de quienes habían operado esa reducción del pueblo a la raza”. El concepto de raza fue el eje central del prisma ideológico del Nazismo y de su Führer. Noción que permeó toda la teoría y la praxis política de este partido.

3. Conclusión.

Tras la primera guerra mundial y la revolución rusa de 1917, había una sensación de crisis permanente en occidente. Así, la mayoría de los intelectuales europeos de la época observaban la “decadencia de Occidente” como un hecho fáctico.Es que comienza un proceso de declinación declarada del capitalismo y sus formas democráticas de dominio.

El “modernismo reaccionario” alemán sensibilizó la atmósfera política y mental de la época de crisis de la Democracia liberal, allanando la aceptación de ideologías como la nacionalsocialista.

Es que el conservadurismo o reacción nostálgica recibió una “vuelta de tuerca” a través del nuevo contexto histórico de entreguerras. Desarrollándose un nuevo tipo de conservadurismo radical que en su versión más extrema que se decanta en varios tipos de fascismo, y en el partido Nacionalsocialista. Así se observa que en esta corriente fue esencial la tendencia de pensamiento desplegada en el siglo XIX, con la perduración de tradiciones premodernas junto a la acelerada modernización, industrialización como parte de la explicación del rechazo de las concepciones “civilizadas”. Rescatándose la dicotomía entre la Kultur alemana y la Zivilisation occidental, la cual refleja las diferentes percepciones del mundo que tiene los contendientes en la Primera Guerra Mundial. Mientras para Inglaterra era por y para los negocios; para Alemania era por la defensa de sus valores culturales inmanentes.

Desde esta atmósfera, el modernismo reaccionario desarrolló un discurso ideológico antiintelectual -paradójicamente- desde sectores intelectuales, el cual atacó a la República de Weimar por representar la traición, la guerra perdida, el tratado de Versalles, la inflación de 1923, los judíos, la cultura cosmopolita y masiva, y finalmente el liberalismo y marxismo político extranjero y burgués.

Entonces, el modernismo reaccionario retoma a Alemania como la Kulturnation34, que está en el medio, tanto cultural como geográficamente, del Amerikanismus35 y del bolchevismo, ambas caras de una misma moneda materialista contraria a la Kultur.

La nación que es propia de la Kultur.

Como sinónimo de la civilización occidental decadente o materialista.

Muchas de las figuras del “modernismo reaccionario” jamás se unieron al partido nazi (como por ejemplo Jünger, Sombart y Spengler; aunque otros sí lo hicieron como Heidegger y Schmitt) pero Hitler trató de ejecutar la revolución cultural que los modernistas reaccionarios proyectaron.

En este trabajo, si bien encontramos diferencias entre los autores analizados, también hay coincidencias interpretativas, o como ellos dirían “vividas”.Pero en sus coincidencias o diferencias la distinción conceptual-analítica entre cultura y raza es el eje de su diferenciación pues son los principios ordenadores de sus análisis sobre lo social.

Una de las coincidencias entre el pensamiento de los dos autores es que tanto Spengler como Hitler hablan intuitivamente, o desde el sentir de los fenómenos históricos culturales anímicos o desde la guía del sentimiento racial del alma alemana. Y mientras Spengler escribe para aquellos que pueden reaccionar ante la decadencia para sentir dicho fenómeno y prepararse lo mejor posible para la misión del “Cesarismo alemán”, el segundo lo hace hacia aquél espíritu alemán que tiene residencia en cada ario, para lograr el propósito de regenerar a la comunidad racialmente pura.

Una de las coincidencias más apreciables es el de observar cierta lógica en la formulación de lo irracional de ambos autores, ya que los dos observaban sus conceptos como verdades. Entonces, las eternas verdades de la cultura, el Volk36 o la raza son presentadas como concepciones definitivas, con lo cual se puede hablar de que en ambos hay una cierta metafísica que se despliega bajo el concepto de lo cultural o de lo racial. Son sus conceptos fundantes que ordenan todo su Kosmos de pensamientos, son su Archéque no necesita una fundamentación ya que están establecidos en sí mismos.

Así, Spengler contemplaba los problemas contemporáneos a través de símbolos y fenómenos “culturales”gracias a una correlación de ciclos entre diferentes culturas de la historia, comparación que se derivaba en una presentación equiparada de fenómenos complejos y hasta desconectados. Posibilidad de analogías “culturales” que saltan a través del tiempo lineal de la historia; siendo este la base del método de comparación fisiognómica de Spengler. Donde se repiten características del ciclo vivencial anímico de las distintas culturas.

Mientras, en Hitler lo racial pasa a ser el principio ordenador de toda la historia de lo social, es la realidad subyacente que él capta y muestra un deber histórico a su persona y a todo ario que observe el problema de la “lucha de razas”; el de la conservación de lo ario.

Sobre lo racial Spengler sostenía que si bien estos tipos de sentimientos estaban extendidos, ellos no eran la base para regir un país, ya que en lo “racial” lo esencial no era de preminencia biológica, sino de índole cultural. En una nota al pie Spengler nos dice… “raza que se tiene, no raza a la que se pertenece. La una es ethos37, la otra zoología” (1962. Nota al pie N°1: 202).

Spengler consideraba a los procesos sociales como exhalaciones de las almas nacionales y raciales, desde aquí había una definición de un “nosotros” y un “otros”. Mientras el líder de origen austríaco-alemán, lo veía desde el prisma racial biológico y desde ahí la historia se construía en base al potencial racial ontológico subyacente. Capacidad inmanente obstaculizada por la decadencia racial, de allí la importancia de vencer a la conspiración judía mundial. Hitler observa la potencialidad de la raza como absoluta, no hay evolución posible sino trabas (de condición racial foránea) que no permiten la plena expresión de dicha capacidad biológica total.

De la derrota militar de 1918 debido a la impureza racial, Hitler sostiene la posibilidad del resurgimiento nacional a través de la pureza, mientras afirma que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres es conservar su raza como cuestión de supervivencia. Por ende, la política se subsume a la “ética racial” nacionalsocialista, y para lograr la victoria en esta “lucha de razas”, el Mein Kampf, posee un catálogo de medidas de política de “higiene racial” social.

Dentro de esta política partidaria de supervivencia racial, Hitler divulga su intención de lograr la adquisición de “colonias” en Europa del este, como puntal para el resurgimiento social y racial

Sobre la potencialidad de la raza, Spengler sostiene que esta se encuentra geográfica y culturalmente determinada y que su realización solo conllevara a terminar el ciclo vital de dicha cultura. En cuanto a la conquista territorial de Alemania, se muestra contrario puessolo se refiere a lo interior y no a una expansión que sería expresión de la misma decadencia.

Pueblo.

Como definición del Ser… es lo propio de la ontología.

Spengler y sus compañeros de ideología eran una de las tantas voces que criticaban a las instituciones republicanas de Weimar. En esta época él intenta sacar al socialismo de la influencia de la Zivilisation para ubicarla en la zona de la Kultur. Mientras conecta lo moderno de la tecnología con la expresión irracional del alma de la voluntad cultural del destino y la sangre germana. Así se produce un pasaje análogo dela tecnología del campo de la Zivilisation al campo de la Kultur.

Su concepción del hombre culturalmente alemán retomaba los ideales de heroísmo, y de la voluntad de la sangre alemana. Sensación intuitiva, la de la voluntad de la sangre, que Hitler veía como concreta en el hombre que sigue los designios del alma germana. Así, de esta idea de la cristalización de la voluntad culturalmente germana o racial, ambos, rescatan el sacrificio de lo individual en pos de lo colectivo, lo cual sería un actuar típico de los “prusianos”-“arios”, como contraposición a lo civilizador, foráneo o de procedencia racialmente impura.

La democracia, la República, las ciudades, el cosmopolitismo, las masas, la socialdemocracia, los comunistas, los liberales y la prensa liberal eran vistos por ambos como sinónimos de debilidad, de lo femenino, de lo foráneo, como ejemplos de la decadencia cultural o racial.

Otra de las críticas características a la República de Weimar era la de la sustitución de los valores heroicos por los valores económicos. Así el caudillo, como figura designada por la voluntad racial, era un gobierno alternativo a la democracia civilizadora, o en un mismo sentido lo era el Cesarismo con su poder y su organización de estirpe militar.

Pero aquí es interesante retomar una diferencia con respecto a la crítica a la sociedad democrática, y es que para Spengler, la decadencia democrática se manifiesta en la derrota del ejército alemán, única institución que se mantenía por fuera de la decadencia general por resguardar los valores prusianos hasta que en 1918 este último bastión cae por la traición. Mientras además adiciona el tema de la perdida de la soberanía estatal con la república democrática ya que la revolución estalla por la pérdida de la autoridad.

Desde otro punto de vista, para Hitler la decadencia y la culpabilidad de la derrota se encontraban en la putrefacción interior del cuerpo racial ario, reflejado en el “judaísmo de retaguardia”.

Lo original del nazismo fue darle a esas teorías del “modernismo reaccionario” un programa político de masas y luego intentar cristalizarlas en una política de Estado. Así, la excepcionalidad del Estado Nazi, se debe observar a la luz del desarrollo desigual y combinado de los diferentes aspectos culturales y sociales del pueblo alemán de principios del siglo XX.

La tensión existente entre la modernidad alcanzada y la supervivencia de valores sociales arcaicos, se sintetizaron en un contexto de crisis, guerra y revolución o contrarrevolución interna.

La toma del poder por parte de los nazis se desplegó bajo la estructura legal de la Constitución de Weimar, pero la diferencia con respecto a los sistemas republicanos, residió(según la teoría legal de la toma del poder de Schmitt), en que ahora el poder emanaba del pueblo, ya que el pueblo y el partido se constituían como una comunidad relacionada directamente con el Führer, quien expresa la voluntad de la raza.

Desde aquí mismo se puede vislumbrar un acento diferente, entre los dos autores, en cuanto a la alternativa política “antidemocrática” que esboza cada uno

En el “Estado prusiano-autoritario” de Spengler, lo esencial estaría dado por ese comportamiento inmanente del sacrificio individual por la comunidad, en donde el proletariado trabajaría armónicamente junto a los dirigentes dotados del don de sentir la voluntad anímica en un Estado socialista rígido, con el objetivo de realizar, la potencialidad anímica prusiana.

Para Hitler, la salida estaba en la construcción de un Estado racista, el cual velaría, por la conservación de aquellos elementos raciales de origen gracias al Führerprinzip, ya que lo central es la supervivencia racial.

Si bien ambos autores sostenían un orden aristocrático en cuanto los sectores que tomaban las decisiones, Spengler odiaba a las masas populares y Hitler las intenta rescatar de la contaminación racial, para lograr así la realización expresiva de la voluntad de la raza. Y los nazis le criticaron a Spengler su pesimismo y su aversión por el movimiento de masas. Por ende podemos ver en esta relación una especie de transición en el “modernismo reaccionario” entre la vieja derecha romántica y aristocrática, y la nueva derecha popular, la cual alcanza el poder estadual gracias al nacionalsocialismo.

Pero para ambos, no había que destruir todo en nombre de un cambio radical, sino que la verdadera revolución residía en reconstruir todo sobre los fundamentos del alma cultural o la raza. Y en este resurgimiento reside el futuro de todo el mundo ya que si Alemania o la Kultur sucumben todo el mundo perecerá ante la decadencia general.

Los objetivos ideológicos constituían un valor absoluto, ellos determinaban la política general y hasta de la guerra. Entonces se puede afirmar que hay una cierta lógica en el desarrollo de su pensamiento irracionalista. En el régimen Nazi la modernización se acentuó como un medio para lograr sus reaccionarios objetivos, ya que la modernización de lo alemán para conseguir la comunidad nacional, se basa en la política racial de preservación, expansión y social del genocidio moderno desde su prisma biológico. Y en Spengler, el materialismo, el cosmopolitismo, el capitalismo internacionalista y la democracia “bolchevizante” llevaban como consecuencia necesaria a la reacción irracionalista Cesárea, retomando la tecnología desde la “animidad” cultural prusiana.

La dinámica del movimiento nacionalsocialista se forjó en situaciones excepcionales, pero la mantención de esa estructura dentro del Estado conllevó a la reproducción de lo excepcional, a través de políticas de emergencias que estaban marcadas por aquel irracionalismo de su ideología.

La política se transformó en la concreta expresión de lo ideológico, porque la política era la ratificación de la voluntad de lo alemán “en sí y para sí”. Por tanto la cobertura ideológica se vuelve en el nazismo algo más que una justificación para su proceder, sino que constituye la esencia teleológica de su Ser régimen, ya que ese motor irracional, formula su estructura, su actuación y su dinamismo.

La política interior y exterior eran una misma expresión de esta sociedad en crisis que transmitía y reproducía su barbarie, siendo la expansión bélica, parte de la reestructuración interna (racial) de su régimen totalitario.

Ese régimen autoritario que logró, la destrucción de la individualidad y del límite entre lo privado y lo público(expresión de la derrota liberal), seconstituye en un Estado Totalitario que pretendía ser expresión de la voluntad del alma alemana, situación legitimada por la regeneración permanente del estado excepcional en busca de su supervivencia. Así el Estado nazi va a cristalizar la forma más extrema de un Estado capitalista, imperialista, monopolista y autoritario, en esta época histórica.

Finalmente el nazismo se vuelve el peor imperialismo posible, porque es hijo de la crisis cultural, económica, social de la sociedad burguesa y es el retrato vivo de su potencialidad barbárica.

Quizás solo en este contexto, es entendible que Hitler frente a la derrota de 1945, lamentara que el pueblo alemán ario no estuvo a la altura de sí mismo y de su misión histórica.

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Recibido: 10 de Julio de 2017; Aprobado: 23 de Junio de 2018

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