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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.32 Santiago del Estero jun. 2019

 

DOSSIER

Estructura social de la Argentina, 1976-2011

Social structure of Argentina, 1976-2011

Estrutura social da Argentina, 1976-2011

Nicolás SACCO* 

* Investigador Posdoctoral en el Centro de Desarrollo y Planificación Regional (CEDEPLAR), Universidad Federal de Minas Gerais, e Investigador Visitante en el Instituto de Investigación en Población de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Doctor en Ciencias Sociales por Universidad de Buenos Aires. Integra proyectos de Investigación con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani y en la Cátedra Demografía Social de la UBA. Correo: nsaccozeballos@gmai.com

RESUMEN

Contexto: pese al conocimiento acumulado sobre clases sociales en Argentina utilizando múltiples aproximaciones y en base fuentes de datos diversas, no se conocen estudios que partan desde un punto de vista agregado, empleando censos de población, de forma tal de permitir continuar la serie histórica de análisis de Germani-Torrado. Objetivo: complementar, continuar y actualizar los estudios de la estructura social desde un enfoque global y de largo plazo. Fuentes: censos de población de 1980 a 2010 y Encuesta Permanente de Hogares. Método: actualización del esquema clasificatorio de clases sociales de Torrado. Resultados: la información construida muestra cambios significativos en la estructura social bajo el período de análisis en los distintos universos de observación, diferenciales tanto en las regiones como en las cohortes reales y en largo plazo. Se verificó un descenso de las Clases medias entre 1980 y 1991 y su estancamiento en 2001 y un continuo descenso Clase obrera en todo el lapso 1980-2001, con un concomitante crecimiento de Trabajadores marginales. Con la poca evidencia disponible, estas tendencias muestran signos de reversión hacia 2010.

Palabras clave: estructura social; clases sociales; ocupación; modelos de acumulación

ABSTRACT

Context: despite accumulated knowledge about social classes in Argentina using multiple approaches and based on different data sources, there are not known studies that start from an aggregate point of view, using population censuses, to allow the continuation of the historical series of analysis of Germani-Torrado. Objective: to complement, continue and update studies of social structure from a global and long-term perspective. Sources: population censuses from 1980 to 2010 and Permanent Household Survey. Method: update of the classification scheme of social classes of Torrado. Results: the information constructed shows significant changes in the class structure under the period of analysis, in the different universes of observation, differentials in both regions and in real cohorts and in the long term. There was a decrease in Middle classes between 1980 and 1991 and its stagnation in 2001 and a continuous decrease in the Working class throughout the period 1980-2001, with a concomitant growth of Marginal workers. With the little evidence available, these trends are reversed by 2010.

Keywords: social structure; social classes; occupation; economic models

RESUMO

Contexto: a pesar do conhecimento acumulado sobre as classes sociais na Argentina, utilizando abordagens múltiplas e com base em diversas fontes de dados, não existem estudos conhecidos que começam de um ponto de vista agregado, usando censos populacionais, para continuar a série histórica de análise de Germani-Torrado. Objetivo: complementar, continuar e atualizar os estudos da estrutura social a partir de uma perspectiva global e de longo prazo. Fontes: censos de população de 1980 a 2010 e levantamento permanente de agregados familiares. Método: atualização do esquema de classificação das classes sociais de Torrado. Resultados: a informação construída mostra mudanças significativas na estrutura social ao longo do período de análise nos diferentes universos de observação, diferenciais nas regiões e nas coortes reais e de longo prazo. Houve um declínio na classe média entre 1980 e 1991 e sua estagnação em 2001 e um declínio contínuo da classe trabalhadora durante o período de 1980-2001, com um crescimento concomitante de trabalhadores marginais. Com a pouca evidência disponível, essas tendências mostram sinais de reversão em relação a 2010.

Palabras chave: estrutura social; classes sociais; ocupación; modelos de acumulación

SUMARIO

Introducción. Resultados: las clases sociales según universos de observación. Desigualdades regionales. Diferencias por cohortes. Periodo 2003-2011. El largo plazo (1947-2011). Conclusiones y discusión. Anexo estadístico. Anexo metodológico. Bibliografía.

Introducción

Los estudios sobre estructura social (entendida como estructura de clases) en base a datos censales que se han realizado en la Argentina han utilizado o bien la variable ocupación o bien algún cruce de las “características económicas” disponibles en cada censo para construir clases sociales. Empleando los censos de 1869, 1895, 1914 y 1947, Germani (1963a, 1987 [1955]) agrupó categorías ocupacionales según criterios teóricos y empíricos derivados de la teoría de la modernización en su análisis de los procesos de movilidad y cambio social. Después de Germani, el estudio de Torrado (1992) abordó nuevamente, también de forma integral, el análisis de la evolución del volumen y conformación de las clases sociales durante el periodo 1945-1983, en base a los censos de 1947, 1960, 1970 y 1980, esta vez de acuerdo a una conceptualización proveniente de un enfoque histórico-estructural.

En el censo de 1991 importantes cambios se dieron, con respecto a los relevamientos previos, en torno a la medición de la condición de actividad (Wainerman y Giusti, 1994; Groisman, 1999) y los clasificadores de ocupación (Sacco y Riveiro, 2016), por solo mencionar algunos. Sea por estos motivos u otros que se desconocen, el abordaje macro y a largo plazo de los cambios recientes en las clases sociales dejó de lado las fuentes censales y el alcance geográfico se limitó, especialmente, al ámbito urbano en algunos casos, o al Gran Buenos Aires en la gran mayoría.

A comienzos del siglo XXI una copiosa literatura continuó el estudio de las transformaciones en la estructura social, en particular buscando dilucidar los efectos de los procesos de cambio económico de la década del noventa y los alcances de las transformaciones del periodo 2003-2011, basados de hecho en encuestas ad-hoc o la Encuesta Permanente de Hogares. Focalizados, sobre todo, en las pautas de movilidad social, han utilizado una gran variedad de esquemas clasificatorios de clases sociales. A pesar de ello, todas estas investigaciones concuerdan en las tendencias generales y conciertan en distinguir que los patrones de movilidad social ascendente, característicos de Argentina durante una buena parte de su historia moderna, se transformaron durante el último cuarto del siglo XX, verificándose un cambio de tendencias recién entrado el siglo XXI (Jorrat, 2000; Dalle, 2007; Kessler y Espinoza, 2007; Dalle, 2010a, 2010b; Pla y Salvia, 2011; Sacco, 2011; Quartulli y Salvia, 2012; Salvia y Gutiérrez Ageitos, 2013; Chávez Molina y Sacco, 2015; Benza, 2016), entre otros.

Más allá de estos trabajos, no se conocen investigaciones que hayan utilizado censos para continuar, de forma razonablemente comparable, la serie histórica de Germani-Torrado1. El lapso de estudio de este tipo de enfoque cerraba, por lo tanto, en 1983. Los cambios socioeconómicos que se dieron durante el periodo histórico abierto en el último tercio del siglo XX hacen necesaria una reactualización de esta perspectiva. El objetivo de este artículo es llenar ese vacío y realizar un análisis descriptivo del volumen, evolución y distribución de la estructura de clases en la Argentina durante el periodo que va de los años 1976 a 2011, según distintos universos de observación y en base a los censos de 1980 a 2010. En particular se analiza el crecimiento y composición de los hogares, de la población y de la población potencialmente activa según clases sociales. Se profundiza además en los diferenciales por región geográfica y por cohorte de nacimiento.

El artículo está organizado de la siguiente forma: primero se describen los datos censales utilizados y sus características generales, pasando por una descripción y actualización del método y esquema de clases adoptado, su contexto temporal, espacial y conceptual. El foco del trabajo está puesto en la sección de resultados, donde se analizan las características generales de distintos universos de análisis, su evolución en el tiempo, sus diferencias por región y cohorte y el periodo 2003-2011 en clave comparativa con estimaciones previas; se propone además una mirada de conjunto a largo plazo de los cambios en el volumen y distribución de las clases sociales. En el cierre, se abren interrogantes a futuro y posibles líneas de profundización en base a los resultados obtenidos.

Datos y Método

Para construir la variable clase social se empleó la información respectiva a las “características económicas” que se investigaron, de manera no siempre uniforme, en los censos de población. Específicamente, se utilizaron las bases de datos de los censos de 1980 a 2010, en el formato de microdatos de IPUMS-Internacional2 para 1980, una base no “oficial” del censo de 19913 y las bases publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para 2001 y 20104. Adicionalmente, dada la imposibilidad de reconstruir clases sociales con los datos del censo 2010, donde no se midió la tarea de las ocupaciones (Sacco y Riveiro, 2016), se emplearon las bases de usuario de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, en todas sus ondas y aglomerados.

Pese a los cambios en la medición de la actividad y en los sistemas clasificatorios de ocupación, fue posible formular, con un grado razonable de comparabilidad a lo largo del periodo 1980-2001, metodologías de reconstrucción de los sistemas clasificatorios de ocupación y condición socio-ocupacional (Sacco, 2014), tanto en censos como en la EPH, excepto para el censo 2010. En este artículo se reformuló una propuesta previa para los censos de 1991 y 2001 (Sacco, 2016b) -donde exclusivamente se contaba con información básica y no las bases de datos-, y para la información de la EPH.

Al contar con la posibilidad (relativamente reciente) del procesamiento de datos de todos los censos bajo análisis y no sólo con los tabulados publicados, la actualización consistió, principalmente, en la homogeneización de los sistemas clasificatorios de ocupación de cada fuente utilizando como “común denominador” al Clasificador Internacional Uniforme de Ocupaciones en su versión 1988 (CIUO-88) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Luego de una evaluación de distintas alternativas, resultó ser la opción más razonable ya que hace distinciones que, si bien no se corresponden totalmente con lo elaborado por Torrado (para sus diferencias véase el Anexo metodológico), son bastante similares y es posible de asimilar a las múltiples clasificaciones (para nada homogéneas) utilizadas en las fuentes. Adicionalmente, una ventaja no menor que la distingue del resto de la oferta de clasificadores de clases, es que puede ser replicada por cualquier investigador.

En este sentido, se homologaron los distintos códigos de ocupación de los censos (y la encuesta de hogares5) a dos dígitos de la CIUO-886. Luego se agruparon esos códigos a los Grupos Ocupacionales según el Nomenclador de Condición Socio-Ocupacional (CSO) del Consejo Federal de Inversiones (CFI, 1988), asignación que se presenta en el Diagrama 1, y se agruparon las categorías del CSO en clases sociales en base a Torrado (1992). En definitiva, la única diferencia metodológica con ese esquema de clases fue el agrupamiento de códigos de ocupación en la variable Grupo Ocupacional del CFI. El resto de la metodología permaneció inalterable7.

Fuente: elaboración propia en base a Torrado (1992) y Sacco y Riveiro (mimeo).

* En el caso de la categoría Trabajadoras del Hogar (ex “Empleados domésticos” en la nomenclatura del CFI y Torrado) no se homologó a la CIUO directamente, sino que se utilizaron códigos particulares ya que a nivel de 2 dígitos la CIUO no distingue este grupo. Para más detalles ver el Anexo metodológico.

Periodo de estudio

El contexto de construcción y lectura de los datos se sitúo política e históricamente bajo la especificidad de cada régimen social de acumulación (RSA) (Basualdo, 2001; Nun, 2001; Peralta Ramos, 2007). Este concepto refiere a un conjunto de factores territoriales y demográficos, de las instituciones y de las prácticas que inciden en el proceso de acumulación de capital (Nun, 2007: 10-11). Cada RSA, a su vez, responde a un proceso histórico de mediano o largo plazo, que se reconoce como etapa o estadio capitalista (Nun, 2007). En este marco analítico, el concepto complementario de régimen político de gobierno (RPG) designa el sistema político que permanece constante o muta en función de las configuraciones cambiantes en un determinado RSA (Nun et al., 1987; Nun, 2001, 2007).

Como marco explicativo de los procesos bajo análisis, la ventaja que presenta la elección de este enfoque de investigación, que centra el esfuerzo en el análisis macro de la realidad social, es que permite la inscripción de distinciones analíticas, en el sentido de que la lectura de los datos y la medición empírica de clases sociales pueda hacerse en términos de RSAs. De este modo, sistematizar y evaluar los resultados enmarcándolos dentro del estudio más general de las correspondencias entre procesos políticos, económicos, sociales y demográficos, permite realizar un análisis diacrónico y comparativo exponiendo las relaciones entre los cambios mostrados por estructura social, las tendencias poblacionales y las políticas económicas vigentes, según una periodización de análisis -tanto empírica como histórica- distinguidas por el RPG, a saber:

• Etapa de ajuste estructural:

el ajuste en dictadura militar (1976-1983); o el ajuste en democracia (1983-2002):

gobierno Radical (1983-1989);

gobierno Justicialista (1989-1999);

gobierno de la Alianza (1999-2002);

• Etapa neo-sustitutiva (2003-2011).

En definitiva, el criterio adoptado para acotar el período de análisis de este artículo es netamente teórico. De forma tal de no tomar sólo la periodización inducida por la fuente, se incluyeron etapas temporales de acuerdo con los estilos de desarrollo vigentes. Las razones que fundamentan delimitar el análisis al lapso comprendido por los años 1976 a 20118 proceden del hecho de que cada RSA induce específicas modificaciones en las actividades económicas, de acuerdo a la estrategia de desarrollo adoptada, dejando su propia marca en la estructura de clases sociales.

Efectivamente, es conocido que el RPG que tomó el Estado en marzo de 1976 patrocinó una estrategia de desarrollo económico radicalmente distinta a todas las experimentadas previamente en la Argentina9. Este modelo, de “ajuste estructural”, ya analizado y descripto, en gran parte, por Torrado (2010), dio lugar a una etapa diferente luego de la crisis económica, política y social de 2001-2002. A pesar de la falta de acuerdo sobre la caracterización del periodo iniciado 2003 (Arceo et al, 2012), representada a veces como “post-convertibilidad” o nuevo modelo de desarrollo (Neffa y Panigo, 2009) y otras como el modelo “neo-sustitutivo” (Palomino, 2007), o identificada como la de un nuevo patrón de acumulación (Schorr y Wainer, 2011), posee características de cambio en el conjunto de políticas económicas aplicadas, de ruptura con el modelo de acumulación anterior, presente desde la dictadura y profundizado durante los noventa. Por todo ello, se deriva en el Diagrama 2 la periodización analítica y la fecha de las fuentes adoptadas:

Universos de análisis

Los censos de población y las encuestas a hogares permiten la delimitación de distintos universos poblacionales (en función de la población de referencia) y su discriminación en múltiples niveles de análisis (Torrado, 1998a). Teniendo en cuenta posibles unidades de observación, a saber: los Hogares; la Población; la Población Potencialmente Activa (PPA), el conjunto de individuos diferenciado internamente desde el punto de vista de su pertenencia de clase social fue definido de acuerdo a los criterios teórico-metodológicos que se sintetizan en el Esquema 1 -para mayores detalles teóricos de esta operacionalización véase Torrado (1992: 23 32)-. De acuerdo al esquema, los universos de análisis se establecen en base al tipo de Unidad de observación (Hogares, Población, Población Activa), la Clase de hogar (Particular, Institucional) y la Condición de actividad del Jefe de hogar (Activo o Inactivo), todo ello de acuerdo a las definiciones conceptuales de las fuentes.

El sistema clasificatorio utilizado para definir la posición social de las personas fue construido en base a variables a nivel de los individuos (la clase social, descripta previamente), información que fue utilizada para clasificar, a su vez, a hogares. Cuando el sistema clasificatorio se utilizó a nivel individuos, el universo de observación fue la PPA, en particular la Población Económicamente Activa (PEA) -en este artículo se utilizó en conjunto, a modo tal de resumir información, también la Población No Económicamente Activa (PNEA)-. Cuando fue empleado para clasificar hogares, el universo al que se aplicó estuvo constituido por: a) el conjunto de jefes/as de hogar activos o b) el conjunto de hogares de jefes/as inactivos (el número de jefes es igual al número de hogares particulares). Cuando fue utilizado para clasificar a la población, se utilizó ya sea para el total de la Población en Hogares Particulares de Jefe Activo (PHP-JA) o para la Población en Hogares de Jefe Inactivo (PHP-JI).

La distribución de estos universos a lo largo de los censos bajo análisis es relativamente estable en el tiempo, durante el ciclo 1980-2010. La proporción de Hogares Particulares según Condición de actividad del jefe (Gráfico 1, panel izquierdo, eje izquierdo) manifiesta una evolución comparativamente constante a lo largo del periodo de observación. Los HP-JA mantuvieron una participación en el total de hogares por encima del 70%, levemente mayores en 1991 y 2010. La contraparte de estos valores, los HP-JI oscilaron aproximadamente alrededor del 30% de total de hogares particulares en 1980 y 2001 y cercano al 26% en 1991-2010, proporciones que se pueden considerar, a grandes rasgos, levemente variables11. El total de hogares, como es esperable en contextos de aumento de la población, fue creciente pasando de aproximadamente 7 millones en 1980 a 12 millones en 2010 (Gráfico 1, panel izquierdo, eje derecho).

En el lapso 1980-2010, tampoco tuvo grandes cambios la proporción de personas según Tipo de hogar y Condición de actividad del jefe (Gráfico 1, panel derecho, eje izquierdo). La proporción de PHP-JA fue, salvo en 1980, superior al 75% en el resto de los años. La PHP-JI si bien un poco más altas en 1980 (24.0%) y en 2001 (23.5%), en general, de nuevo, pueden considerarse relativamente estables, al igual que la Población en Hogares Institucionales (PHI) -cuya contribución es muy baja con respecto al total de hogares-. Estos universos son también comparativamente constantes en el contexto de crecimiento demográfico de la población total (Gráfico 1, panel derecho, eje derecho).

Se constatan distintas ventajas y desventajas de estas posibles zonas de análisis. Empezando por el de la población total, si bien posee una cobertura exhaustiva, es imposible establecer la pertenencia de clase para un 20-25% de la misma (la PHP-JI), por lo que este universo es limitado para el análisis de la estructura social. En lo que respecta a la PHP-JA, si bien solo cubre al 75%-80% de la población total aproximadamente, no deja personas sin determinación de clase, clasificación de todos los miembros del hogar particular no-jefes posible reteniendo sólo las posiciones de clase correspondientes a los jefes. Posee la ventaja de englobar al conjunto de población en hogares particulares sin importar su condición de actividad, pero este nivel de análisis es limitado en tanto herramienta para el análisis de la estructura económica, ya que solo considera puestos de trabajo ocupados por jefes de hogar. El perfil de la estructura social resultante de estos dos universos de observación no expresa puntualmente (tal como sí lo hace la PEA) las características de la estructura de producción económica, pero son necesarios para observar las condiciones de vida de la población total.

Gráfico 1. Distribución porcentual (%) (eje izquierdo) de Hogares Particulares (panel izquierdo) y Población en Hogares (panel derecho) por Condición de actividad del Jefe y Tipo de Hogar y Total (en millones) de Hogares Particulares y Población (eje derecho) según año. Argentina, 1980-2010

Fuente: Tabla 7.

El universo PEA comprende a todas las personas económicamente activas el día de cada censo. Tiene como ventaja que las clases sociales que pueden diferenciarse en su interior son relativamente más válidas para el análisis de la estructura de producción económica, pero excluye a la población inactiva, grupo social de especial importancia. La PEA, que solo representa un 38%-45% de la población total es, por las consideraciones previas (a las que hay que agregar la necesidad de mantener la comparabilidad con los estudios antecedentes) el universo de observación privilegiado para el análisis del volumen y configuración de las clases sociales.

En este artículo el estudio de la estructura social y de sus modificaciones en el tiempo se realizó para todos estos universos discriminados, a veces de forma conjunta, otras por separado; en cada presentación es especificado al cual refieren. Se abordó, en primer lugar, el universo de los HP y la PHP y luego la PPA. Al analizar las desigualdades regionales, por cohortes y el periodo 2003-2011, el universo estuvo delimitado a la PEA, mientras que la estructura social a largo plazo, por cuestiones sobre todo comparativas, se restringió al análisis de la PEA No-Agropecuaria.

Resultados: las clases sociales según universos de observación

Hogares Particulares y Población en Hogares Particulares

Durante el periodo 1980-2001, los HP-JA (margen izquierdo de la Tabla 1) muestran una distribución diferencial tanto en volumen como en estructura. Los hogares de Clase alta, en el total de HP-JA, tienen una proporción menor al 1% del total de hogares12. En la Clase media, partiendo aproximadamente de un 40% del total de hogares, se distingue, primero un descenso, y luego un estancamiento, ostentando una proporción cercana al 35% en 1991, manteniéndose prácticamente en el mismo nivel para 2001. Más pronunciado aún es la evolución experimentada por los hogares de Clase obrera y de Trabajadores marginales. En los primeros, los hogares descienden del 54% en 1980 al 48% en 2001 y en contrapartida los segundos aumentan de forma invariable a lo largo del periodo 1980-2001: del 6% del total de hogares pasan al 13% en 1991 alcanzando un 15% en 2001.

Al considerar el universo HP-JI se destaca durante el periodo 1980-1991 la tendencia al crecimiento de la proporción de hogares, sobre todo, de Nivel educativo alto (donde pasan de un 8.7% al 26.1%) pero también del medio (del 38.8% crece al 47.3%). En concomitancia, los HP-JI de Nivel educativo bajo muestran una proporción descendente a medida que transcurren los años, reduciendo su participación en el total de HP-JI a prácticamente la mitad al final del periodo de observación, en 2010 (de un 52% al 27%).

La PHP (margen derecho de la Tabla 1) muestra, con una distribución porcentual diferencial, tendencias similares, a lo largo del periodo de estudio, a las observadas en los hogares, independientemente de la condición de actividad de los jefes y tanto en volumen como en estructura. En principio, se observan proporciones menores de Clase media y mayores en la Clase obrera y Trabajadores marginales, asimilables a tamaños de hogar diferenciales, mayores en los últimos. Además de los contrastes en lo que respecta a proporciones, al cambiar el universo de observación emergen cuestiones de interpretación al analizar esta estructura. En contextos de hipótesis hacia pautas de convergencia demográfica (Sacco y Borges, 2016), donde tanto niveles de fecundidad como de mortalidad estarían aproximándose, independientemente de la diferenciación social, sería esperable que tanto la proporción de hogares como las de población se asemejen cada vez más, aspecto que, aún hacia 2001, no es observable.

Desde 1980 Argentina muestra una proporción estable de población en el nivel educativo medio y bajo (hasta el 2001, cuando comienza a descender levemente el nivel bajo) y crecientes niveles de población con nivel educativo alto13. Los cambios, oscilaciones y niveles observados en los universos de observación de JI (tanto de Hogares como de la Población en Hogares) más que mostrar cambios sugerentes hacia pautas de movilidad social según niveles educativos están manifestando el gran cambio observado de la proporción de personas hacia crecientes niveles de educación, en cada período intercensal, dando cuenta a su vez de la heterogeneidad por edad que puede encontrarse al medir clases sociales desde un punto de vista transversal, donde cambian las estructuras de la población bajo análisis. Los efectos de cohorte y del cambio en la distribución de la población de acuerdo a niveles no serían perceptibles de esta forma al estudiar cambios reales de la estructura social. A medida que cambia la composición de las cohortes involucradas en el periodo bajo análisis según su nivel educativo, la relación entre educación y estructura social se hace más difusa. Estas consideraciones valen para el resto de los universos de observación que involucran JI que se analizan en este artículo.

Tabla 1. Distribución porcentual relativa (en %) y Total (en miles) de Hogares de Particulares (margen izquierdo) y Población en Hogares Particulares (margen derecho) por Condición de Actividad del Jefe/a,

Población Potencialmente Activa

Los cambios en la composición de la PEA (Tabla 2, parte superior) y de la PNEA (mayores de 14 años inactivos durante el periodo de referencia de cada censo -Tabla 2, parte inferior-) - universos que en conjunto componen la PPA- se analizan por separado a lo largo del periodo de estudio, tanto en su distribución (margen izquierdo) como en volumen y crecimiento (margen derecho).

De acuerdo con estos datos, la PEA según Clases y estratos sociales (si se desestima el peso de la Clase alta) estaba compuesta en 1980 por un 41.0% de Clase media, un 48.1% de Clase obrera y un 10.5% de Trabajadores marginales. Dentro de la Clase media, un 32.2% correspondía a su estrato autónomo y un 67.8% a su estrato asalariado, mientras que dentro de la clase obrera su diferencia es más manifiesta, con una distribución interna del 24.9% de autónomos y 75.1% asalariados.

Durante 1980-1991 el ritmo más rápido de expansión correspondió a los Trabajadores marginales, seguida a distancia por los dos estratos autónomos. Para 1991, la distribución de la PEA total según estos componentes favoreció a los Trabajadores marginales (pasando al 16.6%) en detrimento tanto de la Clase obrera (con un 47.1%), pero sobre todo de la Clase media (desciende al 35.8%), donde pierde mayor peso el estrato asalariado, manteniéndose en el mismo nivel los autónomos. En la Clase obrera, en cambio, asciende levemente su estrato autónomo (14.3%) y descienden los asalariados (32.8%).

La tasa media anual de crecimiento intercensal muestra que los Trabajadores marginales (68.6‰) y el estrato autónomo de la Clase obrera (42.8‰) se encuentran por encima del crecimiento promedio de la PEA (26.3‰), en tanto se sitúan levemente por debajo el estrato autónomo de la Clase media y el estrato asalariado de la Clase obrera. Los asalariados, en ambas clases sociales, tienen un ritmo de crecimiento lento, muy por debajo del nivel de la PEA, sobre todo en la Clase media (6.5‰).

El periodo 1991-2001 posee una dinámica que profundiza, en gran parte, las características del periodo intercensal previo, salvo el leve crecimiento de la Clase media -sostenido principalmente por su componente autónomo (pasa al 37.7%)-, manteniéndose prácticamente estancados los asalariados en un 22.6%-. Se percibe un descenso más pronunciado de la Clase obrera (pasando al 44.0%) y un aumento continuo, aunque menor que en el periodo intercensal previo, de los Trabajadores marginales (con un 17.9%). En términos absolutos el estrato de Trabajadores marginales es, de nuevo, quien más acelera su crecimiento, luego del estrato autónomo de la Clase obrera y más lejos, los autónomos de Clase media, seguidos de los asalariados.

En síntesis, las tendencias que se manifiestan en el lapso 1980-2001 son las de un crecimiento ininterrumpido de los Trabajadores marginales, complementado por un decrecimiento relativo de la Clase obrera, tanto de su estrato asalariado como autónomo (quien contribuye a sostener una menor caída) y un ligero estancamiento de la Clase media, sostenido sobre todo por un leve aumento de su estrato autónomo.

En lo que concierne a la PNEA se observa un crecimiento continuo de la población en Nivel educativo alto y medio a lo largo del periodo 1980-2010 y, en contraparte, un descenso del Nivel educativo bajo. Esta dinámica fue más fuerte e intensa en el periodo intercensal 1980-1991 en el nivel alto y bajo, mientras que en nivel medio el ritmo de mayor de crecimiento se dio durante 1991-2001.

Tabla 2. Distribución porcentual relativa (en %), Total (en miles) (margen izquierdo) y Tasa media anual de crecimiento intercensal (por mil) (margen derecho) de Población potencialmente activa por Condición de Actividad, Clases y Estratos sociales (PEA) o Nivel educativo (PNEA), según año. Argentina, 1980-2010

PNEA (%) N (miles)

Desigualdades regionales

La evolución descripta en el apartado anterior para la Argentina como un todo está lejos de ser uniforme a lo largo del total del país, donde distintos sub-espacios siguen una dinámica de la estructura social particular, acercándose más o menos al promedio total. Siguiendo el marco explicativo de estos procesos, los modelos de acumulación que se dieron a lo largo del periodo bajo análisis indujeron resultados diferenciales en las distintas regiones. El análisis de estos cambios tiene costados complejos. Comenzando primero por la regionalización estadística, muy debatible en cuanto a sus criterios, pero a la vez oportuna para realizar comparaciones diacrónicas; siguiendo por las causas tanto externas como internas que pudiesen haber influido en la estructura social, donde el modelo de acumulación general domina, pero existen otros subyacentes que impactan a las distintas regiones, hacen que el análisis en detalle de estos procesos exceda los límites de este artículo. Incorporar este breve análisis descriptivo tiene como objetivo manifestar el valor de la dimensión regional en el análisis de la estructura social.

Al observar la distribución de PEA por clases sociales según región14, se destacan diferenciales tanto (y, sobre todo) entre regiones como a lo largo de los años (Tabla 3 y Tabla 4). El Gran Buenos, la región con más población, muy heterogénea en su interior (incluye a la Ciudad de Buenos Aires y a los Partidos del Gran Buenos Aires), si bien exhibe una evolución similar a la Argentina (Tabla 2) en cuanto a sus tendencias generales, las proporciones son relativamente altas en la Clase media y menores en la Clase obrera y en los Trabajadores marginales. Los niveles de asalarización son levemente mayores en la Clase media, aunque también, como en el total del país, decrecientes a lo largo del ciclo 1980-1991. En cambio, se observa una caída aún más pronunciada del estrato asalariado de la Clase obrera (donde pasa de un 34.6% en 1980 al 18.5% en 2001), y, en contraparte, un aumento significativo de su estrato autónomo (pasando de un 9.3 al 21.9%).

Si bien con distribuciones diferenciales, la región Pampeana y Cuyo muestran tendencias afines: disminución de la participación de la Clase media durante 1980-1991, luego un breve crecimiento durante 1991-2001, leve aumento de su estrato autónomo en 1991-2001 y descenso de su estrato asalariado en 1980-1991, prácticamente estable en el siguiente periodo intercensal. La Clase obrera en estas dos regiones se mantuvo invariable entre 1980-1991, descendiendo hacia 2001; en ambos periodos intercensales, con aumento de su componente autónomo. Aunque en ambas regiones creció la participación de los Trabajadores marginales, en Cuyo continuó la tendencia ascendente del periodo anterior, mientras que en la región Pampeana este crecimiento se interrumpe durante 1991-2001.

Algo similar a esto último ocurrió en la Patagonia: crecimiento de los Trabajadores marginales durante 1980-1991, estancamiento en el periodo intercensal posterior. En esta región, los niveles de participación de la Clase media siguen los patrones observados para Argentina, aunque su asalararización, si bien baja durante 1980-1991, se mantiene en 2001.

Tanto el Noroeste como el Nordeste ostentan la menor proporción relativa de Clase media con respecto al resto de las regiones, y mayores, aunque sostenidamente decrecientes, de Clase obrera. En estas dos regiones no sólo ya para 1980 revelaban los mayores niveles de Trabajadores marginales, sino que además su crecimiento fue mayor que en el resto, manifestando hacia 2001 la mayor proporción de esta subpoblación en Argentina, llegando a valores cercanos al 25% del total en 2001.

Tabla 3. Distribución porcentual (en %) y Total (en miles) de PEA por Clases y Estratos sociales según año y región. Gran Buenos Aires, Pampeana, Patagonia, 1980-2010

Fuente: elaboración propia en base a IPUMS-I (1980) y CNPHyV (1991-2001). Tabla 4. Distribución porcentual (en %) y total (en miles) de PEA por Clases y

Diferencias por cohorte

Los procesos globales de la estructura de clases durante el periodo 1980-2001 analizados previamente, si bien no lineales, son dentro de todo bastante moderados si se los considera entre periodos intercensales o si se los supone año a año. Esto da cuenta de que los cambios en las proporciones de las diferentes clases y estratos son generalmente lentos, progresivos y relativamente estables. Por lo general, la observación de esta evolución podría estar dejando de lado los desarrollos y cambios que pudieron haber ocurrido en cada una de las cohortes involucradas en los procesos históricos que dieron configuración a la estructura social en cada momento. Pero es también posible suponer que cambios bruscos en distintas cohortes involucradas no sean perceptibles en el corto plazo, teniendo en cuenta que una tendencia, por ejemplo, al crecimiento de un grupo social entre los periodos intercensales analizados, puede enmascarar grandes oscilaciones que sustituyen un movimiento por otro.

Por estas razones y dado que la gran mayoría de los estudios sobre estructura social basados en censos y encuestas a hogares responden a una mirada transversal de las transformaciones en el tiempo, se agrega un análisis longitudinal observando las transformaciones en la estructura social por cohortes reales. Se utiliza el concepto de cohorte real como aquella que corresponde a la cohorte de nacimiento, es decir, aquel grupo de personas nacidas en el mismo año o años15. Esta distinción se realiza para diferenciarla de la noción de cohorte sintética o hipotética y para evitar la confusión con el término “generación”, que suele tener un rango diferencial de sentido en la literatura sociológica e histórica (Kertzer, 1983; Alwin y McCammon, 2007).

La principal ventaja de agregar el corte por cohortes en el análisis de las clases sociales es que puede proporcionar una medida de los procesos de cambio social que se dieron en el mundo económico en un grupo de personas cuya estructura (por edad y otras características) es constante en el tiempo, que no están afectadas, como lo están desde un enfoque transversal, sobre todo, por la estructura por edad de la población, variable que tiene un rol explicativo preponderante a la hora de observar los procesos de movilidad social. En la medida en que muchos cambios sociales pasan a través de las cohortes, ellas mismas pasan al lugar de la observación de los cambios sociales.

A tal efecto se ha elaborado el Gráfico 2. Comenzando por las cohortes más viejas16 de 1895-1904 y 1905-1914, se observa, como es esperable, su mayor proporción en los grupos de inactivos. En ambas se distingue un descenso de la participación de personas en la PNEA de Nivel educativo alto y el concomitante crecimiento de población inactiva en los niveles medio y bajo. El pequeño sub-universo de activos revela proporciones constantes a lo largo del tiempo de Clase media y Clase obrera y creciente de Trabajadores marginales. No debe dejarse de lado el hecho de que estas cohortes estaban compuestas ya para 1980 por una porción muy pequeña de sus efectivos iniciales, y de aquellos efectivos que se agregaron a través de migraciones, salidas debidas sobre todo a la mortalidad, y que, además, eran ya eran envejecidas para 1980.

Dos observaciones se desprenden de estos hechos: en primer lugar, las limitaciones para realizar comparaciones válidas con otras cohortes compuestas en mayor parte por activos, lo que refleja a su vez, en segundo lugar, las limitaciones del análisis de clases sociales basados en fuentes censales, que no miden la última ocupación de los inactivos y por ende, limitan enormemente las posibilidades de análisis longitudinal de la estructura social y de los procesos de movilidad social que se pudieron haber dado bajo el periodo de análisis.

Si se toma en cuenta el grupo de las cohortes de 1915-1924 y de 1925-1934 los patrones vistos para las cohortes previas se distinguen con mayor nitidez, sobre todo al observar la cohorte de 1915-1924, quien entraba, masivamente, en las edades de retiro ya para 1980. En ambos conjuntos se observan proporciones decrecientes de Clase media y Clase obrera, y a la vez, a medida que transcurren los años, proporciones crecientes en todos los grupos de inactivos. Más que mostrar elementos para elaborar hipótesis acerca de procesos de movilidad social, de nuevo, dan cuenta de los procesos no observables por la fuente y, además, con mayor claridad que para las cohortes más viejas, del gran número de personas vivas en edades avanzadas (aspecto relativo al aumento constante de la esperanza de vida al nacer), quienes engrosaron, en proporciones no experimentadas previamente (Sacco, 2016a), la vejez y por ende, la inactividad entre 1980 y 2001.

Distinto es el caso de la cohorte de 1935-1944 quien recién alcanza edades de retiro hacia el 2001. En este grupo prácticamente se mantiene constante la proporción de inactivos entre 1980 y 1991, mientras que en ese mismo lapso descienden los valores en Clase media (del 46% pasa al 41%) y de Clase obrera (del 34% al 30%) aumentando el peso de los Trabajadores marginales (del 4% al 11%). Para el 2001 estas tendencias quedan más diluidas por efectos de la mortalidad y el paso a la inactividad de una buena parte de la cohorte.

Este proceso, que puede caracterizarse a grandes rasgos como de movilidad social intra-generacional descendente, puede distinguirse con mayor nitidez para la cohorte de 1945-1954 y la de 1955-1964, quienes bajo todo el periodo de observación se encontraban en su totalidad en edades potencialmente activas. Ambas cohortes muestran estables sus niveles de Clase media y Clase obrera durante 1980-1991, pero crecientes niveles de Trabajadores marginales, sustentados, al parecer, por el paso a la actividad de inactivos. La cohorte de 1945-1954 ostenta en el periodo 1991-2001 una caída de la Clase obrera, un leve aumento de los inactivos y de los Trabajadores marginales y descenso, pequeño, de la Clase media17, mientras que en la de 1955-1964 se distinguen las mismas tendencias, salvo un leve aumento de Clase media.

Las cohortes más jóvenes de 1965-1974 y de 1975-1984 revelan dos procesos similares: descenso a lo largo del tiempo de Clase obrera, aumento de los Trabajadores marginales, en especial durante el periodo 1980-1991 y proporciones estables de inactivos. En la cohorte de 1965-1974 se observa un descenso de la Clase media durante 1980-1991 que luego asciende hacia el 2001 al mismo nivel de 1980. Esta clase social, en cambio, en la cohorte de 1975-1984, es descendente durante el periodo de análisis.

Gráfico 2. Distribución porcentual (en %) de Población en Hogares Particulares según Clases sociales (Activos) y Nivel educativo (PNEA) según cohorte y año. Argentina, 1980-2010

i Clase Alta ■ Clase Media ■ Clase obrera ■Trabajadores marginales Nivd ed baj o ■ Nivel ed medio ■ Nivel ed alto

Fuente: elaboración propia en base a IPUMS-I (1980) y CNPHyV (1991-2001).

Periodo 2003-2011

Como fue mencionado previamente, en el censo 2010 la pregunta concerniente a las ocupaciones sólo midió el carácter de las mismas, reduciendo la información disponible relativa a las tareas -para más detalles sobre esta cuestión véase Sacco (2015; 2016), lo que torna imposible cualquier tipo de reconstrucción de un sistema clasificatorio de ocupaciones y, por ende, de clases sociales tales como el de Torrado, en base a esa fuente. Los datos de la EPH resultan prácticamente los únicos capaces de otorgar la posibilidad, medianamente razonable, de realizar comparaciones con los censos anteriores al de 2010. La encuesta, sin embargo, tuvo una gran cantidad de problemas de validez metodológica durante el periodo 2007-2015, principalmente asociados a la situación institucional del INDEC -para más detalles sobre esta cuestión véase INDEC (2016)-.

A falta de fuentes complementarias y a la espera de ajustar, si llegara a ser posible, los datos, los resultados obtenidos serán parciales hasta que pueden obtenerse mediciones alternativas. Para evitar comparaciones ajustadas, se estimó el volumen de las clases sociales de acuerdo a la información de la encuesta para el lapso 2003-2011, que no sólo coincide parcialmente con el último período socio-histórico discernido, sino también, en parte, con el periodo intercensal 2001-2010 y con la reformulación conceptual y metodológica de la EPH aplicada a partir de 2003 (INDEC, 2003). Adicionalmente, cuenta con una mayor cantidad de aglomerados considerados. Por estas razones se desestimó, en este artículo, realizar una comparación a más largo plazo de la estructura social que podría llegar a obtenerse con esta fuente, en sí misma tampoco exenta de problemas de comparabilidad.

El universo de PEA según Clases y estratos sociales (Tabla 5) (comparable metodológicamente con los datos con los datos censales analizados en las secciones precedentes) registra, en lo que respecta a la Clase media, que su estrato autónomo osciló entre el 13% al 12% de la PEA durante el período 2003-2011, siendo su tendencia descendente a partir de 2005, mientras que en el estrato asalariado se advierte un aumento de su participación en la PEA total, en especial a partir del 2005, pasando de un 32.5% a un 35.2% en 2011. La proporción de Clase media crece lentamente (salvo durante 2003-2004) en todo el periodo pasando del 46.3% en 2003 al 48.1% en 2011.

El estrato autónomo de la Clase obrera desciende durante 2003-2007 (pasa del 10.4% al 8.4%) para luego estabilizarse hasta final del periodo de observación alrededor del 9%, mientras que el estrato asalariado muestra una tendencia similar, pero con una mayor participación. La proporción de Clase obrera también es oscilante por periodos, pero manteniéndose con muy pocas diferencias entre puntas y año a año, alrededor del 40% de la PEA total.

Los Trabajadores marginales mantienen cifras que muestran su mayor proporción en 2003, con un 10.8% de PEA, valor que es levemente descendente hasta el 2008; se observa un breve aumento entre 2009-2010 y para 2011 se encontraba en el 9.2% del total de PEA.

Tabla 5. Distribución porcentual (en %), Poblacional de referencia (N) (en miles) y Casos (n) (en absolutos) de PEA por Clases y Estratos sociales según año. Total de aglomerados urbanos relevados, 2003-2011, (3er trimestre)

Fuente: elaboración propia en base a EPH. * Segundo trimestre.

Los procesos de cambio durante el lapso 2003-2011 contrastan con los periodos anteriores, en particular no solo en la proporción de cada clase, en el sentido de un aumento importante del total de Clase media, sostenido sobre todo por su estrato asalariado; también se distingue un leve descenso de la participación en el total de la Clase obrera, con un cambio importante dentro de sus estratos, donde, de nuevo, son los asalariados quienes pasan a ocupar la mayor parte de este grupo. Los Trabajadores marginales por su parte, muestran a su vez un importante descenso.

De cualquier manera, hay que tener distintos recaudos de interpretación de estos resultados, teniendo en cuenta su comparación con los datos de las secciones previas. En primer lugar, estudios previos (Sacco, 2014) en base a la EPH analizando la estructura de clases sociales a largo plazo (1980-2011) comparando la misma área geográfica con censos, el GBA -aglomerado que tuvo distintos problemas de cobertura censal en 2001- mostraban que los censos computaban una mayor proporción tanto de Clase media como de Clase obrera en comparación con la EPH y mayores proporciones de autónomos en ambas clases. En segundo lugar, más allá de comparar estimaciones provenientes de distinta fuente, los problemas metodológicos de la EPH, previamente señalados, podrían estar jugando un papel difícil de dilucidar en los resultados finales. A pesar de estos problemas de comparabilidad, esta evidencia está en línea con los diversos trabajos que estudiaron la estructura social en base a ingresos o bien aplicando esquemas de clase social alternativos en la EPH o en encuestas ad-hoc, mencionados en la Introducción de este artículo.

El largo plazo (1947-2011)

A modo de realizar un análisis en perspectiva histórica se elaboró la Tabla 6, que muestra la distribución de PEA en Ramas de Actividad no Agropecuarias para el periodo 1947-2010. Los datos de 1947 a 2001 provienen de los censos de población, mientras que los de 2010 son de la EPH (en este caso, se incluyó a toda la PEA, dado que su relevamiento se da, casi en su totalidad, en aglomerados urbanos).

La PEA no agropecuaria era analíticamente discriminada por Torrado, principalmente, debido a los cambios socio-históricos que se dieron en el ámbito de residencia (urbana-rural) de la población y de las actividades económicas prevalecientes en el ciclo histórico 1947-1980, y también por la confiabilidad de los datos concernientes a la población no-urbana de los censos anteriores al de 1980. Es argumentable que tales problemas de calidad sigan encontrándose en los censos posteriores: en primer lugar, los procesos efectuados en la estructura de producción económica en el periodo 1947-1980 produjeron un gran cambio en la composición de PEA por Rama de actividad, transformación palpable en los altos niveles de migración, en especial la interna, observados en ese lapso, hecho que pudo haber afectado la confiabilidad de los datos, sobre todo en la comparación diacrónica.

En segundo lugar, los procesos de creciente población urbana y decreciente población rural (factor asociado sobre todo a la transición de la fecundidad), con masivos movimientos de personas hacia aglomerados urbanos, en especial al Gran Buenos Aires -procesos analizados por Germani (1962, 1963b)-, ya para 1980 se encontraba en su final. El ciclo socio-demográfico abierto a mediados de los setenta, en el cual los cambios en los patrones migración interna fueron solo una parte de otras grandes transformaciones, con una población altamente urbana y de PEA decreciente en ramas agropecuarias, es completamente diferente al estudiado por Torrado. A sólo efecto de mantener la comparabilidad, los datos de 1980 a 2001, por ende, mantienen el mismo criterio de los estudios antecedentes, es decir, excluyen la población ocupada en ramas de actividad agropecuarias.

Torrado (1992), analizando el ciclo 1947-1980, mostró tendencias de la estructura social que pueden resumirse en: crecimiento continuo del volumen relativo de la Clase media y su asalarización, complementado por el descenso relativo de la Clase obrera y su desasalarización. A estos rasgos, ya muy conocidos por la literatura, cabría agregarles niveles ligeramente crecientes de Trabajadores marginales entre 1960 y 1980.

A largo plazo, en el periodo 1947-2001, luego del crecimiento de la Clase media hasta 1980 (del 40.6% en 1947 pasa a 45.3% en 1980), en 1991 se distingue su descenso y un nivel prácticamente estable para 2001 (41.4%), pero cambiando a partir de ese momento su composición interna, en el sentido de una creciente participación de su estrato autónomo. La Clase obrera muestra un constante descenso en su volumen (pasa del 49.6% en 1947 al 39.9% en 2001) y un invariable proceso de desalarización en todo el ciclo. Por su parte, los Trabajadores marginales, salvo un leve descenso durante el periodo 1947-1960, revelan un constante crecimiento, particularmente intenso durante 1980-1991 y en 1991-2001.

Con la única, insuficiente y eventual evidencia disponible para 2010 las tendencias del periodo 1980-2001 previamente descriptas se revierten: aumento significativo del peso de la Clase media, interrupción del descenso de la Clase obrera, creciente asalarización de los estratos en ambas clases y descenso significativo de los Trabajadores marginales.

Tabla 6. Distribución porcentual (en %) y Total (en miles) de PEA en Ramas de actividad no agropecuarias por Clases y Estratos sociales según año. Argentina, 1947-2010

Fuente: para el período 1947-1970, Torrado (2010: 41); para 1980, IPUMS-I; para 1991-2001 elaboración propia en base

a CNPHyV; para 2010, EPH.

1 Los casos sin especificar fueron asimilados a Trabajadores Marginales.

2 La PEA sin datos sobre Rama de actividad fue asimila de acuerdo a la distribución proporcional de los casos con información.

3 Datos de EPH.

Conclusiones y Discusión

Continuando la serie histórica de análisis de Germani-Torrado se observaron cambios profundos en la estructura social durante los años 1980 a 2010, que contrastan con lo observado en periodos anteriores. Los efectos sociales regresivos impuestos por la apertura económica iniciada con el golpe cívico-militar del ‘76 y continuada en democracia hasta el 2002, operaron en transformaciones intensas en lo que respecta a la estructura de clases sociales: descenso de las Clases medias entre 1980 y 1991 y su estancamiento en 2001; caída continua del volumen total relativo de la Clase obrera en todo el lapso 1980-2001. En ambas clases, creciente peso de autónomos. En este contexto, el de Trabajadores marginales fue el único grupo que creció. Con la poca evidencia disponible, estos procesos se revierten hacia 2010.

Estos resultados son relativamente coherentes con una gran gama de estudios sobre las clases sociales que utilizan otras fuentes de datos. A diferencia de una buena parte de ellos, los datos construidos en base a los censos dan la posibilidad de hacer comparaciones diacrónicas, sincrónicas, seguir cohortes, ir a zonas geográficas más pequeñas, entre otras. De esta forma, el estudio por región y cohorte mostró, a su vez, dos niveles de análisis que dejan entrever procesos socio-históricos y espaciales que la observación a nivel global encubre, ya que se encontraron grandes diferenciales en la configuración de las clases sociales según estas variables.

En relación a esto, siendo muy escasas las fuentes para estudiar los vínculos entre desigualdad social y otras áreas de lo social, los censos de población son una fuente privilegiada para estudiar estas tendencias. En este sentido, la información relativa a las ocupaciones del censo 2010 privó enormemente a los investigadores de indagar, de forma relativamente comparable, las tendencias y factores explicativos del cambio en la estructura social durante el periodo posterior al ajuste estructural.

Los distintos universos de observación mostraron, a la vez, tendencias en paralelo, aunque con volúmenes diferenciales, debido sobre todo a distintos tamaños familiares. Este factor puede suponerse como el resultado de dinámicas demográficas diferenciales al interior de cada clase social, componente que merece mayor indagación en futuras investigaciones. En efecto, en la literatura existente diversos autores coinciden alrededor de la idea de una fuerte relación entre la posición en la estructura social y la dinámica demográfica. Los estudios de Germani y Torrado, por ejemplo, que analizaron estos procesos durante el período de transición demográfica, conciertan en que las clases altas y medias ostentaron menores niveles de fecundidad y mayor esperanza de vida, condicionando de esta forma su reproducción. Investigaciones posteriores deberían comprobar si hacia fines del siglo XX se observaban estas mismas correlaciones en escenarios de pos-transición demográfica, o deben buscarse otros factores explicativos en las dinámicas demográficas diferenciales, más allá de la posición en la estructura social. Las hipótesis acerca de crecientes pautas de convergencia demográfica durante el periodo de estudio constituyen un punto de indagación a ser explorado en base a los resultados construidos en este artículo18.

Mucho más queda aún por explorar en base a los resultados analizados. En particular las características económicas en detalle de cada clase social, su composición por sector, rama, etc. En relación ello, sin embargo, dados los problemas de comparabilidad y calidad de las variables económicas de los censos, sobre todo a partir de los noventa, convierten a la EPH en un corpus más confiable para indagar estos aspectos, ya que cubre una amplia gama de la población total (casi la totalidad de la urbana) y una mayor cantidad de variables a lo largo del tiempo, comparables y con menores problemas de calidad que el censo.

A comienzos del siglo XX, si bien predominan proporciones estables de Clase media, su diferenciación interna no está dada por su posición el mercado de trabajo en tanto las tareas que realiza sino en el sentido de las características dentro de esa tarea: menores ingresos, precariedad laboral, desempleo, etc., efectos visibles de la aplicación del modelo de ajuste. Los cambios en la estructura de clases observados poco dicen sobre sus condiciones de vida: las estructuras cambian y también lo hacen los modelos de acumulación, pero los procesos de desigualdad social, no en términos de clase, sino, por ejemplo, de ingresos, pueden exacerbarse en distintos contextos de movilidad social. ¿Por qué otorgar el factor explicativo a los modelos de acumulación? ¿Estructuras sociales que no están relacionadas con la estructura económica podrían estar jugando también un papel en la diferenciación social? Difícilmente puedan responderse estas preguntas en base a las fuentes cuantitativas utilizadas.

Las sacudidas observadas en la estructura social al nivel macro analizadas se muestran como un fenómeno importante en la historia social de Argentina. El hecho de que este proceso quede por momentos diluido como un cambio progresivo plantea preguntas: ¿ellos se explican por cambios abruptos de política económica (tal como se propone en el contexto explicativo de modelos de acumulación), por cambios en el sistema educativo, o por la fortuna de ciertas cohortes que llegaron al mercado laboral en momentos más favorables que otras, o, en fin, por la valorización diferencial de unas cohortes con respecto a otras?

La diferenciación de clase social es relativa no sólo al tipo de universo sino también al tipo de observación (transversal, longitudinal). Los procesos de movilidad social descendente del periodo 1976-2011 desde el punto de vista de la PEA afectaron particularmente a las cohortes de 1945-1954, 1955-1964, 1965-1974 y 1975-1984, aspecto que debe ser indagado con mayor profundidad.

18 En la perspectiva de este trabajo la dimensión económica fue analizada de acuerdo a la estructura y dinámica de estratos sociales homogéneos. Remite por lo tanto a un modelo explicativo que se centra más en la estratificación social que en las variables económicas propiamente dichas. Este punto de vista no agota la extrema complejidad de las relaciones entre economía, desigualdad social y población y la gran cantidad de variantes, indicadores y dimensiones posibles de considerar a la hora de abordar esta relación.

En fin, el análisis de clase pos sí mismo no vasta en el nuevo contexto social y demográfico abierto a partir de 1976. ¿Cuál es el rol de las interseccionalidades entre sexo, género, cohorte, generación, edad y edades como papel explicativo a la hora de estudiar los procesos de diferenciación social que caracterización a la sociedad de la Argentina?

Anexo estadístico

Tabla 7. Total (en absolutos) y distribución porcentual relativa (en %) de Hogares Particulares y de Población en Hogares Particulares por Condición de Actividad del Jefe/a de Hogar y Tipo de Hogar y de Población Potencialmente Activa por Condición de Actividad según año. Argentina, 1980-2010

Fuente: IPUMS-I (1980) y CNPHyV (1991-2010).

Anexo metodológico

La reconstrucción del esquema de clases de Torrado consistió de las siguientes etapas:

a) homogeneización de los clasificadores de ocupación de los censos de 1980, 1991 y 2001 a la CIUO-88 a nivel de dos dígitos de acuerdo a la tabla de asignaciones de Sacco y Riveiro (mimeo).

b) reconstrucción de la serie de Nomenclador de Condición Socio-Ocupacional (CSO) del CFI (1988);

c) construcción de la serie de clases sociales en base a Torrado (1992);

d) ajuste de datos de PEA para los censos de 1991 y 2001 según Sacco (2014, 2016b).

El punto a) se basó, en parte, para 1991 pero sobre todo para el 2001, en las asignaciones ya realizadas por el INDEC (2005). Complementado esta propuesta, al homologar ocupaciones del CNO tanto con los datos censales como con los de la EPH, se encontraron una gran cantidad de códigos que no figuran en el libro de códigos. En estos casos se asumió que no correspondían a errores de codificación sino a la apertura de códigos no contemplados en el libro, por lo que su asignación siguió la misma lógica de los códigos pre-detallados.

Esta homologación no carece de problemas, en especial en relación con los datos del censo de 1980. La CIUO-88 argumenta que ocupación y que la categoría de actividad son dos cosas diferentes y por lo tanto necesitan medirse de forma separada. Por esta razón, para la CIUO-88 algunos empleadores se clasifican junto con sus empleados, y en particular no distingue entre propietarios directores y directores no propietarios; otro problema es que los gerentes están organizados en tres niveles que remiten al tamaño del establecimiento. Es también dificultosa la tarea de identificar supervisores dentro del establecimiento. Los pequeños propietarios agrícolas figuran en al menos 5 códigos diferentes, y ello resulta en una difícil clasificación como así también es ambigua la codificación de los cuenta propia en el agro; en fin, el código de servicios y ventas es muy amplio y no hace distinciones en su interior.

Para el censo de 1980, en los casos donde dos o más códigos de la CIUO-88 estaban implícitos en el Clasificador de Ocupaciones (CO-80) se optó como primera regla de asignación la definición conceptual tanto del censo (de acuerdo a las ocupaciones que lista el libro de códigos del CO-80), y, dado que el IPUMS ya codificó a un dígito este clasificador, se procuró, como segunda regla, que también concordaran ambos a un dígito, de acuerdo al código coincidente con mayor frecuencia. En casos dudosos, ya que inevitablemente los ajustes incluso entre CIUOs no son perfectos, y si bien la lógica de la clasificación original sugiere una interpretación particular de un determinado título profesional, se los ubicó de forma inferencial. En general, esto no trajo mayores problemas, salvo algunos casos particulares. Por último, se procuró que mantuvieran el nivel de mayor desagregación posible para reagrupar categorías siguiendo el Grupo Ocupacional del CFI.

Los casos particulares fueron aquellos que sólo estaban contemplados en el CO-80, es decir, que no tenían homólogo razonable en la CIUO-88. En particular, especial tratamiento tuvieron los grupos 61 (Propietarios de explotaciones agrícolas), 43 (Jefes del sector comercio), 51 (jefes del sector servicios), 91 (Personal del servicio doméstico) y el 78 (Capataces) del CO-80. Dado que la CIUO no distingue a los pequeños comerciantes ni a Jefes y supervisores, estás categorías fueron asimiladas según el grupo de la CIUO-88 siguiendo los criterios que se describen a continuación.

Ya que en la Introducción del Manual de la CIUO-88 (ILO, 1990: 10) se argumenta que la información de categoría ocupacional debe quedar asegurada como variable independiente, dado que virtualmente cualquier ocupación puede ser ejercida como cuenta propia, así como en una posición asalariada e, igualmente, todas las ocupaciones tienen algún grado de supervisión de responsabilidad, para el agrupamiento de estos códigos se decidió que las ocupaciones de Jefatura y supervisión del CO-80 fueron asimiladas al Grupo Ocupacional 1 del CFI (Directores) y que la Categoría ocupacional los ubique según las asignaciones que correspondan en este grupo. Por lo tanto, para los Jefes y supervisores, el caso de los asalariados puede que esté sobreestimando muy levemente la Clase alta con respecto a la Clase media según la propuesta de Torrado, ya que ocupaciones de empleadores en establecimientos de más de 5 personas en estas categorías, en lugar de agruparse en Propietarios de Pequeños Establecimientos (PPE), irán a Directores (DIREC) y los asalariados en establecimientos de más de 5 ocupados se asignaron a DIREC en lugar de Técnicos (TECN), según la nomenclatura del CSO.

Para el caso de los Propietarios de explotaciones agrícolas, se ponderó la categoría ocupacional. Los casos de asalariados en este grupo, por ende, podrían estar sobreestimando la Clase obrera con respecto a Torrado, donde su agrupación final los ubicaba en la Clase media. Por ejemplo, el grupo 61 de la CO-80 fue asimilado al grupo 13 de la CIUO-88 (Gerentes de Empresa). El grupo 53 (Jefes del sector servicios) en lugar de asimilarse al grupo que le correspondería según la homologación (grupo 51), fue incluido al grupo 34 de la CIUO.

El otro código que fue “pasado” fue el de los maestros (código 19 de la CO-80) que en lugar de ser asimilado al grupo 23 de la CIUO-88 (Profesionales de la enseñanza) fue enviado al grupo 33 (Maestros e instructores de nivel medio). Ya que fue el único conjunto presente en ese código, fue luego asignado al grupo 4 del CSO, para mantener la comparabilidad. Otro caso especial que no siguió vis a vis la homologación fue el código 56 del CO-80 (asimilable al código 51 de la CIUO-88) que fue enviado al código 9 y no al 91 de la CIUO, para mantener separado al grupo 91 (asignado a Trabajadoras del Hogar).

El caso particular de la categoría Trabajadoras del Hogar (ex Empleados domésticos según la nomenclatura de Torrado) se resolvió de la siguiente manera: para censo de 1980 se utilizó el código 55 del CO-80; para el censo de 1991 se utilizó el código 564 del CNO-91; para el 2001 se utilizaron los códigos 55113, 55203, 55313, 55314, 55319 del CNO-01 y todas aquellas ocupaciones codificaciones en la Rama de Actividad “Servicio Privados a Hogares Particulares” del Clasificador de Actividades Económicas para Encuestas Sociodemográficas.

En el sistema de clasificación de la OIT, el factor decisivo para determinar cómo se debe clasificar una ocupación es la naturaleza de las habilidades (calificación) que se requieren para llevar a cabo las tareas y deberes de los puestos correspondientes, y no la forma en que se adquieren estas habilidades (educación). Los Grupos Ocupacionales del CFI y la CIUO-88 están basados en tareas y niveles de calificación y la división manual o no manual de las tareas. Una diferencia importante entre ambos es el nivel jerárquico de los supervisores, ya que la OIT distingue entre status del empleo y el empleo en sí. Esta diferencia, sin embargo, es subsanable (en términos comparativos), dentro de todo, al utilizar la categoría ocupacional.

En cierta forma, por ende, el ordenamiento de ocupaciones de la CIUO-88 es bastante similar al propuesto en los Grupos Ocupacionales por el CFI, variable que estuvo pensada para crear un codificador común para las clasificaciones de los censos de 1947 a 1980. Dados los cambios en las definiciones de las ocupaciones en los censos de 1991 y 2001, asimilar estos clasificadores resulta una estrategia metodológica dentro de todo sencilla que permite reagrupar la babel de códigos ocupacionales a un común denominador que los aglutine y es, además, replicable para usuarios.

Los datos de ocupación son de muy mala calidad y de altos niveles de errores y esto es un supuesto ya que no hay documentación del INDEC que lo sustente -para mayor detalle sobre esta cuestión ver (Sacco y Riveiro, 2016)-. Al elaborar un nomenclador lo suficientemente agregado se estima que se salvaguardan algunos de los problemas de calidad que pudiesen encontrarse al utilizar niveles de información con mayor detalle. Es probable que este aspecto sea la razón para encontrar que los resultados en base a la EPH sean similares con esquemas de clase alternativos en base a esa fuente.

El cuadro de equivalencias entre los códigos ocupacionales desde el censo de 1980 a 2001, en base a 2 dígitos de la CIUO-88, siguiendo estos criterios no se incluye en este anexo por motivos de espacio. Puede consultarse en Sacco y Riveiro (mimeo)19.

El punto b) por lo tanto, dados los cambios mencionados previamente, actualizó la propuesta del CFI según este diagrama:

Diagrama 3. Definición de los estratos socio-ocupacionales según valores de las variables intervinientes.

* Los números entre paréntesis indican el código de la CIUO-88.

Los números dentro de cada celda indican su pertenencia al estrato de misma numeración en el Diagrama 2 de Torrado , (1998b: 226).

El punto c), de seguido, consistió en la construcción teórica y metodológicamente las clases sociales siguiendo el Diagrama 3, agrupando las categorías en base a Torrado (1998b: 235).

En lo que respecta a la condición de actividad, -punto d)-, a raíz de, en algunos casos, su captación diferencial y otros, sus errores, a lo largo de los censos bajo análisis se tomaron distintos criterios a la hora elaborar la variable clase social. El cambio intercensal en las tasas de actividad entre 1980-1991 es en parte producto del cambio técnico de la medición de esta variable (Wainerman y Giusti, 1994; Groisman, 1999). Más allá de este efecto, las comparaciones suponen que no afectan significativamente las estimaciones del volumen de cada clase social, salvo de los Trabajadores marginales. En este sentido, los cambios observados podrían estar sobreestimando el volumen total de esta clase en el periodo intercensal 1980-1991. Pero al mismo tiempo, las políticas económicas aplicadas durante ese lapso, muy conocidas por la literatura, desencadenaron un mercado de trabajo, que indujo, sin dudas, un crecimiento de los Trabajadores marginales. Por lo tanto, si bien la comparación pueda estar perturbando los niveles que muestran los datos, probablemente, en una medida prácticamente imposible de conocer, no lo hagan en la tendencia.

Más allá de los cambios en cuestiones relacionadas con los clasificadores de ocupación (y su calidad) o medición de la condición de actividad entre 1980-1991 y los siguientes censos, en el censo de 2001 se verificó una problemática captación de los activos, en particular, de los desocupados. Dado que a este conjunto poblacional no se le preguntó por la última ocupación en los censos de 1991 y 2001 (aunque sí en el de 1980), para evitar que la distribución de los grupos ocupacionales subestime el volumen del estrato marginal y, consecuentemente, sobreestime el correspondiente a los restantes estratos, se asimiló a los desocupados en distintas categorías del de clases sociales a partir de dos variables proxy que podrían dar cuenta de una cierta inserción en el mercado de trabajo: el nivel Educativo y la posesión o no de Cobertura médica, siguiendo la propuesta de Sacco (2014, 2016b). De esta forma, tanto en el caso tanto del censo de 1991 como del 2001 se agregaron a los desocupados a distintas categorías de clase social. Esta asignación no es significativa para el caso del censo de 1991, donde los desocupados representaban el 6,2% del total de la PEA. En cambio, sí se trató de una proporción relativamente alta en el caso del 2001, donde se registró casi un 30% de PEA desocupada, proporción explicada sólo por el contexto particular de aplicación del censo -para esta cuestión véase Sacco (2014)-.

Con todo, los resultados obtenidos no difieren en mucho con las estimaciones previas de Torrado (2010: 41), tanto para el censo de 1980 como el de 1991. Como se observa en la Tabla 8, la estimación de este trabajo está 2.1 puntos por encima de la de Torrado, en especial, por una clasificación mayor de asalariados. La Clase obrera, en cambio, está por debajo de los resultados de Torrado, en particular, por una menor clasificación de autónomos. Para el censo de 1991, las diferencias son negativas entre ambas estimaciones para la Clase media, específicamente, por una menor clasificación de autónomos, y si bien hay discrepancias en Clase obrera, es también en el estrato autónomo donde se clasifican en menor medida. De cualquier manera, al no ser muy significativas, lo que revelan estas diferencias es que la elección del CIUO-88 a dos dígitos para construir los Grupos Ocupacionales fue razonable y reviste de solidez porque no afecta, comparativamente, los resultados finales ni las tendencias observadas.

Tabla 8. Distribución porcentual (en %) y Total (en miles) de PEA en Ramas de actividad no agropecuarias por Clases y Estratos sociales según año (estimaciones de Torrado) y diferencia (absoluta). Argentina, 1980-1991

Fuente: Torrado (2010: 41) y Tabla 6.

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Recibido: 05 de Mayo de 2018; Aprobado: 14 de Noviembre de 2018

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