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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.32 Santiago del Estero jun. 2019

 

DOSSIER

Entre la precariedad y la autogestión: reconfiguraciones en las subjetividades inherentes a los trabajadores de las empresas pesqueras recuperadas de Necochea y Quequén (Argentina)

Among the precariousness and self-management: reconfigurations in the subjectivities inherent workers in fishing companies recovered from Necochea and Quequén (Argentina)

Entre precariedade e autogestao: reconfigura^oes das subjetividades inerentes a trabalhadores de empresas de pesca recobradas em Necochea e Quequén (Argentina)

María Luciana NOGUEIRA1 

1Becaria doctoral CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). MACNBR Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”. Sede Quequén. Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén. Correo electrónico: nogueiramluciana@gmail.com

RESUMEN

El trabajo ocupa un lugar central en la configuración subjetiva y la organización social, en tanto producción cultural que promueve en los sujetos la inserción en tramas vinculares y comunitarias y posibilita un “hacer con” los objetos y los otros, desde las dimensiones pulsional y deseante.

En el sistema socioeconómico actual, el capitalismo, prima el trabajo asalariado, el cual conlleva sufrimiento, degradación, opresión, precarización y alienación para los trabajadores. Sin embargo hay experiencias que dan cuenta de resquicios que permiten cuestionar y repensar las subjetividades obreras.

En este marco se analizarán discursos de obreros de la industria pesquera de Necochea y Quequén que integran procesos de recuperación de empresas. Después de la primera etapa de lucha, una vez lograda la continuidad laboral mediante una modalidad autogestiva inicia el camino de la organización obrera en el terreno de la producción, desde donde las subjetividades reconfiguran sus posiciones y su vínculo con el trabajo.

La pregunta que guiará la exposición es ¿cómo se despliegan las subjetividades obreras en la nueva configuración laboral autogestiva?, y se abordará en base a entrevistas realizadas a integrantes de los colectivos obreros.

Palabras clave: trabajo; reconfiguración subjetiva; empresas pesqueras recuperadas

ABSTRACT

Work occupies a central place in the subjective configuration and social organization, being a cultural production that promotes subjects insertion into relational and community plots and allows a "to do with" objects and others, from dimensions of instinct and wish.

In the current socio-economic system, capitalism, premium wage labor, which involves suffering, degradation, oppression, alienation and precariousness for workers. However, there are experiences that show chinks that allow to question and rethink the subjectivities of the workers.

In this framework we analyze speeches of workers in the fishing industry Necochea and Quequén members enterprises recovered. After the first stage of the struggle, once achieved labor continuity through a self-managed mode starts the path of labor organization in the field of production, from where subjectivities rewire their positions and their link to the job.

The question that guide exposure is: How are unfold the workers' subjectivities in the new self-managed work configuration? and it will be addressed based on interviews to members of labor collectives.

Keywords: work; subjective reconfiguration, fishing companies recovered.

RESUMO

Trabalho ocupa um lugar central na configurando subjetiva e organizando social, enquanto a produnao cultural que promove a insernao dos sujeitos em tecidos relacionais e comunitários e permite um "fazer com" os objectos e os outros, a partir das dimensSes instintiva e desejante.

No atual sistema sócio-economico, o capitalismo, realna o trabalho assalariado, que envolve sofrimento, degradando, opressao, alienando e precarizanao para os trabalhadores. Porem, há experiencias que se percebem como fisuras e deixam repensar as subjetividades do trabalho.

Neste contexto, sao anaisados os discursos dos trabalhadores na indústria da pesca de Necochea e Quequén, os quais integram os processos de recuperanao das empresas. Após a primeira etapa da luta, uma vez alcannada a continuidade de trabalho através de um modo de auto-gestao, comena o caminho da organizanao do trabalho no dominio da produnao, onde as subjetividades reconfiguram as suas posinoes e sua liganao com o trabalho.

A questao que norteará a exposinao é: como as subjetividades dos trabalhadores sao inseridos nos novos ambientes de trabalho autogeridas?, Ela será abordada com base em entrevistas com membros dos coletivos de trabalho.

Palavras-chave: trabalho; reconfiguranao subjetiva, empresas de pesca recuperados

Sumario:

1. Introducción: Preludios conceptuales y metodológicos. 2. Marco teórico: A) Fuga de ideas acerca del trabajo como constructo organizador de la subjetividad. B) Interludio: Recuperación de empresas y subjetividades obreras. 3. Desarrollos y evidencia empírica: Las sonatas de la autogestión obrera entre la precariedad, el desempleo, la autonomía y la emancipación. 4. A modo de cadencia

1. Introducción: Preludios conceptuales y metodológicosEn este trabajo se analizará el tránsito de las subjetividades obreras que integran procesos de recuperación de empresas, en este caso pesqueras, de las localidades de Necochea y Quequén. En estas experiencias se observa que, luego de la primera etapa de la ocupación y apropiación de la empresa por parte de los trabajadores, se relocalizan las subjetividades ubicándose desde otro lugar resignificado tanto a partir de la lucha y la resistencia a ser desalojados de su lugar de trabajo y de su lugar como trabajadores como en relación al pasaje de la modalidad de trabajo asalariado a la forma autogestiva. Con el acto obrero de la recuperación de la empresa se obtiene como resultado una reapropiación subjetiva: a través de la ocupación de los espacios laborales las subjetividades vuelven a adquirir su posición como trabajadores, subvirtiendo la desocupación y la exclusión social impuesta por las empresas empleadoras en quiebra. En estos casos, los trabajadores realizan una operación de inversión del destino social atribuido: en lugar de someterse a la desocupación aceptando los despidos y, en consecuencia, dejar de concurrir a su lugar de trabajo, ocupan los establecimientos laborales para no “desocupar” su lugar de obreros. Para ello se apropian de su ubicación material de trabajo a partir de una auto-restitución de su posición simbólica y concreta de trabajadores, localización social y subjetiva inmersa en el entrelazado comunitario y cultural.

El objetivo de este trabajo gira en torno a la pregunta por el despliegue de las subjetividades en esta nueva configuración laboral autogestiva una vez que ya se encuentran en marcha las empresas obreras.

Estas nuevas modalidades laborales cuentan con antecedentes nacionales y latinoamericanos, así como experiencias cercanas dentro de la historia del movimiento obrero a nivel mundial. Sin embargo, su multiplicación en Argentina luego del punto más álgido de la crisis neoliberal reactualiza planteos acerca del trabajo como fundamental y fundante de la humanidad y la subjetividad. Por ello partimos aquí de una reflexión acerca de la interrelación entre los constructos trabajo y subjetividad.

2. Marco teóricoA) Fuga de ideas acerca del trabajo como constructo organizador de la subjetividadLa realidad socioeconómica actual torna casi imposible cualquier análisis del trabajo por fuera de su necesidad para la subsistencia. Las condiciones de trabajo precarizadas, el porcentaje siempre significativo de desocupación y las nuevas modalidades de empleo informal y/o tercerizado que avanzaron con la última reestructuración capitalista y terminaron de imponerse durante los ’90 dificultan enormemente abordar cuestiones tales como preferencias laborales u otros aspectos “vocacionales”. Separar el contenido del trabajo -es decir, la tarea específica- del contexto en el que se realiza quizás podría determinarse con fines analíticos puntuales, pero esta disyunción no guardaría relación con la realidad de los trabajadores, que viven ambas cuestiones en forma integrada, no parcelada. Por ello a continuación presentaremos tanto conceptualizaciones que nos resultan útiles para abordar tanto la actividad laboral en sí misma como las circunstancias en las que se lleva a cabo y su inserción en el marco económico, social y político imperante.

El trabajo actúa como organizador de la humanidad en las esferas sociocultural y psíquica: implica la conjunción -mediante la producción cultural- de acción y pensamiento para transformar las condiciones tanto naturales como dadas en el mundo. Trabajar alude a un “hacer con” que involucra las dimensiones pulsional y deseante en cuanto a los objetos, la realidad, los otros y el Otro, en cuanto el trabajo es con otros y para otros y está enmarcado en la dimensión de la cultura y de la humanización que el Otro encarna.

A lo largo de la historia el trabajo fue cobrando significados imbricados con diversas prácticas e ideologías. Engels y Marx (1845; 1846) lo consideran como el fundamento antropológico del ser humano, lo que lo diferenció del animal, no solo por su dimensión productiva/creadora/transformadora sino también por implicar un vínculo con los otros y por ello el requerimiento del lenguaje. Para estos autores, el trabajo es la actividad humana trascendental por la cual el ser humano altera las condiciones materiales de existencia y se transforma a sí mismo, actividad que primeramente se asentó en la supervivencia y luego en el desarrollo de la vida cultural de las sociedades (Marx y Engels, 1845). De acuerdo a Engels, a partir de los vínculos generados por las tareas laborales se habría originado el lenguaje: “Los hombres en.formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó el órgano: la laringe poco desarrollada del mono se fue transformando, lenta pero firmemente, mediante modulaciones que producían a su vez modulaciones más perfectas, mientras los órganos de la boca aprendían poco a poco a pronunciar un sonido articulado tras otro. La comparación con los animales nos muestra que ésta explicación del origen del lenguaje a partir del trabajo y con el trabajo es la única acertada” (Engels, F., 1896:2). Tomando en consideración estas conceptualizaciones, sin desconocer que la problemática del origen del lenguaje nos excede ampliamente y que hay diversas teorías al respecto, sí podemos arriesgarnos a afirmar que la actividad laboral está íntimamente articulada con el origen del lenguaje y por ende con la estructuración psíquica y constitución subjetiva humana, así como también se enlaza con la conformación de la vida social.

Por su parte, Freud (1927) postula que el desarrollo cultural es posible gracias al trabajo y la renuncia pulsional que éste implica, compartiendo con el marxismo la reflexión de su necesidad para la conservación de la humanidad y la unificación social que de él subyace. En cuanto a la constitución psíquica lo considera como la más firme ligazón del sujeto con la realidad, insertándolo en la comunidad humana: “la posibilidad de desplazar sobre el trabajo profesional y sobre los vínculos humanos que con él se enlazan una considerable medida de componentes libidinosos, narcisistas, agresivos y hasta eróticos le confiere un valor que no le va en zaga a su carácter indispensable para afianzar y justificar la vida en sociedad” (Freud, S., 1930:80).

En las comunidades primitivas, entonces, el trabajo habría estado determinado por la supervivencia que exigía que todos los miembros de la comunidad trabajen (Marx y Engels, 1845-46). Las primeras modalidades laborales consistieron en actividades de caza y ganadería, luego se desarrolló la agricultura, y más tarde el hilado, el tejido, el trabajo de los metales, la alfarería y la navegación. Posteriormente, el surgimiento del excedente y el desarrollo tecnológico impulsó una complejización creciente de la división del trabajo, lo que generó tanto nuevas significaciones respecto del trabajo.

En la Antigua Grecia, los discursos hegemónicos consideraban a las actividades laborales con desprecio o degradación por estar enlazadas con la dependencia y la necesidad de subsistencia, en contraposición al ideal de hombre libre que puede participar en la gestión de la ciudad y definición de su bienestar, y ocuparse de actividades que constituirían fines en sí mismas como el pensamiento, la ética y la política.

De acuerdo a Brunet y Pizzi (2011) esta valoración peyorativa del trabajo continúa hasta finales de la Edad Media, de acuerdo al ideal cristiano que concebía al trabajo como una maldición, un castigo por incumplimiento de órdenes divinas. Para la tradición religiosa medieval agustiniana solo son considerados como respetables oficios que se asemejen a la obra divina, por implicar una transformación de los objetos, como la agricultura y la artesanía. Santo Tomás replantea esta clasificación a partir del concepto de utilidad común, incluyendo las actividades comerciales y técnicas que comenzaban a adquirir mayor preponderancia. Sin embargo, aún en el siglo XVI el trabajo denota calamidad, sufrimiento y humillación y se nombra con el término “tripalium”, el cual nomina también a una máquina utilizada como instrumento de tortura.

Ya en el siglo XVIII, desarrollos de los fisiócratas y luego de Adam Smith indican un nuevo sentido del trabajo al considerarlo como fuente de valor. Según Smith, el trabajo humano debidamente organizado es creador de valor, eje clave sobre el que se sustenta el progreso y riqueza de las naciones. En este momento histórico, el avance tecnológico que significó la revolución industrial, el desarrollo de las comunicaciones y los procesos de colonización por parte de las grandes potencias europeas, se encontraban consolidando las condiciones para el desarrollo del sistema capitalista y una creciente internalización de la economía, que tanto desde su base material como desde la esfera ideológica comenzaron a prevalecer sobre la organización económico-social y político feudal.

A partir del siglo XIX, entonces junto con la propiedad privada, el capital y el dinero se generaliza la modalidad laboral asalariada que convierte a la fuerza de trabajo en mercancía, lo cual significa que el trabajador vende su fuerza de trabajo al precio de su subsistencia. El sistema socioeconómico capitalista implica tanto desde lo material como desde lo simbólico una ideología en la que el Otro es opresor, explotador, anulador subjetivo, alienador del trabajador y del Sujeto. El Otro del trabajo es el capital que se rige por el mercado y está personificado en el patrón, quien plantea la existencia del trabajador solo como fuerza de trabajo explotada a su servicio. Tal como lo refiere la teoría marxista desde el propio Marx (1844; 1859; 1867) hasta reflexiones recientes sobre la actualidad laboral tales como las de Antunes (2005, 2007), bajo el imperio de la mercancía la actividad laboral se vuelve impuesta, extrínseca, forzada y compulsiva.

De acuerdo al marxismo el trabajo en el capitalismo no puede considerarse como la actividad propia del ser humano ya que no promueve su realización sino, por el contrario, su alienación, tanto por la pérdida del objeto/producto de su trabajo como del propio acto de producción de la vida material. Por lo tanto el obrero no se afirma en su trabajo sino que se niega, se deshumaniza, se aliena en su humanidad y en su relación con el género humano, así lo expresa Marx en sus manuscritos: “Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido respecto de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para la relación del hombre con el otro y con trabajo y el producto del trabajo del otro. En general, la afirmación de que el hombre está enajenado de su ser genérico quiere decir que un hombre esta enajenado del otro, como cada uno de ellos está enajenado de la esencia humana. (Marx, K., 1844:40).

De acuerdo al marxismo, entonces, el trabajo puede pensarse desde una doble vertiente: considerándolo en sentido general es la actividad por la que el ser humano se autorreconoce como ser social y desarrolla capacidades psíquicas, cognitivas y motrices, pero en la actualidad su modalidad asalariada genera una alienación provocada por la explotación del capitalista, quien se apropia de la producción del trabajador a la vez que lo somete a realizar sus tareas en condiciones de opresión y anulación subjetiva.

Retomando a Freud (1927, 1930) él destaca también el carácter ambivalente del trabajo pero con una explicación de distinto cariz: al implicar tanto la posibilidad de sublimación y la ganancia de placer como la renuncia pulsional, esta exigencia genera en el sujeto un rechazo hacia la actividad laboral. La repulsión y el sacrificio que representa indicarían la presencia de un componente aversivo del ser humano hacia el trabajo en general, más allá del sistema socioeconómico en el cual se encuentre.

Antunes señala de igual manera esta doble dimensión del trabajo en el capitalismo, “que, al mismo tiempo crea y subordina, emancipa y aliena, humaniza y degrada, ofrece autonomía pero genera sujeción, libera y esclaviza” (Antunes, 2007:29). Este autor puntualiza además cambios en el trabajo asalariado actual, diferenciando la mecanización y precarización propia de la organización laboral taylorizada y fordizada dominante hasta la crisis estructural del sistema productivo que inició en los ’70, de la que surgió posteriormente, la cual modificó los patrones laborales en términos de “flexibilización”. El modelo toyotista contrasta con la fragmentación y el trabajo en cadena taylorista/fordista al establecer un nuevo perfil obrero que demanda emprendedorismo, polivalencia y multifuncionalidad, horarios rotativos, flexibilizaciones tanto al interior de las unidades productivas como en el mercado laboral a través de las tercerizaciones, las formas de trabajo part time o de subocupación y trabajo a destajo. A partir de la reestructuración capitalista iniciada en los ‘70 se modificó la modalidad empresarial y su forma de trabajo unilateral, estandarizado, parcelado, fetichizado, cosificado y maquinal, se redujo la fuerza de trabajo viva y amplió la productividad, re-territorializando y des-territorializando el mundo productivo. Los resultados de estas transformaciones incluyen el desempleo explosivo, la precarización estructural del trabajo, rebajas salariales y pérdida de derechos.

En cuanto al crecimiento del sector de trabajo informal, su presencia dentro del mercado laboral se ha enquistado y cristalizado, perdurando a pesar de los años de bonanza económica post 2001 (Esponda y Basualdo, 2014). En Argentina el porcentaje oficial de desocupación a nivel país se redujo de 13,6 % en el año 2004 a 7,4% en el año 2014, pero el índice de trabajo no registrado mostró un descenso mucho menor: mientras para el año 2004 era de 44%, en el año 2012 fue de 34,4 %1. Estos porcentajes nos permiten estimar que actualmente para una población económicamente activa de 17,5 millones de argentinos, aproximadamente 1.240.000 son desocupados, y dentro de los trabajadores ocupados, alrededor de 4 millones son asalariados no registrados. Estos números expresan claramente que, lejos de representar un avance para los trabajadores, las nuevas modalidades laborales se basan en la reconfiguración de las condiciones de opresión y explotación capitalista.

Finalizando este marco teórico inicial, nos parece fructuoso agregar los actuales planteos de Dejours, quien considera que el trabajo es tanto producción (poiesis) como trabajo psíquico (arbeit). A través de la práctica laboral el trabajador se enfrenta con el mundo y su resistencia al propio saber hacer, a los propios conocimientos y la propia experiencia, lo cual le brinda la oportunidad de habitar el cuerpo propio y de instrumentalizarlo a partir de la tarea, y también de instrumentalizar el psiquismo en el acto productivo, transformando las subjetividades obreras: “la experiencia del trabajo se inscribe en la subjetividad y la transforma” (Dejours, 2012:13). No obstante y en concordancia con los anteriores planteos, este autor también señala la dimensión de sufrimiento que el trabajo asalariado conlleva, que en su formato actual está caracterizado por la autonomación, la labor simultánea del obrero en varias máquinas, el modo just-in-time (por el cual el flujo de la producción está determinado por la demanda y por el método Kan Ban que mide de forma continua la productividad de cada obrero

1Datos suministrados por el Ministerio de Economía y finanzas públicas y el INDEC. Trabajo y Sociedad, Núm. 32, 2019

y sus falencias), la exigencia de autocontrol y la competencia entre trabajadores (Dejours y Gemet, 2014). La degradación y falta de dignidad que supone el trabajo asalariado actual en cuanto a condiciones de precarización y flexibilización provocan un aumento de su intensidad y de la penosidad que trae aparejada, causando psicopatologías laborales y diferentes grados de sufrimiento subjetivo ligado al trabajo: “La evolución contemporánea de las formas de organización del trabajo, de gestión y de dirección de empresa se apoya, después del giro neoliberal, sobre principios que precisamente sugieren sacrificar la subjetividad en nombre de la rentabilidad y de la competitividad" (Dejours, 2013:17).

Desde nuestra perspectiva compartimos la necesidad de pensar al trabajo desde esta doble vertiente, reconociendo el lugar preponderante de la actividad laboral en relación a la configuración subjetiva pero sin desconocer el carácter opresor, explotador y alienante del trabajo asalariado.

El trabajo promueve la inserción del sujeto en la realidad y en las tramas comunitarias, proporciona un marco de referencia que a la vez fomenta vínculos, lazos sociales y estructura a la vida cotidiana, genera aprendizajes de determinadas habilidades, técnicas, actitudes, valores, posibilitando la producción subjetiva canalizando energía pulsional en finalidades sociales. Pero lo que podría ser un enlace entre la dimensión del deseo con el hacer a través de la falta se convierte en un nudo entre el sufrimiento y la sujeción al goce de un otro que oprime, explota y no reconoce al trabajador como sujeto, sino como fuerza de trabajo a explotar. Lo que aparece como coartado en el capitalismo es la capacidad creadora y transformadora del trabajo, que por ser una mercancía debe someterse a las condiciones del mercado y del salario y por ello estar más determinado por la supervivencia y en última instancia por la explotación y el sometimiento que por el desarrollo de facultades humanas. La actividad laboral en sí quizás podría ser activadora de un potencial humano y social, a través de la operación de sublimación que implica. Esto significaría un placer en el gasto de energía que implica el trabajo, un disfrute dado por el hacer y por el límite que este hacer le impone al desborde pulsional. De esta forma, tanto por la canalización de energía por medio de la actividad en circuitos pulsionales como por la vertiente deseante involucrada en el trabajo a través de la apertura a lo inacabado, a la intriga, al aprendizaje y por ello a la falta en ser, el trabajo podría contribuir al bienestar humano y desarrollo cultural. Sin embargo, en el capitalismo no es ese su eje, sino la maximización de la ganancia de los grandes empresarios capitalistas. El desarrollo científico, tecnológico, medioambiental, o cualquiera sea la esfera en que se piense el progreso, debe supeditarse a las ambiciones de las grandes corporaciones y sus concomitantes búsquedas de ampliación de mercados, superexplotación de la fuerza de trabajo e incremento de su grado de monopolización y concentración.

A partir de este marco abordaremos los testimonios de subjetividades obreras que atravesaron procesos de recuperación de empresas pesqueras en la localidad de Necochea, pero antes nos detendremos en algunas precisiones conceptuales y metodológicas acerca de las categorías y la unidad de análisis que nos ocupa.

B) Interludio: Recuperación de empresas y subjetividades obrerasEn un intento por realizar una delimitación conceptual a fin de enmarcar el análisis consecuente, consideramos que la “subjetividad” alude a una configuración, un “topos”, que hace a los sujetos en un lugar. La subjetividad es tanto constituida como constituyente de la cultura (Barrault, 2007) e implica una construcción desde una posición psicosocial en devenir continuo, lo que nos lleva a considerarla como un proceso con amplias posibilidades de transformación a lo largo de todo el ciclo vital. Cuando hablamos de subjetividades obreras nos referimos a las acciones y los discursos de los trabajadores en tanto tales, en términos de cómo viven, hacen, sienten y piensan el trabajo y su lugar material, imaginario y simbólico de trabajadores, acordando con Fernández (2006) que la subjetividad se produce “en el entre con otros y que es, por tanto, un nudo de múltiples inscripciones deseantes, históricas, políticas, económicas, simbólicas, psíquicas, sexuales, etc.” (Fernández, A., 2006:10-11).

Asimismo, el abordaje de las subjetividades requiere del decir de los sujetos, de poner en palabras acciones, representaciones y discursos ante otros en términos de articulación significante2.

Desde este marco se abordarán las experiencias, los significados y significantes acerca del trabajo que aparecen en los relatos de los sujetos entrevistados. Para ello tomamos en forma orientativa la definición de Peiró y Prieto acerca del significado del trabajo como “un conjunto de creencias y valores hacia el trabajo, que los individuos y grupos sociales van desarrollando antes y durante el proceso de socialización en el trabajo. Se trata pues, de un conjunto de cogniciones flexibles y sujetas a cambios y modificaciones, en función de las experiencias personales y los cambios en aspectos situacionales o contextuales.” (Peiró y Prieto, 1996:49) A su vez, pretendemos detectar las localizaciones subjetivas obreras en términos del “hacer con” los objetos y los otros, lo que moviliza y se pone en juego en este hacer y las articulaciones significantes que se imbrican en él.

En cuanto a las subjetividades obreras aquí en cuestión, las mismas conforman procesos autogestivos enmarcados en recuperaciones de empresas por parte de sus trabajadores. Este hoy reconocido movimiento social tiene antecedentes y predecesores tanto nacionales como internacionales en los siglos XIX y XX, comenzó a visibilizarse en Argentina a partir de los años ’90 como consecuencia de las políticas de concentración empresarial y precarización y flexibilización laboral y se masificó en los años más álgidos de la crisis del modelo neoliberal en el país, conformando una respuesta decisiva al desempleo al inaugurar nuevas formas de luchas sociales por el trabajo (Antunes, 2007; Atzeni y Ghigliani, 2007; Hernández, 2013; Magnani, 2003; Rebón, 2006, 2005, 2004a, 2004b; Ruggeri, 2005). En estos casos, los obreros en situación de inminente desocupación a causa de la quiebra de la firma contratante sustituyeron el lugar de víctimas y excluidos para ubicarse como trabajadores que resisten y luchan por mantener la fuente laboral.

Las prácticas obreras que desafiaron el destino de la desafiliación socioeconómica y subjetiva son variadas: manifestaciones, marchas, huelgas, acampes y fundamentalmente la ocupación del lugar de trabajo -que luego se transforma en su recuperación con autogestión obrera- son las modalidades típicas que se presentan dentro del repertorio de acción en estos casos (Rebón, 2004; Ruggeri, 2010). Algunas experiencias fueron más sencillas en términos de consenso entre los actores involucrados; otras más arduas implicaron períodos de lucha más extensos y mayor grado de radicalidad en las confrontaciones con los antiguos propietarios, las instituciones policial, judicial y otros funcionarios gubernamentales de los niveles municipal y provincial.

Durante estas acciones los colectivos obreros generalmente recibieron el apoyo de diferentes actores sociales tales como sindicatos, partidos y otras organizaciones sociales y políticas, otros trabajadores, artistas, estudiantes, entre otros.

Esta conversión de empresa en quiebra a empresa recuperada, más allá de su vertiente combativa verificada en el caso argentino, no deja de guardar semejanzas con las nuevas modalidades de trabajo tercerizado e informal que se masificaron en los ’90 a través de políticas neolibera les, en las que no está exenta la alianza entre el empresariado y los estados aunque ésta se exprese solo desde una silenciosa tolerancia ante determinadas maniobras ilegales por parte de la clase capitalista (vaciamiento, quiebra fraudulenta, incumplimiento del pago de indemnizaciones a los obreros, etc. La cooperativización de trabajadores otrora asalariados dentro del ámbito de trabajo formal conlleva la pérdida de derechos y garantías laborales y ofrece una aparente legalidad para llevar a cabo contratos por trabajo a destajo y tiempo parcial.

Los procesos de recuperación de empresas en Argentina suelen seguir una secuencia de tres etapas, iniciada por la lucha por la ocupación del lugar de trabajo, proseguida por la obtención de una figura legal (la mayoría tramita la forma de cooperativa) y culminada con la puesta en marcha de la producción bajo la nueva forma de organización interna con gestión obrera (Arias, 2008; García Allegrone, 2007). Entonces, como consecuencia de dicha asunción como cooperativista el trabajador debe inscribirse como monotribustista, abonar las propias cargas sociales (servicio de salud y jubilación), su aseguradora de riesgos de trabajo, dejando de gozar del pago de vacaciones, aguinaldo

2Este concepto se utiliza desde la teoría lacaniana, Seminario V: “Las formaciones del inconciente”, de 19571958.

y licencias por enfermedad. Estas y otras cuestiones conforman un retroceso de derechos y garantías laborales con respecto a la anterior condición asalariada y formal.

Por otra parte, el desafío para las empresas recuperadas una vez que han emprendido el camino autogestivo obrero es adecuarse a los ritmos del mercado y lograr la rentabilidad productiva, y a partir de allí pueden observarse ciertas características que decantan de estos procesos una vez alcanzado cierto período de funcionamiento. Por un lado, desde la dimensión material, la necesidad de desenvolverse en la esfera de circulación capitalista limita las conquistas en el ámbito de la producción (Ghigliani, 2007) en cuanto a los salarios, horarios de trabajo y los dispositivos de toma de decisiones (asambleas). Si bien desde los colectivos obreros se valora positivamente la posibilidad de participación y decisiones compartidas mediante mecanismos de democracia directa, la lógica del mercado y la competencia los hace poco expeditivos y en ocasiones impracticables (Ghigliani, 2007; Arias, 2008) lo cual reproduce formas jerárquicas y verticalistas propias de un esquema patronal en el colectivo obrero, generando esquemas y prácticas basadas en la desigualdad a pesar de la intencionalidad inicial obrera enmarcada en la horizontalidad.

Respecto a esta última cuestión señalada, desde la dimensión subjetiva se evidencian diferentes posicionamientos ante el pasaje de la condición de asalariados a la de trabajadores autogestivos: mientras que para algunos se vive como una expresión de crecimiento y liberación, para otros expresa una pérdida o un empeoramiento respecto de la relación laboral de dependencia. Los aspectos que aparecen como valorados son en general la conservación de la fuente de trabajo, la apropiación colectiva del espacio, la solidaridad emanada del compañerismo y la lucha colectiva, el aprendizaje de diferentes técnicas, tareas y del funcionamiento general de la unidad productiva. Las que se presentan como desventajas respecto de la relación laboral anterior son las responsabilidades agregadas que otrora estaban en manos del empleador, la incertidumbre generalizada que cotidianamente deben enfrentar con respecto a la cantidad de trabajo, la venta de los productos, los ingresos, los horarios de trabajo. Asimismo, el problema de la disciplina laboral también genera conflictos dentro de una estructura que plantea la igualdad entre sus miembros.

La persistencia en la tarea es un factor propio de las empresas recuperadas, señalado pero no debidamente valorado aún en muchos trabajos. En la gran mayoría de estas experiencias los trabajadores eligen seguir trabajando de lo que ya hacían en la anterior empresa, y si bien este aspecto está determinado desde lo material por las maquinarias, infraestructura y tipo de instalaciones de las que disponen, también insiste una brecha plausible de ser vinculada al gusto por la tarea laboral específica, y una valoración acerca del saber obrero sobre ese tipo particular de producción. Este será otra variable a tener en cuenta en el análisis de los discursos de los trabajadores de la industria pesquera necochense, lo que comenzaremos a abordar a continuación.

3. Desarrollos y evidencia empírica: Las sonatas de la autogestión obrera entre la precariedad, el desempleo, la autonomía y la emancipaciónLas nuevas estrategias de acumulación capitalista utilizadas por el gran empresariado transnacional a partir de la reestructuración iniciada en los ’70 se sostienen en la desterritorizalización del proceso productivo, por la cual éste se segmenta y cada una de sus fracciones se lleva a cabo en diferentes localizaciones geográficas. Esta desterritorialización se basa en la premisa fundamental capitalista, la maximización de la ganancia, disminuyendo lo más posible los costos de la extracción de las materias primas y su procesamiento.

La actividad pesquera comercial marítima no ha permanecido ajena a este patrón general de acumulación. Iniciada ya la reestructuración capitalista, las grandes potencias pesqueras se vieron obligadas a extraer el recurso en zonas alejadas de sus latitudes a causa de la escasez del recurso por sobreexplotación. Ello condujo a la necesidad de renovación de su flota a fin de adaptarla a las nuevas condiciones extractivas. Los buques aumentaron su tamaño y potencial, y luego el mayor volumen fue aprovechado para incorporar el procesado y congelado a bordo del pescado. Las consecuencias de estos cambios implicaron la reconfiguración de la estructura pesquera comercial en el resto de los países.

Particularmente en Argentina desde los ’70 comenzó a permitirse la pesca de terceros países en los caladeros de jurisdicción nacional, lo cual se añadió a los permisos de pesca otorgados por el gobierno británico de las islas Malvinas. Esta extranjerización de la pesca fue en aumento en las décadas siguientes, hasta que desencadenó en la crisis por escasez de uno de los principales recursos pesqueros, la merluza Hubbsi, a partir de 1997. Por otro lado, a partir de los ’70 desde el Estado se promovió la relocalización de la actividad pesquera comercial marítima en la Patagonia a través de reducciones impositivas y subsidios, lo cual concluyó en una división de la operatoria portuaria y la industria con predominio de los buques fresqueros con procesado en plantas en tierra en Mar del Plata mientras que en la Patagonia prevalece la pesca de altura con procesado y congelado a bordo. Y para completar el nuevo panorama pesquero actual, la concentración del empresariado se caracterizó por alianzas entre capitales nacionales y extranjeros (conformación de Joints ventures) que implicaron desde la absorción o el cierre de establecimientos pequeños y medianos hasta el desguace de enclaves industriales de menor envergadura, como el caso de Necochea. Las nuevas grandes corporaciones de la pesca en nuestro país tienen doble localización (Mar del Plata y la Patagonia), se ocupan tanto de la producción fresquera como de la congeladora, incluyen la totalidad de los procesos desde la extracción y comercialización y utilizan gran parte de mano de obra tercerizada a partir de cooperativas fraudulentas, creadas por el empresariado a fin de superexplotar y precarizar la fuerza de trabajo.

En la ciudad de Necochea, luego de cuatro décadas de progresivo desmantelamiento por cierre de cada una de las más de 20 plantas procesadoras de pescado que hubo en los ’70, actualmente hay dos casos de empresas recuperadas pesqueras, que iniciaron sus procesos a partir del año 2011. La Recuperada proviene de Industrial Pesquera S.A., dedicada desde los ’70 al procesamiento de pescado fresco para exportación. Engraucoop proviene de Engraulis S.A., empresa que desde el mismo período realizaba conservas de anchoa también con destino principalmente extranjero.

En ambas unidades productivas acontecieron secuencias típicas de la generalidad de los procesos de recuperación: atrasos salariales, retiro inusual de materia prima, anuncio de ingreso a concursos de acreedores y quiebra, despidos sin indemnizaciones, abandono patronal. En ambos casos también un grupo de trabajadores emprendió la salida autogestiva ocupando la planta de procesamiento y reanudando la producción.

El primer proceso en concretarse fue el de la Recuperada, donde prevalecen los trabajadores de género masculino. En esta experiencia la participación de actores externos fue clave para el desenlace autogestivo/cooperativo, entre los cuales se incluyen a dirigentes y un abogado del Sindicato de la Alimentación, integrantes de la organización política Cruz del Sur (perteneciente al Frente Popular Darío Santillán), docentes y estudiantes de la carrera terciaria de Trabajo social de un instituto de formación docente local preponderantemente. También otros miembros de la comunidad se acercaron en forma personal a la planta pesquera en los albores de su conversión a empresa recuperada, como por ejemplo algunas trabajadoras de Engraucoop y funcionarios gubernamentales.

En el segundo proceso de recuperación, Engraucoop, la gran mayoría son mujeres. En este caso, luego de meses de incertidumbre fueron las propias obreras las que realizaron las gestiones en las dependencias municipales, provinciales y nacionales (INAES) para conformarse como cooperativa de trabajo y recuperar la unidad productiva.

En los dos casos, fue una minoría del grupo de empleados de las firmas la que dio los primeros pasos y finalmente llevó a cabo la recuperación de las empresas, contando inicialmente con un importante apoyo comunitario en el que se incluyeron funcionarios de gobierno tanto del poder ejecutivo como de las esferas legislativa y judicial y también el único medio de comunicación gráfica diaria local. La Recuperada se conforma de un grupo de entre 6 y 10 trabajadores (la composición de esta empresa autogestiva ha variado a lo largo de su tiempo de funcionamiento) sumando a los actualmente 3 trabajadores de la antigua firma a trabajadores que hasta entonces no se vinculaban al sector pesquero. En sus inicios se conformó con 8 empleados -6 varones y 2 mujeres- de los más de 50 que entre efectivos y temporarios formaban parte de Industrial Pesquera. En Engraucoop el colectivo obrero está conformado por 20 trabajadores, 16 mujeres y 4 hombres, que anteriormente cumplían en su mayoría funciones vinculadas al área de producción de Engraulis, donde se desempeñaban más de 100 empleados entre efectivos y temporarios. En esta experiencia, además, se constituyó un segundo grupo -también de 20 trabajadores- que primeramente boicoteó el accionar autogestivo dentro de la planta procesadora y actualmente continúa reclamando el pago de las indemnizaciones correspondientes mediante la venta del capital fijo de los ex-propietarios. Si ocurriera esto, los trabajadores de Engraucoop dejarían de disponer de las instalaciones para continuar realizando su labor.

Luego de las primeras etapas de estos procesos, con muchas dificultades se encuentran aún funcionando bajo gestión obrera. A los fines de aprehender lo más concienzudamente posible la diversidad de variables presentes en estas experiencias, se realizaron entrevistas individuales y colectivas a ambos agrupamientos así como también observaciones durante las jornadas laborales. A continuación se presentan fragmentos de los testimonios de algunas de las obreras de Engraucoop que, por un lado, ilustran su realidad cotidiana, y por otra parte ofrecen algunos primeros elementos para comenzar una interpretación posible:

Nadia: “todas hacemos todo el trabajo, nos vamos nosotras mismas capacitando, aprendiendo más para poder hacerlo, inclusive ahora cuando entró pesca, el tema de control de calidad ya estamos aprendiendo, todas hacemos todo” ; “nosotras somos dueñas de lo que hacemos, somos dueñas de decir” ; “nosotras ahora tenemos un poco más de autonomía, qué se yo, por ejemplo, en pequeñas cosas, por ejemplo nosotras trabajamos hasta las tres de la tarde y yo tengo que ir a buscar a mi nene al jardín y voy, no hay problema, nadie te está diciendo nada, y esas cosas se ven se tienen en cuenta... o una chica se tiene que ir a las diez de la mañana a hacer un trámite porque tiene un turno en ANSESy vas a y salís (...) Y esas cosas por ahí se valoran porque nosotras somos las que decidimos en el trabajo.”

Sofía: “Claro que hay diferencia, son sueldos que no se cobran...”

Florencia: “Vos antes venías, trabajabas y sabías que cada quince días tenías un sueldo, o que venías, trabajabas, hacías tu trabajo y te ibas, cabeza fresca, y ahora no.”

Nadia: “.por ahí algunas tenemos marido, somos la mayoría mujeres que tenemos alguien detrás. Pero hay otras personas que sí, que son por ahí, tres, cuatro, que sí son cabeza de familia, son sostén del hogar... y a una que tiene marido se le complica, entonces te podés imaginar alguien que está solo... Pero se lleva... Ya llevamos dos años así. Y se complica un montón y por ahí a veces esa misma situación te lleva a estar mal... te lleva a... y bueno pero la vamos superando, porque vemos mucho futuro, y vamos a seguir adelante”; “nosotras venimos trabajando haciendo más horas y todo para poder compensar eso. El sueldo todavía no alcanza” “.pero por ahí otra cosa que yo veo es que vos venías, trabajabas, fileteabas y te ibas, hacías lo que tenías que hacer y listo, pero por ejemplo ahora como que al estar todas en todos los lugares también vas aprendiendo más... Por ahí la que era muy callada de repente ya se da cuenta y empieza a hablar, por ahí la que no tenía ni idea de los números ahora se da cuenta cómo son las cosas, ahora yo me doy cuenta de un montón de cosas que antes no sabía de esta fábrica, los diferentes procesos, las diferentes formas de trabajar, cómo se manejan otras cosas, por ejemplo la oficina, el control de calidad, todas cosas que nosotras no sabíamos. Y es una manera en que nosotras estamos aprendiendo más, y eso es bueno... no es que nos dedicamos solamente a una sola cosa y nos vamos, sino que venimos y estamos más abiertas. Antes no sabías ni cómo entraba la pesca...”

Celeste: “Claro, éramos soldaditos, que entraban a tal hora tipo robots, salían a tal hora y listo chau. Hoy no, hoy ya tenemos que aprender y de todo, para poder estar en todos lados.” (Entrevista grupal a obreras de Engraucoop, octubre de 2013, Necochea-Quequén)

En este primer grupo de fragmentos de discursos obreros pueden identificarse diferentes señalamientos en torno al nuevo formato laboral. Aparecen significantes que las obreras contrastan con el formato anterior de trabajo asalariado bajo patrón, que asumen valoraciones negativas y positivas en las distintas subjetividades integrantes del colectivo laboral.

Por un lado se ubica al salario como lo perdido en esta modalidad, en la que prima la incertidumbre acerca del ritmo de trabajo, la producción y los ingresos. Si bien a través del salario el obrero es explotado porque no se le paga según su producción sino según sus necesidades para su reproducción vital -en el mejor de los casos-, hoy asistimos a una superexplotación dada por las tercerizaciones y el trabajo en negro. En este sentido, los obreros de las empresas recuperadas carecen de determinados derechos del trabajo asalariado -no solo carecen del salario “fijo” en sí- ya que desde la órbita legal se consideran como cuentapropistas. Estas experiencias demuestran que estos trabajadores son falsos cuentapropistas, ya que no dependen solo de sus propios medios ni de su propia voluntad para trabajar, sino que se encuentran limitados por el mercado y el capital al igual que sus pares asalariados.

La dificultad y la duda continua sobre la subsistencia diaria le imprimen una considerable carga al testimonio de algunas de las obreras en términos de sufrimiento laboral. En otros discursos, en donde quizás esta dificultad se encuentra menos presente -o cuenta con el paliativo de los ingresos de los cónyuges- pueden resaltarse rasgos positivos en términos de ganancia subjetiva, tales como el aprendizaje del funcionamiento fabril y diversas tareas implicadas en el mismo, la obtención de poder al interior de la unidad productiva en términos de participación efectiva, cotidiana y palpable en la toma de decisiones y el gozo de mayores libertades y autonomía en el trabajo. En este sentido, la horizontalidad permite planteos que dan lugar a las necesidades de las trabajadoras más allá del trabajo (buscar a sus hijos al jardín, hacer trámites), posibilidades de decir y hacer que antes no disponían y actualmente son valoradas. También se contrasta la posición actual autogestiva con la anterior en términos menor grado de deshumanización y alienación que supone el trabajo mecanizado, opresor y bajo vigilancia que llevaban a cabo las obreras bajo patrón. Considerando retrospectivamente la relación de dependencia laboral, se recuerdan como robots y soldados, sin lugar para la propia subjetividad involucrada en la tarea.

En este punto, el saber obrero aparece resignificado: antes “no sabían nada”, “ni cómo entraba la pesca”, ahora “todas hacen todo”, ubicándose desde un lugar de poseedoras de conocimiento laboral y empresarial, tanto en cuanto al funcionamiento fabril general como de las distintas secciones del mismo.

Se observa también que en la planta se utilizaba un modelo de organización obrera más cercano al fordismo y taylorismo, y que actualmente el trabajo autogestivo tiene particularidades que lo emparentan con el toyotismo en cuanto a la multifuncionalidad, descentralización, participación, involucramiento y flexibilidad. La diferencia con las grandes corporaciones empresariales se la otorga el componente autogestivo obrero enmarcado en la horizontalidad y la democratización, lo cual opone resistencia a la docilidad, el autoritarismo y la alienación propia de los trabajadores asalariados con respecto a la patronal y al producto de su trabajo. Sin embargo, esta cuestión es discutible, ya que los ritmos de trabajo los impone la obtención de materia prima y las posibilidades de comercialización de los productos, la captación de clientes y los tiempos de circulación, por lo que cuanto menor es el tiempo en que las trabajadoras concurren a la planta menor es el ingreso salarial, y cuando deben generar mayores volúmenes de venta deben extender la jornada laboral estándar recayendo en la autoexplotación.

Cabe preguntarse entonces si la gestión obrera colectiva y la apropiación del producto del trabajo otorgan un nuevo lugar para la subjetividad, ya que aún se encuentran operando las restricciones que el mercado y -en última instancia- el sistema capitalista imponen. El desánimo que expresan algunas obreras abre interrogantes acerca de la valoración de la fuente laboral autogestiva, si es considerada como una forma de trabajo diferente, promotora de emancipación en algún sentido, o bien sigue actuando como último recurso para evitar el desempleo.

Analicemos ahora testimonios de trabajadores de La Recuperada:

Gustavo: “Como somos siempre, lo hemos hecho siempre, que si alguno necesita una ayuda en algunas cuestiones, bueno, estamos (...) inclusive hemos estado mal económicamente y hemos sacado lo poco que teníamos para ayudar al compañero. También nos ha tocado, en algún momento de estos años, nos ha tocado a todos estar en un momento malo, y muchas veces lo más difícil ha tocado los bajones anímicos, el tema del cansancio y desgaste, este invierno fue durísimo, estar sin trabajar, sin ingresos, sin un montón de cuestiones donde muchas veces te da unas ganas de decir y bueno, abandono todo, me voy, nos vamos, y bueno para eso siempre estamos los compañeros, nos ayudamos, nos damos fortaleza y bueno, así estamos... ”

Alejandra: “Está bueno trabajar sin patrón pero también tiene sus pro y sus contra, es como todo, nada es tan fácil como parece, (...)y es el sentimiento que tenés adentro, hay veces que más de uno a mí me ha dicho por qué, qué haces, y a mí me costó un montón entrar por un montón de cosas que me pasaron, que me fueron sucediendo, pero una vez que entré le puse la fuerza y la garra y lo siento mío acá, no me puedo ir, pero hay veces que sí te dan ganas de irte, y yo trabajo en otro lado también.”

Gustavo: “Sí, nosotros cada año que pasamos siempre tuvimos que inventar alguna cosa nueva para seguir subsistiendo... Nosotros siempre la vamos a mantener, vamos a seguir luchándola acá dentro, a medida que uno pueda también ir viviendo, porque hoy a uno económicamente no le sirve... Nosotros tenemos familia y necesitás, nosotros mientras podamos ir generando cosas para llevar un mango a la casa... O sea, vamos a seguir estando acá, y nosotros también pensamos con el tiempo ir generando otro tipo de cosa, no solamente filetear el pescado acá...”; “Está bueno la Recuperada, es parte de mi vida, me abrió la cabeza en un montón de cosas, me cambió un montón de cosas, pero también uno tiene que vivir, hubiera sido lindo que... Justo en el rubro que nosotros estamos que es la pesca va en contra de los intereses de otros, si esto hubiera sido fábrica de otra cosa, capaz que hubiéramos estado exportando, con las ganas que hemos puesto, la garra, viste... Pero creo que, siempre nos estamos acomodando viste, por ahí si nos surge algún problema, alguna cosa, tratamos de buscarle alguna alternativa para superarlo viste... Lo que pasa que los huecos que han quedado en 2013 casi nos voltearon, casi estábamos a punto de ya largar todo, y justo ahí entraron los chicos que levantaron el ánimo... Así que seguimos en la lucha...”

Sebastián: “Está bueno, porque en conjunto es, el compañerismo, ayudarnos el uno al otro, si vos hacés fuerza la hacés de a dos, no de a uno”; “Y con el tema de la compra de pescado vamos todos a veces o va alguno, y nada así viste, nos turnamos, todo compañerismo, todos hacemos todo, nos dividimos los trabajos, el que no puede nos damos una mano con otro, acá no hay patrón viste.”

Gustavo: “Nos hemos dado cuenta de que si el grupo está fuerte, está unido, nos pasa alguna cosa mala y lo vamos a superar, pero siempre que el grupo esté junto, unido y ahí se hacen mucho más fáciles las cosas... Obviamente que en algún momento puede pasar algún roce o que no estemos de acuerdo en algo, pero esa es la libertad que tenemos cada uno de no estar de acuerdo en algo que piensa el otro, pero lo importante creemos es que nos podamos poner de acuerdo de qué es lo mejor, y cuando todos decimos de hacer algo, si nos equivocamos nos equivocamos todos.”(Entrevista grupal a trabajadores de la Recuperada, octubre de 2013, Necochea).

Aquí vuelve a manifestarse en el discurso obrero la problemática de la falta de rentabilidad de estas empresas en el sistema capitalista y el consiguiente déficit en los ingresos que supone. No obstante el gran esfuerzo y el tiempo dedicado por parte de los trabajadores, esta situación los lleva a cuestionar la consecución del emprendimiento autogestivo, se mencionan incluso casos de obreros que inicialmente quisieron integran el proyecto y luego lo abandonaron al obtener otro trabajo bajo patrón. La frustración que esto implica, ya que también es remarcado el desgaste y las expectativas puestas en juego, consiste en otro de los causales de sufrimiento en estas modalidades laborales, la cual aparece a su vez vinculada con el compañerismo como forma de sortear el pesar cotidiano. El vínculo asiduo entre compañeros de trabajo, con la fuerte identificación entre obreros que trae aparejada esta forma de lucha laboral, se resalta como otro de los rasgos positivos de estos procesos de recuperación, rasgo que también puede ligarse con otra posible fuente conflictiva propia de las empresas recuperadas y sus concepciones de horizontalidad y democracia: el manejo de las discrepancias entre los miembros y la disciplina laboral.

En relación al disciplinamiento, se observa que en ambas unidades productivas hay un relajamiento con respecto a las anteriores pautas de realización colectiva de las tareas: antes los obreros se encontraban vigilados por cámaras y capataces, no podían detener sus actividades ni comunicarse entre sí durante el trabajo, solo en el único descanso diario de quince minutos. Ahora, la posibilidad de utilizar la totalidad de las instalaciones de la planta, hacer una pausa para tomar mate, dialogar sin restricciones, escuchar música, crea otro clima de trabajo y nuevas formas de vincularse entre compañeros que seguramente incidirá en las subjetividades.

Observamos además que resaltan en el decir obrero determinados significantes vinculados a la apropiación y el sentido de pertenencia en el trabajo, dados por la resistencia y el accionar de los trabajadores para no perder su posición como tales ni su lugar de desempeño laboral. Este sentimiento de pertenencia suponemos que guarda un cariz diferente al que pueda estar presente en las subjetividades del trabajo asalariado: en estos casos los trabajadores lograron retener su fuente de trabajo en un contexto en el que la amenaza era su arrebatamiento, y al mismo tiempo como resultado de la lucha obrera los patrones y el Estado les ceden -temporariamente, en principio- la empresa y el lugar físico de funcionamiento. El sentido de pertenencia está vinculado aquí con la subversión de la exclusión social dada por la amenaza de desocupación y la restitución de la posición simbólica de trabajadores, por lo que las “ganas de irse” que se mencionan en el discurso obrero parecieran refrenadas no solo por el compañerismo del presente, sino por las acciones de resistencia subjetiva pasadas, por su historia de lucha. La recuperación de la empresa se considera una conquista propia y colectiva a la que no es fácil renunciar a pesar de los grandes costes subjetivos y económicos cotidianos, lo cual -como también se advierte en los discursos de las trabajadoras de Engraucoop- lleva a continuar apostando a la autogestión buscando nuevas formas de enfrentar o sobrellevar las dificultades.

Por otra parte, la necesidad de tener otro trabajo aparte del autogestivo cuestiona nuevamente el supuesto componente emancipatorio de estos emprendimientos, ya que son los mismos trabajadores que integran empresas recuperadas los que se sienten sobrecargados por las tareas, frustrados por la falta ventas y de ingresos, y a la vez son explotados en los trabajos paralelos que desempeñan ante estas carencias.

El sufrimiento y el desgaste que conllevan la cotidianeidad laboral se articula con otra situación que se desprende del discurso: el desamparo en el que quedan los colectivos obreros, el aislamiento y la desprotección como contracara del trabajo autogestivo enmarcado en el capitalismo. Luego de obtenido el permiso legal/estatal para funcionar como empresa recuperada quedan abandonados a su suerte para obtener una mínima rentabilidad que les permita subsistir, y eso también le imprime una carga en términos de fracaso del emprendimiento autogestivo. Si bien en el decir obrero esta falla no es atribuida a los trabajadores, quedan dudas vinculadas al modo en que esta decepción opera en las subjetividades en juego. Nuevamente aparece la pregunta que plantea si la consecución de la empresa recuperada se asienta en un más allá del desempleo, ya sea en el sentimiento de pertenencia generado, la esperanza de un futuro rentable basado más en el tiempo, dedicación y esfuerzo invertido que en las leyes del mercado u otros motivos a continuar indagando.

Por último, queremos señalar que en el caso de estas dos empresas en particular, el rubro en el que se enmarcan determina en gran medida sus dificultades actuales: la pesca en general y la industria pesquera en particular ha sido desmantelada a nivel local, resultante de la concentración y subdivisión de la operatoria portuaria en las ciudades portuarias de Mar del Plata y la Patagonia.

En este punto, encontramos algunas evidencias de valoración positiva desde los y las trabajadores acerca de su oficio específico como obrero de la industria pesquera, labor de la que poseen un saber especial que requiere aprendizaje y destreza singular y que se resisten también a abandonar, más allá de las condiciones objetivas de los establecimientos en los que hoy se desempeñan. El cambio hacia otra actividad se considera solo luego de sucesivas frustraciones, fracasos y dificultades para obtener materia prima y compradores, no por una valoración negativa de la tarea desvinculada de estos aspectos. Este aspecto del análisis nos resitúa en la vertiente del trabajo en términos generales como actividad generadora de placer y deseo, aspecto que también permite a la subjetividad obrera resistir los embates del capital.

A modo de cadencia:En los casos abordados se observa que los cambios en situación laboral conllevan cambios a nivel de las subjetividades obreras. El lugar posible para la decisión tanto de la organización del trabajo en la esfera de la producción, la vivencia del compañerismo tanto como acompañamiento mutuo -y no meramente como oposición a una patronal-, gozar de nuevas libertades y autonomía en el ámbito de trabajo, pasar de trabajar para otro a trabajar para todos y para sí mismos, el aprendizaje del funcionamiento general de las unidades productivas, el sentido de pertenencia en relación al trabajo y a la producción, creemos que son modificaciones de importancia en la cotidianeidad laboral que generan movilizaciones en las subjetividades obreras que integran procesos de recuperación de empresas. Asimismo, la valorización de la tarea laboral específica que se lleva a cabo es un aspecto que merece la profundización de su abordaje a fin de elaborar avances y desarrollos al respecto.

Las características de la producción, la circulación y la lógica mercantil hacen del devenir diario de las empresas autogestivas una lucha tan o más dificultosa que la que implicaron sus momentos iniciales.

La dualidad señalada en cuanto a la actividad laboral se encuentra particularizada en el caso de los procesos de recuperación de empresas, en la medida en que la autogestión supone ganancias y pérdidas, ventajas y desventajas con respecto al trabajo asalariado. Hasta el momento los trabajadores pesqueros necochenses han optado mantener la conquista autogestiva, no sin sufrimiento.

A modo de conclusión provisoria, podemos decir que, a pesar de las limitaciones que el sistema capitalista impone a estas experiencias y las dificultades propias del ámbito de la producción autogestiva, los obreros destacan el mantenimiento de su lugar como trabajadores. Desde nuestra perspectiva, no debemos perder de vista ni el sufrimiento subjetivo particular que se presenta en estos casos, ni tampoco los factores valorados de la autogestión que actúan como contrapeso reduciendo en las subjetividades la percepción de las pérdidas o malestares propios de este tipo de experiencias. Creemos que estas lógicas obreras todavía tienen mucho que aportar tanto a la clase obrera como al ámbito académico dedicado a su estudio.

Documentos:

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MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS PÚBLICAS, La Macroeconomía argentina 20032012, Diciembre 2012, disponible en http://www.economia.gob.ar/documentacion/

Entrevista grupal a trabajadores de La Recuperada, octubre de 2013, Necochea, realizada por la autora.

Entrevista grupal a trabajadoras de Engraucoop, octubre de 2013, Quequén-Necochea, realizada por la autora.

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Recibido: 11 de Octubre de 2017; Aprobado: 30 de Junio de 2018

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