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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc.  no.33 Santiago del Estero dic. 2019

 

ESCENARIOS ECONÓMICOS Y SOCIALES: PROCESOS Y DEBATES

Desplazando fronteras: aproximaciones teóricas para una comprensión del trabajo total en Chile

Displacing boundaries: theoretical approaches to a comprehension of total labour in Chile

Deslocamento de fronteiras: abordagens teóricas para umacompreensao do trabalho total no Chile

Isabel Margarita NÚÑEZ SALAZAR1* 

* Dra © en Sociología, University of Warwick. Centre for the Study of Women and Gender, Faculty of Social Science, University of Warwick, England. Becaria CONICYT, Becas Chile, Programa capital humano avanzado. Master of philosophy in sociology, University of Warwick. Magister en estudios de género y cultura, Universidad de Chile. Historiadora y bachiller en humanidades, Universidad Diego Portales

RESUMEN

Este artículo pretende problematizar el concepto de trabajo desde diversas perspectivas teóricas. Incorporando el análisis de la organización social del trabajo total, revisa los principales debates por los cuales se ha cuestionado la comprensión del trabajo desde la perspectiva del empleo. Por el contrario, el texto invita a una reflexión mayor respecto de los nuevos entendimientos para el estudio del trabajo total y focaliza su interés en dialogar con nuevas perspectivas teóricas que han ido abriendo posibilidades para una nueva y compleja comprensión del trabajo. Las categorías de reproducción social, la perspectiva de género y el trabajo doméstico son los principales articulares de esta reflexión.

Palabras clave: Trabajo; cuidado; trabajo doméstico; trabajo reproductivo; tiempo

ABSTRACT

This paper aims to problematize the concept of labour from diverse theoretical perspectives. Incorporating the total social organization of labour’s analysis, the article revise the principal debates by which has been criticised the comprehension of labour from an employment’s perspective. On the contrary, the article invite to a deeply reflexion on some new ways of understanding the total labour and focalising its interest in bargaining new theoretical perspectives which has been opening possibilities for innovative and complex comprehension of labour. The categories of social reproduction, gender perspective and housework are the main articulators of the reflexion.

Key words: Labour; care; housework; reproductive work; time

RESUMO

Este artigo tem como objetivo problematizar o conceito de trabalho a partir de diferentes perspectivas teóricas. Incorporando a análise da organizando social de todo o trabalho, analisa os principais debates que questionavam a compreensao do trabalho a partir da perspectiva de emprego. Pelo contrário, o texto convida ainda a reflexao sobre novos entendimentos para o estudo do trabalho total e se concentra o seuinteresse em diálogo com novas perspectivas teóricas que abriram possibilidades para

uma nova e complexa compreensao do trabalho. Categorías de reprodujo social, genero e trabalho doméstico sao a principal articulando desta reflexao.

Palavras-chave: Trabalho; cuidado; trabalho reprodutivo; Trabalho doméstico; tempo

SUMARIO:

1. Introducción. 2. Cambiando nociones: algunas transformaciones al concepto de trabajo. 3. Debates y críticas: conceptualizando el trabajo total. 4. Ampliando miradas: hacia una organización del trabajo total. 5. Conclusiones. 6. Bibliografía

Introducción

Este artículo pretende ser una reflexión teórica respecto de las nuevas concepciones acerca del trabajo, construyendo nuevas posibilidades para lecturas más críticas y contemporáneas a los fenómenos sociales. En la primera parte, se pretende hacer una reflexión acerca de cómo las concepciones de trabajo se han desplazado de visiones conservadoras, donde sólo empleo es entendido como trabajo hacia el inicio de un camino crítico de incluir el trabajo no remunerado como nuevas formas de concebir el mundo del trabajo. En la segunda parte, se examinan los debates más relevantes que han permitido que la economía y el trabajo hayan expandido sus fronteras para incluir al trabajo no remunerado y al trabajo reproductivo dentro de sus concepciones para ir construyendo nuevos marcos teóricos. En la tercera parte, se conceptualiza respecto de la noción de trabajo total para comprender todas las formas de trabajo. En la cuarta y última parte del texto, se realizan algunas reflexiones respecto de la incorporación del estudio del trabajo total y los nuevos desafíos que tendrían las ciencias sociales para hacer investigación empírica.

Cambiando nociones: algunas transformaciones al concepto de trabajo

Recientemente el Instituto Nacional de Estadísticas ha publicado los resultados de la primera Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo realizada el año 2015 en Chile, señalando que en promedio las mujeres destinan 5,89 horas al trabajo no remunerado mientras que los hombres tan solo 2,74 horas diarias(INE, 2016: 19). Esta divulgación acerca de las actividades y el uso del tiempo en la población ha dejado de manifiesto las desigualdades estructurales en el ámbito de la organización social del trabajo y la división sexual del mismo. La relevancia que tiene conocer por primera vez en nuestra historia nacional las actividades de trabajo en la ocupación, el tiempo en los traslados asociados y el trabajo no remunerado en su totalidad (trabajo doméstico, trabajo de cuidados a integrantes del hogar y trabajo voluntario) clarifica de forma más certera la forma en que los sujetos habitan y componen nuestra sociedad actual, y por, sobre todo, cómo han cambiado las concepciones acerca de lo que hoy entendemos por trabajo.

Durante las últimas décadas, el trabajo se ha ido configurando como un tema de debate en diversos círculos académicos, sociales y políticos, trayendo consigo que las discusiones en torno a su concepto y definición no hayan sido finalizadas. Esta realidad nos permite comprender el carácter polisémico, variado y diverso del trabajo según época y espacio social en el cual se aborde. Desde nuestro punto de vista, el trabajo es una categoría socialmente construida, históricamente contingente y políticamente disputada, que supone un ordenamiento social de carácter jerárquico en cada contexto (Prieto, 2007), en la medida que su significado varía y toma sentido en una realidad concreta, una realidad que es siempre y a la vez material y discursiva, pero por, sobre todo, histórica.

Durante largas décadas del siglo XX, cualquiera que fuera el discurso sobre el trabajo, siempre existía una noción y representación social de éste. La primera, era su definición, que comprendía al trabajo como toda actividad productiva remunerada, ligada a una relación contractual y salarial, destinada a producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas. La segunda, era su valor, el trabajo asalariado era considerado como la actividad fundamental en torno a la cual las sociedades se jugaban su cohesión y aquella que otorgaba a los individuos un lugar legítimo en la sociedad (Carrasco y Mayordomo, 2007). No obstante, estas definiciones actualmente limitan la comprensión holística del trabajo y suponen una visión más ortodoxa respecto de las actividades humanas que desarrollan los individuos en la sociedad.

Hoy en día cuesta comprender el trabajo desde esa óptica, puesto que el trabajo reproductivo, que almacena todo el cuidado de la vida humana y que se ocupa del bienestar de la población, guarda en ello gran cantidad de tiempo y trabajo destinado al mantenimiento del orden social remunerado, tal como lo demuestran los resultados de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo. El análisis de los estudios del trabajo bajo la mirada crítica de la perspectiva de género, ha logrado insertar una disputa política en lo que se comprendía como trabajo, cambiando de esta manera, un paradigma que por siglos había mantenido la esfera privada escondida dentro de las cuentas nacionales. Si bien es cierto, la incorporación del trabajo no remunerado a las concepciones de trabajo, no finalizan con las ideas históricas respecto de “las labores propias del sexo”2 basadas en la división socio-sexual del trabajo, donde lo masculino es ligado a la productividad y al trabajo asalariado, mientras que lo femenino es asociado a las labores reproductivas basadas en quehaceres domésticos y de cuidado a otros, es sin duda, un avance para una comprensión global y total respecto del trabajo en la sociedad. En este contexto, la histórica construcción social del trabajo, de esferas separadas, público/privado, productivo/reproductivo, basado en la idea anatómica del cuerpo (Harding, 1996)está siendo cuestionada gracias a la irrupción de nuevas teorías.

La economía feminista, la sociología crítica del trabajo y las teorías de género entonces, han tenido un rol fundamental en estos debates, pues han logrado mostrar que las desigualdades que afectan al mundo del trabajo también se relacionan con otros ámbitos de la vida humana, donde el trabajo no remunerado, aquel trabajo realizado para el cuidado de otros, el trabajo que se ocupa de la mantención y el bienestar del hogar, así como aquellas labores que contribuyen al bienestar de una comunidad, tienen una relación estrecha y continua con el mercado, ya que éste se beneficia del trabajo no remunerado para su funcionamiento. Las críticas feministas a los estudios del trabajo, de esta manera, han permitido manifestar las restricciones que el trabajo asalariado ha tenido por excelencia a lo largo de su construcción histórica, dejando en claro que no sólo las actividades remuneradas son trabajo, sino que también aquel trabajo familiar-doméstico que va en beneficio de la producción de bienestar para otros (Borderías, 1994; Durán, 1987).

Debates y críticas: conceptualizando el trabajo total

La perspectiva de la división sexual del trabajo, que históricamente ha considerado a las mujeres hacedoras de las labores domésticas, propias de la vida privada, y a los hombres partícipes de las actividades de la ocupación, especialmente aquellas que se realizan en el espacio público, los límites teóricos para una comprensión social del trabajo total manifiesta claramente restricciones para valorar todas las actividades de la vida humana, especialmente aquellas labores productivas realizadas en los hogares, y el rol que estas actividades cumplen en el bienestar de las personas (Nuñez, 2013a).

Las necesidades humanas que se satisfacen a través del trabajo tienen una dimensión objetiva y una subjetiva. Estas necesidades suponen requerimientos de afectos y relaciones interpersonales, el cual es realizado por el trabajo familiar-doméstico, que se traduce en una relación directa de cuidados a las personas que conviven al interior de las familias. Este cuidado comprende servicios personales conectados usualmente con necesidades indispensables para la estabilidad física y emocional de los miembros/as de la familia (McKie et al., 2004). Esto supone entonces, al trabajo familiar-doméstico en un contexto social y emocional que satisface necesidades emocionales y personales que,si bien es cierto, no son bienes transados ni pagados en el mercado, son bienes y servicios producidos para el autoconsumo que generan un impacto de bienestar en el mercado laboral y en los hogares, expandiendo de esta manera, las fronteras de la cadena de producción.

En esta amplia cadena de producción, de distribución, de intercambio y de consumo se configuran interconexiones con las actividades de cuidado, con los quehaceres domésticos y con el uso de los afectos que van transformando las relaciones sociales (Glucksmann, 2005). Investigación contemporánea ha incorporado en sus marcos teóricos y estudios empíricos esta nueva idea de enlazar ambos ámbitos de la vida humana, el trabajo no remunerado y el remunerado, observando vínculos en ambas dimensiones económicas, lo que ha traído consigo ampliar los bordes de las nociones acerca de trabajo en la actualidad. Estos estudios, en su mayoría provenientes de la investigación feminista, muestran cómo el trabajo y las responsabilidades domésticas que las mujeres asumen impactan en la búsqueda de empleo, al disponer de menos tiempo para un trabajo de tiempo completo y,en consecuencia, optando por trabajos a tiempo parcial (Crompton y Harris, 1998).

Del mismo modo, investigación en Chile que ha incorporado una visión más amplia e inclusiva acerca de las nociones de trabajo, ha permitido valorizar el trabajo no remunerado de las mujeres, incorporando la dimensión de trabajo total, el que demuestra que las responsabilidades familiares, el trabajo de cuidado y el trabajo de los afectos tienen incidencia directa en las experiencias laborales de las mujeres y en las razones para buscar y no buscar empleo (Nuñez, 2013b; Undurraga, 2013). Este escenario acerca de la búsqueda de enfoques teóricos más complejos e inclusivos muestra las posibilidades y necesidades de explicar el trabajo, su organización y distribución desde un enlace entre ambas dimensiones, que revelen las transformaciones actuales. En este lugar entonces, surgen preguntas acerca de ¿cómo es posible conceptualizar el trabajo no remunerado? ¿Cómo la producción doméstica, el cuidado de otros y los afectos pueden ser considerados trabajo hoy?

Desde la década del sesenta, uno de los primeros cuestionamientos acerca de las desigualdades estructurales en el mundo del trabajo, llevó a las feministas de la época a reflexionar acerca del trabajo doméstico como una forma de trabajo, donde las mujeres mantenían y reproducían roles de género a través de este trabajo en el hogar. Uno de los estudios más relevantes para la época fue la tesis doctoral de Oakley (1974), cuyo argumento logró traspasar las principales corrientes tradicionales de la sociología laboral, de la economía y del paradigma heteronormado respecto de la valoración del trabajo doméstico. La autora argumenta desde los hallazgos que obtiene en su investigación, basada en entrevistas en profundidad a mujeres casadas con hijos/as en Inglaterra que se desempeñaron como amas de casa3. Oakley logra interpelar el concepto de trabajo, revelando la necesidad de reconocer el trabajo doméstico, sus condiciones, su relación en la configuración de identidades, los grados de satisfacción que tienen las mujeres hacedoras de estas labores, sus rutinas de trabajo y la monotonía de sus actividades reproductivas. Estos hallazgos contribuyeron a la generación deun diálogo entre la economía más ortodoxa y estas nuevas concepciones de trabajo, las cuales fueron escuchadas por los economistas debido a las similitudes que la autora encontró con el trabajo industrial de aquella época (Beynon, 1973).

En esta misma línea argumentativa y hacia la década de los noventa encontramos las conceptualizaciones de Himmelweit (1995) que amplia aún más los descubrimientos de Oakley, puesto que la economista no sólo incluye las actividades rutinarias y las configuraciones de identidades en los significados del trabajo doméstico como sinónimos de “trabajo remunerado”, sino que además incorpora el tiempo y la energía como otro de losfactores que asimilan el trabajo no remunerado al trabajo industrial. En su reflexión la autora aclara que el trabajo doméstico requiere de tiempo y energía que podría ser destinado a otras actividades de la vida humana, pero que, sin embargo, estos factores - tiempo y energía del trabajo doméstico - generan un costo de oportunidad para quienes se benefician de esas actividades no remuneradas.

De esta manera entonces, la académica indica que esa división sexual del trabajo ya no sólo se observa en las fábricas y en el empleo formal, sino que también dentro del hogar, donde ese trabajo no remunerado genera productos y bienes de consumo directo para los miembros/as de la familia. Esta situación se traduce entonces en una división sociosexual del trabajo al interior del hogar y en la sociedad en su conjunto.

En este contexto intelectual, el trabajo de cuidado y principalmente el trabajo emocional que es generado como una extensión del trabajo doméstico, es lo que Himmelweit junto con otras académicas (Ferber y Nelson, 2004)señalan que no puede ser incluido en los quehaceres del hogar, pues es un trabajo distinto en sí mismo. Desde esta perspectiva, el trabajo de Arlie Hochschild (1983) es uno de las primeras en acuñar la importancia que tienen las emociones en el mercado del trabajo. La autora propone el concepto de trabajo emocional en el manejo de ciertas habilidades personales, especialmente el uso de las emociones y los afectos en los espacios laborales. Hochschild observa tres dimensiones en las cuales las emociones operan en ese lugar. La primera sería el aspecto cognitivo, donde el empleado intenta cambiar sus ideas o pensamientos con el fin de cambiar sus sentimientos respecto de alguna problemática o conflicto en su trabajo. Un ejemplo podrían ser los sentimientos y emociones que ocurren cuando se tiene que despedir un/a empleado, cuando se debe dar una orden que se sabe dificultosa para la organización o indicar que un trabajo está mal hecho y debe ser corregido nuevamente. Estas son situaciones laborales que impactan en los sujetos y generan sentimientos, tanto para quien tiene que ejercer un poder sobre otro como para quien que recibe ese poder.

En los espacios laborales coexisten una serie de emociones que se construyen a través de las relaciones interpersonales; el miedo, la ira, la rabia o la satisfacción por nombrar algunas,son sentimientos que afectan a los/as trabajadores y que afectan no sólo a quienes se involucran directamente con una situación agradable o incómoda, sino que también a todo el equipo de trabajo4. La segunda dimensión tiene que ver con el uso del cuerpo en el espacio del trabajo. Los/s trabajadores/as pueden utilizar aspectos del cuerpo para calmar sus emociones con el objetivo de guiar sus sensaciones hacia la dirección deseada. Por ejemplo, respirar profundo para calmar los nervios y la ansiedad cuando se tiene que hablar en frente de una concurrida audiencia. La tercera dimensión tiene que ver con las expresiones y los gestos en el manejo de las emociones. A veces sonreír en el trabajo contribuye al bienestar y a las buenas relaciones interpersonales, pues hace sentir al sujeto feliz y traspasar esa sensación de calidez. Ahora bien, lo que plantean las economistas respecto del trabajo doméstico no remunerado y el trabajo emocional, es que el primero conlleva un trabajo de cuidado y de afectos que debiese individualizarse, como un trabajo en sí mismo. Esta situación permitiría dimensionar y contabilizar la carga laboral real o el trabajo total, que tienen todas estas actividades en quien las realiza.

Respecto de estas discusiones entonces, lavar la loza, limpiar y mantener ordenada una casa, cuidar a un enfermo, hacer la tarea con los/as hijos/as involucra sensaciones y emociones que van más allá del solo hecho de realizar una labor doméstica. Es, entonces, el hecho de sentir preocupación por el enfermo, sentir satisfacción por el aprendizaje de los/as hijos/as, es sentir frustración al ver el desorden del hogar, además de otros sentimientos que ocurren en quien realiza estas labores domésticas durante su realización y al término de estas. El trabajo emocional y el de cuidado vendría siendo el resultado de un esfuerzo que se consume tan rápido como se gasta ese esfuerzo. Y a pesar de ser un esfuerzo pequeño, nace de una urgencia que está motivada por una necesidad más imperiosa que cualquier otro, pues de ese esfuerzo depende la propia vida (Arendt, 2005).

Complejizando estos debates e intentando ver el fenómeno desde una dimensión mayor es que algunas intelectuales señalan la dimensión emocional del trabajo doméstico. Esta dimensión emocional y de cuidado que afecta a las personas que realizan los quehaceres del hogar, y que no está relacionado con el “hacer” las actividades domésticas, sino que con el “para quienes” va ese trabajo no remunerado. En este sentido, estos debates teóricos han planteado el trabajo reproductivo, como una de las alternativas para la conceptualización por el cual todos estos trabajos no remunerados, el de cuidado, el emocional y el doméstico son agrupados en un nuevo concepto.

El trabajo reproductivo haciendo referencia entonces, al trabajo destinado a satisfacer las necesidades del espacio íntimo de los sujetos, y que se encarga principalmente de la reproducción social. Almacena las labores del hogar, su mantenimiento y reproducción, el cuidado de otros y hacia otros, además de proporcionar de bienestar para quienes lo reciben en las familias. Algunas investigaciones han preferido acuñar este concepto debido a los profundos alcances que ha tenido el proceso de globalización en la configuración de relaciones interpersonales y familiares, donde este mantenimiento de emociones y de reproducción social es realizado a distancia por las familias transnacionales por ejemplo, quienes dejan a cargo, en su país de origen, el trabajo doméstico de sus hogares a otras mujeres de sus familias, realizando ellas, como mujeres migrantes, labores domésticas y de cuidado en los países de destino (Parreñas, 2001).

Estas nuevas significaciones emergen en el imaginario económico como otras posibilidades para comprender las desigualdades que coexisten no sólo en el trabajo remunerado, sino que también en la sociedad en su conjunto. Las aristas que estos debates abren para la comprensión y valorización del trabajo no remunerado construyen perspectivas para aportar a un desarrollo intelectual que permita entender fenómenos sociales contemporáneos respecto de las rearticulaciones de las inequidades no sólo entre los sexos, sino que también en la estructura social, por la cual se (re)producen ciertas normas, valores y prácticas que parecen ser naturales, pero son finalmente construidas por los mismos sujetos.

Ampliando miradas: hacia una organización del trabajo total

Hasta el momento se ha intentado dar a conocer los principales marcos teóricos por los cuales se ha ido expandiendo el concepto de trabajo en las últimas décadas. Sus nociones han abierto nuevos entendimientos para una amplia comprensión acerca del trabajo, contribuyendo a los principales debates intelectuales en economía y sociología. Estas conceptualizaciones han otorgado un espacio y un valor al trabajo de cuidado, al trabajo emocional, al trabajo reproductivo y al trabajo doméstico en las ciencias sociales, traduciéndose en un entendimiento más complejo respecto de las desigualdades estructurales que cohabitan en el mundo social. Sin embargo, estas nociones han reforzado visiones dicotómicas para la comprensión del fenómeno y organización social del trabajo, fundamentadas sobre una base binaria productivo/reproductivo, trabajo remunerado/no remunerado, lo que ha impedido en la práctica un entendimiento delos enlaces y conexiones que existen entre las distintas formas de trabajo.

La idea de trabajo total entonces, viene a contribuir, desde una perspectiva inclusiva, a una re orientación para la “organización social del trabajo total”5 que se focalice en la comprensión relacional que tienen todas las formas de trabajo independiente de donde se lleven a cabo.En este sentido, algunas investigaciones han incluido el trabajo doméstico en las cuentas nacionales para obtener una valoración económica real del trabajo de las personas, contribuyendo a “contar” la producción doméstica en el sistema de Cuentas Nacionales (Borderías et al., 1994).

La OCDE, del mismo modo, en sus estadísticas laborales incluye el trabajo doméstico en la elaboración de sus informes para calcular la participación laboral femenina. Parte de su metodología supone incluir el número de hijos/as y la edad de éstos/as por cada mujer, para comprender la participación de las mujeres en el mercado de trabajo formal. De acuerdo a la OCDE, esta opción metodológica por incluir el número de hijos/as vivos/as y sus edades se relaciona con la investigación empírica que ellos han realizado por años, la que señala que el cuidado y la crianza de los/as hijos/as es opcional en los hombres, sin embargo, para las mujeres es parte del contrato social vigente por el cual se estructuran las relaciones sociales. Según la OCDE, este contexto sería una de las razones de la baja participación laboral femenina en los países asociados principalmente cuando los/as niños/astienen entre 0 y 5 años de edad (OCDE, 2005).

En este contexto, investigaciones latinoamericanas más contemporáneas han iniciado un trabajo por contribuir a esta mirada de la “organización social del trabajo total” en sus estudios para comprender el trabajo en sus diferentes formas y de manera inclusiva. Uno de los estudios más recientes publicado el año 2013 (Salvador, 2013), es una investigación econométrica y con perspectiva regional-comparativa entre los países de Ecuador y México. Este estudio es el análisis de varias encuestas nacionales de estadística oficial proporcionada por los Estados6, donde la investigadora toma una opción teórica para categorizar todas las formas de trabajo (remunerado y no remunerado) mediante la clasificación de actividades de uso del tiempo para América Latina y el Caribe (CAUTAL).

El estudio contabiliza el trabajo total-global de hombres y mujeres en 3 tipos de hogares diferentes; monoparental, biparental heterosexual y extendido. El estudio explica la distribución del trabajo total entre los miembros de los diversos tipos de hogares considerando la interseccionalidad de género, clase y raza tanto en sus análisis como en sus resultados. En este contexto, uno de los hallazgos que arroja la investigación se refiere a que las más afectadas en el desigual reparto del trabajo total entre ambos países son las mujeres indígenas y ecuatorianas, que tienen un bajo nivel de instrucción y que viven en el área rural. De acuerdo al estudio, su condición de mujer-indígena es una variable aún más profunda para la constitución de desigualdad en ambos países y para la carga total de trabajo, tanto en número de horas como en actividades no remuneradas realizadas. Del mismo modo, la perspectiva de interseccionalidad que se agrega en el estudio del trabajo total brinda una riqueza intelectual para comprender el fenómeno desde una mirada latinoamericana, donde se reconocen las diferencias que habitan en la región.

Junto con esto, y siguiendo el marco teórico de la “organización social del trabajo total” de Glucksmann, existen algunas investigaciones para el caso chileno. Una de ellas es un trabajo sociológico que pretende explicar la baja participación laboral femenina en Chile respecto de los otros países de la región, considerando las experiencias de las mujeres, para comprender las continuas barreras que enfrentan las mujeres en torno al empleo remunerado, las tensiones entre el trabajo remunerado y la vida familiar, además de conocer los factores que conducen a las mujeres en su toma de decisiones en este tema (Undurraga, 2011). La investigación es de tipo cualitativa y consta de 60 entrevistas semi-estructuradas realizadas a mujeres que trabajan remunerada y no remuneradamente en la ciudad de Santiago de Chile entre el 2007 y el 2008. La autora provee de datos empíricos a través de las narrativas de las mujeres, los que muestran que las mujeres realizan significativamente más trabajo total que los hombres, independientemente de si ellas trabajan de forma asalariada o de manera no remunerada en sus hogares. Asimismo, la investigación demuestra que la baja escolaridad en las mujeres de clases bajas impacta en las pocas herramientas para obtener un trabajo, en sus escasas motivaciones y expectativas, prefiriendo, por tanto, realizar labores domésticas y el cuidado de los/as hijos/as. A su vez, la autora incorpora a este marco teórico la comprensión del orden de género, pues ella sostiene que el mandato cultural tiene un enorme impacto en la distribución del trabajo remunerado y no remunerado en Chile. Muchas de las decisiones de las mujeres para no conseguir un empleo formal en el mercado de trabajo, están dadas por el rol cultural que juegan y tienen ellas en la vida cotidiana, lo que se relaciona directamente con el status quo dominante que estructura las relaciones sociales. De acuerdo a la autora, la “organización social del trabajo total” en el país, no podría estudiarse sin incorporar los arreglos y contratos de género que imperan en la sociedad.

Del mismo modo, otra investigación que intenta visibilizar el trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres, que, interpelando las categorías ortodoxas de población activa e inactiva, intenta incorporar el marco teórico de la “organización social del trabajo total”, proponiendo una historia social del trabajo total en Chile (Nuñez, 2010). Este estudio plantea reconstruir las trayectorias remuneradas y no remuneradas de las mujeres durante las últimas décadas del siglo XX en el país, específicamente entre 1970 y 1992. La investigación utiliza la técnica metodológica de métodos mixtos, es decir, por una parte, recopila datos estadísticos provenientes de los censos de población nacional de los años 1970, 1971, 1982, 1983 y 1992, y, por otra parte, utiliza las historias de vida de las mujeres, desde el trabajo con la historia oral, para la recopilación de las fuentes históricas. La investigación arroja datos que permiten contabilizar el trabajo total-real que realizan hombres y mujeres durante la época, indicando las cifras que las mujeres trabajan de forma total más que los hombres para la época, y que el trabajo doméstico es prácticamente realizado en su mayoría por las mujeres7. Estas cifras van acompañadas de las experiencias e historias de vidas las que revelan las dificultades en términos de tiempo libre, tiempo para sí y de conjugar la vida personal con las demandas tanto dentro del mundo del trabajo como del trabajo en el hogar. El cuidado de enfermos, cuando los padres envejecen recae en las hijas, las madres apoyan el cuidado de las nietas cuando las mujeres trabajan fuera de las casas constituyendo de esa forma, una cadena femenina de cuidados. Estos hallazgos abren nuevas aristas respecto de cómo se ha comprendido y estudiado el trabajo, visualizando lo pertinente de estos marcos teóricos e interpelaciones intelectuales respecto de teorías y conceptos más tradicionales.

En este escenario se ha observado cómo a medida que se van incorporando nuevas categorías de análisis es posible complejizar los fenómenos sociales. El estudio del trabajo y sus posibles nuevas comprensiones pretenden relevar aquellas desigualdades e inequidades arraigadas en la sociedad. El estudio del trabajo total, sus marcos teóricos y las nuevas críticas que se vayan originando a medida que se realice más investigación permitirá comprender de mejor forma los pactos sociales por los cuales se construyen las relaciones humanas. Se ha visto hasta ahora, como es posible comprender de otras maneras las formas de trabajo, el entendimiento, sus articulaciones y las perspectivas por las cuales estudiarlo. Los alcances metodológicos que puedan tener las investigaciones y el uso de sus marcos teóricos desplazan aquello que estructuralmente discrimina algunas aristas de la vida humana, como lo es el trabajo reproductivo. Estas posibilidades brindan miradas inclusivas respecto de la sociedad e invitan a demandar aquellos métodos binarios o dicotómicos sobre los cuales se construye una sociedad, invitando de esta manera, a comprender la cohesión social, la asociatividad y la individualidad desde el lugar de la empatia social.

Conclusiones

Hasta el momento se ha reflexionado respecto de otras posibles aproximaciones hacia los estudios del trabajo, comprendiendo que en todas sus formas se compromete la vida humana. Con especial énfasis se ha mostrado cómo el trabajo no remunerado ha sido estudiado principalmente por intelectuales feministas que gracias a la perspectiva de género han logrado interpelar las investigaciones y los marcos conceptuales por los que el trabajo se ha entendido en gran medida como empleo. Sin embargo, se ha podido ver que el trabajo doméstico, el trabajo emocional, el cuidado y en general, la reproducción social por la cual los seres humanos viven su vida cotidiana se ha instalado como una nueva forma de pensar y comprender el trabajo. La propuesta de la “organización social del trabajo total” emerge desde un entendimiento por losenlaces e imbricaciones que tienen las diversas formas de trabajo. En este contexto, el hogar y el espacio íntimo de los sujetos se transforman en lugares políticos y de relevancia para las dimensiones del cuidado y de las emociones, por ejemplo, pues en estos ámbitos se entrecruzan interseccionalidades e interacciones humanas donde el género, la generación, las clases sociales y la raza, articulan las distintas formas de trabajo que realizan los sujetos, y que se transforman en un principio fundamental para la cohesión social.

Más allá de incorporar nuevas miradas y perspectivas a la comprensión del trabajo total, como lo ha hecho la teoría de género, que relevando el trabajo femenino ha reforzado, sin embargo, la idea dicotómica y cartesiana de lo social. Si bien es cierto, por una parte,ha visibilizado lo “invisible” del trabajo no remunerado, por otra parte, ha profundizado aquellas visiones separadas de la sociedad que impiden una comprensión compleja y holística para acercarse a los fenómenos humanos. Ahora bien, más investigación acerca de los significados del trabajo no remunerado y del trabajo total es uno de los desafíos imperiosos para conocer aquellas prácticas que se (re)producen en la intimidad y en el espacio público. La investigación cuantitativa ha permitido develar las desigualdades en el uso del tiempo, en la distribución de la carga y el tipo de trabajo, no obstante, estudios acerca de las negociaciones para llevar a cabo estas tareas, así como sus representaciones es un desafío para la investigación social.

Se trata entonces, de un nuevo pacto social o de una orgánica que conciba las relaciones humanas fuera del ámbito de las esferas separadas. Es decir, un contrato social y de género que no (re)produzca las desigualdades por las cuales se han estructurado las normas y las reglas sociales. De aquí entonces, intentar aproximarse hacia una comprensión del trabajo total que contribuya no sólo a la construcción de igualdad, sino que también a desestructurar aquellas inequidades arraigadas en una cultura que conserva el status quo en beneficio de unos pocos y mantiene las distinciones sociales entre los individuos.

Bibliografía

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2Se refiere al texto de Hutchison, Elizabeth. Labores propias de su sexo. Género, políticas y trabajo en Chile urbano (1900-1930).Santiago: LOM, 2006. Este libro comenta el ingreso segregado por sexo que tuvieron las mujeres chilenas al mercado del trabajo, específicamente en la industria nacional a principios del siglo XX. Este término fue común para referirse a los trabajos asociados a los roles de género que desempeñaron las mujeres en el ámbito laboral, tales como costureras de camisas, obreras de telares, obreras de vidrios, entre otros.

3El término ama de casa, es la traducción de la autora respecto del concepto inglés housewife. El cual se refiere a la mujer casada bajo un contrato civil del matrimonio, ocupada del hogar (household) y quien tiene relación personal, emocional, económica y de dependencia con el jefe del hogar (householder). En la actualidad, podría ser similar a la dueña de casa, quien realiza todo el trabajo doméstico al interior de las familias, cuida de ella y, por ende, vela por el bienestar de su hogar.

4Una investigación contemporánea acerca del impacto que tienen las emociones en los equipos de trabajo ver Smith, Pam. The emotional labour of nursing revisited: can nurses still care?London: Palgrave, 2012.

5La sigla proviene del inglés TSOL “Total Social Organisation of Labour” TSOL y es acuñada por la socióloga del trabajo Miriam Glucksmann por primera vez en 1990 para dar a conocer la relación que existía entre el trabajo doméstico y la economia de mercado en la empleabilidad de las mujeres. Glucksmann, Miriam. Women assemble: women workers and the new industries in inter-war Britain. London: Routledge, 1990.

6Para el caso de Ecuador se utilizo la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) diciembre de 2007, que incluyó un módulo de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo 2007. Para el caso de México se utilizó la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo del año 2009.

7El promedio de distribución del trabajo total entre hombres y mujeres, entre 1970 y 1992, fue de un 46% para los hombres y un 54% para las mujeres. En relación con el trabajo doméstico, el promedio de las labores domésticas realizadas por los hombres fue de un 1,8% mientras que las mujeres desempeñaron el 98,2% de eses trabajo.Ibíd, p. 125.

1Dra © en Sociología, University of Warwick. Centre for the Study of Women and Gender, Faculty of Social Science, University of Warwick, England. Becaria CONICYT, Becas Chile, Programa capital humano avanzado. Master of philosophy in sociology, University of Warwick. Magister en estudios de género y cultura, Universidad de Chile. Historiadora y bachiller en humanidades, Universidad Diego Portales. Correo: M.Nunez-Salazar@warwick.ac.uk

Recibido: 10 de Marzo de 2018; Aprobado: 31 de Julio de 2018

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