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Trabajo y sociedad

On-line version ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.21 no.34 Santiago del Estero June 2020

 

ARTÍCULOS

Trabajadoras en la Cuenca del Golfo San Jorge (CGSJ): invisibilidad, economía hidrocarburífera y relaciones de género

Women workers in the San Jorge Gulf Basin (CGSJ): invisibility, hydrocarbon economy and gender relations

Mulheres trabalhadoras na bacia do Golfo de San Jorge (CGSJ): invisibilidade, economia de hidrocarbonetos e relaoes de género

Renata HILLER1 

Paolo PARIS1 

1Lic. en Ciencia Política, Mg. en Ciencias Sociales y Dra. en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesora Adjunta de Sociología en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el CIT Golfo San Jorge. Líneas de investigación: conyugalidad, ciudadanía y trabajo. renhiller@gmail.com *** Prof. en Historia por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), sede Comodoro Rivadavia. Becario del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Investigador en el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Patagonia (IESyPPat). Área de Investigación: estudios de género, historia reciente y violencia. ppaolo_84@hotmail.com

RESUMEN

Tanto desde las representaciones del sentido común como en la academia, la economía hidrocarburífera que se desarrolla en la Cuenca del Golfo San Jorge es concebida como un universo masculino. Por eso nos interesa interrogar los lugares que han ocupado las mujeres en las relaciones económicas de esta región a lo largo de su historia, y en el presente. Para ello, revisamos críticamente la historiografía disponible, desde una perspectiva de género. Analizamos también una serie de datos secundarios que pueden servir a trazar un panorama más completo del mundo del trabajo y las relaciones de género de esta región, principalmente desde la privatización de YPF hasta nuestros días. Orienta la indagación identificar los impactos diferenciales, de acuerdo al género, de los momentos de crisis y reactivación económica. Asimismo, el artículo interroga sobre la construcción de los datos y las fuentes de información

Las primeras formulaciones de este artículo fueron compartidas en el VIII Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo, de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo en Buenos Aires en agosto de 2016 y luego en el IV Seminario Internacional de Desigualdad y Movilidad Social en América latina, en la ciudad de La Plata en junio de 2017. Agradecemos los comentarios y sugerencias de Elena Mingo y Hernán Palermo primero, y luego de Patricia Scarponetti y Liliana Bergesio, así como el intercambio con demás asistentes de las mesas disponibles para la comprensión de esta economía de escala global y particular conformación territorial.

Palabras Clave: mercado de trabajo; trabajo no remunerado; petróleo

ABSTRACT

Both from the representations of common sense and in academia, the hydrocarbon economy that develops in the San Jorge Gulf Basin is conceived as a masculine universe. That is why we are interested in questioning the places that women have occupied in the economic relations of this region throughout its history, and present times. To do this, we critically review the available historiography, from a gender perspective. We also analyze a series of secondary data that can serve to draw a more complete picture of the world of work and gender relations in this region, mainly from the privatization of YPF to present days. It guides the investigation to identify the differential impacts, according to gender, of the moments of crisis and economic recovery. Likewise, the article asks about the construction of the data and the sources of information available for the understanding of this economy of global scale and particular territorial conformation.

Keywords: labor market; unpaid work; petroleum

RESUMO

Tanto nas representares do senso comum quanto na academia, a economia de hidrocarbonetos que se desenvolve na Bacia do Golfo de San Jorge é concebida como um universo masculino. Por isso, estamos interessados em questionar os lugares que as mulheres ocuparam nas relaqóes económicas dessa regiao ao longo de sua história e no presente. Para fazer isso, revisamos criticamente a historiografía disponível, de uma perspectiva de genero. Também analisamos uma série de dados secundários que podem servir para traqar uma imagem mais completa do mundo do trabalho e das relaqóes de genero nessa regiao, principalmente desde a privatizaqao da YPF até os dias atuais. Ele orienta a investigado para identificar os impactos diferenciais, de acordo com o genero, dos momentos de crise e recuperado económica. Da mesma forma, o artigo pergunta sobre a construqao dos dados e as fontes de informado disponíveis para a compreensao dessa economia de escala global e conformado territorial específica.

Palavras Chave: mercado de trabalho; trabalho nao remunerado; petróleo

Introducción

Emplazado en el centro de la ciudad de Caleta Olivia, el Gorosito representa la figura del trabajador en la Cuenca del Golfo San Jorge (en adelante CGSJ), territorio que abarca el sur de la provincia del Chubut y norte de Santa Cruz, en Argentina. Varonil y musculoso, indica un trabajo aguerrido, de fuerza manual. Sus setenta metros hacen posible divisarlo aún desde lejos y desde allí comanda los imaginarios, representaciones, sueños y pesadillas acerca de lo que significa el trabajo (pero también la masculinidad y otros atributos de estatus) en la Patagonia Central.

Las mujeres, en cambio, gozan de un humilde monolito fucsia en uno de los bulevares de la calle Alsina de Comodoro Rivadavia, zona privilegiada de ejercicio de la prostitución en la ciudad. El “monumento a la mujer trabajadora” fue inaugurado el 8 de marzo de 2016 por la Secretaría de la Mujer del Sindicato del Petróleo y Gas Privado de la Provincia del Chubut (SPGPCh). Tuvo durante poco tiempo una placa conmemorativa de las mujeres trabajadoras, que tras varios intentos de robo fue retirada. Hoy el lugar consta de un semi círculo con un monolito en el centro. Su color contrasta con todo el paisaje.

La placa conmemorativa que entonces colocaran está dedicada a Ana Cristina Soltner, considerada como la primera mujer petrolera. Más conocida como “la mujer de Fuchs”, llegó a esta región acompañando a su marido mientras éste realizaba trabajos de ingeniería en búsqueda de agua y petróleo en los primeros años del siglo XX y fue en un campamento de esta ciudad, en una carpa al lado del pozo N° 2, donde dio a luz a su primer hijo. Desde entonces, el trabajo -de parto- realizado por esta mujer en medio de las inclemencias del desierto patagónico parece haber signado la trayectoria de los vínculos entre mujeres, petróleo, trabajo y reproducción en estas latitudes. En nuestro día, cuando cae el sol otras tantas mujeres se congregan en cercanías del monolito negando, repitiendo y, en definitiva, parodiando, los usos del cuerpo femenino en una ciudad atravesada por la industria hidrocarburífera.

La propuesta de nuestra agenda de investigación contempla dos momentos: por un lado, nos interesa historizar el mundo del trabajo petrolero en la Cuenca desde una perspectiva de género. Para ello, a continuación presentamos el estado del arte crítico realizado en torno a cómo ha sido caracterizada la economía hidrocarburífera de la región y, específicamente, el lugar de las mujeres en ella. Además de esta revisión bibliográfica, nuestro proyecto apuntó a identificar un posible campo de estudios en torno a género y trabajo en la región, asunto que desarrollamos en Barrionuevo, Hiller y Paris (2018). Luego, compartimos una serie de datos secundarios con miras a trazar un panorama más completo de la evolución de esta economía en los años recientes, conocidos como “segundo boom petrolero”. En particular, nos interesa interrogar los impactos diferenciales de la reactivación económica de acuerdo al género. En definitiva, se trata de aportar conocimiento desde la Universidad pública local en pos de interrogar sobre la reproducción de las desigualdades y visibilizar la agencia de sujetos y prácticas generalmente desatendidos.

Así, en una primera sección presentamos las coordenadas conceptuales que orientan nuestro abordaje del trabajo. Luego, se repasa la historiografía local en torno a la participación de las mujeres en la vida económica, política y social de la región. En un tercer apartado repasamos críticamente los estudios sobre los impactos sociales de la privatización de YPF. A posteriori, presentamos nuestra agenda investigativa y sus primeros resultados. Finalmente, se plantean algunas conclusiones preliminares y se indican próximos pasos a seguir.

Coordenadas conceptuales

Las ciencias sociales ofrecen en general una mirada “torcida” de la realidad social que experimentan los sujetos. Lejos de los titulares vendibles, muchas veces formulan aseveraciones confusas, que pocos entienden y que menos comparten. Son, como dice Bourdieu para la sociología, “deportes de combate”: no sirven para dar golpes bajos. Son poco efectistas. Sin embargo, “la alquimia del sociólogo”, al decir de Garfinkel, también permite, como en los espectáculos de magia, observar fenómenos que de otra manera pasarían inadvertidos.

La ausencia de una imagen representativa de la “mujer trabajadora” parece acompañar la trayectoria de las mujeres que cotidianamente vivimos (y trabajamos) en esta Cuenca. La asimilación a las figuras de “madres” y “esposas” parece obliterar la identidad en tanto trabajadoras. Reinas del petróleo, Damas de caridad, su papel en la economía hidrocarburífera viene a ser la de un adorno, un plus bienvenido, pero no necesario. Hoy apenas algunas carreras paradigmáticamente vinculadas a las tareas de cuidado (enseñanza, atención primaria de la salud, atención pública de sectores vulnerables) son espacio y terreno preferencial de las mujeres. Pero incluso allí, muchas veces su representación pública y sindical es gestionada por varones. Sin embargo, basta recorrer las calles para encontrar a las mujeres trajinando de aquí para allá, cargadas de bolsas, atendiendo en negocios, institutos, enseñando, en los colectivos de la primera mañana que llevan el servicio doméstico a Rada Tilly... Y, sin embargo, ¿cómo no verlas?

Hablamos de una triple invisibilidad: epistémica (qué se entiende por trabajo), estadística (cómo y qué se mide en el empleo, cuáles son las fuentes de información disponibles) y a nivel del sentido común (percepciones e imaginarios sociales) que operan simultáneamente. Consolidan una verdad acerca de los vínculos entre mujeres y trabajo en la región que se autocorrobora. En conjunto, sedimentan un piso del cual resulta difícil despegarse: aquel que coloca en polos casi opuestos “las mujeres” y “el trabajo”, siendo este último uno de los principales asignadores de recursos (materiales y simbólicos) en cualquier sociedad, y en la comodorense en particular.

La invisibilidad epistémica de las tareas de cuidado y reproducción que cotidianamente realizan las mujeres viene siendo denunciada desde los feminismos marxistas o materialistas desde la década del setenta en pos de ubicar la opresión de las mujeres en el núcleo de la dinámica capitalista, señalando la imbricación entre trabajo doméstico, reproducción de la mano de obra y extracción de plusvalía. Este tipo de análisis, a la vez, permite “colocar de lleno a las mujeres en la definición del capitalismo” (Rubin, 1996: 39), abonando a teorizaciones que permitan integrar las reflexiones sobre el capitalismo, por una parte, y el patriarcado por la otra. La noción de “esferas” (doméstica, de relaciones patriarcales, y del mercado, dominada por la lógica del capital) autónomas entre sí (aunque complementarias en sus efectos) es objeto de crítica y revisión por parte de feministas que intentan superar el llamado “sistema dual” (Young, 1992).

En un giro muy caro a los feminismos en general, las corrientes materialistas del feminismo procuran radicalizar, llevar hasta sus últimas consecuencias, teorías de las que se nutren. En este caso, el marxismo o materialismo histórico en tanto perspectiva de análisis de las relaciones sociales de producción. Lo que ingresa como “producción” en estas corrientes pueden ser tanto bienes, como servicios o personas. El análisis de las “relaciones sociales de sexo” permite avanzar en el estudio del sexo como mercancía y de la sexualidad como relaciones de intercambio (Tabet, 2001), tanto como integrarse a los estudios sobre el capitalismo contemporáneo y sus renovadas formas de explotación. Así, para el feminismo materialista el trabajo siempre tuvo las características del actual posfordismo: flexible, a tiempo completo, con simultaneidad de tareas, adaptabilidad y que insume “alma, cuerpo e intelecto” (Virno, 2003).

La economía feminista, por su parte, incorpora las relaciones de género en el centro de la explicación del funcionamiento de la economía, enfatizando aquellos elementos del cuidado que producen o contribuyen a producir valor económico (Rodríguez Enríquez, 2015: 32). Con ello, aportan a la ampliación del ciclo de la renta, indicando el carácter sistémico de los trabajos de cuidado en la dinámica económica capitalista (Picchio, 2005; Rodríguez Enríquez 2015). Su incorporación invita por tanto a reformular y reconsiderar muchas de las herramientas con que se abordan las relaciones económicas y, específicamente aquellas vinculadas con el mundo del trabajo ya que como indica Corina Rodríguez Enríquez, “El hecho que las mujeres concentren la mayor parte de las responsabilidades de cuidado, atendiéndolas con su propio trabajo no remunerado, dificulta su plena participación económica” (2014: 6).

En términos de la visibilidad estadística de los fenómenos, la economía feminista viene aportando entonces herramientas para el abordaje de los trabajos de cuidado, mediante la implementación de encuestas sobre uso del tiempo, por ejemplo (Rodríguez Enríquez, 2014). También, realizando nuevos aportes y lecturas sobre los instrumentos y resultados de investigaciones sobre trabajo asalariado, al considerar las brechas de género que pueden darse según las tasas, la variedad de sectores y ocupaciones, o en términos salariales (Rojo Brizuela y Tumini, 2008).

Mujeres y trabajo en la Cuenca del Golfo San Jorge, entonces

La CGSJ atravesó distintas configuraciones político-territoriales. Cuando se descubre el petróleo en 1907 en Comodoro Rivadavia, el espacio formaba parte de los Territorios Nacionales de la República Argentina. Más tarde, a partir de 1944, se establece la Gobernación Militar de Comodoro Rivadavia que circunscribía el espacio que ocupa la Cuenca, extendiendo su límite hasta la frontera con Chile. Sobre este primer período varios autores como Daniel Marques (2008 y 2011), Fernanda Torres (2012) y Hernán Palermo (2012), coinciden al describir a la comunidad petrolera como homogénea, con un férreo control de la empresa estatal YPF sobre todas las esferas del desenvolvimiento social. La historiografía local incorpora la categoría de company town o pueblo industrial, para referir a espacios creados por empresas (en el caso local, tanto YPF como privadas como Astra) con el propósito de atraer y controlar a los trabajadores. La empresa no sólo es la empleadora sino también la propietaria de los inmuebles y la tierra. Como empleadora, contrata, despide y distribuye al personal; como propietaria, asigna viviendas, provee servicios médicos y sanitarios, abastece y autoriza la instalación de comercios en el área bajo su jurisdicción. Sus acciones no se limitan a supervisar las relaciones laborales, sino que afectan la vida social, cultural y política de las y los trabajadores y sus familias (Torres, 1995). Esto habría fijado a las mujeres como reproductoras de la fuerza de trabajo:

“La valoración del trabajo femenino se reflejó en los puestos que desempeñaron y que generalmente constituyeron una prolongación de las tareas realizadas en el ámbito doméstico. Los lugares a los que fueron destinados las mujeres -la cocina, la oficina o la escuela- eran considerados apropiados para las jóvenes, cuyo empleo era una fase transicional entre el trabajo doméstico en casa de sus padres y el matrimonio. Generalmente las actividades que las mujeres realizaban en este ámbito eran poco valoradas porque no era el trabajo principal y el adiestramiento femenino se realizaba dentro del grupo doméstico; eran eventuales ya que generalmente las suspendían durante la maternidad o crianza de los niños y las realizaban en lugares cercanos a su vivienda. Además, el mundo laboral era acotado y relativamente "familiar" en los "pueblos petroleros" distantes entre 3 y 20 km de la ciudad de Comodoro Rivadavia donde las mujeres hubiesen tenido otras posibilidades de acceso al trabajo extradoméstico, ya que allí estaban los bancos, los comercios, los bares, los hoteles, las oficinas y los prostíbulos. A nivel de las representaciones ideológicas el lugar de la mujer era el de la casa y su obligación principal era la ejecución del trabajo doméstico. Mientras que para el hombre el trabajo se consideraba una obligación, para la mujer era opcional, lo que contribuyó a pensar en el trabajo femenino como complementario. Además, incorporarse al mercado laboral no significó que fueran relevadas de sus tareas domésticas sino, al contrario, sometidas a una doble jornada de trabajo” (Ciselli, 2002: 2).

Con espacios claramente diferenciados (el hogar como espacio de lo doméstico, el mundo del trabajo en los campamentos, la ciudad como territorio de tensiones de lo comunitario) (Barros y Carrizo, 2012), las mujeres veían circunscrita su capacidad de desplazamiento por estos espacios sociales, teniendo escasas posibilidades de ingresar, transitar, progresar y establecerse en el mundo del mercado de trabajo remunerado. Así lo documenta Ana Infeld (2009), quien recorriendo los archivos municipales identifica las brechas salariales y las dificultades que afrontaban las mujeres para insertarse en el mercado de trabajo. Por ejemplo, a través de las Ordenanzas municipales que rápidamente homologaban el trabajo femenino a la prostitución, o allí donde el Municipio ejercía un “patriarcado público” sobre las mujeres solas (solteras o viudas) (Infeld, 2009: 96).

Aun así, resta producir mayor investigación sobre aquellos trabajos extra domésticos que realizaban las mujeres, conocer su participación en la dinámica económica local, experiencias de movilización y acción sindical, entre otras cuestiones. Señalamos la falta de trabajos historiográficos que indiquen cómo, cuándo, dónde, etc. se desempeñaban estas tareas. Ello permitiría hacer un “relato común” de estas “madres-esposas” que, a pesar de su supuesta pasividad, se pliegan, por ejemplo, a la huelga de 1932, tal como recuerda Rufino Gomez y recupera Andújar (2011). Coincidimos con la autora al señalar que las investigaciones efectuadas en esta materia:

Tienden a privilegiar la iniciativa del Estado, mantener una visión monolítica sobre los agentes que pusieron en escena tales políticas o sobrevalorar la capacidad de YPF y de Mosconi particularmente para intervenir y reglar todos los aspectos de la vida familiar y los lazos comunitarios. De ese modo, pierden de vista cómo los y las trabajadoras tensionaron, resistieron, negociaron y también aceptaron algunas de sus propuestas y sobreimprimieron las propias, e incurren en confundir a esos trabajadores y trabajadoras con el obrero imaginado o deseado por su patrón (Andújar, 2011: 6).

Más adelante, en 1955, año de la “Revolución Libertadora”, la Gobernación Militar se elimina y se da pasos en dirección a la provincialización de la región, que se efectúa recién en 1957, por lo cual la CGSJ queda definitivamente dividida en dos, la mitad norte será provincia de Chubut y la mitad sur será Santa Cruz. En los años que siguen a este evento y aún durante la presidencia de Frondizi, se va a producir el primer “boom petrolero” entre 1958 y 1962. Éste implicó un alto crecimiento de la producción, de la mano de las nuevas concesiones a empresas extranjeras. Esto, en concierto con las políticas desarrollistas del gobierno radical, produjo una época de bonanza económica, inmigración y crecimiento poblacional. Más tarde, la última dictadura militar impulsa un deterioro de la empresa estatal y profundiza el proceso de descentralización (Marques, 2011). Las organizaciones sindicales y político-partidarias sufren un gran debilitamiento que las acompaña más allá del regreso de la democracia.

Debemos destacar que, para todo este período, que va desde el fin de la Gobernación Militar a mediados de los '50 hasta fines de la década del ’80, la historiografía aún no ha dedicado demasiada atención. Es justamente este momento el que incluye el primer boom petrolero, proceso que nos permitiría reflexionar sobre el segundo boom, y es también un momento en el que la anterior centralidad de YPF se va desarticulando, a la vez que se inicia una leve descentralización de la empresa estatal, sobretodo en el aspecto social. Para este período, el trabajo de Muñiz Terra sobre la refinería de La Plata señala que es justamente en esta época cuando se amplía la participación de mujeres en el mercado de trabajo y es cuando YPF comienza a contar con más mujeres profesionales en su planta (2015: 6). Suponemos que otro tanto pudiera haber sucedido en sus demás filiales. Pero sabemos muy poco todavía sobre la vida de las mujeres de la CGSJ en las décadas del ’60, ’70 y ’80, épocas de expansión del movimiento feminista a nivel global, de un mayor acceso a estudios superiores, primeros años de la extensión de la píldora anticonceptiva, época de una gran turbulencia política (Andújar, 2009; Cosse, 2010).

Los '90, más allá de la caída del varón proveedor

Las medidas neoliberales que inauguró la dictadura van a profundizarse durante la década del noventa. Hay que tener en cuenta que la CGSJ está dominada por una economía de enclave (Cicciari, 2005). Esto es, un espacio relativamente aislado geográficamente, que sin embargo se vincula hacia afuera por medio de la intervención del Estado nacional, primero, y luego como parte de un circuito productivo petrolero de escala internacional. Sin embargo, esa vinculación ubica a la región como espacio de exploración y explotación del recurso natural y no de producción ni venta. Es decir, que en la zona no se incorpora valor agregado. Por lo tanto, sumada a la ausencia de actividades económicas que compitan con la centralidad de la actividad petrolera, la falta de diversificación productiva, además de la emisión de excedentes al exterior por parte de las empresas privatizadas, hicieron de la CGSJ una zona altamente vulnerable durante la década de los 90.

Con el ascenso de Menem al poder, se decide la cesión del control del Estado de la explotación petrolera a privados. Rápidamente y sin previsiones se establece el desmantelamiento de YPF, que pasa a ser una Sociedad Anónima. Esto implicó la apertura de licitaciones de áreas de explotación, la tercerización creciente de las actividades y un incremento de la segmentación empresarial (Torres, 2012; Barrera, 2014). Lo cual significó que labores petroleras dejaran de realizarse en una “empresa integrada” y pasaran a desarrollarse en una lógica tensa entre un puñado de operadoras y una miríada de empresas contratistas (Palermo, 2012). También se produjo una importante reducción de personal, acompañada de políticas que apuntaron a la flexibilización laboral. Esto resultó en un crecimiento de la desocupación y la precarización de las condiciones de trabajo y de vida.

Las duras consecuencias de la desarticulación de la empresa estatal YPF reforzaron las imágenes que asimilaban el pasado de la empresa a una “gran familia”. Así, los trabajos que indagaron en las experiencias de los ex trabajadores ypefianos señalan que la privatización es vivida como la pérdida o la entrega de la madre (Cicciari 2013: 9). Y sin dudas, la familia hizo crisis en este cambio de modelo económico. Mientras que gran parte de la bibliografía ha colocado su mirada en los trabajadores que quedaron desvinculados de la empresa (en emprendimientos privados con otros ex-ypefianos, como empleados de nuevas empresas contratistas de la ahora YPF-Repsol, o bien fuera de la actividad petrolera) (Von Storch, 2005; Marques, 2011; Cicciari, 2013), nos interesa desplazar el foco de la desocupación de los varones y su caída como proveedores, hacia lo que también implicó la crisis económica: el ingreso de más mujeres al mercado laboral, muchas de las cuales se convertirían, cada vez más, en jefas de hogar.

De modo similar a los albores de la industrialización en Europa, la precariedad del trabajo estimula la entrada de mujeres, sobre todo jóvenes, al mercado laboral. Ellas son, generalmente, sub-ocupadas en comercios minoristas y en servicio personal (Favaro y Iuorno, 1997). Desde la geografía, Myriam González señala cómo desde 1997 “se modifica el perfil tradicional laboral de la ciudad” (González, 2007: 181) al aumentar la participación de las mujeres en el empleo. Al ingresar al mercado laboral (y podríamos decir, a las estadísticas de “ocupación”), las mujeres asumen nuevos roles al producir un ingreso familiar complementario o transformarse en único sostén del hogar. Es en este momento de mayor deterioro económico cuando se observa el incremento del 35% de las jefas de hogar en la región, una tendencia global, aunque éste índice es menor al promedio nacional.

Este ingreso al mercado laboral incluirá, significativamente, que las mujeres busquen trabajo (y no lo consigan), llevando la tasa de desocupación femenina por encima de la de los varones en los primeros años de la post privatización. Ahí donde muchos de esos antiguos proveedores de hogar o bien pasaron a engrosar las filas del cuentrapropismo (en emprendimientos de corto éxito, financiados con el dinero de las indemnizaciones) o quedaron ocultos como “inactivos”, cuando en realidad se trataba de “desocupados desalentados”; es decir, de personas potencialmente activas que se retiraron del mercado de trabajo y no emprendieron nuevas bús quedas, pensando que no podrían encontrar un empleo ajustado a sus expectativas salariales o a la capacitación poseída (Ruiz y Zurita, 2002).

Segundo boom petrolero (2003-2015) y relaciones de género: primeros resultados

El nuevo milenio comienza con una de las crisis político-económicas más grandes de la historia argentina, de la cual la CGSJ no fue excepción. Sin embargo, hacia el año 2003, y luego de políticas tendientes al fortalecimiento del Estado y del mercado interno, además de una importante devaluación, los indicadores socio-económicos revierten su curso (Romero, 2012). Esto se vio reflejado en nuestra región con una reactivación de la actividad petrolera, que ahora extiende su área de explotación: Cerro Dragón, 70 km al oeste de Comodoro Rivadavia, se convierte en el yacimiento más importante del país, abarcando una superficie de explotación equivalente a 17 veces la ciudad de Buenos Aires y aportando el 20% de la producción nacional de crudo. El panorama de la Cuenca, otrora centrado en la empresa estatal YPF, se modifica con la operación de este enorme yacimiento por parte de Panamerican Energy y un cluster de empresas de servicios y PyMEs que empleaban, para 2014, a aproximadamente 20.000 trabajadores (Svampa y Viale, 2014). La reactivación de la actividad hidrocarburífera también colabora a que otros sectores vinculados directa o indirectamente también crezcan. El sector servicios, particularmente, continúa su expansión, pues había sido el único sector dinámico durante la década anterior (von Storch, 2005). Entonces, este período que se extiende desde 2003 y llega aproximadamente hasta 2014 es concebido como un segundo “boom petrolero” .

Durante este período, Comodoro Rivadavia y el resto de la Cuenca se presentan como una región que mantuvo el crecimiento de su economía, favorecida por algunas de las medidas macroeconómicas tomadas y por un contexto internacional relativamente bueno. Eso impactó en bajos niveles de desempleo y en una recuperación de la tasa de actividad, respecto de la década de los 90. Incluso, se observó un incremento de la distribución de la renta por parte del Estado provincial y municipal, sobre todo en servicios sociales e infraestructura (Peters, 2016: 155).

Sin embargo, este llamado segundo boom petrolero se inserta ya en un contexto de precarización laboral que impide equiparar las características del mercado laboral de unos y otros tiempos, por cuanto la tercerización, la inestabilidad, la flexibilidad y la prescindencia parecen haber llegado para instalarse. La labor petrolera particularmente enseña que la continuidad se fragiliza, el tiempo de trabajo se maximiza y hay una mayor evaluación de la conducta (Villata, 2011). A su vez, se experimenta una mayor multiplicidad y fragmentación del sector: ya a partir de los ’90 son unas pocas operadoras las que dirigen la exploración y la extracción, mientras un gran número de empresas de distinto tamaño son contratistas de esas operadoras y llevan adelante las tareas de ejecución. Esta diferenciación entre operadoras y contratistas implica diferentes modos de contratación, condiciones laborales y modos de organización, en unas y otras (Villata, 2011). Prestar atención a estas distintas modalidades, teniendo en cuenta los pesos diferenciales de cada operadora en la cuenca permitirá avanzar en un conocimiento que ya no tenga como matriz interpretativa la YPF tradicional e integrada.

Nuestra agenda de investigación aspira a contribuir al conocimiento de la trayectoria de la economía hidrocarburífera de la región. Para ello, consideramos las relaciones de género como un punto de mira preferencial para adentrarse en prácticas empresariales, relaciones laborales, experiencias sindicales y en general, sobre los sentidos y representaciones sociales acerca del trabajo, las pertenencias de clase y otras identidades.

Anticipamos que nuestra perspectiva problematiza el concepto de trabajo. Por tanto, al intentar trazar un panorama de las mujeres en la Cuenca resulta necesario encontrar los instrumentos que permitan relevar, describir y analizar una dimensión central de la economía hidrocarburífera de la región que son los trabajos de cuidado que regularmente realizan las mujeres. Complejizar el concepto de trabajo permite visibilizar la agencia de las mujeres en la producción y reproducción de la sociedad. Alejandra Boschetti en su tarea de señalar la familia como “herramienta de la producción” en el mundo de las empresas internacionales petroleras (Boschetti, 2010) refiere:

El trabajo doméstico y de cuidado realizado por mujeres produce bienes y servicios no destinados al mercado (y por ello desvalorizados) pero básicos y esenciales para que el mercado funcione. Implica no solo la reproducción y subsistencia biológica, sino también el bienestar, la calidad de vida, los afectos, las relaciones, etc., es decir todo aquello que hace que seamos personas. Esta actividad básica para la reproducción de la fuerza de trabajo y el mantenimiento de personas saludables, con estabilidad emocional, seguridad afectiva, capacidad de relación y comunicación, etc., características humanas sin las cuales sería imposible el funcionamiento de la esfera mercantil capitalista, permite el desplazamiento de costes desde la esfera capitalista hacia la esfera doméstica (Boschetti, 2010: 6).

Aunque indispensables, estas actividades suelen desdeñarse en la mayoría de los abordajes académicos, reforzando un sentido común androcéntrico. Sin embargo, veremos que a poco de avanzar es posible (con los datos precisos, o con los que se dispongan) decir otras cosas más que “el 54% de las mujeres en edad de trabajar no lo hace ni busca trabajo”, tal como indicara uno de los principales periódicos de la ciudad en alguna oportunidad. Se trata, como dijimos en el inicio, de “introducir la economía de cuidado en el ciclo de la renta” (al decir de Picchio), a la vez que interrogar los modos asimétricos en que se distribuyen los bienes sociales (materiales y simbólicos) de acuerdo al género.

En este último sentido, nuestro proyecto aspira a contribuir a la discusión sobre petróleo, renta y desarrollo en un horizonte compartido con otras investigaciones de la región. Al respecto, indica Stephan Peters cómo la dicotomía que domina buena parte del debate sobre renta (petrolera) y desarrollo sigue girando en torno a la “bendición” o “maldición” de las commodities, mientras deja en un segundo plano el tema central de la distribución (desigual) de la renta entre diferentes grupos sociales y la consiguiente (re)producción de desigualdades sociales y relaciones de poder (Peters, 2016). Considerar no sólo cómo las mujeres contribuyen a la producción de la renta, sino también analizar cómo la misma es distribuida de manera especialmente desigual de acuerdo al género es otro de los objetivos de nuestra agenda investigativa. Nos proponemos entonces realizar un registro cuantitativo y cualitativo que permita conocer la participación de las mujeres en la economía hidrocarburífera local durante este período de reactivación económica. Para ello, en una primera etapa, nos abocamos a sistematizar y analizar un conjunto de datos estadísticos que permiten afirmar que los momentos de recomposición de la actividad hidrocarburífera parecen conllevar efectos tan intensos y paradojales como los de las épocas críticas.

En primer lugar, la masculinización del mercado de trabajo. Vimos que en el período anterior (de crisis) la PEA se había “feminizado”, incorporándose a las mujeres al mercado de trabajo, mientras que lo que se constata en esta etapa posterior es que el crecimiento de la economía se traduce en una recomposición de la actividad, sobre todo masculina . La tabla 1 permite observar que el mejoramiento de condiciones económicas no alteró la brecha de género de la tasa de actividad entre varones y mujeres.

Tabla 1: Tasa de actividad (promedio de la década) según sexo. Comodoro Rivadavia (1992-2013)

total

varones

mujeres

brecha

Década 1992-2002

39,04

51,06

27,47

0,462

Década 2003-2013

43,69

56,17

31,22

0,444

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC-EPH

Descompuesto diacrónicamente, el gráfico 1 indica la evolución de las tasas de actividad a lo largo de estos dos períodos, donde se observa que, si bien en general los altibajos de una y otra tasas corren parejos, sin embargo, el salto más notorio se observa en el pasaje del ciclo crítico anterior al siguiente de bonanza: allí donde los varones recuperan tasas de actividad superiores al 55% (hacia el 2003). Así, es posible concluir que, si bien estos momentos de bonanza económica proveen de mayores oportunidades laborales, simultáneamente muchas mujeres se retiran del mercado de trabajo al asegurar (relativamente) el trabajo de sus cónyuges. Más aún cuando las condiciones laborales de unas y otros son bien disímiles.

A este respecto, las diferencias entre las condiciones laborales de unas y otros pueden constatarse al tomar en cuenta, por ejemplo, el empleo privado registrado. En 2015, mientras casi cuatro de cada diez trabajadorxs ocupados eran mujeres (34% del total de ocupadxs), el empleo privado registrado femenino apenas alcanzaba el 23% del total (gráfico 2). Esta última cifra, correspondiente no solo al aglomerado Comodoro Rivadavia-Rada Tilly (donde se toma la EPH) sino al conjunto de la economía regional de la Cuenca del Golfo San Jorge. Si bien conviene guardar recaudos metodológicos en cuanto a la comparación de universos heterogéneos, también resulta indicativa de un modo de organización social del trabajo en esta región petrolera.

En lo que respecta a salarios, el Observatorio en Economía de los Recursos Naturales de la Patagonia Sur (2011), organismo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNPSJB indicaba para 2010 las enormes asimetrías entre las distintas áreas de actividad de la que podemos desprender algunos sesgos genéricos: mientras el promedio de remuneraciones del sector de Explotación de Minas y Canteras (donde se incluye la actividad petrolera, predominantemente masculina) era de $17.355,74, el promedio total era de $6.758,78. En torno a este promedio general se encontraban otras actividades ligadas a la industria petrolera y típicamente realizadas por varones, como la construcción y el transporte. Muy lejos en cambio encontramos los $2.614,81 del sector Enseñanza (mayoritariamente femenino). Si observamos la evolución de los salarios promedio entre 2005 y 2015 (gráfico 3) constatamos que la distancia entre el sector Explotación de Minas y Canteras y el sector enseñanza fue creciendo a lo largo del período.

Fuente: Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad

Social, basado en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).

En segundo lugar, este nuevo ciclo de bonanza viene acompañado de sobreocupación. Al respecto, nuevamente el Observatorio en Economía de los Recursos Naturales de la Patagonia Sur indica una tendencia creciente a la sobreocupación en el período 2000-2010, señalando que casi la mitad de la población ocupada trabajaba más de 40 hs. semanales. Por el lado de la industria hidrocarburífera, ello se explica por las largas distancias a los lugares de trabajo que la actividad conlleva que adiciona horas de trabajo (hasta 4 hs. en traslado). Pero es claro que este comportamiento no es exclusivo de quienes se desempeñan en la actividad petrolera. En otros sectores especulamos que la sobreocupación está dada por jornadas dobles de trabajo, que apuntarían a incrementar los ingresos para compensar el alto costo de vida en la ciudad dado por las altas remuneraciones que antes referíamos. Este cuadro de situación lleva a los precios a la suba en el conglomerado en varios rubros como comida y vivienda. Asimismo, esta creciente sobreocupación también resulta indicativa de mayores asimetrías en la distribución de las tareas de cuidado al interior de los hogares.

En lo que refiere a la participación de las mujeres en la industria hidrocarburífera local, datos del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de la Provincia del Chubut pueden darnos algunos parámetros orientativos. Para las elecciones de renovación de autoridades en 2016 el Sindicato contaba con un padrón de 350 mujeres, con 250 afiliadas activas que pueden cumplir tareas de laboratoristas, recorredoras, analistas en planta, seguridad y administrativas, pero también de limpieza y catering. En lo que refiere a cargos jerárquicos y profesionales, resulta más difícil estimar la cantidad de mujeres que trabajan como Ingenieras, Geólogas, Técnicas en Seguridad y Ambiente, ya que éstas y otras se encuadran en el Sindicato de Petroleros Jerárquicos, que posee un padrón incompleto de quienes serían sus hipotéticas afiliadas. En entrevistas con informantes se advierte la mayor reticencia del personal jerárquico a la sindicalización. Ello se vincula también con que en esos casos, las empresas contratantes generalmente son las Operadoras, que estimulan carreras profesionales individuales y proponen acuerdos por fuera de convenio.

A este respecto, resulta necesario retomar el señalamiento que ya hiciera el Observatorio de nuestra Universidad respecto a la dificultad de obtención de datos para su procesamiento y generación de un estado de situación. Mientras que el Observatorio convocaba la realización de acciones complementarias y cooperativas entre los organismos públicos (entre los que estarían la Universidad y los estados nacional, provincial y municipal, así como por ejemplo YPF S.A.), nuestras primeras incursiones en el campo nos convocan más bien a intentar avanzar en ciertas fuentes de información privadas (como la mayoría de las Operadoras y empresas contratistas). Creemos que allí hay insumos de datos valiosos que debieran ser de acceso público.

Consideraciones finales

Queda todavía mucho por conocer sobre el trabajo femenino anterior a la privatización de YPF. Es una deuda conocer las características del trabajo femenino dentro de la empresa estatal con mayor exhaustividad. Si, como reconocen las historiadoras locales, “las mujeres estuvieron vinculadas a la industria petrolera desde sus comienzos”, resta indagar mucho acerca de sus trayectorias, participación sindical, etcétera. Ello seguramente implique un uso creativo de las fuentes, ya que, como (in)cita Edda Crespo (2007) “lo que se necesita no son datos, sino preguntas”.

Vimos los impactos de la privatización en las relaciones de género y la actividad femenina, cuando muchas se transformaron en jefas de hogar. Y comenzamos a indagar en qué medida y de qué maneras la recomposición económica pudo haber implicado un mejoramiento de las condiciones de las mujeres. A este respecto, son varias las agendas de investigación que pueden plantearse: por una parte, continuar la indagación en fuentes de datos secundarias que permitan ir completando un panorama de la situación de mujeres y varones en el amplio mundo del trabajo. Esto es, se trata de visibilizar, mensurando, el trabajo no remunerado de tareas de cuidado, por una parte; y de acceder a registros que permitan conocer mejor la composición de la población activa (nivel de instrucción, edades, actividades que se desarrollan, etcétera) atendiendo especialmente a la variable de género.

Por la otra, conocer la experiencia de las mujeres y su vinculación con el trabajo desde la perspectiva de las y los agentes. Esto es, profundizar en los conocimientos, percepciones y opiniones de varones y mujeres acerca de los significados del trabajo en la región. Aquí nuevamente este “registro del presente” creemos que deberá nutrirse (por virtud o defecto) de fuentes creativas de información.

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Recibido: 12 de Agosto de 2018; Revisado: 23 de Abril de 2019; Aprobado: 29 de Junio de 2019

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