SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número34Te quiero y te aborrezco. Las afectividades entre guardias y presos de pabellones iglesias y su relación con la gestión del encierro enEstado de inseguridad. Gobernar la precariedad Isabell Lorey. Traducido por Raúl Sánchez Cedillo. Madrid: Traficantes de Sueños, 130 págs. 2018. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.21 no.34 Santiago del Estero jun. 2020

 

Reseña

La construcción de jerarquías sociales a través del trabajo doméstico remunerado-¿Cada una en su lugar? Trabajo, género y clase en el servicio doméstico. Débora Gorbán y AniaTizziani. Editorial Biblos, Buenos Aires,p.213, 2018 (ISNN: 978-987-691-674-5)

Lorena POBLETE1 

1Doctora en Sociología de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia), investigadora de CONICET y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín(IDAES-UNSAM). lorena.poblete@conicet.gov.ar

En este libro, Débora Gorbán y AniaTizziani se proponen estudiar “el servicio doméstico como un lugar paradigmático” que permite analizar la manera en la que se articulan diversas formas de jerarquización social. Particularmente, el libro se concentra en las jerarquías que se construyen en torno a la clase social, al género y a la raza/etnia. Lo específico de esta relación laboral es que, situándose en la intersección entre “lo público” -es decir, el trabajo, el dinero, la ley- y “lo privado”- la intimidad del mundo doméstico-, vincula a mujeres provenientes de clases sociales distintas. Sin embargo, tal como lo plantean las autoras, “el servicio doméstico no solo expresa dinámicas de desigualdad social, sino que contribuye a su actualización y reproducción en las prácticas cotidianas” (p.85).

El libro contiene nueve capítulos. El primero presenta la manera en la que se construyó históricamente el servicio doméstico, y particularmente, las características que adquiere este sector en la actualidad. El segundo capítulo analiza distintas trayectorias laborales de trabajadoras domésticas.

Buscando dar cuenta de la complejidad y diversidad de estas trayectorias, describe tres movimientos distintos “hacia”, “dentro” y “desde” el servicio doméstico.

Los siguientes cuatro capítulos se concentran en el análisis de distintos criterios de jerarquización que, tanto empleadoras como trabajadoras, movilizan en sus interacciones cotidianas con el objeto de definir el lugar de cada una en esa relación laboral. Especialmente, estos capítulos dan cuenta de la capacidad de las empleadoras de definir repertorios de demarcación con el objeto de gestionar la tensión que produce la intimidad del trabajo doméstico y la distancia social que las separa de las trabajadoras. El tercer capítulo analiza la manera en que trabajadoras y empleadoras perciben sus interacciones, focalizándose en la dimensión emocional de esos intercambios. El cuarto capítulo profundiza en la definición del concepto de “repertorios de demarcación” y presenta su potencialidad explicativa en lo que respecta a la construcción de la autoridad en el espacio doméstico. El quinto capítulo se concentra en un tipo de repertorio de demarcación particular que se establece en torno a la comida. Los controles y prohibiciones sobre la comida cristalizan el lugar diferencial, socialmente jerarquizado, en el que se encuentran las empleadoras, aún si con diferentes tácticas, las trabajadoras logran desafiar la construcción de esa asimetría. El sexto capítulo analiza los repertorios de demarcación que se ponen en juego para definir las fronteras invisibles, pero a la vez infranqueables, dentro de la vivienda de la familia empleadora.

Los últimos tres capítulos analizan otros espacios de trabajo y socialización donde las trabajadoras definen tácticas de resistencia y contestación de los lugares asignados por las empleadoras. El séptimo capítulo restituye el trabajo etnográfico realizado en una plaza de la ciudad de Buenos Aires, donde se analiza la manera en la que las trabajadoras intercambian información, al mismo tiempo se entreayudan en el desempeño de sus tareas. El octavo capítulo estudia la manera en la que las trabajadoras deconstruy en la autoridad moral y social de las empleadoras. Las críticas a los comportamientos y hábitos de las empleadoras funcionan como un mecanismo para revertir el estigma, al mismo tiempo que cuestionan la asimetría sobre la que se basa esa relación laboral. Finalmente, el último capítulo analiza la manera en la que el sindicato se presenta como un recurso para las trabajadoras domésticas en tanto que brinda información y servicios.

La originalidad del libro se manifiesta, por un lado, en la metodología utilizada, y por otro, en el cuestionamiento de dos argumentos clásicos de la literatura internacional sobre trabajo doméstico remunerado. Las estrategias metodológicas utilizadas dan cuenta de una búsqueda minuciosa de respuestas a los interrogantes que el mismo trabajo de campo fue proporcionando. Gorbán y Tizziani realizaron entrevistas en profundidad a trabajadoras domésticas con el objeto de reconstruir sus trayectorias laborales; entrevistaron a empleadoras y a actores clave (agentes sindicales, por ejemplo), y se aventuraron también a un trabajo etnográfico en espacios donde se puede ver algo de lo que se oculta puertas adentro. El libro es sumamente rico en testimonios y anécdotas que dan vida a esta relación laboral tan particular.

Hay dos argumentos clásicos de la literatura internacional relativa al trabajo doméstico remunerado que el libro tensiona y cuestiona. El primero es la asimetría social de trabajadoras y empleadoras. Este argumento se presenta como el punto de partida para la mayoría de las investigaciones en este campo de estudios. Se toma como dado y, por consiguiente, es a partir de esa constatación que se plantean preguntas de investigación. Gorbán y Tizziani, lejos de entender este argumento como dado, lo desmenuzan, lo diseccionan, para dar cuenta de la manera en la que se construye ese vínculo asimétrico en la multiplicidad de prácticas cotidianas del servicio doméstico. La asimetría del vínculo deja de ser un descriptor y se vuelve un concepto dinámico que permite entender la conflictividad y ambigüedad de esa relación laboral.

Gorbán y Tizziani muestran cómo la otredad social es descifrada por las empleadoras a través de la identificación de ciertos rasgos personales -modos de vestir, formas de hablar, gustos y consumo-, así como también por la pertenencia a otros lugares -condición migratoria, lugar donde viven-. La inferioridad social de las trabajadoras constituye -según las autoras- “la condición de posibilidad de la relación laboral” pero al mismo tiempo “conlleva ciertas amenazas que es preciso controlar y gestionar” (p.97). El miedo al robo aparece como una característica distintiva de esa transmutación de la inferioridad social en inferioridad moral, y suscita variados mecanismos de vigilancia implícitos y explícitos. Para las empleadoras, el vínculo solo resulta posible en tanto y en cuanto la trabajadora pueda sostener su lugar socialmente diferenciado. “Ubicarse” y “desubicarse” caracterizan de manera dicotómica el modo en el que las trabajadoras pueden habitar el rol que les es asignado en el universo de las empleadoras.

El concepto de “repertorios de demarcación” permite, sin lugar a dudas, visibilizar las micro- dinámicas cotidianas que definen los distintos lugares en ese vínculo asimétrico. Este concepto resulta crucial para poder entender el proceso constante -hasta cotidiano- de constitución de esa relación ambigua, atravesada por diferencias sociales pero situada en un contexto de intimidad definido porel tipo de trabajo realizado -sobre todo cuando se trata del cuidado de niños y ancianos-. Según las autoras, “esta relación pivota entre lo conflictivo, lo afectivo, la competencia y la necesidad” (p.106). Un primer tipo de repertorio de demarcación se constituye en torno a la gestión de la presencia de la trabajadora en el hogar. Se observa al mismo tiempo la imposición de elementos que marcan su presencia -como es el caso del uniforme- y de mecanismos que la vuelven invisible. Un segundo tipo de repertorio de demarcación se estructura en torno a la comida. La diferenciación de la comida, la prohibición de comer ciertos alimentos, y el control sobre el consumo de otros son los mecanismos en los que la asimetría social se pone en juego, se hace visible. Un tercer tipo de repertorio de demarcación se establece en relación con el domicilio de la familia empleadora. Este incluye el permiso de habitar algunos espacios, el de transitar por otros, y la exclusión total de ciertos lugares. En todos los casos, el dominio del espacio es siempre un atributo de la empleadora, aún cuando la trabajadora viva en el domicilio de la familia para quien trabaja. Uno de los aspectos más relevantes del libro es que, a través de los distintos capítulos, las autoras nos muestran cómo funcionan simultáneamente estos distintos tipos de repertorios de demarcación y los efectos que producen en la construcción de lugares diferenciales en esa relación asimétrica, siempre transitoria e inestable.

El segundo argumento clásico que Gorbán y Tizziani cuestionan en su libro, es el que reduce el trabajo doméstico a su caracterización espacial: el lugar de trabajo. Si bien el libro muestra cómo se delimita ese lugar de trabajo a través de diversos repertorios de demarcación, Gorbán y Tizziani nos sacan del domicilio de la familia empleadora, y nos llevan a la plaza y también a la sala de espera del sindicato. Este desplazamiento espacial, en tanto que lugar de observación, permite entender que lo que pasa adentro se construye también en un afuera: un afuera colectivo, un afuera institucionalizado. Especialmente, este desplazamiento opera una ruptura con la idea de que el lugar de trabajo implica un tipo de actividad solitaria, aislada, individualizada; y al mismo tiempo, permite comprender de qué manera el “afuera” aporta recursos que potencian la agencia de las trabajadoras puertas adentro.

La plaza aparece entonces como una prolongación del domicilio de los empleadores, dado que es un lugar de trabajo que tiene un “vínculo orgánico” con la vivienda de la familia empleadora. Sin embargo, es un espacio de socialización privilegiado donde las trabajadoras pueden colectivizar sus tareas, estableciendo códigos colaborativos como el cierre de la puerta del arenero o el promover el préstamo de juguetes entre los niños que cuidan para evitar situaciones de conflicto. Asimismo, en las conversaciones que tienen lugar en la plaza, se establecen marcos de referencia comunes respecto de los salarios, las condiciones laborales, las relaciones con las empleadoras, y así se construyen marcos de interpretación de sus propias posiciones en esa relación laboral. Este intercambio de experiencias se traduce en el reconocimiento de situaciones injustas que habilitan reclamos. En ese espacio de socialización también se hace posible confrontar la posición de las empleadoras a partir de juzgarlas en sus roles domésticos (“no se hacen cargo de los niños”), en sus hábitos de consumo y manejo del dinero (“son tacañas”), y en su utilización del tiempo. A través de estas caracterizaciones de las empleadoras, la distancia social adquiere inteligibilidad para las trabajadoras domésticas que cuestionan a través de esas críticas los criterios de jerarquización que estructuran esa relación laboral.

El sindicato, por su parte, representa un espacio institucionalizado que certifica y valida la manera en la que esa relación laboral debe desarrollarse; es decir, los salarios que deben pagarse, los derechos que tienen las trabajadoras, las condiciones laborales que deben respetarse. La información que provee el sindicato representa un recurso invaluable para constituir reclamos justos. Tal como subrayan Gorbán y Tizziani, “las dinámicas que comunican los espacios informales de sociabilidad, las entidades gremiales y las negociaciones al interior de los domicilios privados constituyen, una de las marcas distintivas del impacto de la organización colectiva en el sector”. La deconstrucción y el cuestionamiento de estos dos argumentos, que aparecen de manera acrítica y sistemática en la mayoría de la literatura sobre trabajo doméstico, representan sin lugar a dudas una gran contribución al estudio del trabajo doméstico remunerado.

¿Está cada una en su lugar? La pregunta planteada en el título del libro resuena en cada uno de los capítulos. Sin embargo, el libro no reduce la respuesta a una simple negación o afirmación, sino que devela la manera conflictiva e inestable en la que tanto empleadoras como trabajadoras construyen su lugar en esa relación laboral particular, donde la intimidad y la otredad social se entremezclan de manera problemática.

REFERENCIAS

¿Cada una en su lugar? Trabajo, género y clase en el servicio doméstico. Débora Gorbán y Ania Tizziani. Editorial Biblos, Buenos Aires ,p. 213, 2018Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons