SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.21 número35Crisis civilizatoria y el futuro del capital y el trabajoUn momento durkheimiano y un momento marxiano en la crisis sanitaria de la COVID-19 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.21 no.35 Santiago del Estero dic. 2020

 

 

Entre el miedo y la esperanza. Apuntes teóricos sobre la pandemia

Marina FARINETTI1

Recibido: 26.05.2020 Aprobado: 12.06.2020

 

Ante una enfermedad de circulación global desconocida en gran parte por las ciencias médicas, con alto grado de contagiosidad y letalidad, atino a buscar en la teoría política ciertas claves para reflexionar sobre lo político. Baruch de Spinoza, ¿qué tiene para decirnos? En un primer movimiento analizo su manera de pensar esta pregunta: ¿cómo los seres humanos podrían guiarse para concebir una dimensión ético-política de la pandemia? Las encrucijadas sociales se han presentado con feroz claridad. El virus que se manifestó en China y comenzó a propagarse sin reconocer fronteras nacionales, si bien generó un efecto de congelamiento del tiempo cotidiano, en realidad ha acelerado el avance de al menos dos procesos estructurales que estaban marcha: desocupación, virtualidad. La polarización parece desencadenada como el mismo virus: salud o economía, cuarentena o libertad, entre otras falsas dicotomías. Es poco el conocimiento que circula en los foros de debate sobre las causas del virus y qué podemos hacer para que no se repita, pero se construye a gran velocidad un nuevo lenguaje objetivo referido a las formas de propagación, mediciones del impacto y, sobre todo, a la gestión de la salud pública.

La fuerza de los afectos

Vayamos a Spinoza. Los seres humanos se guían por las pasiones y por la razón paralelamente. Las pasiones se relacionan entre sí, unas se enfrentan a las otras, se transforman unas en otras, como se pasa del miedo a la ira2. Hay una vida pasional, en la cual las individualidades (sean personas, grupos o asociaciones políticas) son relaciones que se componen y se descomponen. Las afecciones tristes (pasiones) son la base de las ideas inadecuadas: un conocimiento que se basa en imágenes. Estas son la impresión física, el efecto de un cuerpo sobre las partes blandas y fluidas de otro cuerpo. Son ideas que no puede expresar su propia causa material en un proceso de comprensión. Este conocimiento genera tristeza o debilidad existencial, en cambio, las afecciones alegres son la base de las ideas adecuadas, las que aumentan la potencia de existir y actuar.

La ética inmanente de la naturaleza humana es un movimiento hacia la formación de comunidades y orientado a la expresión de la libertad, entendida como fuerza interna de autoafección. Lo que tiene para decirnos el filósofo holandés, con su coraje, es que el pensamiento (la razón movilizada por los afectos) resulta absolutamente determinante para combatir la tristeza y transformar la impotencia en poder.

El miedo y la esperanza son las pasiones que hacen que la multitud se sienta movida como por una sola mente. La esperanza es una cierta alegría que surge como alivio del miedo. La oscilación entre el miedo y la esperanza es el espacio de la pedagogía de la obediencia. Es interesante que, según Spinoza, esta tarea lleva a un punto de encuentro entre teología y política (esta última según la visión de los defensores del partido monárquico que en el siglo XVII rechazaban la libertad de pensamiento). La religión fomenta el miedo y obstaculiza la razón; induce a amar y a detestar, desencadena la guerra civil. Para Spinoza, la religión hace que los hombres dejen de ser racionales. Escribió Tratado teológico político para defender la república, en peligro de caer en la violencia por motivos teológico-políticos. Parece haberse adelantado a la violencia que tuvo gran impacto en Spinoza: el linchamiento en un tumulto de los líderes del partido republicano holandés.

Este tratado, concebido como arma de batalla, realiza un estudio de la Biblia con un método escandaloso. Spinoza lee allí la historia del Estado teocrático hebreo. No lo trata como un libro que nos enseña la verdad sobre Dios y la naturaleza. Sostiene que mediante relatos capaces de comunicar con la gente simple, la religión enseña la obediencia mediante el amor al prójimo. Spinoza propone la separación entre teología y filosofía, cada uno con su espacio: el reino de la piedad y la obediencia en la teología; la búsqueda de la verdad en la filosofía.

El pensamiento conspirativo pulula en la pandemia con contenidos para todos los gustos. En el argumento de Spinoza sobre lo teológico-político, me interesa especialmente el mecanismo de la superstición que brota del miedo y de esta pueden brotar las más inusitadas ideas inadecuadas. Así lo explica Marinela Chaui:

“La génesis de la superstición se encuentra, por lo tanto, en la experiencia de la contingencia. La relación imponderable con un tiempo cuyo curso es ignorado, en el cual el presente no parece estar en continuidad con el pasado y nada en él parece anunciar el futuro, genera simultáneamente la percepción de lo efímero y del tiempo discontinuo, el sentimiento de incertidumbre y de imprevisibilidad de todas las cosas. Deseantes e inseguros, los hombres experimentan miedo y esperanza. De su miedo nace la superstición”3.

Sería en vano pretender que los seres humanos no se conduzcan por el miedo y la esperanza, dado que sería desconocer la naturaleza humana. La superstición es una respuesta de los seres humanos para guiarse frente a aquello que les genera incertidumbre. Si bien en sí mismas no pueden producir nada bueno, son las pasiones las que unen a la multitud para devenir Estado. Nadie quiere naturalmente ser gobernado, por cual es necesaria una pedagogía de la obediencia. Está claro que los seres humanos pueden ser gobernados movilizando las pasiones tristes. Sin embargo, la política no puede reducirse a un movimiento pendular entre el miedo y la esperanza. La política malentendida se basa en la dominación, por el contrario, el fin del Estado debe apuntar a liberarnos del miedo y la expansión de la potencia colectiva. La publicación de la obra mencionada le costó a Spinoza su excomunión de la comunidad judía de Amsterdam. Tomó el riesgo de participar en el debate público para defender la política más allá del miedo y la esperanza, a partir de un nuevo modelo de poder que no se construya especialmente sobre la base del debilitamiento de los gobernados. Viene a decirnos Spinoza que hay una alternativa a la dominación que viene por la vía del conocimiento. Con la guía de la razón, la obediencia al Estado puede transformarse en amor intelectual y engendrar alegría, fuente de potencia. Este conocimiento hace brotar nuevos afectos.

“El conocimiento verdadero del bien y el mal no puede reprimir ningún afecto en la

medida en que ese conocimiento es verdadero, sino sólo en la medida en que es

considerado él mismo como un afecto”4.

En vistas a su propia conservación los hombres reconocen que vivir en sociedad es útil. Así, la pandemia hizo reconocer a los ciudadanos del mundo la utilidad del Estado y un sistema público de salud. Ninguna sociedad puede subsistir sin autoridad, no obstante, las personas no soportan ser gobernadas y no aceptan la coacción. Evidentemente, hay una tensión entre la autoridad y la libertad. ¿Cómo se resuelve? Por medio del pacto social los individuos acuerdan la posesión del derecho natural colectivamente y defender el derecho ajeno como el suyo propio. Es el Estado democrático: la asociación de los hombres que poseen en conjunto el derecho común.5El fin del Estado es la libertad, la vida en conjunto sin temor, el ejercicio de la autonomía, el despliegue de la potencia propia. El Estado debe ocuparse de la salud, la educación y el desarrollo de la técnica. En el momento en que a cada uno le conviene vivir fuera de la sociedad, el pacto pierde vigencia. Según Spinoza, el pacto no se rompe fácilmente, como lo explica en su última obra.

“Dado que los hombres se guían, como hemos dicho, más por la pasión que por la razón, la multitud tiende naturalmente a asociarse, no porque la guíe la razón, sino algún sentimiento común, y quiere ser conducida como por una sola mente, es decir, por una esperanza o un miedo común o por el anhelo de vengar un mismo daño. Por otra parte, el miedo a la soledad es innato a todos los hombres, puesto que nadie, en solitario, tiene fuerzas para defenderse ni para procurarse los medios necesarios para la vida. De ahí que los hombres tienden por naturaleza al estado político, y es imposible que ellos lo destruyan jamás del todo”6.

La pandemia ha sido una pedagogía a favor de la sociedad y el Estado, dado que ha demostrado su valor esencial para su preservación colectiva. Este ha sido un efecto de verdad positivo en tiempos de crisis de los estados nacionales. En dicho tratado,Spinoza explora las posibilidades de la democracia como una evolución del derecho común natural a un derecho común coactivo: el imperium, es decir, el Estado, cuya potencia es definida como el poder de la multitud. El derecho natural de cada uno no cesa en el estado político y los individuos siempre se guían por la esperanza y el miedo. La diferencia entre estado natural y estado político es que en este último todos temen las mismas cosas y todos cuentan con la misma garantía de seguridad. Cada uno tiene menos derecho que el colectivo, por tanto tiene que obedecer o se lo puede obligar.

En Argentina, la pandemia sin dudas ha generado un sentimiento de unificación la sociedad-Estado, ese pliegue autoreflexivo en el que surge el poder coactivo. No pasó la mismo allí donde el Estado, como en Brasil y en Estados Unidos, alimentó la disidencia con los adversarios políticos con respecto a la necesidad de establecer medidas de restricción de circulación de la población. Volveré sobre este aspecto más adelante.

Ahora retomemos a Spinoza. El Estado necesita gobernar el miedo y para ello no cuenta con otra cosa que con las pasiones.

“Un afecto no puede ser reprimido ni suprimido sino por medio de otro afecto contrario, y más fuerte que el que ha de ser reprimido”7.

Por supuesto, el miedo y la esperanza intervienen en el mantenimiento de la autoridad, sin embargo, la política no puede reducirse a este juego. Es necesario conjurar las pasiones tristes, engendrar la alegría y salir de la impotencia. ¿Cómo es posible? Depende de nuestros modos de conocer.

Los argentinos estamos acostumbrados al miedo provocado por las crisis económicas. La dictadura militar fue el paroxismo. La democracia abrió un tiempo de entusiasmo colectivo para salir de la impotencia y el autoritarismo. En 1989 la sociedad sufrió el cimbronazo disolvente de la hiperinflación y en 2001 enfrentó la más aguda crisis económica de su historia. Ahora estamos atravesando la crisis de la pandemia. Son ciclos entre el miedo y la esperanza.

El presidente Alberto Fernández conduce la crisis con solvencia y empatia. El miedo a una misma cosa y la evidencia de la necesidad del Estado para afrontar una amenaza (que excedió las capacidades de los Estados más profesionalizados) sintonizó al Estado y la ciudadaníaen una mano única. ¿Hasta cuándo se sostendrá esta experiencia de mano única? ¿Quedará la política atrapada en el miedo como el recurso más seguro que sintoniza? Depende del modo de pensar que construyamos para salir de la crisis sanitaria. Ojalá podamos conjurar las falsas dicotomías que no hacen más que debilitar la vida colectiva. Este modo de pensar indudablemente tiene que salir por elevación de los vertiginosos debates sobre la gestión de la pandemia y promover ideas adecuadas, es decir, que expliquen las causas del problema. Es fundamental la ciencia para reflexionar sobre la relación de los seres humanos con la naturaleza y los animales en relación con el origen de los nuevos virus. Pero el problema es tan complejo que realmente requiere de una templanza colectiva para reflexionar sobre las causas y los efectos de aquello que nos separa de la propia especie como el aislamiento social y los entierros sin despedidas8.El principal efecto político de la pandemia que debe ser elaborado teóricamente es, en mi opinión, su fuerza disolvente si se toma a la misma pandemia como modelo político. Para desarrollar esta idea invito al lector a beber el agua de otros grandes manantiales del pensamiento.

La pandemia como modelo político

¿Puede la pandemia ser un modelo político? A los Estados parecen interesarles menos resolver el problema en relación con las causas que los dispositivos para gobernar la pandemia. Por supuesto, es comprensible que esto ocurra en la emergencia, sin embargo, no debería obturar la reflexión sobre el impacto del capitalismo depredador de la naturaleza.

Michel Foucault propone varios conceptos para pensar la situación. En el seminario de 1976, la biopolítica se refiere a dispositivos no disciplinarios de poder9.Se ejercen sobre la población, no se proponen resolver las causas de un problema público sino su regulación. El objetivo es defender la sociedad frente a un peligro aleatorio e implica la pérdida de centralidad de la soberanía del Estado y las formas jurídicas. Cualquier parecido con los procedimientos de cálculo de riesgo para contener la pandemia de coronavirus no puede ser casual. ¿Qué significa contener? Que la cantidad de enfermos y muertos se mantenga dentro de la media de las estadísticas comparativas y que no supere las capacidades del sistema sanitario.

Asimismo, en ese mismo texto, Foucault se refiere al biopoder: un tipo de poder que toma a su cargo la gestión de la vida humana en un sentido biológico. El nazismo es la experiencia padigmática de un modelo político que se ejerce sobre la especie humana para mejorar la raza. Hay coincidencias con el argumento de Hannah Arendt para interpretar los orígenes del totalitarismo. Ella ve allí un traslado del modelo biológico (elementos de la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies tamizados por la ideología) a la política. Como si la ley totalitaria actuara en mano única con las leyes de la naturaleza10.

Hoy los muertos por coronavirus en Brasil superan la estremecedora cifra de 50.000. Hay algo peor que el conservadurismo: un presidente que usa una camisa estampada con ametralladoras en miniatura. Algo peor que el miedo, es la negación del miedo. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro nos deja atónitos:

“No hay forma de prevenir esta enfermedad, la muerte. Lo que realmente sucede es que

quien contrae el virus y tiene una comorbilidades más débil, y por lo tanto la

posibilidad de morir es más grande”11 12.

No parece ser el miedo a la pandemia el que agita Bolsonaro, sino el miedo a él. No hace más que advertirnos que puede transgredir todos los límites para una pedagogía de la obediencia, que es la única puede hacer posible que conserve el cargo. La pandemia nos ha arrojado en la cara lo más temido en América Latina: la mirada fría del autoritarismo. Bolsonaro no está solo en el mundo, sino con el presidente del imperio en crisis: Donald Trump.

La pandemia, entonces, puede establecerse como un modelo político que radicaliza precisamente su modo de discriminar: ataca a los más débiles y agita la polarización de las posiciones con respecto al problema. ¿Cómo podemos luchar contra un poder que no se atiene al conocimiento? La pandemia nos ha dado la amarga oportunidad de ver cómo este poder se ha adueñado de la condición postmoderna traducida en tecnologías de postverdad y faksnews.

¿Cuáles serían las formas de resistencia que podemos implementar para que no se imponga una política del miedo como forma de vida permanente? La variable de ajuste puede darse en el plano de la subjetivación. En el seminario de 1977-78aparece por primera vez en la obra de Foucault el término gubernamentalidad y a partir de allí cobra más importancia que biopolítica12. Es un concepto de poder con el cual Foucault capta la novedad de la época del neoliberalismo13. Llegó a ver el ascenso al poder de MargaretTatcher (1979) y Donald Reagan (1981). En estas clases, el filósofo indaga el modelo de gobierno de la economía. La economía se autogobierna a través las elecciones de los individuos. Es un poder que no se basa en la forma jurídica e implica un giro en las genealogías del poder que venía planteando: el gobierno como subjetivación. El sujeto tiene que ser pensado como una formación que es un pliegue en las relaciones y no una interioridad. Hablar de gubernamentalidad significa no solo poner en el primer plano un sujeto constituido por las relaciones que lo atraviesan, sino poner en evidencia el proceso de subjetivación y de continua transformación que el poder inculca en su ejercicio, el proceso con respecto al cual se encuentra constantemente limitado y modulado. El liberalismo (s. XVIII) transformó el mercado de un lugar de justicia a un espacio natural que funciona según sus procesos naturales. Los liberales clásicos buscaban poner al Estado bajo la tutela del mercado. Para los neoliberales (s. XX) es ingenua la concepción naturalista del mercado; hay que gobernar para el mercado, generar determinadas condiciones. El neoliberalismo no es una forma de gobernar respetando las leyes naturales de la economía, sino sobre todo una forma de gobierno de la sociedad. El objetivo del neoliberalismo es que la trama social tenga la misma forma que la empresa, sin soberano económico.

La pandemia sucede en un momento de crisis del neoliberalismo de arriba y de abajo. De arriba busca sostener imperios económicos. El neoliberalismo desde abajo, tal como lo piensa Verónica Gago, sostiene los cálculos subjetivos mediante los cuales los imperios se reproducen14. Su libro es un ejemplo de investigación que desarrolla las ideas de Foucault sobre el neoliberalismo. El objeto de estudio es la feria La Salada, donde se organiza una fuerza laboral migrante en talleres textiles, lo cuales trabajan tanto con las industrias de indumentaria líderes en el mercado mundial como con los puestos de la feria La Salada. La autora sigue los circuitos de las comunidades bolivianas y propone que existe un nuevo cálculo urbano: explotación-supervivencia-esperanza; empleos de alto grado de explotación-formas de acceso al consumo-experiencia de la ciudad-búsqueda de independencia.

La pandemia se suma a los peligros que la vida urbana implica para los individuos, como factor que se incorpora al cálculo mediante el cual se reproduce el neoliberalismo. Los umbrales de tolerancia al miedo de los seres humanos son muy altos. El cálculo de supervivencia disfraza de libertadla servidumbre. Gago afronta el desafío de pensar lasformas contemporáneas de la esclavitud. Ahora bien, ¿cómo serán las fórmulas del cálculo urbanoque intuimos a partir de la pandemia? ¿Cuáles serán los cambios en el plano de la subjetivación? Como dije al inicio del texto, la pandemia curiosamente acelera las tendencias del neoliberalismo: virtualización, desocupación, el aislamiento social. Los mecanismos de la adaptación que tallan subjetividades mutantes parecen no detenerse ante los peores peligros, pero no es la única salida.

Del miedo a la indignación

Hay que admitir que las democracias contemporáneas surfean las olas del capitalismo que quizás marcha una vez más hacia su destrucción. Las revueltas ejercen una resistencia con la formación de un colectivo multiforme, unidos por una pasión común: la indignación. La salida por la acción es un fenómeno generador de un poder popular, que revierte el estado de impotencia, marca un límite a la situación y produce un cambio en el juego político.

En medio de la pandemia en Estados Unidos, el asesinato de George Floyd por un policía generó una ola de indignación contra el racismo. Si bien estas revueltas no son una novedad en ese país, no podemos dejar de comentar que la convergencia entre los afectos provocados por la interacción entre una cosa y otra. La multitud pierde el miedo cuando se indigna, lo cual lleva nuevamente a Spinoza.

En Tratado político sostiene que la revuelta se activa en virtud de una transformación del miedo en indignación, dando lugar a una física de la resistencia. Las condiciones de perseverancia del poder político no son solo jurídicas y morales, sino físicas, materiales, afectivas: requieren ser constantemente renovadas y no se podrían garantizar de una vez por un pacto social o por la autorización por medio del voto. El lazo entre gobernantes y gobernados es un entretejido deafectos. El miedo a la multitud indignada puede ser el límite a las pasiones de los que mandan.

El problema de las revueltas es que luego aparentemente todo sigue igual, no tienen la potencia de transformar la forma de gobierno o hacer que la democracia vuelva a sus propios fundamentos. Spinoza cita a Maquiavelo, llamándolo el “sutilísimo florentino” a la hora de hablar de las causas de la disolución de los estados:

“Al Estado, como al cuerpo humano, se le agrega diariamente algo que necesita curación; de ahí que es necesario, dice (Maquiavelo), que alguna vez ocurra algo que haga volver al Estado a su principio, en el que comenzó a consolidarse. Si esto no se produce a su debido tiempo, sus vicios se acrecentarán hasta el punto de que no podrán ser erradicados sino con el mismo Estado. Y esto, añade, puede acontecer o bien por casualidad o bien por una prudente decisión de las leyes o de un hombre de excepcional virtud”15.

La revuelta para los argentinos se entrelaza con los ciclos pasionales de la democracia. Lo que puede el pueblo argentino, parafraseando a Spinoza, siempre está en acto; se colma tanto con afectos tristes como con afectos alegres. La potencia puede expresarse como impotencia y sentirse con la misma intensidad. La resistencia del pueblo por medio de una política de las pasiones guiada por la razón sería aquella que se base de la fuerza de los afectos, sin agotarse en la indignación. Según Maquiavelo, en la obra citada por Spinoza, las revueltas estarían dentro de las causas de las transformaciones que se generan por casualidad, es decir, no por la decisión. Hay procesos desencadenados de escala global, las democracias surfean las olas y enfrentan graves dislocaciones. Bolsonaro enciende la máxima alarma en América Latina.

Trabajo y Sociedad, Núm. 35, 2020 221

1

'Docente investigadora LICH-UNSAM-CONICET. He trabajado en mis clases durante la pandemia la literatura a la que hago referencia en este trabajo, así que este texto está dedicado a lxsestudiantes de Ciencia Política y de Historia, con quienes hicimos el ejercicio de reflexionar sobre la pandemia. Agradezco especialmente a Nicolás Ferioli, estudiante adscrito a la asignatura Teoría política, por su colaboración en el trabajo práctico sobre Spinoza y la pandemia. Asimismo, agradezco a mi querido Carlos Zurita su invitación a participar en el dossier de Trabajo y Sociedad.

2

Para un análisis de la transformación de las pasiones, véase Tatián, Diego (2015. La cautela salvaje. Pasiones y política en Spinoza, Buenos Aires, Colihue.

3

“El retorno de lo teológico-político” (s/f, disponible en la web: p. 13). Texto leído en la Universidad Nacional de Córdoba, durantela ceremonia en la cual le fuera concedido el Doctorado honoriscausa. Este discurso escrito antes de la pandemia llama la atención sobre el retorno contemporáneo de superstición vinculado con la condición postmoderna en general.

4

Spinoza, Baruch de [1677] (2011).Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Alianza, Cuarta parte: De la servidumbre humana, o de la fuerza de los afectos, proposición XIV.

5

Para un análisis sobre los sentidos de la democracia en Spinoza, véase StefanoVicentin (2011) El Movimiento de la Democracia. Antropología y Política en Spinoza, Córdoba, Encuentro.

6

Spinoza, Baruch de [1677](1986). Tratado político, Madrid, Alianza. Cap. IV.

7

Spinoza, Baruch de, Ética, Parte cuarta, proposición VII.

8

Burucúa, José Emilio (2020) “Pandemia moderna y piedad antigua: que nos devuelvan la milenaria humanidad    con    nuestros    enfermos    y    muertos”,    Infobae

https://www.infobae.com/cultura/2020/05/25/pandemia-moderna-y-piedad-antigua-que-nos-devuelvan-la-milenaria-humanidad-con-nuestros-enfermos-y-muertos/

9

Foucault, Michel (2000), Defender la sociedad, Buenos Aries, Fondo de Cultura Económica. Clase del 17 de marzo de 1976

10

Arendt, Hannah[1951] (1974).Los orígenes del totalitarismo,España,Taurus, Capítulo XIII: Ideología y terror en una nueva forma de gobierno.

11

https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-bolsonaro-pide-filmar-interior-hospitales-pone-

nid2378335

12

Foucault, Michel (2011).Seguridad, territorio, población. Clase del 11 de enero de 1978, Buenos Aires, FCE. Clase del 18 de enero de 1978.

13

Chignola, Sandro [2014] (2018) Foucault más allá de Foucault. Una política de la filosofía, Buenos Aires, Cactus.

14

Gago, Verónica (2014) La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular, Buenos Aires, Tinta limón.

15

Tratado político. Cap. X. “De la aristocracia”. Spinoza cita Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Libro III, cap. 1.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons