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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.22 no.36 Santiago del Estero jun. 2021  Epub 01-Ene-2021

 

Artículo Original

Emprendedores espirituales.Formas de integración entre trabajo y espiritualidad en profesionales argentinos

Empreendedores espirituais.Formas de integração entre trabalho e espiritualidade em profissionais argentinos

Spiritual entrepreneurs.Forms of integration between work and spirituality in Argentinian professionals

María Eugenia FUNES1 

Mercedes NACHÓN RAMÍREZ2 

1 María Eugenia Funes: Doctora en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires) y Docteur en Sociologie (École des Hautes Études en Sciences Sociales), becaria posdoctoral (Centro de Estudios e Investigaciones Laborales-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), profesora (Universidad del Salvador). Correo: maria.funes@usal.edu.ar

2 Mercedes Nachón Ramírez: Licenciada en Sociología (Universidad de Buenos Aires), doctoranda en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires), becaria doctoral (Centro de Estudios e Investigaciones Laborales-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), docente (Universidad de Buenos Aires). Correo: mnachonramirez@ceil-conicet.gov.ar

RESUMEN:

En este artículo nos proponemos contribuir a la comprensión de la difusión del emprendedorismo y del autoempleo en las sociedades latinoamericanas. Para ello, nos concentraremos en una de sus múltiples expresiones: el caso de los profesionales de sectores medios que, luego de desempeñarse como especialistas y profesionales en el mercado de trabajo una significativa cantidad de años -en algunos casos incluso ocupando cargos jerárquicos en importantes organizaciones económicas- construyeron emprendimientos económicos y sociales independientes basados en una concepción espiritualizada de la persona, la realidad social y lo trascendental. Analizaremos las trayectorias laborales y espirituales de tres actores, así como las motivaciones e inquietudes que orientaron la creación de sus propios emprendimientos económicos. Estos resultados se basan en datos cualitativos construidos a través de etnografías y entrevistas en profundidad en el marco de investigaciones realizadas para nuestra formación de doctorado.

Palabras clave: nuevas espiritualidades; emprendedorismo; clases medias; profesionales

ABSTRACT:

The purpose of this paper is to understand the diffusion of entrepreneurship and self-employment in Latin American Societies. We will focus on one of its many expressions: the case of professionals of Argentina`s middle classes who, after working a significant amount of time as specialists and professionals in the labour market -in some cases even occupying hierarchical positions in important economic organizations- built their own economic and social endeavours based on spiritual conceptions of the person, the society and the trascendental. We will analyze the working and spiritual paths of three actors, as well as the motivations and the concerns that oriented their own economic endeavours. These results are based on qualitative data gathered by means of ethnographies and in-depth interviews in the context of our research developed for our PhD thesis.

Keywords: new spiritualities; entrepreneurship; middle classes; professionals

RESUMO:

Nesse artigo, visamos contribuir para a compreensão da difusão do empreendedorismo e do autoempregonas sociedades latinoamericanas. Aqui nos focaremos, especificamente, numa das numerosas modalidades desse fenômeno: o caso dos profissionais de setores médios que, apósterem trabalhado como especialistas no mercado laboral por um período significativo - exercendo, muitasvezes, postos hierárquicos em grandes corporações - decidem desenvolver empreendimentos econômicos e sociais baseados em conceitos espiritualizados da pessoa, da realidade social e do transcendente. Nesse artigo, analisaremos as trajetórias laborais e espirituais de três atores, assim como as motivações e inquietações que orientaram o desenvolvimento de projetos económicos próprios. Nossos resultados se baseiamem dados qualitativos construídos a través da realização de trabalho etnográfico e de entrevistas em profundidade durante nossas pesquisas de doutorado.

Palavras chave: novas espiritualidades; empreendedorismo; setoresmédios: profissionais

SUMARIO

1. Introducción 2 Entre la Bolsa de Valores y la Banca Espiritual 3 Del mundo corporativo a la consultoría espiritualmente marcada 4 La investigación y la docencia como fuentes de legitimidad 5 Conclusiones

1. Introducción

El emprendedorismo ha sido una de las figuras sociales más movilizadas en el debate público a la hora de dar cuenta de las transformaciones que marcaron el mundo del trabajo durante las últimas décadas. Por un lado, la difusión de un “espíritu emprendedor” es frecuentemente identificada como un recurso que los individuos pueden desarrollar para mejorar sus condiciones de vida y, de esa manera, contribuir al desarrollo social. Por otro lado, diferentes discursos públicos han sido críticos de las narrativas que exaltan la figura del emprendedor a las que identifican como parte del avance de un proceso de creciente atomización social en un contexto de crisis del trabajo industrial y de los modelos de protección social. Sin embargo, la creación de emprendimientos económicos que permiten a los agentes sociales generar sus propios ingresos a través del desarrollo de diferentes habilidades es un fenómeno complejo que asume diferentes características en distintos contextos geográficos y sectores sociales. Esta diversidad, expresada en la diferenciación entre emprendedores por necesidad y emprendedores por oportunidad (Castellani, Lora y Funaro, 2013), queda muchas veces invisibilizada por quienes, bien para celebrarlo o bien para criticarlo, abordan al emprendedorismo como un fenómeno homogéneo que, en sí mismo y de manera aislada, provocaría beneficios o sería perjudicial para el conjunto de la sociedad.

Las investigaciones que han abordado diferentes conjuntos de emprendedores de sectores medios a nivel local (Beltrán y Miguel, 2010; Viotti y Vargas, 2013; Vargas, 2014; Correa, 2015; Fridman, 2019) muestran que el emprendedorismo involucra algo más que una respuesta estratégica de los actores frente a la reducción de oportunidades de trabajo “tradicionales”. Este fenómeno involucra también la actualización de un conjunto de moralidades, que incluyen la valoración positiva del manejo del propio tiempo, lavoluntad de incorporar nuevas competencias y una concepción amplia del trabajo, como un ámbito de la vida cotidiana que, además de proveer ingresos, constituye una oportunidad para un “desarrollo personal” y para poner en juego una “responsabilidad social”. Estas moralidades incorporadas y actualizadas en actividades laborales pueden ser comprendidas como parte de procesos de subjetivación más amplios, caracterizados por una articulación cada vez mayor entre los discursos emocional y económico (Illouz, 2010) y por una valoración positiva del confort y de la autonomía respecto de los modelos de organización social tradicionales, como las familias, empresas e iglesias, como vía para un desarrollo personal que involucra una dimensión espiritual (Love Brown, 1992; Prince y Riches, 2000, Vargas y Viotti, 2013).

En este artículo nos proponemos contribuir con el desarrollo de una mirada compleja acerca del fenómeno del emprendedorismo a partir del análisis de una de sus múltiples expresiones empíricas: la de los profesionales que, luego de haberse desarrollado durante un tiempo en organizaciones públicas o privadas, construyen sus propias empresas y organizaciones. Asimismo, dentro de este universo, nos abocaremos al estudio de actores involucrados con prácticas espirituales, como el yoga y el chamanismo, que comprenden la construcción de sus propios emprendimientos económicos no sólo como la posibilidad de generar ingresos desarrollando sus conocimientos técnicos y profesionales de manera independiente, sino también de integrar en sus ámbitos laborales las inquietudes y herramientas incorporadas en sus procesos de “búsqueda espiritual”.

Las prácticas y creencias espirituales Nueva Era (Amaral, 2003) han adquirido una mayor visibilidad y han permeado distintas dimensiones de la vida cotidiana durante las últimas décadas. Mientras que en la década de 1980 Carozzi (2000) identificaba la difusión de los lenguajes y las técnicas espirituales como parte de una “red sumergida” conformada por espacios terapéuticos y publicaciones especializadas en prácticas “alternativas”, a partir de la década de 1990 se produjo una “nueva era de la Nueva Era” (Semán y Viotti, 2015) caracterizada por una creciente presencia de prácticas, creencias y disciplinas espirituales en ámbitos públicos como las industrias culturales (Semán, 2006; Semán y Battaglia, 2012; Rocca, 2013; Funes, Nachón Ramirez y Bonacci, En Prensa), la política (Viotti y Funes, 2015) y, recientemente, el ámbito laboral (Funes, 2016b). Este proceso de difusión de la espiritualidad involucró también la proliferación de espacios de formación que, institucionalizados en la forma de certificaciones, ofrecen la posibilidad de constituirse como especialista alternativo (Bordes, 2013). Como mostraron Freidín y Borda (2015), muchos de estos cursos son tomados por profesionales de la salud que, en un contexto de crisis de los modelos normativos y de valoración de la experiencia de los agentes sociales, buscan opciones terapéuticas “heterodoxas” y ven transformadas sus identidades profesionales. Por su parte, Bordes (2013) mostró que en el espacio social de las terapias alternativas conviven trayectorias de formación marcadas por motivaciones laborales y de cuidado. Esta creciente profesionalización de disciplinas espirituales y de terapéuticas alternativas involucró también la búsqueda de reconocimiento y de alianzas con ámbitos productores de saberes legítimos, especialmente el de la salud (Bordes y Saizar, 2018; Toniol, 2019). En ese sentido, Bordes (2009) diferenció entre los profesionales de la reflexología en Buenos Aires tres perfiles terapéuticos: los profesionales “exclusivos” que integran su formación terapéutica con su ocupación laboral, presentan un fuerte arraigo con la institución en la que se formaron y excluyen otros saberes de su formación; los terapeutas de “combinación múltiple” que integran diferentes disciplinas y saberes a partir del criterio de la eficacia del tratamiento; y los terapeutas de “combinación doble” que presentan trayectorias de formación en varias disciplinas que aplican de manera diferencial y contextual.

La pregunta por el vínculo entre las creencias religiosas y la forma en que se llevan adelante las prácticas económicas, en este caso el trabajo, se remonta a la sociología clásica. En su estudio acerca de la influencia de las cosmovisiones religiosas en las actitudes frente a distintas prácticas económicas, Max Weber (1998) distinguió a las religiones místicas, caracterizadas por una concepción íntima de la divinidad, que proponen la contemplación y la huída del mundo como condición de posibilidad de la salvación; de las religiones ascéticas, en las que las acciones mundanas pueden ser un vehículo para la satisfacción de deidades identificadas por fuera de lo terrenal. Weber estudió la influencia del ascetismo protestante de los siglos XVI y XVII en la formación de una ética del trabajo y del ahorro que resultó fundamental para el desarrollo del ethos capitalista. Esta pregunta weberiana fue retomada luego por varios autores para analizar las relaciones de mutua influencia entre las cosmovisiones religiosas y la formación de éticas económicas en diferentes contextos. En ese sentido, Thompson (2012) exploró la influencia del metodismo en el autodisciplinamiento de los miembros de la clase trabajadora británica durante el desarrollo del industrialismo, y Campbell (1987) analizó la influencia de los valores del romanticismo y del sentimentalismo en el desarrollo del consumismo en las sociedades occidentales. En todos estos casos, la relación entre los valores religiosos y las actitudes hacia el trabajo, el ahorro y el consumo es abordada de una manera compleja, dejando de lado explicaciones unicausales, y considerando que los procesos de subjetivación que tienen lugar en el ámbito religioso y en el laboral se influencian mutuamente.

En este artículo nos proponemos abordar un tipo de religiosidad intramundana a partir del análisis de la actualización de cosmovisiones espirituales en la forma en que se comprenden y componen las trayectorias laborales de tres actores que por sus familias de origen, su formación profesional y sus consumos pueden ser identificados como parte de los sectores medios urbanos argentinos. Para ello, y basándonos en los métodos biográficos (Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006; Ferrarotti, 2007), analizaremos las trayectorias de agentes que, luego de entrar en contacto con prácticas y disciplinas espirituales, buscaron integrarlas a sus vidas profesionales1. El método biográfico nos permitirá analizar estas trayectorias en un doble registro. Por un lado, abordaremos cada caso en su singularidad, lo que nos permitirá identificar los espacios de socialización que influenciaron la formación profesional y que les otorgaron oportunidades de ingreso al mercado de trabajo, así como los motivos que los llevaron, primero, a entrar en contacto con prácticas espirituales y, luego, a buscar integrar la espiritualidad a sus vidas laborales. Asimismo, daremos cuenta de la forma en que estos actores reconstruyen y resignifican sus historias de vida en términos espirituales.

El artículo se organizará en tres partes. En primer lugar, presentaremos la trayectoria laboral de Fernando2, un operador de una sociedad de bolsa que, luego de entrar en contacto con la antroposofía3, comenzó a vincularse con proyectos del ámbito de las finanzas alternativas. Como veremos, esta trayectoria da cuenta de un proceso de integración entre la búsqueda de un desarrollo personal “holista” con la obtención y el disfrute del dinero. Veremos que, en su caso, el contacto con disciplinas espirituales le otorgó un marco de referencia que le permite, al mismo tiempo, mantener su trabajo “convencional”, conservar su nivel de vida material y desarrollar un proceso de búsqueda personal y un proyecto de impacto social. Luego, presentaremos la trayectoria de Iris, una ingeniera que luego de trabajar durante al menos una década en una multinacional de sistemas, renunció para desarrollar su propia consultora en la que integra sus conocimientos del mundo corporativo con técnicas y cosmovisiones sobre la persona y las organizaciones provenientes del yoga4, las Constelaciones Familiares5 y la antroposofía. En este caso veremos que la integración entre la búsqueda personal a través de prácticas y disciplinas holistas y el ámbito laboral se da a partir de la construcción de un proyecto que busca incorporar herramientas de las disciplinas espirituales a las organizaciones del mercado de trabajo. El desarrollo integral de los empleados a partir de prácticas vinculadas a la espiritualidad Nueva Era se presenta, de este modo, como una vía para la satisfacción de las demandas del mercado y el alcance del éxito económico. Por último, trabajaremos sobre la trayectoria de Pablo, un contador que luego de entrar en contacto con el chamanismo6, comenzó a formarse como antropólogo y a dictar clases con el objeto de poner en diálogo los saberes experimentados en los circuitos del neochamanismo con pedagogías y saberes socialmente reconocidos. En este caso, la integración entre el ámbito laboral y las inquietudes espirituales se da de dos formas. En un primer momento, a partir de la creación de una fundación que desarrolla actividades de difusión vinculadas al chamanismo y, más tarde, a través del estudio de una carrera universitaria que le permitió legitimar su interés por el chamanismo y crear una formación en medicina indígena dentro del ámbito académico.

2. Entre la Bolsa de Valores y la Banca Espiritual

Fernando creció en el barrio de Recoleta en una familia formada por su madre, su padre y sus dos hermanos. Estudió en un prestigioso colegio privado y católico. Su padre, abogado de profesión, fundó en 1963 una sociedad de Bolsa y fue miembro de los directorios de distintos bancos públicos y privados de Argentina. En la actualidad, Fernando tiene cuarenta y siete años y vive con su esposa y sus cuatro hijos en una antigua casa quinta, remodelada, en un terreno de media hectárea en la localidad de Ingeniero Maschwitz, en el norte de los suburbios de la ciudad de Buenos Aires.

Fernando comenzó a involucrarse en el negocio de su padre desde joven. A los catorce años empezó a trabajar en la sociedad de bolsa como cadete, dando inicio a su formación en el ámbito financiero. Este primer contacto con el mundo de las finanzas se caracterizó, para él, por una experiencia de libertad, ligada a la oportunidad de obtener dinero, y de “fascinación” por frecuentar a personas mayores y trabajar en un ámbito dinámico que lo ponía en contacto con la vanguardia de los avances tecnológicos. Cuando terminó el colegio secundario comenzó a estudiar abogacía, al igual que su padre, en una universidad privada. El estudio de una carrera universitaria liberal era considerado el camino “natural” para las personas de su edad en su ámbito de sociabilidad. Mientras tanto, continuaba trabajando en la sociedad de Bolsa donde asumía cada vez más responsabilidades.

En retrospectiva, considera que haber podido trabajaren la empresa de su padre, tener un nivel alto de ingresos y haber elegido una carrera que cumplía con el “mandato familiar” le impidieron hacer un trabajo de “autoconocimento” que le permitiera identificar su “vocación”. Como él mismo lo explica:

“Me costó mucho porque esto de estar trabajando desde tan temprano hizo que no pueda hacer un viaje en mí. Yo no hice ningún trabajo vocacional, tenía todo servido. Mi mandato decía que estudie derecho y tenía el laburo a mano. Yo podía ir a laburar dos días a la semana y me era permitido. Y todo lo que hacía en ese momento aportaba y venía bien.” (Entrevista en profundidad, octubre de 2014).

Al mismo tiempo que su vida profesional se desarrollaba en espacios donde la concentración de poder económico y político era la regla, Fernando también realizaba actividades de voluntariado ligadas a la ONG católica Cáritas y a proyectos solidarios antroposóficos junto con sus familiares.

Luego de algunos años trabajando en la Bolsa, Fernando comenzó a sentir una “molestia” respecto a su trabajo que lo impulsó a buscar otras alternativas laborales. Utilizando una metáfora propia del hinduismo, reconoce que en aquel momento “los velos de la fascinación se habían corrido”. El contacto con la trastienda del ámbito financiero le había brindado un conocimiento de primera mano acerca de los grupos de poder económico y político, que lo llevó a considerar que el sistema financiero es un sistema hermético en el que siempre “ganan los mismos”, en detrimento del resto de la sociedad.

La búsqueda de otras alternativas laborales lo llevó a fines de la década de 1990 a asociarse con un amigo que también contaba con capitales económicos heredados de su familia de origen y que buscaba independizarse. Juntos montaron una pequeña carpintería en la localidad de San Martín. Mientras tanto, durante la tarde, continuaba operando en la Bolsa. El emprendimiento duró algunos años hasta que, luego de la crisis del 2001, la empresa dejó de ser rentable y decidieron cerrarla. En este momento, Fernando comenzó a interesarse por el surgimiento de las cuasimonedas y de los proyectos autogestionados de intercambio, como los clubes de trueque, que habían surgido a raíz de la escasez del dinero producto de la crisis económica.

En paralelo, a los treinta y dos años, conoció a su actual esposa, una profesora de Bellas Artes criada en el barrio de San Isidro. Al poco tiempo se mudaron juntos, tuvieron su primer hijo y comenzaron a desarrollar un estilo de vida diferente del que habían conocido con sus familias. Esta transformación, influenciada por la antroposofía, disciplina en la cual profundizaron a partir de la escolarización de sus hijos en escuelas waldorf, implicó la movilidad residencial de la ciudad a los suburbios, cambios en su alimentación y en la forma de crianza de sus cuatro hijos.

El ámbito laboral no quedaría afuera de este nuevo estilo de vida, desde el cierre de la carpintería Fernando continuaba buscando una actividad laboral en la que pudiera desarrollar sus gustos y pasiones, así como su vocación social. Fernando comenzó a participar de talleres de formación en antroposofía en la escuela waldorf a la que asistían sus hijos, donde conoció a otras personas con sus mismas inquietudes acerca del trabajo y del dinero. Juntos organizaron un grupo de estudio acerca de la “naturaleza social y espiritual” del dinero que propone la antroposofía. El grupo consideraba que el dinero estaba jugando un papel “perjudicial” para las relaciones entre las personas, y que eso podría ser revertido a través de la promoción de un “uso conciente” del mismo. Luego de informarse acerca de las propuesta Teoría de la Trimembración Social7 y de las experiencias de las bancas éticas en Europa, comenzaron a organizar donaciones para hacer obras edilicias en la escuela y para que otros miembros de la comunidad educativa pudiesen desarrollar emprendimientos productivos. En 2008 fundaron la banca ética Inti Huara por medio de la cual comenzaron a organizar nuevas donaciones y préstamos a emprendedores de la zona y la comunidad formada alrededor de las escuelas waldorf. Además, organizaron talleres de lectura y actividades lúdicas en las que les proponían a los participantes la problematización de su relación con el dinero8. En los últimos años, Inti Huara comenzó a organizar consultorías para emprendedores y PyMES apoyadas en una perspectiva antroposófica del desarrollo del individuo y de las organizaciones.

Los intercambios dentro de estos grupos llevaron a Fernando a sentir, cada vez más, la necesidad de “conocerse a sí mismo” e identificar lo que define como su “vocación”. Así, en 2013 realizó un curso de formación de “líderes transformadores” coordinado por una fundación antroposófica brasilera. El curso le resultó “revelador” para conocer sus capacidades y habilidades, descubrir en qué ámbitos quería ponerlas en juego e incorporar herramientas en Inti Huara.

Para él, formar parte de la fundación de Inti Huara fue producto de una crisis personal y laboral que le permitió acercarse más a su “esencia. Sin embargo, el contacto con características personales en las que no había profundizado hasta entonces no implicó el rechazo de las aptitudes y conocimientos adquiridos durante los años que trabajó en la Sociedad de Bolsa. Por el contrario, Fernando valora el autoconocimiento y las herramientas técnicas adquiridas durante todos los años que trabajó en la Bolsa de Valores y sostiene que busca activamente integrarlas en sus nuevos proyectos.

En retrospectiva, Fernando define su vida como una “lucha entre dos mundos” que se dirime a través de su cuerpo. De un lado, la Bolsa de Valores y la abundancia de dinero; del otro lado, la búsqueda personal de su vocación, el voluntariado social y los proyectos para promover relaciones de intercambio más “sanas”. Hoy combina su trabajo voluntario en el desarrollo de un banco social latinoamericano, donde trabaja dos días por semana, con su trabajo en la Bolsa, que es lo que le aporta el sustento económico.

Fernando continúa desarrollando su proceso de autoconocimiento con el objetivo de encontrar la manera de que sus “dos mundos convivan”. Para él, encarar su “misión” de ser útil al cambio en las relaciones entre las personas, requiere de su propia capacidad de transformación, para la cual le resulta fundamental conocer y revisar su propia biografía. En ese sentido, durante el 2014 realizó, junto con el resto de los miembros de Inti Huara una “terapia biográfica”, basada en la teoría de los septenios de la antroposofía, focalizada en la identificación de la relación que habían tenido con el dinero a lo largo de sus vidas.

3. Del mundo corporativo a la consultoría espiritualmente marcada

Iris creció en una familia de profesionales, vivió su infancia en ciudades medianas del interior de Argentina y en Estados Unidos debido a que su padre, ingeniero de profesión, se dedicó a la carrera militar y fue asignado a diferentes países. Su madre, luego de que su familia le prohibiera estudiar medicina “por ser mujer”, estudió óptica, antes de que nacieran sus tres hijos, y, luego, pedagogía y psicología. Esa primera etapa de mudanzas marcó, según Iris, una capacidad de “adaptación a distintos contextos culturales”. Durante su adolescencia, su familia se instaló definitivamente en el barrio de Palermo y ella cursó sus estudios secundarios en un reconocido colegio público de formación en lenguas, donde formó parte del pequeño grupo de estudiantes que aprobó el bachillerato internacional.

Al igual que Fernando, Iris reconstruye su biografía diferenciando dos momentos: uno caracterizado por un estilo de vida más “tradicional” y otro más “intuitivo y creativo”. En su caso, fue el desarrollo de actividades artísticas, como la danza y el teatro, y la “vivencia” de terapias alternativas y actividades holistas, los que la llevaron a realizar un proceso de “búsqueda personal” y le permitieron entrar en contacto con lo que define como su “esencia”. Ese “contacto con su ser” la llevó a realizar ciertos cambios en su estilo de vida que involucraron, entre otras prácticas, una transformación de la forma de encarar su profesión, la ingeniería. Así, Iris describe su trayectoria laboral como un intento de integrar su interés por lo “humano”, asociado con actividades artísticas, las ciencias sociales y las disciplinas holistas y místicas, con su interés por lo “exacto”, ligado a las ciencias “duras” y a su profesión de ingeniera.

De acuerdo con Iris, en su familia el dinero “no sobraba” por lo que trabajó desde adolescente y continuó desarrollando trabajos de medio tiempo mientras estudiaba ingeniería en informática en una prestigiosa universidad privada para carreras técnicas. La elección de su carrera estuvo también influida en este caso por “mandatos familiares” y por la búsqueda de dar continuidad al modo de vida en el que había crecido. Como su interés por lo “humano” persistía, durante un tiempo estudió sociología en la Universidad de Buenos Aires, pero la abandonó al poco tiempo.

Mientras cursaba sus estudios universitarios tuvo sus primeras experiencias laborales en el ámbito empresarial donde hizo algunas pasantías en una multinacional de sistemas. Luego, trabajó durante un verano en un hotel “all inclusive” en Brasil. Viniendo de un mundo que ella define como “estructurado”, esa experiencia marcó un punto de inflexión en su trayectoria, le “partió la cabeza”. El hotel tenía una política de servicios orientada a que los huéspedes “viviesen una experiencia única” y no tuviesen ninguna preocupación, y para ello sostenía la necesidad de que los empleados también “la pasaran bien” en su trabajo. Por esa razón, contaban con tiempo libre y parte de su trabajo consistía en participar de las actividades deportivas y de recreación del hotel. Iris se contactó por primera vez con una experiencia laboral en la que el confort y el placer de los empleados eran asegurados por ser vistos como condición para el mejor desenvolvimiento del negocio.

A los veinticuatro años, luego de hacer una nueva pasantía en una multinacional recibió una oferta de trabajo permanente que involucraba un sueldo alto, un cargo con status y responsabilidades, posibilidades de crecimiento dentro de la empresa, y una importante capacidad de consumo y de ahorro siendo muy joven. Sin embargo, con el tiempo ese estilo de vida le resultaría incompleto. Iris trabajó en la multinacional de software durante catorce años. En su relato, resalta el hecho de que a lo largo de esos años incrementó su formación y aprendió cosas tanto “interna como externamente”: más allá de mejorar su status dentro de la compañía, accediendo puestos de mayor responsabilidad que le representaban mayores ingresos, también aprendió cómo desarrollarse en un ámbito de cambios permanentes.

En paralelo, por fuera del trabajo, Iris desarrollaba un proceso que define como de “búsqueda personal” que incluía el psicoanálisis y prácticas de la Nueva Era. Cuando era adolescente, consultó a un digitopunturista por recomendación de su madre para tratar una enfermedad de la piel. Con el paso del tiempo los dos se hicieron amigos y fue él quien empezó a recomendarle libros sobre espiritualidad y medicina holista. Luego, mientras cursaba su último año de la facultad, Iris comenzó a tener alucinaciones. Su digitopunturista interpretó esta situación como una “emergencia espiritual” y le ofreció nuevo material escrito para que pudiera comprender lo que le estaba pasando. En su recorrido, Iris practicó chamanismo, hizo psicoanálisis lacaniano, utilizó medicina homeopática, practicó yoga y cursó un programa sobre filosofías comparadas de Oriente y Occidente. Como ella misma lo describe, esa búsqueda personal consistía en probar prácticas y conectarse con diferentes disciplinas, integrando lo que a ella le servía. La búsqueda personal y el contacto con disciplinas y prácticas holistas representaron para Iris la conexión con esas inquietudes “humanas” que ya había identificado en su adolescencia. Al mismo tiempo en su relato identifica un patrón y un impulso hacia la búsqueda de “hacer una diferencia” y el interés por “conocer cosas nuevas” que guiaron sus elecciones de libros, cursos y hobbies. Así, para Iris lo espiritual siempre “estuvo latente” pero hubo momentos en los que “apareció” muy fuerte en su vida.

El contacto con su “lado más humano” llevó a Iris a buscar integrar la dimensión laboral a su proceso de crecimiento personal. Así, empezó a buscar dentro de la empresa en que trabajaba un puesto donde pudiera desarrollar esa “parte más humana” y comenzó a trabajar en un área que desarrollaba programas para mejorar la relación con los clientes en Chile, Perú y Argentina. Finalmente, en 2012 Iris creó la consultora Transformación e Integración (T&I) que ofrece capacitaciones, talleres de liderazgo y de desarrollo profesional a emprendedores y a cuadros medios y altos de empresas, organizaciones de la sociedad civil y políticas. En ese contexto, su madre le regaló el libro “El espíritu transformador. La enseñanza de los cambios organizacionales en el Siglo XXI” de Jair Moggi y Daniel Burkhard, por medio del cual entró en contacto con las propuestas de la antroposofía para las organizaciones, y realizó, junto a Fernando una formación antroposófica para manejo de grupos.

Los servicios de T&I se basan en el supuesto de que el desarrollo personal no solo implica un mayor nivel de bienestar individual, sino que también es una herramienta para la construcción de organizaciones y grupos de trabajo más ordenados, armónicos y equilibrados. Para Iris, el desarrollo integral de los empleados de una empresa, entendido como la posibilidad de desarrollar tareas identificadas con sus vocaciones9, se replica en el desarrollo de grupos de trabajo más armónicos y en el éxito10 de las organizaciones en las que trabajan:

“Las personas que están en el lugar en el que tienen que estar, desarrollando su vocación y sus talentos, conectadas con las otras personas que están en el mercado te permiten responder mejor a las demandas del mercado. Pero para poder hacer eso necesitás desarrollar las capacidades más humanas de los colaboradores de la organización. Y en eso por ahí no hay tanto desarrollado, el desarrollo de carrera y esas cosas están como muy orientados desde la tarea, desde el proceso y desde los resultados. No tanto desde las capacidades de la persona. Y capacidades más sutiles, que tienen que ver con la persona como un todo.” (Entrevista en profundidad, noviembre de 2014)

Con el objetivo de promover un desarrollo integral de las personas en sus lugares de trabajo, las actividades de la consultora creada por Iris involucran prácticas propias del universo de la Nueva Era, como el yoga, las Constelaciones Familiares y la antroposofía. Actualmente, Iris combina la dirección de la consultora con el dictado de clases en una reconocida maestría de negocios en una universidad privada.

4. La investigación y la docencia como fuentes de legitimidad

Pablo nació en la ciudad de Córdoba, en donde vive actualmente. A diferencia de las trayectorias anteriores, él y su hermano fueron los primeros profesionales de su familia. Hijos de primera generación de inmigrantes italianos y portugueses, sus padres no terminaron la escuela primaria. Su madre era una ama de casa muy devota al catolicismo, y su padre trabajó toda la vida como empleado en una empresa de seguros. Pablo cursó la primaria en un colegio público y la secundaria en uno privado y católico. Después de terminar el colegio cuenta que se sentía un poco desorientado respecto a qué carrera seguir. Según recuerda en la actualidad, le gustaban mucho las humanidades, el periodismo y el dibujo, pero su padre le insistía con que eligiera una profesión en la que no se fuera a “morir de hambre”, por lo que decidió estudiar la carrera de contador en una universidad pública.

Pablo cuenta que desde chico sintió curiosidad por las cuestiones “paranormales”, los “misterios” y los fenómenos ovni. Su interés por la ufología comenzó a partir de un episodio que vivió su hermano a los doce años, que lo llevó a leer e interiorizarse en el tema. A los dieciséis años, comenzó a participar semanalmente en un programa de radio en el que reflexionaba sobre este tipo de fenómenos. A través de este espacio empezó a vincularse con personas con inquietudes similares y, posteriormente, a formar parte de un grupo de adolescentes que se dedicaba a la lectura y la investigación sobre los fenómenos ovni. Entre los miembros del grupo se encontraba Luis, un joven diez años mayor que él muy interesado en la antropología y las culturas indígenas. Con el correr del tiempo y la influencia de Luis y otros integrantes del grupo, las lecturas e investigaciones del grupo se orientaron hacia el estudio del chamanismo y los estados no ordinarios de conciencia.

Mientras tanto, Pablo estudiaba para ser contador público. A los veintiocho años, después de lo que reconoce como mucho esfuerzo, terminó la carrera. Primero trabajó como ayudante de un contador y luego en varios estudios contables. Si bien plantea que en su trabajo se sentía cómodo porque era bastante simple y mecánico, comenta que lo que realmente le interesaba eran las investigaciones que hacían con su grupo de amigos, que hasta ese entonces vivía como un “hobby”. Con el tiempo estas actividades se tornaron más “serias”. Hacia fines de la década del 90, a través de una psicóloga que realizaba sesiones con ayahuasca en Buenos Aires, él y el resto del grupo decidieron por primera vez experimentar vivencialmente aquello sobre lo que tanto leían. Tiempo después realizaron sus primeros viajes a la selva, en los que comenzaron a entrar en contacto con chamanes de comunidades indígenas.

Esta etapa para él fue central. Cuenta que el encuentro “vivencial” con otras sabidurías, medicinas y formas de conocimiento, “modificó su vida para siempre”, abriendo una etapa de profundo “autoconocimiento” que influyó en sus decisiones posteriores. Fue “el potencial terapéutico” que encontraron en el ayahuasca lo que los llevó a crear una fundación a través de la cual comenzaron a ofrecer talleres privados sobre chamanismo y más tarde, ceremonias grupales de ayahuasca. En éstas buscaban llevar un registro sistemático de las experiencias de los participantes, que les permitiera dar cuenta de la eficacia terapéutica del preparado, sobre todo para las enfermedades psicosomáticas. A su vez, señala que el fuerte impacto que provocó este tipo de contacto con el chamanismo lo llevó a estudiar antropología con el objetivo de obtener un título que lo legitimara en las actividades que ya venía desarrollando. Luego de empezar a cursar, comenzó a observar que las lecturas, los viajes y entrevistas que él venía realizando eran muy similares al trabajo de campo de un antropólogo.

En paralelo, seguía trabajando como contador. Al poco tiempo, el estudio en el que trabajaba cerró y decidió asociarse con un compañero de trabajo que, si bien tenía clientes propios, no contaba con un título habilitante, por lo que necesitaba asociarse con alguien recibido como él. Cuando el socio finalizó sus estudios y pudo desarrollarse individualmente, Pablo se quedó sin trabajo. Si bien sostiene que vivió esto como una traición, reconoce que este fue el puntapié que lo impulsó a terminar carrera de antropología y abocarse por completo al proyecto que habían emprendido con su grupo. Mientras tanto, los ingresos que recibía la fundación por las actividades que llevaban a cabo le permitía sostenerse económicamente.

De esta manera, Pablo abandonó definitivamente su profesión y, con el apoyo del resto del grupo, que se habían formado en medicina y psicología, se recibió de antropólogo. Al poco tiempo de recibirse, comenzó a dar clases de antropología en la universidad en donde se desempeña hasta al día de hoy, integrando al programa de estudios las lecturas y experiencias que adquirió en el ámbito del neochamanismo.

Pablo señala que cuando dejó de trabajar como contador, empezó a “meterse” más profundamente con la medicina indígena, sobre todo, amazónica. Estableció un vínculo muy cercano con un chamán, a quien hoy recuerda como un gran “maestro”, tuvo numerosas experiencias con ayahuasca e incluso realizó algunas de las prácticas tradicionales propias de los procesos de iniciación chamánica. Sin embargo, viéndolo en retrospectiva, siente que su vínculo con las “plantas maestras” era más que nada un “juego”, motivado por la “curiosidad científica” de abrir cada vez más “puertas” y explorar en sus efectos, pero no por un deseo “profundo” de convertirse en chamán.

En este punto, recuerda una serie de situaciones que le hicieron reflexionar acerca del modo en el que se estaba relacionando con el “mundo espiritual” y que lo incitaron a tomar una decisión respecto al “camino” a seguir:

“Entonces yo me quedé tres años pensando, ¿qué quiero hacer? Como diciendo, hasta acá hiciste de todo: terapia, compartiste con otra gente, le abriste la cabeza a mucha gente, vos hiciste muchos avances, llegaste hasta acá. Ya no hay mucho más que.... De acá en adelante tenés el mundo chamánico. Pero, ¿querés realmente meterte o no? No era que me lo prohibían, pero era un, pensá realmente qué querés hacer, porque no es un juego.” (Entrevista en profundidad, septiembre de 2018)

En ese entonces, Pablo decidió tomar distancia y dejar de tomar ayahuasca por un tiempo, cortando los lazos con lo que denomina el “mundo espiritual”. Según plantea, esto coincidió con una época en la que como grupo tomaron la decisión de dejar de ofrecer ceremonias. Al mismo tiempo, sostiene que las actividades de investigación de la fundación ya habían crecido mucho. Al punto que, en 2012 publicó, junto con Luis, un libro editado por una reconocida editorial especializada en ciencias sociales en el que sistematizaron algunos de los resultados de las actividades del grupo. Como él y Luis ya eran profesores en la universidad, comenzaron a proyectar un curso que les permitiera difundir y transmitir el “potencial terapéutico” de la medicina indígena dentro del ámbito académico11.

En 2014 lograron gestionar el espacio y comenzaron a ofrecer un curso de medicina indígena en la Facultad de Medicina de una universidad pública, en donde invitan a chamanes con los que establecieron contacto a lo largo de su recorrido para que compartan con los alumnos sus cosmovisiones y sus técnicas de cura. Al día de hoy, el curso cuenta con una gran cantidad de asistentes con formación en disciplinas biomédicas como medicina, psiquiatría, psicología, terapia ocupacional y enfermería y, en este sentido, representa uno de sus principales ingresos económicos.

Reflexionando sobre su recorrido y su vínculo con el chamanismo, Pablo señala que hoy en día su trabajo lo ubica en una posición “intermedia” entre “este mundo” y el mundo del chamanismo:

“Yo siempre estoy cerca del chamanismo, pero no estoy ahí, no es mi lugar ese. Mi lugar está acá, dos líneas atrás. Yo siempre voy a estar como rodeando el fenómeno. Van a venir chamanes, yo voy a encontrar cosas, y puedo transmitirlo en la universidad. Soy ese nexo. Pero no estoy ahí, estoy acá. (…) Decidí quedarme en el intermedio. O sea, volver a establecer otra relación. No voy a ser chamán, está bien. Pero ahora estoy dando clases de esto.” (Entrevista en profundidad, septiembre de 2018)

Desde este lugar de nexo, Pablo entiende a su trabajo como una forma de validar la sabiduría indígena dentro del mundo académico. Y, de este modo, contribuir a la unificación de las terapias occidentales e indígenas en el marco de un paradigma holístico que le permita a las sociedades occidentales, como la nuestra, restablecer la “conexión perdida con el mundo espiritual”. Al mismo tiempo, considera que su formación fue una “empresa colectiva”, es decir, que involucró el interés y el diálogo con amigos, conocidos y chamanes que, a través de la experimentación, la lectura y el intercambio, lo pusieron en contacto con culturas totalmente diferentes en las que continuaría profundizando a través de contenidos académicos en la carrera de antropología. En este sentido, sostiene que “fueron ellos” quienes lo “convirtieron en antropólogo”, aportándole una serie de conocimientos que de otro modo no hubiera adquirido y que resultaron centrales para su formación.

5. Conclusiones

¿Qué nos sugieren estas trayectorias acerca de los vínculos que existen entre las nuevas espiritualidades y la construcción de subjetividades laborales en el marco de un crecimiento del emprendedorismo y del autoempleo? Las trayectorias laborales, espirituales y terapéuticas analizadas en este artículo nos han permitido mostrar las formas en que actores vinculados con disciplinas y prácticas espirituales comprenden el trabajo, así como la emergencia de diferentes maneras de articular una orientación por la espiritualidad con las habilidades y conocimientos adquiridos en formaciones académicas y experiencias laborales. Los actores aquí analizados movilizan una concepción de los ambientes de trabajo que definen como “tradicionales” como espacios que no les permitieron desarrollarse integralmente. Tanto Iris como Fernando consideran que si bien sus trabajos en la Bolsa de Valores y en una empresa multinacional les otorgaron una serie de competencias y bienestar material, ello no era suficiente para alcanzar un crecimiento personal completo. De modo similar, Pablo se refiere a su trabajo en el estudio contable como una actividad que estaba al margen de sus verdaderos intereses e inquietudes. Asimismo, en los tres casos, la elección de carreras universitarias liberales y “convencionales”, como la contaduría y la ingeniería, es explicada como un evento influido por “mandatos sociales y familiares”. Al igual que los cargos laborales que ocuparon durante sus primeras etapas de inserción en el mercado de trabajo, estos agentes consideran a la formación universitaria como limitada en tanto no les habilitaba el desarrollo de sus inquietudes latentes por lo humano en términos más amplios. Fue por medio del contacto con disciplinas espirituales, como el yoga, la antroposofía, el chamanismo y las constelaciones familiares, donde consideran haber empezado a explorar sus inquietudes subjetivas, sociales y espirituales. Así, el contacto con disciplinas espirituales fue uno de los elementos que impactó en la decisión de estos actores por emprender, en distintos momentos de sus trayectorias laborales, proyectos de trabajo que incluyeran la difusión de una mirada espiritualizada de las personas y de la vida social.

Ese rechazo a los mandatos sociales y familiares puede ser leído como parte de un proceso de subjetivación caracterizado por la valoración de la autonomía y la expresividad del individuo, que atraviesa la vida social (Giddens, 1991; Heelas y Woodhead, 2005). Por su parte, el desarrollo de emprendimientos laborales propios como espacios que habilitan la puesta en juego de habilidades que quedan fuera de las organizaciones “tradicionales” del mercado de trabajo, como las empresas, no es privativo de los mundos sociales de estos actores. Por el contrario, varias investigaciones que analizaron el fenómeno del emprendedorismo, especialmente en el ámbito del diseño, han dado cuenta de la comprensión del abandono de trabajos en relación de dependencia y la formación de empresas propias como parte de una búsqueda de mayor libertad para la creación, la posibilidad de gestionar el propio tiempo y una realización “personal” que excede lo estrictamente profesional y material (Correa, 2015; Vargas, 2014).

Por otra parte, vemos que en los dos primeros casos, los actores comenzaron a percibir inquietudes e incomodidades respecto de sus trabajos en el marco de una búsqueda de formas alternativas de vida. Esto los llevó a realizar un “proceso interno” para detectar lo que definen como su vocación o misión, términos que no sólo designan esa búsqueda de un trabajo que los apasionara, sino que también remiten a una noción espiritualizada del trabajo. En el caso de Pablo, si bien considera que su interés por los “misterios” estuvo presente desde la adolescencia, fue a través de la formación en el chamanismo y su difusión en el ámbito universitario que encontró lo que considera su “rol” o “lugar” en el mundo, lo que también da cuenta de una interpretación espiritualizada de de su trabajo.

Finalmente, la integración de la búsqueda espiritual al trabajo no implica para estos actores un rechazo rotundo de los procesos de formación y de las competencias adquiridas en el ámbito educativo y laboral. Por el contrario, y en sintonía con una mística intramundana identificada también en el ámbito del management (Funes, 2016b), los agentes buscan desarrollar emprendimientos laborales que les permitan integrar ambos mundos. Mientras que Fernando combina su participación en una banca ética con las operaciones en la Bolsa de Valores, Iris dirige una consultora de recursos humanos en la que utiliza herramientas propias del ámbito espiritual y enseña lo aprendido durante su larga trayectoria en el ámbito empresarial en un MBA. Por su parte, si bien Pablo dejó de ejercer su profesión como contador, recurrió a una disciplina universitaria para legitimar sus intereses por el chamanismo y los estados no ordinarios de conciencia e integró luego ambos elementos cuando creó junto con otros profesionales una fundación que le permitiera llevar la medicina indígena al ámbito académico y ofrecer formaciones a especialistas de la salud. Desde el punto de vista nativo esta búsqueda de integración de lo “mundano” y lo “espiritual” no resulta contradictoria para quienes viven la cosmología de la Nueva Era.

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1Los datos fueron construidos por medio de entrevistas en profundidad a los agentes y de observaciones participantes en sus actividades laborales, desarrolladas en el marco de nuestras investigaciones de posgrado. María Eugenia Funes desarrolló una investigación sobre las concepciones sobre el dinero, el trabajo y el éxito que movilizan actores ligados al yoga, las constelaciones familiares y la antroposofía, así como la forma en que son llevadas a la práctica a partir del desarrollo de organizaciones como una consultora y una banca ética. Los resultados de dicha investigación se pueden encontrar en su tesis de maestría en Antropología Social del IDES-IDAES/UNSAM (Funes, 2016a). Por su parte, Mercedes Nachón Ramírez está llevando a cabo una investigación sobre el neochamanismo en el marco de su formación de doctorado en la Universidad de Buenos Aires, centrándose en las formas en las que el fenómeno se configura y articula con distintos mundos sociales, espacios e instituciones del entramado urbano en la Argentina.

2Los nombres de las personas y organizaciones que mencionamos en este artículo han sido modificados con el objeto de resguardar la privacidad de entrevistados.

3La antroposofía es una disciplina esotérica creada por el teósofo Rudolf Steiner en Alemania en la década de 1910. La disciplina llegó a la Argentina a través de migrantes europeos y se caracteriza por haber desarrollado aplicaciones prácticas de su cosmovisión en distintas dimensiones de la vida cotidiana: la salud, la producción de medicamentos, el arte, la religión, la agricultura, el intercambio de dinero, y la educación (Riera, Saccol y Wright, 2018). Las escuelas antroposóficas, conocidas localmente como “waldorf”, presentaron un incipiente desarrollo en la Argentina a partir de la década de 1960 cuando algunos de sus seguidores fundaron sus primeros proyectos pedagógicos en barrios del sector norte de los suburbios de Buenos Aires. Actualmente existen en la Argentina cuarenta escuelas antroposóficas, y diversos grupos de juego y guarderías que trabajan con los lineamientos de esta pedagogía. La mayoría de ellos se concentran en la zona norte de los suburbios de Buenos Aires; el resto se distribuyen entre la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Córdoba, algunas capitales provinciales y ciudades intermedias que han recibido migrantes por estilo de vida de los sectores medios durante las últimas décadas (Funes, 2018a).

4El yoga es una práctica física y espiritual de origen oriental que se ha expandido ampliamente en Occidente como ejercicio físico, terapia “alternativa” y filosofía de vida, durante los últimos cuarenta años. Para un estudio acerca de su desarrollo y formas de apropiación en Argentina ver Saizar (2009).

5Las Constelaciones Familiares son una terapia creada por el sacerdote y misionero católico alemán BertHellinger quien abandonó la Iglesia Católica para estudiar psicoanálisis. Su terapia sintetiza elementos de las terapias psicofísica y gestáltica, el análisis transaccional y la terapia sistémica familiar a los que integra con una concepción católica de la familia y con la noción nueva era de energía (Bidart 2014; Viotti, 2017).

6El chamanismo es un concepto muy discutido dentro del campo de la antropología. En su versión mínima, alude a una concepción particular del mundo que se da en sociedades no occidentales. El chamán es un especialista que oficia como intermediario entre este mundo (cotidiano) y un mundo-otro (sagrado) y que sabe convocar, a través de distintas técnicas, a entidades del plano de lo sagrado para interpretar infortunios, resolver conflictos, curar enfermedades, etc. (Galinier y Perrín, 1995). La difusión de estas prácticas por fuera de sus comunidades de origen comenzó con los movimientos contraculturales de la década de los sesenta. Marcando una ruptura con el chamanismo clásico, los estudios recientes sobre el tema sostienen que el neochamanismo no es simplemente un desplazamiento de las prácticas indígenas a la sociedad occidental, sino que constituye un fenómeno distinto, recreado dentro de nuevos marcos cosmológicos (Wright, 2013), en el que convergen discursos, prácticas e imaginarios tanto del referencial indígena como de otras tradiciones religiosas (Magnani, 1999). Esto supone un cambio no sólo del sentido y la función de las prácticas chamánicas, sino también de aquellos que las llevan a cabo y los modos en que se transmiten los saberes y las técnicas (de la Torre, Gutiérrez Zúñiga y Juárez Huet, 2013; Lavazza, 2018; Scuro, 2016). Actualmente, el neochamanismo se presenta como una de las alternativas posibles en la búsqueda de experiencias espirituales y terapéuticas.

7Basada en una concepción crítica del materialismo y en algunos de los supuestos del ordoliberalismo, la Teoría de la Trimembración Social, plasmada en varios libros de seguidores de la antroposofía, promueve la formación de asociaciones que permitan intercambios de dinero y de bienes basados en la confianza y el mutuo conocimiento de las personas. Esta transformación de los vínculos que las personas desarrollan en su vida económica es comprendido como parte de un proceso de crecimiento personal (Funes, 2016a). Esta perspectiva ha influido en la formación de diferentes bancos éticos y sociales en Holanda y España, como el Triodos Bank, en los que se basan los proyectos en los que se ha involucrado Fernando.

8Para un análisis sobre la concepción del dinero movilizada en los ámbitos de difusión y práctica espiritual ver Funes (2018b).

9Iris y Fernando describen por medio de la noción de vocación una suerte de llamado interno que se fue manifestando en distintos momentos de sus vidas, convocándolos a desarrollar un trabajo que integrara sus conocimientos técnicos y profesionales con sus pasiones y con su voluntad de transformar la realidad de otras personas. Esta concepción intimista de la vocación, entendida como un llamado que se origina en el interior del individuo y que, al mismo tiempo, lo conecta con un orden trascendente, presenta ciertas semejanzas con la noción luterana de profesión descripta por Weber (2003). De manera análoga a los ascetas que comprendían al trabajo como un “llamado” y una misión impuesta por un dios trascendente cuyo cumplimiento provocaba la gracia divina, aquí la vocación es comprendida como parte de una interioridad y una esencia sagradas a través de un proceso de “desarrollo personal”. La noción que estos agentes movilizan de la vocación remite a una dimensión sagrada al hacer referencia a una esencia individual que se manifiesta por medio de “señales” y que forma parte, por ello, de una trama cósmica que los excede y que se les presenta a lo largo de sus vidas por diferentes canales: actividades extrasensoriales, artísticas, laborales, de voluntariado.

10Esta valoración positiva del éxito en el ámbito económico, así como el uso de técnicas y saberes propios del ámbito de la espiritualidad como herramientas para el alcance de un mejor desempeño económico individual y colectivo no es privativo de este tipo de espiritualidades ligadas con los sectores medios y urbanos, sino que puede leerse en continuidad con otras cosmovisiones e instituciones religiosas que valoran y promueven el bienestar material en otros sectores sociales, como ha sido el caso de la teología de la prosperidad en los sectores populares argentinos y brasileños (Oro, 1993; Mariano 1996; Semán, 2001) y la santería en Puerto Rico (Romberg, 2003). Estas investigaciones dan cuenta de la difusión y apropiación de una ética económica caracterizada por la valoración de la autonomía, el voluntarismo individual, la eficacia y el emprendedorismo en contextos religiosos, en el marco de un avance cultural del neoliberalismo.

11Estos casos resultan interesantes no sólo para la comprensión de los procesos de subjetivación que tienen lugar en los sectores medios argentinos (Adamovsky, 2014; Visacovsky, 2014; Vargas, 2014 y Viotti, 2011) sino también para mostrar diferentes procesos de movilidad dentro de estos sectores a partir de la incorporación de capitales materiales y simbólicos. Los primeros dos casos pueden describirse como procesos de movilidad social “horizontal” que en términos nativos se define como una “transformación del estilo de vida”. Tanto Fernando como Iris crecieron en familias de profesionales, en barrios asociados a sectores medios de altos ingresos de Buenos Aires, cursaron sus estudios elementales y secundarios en instituciones privadas y públicas de privilegio, y continuaron sus estudios universitarios en instituciones del mismo tipo. Por otra parte, ambos comenzaron a trabajar antes de finalizar sus estudios secundarios en espacios a los que accedieron por sus redes familiares y crecieron profesionalmente hasta alcanzar puestos jerárquicos por los que obtenían remuneraciones que les permitían tener un estilo de vida caracterizado por un nivel alto de ingresos que les permitía consumir bienes materiales y simbólicos análogos a los de sus familias de origen a temprana edad. La movilidad social en estos casos tiene un carácter simbólico y se vincula con la forma en que se desarrollan algunas prácticas de la vida cotidiana, como la gestión de la salud y de la alimentación, la crianza de los hijos e hijas, el uso del tiempo y la elección de ciertos ámbitos de sociabilidad e instituciones, como el lugar de residencia y las escuelas en las que inscriben a sus hijos e hijas, de características diferentes a los de sus socializaciones de origen. El tercer caso, en cambio, muestra un proceso de movilidad social vertical y ascendente, marcado por el acceso a un título universitario que otorga una posición laboral considerada “reconocida” que buscará ser mantenida a lo largo de la trayectoria posterior. Si bien luego de algunos años de ejercer como contador, Pablo abandonó su profesión, en el momento en que decidió dedicarse exclusivamente al chamanismo comenzóun proceso de formación profesional como antropólogo que, desde su perspectiva,le otorgaría un reconocimiento “oficial” a los saberes y técnicas adquiridos en ámbitos informales y a través de su propia investigación y práctica.

Recibido: 12 de Junio de 2020; Aprobado: 03 de Septiembre de 2020

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