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Trabajo y sociedad

versión On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.23 no.38 Santiago del Estero ene. 2022  Epub 01-Ene-2022

 

GÉNERO, EDUCACIÓN, PANDEMIA

La Economía Social y Solidaria en el escenario de la pandemia COVID‐19. Acciones, estrategias y propuestas futuras desde su “propia voz”

The Social and Solidarity ‐based Economy in the scenario of the COVID‐19 pandemic. Actions, strategies and future proposals from their ʺown voiceʺ.

Economia Social e Solidária no cenário da pandemia COVID‐19. Ações, estratégias e propostas futuras a partir da sua “voz própria”

Paula Rosa1  * 

Inés Liliana García1  ** 

1 Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CEUR/CONICET).

RESUMEN

La reciente pandemia mundial trajo aparejada cambios, adaptaciones, despliegue de estrategias, nuevas conflictividades y revisiones de “lo existente” para la sociedad argentina en su conjunto. Sin embargo, es posible advertir que, dependiendo del sector social, las actividades económicas, el tipo de trabajo, las zonas del país, etc. se pueden detectar amplias diferencias en cuanto a las problemáticas generadas y las consecuentes acciones que se tomaron al respecto. El artículo centra la mirada en el campo específico de la Economía Social y Solidaria. Particularmente, presenta -a partir de los resultados obtenidos en un relevamiento realizado entre los meses de mayo y agosto a representantes y a miembros de entidades-la situación que atravesaba el sector previo a la llegada de la pandemia, las problemáticas surgidas a partir delas medidas impuestas por el ASPO según los diferentes rubros del sector, las readaptaciones y estrategias desplegadas, sus miradas a futuro y propuestas vinculadas al rol estatal. El relevamiento realizado, como también este artículo, pretende acercarse a las percepciones y acciones realizadas por el sector en un contexto atravesado por grandes incertidumbres, con altas demanda económicas y sociales y con múltiples complejidades.

Palabras clave: Economía social y solidaria; Pandemia COVID-19; Cooperativas; Relevamiento; Aislamiento Social Preventivo Obligatorio; Otra Economía

ABSTRACT

The recent global pandemic brought changes, adaptations, deployment of strategies, new conflicts, and revisions of "what is in existence" for Argentine society. However, it is possible to notice that, depending on the social sector, economic activities, type of work, areas of the country, etc. wide differences can be detected in terms of the problems generated and the consequent actions that were taken in this regard. The article focuses on the field of Social and Solidarity-based Economy. The article -based on the results obtained in a survey carried out between the months of May and August to the members of the social economy entities and its representatives- focuses on the situation that this sector was going through prior to the arrival of the pandemic, the problems brought by the measures imposed by Mandatory Preventive Social Isolation (Spanish acronym: ASPO) in different areas of the sector, the strategies deployed, their future views and proposals related to the role of the State. This survey, as well as this article, aims to get a sense of the perceptions and actions the perceptions and actions carried out by the sector in a context affected by great uncertainties, high economic and social demands, and multiple complexities.

Keywords: Social and solidarity-based economy; Pandemic COVID-19; Cooperatives; Survey; Mandatory Preventive Social Isolation (ASPO); Other Economy

RESUMO

A recente pandemia global trouxe mudanças, adaptações, desdobramentos de estratégias, novos conflitos e revisões do "que existe" para a sociedade argentina como um todo. Porém, é possível notar que, dependendo do setor social, atividades econômicas, tipo de rabalho, áreas do país, etc. grandes diferenças podem ser detectadas em termos dos problemas gerados e das ações consequentes que foram tomadas a este respeito. O artigo centra-se no campo específico da Economia Social e Solidária. Em particular, apresenta -com base nos resultados obtidos num inquérito efectuado entre os meses de Maio e Agosto aosseus representantes e membros de entidades- a situação que o sector vivia antes da chegada da pandemia, os problemas que surgiram como resultado das medidas impostas pelo Isolamento Social Preventivo Obrigatório (sigla em español:ASPO) de acordó com os diferentes áreas do setor, os reajustes e estratégias implantadas, suas visões e propostas futuras relacionadas ao papel do Estado. A pesquisa realizada, assim como este artigo, visa abordar as percepções e ações realizadas pelo setor em um contexto atravessado por grandes incertezas, com altas demandas econômicas e sociais e com múltiplas complexidades.

Palavras chave: Economia social e solidária; Pandemia COVID-19; Cooperativas; Inquérito; Isolamento Social Preventivo Obrigatório (ASPO); Outra Economía

1. Introducción1

La emergencia socio-sanitaria y el consecuente Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) establecidos por la pandemia de COVID-19 agudizó las problemáticas sociales, económicas y políticas que enfrentaba la Argentina a inicios del año 2020. El sector de la Economía Social y Solidaria (ESS), con todas las heterogeneidades posibles, no escapó a los efectos de la pandemia. Las organizaciones, cooperativas y entidades de la ESS partían de una compleja situación asociada a los efectos de las políticas de corte neoliberal implementadas por la Alianza Cambiemos (2015-2019), en la cual se favorecieron los procesos de acumulación financiera en detrimento de los procesos productivos. Tomando como referencia este contexto de crisis e incertidumbre se llevó adelante un relevamiento2a referentes del campo de la Economía Social y Solidaria y a miembros de entidades vinculadas al cooperativismo y organizaciones asociativas de todo el país3. El objetivo dela indagación a través de fuentes primarias se centró en poder conocer las principales problemáticas atravesadas por el sector, dar cuenta de los cambios y estrategias que desplegaron en este escenario de emergencia y acercarnos a conocer sus percepciones y propuestas para un futuro cercano, especialmente, los vinculados al rol estatal.

El artículo se centra en el análisis de parte de la información recolectada en dicho relevamiento a referentes del campo (funcionarios/as, representantes, docentes, investigadores/as) y a entidades (cooperativas, asociaciones, mutuales) de la Economía Social y Solidaria entre los meses de mayo y agosto del 2020. Dado las medidas de aislamiento y restricción de la circulación y el contacto social, este relevamiento fue desarrollado de manera virtual -vía mail, WhatsApp y Facebook- a través de la distribución de un cuestionario autoadministrado elaborado para estos fines4. El muestreo seleccionado para esta indagación fue el de bola de nieve5. A través de esta metodología se obtuvieron 65 respuestas en total de todo el país y de miembros de diferentes rubros al interior del sector. Una vez finalizado el trabajo de campo, se procedió a la sistematización de los datos, a través de la elaboración de tablas y matrices, y posteriormente se realizó el análisis de la información recolectada.

Antes de desarrollar los contenidos de las respuestas brindadas por los/las participantes del estudio, cabe destacar, en primera instancia, la coincidencia prácticamente unánime con la identificación del deterioro económico general en que se encontraba el sector al iniciarse las medidas del ASPO. La crisis previa se percibe ciertamente agravada y les es difícil evaluar el futuro inmediato; la incertidumbre que plantea esta pandemia global trastoca todas las relaciones preexistentes, tienenla sensación de tener que reconstruir, pero no se definen todavía las magnitudes aún. Otra coincidencia para destacar entre las respuestas obtenidas es el respaldo de éstos a lasmedidas establecidas por el ASPO decretada por el Ejecutivo Nacional, al menos durante la primera etapa que abarcó del 20 de marzo al 12 de abril; y que luego se prorrogó, en distintas etapas y modalidades, al momento hasta mediados de octubre de 2020. Tanto cooperativistas como miembros de otras entidades de la ESS y de la agricultura familiar han destacado positivamente la iniciativa de preservar la salud pública a sabiendas del costo económico y social que ello implicaba en todos los sectores de la población e inclusive en sus propios emprendimientos productivos y de servicios6.

Esto se quiere resaltar inicialmente dado que las entidades pertenecientes a la ESS son heterogéneas y cuentan con perfiles y recursos diversos para su desarrollo, así como visiones y políticas de acción que las distinguen según su origen, rubro de actividad y trayectoria. Sin embargo, sobre lo indagado se pueden observar significativos puntos de contacto. Lo cual daría cuenta de la posibilidad de entablar acciones conjuntas para el periodo actual como también para la reconstrucción socio-económica postpandemia.

Todo lo desarrollado en estas líneas será profundizado en este artículo que se estructura de la siguiente manera. Primeramente, 1) se inicia con el planteo de la perspectiva teórica desde la cual se concibe el campo de la ESS. El enfoque desarrollado en este apartado se vincula con las delimitaciones conceptuales desde donde se inicia el trabajo de recolección y análisis en el relevamiento realizado. Posteriormente, se presentan los resultados obtenidos a partir del análisis de las problemáticas principales atravesadas; 2) las estrategias y adecuaciones frente a la coyuntura y 3) los aportes y proyecciones futuras que se realizan desde el sector y el rol del Estado en este sentido. Finalmente, como modo de cierre del artículo, se presentan las reflexiones finales.

2. Perspectivas de la Economía Social y Solidaria

¿A qué nos referimos cuando hablamos de la Economía Social y Solidaria? ¿Es un concepto novedoso para nuestro país?, sabemos que no y, no lo es tampoco para otras sociedades del mundo occidental. Inicialmente, diríamos que se trata de un conjunto social, conformado por diversidad de experiencias e instituciones, que comparten un modo de producir y comercializar -sean productos o servicios-basados en los valores y principios de la solidaridad y equidad. También podemos sumarle la característica de que son “sin fines de lucro” puesto que no tienen la ganancia y especulación como fin en sí mismo, sino que el excedente es el justo valor que resulta del esfuerzo, la necesidad y la equidad distributiva del bien o el servicio al interior de su entidad como al de su comunidad. Otra característica para sumarle es su autodeterminación: el capital inicial, las herramientas y las decisiones son colectivas, no hay dueños ni patrones y, en las asambleas, cada integrante equivale a un voto.

Si nos ubicamos históricamente; Argentina, que nace como nación regida por el sistema de producción e intercambio capitalista, registra -en sus antecedentes y en algunas regiones del Norte y de la Patagonia- ejemplos de organización económica comunitaria en su población originaria; pero es con la apertura a la inmigración europea cuando ya, desde mediados del siglo XIX, expande y consolida ejemplos asociativos. Los inmigrantes europeos, ante un Estado “aún en construcción”, liberal y selectivo, ponen en práctica alternativas al reciente modelo capitalista que los había expulsado de sus tierras y se asocian en mutuales, gremios de oficios y cooperativas para procurarse trabajo, servicios de salud y de sepelio, escolaridad a sus descendientes en sus idiomas de origen, vivienda y consumo de alimentos y otros bienes que el valor de sus ingresos de manera individual no les permitía adquirir. Así nace en 1856 la Asociación Mutual San Crispín de zapateros; en 1858, Unione & Benevolenza Sociedad de Socorros Mutuos Italiana e innumerables mutuales de colectividades presentes en nuestro país. A inicios de 1905, por iniciativa de Juan B. Justo y socialistas en Buenos Aires, nace El Hogar Obrero, vigente hasta la actualidad, quién fue fundamental para el acceso a una vivienda y un consumo adecuado a muchos trabajadores permitiéndole un ascenso en sus condiciones de vida. En este sentido, no fue casual que representantes de Argentina, en 1895, se constituyeran como socios fundadores de la Asociación Cooperativa Internacional, junto a representantes de un pequeño conjunto de países pioneros. Así como no lo es, quedesde 2017, la misma esté presidida por un representante del cooperativismo argentino.

En cada necesidad gestada en el nuevo contexto, inmigrantes y descendientes, fueron encontrando respuestas; unos, en el sistema vigente y las oportunidades que les concedía; y otros, en el esfuerzo colectivo, fundando instituciones comunes que les permitieran producir, vender, consumir, ahorrar e innovar, proveerse de servicios básicos, transporte, salud y educación. A éstos últimos, les debemos el desarrollo local de muchas localidades y ciudades periféricas al modelo económico-productivo hegemónico. Tal fue su relevancia que, con el tiempo, el Estado generó y reglamentó mecanismos de registro y control que aseguren su dominio y, según sean los gobiernos locales, provinciales o nacionales, se establecen vínculos de cooperación mutua o no, pero siempre en un espacio acotado, de economía paralela a la de mercado o, llamada, central(García, 2016).

Revisando nuestra propia historia, frente a las reiteradas crisis del modelo económico de mercado, las instituciones de la ESS reaparecen como una propuesta alternativa posible que tiene la finalidad de sostener y/o reconstruir sectores sociales a partir de las consecuencias generadas -pérdida de puestos de trabajo, precarización, deterioro de los derechos sociales, etc.- por el modelo vigente7.En nuestro paísaún existe un robusto movimiento cooperativo y mutual -al que se le han sumado, merced a las crisis de fin de siglo XX y lo que va del XXI, empresas recuperadas por sus trabajadores/as, movimientos sociales, agrupaciones de pequeños productores y de la Agricultura Familiar-.A este sector, las sucesivas crisis económicas lo fueron horadando, desarticulando y, en el “sálvese quien pueda”, muchas cooperativas y mutuales cesaron sus actividades, se transformaron en “empresas de lucro” o en un membrete sin contenido, alejado de sus valores y principios fundantes. De todos modos, muchas se vieron imposibilitadas de competir, exportar o ser subsidiadas como sí lo fueron las grandes empresas de capital privado desde el advenimiento del Proceso de Militar y la implementación de estructuras económicas neoliberales que, desde entonces, con excepciones se fueron reiterando en políticas de Estado.

“El error fue dejar de soñar nosotros (…) El realismo político y la necesidad de resistir fueron arrinconando a la izquierda y los movimientos populares en formas de movilización y organización esencialmente defensivas, locales e incapaces de ir más lejos que la mera reproducción de las condiciones de vida ya precarias de los grupos en lucha. Granjas cooperativas, fabricas recuperadas, comedores comunitarios, centros de estudiantes y otras formas emergentes demostraron creatividad y eficacia para detener o moderar el impacto de políticas impopulares, pero pocas veces esas estrategias lograron avanzar más allá de los grupos directamente involucrados y proyectar un futuro alternativo para el conjunto de la sociedad” (Galliano, 2020:11).

Definir cooperativa, mutual o asociación civil resulta simple si observamos sus principios y estatutos legales, pero ¿podemos definir teóricamente a este conjunto económico-social cada vez más amplio y diverso? Al momento no se ha consensuado un término acabado que permita dar cuenta de la complejidad y diversidad al interior del sector. Entre las denominaciones más utilizadas se pueden hallar: economía social, solidaria, social y solidaria, de cooperación mutua, popular, comunitaria, del trabajo, de la vida, entre otras. Cada una posee sus especificaciones y sus usos particulares. Es posible afirmar, siguiendo lo planteado por diferentes autores y referentes, que este es un campo de estudio que se encuentra en proceso de construcción conceptual (Hintze, 2010; Caracciolo y Foti, 2012). A las diversidades en cuanto al significado y denominación, se puede añadir que este campo se presta para diversos abordajes posibles. Esto significa que puede ser estudiado de forma teórica, a partir del análisis de políticas públicas o programas específicos del sector, realizando comparaciones tanto a nivel nacional como internacional; y también a través del estudio de experiencias empíricas, de las prácticas sociales, económicas y productivas de los actores (productores, cooperativas, organizaciones, etcétera). De este modo, bucear por esta área implica un encuentro con infinidad de perspectivas de estudio tanto general -por ejemplo, análisis de las estructuras económicas financieras actuales- como específico a partir del estudio, por ejemplo, de las vivencias y sentidos dados al accionar de un grupo de productores rurales (Rosa, 2016). Por ello, a la ESS, se es más proclive a ubicarla en un campo conceptual dinámico y flexible, que como un concepto unívoco y rígido. De este modo, coincidimos en que es tanto

“(…) una visión y una práctica que reivindica la economía en sus diferentes facetas (producción, financiación, comercio y consumo) como medio -y no como fin- al servicio del desarrollo personal y comunitario. De esta manera, realiza aportaciones alternativas al modelo económico imperante, siendo un instrumento de transformación social, que fomenta un desarrollo justo, sostenible y participativo” (Guridi Aldanondo et al., 2011:19).

Asimismo, este campo puede combinar diferentes disciplinas para su estudio y abordaje. Existen análisis hechos por la agronomía, la economía, la antropología y la sociología. Cada una le otorga su propia impronta, que puede ser más técnica, social o política, dependiendo del objetivo planteado(Rosa, 2016). A esta diversidad también se suma el hecho de que la economía social varía según el contexto territorial en el cual se desarrolle (Rincón Gamba, 2012). De este modo, se pueden observar diferencias entre, por ejemplo, la perspectiva latinoamericana, la europea y la canadiense (Mutuberría Lazarini, 2008; Chaves, 1997). Por ello, la ESS debe comprenderse en cada contexto institucional, territorial e histórico particular (Chaves, 1997). Estas diferencias, en términos espaciales, son acompañadas por diferencias temporales. Estas últimas tienen que ver con que el campo ha sufrido transformaciones desde su origen (Rosa, 2016), dando cuenta de su capacidad de desplegar nuevas estrategias y adaptaciones más allá del momento histórico -y las sucesivas crisis-, la situación social general y la de sus propias iniciativas.

Podemos encontrar que tienen en común algunos aspectos que permiten sellar divergencias más allá del término que la ciencia o las diversas ramas de conocimiento acuerden. Todas son experiencias alternativas a la constituida como hegemónica; sea porque así se gestan (cooperativas/mutuales) por principios antagónicos al lucro y la especulación y sobre un escenario de competencia y acumulación; o por ser, en dicho escenario, actores que requieren de otros para sostenerse -sea por sus propios pares o por políticas públicas de apoyo- para equiparar oportunidades mínimas que les permitan alcanzar sus metas (empresas recuperadas, microemprendimientos, economía familiar, pequeño productor, movimientos sociales); en mucho de estos casos, la misma experiencia y trayectoria es la que les permite valorar los principios de la solidaridad, el bien común, la equidad y la autonomía en las decisiones y no sólo no volcaron a los criterios que el mercado impone sino que fueron constituyendo, de manera autónoma, instituciones de segundo y tercer grado que los consolidaron. Según la postura de Laval y Dardot (2015) se estaría construyendo una política del porvenir, donde las divergencias se encuentra y buscan “su común”, convergen en un plan común, en estructuras donde se auto representan puesto que las viejas han caído o no los supieron contener.

Las entidades de la ESS se plantean objetivos orientados al bien común, parten de principios éticos donde lo colectivo está sobre lo individual, y donde la producción descansa en decisiones democráticas; practican una forma alternativa de cohesión social que supera el contexto verticalista, desigual y extractivo del capitalismo. La ESSse basa en relaciones en donde la justicia y la equidad constituyen valores y prácticas centrales que orientan las actividades económicas (Caracciolo y Foti,2012). Para Coraggio (2015) la Economía Social es la “organización que se da políticamente una sociedad para desarrollar los procesos de producción, distribución, circulación y consumo. Si es una sociedad racional, lo hará de modo de garantizar las mejores condiciones de vida para todas y todos, en relación restitutiva con la naturaleza. Es una concepción, necesariamente ética, de una economía para la vida, para la inclusión con dignidad” (2015:1). En este sentido, la ESS se basa en formas de producción montadas sobre relaciones horizontales de igualdad y solidaridad que no sólo se da entre los libremente asociados, sino que trascienden a su entorno; hacia la comunidad y el territorio en el que se emplaza, sosteniendo una lucha por mejoras colectivas y el cuidado, preservación y sustentabilidad del medio ambiente y el hábitat común. De este modo,

“(…) están ligadas estrechamente al territorio y a la población local en tanto ‘empresas de gente al servicio de la gente’ No se deslocalizan en momentos de crisis o ante la baja rentabilidad, dan servicios siempre personalizados y responden por sus éxitos y fracasos ante personas socias y comunidades. Privilegian el mantenimiento y la generación de puestos de trabajo y utilizan la rentabilidad como instrumento y no como fin en sí mismo” (GuridiAldanondo et al.,2011:19).

3. “Antes y ahora”: Rubros y problemáticas principales

Al iniciarse el ASPO, muchas cooperativas y entidades de la ESS transitaban un ya largo camino de endeudamiento, achicamiento de su potencial productivo y falta de sostén financiero. Los últimos cuatro años resultaron significativamente complejos con la actualización de tarifas de servicios públicos básicos -electricidad, gas natural, impuestos inmobiliarios y a la producción-, una alta tasa de inflación con la persistente baja del poder adquisitivo monetario, recesión y un sistemático deslinde de medidas de sostén por parte del Estado Nacional. Partiendo de este escenario difícil, es posible observar en las respuestas brindadas por los/as participantes del relevamiento, que eran altas las expectativas a inicios del 2020 sobre el nuevo gobierno nacional. En muchos casos, se veían esperanzados en reencausar algunas políticas de inclusión y sustentabilidad que fueron abandonadas o que no llegaron a plasmarse. Para la mayoría de los/as participantes, esas primeras expectativas se vieron tensionadas ante el escenario que ha planteado la pandemia, una situación inédita e impensada. La crisis previa se percibe ciertamente agravada y les es difícil evaluar el futuro mediato; la incertidumbre que plantea esta pandemia global trastoca todas las relaciones sociales y productivas preexistentes. Trasmiten con sus testimonios la sensación de tener que “reconstruir”, pero sin saber aún todavía qué o cómo. Los/as funcionarios públicos y los/as dirigentes del sector de la ESS manifiestan que esta situación puede ser una oportunidad, trasmiten optimismo y voluntad al plantear que consideran que “la salida es desde la economía social”, en tanto que el pesimismo está más presente entre los actores directos de la economía social (cooperativistas, pequeños productores frutihortícolas, recicladores, etc.); éstos describen la situación como “desbastadora”, “parate total”, “con poco o nulo apoyo concreto”. Aunque rescatan la capacidad de adaptación que muchos han alcanzado en algunos rubros específicos, como el textil o de alimentos frescos o elaborados.

En este sentido, entre los/as participantes se detectaron cooperativas y entidades con alta capacidad de reconversión. Estas, por ejemplo, pudieron readaptarse para proveer elementos necesarios para enfrentar el COVID-19: barbijos, camisolines e insumos hospitalarios como sábanas y mantas, cofias, máscaras, entre otros; asimismo, pudieron sostenerse y posicionarse generando desarrollos tecnológicos en comunicación/internet en puntos del país -donde las empresas de mercado no llegan. Estas acciones, han permitido, por ejemplo, a través de radios comunitarias, que los niños y las niñas escolarizados reciban sus clases y articulen con sus docentes. Asimismo, los resultados del relevamiento dan cuenta que se han multiplicado las acciones del sector en relación con la producción y distribución de alimentos. Se han generado nuevas cocinas populares, se distribuyen bolsones de fruta y verdura agroecológica y también se preparan viandas. En este sentido, uno de los testimonios señala que:

“En el marco de la pandemia, la demanda de productos frescos -ya sea en puerta a puerta o en nodos de consumo- ha aumentado exponencialmente y, por lo tanto, en muchos casos aquellas organizaciones de la agricultura familiar y de la economía popular, social y solidaria, que han podido generar dispositivos de ese tipo, han podido aumentar en gran medida las ventas y la llegada a nuevos consumidores” (Productor, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Más allá de estos casos, muchos de los/as participantes del relevamiento identifican la multiplicación de las dificultades para otros rubros. Por caso, las cooperativas de servicios públicos esenciales -de electricidad, telefonía, agua corriente y cloacas- altamente relevantes y cuantiosas en municipios y provincias del país, afrontan el problema de la falta de pago de las facturas emitidas a asociados y usuarios. Privilegian la continuidad de la prestación puesto que reconocen que éstos están imposibilitados de abonar el servicio, pero se debilitan la capacidad y el desarrollo. Asimismo, dichas cooperativas, como tantas otras, no han podido solicitar los créditos blandos anunciados por el Gobierno Nacional ya que, por el hecho de facturar (aunque luego no se cobre) más que el año anterior (por actualización inflacionaria) quedaron automáticamente descalificadas para acceder a los mismos y a la garantía estatal. Así también, por tratarse de una figura estatutaria diferente a las empresas de mercado, en una primera instancia, no calificaron en el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), puesto que un asociado no es un empleado en relación de dependencia.Se prometieron estudiar medidas que adecuen las primeras normativas de sostén del Ejecutivo a las figuras de las empresas de la ESS y, más específicamente, para las Cooperativas de Trabajo que sonlas más afectadas junto a otros sectores productivos como los lácteos o los agropecuarios que se hallan en una situación crítica. Sin embargo, los escasos recursos con que el Estado argentino debe enfrentar la situación de pandemia hicieron que las respuestas se disiparan o fueran montos muy acotados a los requeridos. Así describió una investigadora y docente:“En el interior de la provincia de Misiones se produce, pero el principal mercado es Posadas, el sector de la ESS está sufriendo considerablemente. El grupo más castigado es el de los emprendedores que ofrecían bienes en ferias, la costanera, avenidas céntricas o servicios de eventos, alimentos, cuidados personales, etc.”(Investigadora UNM, Posadas, mayo 2020, DRyES/CEUR)

Idénticas palabras las repiten emprendedores asociados del Área Metropolitana de Buenos Aires y el resto del país. Por ejemplo, el impacto sufrido por los productores florícolas del Gran La Plata ha sido desbastador -con este adjetivo lo describen- ya que, hasta mediados de junio, fueron cerraron todos los mercados distribuidores e indican no haber tenido una política paliativa a nivel provincial o nacional. Del mismo modo, los productores tamberos-maseros identifican grandes dificultades para su rubro por la interrupción del trabajo en comercios gastronómicos durante los primeros meses de la cuarentena. Así señalaban: “Algo similar, ocurre con los productores cooperativizados tamberosmaseros de los partidos de Punta Indio, Magdalena, San Vicente, ya que el cierre de pizzerías y restaurantes achicó brutalmente la demanda de queso muzzarella, impactando en la economía de los pequeños productores lecheros” (Productor, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Lo mismo identifican miembros de pequeñas cooperativas proveedoras que son dependientes de industrias o comercios que fueron constreñidos a cerrar su actividad por la cuarentena. En relación con la producción del Cinturón Hortícola del Gran La Plata, el impacto ha sido dispar; algunos mercados concentradores satélites del AMBA cerraron y muchos productores dejaron de proveerlos, pero como el precio de la fruta y verdura sufrió un considerable aumento en los puntos de venta minorista identifican que: “Los productores recibieron una parte de ese aumento con la venta a “culata de camión”, los intermediarios dada el alza de la demanda acuden a las huertas de manera directa. No obstante, tuvieron dificultades de logística: “no había fletes y las fábricas que les proveen las bolsas no estaban trabajando”, (Investigador UNQ, Bernal, mayo 2020, DRyES/CEUR) sostenía otro investigador/docente; y dificultades económicas-financieras al no poder cancelar créditos activos para solicitar nuevos, situación compartida también por otros rubros. La falta de insumos básicos, como plantines y abonos, los llevó a la necesidad de aumentar el precio final para proveerse a mayor costo.

A la falta de disponibilidad de dinero y la consecuente disminución del consumo en general, debemos considerar que muchas entidades de la ESS no pueden afrontar los gastos para brindar su prestación con los protocolos de seguridad que se requieren, desde envases descartables a productos de higiene, readaptaciones tecnológicas o espacios que permitan el distanciamiento social. En este aspecto, se pudo observar que las cooperativas con mayor trayectoria y más consolidadas, como miembros de Federaciones/Confederaciones, fueron las que pudieron asumir el proceso de readaptación. Muchas contaban con excedentes acumulados o afrontados por excedentes confederados; en este aspecto, el INAES8 -a solicitud de las Confederaciones y Federaciones de Cooperativas y Mutuales- permitió a los asociados realizar adelantos de retiros a cuenta de lo que habitualmente se realiza a fin de año o cierre de balance, así como, reasignar excedentes destinados a otros propósitos para paliar la situación emergente.

Un caso particular son las cooperativas de trabajo. La inactividad social profundizó su situación especialmente, no sólo porque fueron uno de los rubros más castigados previo a la irrupción de la pandemia, sino que, debido a que mayoritariamente debieron cerrar sus plantas, parar o reducir drásticamente la producción, en muchos casos, los anticipos de retorno disminuyeron drásticamente o se agotaron, se generaron incumplimientos de acuerdos comerciales establecidos previamente y se rompió la cadena de pagos y cobros. Así lo ejemplificó un dirigente del sector:“El 85 % de las cooperativas que integran la Federación (FECOOTRA) están paradas sin ningún tipo de actividad y el 15 % restante están en situación de trabajo, por las excepciones, pero con toda la cadena de proveedores y clientes rota”(Dirigente de Empresas Recuperadas, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR)

Testimonios similares, dando cuenta de la situación compleja que en su mayoría atraviesa el sector, fueron registrados en gran parte de las respuestas a los cuestionarios, sean cooperativistas, funcionarios públicos, dirigentes del sector de la ESS o investigadores/as y especialistas en la temática, todos/as tienen el mismo diagnóstico. Asimismo, se pudieron identificar diferencias en cuanto a la visión del rol estatal en esta coyuntura para el sector. Señalan, en su mayoría, que obtuvieron una desarticulada ayuda Estatal al menos en los primeros meses del ASPO y continúan peticionando medidas dirigidas de modo adecuado a sus características, puesto que no responden al modelo propio de las Pyme o autónomos.

Un integrante de una cooperativa de trabajo señaló: “(…) mayoritariamente está todo el sector parado, la subsistencia es con planes estatales que son limitados a los sectores más empobrecidos. El sector productivo no esencial prácticamente no recibe aportes estatales”. Aún los rubros considerados “esenciales” están realizando grandes esfuerzos sea en la reconversión, como las textiles, o en la adquisición de elementos necesarios para cumplir los protocolos de higiene. De este modo, otros señalaban que: “Estamos sosteniendo sin trasladar a precios los aumentos del 2020 de insumos cuyos precios no están controlados, pudimos mantener cadenas de pagos a pesar de las restricciones bancarias”(Cooperativista, Cuidad de Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Los factores negativos reiterados en las respuestas obtenidas y que más aquejan a los asociados son la falta de generación de excedente para poder facilitar un retiro periódico a sus asociados, la descoordinación por carencia de recursos técnicos o la no adaptación a los nuevos formatos de comunicación o asambleas virtuales y la agudización de la vulnerabilidad general preexistente, como la poca o escasa capacidad de ahorro, de inversión, de tecnología, la falta de liquidez y descalce financiero. Si bien se les facilitan microcréditos, no califican para créditos que activen su productividad o consoliden su posición ante la competencia desigual del mercado.

4. “Ser parte de la comunidad”: Adaptaciones y estrategiasfrente a la coyuntura

Como todas las instituciones del país, las pertenecientes a la ESS debieron respetar las normativas implementadas para la cuarentena. Unas suspendiendo la actividad desarrollada en los plazos previstos y otras, las consideradas “esenciales”, pudieron seguir trabajando, pero debieron ajustarse a los protocolos de higiene y seguridad sanitaria requeridos. Tuvieron que reestructurar los espacios de trabajo, horarios y tuvieron que disponer de excedentes propios, en el caso de que los tuvieran, para invertir en los insumos necesarios que requería la adaptación: barbijos, guantes, sanitizantes de uso personal y, así como, para desinfección de espacios, herramientas y utensilios de uso colectivo. En este sentido, un trabajador autogestionado mencionaba que: “Internamente se tuvo que adaptar todo el taller para la fabricación de elementos quirúrgicos y para llevar adelante las normas y protocolos exigidos a causa del COVID-19 para la habilitación del taller por parte de la Municipalidad” (Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

También identificaron readaptaciones de otro tipo: “Desarrollamos un producto acorde al momento de emergencia, se trata de barbijos/tapabocas. Incorporamos el trabajo en casa, varias costureras se llevaron las maquinas a sus casas y así nos adaptamos, con mucho gasto de logística, impulsamos la venta online con envíos a domicilio” (Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR)

De acuerdo con el rubro, otras sumaron a dichas adecuaciones, la compra de envases descartables, cufias y cobertores descartables, computadoras portátiles y de escritorio, el uso de medios de transporte propios para realizar entregas o retirar insumos, la compra de nuevas herramientas para desarrollar una actividad alternativa complementaria o aprender nuevos procedimientos tecnológicos para comunicarse con proveedores y clientes, y además, cambios en la logística general como cambio en las guardias, nuevos turnos de trabajo y la asistencia y acompañamiento a los/as miembros adultos mayores de la entidad (quienes inicialmente tenían restringida la circulación de manera total). Así nos lo relató un integrante de una cooperativa gráfica de la Ciudad de Buenos Aires:“El teletrabajo es progresivo, voluntario, limitado por las condiciones técnicas de los domicilios (…) las nuevas estrategias de comercialización online se están desarrollando, pero sin los resultados que la urgencia requiere (…) Atendemos en la puerta, las guardias trabajan con guantes y barbijos”(Cooperativista, Ciudad de Buenos Aires, mayo 2020, DRyES/CEUR).

Una cooperativa de consumidores relató así su proceso de adecuación: “(…) se han incrementado la cantidad de horas de teletrabajo (…), se cerraron el local y los nodos y se pasó a distribuir los productos con entregas a domicilio, (…) se sumó dos nuevos vehículos (…) la frecuencia de distribución pasó de 1 mes a 15 días, (…) se incorporó el pago vía transferencia bancaria, (…) se realizaron mejoras en el software de la gestión comercial” (Cooperativista e investigadora, Ciudad de Buenos Aires, julio 2020, DRyES/CEUR).

Más allá de las adecuaciones y las nuevas estrategias generadas para afrontar estos tiempos a nivel interno de la entidad; en muchos testimonios surgió la preocupación y el compromiso que las entidades tienen con su comunidad. En este sentido, señalan varias acciones realizadas con su entorno:“(…) en nuestro caso, que producimos un alimento incluido en la canasta básica, asegurar el abastecimiento y el precio para que la gente tenga acceso al mismo. Desde nuestra parte hemos hecho importantes donaciones también al sector de políticas sociales de la provincia”(Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

De este modo, han facilitado el desarrollo local de redes de servicios básicos relacionados a la alimentación, la salud y los cuidados en niños, adultos mayores y víctimas de violencia doméstica. Donde han podido fortificaron la expansión tecnológica y de comunicación digital tanto para sus emprendimientos como para espacios comunitarios de enseñanza y apoyo escolar. Son importantes proveedores de insumos frente al COVID-19 (alcohol en gel, barbijos, lavandina o cloro) y de alimentos de calidad a precios justos, lo que ha reactivado el compre local y solidario, consolidando las ferias y la distribución de mercaderías sin intermediación y de producción solidaria y autogestiva. En este sentido, señalan que: “La pandemia de COVID-19 que invade el mundo pone a prueba todas las reservas sociales de la población del país. Sabemos que la solidaridad es un motor extraordinario para movilizar recursos, desarrollarse y cuidarse” (Dirigente cooperativista, Ciudad de Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Sumando a lo anterior, los/as participantes del relevamiento han narrado variadas experiencias donde el sector de la ESS, vinculado, por ejemplo, con instituciones gubernamentales, está cumpliendo un rol fundamental para mitigar las consecuencias de la pandemia; en el INAES hay más de 500 cooperativas y mutuales registradas para la fabricación de insumos médicos vitales. En Catamarca “Construcoop” y “San Fernando Textil”, suspendidas sus actividades, se unieron para producir un promedio de 20.000 barbijos semanales para agentes sanitarios y de seguridad pública, con el apoyo del gobierno provincial. La cooperativa Contex, en Las Flores, detuvo la producción de camisas para producir barbijos y donaron más de 4000 para que el municipio entregue en los barrios vulnerables y en el hospital zonal.

El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires firmó convenio, a través su Dirección Provincial de Acción Cooperativa, con la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA) para que parte de sus cooperativas asociadas confeccionaran 200.000 barbijos quirúrgicos y 140.000 equipos de protección médica (cofias, camisolines, gafas y máscaras); otras, que producen diversos tipos de envases plásticos, a partir de material reciclado, se han focalizado en la fabricación de envases para alcohol en gel y pulverizadores para así abastecer a las cooperativas químicas y farmacéuticas.

Hoteles y espacios recreativos de muchas mutuales en AMBA fueron puestos a disposición en caso de necesidad de lugares de confinamiento para infectados leves y/o personas ancianas o con enfermedades preexistentes que vive en hacinamiento, para que transiten la cuarentena en condiciones adecuadas. Asimismo, más de veinte ambulancias de pertenecientes a mutuales están a disposición de los organismos de salud locales para ser incorporadas al servicio de la comunidad.

Muchas ya tenían montadas plataformas que pusieron a disposición de la comunidad como modelos a replicarse. De este modo, destacaba un dirigente del sector:“cabe mencionar la experiencia de la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo (FACC) y la Cooperativa Obrera9, (…) han puesto en marcha hace más de un año la Central Virtual de Compras, la cual permite a pequeñas cooperativas de consumo, (…) acceder a los proveedores con los mismos precios y condiciones que la Cooperativa Obrera” (Dirigente cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Un aspecto para señalar se vincula con las redes de contención propias del sector. De las respuestas obtenidas se puede observar que aquellas entidades que se encontraban confederadas o que participaban en redes de interacción con otras cooperativas, mutuales u organizaciones sociales -o aquellas más informales pero que se encontraban vinculadas a programas de desarrollo y/o capacitación para asociaciones de la ESS pertenecientes a Universidades Nacionales u organismos Municipales, Provinciales o Nacionales- luego de toparse con la realidad, pudieron encontrar apoyos, redes y soportepara emprender la adaptación y pensar estrategias para continuar activas. Mencionan que el acompañamiento es a través de charlas entre miembros de diferentes cooperativas, encuentros virtuales, grupos de WhatsApp, distribución de información relevante, propuesta de acciones específicas10, etc. Esto en algunos casos generó la creación de nuevas redes o bien el fortalecimiento de las “relaciones ya existentes entre cooperativas”. Por ello, desde una cooperativa mencionan que:“(…) reforzamos vínculos que ya se tenían y se generaron nuevos colectivos autogestivos gastronómicos y culturales, socializando información que pueda ser útil para cada uno, dándonos ánimo y ayudando a difundir y promocionar lo que hacen en las redes sociales” (Trabajador autogestivo, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

5. “Tenemos mucho para aportar”: propuestas y proyecciones

Al posar la mirada en las proyecciones futuras, es posible identificar dos grandes aspectos. Por un lado, reconocen el desafío que el futuro inmediato trae para el sector dando cuenta de que muchas entidades se encuentran en una situación muy crítica en términos económicos y financieros. En este sentido, sostienen que será un camino complejo fortalecerse, especialmente si se tiene en cuenta que los años anteriores ya habían implicado un desafío a causa de la ya mencionada recesión que enfrentó la Argentina. También el desafío se basará, coinciden, en la posibilidad de sostener los puestos de trabajo y de poder restablecer lógicas organizativas que contemplen posibles -y permanentes- adecuaciones socio sanitarias. Por otro lado, estas cuestiones se plantean atravesadas por otras visiones que se centran en los valores y principios propios del cooperativismo y la ESS. De este modo, sostienen que, el aporte a la sociedad que dan desde el sector, sin dudas, contribuiría al “levantamiento del país en su conjunto”.

Esto se verifica en el amplio abanico de iniciativas de todo el cooperativismo que surgieron para aportar en ese escenario. Algunas de ellas, como se mencionó previamente en este artículo, lo hicieron vinculadas a las funciones específicas requeridas de manera prioritaria en este contexto. Por ejemplo, en lo que respecta a las medidas de prevención y cuidado que la pandemia trajo para quedarse como es la producción de barbijos, los camisolines descartables e indumentaria hospitalaria, el alcohol en gel, etc. estos elementos pudieron ser rápidamente elaborados y distribuidos por el sector, y podrían seguir siendo producidos evitando la falta de stock -por medio de la especulación- y el alza del precio por su alta demanda. Otro aspecto que mencionan como relevante fue la centralidad que asumieron en la producción, comercialización y distribución de alimentos en todo el país en estos tiempos. Es notoria la adecuación que hicieron para poder afrontar esta amplia demanda. Así, una funcionaria de la Provincia de Misiones identifica que, por ejemplo:“en la Provincia hay un universo grande de cooperativas, organizaciones que generan productos y servicios que vienen brindando sus aportes, sobre todo alimentos: verduras, frutas, quesos, yerba mate, etc. a la provisión de la población, aun con serios problemas de logística y comercialización, pero el potencial existe” (Funcionaria provincial, Posadas, junio 2020, DRyES/CEUR).

A partir de estas acciones, según dicen, pudieron dar cuenta a la sociedad que tienen “(…) condiciones para ser proveedores de alimentos a los hogares argentinos”. Por ello, afirman que “más allá de la salida temporal, su compromiso es con la comunidad”. Este sentido, desde este rubro mencionan que la provisión de alimentos puede resultar un aporte a largo plazo al lograr extender y fortalecer el “compre local”, las tiendas solidarias, al aumentar la distribución de bolsones con productos agroecológicos a nuevas familias, entre otros. En este punto, señalan que son un sector que tiene la “capacidad de abastecer al mercado interno”, esto, mencionan se “demostró en la pandemia”. También mencionan que “algo positivo de la crisis fue que le otorgó mayor visibilidad al sector” y la posibilidad de “instalar” ciertos temas como la “provisión de alimentos y la concentración de sectores económicos hegemónicos” (Productor familiar, Posadas, junio 2020, DRyES/CEUR). Así, una investigadora del sector indica que:

“Me parece que el movimiento cooperativo, tanto el más institucionalizado como también las organizaciones de la economía popular, pueden aportar un montón. Creo que también en los medios de comunicación esto se ha puesto en evidencia, han salido muchas notas; lo que sí me parece que tenemos que trabajar mucho es sobre esa idea de que la economía popular, social y solidaria no sea sólo una salida temporal, sino que pueda ser una salida estructural. Por eso digo que faltan políticas económicas y sociales que fortalezcan a este sector pensándolo en una salida a largo plazo”(Investigadora UNQ, Bernal, mayo 2020, DRyES/CEUR).

Los/as participantes identifican que la “economía social puede ser el motor de la reactivación”. También afirman que fueron claves en el sostenimiento de los puestos de trabajo y el cuidado a los socios más antiguos que siendo adultos mayores no podían continuar ejerciendo sus funciones. Lo cual, al verse reducido el personal, para algunos generó el aumento de la carga de trabajo. En este sentido, mencionan que están haciendo un “esfuerzo solidario” en este contexto. Esto lo afirman varios y lo vinculan con que en esto se basan los valores y el ideario cooperativo: “servir a la comunidad cuando más lo necesita y cuidar a sus miembros”. De este modo, es posible afirmar que más allá de los problemas históricos que atraviesan y su actual coyuntura, se observa la reivindicación activa del cooperativismo y el asociativismo. En esta línea, un cooperativista señalaba que:

“Las cooperativas tienen en este sentido un papel significativo para cumplir ya que están orientadas a la democratización de la economía. Las cooperativas se basan en los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Siguiendo la tradición de sus fundadores sus miembros creen en los valores éticos de honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás”(Dirigente Cooperar, Ciudad de Buenos Aires, mayo 2020, DRyES/CEUR).

Algo en común dicho por todos los/as participantes se vincula con la necesidad de “fortalecer al sector” y de “aumentar el modelo cooperativo en la sociedad”. Para ello, sostienen que el Estado debe ser su aliado, lograr “contención y mayor acompañamiento, ayuda y mayor intervención”. En este sentido, mencionan la necesidad de “crear nuevas líneas de asistencia” como obtener créditos a tasas bajas y subsidios para maquinaria y renovación de infraestructura. También señalan la necesidad de impulsar mesas de asociativismo y ESS y que el “Estado las convoque a participar”. También señalan, una gran preocupación por el pago de los salarios. En tal dirección, proponen crear un fondo “para acompañar lo salarial”. Algo en común, como se puede observar, es la necesidad de tener políticas específicas y que estas sean, según señalan, “rápidas y precisas”. Si esto no sucede, sostienen que no habrá cambios positivos para el sector. En este sentido, un cooperativista indica que:“Sabemos que la recuperación económica después de la pandemia será lenta, pero es indispensable que la cooperativa y recuperadas tengan acceso a subsidios y créditos blandos para recomponer el capital de trabajo y reactivar la producción y evitar la pérdida de muchos puestos de trabajo” (Dirigente cooperativista, Ciudad de Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR)

Cuando se les consultaba sobre las perspectivas que poseen a futuro, la palabra incertidumbre resuena de manera significativa. También aparecen expresiones como: quiebra, recesión, futuro malo, difícil y crítico. En este sentido, un cooperativista plantea que no saben “cómo seguirán y mencionan que la gran incertidumbre es cómo afrontar los gastos fijos y salarios”. Esto se menciona de manera recurrente, su mayor preocupación se vincula con la generación de excedente, el pago de deudas pasadas y actuales y el retiro acorde a las necesidades de subsistencia de los/as socios/as. Por ello, señalan también que es un momento para realizar revisiones, así un cooperativista afirmaba que:“El futuro es incierto, pasaron muchas cosas. Tal vez tengamos que rever nuestro grupo, las ventas no serán como antes de la pandemia, habrá más competencia, y obviamente menos poder adquisitivo. Como posibilidad veo que seguirán los que realmente quieran vencer esta crisis poniendo el esfuerzo que se necesita”(Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

En este sentido, también han surgido expresiones que refieren que son sector resiliente. Mencionan la idea de recuperación, reactivación y esperanza y que son un “movimiento que puede adaptarse al cambio” porque “el cambio es un desafío constante en nuestro esquema de valores institucionales”. En este sentido, es notaria la diversidad de propuestas que tienen para el futuro en función de la identificación de diferentes escenarios posibles en relación con el trabajo, la sociedad en general, pero también en relación con el medioambiente. Por ello, destacan su rol central en la postpandemia. Señalan la ampliación y el fortalecimiento del “compre local” de productos de la ESS, la reactivación y/o la creación de nuevos puntos de venta, la creación de Programas Nacionales de Fortalecimiento y Promoción del sector, el acceso al crédito subsidiado, la propuesta de herramientas financieras propias para sus necesidades como el control de precios y la posibilidad de contar con tarifas diferenciadas en relación con los servicios públicos. También proponen la apertura de moratorias, la universalización del acceso al crédito, mayor regulación en las relaciones económicas del entramado productivo y ampliar las articulaciones Estado-cooperativas, organizacionesMunicipios, entre otras.

En este plano, se evidencia que, en una parte del sector, la amplia expectativa que tienen sobre el apoyo estatal, muchas de las posibles salidas lo tienen como un actor central. En este sentido, un cooperativista señala que “el principal riesgo será que el Estado no intervenga para asistir y equilibrar relaciones naturalmente desequilibradas”. También señalan que esperan mayor acompañamiento estatal tanto en lo “económico como social, porque tanto el Estado como la cooperativa deben estar al lado de la gente”. En este sentido, otro cooperativista destaca el rol estatal en estos términos: “El rol del Estado es importante, lo que se espera es que destinen los recursos a quienes de verdad lo necesitan, no como en otros momentos donde se desperdiciaba herramientas e insumos en proyectos que no prosperaron”(Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Al Estado le solicitan recursos directos para poder continuar activas, saben que hay muchas cooperativas que tienen pocas chances de sobrevivir en este contexto sino se llevan a cabo acciones específicas y rápidas. En este sentido, un cooperativista puntualiza que para el sector continúe se requiere: “básicamente asistencia en créditos para inversión en instalaciones y tecnología para permitir seguir produciendo en forma competitiva y para mantener y aumentar la dotación de empleados”(Dirigente cooperativista, Ciudad de Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

Señalan de manera compartida que quieren continuar trabajando, produciendo, comercializando y aportando a la mejora de la sociedad. Por ello, uno de ellos destacó:“(…) esta Cooperativa -y el resto- lo único que persigue, es contribuir a un crecimiento justo, igualitario y sustentable de todos los habitantes de su área de concesión” (Coopetivista, Provincia Buenos Aires, mayo 2020, DRyES/CEUR). Por lo dicho en los testimonios brindados, podemos decir que desde el sector se impulsa a seguir, pues señalan que “no bajamos los brazos” y sostienen: “daremos esta pelea como dimos y como damos todas”. Entre sus anhelos está el “ser escuchados”, que quienes tienen capacidad para tomar decisiones “se involucren en su situación” (normativa, económica, financiera) y buscan ser reconocidos por su forma de trabajo y por sus aportes. Por tal razón tienen cierta esperanza sobre las enseñanzas que esta pandemia trajo. En este sentido, indican “deseamos, anhelamos, que el contexto del inicio cambie para mejor. Así, sostiene un cooperativista: Siempre entendemos que la construcción colectiva está por sobre la construcción personal. En función de esto, las sinergias del compartir son superiores a los resultados de los trabajos individuales de cada organización o persona física”(Cooperativista, Provincia Buenos Aires, junio 2020, DRyES/CEUR).

6. Reflexiones finales

Como se ha reiterado en varias ocasiones, las medidas del ASPO frente al COVID-19 impactaron fuertemente en el sector, pero también pusieron en evidencia cómo gran parte de la ESS ha demostrado en la práctica ser una respuesta viable frente a la actual crisis. Ejemplo de ello, es la provisión y distribución de alimentos, el sostén de precios frente a la escalada de aumento de productos de primera necesidad y la disposición para reconvertir su producción y garantizar barbijos e insumos médicos cuando ya no se encontraban en el mercado interno e internacional por tratarse de una pandemia.

Las cooperativas y mutuales, así como otras modalidades de asociativismo, han demostrado una rápida capacidad de empatía y resolución ante lo emergente. Muchas ya tenían montadas plataformas que pusieron a disposición de la comunidad como modelos a replicarse. Luego de toparse con la realidad encontraron mecanismos y soportes que habilitaron para esa adaptación y prosiguieron activas o con más respaldo para resistir. Se observó la coexistencia y el trabajo colaborativo con una multiplicidad de movimientos sociales que brindan servicios relacionados con actividades de cuidado comunitario -de atención a personas en riesgo, cuidado de niños o adultos mayores, de atención alimentaria, sanitaria y apoyo escolar- donde sus miembros, con igual o menor apoyo económico, en esta coyuntura de pandemia, han más que duplicado sus esfuerzos para sostenerlos de manera solidaria, inclusive, a riesgo de sus propias vidas o salud. Como se ve, se activaron y reprodujeron redes de solidaridad y contención que son la esencia de un modelo alternativo a la exclusión y especulación económica que plantea el mercado. Se trata de un sector que gracias a su dinamismo y anclaje territorial ha demostrado frente a crisis sociales y económicas y, en este caso, una emergencia social y sanitaria, una alta capacidad de adaptabilidad a la problemática y celeridad en las respuestas, aun cuando presentan, en la mayoría de sus organizaciones, debilidades económicas y financieras para sostener su propia actividad.

Tal como surge de las respuestas del conjunto de los/as participantes se puede apreciar cómo las medidas iniciales adoptadas por el Estado privilegiaron las formas de organización corporativa-propias de la economía de mercado-, por sobre las formas de autogestión asociativas. Es decir, las medidas fueron pensadas contemplando el modo de producción de bienes y servicios mediante empresas lucrativas -grandes, medianas o pequeñas-, constituidas bajo jerarquía vertical de dirección y empleados en relación de dependencia. A partir de allí, se promulgaron medidas de apoyo en pagos de salarios, la prohibición de despidos por un determinado tiempo, un programa de crédito a tasa 0 o tasas moderadas con garantía estatal pero que luego la banca privilegió a empresas de sociedades y dueños con respaldo de propiedades y bienes personales o societarios de mercado, profundizando las dificultades de acceso al crédito que enfrentan, tradicionalmente, las cooperativas y demás asociativismos. Todas estas medidas resultan pertinentes ante la emergencia y la necesidad de sostener el sistema productivo y de trabajo formal e informal en la cuarentena, pero al generalizar el conjunto productivo -por la constitución y el formato propio de las asociaciones sin fines de lucro- las cooperativas y otras formas organizativas solidarias quedaron desplazadas en una primera instancia; fue necesario el reclamo organizado del sector para la adecuación o la generación de excepciones que las contemplen. Los modelos alternativos debieron “hacer el ejercicio” de reclamo y, en esta oportunidad, obtuvieron una reacción positiva, pero como señalan, desfasada en tiempo ya que diversas medidas recién pudieron implementarse a mediados de mayo o en junio, tras dos meses del ASPO. Lo que podría poner en evidencia el lugar que ocupan este tipo de instituciones dentro de la estructura económica actual.

El sector de la ESS no requiere de medidas de coyuntura, sino estructurales y permanentes. Difícilmente son consideradas a la hora de diseñar las estrategias de desarrollo productivo territorial y al definir las políticas macroeconómicas. De este modo, su incorporación suele resultar marginal o a destiempo. El sector solicita, como quedó evidenciado, una legislación acorde que determine y regule con claridad, predeterminación y estableciendo mecanismos de sostenimiento que contemplen sus principios y valores para compartir un sistema múltiple de producción en igualdad de oportunidades. (García, 2016; 2018).De allí que se celebre los espacios que el Estado ha abierto en sus Ministerios y Consejos de Asesores a dirigentes y especialistas del movimiento asociativo. Asimismo, la relevante iniciativa de trasladar el INAES del Ministerio de Desarrollo Social al de Desarrollo Productivo y la apertura de espacios para la discusión y construcción con la sociedad civil. De las respuestas de los/las participantes, se desprende que la vara de sus expectativas es alta: participación directa en la reconstrucción del tejido socioeconómico profundamente afectado, la consolidación del asociativismo como motor productivo con la consiguiente jerarquización y normativas acordes para participar del crédito para innovación y desarrollo que lo transforme en proveedor prioritario de toda institución pública Nacional, Provincial y Municipal.

Se considera que la continuidad, llamada “nueva normalidad” de posteriores etapas de superación o convivencia con el COVID-19, debería sostener los lazos sociales y solidarios que emergieron en los actuales contextos de crisis, reconocerlos pilares para la construcción de la nueva sociedad, más que volver a un nuevo ciclo de crisis y desequilibrio social.

“Hoy como nunca el capitalismo controla todo el planeta y su lógica nos penetra por todos lados, pero esa inflamación en su enfermedad: cuando las protestas se apagan en un rincón, las crisis financieras detonan más acá y las guerras comerciales (o de las otras) comienzan a arder más allá. Cada nueva versión del capitalismo nació de una crisis, pero el capitalismo 4.0 (actual) parece hacer de la crisis su esencia: inestable, conflictivo, asimétrico” (Galliano: 2020;29)

Este párrafo, escrito unos pocos meses antes de ser declarada oficialmente la pandemia por la OMS, pone en claro sobre qué escenario se instaló el COVID-19, cómo es su estructura económica y cómo ésta, inesperadamente, se vio paralizada de manera global. Global, así también es la caída de indicadores de empleo, de consumo y de bienestar; máxime en los países con falencias estructurales que el propio desarrollo capitalista generó en grandes sectores sociales y donde el estado de bienestar, en el mejor de los casos, no logró abastecer al conjunto de su población.

Tal vez, la experiencia del COVID-19, parafraseando al mismo Galliano, nos permita soñar una alternativa de modelo y no una alternativa para los exclusos del mercado. En definitiva, de las crisis sucesivas, este sector se va perfilando de una mayoría numérica a una mayoría de voluntades pero que, al momento, es muy heterogénea y desarticulada. A ese colectivo -de nuevos pobres aun trabajando, desencantados, chalecos amarillos y nuevos inmigrantes ya sin un destino mejor-, solo le queda una alternativa que solidariamente los contenga y desde donde aportar y construir futuro. Se podría decir o se desea pensar- que aprendimos lo esencial, que el bienestar individual depende de la responsabilidad y el bienestar colectivo.

La reconstrucción del tejido productivo y distributivo postpandemia podría basarse en esta experiencia, donde confluyen las diferentes versiones de la ESS. Así, ante las prioridades del próximo período como son la generación de inclusión, de desarrollo local, la creación de empleo y la satisfacción de las necesidades prioritarias a una proporción mayor de nuestra población, se podría dar mayor protagonismo a la ESS para alcanzar masividad evitando los costos de intermediación y ganancia especulativa. Masividad en los servicios de salud, medicamentos, conectividad, escolaridad y cuidados, altamente necesarias y hoy producidas con otros criterios insostenibles para la gran mayoría de los sectores sociales. El Estado podría apoyarse y acompañar el sólido movimiento cooperativo y mutual argentino, las cooperativas de trabajo, a los pequeños productores, de autoconstrucción, etc. Darle centralidad, beneficiándose mutuamente. Aprovechar las estructuras internacionales que confluyen en América Latina y la oportunidad de un presidente argentino en la ACI y el liderazgo de las empresas recuperadas en Argentina reconocido en muchos países europeos y de americanos. No se trata de privilegios, ni de eliminar las empresas de capital privado, las cuales tienen un mercado a disposición y en él puede convivir junto a otro tipo de empresas; sino de maximizar los escasos recursos estatales y utilizarlos de manera más equitativa y justa atentos a las necesidades cada vez mayores de la misma sociedad de la cual surgen. La utopía de no repetir el mismo camino, de crecer con lo justo, sostenernos sin excluir a nadie pero reacomodando los recursos existentes; generar trabajo allí donde hay grandes necesidades que requieren focalizar esfuerzos dadas las circunstancias socioeconómicas alcanzadas -alto porcentaje de pobreza e indigencia y de desocupación-, alcanzar acuerdos basados en otros valores, en otros principios, se trata reestructurar paulatinamente los centros de decisión política en función de dichos valores y que privilegien, con sus políticas, de manera horizontal a las instituciones que hoy, como en tantas décadas, nacieron con criterios de esfuerzo conjunto, democrático y de compromiso y confianza mutua para resolver las necesidades y circunstancias adversas, para obtener una mejor calidad de vida personal pero sólo sostenida en el bienestar del conjunto. La pandemia COVID-19 las puso en escena y han sabido darnos su testimonio.

Por su propio origen, constitución y trayectoria en diversos momentos de crisis sociales, políticas y económicas, la ESS ha logrado seguir a flote. El contexto de pandemia ha agravado lo ya dado, lo conocido, y lo que resultaba “estable”. Las formas de integración propias del período anterior se ven cuestionadas. Estamos experimentando una nueva etapa. El derrumbe de la economía global no hace más que evidenciar que el modelo actual está en franco retroceso o su apariencia es una frágil estructura que ya no permite el ascenso social mediante el trabajo y esfuerzo individual. Que los indicadores del desempleo y pobreza siguen en ascenso y que las respuestas de los Estados, aún los más desarrollados y opulentos, no son suficientes -más allá de la voluntad o no de sus representantes- a las demandas de necesidades básicas de un conjunto cada vez más numeroso de ciudadanos. El relevamiento que hemos realizado recientemente nos brinda una realidad compleja y difícil de revertir dentro de la misma estructura económico-social aún superadas las medidas de ASPO y la radicación del COVID19.

La crisis también puede ser considerada una oportunidad. Oportunidad para afianzar sus fortalezas y proponerse construir -en una primera instancia- un amplio consenso con todas las variantes de la ESS, contemplando sus diferentes lógicas y heterogeneidades; y luego, con los trabajadores en general y el resto de la comunidad. Oportunidad, señalan, para reconstruir la economía y estructuras de poder del país con otros valores; para que el Estado reconozca su rol primordial y establezca legislación y políticas de acción acordes a su constitución estatutaria e impulse nuevos desafíos de desarrollo teniendo en cuenta sus principios y forma de asociación y gestión. Obtener el apoyo público y político para transformarse en un sistema central y no periférico o auxiliar de la economía de mercado. Una nueva construcción económica-social donde el capital humano esté antes que el monetario.

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1Las autoras quieren agradecer especialmente la participación en el relevamiento de funcionarios/as, presidentes/as de Federaciones y Confederaciones de la ESS y docentes e investigadores/as de gran trayectoria en el campo; asimismo, quieren agradecer el tiempo y disposición para responder el cuestionario a las entidades de la ESS que, en este contexto de emergencia, brindaron sus percepciones. Finalmente, las autoras quieren agradecer a los miembros del grupo de investigación y transferencia: Desarrollo Regional y Economía Social (DRyES) del CEUR/CONICET encargado de llevar a cabo el relevamiento y también a quienes realizaron, junto a las autoras, el Diagnóstico final del relevamiento: Ariel García, Sandra Sterling Plazas, Fernando Fontanet y Aldana García Tarsia.

2El relevamiento estuvo a cargo de los miembros de la Línea de Desarrollo Regional y Economía Social (DRyES) del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR/CONICET).

3En el caso argentino, el sector cooperativo -con un robusto desarrollo geográfico más que centenario- engloba aproximadamente el 30% de la población nacional (Montes et al, 2007) -alrededor de 13 millones de personas- nucleada en cerca de 10 mil cooperativas (incluyendo las de vivienda, servicios, agropecuarias, trabajo, crédito y consumo) y 3400 mutuales vigentes hacia septiembre de 2019 (INAES, 2019). A este número de entidades, se suman asociaciones civiles, de hecho y fundaciones, que aportan un caudal significativo de actividades.

4Uno delos cuestionarios autoadministrados estuvo enfocado en relevar las perspectivas de funcionarios/as del Gobierno Nacional, Presidentes de Federaciones y Confederaciones de la ESS y docentes e investigadores/as vinculados a este campoy, el otro, centrado en relevar las visiones de cooperativistas, miembros de organizaciones y Asociaciones de la Economía Social y Solidaria.

5Muestreo no probabilístico en el que los casos de estudio seleccionados para ser estudiados convocan a nuevos participantes entre sus vínculos. Para mayor detalle de la metodología y casos de estudio del relevamiento consultar (DRyES, 2020)

6El amplio abanico de Federaciones de Cooperativas, Federaciones de Empresas Recuperadas, Movimientos Sociales, Representantes de Universidades Nacionales y otras instituciones -que forman parte de redes de apoyo y sostén de la ESS- dejaron plasmado su apoyo en Documentos y Solicitadas que son de dominio público y en opiniones expresadas en medios de comunicación propios del sector.

7Según Henrich(2016), “en América Latina y también en Europa, la discusión sobre ES surgió en el periodo de ajustes neoliberales y en referencia a la población excluida del ejercicio de los derechos sociales, en retroceso durante ese periodo. En las siguientes décadas, las iniciativas autogeneradas individuales y colectivas se fueron fortaleciendo, lo mismo que las ONG, los académicos y críticos al modelo económico neoliberal hegemónico, y líderes de organizaciones sociales y políticas, que expandieron esas iniciativas de producción económica. En buena medida, las reflexiones se orientaron a mostrar esas prácticas como germen de un nuevo proyecto político de organización económica alternativa a la capitalista, al tiempo que se proyectaba un nuevo marco analítico de la economía contrario al de la teoría económica neoclásica. Es decir, la reflexión sobre economía solidaria en América Latina trascendió la noción de informalidad y de mera estrategia de subsistencia prevalecientes en lo previo” (2016:94).

8Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social. Organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo que ejerce las funciones que le competen al Estado en materia de promoción, desarrollo y control de la acción cooperativa y mutual.

9Cooperativa de consumo que este año cumple un siglo de vida y cuenta con más de 1.600.000 asociados.

10El sector cooperativo tradicional encontró en sus mismas instituciones no solo respaldo para sus asociados, sino que se transformó en voz ante las autoridades para solicitar políticas y resoluciones de emergencia dirigidas a los trabajadores autogestionados y demás instituciones de la ESS. Actualmente, forma parte de mesas de trabajo y es parte del Consejo Consultivo del INAES.

Recibido: 06 de Marzo de 2021; : 02 de Julio de 2021; Aprobado: 24 de Julio de 2021

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