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Trabajo y sociedad

On-line version ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.23 no.38 Santiago del Estero Jan. 2022  Epub Jan 01, 2022

 

GÉNERO, EDUCACIÓN, PANDEMIA

Redes sociales transfeministas y trayectorias de movilidad social ascendente: narrativas biográficas de mujeres trans* y cis de origen de clase popular residentes en el AMBA

Transfeminist social networks and trajectories of upward social mobility: biographical narratives of trans* and cis women of working‐class origins residing in AMBA

Redes sociaistransfeministas e trajectórias de mobilidade social ascendente: narrativas biográficas de mulherestrans* e cis deorigens da classe popular residente na AMBA

Carolina Rossi1  * 

1 Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesora en Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Sociología. Candidata a Magister de la Maestría en Investigación en Ciencias Sociales (FSOC-UBA). Dirección: Gabriela Gómez Rojas. Co- dirección: Débora Garazi. Becaria UBACyT en el Instituto de Investigaciones “Gino Germani”. Miembro del proyecto UBACyT (20020170100474BA) (20182020) “La interseccionalidad entre la etnia y el género desde la perspectiva de las clases sociales, en población migrante residente en el AMBA”, directora Gabriela Gómez Rojas. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

RESUMEN

El artículo analiza cuatro trayectorias ocupacionales de mujeres trans*1 y cis2 de 25 a 55 años de edad, de origen de clase popular residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina.

El propósito del trabajo es reconstruir retrospectivamente los eventos percibidos por ellas mismas como momentos de ruptura en sus vidas.

La base de datos proviene de dos fuentes: entrevistas en profundidad a dos mujeres cis que previamente habían respondido una encuesta aleatoria de 1065 casos, llevada a cabo en el AMBA en los años 2015-20163 y un muestreo por bola de nieve que buscó problematizar el registro heteronormativo incorporando las voces de las mujeres trans*.

El estudio muestra cómo las redes sociales transfeministas y la educación con perspectiva de género no binaria potencian el desarrollo de la capacidad de agencia, posibilitando momentos de quiebre con mandatos y violencias de género, a la vez que favorece el inicio de trayectorias de movilidad social ascendente.

Palabras clave: género; clase social; trayectorias ocupacionales; agencia; estructura; redes sociales

ABSTRACT

The article analyzes four occupational trajectories of trans* and cis women between 25 and 55 years of age, of working-class origins living in the Metropolitan Area of Buenos Aires, Argentina.

The purpose of this paper is to retrospectively reconstruct the events perceived by the women as moments of rupture in their lives.

The database comes from two sources: in-depth interviews with two cis women who had previously answered a random survey of 1065 cases, carried out in the AMBA in the years 2015-2016 and a snowball sampling that sought to problematize the heteronormative register by incorporating the voices of trans* women.

The study shows how transfeminist social networks and education with a non-binary gender perspective enhance the development of the capacity of agency, enabling moments of rupture with gender norms and gender violence while favoring the beginning of upward social mobility trajectories.

Keywords: gender; social class; occupational trajectories; agency; structure; communitynetworks

RESUMO

O artigo analisa quatro trajectórias profissionais de mulheres trans* e cis comidades compreendidas entre os 25 e 55 anos, de origem da clase popular, residentes na Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina.

O objetivo do trabalho é reconstruir retrospectivamente os acontecimentos que as proprias mulheres percebem como momentos de ruptura nas suas vidas.

A base de dados provém de duas fontes: entrevistas aprofundadas comduas mulherescis que tinham respondido previamente a um inquérito aleatório a 1065 casos, realizado na AMBA nos anos 20152016 e uma amostra de bola de neve que procurava problematizar o registo heteronormativo através da incorporação das vozes das mulheres trans*.

O estudo mostra cómo as redes sociais transfeministas e a educação com uma perspectiva de género não binária melhoram o desenvolvimento da capacidade de agência, permitindo momentos de ruptura com mandatos de género e violencia favorecendo, ao mesmo tiempo, oinício de trajectórias de mobilidade social ascendente.

Palavras-chave: gênero; classe social; trajetórias ocupacionais: agencia; estrutura: redes comunitárias

Introducción

El objetivo de este artículo es analizar desde la perspectiva de mujeres trans* y cis su propia interpretación de sus trayectorias ocupacionales con el propósito de reconstruir retrospectivamente los momentos percibidos por ellas mismas como puntos de inflexión en sus vidas. Es decir, acontecimientos que implican rupturas que desencadenan cambios en la dirección de sus cursos de vida y trayectorias ocupacionales (Gotlib y Wheaton, 1997, Muñiz Terra, 2009, Roberti, 2012).

“Las trayectorias laborales son secuencias de experiencias laborales que se estructuran por el tiempo en dos dimensiones: la dimensión del tiempo biográfico que establece secuencias típicas según los ciclos de vida, y la dimensión del tiempo histórico que ofrece distintas limitaciones y oportunidades y que define espacios diferentes para trabajos y empleos de cohortes y generaciones distintas. Asimismo existirían instituciones y normas sociales que estructuran las secuencias laborales y guían las orientaciones y estrategias de los actores en formas típicas. Las trayectorias están permeadas por instituciones sociales tales como la educación, las posibilidades de empleo, así como las particularidades del actor tales como su edad, su género y sus antecedentes laborales” (Dombois 1998 en Muñiz Terra, 2009:70).

Las trayectorias ocupacionales varían de acuerdo a la identidad de género del sujetx. No es lo mismo ser mujer cis, mujer trans* o no binarie. Estas diferencias determinan distintas desigualdades a lo largo de las historias de vida y violencias específicas a nivel laboral. Como explica Berkins, “en la medida en que las identidades se convierten en definiciones señalan límites y se vuelven fácilmente separatistas y excluyentes (Berkins, 2003:67).

Entendemos al sexo y al género como construcciones sociales discursivas, performativas y fluidas. Si se refuta la hipótesis de un sistema binario de géneros que sostiene la idea de que el género es la construcción social del sexo, como aquella base biológica de la cual no podemos escapar, podremos entender que el sexo se encuentra tan culturalmente construido como el género. Desde el momento en que se asigna a través del discurso y de manera arbitraria un género determinado y excluyente (masculino o femenino) en base a la genitalidad del recién nacidx nos encontramos con una construcción cultural (Butler, 2019, Fausto Sterling, 2006).

Afirmar que la identidad de género es performativa implica decir que la misma solo existe en y a través de un conjunto de actos de género eminentemente corporales que se sostienen en el tiempo: gestos, movimientos, posturas, comportamientos (Butler 1988 en Gros, 2016:251).

En este artículo, argumentamos que trabajar desde una perspectiva transfeminista e interseccional (Davis, 2018; Vigoya, 2016) que incorpore críticamente la Teoría Queer (Butler, 2019, Butler, 1997), los Estudios Trans (Radi, 2019; Radi y Sardá-Chamdiramani, 2016) y la Teoría Travesti Trans Sudamericana (Wayar, 2018, Berkins, 2007, Bertolini, 2020) nos permite ahondar no solo en la relación entre sexo, género, clase social e identidad de género sino problematizar qué se entiende por mujer corriéndonos de abordajes teóricos-metodológicos cisexistas4.

Nos interesa pensar la interseccionalidad como un proyecto de deconstrucción de las oposiciones binarias inherentes a los paradigmas de la ciencia occidental (varón-mujer, género-sexo, naturalezacultura) entendiendo a las identidades como múltiples y fluidas (Davis, 2018).

En este marco, los Estudios trans* vienen a denunciar la ficción biologicista identitaria, y a sostener “la necesidad de entender lo trans* como un modo de existencia que puede atravesar a todas las categorías de género (se puede ser mujer y ser trans, ser puto y ser trans, etc.)” (Stryker, 2004 en Fernández Romero, 2019:269). En palabras de Wayar (2018:24): “Yo quiero que puedan abordar lo Trans en ustedes y que lo comprendan desde un acercamiento implicado. Nos observamos en nuestras infancias y vemos las violencias que cada quien padeció por el régimen heterosexista y adultocéntrico”. De manera paralela, Bertolini (2020) también denuncia cómo los mandatos heterosexistas5 imponen un freno a la dinámica transicional siendo las personas forzadas a perpetrarse en un casillero identitario o transidentitario inmutable y excluyente.

De esta manera, la interseccionalidad designa la perspectiva teórico-metodológica que busca explicar cómo la intersección entre los principales ejes de segregación (clase social, género, condición migratoria) estructuran las relaciones sociales de dominación y discriminación, conforman las desigualdades en las trayectorias ocupacionales y educativas e influyen en los procesos de movilidad/ inmovilidad social (Vigoya, 2016; Krause, 2016).

Los estudios sobre estratificación social y movilidad social en América Latina han privilegiado el análisis de la clase social como principal eje de desigualdad social, dejando de lado otros ejes como el género y la condición migratoria (Filgueira, 2001; Viáfara López, 2017).

Como señala Salido Cortes (2002) la mayoría de los estudios clásicos sobre movilidad social y ocupacional se han centrado en el análisis de la población masculina ocupada, generando con ello un desconocimiento de las pautas de la movilidad social femenina. En Argentina, si bien son cada vez más los estudios empíricos realizados que tienen en cuenta a las mujeres a la hora de analizar estos temas, todavía no se han generado antecedentes suficientes para construir la movilidad social femenina como objeto de estudio (Gómez Rojas y Riveiro,2014). Menos aún, contamos con investigaciones que indaguen sobre estas mismas pautas en población trans* y no binaria.

El presente artículo se propone un doble objetivo: contribuir a trascender la mirada masculinizante que históricamente ha dominado los estudios sobre movilidad social intergeneracional6 a nivel local e internacional (Gómez Rojas y Riveiro,2014, Riveiro, 2011; Salido Cortes, 2002) y problematizar el concepto de mujer, corriéndonos de lecturas biologicistas y revalorizando las voces de las mujeres trans*.

De esta manera buscamos contribuir a la construcción de un conocimiento científico que no sea objetualizante sino que se construya en diálogo con el conocimiento experiencial y experto de las propias personas trans*. A nivel metodológico, preguntarnos qué grupos sociales “omitimos” es una práctica social reflexiva ineludible para construir una investigación social que aspire a la igualdad. El registro no es ingenuo. “En nuestros registros deben empezar a leerse géneros diversos, identidades autopercibidas, cuestiones relacionadas a las opresiones que viven las disidencias y minorías” (Radi, 2019 en Zamarreno, 2020:5).

La hipótesis de trabajo cualitativa establece que las redes sociales transfeministas y la educación con perspectiva de género no binaria potencian el desarrollo de la capacidad de agencia posibilitando momentos de ruptura y el inicio de trayectorias de movilidad social ascendente.

En un primer momento, comenzaremos por discutir el enfoque conceptual y la estrategia teóricometodológica en la cual se ubica el presente estudio. A continuación, presentaremos la reconstrucción interpretativa de las trayectorias ocupacionales de los cuatro casos trabajados. En un segundo momento, analizaremos las trayectorias ocupacionales deteniéndonos en las diferencias que imprime la identidad de género. Por último reconstruiremos el papel desempeñado por las redes sociales transfeministas y la educación con perspectiva de género no binaria en el desencadenamiento de eventos considerados por las mismas entrevistadas como momentos de ruptura en sus vidas.

I. Biografías en contexto: las trayectorias ocupacionales en el marco del régimen heteronormativo.

Partir de una perspectiva teórica transfeminista interseccional nos permite abordar las múltiples violencias y desigualdades y entender cómo la pertenencia a diferentes grupos identitarios influye sobre el acceso a derechos y oportunidades determinando trabas en la movilidad ocupacional. Investigaciones recientes demuestran como en el momento de acceso/cambio ocupacional hay factores de tipo cultural que operan al nivel de la discriminación por género, clase social y etnia. De esta manera el mercado laboral opera con categorías culturales que asigna a las personas por su edad, etnia, género o clase social atributos positivos o negativos que determinan puentes/tranqueras en las posibilidades de movilidad ascendente (Childress y Nault, 2019; Pullman, 2018).

Entendemos a la movilidad social como un proceso que depende de la apertura/cierre de oportunidades educativas y ocupacionales a nivel estructural, de las opciones/limitaciones ligadas a la clase social de origen y las redes sociales de pertenencia y a la capacidad de agencia de las personas (Benza y Jorrat, 2016; Dalle, 2013; 2011).

“Es un proceso que conlleva, además de una transformación de las condiciones materiales de existencia (las chances de vida), cambios en las formas de sociabilidad y en las costumbres de las personas (el estilo de vida). Para que pueda hablarse de movilidad social ascendente es necesario que las personas con origen de clase popular que experimentaron un ascenso se vean a sí mismas como parte de las clases medias y sean tratadas por personas de esta clase social como parte de ella en sus relaciones sociales, desde las más rutinarias hasta las más espontáneas” (Dalle,2016:256).

Como señalan varios estudios el origen familiar de clase sigue condicionando las posibilidades de ascender socialmente (Dalle, 2016; Jorrat y Benza, 2016). La clase social de origen condiciona la vida de lxssujetxs a través de diferentes procesos de transmisión intergeneracional de recursos sociales, materiales y simbólicos. “Estos recursos, por un lado, construyen modelos cognitivos, de valores y creencias que contribuyen a conformar el horizonte de expectativas de las personas, y por el otro, brindan contactos e información que permite la inserción social de las mismas” (Dalle, 2013:376). Ahora bien, como explica Anthias (2008:13) las clases se encuentran siempre generizadas y racializadas. La familia de origen es un lugar de socialización donde se interiorizan roles, mandatos y estereotipos de género7 binarios (varón o mujer cis) que condicionan las oportunidades educativas y laborales de lxs hijxs (Jelin et al, 2012; Longo, 2009). En este marco, asumir, a temprana edad, una identidad de género que rompa con el mandato heterosexual conlleva situaciones de pérdida del hogar, de vínculos familiares y la marginación en la escuela (Berkins, 2007).

En este sentido, ¿de qué manera impacta el género en las posibilidades de ascender socialmente?

Las mujeres y el colectivo LGBTIQ+ han sido históricamente el grupo social más vulnerable dentro del mercado laboral. “No sólo se concentraron en determinados sectores del mercado laboral con peores condiciones laborales y menores remuneraciones, sino que, además, sobre ellas recayó la responsabilidad de la realización del trabajo doméstico y de cuidados” (Garazi y Molla, 2021:2).

Los estudios sobre mercado de trabajo y estratificación social (Varela, 2019; Krause, 2016; Millenaar, 2014; Aspiazu, 2013; Faur, Esquivel &Jelin, 2012; Fraser, 2006; Ulbrich, 1988, Damaske y French, 2016) coinciden en que el género funciona en el caso de las mujeres como una tranquera en el ingreso al mercado laboral: mandatos familiares de género que se oponen a su ingreso en el sistema educativo y en el mercado de trabajo, barreras sectoriales, segregación ocupacional, discriminación en el puesto de trabajo, etc. Según Damaske y French (2016) los mandatos de género y las oportunidades y constreñimientos laborales-familiares les dan forma a las trayectorias ocupacionales femeninas.

¿Pero qué entendemos por “femeninas”? ¿Qué violencias viven las femeneidades que rompen con el régimen heteronormativo? ¿Cómo son sus trayectorias educativas y ocupacionales?

Entendemos por heteronormatividad “el principio organizador del orden de relaciones sociales, política, institucional y culturalmente reproducido, que hace de la heterosexualidad reproductiva el parámetro desde el cual juzgar la inmensa variedad de prácticas, identidades y relaciones sexuales, afectivas y amorosas existentes” (Pecheny et al., 2008:14). De esta manera, el régimen político heteronormativo “funciona como sistema regulador y modelador de las subjetividades del conjunto social, a través del Estado y de las instituciones, tanto públicas como privadas” (Ortega, 2018:73).

Los estudios trans* (Cabral, 2011; Radi, 2019) y la teoría travesti trans latinoamericana (Berkins, 2007; Wayar, 2018; Bertolini, 2020) explican cómo las trayectorias de las personas trans* se encuentran atravesadas por violencias institucionales. Hogar, educación y trabajo conforman una tríada con un único objetivo: re-adecuar a través del uso de la violencia a la corporalidad desviada a su rol de sometidxy reproductora del régimen heterosexista (Wayar, 2018).

Informes recientes muestran cómo las personas trans* continúan mayoritariamente expulsadas del mercado de trabajo formal (Contratátrans, 2021; Ministerio Público de la Defensa, 2017; Red LACTRANS, 2014; ATTTA y Fundación Huésped, 2013; Berkins, 2007).

Las mujeres trans* conforman un grupo social que suele vivir violencia en la familia y en la escuela desde el momento que manifiestan su identidad de género. Esto las lleva muchas veces a la deserción escolar, convirtiéndose en un obstáculo para acceder al mercado laboral, reduciéndose sus opciones de empleo a oficios estereotipados como el estilismo y el trabajo sexual (Gutiérrez Gamboa et al., 2018).

En Argentina, la sanción de la Ley de Matrimonio Civil N° 26.618 en 2010 y la Ley de Identidad de Género N° 26.743 en 2012 posibilitaron la legitimación de modos de vida no heteronormativos al reconocer a las personas travestis y trans* como sujetxs de derecho (Eyheremendy et al., 2019, Ripossio, 2020).

La Ley de Identidad de Género es la primera en el mundo que no patologiza las identidades trans*, sino que las descriminaliza estableciendo el derecho al cambio de nombre de pila e imagen sin el requisito de autorización judicial ni acreditación de una intervención quirúrgica (González, 2017).

A su vez, se incorporó como un derecho el acceso a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos hormonales para adecuar el cuerpo -incluida su genitalidad- a la identidad de género autopercibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa (FarjiNeer, 2014; Cutuli, 2015). Luego de su sanción, se evidenció que 1 de cada 10 mujeres trans mayores de 18 años se había reinsertado en el sistema educativo (Moretti, 2017).

Los estudios de estructura social y movilidad coinciden en que la educación es el principal canal de movilidad social en las sociedades modernas (Costa Solís y Ribeiro, 2016; Erola et al., 2016; Jorrat, 2016). Ahora bien, la educación puede jugar tanto un papel reproductor como contrahegemónico.

Las instituciones educativas son espacios donde se moldean las identidades.

“En ellas se construyan idearios y representaciones respecto de las sexualidades, ya hegemónicas, ya subalternas, y se les adjudican diferentes valoraciones morales: la heterosexualidad sería un valor positivo, siempre que respete y cumpla con ciertas reglamentaciones (entre ellas, que tenga como fin la reproducción, que no se ejercite públicamente en la institución, que esté avalada por discursos especializados, etc.) y, al resto de las alternativas (homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, etc.) se les asigna una valoración moral negativa vinculada a la patología e incluso a la peligrosidad” (Giribuela, 2017:3).

Así como las instituciones educativas producen y reproducen prácticas discursivas que actúan como tecnologías de género8 naturalizando y normalizando la sola existencia de dos géneros binarios; también pueden producir dispositivos que permitan a lxsniñxs, jóvenes y adultxs que las habitan romper con los estereotipos y mandatos de género (Seoane y Severino, 2019).

Siguiendo a Hooks (2014) consideramos que la educación desempeña un rol contrahegemónico cuando, a través del conocimiento y la información, posibilita la emancipación de lxssujetxs quebrando las barreras de clase y género que caracterizan a la sociedad capitalista patriarcal actual.

En este marco, la agencia se articula con los condicionamientos de género y de clase y las oportunidades y limitaciones de la estructura social (Bertaux y Thompson, 2007) jugando un papel decisivo para vencer situaciones adversas. Berger y Luckman (1967) la definen como el poder de implementar la propia agenda. Representa la posibilidad de evaluación reflexiva y distanciamiento imaginativo de las estructuras y se encuentra siempre en relación a los contextos específicos dentro de los cuales se desarrolla la acción pudiendo asumir diversas formas empíricas (Sautu, 2014; Mahmood, 2006; Emirbayer y Mische, 1998). La sociabilidad, es decir, la situación de lxssujetxs en múltiples contextos relacionales, facilita el desenvolvimiento de la conciencia reflexiva. Ahora bien, las redes sociales, entendidas como una serie de vínculos entre un conjunto definido de actxres sociales que se dan con determinado propósito, varían de acuerdo al contenido del flujo de comunicación (Requena Santos, 1989).

A partir de aquí es que nos proponemos entender cómo se conforman redes sociales ventajosas que determinan accesos a mejores puestos de trabajo y/o promoción en la carrera deteniéndonos en el contenido específico que transmiten dichas redes.

II. Estrategia teórico-metodológica

El presente trabajo se ubica en una perspectiva cualitativa que se fundamenta en la idea de que las personas, en el marco de su contexto histórico-estructural, crean el mundo de experiencias dentro del cual viven, construyendo a partir de sus interacciones sociales, una amalgama de significados que incorporan a su auto-reflexión, interpretación que, a su vez, es parte de la interacción social (Sautu, 2004).

El método biográfico, centrado en la reconstrucción de aspectos de la sociedad a partir de experiencias personales, revaloriza las voces de las entrevistadas al mostrar los significados subjetivos que ellas mismas les asignan a sus propias vidas. ¿Qué dificultades encuentran las mujeres residentes en el AMBA para avanzar en sus carreras laborales? ¿Qué violencias determina el régimen heterosexista en sus trayectorias ocupacionales y en sus historias de vida? ¿Qué violencias institucionales sufren las mujeres trans*? ¿Cómo son sus trayectorias ocupacionales? ¿Cómo las mujeres trans* y cis de origen de clase popular se abren caminos de ascenso entre los mecanismos de cierre que tienden a reproducir desigualdades de clase y género en la estructura social?

El procedimiento metodológico consistió en el diseño de la guía y la realización de dos entrevistas biográficas en profundidad para cada uno de los cuatro casos seleccionados: mujeres cis y trans* de origen de clase popular de 25 a 55 años residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Los datos provienen de dos fuentes:

  1. Dos entrevistas en profundidad realizadas a mujeres cis que previamente habían respondido una encuesta aleatoria de 1065 casos, llevada a cabo en el Área Metropolitana de Buenos Aires en los años 2015-2016. Las entrevistas (y re-entrevistas) fueron realizadas entre el año 2017 y el 20209 en el marco de un proyecto de investigación del cual fui miembro hasta principios del 2021.

  2. A esta base se le incorporaron dos entrevistas en profundidad realizadas, entre fines del 2020 y principios del 2021, a partir de un muestreo por bola de nieve. El mismo tuvo el objetivo de quebrar con el registro heteronormativo buscando que las mujeres trans* se encuentren representadas. El criterio de selección se enfocó en encontrar una homogeneidad de casos respecto a la identidad de género (mujeres trans*) y la clase social de origen (clase popular) y una heterogeneidad respecto a la edad (25 a 55 años).

Entendemos a las clases populares como colectivos poblacionales que “son explotados y dominados o que desarrollan actividades que conllevan la auto-explotación” (Dalle, 2016:29) y “están conformadas por personas asalariadas o cuenta propia que llevan a cabo tareas manuales” (Dalle et al., 2015:264).

Las investigaciones sobre clases sociales concuerdan en que el principal indicador para medir la variable es la posición ocupacional. Seguimos el esquema de Dalle (2016) el cual se encuentra inspirado en las corrientes neoweberianas y neomarxistas y delimita fronteras de clase a partir del control o la exclusión de recursos económicos materiales e inmateriales. “En las sociedades contemporáneas, los principales recursos económicos son la propiedad del capital, la autoridad y el conocimiento en sus diferentes formas (desde el expertise profesional hasta el saber práctico de los oficios manuales)” (Dalle, 2016:346).

Fuente: Dalle, 2016

Esquema 1 

A partir de aquí, buscaremos:

  1. Reconstruir el origen de clase de las entrevistadas (ocupación del máximo aportante del hogar cuando ellas tenían 14, 15 años) y compararlo con la posición de clase actual de las mismas (ocupación actual).

  2. Analizar los momentos de ruptura en sus trayectorias buscando dar cuenta de la dimensión subjetiva de las experiencias de movilidad social.

La hipótesis cualitativa de trabajo establece que las redes sociales transfeministas y la educación con perspectiva de género no binaria potencian el desarrollo de la capacidad de agencia posibilitando momentos de quiebre con mandatos y violencias de género y el inicio de trayectorias de movilidad social ascendente.

Entendemos a la movilidad social como un “continuum de acciones, prácticas y experiencias al interior de la trama familiar en relación con las transformaciones del contexto socio-histórico y no simplemente como la comparación entre la posición de clase de partida y de llegada de sus miembros” (Dalle, 2013:4). En este sentido se vuelve necesario dar cuenta no sólo de los cambios objetivos en las trayectorias de clase sino recuperar la dimensión subjetiva de las experiencias de movilidad social.

El objetivo de la entrevista biográfica fue establecer una conversación lo más inestructurada y espontánea posible que permitiera que la historia se fuera formando libremente en la cabeza de las entrevistadas y en sus propias palabras. Para ello se elaboró una guía con grandes dimensiones que recuperan los intereses del estudio: contexto familiar, trayectoria laboral y transiciones laborales, trayectoria educativa y residencial, autopercepción de su clase social y la de sus padres, momentos de ruptura en sus trayectorias ocupacionales imbricadas en sus historias de vida, violencias de género experimentadas a lo largo de sus vidas.

Una vez realizadas las entrevistas, la estrategia analítica consistió en el análisis temático de la información recogida a partir de la utilización del software Atlas Ti. “El análisis temático precisa el despliegue de un procedimiento inductivo en el cual el investigador biográfico intuye subtemas y temas narrativos en una entrevista que tienen que ser refrendados por la presencia (variada) dentro de otras entrevistas. Si ello sucede se está en la presencia de un tema consolidado que representa un patrón narrativo” (Meccia, 2020:73). Es decir, la centralidad se encuentra en lo dicho en el relato y en el análisis de los contenidos manifiestos de las narrativas biográficas.

III. Reconstrucción biográfica de las trayectorias ocupacionales.

Alejandra tiene 55 años. Hija mayor de seis hermanos, nació en 1965 en Colonia Yabebiry, Misiones. Sus padres eran dueños de una chacra. Cosechaban yerba y té que vendían a una cooperativa: cuando mis papás tenían la chacra, mi papá era muy violento, la golpeaba a mi mamá todo el tiempo. A raíz de la situación de violencia que se vivía en el hogar, la madre decide mudarse a Posadas, a la casa de un primo. Alejandra tenía tres años en ese momento. A los pocos meses el padre los encuentra: un día dio con ella y se vino, se fue a Posadas. Y ahí mi mamá lo perdonó por todas las golpizas que le había dado. Él quería que volvieran a la chacra, pero ella se negaba. Entonces, el padre decide venderla y mudarse a Posadas donde comienza a trabajar como constructor de obra. Alejandra terminó la primaria a los 14 años pero no pudo seguir estudiando. A partir de ese momento comenzó a trabajar realizando tareas de limpieza. En 1980, a los 15 años, migra a Buenos Aires y comienza a trabajar como empleada doméstica. Dos años más tarde es contratada en un negocio de ropa como vendedora. En 1987, a los 18 años, ya casada y madre de una hija de cuatro años, se dedica a comprar y vender mercadería traída de Paraguay. En 1993 abre su propia remisería, la cual sólo durará un año coincidiendo con su segundo embarazo. Seguido de esto, se retira del mercado laboral hasta el 2001, cuando se separa de su primer esposo y abre una verdulería. Luego una fiambrería. En sus palabras: no me generaba lo suficiente de lo que yo quería ganar y en este país como siempre había que mutar. En 2003, decide abrir una fábrica de fondos de zapatos, ocupación que desarrolla hasta la actualidad.

Lucía tiene 26 años. Hija más grande de una familia numerosa, nació en el año 1993 en la Ciudad de Buenos Aires. Sus padres nacieron en Uruguay en hogares pertenecientes a los estratos inferiores de las clases populares y migraron a Buenos Aires en búsqueda de algo mejor: mi papá logró sacarse el registro porque para él fue un logro ser taxista y ahí empezó a trabajar y cambió un poco su status de vida y ahí fue que compramos la casa en Florencio Varela. Lucía se crió en un contexto de violencia y pobreza: yo siempre digo que me crié en una micro villa. Papá siempre fue muy violento. Yo tengo el tabique desviado porque me lo rompió el. A mi mamá la cagaba a palos todos los días. A los 8 años comienza a trabajar como vendedora ambulante y feriante junto a su abuela y padre. Luego de cuatro años, el padre sufre un accidente automovilístico que desencadena una crisis económica quedando la familia en situación de calle: las asistentes sociales intervinieron y nos tuvieron que mandar al colegio. En el año 2009, la justicia determinó que la familia se encontraba en estado de hacinamiento y a partir de allí se les otorgó una vivienda transitoria en el barrio de Pompeya. En el 2010, con 17 años, tomará la decisión de abandonar su casa. Lucía nos relata como en ningún momento dejó de trabajar. Al irse de su casa empezó a cuidar a un niño a la par que estaba empleada en una panadería-rotisería en Boedo como ayudante de cocina y repartidora. En el año 2012 comienza a trabajar como niñera de la madrina de su hermana. De lunes a viernes trabajaba como niñera y los fines de semana hacía tareas de limpieza. En el año 2013 termina la escuela secundaria y se inscribe en el CBC de Derecho. En ese momento una de las personas para las que trabajaba de empleada doméstica, que era tesorera de un colegio dependiente de la Universidad de Buenos Aires y se estaba por jubilar, le consiguió su primer puesto registrado. Actualmente, Lucía tiene 26 años, se encuentra cursando el tercer año de la carrera de Derecho en la UBA y trabaja como administrativa en la cooperadora del mencionado colegio.

Natalia tiene 44 años. Nació en 1976 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y vivió toda su vida en Lanús. Su papá era encargado de limpieza en una empresa y su mamá empleada doméstica.

Su primer trabajo fue a los 20 años en la misma empresa donde trabajaba su padre: mi papá era encargado y como yo había dejado la secundaria me dijo o estudiás o trabajás.

Al poco tiempo comenzó a estudiar para ser peluquera. Luego de tres años se recibió e ingresó a trabajar en una peluquería: me fui a trabajar en una peluquería en Flores y dejé de trabajar en la empresa de limpieza. Pero de asistente, lavaba cabellos. Y después fui escalando hasta llegar a ser colorista peinadora.

Natalia trabajó 15 años como peluquera. A los 40 años decidió retomar sus estudios secundarios e ingresó al plan FINES. Cursó dos años y abandonó como consecuencia de la discriminación que sufría de parte de sus compañerxs. Ese mismo año ingresa al Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis: me costó mucho cuando me anoté en el bachi y tenía que trabajar. Ahí me costó muchísimo porque los horarios no los podía ubicar. El bachi era de las dos hasta las seis. Yo tenía que laburar o a la mañana o sábado y domingo o cuando venía del bachi. Ese año fue pesado, pero tuvo sus frutos.

En el año 2019 se recibió, empezó la facultad e ingresó a su primer trabajo estable: yo elegí trabajadora, la licenciatura en trabajo social, porque en el bachi antes de egresarte te van guiando a ver qué carrera podés estudiar, ellos te dicen en qué facultad, qué carrera y de las que había me gustó trabajo social porque Marcela que trabaja en el bachi y es trabajadora social es la que más me motivaba.

Actualmente, Natalia estudia trabajo social y se desempeña como administrativa en una empresa del estado.

Anabella tiene 25 años. Nació en la ciudad de Tartagal en la Provincia de Salta en el año 1996. Su madre era empleada doméstica y su padre falleció cuando ella era muy pequeña.

Su primer trabajo fue a los 12 años en una verdulería en la cual trabajó hasta cumplir los 14 años. En ese momento comenzó a trabajar como empleada doméstica, ocupación que desarrolló hasta cumplir los 20 años. En el año 2014 finaliza sus estudios secundarios y comienza a estudiar Seguridad e Higiene. Estudia un año, abandona e ingresa un año más tarde a la carrera para ser maestra de grado pero también abandona: todos mis estudios secundarios como terciarios los hacía como gay, igual el trabajo de empleada doméstica también lo hacía como gay porque allá no podía ser Anabella

En el año 2017, con 21 años, migra a Salta capital y más tarde, ese mismo año, a Buenos Aires: y como no me daban trabajo tuve que ejercer el trabajo sexual. Llegar a Buenos Aires significará seguir ejerciendo el trabajo sexual por seis meses hasta que un día, amanecer en un hospital público, después de haber vivido una situación de violencia de género con un cliente, la llevará a conocer las redes de militancia transfeminista que la ayudarán a ingresar a su primer trabajo estable: promotora de salud y derechos humanos en un reconocido hospital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En septiembre del año 2020 se convertirá en la primera trabajadora trans a nivel nacional y mundial en ingresar, mediante el acuerdo de la firma del cupo laboral travesti-trans, a un banco argentino. Actualmente, Anabella vive en Capital Federal y trabaja en el área administrativa de recursos humanos del mencionado banco.

IV. Trayectorias de clase popular atravesadas por la violencia de género.

Tanto en el relato de Lucía como en el de Alejandra, la iniciación en el mundo laboral aparece en forma paralela a su desempeño como cuidadoras al interior de sus propias familias.

Ambas comenzaron a trabajar a edad muy temprana. En palabras de Lucía: y a los ocho, nueve años ya estaba caminando con ellos siendo vendedora. Yo en ese momento lo tomaba mucho como un juego porque no dejaba de ser una niña pero hoy que lo analizo ya estaba cinco, seis horas caminando barrios y barrios tratando de vender cosas que al final del día se hacía la diferencia porque los chicos también venden. Como explica Lucía: uno también es parte de la historia que le tocó. Dentro de ese contexto que siempre hay un montón de falencias y no alcanza la plata ni para comprar arroz blanco es como mucho más la violencia, es como que la culpa siempre la tiene el otro. Me costó un montón entender a mis viejos, porque la violencia era tan presente es por la educación y de donde vinieron.

En el caso de Alejandra, su decisión de ingresar a la secundaria se vio fuertemente condicionada por los roles de género patriarcales que estructuran las relaciones entre los distintos miembros del hogar al interior de la familia. En su reconstrucción: los días en la escuela primaria habían sido como una liberación. Me hubiera gustado ser abogada, me hubiera gustado ir a la secundaria, pero para mis padres era no. Mi papá consideraba que estudiar no era productivo para nada: se suponía que cuando crecías estabas en tu casa y cuando tuvieras la edad correspondiente ibas a tener un novio, te ibas a casar. Nada más que eso. A los 14 años y frente a la negativa de sus padres para continuar con sus estudios, Alejandra comienza a trabajar cuidando a los hijos de una maestra del colegio. Al año, y por el estado de violencia que se vivía, tomará la decisión de migrar a Buenos Aires.

En las reconstrucciones de ambas mujeres el contexto de pobreza aparece asociado al aumento de la violencia de género y a la dificultad de sus madres de salir de esta situación. En palabras de Alejandra: a dónde iba a ir con seis hijos, cómo los iba a mantener que supuestamente por eso ella (la madre) se aguantó y hasta el día de hoy nos sigue diciendo eso.

Ambas llevaron adelante un proceso autoreflexivo mediante el cual se situaron como agentes sociales dentro de un contexto social donde el hecho de tener pocos recursos económicos aumenta la gravedad de la situación de violencia de género experimentada. En palabras de Lucía: entender el contexto en el que viví y en el que viven ellos y en el que pasas de la pobreza a la marginalidad porque ya se van perdiendo un montón de cosas, no sólo lo económico, no es solamente no tengo para comer sino es me junto con gente que está pasando por la misma situación entonces es un círculo de violencia y al ser un círculo de violencia todavía empeorás mucho más las cosas porque te cerrás muchas más puertas.

Entendemos a la violencia de género como todas aquellas manifestaciones de violencia motivadas por el género que no se reducen a la violencia contra las mujeres cis sino que también hace referencia a las violencias que afectan a lxssujetxs que rompen con el régimen heteronormativo.

Pérez y Radi (2018:75) plantean cómo, por más que la Ley de Violencia de Género 26.485 propone un abordaje integral, considera cinco tipos distintos de violencia10 y seis modalidades de acuerdo a los diferentes agentes y espacios en los que se ejerce violencia doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática, utiliza la palabra género como sinónimo de mujer y se refiere a “toda conducta, acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón” (Art. 4°), dejando fuera todas las violencias que sufren aquellas personas que se identifican con un género distinto al asignado al nacer.

Natalia abandonó la secundaria y comenzó a trabajar a los 20 años: mi primer laburo fue a los 20, trabajé en una empresa de limpieza. Mi papá era encargado y como yo había dejado la secundaria me dijo bueno. En aquel tiempo era así: o estudiás o trabajás. Trabajo, le dije. Me dijo, bueno, te hago entrar en la empresa de limpieza.

La mitad de la trayectoria laboral de Natalia está marcada por la precarización laboral. Luego de trabajar tres años en una empresa de limpieza con jornadas diarias de doce horas o más, se desempeñó como peluquera por más de quince años.

Romper con el sistema binario de género refuerza la posición subalterna de las mujeres trans* en el mercado de trabajo accediendo a trabajos precarios y altamente feminizados como trabajos de limpieza y peluquería. Según un informe reciente el 90% de las mujeres trans ejerce el trabajo sexual (REDLACTRANS, 2014). Como explica Natalia: no es que nosotras o las chicas quisieron estar ahí. No es un camino que ellas eligieron. La sociedad las empujó a que ellas estén ahí. La sociedad te empuja a eso porque no te aceptan en un trabajo, no te quieren tomar, entonces la única forma de subsistir, de tener una vida vamos a decir entre comillas digna es prostituyéndose porque es la única forma de ganarte un mango.

Natalia considera que no prostituirse fue en su caso un privilegio y lo relaciona con el apoyo que tuvo de su familia en el proceso de construcción de su propia identidad de género: tuve la suerte de tener una familia que me acompañó, que no me largó la mano como a veces pasa en la vida de las demás chicas que, al ver los cambios, al ver otra identidad o ser quienes quieren ser se las expulsa, te echan de la casa y pasa lo que pasa de caer en la prostitución, en las drogas, en la noche.

La heteronormatividad está muy ligada a la noción de familia(Cuba y Juárez Chávez, 2018). Cuando algunx de lxs integrantes de la familia no cumple con la heterosexualidad obligatoria puede ser castigadx de diferentes formas por su entorno familiar con el fin de re-encauzarlxs a la matriz normativa. Como explica Berkins (2007: 69) esto genera experiencias de desarraigo: “muchas nos hemos visto forzadas a abandonar nuestros barrios, nuestros pueblos, nuestras provincias durante la adolescencia o la juventud con el objeto de buscar entornos menos hostiles o el anonimato de una gran ciudad”.

Anabella ingresó al mercado laboral a los 12 años y se desempeñó como empleada en una verdulería hasta cumplir 14 años. Luego, comenzó a trabajar como empleada doméstica, ocupación que mantuvo hasta cumplir 20 años.

Mi papá fallece cuando yo tenía nueve años, quedó con mi mamá y mis hermanas y hermanos y mi mamá después se enfermó y no pudo trabajar y a los 12 años empecé a trabajar en una verdulería, después ya entro a la secundaria, después de ahí entré a trabajar como empleada doméstica, hacia los quehaceres en la casa de una señora y bueno así terminé mi secundario trabajando en la casa de esa señora.

En su propia reconstrucción, Anabella recuerda que no podía ser ella misma en Tartagal: allá, en el norte, todos mis estudios secundarios como terciarios los hacía como gay, igual el trabajo como empleada doméstica también lo hacía como gay porque allá no podía ser Anabella.No podía manifestar mi identidad de género porque obviamente si la manifestaba en una sociedad patriarcal, machista eras un hombre vestido de mujer o eras un puto o eras x persona o una demente mental o un montón de otras cosas. Significaba vivir como la sociedad quería que viva allá.

Frente a las violencias, las personas que rompen con la herocisnorma suelen apelar a estrategias de invisibilización. Es decir, las personas recurren al ocultamiento de su propia identidad como una manera de protegerse, repercutiendo en otras esferas de la vida tales como el concurrir y permanecer en una institución pública (Giribuela, 2019).

En la propia reconstrucción de Anabella, el miedo a ser señalada, expulsada de su familia, determinó que llevará adelante su propio proceso de construcción identitaria sin redes afectivas cercanas: mi propia construcción identitaria la hago sola. Mayormente cuando yo migré de mi casa a la ciudad de Salta capital hago mi transición sola, me vengo a Buenos Aires, mi familia no sabía de mí, después que paso cuatro meses recién yo les aviso en donde estaba. Empecé a manifestar mi identidad sola, empecé a construirme sola, me hubiese gustado tener el acompañamiento de mi familia pero obviamente tampoco quería ser señalada y tampoco quería ser, como muchas veces, obviamente no digo que fuese mi caso, pero los casos de otras compañeras, de decir “ay no quiero ser una carga para la familia” o muchas otras cosas que tenemos que atravesar en la familia, una expulsión desde muy temprana edad de nuestros hogares o muchas veces las familias no te apoyan y nos tenemos que ir de nuestras casas.

En este sentido Natalia recuerda su propia construcción como un proceso largo: era como muy difícil mostrarse ante la sociedad que vos querías ser mujer, quiero tener tetas, me gustaba una vedette, ay que lindo el cuerpo. Yo imaginaba todo eso pero después mirando Mauro Viale cuando le hizo el reportaje a Florencia de la V, esa violencia verbal, y como que no me daban ganas de hacer ese paso, no, esas violencias no, así que por eso me costó mucho. Después, nunca vi personas travestis en la calle, me he cruzado pero siempre veía que la gente se burlaba, lo tomaba de chiste y me daba miedo qué pasaría si yo hacia esa transición, hasta que un día me di cuenta que sí, que era lo que yo quería e hice ese paso y acá estamos. Pero fue largo, de mucho pensar, qué pasaría con mis amigos, con mi familia, con mi mamá, con mi papá, cómo lo tomarían, cómo encararía un trabajo, todas esas preguntas que te pones en la cabeza.

En una sociedad donde“travestis y mujeres trans* son víctimas privilegiadas de la violencia letal” (Radi y Sardá-Chandiramani, 2016:4) transicionar se transforma en un momento signado por el abandono y la expulsión institucional sistemática (Berkins, 2007).

En Anabella se ve reflejado en la dificultad por terminar una carrera terciaria habiendo ingresado y permanecido un año estudiando Seguridad e Higiene y otro año estudiando para ser maestra primaria. En su caso, su clase social se intersecta con las desigualdades experimentadas en base a su propia identidad de género volviéndose para ella mucho más difícil permanecer en el sistema educativo y conseguir un empleo estable.

En Natalia significó abandonar el secundario por segunda vez cansada de las discriminaciones que sufría por parte de sus compañeras.

En este marco, ¿qué elementos aparecen en la propia reconstrucción de las entrevistadas como potenciadores de momentos de ruptura?

En el siguiente apartado nos detendremos en los momentos identificados por ellas mismas como puntos de inflexión en sus vidas tanto a nivel personal como laboral buscando aproximarnos a los cambios que los mismos generan en sus trayectorias.

V. Reconstruyendo el papel de las redes sociales transfeministas y la educación con perspectiva de género no binaria en los momentos de ruptura en las trayectorias ocupacionales.

Los puntos de inflexión representan rupturas que desencadenan cambios en la dirección de las trayectorias (Gotlib y Wheaton, 1997). “Las crisis desembocan en encrucijadas biográficas y abren una serie de nuevas vías a considerar en el momento bifurcativo. Estas nuevas vías pueden reencausar la transición biográfica o provocar su precipitación” (Bidart, 2006 en Muñiz Terra, 2009:32).

Ahora bien, ¿en qué medida ejercemos nuestra capacidad de agencia?, ¿qué tipos de contextos relacionales facilitan el desarrollo de la propia capacidad de agencia en pos de la reformulación de patrones pasados a través de la proyección de trayectorias alternativas de futuro?

A partir de estos interrogantes, reconstruiremos los eventos que desde la propia perspectiva de las entrevistadas cambiaron la dirección de sus trayectorias.

Para Alejandra migrar a los 15 años escapándose de un hogar violento constituyó un punto de inflexión en su vida: y pienso que si yo no hubiera tomado esa decisión, en ese momento, a pesar de todo, a pesar de que fue un quiebre, no sé. Yo a veces miro para atrás y por ahí la veo a mi hermana que vive allá y digo esta podría haber sido la vida que me hubiera tocado si yo me hubiera quedado acá. Para mi papá era tenes que crecer, casarte y listo, ya está.

Su propia capacidad de agencia fue determinante en su toma de decisión de migrar: tenía 15 años cuando me vine a vivir a Buenos Aires, era muy chica. Yo siempre fui muy rebelde y yo siempre había soñado que ese no iba a ser mi lugar y aparte, no era solo por eso, sino por el estado de violencia que se vivía en mi casa.

“La agencia relacional es la capacidad auto-reflexiva de actuar sobre el entorno, desplegar autocontrol y desempeñar actividades de todo tipo en búsqueda de la realización de metas” (Sautu, 2020: 47). En contra del mandato de género que la anclaba a la esfera doméstica, Alejandra toma la decisión de migrar proyectando un futuro distinto y libre de violencias. ¿Qué elementos aparecen en su propia reconstrucción movilizando su acción?

Yo tuve una maestra que nos invitaba a su casa, se llamaba María Elena Caballero de Frasea. Era un vínculo. Hoy, mi firma, o sea, la forma en la cual firmó, esa firma me la enseñó esa maestra. Y la sigo manteniendo. Ella me enseñó a firmar y nunca cambié, nunca, hasta ahora. Toda la vida. Ella era muy especial con nosotros. Hablábamos mucho de cuál era el trato de mis padres. En mi caso particular eso se hablaba mucho. Era como que bueno siempre trataban de contenerte porque imagínate que a veces cobrabas una paliza y yo iba a la escuela y tenía moretones, golpes porque eso era casi constante.

Al igual que para Alejandra, la educación aparece en la reconstrucción de Lucía marcando el inicio de un momento de ruptura. Concurrir a la escuela pública y establecer un vínculo con docentes con perspectiva de género le permitió desnaturalizar las prácticas de violencia de género que sufría en su hogar y, a partir de allí, tomar la decisión de escapar: yo siempre digo cómo puede ser que yo teniendo 18 años me haya ido de mi casa, porque me fui en un estado totalmente de violencia y fue porque me rodee de gente que me dijo che vos lo que estás viviendo no es normal, que vos vengas al colegio con el ojo negro cada dos semanas no está bien, que tu viejo sea esto no está bien y fueron profesores. Yo iba al colegio con el ojo negro, entonces los profesores me decían.

En el caso de Lucía, podemos pensar cómo su interacción diaria con docentes con perspectiva de género desencadenó su propio proceso auto-reflexivo. Este momento marcará un punto de inflexión en su vida: la huida de un hogar violento y la mudanza a la casa de la madrina de su hermana determinarán un cambio sustancial en su propia vida y en su trayectoria educativa. Su trayectoria de ascenso social puede entenderse a través de su propia identificación con los valores y las pautas de comportamiento de la familia de clase media que la recibe, la cual se transformará no sólo en su nuevo hogar sino en la proveedora de una red de relaciones ventajosas quele permitirán ingresar a la educación universitaria y a su primer trabajo remunerado registrado. En el caso de Lucía, el valor fundamental que estimuló el pasaje efectivo de clase fue la importancia de la educación. La madrina de su hermana ocupó aquí un papel clave en tanto red social facilitadora, inculcándole la importancia de continuar formándose y empujándola hacia ese camino: yo me anoté en el CBC para estudiar una carrera porque Lara (madrina) un día cuando yo ya estaba terminando la secundaria, y sabía que quería seguir estudiando, pero también sabía que necesitaba trabajar, me dijo, chula te tenés que anotar en el CBC porque si no se te van a pasar las inscripciones, y yo le dije que sí, porque era medio compromiso. Y me terminó anotando ella.

De esta manera, la importancia de las redes aparece en el ingreso a la educación superior y en el acceso al mercado de trabajo formal. En la trayectoria de Lucía, las redes sociales (conocidos de la madrina de su hermana) le permitieron acceder a recursos e información marcando la transición, a sus 23 años, hacía su primer trabajo remunerado registrado. Ahora bien, esta transición, mediada por el papel de las redes sociales, no fue automática: mis trabajos siempre fueron informales, cadete, lavacopas, repartidora de comidas, después de limpieza trabajé muchísimo tiempo y de ahí fui creando vínculos, fui niñera durante dos años y eso me permitió conocer a otra gente con la que estuve trabajando de limpieza durante muchísimo tiempo (cuatro años) y después a esa persona con la que estoy trabajando le caí en gracia por así decirlo. Yo no podría acceder a un trabajo así si no era por ese medio porque no tenía nada de contactos.

En el caso de Alejandra, el lugar de la agencia radica en su propia capacidad de generación imaginativa de una posible futura trayectoria donde la violencia de género no tuviera lugar. Es decir, la propia capacidad de, posicionada en el momento presente, moverse más allá de sí misma y construir imágenes cambiantes del futuro hacia dónde pretendía ir y de las maneras en las que podía llegar allí. Alejandra lleva adelante un proceso de autorreflexión consistente en el involucramiento social informado por el pasado (el estado de violencia que se vivía en mi casa) pero orientado hacia el futuro (yo siempre había soñado que ese no iba a ser mi lugar). En esta proyección de futuro, las redes sociales ocupan un papel clave: a Buenos Aires porque tenía familia, un tiempo atrás, antes que yo me viniera había estado un primo de mi mamá, de paseo en Misiones y en ese momento que estuvo en mi casa le dije que en algún momento iba a venir a Buenos Aires y vivía acá en Buenos Aires una hermana de mi mamá, entonces por eso fue la decisión.

Al igual que para Lucía, migrar constituyó un punto de inflexión, un antes y un después en su historia de vida y en su trayectoria ocupacional. Su propia percepción de sí misma como una mujer rebelde, aparece como un factor determinante al momento de migrar y en los momentos de cambio ocupacional.

Llegar a Buenos Aires no implicó un cambio inmediato en su estatus económico. Por 10 años su trayectoria laboral estuvo marcada por la inestabilidad laboral. En el año 94 quedó embarazada y se retiró del mercado laboral. Nueve años después, su reingreso al mercado laboral y el aumento de sus ingresos devienen en la resistencia a su autonomía económica11y en la puesta en marcha de mecanismos simbólicos de violencia de género expresados en el lenguaje: y un día vino un cliente, quería que le hiciera 500 pares de tacos todos los días. Contenta llegué a mi casa y le conté a Rubén. Me dijo “¿vos estás loca?, ¿cuál es tu necesidad de hacer eso?” Y a mí sí me decís que no me pongo en terca. Habrá pasado una semana y le digo: “sabés que tengo que hacer 1000 pares por día”, “ahora sí que enloqueciste en serio” me dice y le digo “sí, pero lo voy a hacer”.

La estabilidad del sistema normativo patriarcal es el resultado de su representación continuada. Las expectativas normativas e ideas que orientan el comportamiento y el discurso del esposo de Alejandra tienen un valor simbólico para la reproducción de las diferencias binarias de género. En este marco, la agencia se basa en la apertura esencial de cada interacción y en la posibilidad de ser resignificada para otros propósitos que no sean la consolidación de normas (Butler, 1997). Alejandra, en tanto agente activa rechaza las atribuciones de género y se consolida como jefa y sostén principal del hogar.

En la reconstrucción de Natalia el momento que representó un punto de inflexión en su vida fue ingresar al Bachillerato Popular Mocha Celis: y mirá, cuando yo me anoté en el bachi, cuando me presenté para terminar el secundario pensé que nunca lo iba a lograr, pensé que nunca iba a tener un título. Nunca pensé que iba a entrar a una facultad. Siempre repito lo mismo porque para mí fue un gran paso ese momento. Nunca pensé que iba a tener un trabajo estable, con un sueldo, con una obra social, con todos los beneficios que puede tener una persona binaria.

Natalia relata cómo, el régimen político heteronormativo, al imponer la heterosexualidad como norma, las excluye de todos los beneficios que puede tener una persona binaria. Terminar la secundaria, ingresar a la facultad y acceder a un trabajo estable se le aparecían como una realidad imposible de alcanzar.

En este marco, ingresar a un espacio educativo inclusivo y no excluyente, con orientación en diversidad de género, sexual y cultural marcará un cambio en su historia de vida.

Natalia destaca la importancia de la educación y de las redes que construyó en este espacio las cuales le permitieron finalizar el secundario, ingresar a la universidad y acceder a su primer trabajo remunerado estable: a la gente del bachi y a todos los profesores y también a Lara que es otra compañera que trabaja en otra parte del estado donde yo estoy gracias a ella yo también entré. Por eso yo siempre les digo a las chicas que estudien, que tienen que estudiar, la base es el estudio, si no estudian no llegan a ningún lado.

A su vez remarca lo que este cambio significó a nivel identitario: este trabajo me cambió todo, todo, todo en el sentido de que te dignifica. Antes yo tenía que pensar me compro esto o como pero gracias a un trabajo estable que tengo puedo comer y puedo darme el lujo de comprarme otra cosa. Esas son las diferencias de tener un trabajo estable, con un sueldo, con una obra social. Ahora si tengo problemas de salud voy a la obra social, me atiendo. Antes tenía que ir a parar a un hospital, esperar que te atiendan. Es decir, ves todas esas diferencias que decís guau, lo que es tener un trabajo, la diferencia, te dignifica como persona y te sentís como persona.

En la reconstrucción de Anabella, llegar a Buenos Aires y vivir un hecho de violencia de género, por el cual quedó tres meses internada en un hospital público, marcó un antes y un después en su vida: a mí me marca un momento de mi vida cuando llego a Buenos Aires, aquella noche, marca un antes y un después para mí.Yo estaba trabajando como trabajadora sexual acá en los bosques de Palermo, sufro un accidente automovilístico a lo cual estuve internada tres meses, yo no conocía a nadie en Buenos Aires, me acuerdo que había salido con un cliente y el cliente me quiso robar, yo me quise defender y ahí salí despedida del auto. Ese accidente que tuve me produjo fracturas en el rostro, tenía mi pómulo quebrado y despertarme en un hospital y conocer a Nadir puedo decir que me cambió la vida porque ella me enseñó el mundo de la militancia.

Conocer las redes de militancia transfeministas, a través de capacitaciones de género impartidas por promotoras de salud y militantes trans* en un hospital público del AMBA, le permitió acceder al conocimiento de sus derechos y, en consecuencia, a poder ejercerlos.

Le comento, mirá Nadir, me voy a poner siliconas, la mayoría lo conoce como aceite industrial y me dice, "¿qué?", sí, le digo, me voy a poner siliconas y ella me dice “¿sabes que las siliconas te hacen mal?” y me dice, “mañana yo te vengo a buscar”. Y ahí empecé a militar. Cuando yo llegué a Buenos Aires era muy ignorante, no conocía que había Ley de Identidad de Género ni que había quienes defiendan nuestros derechos. Con el tiempo me fui empapando en todo el conocimiento a través de Nadir. Ella me empieza a informar, después me da una capacitación, después me invitan a la Casa Trans. Y de ahí me empiezo a empapar de todo el conocimiento y comienzo a militar lo que era la Ley de Identidad de Género, después la Ley Micaela, después también empecé a incorporar otros conocimientos acerca de la salud, de transmisiones sexuales.

De esta manera, la reconstrucción de los momentos de ruptura en las trayectorias ocupacionales nos muestra como la información puede jugar un papel contrainformativo quebrando patrones heterosexistasy potenciando la propia capacidad de agencia en la dirección de la realización de acciones en pos del propio deseo de las sujetas solo cuando este contenido trasmitido son saberes y conocimientos con contenido de género disruptivo y no binario.

En la búsqueda de trabajo las redes pueden determinar el acceso a mejores puestos de trabajo y/o la promoción en la carrera o restringir las opciones disponibles dependiendo de la ubicación de sus miembros de manera privilegiada o desprivilegiada en la estructura ocupacional (Torres y Huffman, 2002 en Sautu, 2011).

Granovetter diferencia los lazos sociales según la fuerza con la que los mismos se manifiestan.

“Los lazos sociales se consideran fuertes cuando se asocian con vínculos estables y duraderos, como las relaciones familiares o de amistad más cercanas. Por otro lado, los lazos débiles son aquellos que se manifiestan a través de vínculos de menor intensidad, como amigos, conocidos o contactos. Esta postura sostiene que el estudio de los lazos débiles es esencial para analizar las estructuras de oportunidades, ya que a través de estos las personas amplían sus redes en busca de información o recursos que no encuentran en las relaciones más cercanas. En consecuencia, los lazos débiles brindan recursos que pueden facilitar posibilidades de movilidad social, al ser los únicos que pueden funcionar como puentes que conectan distintas redes” (Granovetter, 1973 en Paredes, Lazarte y Carrascosa, 2020:222).

La reconstrucción de las trayectorias nos muestra cómo en las vidas de las mujeres y las disidencias, la institución familia en ocasiones puede no representar un vínculo potenciador, sino todo lo contrario. Anabella considera que migrar a Buenos Aires marcó un cambio en su vida: pude expresar mi identidad de género y decir esta soy y cuando empecé a hacer mi cambio, mi vida empezó a cambiar porque me empecé a manifestar como Anabella y pude darme cuenta que acá podía ser libre y podía expresarme y conseguir un montón de cosas siendo yo.

Son los lazos débiles, específicamente las redes de militancia transfeministas, las que transmiten el contenido de comunicación necesario que posibilita momentos de ruptura y el desenvolvimiento de la capacidad de agencia abriendo caminos de movilidad social ascendente.

En el caso de Anabella, estas redes potenciaron no sólo la adquisición de conocimientos claves para proteger sus propios derechos sino el ingreso a su primer trabajo estable: al hospital ingresó a través de la Asociación ATTTA12que era un proyecto para sensibilizar el Hospital Fernández en la parte de la población trans en cuanto al tema de la atención ya que es uno de los hospitales donde la mayoría de la comunidad frecuenta mayormente y hoy por hoy en la actualidad de la pandemia las compañeras siguen sufriendo violencia, la violencia hospitalaria entonces como que no termina nunca. En ese momento, en el 2017, a mediados de agosto, me acuerdo que la fundadora de Casa Trans, me dice, “Anabella hay un puesto de promotora de salud, ¿te gustaría ocuparlo?, te tenés que capacitar” y yo no entendía nada de medicina, nada de acompañamiento hacia las compañeras y en ese momento me capacito y toda el área que estaba capacitando era para el consumo problemático, no simplemente en la población trans, sino también a todas las personas en general, y bueno, ahí entro a trabajar en el hospital como promotora de salud.

En el mes de septiembre del año 2020, la trayectoria de Anabella vuelve a experimentar una transición: el 15 de septiembre ingreso a trabajar en el banco, como la primera trabajadora a nivel nacional y a nivel mundial, junto con otros compañeros. Bueno somos les tres primeros en entrar al Banco Nación a través del acuerdo de la firma del cupo laboral. Un trabajo formal nos cambia la vida a todas las personas trans, un trabajo formal te da el goce de poder gozar de una obra social, de tener todos los privilegios como una persona heterosexual y vivir la vida como vive cualquier otra persona y tener los mismos derechos. Y cuando entrás a trabajar a un trabajo formal no sólo simplemente le cambiás la vida a una persona o a tu compañero de trabajo, sino a toda la institución donde trabajás.

El ingreso de una persona trans* al mercado laboral formal representa no sólo un cambio a nivel individual sino un aporte claro a la cultura de cada lugar de trabajo y de la sociedad en su conjunto. Como señalan informes recientes: “Las organizaciones se vuelven más empáticas, receptivas a nuevas ideas, entienden mejor a sus clientes y está comprobado que generar espacios de libertad, confianza y seguridad para quienes trabajan allí, incrementa la productividad de los equipos integrados por personas LGBT+ alrededor de un 25% y las ganancias de las empresas consecuentemente” (Johnson, 2015 en Contratátrans, 2021:2).

En este contexto, la reconstrucción de Anabella nos permite ver como la Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Trangénero Diana Sacayán - Lohana Berkins representa un claro avance aunque no desprovisto de limitaciones: la ley de cupo laboral es una gran posibilidad para miles de compañeras. Obviamente estoy de acuerdo con la ley del cupo laboral por parte pero por otro lado me hubiese gustado que se hubiese tratado la Ley Integral Trans ya que es una de las leyes que abarca todas las temáticas: el acceso a la salud, el acceso a un trabajo digno, el acceso a una jubilación, el acceso a una vivienda para las compañeras adultas mayor porque también nos estamos olvidando de esas compañeras porque hay compañeras que tienen 40,45,50 años y esas compañeras no van a ingresar al cupo laboral o por ahí sí o por ahí no por su edad entonces medio difícil estar 50 y 50 a favor y en contra porque son muchas expectativas y si te pones a analizar es una ley muy linda la del cupo laboral pero no todas mis compañeras van a tener acceso a un trabajo formal. ¿dónde van a quedar las compañeras adultas mayores?, ¿dónde va a quedar la tercera edad?

La Ley Integral Trans plantea un abordaje integral que busca garantizar derechos que no están garantizados para la población Trans*, entre ellos el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a la educación y el derecho a la salud (ATTTA, 2021). Analizar el caso uruguayo, país que sancionóLa Ley Integral Trans en el año 2018, deja en claro la importancia de esta política pública y su gran impacto positivo en el sistema de salud donde el “57% de las instituciones mejoraron su funcionamiento elevando la cantidad de personal formado en diversidad sexual de 17% en 2016 a 49% en 2018 (Briozzo et al., 2020:438).

VI. Reflexiones finales.

Reconstruir las transiciones en las trayectorias ocupacionales desde una perspectiva teóricometodológica interseccional, transfeminista y no binaria permite entender cómo se dan las oportunidades de cambio ocupacional y cómo esas oportunidades se ven restringidas para los grupos identitarios que quiebran con el régimen heteronormativo.

Las identidades disidentes padecen violencias y discriminaciones y son permanentemente expulsadas de los espacios educativos y laborales.

En un país donde el promedio de vida de las mujeres travestis y trans* es de 35 años, contamos con muy pocas estadísticas oficiales debido a la reproducción sistemática de un registro académico heteronormativo que construye problemas sociales, objetos y sujetxs de estudio excluyendo lo trans*

Para fechas recientes, el Observatorio Mumalá “Mujeres, Disidencias, Derechos” estimó que entre él 1º y el 15 de enero del 2021 se perpetraron 23 muertes violentas de mujeres, travestis y trans* de las cuales 16 son femicidios, femicidios vinculados y trans- travesticidios (Télam, 2021).

En este contexto, los relatos biográficos nos permiten acceder a la propia reconstrucción que hacen las mujeres y disidencias de las violencias patriarcales que atraviesan en sus trayectorias y a las formas en que despliegan su propia capacidad de agencia para romper con estos condicionamientos estructurales.

La agencia es una capacidad que debe ser pensada en permanente relación con el contexto social. La pregunta no es si la agencia existe o no como una capacidad humana universal sino qué contenidos transmiten las redes sociales que facilitan su desarrollo.

El análisis de los relatos muestra la importancia que desempeña la difusión de información y contenido con perspectiva de género no binaria en el inicio de procesos reflexivos donde las mujeres y disidencias posicionadxs en su presente y tomando conciencia de prácticas pasadas desiguales pueden desnaturalizar relaciones de género violentas y romper con mandatos de género dentro y fuera del hogar. En la reconstrucción que hacen las propias entrevistadas de sus trayectorias ocupacionales, estos eventos aparecen marcando lo que ellas mismas identifican como momentos de ruptura en sus vidas: puntos que marcaron un antes y un después y que dieron inicio a trayectorias de ascenso social.

En el caso de Alejandra y Lucía, las maestras del colegio primario ocuparon un papel clave dando inicio a procesos de desnaturalización de las prácticas de violencia de género que vivían en sus hogares y a la toma de decisión de migrar. En Natalia la interrelación con redes sociales transfeministas disidentes (profesores y compañerxs del Mocha Celis) marcó un punto de inflexión en su vida y en su trayectoria educativa. Significó no sólo dejar de sufrir discriminaciones y violencias en base a su identidad de género sino también finalizar el secundario, ingresar a la universidad y a su primer trabajo estable remunerado. En Anabella, estas redes marcaron no sólo la adquisición de conocimientos e información claves para poder proteger sus derechos sino el desarrollo de un círculo de contención emocional que le permitió expresar libremente su identidad de género y acceder a su primer trabajo estable remunerado.

A partir de aquí, se evidencia la importancia que posee la educación con perspectiva de género no binaria en la construcción de espacios institucionales (trabajo,escuela) y comunitarios (militancia, redes barriales, redes de amistad) capaces de potenciar procesos de desnaturalización de violencias de género e inicio de trayectorias de movilidad ocupacional ascendente.

En Argentina, la crisis del covid-19 puso en evidencia la precariedad de las trayectorias de las mujeres y disidencias: aumento de los transfemicidios, aumento de la carga del trabajo reproductivo, aumento de la precariedad laboral, incremento de los casos de violencia policial hacia trabajadoras sexuales, etc.

En el contexto presente, el paradigma desde el cual se piensen las políticas públicas de igualdad de género tiene un impacto directo en las condiciones de vida de mujeres y disidencias. Los relatos biográficos nos permiten acceder a la mirada de lxs propixs destinatarixs y a las demandas sociales más urgentes.

En este sentido, la formación y capacitación en género y diversidades tanto conceptual como metodológica de los recursos humanos de las áreas de planificación y evaluación de políticas públicas y de lxs investigadores, becarixs y estudiantes de investigación social (grado, posgrado) se vuelve socialmente necesaria. Cuestionarnos qué grupos sociales investigamos y cuáles dejamos de lado es una práctica social reflexiva ineludible para construir una investigación social que aspire a la igualdad.

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4“El cisexismo es un sistema cultural, social, político y económico basado en la división binaria excluyente entre los géneros” (Radi y Sardá-Chandiramani, 2016:5).

5Son parte del “sistema binario y heterocisnormativo que excluye a aquellas identidades que no se enmarcan dentro de estas categorías (como las personas trans* e intersex) y a todas aquellas orientaciones sexuales distintas a la heterosexual (como la homosexualidad, la bisexualidad, etc.), entendiéndolas como lo desviado e incluso, para algunas posturas, lo enfermo” (Bertolini, 2020:46).

6“La movilidad intergeneracional corresponde a la comparación entre el trabajo actual del encuestadx y la ocupación más típica de sus padres” (Kessler y Espinoza, 2007:271).

7“Los mandatos de género son los modelos normativos de lo que es ser un hombre masculino y una mujer femenina propuestos por el patriarcado y aprendidos durante el proceso de socialización” (Lagarde, 2005 en Pérez et al.,2013:110).

8Siguiendo a Lauretis (1987:38) entendemos a la tecnología del género como las técnicas y estrategias discursivas mediante las cuales se construye el género y la violencia es de género.

9Proyecto 20020170100115BA. Puentes y tranqueras en los procesos de movilidad ocupacional del AMBA: un estudio mixto con análisis de redes y relatos de vida.

10Física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, y simbólica.

11“Los resultados de diversos estudios, realizados dentro y fuera de América Latina, encuentran evidencias de resistencia masculina a la autonomía económica de las mujeres y sugieren que los hombres pobres son los que más se oponen al trabajo remunerado de sus compañeras y los más renuentes a reconocer el desempeño del rol de proveedora del hogar” (Geldstein, 2004:130).

12La Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) es una red nacional de personas trans que trabaja para el cumplimiento de los Derechos Humanos hacia nuestra población a través de estrategias comunitarias, de fortalecimiento y de incidencia política para la promoción de políticas públicas inclusivas.

1“El asterisco funciona como una marca escritural de una diversidad irreductible” (Cabral 2010 en Radi, 2019:28). Trans* no se agota en mujeres y varones trans y es importante respetar y reconocer la propia identidad de lxs entrevistadxs tal como ellxs la expresan.

2“Se denomina persona cis o cisexual a quienes, a lo largo de su vida, no han experimentado disonancia significativa entre sus caracteres sexuales primarios y la identidad asignada al nacer (varón, mujer)” (Ortega, 2015:72).

3La encuesta fue realizada en el marco del Proyecto 20020170100115BA. Puentes y tranqueras en los procesos de movilidad ocupacional del AMBA: un estudio mixto con análisis de redes y relatos de vida del cual fui miembro del año 2017 al 2020.

Recibido: 27 de Septiembre de 2020; : 01 de Agosto de 2021; Aprobado: 15 de Septiembre de 2021

Correo: carolinarossi764@gmail.com.

Nota del artículo:

Este artículo forma parte del proceso de escritura de mi tesis de Maestría.

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