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Trabajo y sociedad

versão On-line ISSN 1514-6871

Trab. soc. vol.24 no.40 Santiago del Estero jan. 2023  Epub 01-Jan-2023

 

Dossier

Emociones en la organización social del cuidado. Un estudio de caso sobre la circulación migratoria desde Río Hondo hacia Mar del Plata entre las décadas de 1980 y 1990

Emotions in the social organisation of care. A case study on the migratory circulation from Río Hondo to Mar del Plata

Emoções na organização social dos cuidados. Um estudo de caso sobre a circulação migratória de Río Hondo para Mar del Plata

Noemí MALDONADO*  12

*Universidad Nacional de Quilmes Argentina, maldonado_nm@yahoo.com.ar

RESUMEN

Desde mediados de siglo XX, las familias del departamento Río Hondo en la provincia de Santiago del Estero, han adoptado las migraciones estacionales que combinaban estadías laborales en la cosecha de caña de azúcar en Tucumán y el trabajo en servicios asociados al turismo en Mar del Plata. La complementariedad estacional entre ambos mercados promovió la circulación laboral, como parte del repertorio de estrategias de vida y reproducción de las familias.

La creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, y la desigual distribución en las responsabilidades de cuidado, en el caso de las mujeres madres, requieren del sustento de una red intrafamiliar de cuidados, por lo general feminizada.

En este artículo me propongo, a partir del estudio de caso de una familia migrante en el interior de la provincia de Santiago del Estero, describir prácticas y sentidos construidos por los hijos en torno al cuidado en contextos de circulación laboral. A partir de la entrevista biográfica, intento reponer el impacto que este tipo de movilidades imprimen en la vida la familiar.

Palabras clave: Circulación migratoria; Cuidados; Emociones

ABSTRACT

Since the mid-twentieth century, families from the Río Hondo department, in the province of Santiago del Estero, have adopted seasonal migrations that combine labor stays in the sugar cane harvest in Tucumán and work in services associated with tourism in Mar del Plata. The seasonal complementarity between both markets promoted labor circulation as part of the repertoire of family life and reproduction strategies.

The growing incorporation of women into the labor market, and the unequal distribution of care responsibilities, in the case of women mothers, require the support of an intrafamily care network, generally feminized.

In this article I propose, based on the case study of a migrant family in the interior of the province of Santiago del Estero, to describe practices and meanings constructed by the children around care, in contexts of labor circulation. From the biographical interview, I try to reconstruct the impact that this type of mobility has on family life.

Key Words: Migratory Movement; Care; Emotions

RESUMO

Desde meados do século 20, famílias do departamento de Río Hondo, na província de Santiago del Estero, adotaram migrações sazonais que combinam estadias de trabalho na colheita de cana em Tucumán e trabalho em serviços associados ao turismo em Mar del Estero. Prata . A complementaridade sazonal entre os dois mercados promoveu a circulação da mão de obra, como parte do repertório de estratégias de vida e reprodução das famílias.

A crescente incorporação das mulheres ao mercado de trabalho e a distribuição desigual das responsabilidades de cuidado, no caso das mulheres mães, exigem o suporte de uma rede de atenção intrafamiliar, geralmente feminizada.

Neste artigo proponho, a partir do estudo de caso de uma família migrante no interior da província de Santiago del Estero, descrever práticas e significados construídos por crianças em torno do cuidado, em contextos de circulação do trabalho. A partir da entrevista biográfica, procuro restituir o impacto que este tipo de mobilidades têm na vida familiar.

Palavras-chave: Circulação migratória; Cuidado; Emoções

SUMARIO: 1. Introducción; 2. Antecedentes; 3. Circulación migratoria; 4. El lugar de las emociones; 5. Reflexiones finales; 6. Referencias bibliográficas.

1. Introducción

Eran apenas las cinco de la mañana cuando Ana y Juan se disponían para iniciar su jornada laboral. El típico frío de junio en los cañaverales de la provincia de Tucumán pregonaba el comienzo de la cosecha. Cuando todo estuvo listo, cargaron los machetes y algunos enseres. Envolvieron en frazadas a sus dos pequeñas hijas y caminaron hacia los surcos. La madre cargó a la menor y el padre a la niña más grande. El movimiento en el inmenso cañaveral es sigiloso. Al llegar, las apoyaron en el piso y prepararon el fuego

para mantenerlas calentitas el resto de la mañana. El desayuno había quedado improvisado a un costado: un pedazo de pan casero cortado en rodajas y una lata de picadillo abierta. Alrededor del fuego, las niñas entre dormidas vieron a sus padres alejarse, hasta perderlos completamente de vista. Por la tarde, el matrimonio recogió a las niñas y regresaron juntos al rancho de caña, cerca de las plantaciones. Allí compartieron una cena frugal con otros migrantes zafreros, para luego recostarse a descansar.

Entre los meses de junio y septiembre la escena se repetía cada día. Es la forma que esta familia encontraba para permanecer unida. Cuando la cosecha terminara, Ana y Juan completarían el ciclo inter- zafra en la ciudad de Mar del Plata, ambos como trabajadores en actividades relacionadas con el turismo. En esta oportunidad, las niñas no formarían parte del itinerario migratorio; permanecerían bajo el cuidado de sus abuelos todo el verano hasta que sus padres regresaran a Villa Tala Pozo, Santiago del Estero. Allí nuevamente recogerían unos colchones, un poco de abrigo, alimentos y los acomodarían en el carro para dirigirse nuevamente a Tucumán.

En una provincia cuyos índices demográficos están históricamente marcados por el éxodo poblacional, en el que las familias han adoptado las migraciones laborales -estacionales y definitivas- como dinámica de reproducción familiar, es necesario indagar sobre los aspectos que se mencionan a continuación:

¿Cómo se articulaban cuidados y nomadismo laboral, frente a la necesidad del distanciamiento físico fijados por los tiempos de la circulación migratoria? ¿Cómo se distribuyen las tareas de cuidados al interior del grupo doméstico? ¿Qué implica en términos emocionales para madres, padres e hijos, la separación física vinculada a las migraciones frente al mandato de cuidado exclusivo? ¿Qué sentidos adquiere el cuidado en contextos de nomadismo laboral?

Este artículo, se propone a partir del estudio de caso de una familia migrante en el interior de la provincia de Santiago del Estero, describir prácticas y sentidos construidos por los hijos en torno al cuidado en contextos de circulación laboral. Desde la entrevista biográfica, intentamos reponer el impacto que este tipo de movilidades imprimen en la vida la familiar. Buscamos en este trabajo, adelantar algunos resultados preliminares que forman parte de una investigación más amplia dedicada al estudio de las migraciones internas y las cadenas regionales de cuidado para el período 1970-1990.

2. Antecedentes

La historia de la provincia de Santiago del Estero se encuentra fuertemente marcada por la movilidad migratoria. Desde hace algunos años, distintas investigaciones (Forni, 1991; Zurita y Tasso, 2013, Quaranta, 2017) abordaron la temática integrando la migración laboral, al repertorio de estrategias desplegadas por las familias para maximizar beneficios, en un territorio con gran predominio de población rural y pobreza estructural.

Diversos estudios muestran que las prácticas migratorias conforman una realidad homogénea e histórica que atraviesa todo el territorio provincial. Sin embargo, las particularidades se inscriben por regiones.

En el caso del área noroeste de la provincia, las modalidades de circulación migratoria incluyeron estadías laborales en la cosecha de caña de azúcar en Tucumán, así como también el trabajo estacional en el sector servicios en Mar del Plata y la costa bonaerense.

En condiciones de vida, a veces muy precarias, los hogares han complementado los ingresos monetarios obtenidos por el trabajo asalariado, con los provenientes de la venta de carne caprina, quesos y artesanías elaborados por las familias en los propios predios.

La cosecha de caña en la provincia de Tucumán representó desde comienzos de siglo XX, un recurso laboral para los pobladores rurales de los departamentos aledaños en Santiago del Estero. A partir de la década del cuarenta, por iniciativa de políticas de fomento a la actividad azucarera, se produjeron importantes modificaciones en las relaciones laborales del sector rural, traducidas en convenios colectivos de trabajo, pago de salarios en moneda de curso legal y aportes jubilatorios (Forni et.al, 1991).

Sin embargo, los beneficios que alcanzaban al trabajador rural no lograban incidir en la realidad de los obreros temporales, como tampoco mitigar la carga corporal del trabajo de cosecha, tarea que se realizaba a la intemperie soportando temperaturas muy bajas en el invierno y que demandan gran esfuerzo físico.

Norma Giarraca et.al. (2001) describe a la cosecha manual como una tarea dura, organizada por cuadrillas integradas por grupos familiares extensos que incluían niños y niñas. La colaboración de los demás integrantes del grupo doméstico, especialmente la de las mujeres, resulta fundamental para ampliar la producción y amortizar los gastos y tiempos de la alimentación (De Arce, 2016).

Con el objeto de bajar los costos de producción, a partir de la década del sesenta, pero con mayor fuerza durante los años setenta, las tareas de cosecha de caña, apilado y carga comenzó un proceso de tecnificación que redundó en descenso de los salarios y, más tarde se traduciría en una merma en la contratación de mano de obra. Ante esta situación, y sumado a las escasas oportunidades de empleo en la zona, muchos de los migrantes santiagueños se vieron en la obligación de re-direccionar su horizonte migratorio. En este marco, Mar del Plata -en la provincia de Buenos Aires-, aparecía como un destino posible. La proximidad de los hogares de origen con la ciudad turística de Las Termas de Río Hondo, habría sido el motivo por el que muchos trabajadores, en especial mujeres, sumaron conocimiento y experiencia laboral en servicios afines al turismo. Al consolidarse como centro turístico, a partir de la riqueza curativa de sus aguas termales, la ciudad de Las Termas de Río Hondo desarrollaría un polo hotelero gastronómico en creciente expansión desde mediados de siglo XX3.

Los emprendimientos hoteleros, en su mayoría, partían de la iniciativa de empresarios foráneos con trayectoria en la actividad. Conforme la ciudad crecía, los pobladores de zonas rurales cercanas se empleaban los meses de invierno como mucamas, mozos, cocineros, en hoteles y restaurantes. Sin embargo, la ausencia de políticas de promoción turística profundizaban el carácter estacional de la actividad (Cajal, 2019). De esta manera, se conformaban contingentes migratorios que abandonaban la ciudad para completar el ciclo laboral anual.

Las temporadas invernales en los complejos hoteleros y servicios asociados al turismo, ofrecían la posibilidad de adquirir otras destrezas laborales vinculadas al medio urbano, lo que progresivamente se tradujo en procesos migratorios rural-urbano. Por su parte, la posibilidad de emplearse en el sector hotelero-gastronómico, habría posibilitado la ocasión de tejer redes de contactos con empresarios de doble radicación en Mar del Plata4.

Investigaciones recientes (Maldonado, 2018; Cajal, 2019; Garazi, 2020), advierten en la ciudad costera la presencia de trabajadores y trabajadoras santiagueñas empleados en los rubros de hotelería y gastronomía e industria pesquera. En este sentido, los datos de último censo muestran que de todas las provincias que integran el Noroeste Argentino, Santiago del Estero representa el 49.7% del aporte poblacional a la ciudad de Mar del Plata. Cabe resaltar el predomino de migración femenina en edad económicamente activa.

La migración laboral de las mujeres en la zona noroeste de la provincia, constituye un elemento de suma importancia en las economías de los hogares. El medio rural y las condiciones de trabajo, que por lo general requieren de destrezas consideradas propias de varones, estimuló la participación de las mujeres en el mercado de trabajo asalariado5, en una primera etapa como migración rural-urbana, y posteriormente urbana-urbana, promoviendo en gran parte la desvinculación con el trabajo en el sector rural.

En el marco de políticas que reconocieron el derecho al descanso para los trabajadores y fomentaron el turismo, Mar del Plata se abrió desde mediados de siglo XX al esparcimiento y la recreación para los sectores populares. De este modo, los trabajadores urbanos se volcaron masivamente a las zonas de veraneo. Por lo tanto, las vacaciones dejan de ser un privilegio y Mar del Plata se convierte de villa turística a balneario popular (Torre y Pastoriza, 2021).

Estudios como Lacabana et.al. (1997) hablan de la importante presencia de mano de obra migrante en el mercado laboral marplatense, ligadas a la expansión del turismo y los servicios asociados en el marco de la democratización del bienestar (Torre y Pastoriza, 2002: 299). En este contexto, Santiago del Estero ha desempeñado un rol destacado como proveedora de mano de obra en el desarrollo regional de la zona costera bonaerense en general y de Mar del Plata en particular (Cajal, 2019; Garazi, 2018; Maldonado, 2018).

3. Circulación migratoria

Los estudios sobre cadenas migratorias se han esforzado en colocar en el centro del análisis a las relaciones de parentesco, en tanto juegan un rol destacado, tanto en el apoyo material como emocional de las y los migrantes en el nuevo destino. Los vínculos de parentesco, amistad o paisanaje cobran especial relevancia en aspectos que hacen a la recepción, la inserción laboral y la posibilidad de reagrupamiento y recreación cultural (Massey et. al. 1998; Pedone, 2005; Cassanello, 2017; Maldonado, 2018).

Otras investigaciones, en cambio, intentan recuperar el papel de aquellas personas que conforman las redes de organización social del cuidado en familias cuyas dinámicas migratorias laborales ponen en suspenso la crianza y el cuidado de los y las hijas en la co-presencia (Herrera Mosquera, 2013; Hochschild, 2008).

La progresiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, se ha traducido en las últimas décadas en la participación femenina en flujos migratorios internos y transnacionales. En tal sentido, las mujeres madres deben recurrir a redes de contención familiar y de parentesco para garantizar el cuidado. Por regla general, esta red es inter-generacional y feminizada.

Si bien existen numerosos estudios que ponen el acento en las voces de madres migrantes, pocos son los aportes que permiten conocer las experiencias subjetivas de hijos e hijas que deben permanecer en los hogares el tiempo que sus padres se encuentran ausentes, para emplearse en actividades productivas lejos de ellos. En esta línea, los trabajos de Gioia Piras (2016) ayudan a comprender las fluctuaciones emocionales por las que transitan los y las hijas frente al distanciamiento físico de sus progenitores. En lo referente al papel que juegan los niños y jóvenes, se pone sobre relieve el carácter adulto-céntrico e inconsulto en el proceso de toma de decisiones, lugar en el que la descendencia no tiene parte (Soto, 2012).

En este sentido, el proceso de toma de decisiones está estrechamente vinculado al conjunto de tensiones y desigualdades al interior del grupo parental. En las líneas que siguen, buscaremos reconstruir las dinámicas de organización familiar del cuidado y los sentidos que le son atribuidos desde la mirada de María, una de las hijas que conforma el caso familiar en estudio.

En Villa Tala Pozo, un paraje rural del departamento Río Hondo, María vivió parte de su niñez. Su familia estaba conformada por sus padres y hermanas, sus abuelos, tíos y primos, que cohabitaban un mismo espacio de producción y reproducción. La cría de animales y la fabricación de carbón, dos de las ocupaciones principales de la casa, resultaban insuficientes para garantizar la subsistencia diaria, por lo que los padres de María, y sus tíos combinaban estadías laborales en Tucumán y Mar del Plata de forma temporal.

Durante su primera infancia, incluso un tiempo después, María y una de sus hermanas formaron parte de los itinerarios migratorios que sus padres realizaban a Tucumán como cosecheros de caña de azúcar. Cuando las niñas ingresaron al sistema escolar, las temporadas de cosecha cercenaban los tiempos de la escuela. La concurrencia intermitente, acabó por dejarla fuera del sistema educativo formal, habiendo alcanzado el tercer grado.

Al regreso de cada cosecha, lo padres comenzaban a prepararse para trabajar en Mar del Plata. Durante ese tiempo, María junto a sus hermanas, sus primos y primas, quedaban al cuidado de sus abuelos hasta las festividades de Semana Santa, momento en el que la temporada estival en la Costa Atlántica finalizaba. Por entonces, las contrataciones para la temporada veraniega daban inicio en el mes de octubre. A partir de ese momento, por medio de telegramas, los trabajadores de la hotelería y gastronomía manifestaban su voluntad de conservar el puesto durante ese período estival.

Los estudios sobre migración nacional y transnacional se han esforzado en evidenciar el carácter elemental de las abuelas en la organización social del cuidado (Hochschild, 2008). En algunas ocasiones, las abuelas integran una red más amplia, por lo general femenina, donde las responsabilidades de crianza y atenciones se distribuyen a un número mayor de personas. En este sentido, tías, sobrinas y hermanas conforman el sostén de cuidados en ausencia de madres y padres.

El cuidado involucra múltiples dimensiones (Palomo y Dammame, 2020). Las emociones y los sentimientos son apenas uno de los aspectos que los constituyen. Otra dimensión de los cuidados, es la que hace a la faceta moral; puesto que se encuentran distribuidos de forma desigual entre mujeres- hombres-familia, por un lado, y Estado-mercado-comunidad, por el otro. Ello imprime sobre el cuidado una lógica de reciprocidad que demanda retorno. En el caso de las mujeres, se instituyó culturalmente como un deber generacional y generizado. Por lo tanto, las mujeres jóvenes tienen el deber de dar cuidados, y las generaciones mayores, el derecho a recibirlo (Comas, 2017).

Posiblemente en una conjunción entre la sobrecarga de trabajo de cuidado y la reproducción de roles de género, la abuela de María solía, en ausencia de sus padres, sobrecargarla con tareas domésticas. El trabajo estaba distribuido por género y por atributos físicos. Al ser la más alta y de mayor porte, ella debía realizar los quehaceres más pesados. Por ejemplo, abastecer de agua los inmensos piletones de cemento, con la ayuda de una bomba manual para la que se requería empujar hacia abajo una pesada palanca de forma repetitiva. La tarea se hacía aún más ardua en verano, cuando por efecto del calor, el agua escasea. En las primeras horas de la mañana, apenas asomaban los primeros rayos de luz, las niñas de la casa barrían los extensos patios de tierra con escobas artesanales.

Yo me acuerdo que preparaba mi abuela las escobas de palitos cortos, porque éramos chicos. Se secaban las hojas y con eso hacían las escobas. A todas, nuestras primas también, porque ellas también quedaban […] Y después a regar todo el patio. Porque te hacía regar todo el patio, levantar la basura, quemarla. Todo un trabajo […] las nenas tienen que aprender a cocinar y a lavar y esas cosas, nos decía. Entonces mi abuela me ponía a lavar, a cocinar, me enseñaba, viste. También era el tiempo que les cortaban la lana a las ovejas, viste y de ahí hacen los colchones y las almohadas, y bueno, yo me acuerdo que me ponía a hacer eso. A lavar eso y a tizarla. Era una tortura hacer eso. Mi abuela era bastante estricta”.

María-Entrevista realizada en Mar del Plata Marzo de 2021

En cambio, María recuerda que su abuela solía repetir que los varones eran “los hombres de la casa”. Para ellos estaba asignado el cuidado y faena de los animales, tareas que se realizaban fuera de la escena doméstica. Esta división de actividades por género, tenía a niños y niñas cumpliendo labores de distinta complejidad e intensidad. Es decir, no había posibilidad que niños y niñas se crucen en tareas comunes. La entrevistada afirma que “Para mi abuela siempre era las nenas con las nenas y los nenes con los nenes. Era como que los primos no se podían juntar con las primas”.

Según sostiene Remorini et. al (2010) en sociedades rurales o indígenas, las ancianas son las encargadas de reproducir y mantener a través de la crianza, las tradiciones conservadoras, en la que el hombre es excluido de los roles de cuidado y asignado a las responsabilidades de producción, escenarios en los que las mujeres pocas veces son encomendadas.

“Somos 7 mujeres. Y viste que allá uno vive de hachar leña, quemar carbón, y bueno esas cosas. Esa la actividad de la casa. Teníamos animales también: lechones, vacas, caballos, y sembrados también. Pero al ser todas mujer, él (su padre) dijo,”no tengo futuro acá porque para la mujer, yo no puedo andar sembrando y eso. Porque para él, la mujer no podía hacer el trabajo duro de andar arriando animales. Él decía que no teníamos futuro en el campo por ser mujeres, en cambio el varón sí porque se puede ir a trabajar para otros lados, pero la mujer no”.

María-Entrevista realizada en Mar del Plata Marzo de 2021

Para María y sus hermanas, las horas del día transcurrían entre quehaceres domésticos y atención a los adultos. Poco tiempo quedaba para el juego y el divertimento. Poco tiempo quedaba para ser niñas. La niñez se consolidó en asunto de Estado hacia el primer cuarto del siglo XX. Los intentos por regular el trabajo infantil, minorar las altas tasas de mortalidad, promover la correcta nutrición y el desarrollo de la alfabetización, condujo a la proliferación de una retórica pro-infancia. En este contexto, de la mano de especialistas vinculados a la pediatría, la puericultura y la pedagogía, se desarrollaron una batería de políticas que fueron encaradas de forma mancomunada entre el Estado y las Sociedades de Beneficencia (Lionetti, 2009).

Más adelante, los discursos psi cobraron centralidad en la escena pública por medio de publicaciones periódicas en las que se instaba a las madres a la correcta crianza de sus hijos e hijas. Cecilia Rustoyburu (2010) analizó para la segunda mitad de siglo XX, cómo operaban éstos discursos en la elección de juegos y juguetes para niños y niñas, alimentando y reproduciendo roles de género.

Ahora bien, el alcance de las políticas en beneficio de las infancias no lograba superar el radio extra Buenos Aires. Aquellos discursos que ponderan a la infancia como espacios de autonomía y creatividad, están permeados por fuertes sesgos, no sólo de géneros, sino también de clase. Mientras las niñas de ciertos sectores medios y altos eran socializadas en el juego de recreación de las tareas domésticas -acurrucando a bebés de juguetes, o preparando la cena en cocinas de miniatura- las protagonistas de la historia aquí narrada, empero, no transitaban el ritual de la recreación de los roles de género adultos. La carga de trabajo doméstico forma parte de sus vidas desde muy temprana edad.

En suma, incorporar la mirada interseccional resulta imprescindible para trascender los sesgos que han permeado las miradas hegemónicas sobre la niñez. Pensarla como una categoría absoluta y homogénea, entrañarían una omisión. Otra más lo sería, la reducción de la mirada sobre las clases trabajadoras a sus condiciones materiales de existencia. Resulta fundamental, posar la mirada en la sobrecarga de trabajo no remunerado de las mujeres, arraigada en una división sexual del trabajo cristalizada de modos variados en función de pertenencia de clase, aunque siempre presente.

Una vez narrados los modos de ejecutar el trabajo doméstico y de cuidados, cabe preguntarse qué sentidos giran en torno al cuidado, en relación a los preceptos que ponen en el centro a la figura materna como referente exclusiva de protección y cuidados; y qué implica en términos emocionales la separación física, configurada por los tiempos de la circulación migratoria para madres, padres e hijos.

4. El lugar de las emociones

En contextos migratorios transnacionales, la socióloga estadounidense Arlie Hochschild (2008) asegura que existe una predisposición global al drenaje de cuidados desde los países pobres a los países ricos. En tal sentido, mujeres cuidadoras desde su lugar origen en el tercer mundo transfieren el amor que debiera ser asignado a sus hijos e hijas, a niñas y niños en los países desarrollados. De esta manera, las cadenas globales de cuidados constituyen esa transferencia de cuidado, amor y protección, que desde la perspectiva de la autora, sólo puede darse en la co-presencialidad.

Aspectos como el cuidado a la distancia y las consecuencias negativas para los hijos que permanecen en el lugar de origen, resultan centrales en la teoría de las cadenas globales de cuidados. Sin embargo, para autoras como Laura Merla y Loretta Baldassar (2016), es necesario revisar las nociones referidas en torno a qué es cuidar. Afirman que el cuidado es de naturaleza multidimensional que incluye, no sólo el cuidado personal, sino también el envío de remesas u objetos, el apoyo emocional, y las visitas.

En relación a los efectos negativos que la migración pueda imprimir sobre las subjetividades de las personas que circulan y de los que quedan atrás, en clara referencia al vínculo madre e hijos pequeños, las autoras realizan una enérgica crítica. Sostienen que es necesario matizar el enfoque conceptual sobre las trayectorias de los y las migrantes en relación con sus familias y que éstas a su vez responden a una diversidad más amplia.

Lo cierto es que la separación física entre madres, padres e hijos no está exenta de tensiones y pueden conducir a la fragilización de los referentes emocionales al interior de los grupos familiares. En consecuencia, tanto padres como madres son percibidos por sus hijos como héroe o heroína -valentía, sacrificio, costo personal, responsabilidad- a la de villano-a -irresponsabilidad, incumplimiento, silencio, abandono, ausencia-(Palacio, 2011: 7).

A través de la historia y desde distintos sectores sociales, la maternidad se impuso al género femenino como precepto. Los discursos sustentados en la biología natural, reservaban a las mujeres sólo algunas pocas funciones, principalmente la de gestar y cuidar a la prole. La maternalización de los cuerpos (Nari, 2015) es el resultado coactivo de estos discursos que tuvieron significativa presencia en la opinión pública desde comienzos de siglo XX.

Parte del sentido común indicaba que, responsabilidad exclusiva de las madres, era la permanente atención en el crecimiento y salud de sus hijos; consagración a la familia y a las tareas domésticas. Ahora bien, ¿qué sucede cuando la migración subvierte el sentido hegemónico de maternidad? ¿Qué sentimientos afloran cuando vínculos materno-filiales se construyen en la distancia? ¿Pueden madres e hijos ver afectada sus emociones por las dinámicas de movilidad migratoria?

Como sosteníamos previamente, el conjunto de decisiones que impulsan la migración forma parte del proceso de negociaciones que no involucran los pareceres de las y los niños. Para el caso estudiado, la ausencia de las voces de las niñas en el emprendimiento migratorio de los padres condujo a manifestar sentimientos de abandono.

Los días previos, cuando comenzaba a acercarse la fecha en la que sus padres emprendieran viaje a Mar del Plata, María comenzaba a exteriorizar una profunda angustia por la inminente separación. Angustia que se manifestaba con llanto sostenido y duraba varios días.

“Lloraba una semana. Yo lloraba y la cuidaba a mis hermanas para que no lloren, pero yo también lloraba porque era más grande y yo me daba cuenta que ellos me abandonaban. Y eso nunca me voy a olvidar. ( ...)Mi mamá a veces se pone como media triste porque yo le digo”me abandonabas, y yo lloraba”.

María-Entrevista realizada en Mar del Plata Marzo de 2021

La última vez que María y sus hermanas se separaron de sus padres fue en el año 1996. La escena de despedida el año anterior había resultado tan desgarradora para la familia, que decidieron no volver a repetirlo y encontrar la forma de poder llevarlas con ellos.

“Viste que ellos se iban porque no tenían vehículo y cargaban las cajas. Y entonces yo me acuerdo que salí corriendo por detrás del zulki, y bueno mi papá se bajó y yo lo agarré del pantalón y le pedía que no me deje. Y bueno, mi papá se fue llorando, y al otro año, que yo tenía ya nueve años pasó lo mismo. Yo ya sentía que ellos se iban a ir y me iban a dejar. Y yo lloré tanto, tanto ese día que mi papá dijo, no. La vamos a llevar a las dos y como sea buscaremos a alguien que las cuide”.

María-Entrevista realizada en Mar del Plata Marzo de 2021

Para el caso de la migración transnacional, algunos estudios refieren a la importancia que tiene el uso de las tecnologías para sostener la comunicación entre madres e hijos (Hernández Cordero, 2013; Stefoni, 2012). A través de mensajes instantáneos o videollamadas, se intenta recrear los vínculos afectivos y de cuidados, pudiendo tener las madres parte activa en las dinámicas cotidianas de crianza, generando una sensación de presencia en la ausencia.

Sin embargo, pese a que en el período en el que este trabajo se enmarca, las tecnologías de la comunicación iban en clara expansión, el acceso a estos dispositivos no era para ese momento tan democrático, ni estaban al alcance de cualquier persona. Entonces, qué sucede cuando el acceso a los dispositivos tecnológicos condiciona las posibilidades de comunicación entre padres-madres e hijos.

¿La falta de comunicación puede transformar la ausencia física en ausencia afectiva?

María y sus hermanas no tenían comunicación directa con sus padres el tiempo que permanecían en Mar del Plata. “(…) sólo ellos se comunicaban porque no había teléfono ni nada”. Los recursos de los que disponían para la comunicación eran escasos. Por lo tanto, el intercambio entre los adultos solía darse a través de cartas. Juan y Ana escribían unas escuetas líneas para comentar que todo iba bien, que se encontraban trabajando y que cuiden el dinero que enviaban. Cuando la carta llegaba a la estafeta postal del pueblo, a través de la radio, se daba a conocer la novedad: “el señor Juan Ortíz envió una carta a la señora Rosa Catalina Moyano”. Al día siguiente, su abuela respondía la misiva en tono prosaico, agradeciendo y contando que todos se encontraban bien, ofreciendo calma y aminorando ansiedades que la distancia pudiera provocar.

Si bien es cierto que el género masculino estuvo discursivamente atado a la imagen de la disciplina o el rigor y no ha sido educado para expresar emociones, María recuerda que su abuelo configuraba el referente de afecto y contención cuando sus padres permanecían lejos. “Yo me acuerdo que en el invierno nos quedábamos en la cocina con el fuego, todos tirados a los pies de mi abuelo. Un rato me hacía upa a mí, un rato a mis primos. Porque encima yo era llorona. Y mi abuelo era para dar amor”.

5. Reflexiones finales

En este artículo nos propusimos contribuir al campo de los estudios migratorios en la provincia de Santiago del Estero, atendiendo a las prácticas de cuidado y los efectos emocionales que la distancia física pueda imprimir en la vida de las familias. El análisis que aquí se propone, fija su atención en la circulación laboral entre las actividades agrícolas en Tucumán y los servicios turísticos en Mar del Plata, como formas de complementar ingresos.

Estas dinámicas de movilidad, para el caso estudiado, imponen el distanciamiento físico entre padre, madre e hijas la mitad de ciclo laboral. Advertimos aquí el carácter adulto-céntrico en los procesos de toma de decisión, configuradas por las pujas, tensiones y desigualdades al interior de los grupos parentales.

Como se ha relatado, las hijas no formaban parte del itinerario laboral de sus padres en la ciudad de Mar del Plata, quedando al cuidado de la abuela entre los meses de octubre y abril de cada año. Existe un enorme bagaje bibliográfico que habilita a cuestionar la visiones hegemónicas sobre la organización social del cuidado, cuyo sostén es la familia, y dentro de ellas, quienes soportan las mayores cargas de cuidado son las mujeres.

En sociedades rurales como la que se presenta en este trabajo, las ancianas tienden a reproducir roles de género, asignando tareas domésticas a las niñas y de laboreo del suelo, siembra y cuidado de animales, a los niños. El peso y sobrecarga de trabajo sobre los menores de la familia -distribuidos también en forma desigual- restringían el desarrollo pleno de las posibilidades juego y divertimento. El exceso de responsabilidad sobre el trabajo no remunerado a muy temprana edad, con el tiempo, se ha transformado en motivos de reclamos y reproches.

Por su parte, la distancia física y a la imposibilidad de establecer comunicación alguna entre las niñas y sus padres el tiempo que permanecían en Mar del Plata, se tradujo con los años en sentimientos de abandono y desprotección. De esta forma, el relato de María, permiten advertir un ideal de cuidado que puede darse sólo en la presencia, en el compartir cotidiano. A estas experiencias accederían con la radicación definitiva en Mar del Plata.

Queda seguir profundizando aspectos relativos a cómo las experiencias migratorias definitivas reconfiguran las relaciones familiares y de parentesco en las ciudades de origen, como también en las de destino, cuando los y las niñas no forman parte de esos itinerarios.

6. Referencias bibliográficas

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3Las Termas de Río Hondo. Santiago del Estero Argentina. Editorial Franco Rossi. 2010

4Desde mediados de siglo XX, el desarrollo hotelero gastronómico de Las Termas de Río Hondo fue parte de la iniciativa del sector privado, pocas veces acompañado por el Estado provincial. En este sentido, empresarios con hoteles y confiterías de doble radicación complementaban las temporadas entre las dos ciudades para alcanzar el ciclo laboral anual. Tal es el caso de los hoteles Mar del Plata y el Gran Habana o la confitería Santa Rita.

5Las nuevas generaciones de mujeres rurales como protectoras del cambio: Un estudio cuanti-cualitativo de la situación de las mujeres rurales jóvenes, de sus necesidades y oportunidades en Argentina. Presidencia de la Nación- Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Año 2015

1 El presente artículo se fundamenta en resultados parciales de investigación que corresponden a la tesis de Doctorado en Historia, titulada “Migraciones internas y cadenas regionales de cuidado. Resignificaciones de los vínculos maternos-filiales en experiencias de nomadismo laboral entre Santiago del Estero y Mar del Plata en la segunda mitad de siglo XX”. El trabajo de investigación se enmarca dentro del proyecto PICT “Trabajo doméstico, cuidados y emociones: Maternidad y familia en contextos migratorios en Ciudad y Provincia de Buenos Aires en el Siglo XX”, dirigido por la Dra. María Bjerg, con asiento en la Universidad Nacional de Quilmes.

Recibido: 07 de Agosto de 2022; Aprobado: 03 de Octubre de 2022

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Licenciada en Sociología, Universidad Nacional de Santiago del Estero. Tesista en la Maestría en Ciencias Sociales y Humanas, Universidad Nacional de Quilmes. Doctoranda en Historia, Universidad Nacional de Mar del Plata. Becaria de la Agencia Nacional de Promoción a la Investigación Científica y Tecnológica. Correo electrónico: maldonado_nm@yahoo.com.ar

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