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Revista argentina de antropología biológica

versión On-line ISSN 1514-7991

Rev Arg Antrop Biol vol.18 no.2 La Plata dic. 2016

http://dx.doi.org/10.17139/raab.2016.0018.02.04 

TRABAJOS DEL DOSSIER

Estimación Microscópica De Edad A Partir De La Zona Cortical Del Fémur En Individuos Adultos: Revisión Metodológica

 

Bárbara Desántolo* y Ana M. Inda

Cátedra de Citología, Histología y Embriología A. Facultad de Ciencias Médicas. Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Argentina PALABRAS cLAYE antropología forense; análisis histomorfométrico

Financiamiento: Universidad Nacional de La Plata (M157).

*Correspondencia a: Bárbara Desántolo. Cátedra de Citología, Histología y Embriología A. Facultad de Ciencias Médicas. UNLP. 60 y 120 s/N°. 1900 La Plata. Buenos Aires. Argentina. E-mail: barbaradesantolo@fcnym.unlp.edu.ar

Recibido 6 Marzo 2015; aceptado 27 Julio 2015


RESUMEN

El principal aporte de la histología cuantitativa 1965. Posteriormente, el mismo fue testeado en muestras a la antropología ha sido la estimación de edad a la muerte independientes y modificado por varios investigadores que en restos óseos humanos no documentados. Los procesos trataron de subsanar y ajustar algunos inconvenientes, so-secuenciales de remodelación ósea permiten observar la bre todo aquellos vinculados con la precisión y exactitud. asociación entre el número de osteonas y la edad crono- El siguiente artículo de revisión tiene como objetivo dislógica, lo cual constituye la base primaria de los métodos cutir los principales métodos histológicos de estimación de histológicos de predicción de edad. El primer estudio sobre edad aplicados a restos óseos humanos y sintetizar el estado cambios en la microestructura ósea y su aplicación para el actual del conocimiento al respecto. Rev Arg Antrop Biol cálculo de la edad en esqueletos adultos fue desarrollado en 18(2), 2016. doi:10.17139/raab.2016.0018.02.04

Palabras clave: antropología forense; análisis histomorfométrico

ABSTRACT

The main contribution of quantitative histology to anthropology has been the estimation of age at death in undocumented human skeletal remains. Sequential bone remodeling processes allow us to observe the association between the number of osteons and chronological age, which constitutes the primary basis for histological age predicting methods. The first study on changes in bone microstructure and its application to age calculation in adult skeletons was developed in 1965. Subsequently, it was tested in independent samples and modified by several researchers with the intention of rectifying and adjusting some drawbacks, especially those related to precision and accuracy. The following review article aims to discuss major histological age estimation methods applied to human remains and summarize the current state of knowledge in this area. Rev Arg Antrop Biol 18(2), 2016. doi:10.17139/raab.2016.0018.02.04

Keywords: forensic anthropology, histomorphometric analysis


 

La mineralización de los tejidos duros -huesos y dientes- durante la vida de un individuo permite la preservación de partes del esqueleto después de la muerte del organismo, convirtiéndose en una de las mayores fuentes de información para la bioantropología, la osteología forense así como para la paleodemografía, la biología ósea, entre otras disciplinas. Lejos de su concepción tradicional como un elemento estático, el hueso es un tejido extremadamente dinámico y complejo que crece durante toda la vida de un organismo, cambia de tamaño, forma y posición (Enlow, 1982) en respuesta a una multiplicidad de estímulos ambientales, genéticos, nutricionales, metabólicos, hormonales y mecánicos (Kemkes-Grottenthaler, 2002). De esta manera se convierte en un documento persistente de los cambios que se producen durante la vida del individuo (White et al., 2012).

Así, una de las principales problemáticas a dilucidar en la reconstrucción bioantropológica de individuos o grupos humanos no documentados, es la estimación de edad a la muerte a partir de restos óseos (Lynnerup et al., 2006).

Estimación que se fundamenta en las sucesivas transformaciones experimentadas por el sistema esqueletal en su evolución ontogénetica, i.e durante su crecimiento y desarrollo (Scheuer, 2002). Por lo tanto, la estimación de la edad en restos no documentados implica la observación de una multiplicidad de rasgos morfológicos que se expresan durante los sucesivos estados de formación, maduración y consolidación del tejido óseo y dental, comparando la información obtenida con los cambios registrados en poblaciones recientes de edad conocida (Ferembach et al., 1980, Ubelaker, 1986, 2000). En otras palabras, la estimación de la edad biológica se infiere a partir de variables correlacionadas con la edad cronológica.

Sin embargo, la relación entre edad biológica y cronológica no es constante ni lineal dado que los cambios biológicos no son uniformes y están influenciados, además, por diferentes factores intrínsecos (e.g. genes, sexo, ancestría) y extrínsecos (e.g. ambiente, estrés, alimentación, patologías y actividad física) provocando una gran variación dentro y entre poblaciones. Por lo tanto, la variabilidad en las poblaciones humanas, conlleva un cierto margen de error en la estimación de la edad biológica y se expresa en los distintos grados de precisión y exactitud (Schmitt et al., 2002; Krenzer, 2006). Se entiende por "precisión" al conjunto de medidas de una misma magnitud realizadas condiciones semejantes, es la medida de dispersión de los datos (Santo y Lecumberry, 2005) y por "exactitud", a la distancia entre el valor medido y el valor real (Ferrante y Cameriere, 2009), está relacionada con el sesgo de una estimación. Cuanto menor es el sesgo más exacta es una estimación (Christensen y Crowder, 2009).

Según White y colaboradores (2011) el grado de precisión y exactitud en la estimación, dependerá de los métodos aplicados según las categorías de edad y de los elementos esqueletales disponibles para el análisis. En el caso de subadultos, desde el nacimiento hasta la adolescencia, la edad se puede diagnosticar a través de la observación de la forma y el estado de metamorfosis de los centros de osificación (Fazekas y Kosa, 1978; Kosa, 1989; Schmeling et al., 2007), la formación y erupción dental (Hillson, 2005), la progresión en el cierre epifisial, como también, la longitud de los huesos largos (Scheuer y Black, 2000; Shaefer et al., 2009), fusión de la sincondrosis esfeno-occipital/basilar (Madeline y Elster, 1995) y la fusión clavícula-esternón (Schulz et al., 2005). Dichas variables se ven mucho menos afectadas por factores socioambientales respecto de las consideradas para los adultos. Es decir, que la pauta genética que la afecta es comparativamente mucho mayor (Luna, 2008).

En adultos, la estimación de la edad se realiza a través de métodos macroscópicos y microscópicos. Las técnicas macroscópicas -morfoscópicas y morfométricas- consisten en la observación directa de indicadores sobre el material óseo y dental. Son más rápidas y no implican destrucción del material pero su principal desventaja es que requieren de elementos esqueletales completos en la mayoría de los casos. Los principales métodos, universalmente aplicados, son: los cambios degenerativos de la sínfisis púbica (Meindl y Lovejoy, 1989; Brooks y Suchey, 1990), los de la superficie auricular del ilion (Lovejoy et al., 1985; Buckberry y Chamberlain, 2002; Osborne et al., 2004), cambios en la extremidad esternal de la IV costilla (Iscan et al., 1984; 1985; Yoder et al., 2001) y el grado de sinostosis de las suturas craneales (Meindl y Lovejoy, 1985). En el caso del desgaste dental (Lovejoy, 1985) y los cambios degenerativos, que afectan a la estructura ósea (columna vertebral, articulaciones, entre otros), la naturaleza de su variación (dieta, prácticas culturales, sexo, factores genéticos) ha dificultado su medición y correlación con la edad del individuo, por lo tanto las estimaciones, a partir de ambos indicadores, resultan poco confiables.

En cuanto a los métodos microscópicos, la histomorfometría o histología cuantitativa (Robling y Stout, 2008), ofrece estimaciones más precisas y efectivas para adultos mayores, en contraste con la mayoría de los métodos basados en la morfología esqueletal (Franklin, 2010). Además, son de gran utilidad aun cuando los restos óseos (arqueológicos o modernos) se encuentren fragmentados o incompletos, ya que por su estado de conservación resulta difícil estimar la edad macroscópicamente (Bednarek, 2008; Franklin, 2010; Streeter, 2012).

Sin embargo, estos métodos presentan ciertas desventajas con respecto a los macroscópicos: requieren de más tiempo, equipamiento, conocimiento específico de técnicas histológicas e implican destrucción parcial del material (Ubelaker, 2008). Además, otro factor que puede afectar el análisis microscópico, es el grado de preservación del tejido óseo debido a la acción de agentes tafonómicos y/o diagenéticos (ver Bell, 2012).

Por consiguiente, la interpretación de la información codificada en la microestructura ósea requiere un conocimiento avanzado de la biología que subyace a la creación de estructuras histomorfológicas (Stout y Crowder, 2012). Esta información es crucial para la estimación histológica de la edad que constituye el aporte más común de la histología a la investigación antropológica y forense.

El siguiente artículo de revisión tiene como objetivo discutir los principales métodos histológicos de estimación de edad, aplicado a restos óseos humanos y sintetizar el estado actual del conocimiento al respecto.

Estimación histomorfométrica de la edad

La histomorfometría es la cuantificación de la microestructura del tejido óseo, donde las características histomorfológicas se describen en términos de números por unidad o tamaño de área. Así, a través del conteo y la medición de las características histomorfológicas puede obtenerse información acerca del recambio óseo (remodelación), de la microarquitectura y de la actividad celular dinámica y estática (Stout y Crowder, 2012).

En el campo antropológico y forense, el análisis histomorfométrico ha sido y es comúnmente aplicado en la estimación de la edad a la muerte (Kerley, 1965; Singh y Gunberg, 1970; Stout, 1988; Ericksen, 1991; Yoshino et al., 1994; Watanabe et al., 1998; Vasallo, 2000; Cho et al., 2002; Maat et al., 2006; Nor et al., 2006; Han et al., 2009; Gomes et al., 2014), en estudios tafonómicos y diagenéticos (Bell, 2012), diferenciación taxonómica (Hillier y Bell, 2007; Marti-niaková et al., 2006; Mulhern y Ubelaker, 2012; Crescimanno y Stout, 2012), análisis de actividad ocupacional y biomecánica (Robling y Stout, 2008; Skedros, 2012) entre otros.

La estimación histológica de la edad se basa en el análisis del grado de remodelación ósea. La reabsorción y formación de hueso es llevada a cabo por la acción sucesiva de osteoclastos y osteoblastos en zonas delimitadas denominadas Unidades Multicelulares Básicas (BMUs) (Frost, 1985) o Unidades de Remodelación Ósea (BRU) (Parfitt, 1979), el tejido óseo resultante de la acción de cada BMU se denomina Unidad Estructural Ósea (BSU) (Robling y Stout, 2008). En el hueso cortical estas unidades microscópicas discretas, definibles y cuantificables están representadas por los sistemas de Havers u osteonas secundarias y, en el hueso trabecular por osteonas trabeculares o paquetes óseos (Bruce et al., 1998) (para una mayor comprensión de las características histofisiológicas e histomorfológicas véase Robling y Stout, 2008; Stout y Crowder, 2012).

Dado que la remodelación es un proceso que transcurre durante toda la vida, desde la etapa fetal hasta la muerte (Martin et al., 1998), permite observar la asociación entre el número de osteonas y la edad cronológica constituyendo la base primaria de los métodos histológicos de estimación de edad (Stout, 1989). De esta manera y con el incremento de la edad, los componentes originales del hueso cortical (e.g. hueso laminar circunferencial, osteonas primarias) serán gradualmente reemplazados por nuevas estructuras (e.g. osteonas secundarias o sistemas de Havers). Posteriormente, en una edad avanzada, el proceso de remodelado continúa no sólo a expensas del hueso laminar y de las osteonas primarias, sino también de las osteonas secundarias preexistentes, formando así fragmentos osteonales (Ubelaker, 2005).

En los individuos mayores, la cantidad relativa de osteonas eliminadas aumenta hasta llegar a una asíntota. La asíntota de la Densidad Poblacional Osteonal (OPD) (número de osteonas completas y fragmentarias por mm2) varía en los diferentes huesos dependiendo de ciertos factores como la tasa de activación de la remodelación, el diámetro cortical y el tamaño osteonal (Cho et al., 2002; Stout y Crowder, 2012).

En el caso del fémur, la asíntota de la OPD es alrededor de 50/mm2 (Kerley, 1965; Frost, 1987) y se produce a una edad relativamente mayor, a partir de los 50 años, debido al considerable tamaño de sus áreas corticales. Constituyendo, de esta manera, una pieza clave para la estimación etaria en individuos de edad avanzada (Robling y Stout, 2008).

Asimismo, se ha demostrado que la mitad anterior de la diáfisis femoral es el área más resistente al deterioro tafonómico después de un periodo prolongado de entierro, es fácilmente identificable y además, la superficie cortical al no tener inserciones musculares presenta cierto grado de estabilidad biomecánica (Kerley, 1965; Ericksen, 1991; Maat et al., 2006, Keough et al., 2009, Nor et al., 2014).

De esta manera, los componentes microestructurales producto de la remodelación intracortical, osteonas secundarias y sus derivados (osteonas tipo I, tipo II, fragmentos osteonales, entre otros), constituyen las variables que mejor predicen la edad y por lo tanto, son esgrimidas en los métodos histológicos de estimación de la edad (Fig. 1) (Stout y Crowder, 2012). La mayoría de los métodos propuestos, con resultados promisorios, han sido desarrollados principalmente a partir de huesos largos tal como el fémur como se detalla a continuación (Tabla1).

 


Fig. 1. Microfotografía - Tejido cortical de fémur (100x). Individuo femenino, 63 años. Referencias: círculos: osteonas secundarias completas (N. On.), estrella color negro: osteonas fragmentarias (N. On. Fg.), línea blanca: diámetro conducto de Havers (Hav. Can).


 

 

Métodos histológicos en huesos largos, un repaso histórico

El primer estudio sobre cambios en la microestructura ósea y su aplicación al cálculo de la edad en esqueletos adultos fue propuesto por Kerley (1965) quien desarrolló un método basado en el análisis microscópico del tejido cortical de los huesos largos. Para ello realizó 126 cortes transversales en la mitad de la diáfisis del fémur, tibia y peroné. La muestra estuvo integrada por individuos norteameamericanos descendientes de europeos y africanos, de ambos sexos (88 masculinos y 29 femeninos) de edades entre 0 y 95 años. En cada una de las secciones desgastadas delimitó y examinó cuatro campos circulares por debajo del periostio: anterior, posterior, medial y lateral, definiendo y cuantificando cuatro variables microestructurales. 1- Osteonas completas o sistema de Havers: canal vascular rodeado concéntricamente por hueso laminar. En la periferia de la osteona se encuentra la línea reversa que marca el área de actividad osteoclástica y de formación de nuevo hueso.2- Osteonas fragmentarias: fragmentos de antiguas osteonas producto de la remodelación, sin conducto de Havers. 3- Porcentaje de hueso laminar circunferencial: se compone de bandas o laminillas paralelas que se localizan en la parte exterior de la corteza. 4-Sistemas no haversianos u osteonas primarias: incluye a todos los canales vasculares primarios o sistemas pseudo-haversianos. Se diferencian de las osteonas secundarias por la ausencia de laminillas. La observación microscópica fue realizada con un aumento 100x y el diámetro del campo fue de 1.25 mm (Kerley, 1965).

Los resultados de Kerley demostraron, en el fémur, un incremento lineal progresivo del número de osteonas secundarias (r=0.92) y fragmentarias (r=0.86) entre el nacimiento y los 95 años de edad. Por el contrario, el porcentaje de hueso laminar circunferencial y el número de canales no haversianos se mantiene alto durante la infancia, disminuye en la adolescencia y desaparece alrededor de los 55 años. Estos resultados se repiten en tibia y peroné. Años más tarde, Kerley y Ubelaker (1978) mejoraron las ecuaciones de regresión inicialmente propuestas, para ello reexaminaron las secciones de la muestra original, y advirtieron que las estimaciones calculadas a partir de osteonas fragmentarias eran más precisas en peroné e incrementaron el tamaño del campo a 1.62 mm.

En 1969, Ahlqvist y Damsten trabajando con individuos provenientes de autopsias, sin especificación étnica, notaron ciertas dificultades para diferenciar osteonas completas de fragmentarias y para estimar el porcentaje de hueso lamelar en un campo visual circunferencial. Debido a esto propusieron modificaciones del método original: ubicaron cuatro campos rectangulares en la mitad de los cuadrantes planteados por Kerley, evitando el reborde elevado del eje posterior de la diáfisis femoral conocido como línea áspera y sólo cuantificaron el "porcentaje total de hueso remodelado" (osteonas completas y fragmentarias). Para la observación microscópica utilizaron un ocular reticulado de 10 mm2. El método fue testeado en una muestra de 20 secciones de fémur y el porcentaje obtenido en cada uno de los cuatro campos fue promediado para obtener un único resultado final. De todos modos, la proporción de osteonas secundarias y osteonas fragmentarias arrojó un error estándar (ES) en la estimación de ±6.71 años, comparado con el obtenido por Kerley para peroné de ±5.27 años. Pese a las recomendaciones, sus resultados fueron menos precisos que los obtenidos por Kerley.

Singh y Gunberg (1970) ofrecieron una nueva alternativa para estimar la edad a partir de la estructura histológica de fémur, tibia y mandíbula. La muestra analizada fue de 59 individuos provenientes de autopsias (52 masculinos y 7 femeninos) entre 39 y 87 años de edad. A diferencia de los estudios previos, examinaron secciones descalcificadas y sin descalcificar del borde posterior de la mandíbula y de la diáfisis de los huesos largos. En el caso del fémur, seleccionaron dos campos microscópicos circulares de 2 mm de diámetro, observados a 100X y elegidos al azar en la zona subperiosteal. Cuantificaron tres variables microestructurales: 1- número de osteonas secundarias, definidas sobre la presencia del conducto de Havers completo y de la línea de cemento. 2- número promedio de lamelas por osteonas, obtenido del total de lamelas de todas las osteonas observadas en dos campos microscópicos y 3- promedio del diámetro mínimo de los conductos de Havers, medido sólo en los conductos visualmente completos en el campo. Los resultados para huesos largos demuestran que el número total de osteonas (fémur r=0.94 y tibia r=0.92) y el diámetro del canal de Havers (fémur r=0.94 y tibia r=0.93) presentan mejores correlaciones que el número de laminillas por osteona (fémur r=0.89 y tibia r=0.90). En mandíbula, la correlación fue ligeramente mayor a la obtenida para fémur y tibia.

El modelo propuesto por Singh y Gunberg (1970), se basa exclusivamente en lo observado para la muestra masculina dada la escasa representación de individuos femeninos. De todos modos, al igual que Kerley (1965), no hallaron diferencias significativas entre sexos, probablemente debido a que ambas investigaciones son similares en el tamaño muestral de mujeres. En este caso, el error estándar de las estimaciones fue menor que el obtenido por Kerley y por Ahlqvist y Damsten (1969), pudiendo estimar la edad con una precisión de 2.58 años en el 67% y de 5,16 años en el 95% de los individuos en el rango de edad entre 40 y 80 años (Keough 2007).En 1979, Thompson desarrolla un método que trata de superar los inconvenientes planteados en los estudios previos. Reduce al mínimo la destrucción de la pieza ósea, obteniendo para ello cilindros de hueso cortical (núcleos) de 0,4 cm de diámetro de la porción anterior de la diáfi-sis de fémur, tibia, húmero y cúbito. La muestra integrada por individuos de Nueva Inglaterra, incluyó 116 cadáveres (64 masculinos y 52 femeninos) de edad conocida, entre 30 y 97 años. Cuantificó 19 variables histológicas y no histológicas como el espesor cortical y la densidad ósea. Las secciones fueron examinadas con aumento 100x y los datos sometidos a análisis de regresión lineal a fin de seleccionar la variable, o combinación de variables, con menor error estándar y mayor coeficiente de determinación.

De este estudio surgieron varias ecuaciones de regresión demostrando que el área osteonal fue la variable más exacta en húmero (ES=6.2 años). Además de demostrar que, después de los 50 años, comienza un proceso de constante degradación del espesor cortical y una disminución de la densidad mineral ósea diferencial entre ambos sexos (sexo femenino: 8% de espesor cortical y 10% de densidad ósea por década; sexo masculino: 4% de espesor cortical y 6% de densidad ósea por década) (Keough, 2007).

En 1991 Ericksen publica un nuevo método para estimar la edad a la muerte. Analiza secciones delgadas, de 1.0cm de ancho, de la porción anterior de la diáfisis femoral opuesta a la línea áspera. En cada sección selecciona cinco puntos equidistantes, que se fotografían, obteniéndose en cada uno de ellos un campo cuadrangular (0.886mm2 y un área total de 4.43mm2). La muestra estuvo integrada por 328 individuos (154 femeninos y 174 masculinos) entre 14 y 97 años, de origen heterogéneo (EE.UU., Chile y República Dominicana) con la finalidad de ampliar la composición étnica de la misma y por ende la aplicación de los resultados. Cuantifica ocho variables microestructurales: 1- osteonas secundarias/mm2, 2- osteonas tipo II/mm2, 3- osteonas fragmentarias/mm2, 4- espacios de resorción/mm2, 5- canales no haversianos/mm2, 6- promedio del porcentaje de hueso circunferencial lamelar, 7- promedio del porcentaje de hueso osteonal y 8- promedio del porcentaje de osteonas fragmentarias.

Además, realiza un análisis exploratorio de los factores responsables de las diferencias sexuales observadas durante el análisis estadístico. Propuso ecuaciones predictivas para individuos femeninos, masculinos y de sexos agrupados. La mayoría presentó un error estándar ±10 años, con un coeficiente de determinación (r2) de 0.48 a 0.72. En particular, las ecuaciones específicas para individuos masculinos (ES=10.05) y femeninos (ES=10.00) proveyeron mejores resultados que las ecuaciones para sexos agrupados (ES=10.08). Las diferencias entre sexos se observaron principalmente en dos variables microestructurales, osteonas completas y osteonas fragmentarias, lo cual, consecuentemente, demuestra la necesidad de generar fórmulas propias para cada sexo.

Años después, Watanabe y colaboradores (1998) establecieron fórmulas predictivas de estimación de edad basadas en una muestra japonesa. Analizaron 98 fémures, 72 masculinos (de 43 días a 92 años) y 26 femeninos (de 2 a 88 años). A diferencia de los estudios anteriores, las secciones fueron coloreadas con la técnica de Villanueva (Villanueva, 1974) y cada una de ellas fue registrada a través de microradiogra-fías, cuantificándose las siguientes variables: área, perímetro, diámetro máximo y mínimo de osteonas y canales haversianos, número de osteonas tipo II y de osteonas fragmentarias. A su vez, los autores testearon una nueva variable denominada "área del triángulo", delimitada por tres líneas adyacentes entre tres canales de Havers. Los parámetros obtenidos relacionados con las osteonas demostraron un alto coeficiente de correlación (r>0.77) con la edad a diferencia de los hallados para los canales haversianos (r>0.11). El error estándar de las estimaciones (3.16 a 11.50 años), según los autores, evidencia una mayor confiabilidad en el método respeto de los propuestos en otros trabajos.

Entrados en el siglo XXI y dada la evidencia de la variación poblacional en la dinámica de la remodelación ósea, lo cual puede dar lugar a estimaciones poco precisas cuando una ecuación predictiva para estimar la edad basada en una población es aplicada a las demás, se han propuesto nuevos métodos histológicos de estimación específicos para cada población.

Así, en Holanda, Maat y colaboradores (2006) desarrollaron ecuaciones predictivas basadas en una muestra contemporánea local. Examinaron segmentos de la diáfisis femoral de 162 individuos (86 masculinos y 76 femeninos) con edades comprendidas entre los 15 y 96 años. La observación microscópica fue realizada con un aumento 100X. Cuantificaron una sola variable (cantidad de hueso laminar no remodelado) y formularon ecuaciones predictivas. El coeficiente de determinación (R2) de las ecuaciones osciló entre 0.60 y 0.79 y el error estándar (ES) de las estimaciones varió entre 9.16 y 10.6 años.

En Malasia, Nor y colaboradores (2006) elaboraron ecuaciones predictivas para húmero, cúbito, radio, fémur y tibia. La muestra seleccionada estuvo integrada por 64 individuos (50 masculinos y 14 femeninos) entre 21 y 78 años. Cuantificaron diez variables, cinco demostraron una correlación significativa con la edad. Los parámetros seleccionados fueron: conteo de osteonas (r=0.4), diámetro osteonal (r=0.39), área osteonal (r=-0.43), diámetro medular (r=0.25) y perímetro osteonal (r=-0.38). La ecuación propuesta para fémur arrojó un valor de R2=0.59 con un error estándar (ES) de 14.04 años.

En Sudáfrica, Keough y colaboradores (2009) desarrollaron estándares para estimar la edad, a nivel de la microestructura, en una población sudafricana. Para ello analizaron una muestra de 146 individuos de edad y sexo conocido (105 masculinos y 41 femeninos) con un rango de edad entre 19 y 82 años. Cuantificaron diez variables histomorfométricas de las cuales cuatro mostraron una correlación moderada con la edad: N° total de osteonas (r=0.53), porcentaje de hueso no remodelado (r=-0.53), N° total de canales no haversianos (r=-0.55) y porcentaje promedio de hueso fragmentado (r=0.55). Estas variables fueron utilizadas para calcular fórmulas de regresión lineal simple y múltiple. El error estándar (ES) de la estimación oscilo entre los 13.31 y 14.04 años.

En Korea, Han y colaboradores (2009) formularon una ecuación a partir de la corteza anterior de fémur en una muestra contemporánea. Analizaron 72 piezas, 44 masculinos y 28 femeninos, cuya media de edad fue de 66.6 y 70.3 años respectivamente. Las secciones fueron teñidas con la técnica de Villanueva y cuantificaron cuatro variables: densidad poblacional osteonal, tamaño promedio osteonal, diámetro promedio del canal de Havers y ancho cortical. Las observaciones fueron realizadas con un microscopio polarizado, de 100X y las variables analizadas con un procesador de imágenes. Los resultados demostraron que el promedio del tamaño osteonal presentó una alta correlación con la edad (r=0.818), seguido por la densidad poblacional osteonal (r=0.810). Por el contrario, el ancho cortical y el tamaño de los conductos de Havers presentaron correlaciones débiles (r=0.406 y 0.296, respectivamente). La ecuación propuesta por los autores arrojó un valor de R2=0.789 con un error estándar de 6.65 años.

En el ámbito nacional se han realizado aportes y adecuaciones de técnicas microsestructurales sobre tejidos duros (huesos-dientes) aplicados a estudios bioantropológicos (Restelli et al. 1997; Vasallo et al. 2000; Vasallo y Restelli, 2000; Vasallo et al. 2001; Desántolo et al. 2011).

Vasallo y colaboradores (2000) elaboraron una ecuación predictiva a partir del fémur sobre una muestra de 20 individuos, entre 15 y 98 años, del Cementerio Municipal de La Plata (La Plata, Provincia de Buenos Aires). Cuantificaron una sola variable, el porcentaje de osteonas fragmentarias (R2 =0.8611).

Recientemente, con el propósito de analizar la validez y ajuste de diferentes métodos microscópicos de estimación de edad se han elaborado ecuaciones predictivas, a partir de la diáfisis femoral, en individuos adultos (Desántolo, 2013). La muestra estudiada estuvo conformada por 71 individuos pertenecientes a la Colección Osteológica "Prof. Dr. Rómulo Lambre" (Salceda et al., 2012) 54 femeninos y 89 masculinos, entre 22 y 91 años con una edad media de 69.86 años. Las secciones histológicas analizadas se obtuvieron a partir de la remoción de tejido cortical de la mitad anterior de la diáfisis femoral, tal y como sugieren los estudios previamente citados. Se cuantificaron cinco variables microestructurales, de las cuales cuatro demostraron asociación significativa con la edad. El número de osteonas fragmentarias presentó una alta correlación positiva con la edad (r=0.779), seguida por la densidad poblacional osteonal (r=0.741), el porcentaje de osteonas fragmentarias (r=0.646) y el número de osteonas completas (r=0.330) que, a diferencia de la anteriores presentó una correlación positiva baja. Contrariamente, el diámetro promedio de los conductos de Havers no presentó relación lineal con la edad (r=0.158).

Por último, cabe mencionar que paralelamente, varios autores han descripto numerosos métodos a partir de la aplicación de otras técnicas histomorfométricas, las cuales varían de una muestra a otra, según las piezas óseas seleccionadas e.g. tibia (Hauser et al., 1980; Thompson y Galvin, 1983); húmero (Iwamoto et al., 1978; Yoshino et al., 1994; Nor et al., 2006), costilla (Cho et al. 2002; Kim et al., 2007; Pavón et al., 2010; Cannet et al., 2011), clavícula (Stout y Paine, 1992; Stout et al., 1996; Lee et al., 2014; Gomes et al., 2014), el tipo de tejido óseo utilizado (cortical o trabecular) y las estructuras microscópicas observadas (Stout, 1998) suministrando diferentes ecuaciones predictivas, específicas para cada población.

Conclusión y perspectivas futuras

Como hemos visto previamente, desde la publicación de "The microscopic determination of age in human cortical bone" el método de Kerley (1965) fue testeado en muestras independientes y modificado por varios investigadores con el propósito de subsanar y ajustar algunos inconvenientes, sobre todo, aquellos vinculados con la reproducibilidad, confiabilidad y precisión metodológica (e.g. composición y tamaño de la muestra de referencia, tipo de hueso analizado, área de muestreo, variables relevadas, observación y cuantificación microscópica, entre otros).

Finalmente, creemos que la histomorfometría ofrece estimaciones precisas y efectivas para adultos mayores de 50 años, en contraste con la mayoría de los métodos basados en la morfología macroscópica en donde el límite de las estimaciones es, precisamente, los 50 años de edad cronológica.

Asimismo, debe enfatizarse la importancia de los estudios microscópicos en aquellos casos en los cuales los restos se encuentran fragmentados o incompletos, y resulta imposible la aplicación de los métodos convencionales. Por lo tanto, el uso de técnicas microscópicas de manera complementaria, garantizaría una mayor precisión en la estimación de edad a la muerte de restos esqueletarios en poblaciones no documentadas.

Por último, si bien la utilización de las técnicas histológicas ha presentado cierta incertidumbre respecto de su exactitud y fiabilidad, concordamos con Stout y Crowder (2012) que la estandarización de los métodos, así como la mejora de los protocolos de validación harán de la histomorfometría una herramienta útil para el análisis bioantropológico y forense.

Continuando en esta línea de investigación y en el marco del proyecto denominado "Análisis de la variación histomorfológica del esqueleto durante la ontogenia. Implicancias en el estudio de la osteobiología humana" creemos que es importante profundizar en los siguientes aspectos: 1) balancear las muestras de referencia en cuanto a la distribución de edad y sexo, dada la escasa representación de individuos jóvenes y la mayor representación de individuos masculinos, a fin de explorar dimorfismo sexual en la expresión de las variables histomorfológicas. 2) testear las diferentes ecuaciones predictivas en muestras independientes, a fin de evaluar el grado de precisión y aplicabilidad de las mismas, especialmente por ser el forense uno de los campos de aplicación; 3) analizar otros factores que influyen en la dinámica de la remodelación ósea (sexo, actividad física, patologías, entre otros) y consecuentemente en la estimación de la edad.

AGRADECIMIENTOS

Nuestro agradecimiento a los Dres. Rocío García Mancuso y Marcos Plischuk por sus análisis y críticas del manuscrito. Al editor y dos evaluadores anónimos por sugerencias y comentarios realizados, los cuales sin duda mejoraron la calidad del texto.

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