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Revista argentina de antropología biológica

versión On-line ISSN 1514-7991

Rev Arg Antrop Biol vol.25 no.2 La Plata jun. 2023  Epub 30-Jun-2023

http://dx.doi.org/10.24215/18536387e069 

Comunicaciones breves

Cambios en la frecuencia del consumo de alimentos y el estado nutricional en campesinos de Yaguajay, centro de Cuba, 2017-2022

Changes in the frequency of food consumption and nutritional status in farmers of Yaguajay, central Cuba, 2017-2022

Diana Valdés Massó1  * 
http://orcid.org/0000-0002-5397-7670

Vanessa Vázquez Sánchez2 
http://orcid.org/0000-0003-3561-2851

Armando Rangel Rivero3 
http://orcid.org/0000-0003-2636-6695

1 Hospital Miguel Enríquez. Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.

2 Museo Antropológico Montané. Facultad de Biología. Universidad de La Habana.

3 Museo Antropológico Montané. Facultad de Biología. Universidad de La Habana.

RESUMEN

Resumen La crisis generada por la pandemia de COVID-19 afectó la alimentación y el estado de salud de trabajadores del sector agrícola. El objetivo de esta investigación es identificar cambios en la frecuencia de consumo de alimentos y el estado nutricional en 16 campesinos residentes en la comunidad rural La Picadora, teniendo en cuenta el impacto que la situación económica y epidemiológica pueden haber producido luego de la pandemia de COVID-19. Se realizó un estudio descriptivo en los mismos 16 individuos en octubre de 2017 y abril de 2022, que incluyó entrevistas, cuestionarios de frecuencia de consumo de alimentos y mediciones antropométricas. Las variables discretas iniciales (2017) y las finales (2022) se compararon mediante la prueba de rangos con signos de Wilcoxon y las variables continuas se contrastaron mediante la prueba t Student. La disminución de la frecuencia del consumo de pastas, carne de cerdo, vísceras, refrescos industriales y dulces y el aumento de la frecuencia de consumo de grasa vegetal fueron estadísticamente significativas. El peso, el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura aumentaron, mientras que la talla disminuyó, siendo significativos los cambios observados en la circunferencia de la cintura. Concluimos que la dieta en el 2022 fue menos variada que en el 2017. Cambios en el patrón de alimentación y en los modos y estilos de vida durante la pandemia de COVID-19 constituyeron factores de riesgo para el aumento de la adiposidad abdominal en campesinos normopesos y sobrepesos. Las mediciones antropométricas demostraron su utilidad para el monitoreo del estado nutricional de poblaciones rurales agrícolas. Rev Arg Antrop Biol 25(2), 2023. https://doi.org/10.24215/18536387e069

Palabras clave: dieta humana; índice de masa corporal; circunferencia de la cintura; estado de salud

ABSTRACT

Abstract The crisis triggered by the COVID-19 pandemic affected the nutrition and general health status in the agricultural sector and its workforce. The objective of this research is to describe changes in food consumption frequency and nutritional status in 16 farmers from the rural community of La Picadora, taking into account that the impact of the economic and epidemiological situation may have produced changes during this period. A follow-up descriptive study was carried out between October 2017 and April 2022. This included interviews, food consumption frequency questionnaires, and anthropometric measurement. Discrete initial (2017) and final (2022) variables were compared using the Wilcoxon signed-rank statistical test and continuous variables were contrasted using the Student t test for paired samples. The differences were statistically significant regarding the decrease in the frequency of consumption of pasta, pork, organ meats, industrial soft drinks and sweets, and the increase in the frequency of consumption of vegetable fat. A trend of increased weight, body mass index, and waist circumference and decreased height was observed, with significant changes in height and waist circumference. Diet in 2022 was less diverse than in 2017. Changes in dietary pattern and lifestyles during the COVID-19 pandemic were identified as risk factors for increased central adiposity in normal-weight and overweight farmers. Anthropometric measurements proved useful in the assessment of nutritional status of rural agricultural populations. Rev Arg Antrop Biol 25(2), 2023. https://doi.org/10.24215/18536387e069

Key words: diet; body mass index; waist circumference; general health

La ocupación es un elemento determinante en el estilo de vida de las poblaciones humanas. Es reconocida la influencia de factores estresantes que actúan sobre la salud y la calidad de vida de personas vinculadas a las labores agrícolas (Riise et al., 2003). Aspectos socioeconómicos, culturales y ambientales tales como la disponibilidad de los servicios de salud y la estacionalidad de las labores realizadas, afectan el entorno de trabajo, el nivel de vida y la nutrición de los agricultores y trabajadores agrícolas (SafeWork, ILO, 2000). En estas poblaciones, riesgos personales y financieros o relacionados con la producción, el mercado y las políticas institucionales, han sido descritos (Komarek et al., 2020) con graves consecuencias para su bienestar físico y mental (Alicandro et al., 2021).

Para comprender las implicaciones multidimensionales de la reciente pandemia de COVID-19, son necesarios estudios longitudinales que permitan comparar datos de poblaciones antes de la llegada del coronavirus (Demakakos, 2021). Estos ofrecen una excelente plataforma para profundizar en el impacto a largo plazo principalmente en las zonas rurales de América Latina, teniendo en cuenta las desventajas reportadas para el enfrentamiento de la crisis generada (Castro, 2020).

Las prácticas alimentarias inadecuadas se asocian con un deterioro de la salud y la calidad de vida. Se han identificado como uno de los principales factores de riesgo a nivel global de muerte prematura y discapacidad (Instituto para la medición y Evaluación de la Salud, Red de & Desarrollo Humano, Banco Mundial, 2013). Por otra parte, la nutrición condiciona la aparición de enfermedades e influye en la productividad de la fuerza de trabajo y de la vida laboral, afectando directamente el desarrollo humano y de las naciones (Smith, 1974). La producción, acceso, disponibilidad, ingreso, mercado, calidad y abastecimiento de alimentos dirigidos a las poblaciones vulnerables depende de factores socioculturales, económicos, políticos y tecnológicos (Martínez Valdés et al., 2020). Sin embargo, en los últimos años la crisis alimentaria generada por la pandemia de COVID-19 (Ganesan, 2020) repercutió negativamente sobre el acceso a los alimentos en los más desfavorecidos, reportándose afectaciones en el sector agrícola y su fuerza de trabajo (Bochtis et al., 2020).

Investigaciones señalan que las lesiones y enfermedades no se distribuyen uniformemente en la población general. A pesar de ello, grupos específicos como los trabajadores agrícolas han sido menos estudiados, aun cuando se reconoce que están expuestos a una amplia variedad de factores que pueden ser protectores o de riesgos para su salud (Karttunen & Rautiainen, 2013). En las comunidades rurales se dificultan las pesquisas antropológicas longitudinales por encontrarse geográficamente ubicadas en zonas más dispersas o de difícil acceso. A su vez, algunos investigadores alertan que sólo en las últimas décadas la seguridad y salud de los trabajadores de la agricultura ha sido un aspecto considerado relevante y se ha convertido en un foco de investigación (Frank et al., 2004).

El objetivo de la presente investigación es describir dos series de variables recopiladas en los mismos individuos en dos años diferentes con el fin de evaluar los cambios en la frecuencia de consumo de alimentos y el estado nutricional de 16 campesinos residentes en la comunidad rural La Picadora. Estudios anteriores a la pandemia de COVID-19 han sido realizados en esta comunidad, en donde se han abordado cuestiones relacionadas con la producción sostenible de alimentos, estilos de vida de los campesinos, estado nutricional, alimentación, hábitos y preferencias alimentarias e impacto del turismo en las prácticas agrícolas (Sørensen, 2019; Peña Alcolea, 2019, Vázquez Sánchez et. al., 2020, Moon et. al., 2022). Por ello, evaluar la frecuencia de consumo de alimentos y estado nutricional de campesinos de La Picadora en el período pospandémico, resulta de especial interés para visibilizar las circunstancias que los rodean y conocer la influencia de factores de riesgo para su salud.

MATERIALES Y MÉTODOS

La muestra está integrada por campesinos de la comunidad rural cubana La Picadora; municipio Yaguajay, provincia de Sancti Spíritus, en el centro Norte de Cuba. En el área hay un total de 230 habitantes, de los cuales, 60 son hombres adultos, de ellos, 22 son considerados campesinos al realizar la agricultura como principal actividad económica. En el 2017, Peña aplicó un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos y realizó mediciones antropométricas a 19 de ellos (Peña Alcolea, 2019). En la presente investigación se realizó un muestreo por conveniencia cinco años después, en el 2022, con el objetivo de seleccionar los individuos con la condición de haber participado en la pesquisa realizada por Peña, para poder identificar cambios en la frecuencia de consumo de alimentos y en el estado nutricional en el período pospandémico. Finalmente, fueron escogidos 16 sujetos entre los 31 y los 62 años de edad, respetando el criterio de voluntariedad para participar en la pesquisa. Se obtuvo el consentimiento informado verbal y escrito, garantizando el cumplimiento de los principios éticos y las directrices de la Declaración de Helsinki sobre la protección de los humanos en la investigación (Asociación Médica Mundial, 2013).

En el 2022 se aplicó el mismo cuestionario y se realizaron iguales mediciones antropométricas que en el 2017. Además, se entrevistó al líder de la comunidad, así como a otros habitantes, con el objetivo de indagar sobre las causas de los cambios en los hábitos alimentarios de los pobladores e identificar las modificaciones en la alimentación y la vida cotidiana debido a la pandemia de COVID-19.

El cuestionario se empleó para identificar la frecuencia de consumo de 20 alimentos en una semana tipo, utilizando los siguientes criterios: todos los días, 4-5 veces, 2-3 veces, 1 vez, rara vez y nunca. Los grupos de alimentos evaluados fueron divididos en VII grupos básicos: Grupo I: arroz, panes y galletas, pastas, viandas1, Grupo II: vegetales, Grupo III: frutas, Grupo IV: cerdo, pollo, embutidos, pescado, vísceras, huevos, granos, Grupo V: leche, yogurt, queso, Grupo VI: grasa animal, grasa vegetal y Grupo VII: dulces y refrescos (Porrata Maury, 2009).

Las mediciones antropométricas realizadas fueron: peso, estatura y circunferencia de la cintura, según las técnicas de la Convención Antropométrica de Airlie (Lohman et al., 1988). Estas permitieron evaluar el estado nutricional mediante el índice de masa corporal (IMC = Kg/m2) y la adiposidad central mediante la circunferencia de la cintura. Para el IMC se utilizaron los puntos de corte de la FAO: < 6,0 Desnutrición Energética Crónica III; 16,0-16,99 Desnutrición Energética Crónica II; 17,0-18,49 Desnutrición Energética Crónica I; 18,5-24,99 Aceptable; 25,0-29,99 Sobrepeso I; 30,0-39,9 Sobrepeso II; ≥ 40,0 Sobrepeso III (Shetty & James, 1994). La circunferencia de la cintura se clasificó según los criterios de Lean, Han y Morrison, quienes consideraron según el acúmulo de adiposidad abdominal, el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) en el sexo masculino de la siguiente manera: normal < 94 cm; riesgo incrementado ≥ 94 cm y riesgo muy incrementado ≥ 102 cm (Lean et al., 1995).

Los cambios de las variables cualitativas discretas del cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos y las clasificaciones del IMC y la circunferencia de la cintura se analizaron comparándose la significación estadística de los valores iniciales (2017) y los finales (2022) con la prueba estadística de rangos con signos de Wilcoxon. Las variables cuantitativas numéricas continuas: peso, estatura, circunferencia de la cintura e IMC, se analizaron con la media y desviación estándar. Teniendo en cuenta el tamaño de la muestra, se realizó la prueba de bondad de ajuste de Shapiro Wilks, comprobándose la normalidad en todas las variables excepto en la circunferencia de la cintura. Por ello, se compararon las medias con la prueba t de Student para muestras pareadas, y en el caso de la circunferencia de la cintura, se utilizó como alternativa no paramétrica la prueba de rangos con signos de Wilcoxon para muestras pareadas, empleando un nivel de significación p<0,05. Los datos fueron procesados y analizados con el paquete estadístico SPSS versión 21.

RESULTADOS

En 2022 las edades de los encuestados estaban comprendidas entre 31 y 62 años, con valor promedio de 48 años y mediana de 53,5 años. La distribución de la muestra según grupo de edad se exhibe en la Figura 1, en dónde se observa que el mayor porcentaje de los campesinos se encontró entre los 50 y los 59 años de edad.

FIGURA 1 Distribución de campesinos según grupos de edad. 

La Tabla 1 muestra la frecuencia de consumo de alimentos en una semana tipo, en 2017 y 2022. La elevada frecuencia en la ingesta diaria de arroz y granos se mantuvo constante en ambos años. Existió en los dos períodos evaluados, una disminución en la frecuencia de consumo de 13 alimentos: panes y galletas, pastas, vegetales, carne de cerdo, embutidos, pescados, vísceras, huevos, leche, yogurt, queso, dulces y refrescos, con diferencias estadísticamente significativas en: pastas, carne de cerdo, vísceras, dulces y refrescos industriales. El aumento de la frecuencia de consumo se evidenció en cinco alimentos: viandas, frutas, pollo, grasa vegetal y animal, con diferencias estadísticamente significativas en la frecuencia de consumo de grasa de origen vegetal.

TABLA 1 Frecuencia de consumo de alimentos en una semana tipo según año: 2017 y 2022 

Grupo y alimento N = 16 2017% 2022% Z Wilcoxon
Diario 4/5 veces por semana 2/3 veces por semana 1 vez Rara vez Nunca Diario 4/5 veces por semana 2/3 veces por semana 1 vez Rara vez Nunca
Grupo 1
Arroz 100 0 0 0 0 0 100 0 0 0 0 0 -
Panes y galletas 81,2 12,5 0 0 6,2 0 75 6,2 6,2 0 0 12,5 0,461
Pastas 6,2 0 43,8 31,2 18,8 0 0 6,2 18,8 25 43,8 6,2 0,005*
Viandas 50 25 12,5 6,2 0 0 75 6,2 12,5 0 6,2 0 0,36
Grupo 2
Vegetales 37,5 6,2 18,8 12,5 18,8 6,2 18,8 6,2 25 18,8 25 6,2 0,341
Grupo 3
Frutas 43,8 37,5 6,2 6,2 6,2 0 56,2 0 18,8 6,2 18,8 0 0,356
Grupo 4
Cerdo 0 12,5 81,2 6,2 0 0 0 0 43,8 25 25 6,2 0,004*
Pollo 0 12,5 50 31,2 0 6,2 0 12,5 68,8 6,2 6,2 6,2 0,48
Embutidos 0 6,2 50 12,5 12,5 18,8 0 0 31,2 37,5 18,8 12,5 0,509
Pescados 0 0 0 25 56,2 18,8 0 0 12,5 31,2 31,2 25 0,305
Vísceras 0 0 12,5 31,2 18,8 37,5 0 0 0 6,2 37,5 56,2 0,038*
Huevos 43,8 18,8 31,2 6,2 0 0 18,8 25 50 0 0 6,2 0,073
Granos 93,8 0 6,2 0 0 0 93,8 0 6,2 0 0 0 -
Grupo 5
Leche 25 12,5 6,2 6,2 6,2 43,8 25 0 12,5 0 6,2 56,2 0,389
Yogurt 18,8 6,2 31,2 6,2 6,2 31,2 12,5 0 18,8 12,5 25 31,2 0,151
Queso 6,2 12,5 50 0 6,2 25 0 12,5 25 18,8 25 18,8 0,249
Grupo 6
Grasa vegetal 18,8 6,2 25 6,2 0 43,8 100 0 0 0 0 0 0,001*
Grasa animal 75 6,2 6,2 0 6,2 6,2 87,5 0 0 0 6,2 6,2 0,752
Grupo 7
Dulces 43,8 6,2 18,8 18,8 6,2 6,2 6,2 25 31,2 0 0 37,5 0,022*
Refrescos 68,8 6,2 0 6,26 0 18,8 0 0 18,8 12,5 12,5 56,2 0,003*

*estadísticamente significativo p < 0,05

Los valores promedios de las mediciones antropométricas e indicadores del estado nutricional se reflejan en la Tabla 2. Por la relación existente entre la disminución de la talla con el aumento de la edad, se muestran las cifras de la estatura en los dos grupos de edad que predominaron en la muestra: menores de 55 años (56,2%) y mayores de 55 años (43,8%). A pesar de que en ambos períodos los indicadores nutricionales se encontraron dentro del rango adecuado y la población estudiada mostró un estado nutricional aceptable de manera general, el seguimiento realizado permitió detectar una tendencia en el 2022 con respecto al 2017 al aumento del peso, el IMC y la circunferencia de la cintura y a la disminución de la talla. Las diferencias significativas se reportaron en la disminución de aproximadamente 1 cm en la estatura y el aumento de aproximadamente 3,92 cm de la circunferencia de la cintura.

TABLA 2 Estadística descriptiva de las mediciones antropométricas e indicadores del estado nutricional 2017 y 2022 

Mediciones antropométricas 2017 2022 Diferencia de medias t. Student Sig. Estadística
X ± DE X ± DE ± DE
Peso (kg) n = 16 71,56 ± 14,3 72,34 ± 15,6 0,78 ± 4,4 -0,702 0,494
Talla (cm) n = 16 171,86 ± 6,8 170,88 ± 6,8 0,98 ± 0,6 6,064 0,000*
Talla campesinos menores de 55 años n = 9 172,61 ± 6,5 171,54 ± 6,7 1,07 ± 0,5 6,021 0,000*
Talla campesinos mayores de 55 años n = 7 170,90 ± 7,5 170,03 ± 7,4 0,87 ± 0,8 2,869 0,028*
IMC (kg/m2) n = 16 24,15 ± 4,1 24,69 ± 4,6 0,54 ± 1,5 -1,44 0,17
Circunferencia de la cintura (cm) n = 16 86,08 ± 10,9 90,00 ± 12,6 3,92 ± 4,7 -1,070** 0,004*

*estadísticamente significativo p < 0,05

** Z de Wilcoxon

La Tabla 3 muestra la clasificación de la circunferencia de la cintura (Lean et al., 1995) y del IMC (Shetty & James, 1994). En 2022 se observó el aumento estadísticamente significativo del IMC y la circunferencia de la cintura por desplazamiento hacia categorías superiores. Se triplicaron los campesinos con sobrepeso grado II y aumentaron aquellos con circunferencia de la cintura de más de 94 cm, constatándose el incremento de adiposidad abdominal y el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles.

TABLA 3 Clasificación de los indicadores nutricionales 2017 y 2022 

Indicadores nutricionales N = 16 2017 2022
Índice de masa corporal N % N %
Desnutrición energética crónica III 0 0 0 0
Desnutrición energética crónica II 1 6,2 0 0
Desnutrición energética crónica I 1 6,2 2 12,5
Aceptable 7 43,8 6 37,5
Sobrepeso I 6 37,5 5 31,2
Sobrepeso II 1 6,2 3 18,8
Sobrepeso III 0 0 0 0
Total 16 100 16 100
Z de Wilcoxon = -2,000 p = 0,046*
Circunferencia de la cintura (cm) N % N %
Normal < 94 12 75 9 56,2
Riesgo incrementado ≥ 94 < 102 3 18,8 4 25
Riesgo muy incrementado ≥ 102 1 6,2 3 18,8
Total 16 100 16 100
Z de Wilcoxon = -2,236, p = 0,025*

*estadísticamente significativo p < 0,05

DISCUSIÓN

Cambios en la frecuencia de consumo de alimentos entre 2017 y 2022

La dieta en el 2022 fue menos variada respecto al 2017, con tendencia a la disminución de la frecuencia de consumo en 13 de los 20 alimentos analizados. Independientemente de las variaciones registradas, en ambos períodos predominó el consumo frecuente de arroz, granos, viandas, panes y galletas. Investigaciones previas reportan la elevada demanda de productos como el arroz y los granos entre los campesinos cubanos, los cuales acostumbran a comer el arroz solo o acompañado con carnes en salsas, potajes de frijoles, o ambos mezclados, obteniéndose lo que en Cuba se denomina "el congrí" (Rodríguez Ruiz, 2020). En cuanto a las viandas, las mismas son elementos constituyentes de la comida tradicional, que se encuentran fuertemente arraigados en la dieta (Juárez, 2013).

Un estudio realizado por Porrata en la población cubana de hace más de 15 años, que incluyó a 3.426 personas consideradas como representativas de las áreas urbanas de Cuba, analizó las preferencias alimentarias en el territorio nacional, ordenando los resultados de la encuesta de forma descendente según los porcentajes de las respuestas (Porrata Maury, 2009). En este se obtuvo que el pan ocupó el cuarto lugar, lo cual coincide con el frecuente consumo de panes y galletas encontrado en la comunidad rural La Picadora. Al respecto, investigaciones previas en población cubana señalan la extensión al campo de costumbres urbanas y productos de fabricación industrial, lo cual ha influido en la mayor presencia de panes y galletas en las zonas rurales del país (González Noriega & Núñez González, 1995).

Diversas investigaciones refieren un menor consumo de frutas y vegetales (Barrial Martínez & Barrial Martínez, 2011), así como de productos lácteos (Porrata Maury, 2009) en la población cubana. En los campesinos estudiados, el consumo de frutas aumentó y el de vegetales disminuyó discretamente en el período de tiempo analizado. Esto puede estar relacionado con las observaciones realizadas en esta comunidad por Sørensen, la cual relata que la mayoría de los residentes de la comunidad poseen pequeñas parcelas en donde cultivan café y árboles frutales como plátano, mango, aguacate, papaya, naranja, lima y guayaba, por lo cual las frutas son alimentos a los cuales la población accede con facilidad (Sørensen, 2019). Moon y colaboradores señalaron que un gran número de familias en La Picadora se dedican a la fruticultura a pequeña escala, cultivando y consumiendo frutas durante el desayuno, la merienda y/o el postre (Moon et al., 2022). En el caso de los vegetales, nuestros resultados muestran que de manera general los mismos son considerados como un alimento secundario. Sin embargo, la incorporación de la comunidad al agroturismo a partir de 2016 y la llegada frecuente de visitantes extranjeros, ha modificado algunas prácticas alimentarias, incentivando en los pobladores el consumo de vegetales en forma de ensalada durante las comidas, así como de pescado y tés de hierbas, lo que ha contribuido a diversificar la cultura alimentaria de los residentes locales (González Denis et al., 2019). Es importante tener en cuenta además que la ingesta de frutas y vegetales se ha visto afectada por eventos climatológicos en la comunidad rural estudiada. Ejemplo de ello es el paso del huracán Irma, categoría 5 en la escala Saffir Simpson, en septiembre de 2017, el cual redujo la disponibilidad de frutas y verduras al afectar los cultivos de la región de Yaguajay (Sørensen, 2019).

Con respecto a los lácteos, en el 2022 el 56,2% de los entrevistados declaró no consumirlos por no ser de su preferencia o porque debido a la menor disponibilidad de este producto, son reservados en el núcleo familiar para los niños, ancianos, embarazadas o enfermos. Informes oficiales plantean que aunque la provincia de Sancti Spíritus es considerada una de las de mayor producción lechera del país, a partir de la década de los 90, la disminución en más de un tercio conllevó al desabastecimiento del mercado doméstico y la necesidad de incrementar las importaciones de leche en polvo para cubrir la demanda. La distribución de leche en Cuba se encuentra normada, y el Estado le confiere prioridad a las personas clasificadas dentro de los grupos vulnerables, lo cual deja un déficit en la oferta para el resto de la población (Colectivo de autores, 2017).

En cuanto a los alimentos del grupo IV (cerdo, pollo, embutidos, pescado, vísceras, huevos, granos), en todos se observó una tendencia a la disminución de la frecuencia de consumo con excepción del pollo. Fueron significativas la reducción en la frecuencia de consumo de cerdo y vísceras. Este resultado llama la atención debido a que la carne porcina constituye por excelencia parte de la comida tradicional criolla, indispensable en las celebraciones, e incluso la cría de cerdo para autoconsumo familiar es una práctica ampliamente popularizada tanto en zonas rurales como urbanas (Funes Monzote, 2013).

En entrevista con el líder de la comunidad rural La Picadora, el mismo refirió que el difícil acceso al pienso compuesto para la alimentación animal, afecta la producción de carne cerdo y disminuye la posibilidad de los campesinos de adquirir este producto. A su vez, declaraciones ofrecidas por las autoridades cubanas alegan que la cría de cerdos se ha visto deprimida por la carencia de alimento animal, fenómeno que afecta la masa cárnica estipulada para cada ejemplar antes de su comercialización (Reyes Montero, 2020). La notable disminución de la disponibilidad de carne porcina a lo largo del país ha sido tratada por medios oficiales. Se refiere que desde años anteriores existían afectaciones en el cumplimiento del plan de producción de carne de cerdo, pero que la llegada de la pandemia de COVID- 19 contribuyó a la brusca caída de envíos a la industria alimentaria (Izquierdo Ferrer, 2020). Informes publicados por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) muestran las entregas de animales para sacrificio en enero-diciembre de 2019, 2020 y 2021. Estos datos contabilizan la cantidad de cabezas de cerdo vendidas para destinarlas a la industria o las que se pudieran sacrificar en la propia unidad productora, tanto para la entrega directa de carne a la población, al turismo o para el consumo interno. En 2019 se reportaron 3.945.800 de cabezas de cerdo (ONEI, 2021), en 2020 descendió a 2.166.000 y la cifra continuó disminuyendo en 2021, a 1.937.000 de cabezas de cerdo (ONEI, 2022).

En La Picadora, tradicionalmente el cerdo criollo (Sus scrofa), ha sido criado de forma rústica en tres variantes: 1- extensivamente en potreros; 2- amarrados o encerrados en corral de madera con techo de guano y 3- alimentándolos con el propósito de cebarlos rápido y obtener no sólo la carne, sino la grasa para autoconsumo (Agudín Sánchez & Pérez Pérez, 2016). Teniendo en cuenta la popularidad de la grasa animal para las preparaciones culinarias campesinas, es notable la disminución en la frecuencia de su consumo, y como alternativa, el incremento del uso de grasa vegetal registrado en la encuesta en el 2022 con respecto al 2017. El cambio observado en la frecuencia de consumo de grasa animal y vegetal, así como en la disminución del consumo de vísceras, son resultados derivados de la escasez de carne porcina explicados anteriormente.

En cuanto al consumo de carne de pollo, antes de la llegada del COVID-19, la población cubana la adquiría a través de las tiendas de recaudación de divisas o por la libreta de racionamiento. Esta última constituye una forma de distribución normada de productos a precios subsidiados que surgió durante el período posrevolucionario y que continúa vigente en la actualidad (Fundora García, 2017). En entrevista con uno de los pobladores, refirió que luego de la pandemia, el suministro de carne de pollo congelado a la comunidad se mantuvo a través de la libreta de abastecimiento, atravesando períodos de notable irregularidad. No obstante, la posibilidad de contar con un abastecimiento de carne de pollo de manera racionada (generalmente 5 kg una vez al mes por núcleo familiar), posibilitó que los pobladores de la comunidad rural La Picadora la adquirieran con mayor frecuencia y estabilidad, en comparación con la carne de cerdo y otros productos alimenticios no racionados o dependientes del mercado informal, el trueque o el intercambio.

La encuesta realizada en la presente investigación permitió detectar una disminución estadísticamente significativa de la frecuencia de consumo de dulces y refrescos industriales. Al interrogar a una de las amas de casa de la comunidad, la misma relató dificultades en la adquisición de azúcar que afectó la elaboración de dulces tradicionales caseros, frecuentemente preparados para el autoconsumo. En el año 2022, el azúcar que se distribuyó al sistema del Comercio en Cuba tuvo una afectación de cerca de 60.000 toneladas, a partir de los resultados de la zafra 2021-2022, considerada como la producción más baja en más de 100 años (MINCIN, 2023).

A pesar de que las limitaciones en el suministro de azúcar refino conllevaron a la disminución de preparaciones dulces por parte de las familias campesinas, se identificó que en ocasiones el consumo de azúcares se produce por fuentes alternativas, que no están reflejadas en la encuesta de frecuencia de consumo de alimentos. Uno de los campesinos entrevistados relató el consumo frecuente de "puñados de azúcar" en el horario de la mañana, a modo de energizante durante jornadas laborales intensas y como alternativa ante la no disponibilidad de otros productos para merendar. Por otra parte, la esposa de uno de los campesinos relató que bebidas tales como los jugos de frutas naturales, el café y la leche no son del total agrado a menos que sean previamente endulzados con azúcar refino. Algunos autores reportan el gusto por lo dulce en la población cubana, lo cual implica adicionar cantidades excesivas de azúcar no solo a los postres caseros, sino también a batidos, jugos naturales, leche y café, existiendo de manera generalizada el deseo de consumir comida chatarra, como refrescos industriales (Díaz Sánchez, 2011)

El gusto por el consumo de azúcar en la comunidad tiene su origen en factores socioculturales. Desde 1645 el azúcar ha formado parte de la historia y la cultura de Yaguajay, existiendo en esa fecha el primer ingenio, con nombre homónimo. Los campesinos de La Picadora trabajaron en el pasado vinculados a la caña de azúcar, tanto en ingenios, centrales o complejos agroindustriales azucareros. Los centrales azucareros de Yaguajay cerraron paulatinamente entre los años 1995 y 2003, por lo que los campesinos tuvieron que incorporarse a otras labores (Borroto et al., 2019). Sin embargo, el azúcar ha formado parte de la actividad económica, vida cotidiana, cultura, historia y alimentación de los habitantes del municipio a lo largo del tiempo y ha dejado huella en sus hábitos y prácticas alimentarias.

La pesquisa realizada en el 2022 en la comunidad rural La Picadora, se desarrolló en un contexto en el que el panorama económico y epidemiológico de los últimos años ha repercutido fuertemente en la vida y en la seguridad alimentaria de las poblaciones (Ganesan, 2020). Al decir de Ramírez y colaboradores, si bien existen limitadas evidencias sobre la inseguridad alimentaria a nivel familiar vinculada con el COVID-19 por no ser un tema tratado en Cuba, sí están presentes muchas de las condiciones que la favorecen (Ramírez et al., 2022).

Cambios en el estado nutricional entre 2017 y 2022

Nuestros resultados muestran que en ambos períodos los promedios del IMC y de la circunferencia de la cintura se mantuvieron dentro de los rangos adecuados. Sin embargo, el seguimiento realizado indicó que en el año 2022 disminuyeron los individuos con IMC aceptable y con circunferencia de la cintura normal y fueron estadísticamente significativos el incremento de la circunferencia de la cintura y la disminución de la talla.

En los dos grupos de edad estudiados en la presente investigación: menores y mayores de 55 años, se observó lo esperado, es decir, una reducción de aproximadamente 1 cm de la talla en un período de 5 años, con un valor promedio de 0,87 cm para los mayores de 55 años y 1,06 cm para los menores de 55 años. Es necesario tener en cuenta que posibles diferencias entre ambas series pueden deberse a que las mediciones obtenidas en las dos ocasiones fueron realizadas por diferentes medidores que utilizaron distintos equipos de medición. No obstante, la literatura describe cambios fisiológicos y patológicos que inducen a una disminución de la talla a lo largo del tiempo, entre los que se citan la desmineralización ósea, fracturas, compresión de discos intervertebrales, cifosis dorsal, escoliosis, aplanamiento del arco plantar, entre otros (Conroy Ferreccio, 2017). Aunque este tipo de afectaciones se espera que ocurra con mayor severidad en adultos de más de 60 años, es necesario resaltar que la disminución de la talla en trabajadores agrícolas desde edades anteriores puede estar relacionada con el deterioro prematuro de su salud debido a las labores que realizan y las condiciones estresantes bajo las que trabajan. Se plantea que ellos están sometidos a una serie de enfermedades asociadas al trabajo realizado, entre las que destacan, los trastornos degenerativos y enfermedades musculoesqueléticas, las cuales pocas veces son notificadas. Los bajos reportes pueden estar relacionados con la lejanía de los trabajadores a los centros hospitalarios, la falta de información de los profesionales de la salud con respecto a los riesgos de este sector o a las dificultades en el diagnóstico al no poder separar con precisión los efectos de la edad con los de los riesgos laborales (Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, 2008). Investigaciones previas sugieren la influencia de la actividad física de moderada a intensa durante largos ciclos de siembra y cosecha acompañados de períodos de recuperación cortos, la realización simultánea de otras labores para subsidiar a sus familias, así como efectuar las mismas de forma manual, sin la asistencia de sistemas mecanizados, por solo citar algunos ejemplos de condiciones laborales que agravan su salud (Du et al., 2022).

El IMC ha sido utilizado como indicador de salud en la evaluación antropométrica del estado nutricional. Sin embargo, a pesar de su simplicidad y objetividad, no permite diferenciar entre masa grasa y masa libre de grasa, por lo que la circunferencia de la cintura se ha propuesto como un complemento, al brindar información sobre la distribución de la grasa abdominal (Molina et al., 2021), el riesgo cardiovascular (Colectivo de autores, 2014), y la determinación del riesgo de muerte prematura (Díaz Sánchez et al., 2022).

A nivel mundial, el IMC medio entre los adultos es mayor en individuos viviendo en áreas urbanas que en aquellos procedentes de áreas rurales, así como en las mujeres con respecto a los hombres. Sin embargo, hay evidencias recientes de que la prevalencia de la obesidad ha aumentado más rápidamente en las zonas rurales que en las urbanas en los países de bajos y medianos ingresos (Food and Agriculture Organization of the United Nations -FAO-, 2022). El acelerado aumento del IMC y la malnutrición por exceso de calorías en zonas rurales parecen estar motivados por el incremento de la urbanización de las zonas rurales, la maquinaria como reemplazo de la fuerza humana y el crecimiento económico que posibilitan más gastos en alimentos y la fácil adquisición de carbohidratos procesados (NCD-RisC, 2019; Popkin, 2019).

En Cuba, datos aportados por las Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo realizadas en 1995, 2001 y 2011, indican que el exceso de peso (sobrepeso global) se ha incrementado en la población general de 32% a 42,3% y 44,8% respectivamente (Varona Pérez et al., 2018)‬. Por su parte, el incremento significativo de la circunferencia de la cintura coincide con estudios previos realizados en la población cubana, que reportan el ascenso del exceso de adiposidad central con riesgo de elevar la comorbilidad por enfermedades crónicas no transmisibles (Colectivo de autores, 2014)‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬. Un estudio realizado recientemente en una muestra de 14.339 cubanos, pertenecientes tanto a zonas urbanas como rurales de las regiones occidente, centro y oriente del país, mostraron que el exceso de peso y la adiposidad abdominal se han incrementado en la población cubana, sin diferencias significativas por zonas de residencia (Díaz Sánchez et al., 2022)‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬.‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬

En una pesquisa previa realizada por Peña se evaluó el estado nutricional de 19 campesinos de la comunidad rural La Picadora en octubre de 2017 y transcurridos cinco meses después, en marzo de 2018. En esta ocasión se detectó la pérdida de aproximadamente 1 kg de peso, registrándose el aumento de la actividad física luego del paso del huracán Irma (Peña Alcolea, 2019). En este período se incrementaron las actividades de reconstrucción de las viviendas, la tala y recogida de árboles y la intensificación de las labores agrícolas como alternativa a la recuperación de las cosechas (Vázquez Sánchez et al., 2020). Cinco años después, en 2022, los autores de la presente investigación volvieron a evaluar a 16 de estos 19 campesinos iniciales, detectándose por medio de entrevistas, una serie de cambios en la vida cotidiana motivados por la llegada de la pandemia de COVID-19. Los campesinos entrevistados refirieron largos periodos de inactividad ocasionados por el confinamiento obligatorio durante la pandemia. Además, tres de ellos abandonaron la agricultura y se incorporaron a labores más sedentarias, lo que conllevó modificaciones en el ritmo de vida por realizar labores físicamente menos demandantes.

La muestra estudiada presentó de manera general indicadores nutricionales dentro del rango normal en los dos períodos estudiados. Las medias del IMC en el 2017 y el 2022 fueron de 24,15 kg/m2 y 24,69 kg/m2 respectivamente, con una variación de solo 0,54 kg/m2. Un comportamiento diferente se observó en la circunferencia de la cintura, en donde las medias no sobrepasaron los 94 cm en ninguno de los dos años evaluados, pero el monitoreo a lo largo del tiempo permitió constatar el incremento significativo de 3,92 cm de manera promedio. Investigaciones sugieren que individuos normopeso pueden presentar factores de riesgo cardiovascular, como resistencia a la insulina, intolerancia a la glucosa, perfiles lipídicos aterogénicos e hipertensión arterial. Aunque la causa no ha sido completamente determinada, los estudios epidemiológicos señalan el acúmulo de grasa abdominal como uno de los principales factores de riesgo, situación que puede escapar del monitoreo sanitario, al no ser percibido el riesgo en poblaciones con un IMC normal (Du et al., 2015). Estos elementos demuestran la importancia del seguimiento de las poblaciones a lo largo del tiempo para detectar los factores de riesgo y comprender la influencia de los mismos en la salud general de los individuos.

Varios estudios reportan el efecto del COVID-19 en la actividad física, el sedentarismo (Santos Miranda et al., 2022) y los hábitos alimentarios (Severi & Medina, 2020) de las poblaciones latinoamericanas y del mundo en general. Específicamente en los trabajadores agrícolas, el distanciamiento social, las restricciones de desplazamiento, el confinamiento y el autoaislamiento durante la pandemia repercutieron negativamente en sus actividades diarias conllevando a retrasos en las cosechas o pérdidas de alimentos (Bochtis et al., 2020). La presente investigación incluyó datos del periodo prepandémico (2017) y pospandémico (2022), lo que permitió identificar que algunos de estos elementos reportados previamente en la literatura internacional, impactaron en el deterioro de la diversidad dietética y del estado de salud de los campesinos estudiados.

Es necesario destacar entre las limitaciones del presente estudio, el reducido tamaño de la muestra y los posibles errores de medición, debido a que las mediciones antropométricas se realizaron en 2017 y 2022, con medidores e instrumentos diferentes. No obstante, la principal contribución de esta investigación reside en la comparación de datos de alimentación e indicadores nutricionales en los mismos individuos en dos series separadas por cinco años. Ello posibilitó realizar un seguimiento y detectar cambios en la frecuencia del consumo de alimentos y en el estado nutricional en el grupo de campesinos seleccionados, así como describir las consecuencias del impacto de la crisis económica y de la pandemia de COVID-19.

CONCLUSIONES

La dieta en el 2022 se caracterizó por ser menos variada con respecto al 2017, con disminución de la frecuencia de consumo de varios alimentos, debido a la influencia de la situación económica y epidemiológica y la escasa disponibilidad de productos. El patrón de alimentación unido a los cambios en los modos y estilos de vida durante la pandemia de COVID-19, constituyeron factores de riesgo para el aumento de la adiposidad abdominal reportada en campesinos normopesos y sobrepesos. Las mediciones antropométricas permitieron describir el estado nutricional de la muestra, demostrando su utilidad para identificar a largo plazo el impacto multidimensional de la pandemia de COVID-19 en las poblaciones rurales agrícolas.

AGRADECIMIENTOS

A los miembros de la comunidad La Picadora. A Sairys Peña Alcolea y a Yoandry Alfonso Díaz Fuentes, por sus aportes al estudio de 2017.

Proyecto de investigación Antropología rural y pesquera: estilos de vida y adaptación al cambio ambiental de poblaciones agrícolas y de pescadores residentes en Yaguajay, Sancti Spíritus. Universidad de La Habana

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Notas

1Término utilizado en Cuba para hacer referencia a los tubérculos, raíces feculentas, frutas como algunas variedades de plátanos y hortalizas como la calabaza.

Financiamiento: Proyecto de investigación Antropología rural y pesquera: estilos de vida y adaptación al cambio ambiental de poblaciones agrícolas y de pescadores residentes en Yaguajay, Sancti Spíritus. Universidad de La Habana.

Recibido: 17 de Septiembre de 2022; Aprobado: 28 de Junio de 2023

*Correspondencia a: Diana Valdés Massó. Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Miguel Enríquez. Ramón Pinto #202 Luyanó, Diez de Octubre, La Habana, Cuba, 10700. E-mail: d.valdesmasso@gmail.com

CONFLICTO DE INTERESES

No existen conflictos de intereses.

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