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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.2 no.3 La Plata July/Dec. 2001

 

Barsky, Osvaldo; Jorge Gelman. 2001. Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX. Buenos Aires: Grijalbo-Mondadori. 460 p.

Graciano, Osvaldo Fabián

Universidad Nacional de La Plata. Centro Estudios Históricos Rurales; CONICET

   En las dos últimas décadas, el profundo proceso de renovación tanto teórico-metodológico como temático que se produjo en el campo de la historiografía argentina, permitió la constitución de la historia agraria como un espacio historiográfico (y hasta subdisciplinar si se quiere), que cuenta con sus propios especialistas, sus ámbitos institucionales y medios de difusión (como el Centro de Estudios Históricos Rurales, la Red de Estudios Rurales, el Programa Interdisciplinario de Estudios Agrarios), orientados a reconstruir la economía, las estructuras sociales, las formas de sociabilidad y de trabajo y la cultura que emergieron del mundo rural argentino a lo largo de varios siglos. En éstos años proliferaron los estudios regionales y microhistóricos sobre los sistemas agrarios en el mundo indígena y la organización productiva regional en el período colonial, los regímenes tenencia y propiedad de la tierra en el período virreinal, en la Argentina independiente y del siglo XX, de las estructuras agrarias, demográficas y sociales que se constituyeron a partir de ellas y, para sólo citar una más de ésas líneas temáticas, los estudios referidos a economías regionales como las de Cuyo, la Patagonia o Tucumán. La historia agraria se ha nutrido también del aporte de disciplinas como la antropología y la arqueología y de los estudios realizados en ámbitos técnicos como el INTA o el Indec.
   Un rasgo fundamental de estas nuevas líneas de investigación fue la innovación metodológica que aportaron a través de trabajos de campo que abordaron su objeto de estudio, a partir de aproximaciones sectoriales y regionalizadas y a través de un cambio relevante en el tipo de fuentes utilizadas, como la mayor recurrencia al análisis de fuentes censales y catastrales, de registros parroquiales y notariales, de contratos de arrendamientos y de los asientos contables de las estancias o ingenios azucareros y las que proveyeron las técnicas de encuesta y entrevista, entre otras. Estos diversos aportes monográficos, parciales y fragmentarios, fueron sin embargo modificando la imagen dominante de la historia agraria argentina, formada a través de textos clásicos como los más tempranos de Jacinto Oddone La burguesía terrateniente argentina (1930), de Horacio Giberti Historia Económica de la Ganadería Argentina (1954) y El desarrollo agrario argentino (1964), el libro de James Scobie Revolution on the Pampas. A social history of Argentine wheat, 1860-1910 (1964) y el más reciente de Romain Gaignard La Pampa argentina. Ocupación, poblamiento, explotación, de la conquista a la crisis mundial (1550-1930), publicado en 1989.
   El libro del economista y sociólogo rural Osvaldo Barsky y el historiador Jorge Gelman, viene a apoyarse en ese caudal historiográfico elaborado en las dos últimas décadas e intenta brindar una síntesis global e integradora de la historia del agro argentino, a partir de las nuevas perspectivas de abordaje de la misma, exponiendo las características específicas de los sistemas agrarios que se desarrollaron en lo que desde el siglo XIX constituyó el espacio geográfico argentino. La obra abarca desde los comienzos de su poblamiento por bandas de cazadores y recolectores y las diversas formas de apropiación de los recursos naturales y de organización social, que se fueron desarrollando hasta la conquista española en el siglo XVI y el período de cinco siglos que median entre ésta última y la situación agropecuaria del presente, analizada bajo el impacto de las políticas de desregulación de la economía iniciadas en 1991. Pero éste libro no sólo se apoya en un nuevo estado de la cuestión agraria argentina formulada por la historiografía, sino que también lo hace en los propios aportes realizados por los autores a través de sus investigaciones sobre el mundo rural colonial (en el caso de Gelman) y de la estructura agraria contemporánea (en el de Barsky).
   Su construcción se desarrolla así desde una perspectiva esencialmente histórica en sus primeros cinco capítulos y una dominantemente sociológica, en aquellos que se extienden entre la organización de la economía agroexportadora pampeana y los últimos años del siglo XX, demostrando los resultados que un abordaje interdisciplinario puede conferir a una obra de éste tipo. Y es que la diferente formación profesional de los autores y su propia especialización en la historia agraria desarrollada en vinculación con los equipos de investigación de Flacso, el INTA, el Indec como en el caso de Barsky y de la carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires, la Red de Estudios Rurales y el Conicet en el de Gelman (ámbitos en los cuáles han desarrollado sus trabajos), son las marcas visibles que el despliegue del libro revela al lector. No se trata de marcar una crítica de éste tipo a una empresa de reconstrucción del desarrollo rural argentino que resulta valiosa, en primer lugar, porque ella viene a posibilitar asir de modo totalizador el pasado de un país que fue esencialmente agrario durante gran parte de su historia y en el que el sector agropecuario ha sido (y en parte todavía lo es), factor de su modernización económica y social.
   En segundo lugar y como expresan los autores en su introducción, la importancia de la obra reside también, en el valor comprensivo que el conocimiento del pasado agrario brinda sobre la historia argentina en su conjunto: "...construir una síntesis sobre el desarrollo agrario del territorio argentino en el largo plazo, como un elemento central para pensar la evolución más general del país, así como los problemas de su presente..." (pág. 11). Así, una de las claves centrales que pueden explicar el fracaso y postración que vive el país desde las primeras décadas del siglo XX, puede encontrarse en sus estructuras agrarias. Como los autores dejan entrever en ése argumento, su mérito reside en el intento de reconstruir una historia argentina tomando como eje articulador su pasado agrario, que permite comprender las causas históricas de su diferenciado y desigual desarrollo económico y social regional. Reconstruir una historia agraria que sea parte central para dilucidar la historia del país, es sin dudas el objetivo fundamental del libro, como se puede inferir en el párrafo antes citado.
   A diferencia de textos como los de Oddone, Giberti o Gaignard, que concentraban su atención en la evolución sectorial de la economía agraria (esto es, se ocupaban excluyentemente del análisis de la agricultura o de la ganadería) y centralizados en la región pampeana, el de Barsky y Gelman pretende estudiar tanto el desarrollo ganadero como el operado en el sector agrícola, ateniéndose a la vez a mostrar las específicas modalidades regionales que sus desenvolvimientos tuvieron y las estructuras agrarias regionales que fueron generando. El objetivo de los autores es reconstruir la evolución agraria argentina en el largo plazo, analizando también cuestiones como las políticas agrarias, la organización del trabajo rural, los procesos demográficos y los cambios a nivel de las estructuras familiares que en esos contextos se operaron. La nueva visión del pasado que surge de ésta reconstrucción, muestra una sociedad agraria compleja, rica en diversidades productivas y sociales.
   Así por ejemplo, el capítulo I revela las profundas diferencias de las formas de organización social y económica de las comunidades indígenas precolombinas, de sus patrones de ocupación del territorio nacional, del estadio de su desarrollo material y específicamente de la explotación de los recursos naturales, hallándose pueblos en estadios propios de la caza, la recolección y la pesca y otros que ya habían desarrollado la agricultura y la domesticación de animales. En éste mismo capítulo, se describe el impacto sobre las culturas indígenas de la conquista española y del producido por el nuevo sistema agrario colonial y las nuevas formas de explotación del trabajo que se fueron organizando desde mediados del siglo XVI.
   Los capítulos II y III reconstruyen el nuevo espacio económico y social del período colonial, con su centro económico en la minería altoperuana de Potosí, pero conformado también por diversas economías regionales que se organizaron en torno de diferentes producciones agrícolas (cereales, yerba mate, vino), y ganaderas (como la producción de mulas) y el desarrollo de rudimentarias industrias textiles. Las evidencias del análisis histórico demuestran también la coexistencia en ese mundo colonial, de diferentes tipos de organización del trabajo (encomiendas, esclavitud y asalariado), de la organización de establecimientos productivos de origen laico (como las estancias de cría de mulas en Córdoba) o pertenecientes a órdenes religiosas (representado por el complejo de misiones y haciendas jesuitas de Córdoba y Misiones) y de formas de explotación rudimentarias del ganado cimarrón (como las vaquerías de Litoral). Completan el nuevo cuadro el fuerte desarrollo de la región Litoral hacia el final del período colonial, en cuyas tierras se expande ahora la estancia ganadera (en reemplazo del extinguido ganado salvaje) junto con la agricultura del trigo, desarrollada en pequeñas explotaciones familiares y destinada a abastecer el mercado de la nueva capital virreinal. Surge en el Litoral (y éste es el otro dato revelador), una numerosa población campesina que practicaba la agricultura de tipo familiar.
   Los capítulos IV y V reconstruyen las peculiaridades de la desarticulación de las economías regionales, los procesos de reorganización productiva de las mismas y los reordenamientos de los circuitos comerciales internos, derivados de los cambios que introducen el período revolucionario-independentista y el de organización del Estado nacional, luego de la caída de Rosas. Si en las postrimerías del siglo XVIII, el mundo agrario mostraba profundas diferencias de desarrollo económico y peso demográfico en favor del centro y noroeste del virreinato y un Litoral de escasa población pero que reconocía un importante aumento demográfico y económico gracias a las reformas imperiales de fines del XVIII (desarrollo incipiente de las exportaciones de cuero), ese mundo se ve violentamente trastocado por las guerras independentistas. El derrumbe del comercio interregional y del que unía al noroeste con la economía potosina y de Cuyo reforzando sus lazos con el mercado trasandino, la vinculación directa con el mercado mundial del litoral y la gran expansión ganadera bonaerense, serán los datos centrales de la economía agraria de las primeras décadas del siglo XIX. Pero junto a esa expansión ganadera primero bovina y luego ovina, los autores demuestran cómo persiste y se fortalece la producción agrícola campesina orientada hacia los mercados urbanos, al que se le agrega el proceso de colonización agrícola con inmigrantes europeos en Santa Fé y sur de Córdoba.
   Un dato central del período 1850-1880, es que en él se consolida un proyecto de modernización económico y societal fundado en la especialización productiva agropecuaria para el mercado mundial, que se asegura con la conquista y ocupación de los territorios indios (Patagonia y el gran Chaco), la definitiva organización política del país y la incorporación de tecnología, trabajo y capitales extranjeros. Ese proceso de transformaciones económicas que se despliega lentamente en esas tres décadas, se acelerará vertiginosamente entre 1880 y la primera guerra mundial, convirtiendo a la Argentina en uno de los primeros exportadores mundiales de cereales y carnes.
   En el capítulo VI los autores reconstruyen los factores y condiciones nacionales e internacionales (revolución de los transportes terrestres y marítimos, capitales e inmigración masiva), que hicieron factible la organización en la región pampeana de la economía agroexportadora argentina, la profunda reconversión técnica y productiva de las estancias ganaderas en función de la demanda de los frigoríficos y el desarrollo de la agricultura del cereal. Los sistemas de comercialización y transportes, las tecnologías productivas, el régimen de propiedad y tenencia de la tierra, las políticas agrarias estatales, son algunos de los tópicos sobre los que se reconstruye la etapa de la historia económica y social argentina de mayores y profundos cambios estructurales. Barsky y Gelman afianzan en éste capítulo un cuadro de la estructura social y económica del agro pampeano compleja y diversa, en la cuál coexisten un universo de diversas capas de productores agrícolas y ganaderos propietarios y no propietarios, y unidades productivas de muy diferente tamaño, cuadro muy alejado de la visión tradicional, dominada por el contrapunto entre una agricultura extensiva de pobres chacareros arrendatarios y latifundistas ganaderos.
   La vulnerabilidad de una economía primario exportadora como la Argentina, dependiente en extremo de las condiciones internacionales, es analizada en el capítulo VII, en el cuál se describe el impacto de esas condiciones externas para la agricultura y la ganadería pampeana y los conflictos agrarios que se desatan en ella. En tanto que el VIII se aboca al análisis del derrumbe de ésa economía a partir del crack mundial de 1929, que se desarrolla a su vez en el marco de una crisis agrícola mundial que la precede. Frente a la crisis de la economía pampeana, se asiste a una fuerte intervención estatal en el despliegue de políticas de intervención y regulación orientadas a su apuntalamiento, comprobándose la pérdida de su gravitación en el crecimiento de la economía nacional, sin perder sin embargo su centralidad. Barsky y Gelman describen también las consecuencias de la crisis en las economías regionales del interior, y analizan la expansión en ellas, de nuevas producciones en esos mismos años '30 (algodón en Chaco, arroz en Entre Ríos y Corrientes), que completa el cuadro productivo regional desarrollado por los autores en los capítulos VI y VII, sobre los complejos agroindustriales del azúcar en el noroeste y Tucumán y del vino en Cuyo, la especialización ovina y frutícola en la Patagonia, la explotación forestal en el Chaco, la producción de tabaco en Corrientes y de yerba mate en Misiones.
   Los tres capítulos finales desarrollan las vicisitudes y cambios de la economía y la sociedad agraria argentina entre 1940 y el año 2000, una etapa caracterizada por fuertes cambios en el mercado mundial de productos agrícolas y ganaderos y de la condiciones tecnológicas de su desarrollo productivo. Además de esos cambios, en ellos se analizan como cuestiones centrales las consecuencias para las exportaciones agrícolas de nuestro país, del boicot norteamericano y las políticas hacia la agricultura pampeana por parte de los gobiernos conservadores y del peronismo (capítulo IX). Tópicos importantes de éste capítulo serán la discusión del retroceso tecnológico del agro pampeano con relación a otros países productores agropecuarios y del estancamiento de la región pampeana entre 1930 y 1960, cuestión ésta última que cubrió gran parte de la discusión académica y política de los años '60 y '70 y que la nueva historiografía a redefinido por completo, ya que el estancamiento afectó a la agricultura y no a la ganadería pampeana que sí se expandió, al igual que los cultivos industriales regionales. Éstos capítulos reconstruyen los cambios en la estructura agraria entre 1940 y 1970, a partir de una profusa utilización de censos agropecuarios y nacionales y de información estadística elaborada por otros autores y por el mismo Barsky y el fin del sistema tradicional de arrendamientos en la región pampeana.
   Finalmente, el capítulo XI permite conocer las modalidades del desarrollo productivo agropecuario a partir del profundo cambio de las políticas económicas implementadas desde 1991. En él se brinda una evaluación de los cambios en la estructura agraria pampeana, en base al censo nacional agropecuario de 1988. El libro se cierra con un ensayo bibliográfico de orientación temática, aunque el texto le adeuda a los lectores, mapas económicos regionales, que les hubiera brindado una imagen de ubicación espacial, más al tratarse de una obra que se destina a un público no sólo universitario.
   Por último, el cuadro que nos brinda el libro de Barsky y Gelman sobre el agro argentino en el largo plazo, es una historia agraria llena de matices sobre las características de su sistema agrario y sus diferencias regionales, como también de sus actores económicos y sociales y si no deja de tener una presencia dominante en la misma la región pampeana, gana en ella una sólida gravitación el desarrollo productivo del agro de las diversas regiones del país.

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