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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.4 no.8 La Plata Jan./Jun. 2004

 

Vandana Shiva. Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos, Buenos Aires, Paidós, 2003, 166 p.

Juan Ignacio Lozano1

1Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Nacional de La Plata. E-mail: juanilozano@hotmail.com

   Cosecha Robada es un libro que centra su objeto de estudio en algunos aspectos relevantes de la economía de la India; Vandana Shiva plantea cómo, a través de los nuevos modos de producción, se están robando recursos naturales en pos del libre mercado y el comercio internacional que, curiosa, y no casualmente, está en manos de muy pocas compañías. Analiza los ámbitos productivos y las estrategias utilizadas que dan como resultado impresionantes devastaciones y generan efectos negativos que impactan en el presente y que afectarán también a las generaciones futuras.
   
En la Introducción muestra el enfrentamiento entre distintos sectores institucionalizados en empresas, por un lado, y activistas ecologistas, por otro; con una visión opuesta frente a una misma realidad, como lo es la biodiversidad, destacando la posición cortoplacista de las primeras respecto a los recursos, y una perspectiva más escrupulosa de los segundos. Habla de la implícita redistribución de riqueza, a través de la (sobre)utilización de los recursos naturales por parte de gigantescas empresas en detrimento de los intereses de los pobres de hoy y de mañana.
   
Señala el proceso de desnaturalización de  distintas costumbres de producción frente a los intereses imperialistas a lo largo del siglo, mostrando como persiste esta tendencia por la implementación de distintos métodos. En la India –afirma- “las semillas no constituyen, únicamente, la fuente de futuras plantas y alimentos, sino que son el lugar en el que se almacenan la cultura y la historia”. El intercambio es vital para el desarrollo de estas culturas y Vandana Shiva lo explicita claramente en las primeras páginas del primer capítulo. También muestra como los cultivos desarrollados durante siglos enteros en Asia están siendo patentados por grandes empresas, por ejemplo Monsanto, hurtando gratuitamente desarrollos intelectuales ajenos y milenarios. Este tipo de acciones son acompañadas por el fomento de políticas de ajuste estructural que favorecen el voraz embrutecimiento del comercio. Las compañías químicas globales, recientemente redefinidas como compañías de las ciencias de la vida, declaran que sin ellas y sin los productos patentados por ellas, no se podría dar de comer al mundo, un mundo que cada diez años duplica la población de China.
   
La autora se refiere a las distintas prácticas agrícolas y comerciales que no solo degradan el ambiente sino que también desgastan la estructura social en los países del Tercer Mundo, sin que nadie tome verdadera conciencia de ello. El mundo entero -asevera- cierra los ojos a estas cuestiones. Además, estas prácticas de producción cambiantes están destinadas preferentemente a abastecer los grandes mercados internacionales de productos de lujo, relegando la producción de bienes de consumo básico, y condenando al hambre a  importantes masas de población.
   
“Como se le recomienda al Tercer  Mundo que deje de cultivar alimentos y que compre la comida en  los mercados internacionales exportando cultivos comerciales, el proceso de globalización –comenta la autora- conduce a una situación en la que las sociedades agrícolas del Sur se vuelven cada vez más dependientes de las importaciones de alimentos, pero carecen de las divisas necesarias para costear los alimentos importados.” (p. 28)
   
”Desde la perspectiva, contraria a la vida, de las agroempresas, el que la naturaleza se renueve y se mantenga a si misma es un robo, convirtiendo el robo a la naturaleza en un imperativo del mercado ocultándolo tras un cálculo de eficiencia y productividad” (p. 31) A través de este pasaje del libro, la autora, también pugna por una democracia alimentaria libre del totalitarismo que ejerce la globalización del (libre) comercio de alimentos.
   
En el capítulo 2, analiza el modo en que ciertos cultivos, particularmente la soja, están devastando costumbres milenarias desplazando de la dieta de muchas personas alimentos tradicionales y muy arraigados que, en algunos casos, son parte de una forma de vida en sí misma. Cita algunas de las políticas y/o estrategias que se llevan a cabo en la India para facilitar el desembarco del comercio masivo de productos derivados de la soja; ya sea impulsadas por el Estado, o por las grandes agroempresas norteamericanas.
   
Muestra las distintas facetas del comercio mundial de alimentos modificados genéticamente y analiza de qué manera todos los procesos específicos -desde la producción hasta la comercialización final- son abiertamente monopolizados, exhibiendo un significativo y asombroso grado de  desidia y desquicio. Al mismo tiempo detalla los riesgos sanitarios, producto de los cambios en los hábitos de consumo, fomentados por campañas publicitarias que presentan a la soja y sus derivados como un alimento total y diverso, falseando en gran parte los perfiles de la realidad. “La globalización de los alimentos a base de soja constituyen un experimento a gran escala al que se está sometiendo a las generaciones presentes y futuras”...(p. 48), experimento innecesario en función de la diversidad alimentaria ofrecida por la naturaleza.
   
También se refiere puntualmente a los cambios en los medios de producción y captura bajo el mar, aludiendo explícitamente al desequilibrado crecimiento de la pesca industrial y a los tremendos daños que esta causa: ”Estados Unidos es uno de los mayores consumidores mundiales de productos preparados a base de langostinos y su consumo de langostinos es una de las causas fundamentales de las muertes de tortugas” (p. 54) (animales sagrados en la India). Ante esta realidad, ni las organizaciones internacionales de comercio, ni los gobiernos pueden permanecer indiferentes. Refiere  cómo las “modas culinarias” en los países desarrollados determinan los volúmenes de comercialización y de degradación ambiental.
   
Shiva analiza los nuevos modos de cría de langostinos demostrando que contrarían las costumbres y tradiciones en la India y dañando, a su vez, el ecosistema. Y alude, aunque de un modo bastante acotado y poco profundo, a los perjuicios sociales ocasionados por la llamada “revolución verde”. Trata el tema de la vaca loca y su incidencia particular dentro de la cultura india donde la vaca también es considerada como un animal sagrado. Justifica los modos de producción tradicional resaltando la utilización de recursos que se hace de esta manera en contraposición a la cría industrial del ganado vacuno. Muestra cómo afecta la vida social tradicional de la India y como a través del tiempo han ido cambiando, no naturalmente sino de manera forzada, las tendencias de consumo en el mundo entero. Cita, aunque de manera bastante amplia, la trasgresión de las fronteras biológicas y los daños efectivos y potenciales que estas técnicas han causado. Por último, trabaja la “McDonalización” y sus efectos en los hábitos alimenticios y de producción, particularmente en Occidente.
   
En una discusión acerca del manejo y comercialización contemporánea de semillas por parte de las compañías biogenéticas, la autora explica la manera en que las nuevas políticas de comercialización inciden en las economías asiáticas, por ejemplo en la India, donde la agricultura en si misma adquiere un significado mas profundo que en Occidente. Demuestra que los monocultivos y los monopolios tienen una dependencia recíproca que los potencia mutuamente. Cita los casos más relevantes de compañías semilleras y de fusiones que se han producido durante los últimos años, haciendo especial mención de las mas poderosas de nuestra época como Monsanto y Novartis. Cuando analiza la “ingeniería del control total” explica  la dependencia cada vez mayor en que caen los agricultores y cómo algunos desarrollos genéticos podrían causar una difusión paulatina de la esterilidad en las plantas que se reproducen por semillas, ocasionando una catástrofe global si pasaran de los sembradíos a otras plagas y plantas circundantes. En un desafiante párrafo asegura que  “...La tecnología ‘terminator’ (la de modificar semillas para hacerlas inmunes a las plagas) es científicamente brillante y posiblemente un buen negocio, pero ha cruzado la línea, la tenue línea que separa el genio de la locura”...(p. 105) Por último cuestiona la “piratería de las semillas” en casos puntuales como el del arroz y del trigo en la India y alude a que las políticas globales y los acuerdos comerciales fomentan esa “biopiratería”.
   
El capítulo seis quizás sea uno de los más interesantes del trabajo. Aborda  la ingeniería genética y su relación con la seguridad alimentaria. Presenta los aspectos principales de las metodologías desarrolladas por las empresas de biotecnología y las políticas de los Estados que fomentan sus prácticas. Refuta todas y cada una de las virtudes que estas mega empresas presentan al público en pos de sus productos, basándose en conclusiones de carácter científico. Habla de los costes socioeconómicos, los mitos, los riesgos, las políticas de bioseguridad, la subversión de las leyes y otros aspectos de lo que pareciera ser una “campaña” en contra de los alimentos sanos y orgánicos, que actualmente recorre todo el mundo. Por fin, intenta promover el “cultivo de la diversidad alimentaria” a través de los valores más esenciales de la raza humana.
   
Deja planteado un interrogante acerca de si los cultivos modificados genéticamente, como por ejemplo la soja, resultan en definitiva mas caros, perjudiciales y, sobre todo, menos productivos que los tradicionales. Si ello es efectivamente así, ¿como puede ser que gran parte de los agricultores, no sólo argentinos sino del mundo entero, realicen esos cultivos basándose en rendimientos bastante superiores comparados con los cultivos usuales?. En las últimas páginas del libro, Vandana Shiva, hace una justificadísima apología de la ecología “anti-biogenética”, lo que no le quita méritos pero sí algo de agudeza académica al trabajo. Finalmente, en un breve epílogo, hace un llamamiento a la cooperación del mundo entero para resistir el “robo de cosechas”.
   
El trabajo es interesante porque plantea una problemática coyuntural de suma actualidad. En términos generales, el acepta una lectura  fácil y no tediosa aunque usando casi hasta el abuso citas a pie de página refiriendo las fuentes con las que sustenta sus conclusiones. Es interesante porque también centra su análisis en regiones donde las actividades sociales giran en torno a la agricultura y ésta misma es parte de la cultura popular, significativo para quienes estamos insertos en estilos y formas de vida radicalmente distintas.

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