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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. v.5 n.9 La Plata jul./dic. 2004

 

Noemí Girbal-Blacha. Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político-económicas, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2004, 275 p.

Marcela P. Ferrari 1

1Centro de Estudios Históricos. Universidad Nacional de Mar del Plata. E-mail: mferrari@mdp.edu.ar

   Este libro viene a coronar las investigaciones realizadas por la autora desde hace largo tiempo sobre la política económica del peronismo. Su propósito primordial es interpretar las decisiones político-económicas del Estado peronista que surgen de las relaciones de cooperación y de conflicto entre quienes dirigen el Estado y los actores socio-económicos.  
    Girbal afirma que es necesario confrontar la impronta dejada por el peronismo en la memoria colectiva  con los hechos, para deshacer ciertos mitos y conocer más de cerca aquella realidad histórica. Desde una interpretación que no elude la cita de Paul Ricoeur, Pierre Bourdieu y Jacques Revel, entre otros, adelanta en la introducción que desde el discurso oficial se construye una imagen de prosperidad del Estado benefactor peronista que coincide con el período 1946-1950, caracterizado por la redistribución del ingreso. Desaparecida la prosperidad durante el segundo mandato, el gobierno siguió apelando a aquella memoria y logró que la imagen persistiera en la población. 
    La autora sintetiza dos medidas que impregnaron la memoria colectiva y contribuyeron a crear el mito peronista: la repatriación de la deuda externa y la nacionalización de los servicios. En el mismo plano, coloca el apoyo del peronismo a los sectores industriales dinámicos en desmedro del sector agrario y lo cuestiona a partir de la evidencia empírica, reparando en la política de créditos oficial.
    Girbal analiza la distribución, las condiciones y el uso de los préstamos, a partir de una reconstrucción detallada de los montos acordados en moneda corriente, los rubros beneficiados, el destino dado y el estado de ejecución de los créditos otorgados por las entidades bancarias de mayor envergadura: el Banco de Crédito Industrial Argentino (BCIA), el Banco de la Nación Argentina (BNA) y el Banco de la Provincia de Buenos Aires (BPBA). Justamente, el trabajo ha sido construido a partir de un análisis minucioso de las fuentes oficiales obtenidas de los archivos de estos tres bancos, sin eludir el uso de otra documentación escrita ni de técnicas de la historia oral. 
    En torno a esta variable –el crédito oficial- organiza los cuatro capítulos que constituyen el núcleo de su análisis empírico. En el capítulo II analiza la política de créditos peronista con respecto a los sectores industriales dinámicos antes y después de la “vuelta al campo”. Indica los montos y porcentajes acordados; los tiempos de concertación más frecuentes; la concentración geográfica del crédito que contradice el discurso de distribución “federal” del crédito; el modo en que paulatinamente el crédito deja de ser utilizado para realizar inversiones fijas y pasa a cubrir los gastos de explotación que se habían incrementado al aplicarse las medidas propias del estado de bienestar. Observa la relación del Estado con la UIA, la CGT y el IAPI. Luego, analiza en forma pormenorizada cómo atiende el crédito a los sectores industriales dinámicos, diferenciando por rama industrial, tamaño de las empresas y porcentaje de participación en el monto de créditos totales acordados. Sugiere que las empresas y los empresarios compiten por el poder del aparato estatal.  
    La idea central del capítulo III –y uno de los principales aportes de la autora- es que la actividad agropecuaria y la agroindustria fueron estimuladas por el auxilio del crédito oficial, aun en pleno primer gobierno peronista. Destaca la especialización del BNA y el BPBA como las dos instituciones financieras oficiales abocadas a dar crédito al agro. Justamente, el crédito fue un instrumento de acercamiento entre el gobierno y el sector agrario -tantas veces enfrentados-, incluso antes de la “vuelta al campo”, cuando los créditos y los montos acordados se multiplicaron. El crédito oficial barato alentó las producciones tradicionales localizadas en la región pampeana y las agroindustrias regionales. También en este sector el crédito fue dirigido en su mayor proporción a gastos de explotación que a inversiones. En suma, el Estado auxilió a los empresarios con créditos que les permitieron mantener  los niveles de empleo que suponía el Estado de bienestar. Entre tanto, los empresarios no realizaron inversiones, dedicándose a obtener rápidas ganancias. 
    Los capítulos mencionados constituyen el corazón del libro. Matizan la visión del peronismo histórico y lo complejizan desde una perspectiva novedosa. Reparamos, sin embargo, en dos cuestiones. La primera es la necesidad de haber expresado los montos acordados a valores constantes, comparándolos con el índice de precios y los efectos de la inflación. La segunda, si -más allá del mito- hubo una intención explícita de beneficiar al agro o si, ante la oferta de crédito barato, todos los sectores económicos demandaban crédito para alentar su producción. Estas observaciones no van en desmedro del meritorio análisis realizado. Sólo permitirían ajustarlo y, probablemente, constituyan dos pistas a seguir en estudios sucesivos. 
    Los dos capítulos finales exploran la política crediticia en dos sectores de tratamiento novedoso. Uno de ellos es la política de créditos peronista respecto de las  cooperativas. Luego de sintetizar los orígenes del movimiento cooperativo en la Argentina y de destacar su incidencia en el sector tambero, ganadero y agrícola, la autora describe el modo en que el gobierno, una vez declarada la “vuelta al campo”, procura un acercamiento a estas cooperativas agrarias, fundamentalmente a través del BNA. Asimismo, observa la distribución del crédito a través de estudios de casos regionales, en zonas algodoneras, agrícolas, tamberas, yerbateras y tabacaleras.  
    Por último, Girbal procura conciliar “la historia económica con la historia cultural y el uso político que hace de la cultura popular el gobierno de Juan D. Perón”. Observa cómo el crédito fue puesto al servicio del gobierno del Estado en esta “Nueva Argentina”, de marcado carácter populista, alentando el desarrollo de las empresas de cultura popular que lo favorecían y que controlaba: la radiofonía, el cine y la prensa escrita.  
    Sin dudas, el libro comentado constituye un aporte novedoso para comprender el período analizado y entender los usos políticos de los instrumentos financieros controlados por el Estado, más allá de los mitos construidos por los gobiernos de turno.

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