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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.5 no.10 La Plata Jan./July 2005

 

Guido Galafassi (compilador). El campo diverso. Enfoques y perspectivas de la Argentina Agraria del siglo XX . Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 364 p.

Marta Bonaudo

Conicet/Cesor-Unr

mbonaudo@tower.com.ar

    Cuando uno atraviesa las páginas de este libro se encuentra con un primer diagnóstico, el del esfuerzo realizado para poner en diálogo espacios y producciones históricas que desde diferentes perspectivas, operan como mapa de una realidad que atraviesa más de setenta décadas de la historia argentina. Lejos de aparecer como una historia rural única o, por el contrario, distante de una compilación que reúne fragmentos de historias rurales, el texto posee una lógica interna que va encadenando miradas y procesos y va plasmando una imagen controversial y sólidamente fundamentada de un complejo conjunto de experiencias agrarias que se rastrean desde fines del siglo XIX hasta avanzada la década del setenta del siglo XX. Diríamos que la propuesta nos ofrece un conjunto de puertas de entradas o niveles que tornan estimulante su lectura.
    Un primer nivel de análisis es el que nos ubica en el contexto de producción, en las formas que estos historiadores nos proponen ver sus problemas, comenzando por el artículo de Andrea Reguera 1, el único que específicamente coloca su eje en un análisis de tipo historiográfico y que la lleva a focalizar a las estancias y a sus hombres desde la historia de empresas y empresarial, recuperando de manera dinámica perspectivas metodológicas que van trazando un sólido devenir del objeto, primariamente caracterizado y definido con precisión. Atravesando la bibliografía existente, la autora no sólo recrea esa compleja unidad productiva y social que es la estancia sino que conduce al lector a integrar a su análisis aspectos no frecuentemente discutidos en torno a ella como el grado de control ejercido sobre el patrimonio, la producción, la comercialización, etc. De este modo obliga al lector a desplazarse desde el lugar central que siempre se le ha asignado en el régimen agrario hacia el complejo debate que abre una investigación anclada en la dinámica interna de la misma. Esto no sólo implica modificar la agenda para abordar los nuevos problemas sino también apelar a un universo de fuentes renovado a partir de otras formas de interpelación.
    Si bien los otros artículos no están centrados como el precedente en una propuesta historiográfica, también van introduciendo desde el lugar de sus fuentes o bien a través de sus perspectivas teóricas y/o metodológicas registros diversos en estas maneras de mirar . En algunos de ellos se destaca particularmente una apelación diferente a fuentes tradicionales, condición que las revaloriza gestando alternativas de abordaje como se observa en los trabajos de Talía Violeta Gutiérrez o Graciela Mateo 2. En otros se detectan diálogos recurrentes con planteos teóricos que marcaron las tramas interpretativas de ciertos procesos y que a su vez conducen a nuevas estrategias de producción de fuentes. En esta dirección se destacarían especialmente las propuestas del propio compilador, Guido Galafassi 3 y el artículo de Javier Balsa 4 En el primer caso, el análisis en torno a las Ligas Agrarias conduce al historiador a poner en tensión las pautas interpretativas que utilizaron quienes lo precedieron en el campo. Envuelto en el debate desplegado casi cuatro décadas atrás entre la teoría de la modernización y la de la dependencia , el investigador reabre el problema e intenta leerlo críticamente. En el segundo, el investigador recupera los textos clásicos que aportaron herramientas teóricas y metodológicas para el tratamiento de las construcciones identitarias y los potencia a través de otros diálogos, registros e interpretaciones.
    Pero este plano sólo opera como nivel introductorio de la problemática ya que la misma propone un juego pendular desde las instancias micro a las macro y viceversa, al tiempo que nos va introduciendo en campos regionales diversos que no resultan definidos desde un espacio central sino desde sus propias variables, obligándonos a atender el despliegue recurrente de juegos de equivalencia o subordinación.
    Siguiendo estos procesos fuertemente marcados por relaciones de poder, una segunda puerta de entrada nos conduce a observar los intentos de explicar las permanencias y/o transformaciones en las identidades, en los sujetos y su proyección sobre la dinámica social.
    Desde esta perspectiva se destacan particularmente tres artículos, todo ellos atraídos por el caso bonaerense, en los cuáles sin duda alguna el centro de interés reside en los actores y sus identidades ya mirados desde sí mismos, ya desde otro lugar. Las propuestas de Gutiérrez y Mateo no sólo tienen un fuerte aire de familia sino que nos permiten seguir la continuidad de un proceso que, iniciado en las primeras décadas del siglo XX, tiene su proyección hasta bien avanzados los años cincuenta. Si bien el primero está orientado a mostrar el valor de los jóvenes en el interior de la prédica ruralista que caracteriza esos años y particularmente la coyuntura que se despliega luego de la crisis del '30, y el segundo, utilizando una perspectiva similar, extiende temporalmente la propuesta incluyendo una mirada hacia las mujeres, ambos nos obligan a recuperar en el interior de esos imaginarios, interesantes claves interpretativas. Sendas propuestas realizan una clara articulación entre la prédica ruralista que idealiza, mirando a los sectores subalternos chacareros, la vida en el campo y las respuestas que desde espacios de la sociedad civil (el Museo Social Argentino, la Sociedad Rural, la Federación Agraria, la Asociación de Cooperativas Argentinas) y desde el Estado se viabilizan con miras a detener el progresivo éxodo rural iniciado en los veinte y profundizado en las décadas siguientes. Paralelamente nos devuelven un deber ser mujer o joven, anclado en una sociedad que vuelve a valorizar esa célula social madre que es la familia y ciertos lugares institucionales desde los que se puede potenciar esas identidades miradas desde arriba . Las dos autoras siguen con detenimiento, finalmente, aquellas políticas con sentidos moralizantes y de utilidad social, que se desplegaron a lo largo de esas décadas también como estrategias de control. Son esas imágenes de un mundo chacarero -no obrero- las que vuelven a resignificarse en el texto de Javier Balsa en las etapas posteriores. La estrategia de comparación y contraste con el universo farmer norteamericano que utiliza Balsa -munido de una sólida base documental- le permite, en primer lugar, vincular las transformaciones vividas por el agro pampeano desde mediados del siglo XX y los procesos de migración de los productores chacareros a espacios urbanos con las notorias modificaciones en los modos de vida chacarero y el desvanecimiento del mundo rural precedente. Pero, por otra parte, hace posible un seguimiento de lo que -retomando a Williams- el autor define como los cambios en las estructuras del sentir , cambios que terminan conduciéndolo a la caracterización de esos nuevos sujetos como resultante de un proceso de aburguesamiento , en el que se enfatiza el costado rentístico sobre el productivo. Más allá de la discusión que puede abrir el concepto utilizado en tales términos, resultan sugerentes los modos de entrada al problema y las estrategias cuasi-etnográficas a las que recurre para sustentar su búsqueda.
Un tercer camino para acercarnos al texto nos lo proporcionan aquellas investigaciones orientadas a mostrarnos pautas y estrategias de organización que los actores sociales rurales diseñan con miras a la defensa de sus propios intereses. En este grupo se encuentran trabajos como los de Gabriela Olivera 5, María Silvia Ospital 6, Adrián Ascolani 7 y Guido Galafassi 8. Desde nuestra perspectiva, el principal aporte del artículo de Olivera reside en la recuperación que éste realiza, desde una lógica institucional, de los diferentes diseños estructurales gestados por el movimiento cooperativo ligado a la Federación Agraria Argentina desde sus inicios hasta el primer peronismo. El recorrido planteado por la investigadora le permite no sólo detectar las relaciones existentes entre el movimiento cooperativo y el proyecto gremial federativo sino observar concomitantemente su dinámico diálogo con las políticas de estado, lo que hace posible desde ese lugar recuperar el rol de ese sector como un actor colectivo que dirime su identidad tanto en su propio proceso constitutivo como en relación con sus otros.
    A diferencia del anterior, el texto de Silvia Ospital, si bien va anclar en una dimensión institucional, la del Centro Vitivinícola Nacional y sus sucesivas transformaciones, no se origina en un enfoque institucionalista sino que parte de lo que considera un aspecto poco atendido en el devenir de la experiencia agroindustrial vitivinícola y que resulta central para la misma: la cuestión de la comercialización del producto y la capacidad del empresariado para incidir en el mercado consumidor. Es esta problemática la que está en la base de su búsqueda, la cual a través de diferentes acercamientos le permite recuperar el papel jugado por los grandes empresarios bodegueros y las más importantes firmas comerciales ligadas al modelo, caracterizar el despliegue adaptativo que los mismos realizan en coyunturas de cambio, y perfilar la proyección de sus estrategias expansivas supraregionales haciendo uso, en diferentes planos, de sus estrechos vínculos con el poder político regional y nacional.
    Los dos restantes trabajos, el de Adrián Ascolani y el de Guido Galafassi, si bien intentan reconstruir o bien experiencias sindicales de los trabajadores rurales pampeanos entre 1930 y 1943 (Ascolani) o bien de los pequeños productores y trabajadores algodoneros chaqueños en los '70 (Galafassi), se apropian de esa reconstrucción para poner en debate dos coyunturas claves de la historia argentina y las hipótesis fuertes que atravesaron su interpretación. Ascolani y Galafassi obligan al lector a poner en juego consensos interpretativos previos tanto sobre el proceso que conduce al primer peronismo como en torno a la conflictiva década de los setenta, a rediscutir teorías y tesis pero al mismo tiempo introducen nuevas argumentaciones y referencias a través de sus investigaciones que permiten realizar, sin duda, no sólo una relectura más compleja y potenciada de cada momento. Ofrecen concomitantemente la posibilidad de generar otro tipo de mirada tanto sobre la historia sindical del mundo cerealero, su complejidad, diversidad y persistencia, como en relación con el modelo de desarrollo que las experiencias gestadas por los integrantes de las Ligas Agrarias pretendieron viabilizar.
    Finalmente, el último grupo de artículos se ubicaría en un registro que gira centralmente en torno al tratamiento de la cuestión agraria ya desde esa instancia de mediación entre sociedad civil y estado que es el partido, ya desde las políticas públicas desplegadas por el propio estado. En esta clave podrían ser analizados los trabajos de Osvaldo Graciano 9 , Noemí Girbal-Blacha 10, Adrián Zarrilli 11, Mónica Blanco 12 y Silvia Lázzaro 13
    Los cincos textos, aunque apelan a décadas anteriores en el tratamiento de los problemas que abordan, están centrados básicamente entre 1920 y fines de los '50. Si bien allí no concluyen sus vínculos, trazados básicamente en torno a la temática que abordan, tienen sus especificidades. El artículo de Graciano vuelve a recuperar, entre la crisis de 1929 y la segunda guerra, la hipótesis Justo . Es esa hipótesis, planteada en 1901, la que el autor retoma a través del debate socialista y le permite, establecer en un sólido análisis la fuerte articulación entre proyecto político (nuevo bloque hegemónico), cuestión agraria y desarrollo del capitalismo (asentado en la pequeña y mediana propiedad). De acuerdo con Juan B. Justo y sus seguidores éste era el camino para tender nuevamente los hilos que unirían a esa sociedad con la democracia desde una perspectiva socialista. El autor va rastreando detenidamente en la agenda social propuesta por el partido, el papel del estado en la planificación pero también en la modificación del régimen agrario, partiendo de diagnósticos significativos de sus principales referentes. Con una mirada crítica recorre potencialidades y límites de cada instancia del proyecto y devuelve una imagen densa de la coyuntura poscrisis en la que confronta la hipótesis Justo con el accionar de una administración paradójicamente encabezada por el otro Justo, Agustín P.
    A diferencia del anterior, las intervenciones de Girbal Blacha y Zarrilli nos introducen directamente en el universo de las políticas públicas desde dos periferias, la chaqueña y la misionera. Si bien existen diferencias temporales en el tratamiento, una hipótesis común las alimenta: detectar el lugar de esos espacios societales y de sus producciones en el marco del modelo agroexportador y/o en el mercado interno. La riqueza de estos dos trabajos podría plantearse desde distintos planos. El primero de ellos nos ubicaría en el marco de investigaciones fuertemente respaldadas por una importante investigación de base. En segundo lugar, y como fruto de lo anterior, debe destacarse la rica caracterización que ambos autores hacen del universo que estudian, particularmente en lo que a actores sociales se refiere. En tercer lugar, particularmente en el texto de Girbal Blacha, subyace la intención de poner en juego con la investigación de base algunas hipótesis fuertes que atraviesan la problemática agraria, particularmente las que refieren a las lógicas inversoras que conducen a estimular el desarrollo del área desde la dimensión de los grandes empresarios. Desde esa periferia y en ese proceso expansivo, la autora detecta el papel jugado por actores de la región pampeana, encarnados en aquellos inversores, que remedando la hipótesis Sábato, potencian su implantación multisectorial, reduciendo riesgos. Finalmente, amerita remarcar el sistemático seguimiento que los investigadores hacen de las políticas públicas, descubriendo como en el caso de Girbal Blacha las verdaderas razones que las orientan más allá del discurso gubernamental o reafirmando, como lo plantea Zarrilli, sus fracasos. Si bien el historiador indica los aportes políticos de la regulación del mercado de yerba mate en la década del '30, refuerza la hipótesis de que la Junta Reguladora, bajo control del sector molinero, no logró mediar realmente entre los diferentes sectores de la producción y comercialización de la misma.
    Aunque el análisis de Blanco se aleja de esas periferias para centrarse nuevamente en el espacio pampeano, y más concretamente en la provincia de Buenos Aires, su propuesta tiene fuertes vínculos con las precedentes no sólo temporal sino problemáticamente. Considero que el mayor aporte del trabajo reside, por una parte, en la descripción densa que realiza del proceso al que se aboca y, por otra, en la desmitificación del discurso de democratización del acceso a la propiedad que planteara el primer peronismo. La propuesta, asentada en una considerable base documental, utiliza el caso bonaerense para analizar las dos coyunturas que en relación con la política agraria definió el primer peronismo: la que va desde 1945 al '49 y la posterior a esa "vuelta" al campo. La interpretación de esos dos tiempos se realiza a través de las gobernaciones de Mercante (1946-52) y Aloé (1952-55), como expresiones claras de los dos momentos del proyecto pero también como casos que la ayudan a sustentar sus propias hipótesis. Fundamentalmente ellas le permiten mostrar con claridad que la subdivisión de la tierra, incluso en el momento más álgido de los intentos de modificación del régimen de tenencia durante el gobierno de Mercante, no afectó a los intereses de los grupos más poderosos de la burguesía bonaerense sino a sectores marginales y que, pese al enfrentamiento que muchas de sus medidas implicaron con el ejecutivo nacional, ni las acciones de Mercante ni mucho menos Aloé desestructuraron profundamente la trama agraria tradicional.
    Finalmente, el artículo de Lázzaro, pensado no desde el caso sino desde una mirada macro, nos reintroduce en el meollo de los proyectos y las prácticas desarrolladas a partir de un programa económico sustentado por la alianza de los sectores más concentrados del capital nacional y extranjero y encabezada por los grupos militares gestores de la autodenominada "Revolución Argentina". La autora va siguiendo, tras una discursividad de modernización, productividad y eficiencia , las formas que adoptó la intervención estatal. En el marco de una gestión con fuerte capacidad para operar, Lázzaro va a dejando al descubierto el verdadero proceso de redistribución social que en materia agraria, con intervenciones selectivas y estratégicas, se llevó a cabo en esos años, mostrando tanto la recuperación social y económica de los sectores agrarios tradicionales y de mayor envergadura, como el deterioro sufrido por los productores menos concentrados y el sector asalariado que no lograron escapar a las pautas de disciplinamiento social impuestas por el régimen.
    Decía inicialmente que más allá de sus fragmentos el texto tiene una lógica interna. ¿Reside ésta en el debate sobre continuidades y cambios? Creo que si bien los autores han intentado enfatizar ese costado, lo que nuclea y consolida estas historias rurales tiene que ver especialmente con la interacción entre tiempos y espacios. Desde los últimos, la dinámica regional diseña una imagen de la realidad social agraria argentina entre los '20 y los '70 de una enorme complejidad que considero no ha estado presente hasta ahora. Y he aquí el tiempo, pero también los modos de acercarse a él, modos que permiten repensar las periodizaciones tradicionales que fracturan la historia argentina y establecer perspectivas diferentes a la hora de analizar procesos.

Notas

1. Formas de ver la historia rural. La larga continuidad de la estancia argentina (siglos XIX y XX).

2. La Juventud. "El valor más preciado": la prédica ruralista en torno a los jóvenes, 1919-1943; Mujeres y jóvenes en el cooperativismo agrario pampeano (1930-1955).

3. Las Ligas Agrarias chaqueñas frente al proceso de modernización y desarrollo dominante, una primera aproximación.

4. Transformaciones en los modos de vida de los chacareros bonaerenses en la segunda mitad del siglo XX y su contraste con los farmers del Corn Belt norteamericano.

5. Los proyectos cooperativos de la Federación Agraria Argentina (primera mitad del siglo XX).

6. Los intereses comerciales de la vitivinicultura. Actuación del Centro Vitivinícola Argentino.

7. Las organizaciones sindicales provinciales de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, y su vinculación con la Confederación General del Trabajo (1930-1943).

8. Las Ligas Agrarias Chaqueñas frente al proceso de modernización y desarrollo dominante. Una primera aproximación.

9. Soluciones para la crisis del capitalismo argentino. Las propuestas socialitas para la transformación de la economía pampeana en la década de 1930.

10. Opciones para la economía agraria del Gran Chaco Argentino. El algodón en tiempos del Estado intervencionista

11. Conformación y desarrollo de la producción yerbatera nacional. La intervención estatal como marco de la producción primaria del Noreste argentino (1935-1943).

12. Colonización y Reforma Agraria en la provincia de Buenos Aires. Cambios y continuidades en las políticas agrarias peronistas.

13. La política agraria de la autodenominada Revolución Argentina.

Fecha de recibido: 21 de noviembre de 2005.
Fecha de publicación: 23 de diciembre de 2005.

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