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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.5 no.10 La Plata Jan./July 2005

 

Roberto Schmit, Ruina y resurrección en tiempos de guerra: sociedad, economía y poder en el Oriente entrerriano posrevolucionario, 1810-1852 , Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004, 296 p.

Valeria Mosse

Iehs-Unpcba / Conicet

vmosse@yahoo.com.ar

    El libro de Schmit, estructurado en nueve capítulos, analiza los cambios que atravesó la sociedad fronteriza del Oriente entrerriano en el periodo de transición comprendido entre la crisis del antiguo régimen colonial hasta la constitución de las naciones “modernas”, según sus propios términos. En ese marco, la novedad que aporta el trabajo es la de realizar el análisis en una escala local, para estudiar desde allí patrones alternativos de desarrollo socioeconómico y formas especificas de construcción del poder. El caso elegido es de especial relevancia, ya que tras la Revolución de Independencia se transformaría en una de las economías más importantes de la región.
    En el primer capítulo reflexiona en torno a los efectos de la independencia. Schmit propone no hacer una lectura en clave comparativa con las economías del Atlántico Norte, sino profundizar en la dinámica local. Este tipo de respuestas, sostiene, fueron heterogéneas, y no significaron un camino hacia la adopción de nuevos patrones imperantes en otras latitudes, sino que se dio una larga transición en la que convivieron nuevos paradigmas con reapropiaciones del “antiguo orden”. En lo que va a ser uno de los puntos fuertes del trabajo, Schmit propone estudiar esa combinación de herencias coloniales y nuevas lógicas a través de las practicas más que de la normativa.
    Sostiene a modo de adelanto que en Entre Ríos la transición poscolonial habría sido menos traumática que en otros espacios debido a la temprana expansión de las fronteras productivas y la pervivencia de la producción agraria. En ese marco, presenta al Oriente como una unidad espacial diferenciada, al menos entre 1810 y 1850, con un sistema socioeconómico propio donde se articulaban y convivían aspectos múltiples.
    En el capítulo 2 examina el proceso de poblamiento y organización de las estructuras productivas tras la Revolución, partiendo del análisis de sus principales actores sociales y sus estrategias de producción. Basado centralmente en censos provinciales, Schmit indaga en la manera en que se reorganizaron los asentamientos y actividades rurales y las transformaciones que sufrieron. Concluye que el avance de la población sobre la frontera se habría dado mayormente a través de pastores y labradores mientras que en las zonas de antiguo poblamiento se consolidaban las grandes estancias ganaderas en torno a núcleos urbanos de complejidad creciente. Con respecto al vínculo con la tierra, se habría dado un reconocimiento de diversos tipos de usufructo de la misma, aunque en la práctica no existía una garantía institucional real sobre la propiedad. La inestabilidad del período provocó, según el autor, que la regularización de títulos y derechos se postergara hasta la década de 1860.
    En el capítulo 3 analiza el poblamiento del Oriente poniendo el centro del análisis en las migraciones, y procurando no extender arbitrariamente las características observadas en Buenos Aires. El autor destaca que entre 1820 y 1869 Entre Ríos fue la provincia de mayor crecimiento de población, incremento que se dio sobre todo en la zona nueva en torno al río Uruguay. El aumento contó en un principio con el aporte local, principalmente de las zonas limítrofes, y sólo en la última etapa recibiría migrantes europeos. Los motivos que llevaban a migrar tenían que ver con las condiciones de inestabilidad permanente, las guerras y la falta de oportunidades económicas, sumados los atractivos del acceso a la tierra, o al mercado de trabajo, que aún eran posibles en la frontera oriental. La población indígena era un componente importante en estos grupos, así como también los negros y mestizos, más allá del proceso de blanqueamiento que muestran las fuentes. En general tenían una clara inserción ocupacional en tareas de labranza, en el ejército, en la policía, como jornaleros, etc. Como elemento novedoso se afirma que la sociedad del oriente entrerriano contaba con sólidos vínculos familiares; más del 80% de las unidades censales, revela Schmit, estaba compuesto por núcleos familiares. Este predominio estaría vinculado a la presencia mayoritaria, en la frontera, de unidades de producción de pastores y labradores, pervivencia que se extendería hasta mediados de siglo.
    En el capítulo 4, titulado “La producción rural: entre el mercado y las instituciones”, se caracterizan las actividades agrícolas y ganaderas con las modificaciones introducidas tras la Revolución de 1810. Uno de los mayores aportes consiste en el análisis de las complejas relaciones entre el Estado y el mercado con respecto a la mano de obra. Las tareas productivas se superponían con la demanda de brazos para las guerras, por lo que se requirió de un papel activo por parte del gobierno provincial para articular ambas labores. Así, el autor afirma que a través de negociaciones entre hacendados y comandantes militares llegaban peones libres a los establecimientos productivos en momentos en que no eran requeridos en el frente. El gobierno habría regulado, de esta manera, el ciclo productivo, volviendo permanente lo que había comenzado como una salida de emergencia. Entre 1838 y 1849 la economía rural se basó exclusivamente en la explotación de ganado vacuno alzado. Según Schmit fue una época de plena intervención estatal que contó con el apoyo de los hacendados, quienes necesitaban asimismo de la protección militar de sus recursos materiales. Así, los principales actores rurales fueron al mismo tiempo soportes de la guerra y de la economía. Los obstáculos como la inestabilidad, la escasez de mano de obra, de capital y la distancia a los mercados se habrían superado con la explotación de recursos abundantes: tierras, pastos y aguadas, en una estrategia empresarial determinada por la naturaleza y el Estado.
    En el capítulo 5 se aborda el problema del comercio “en los ríos” y los posibles caminos al mercado en un período de guerras. Estas alteraron las relaciones comerciales entre 1810 y 1860, aproximadamente, por lo que el comercio debió hacerse un lugar a pesar de los conflictos y de la fragmentación institucional. De todos modos, se habría dado una intensa movilidad fronteriza con relaciones comerciales lícitas e ilícitas, donde esa misma dinámica de conflictos bélicos no sólo habría permitido los negocios sino que les habría impreso caracteres propios. El aumento del comercio pecuario estuvo íntimamente ligado al control y poblamiento de las tierras nuevas de la frontera oriental, proceso descripto en los capítulos 2 y 3. La ribera del río Uruguay se volvió el núcleo más dinámico consolidándose allí las estancias ganaderas y los saladeros. El eje del tráfico de cabotaje, por otra parte, se trasladó también del Paraná al Uruguay. Junto con esa expansión, el comercio entrerriano supo además sacar provecho de coyunturas aparentemente desfavorables, convirtiéndose en un punto alternativo de reexportación de productos a las restantes provincias del Río de la Plata.
    Desde 1843 se produjo un sostenido progreso mercantil, favorecido por su política de “puertos abiertos” durante el bloqueo a Buenos Aires. A pesar de las amenazas de Rosas, esto generó un intenso tráfico de importación, exportación y reexportación, estrategia que tuvo gran trascendencia para los intereses locales al permitir el aumento de la recaudación fiscal y del movimiento comercial, evitando el recurso a la emisión. En una coyuntura de guerra y bloqueos, este recurso sumado al control del territorio y de las vías de circulación por parte de las tropas entrerrianas permitió a los agentes mercantiles locales aprovechar los beneficios de un amplio tejido de plazas comerciales conectadas por el río Uruguay. Así, guerra y comercio se plantean como dos caras de un mismo proceso, que cimentó el fortalecimiento del poder urquicista en la región.
    Queda claro en la argumentación del libro que la guerra jugó un papel central en la estructuración general de Entre Ríos (en su economía, su sociedad, su consolidación institucional). El capítulo 6 analiza cómo se logró hacer frente a un estado de conflicto permanente sin desatender la base productiva. En lo que puede constituir el argumento central y unificador del libro, Schmit afirma que en un contexto de múltiples demandas estatales, militares y económico-sociales, el ámbito de las milicias fue fundamental para enfrentar los desafíos, sobre la base de tradiciones reformuladas y mediante negociaciones para generar consenso.
    A pesar de los enfrentamientos bélicos de carácter permanente, Entre Ríos se erigió como un poder militar muy fuerte. El autor indaga en la modalidad de dicho poder y en las características de sus milicias, responsables de los éxitos logrados. Se pregunta cómo fue posible atender a las necesidades de estancieros, pastores-labradores y comerciantes y afrontar a la vez el mantenimiento del orden estatal y el reclutamiento que lo garantizara. El éxito radicó en el alto porcentaje de hombres alistados en las milicias, que abarcó entre el 60 y el 70% de la población masculina hacia mediados de siglo. El servicio de armas habría sido exitoso porque, además de instrumento político-militar, habría resultado en una dinámica de intercambios por medio de los cuales los habitantes de la provincia pudieron obtener derechos a cambio de las prestaciones públicas. Según Schmit los servicios a la Patria permitían negociar la obtención de derechos propios de los ciudadanos, como el asentamiento sobre tierras fiscales o de pastoreo. Esta asignación, herencia de la tradición jurídica de la sociedad hispana de frontera, reforzó la adhesión de los habitantes a los servicios patrios lográndose disponibilidad de hombres sin límite de tiempo, edad ni exigencia de retribución. También habrían actuado como un mecanismo de reconocimiento de los notables locales, a quienes se les retribuyó fidelidad con suertes de estancia para acrecentar su compromiso y a la vez estimular la ganadería local.
    A la vez, el reclutamiento habría actuado como nexo vinculando a los grupos dirigentes con los sectores subalternos, logrando sostener tanto el predominio militar en la Confederación como la gobernabilidad al interior de la provincia. De todos modos al autor aclara que los servicios requeridos no estuvieron exentos de conflictividad, y la deserción fue la forma principal de expresarlo. Para Schmit, las guerras y el reclutamiento de tropas permitirían comprender la dinámica del proceso económico y de construcción del poder estatal, demostrando el predominio de legados coloniales readaptados a las tradiciones locales.
    En el capítulo 7 avanza sobre la cuestión de las finanzas públicas y la moneda. Una vez más el quiebre provocado por la ruptura con la metrópoli aparece como un parte aguas para Entre Ríos, que recién a partir de 1820 podrá comenzar a implementar nuevas estrategias. El sistema impositivo construido desde entonces se basó en el comercio y el consumo, estableciendo así una relación directa entre el volumen de la actividad mercantil y el de los ingresos públicos. El problema de esta estrategia era la inestabilidad de los flujos comerciales ya que los mismos dependían de un contexto mayor que no siempre era favorable. En ese marco general, el Oriente jugó un papel de suma importancia siendo un sostén fundamental para las rentas provinciales. Con la expansión mercantil lograda desde la década de 1830 se logró un incremento de los recursos genuinos que fueron recaudados con mayor eficiencia. Además, el erario público contó también con el aporte de las estancias del Estado, que funcionaban como empresas públicas de producción agraria y de pastoreo de ganado. Con relación a la utilización de los ingresos, cabe mencionar algunos aspectos originales del caso entrerriano. Si bien se destinaban principalmente al aparato militar y la estructura administrativa, la relativa importancia de los rubros de educación y obras públicas llaman la atención en una época de conflicto permanente. Los gastos militares y de guerra, por su parte, se mantuvieron bajos en relación con los de otras provincias, por las particulares estrategias antes mencionadas con las que se financió ese tipo de actividades en Entre Ríos. Con respecto a la política monetaria, Entre Ríos no dispuso nunca de una moneda propia lo que llevó a que estuviera siempre a merced de las políticas de Buenos Aires, haciendo permanentes ajustes para equilibrar los precios relativos en un contexto de uso de diferentes monedas. La retención creciente del metálico del comercio del litoral por parte de Buenos Aires pondría de manifiesto los obstáculos que se erigían para el desarrollo estatal y de los negocios, reforzando de ese modo los motivos para poner fin a ese dominio.
    En el capítulo 8 se describe la consolidación de la notabilidad local a través de la articulación de relaciones personales, parentales y de dependencia. Tomando en cuenta las etapas iniciales de poblamiento del oriente a fines del XVIII, se observó allí que la mayoría de los cabezas de familia eran inmigrantes europeos, arribados al Río de la Plata a través de relaciones parentales y casados luego con mujeres nativas. La segunda generación, ya nativa, amplió los vínculos y entramados parentales, dentro del estrecho núcleo de familias locales que habían logrado reunir el poder económico y político. De ellos, sin dudas la trayectoria más destacada fue la de Justo José de Urquiza, de quien se analiza brevemente la construcción del patrimonio y la estrecha conexión personal con las demás familias de notables.
    Finalmente, en el capítulo 9 se sintetizan los argumentos centrales de los apartados previos, reforzando la idea de una transición poscolonial que en Entre Ríos readaptó tradiciones y prácticas basadas en la combinación de legados coloniales con nuevos paradigmas, y en la convivencia de diversos tipos de estructuras y lógicas socioeconómicas. Sin dudas, lo más importante del período fue la marcha paralela del poder militar y la economía. Así se pudo, según Schmit, superar la ruina inicial producida por la Revolución y lograr la resurrección de la sociedad entrerriana en un contexto de guerra permanente. Hacia 1850 se comenzaría a dejar atrás una etapa de legados coloniales. Los límites impuestos desde Buenos Aires al comercio y a la política monetaria junto a la inestabilidad jurídica de los derechos de propiedad hacían imperioso encontrar un nuevo marco institucional y político que permitiera continuar la expansión sin que la misma se basara ya en situaciones coyunturales. El triunfo sobre Rosas abriría entonces una nueva etapa.
    El trabajo de Schmit, resultado en buena parte de su tesis doctoral, es un excelente análisis que permite repensar y poner en perspectiva la experiencia poscolonial en espacios de frontera. Su propuesta de no considerar al espacio rioplatense como un todo homogéneo cobra sentido con la originalidad del caso que analiza. El autor pone el énfasis en la práctica de los actores, a través de un minucioso trabajo de archivo destinado a indagar en lógicas de acción de difícil recuperación. A la vez, deja en claro que un análisis basado en las normativas no reflejaría necesariamente la dinámica de la sociedad sino simplemente lo que se espera de ella. La claridad de la narración, por su parte, permite internarse cómodamente en la complejidad del análisis, en un ejemplo de abordaje socioeconómico de la historia. La desagregación de problemas y la elección de la escala hacen posible un permanente ida y vuelta con la “historia mayor” del Estado provincial y de la Confederación, a través de la matriz de este complejo espacio de frontera con impronta propia. Redes familiares, estructuras de poder, finanzas, poblamiento, estructuras productivas, tradiciones e identidades se abordan con igual profundidad dando por resultado un sugerente modelo de funcionamiento de un espacio en transición. Término que, definitivamente, debería ser reemplazado, ya que trabajos como el de Schmit dejan en claro que la etapa posterior a la independencia fue más que un mero paréntesis en la antesala del capitalismo.

Fecha de recibido: 21 de noviembre de 2005.
Fecha de publicación: 23 de diciembre de 2005.

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