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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. v.5 n.10 La Plata ene./jun. 2005

 

Gelman, Jorge. 2005. Rosas, estanciero. Gobierno y expansión ganadera. Buenos Aires: Claves para todos. 96 páginas.

Emir Reitano

Centro de Estudios de Historia Americana Colonial. UNLP

ereitano@lpsat.com

    Hace un tiempo Luis Alberto Romero señalaba, en una crítica realizada para el diario La Nación, que la divulgación histórica es un género difícil ya que para ello se necesita cultura historiográfica, cultura general y talento literario 1. En aquel momento el historiador no atribuía precisamente esos conceptos al trabajo que le había tocado reseñar. Afortunadamente éste es un caso que se enmarca dentro de las características señaladas por Romero, pues Gelman ha logrado una obra que, sin dejar de lado la erudición y su conocimiento sobre el tema, demuestra que se puede escribir en forma clara para la divulgación.
    No me voy a detener en analizar la producción escrita sobre Rosas pero cabe destacar que todos los que han abordado su estudio obviamente dedicaron páginas a su papel como estanciero. Desde Manuel Gálvez a John Lynch todos los autores que abordaron la temática han analizado a Rosas dentro del mundo rural y sus modos de construir el poder 2.
   La obra que aquí se nos presenta parte desde esa perspectiva conocida que es observar a Rosas desde el mundo rural. Sin embargo el autor logra, sin descuidar su carácter de divulgación, una visión original y novedosa para desentramar la sociedad que se propone analizar. Gelman conoce el campo argentino y lo conoce bien. Ya ha escrito, además de sus numerosos trabajos, una obra de contenido general junto a Osvaldo Barsky 3Historia del agro argentino ”-, lo que le da merecido derecho a escribir sobre este aspecto tan recurrente en la construcción de la figura de Rosas: su rol como estanciero y el mundo rural rioplatense de su tiempo.
    Su hipótesis es clara. Sostiene que la necesidad de restablecer la autoridad del Estado y la paz social condicionó la capacidad de Rosas y de los estancieros, y ello dificultó la imposición de cambios radicales en la economía agraria durante el período posterior a la Revolución. Gelman parte de ese lugar común que es la estancia para explicar una historia diferente, sin desconocer los aspectos coercitivos del rosismo. Es así como Rosas logró organizar a los sectores subalternos y negociar con ellos desde su experiencia como propietario rural. Otros trabajos ya nos han develado perspectivas novedosas acerca del mundo rural bonaerense poscolonial. El de María Elena Infesta es un caso concreto de ello, pues a través de un análisis exhaustivo de fuentes demostró que, aunque la concentración de la propiedad rural fue importante en el reparto -y durante el régimen rosista desmesurada-, fue mucho menor de lo que ha estimado la bibliografía clásica 4.
    El primer capítulo del libro de Gelman se refiere a la expansión ganadera y realiza una introducción general para explicar las transformaciones que el mundo poscolonial provocó en el área rioplatense, señalando lógicamente que la actividad mercantil de la plaza porteña (y no el mundo rural) era la que marcaba el eje económico de la ciudad durante la colonia. Con el colapso español las elites porteñas reorientaron sus intereses hacia el campo y la ganadería y, desde ese mundo se construyeron, “ amparadas en políticas de tierras que las favorecían o hábilmente manipularon ”, las grandes fortunas agrarias (Gelman, 2005:19). La posesión de tierras, que en líneas generales no reportaba mayores ingresos, con el nuevo orden revolucionario fue la clave de un rápido proceso de ascenso social. Este abordaje, que a los historiadores nos parece obvio, constituye un elemento fundamental para la comprensión histórica del período dirigida al público general, sobre todo en esta época en la que, en el rubro divulgación, abundan libros sobre el pasado pero no libros de historia. Sin embargo, Gelman no se queda sólo con este análisis conocido sino que va más allá. Se detiene en las “ Instrucciones a los Mayordomos de Estancias ”, que Rosas escribió hacia 1820. Aunque estaban destinadas a orientar los trabajos en las estancias que administraba, muchos autores las consideran como una muestra clara de la construcción de un nuevo orden capitalista imponiéndose sobre el agónico mundo colonial en retirada. No obstante, Gelman logra demostrar que existieron grandes dificultades para el propio Rosas en imponer su voluntad de reforma, incluso dentro de sus propias estancias. En ello los capítulos siguientes, a través de un exhaustivo análisis de fuentes, (algunas conocidas y otras originales, desconocidas para el público en general -y para muchos de los que han abordado la temática-), logran demostrarnos esa situación en la que, a Rosas estanciero, se le dificulta mantener el control.
    Rosas, como estanciero, no fue un innovador sino que siguió los rumbos que la transformación del mundo agrario pampeano requería, es decir, no impuso cambios revolucionarios como sostuvo su panegirista Pedro de Ángelis y muchos autores que, desde la perspectiva revisionista, siguieron sus postulados (Gelman, 2005:29). Sin embargo la magnitud de sus actividades agrarias constituyó la excepcionalidad de la época alejándose considerablemente de la media de los estancieros.
    Las cuestiones referidas a los pobladores de la campaña y a los que trabajaban en sus establecimientos productivos son desarrolladas en los capítulos tres y cuatro. Al revisar la correspondencia entre Rosas y sus administradores Gelman logró deshacer la vieja imagen de un caudillo al que el peso que poseía sobre la campaña rural le resultó clave para llegar al poder político, poder construido a través de sus funcionarios rurales o los jefes militares a sus órdenes. El autor pone de relieve las enormes dificultades que tuvo Rosas para imponer sus planes como propietario dentro de un mundo rural complejo y convulsionado por la crisis revolucionaria, problemas impensados para un caudillo al que imaginábamos todopoderoso sobre la campaña, ya que le surgen problemas para fijar los límites de su propiedad, evitar las mezclas de ganado, la invasión de sus tierras por ganados ajenos y evitar el robo. En la correspondencia encontramos un Rosas que no pudo disponer libremente de sus propiedades y debió tolerar, frecuentemente, este tipo de situaciones.
    Otro aspecto singular se nos plantea en el capítulo cuatro titulado “ Peones de campo ”. Aquí Gelman rompe otro preconcepto, como la lucha de los grandes estancieros contra una mano de obra gauchesca a la que se quería someter a conchabo y, de esta forma, satisfacer sus necesidades crecientes de trabajadores (Gelman, 2005:43). Gelman señala que los reclutamientos forzosos y las circunstancias que los originaron (un caso importante se registró durante el bloqueo francés de 1838-40 y el alzamiento antirrosista en el sur durante 1839) provocaron escasez de peones y mano de obra para el campo. También la utilización de esclavos africanos fue desapareciendo gradualmente (la situación creada por la Revolución parecía favorecerlos) y, aunque Rosas fue un gran propietario de esclavos, los utilizó en cantidades importantes sólo hasta 1825. Otro análisis interesante lo constituye el del papel de los indios, su utilización en el mundo rural y las intenciones de Rosas por lograr tratados de amistad con los de la frontera como también su potencial empleo ante la escasez de brazos en la campaña.
    Finalmente, el abordaje sobre la inmigración gallega que trajo Rosas en la década del 40 constituye otro rasgo interesante en el trabajo. El ingreso de esta mano de obra pone de relieve la escasez de brazos y la carestía del trabajo rural para que el gobernador se viera obligado a tomar esta medida. Sin embargo los inmigrantes tomaron una actitud más libre, y una vez saldada su deuda de viaje, abandonaron sus lugares de trabajo y comenzaron a dispersarse por el interior, volviendo, de esta manera, a plantear para los administradores el problema de la falta de brazos.
    Gelman no se propone hacer otra historia sobre Rosas, sin embargo es de destacar el esfuerzo que ha realizado para alejarse de los enfoques tradicionales, desplegando una lectura accesible para temas tan complejos como los que presenta en la construcción de su obra. El trabajo intenta comprender la relación existente entre la experiencia de Rosas como estanciero, las modalidades del crecimiento agrario del período y el sistema político desarrollado durante su gobierno, y logra su objetivo a través del estudio de las grandes estancias que poseyó el hombre más poderoso de la primera mitad del siglo XIX. El autor nos señala que, comprendiendo estas premisas podremos interpretar las modalidades de la expansión agraria, sus límites y su crecimiento. Rosas se nos devela en la obra como un práctico empresario que aprovechó las circunstancias que lo favorecieron como tal a partir del proceso revolucionario. Destaca también cuáles eran los límites del crecimiento de la gran estancia y los condicionamientos que le imponía a Rosas su realidad cotidiana y circundante. Es evidente que su experiencia como estanciero influyó en su labor como gobernante, pero las circunstancias le jugaron un papel clave, el cual Gelman logra desentrañar.
    Es una pena que una obra como esta, destinada a la divulgación y tan necesaria para la historia en los tiempos que corren, haya tenido una distribución tan acotada (el autor de estas líneas no pudo conseguirla en la ciudad de La Plata a escasos días de su aparición en los kioscos de revistas), sin embargo estimamos que es válida la propuesta como camino a seguir. La divulgación histórica hoy necesita renovarse y el historiador debe salir a su defensa, caso contrario, con pocas herramientas y argumentos endebles, algunos autores que escriben sobre el pasado ganarán la partida.

Notas

1. ROMERO, Luis Alberto. “Sobre el ser nacional”, en La Nación , Domingo 29 de junio de 2003, suplemento de cultura, p 4.

2.GALVEZ, Manuel. Vida de Don Juan Manuel de Rosas , Buenos Aires, Editorial TOR, 1949; LYNCH, John. Juan Manuel de Rosas , Buenos Aires, Emecé, 1984.

3.BARSKY, Osvaldo y Jorge GELMAN. Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX. Buenos Aires, Grijalbo- Mondadori, 2001.

4. INFESTA, María Elena. La Pampa criolla. Usufructo y apropiación privada de tierras públicas en Buenos Aires, 1820-1850 , La Plata, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 2003, 336 páginas.

Fecha de recibido: 22 de noviembre de 2005.
Fecha de publicación: 23 de diciembre de 2005.

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