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Mundo agrario

versão On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. v.7 n.13 La Plata jul./dez. 2006

 

Tadeo, Nidia (coord.); Paula Palacios; Fernando Torres. 2006. Territorios, empresas y trabajadores agrícolas. Acerca de "Agroindustria y empleo: complejo agroindustrial citrícola del noreste entrerriano". Buenos Aires: La Colmena. 215 p.

Aparicio, Susana1

1CONICET; Instituto de Investigaciones Gino Germani
aparicio@mail.retina.ar

   La Argentina presenta una fuerte marca agroexportadora, un modernísimo desarrollo agrario y con muchísimas contradicciones dentro del mismo sector. Son esas contradicciones las que no aparecen en los diarios, ni en la televisión, ni en el discurso oficial y de esas contradicciones se trata este libro. Es decir, se trata de un texto que nos muestra cómo sectores que pudieron estar vinculados al mercado externo sufren importantes crisis que afectan a empresarios nacionales, trabajadores y marcan improntas en los territorios en donde se desarrolla la actividad. También el libro muestra la inexistencia de un homogéneo sector agrario que abarque a todos los actores. En el país, como en el complejo citrícola, actualmente conviven empresas en expansión con trabajadores que viven en situaciones de extrema pobreza y con alta inseguridad y vulnerabilidad.
   Tanto las agriculturas llamadas "no pampeanas" como los trabajadores agropecuarios son temas que en la Argentina tiene poca tradición. Efectivamente, hasta llegados los años setenta, con excepción de unos pocos trabajos clásicos, sólo el cine nacional o la literatura hacían referencia a los trabajadores rurales o a las formas de vida de las zonas rurales. Argentina es un país de temprana urbanización, con una clase trabajadora con fuerte presencia sindical en la industria y servicios urbanos. El país oculto, el del "interior", escasamente aparece en los medios masivos. Los trabajos académicos sobre estas temáticas son recientes. Y de estos temas trata este libro.
   El título alude al complejo agroindustrial citrícola y el empleo, pero va más allá del análisis del complejo naranjero. Las tres partes en que se plantea el texto, si bien aluden a temas diferenciados, mantienen un hilo conductor. En una primer parte, luego de ubicar el territorio en que se asienta el complejo citrícola se trabaja toda la cadena de industria citrícola y, especialmente, la cadena agroindustrial citrícola que se desarrolla en la zona de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. La segunda parte trata sobre los trabajadores en el complejo de producción de naranjas, que suele ser el sector oculto a los ojos de los estudios agropecuarios tradicionales. Se los analiza en la cosecha y en el empaque. La tercer parte recupera la historia de una empresa, central en el complejo, recurriendo a una perspectiva de análisis, bastante reciente en las ciencias sociales. Recorrer la historia de esta empresa, de capital nacional es reconstruir los avatares de muchas de las empresas semejantes que existieron en las economías agroindustriales argentinas. En efecto, los complejos agroindustriales son de larga data en la Argentina. Surgieron de productores que incorporaron procesos de transformación de sus productos primarios (integración hacia adelante) o de compradores de productos –especialmente frescos para el mercado interno- que compraron tierras e incorporaron producción propia en su cadena de ventas al mercado (integración hacia atrás). Este último es el caso de la empresa Pindapoy, de la familia Bovino, inmigrantes italianos que compraban y vendían frutas en el mercado de Buenos Aires-, cuyo proyecto se basó en el trabajo familiar e ir incorporando tierras a la producción. Armaron empresas integradas en donde se procesaba la producción, se vendía a los vecinos y se vendía a los mercados nacionales y se llegaba al mercado externo. Paralelamente, iban incorporando transformaciones técnicas y creaban nuevas empresas, como la industria de jugos, el aserradero, ampliando vertical y horizontalmente el complejo. Se iba generando una dinámica local, el comercio crecía, aparecían nuevos productores que se incorporaban a la producción con asesoramiento técnico de la empresa líder. Los avatares posteriores de Pindapoy reflejan los cambios en el modelo de acumulación nacional. Junto con ellos, muchas otras empresas agroindustriales de origen nacional tuvieron procesos semejantes y, la mayoría, han terminado quebrando y desestructurando las relaciones sociales de una localidad o de una zona.
   Justamente, el concepto de territorialidad constituye un hilo conductor que atraviesa las tres partes del libro, muchas veces sin que se haga explícito. Es el aporte de la visión de geógrafos, reivindicando la importancia del "paisaje agrario", de los lugares en donde se desarrolla la vida cotidiana y de trabajo. El concepto del espacio-tiempo, como señalan los autores, son las coordenadas donde se asientan procesos sociales que trascienden sobre el territorio y van modificándolo. Es decir, hay un lugar, un espacio, un territorio, una zona, una región, en donde cierto tipo de estructuración social se va conformando en un cierto medio ambiente y va remodificando y reconstruyéndolo. Un territorio que a la vez condiciona cierto espacio productivo pero también se lo reconoce por la trama social que se ha tejido en él. Los cambios de modelo económico, el auge y progreso, la declinación se producen en ese ámbito y lo reconstruyen, lo pueblan y lo abandonan, lo resurgen con nuevas características.
   En la etapa de expansión de la empresa Pindapoy, se muestra un vínculo especial industria-agro. No se trata de espacios separados, no es la gente del campo que va a la ciudad y deja su lugar de origen para tener un trabajo en la industria. Es gente que vive allí "en la zona", ser empleado de Pindapoy era un "signo de distinción", quienes trabajaban en Pindapoy, vivieran en el campo o en la ciudad, con su recibo de sueldo tenían, automáticamente, crédito en los comercios locales. Además, el conocimiento personal, el reconocerse como vecinos, implicaba confianza en la palabra. Estabilidad y seguridad en el empleo, conocimiento y confianza personal, identidad local, funcionaban de aval implícito y dinamizaban la economía local. Campo y ciudad, con sus estrechos vínculos, constituyeron el territorio donde se desarrolló el complejo agroindustrial. La sociología clásica y la sociología actual, recurren permanentemente al estudio de la relación campo-ciudad. Ruptura o interacción entre ambos imprimen los debates clásicos. En el libro también aparece reflejada esta oposición. Mientras los dueños de Pindapoy fueron parte del territorio, campo y ciudad estaban interrelacionados. La quiebra de la empresa, también descompone la estructura socio-espacial. En estas nuevas características, en esta ruptura, se detienen las dos primeras partes del libro.
   La búsqueda de las empresas trasnacionales de espacios con ventajas socioambientales implica una nueva lógica en las relaciones locales, significando un incremento de las relaciones de desigualdad, el "espacio de los flujos de gestión global" desarticulado del "espacio de los lugares", es decir, de la vida cotidiana, de lo local. Este nuevo modelo de acumulación implicó también la desaparición de sectores medios ligados a la agroindustria, como los empaques pequeños y sectores de servicios. Además, una producción como la naranja, cuyo destino principal ha sido el mercado interno, inicia tempranamente la reestructuración y la reorientación hacia mercados externos. Si bien es temprana la exportación de jugos, la dependencia del mercado externo está estrechamente ligada al cambio del modelo sustitutivo de importaciones, de mediados de la década de los setenta. Ya en esta crisis se desplazaron muchos pequeños productores, se transnacionalizaron empresas y perdieron capitales nacionales. Estos cambios son semejantes a los ocurridos en el Alto Valle del Río Negro, con la producción de peras y manzanas y en las últimas décadas y en la zona viñatera cuyana, es decir siguen un patrón común de expansión del capital en el modelo neoliberal. Estos procesos han significado en la Argentina la pérdida de su característica distintiva en su sector agrario: la importante presencia de productores medios, con presencia del trabajo familiar y con pequeñas inversiones locales en el comercio o los servicios. Este modelo hoy se refleja en una disminución sistemática del número de productores y un incremento de las superficies medias por explotación a escala nacional.
   Si bien los autores señalan el nuevo crecimiento del sector, éste adquiere características distintas. Empresas orientadas a la exportación, cumpliendo con pautas internacionales dadas por los compradores externos y nuevas reorganizaciones del mundo del trabajo son las nuevas tendencias, aún manteniendo un peso importante el mercado nacional como destino principal del producto.
   Un aporte central del libro es el estudio de los trabajadores de cosecha y de empaque. Allí se observa que, aunque aumenten las demandas de trabajadores para cosecha, sus condiciones laborales son de alta precariedad, especialmente en los trabajadores de cosecha. Pocos meses ocupados durante el año, ingresos determinados por el volumen de producto recogido, inestabilidad en los salarios atados a condiciones climáticas –si llueve no se cosecha y no se cobra-, falta de seguridad social -50% de los trabajadores encuestados no estaban registrados- (aclarando los autores que esta cifra puede ser aún mayor), pago en vales en los momentos de mayor crisis económica, deslegitimación de la representación sindical, forman parte de las características más relevantes de la situación de extrema precariedad del sector. Aparece también –al igual que en la recolección de otras frutas- la intermediación en la contratación de los cosecheros. En el caso del complejo naranjero se trata de "pseudo" cooperativas de trabajo que reclutan a los trabajadores, los contratan –generalmente en "negro"- y son las cooperativas las que negocian con los productores y cobran el servicio de cosecha. Este fenómeno contribuye a desdibujar la relación empresario-trabajador, disminuyendo las posibilidades reivindicativas de los trabajadores.
   En este complejo –al igual que en otros frutícolas- el trabajo en el empaque aparece como una aspiración de ascenso social. Mayor estabilidad y más meses de trabajo, resultan un atractivo para la precariedad del trabajo predominante.
   Esta posibilidad de ascenso social o de mejorar las condiciones de vida, estuvo vinculada con la existencia de un circuito migratorio hacia el Alto Valle para la recolección y empaque de peras y manzanas. Circuito que viene desapareciendo por el empeoramiento de las condiciones de contratación en el Alto Valle. Este circuito que, como casi todos los movimientos migratorios, tiene antecedentes históricos de larga data, inclusive de esquiladores hacia la Patagonia, se basa en la existencia de redes de amigos y familias en los lugares de destino. Roto el circuito, las posibilidades de migrar termporariamente van desapareciendo paulatinamente. El libro relata la importancia del circuito en términos de mejorar las condiciones de vida familiar en el área de origen. Así, los matrimonios recién armados iban a la cosecha de peras y manzanas y, cuando volvían, se compraban el terreno, al año siguiente hacían algunas paredes y así iban construyendo su casa. Este ascenso social y este circuito migratorio está desapareciendo. En consecuencia, se recurre a planes sociales o a la venta ambulante o a la venta de menudencias o a endeudarse hasta la próxima cosecha. Las altas tasas de desempleo y de población por debajo de la línea de pobreza en la ciudad de Concordia evidencian la precariedad laboral dominante.
   Los autores recurren a diversas técnicas de investigación para abordar el problema del complejo citrícola: datos secundarios, estadísticas, periódicos y documentos nacionales y locales, entrevistas y una encuesta a trabajadores, utilizadas para contrastar o corroborar información. Pero, quizás lo más importante, permitiéndoles aportar conocimientos teóricos y empíricos sobre temas centrales en el estudio de los mercados de trabajo y de las dinámicas locales.
   En momentos en que el agro argentino es visto como un importante motor del crecimiento económico, existe la expectativa de que la promoción e integración de las cadenas de valor dinamizarán las regiones y territorios no pampeanos, el estudio sobre este complejo arroja evidencias a considerar antes de adherir a estas aseveraciones. Cadenas dinámicas, modernas, orientadas a exigentes mercados externos, con buenos precios de venta en dichos mercados, con productos frescos que se venden en contra-estación, cuando los mercados de los países centrales carecen de ellos, muestran que los beneficios de su expansión no quedan necesariamente en los lugares donde se producen, quienes viven en la zona y quienes trabajan en dichas cadenas no logran alcanzar niveles de vida dignos ni tampoco oportunidades laborales con cierta estabilidad y seguridad social.
   En este sentido, recorrer los aportes de este libro nos permite conocer un poco más a los sectores que casi nunca ocupan páginas en los diarios. Es de esperar que este tipo de aportes nos permitan ir construyendo un análisis de los sectores postergados del agro argentino. Este libro va en ese camino.

Fecha de recibido: 3 de abril de 2007.
Fecha de publicado: 25 de abril de 2007.

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