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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. v.9 n.18 La Plata ene./jun. 2009

 

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

Sonia Tell. 2008. Córdoba rural, una sociedad campesina (1750-1850). Buenos Aires. Prometeo Libros - Asociación Argentina de Historia Económica. 448 p.

Silvia Palomeque

Centro de Investigaciones
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad Nacional de Córdoba
CONICET
silviapalomeque@gmail.com

   Presentación de la obra ganadora del Primer Concurso de Tesis de Posgrado en Historia Económica 2006 de la Asociación Argentina de Historia Económica en las XXI Jornadas de Historia Economica. Universidad Nacional de Tres de Febrero. Caseros (Buenos Aires), 23-26 de septiembre de 2008.
   Sonia Tell, excelente joven investigadora, es la autora de este libro sobre la historia de las venturas y desventuras de los campesinos de Córdoba. Luego de una década de trabajo de investigación sistemática y perspicaz, Sonia nos presenta los resultados de su labor, cuyos principales aportes consisten en el análisis del espacio rural cordobés y de su población durante el difícil período histórico cruzado por los reordenamientos de fines del período colonial y las guerras y conflictos de distinto orden que atraviesan la primera mitad del siglo XIX.
   En este libro se recupera y recrea una larga tradición de investigaciones históricas iniciadas hace medio siglo en la Universidad Nacional de Córdoba y, especialmente, se profundiza sobre los aportes de Assadourian publicados en 1978 que señalan la existencia e importancia económica de las unidades domésticas campesinas de Córdoba. Recién dos década después, desde 1997, Sonia Tell recupera estos problemas e inicia su investigacón.
   Tanta demora no sólo debe haber sido por la década de dictadura militar ni por sus nefastas consecuencias. En esa demora, en términos generales, debe haber incidido el escaso interés de nuestra sociedad en conocer y comprender la historia y las formas de vida actuales de aquellos grupos sociales que no detentan ni ejercen el poder político como tales, entre los cuales no solamente están los campesinos sino también todo un conjunto de personas que va engrosando esa parte de la sociedad que ahora se denomina "marginal". Este libro se realiza a contrapelo de estas tendencias generales pero contando con el valioso apoyo e interés de un espacio académico preocupado por los problemas económicos, sociales y culturales de los sectores más desprotegidos.
   Desde los historiadores uno puede pensar que esa demora puede relacionarse con el período analizado, que incluye los años donde las elites regionales desplazaron y reemplazaron en el gobierno a los funcionarios metropolitanos coloniales, período que suele denominarse como el de la "independencia" y el del "nacimiento de la nación". A partir de ese período, el accionar de estas elites se constituyó en el principal dilema a desentrañar por gran parte de los historiadores, como si a esa elite pertenecieran las únicas personas cuyos actos valieran la pena ser comprendidos y explicados, sin considerar mayormente a los otros grupos sociales que, como los campesinos, eran mayoritarios en la zona rural y cuyo trabajo permitía mantener activas las exportaciones, como si a ellos sólo le cupiera el lugar de ser meros y lentos receptores del pensamiento y accionar de la elite, mientras marchaban hacia su inexorable desaparición.
   También las dos décadas que corren entre la primera investigación de Assadourian y esta de Sonia Tell pueden explicarse por la dificultades del oficio del historiador para analizar las unidades domésticas campesinas sin fuentes documentales que se refieran específicamente a este tema. La principal fuente de esta investigación fue un documento conocido y ya analizado con anterioridad. Se trata de un excepcional y minucioso censo de la población de Córdoba para el año 1778, que detalla las relaciones existentes entre la población asentada en cada "casa", "estancia" y "hacienda" situadas en los múltiples parajes rurales. El análisis que realiza Sonia Tell sólo pudo realizarse consultando métodos y perspectivas de trabajo desarrollados durante estas décadas en otros ámbitos académicos. Los notorios avances en el análisis de las sociedades andinas y sus unidades domésticas por parte de la etnohistoria andina, con su particular forma de interacción entre distintas disciplinas como historia, antropología, demografía, etnografía y sociología rural, están presentes en el análisis del mencionado censo, y de esta tradición de trabajo también se recupera el conjunto de preguntas sobre cuáles podrían ser las lógicas que guiaban el accionar de estos sectores campesinos en cada una de las diferentes coyunturas económicas y políticas del período analizado, donde la presión del mercado y del estado no fue homogénea.
   El libro consta de dos partes. Al principio se analizan los elementos estructurales o contextuales como los recursos ambientales, la población y sus movimientos, los períodos de la economía regional, la estructura agraria y la estructura y lógicas de funcionamiento de las unidades domésticas campesinas. Una vez reconstruidos estos elementos estructurales, se pregunta sobre cómo fue afectada la reproducción campesina por las presiones provenientes del mercado en los distintos períodos económicos primero, para luego analizar su relación con los procesos políticos y militares.
   El primer capítulo incluye un análisis de duración secular donde la autora se pregunta sobre cuáles habrían sido los recursos ambientales en las distintas zonas y las posibilidades de acceso a los mismos con las técnicas disponibles, contexto dentro del cual inserta un análisis sobre la estructura, características y movimientos de la población.
   En el siguiente capítulo pasa a analizar el sector externo de la economía regional de Córdoba, donde recupera e integra los resultados de las investigaciones anteriores por las cuales sabemos que durante la segunda mitad del siglo XVIII se dio una bonanza económica general y que, durante el período de apertura mercantil hacia el mercado mundial y de ruptura del vínculo colonial, se desencadenó un conjunto de procesos que devendrán en una aguda crisis económica. Insertándolas en estas coyunturas económicas y también considerando el crecimiento constante de la población, Tell analiza las transformaciones que se dan en la participación mercantil de los campesinos reconstruyendo el calendario de actividades de cada uno de los integrantes de las unidades domésticas, buscando entender cuáles eran las lógicas que guiaban los momentos de inserción mercantil, las características del consumo, y observando al mismo tiempo si la participación mercantil se realizaba bajo el control y en beneficio de los mercaderes. Este tipo de análisis le permite avanzar en la caracterización de estas unidades domésticas y sus cambios a través del tiempo, las cuales observamos que tendían a respetar sus propias lógicas de reproducción sin resistir a la participación mercantil.
   A continuación Tell pasa a preguntarse por las unidades territoriales sobre las que se desarrollaba la producción campesina, en qué tipo de estructura agraria se insertaban y si dicha estructura era homogénea en todo el espacio. Luego de demostrarnos que en términos cuantitativos los campesinos constituían la gran mayoría de los productores rurales, pasa luego a modificar nuestros preconceptos sobre la estructura agraria regional, en tanto esperábamos encontrar un fuerte predominio de las grandes propiedades privadas o recientemente privatizadas luego de la expulsión de los jesuitas. Al contrario de lo esperado, de su análisis se desprende que estas grandes unidades productivas pasan a tener un peso relativo frente a la masiva cantidad de pequeñas unidades de producción campesina e, incluso, de las medianas unidades de producción. Al igual que en trabajos recientes sobre Salta, Tucumán y Santiago del Estero para fines del período colonial, Sonia Tell demuestra la importancia de las pequeñas unidades de producción, demostrando que las mismas representaban el 84% del total, que en ellas trabajaba y residía el 66% de la población rural y que este tipo de unidades se concentraba en zonas de antiguo y estable poblamiento colonial. Estas pequeñas unidades de producción con escasos títulos formales, accedían a la tierra a través del arrendamiento, la "agregación", la ocupación precaria (es decir, sin títulos ni contrato formal pero autorizada por el propietario) de terrenos ubicados en los bordes de propiedades privadas, o el asentamiento ilegal (no autorizado) en tierras baldías o privadas.
   Otro aporte significativo consiste en señalar que no toda la zona rural presentaba características semejantes sino que el espacio rural de Córdoba puede dividirse en tres grandes espacios. La zona serrana ubicada hacia el oeste, noreste y norte de la ciudad, densamente poblada, donde predominaban ampliamente las pequeñas unidades que compartían el espacio con escasas pero grandes y/o muy grandes unidades productivas cuyos trabajadores eran esclavos, trabajadores libres y también campesinos que a cambio de un retazo de tierra entregaban su trabajo; marcando así la existencia de un nivel de concentración de la tierra que explicaba el proceso de expulsión de población que se daba. La parte central de la zona serrana y su piedemonte, que incluia las tierras que rodeaban a la ciudad, se caracterizaba por el predominio general de las pequeñas unidades pero con una mayor presencia de grandes o muy grandes unidades de producción, indicador de un mayor grado de concentración de la tierra pero también de una alta productividad que posibilitaba la fuerte presencia de esclavos, e incluso la recepción de algunos migrantes. En la zona donde la llanura predominaba, ubicada al sur y este de la ciudad, que incluía áreas de reciente expansión y consolidación de fronteras con sociedades indígenas aún no invadidas, las pequeñas unidades seguían predominando pero junto a ellas se encontraban medianas unidades de producción, conformando un espacio donde se daba una posibilidad de mayor acceso a la tierra y que, en consecuencia era una zona receptora de migrantes, ubicada al interior del mismo espacio regional. El hallazgo de esta zona con sus importantes medianas unidades y de las oportunidades que la frontera ofrecía a los migrantes, fue algo sorpresivo porque sobre ello no teníamos noticias, quizá debido a que trasladábamos hacia el pasado la situación actual en estas zonas pampeanas donde están las tierras más valiosas de la provincia. También fue sorpresivo el conocer que los campesinos expulsados de la zona norte y noroeste se orientaban hacia la búsqueda de tierras en la frontera de la jurisdicción y no sólo pasaban a trabajar como asalariados en las zonas más lejanas del litoral ganadero.
   Hacia el final de esta primera parte del libro referido a procesos estructurales, enfrenta la reconstrucción de la conformación interna de las unidades domésticas y cómo ésta variaba según las formas específicas de complementación de energía que adoptaran las familias que encabezaban estas unidades en distintos momentos de su ciclo vital, con sus parientes agregados, agregados no parientes, huérfanos, entenados, etc., lo cual a su vez, le permite percibir las diferenciaciones al interior del campesinado. Todo un conjunto de sustentados avances acerca de problemas sobre los cuales ni siquiera nos habíamos preguntado anteriormente.
   A esta altura del trabajo ya se arriba a la conclusión de que la gran mayoría de la población rural cordobesa vivía en pequeñas unidades productivas y que en estas unidades trabajaban y se reproducían grupos familiares que controlaban la explotación de sus tierras, combinando actividades agrícolas, ganaderas, artesanales y de recolección, con formas específicas, exitosas y productivas en el uso de los distintos recursos y tipos de energía disponible. Contradiciendo el decir de la elite capitular que para esos años calificaba como poco propensos al trabajo a los cuantiosos habitantes de la zona rural, o el decir de las autoridades que señalaban su poco respeto por las normas, la cantidad de hijos sin padres, la escasa propensión al casamiento, etc., sin respetar las lógicas de la propia sociedad campesina- la investigación devela la existencia de estructuradas y articuladas unidades domésticas, muy productivas y que, efectivamente, daban relativa importancia a las normas de comportamiento esperadas por la iglesia y por las autoridades de gobierno y justicia.
   En la parte siguiente del libro nos muestra cómo la reproducción de estas familias campesinas fue afectada desfavorablemente primero por las presiones mercantiles y las exacciones fiscales del período borbónico y, luego de la "independencia", por las exacciones de recursos y energía masculina destinadas a la guerra.
   En el análisis sobre cómo se habría visto afectada la reproducción campesina ante el incremento de relaciones mercantiles, se centra en el acceso a la tierra y al ganado por parte de los campesinos. Primero se ubica hacia fines del siglo XVIII, durante el proceso de concentración de tierras por parte de la elite, señalando la existencia de permanentes conflictos por tierras en zonas de antigua ocupación donde los derechos de propiedad comenzaron a imponerse, con los estancieros controlando sus linderos sin la antigua tolerancia hacia el asentamiento irregular campesino mientras, en medio de confusas negociaciones, trataban de extraer arriendos o renta en trabajo. Esta situación conflictiva continuó durante todo el período de estudio, con la agravante de que durante la primera mitad del siglo XIX también se agudizó el proceso de "privatización" del ganado vacuno, animal que a principios del siglo estudiado aún era un objeto de "caza" y principal fuente de alimento para la población rural.
   El último capítulo es el referido a las formas de relacionamiento entre la sociedad campesina y el poder político regional, considerando las decisiones políticas que afectaban los impuestos o contribuciones pagados por los campesinos, analizando distintas exacciones fiscales, diezmos y primicias, contribuciones en productos, levas militares, etc., es decir, todas aquellas demandas y exigencias que desde el gobierno o la iglesia pudieran haber afectado la reproducción campesina. De todo esto concluye en un ajustado análisis sobre las formas en que estos grupos resistían ante dichas presiones, pero sin poder eludir su difícil situación en medio de un sistema donde todo aquel que detentara poder consideraba legítimo apropiarse de los recursos campesinos, ya fuera en energía y o en productos.
   En este libro encontraremos que durante las guerras de la independencia y todo el período posterior de hegemonía de las elites locales que antes estaban controladas por el sistema colonial, esta población campesina se vio seriamente afectada en su reproducción debido a las levas forzosas y contribuciones en granos, ganados, etc. para las distintas facciones en lucha. Al respecto es importante señalar que al pensar en las unidades domésticas y sus integrantes, se puede percibir que dichas exacciones no necesariamente desestructuran a las unidades, sino que más bien las debilitan, en tanto la nueva situación afectará principalmente a una parte de sus integrantes: el sector masculino adulto.
   Si bien la autora se pregunta insistentemente sobre cómo estos grupos pueden haber percibido y actuado dentro del proceso político que estaban viviendo, lo que logra reconstruir son distintas percepciones sobre la propiedad del disputado ganado vacuno y sobre el acceso a la tierra y a otros recursos, unas basadas en la "costumbre", que toleraban el asentamiento de los campesinos sobre tierras privadas o baldías, la caza de piezas sueltas de ganado de propiedad privada o el acceso al ganado alzado, el acceso a las aguadas, leña y pastos de uso común y el respeto por el ciclo agrícola. En contraposición con estas percepciones, estaban las otras, las que favorecían la delimitación de los derechos privados sobre estos recursos y tendían a recortar el acceso antes tolerado de los campesinos a los mismos e incluso a presentarlo como latrocinio, como resultado de la "indisciplina" de los arrendatarios, trabajadores y agregados, o como ataques a la propiedad privada.
   En síntesis, estamos ante un excelente trabajo de investigación donde el análisis de las sociedades campesinas se aborda desde completas perspectivas, que para esta ocasión se presenta bajo la forma de un libro muy bien escrito y que permite una agradable lectura a pesar de los complejos problemas tratados.
   A mi entender, este trabajo que responde a un conjunto de preguntas que se venían planteando varios investigadores sobre Córdoba desde hace ya medio siglo, nos deja la sensación nostálgica de un final de ciclo junto a la alegría del inicio de los nuevos tiempos, los de una nueva generación de investigadores, muy calificados en su oficio, pero también muy sensibles frente a los problemas de desigualdad en la sociedad.
   Considero que el trabajo realizado por Sonia en la última década es doblemente meritorio, ya que logró formarse como investigadora en historia y escribir este valioso libro en un clima familiar golpeado -como tantos otros- por las políticas neoliberales de los 90', con sus secuelas de desocupación y desaliento, de las cuales recién estamos saliendo. En los años más duros, del 1997 al 2002, fue clave contar con la ayuda financiera de varias instituciones que le destinaron parte de sus magros recursos. Por el apoyo dado a esta joven, brillante y querida investigadora, por haberlo brindado en ese momento tan difícil y crucial, quisiera cerrar esta presentación agradeciendo a los colegas y funcionarios de la Fundación Antorchas, el Ministerio de Educación, la SECyT-UNC, la Agencia Córdoba Ciencia, la Universidad Internacional de Andalucía y el CONICET.

Fecha de recibido: 19 de julio de 2009.
Fecha de publicado: 27 de agosto de 2009.

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