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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.10 no.19 La Plata Aug./Dec. 2009

 

RESEÑAS

Juan Manuel Cerdá y Talía Violeta Gutiérrez (comp.) 2009. Trabajo agrícola. Experiencias y resignificación de las identidades en el campo argentino. Buenos Aires: Ediciones CICCUS.

Carlos Reboratti

Universidad de Buenos Aires - CONICET
creborat@arnet.com.ar

   El libro aquí comentado, tiene su origen en parte de los trabajos presentados a la reunión que organizara la Universidad de Quilmes en abril de 2008, en este caso compilados por Juan Manuel Cerdá y Talía Violeta Gutiérrez. Se inscribe en la ya larga lista de trabajos publicados recientemente sobre el tema agrario (algunos de los cuales fueron escritos por varios de los autores de los capítulos del libro), que a su vez son generalmente resultados de los proyectos de investigación financiados por distintos organismos. El campo - y no solo como resultado de los conflictos que son del conocimiento público - está otra vez en la agenda de las investigaciones en Ciencias Sociales y en buen momento, ya que, como lo muestra buena parte de los trabajos aquí reseñados, este ámbito se encuentra en un proceso de muy fuerte cambio.
   Si bien el título hace referencia al trabajo agrícola, en realidad sólo una parte de los artículos se refieren específicamente a ese tema, y sí lo hacen a un espectro más amplio de lo que podríamos llamar la “cuestión agraria” actual. De los nueve textos publicados, uno es de carácter general, cinco se refieren a la región pampeana, y tres se centran en otras realidades agrarias del país, lo que está mostrando que en las investigaciones somos algo “pampocéntricos”, lo que es un cambio notable con respecto a lo que pasaba, por ejemplo, en la década de los ´70, cuando la mayor parte de las investigaciones hacían referencia a lo que se ha dado en llamar “economías regionales”. Tal vez el papel tan predominante, dinámico y problemático de la producción sojera pampeana tenga algo que ver con este nuevo interés.
   Los cinco artículos sobre la región pampeana se refieren a las cambiantes condiciones en las cuales se desarrolla en la región lo que ampliamente podríamos llamar “agricultura familiar”. Lo más notable es que, al menos en los artículos de Carla Gras, José Muzlera, Javier Balsa y Guillermo De Martinelli, se desprende la sensación de que es muy forzado seguir llamándola de esa forma, por la poca presencia real del trabajo familiar, la emigración de los chacareros a las ciudades y la aparición, en las mismas explotaciones, de sistemas productivos empresariales que poco se vinculan con la vieja tradición del agricultor familiar, chacarero o farmer. Justamente, el abandono del campo y la aparición de un rentista urbano, concentra la atención de los dos primeros artículos, utilizando la noción de desplazamiento en el caso del de Gras, en el que si bien se extraña un poco el uso de material empírico o de datos más específicos, es muy interesante la reflexión sobre las estrategias de cambio empleadas por los que antes podíamos llamar agricultores familiares, ahora rentistas, prestadores de servicios rurales o empresarios familiares. La escala utilizada es diferente en Muzlera, quien se concentra en tres casos de pueblos santafesinos para ver la variada incidencia de la actividad agropecuaria. La falta de una visión del contexto donde se ubican esos pueblos y de una evaluación, por ejemplo, de cómo juega la distancia a las ciudades como factor que distorsiona la sociabilidad de esos pueblos le pone algún interrogante a los datos obtenidos. Sin embargo, éstos son muy útiles para llenar de información a lo que normalmente se dice sobre el papel de los pueblos pequeños y constatar un fuerte sentido de identidad de sus pobladores con la “vida del campo”, a la cual se relacionan ya sea en forma real o simbólica. Estos dos artículos son aportes muy interesantes a una discusión que recién ahora esta comenzando y tiene que ver con la pérdida de diferenciación urbano-rural en el medio pampeano.
   Los tres artículos siguientes, de Balsa, De Martinelli y Lemmi, centrados también en la agricultura pampeana, giran - si bien con escalas, visiones e intensidades distintas - alrededor del tema de las tipologías de los productores. A propósito de una comparación entre la situación de los productores argentinos y norteamericanos (interesante en sí misma, dado que estos mundos se aproximan cada vez más) Balsa(1) hace numerosas referencias y reflexiones alrededor de la posible conceptualización de los productores agrarios como capitalistas y, más adelante, propone una serie de elementos para realizar una tipología. A pesar de la excelente factura del trabajo y adoptando una mirada algo herética, se podría dudar sobre el valor que tiene hoy en día hacer referencias a conceptualizaciones y tipologías tan antiguas como las de Lenin o Kautsky, absolutamente alejadas de la situación actual agraria Argentina. El propio método de realizar tipologías que tiene una evidente utilidad didáctica (y se repite más en detalle en el trabajo de De Martinelli, en ese caso referido al partido bonaerense de Rojas), cuando se lo lleva a la exageración de utilizar ocho variables - ambos autores proponen el mismo numero - aproxima las posibilidades de ubicar tipos agrarios (64, en este caso) a una confusión muy parecida a la situación real. Muchas veces en los estudios agrarios caemos en la tentación de volvernos prisioneros de la tipologias que hacemos, y abandonamos así la posibilidad de mirar una realidad que es, en sí misma, heterogénea. De Martinelli evita este problema y hace, en cambio, un ejercicio de aplicación de categorías tipológicas de varios autores muy conocidos, aplicándolas al caso de Rojas para demostrar la necesidad de repensarlas. El ejercicio, interesante en si mismo, sin embargo se queda casi en una aplicación metodológica mecánica, y le hubieran faltado unas conclusiones algo más extensas.
   El trabajo de Lemmi es distinto, ya que intenta realizar una crítica a dos tipologías ya realizadas sobre los productores hortícolas del Área Metropolitana. Un primer problema al que se enfrenta el lector es que la autora confunde y mezcla en la página 117 los nombres de Roberto Ringuelet y Roberto Benencia.(2) Al hacer una combativa “conceptualización desde el marxismo” la autora se desliza hacia una trampa muy común entre los autores críticos: en vez de analizar los trabajos a partir de lo que los autores dicen, los ataca por no haber dicho lo que la autora quisiera que hubieran dicho; en este caso además indicando que están encubriendo (magnánimamente aclara que es posible que no lo hagan en forma deliberada) una situación de explotación. A lo que agrega su enojo porque los autores mencionan la nacionalidad de los productores (lo que es un elemento central en cualquier análisis sobre la horticultura Argentina) diciendo que así repiten una supuesta estigmatización: ¿será que a los horticultores bolivianos habrá que llamarlos ahora “sujetos de la horticultura nacidos casualmente en otro país”?.
   El texto siguiente es un análisis de Noemí Girbal-Blacha sobre la producción tabacalera hasta mediados del siglo XX, basadoa en un muy extenso trabajo de archivo y en el cual se describe el complejo mundo de las relaciones de producción del norte de la Argentina, alrededor de un cultivo que siempre fue fuente de conflictos y negociaciones entre los productores, los trabajadores, los acopiadores y el Estado. En un artículo muy bien estructurado e informado, llama la atención que a veces se introduce una cierta confusión con el uso de la palabra “cosecheros”, usada a veces para referirse a los productores (“los cosecheros que enfardelan tabaco…” (pág. 139) y en otras ocasiones a los trabajadores de la cosecha, a los cuales de acuerdo a la nomenclatura de la época, también se los denomina “braceros”.
   Los dos artículos siguientes, el primero de Juan Manuel Cerdá y el siguiente de Carlos Cattáneo, Clara Craviotti y Paula Palacios, se refieren específicamente a situaciones laborales rurales, una en Mendoza y la otra en Entre Ríos. La primera se centra en el trabajo infantil, un tema hasta ahora muy poco estudiado y en este caso haciendo una comparación entre la situación a principios del siglo XX y la actualidad. El estudio es muy interesante porque la cosecha de la vid ha sido uno de los pocos trabajos agrícolas que no ha podido mecanizarse, sobre todo cuando la producción ha virado hacia vinos de mejor calidad, lo que siempre ha atraído a la provincia una cantidad de mano de obra migrante, muchas veces de tipo familiar y que incluía el trabajo infantil casi “naturalmente”. Lo que más llama la atención es que a pesar del tiempo transcurrido, el autor prueba con claridad que todavía la utilización de la mano de obra infantil es relativamente común, manteniendo un sistema de explotación laboral que pareciera de otra época.
   El trabajo siguiente gira también alrededor del tema de la cosecha, en este caso de uno de los productos nuevos de la Argentina agraria: el arándano.(3) Una de las características de este producto, es que, por sus particularidades técnicas y destino de la comercialización, requiere la utilización de gran cantidad de mano de obra para la cosecha, en este caso unas 7.000 personas, lo que es notable dada la relativa reducción de la extensión del cultivo en la provincia de Entre Ríos. El texto hace un muy buen análisis de los trabajadores, que combinan un origen urbano y rural, distintas actividades (por ejemplo, encadenando la cosecha del citrus con la del arándano) y características socio-demográficas, mostrando la riqueza de este tipo de situaciones, muy alejadas del prototipo de cosechador que nos habían mostrado en otras épocas, por ejemplo, la caña de azúcar o el tabaco.
   Finalmente, María del Pilar Fotti y Edith Obschatko hacen un análisis para todo el país y sus regiones de la participación de los pequeños productores en el empleo rural, utilizando la información que se desprende de su ya clásico trabajo realizado sobre los pequeños productores de la Argentina.(4) Los datos expuestos confirman la tendencia a la reducción del peso de la mano de obra familiar, con algunos casos muy extremos, como es el de la región pampeana, donde entre 1988 y 2002 este tipo de trabajadores descienden más de un 50%. Un aporte muy útil y esclarecedor, aunque es una verdadera lástima que la previsible falta de utilidad de los datos, trabajosamente relevados por el INDEC en el curioso censo bianual agropecuario 2008-2009, no permitan extender el análisis hasta nuestros días.

Notas

(1) Autor de un excelente trabajo: BALSA, Javier. 2006. El desvanecimiento del mundo chacarero. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.         [ Links ]

(2) Este último acaba de publicar un importante trabajo sobre el tema: BENENCIA, Roberto, Germán QUARANTA y Javier SOUZA CASADINHO. 2009. Cinturón hortícola de la ciudad de Buenos Aires. Cambios sociales y productivos. Buenos Aires: Ciccus.         [ Links ]

(3) Una de las autoras ha publicado un libro sobre el tema: CRAVIOTTI, Clara. 2008. Los nuevos productores: alimentos de alto valor y reestructuraciones agrarias. Buenos Aires: CICCUS.         [ Links ]

(4) OBSCHATKO, Edith y María del Pilar FOTTI. 2007. Los pequeños productores en la República Argentina. Buenos Aires: IICA-SAGyPA.         [ Links ]

Fecha de recibido: 4 de octubre de 2009.
Fecha de publicado: 6 de diciembre de 2009.

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