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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.11 no.21 La Plata July/Dec. 2010

 

ARTÍCULOS

La agricultura familiar en la región pampeana argentina. La utilización de los factores de producción y su relación con nuevas dinámicas familiares

Family farms in the Pampas region of Argentina. The use of production factors of production and their relationship with new family dynamics

Melina Neiman

CEIL-PIETTE / CONICET
mneiman@ceil-piette.gov.ar

Resumen
Este artículo tiene un doble objetivo. Por un lado, conocer cuál es la relación que guarda la agricultura familiar de la región pampeana argentina con los distintos factores de producción intentando verificar si es factible encontrar en estas unidades una forma particular de organizar el trabajo, relacionarse con el recurso tierra y/o capitalizarse (invertir en tecnología) que diferencie a la agricultura familiar de otras formas de producción. Por el otro, indagar acerca de los procesos de cambio que se han venido produciendo en las dinámicas de estas familias, con comportamientos y valores "modernos" característicos de familias urbanas, para analizar sus efectos sobre la organización de la unidad productiva. Todo ello, en el contexto de esta región cada vez más especializada en la producción agrícola e inserta en circuitos de comercialización mundiales.
En este sentido, primero se observan los rasgos que presenta el vínculo de este tipo de unidades con los distintos factores de producción (tierra, capital y trabajo) y, a continuación, se propone un análisis acerca de las modificaciones atravesadas por las familias involucradas que han venido influyendo en la forma de tomar decisiones por parte de la unidad productiva.
En cuanto al abordaje metodológico, se realizó una encuesta a productores familiares a partir de una muestra del total de establecimientos agropecuarios en el partido de Junín, ubicado en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina, así como también se realizaron entrevistas a productores y a esposas e hijos de productores del partido.

Palabras claves: Agricultura familiar; Familias; Región pampeana.

Abstract
The objectives of this work are, in a first place, know the relationship between family farming of the Pampas region of Argentina with the different factors of production trying to verify whether, in the context of this region increasingly specialized in the production of soybean, embedded in global marketing channels, it is possible to find a particular way of organizing work, relating to the land resource and / or capitalizing (invest in technology) that distinguishes family farming from other forms of production, and on a second place, inquire about the processes of change that have occurred in the dynamics of these families, whose has adopted "modern" behaviors and values characteristic of urban families, to study their impact on the organization of the production unit.
In this sense, we first observed the characteristic that presents the link between this type of units with different factors of production (land, capital and labor), and then, we suggest an analysis of the changes crossed by the families involved that have been influencing the way decisions are token and the impact on the production unit.
For the methodological approach, we work with a survey of family farmers from a sample of agricultural establishments in the district of Junin, located on the Pampas, on the northwest of the province of Buenos Aires, Argentina.

Keywords: Familiar agriculture; Families; Región pampeana.

1. Introducción

   La definición de "agricultura familiar" ha generado intensos debates acerca de sus características, tanto en lo que se refiere a la organización interna de estas unidades como a su inserción y persistencia en el capitalismo. Las primeras discusiones estuvieron centradas en la tradicional figura del "campesino" y su posibilidad de persistencia/resistencia en el capitalismo (Kautsky, 1978, Chayanov, 1975, Weber, 1972, Lenin, 1981); luego surgieron otras lecturas enfocadas en la forma de organización laboral de las familias de los pequeños y medianos productores ya sea insertos en cadenas agroindustriales de alcance global o en contextos de menor integración a los mercados (Galeski, 1977, Shanin, 1983, Wolf, 1978, Mann y Dickinson, 1978, Archetti y Stölen, 1978, Bartolomé, 1975, Vessuri, 1974, Murmis, 1991); finalmente, en la actualidad, también se pueden encontrar discusiones que observan las dinámicas propias de estas unidades considerando las formas de interacción con otros sectores sociales y con el Estado, enfocadas en el papel que ocupa este sector en los espacios políticos (Servolo de Medeiros, 2001, Mançano Fernandes, 2004)
   Tradicionalmente, la agricultura familiar se ha caracterizado por la presencia de unidades de producción agrícola donde la organización de la producción y del trabajo está íntimamente ligada a la familia. Sin embargo, la diversidad de situaciones en las que los pequeños productores organizan la producción y el trabajo en la unidad hace que el concepto de agricultura familiar sea una noción a revisar.
   El primer objetivo de este trabajo radica en conocer cuál es la relación que guarda la agricultura familiar de la región pampeana argentina con los distintos factores de producción intentando verificar si, en el contexto de esta región cada vez más especializada en la producción de soja e inserta en circuitos de comercialización mundiales, es factible encontrar una forma particular de organizar el trabajo, relacionarse con el recurso tierra y/o capitalizarse (invertir en tecnología) que diferencie a la agricultura familiar de otras formas de producción. Asimismo, un segundo objetivo es el de indagar acerca de los procesos de cambio que se han venido produciendo en las dinámicas de estas familias, con comportamientos y valores "modernos" característicos de familias urbanas, para analizar sus efectos en la organización de la unidad productiva.
   La agricultura familiar pampeana se caracteriza por ser un sector que estuvo seriamente comprometido durante la década del noventa pero que, después de la devaluación del peso argentino en el año 2002 y del incremento en el precio internacional de los commodities, se vio beneficiado. Asimismo, este es el sector que se manifestó durante el año 2008 contra la medida de las retenciones móviles impulsada por el gobierno nacional, mediante un lock-out patronal y cortes de rutas en distintos puntos del país.
   Entre los principales interrogantes que se abordan en este trabajo se cuentan aquellos relacionados con entender el valor explicativo de la composición de los factores de producción (tierra, capital y trabajo) de estas unidades para definir a la agricultura familiar pampeana, así como también analizar la influencia de los cambios en la organización familiar y de las modificaciones en la asignación de roles y funciones de los distintos integrantes de las familias, sobre la organización del trabajo, la inversión en tecnología y la relación con la tierra.
   En cuanto al abordaje metodológico, se realizó una encuesta, entre septiembre de 2008 y marzo de 2009 a productores con menos de 500 hectáreas (1), a partir de una muestra del total de establecimientos agropecuarios en el partido de Junín, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Esta muestra se basó en un diseño estratificado con asignación no proporcional en los distintos estratos.
   El primer estrato es aquel que cuenta con familiares del productor como trabajadores, tanto si tienen además asalariados o no; el segundo estrato es aquel que cuenta con asalariados pero sin trabajadores familiares (excepto en productor); y por último, el tercer estrato es aquel donde sólo trabaja el productor.
   La asignación de la muestra fue de la mitad de casos al estrato con familiares y el resto repartido por igual para los otros dos estratos.
   La información proveniente del Censo Nacional Agropecuario del año 2002 permitió definir los estratos de la muestra sobre la base de la cantidad de productores que corresponden a cada una de las 3 categorías mencionadas. Con esta información, se construyó una muestra dentro de cada estrato de números de orden entre 1 y el tamaño del estrato correspondiente (2).
   Luego, se calcularon los ponderadores correspondientes para expandir los resultados de la muestra de cada estrato y estimar sus totales, promedios y proporciones y, posteriormente, los totales, promedios y proporciones sobre toda la población. Se calcularon además las correspondientes varianzas y errores de muestreo.
   El cuestionario aplicado relevó información sobre características de los establecimientos (superficie, tenencia, tipo jurídico, residencia), de las actividades productivas (cultivos, ganadería y prácticas culturales), de construcciones y maquinarias, del tipo de gestión y composición de la mano de obra, de la composición del hogar y, de las características de los trabajadores familiares.
   El análisis de esta información permitió avanzar en la discusión teórica acerca de qué es lo distintivo de estas unidades provisoriamente definidas como familiares -que han sido conceptualizadas de diferentes modos a lo largo de la historia del pensamiento social agrario-, a la luz de los cambios en el contexto internacional donde éstas se insertan como proveedoras de commodities y de los procesos de reorganización familiar por los que transitan.

2. El uso de la tierra

   En los debates acerca de la agricultura familiar, el vínculo que se establece entre un grupo familiar y la parcela de tierra en la que se asienta fue considerado desde siempre un elemento clave para comprender el funcionamiento de las familias y su relación con la actividad agrícola.
   En la literatura más clásica de las ciencias sociales se encuentra una concepción acerca de un modo familiar -o campesino- de ocupar la tierra vinculado con una racionalidad no capitalista. Esta ocupación es espontánea y sobre tierras libres donde se produce con mano de obra familiar orientada a la reproducción de la familia. Estas tierras libres (no sometidas a reglas jurídicas) son el ideal de tierra de trabajo del campesinado y representativo de su lógica particular y, con el avance del proceso de expansión capitalista, se enfrenta con la tierra de negocio que tiene una lógica de consumo y de mercado. A esta visión, Masumeci (1998) la denomina "la versión dualista campesinado vs. capitalismo".
   Desde este punto de vista, difícilmente el tipo de unidades estudiadas pueda ser considerado familiar por esta concepción analítica. Esto se debe a que para estos productores, la utilización de la tierra generalmente está orientada por objetivos comerciales aunque, como sostiene Balsa (2006), analíticamente, también puede ser "factible la existencia de unidades no estrictamente capitalistas dentro de un contexto capitalista" (Balsa, 2006: p. 250).
   Forni y Tort (1984) señalaron, a mediados de los años ochenta, que la transformación de chacareros a "farmers" estuvo relacionada con el proceso de acceso a la tierra que atravesaron los ex - arrendatarios de la región pampeana, entendiendo por ello propietarios de tierra de tamaño menor, con control de maquinarias y uso de mano de obra familiar. Asimismo, Barsky (1987) destacó que las unidades familiares atravesaron un proceso de transformación de arrendatarios y productores de la colonización a pequeños propietarios, proceso culminado en gran mediada hacia comienzos de los setentas.
   El segmento de las pequeñas y medianas explotaciones familiares de la región pampeana está conformado por agricultores que, en su gran mayoría, han participado desde siempre en el mercado y poseen disponibilidad de recursos productivos (tierra, capital y trabajo). Si bien las decisiones de qué producir y cómo hacerlo continúa en manos del productor y su familia, tanto el acceso al modelo tecnológico estandarizado, como los altos precios internacionales de los commodities volvieron casi inobjetable, desde el punto de vista económico, la elección por producir cereales y oleaginosas (en especial, el cultivo de soja) en la tierra disponible.
   Rodríguez y Arceo (2006) sostienen que el aumento de la renta agropecuaria trajo como corolario un significativo incremento en el precio de la tierra mientras que, por otra parte, al interior del sector agropecuario se observa una distribución diferencial de la renta agraria determinada por la existencia de suelos de distinta fertilidad, economías de escala y distinto poder de mercado, entre otros factores (3).
   Este modelo tecnológico asociado a la expansión de la utilización de maquinaria con mayor capacidad de trabajo, la siembra directa y el escaso requerimiento de mano de obra, condujo tanto a comportamientos de expansión como de retracción, dependiendo de las decisiones que tomaron las distintas unidades familiares. Como explican Giarracca, Gras y Barbetta (2005), si bien hay unidades de tipo familiar-empresarial que tuvieron estrategias más expansivas tanto en lo referido a la compra como a la toma de tierras, otras tuvieron comportamientos defensivos y formas de repliegue (dejando de tomar tierras) como estrategias "conservadoras" del patrimonio familiar.
   Por otra parte, también se pueden ver expresadas otras conductas más bien rentísticas por parte de algunas pequeñas y medianas unidades familiares que, a través de la cesión de tierras a pools de siembra (4) dispuestos a pagar altas rentas por la tierra, abandonaron su condición de productores familiares y decidieron vivir de la renta del campo en sectores urbanos cercanos al establecimiento agropecuario (en nuestro caso, la ciudad de Junín).
   En lo que se refiere a la escala de extensión, como explican Barsky y Gelman, (2009) y Balsa (2002), en base a información de los Censos Nacionales Agropecuarios, si bien en el período intercensal 1988-2002 se ha detectado un proceso de concentración de la producción y de desaparición de las unidades de entre 25 y 100 hectáreas, al mismo tiempo que se incrementan relativamente las medianas-grandes de más de 200 y de menos de 1000 hectáreas.
   En Junín todavía se puede observar un peso muy importante de las explotaciones agropecuarias con menos de 100 hectáreas. Se trata de unidades que durante la década del 90 no alcanzaban a cubrir los niveles mínimos para satisfacer las necesidades básicas de la familia y volver a poner en producción la unidad para el siguiente cultivo (5) y que, a partir de 2002, lograron recuperarse como consecuencia de la devaluación del peso argentino y la pesificación de deudas en dólares, además del incremento en los precios internacionales de los principales commodities.
   A partir de la información relevada en la encuesta realizada a productores del partido de Junín, surge que la superficie media de estas unidades es de 140 hectáreas. Asimismo, se puede observar que el 51,7% de éstas tiene menos de 100 hectáreas, que un 40,2% posee entre 100 y 400 hectáreas y que sólo el 8,1% tiene entre 400 y 500 hectáreas.
   Por otra parte, surge que el 51,7% de las explotaciones con menos de 100 has. involucran a sólo el 18,8% de la superficie, mientras que el 26,2% de explotaciones de entre 200 y 500 has. comprende el 59,4% de la superficie (Tabla 1).

Tabla 1. Explotaciones agropecuarias familiares según estratos de superficie. Junín, 2008

Superficie en has. Explotaciones Superficie
% Has. %
1 a 50 118 24,6 4.820 6,3
51 a 100 130 27,2 9.587 12,5
101 a 200 105 22 16.633 21,7
201 a 400 87 18,2 23.635 30,9
401 a 500 38 8,0 21.839 28,5
Total 478 100 76.514 100

Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

   En cuanto a los cambios que se han producido en torno al régimen de tenencia en la estructura agraria pampeana, Barsky y Gelman (2009) explican que entre los años 1930 y 1960 se produjo en Argentina un proceso de disminución del arrendamiento que desembocó en un agro dominado por distintas capas de propietarios en las que predominaban las explotaciones medias. Sin embargo, en las últimas dos décadas se ha vuelto a expandir el arrendamiento pero con la diferencia que los que toman tierra son también propietarios o pools de siembra con alta inversión de capital. El resultado es una estructura agraria donde la forma de propiedad sigue teniendo un importante peso pero donde también crece fuertemente el arrendamiento puro y formas combinadas de propiedad y arrendamiento. Se observa que, en la región pampeana, el porcentaje de tierras bajo la forma de arrendamiento se incrementa del 11,9% para 1988 al 19,8% en 2002 (Barsky y Gelman, 2009). En este mismo sentido, Balsa (2006) sostiene que existen dos tipos de productores que se vinieron expandiendo desde la década de 1990: por un lado, productores exitosos que combinan propiedad y arriendo junto con trabajo asalariado y/o contratistas de servicios y, por otro lado, arrendatarios capitalistas que concentran la producción sin controlar la tierra como grandes contratistas tanteros, contratistas de servicio y "pools de siembra". En el caso del arrendamiento, el pago por el uso de la tierra se estipula entre las partes en quintales de soja y, de esta forma, esta modalidad de arreglo elimina la posibilidad de realizar cualquier otra actividad productiva en tierras de alquiler (Cloquell et al., 2007).
   Con el objetivo de analizar el comportamiento de la agricultura familiar pampeana, en lo que se refiere a esta dimensión, en el partido de Junín la forma de tenencia preponderante de estos sectores es la de propiedad que representa un 78,5% mientras que un 14,0% de los productores combinan propiedad con arrendamiento aparcería o contrato accidental y es casi inexistente la proporción de productores que sólo tienen tierras en arrendamiento, aparcería o contrato accidental (7,5%) (Tabla 2).

Tabla 2. Explotaciones agropecuarias familiares según tipo de tenencia. Junín, 2008

Tipo de tenencia Propiedad Propiedad y arrendamiento o aparcería Arrendamiento, aparcería o contrato accidental Total
% de eaps 78,5 14 7,5 100
% en has. 93,0 6,2 0,8 100

Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

   Es posible observar que si bien la propiedad es el régimen de tenencia predominante, estos productores familiares también combinan con otras formas de tenencia como el arrendamiento o el contrato accidental cuando plantean una estrategia de organización de la producción y del trabajo de características expansivas (impulsada, generalmente, porque hay una mayor cantidad de hijos que desean dedicarse al trabajo en la explotación o porque se ha decidido, en un momento determinado, invertir capital disponible en la unidad para arrendar un campo vecino). De esta manera, se vuelve por lo menos discutible definir a estos sectores, solamente, por un único régimen de tenencia de la explotación -la propiedad- como habían concluido que era factible distintos autores en la década de 1980 (Forni y Tort, 1984; Barsky, 1987).
   Por otra parte, resulta interesante comparar la superficie media de estos tres tipos de explotaciones. La escala promedio de las explotaciones en propiedad es de 156,3 has. mientras que en las explotaciones que combinan propiedad y arrendamiento es de 217,7 has. y en las que sólo arriendan es de 88,2 has. De esta manera, se puede observar que posiblemente las unidades que tuvieron un comportamiento más expansivo son las que combinan propiedad con arrendamiento ya que son unidades que decidieron extender en el negocio familiar mediante el alquiler de tierras.
   A nivel productivo, estas explotaciones familiares se inclinan por la combinación de distintos cereales y oleaginosas en un esquema de doble cultivo, aunque el modelo de especialización en la producción de soja siga siendo predominante al igual que en el resto de la región pampeana argentina que enfrentó, desde comienzo de los años 90, importantes cambios en su sistema de producción asociados a la intensificación del proceso de agriculturización (González y Bilello, 1998; Bisang, 2003; Azcuy Ameghino y León; 2005). En efecto, en el caso particular de la soja, si bien el crecimiento de la superficie cultivada ha sido constante desde su introducción en el país en la década del 70 con las incorporaciones tecnológicas de la llamada "revolución agrícola", desde los años 90 ésta atravesó un crecimiento vertiginoso que la posicionó como el cultivo más sembrado a nivel nacional seguido por el trigo. Así, para el año 2005 se registraron 14 millones de hectáreas de soja y 7 millones de hectáreas trigo en el país (Obschatko et al., 2006).
   En el partido de Junín, el núcleo de la dinámica de desarrollo del municipio y de la zona es la actividad agrícola, la cual a su vez se encuentra ligada a una estructura de producción de un importante complejo agroindustrial (SEMA-EMS, 2001). La actividad agrícola-ganadera de la región es variada, desarrollándose actividades de producción de cereales y oleaginosas (soja, maíz, trigo), mientras que la actividad pecuaria en bovinos (especialmente, invernada) "aparece en forma complementaria a la agricultura" (Craviotti, 2002: p.104), así como también algunas actividades menores como la producción porcina y la cría avícola.
   En las explotaciones familiares del partido de Junín está generalizada la utilización de parte o la totalidad de la tierra para cultivos anuales (más del 95% de las unidades destinan parte del suelo para estos cultivos), aunque es posible distinguir entre explotaciones que sólo tienen cultivos agrícolas -cereales y oleaginosas- que representan el 43,3%, otras que son preponderantemente agrícolas aunque combinen con otras actividades menores como actividad porcina, cría avícola y pequeños "feed lots artesanales" con ganado bovino (30,5%), explotaciones mixtas que realizan rotación agrícola-ganadera en la totalidad o parte del predio (24,9%) y, finalmente, explotaciones ganaderas que sólo representan un 1,3%.

Disponibilidad y uso del capital

   Algunos autores como Mançano Fernandes (2004) y Martins (1982) sostienen que el paradigma de "la cuestión agraria" nació de la contradicción estructural generada por el capital, que produce simultáneamente concentración de riqueza y expansión de la pobreza y de la miseria. Esta desigualdad sería resultado de un conjunto de factores políticos y económicos ya que es producida por la diferenciación económica de los agricultores, predominantemente del campesinado, por medio de la sujeción de la renta de la tierra al capital.
   Desde esta perspectiva, se coincide en señalar que en el contexto del capitalismo, se empiezan a oponer dos tipos de formas de producir: por un lado, el agronegocio que representa una nueva forma de concentración de la producción que no sólo dispone de tierra sino también de tecnología de producción y políticas de desarrollo y, por otro lado, el sector de la agricultura familiar que ocupa un lugar subalterno pero que sigue siendo de gran magnitud. Sin embargo, dentro de este modelo, resulta difícil entender el lugar que ocupa el sector de la agricultura familiar pampeana debido a que se trata de pequeñas extensiones, que tienen una organización de tipo empresarial-familiar y cuya producción está destinada a la exportación de commodities.
   En un contexto de una profunda agriculturización como es el partido de Junín, para medir el nivel de capitalización se hace necesario considerar el capital acumulado en maquinaria agrícola para la actividad (tractores, sembradoras y cosechadoras) (6).
   Entre los equipos que se utilizan en la región pampeana hay tanto maquinaria de nueva generación (sembradoras de siembra directa, cosechadoras y pulverizadoras), incorporadas en los últimos 10 años, como otras de mayor antigüedad con las que se sigue trabajando (Cloquell et al., 2007). Entre los productores familiares del partido de Junín se registra un importante plantel de maquinaria agrícola con un promedio de 18 años de antigüedad en el caso de las cosechadoras y de 25 años para los tractores.
   A partir de los datos relevados, se puede observar que en Junín, el 81,4% de las unidades familiares posee tractores, el 57,3% tiene sembradoras (generalmente, de siembra directa) y el 21,8% cuenta con equipo de cosecha (Tabla 3).

Tabla 3. Explotaciones familiares con maquinaria agrícola, según tipo de maquinaria que poseen. Junín, 2008

Maquinaria Posee No posee Total
Tractores 389 89 478
% 81,4 18,6 100
Sembradoras 274 204 478
% 57,3 42,7 100
Cosechadoras 104 374 478
% 21,8 78,2 100
Todo el equipo 82 396 478
% 17,2 82,8 100

   En esta situación, los productores familiares con una importante dotación en maquinarias, desarrollan estrategias para valorizar este capital inmovilizado, ofreciendo servicios de maquinaria a productores vecinos. Así, muchos de los productores independientes con poca tierra, se fueron convirtiendo en un tipo de contratista que accede a la producción por la vía del capital y el "manejo empresarial" más que por la vía de la propiedad de la tierra (Lapegna y Domínguez, 2005) y ofrece servicios de maquinaria, con el uso de su propia fuerza de trabajo y/o de asalariados, para la realización de una o más tareas.
   En el partido de Junín se observa que una importante proporción de productores familiares recurre a un tipo de organización de la producción basada en la contratación de terceros para la realización de labores dentro de una estrategia que excluye la inversión de capital en la adquisición de maquinaria e insumos y la contratación directa de mano de obra, si bien retiene el control y la coordinación del proceso global de producción y comercialización (Lodola, 2008).
   Casi el 80% contrata servicios pero con algunas diferencias internas: los mayores niveles de contratación se dan en los sectores medios y comienza a descender significativamente hacia los tamaños más grandes (Tabla 4).

Tabla 4. % de explotaciones agropecuarias familiares que contratan servicio de maquinaria según tamaño. Junín, 2008

Tamaño (has.) %
1 a 50 79,1
51 a 100 83,9
101 a 200 92,3
201 a 400 68,8
Más de 401 44,2
Total 78,6

Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

   La amplia difusión del contratismo de servicio de maquinaria en la agricultura familiar -aunque también en la no familiar - lleva a repensar si el nivel de capitalización de estas unidades está asociado al capital acumulado en maquinaria agrícola o más bien, si la decisión de adquirir maquinaria o de contratar a un tercero para que realice labores no responde a una estrategia relacionada con los contextos históricos y con la disponibilidad de mano de obra. En este sentido, se puede observar que en períodos en los que existieron créditos blandos para la compra de maquinaria, los productores familiares optaron por adquirirlos pero que, actualmente, la decisión de adquirir maquinaria o contratar el servicio no está únicamente relacionado con el nivel de capitalización sino con una determinada estrategia de organización del trabajo.
   De esta forma, sería por lo menos insuficiente definir a la agricultura familiar por su nivel de capitalización cristalizado en la posesión de maquinaria agrícola. Se puede observar que existen grandes empresas -no familiares- que optan por arrendar tierras y contratar servicio de maquinaria como una forma de desligarse de algunas fases del proceso de trabajo, sin que eso sea una señal de menor nivel de capitalización. Por otro lado, se encuentran unidades familiares que han decidido en un determinado momento adquirir maquinaria (por ejemplo, equipo para cosecha) con el objetivo de utilizar la mano de obra familiar disponible en el establecimiento -o incluso contratando a un asalariado transitorio- para obtener un ingreso extra mediante la realización de trabajos a terceros con esa maquinaria propia.
   Asimismo, otro factor que incide en la decisión de incorporar maquinaria propia es la presencia de trabajadores familiares. Se puede observar que el 61,3% de las unidades con trabajadores familiares contratan servicio de maquinaria mientras que este porcentaje alcanza al 82,3 en las explotaciones en las que no cuentan con miembros de la familia que trabajen (a excepción del productor) (Tabla 5), lo cual muestra la relación positiva entre incorporación de maquinaria y disponibilidad de mano de obra familiar.

Tabla 5. Contratación de servicio de maquinaria según presencia de trabajadores familiares. Junín, 2008

Con trabajadores familiares Sin trabajadores familiares
% %
Contrató 61,3 82,3
No contrató 38,7 17,7
Total 100 100

Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

3. Trabajo y trabajadores

   En la discusión en torno a lo definitorio del carácter familiar de una unidad agropecuaria pampeana de este tipo la composición de la mano de obra que trabaja en la explotación se ha vuelto un elemento explicativo fundamental. Se definen las características de este tipo de unidades en base al porcentaje mayoritario de familiares en la composición de la mano de obra y a la ausencia (o menor presencia) de trabajadores asalariados no familiares, así como también el grado de autonomía que tienen para tomar decisiones productivas y de consumo.
   Cuando Friedmann (1986) se pregunta qué es lo específico de la empresa agropecuaria familiar, llega a la conclusión que "en una economía basada en relaciones salariales, la organización del trabajo a través de un complejo familia/hogar es claramente lo que la distingue de una empresa capitalista típica (...) La unidad de propiedad y trabajo es lo distintivo" (Friedmann, 1986: p. 44).
   En esta misma línea, se puede encontrar en debates locales sobre la agricultura familiar pampeana, cierto consenso -aunque con algunas diferencias- en hacer hincapié en el origen de la mano de obra utilizada en este tipo de unidades para considerarla como familiar: Mascali (1990) se ocupa de señalar que las explotaciones familiares se caracterizan por emplear mano de obra casi exclusivamente familiar, con la posibilidad de contratar un asalariado en momentos del ciclo doméstico en que hay un déficit transitorio de trabajadores familiares; Balsa (2002) identifica a las formas de organización familiar cuando no se contrata trabajadores asalariados o cuando la proporción de trabajadores familiares es mayor al 90% y reserva la categoría de "familiares con asalariados" cuando esa proporción se encuentra entre el 50% y el 90% y Neiman et al. (2003) llaman la atención sobre la existencia de un productor con características tradicionalmente consideradas familiares en las unidades pampeanas que contratan hasta un trabajador asalariado permanente.
   Asimismo, Craviotti (2002) y Tort y Román (2005) enfatizan en la necesidad de que los miembros del hogar sean los responsables tanto de la gestión de la explotación como de las tareas de campo. Craviotti (2002) entiende por productores familiares a aquellos que "además de las tareas de gestión realizan tareas físicas en sus predios, relevantes para el funcionamiento del proceso productivo"; Tort y Román (2005) utilizan dos criterios para distinguir una explotación familiar de una empresaria: a) la participación directa del titular y su familia en las labores del campo, aunque se contraten trabajadores permanentes y/o eventuales; y b) la responsabilidad directa del titular en la administración de la explotación, tanto en la parte comercial-financiera como en la laboral productiva, sin que exista, por lo tanto, un administrador contratado.
   Giarraca, Gras y Barbetta (2005) agregan que, si bien la mano de obra de estas unidades es fundamentalmente familiar, se combina con el trabajo de asalariados transitorios, permanentes y/o contratación de servicios dependiendo del tamaño de la explotación relativizando la importancia del trabajo familiar, aunque el productor y su familia sean quienes se encargan de tomar las decisiones en lo que tiene que ver con la organización productiva y laboral de la explotación.
   Con los datos provenientes de la encuesta realizada en el partido de Junín se ha decidido mostrar cuatro situaciones vinculadas con las diferentes formas de organización del trabajo en las explotaciones familiares. En el 11, 7% de las unidades trabaja sólo el productor (sin trabajadores familiares ni no familiares), en el 2,8% se arreglan con la labor del productor y trabajador/es familiar/es sin contratar trabajo no familiar, un 73,5% combina trabajo del productor con el de trabajadores no familiares, y un 12,1% utiliza la mano de obra del productor y la de trabajadores familiares y, también la de no familiares (Tabla 6).

Tabla 6. Explotaciones agropecuarias familiares según composición de la mano de obra. Junín, 2008

Composición de la mano de obra %
Productor y familiar* 14,4
Productor y no familiar** 73,5
Productor, familiar y no familiar*** 12,1
Total 100,0

* Productor y familiar: trabaja el productor con trabajador familiar, sin asalariado y sin contratista
** Productor y no familiar: trabaja el productor sin trabajador familiar, con asalariado y/o con contratista
*** Productor, familiar y no familiar: trabaja el productor con trabajador familiar y asalariado y/o contratista
Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

   Es importante tener en cuenta que se está considerando en el trabajo no familiar a la contratación directa de trabajadores permanentes (en general, sólo uno) y transitorios, así como también a la contratación indirecta (servicios de maquinaria). Sin embargo, se debe hacer una importante distinción: la tercerización de ciertas tareas supone externalizar parte del proceso productivo en otros agentes, con un control relativo del proceso de trabajo por parte del productor; mientras que la contratación directa de asalariados supone la explotación de fuerza de trabajo en un escenario en el que el productor está a cargo del control de todo el proceso productivo. Por otro lado, tampoco se está discriminando en este análisis entre el trabajo familiar no remunerado y el trabajo familiar remunerado.
   Cada una de estas situaciones presenta características propias vinculadas a formas particulares de organizar la producción y el trabajo en la unidad y, de esta forma, se agrega un mayor grado de complejidad para comprender si existe una "forma de organización del trabajo y la producción específicamente familiar".
   Para realizar el análisis de las situaciones descriptas a continuación se muestra cuáles son los sujetos que están presentes en cada una de estas situaciones de trabajo, así como también qué dinámicas de organización de la producción y de la familia se generan.

(1) Productor y familiar. Esta condición se diferencia por estar conformada por las unidades que "tradicionalmente" se han considerado familiares. Se trata de explotaciones agropecuarias en las que trabaja el productor y familiares del productor (en general, los hijos varones) sin contratar trabajo no familiar (asalariados o servicio de maquinaria). Estas unidades representan sólo el 2,8% del total de las explotaciones estudiadas, lo cual pone de manifiesto la necesidad de reconsiderar los elementos que se han tenido en cuenta históricamente para definir el concepto de agricultura familiar.
   Son unidades que cuentan con la maquinaria necesaria para realizar todas las actividades productiva y que incluso pueden estar ofreciendo servicio de maquinaria con la mano de obra familiar.
   Se pueden encontrar dos situaciones: o bien el productor logra hacerse cargo del trabajo que demanda la explotación sin contar con trabajadores familiares ya sea porque los hijos se encuentran en edad escolar, son mujeres y no participan, o se han ido del hogar familiar o bien los hijos varones de estos productores se encuentran en una edad en la que deciden participar de las labores de campo estableciendo diferentes vínculos de trabajo con sus padres (remunerados o no remunerados). El rango de edad suele extenderse de los 18 a los 35 años ya que empiezan a trabajar cuando terminan la escuela secundaria y, a veces, incluso mientras continúan una carrera universitaria.
   La superficie media de estas explotaciones es de 270 hectáreas, muy superior a la media del universo de la agricultura familiar juninense que alcanza las 140 hectáreas. En cuanto a la forma de tenencia, es destacable que dos tercios de estas explotaciones tiene el predio en propiedad, y el tercio restante combina propiedad con arrendamiento. Estos datos dan cuenta de unidades productivas en expansión tanto por la escala como por el hecho de que la combinación entre propiedad y arrendamiento es levemente superior al promedio de Junín.

(2) Productor y trabajador no familiar. En el 73,5% de las explotaciones familiares estudiadas, el trabajo en la unidad es realizado por el productor y trabajadores no familiares. Este trabajo no familiar puede ser contratado de forma indirecta (servicio de maquinaria), de forma directa (en general, un trabajador permanente) o puede darse una combinación de ambas modalidades de contratación.
   El 78,8% de estas unidades complementa el trabajo del productor con servicio de maquinaria solamente, sólo el 6,5% con asalariados y un 14,7% combina ambas modalidades de contratación de trabajo no familiar.
   La superficie media de las unidades en las que se desempeña el productor con trabajo no familiar es de 158 hectáreas, cercano a la media total y muy inferior a la media de las unidades en las que trabaja "solo el productor". En cuanto al régimen de tenencia, el 88,4% están en propiedad, un 8,4% combina propiedad y arrendamiento y sólo el 5,2% arrienda la totalidad del campo que tiene en producción.

(3) Productor, trabajo familiar y no familiar. Un 12,1% de las unidades familiares cuentan tanto con el trabajo del productor como de trabajadores familiares y de trabajadores no familiares. La superficie de estas explotaciones es levemente inferior al resto de las unidades. La superficie promedio es de 92 hectáreas (48 hectáreas menos que la media del total de las explotaciones) y han organizado el trabajo de la unidad con mano de obra de diferente origen (familiar y no familiar). Por otra parte, el 70,8% de estas explotaciones tiene la tierra en propiedad, un 25,0% combina propiedad y arrendamiento y el 4,2% arrienda el campo que trabaja.
   El trabajador familiar suele ser un hijo del productor mientras que el no familiar puede ser asalariado o servicio de maquinaria. En lo que se refiere al trabajo no familiar en estas unidades, más de la mitad de éstas (el 54,7%) combina trabajo no familiar asalariado con el proveniente del servicio de maquinaria, mientras que un 26,4% contrata algún asalariado (en general, un trabajador permanente) para que -junto con los trabajadores familiares y la maquinaria propia- se encarguen del trabajo de la explotación; finalmente, un 18,9% contrata servicio de maquinaria que trabaja junto a los trabajadores familiares sin necesidad contratar, de forma directa, a trabajadores asalariados.

4. Las dinámicas familiares y su relación con los cambios productivos y laborales

   En esta parte del artículo se busca dar cuenta de qué manera algunas dinámicas familiares nuevas presentes en estos hogares están jugando un rol importante en su relación con la unidad productiva y con la forma de utilización de los factores de producción y expresan, de cierta forma, algunos elementos de ese cambio social al que se hace referencia y que viene afectando las formas de organizar el trabajo y la producción en la agricultura familiar pampeana. Con este propósito, se trabajará con material de la encuesta a productores y con información extraída de entrevistas en profundidad a productores, esposas e hijos/as de productores para dar cuenta de algunos cambios que tienen que ver con valores y comportamientos familiares.
   La agricultura familiar de la región pampeana podría ser conceptualizada como las "capas medias" del agro argentino, no sólo por sus niveles de ingresos sino también por la adopción de algunos hábitos culturales que han caracterizado históricamente a los sectores medios urbanizados de la Argentina, en especial de la ciudad de Buenos Aires.
   El tipo de familia que se encuentra en el partido de Junín, lejos de parecerse a la familia tradicional campesina (Chayanov, 1975, Kautsky, 1978, Galeski, 1977, entre otros) tiene elementos de la llamada "familia moderna occidental o urbana" (Barbosa, 2006). Se trata de grupos familiares de tipo nuclear (generalmente, matrimonios con no más de 2 ó 3 hijos), donde se valora el desarrollo educacional y profesional de los hijos que guardan una fuerte relación con instituciones de educación superior (7).
   Cloquell et al. (2007) señalan que "la familia tradicional rural también se torna una familia moderna rural, denominación que trata de connotar su característica de residente urbano vinculado al sector rural, abierto a la innovación tecnológica y a la competencia por la continuidad en la producción (...) Esta red familiar articula el espacio de trabajo que supone el hábitat en el pueblo y el proceso productivo en el campo." (Cloquell et al., 2007, pp. 24-25).
   Se puede destacar que el principal elemento nuevo presente en este tipo de familias es una tensión existente entre procesos de individuación de los distintos miembros (especialmente, por parte de los hijos de los productores y en tanto representación de "lo moderno") y un fuerte impulso por conservar el núcleo familiar, representando "lo tradicional". Esta tensión se pone de manifiesto tanto en comportamientos como en valoraciones que llevan a actuar a los distintos miembros del hogar de formas determinadas. En este sentido, la alta valoración por los niveles educativos superiores y la preocupación por satisfacer los deseos de cada uno de los integrantes del hogar, así como de conservar al grupo familiar como tal en el tiempo llevan a adoptar distintas formas de pensar y actuar en conjunto.
   Las tendencias encontradas al interior de los grupos familiares agrícolas del partido de Junín que dan cuenta del proceso de modernización que atraviesan las familias, pueden ser resumidas en las siguientes características: número reducido de miembros por familia (que implica planificación de familias chicas); convivencia de hasta dos generaciones (muy bajo porcentaje de familias extensas o compuestas); formación más tardía de los matrimonios de la generación de los hijos (prolongación del período de soltería); reducido número de hijos (tanto por planificación como por la formación tardía de los matrimonios) y, por último, existencia de vínculo monetario al interior de las familias (a través de la remuneración a trabajadores familiares) que otorga algunos grados de autonomía a los más jóvenes.
   Estas tendencias vinculadas con la formación de grupos familiares pequeños -impulsado por la convivencia de no más de dos generaciones y por el reducido número de hijos- y con los procesos de individuación que atraviesan los hijos que siguen viviendo en el hogar familiar pero que buscan mayores márgenes de autonomía, han venido influyendo en las dinámicas de las unidades de producción.
   La cantidad promedio de miembros por familia agrícola de Junín es de 3,03 personas, apenas superior a la de la ciudad de Buenos Aires donde es de 2,7 miembros (INDEC, 2001). El número medio de miembros por hogar es un indicador clave para entender los procesos que atraviesan las familias en la actualidad ya que un valor bajo da cuenta de dos fenómenos que se complementan: por un lado, la reducción en el número de hijos por mujer (mostrando la decisión de planificar familias cada vez más chicas) y, por el otro, un alto número de hogares unipersonales (que en el caso de los hogares de jóvenes es un indicador de los procesos de individuación y casamientos más tardíos y; en el caso de las personas de tercera edad es, en realidad, producido por el aumento de la esperanza de vida).
   El 71,2% de estos hogares es del tipo nuclear completo (si se suman el 34,1% de familias nucleares completas sin hijos y el 37,1% con hijos). Estas familias están compuestas por una o dos generaciones, mientras que las familias de tipo extensas (en las que conviven más de dos generaciones) se reducen al 5,5% (Tabla 7). Esta característica explica que sea bajo el tamaño de las familias y da cuenta de comportamientos de tipo urbano en detrimento de la noción más clásica de la agricultura familiar.

Tabla 7. Explotaciones familiares según tipo de hogar. Junín, 2008

Tipo de hogar %
Unipersonal 15,0
Nuclear completo 34,1
Nuclear completo con hijos 37,1
Nuclear incompleto 2,8
Extenso 5,5
Compuesto 5,5
Total 100,0

   La importante proporción de familias de tipo nuclear se explica por el hecho de que los hijos viven por más tiempo que en el pasado en la casa de sus padres (posponiendo la edad del matrimonio), por el cambio en el calendario de fecundidad (jóvenes que viven en pareja antes de tener el primer hijo), por la disminución en la fecundidad matrimonial, así como también por la disminución significativa de las familias extensas y compuestas.
   Por otra parte, existe un 15 % de familias unipersonales, que si bien es un porcentaje significativo, está más de 11 puntos porcentuales por debajo de la proporción existente en la ciudad de Buenos Aires donde es del 26,3% (GCBA, 2004). Esta situación se explica por la extensión de los hogares unipersonales de personas mayores y no tanto por hogares de jóvenes solteros ya que, en el caso de Junín, éstos tienden a vivir por más años en la casa familiar.
   Asimismo, al realizar un análisis sobre la estructura etárea de los hijos de los productores, se observa que solo el 18,2% de los hijos tiene menos de 18 años, 42,3% se concentran entre los 18 y 25 años y un alto porcentaje (39,0%) tiene más de 26 años (Tabla 8). Estos datos dan cuenta de que si bien los jóvenes de estas familias atraviesan procesos de individuación y siguen viviendo en el hogar con los padres en lugar de ir a vivir solos.

Tabla 8. Distribución de los hijos que viven en el hogar con sus padres según tramos de edad. Junín, 2008

Edad %
0-12 17 7,7
13-17 23 10,5
18-25 93 42,3
26-35 68 30,9
36-50 19 8,6
Total 220 100,0

Fuente: Encuesta a productores agropecuarios familiares. Junín, 2008

   Hervieu (1996) sostiene que la concepción del rol de jefe de familia se ha modificado y que los agricultores modernos jóvenes se casan cada vez más con mujeres "no agrícolas", con empleos urbanos. A este cambio económico y cultural, que contrasta con la imagen tradicional del agricultor dueño de su familia y su explotación, habría que añadirle un segundo fenómeno que refuerza la tendencia anterior, referido a los efectos de persistencia, incluso del aumento, de las situaciones de soltería entre los agricultores jóvenes. Estos cambios culturales están mostrando también elementos de ruptura con la imagen tradicional de la agricultura familiar.
   En el partido de Junín, la totalidad de los hijos que viven con sus padres y no trabajan en la unidad son solteros, porcentaje que se reduce al 68,2% si se considera a los hijos que trabajan en la explotación agropecuaria (vivan o no en el hogar familiar).
   Estos comportamientos familiares "modernos" afectan, de manera directa, la organización del trabajo en la explotación. Los hijos de los productores se desempañan como trabajadores familiares por muchos años, antes de que se produzca el relevo generacional. Si bien un 26,3% de los hijos de productores tiene una antigüedad de entre 6 y 10 años en esta ocupación, se puede ver que el 35,1% de los hijos hace entre 10 y 20 años que se desempeña como trabajador familiar y que, incluso, un 31,6% sigue siendo trabajador familiar en su lugar de "hijo" hace más de 20 años. Esto da cuenta que el hecho que los hijos formen su familia más tardíamente y se queden viviendo en el hogar de los padres por más años de lugar a un escenario en el que los hijos se desarrollen como operadores de maquinarias, y el padre-productor vaya construyendo un rol más gerencial, que no necesariamente lo identifique como alguien que realiza trabajo físico, sino más bien con un organizador de la producción (Balsa, 2006).
   Los hijos que se dedican al trabajo en la explotación son jóvenes varones que alrededor de los 16/18 años han decidido o bien abandonar la escuela secundaria y no continuar la educación universitaria con el objetivo de dedicarse de manera full time al trabajo en la explotación, o bien seguir estudiando una carrera universitaria (en general, agronomía) y al mismo tiempo trabajar de manera part-time en la explotación.
   Asimismo, dentro de este marco de reducción del número de trabajadores familiares en la unidad, se encontró también una estrategia de remuneración de los hijos que trabajan en la explotación, otorgando cierta autonomía a los hijos en lo que se refiere a la propia manutención y organización de la economía personal, pero también cumpliendo, de esta forma, con la función de garantizar disponibilidad de mano de obra familiar en la unidad por parte del/los hijo/s que en el futuro se quedarán a cargo de la empresa familiar. El 62,1% de los hijos que se desempeñan como trabajadores familiares declararon recibir algún tipo de remuneración, estrategia que permite combinar el hecho que los jóvenes ganen autonomía pero que también continúen viviendo en el hogar con los padres.

5. Conclusiones

   En el actual contexto de globalización de la producción, el análisis de los factores de producción, como son el acceso a la tierra, la disponibilidad de capital y la composición de la mano de obra parecen insuficientes o, al menos, ambiguos para entender qué es lo distintivo del sector de la agricultura familiar.
   Con respecto al acceso a la tierra, se pudo observar que este recurso se ha vuelto una mercancía de alto valor y que condujo tanto a algunas estrategias de expansión -a pesar de los precios elevados del arrendamiento-, como a otras de retraimiento productivo.
   En cuanto a la disponibilidad de capital, con la adopción generalizada de tecnología moderna, algunos productores optan por comprar maquinaria de alto valor para trabajar el campo propio y ofrecer el servicio a terceros, mientras que otros deciden recurrir a contratistas, sin que eso signifique que se trate de explotaciones con un menor nivel de acumulación.
   Finalmente, la composición de la mano de obra de la unidad familiar es otro elemento que ha variado en la agricultura familiar. Se puede notar que es común ver tanto la contratación directa de trabajadores asalariados (en general, un trabajador permanente que se ocupa de distintas tareas) como la contratación indirecta (servicios de maquinaria). Asimismo, esta mano de obra no familiar se combina muchas veces con el trabajo del productor y de otros familiares, complejizándose así la definición de agricultura familiar en función de una forma particular de organización del trabajo.
   Sin embargo, ciertos cambios en la relación de la unidad productiva con los distintos factores de producción no logran ser explicados por sí solos ni por la imposición de un modelo tecnológico que modifique de una manera determinada la forma de organizar la producción. Más bien, estas transformaciones aparecen relacionadas con un cambio social más amplio vinculado con nuevos condicionantes impulsados por dinámicas familiares "modernas" que se expresan en cambios en los comportamientos y valores de las familias involucradas.
   En este sentido, lo primero que se puede observar es un proceso de "desvinculamiento" familiar de la unidad productiva en un escenario en el que las unidades agropecuarias pueden sostenerse con el trabajo del productor y sin la presencia de ningún otro trabajador familiar. Asimismo, las decisiones vinculadas con la incorporación de tecnología y con estrategias de expansión o retraimiento de la producción se encuentran mediadas por el aporte de este trabajo familiar.
   Mascali (1990) había mostrado que las unidades familiares de la región pampeana atravesaban distintas fases familiares que les permitía contar con distinta cantidad de mano de obra familiar. Dentro de este esquema, en las etapas en que no se contaba con abundante mano de obra familiar se podía llegar a contratar un trabajador asalariado, pero el trabajo permanente continuaba siendo exclusivamente familiar. Sin embargo, como sostiene Friedmann (1986), la fluctuación en la disponibilidad de mano de obra familiar no sólo depende de los ciclos vitales, sino que debe ser sumada a la variación en los intereses y aspiraciones de los miembros de la familia, que cambia entre empresas, regiones, culturas, géneros y generaciones.
   Los cambios en el ámbito de la familia y los procesos de individuación llevaron a que se privilegie el desarrollo educativo y profesional de sus integrantes más jóvenes, en lugar de sostener la disponibilidad de mano de obra familiar en la explotación. Asimismo, la tendencia a la formación de familias con menos hijos también funcionó en este sentido. Estos cambios vinculados a la alta valoración de las trayectorias individuales no sólo llevaron a que se modifiquen los vínculos entre la generación de los padres y la de los hijos sino que también condujeron a modificaciones en la organización de la producción. Los hijos que deciden estudiar una carrera universitaria no necesariamente se independizan y abandonan la explotación familiar sino que pueden integrarse al trabajo en la explotación de una manera diferente, en tanto portadores de un saber específico (por ejemplo, agronomía).
   Por otra parte, también se desarrollan estrategias como la remuneración al trabajo familiar como una manera de retener a los hijos en el trabajo de la unidad agropecuaria, pero también para ofrecerle autonomía en lo que se refiere a la obtención de ingresos.
   Estas tendencias en las familias coexisten a su vez con cambios en la forma en que los productores adoptan decisiones para capitalizarse o no mediante la compra de maquinaria. Cuando las unidades familiares cuentan con mano de obra propia -lo que implica que haya uno o dos hijos varones que trabajen en el campo junto al productor-, éstos se inclinan por adquirir la tecnología necesaria sin necesidad de contratar servicio de maquinaria e incluso pueden ofrecer el servicio a terceros, contratando a veces a trabajadores asalariados para esta función. En la situación contraria, cuando no hay hijos varones dispuestos a trabajar en la unidad, los productores familiares tienden a utilizar los servicios de contratistas.
   En este mismo sentido, se pueden encontrar también diferentes situaciones en torno a la relación con el recurso tierra. Así, se advierte una estrategia de expansión en base al arrendamiento cuando los hijos varones deciden continuar trabajando en la unidad y, además, pueden prolongar su convivencia en el hogar de los padres. De esta manera, también se generan más recursos para poder remunerar a los hijos que trabajan en la explotación ya sea en un monto de dinero mensual, un porcentaje de la producción y/o la explotación parcial del predio de forma individual. Por otra parte, cuando no hay hijos varones que trabajen en la unidad, se consolida lo que se puede denominar una conducta rentística en la que el productor y su esposa quedan a cargo de la explotación debido a que los/as hijos/as consiguieron otros empleos al terminar la educación universitaria (situación también impulsada por los padres) y optan por trasladarse a la ciudad arrendado la tierra.

Notas

(1) Estas unidades equivalen al 90% del total de unidades del partido de Junín y se excluyen solamente a aquellas explotaciones con una organización del trabajo y de la producción en las que no aparece ningún elemento que pudiera identificar la intervención de la familia en tareas directas o de gestión. Asimismo, ese corte admite captar la mayor diversidad posible de "agricultores familiares", incluyendo a las "unidades unipersonales" en las que sólo aparece el titular (o jefe del hogar) como único trabajador familiar.

(2) En el marco del proyecto INTA-CEIL "Transformaciones agrarias y demanda de mano de obra en el agro argentino", una vez elegido el número de orden de los productores, el INDEC nos proveyó la información de contacto de los productores.

(3) En el caso de Junín, después de la devaluación de 2002 y del nuevo escenario de auge agrícola, el valor de venta de la tierra se incrementó a alrededor de U$S 9000 la hectárea y se llegó a pagar entre 14 y 16 quintales de soja por hectárea arrendada (cada quintal equivale a 100 kilos de la oleaginosa y el rendimiento promedio de la zona es de 30-35 quintales de soja por hectárea).

(4) El pool de siembra es un sistema de producción caracterizado por el papel determinante jugado por el capital financiero y la organización de un sistema empresarial transitorio que asume el control de la producción agropecuaria, mediante el arrendamiento de grandes extensiones de tierra, y la contratación de equipos de siembra, fumigación, cosecha y transporte, con el fin de generar economías de escala y altos rendimientos.

(5) En 1997, Coninagro (Confederación de las cooperativas agrarias argentinas) presentó un análisis que contemplaba modelos de pequeñas y medianas explotaciones agrarias representativas de cinco zonas de la provincia de Buenos Aires: Agrícola Norte, Agrícola Sudeste, Invernada, Cría y Tambera (leche). Para cada una se calculó la superficie mínima de cobertura de las necesidades básicas de la familia (NB) y la superficie mínima para cubrir esas necesidades básicas más las inversiones (NB+I) (amortizaciones de maquinarias, equipos e instalaciones). Para el caso de la región Agrícola Norte el índice de NB se ubicó en las 90 hectáreas y el de NB+I en 122 hectáreas (Lattuada y Moyano, 2001).

(6) Para medir el nivel de capitalización de una explotación familiar de la región pampeana, Tort y Román (2005) elaboraron un índice combinado de tierra y capital, cuyo valor de corte permite discriminar a las unidades capitalizadas de las poco capitalizadas. En este índice se contemplan los precios del total de hectáreas operadas, de las maquinarias (tractores, auotomotores, cosechadoras, sembradoras y pulverizadoras) y del ganado vacuno.

(7) Como la facultad de agronomía dependiente de la Universidad Nacional de Noroeste de Buenos Aires (UNNOBA), ubicada en la ciudad de Junín

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Fecha de recibido: 9 de febrero de 2010.
Fecha de publicado: 4 de noviembre de 2010.

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