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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.11 no.21 La Plata jul./dic. 2010

 

RESEÑAS

Claudia Torre. 2010. Literatura en tránsito. La narrativa expedicionaria de la Conquista del Desierto. Buenos Aires: Prometeo. 311 p.

Leonardo Canciani

Centro de Estudios Sociales de América Latina (CESAL). Nodo ISHIR CONICET/ UNCPBA
leonardo_canciani@hotmail.com

   El libro Literatura en tránsito de Claudia Torre es un estudio sobre los libros expedicionarios que cuentan la experiencia del viaje tierra adentro -también denominado viaje a la frontera-, en la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. Si bien se concentra en el análisis de la producción escrita sobre la Conquista del Desierto -a la que denomina narrativa expedicionaria-, desde el cual introduce nuevos aportes al conocimiento histórico, es ciertamente un estudio de la literatura argentina del siglo XIX ya que alude a las diversas formas culturales en que un enunciado literario ha intervenido en las discursividades militares, políticas, científicas, eclesiásticas y/o periodísticas de la época.
   La obra se estructura en torno a cinco capítulos. El primero, titulado "Escrituras del Estado. Escrituras institucionales", está dedicado básicamente a explicar y describir a las instituciones que intervinieron en el entramado de los escritos, las cuales estaban vinculadas a la formación del Estado nacional y a la construcción de la República. Las intervenciones institucionales consistían en la práctica del encargo, la provisión de información, la edición y publicación de las obras y, posteriormente, su circulación. Según la autora, éstas fueron fundamentales para instalar en el clima de discusión de Buenos Aires la idea de que la ofensiva dura contra un enemigo común definiría cuestiones claves del programa modernizador que, desde el Estado, buscaba impulsarse a todo el territorio argentino. La narrativa expedicionaria, dentro de la cual destaca los escritos de Santiago Arcos, Nicasio Oroño, Álvaro Barros, Vicente Gil Quesada, Ramón Lista, Adolfo Alsina y Estanislao Zeballos, trataba de convertir al prójimo en "otro" homogéneo, haciendo que el problema de algunos grupos sociales y provincias se transformara en una cuestión nacional que justificara la decisión de Estado de hacer la guerra a ese "otro", el indio. Desde este punto de vista, Torre sostiene que "la conquista fue un acontecimiento impuesto dado que (…) la peligrosidad de las tribus y el malonerismo despiadado ya habían sido combatidos duramente antes de 1879 y habían tenido un punto de inflexión importante con la muerte del cacique Callvucurá".
   El segundo capítulo, titulado "¿El Estado soy yo?", se detiene a explicar la presencia de la experiencia personal, el uso de la primera persona y la fuerza del nombre propio en las obras, con el propósito de revelar el uso del "yo" en los textos, así como demostrar la pertinencia de la problemática de la autobiografía en el abordaje de la narrativa expedicionaria. Con tal objetivo, analiza y describe la secuencia de los usos más frecuentes del "yo" en el corpus literario: "el yo como compilador de voces subalternas", "el yo para hacerse cargo del exceso", "el yo para ordenar las identidades", "el yo para cuestionar los estereotipos", "el yo puramente anecdótico" y "el yo de la vieja política y del nuevo orden". Concluye que, mientras la narrativa tiene un tono elitista y épico para relatar lo público, sin embargo para describir la experiencia propia se utiliza un tono melancólico, de modo que la narrativa expedicionaria en primera persona no refiere, en general, los éxitos porque éstos pueden encontrarse, sobre todo, en los enunciados impersonales institucionales. Sin embargo, esta tensión se dirime ante la construcción de "el otro", con el propósito de legitimar la conquista y colonización de las tierras del "desierto" para el Estado argentino, "decir yo era casi decir nosotros" (pp.131) y de esta forma, se solucionaba la dicotomía entre el carácter institucional y personal de las obras.
   En el tercer capítulo, titulado "Instituciones, expedicionarios y libros: la escritura por encargo", Torre describe las formas contractuales de demanda y respuesta de los relatos. En primer lugar, plantea que la mayoría de los textos literarios vinculados con la Conquista del Desierto, que conforman el corpus, se escribieron por encargo, generando un contrato previo que intervenía en las relaciones entre el narrador, el personaje y el autor. Existía un sujeto que demandaba la escritura del texto -el Estado-, alguien que efectivamente lo escribía, intermediarios entre ambos, informantes que aportaban elementos para esa escritura, exigencias del espacio de publicación y diversos lugares desde el que los lectores abordaban estas obras. Es así que la narrativa expedicionaria ingresaba en un entramado mucho más amplio que el simple relato del acontecimiento, pues el objetivo era proyectar una mirada sobre el "desierto". En segundo lugar, analiza los prólogos y dedicatorias de las obras de Álvaro Barros, Estanislao Zeballos, Francisco Moreno, Ramón Lista, Manuel Olascoaga y Roberto Payró con el propósito de ilustrar las relaciones de poder, de mecenazgo y las posiciones políticas, ya que en ellos estaba presente la marca institucional pero también la conformación del nombre propio y de la imagen del autor. Del análisis de los prólogos y dedicatorias, asimismo pueden observarse obras que escapan a la injerencia estatal, como las de Ignacio Fotheringham, Remigio Lupo, Manuel Prado, José Daza y Guillermo Perchmann, no obstante, la realización de las mismas fueron posible años después de transcurridos los acontecimientos de la conquista. Para finalizar el capítulo, se enumeran los impresores, libreros y editores que, desde la década de 1860 y hasta la actualidad, participaron activamente en la publicación de los trabajos de los expedicionarios que se beneficiaron por la expansión del público lector.
   El cuarto capítulo se titula "El relato expedicionario. Las formas de contar la guerra". En él la autora analiza la construcción del relato sobre la cotidianeidad de la guerra, producida entre indios y blancos en la lucha por la posesión de la tierra, tanto desde la voz autobiográfica como desde la voz institucional. Se describen en el capítulo algunas cuestiones mencionadas en el corpus, como la consolidación del Ejército nacional, la representación del enemigo, la monotonía de los días en la frontera, la sociabilidad militar, el sentimiento de compañerismo en los uniformados, los castigos, el dolor y la melancolía, la corrupción de los oficiales y soldados y la heroicidad expedicionaria. Para ello, parte de la premisa de que

(…) la Conquista del Desierto fue mucho más una serie de instalaciones progresivas que un conjunto de enfrentamiento (…) pues (…) sobre todo a partir de 1879 en el avance expedicionario, los encuentros bélicos fueron poco frecuentes y muy menores, más que a la guerra (…) fuimos a confirmar que la habíamos ganado (pp. 181).

   Como consecuencia, Torre afirma que el problema más importante que enfrentaron estos autores fue mostrar cómo una guerra del Estado argentino, lo que en realidad tenía mucho era más de cacería y desplazamiento progresivo.
   En el quinto y último capítulo del libro, titulado "Literatura del Desierto. Topos y metáforas de la narrativa expedicionaria", intenta explicar las relaciones que pueden establecerse entre el corpus literario analizado y el resto de la literatura argentina del siglo XIX, tratando de hacer hincapié, por un lado, en los elementos y características que retoman esta tradición literaria y, por otro, en el aporte que realizaron a la literatura argentina del siglo XX. Con tal propósito, y luego de realizar un recorrido sobre algunas obras de los referentes del período como Lupo, Mansilla, Hernández, Sarmiento, Barros, Lugones, Moreno, Ebelot, entre otros, Torre se concentra en el análisis de la Trilogía de Estanislao Zeballos, Callvucurá y la dinastía de los Piedra (1884), Painé y la dinastía de los Zorros (1886) y Relmú, reina de los Pinares (1888) y llega a la conclusión de que las tres obras, junto al resto del corpus literario, refuerzan el rechazo a la barbarie representada, fundamentalmente, en los indios, que fueron mostrados como bandidos, ya que no acataban la ley del Estado y se impregnaban de marginalidad, robaban y utilizaban la violencia. Eran, en definitiva, "errabundos, itinerantes e irreductibles" (pp. 257). Los autores retoman la concepción sarmientina de la pampa como un espacio inmenso. Esta característica de la narrativa expedicionaria se asemeja a la interpretación, sobre la frontera, los indios y la pampa de la literatura argentina del siglo XIX; no obstante, la autora sostiene que el legado de esta literatura en tránsito consistió en la transformación del "desierto" romántico, de Echeverría y Sarmiento, en un "desierto" real, posible de ser recorrido desde las crónicas expedicionarias, y, principalmente, en una nueva forma de narrar, alejada ya de la militancia política y destinada a captar al público lector, reflejando la modernidad de las obras.
   Por último, en el recorrido sobre los contenidos del libro, surgen algunas cuestiones dignas de mencionar y analizar que, voluntariamente, he dejado para el final. En primer lugar, lo que la autora denomina corpus literario. Debido al carácter puramente cualitativo de la investigación, propio de las Letras -disciplina en la cual se doctoró la autora-, ésta se produjo en base a la lectura crítica de más de cien obras literarias que Torre define como narrativa expedicionaria de la Conquista del Desierto, más que suficientes para analizar los relatos y retratos que los autores decimonónicos dejaron sobre este proceso histórico, haciendo del libro un relato sustentado firmemente, desde el punto de vista empírico y teórico, en una extensa lectura de bibliografía correspondiente a la problemática de la frontera y de la Conquista del Desierto.
   La segunda tiene que ver con la escritura y organización del texto. Si bien, la lectura es muy agradable y las ideas vertidas son claramente discernibles para el lector entrenado, la inexistencia de conclusiones que cierren cada capítulo y el trabajo en su totalidad, puede, por momentos, hacer caer en un desconcierto a los lectores no muy familiarizados con la los trabajos académicos.
   La tercera cuestión se refiere a la interpretación histórica que la autora propone de la Conquista de Desierto. Plantea que no puede establecerse una continuidad entre la conquista española de las Américas en el siglo XVI y la conquista de la Patagonia por parte del Ejército Argentino a fines del siglo XIX, pues "…no representa una segunda edición de la violencia metropolitana, sino que tiene características propias y funcionamientos vinculados a la experiencia política y social de la Argentina independiente" (pp. 207). Si bien esta afirmación puede considerarse correcta, ya que nadie duda de que la coyuntura política, económica, social y cultural del siglo XVI es totalmente distinta de la del siglo XIX, se tornan más difíciles de percibir los cambios en la mentalidad de los hombres occidentales -europeos y criollos- con respecto a la naturaleza sociocultural de los "indios" que, indudablemente, formó parte de ambas conquistas. El desprecio al "otro", el "indio salvaje", se puede detectar en una estructura temporal de largo aliento, que dificulta la clara diferenciación entre las dos épocas. En todo caso, antes de caer en afirmaciones rutilantes sobre la problemática, sería conveniente mantener abierta la discusión.
   Sin embargo, más allá de estas pequeñas consideraciones, que de ningún modo opacan el excelente trabajo de la autora, la obra ofrece, desde la literatura, una interesante visión sobre la participación del Estado y los escritores argentinos de fines del siglo XIX en la Conquista del Desierto. Ésta no significó tan solo el avance y ocupación militar de los territorios patagónicos habitados por las tribus araucanas, sino que desde el Estado (dimensión institucional) se recurrió a individuos, la mayoría de ellos escritores (dimensión particular), para que se justificara el proceso colonizador. La Conquista del Desierto no fue un hecho militar puro. Implicó mensajes, pactos, intervenciones científicas de relevamiento topográfico, sistemas de distribución poblacional y supuso acciones a lo largo de varios años. La producción escrita en torno a este acontecimiento reviste la misma heterogeneidad y diversidad que éste supuso como hecho histórico, la misma heterogeneidad y diversidad que Literatura en tránsito propone para comprender mejor nuestro pasado.

Fecha de recibido: 15 de octubre de 2010.
Fecha de publicado: 23 de noviembre de 2010.

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