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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.12 no.24 La Plata ene./jun. 2012

 

DOSSIER

Presentación del Dossier: Modalidades y perspectivas del desarrollo territorial rural

Presentation of Dossier: Rural territorial development modalities and perspectives

 

Roberto Ringuelet

Facultad de Psicología / Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
rringuelet@ciudad.com.ar

 

El objetivo de este dossier consiste en presentar diversas modalidades de acciones de desarrollo local, que confluyen en el ámbito territorial rural periurbano de La Plata y zona de influencia. El tratamiento que los autores dan a cada uno de los temas, sin embargo, se sitúa en un campo de reflexión teórica, de interacción académica y de acción profesional más amplio. Los programas presentados tienen su especificidad e independencia organizativa y, a su vez, tienen en común vínculos institucionales y de discusión en un marco comprensivo, lo que otorga a los trabajos un agregado de sumo interés, por representar en su conjunto un amplio abanico de propuestas de desarrollo rural y para pensarlos en el marco compartido del territorio.

Varios de ellos, son programas diversamente vinculados a la Universidad Nacional de La Plata, con autonomía de acción, que fueron implementándose principalmente en la última década: sobre la promoción del financiamiento y comercialización de la agricultura familiar (Cieza), sobre promoción de la empresarialidad en sectores sociales bajos y medios (Cacivio y Ringuelet), sobre sistemas agroalimentarios con fuerte identidad local, centralizados en pequeños productores de verduras (Garat y Otero) y de vino (Velarde). Se presenta también un programa sobre el acceso al agua por parte de los agricultores familiares, como parte del nuevo diseño de acciones del INTA (Moreyra y otros) y una visión general de la extensión rural en la región (Selis).

El territorio y los productores

El periurbano rural tradicional de La Plata, ya existe desde las primeras décadas del siglo XX. Se basó en la producción de carne y leche en el círculo más externo, y en la producción hortícola conviviendo con los suburbios y aún al mismo interior de la ciudad. Se trató de producciones familiares, contratos de aparcería, de empresas de baja inversión de capital y trabajo parcialmente asalariado. Constituyeron formas de trabajo subordinadas al capital de manera formal o indirecta (en el sentido marxista). Fueron el núcleo central de la producción orientada al mercado local, con una pobre tecnificación comparada con la gran producción pampeana de exportación. Paulatinamente, la producción hortiflorícola se expandió y se consolida en los límites externos de la ciudad y asimismo en la ribera del Rio de La Plata, agregando la producción de vid. Estas actividades rurales, más allá de las vinculaciones diversas que se fueron creando con el conurbano del Gran Buenos Aires, constituyeron históricamente parte de un centro regional con independencia administrativa y con su propia dinámica de población y ocupación del suelo. El proceso de urbanización hacia el interior rural, fue más lento que el registrado genéricamente en el Gran Buenos Aires y su producción hortícola llegó a ser, en las últimas décadas, la más importante del país (Ringuelet y otros 2000).

La periurbanización moderna, se expandió a partir de los años 60' y se aceleró en los años 80' con la ampliación urbana. Se formaron intersticios rurales (como Gorina), y se incluyeron la mayoría de las localidades rurales periféricas que actualmente son centros mixtos residenciales, de servicios urbanos - industriales y agrícolas (tal como Lisandro Olmos, Melchor Romero, Abasto, Arturo Seguí, Etcheverry y Arana) o se han constituido en centros rurales cercanos de servicios al agro (Colonia Urquiza, Los Porteños, La Armonía). Actualmente, para el conjunto de los municipios de La Plata y sus vecinos Ensenada y Berisso (conectados por un sistema de conurbación) se estima una población total de 700 mil habitantes, constituyendo el quinto o sexto conglomerado del país. De acuerdo a Bozzano (2002), el cinturón verde platense ocupa un 39% del territorio municipal, correspondiendo un 15 % a ciudad y suburbios y un 46% al espacio rural pleno.

Aquí identificamos un campo social rural periurbano como un campo específico de relaciones sociales, pero que no es ni homogéneo ni autónomo, espacio pluridimensional en donde confluyen una diversidad de agencias en el contexto más abarcativo del conglomerado del Gran La Plata.(1) En este, distinguimos la construcción de un "espacio natural",condiversas situaciones de producción: zonas hortiflorícolas, zonas orientadas a la conservación, a la ocupación residencial abierta, al recreo, al turismo, tierras baldías y extensos espacios con asentamientos precarios (la "periferia débil" según Bozzano, 2002). En los bordes externos se sitúa una franja de campo abierto, de cría y tambo, que podría formar parte de un modelo más amplio de periurbano.

En este campo distinguimos asimismo una particular construcción del hábitat, con los servicios más espaciados o puntualmente concentrados, un tipo de construcción diverso según el tipo de actividad y el uso de parcelas más amplias, entre otras características. Debemos indicar que las varias reglamentaciones de uso del suelo desde los primeros tiempos de ordenamiento del partido, se fueron superponiendo entre sí y los patrones territoriales "espontáneos" reacomodaron históricamente los límites jurídicos. En desmedro generalmente de la ocupación agrícola y creando muchos conflictos ambientales (Ringuelet 2008).

Por último, consideramos en este periurbano rural una tercera dimensión referida a los vínculos sociales, con la existencia relativamente más acentuada de formas de sociabilidad de tipo personalista y comunitario, así como situaciones complejas de interculturalidad. Habíamos definido anteriormente el periurbano como una frontera móvil, lugar de marginación a la vez que de encuentro y organización, "a la vez un lugar de separación y un 'pasaje' para los diversos grupos de migrantes llegados a la zona en distintos momentos históricos" (Archenti y Ringuelet, 2002: 35). Europeos, principalmente italianos, japoneses, de diversas provincias argentinas, bolivianos y otros. Los inmigrantes no constituyeron habitualmente corporaciones cerradas, sino redes de ayuda y asociaciones relativamente abiertas, ancladas en lazos familiares y vecinales. Sin embargo, con la migración japonesa desde mediados del siglo XX, se crearon asociaciones propiamente étnicas y, asimismo, para algunos propósitos recreativos y comerciales en el caso de los bolivianos.

En el transcurso del siglo XX, el perfil de los productores fue bastante constante, pequeños y medianos, bajas inversiones de capital, alta incidencia del empleo de mano de obra familiar y en carácter de aparcería (Ringuelet y otros, 2000). Coincidentemente con el avance de la periurbanización en los 80', se aceleró la modernización técnica con una apertura de los mercados y, ante los grandes cambios, surge en La Plata la primera asociación gremial del sector, de los productores propietarios tradicionales. En el transcurso de la década se agregaron otras pequeñas asociaciones locales, de diversa formalidad y existencia. En la década de 1990, las asociaciones decayeron, hasta reorganizarse algunas después del período crítico que da inicio en el 2001.

Al compás de los cambios neoliberales de los 90`, se aceleró el proceso de diferenciación de productores. Ya la población boliviana representaba entonces una gran proporción de la mano de obra mediera y un estrato superior logra convertirse en arrendatario. Como decíamos anteriormente sobre los cambios económicos desde el 2001, "con la retención de depósitos, encarecimiento de insumos y estancamiento de beneficios, se acentuó la faz más crítica del sector agrario. A diferencia de la década de 1980 y aún la de 1990 (cuando las circunstancias de ajuste permitieron simultáneamente una expansión que permitió la formación de asociaciones), ahora los formas organizativas mas estructuradas entran en crisis" (Ringuelet y Rey 2010: 9). Hay una oferta dispersa, una demanda más concentrada, y avanza el sistema oligopólico de los hipermercados.

En la encuesta hortiflorícola provincial de 1998 se registraron 593 establecimientos con 6.145 hectáreas (que tendríamos que corregir hacia arriba). Los datos del Censo Hortícola provincial 2001 muestran una caída tanto en el número de explotaciones cuanto en la superficie total (477 y 3.636 respectivamente). Recién hacia el fin de la década, según técnicos y productores, se fue equilibrando el ciclo productivo.

El Censo Hortiflorícola 2005, nos permitió observar algunas tendencias: Aumento en el número de establecimientos (761) superando la cifra de 1998, pero no así la superficie (4.253 has.). Cifras que, en cuanto al número de productores y superficie bajo cubierta, de acuerdo a técnicos y productores sería notablemente superior. O sea una reducción de superficie promedio de las explotaciones, pero más intensivas (invernáculo y flexibilidad comercial).

El panorama de los últimos años es de una fragmentación territorial de la producción, en donde una amplia zona privilegiada se centra en el municipio platense (Le Gall y García 2010). Pudo crecer un sector de cúpula con mayor tecnificación y porte comercial, con retracción de pequeños y medios productores tradicionales. En el caso de los productores más pequeños, que fluctúan en condiciones límite, nos encontramos con una gran variedad de situaciones y hubo un proceso general de precarización. A todo esto se observa un avance de los productores de origen boliviano que se estima en aproximadamente un 35% del total. Muchos de ellos venían recorriendo un camino de movilidad social ascendente, con diferenciaciones internas marcadas.

Estudios locales y para el Gran Buenos Aires de los últimos años, corroboran los cambios productivos y territoriales descriptos aquí sucintamente (Hang y otros, 2007 y 2011; García y Kebat 2007; Cieza, 2010; Benencia y otros, 2009; Lípori 2011; Pizarro, 2009).

Perspectivas de desarrollo rural

Especialmente desde la década de 1980, se fueron sumando propuestas públicas de desarrollo regional desde diferentes niveles del Estado, de manera pendular (fluctuaciones que mucho tuvieron que ver con los cambios económicos generales). Se crearon programas de resultados muy variables, que han dado visibilidad a la región, aunque con superposiciones y algunas trabas, tal como la burocratización y la sectorización de intereses que, variablemente, crearon brechas entre las instituciones y los beneficiarios. Actualmente creemos que el resultado global de las intervenciones, ha transformado la región, facilitando en general las posibilidades de implementación e integración de las diversas acciones de desarrollo rural.

Si pasamos revista a los recursos, la base económica regional tiene buenas perspectivas de crecimiento, aunque las circunstancias económicas son diferenciales para distintos sectores productivos y de población en general. Está la precariedad de las relaciones laborales y la informalidad inherente a diversos momentos del ciclo productivo; hay dificultades variables en la comercialización y en el acceso al crédito. Para el conjunto de pequeños productores y trabajadores en general, la situación es muy variable. Si bien para ellos puede haber soluciones parciales / locales, su mejora generalizada depende de soluciones más generales. De tal manera, los niveles más bajos de pobreza, el desempleo y la precarización, la baja calificación educativa y laboral y vivienda precaria.

Como decíamos en otra oportunidad (Ringuelet 2008), si pensamos en bases administrativas para desarrollar acciones de desarrollo local, podríamos concluir que en la región hay una base fuerte que puede ser movilizada, con las limitaciones mencionadas. Si pensamos en bases socio identitarias se nos presenta un escenario de múltiples posibilidades, aunque en un campo social fragmentado, configurado por una compleja trama de diferenciaciones y desigualdades. Pero con una gran diversidad de procesos asociativos y campos de interacción social, que interrelacionan asociaciones de productores, redes y asociaciones étnico culturales, comunidades localizadas, sociedades e instituciones barriales, en donde resalta la capacidad de construcción y reconstrucción de lazos sociales en cortos períodos de tiempo.

Dada la situación descripta, los programas de acción local presentados (particularmente aquellos más autónomos vinculados a la Universidad), orientados hacia pequeños productores y/o pobladores de zonas periurbanas, avanzaron con metas de cambios "discretos" (Alvadalejo 2004), más allá de aspirar a objetivos finales que implican una gobernabilidad territorial integral. En ellos se hace patente el principio de la particularidad del desarrollo local y su difícil transferibilidad y resalta la importancia de la historicidad, de la construcción en los trayectos. Generalmente los proyectos partieron de iniciativas puntuales, con un conjunto de capitales (en sentido bourdiano) iniciales restringido, aunque potencialmente grande y diverso. En las etapas iniciales se consolidaron vínculos que se sostuvieron en el tiempo, comenzando con acciones de asesoramiento, promoción asociativa y/o desarrollo productivo. Las historias se alejan del modelo ideal del desarrollo estructurado. El desarrollo local es heterogeneidad y proceso, en donde los grados de participación y capacitación de los sectores involucrados, su mantenimiento en el tiempo, la provisión de recursos y la posibilidad de movilización de redes de agentes, son procesos que implican relaciones activas y cambiantes entre el conjunto de agencias en juego. En tal sentido, dicotomías tales como centralización - descentralización, no corresponden tanto a un plan prefijado sino a momentos y circunstancias de la marcha.

Un escalón superior en los programas, transitado variablemente, es el armado de una gobernabilidad territorial, con apoyo del Estado y sector privado, ampliando asimismo la participación e ingerencia de los actores individuales y colectivos de base. Las metas generales pueden variar en su formulación teórica y fundamentos, aunque coinciden en buscar en diversos grados y estilos la consolidación y empoderamiento de las personas, grupos y asociaciones convocadas, preexistentes o creadas ex profeso, en función del crecimiento, equidad y la convocatoria integrativa en los términos del desarrollo territorial local (Coraggio, 2006; Schjtman y Berdsegué 2004; Manzanal 2005).

Notas

(1) Si bien las situaciones periurbanas del caso pueden encararse mediante un modelo bourdiano de campo (Bourdieu 2008), creemos que las reglas de juego y las relaciones de fuerza entre los jugadores que estructurarían el campo, se superponen y fragmentan y se incluyen en un espacio pluridimensional y ambiguo, en donde confluyen una diversidad de agencias en el contexto más abarcativo del conjunto del periurbano. Entonces, nuestra idea de campo social tiene una delimitación más abierta, comparable en este sentido a otros usos como el que le da Long, enfatizando el eje ordenador de las "luchas, negociaciones y acomodamientos entre los grupos en competencia" (Long, 2007: 443). Si bien Long parte de un marco más bien "interaccionista", que no es nuestra orientación, resaltamos el énfasis puesto en las "prácticas transformadoras".

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Fecha de recibido: 30 de marzo de 2012
Fecha de aceptado: 14 de junio de 2012
Fecha de publicado: 30 de agosto de 2012

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