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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agr. vol.12 no.24 La Plata ene./jun. 2012

 

RESEÑAS

Natalia López Castro y Guido Prividera (comps.) 2011. Repensar la agricultura familiar. Aportes para desentrañar la complejidad agraria pampeana. Buenos Aires: CICCUS Ediciones. 336 p.

 

Gabriel I. Bober

CEIL-CONICET
gbober@ceil-piette.gov.ar

 

El libro que presentamos se encuentra conformado por una selección de artículos surgidos a partir de los intercambios producidos entre investigadores y profesionales de numerosas instituciones en el "Taller de Discusión sobre Agricultura Familiar Pampeana" realizado en la ciudad de La Plata durante el mes de agosto de 2008.

La mirada global sobre libro que compilan Natalia López Castro y Guido Prividera, ofrece un abordaje multidisciplinario y multidimensional de las características y transformaciones de la agricultura familiar en la Argentina. La expansión e intensificación de las relaciones capitalistas en el sector agropecuario otorgan un marco desafiante a los productores familiares que se debaten entre la desaparición y la persistencia. Sin embargo, estos desafíos presentan dimensiones distintas en contextos de post-convertibilidad caracterizados por el aumento de los precios de productos y tierras y por la expansión territorial del agronegocio. Las formas de desaparición de unidades productivas familiares mencionadas por los autores abarcan situaciones diversas que van desde el mini-rentismo en región pampeana hasta el desalojo de tierras en zonas periféricas o extrapampeanas. Las temáticas vinculadas con las posibilidades de persistencia y de crecimiento aparecen relacionadas a factores como la adaptación al modelo tecnológico, la prestación/contratación de servicios, la utilización de trabajo familiar sólo en tareas de gestión de las unidades, etc. Todos estos dispositivos interpelan el carácter "familiar" de esas unidades.

Otro de los aspectos que también ponen en tensión la dualidad desaparición/persistencia tiene que ver con aspectos subjetivos y estilos de vida que redefinen elementos de la identidad de los productores familiares.

La obra proporciona un panorama actualizado de las investigaciones, con diversos enfoques teóricos y metodológicos, y opera como un aporte significativo para la sistematización de un debate que debería continuarse y profundizarse. Asimismo, se encuentran en el libro formulaciones metodológicas específicas, identificación de problemas para la agenda de investigación y recomendaciones para la planificación y el diseño de políticas públicas.

El aporte colectivo de Omar Arach et al aborda la conceptualización de la agricultura familiar y propone una categorización que privilegia las variables estructurales de las explotaciones, como el destino de la producción y la compra/venta de fuerza de trabajo. Asimismo, expone la necesidad de incorporar al análisis los distintos ámbitos y metodologías desde las que se ensayan definiciones conceptuales, e incorpora la posibilidad de la intervención de los propios sujetos a través de lo que los autores denominan caracterización participativa.

A partir de un análisis histórico, Eduardo Azcuy Ameghino y Gabriela Martínez Dougnac, muestran la progresiva desarticulación de la pequeña producción pampeana de base familiar y la paulatina pérdida de su significación productiva causada por el desarrollo del capitalismo en el sector. Si bien los autores identifican que el proceso es discontinuo y no lineal, hacen referencia a una tendencia histórica definida. Además, señalan que, en tanto apropiación indirecta de plusvalía, la expansión del contratismo en este tipo de explotaciones hace imposible seguir denominándolas como familiares o campesinas, aunque la presencia de este actor se convierta en un factor de permanencia en la actividad.

El trabajo de Javier Balsa y Natalia López Castro analiza las situaciones de persistencia en la actividad de familias productoras del sudoeste bonaerense. Como estrategia de análisis construyen tipos ideales de elementos que distinguen a las familias productoras de las unidades capitalistas. La no explotación directa de trabajo asalariado, la conformación de un equipo de trabajo familiar y la presencia de una racionalidad particular diferente a la capitalista pura sustentan tal distinción. Pero, la complejidad del escenario pampeano presenta una serie de factores que diluyen esta diferenciación, entre los que se destacan la incorporación de trabajo asalariado directo o indirecto y la adopción de pautas culturales capitalistas. En los casos estudiados por los autores, los rasgos identificados como definitorios del perfil familiar de las explotaciones agropecuarias aparecen jugando un papel fundamental en la concreción de trayectorias exitosas.

El proceso de agriculturización y el desplazamiento de unidades campesinas en el norte de la provincia de Córdoba, es el marco a partir del cual Catalina Bisio et al se interrogan por las estrategias campesinas de supervivencia. Este artículo presenta con claridad las consecuencias sociales y ambientales del avance de la agricultura empresarial en zonas de ocupación campesina. Allí, los pequeños productores, en situaciones de escasez material, se ven obligados a modificar sus estrategias históricas de producción y a desarrollar estrategias adaptativas, vía intensificación del modelo productivo, o de resistencia mediante la organización y la auto-constitución en actores políticos.

Silvia Cloquell et al retoman la problemática de la delimitación conceptual de la forma social basada en relaciones de producción familiar. Las transformaciones ocurridas a partir de la intensificación del modelo capitalista en la agricultura pampeana conformaron situaciones de creciente heterogeneidad en la composición de los factores de producción que complejizan su aprehensión conceptual. La contratación directa o indirecta de trabajo asalariado, hace que el carácter familiar se explique por el control familiar de la conducción, organización y toma de decisiones. Según las autoras, el carácter familiar en el contexto de expansión de la soja e incorporación de tecnologías se encontraría respaldado en la capacidad de trabajo familiar, aunque esta sólo se encuentre presente de forma potencial, a modo de red social de sustento de la unidad productiva.

La preocupación por las instancias y los intereses a partir de los cuales se define conceptualmente a los productores familiares es el centro del aporte de María Eugenia Comerci. Las descripciones de los productores familiares del oeste pampeano que tienen origen en los discursos de las políticas públicas, a través de distintos programas, dan cuenta de numerosas carencias y atribuciones negativas que tienden a justificar el sentido de sus intervenciones y que deberían ser desnaturalizadas.

En un audaz e interesante artículo, Guillermo de Martinelli presenta una propuesta de clasificación de las explotaciones agropecuarias en función de un análisis estadístico con el cual construye una serie de indicadores que sustentan la existencia de distintos tipos sociales de unidades productivas. El autor recupera el debate histórico sobre la agricultura familiar y sostiene que la actual encrucijada en la que se encuentran los investigadores tiene su raíz en la desactualización de los conceptos para comprender la magnitud de las transformaciones ocurridas. El análisis enfoca al conjunto de la estructura social agraria, dentro de la cual se encuentran las explotaciones familiares. Según esta propuesta metodológica, que toma como referencia empírica información censal sobre el partido bonaerense de Rojas, las explotaciones que corresponden al tipo social familiar no mantienen un peso numérico y territorial significativo en la estructura social agraria actual, como lo afirman otros estudios.

Matías García, introduce en el mosaico general del libro otro caso exitoso de persistencia de la agricultura familiar al mostrar la composición de las explotaciones hortícolas del cinturón platense en el marco más amplio de la horticultura bonaerense. Además, reflexiona sobre el trasfondo político que se encuentra presente en la construcción de tipologías y que, según el autor, debería ser explicitado para facilitar los debates conceptuales. En el artículo, construye una tipología en la cual define como explotación familiar a aquella que no contrata ninguna forma de trabajo asalariado y luego expone otra más amplia en la que incorpora a las explotaciones familiares a las unidades que contratan asalariados pero en las cuales predomina la fuerza de trabajo familiar. La preponderancia de las explotaciones hortícolas familiares por sobre las capitalistas, en ambas resoluciones, encuentra explicación en factores culturales ligados al carácter migrante de los productores.

El trabajo de Fernanda González Maraschio presenta una muy coherente y ordenada sistematización de la evolución histórica de las herramientas conceptuales para intentar definir a la agricultura familiar y abordar sus transformaciones recientes. A partir de allí, señala una serie de elementos que, producto de las adaptaciones al contexto, acentúan la diferenciación social dentro de la categoría. Así, la autora sostiene que los factores que brindan flexibilidad a la producción familiar como la contratación de servicios, la especialización en la gestión y el trabajo extrapredial, junto con los cambios en el estilo de vida de los productores familiares, dificultan la conceptualización. Sin embargo, afirma, aunque con nuevos roles y tecnologías el carácter familiar de estas explotaciones sigue siendo predominante.

Victoria Bisso Castro et al exponen la experiencia de dos programas de promoción de la agricultura urbana y periurbana de base agroecológica en General Pueyrredón y Balcarce. En su reflexión, muestran el surgimiento de las intervenciones como estrategia de contención social en el contexto de la profunda crisis social de la década de 1990, pero acentúan las posibilidades de desarrollo que la actividad genera en las unidades productivas, los sujetos involucrados y sus organizaciones. Los autores mencionan la existencia de agricultores familiares en zonas urbanas o periurbanas que son producto de la migración a las ciudades en las cuales reproducen dinámicas productivas previas, pero también por la conformación de nuevos grupos familiares pluriactivos de origen urbano que comenzaron a estructurar dinámicas de trabajo familiar en torno a esta actividad.

El interés por volver a territorializar el análisis de la estructura social agraria y sus actores actuales es compartido por el trabajo de Valeria Hernández y Daniel Intaschi. El análisis del caso del partido bonaerense de San Cayetano corrobora las grandes transformaciones ocasionadas por la difusión del modelo del agronegocio. Según muestran, allí coexisten distintos perfiles sociales: empresarios agropecuarios territorializados -con tendencias de reducción de unidades y concentración de la producción-, empresarios globalizados con distintos grados de desterritoralización -según el segmento productivo que se observe- y contratistas, entendidos como actores sociales complejos pero vulnerables en situaciones de reducción de la demanda de sus servicios.

Desde un enfoque psicosocial, Fernando Landini et al llaman la atención acerca de algunos efectos que acarrea la utilización analítica de categorías. Los autores realizan una fructífera comparación entre las categorías "agricultor familiar", "campesino" y "pequeño productor", mostrando los alcances de una u otra utilización en las definiciones operacionales. Además, introducen desde el campo de la psicología social algunas problemáticas que usualmente no son tenidas en cuenta al momento de definir a los agricultores familiares. Así, factores que influyen en la configuración subjetiva de los actores como las distintas temporalidades y los espacios diferenciales de socialización -a través de actividades extraprediales- podrían ser incorporados como dimensiones en las planificaciones e intervenciones para el desarrollo rural.

José Muzlera ordena su estudio en torno a la figura del contratista y su relación con la evolución de la agricultura familiar. Sostiene que la figura presenta cierta ambigüedad en cuanto a su impacto en este segmento de productores. Teniendo en cuenta el impacto del contratismo en el factor trabajo, el fenómeno estaría acelerando la desaparición de la agricultura familiar, aunque observando otros aspectos, como la imposibilidad de un amplio espectro de productores de acceder a maquinarias propias, o el desarrollo de estrategias pluriactivas a través de la prestación de servicios, estaría favoreciendo su supervivencia.

El proceso de desaparición de pequeñas explotaciones agropecuarias en la región pampeana, es puesto en comparación en el trabajo de Raúl Paz, con la persistencia del campesinado en regiones particulares como el NOA. Allí, se presentan particularidades de su configuración social, entre las que destaca las explotaciones sin límites definidos, que permiten al campesinado y a los pequeños productores desarrollar modelos productivos acordes a sus estrategias de supervivencia, pudiendo lograr en ocasiones, producciones eficientes. Paz discute los argumentos fatalistas y evolucionistas respecto de la desaparición de la agricultura campesina, pero reconoce dificultades en rebatir los axiomas hegemónicos sin la generación de información de base sobre el campesinado. Por último, propone incorporar dimensiones, como la de un estilo de producción propio, para delimitar conceptualmente a los agricultores familiares.

Las relaciones que se establecen entre agricultura familiar y contratismo son el objeto de análisis de Juan Manuel Villulla. En el marco de la crisis de las unidades familiares de la pampa húmeda, encuentra tres vías por las cuales estos productores han sobrevivido: la tercerización de tareas, la prestación de servicios agropecuarios y el pequeño rentismo, que permite mantener la propiedad y obtener ingresos. El autor observa que en todas estas opciones se deteriora el carácter campesino o familiar de las unidades por la retracción de la presencia del trabajo familiar. Además, para el caso de los prestadores de servicios de maquinaria, observa una primacía de las relaciones sociales asalariadas, incluso en las pequeñas empresas.

Como comentario final, es destacable que los autores además de abordar la complejidad e historicidad de los debates acerca de las caracterizaciones de la agricultura familiar, lo que constituye un importante aporte del libro, se encuentran interpelados por la necesidad de generar herramientas analíticas que también sean funcionales a definiciones operativas para la generación de políticas que potencien las posibilidades de persistencia y desarrollo de este segmento de productores.

Fecha de recibido:11 de noviembre de 2011
Fecha de aceptado:15 de noviembre de 2011
Fecha de publicado:  31 de julio de 2012

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