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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.13 no.26 La Plata jun. 2013

 

ARTICULOS

Estrategias socio-productivas y agricultura familiar: las nuevas tecnologías y sus implicancias en las relaciones familiares y productivas en una localidad del sur santafesino

Marcos Urcola

Universidad Nacional de Rosario; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
murcola@hotmail.com

Socio-productive strategy and family agriculture: new technologies and their implications on family and productive relationships in a town of southern Santa Fe


Resumen

El presente artículo pretende aportar algunos conocimientos teóricos y empíricos sobre las profundas transformaciones del sector rural pampeano argentino, donde los cambios tecnológicos han impactado significativamente en la vida cotidiana y productiva como nunca antes en la historia. En particular, se intenta identificar en qué medida la incorporación de nuevas tecnologías y lógicas productivas modificó el tradicional modelo socio-productivo de tipo familiar que primaba entre los pequeños y medianos productores agropecuarios de una localidad del sur de la provincia de Santa Fe (Bigand), donde desde hace varias décadas viene imponiéndose un proceso sostenido de "agriculturización", tecnificación y especialización de su producción primaria agropecuaria en función del monocultivo de soja. Este trabajo argumenta su diseño metodológico en un estudio de casos e intenta transmitir al lector la complejidad y diversidad de estrategias socio-productivas de los casos de explotaciones agropecuarias seleccionadas en su contexto. Las estrategias de los productores agropecuarios, que derivan de la combinación compleja de factores económicos y sociales en cada caso, nos permitieron observar el grado de articulación entre emprendimiento productivo y proyecto familiar, y la incidencia del "factor tecnológico" y del contexto socio-productivo de esta localidad del sur santafesino en cada uno de los mismos.

Palabras clave: Agricultura familiar; Zona pampeana; Tecnologías agropecuarias.

Abstract

The purpose of this article is to provide some theoretical and empirical knowledge regarding the profound transformations undergone by the rural sector in the Argentinean Pampa, where technological changes have had a significant impact both on productive and everyday life never seen before in the history of this area. We will try, in particular, to identify to what extent the addition of new technologies and productive motivations have changed the traditional family socio-productive pattern that took precedence among small and medium farming producers in a particular town of Southern Santa Fe (Bigand), which for the last decades has experienced an increasing and sustained process of "agriculturization", technological advancement and specialization of the primary farming activity in relation to the monoculture of soya. This article's design is based on a case study and aims to convey to the reader the complexity and diversity of socio-productive strategies of these farming exploitation cases that we have chosen, as related to their contexts. The strategies implemented by farming producers, which stem from the complex combination of social and economic factors, will allow us to observe the articulation between the productive initiative and family project, as well as the incidence of the "technological factor" and socio-productive context of this town of Southern Santa Fe in each of the cases.

Palabras clave: Family agricultura; Agro pampeano; Farming technologies.


Introducción

La agricultura de tipo familiar se ha constituido en una de las formas de producción rural pampeana que ha merecido de la atención práctica y teórica de una variada cantidad de autores, que la destacan tanto por su importancia social como económica en la región La preponderancia otorgada a la agricultura familiar como actor central hizo de ella un objeto de estudio privilegiado a través del cual pretendieron explicarse las particularidades de la realidad agraria pampeana argentina y sus procesos de transformación (cfr. Archetti y Stölen, 1975; Tort, Bearsotti y Neiman, 1991; Sola, 1991; Barsky, 1992; Mascali, 1992; Llovet, 1992; De Basco, 1993; Lattuada y Moyano Estrada, 2001; Giarracca y Teubal, 2005; Obstchatko, Foti y Román, 2006; Cloquell, 2007).

Las explotaciones agropecuarias de tipo familiar no sólo pueden caracterizarse por la utilización de mano de obra familiar con diversas formas de acceso a la tierra (propietarios, arrendatarios o una combinación de ambas formas) y al capital (en maquinarias específicas e infraestructura o diferentes formas de crédito), sino también por albergar un estilo de vida familiar específico que las identificó y tipificó como actores centrales del agro pampeano argentino.

Bajo la denominación de chacarero(1) o colono, se designó mayoritariamente a los grupos poblacionales que se instalaron en la región pampeana, a partir de la ola migratoria de ultramar de fines del siglo XIX y principios del XX (fundamentalmente italianos y españoles), como productores agrícolas y/o pecuarios. Se caracterizaban por habitar en las explotaciones o chacras donde producían (como propietarios o arrendatarios), utilizando mano de obra familiar para la realización de las tareas productivas y las de autoconsumo (generalmente la dirección de la explotación estaba a cargo del padre de familia, quien trabajaba junto a sus hijos varones en las tareas productivas, mientras que las tareas destinadas al autoconsumo eran realizadas por la esposa e hijas). En este sentido, dichas explotaciones hacían del grupo familiar y la actividad agropecuaria una misma unidad doméstica y productiva que se constituía en el principal factor para su prosperidad económica y reproducción social.

El modelo de explotación familiar les permitió a los productores superar momentos de crisis (con estrategias de repliegue que minimizan los gastos de producción y consumo) y aprovechar situaciones de prosperidad (maximizando los esfuerzos y capacidades laborales del grupo familiar). Mientras que el trabajo de los miembros de la familia permitió al productor incrementar su capacidad de ahorro, la incorporación de tecnologías posibilitó potenciar la mano de obra de dicho grupo y aumentar su capacidad acumulativa.

De este modo, se encontraba en el productor agrícola pampeano un actor cuyas características lo diferenciaban de las realidades campesinas del resto del territorio latinoamericano y lo asemejaba (aunque también con diferencias) al farmer americano.

El proceso de modernización agrario que se inicia en los `60(2) y se acelera en los `90(3) instauró nuevas exigencias y condiciones para la producción y reproducción de las explotaciones y la vida social rural pampeana (especialmente para las familias de los productores), que generaron nuevas formas estructurantes de las conductas y relaciones sociales. La profundización del desarrollo tecnológico, centrado principalmente en las tecnologías de insumos y capital intensivo, implicó una simplificación de la actividad agrícola (en detrimento de la ganadera) que, al favorecer la economía de escala, permitió la competitividad y la fácil apropiación de las mismas por parte de la mediana y gran empresa agropecuaria, pero tendió a desplazar al pequeño productor de tipo familiar.

Estas innovaciones tecnológicas permitieron la intensificación de la producción de los cultivos junto con el ahorro de mano de obra, no sólo asalariada sino también de los propios integrantes del grupo familiar. Esto dio lugar a nuevas estrategias familiares de producción agrícola y vida rural-urbana.

Es nuestra intención reflexionar sobre las condiciones de persistencia y cambio de este modelo socio-económico en el contexto agrario actual y sobre en qué medida se modifican los estilos de vida familiares y perfiles productivos tradicionales (o "chacareros") del productor agropecuario pampeano.

Para ello, tomamos la idea de desplazamiento de la agricultura familiar como forma histórica con un perfil socio-productivo específico, planteada por Gras (2009), puesto que permite separarnos de aquellas descripciones y análisis deterministas sobre la persistencia o desaparición de un actor o fenómeno social. En el caso de la agricultura familiar, permite señalar sus procesos de transformación, pero reconociendo que ello no ocurre de manera homogénea ni definitiva. Según la autora, "muchas estrategias antes emprendidas por estos sujetos ya no aseguran la supervivencia de la agricultura familiar y otras determinan nuevos perfiles sociales" (Gras, 2009: 20). Señala que se ha producido un desplazamiento de la agricultura familiar, observado en el retiro de la actividad productiva de muchos agricultores de los estratos inferiores (por pérdida de sus campos o transformados en  pequeños rentistas), en los cambios en las formas de organizar el proceso productivo (relación familia-explotación) y en los nuevos perfiles identitarios de los productores.

En este sentido, en diferentes aproximaciones de campo se pretendió identificar en qué medida la incorporación de nuevas tecnologías y lógicas productivas modifica el tradicional modelo socio-productivo de tipo familiar que primaba entre los pequeños y medianos productores agropecuarios de una localidad del sur santafesino, donde desde hace varias décadas viene imponiéndose un proceso sostenido de "agriculturización", tecnificación y especialización de su producción primaria agropecuaria en función del monocultivo de soja.

El área delimitada para el trabajo de campo fue la localidad de Bigand, perteneciente al Departamento Caseros al sur de la provincia de Santa Fe. Bigand se ubica dentro de la denominada "zona núcleo de la producción de soja" en la Región Pampeana Argentina(4). Se halla en las cercanías de la ciudad de Casilda (cabecera del Departamento a 50 km) y de los centros comerciales más importantes del país, como son Rosario (75 km) y Buenos Aires (300 km). La presencia actual e histórica del productor agropecuario es muy fuerte y notoria, no sólo en términos productivos y económicos, sino también sociales y culturales(5).

El pueblo de Bigand fue fundado en el interior de una colonia netamente agropecuaria en 1909 y se constituyó en uno de los principales centros agrarios del sur de la provincia de Santa Fe. En esta región provincial se instalaron muchas familias campesinas originarias de los procesos migratorios de ultramar (fundamentalmente, italianos o "gringos"). A lo largo del siglo XX, las tierras en propiedad de la familia Bigand, fueron trabajadas por estos colonos bajo la figura contractual de aparcería y con una producción agrícola-ganadera ("chacra mixta") de tipo familiar. En la historia familiar de los productores y habitantes de dicha localidad tenemos un pasado común que permite observar los procesos de cambio que nos hemos propuesto.

Es una localidad que, notoriamente, se posiciona como uno de los centros privilegiados para la producción y comercialización agroalimentaria del sur de la provincia de Santa Fe y donde el modelo tecnológico y económico de la producción agrícola de cereales y oleaginosas se ha expandido en forma sostenida en las última décadas (sobre todo, a partir de la introducción masiva del cultivo de soja por su gran demanda internacional). Según informa el sitio web de la Comuna de Bigand, la superficie sembrada de soja representa el 70 % de la superficie total; el trigo, el 16 %, el maíz, el 10 % y el sorgo, el 4 %.

La actualidad de este pueblo agrario cada vez más urbano, con crecimiento demográfico, institucional y económico (por la cantidad de actividades industriales y comerciales que se van sumando diariamente a la ya característica actividad agropecuaria) y con un territorio ecológicamente privilegiado para la cosecha agrícola de cereales y oleaginosas, presenta las características de representatividad necesarias para el desarrollo del tema de estudio propuesto.

Fundamentalmente, permite observar, en la historia de vida de las familias de los productores, qué perdura de aquel modelo socio-productivo familiar que caracterizó al típico productor de la zona y en qué medida la incorporación de tecnologías o nuevas lógicas productivas fue tensionando y desplazando dicho modelo, con estrategias que redefinen la relación histórica entre proyecto familiar y económico en un espacio social con las particularidades que expresa la localidad de Bigand. Esto es: con una amplia oferta tecnológica y de agentes productivos para asistir material y técnicamente en los diferentes aspectos y momentos (agronómicos, financieros, comerciales, productivos, etc.) de la actividad agropecuaria.

El artículo pretende compartir algunos resultados, hipótesis y categorías analíticas utilizadas para el estudio de campo realizado en la localidad de Bigand durante el año 2010. Se presenta como una primera aproximación exploratoria, cuyo alcance no aspira a la construcción de un universo de casos cuantitativos con nivel de representatividad estadística, sino a la elaboración de propuestas teóricas e interpretativas a partir del estudio intensivo de casos de productores seleccionados intencionalmente por su grado de representatividad respecto de los procesos sociales que se pretende analizar.

Cuestiones teórico-metodológicas

Este trabajo argumenta su diseño metodológico en un estudio de casos múltiples. La validez de estos diseños de investigación se relaciona con la selección de los casos en función de las preguntas y objetivos propuestos, así como, también, de las fuentes de información de las que se dispone y las técnicas de recolección de las mismas (Neiman y Quaranta, 2006).

Se realizó una selección teóricamente intencionada de 12 casos de explotaciones agropecuarias (EAP) de la localidad de Bigand. Las técnicas de recolección utilizadas fueron la entrevista semiestructurada y en profundidad, junto con otras técnicas complementarias del enfoque antropológico cualitativo, como la observación participante, las historias de vida y la descripción de los contextos de la interacción. También se contempló triangular con datos estadísticos-cuantitativos (CNA, 2002) y documentales de fuentes secundarias, que permitieron obtener una noción de contexto que dio mayor precisión a la descripción y comprensión de la realidad estudiada.

Para las entrevistas, nuestros informantes clave fueron elegidos entre los productores(6) (y otros miembros de sus familias) de Bigand, y en forma complementaria entre otras fuentes calificadas del sector (ingenieros agrónomos, empleados de cooperativas agropecuarias, centros de acopio o de la Comuna).

Los productores seleccionados conviven en la localidad con diferentes estrategias socio-productivas y suelen articular acciones a través de las instituciones y redes productivas y comerciales instaladas en la región. Se buscó que la mayoría de ellos contasen con un pasado común vinculado a la agricultura de tipo familiar (con padres o abuelos que hubieran sido productores agropecuarios), puesto que la dimensión histórica es la que nos permite contemplar la proporción del cambio operado sobre esta forma productiva y de vida rural. La selección de casos contempló, entonces, la necesidad de obtener un abanico amplio de estrategias socio-productivas e historias de vida posibles en la región estudiada.

La variable central de este estudio fueron las estrategias socio-productivas de los productores agropecuarios y sus familias. Estas estrategias se materializan en planes y proyectos socio-económicos que elaboran el productor y su familia, de acuerdo con la disposición de medios de producción, tierra y fuerza de trabajo familiar.

Las estrategias socio-productivas son acciones dinámicas, elaboradas permanentemente, tendientes a la maximización de los recursos que el contexto social brinda para la concreción de planes y proyectos adaptados a las condiciones de existencia individuales, familiares y/o comunitarias. En este sentido, dichas estrategias son adaptación y reacción, creatividad y resignación, asimilación y creación que se concretan en prácticas y acciones de los sujetos en relación con su contexto en situaciones sociales e históricas dadas.

El análisis de las estrategias socio-productivas integraría en forma de síntesis las relaciones que el productor agrícola y su familia establecen entre formas de producción(7) y estructura familiar(8) en el nivel de acciones y prácticas tendientes a la concreción de planes y proyectos económicos, culturales y sociales. Para la selección de los casos se tuvieron en cuenta las diversas formas productivas y estructuras familiares presentes en las estrategias de los productores, de acuerdo con las siguientes condiciones:

1) Forma de producción: fuerzas productivas de las que dispone el productor: a) cantidad de hectáreas trabajadas (extensión); b) tipo y potencia de la tecnología en maquinaria y equipamiento disponible en forma directa o indirecta (señalando además el tipo de labor que facilita, reemplaza o elimina); y c) fuerza de trabajo necesaria para la realización de la actividad productiva (cantidad de personas, tipo o calidad de las labores requeridas y tiempo que implica su realización). Relaciones sociales de producción que resultan de estas características técnico-productivas: a) formas de tenencia de la tierra (propiedad, arrendamiento o mixtas); b) formas de acceso a los medios de producción (propios o contratados); y c) tipo de mano de obra utilizada: familiar, no familiar (asalariada o tercerizada) o mixta (parte familiar y parte asalariada o tercerizada).

2) La estructura familiar del productor: a) conformación del grupo familiar y cantidad de miembros que integran la unidad doméstica (edades, género, vínculo parental); b) lugar de residencia del grupo (en espacio habitacional único o múltiple y rural o urbano); c) cantidad de miembros involucrados en actividades para la obtención de recursos e ingresos económicos que sostengan al grupo familiar como unidad de consumo; d) división de las tareas domésticas (incluye tanto tareas de producción para autoconsumo como aspectos de socialización y tareas de ayuda mutua no económicas); y e) división del poder (quién o quiénes poseen la autoridad para la asignación de tareas y para la toma de decisiones relevantes respecto de los bienes materiales, culturales y simbólicos de los que dispone el grupo).

A partir de estas variables, elaboramos cuatro categorías de tipos de estrategias socio-productivas identificables en la localidad. Las tipologías propuestas, ponen en juego diferentes dimensiones que constituyen conceptualmente cada tipo de estrategia socio-productiva, intentando describir y caracterizar la diversidad de condiciones técnico-ecológicas y circunstancias socio-históricas en que se realiza la combinación entre las variables propuestas. El orden taxonómico que resulta de la combinación o énfasis puesto en cada una de estas variables ha permitido explicar el movimiento social y económico de la actividad agrícola de los productores familiares en la localidad, y ofrece diferentes modelos para la esquematización de los atributos de los sujetos sociales en estudio(9).

Productores familiares: aquellos productores que conservan la estructura familiar de trabajo en sus explotaciones (como propietarios o arrendatarios), y realizan la totalidad o mayoría de las tareas físicas y administrativas con maquinaria propia. Pueden trabajar solos (sin hijos en edad productiva) o con otros miembros del grupo familiar y/o personal asalariado(10).

Productores familiares devenidos en cuasi-rentistas: aquellos que conservan la propiedad del lote heredado familiarmente, y delegan la totalidad o la mayoría de las tareas físicas a terceros (contratistas de servicios de maquinaria agrícola) y conservan la realización de las tareas de administración, supervisión y mantenimiento mínimo de la explotación.

Productores familiares devenidos en contratistas: aquellos productores con estructura familiar de trabajo en sus explotaciones que han incrementado su capital en maquinaria agrícola (por encima de lo técnicamente necesario para el trabajo en su explotación) y ofrecen servicios a terceros. Estas tareas devienen en su principal actividad y desplazan en importancia al trabajo en su propia explotación (por cantidad de tiempo dedicado y hectáreas trabajadas).

Productores familiares devenidos en empresarios: aquellos productores que contaban con estructura familiar de trabajo en sus explotaciones y actualmente han incrementado su nivel de capitalización (fijo y financiero). Conservan la realización de las tareas administrativas y de supervisión, y delegan la mayoría o la totalidad de las tareas físicas a personal asalariado, con maquinaria propia o contratada.

De este modo, los casos seleccionados permitieron observar cómo se resignificaron en cada caso concreto las nuevas formas productivas con el modelo de agricultura familiar heredado de períodos anteriores y en qué medida se conserva la unidad entre proyecto productivo y familiar.

Estrategias socio-productivas de los casos seleccionados

Durante el estudio de campo hemos podido observar claramente cómo se van diferenciando las estrategias entre productores de acuerdo a la disponibilidad de equipos propios. La variable del capital vinculado al acceso a tecnología es la que condiciona, en la mayoría de los casos seleccionados, la extensión a trabajar y la cantidad de trabajo humano necesaria.

Dichos casos presentan un abanico de situaciones que va desde productores agropecuarios que poseen la propiedad de la tierra y de las maquinarias, a productores que, sin poseer tierras ni equipos, realizan las tareas de coordinación de los factores y agentes productivos, y corren con los riesgos de las operaciones para la elaboración de sus bienes agrícolas. Entre ambos extremos existen infinidad de casos intermedios, entre los que se encuentran la mayoría de los productores entrevistados.

Productores familiares cuasi-rentistas:

Según el CNA 2002, el 79,3 % de las EAP del departamento Caseros (1.759 EAP) contratan servicios de maquinaria. De estas, el 39,2 % contrata las tres labores, el 12,8 % sólo para cosecha de granos, el 9,8 % siembra y cosecha de granos, el 9,5 % mantenimiento de cultivo y cosecha y el 5,5 % solo siembra. Estos porcentajes indican, en la zona, una mayor tendencia a la tercerización de las principales labores respecto de los totales provinciales, puesto que para el mismo censo el 62,7 % de las EAP de Santa Fe contrataban servicios de maquinaria y, de ellas, sólo el 26,8 % contrataban las tres labores.

De los casos seleccionados, la mitad se inscribe dentro de la categoría de productores agrícolas que podríamos denominar como cuasi-rentistas; es decir, que tercerizan la totalidad de las labores agrícolas a través de contratistas de servicios de maquinaria agrícola y se dedican a tareas de administración, control del cultivo y, opcionalmente, a otras labores intensivas como la cría de animales, el trabajo en la quinta para consumo personal u otras actividades lúdicas o vocacionales.

Este tipo de estrategias cuasi-rentísticas suele ser el resultado de diversas circunstancias que tienen que ver con las edades de los productores, el tamaño de la explotación que manejan, la racionalidad con que determinan sus decisiones productivas y los motivos personales por los que realizan otras actividades complementarias de las agrícolas.

Entre los casos trabajados hemos distinguido tres situaciones que explican la derivación histórica de la producción agrícola familiar hacia este tipo de estrategia socio-productiva.

Por un lado, tenemos a dos productores que cuentan con terrenos muy pequeños en propiedad (de 16 y 20 hectáreas), donde tercerizan la totalidad de las labores vinculadas al cultivo de soja. Ambos administran las propiedades que forman parte de un bien familiar heredado y, tanto ellos como los demás integrantes de sus familias, tienen otros trabajos que conforman sus ingresos principales (como empleado de la comuna uno e ingeniero agrónomo de una cooperativa el otro). El campo de 20 hectáreas estaba siendo arrendado y cuando el actual productor terminó sus estudios universitarios en ingeniería agronómica, decidió administrarlo personalmente como un bien familiar (la propiedad es de su madre y su tía). Este campo fue trabajado anteriormente por su abuelo en forma personal, hasta el momento de su retiro.

La estrategia de este tipo de productores, que conservan la propiedad y dirección de sus tierras aunque éstas sean muy pequeñas, es la que hace que el mercado de tierras de Bigand sea señalado como muy restringido, puesto que "nadie se desprende de sus campos.". Uno de estos productores manifiesta dicha estrategia como una forma de resistencia frente a la presión del mercado para que venda su pequeño lote: "Si no tenés maquinaria estás obligado a arrendar por quintales fijos o a hacer lo que hago yo que es contratar cada uno de los servicios. Lo hago como una cuestión de resistencia. No quiero que me digan lo que tengo que hacer, no quiero vender" (Productor, cuasi-rentista - 48 años).

Por otro lado, tenemos a dos productores de 80 y 78 años que se encuentran en etapa de reemplazo(11); es decir, que han delegado el trabajo y la administración de la explotación en manos de los hijos o parientes cercanos y han adelantado la herencia de la propiedad de la tierra. Ambos casos presentan la siguiente particularidad: han puesto sus campos (de 53 y 130 has respectivamente) a nombre de sus yernos (ambos tienen hijas únicas) y les derivan la dirección de las actividades agrícolas. Sin embargo, siguen activos y, para ocupar su tiempo libre, se dedican a la cría de ganado y al mantenimiento de la quinta y huerta en la explotación, que es la actividad que más les gusta. Uno de ellos manifiesta que, como estaba aburrido y ya le había dado el campo para trabajar a su yerno (que además es contratista), decidió arrendar 80 hectáreas más para trabajar él con ganadería y algo de agricultura, que también deriva a su yerno. El otro ocupa su tiempo libre en el mantenimiento de la huerta y el ganado, mientras que su yerno (empleado bancario) administra la actividad agrícola con la ayuda del esposo de su hija (nieta del productor entrevistado), que es ingeniero agrónomo. De este modo, estaríamos en presencia de una especie de fase de reemplazo activa, en la que el productor sigue vinculado a la actividad, pero en aquellas tareas vinculadas con la búsqueda de la realización personal y el disfrute, y no tanto en las que le permiten obtener mayores márgenes de rentabilidad.

A través del tiempo fue cambiando la técnica, la de ahora es mejor, casi no se trabaja. Yo me río cuando mi yerno me dice: "Cuánto que trabajé hoy" [.] Y yo le digo: "No [.] vos anduviste, qué vas a trabajar [.] Antes vos tenías que agarrar una bolsa de maíz, echarla al hombro y del hombro subirla a la máquina [.] Ahora con el acopladito llevás todo [.] Eso no es trabajo, lo que sí hacés es andar mucho" [.] Antes el trabajo era mucho más físico, con fuerza y músculo. Mi yerno cuando dice que trabajó, anduvo en la chata mirando y supervisando a sus peones y ve qué sembrar y cuándo, pero no es trabajo de poner el hombro [.] (Productor, cuasi-rentista - 78 años).

El trabajo se ha simplificado. No hacés nada [.] Vamos a ser sinceros [.] En el campo no hacés nada, si vos no tuvieras otra actividad aledaña o paralela, no tenés nada. Hoy la siembra directa ha simplificado todas las labores. Aparte, no sólo la siembra directa, también la contratación de servicios, porque si vos no tenés herramientas, vienen y te lo hacen, y a una gran velocidad [.] (yerno de productor, cuasi-rentista - 50 años).

Finalmente, dentro de este grupo tenemos a otros dos productores, quienes se dedican plenamente a la actividad agropecuaria con 140 y 360 hectáreas respectivamente. Estos productores manifiestan que les gusta más la actividad ganadera, pero dedican la mayor parte de sus explotaciones a la agricultura por cuestiones de rentabilidad. Uno de ellos es veterinario y le interesa sólo la ganadería, pero para poder solventar esta actividad necesita hacer agricultura. De este modo, arrienda 80 hectáreas a su madre, en las que siembra soja y sorgo, y terceriza la totalidad de las labores. El resto lo utiliza para ganadería, para lo cual cuenta con la ayuda eventual de un empleado y su padre. El otro administra su campo (en propiedad) junto a su hermano, y terceriza la totalidad de las labores para los cultivos de soja, trigo, maíz, sorgo y girasol (que ocupan un 70 % de la explotación); se dedican a la cría de cerdos para comercializar y a la actividad ganadera, que es lo que más les gusta. En ambos casos, la actividad agrícola se justifica por cuestiones de rentabilidad y la actividad ganadera por cuestiones vocacionales, y es fundamental la buena oferta de servicios de contratistas con la que cuentan en la localidad para el desarrollo de las tareas agrícolas.

En los relatos de estos productores familiares devenidos en cuasi-rentistas, se observa cómo sus campos eran trabajados con maquinaria propia y, con el tiempo, aquellos fueron abandonando estas máquinas para, paulatinamente, contratar la totalidad de los servicios de las labores de siembra, cosecha y fumigación.

Tenía antes el arado, la sembradora, el disco, la rastra, el rolo [.] las cosas básicas que hoy no sirven ni para fierro viejo. Las dejé de usar hace 8 o 9 años atrás. Cuando llegó la labranza cero dejé todas estas herramientas. [.] En esa época mi yerno comenzó a comprarse maquinas nuevas. Tiene una sembradora directa con disco doble acción. Tiene todo lo que es siembra y ha ido creciendo en ese aspecto. Tiene personal que lo ayuda, dos tractores y el viejo mío. Después de los ´90 mis herramientas quedaron como fierro viejo y el que se expandió fue él. (Productor, cuasi-rentista  - 78 años).

Antes se veía como que tenías que tener un arado, un tractor. No te podías imaginar la figura del productor agropecuario sin un tractor y hoy hay mucha gente que trabaja su propia explotación y no tiene absolutamente nada. Hay gente de 100 ó 150 hectáreas que no tiene nada y contrata todos los servicios. Esto se ha dado también porque hay gran oferta de contratistas, lo que hizo que el precio por las labores por hectáreas disminuyera. Así, se pueden trabajar 100 o 150 hectáreas con maquinaria de primera generación sin necesidad de tenerla. Si yo quisiera tener esas maquinarias me tendría que dedicar a prestar servicios, no me podría dar el lujo de tenerlas para mí porque no las pagaría nunca. (Productor, cuasi-rentista - 32 años).

La desinversión en maquinaria parece ser el límite que lleva al pequeño o mediano productor, de modo gradual, a pegar el salto tecnológico en equipos y empezar a ofrecer servicios para solventar la inversión, o a abandonar sus máquinas viejas y convertirse en administradores de sus explotaciones, dejando a un lado paulatinamente el trabajo directo en las principales labores agrícolas.

Según estos entrevistados y otros referentes del sector, el problema que se observa es que los productores chicos de la zona tienen sus propias maquinarias pero éstas son viejas, y para solventar la adquisición de maquinarias de última generación, necesitarían trabajar grandes extensiones. A nadie que tenga 150 o hasta 300 hectáreas le conviene tener una maquina de siembra directa (SD) porque es inamortizable en el corto y mediano plazo (más de 25 años). El pequeño productor que adquiera una maquinaria de última generación se verá obligado a ofrecer servicios a terceros y competir en dicho mercado con los grandes contratistas de la región.

Productores familiares devenidos en contratistas:

Dentro del rubro de productores que devinieron en contratistas de la zona, tenemos tres casos que grafican la realidad del productor que ha expandido su nivel de capitalización en maquinaria agrícola. Dichos casos presentan historias de vida personales y familiares en las que la propiedad de la tierra o el trabajo en la explotación propia pierden importancia frente a estrategias socio-productivas que privilegiaron el incremento del capital en maquinaria y derivaron en la creación de empresas familiares especializadas en la oferta de servicios agrícolas para la producción de cereales y oleaginosas.

Por un lado, tenemos el caso del productor que representa al típico productor familiar-contratista (Cfr. Mascali, 1992). El mismo trabaja 58 hectáreas en arriendo y vive allí junto a su esposa y tres hijos (dos varones de 26 y 25 años y una mujer de 24). Dado que esta cantidad de hectáreas en alquiler no le permite sostenerse económica y familiarmente, ofrece servicios de siembra directa y cosecha a terceros con maquinaria que ha comprado a productores conocidos, quienes le han ofrecido financiación y facilidades de pago. De este modo, cuenta con dos cosechadoras, una sembradora directa, una monotolva y dos tractores. En su explotación siembra sólo prácticamente soja por razones de costos y rentabilidad, aunque hace algo de trigo por una cuestión de rotación de la tierra y también realiza producción para autoconsumo (gansos, cerdos, gallinas, vacas, huerta y frutales). Trabaja la tierra y ofrece servicios como contratista junto a sus dos hijos varones (y algún empleado eventual), su esposa se encarga de realizar tareas administrativas vinculadas con la explotación y el hogar, y su hija menor estudia en la ciudad de Rosario.

Es un productor cuya estrategia socio-productiva tiene que ver con la expansión de su capacidad de trabajo familiar por medio de la adquisición de maquinaria agrícola que le permita trabajar más tierra y superar  la escasez de tierra propia. Según manifiesta, la cantidad de contratistas y productores que ofrecen servicios es muy competitiva en la región y obliga a buscar clientes por fuera de la localidad y a competir con precios no siempre convenientes. Señala que, por ejemplo, el problema de las modernas máquinas de SD es que son más caras que las anteriores y que, al ser más potentes, no se necesitan tantas para la cantidad de superficie trabajada en la localidad.

Si bien la actividad principal del grupo familiar es la agrícola, sus hijos realizan algunos trabajos extra-agrarios en el pueblo y la participación y suma de todas las actividades de los integrantes del grupo es la que sostiene la unidad doméstica. A pesar del nivel de capitalización en maquinaria que muestra este productor, presenta condiciones de vida altamente austeras (con vida en la chacra, producción para autoconsumo, etc.) y estrategias económicas de minimización de los egresos (reparación y mantenimiento de maquinarias, utilización de mano de obra familiar, etc.) y maximización de los ingresos (trabajando la mayor cantidad de tierra posible de terceros), que son las que le permiten sostener su unidad doméstica y productiva a la vez.

Por otro lado, tenemos el caso del productor que es uno de los grandes contratistas de la zona. Trabaja una explotación de 150 hectáreas en arriendo y ofrece servicios en las tres labores agrícolas; llega a trabajar anualmente 2.500 hectáreas de siembra, 1.000 hectáreas de cosecha y 1.500 hectáreas de fumigación. Trabaja junto a su hermano y su padre, y cuentan con dos empleados permanentes. Si bien toman las decisiones en conjunto, cada uno se aboca específicamente a una de las labores (el productor entrevistado se encarga de la siembra; su hermano, de la pulverización y el padre, de la cosecha). Sus principales clientes son los pequeños productores de entre 20 y 80 hectáreas en promedio y cuentan con una dotación de maquinarias de última generación y gran potencia.

El tipo de tecnología aplicada en las explotaciones de esta localidad está estrechamente vinculado con los servicios que brindan estos grandes contratistas. En este sentido, la contratación de servicios permite que un productor chico siembre con la misma tecnología que uno grande.

Y por último, presentamos a otro productor-contratista que administra un campo de 500 hectáreas de su madre, que arrienda para agricultura, y trabaja como contratista, ofreciendo servicios de SD y de aeroaplicación. Si bien vive allí con su madre, esposa e hijos, tiene dividido lo que es su empresa prestadora de servicios de la administración del campo. Como no tiene hijos en edad productiva, trabaja con dos empleados permanentes (un piloto y un tractorista), cuenta con maquinaria de última generación en los servicios que brinda y se dedica completamente a esta actividad.

Por el tipo de labor que ofrece en aeroaplicación, sus clientes cuentan con grandes extensiones, mientras que los servicios de SD son ofrecidos a pequeños productores de la región. También suele brindar este servicio a quien le arrienda su campo. Tuvo una de las primeras sembradoras directas de la zona. Con la misma, se quintuplicaba la superficie de laboreo respecto de la sembradora convencional y le proporcionó mucho trabajo en un primer momento, hasta que los productores empezaron a comprarse esta maquinaria. Este hecho disminuyó las posibilidades de brindar el servicio, no sólo porque muchos ya tenían sembradoras directas, sino también porque comenzaron a ofrecer dicho servicio.

Según lo declarado por diversas fuentes calificadas del sector, los contratistas son los que llevan adelante la producción agrícola de la zona, sobre todo en lo que es fumigación y cosecha. Según el informe sobre mecanización agrícola argentina, el 60 % de los usuarios de cosechadoras son contratistas y el 40 %, productores-contratistas (Bragachini, 2006). Las labores de cosecha se presentan como las más costosas (si se las quiere realizar con equipos propios), ya que demandan más personal y maquinarias de mayor potencia y capacidad de trabajo para desarrollarlas con la velocidad y calidad que exigen los tiempos actuales. Por ello, la mayoría de los productores grandes y pequeños optan por derivar esta parte del trabajo a terceros y realizar en esos momentos tareas de supervisión, en el marco de estrategias vinculadas a la gestión empresarial o al cuasi-rentismo.

En cambio, las mismas fuentes indican que la mayoría de los productores locales siguen realizando las labores de la siembra en forma convencional o con máquinas de siembra directa (o adaptadas a SD). El CNA 2002 permite ver cómo se manifestaba esta tendencia a la mayor presencia de sembradoras por sobre las cosechadoras. En las 2.218 EAP del Departamento Caseros, se contabilizaban para esa fecha un total de 857 cosechadoras, un promedio de una por cada 2,6 EAP, contra 2.103 sembradoras, casi una por EAP.

Aunque las tareas de siembra siguen a cargo de los productores de la zona, dichas fuentes también nos advierten sobre el hecho de que las sembradoras con las que cuentan suelen ser viejas y, con el tiempo, se verán obligados a reemplazarlas o recurrir a los contratistas.

Productor familiar devenido en empresario:

Similar a estos últimos es el caso de otro de los productores entrevistados, en cuanto a capacidad de trabajo propio en maquinaria para la oferta de servicios en agricultura. Sin embargo, su estrategia socio-productiva lo constituye en uno de los grandes productores tomadores de tierra de la zona, con una estructura laboral y organizativa de tipo empresarial.

Cuenta con 60 hectáreas en propiedad que heredó de su padre y el resto de la tierra en explotación es arrendada. Sumando las hectáreas en propiedad y lo arrendado, llega a trabajar 2.000 hectáreas, de las cuales  utiliza 80 para ganadería y el resto en agricultura. Cuenta con maquinaria de última generación para siembra, carga y acopio de la cosecha (tractores, monotolvas con chimango, embutidora y extractora de "silo bolsa") y contrata la totalidad de las labores de cosecha y pulverización. Si bien en un momento tuvo arado para siembra convencional y cosechadora, por la cantidad de trabajo que llegó a tener y la inversión que debía hacer para renovar las maquinarias decidió comenzar a contratar los servicios de cosecha y pulverización porque le convenía económicamente y le ofrecían buena calidad y capacidad de trabajo. Por ello, sólo renovó los equipos de siembra (la primera SD la adquirió usada en los ´90). En un primer momento trabajaba su tierra y ofrecía servicios de SD, pero a medida que fue creciendo fue abandonando las labores de contratista y abocándose de lleno al crecimiento de su explotación como arrendatario. En la actualidad ofrece servicios sólo si le queda tiempo libre.

El cambio tecnológico más importante fue la aparición de la siembra directa y el glifosato. Con dos personas y el equipo que tenía, no podría trabajar nunca lo que trabajo ahora en la parte de agricultura. Antes tenía cosechadora y arado de rejas para labranza tradicional, pero no trabajaba esta cantidad de hectáreas, trabajaba 500. [.] Los arados los descarté con la aparición de la siembra directa y la cosechadora la tuve hasta hace 3 ó 4 años atrás. La vendí porque se nos complicaba atender todo y la parte económica no funcionaba y convenía más alquilar el servicio. Es un problema que te sacas de encima, menos trabajo y aparte necesitábamos la plata [.] Siempre trabajé con máquinas nuevas y, en vez de cambiarlas, decidí contratar los servicios de cosecha. Aparte, antes tenía una sola y ahora contrato 10 para hacer más rápido las labores; si no uno está muy atado a la máquina de uno y a veces se intenta hacer todo y no se puede. Entonces, contratás los servicios, total se les paga a todos lo mismo y entre pagarla a uno y pagarle a 10 no hay tanta diferencia [.] Cuando la cosecha está, hay que levantarla. (Productor empresarial - 53 años).

Lleva adelante la actividad junto a su cuñado, con quien tiene constituida una sociedad anónima con oficina en el pueblo, que funciona como una empresa familiar con tareas bien diferenciadas: él se encarga de la parte productiva y el cuñado de la administrativa, y los ayudan tres empleados fijos (dos para agricultura y uno para ganadería). El trabajo de siembra lo realiza personalmente junto a sus empleados y supervisa, también en forma personal, las labores que contrata. Tiene cuatro hijos (tres mujeres y un varón) y, salvo la menor de sus hijas que ayuda en la parte administrativa, el resto estudian o desarrollan actividades extra-agrarias (el cuñado no tiene hijos en edad productiva).

Es un productor cuya estrategia socio-productiva e historia personal presentan el pasaje de la tradición productiva de tipo familiar heredada de su padre hacia una posición empresaria consolidada, cuestión que se denota en sus expectativas productivas. Se aleja considerablemente del perfil de aquel productor autosuficiente que realizaba todas las tareas y mantenía bajo su control la totalidad de las labores que hacían al funcionamiento de su chacra. Aquél, pasó de ser un productor agrícola tradicional a un productor-contratista que trabajaba tierras de terceros para, finalmente, convertirse en un productor tomador de tierras que tiende a desprenderse de la maquinaria, y ejerce los roles de coordinador de las labores y administrador de los campos que arrienda.

Aunque la familia sigue estando presente en sus relaciones laborales y contractuales, la racionalidad con que se plantean la actividad y la organización del trabajo muestra nuevas formas estructurantes en la relación de ésta con el lote trabajado, el conocimiento específico heredado y transmitido generacionalmente sobre el mismo, el uso de mano de obra familiar y la unidad entre proyecto familiar y productivo.

Productores familiares:

Finalmente, tenemos dos casos de pequeños productores familiares con estrategias y realidades socio-económicas bien diferenciadas.

Por un lado, tenemos el productor que trabaja familiarmente, junto a su padre, esposa y tres hijos (dos varones de 18 y 14 años y una niña de un año), 70 hectáreas en propiedad. El padre vive en la chacra en forma permanente y el resto de la familia alterna viviendo en el pueblo de acuerdo con los momentos del año y las necesidades del trabajo en la explotación. La totalidad del grupo familiar vive de lo que producen en la explotación; no ofrecen servicios a terceros ni toman tierras en arriendo. Dedican la mayoría de la explotación al monocultivo de soja y algo al de maíz para consumo personal (también poseen quinta y hacen cría de cerdos y gallinas). Tienen una dotación de maquinaria vieja para siembra (sembradora adaptada a SD), cosecha y fumigación (de arrastre), que suelen reparar continuamente, cuestión fundamental para sostenerse en forma autosuficiente sin necesidad de contratar servicios y, por ende, de contraer deudas. Tienen una estructura de trabajo familiar por la cual la mayoría de los integrantes del grupo realizan alguna tarea: el productor, su padre y el hijo mayor trabajan en forma permanente en la explotación realizando las labores de mantenimiento del cultivo, de las maquinarias y de la chacra en general, mientras que el hijo menor lo hace en forma eventual en los momentos de mayor trabajo durante la cosecha. La esposa se encarga de las tareas administrativas relacionadas con la producción y el hogar, y mantiene la quinta para autoconsumo.

La colaboración de la totalidad del grupo familiar le permite a este productor sobrevivir en la actividad, pero a costa de sus escasos capitales financiero y fijo en maquinaria, que no le permiten expandirse en la toma de más tierras ni ofrecer servicios. No creen conveniente arrendar más tierras por temor a no poder afrontar deudas y no cuentan con maquinaria moderna como para competir en el mercado de contratistas.

Manifiestan que, para poder vivir más holgadamente, el ideal sería trabajar 120 hectáreas y poder cambiar, sobre todo, la sembradora convencional por una de siembra directa y un mejor fumigador; es, dicen, lo esencial que debe tener un agricultor (la cosechadora la han podido cambiar y, aunque tiene la misma mecánica que la anterior, es más rápida, potente y con más surcos). Aunque en algún momento fueron tentados para dar en arriendo su campo y transformarse, al igual que muchos, en rentistas, no lo han hecho porque no sabrían qué hacer con el tiempo libre ni tampoco trabajar en otro rubro que no sea el agrícola: "Mi abuelo sin el campo se muere. Es muy duro ir al pueblo o a la ciudad y empezar de nuevo. En el campo siempre hay algo para hacer, algo para arreglar." (Hijo de productor familiar - 18 años).

El ahorro que genera el grupo familiar en términos domésticos y productivos y la estrategia económica extremadamente cautelosa de gastos, basada en la propiedad de la tierra y de las maquinarias y en la siembra exclusiva del cultivo más rentable (la soja), les permite sostenerse en la actividad y compensar el escaso poder de inversión y capitalización con el que cuentan. Es una familia de productores que han sostenido el complejo equilibrio entre economía doméstica y productiva heredada de sus antepasados, aunque con algunos cambios y adaptaciones socioculturales vinculadas al confort del hogar (aire acondicionado, horno de microondas, entre otros.) y al estilo de vida (vida mixta en el campo y el pueblo, compra de productos en el supermercado, etc.). La de este productor es una estrategia familiar de resistencia en la actividad.

Por otro lado, tenemos el caso de un productor que, desde el punto de vista de la actividad en la explotación, puede interpretarse como un productor familiar al igual que el anterior, pero desde el punto de vista del conjunto de actividades agrarias y extra-agrarias que realiza y de su estilo de vida se diferencia diametralmente del mismo. Trabaja 150 hectáreas (120 en propiedad y 30 arrendadas), mayoritariamente con agricultura (soja, trigo, maíz, sorgo y avena) y algo de ganadería (15 hectáreas). Para los trabajos de mantenimiento y siembra, cuenta con una maquina de SD de última generación, dos tractores, un acoplado con chimango incorporado y fumigador de arrastre. Terceriza la totalidad de las labores de cosecha y parte de la pulverización. Trabaja personalmente en la explotación, junto a un empleado permanente y eventualmente su hijo, quien aún no se encuentra en edad productiva plena (tiene 14 años). Los lotes que conforman su explotación forman parte de la herencia familiar por parte de sus abuelos materno y paterno, ambos productores agrícolas de "toda la vida". Vive en el pueblo junto a su esposa y dos hijos (su hija de 19 años estudia en Rosario), pero tiene equipada la chacra como para ser habitada; en ella se queda a dormir en tiempos de mucho trabajo, y también los fines de semana con su familia completa. Cuenta con producción para autoconsumo, aunque no depende de ella (huerta, quinta, cría de corderos y pollos). Su chacra es un lugar de descanso y conservación de la tradición agrícola familiar.

A pesar de su trayectoria agropecuaria en la región, se abrió hacia otros rubros por cuestiones vinculadas con la inseguridad económica del sector en los ´90 y por la disposición de mayor tiempo libre que brinda el acceso a nuevas tecnologías en maquinaria. En la actualidad, posee una fraccionadora de semillas de girasol y también se dedica a la cría de "caballos criollos" por una cuestión de interés personal. Es un productor que está al frente de todas las actividades que realiza, es quien toma las principales decisiones productivas y comerciales y quien se encarga del mantenimiento de la chacra junto a su empleado (repara las maquinas, cuida la producción para autoconsumo, etc.). No ofrece servicios de siembra por cuestiones de tiempo.

El cambio tecnológico no alteró su estructura de trabajo sino que le permitió tener más tiempo y, por ello y por condiciones del contexto económico de los ´90, decidió expandirse hacia otros ámbitos. De no ser por su nivel de capitalización, se vería obligado a ofrecer servicios para solventar la maquinaria adquirida; y de no ser por su afecto a la chacra y a la tradición agrícola familiar, podría tranquilamente abandonar todas las labores en manos de contratistas.

La de este productor es una posición intermedia respecto de la tendencia general. Encontró estabilidad y oportunidad de crecimiento económico a partir de una estrategia pluriactiva que le permitió combinar su vocación agrícola con la de comerciante.

Yo siempre me arreglé con un solo empleado fijo. Siempre tercericé parte de las labores como la cosecha. Siempre existieron personas que ofrecían sus máquinas para el trabajo. A mí no me cambió tanto la estructura de trabajo, sino la velocidad con que realizo las labores. (.) Antes no me podía dedicar a otra actividad porque la actividad agropecuaria me consumía todo el tiempo. El nuevo modelo me permite tener más tiempo disponible para realizar otras actividades, aunque lo viví como algo impuesto por el "amigo Menem" que nos sacó a todos y tuvimos que salir a trabajar de otra cosa. (Productor familiar pluriactivo - 44 años)

La racionalidad con que piensa la utilización del tiempo libre y la necesidad de abrirse a otros rubros comerciales por fuera de la explotación, junto con la valoración de la chacra y la actividad agrícola en tanto patrimonio familiar y cultural más allá de las necesidades materiales, lo posicionan como un productor que expresa en carne propia parte de los desplazamientos materiales y simbólicos que queremos señalar en torno a la agricultura familiar como modelo socio-productivo.

Nuestra perspectiva sostiene que la presencia de estrategias pluriactivas puede vincularse, tanto con procesos de resistencia o sobrevivencia de los grupos familiares en torno a la actividad agropecuaria en las explotaciones (Neiman, Bardomás y Jiménez, 2001), como con procesos de expansión, diversificación, crecimiento y acumulación de las mismas (Gras y Sabatino, 2005; Bendini, Murmis y Tsakoumagkos, 2009). A su vez, ambos procesos pueden implicar el debilitamiento de las características familiares de la actividad agrícola en la explotación(12).

En el análisis de los casos seleccionados, la pluriactividad se presentó en dos formas que diferenciamos a grandes rasgos: como estrategia de resistencia del grupo familiar en tono a la actividad agrícola o como estrategia de  diversificación y ocupación del tiempo libre que permite la asimilación del modelo socio-productivo de agricultura extensiva.

El trabajo se simplificó el 100 por 100. Antes tenías que arrancar a preparar la tierra dos meses antes y ahora en 20 días preparás y sembrás. Te da la chance de ver el clima, si llueve o no, y pones el glifosato y sembrás y listo. Tenés menor costo de gente, pero más costo en insumos como el gasoil, y ganás en tiempo. Tiempo que la gente no emplea en otra cosa [.] Hay gente que va, hace eso y ya está [.] Y en base a eso ha quedado mucha gente fuera del sistema de laburo. (Productor familiar pluriactivo - 44 años).

Según estimaciones de Azcuy Ameghino, aquellas EAPs. de base familiar que pretenden cultivar una soja de primera en una superficie de 50 hectáreas, no necesitarían con la tecnología actual más de 5 ó 10 días de labores (trabajo-físico manual) al año. Si a esta estimación le sumamos la cantidad de horas/trabajo que se suelen derivar a contratistas, compartimos el interrogante del autor: "¿Qué queda del carácter de productor directo de todas las capas de chacareros medianos y pobres en tanto reemplacen el trabajo personal/familiar por la contratación de los diversos servicios agrícolas?" (Azcuy Ameghino, 2010: 17).

Grado de integración entre proyecto productivo y familiar

De acuerdo con lo observado en los casos trabajados, la situación socioeconómica y la capacidad de acceso a maquinarias y tierra de la que disponen cada productor y su familia hacen variar considerablemente la forma en que se vinculan los miembros del grupo familiar con la actividad en la explotación.

En Bigand, la mayoría de las explotaciones se basta con la sola presencia del productor y el trabajo de algún miembro del grupo familiar o personal contratado. Ya en el CNA 2002, se registraba un total de 3.304 personas físicas o sociedades de hecho vinculadas a las EAP del Departamento Caseros (un promedio de 1,5 personas por EAP), de las cuales el 77,3 % eran productores; el 9,3, familiares del productor y el 13,4 % no eran familiares.

Para analizar el grado de integración entre unidades domésticas y productivas en los casos seleccionados, nos interesó registrar: a) la cantidad de miembros involucrados en el funcionamiento cotidiano o temporal de la explotación agropecuaria (EAP) y el tipo de actividades que desempeñaban; b) si el grupo familiar reside en la EAP o en el pueblo, si hay producción para autoconsumo y quiénes las realizan; c) quién o quiénes toman las principales decisiones productivas y económicas respecto de la explotación; y d) qué cambios se observan en los modos de representar la actividad.

a) Al relevar cómo están conformados los grupos familiares de los productores entrevistados y la cantidad de miembros que integran las unidades domésticas (edades, género, vínculo parental), registramos un total de 22 unidades domésticas vinculadas a las EAP que ellos conducen. La mayoría de las EAP cuentan con la participación de miembros del mismo grupo familiar, pero que pertenecen a unidades domésticas diferentes (a dos o más unidades)13. Dichas unidades reúnen un total de 66 personas, de las cuales 59 son mayores de 18 años.

Pudimos registrar un total de 34 personas que trabajan en forma permanente en las EAP (un promedio de 2,8 personas por EAP), de las cuales el 73,5 % son productores o familiares del mismo y el 26,5 % no son familiares. El número de familiares ocupados en forma permanente representa el 42,4 % del total de los miembros en edad productiva que integran las 22 unidades domésticas consideradas.

A las 34 personas ocupadas en forma permanente hay que agregar 9 que se ocupan en forma temporal, de las cuales 5 son familiares del productor y 4 no lo son. De las personas que son familiares del productor y trabajan eventualmente en la explotación, dos son hijos varones menores de edad, que comienzan a ayudar al padre como parte del proceso de socialización en la actividad. En este sentido, dichas participaciones no se vinculan estrictamente con la necesidad de mano de obra, sino con los procesos de transmisión de conocimientos vinculados a la profesión y a la explotación que, a su vez, funcionan como mecanismos de herencia de la tierra (la tierra se hereda junto a la vocación agrícola-productiva).

En esta primera aproximación, podemos decir que es notoria la presencia de trabajo familiar por sobre el asalariado extra-familiar, tanto en forma fija como temporaria, aunque aquí no se cuenta la cantidad de trabajo que se deriva a contratistas. Los que emplean mayor cantidad de personas (familiares y o familiares) en forma permanente (de 3 a 6 personas) son los productores-contratistas, el gran productor tomador de tierras (empresa familiar agropecuaria) y el productor familiar agropecuario escasamente capitalizado. El resto de las EAPs emplea a una o dos personas representadas por el o los  productores asociados en torno a la actividad en la explotación. Sin embargo, hay que advertir que, en la mayoría de estos casos, dicha estrategia coincide con la ausencia de hijos varones en edad productiva.

La estrategia de los productores para compensar la ausencia momentánea o permanente de hijos u otros miembros de la familia para la realización de las tareas vinculadas con la explotación no es la de contratar personal asalariado, sino la de tercerizar las principales labores con contratistas de maquinaria, que se encargan de mantener sus propios empleados. Por ello, podemos observar que el desplazamiento del trabajo familiar no repercute en el porcentaje de su participación respecto del trabajo extra-familiar, sino en el tipo de tareas y en la cantidad de tiempo que le dedican.

La cantidad de hijos varones ya no es una determinante para la realización de los trabajos, aunque puede serlo como variable que permita generar algún ahorro de mano de obra o una ayuda extra en momentos clave, como durante la cosecha. En este sentido, acordamos con Cloquell (2007) cuando señala que la familia ocupa el lugar de una red social de sustento y ayuda para cuando el productor lo necesita. Y en el caso del productor-contratista ocurre lo mismo, puesto que la variable principal que hace a sus posibilidades de subsistencia en la actividad es la potencia y calidad de sus máquinas y no la fuerza de trabajo de la que dispone.

La totalidad de los hijos varones de los entrevistados en edad productiva siguen relacionados de diferentes modos con la actividad agropecuaria, aunque no necesariamente con la explotación familiar (varios trabajan como empleados de algún tercero dentro del sector: contratista, cooperativa, empresa de trasporte de granos "chacra-galpón"). En cambio, las hijas son las que han desarrollado otras búsquedas vocacionales y laborales (con sólo una excepción). Muchas de las tareas administrativas e incluso productivas (huerta para autoconsumo) que antes realizaba la mujer han sido ocupadas por el productor o alguno de sus hijos varones gracias a la disponibilidad de mayor tiempo libre con el que cuentan durante gran parte del año.

Si bien sigue habiendo presencia familiar y de los productores en las actividades agrícolas de las explotaciones, el desplazamiento material del trabajo humano y físico implica nuevas formas de trabajo y relaciones al interior de las mismas.

b) La mayoría de las unidades domésticas se encuentran físicamente separadas de las unidades productivas. Un poco más de la mitad de los productores entrevistados viven en el pueblo, dos viven en la EAP y tres en la EAP y el pueblo.

Las posibilidades de equipar el hogar con buen nivel de confort, ya sea en el campo o el pueblo, dejan entrever estilos de vida urbanos y rurales a la vez que se distancian de aquel modo de vida austero y consagrado a la vida laboral rural para el sostenimiento de la unidad doméstica y la explotación de antaño. Tanto los productores que viven en la EAPs, como aquellos productores que viven con una parte de la familia en la EAP y otra en el pueblo, cuentan con viviendas equipadas de tal modo que no se diferencian tanto de las de aquellos que viven en el pueblo. Con excepción del acceso al servicio de gas natural (utilizan el envasado), dichos productores cuentan con luz eléctrica, heladera con freezer o freezer independiente, horno de microondas, aire acondicionado, televisión con servicio de cable satelital, aparato de DVD, PC con conexión inalámbrica a internet, equipos de telefonía celular para la mayoría de sus integrantes (mayores de 13 años) y uno o dos vehículos utilitarios para trasladarse al pueblo diariamente y dedicarse a cuestiones vinculadas con el abastecimiento de la unidad doméstica (compra de productos y alimentos para autoconsumo) y de la explotación.

Hay gente que vuelve a vivir al campo. El celular ayuda mucho y, teniendo luz, llegás a tener la mayoría de los servicios, televisión, DVD. y con un buen vehículo para entrar y salir. (.) La huerta y la producción para autoconsumo la sigue haciendo el que está de toda la vida, la gente nueva puede ser, pero no estoy seguro. Ya no son las taperas de antes, hoy la vida te requiere otras cosas." (Productor cuasi-rentista que vive en la EAP - 52 años).

Antes se vivía en el campo porque era lo que había. Los cambios tecnológicos nos llevaron al pueblo y a cambiar de forma de vida." (Productor cuasi-rentista que vive en el pueblo - 80 años).

La economía del hogar se hace más difícil ahora. Por ejemplo, los teléfonos hay que mantenerlos porque si no te los cortan, pero los necesitamos sí o sí y no se pueden dejar de pagar. Antes nos abastecíamos más de lo que producía la chacra y hoy compramos más cosas en el supermercado." (Esposa de Productor familiar que vive en la EAP - 45 años).

De las EAPs analizadas, en cinco hay producción para autoconsumo. Dos de ellas lo hacen porque los productores viven en la EAP y como estrategia de disminución de los gastos, mientras que en los casos restantes se realiza como una forma de conservar su tradición familiar agricultora. Casualmente, dos de estos casos son: el del gran productor tomador de tierras y el del productor familiar capitalizado que cuenta con un comercio, quienes no necesitan desarrollar esta actividad por necesidad económica.

El hecho de que la producción para el autoconsumo no se deba a una necesidad o estrategia vinculada al ahorro económico, sino a una práctica de esparcimiento realizada por el productor (no por su mujer) en el tiempo libre, parece indicarnos más el declive de la tradición agrícola familiar que su persistencia.

c) Respecto del nivel de participación de los integrantes del grupo doméstico en el momento de la toma de decisiones comerciales y técnico-productivas (qué y cuándo sembrar o levantar la cosecha), hemos observado que sólo en tres casos toman las decisiones en familia (esto incluye tanto a los varones como a las mujeres del grupo) y el resto lo hace en forma individual o con sus socios-parientes al frente de la explotación.

La mayoría de los familiares tienden a delegar las responsabilidades y tareas en uno de sus familiares productores. Sólo en los casos donde la unidad doméstica y productiva se encuentra físicamente unida (aunque sea con parte del grupo familiar viviendo en ella) la familia tiende a participar del trabajo y de las decisiones. En estos casos, uno de los principales indicadores es la participación de las mujeres en edad productiva. De las personas que se ocupan en forma permanente en las EAPs analizadas, sólo cuatro son mujeres y realizan tareas administrativas y productivas en la quinta y la huerta para autoconsumo (las que viven en la EAP). El resto de las esposas de los productores o socios se desempeñan como amas de casa o en otro rubro laboral o profesional.

d) Las nuevas maquinarias y técnicas productivas implicaron nuevos conocimientos y factores productivos a tener en cuenta, que produjeron, a su vez, cambios en los modos de representar y pensar la actividad y el diseño de las propias estrategias socio-productivas. Estos desplazamientos subjetivos pueden observarse en la primacía de una racionalidad técnico-económica que se impone por sobre las formas tradicionales de organización y administración familiar de la explotación(14).

En el caso de los productores agrícolas de tipo familiar, la base principal de su racionalidad se encontraba en la fusión entre unidad productiva y doméstica, y en las diferentes formas de calcular los costos de producción que esto implicaba a pesar de estar insertos en una economía de tipo capitalista. La simbiosis entre proyecto productivo y familiar, planteaba objetivos que no se vinculaban exclusivamente con el cálculo de rentabilidad económica, sino también con la necesidad de mantener la explotación como un bien de familia transgeneracional y con la transmisión de un modo de vida social y productivo que definía una racionalidad específica (cfr. Balsa, 2006).

El perfil del productor agropecuario derivado de las mutaciones del modelo de explotación familiar en localidades como Bigand lo aleja de aquel sujeto que tomaba las decisiones en familia, sobre la base de opiniones de conocidos o la intuición del conocimiento adquirido en los años, y lo vincula de un modo más dependiente con la asesoría profesional agronómica y los servicios de información de diferente tipo para la toma de decisiones más racionales y "eficientes" en los diferentes momentos de la producción (presiembra, siembra y cosecha) y comercialización.

El acceso a Internet y su empleo (para obtener información climática, de mercados, sobre innovación tecnológica, etc.), la utilización de dispositivos de "agricultura de precisión" para acceder al conocimiento de las variabilidades del terreno trabajado y la comunicación constante con "expertos" para la resolución de problemas y la planificación del proceso productivo son indicadores claros del avance de un perfil más profesionalizado y gerencial entre los productores agrícolas de la región.

Nosotros alquilamos los servicios para el trabajo y hacemos un pequeño estudio con los costos de la actividad. Trabajamos con el asesoramiento de mi yerno, que es ingeniero agrónomo, y él trabaja todo a base de computación, los rendimientos, lo que les da por hectárea, los costos, todo. Y qué tipo de híbrido va de acuerdo a cómo está el campo.  (Yerno de Productor cuasi-rentista - 50 años).

Al igual que sucede con la oferta de servicios de maquinaria que facilita el acceso homogéneo de los pequeños y grandes productores a tecnología de última generación, la buena oferta de servicios de asesoría que brindan las instituciones del sector en forma gratuita (cooperativas, semilleras, entre otros) permite que "el pequeño productor agrícola esté tan tecnificado mentalmente como el grande" (Productor, cuasi-rentista - 33 años).

Hoy se consulta mucho más al ingeniero agrónomo. Antes eran muy reacios a consultar y hoy en día no damos abasto. Creo que el motivo es la cantidad de avances tecnológicos muy rápidos que hubo en los últimos diez años y el productor necesitó confiar en alguien porque él solo no podía leer toda la información. Lo mismo pasa con el tema impositivo. Yo tendría la capacidad para llevar al día un libro, pero día a día cambia la parte impositiva y entonces se confía en el contador y el tiempo lo dedicás a otra cosa que reditúe más que estar arriba de los papeles. Y con el productor ocurrió lo mismo. Al productor lo llenaron de información y de avances tecnológicos, se saturó, no era capaz de decidir si esto era bueno o malo, y entonces decidió confiar en su técnico de un acopio privado o de una cooperativa y se apoyó en él para la toma de decisiones. Consultan de todo. Algunos consultan a varios ingenieros a la vez y otros quieren su asesor personalizado." (Ingeniero Agrónomo Cooperativa Agropecuaria - 32 años).

En síntesis, la mudanza de las residencias rurales a zonas urbanas, el abandono de la producción para autoconsumo, la escasa participación de las mujeres y el menor compromiso de los hijos varones con la explotación, la mayor disposición de tiempo libre y experiencias pluriactivas de trabajo, el repliegue de la familia y del productor del trabajo directo hacia tareas vinculadas con la administración y las nuevas formas de racionalizar el proceso productivo: todos ellos se presentan como claros indicadores del nuevo perfil socio-productivo de las familias agrícolas de la región y de su desplazamiento en torno a dicha actividad.

Consideraciones finales

El estudio de campo sobre las estrategias socio-productivas de los diversos tipos de productores agrícolas de Bigand, permitió describir la dinámica con que articulan sus acciones para la producción y comercialización de bienes agropecuarios en la región y cómo dicha dinámica ha afectado las condiciones de persistencia del modelo agrícola familiar que primaba históricamente en esta localidad.

Las actuales estrategias socio-productivas develan tanto estrategias de resistencia como de transformación de aquel modelo y nos obligan a reflexionar sobre las posibilidades de su persistencia en el contexto agropecuario actual y sobre la necesidad de redefinir las categorías que permiten medir su presencia.

Si bien el estudio se ha restringido al análisis de algunos casos de productores en una única localidad de la región, las características históricas, socio-espaciales, demográficas, institucionales, ecológicas, económicas y culturales de la localidad y los actores seleccionados nos permitieron reflexionar y elaborar algunas respuestas a los interrogantes que nos habíamos propuesto. No todas las localidades de la región pampeana cuentan con las mismas características de Bigand, pero sí están expuestas a las mismas tensiones respecto del contexto agropecuario nacional e internacional y cuentan con una fuerte presencia histórica de pequeños y medianos productores familiares.

De acuerdo con lo observado, el contexto socio-productivo de Bigand permite la no dependencia exclusiva de la variable fuerza de trabajo familiar disponible y favorece el menor compromiso de la familia en tono a la actividad agrícola en la explotación, cuestión que indicaría un cambio respecto de la historia familiar develada por los productores.

Pensamos que el desarrollo técnico-productivo en torno a la actividad agrícola, y el crecimiento económico y de escala que el mismo implica, han favorecido la superación de las limitaciones que establecían la necesaria participación y compromiso de los integrantes del grupo familiar en torno a la explotación.

La mayor división del trabajo agrícola que se observa en esta localidad (contratistas, técnicos agrónomos, personal asalariado, etc.), rompe las barreras que hacían de cada unidad productiva familiar una unidad autosuficiente (o casi autosuficiente) cerrada sobre sí misma y fomenta la interacción e interdependencia de cada vez más actores involucrados en el proceso productivo, comercial y administrativo del sector. La incorporación de los productores a este modelo económico y tecnológico tiende a disminuir la función integradora que cumplía la familia en torno a la actividad productiva en la explotación con diferentes estrategias derivadas de esta situación. Esto no quiere decir que desaparezca la familia como tal de la escena rural, sino que deja de tener el mismo rol o peso material y simbólico en torno a la actividad agrícola.

En el modelo de agricultura cerealera que se impone en el sur santafesino, la mayoría de los ingresos de los productores depende más del aporte de trabajo ajeno que del propio y las capacidades laborales de las familias tienden a expandirse por fuera de la explotación. Si bien es cierto que la tercerización de labores agrícolas posibilitó el acceso a nuevas tecnologías y la continuidad de muchos pequeños agricultores pampeanos, también es cierto que generó procesos de abandono del perfil familiar. Siendo la forma de organización social del trabajo la que determina a una explotación como familiar, el retiro de muchos productores y sus familias del trabajo directo en la explotación, reorientando sus funciones hacia tareas vinculadas exclusivamente con la dirección de la producción, nos indicaría el abandono de ese perfil familiar que caracterizaba las explotaciones de la región.

Por otro lado, la variable vinculada al mayor grado de tecnificación del trabajo en la explotación también opera en el plano simbólico o subjetivo en tanto reconfigura racionalidades productivas, modos de vida, relaciones familiares y extra-familiares, formas de transmisión de los conocimientos y el vínculo de las personas con la naturaleza como medio de vida y patrimonio económico-cultural. Si bien la conformación de la familia como equipo de trabajo es el rasgo definitorio que hace a la clasificación de una explotación de agricultura familiar (cfr. Balsa, 2011), la ausencia de una racionalidad específica vinculada con la fusión entre proyecto productivo y familiar debilita una de sus características constitutivas y que hacen a su particularidad histórica, aun en quienes conservan cierta estructura familiar de trabajo.

En este sentido, las estrategias socio-productivas analizadas develan una cierta primacía de la lógica de mercado por sobre las formas tradicionales de reproducción familiar de las explotaciones agrícolas de la región. Esta cuestión hace que las fronteras entre el pequeño y mediano productor familiar y el pequeño empresario agrícola sean más difusas.

Hay que destacar, entonces, que las posibilidades de continuidad de muchas pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias fueron factibles a costa de la transformación y pérdida de sus características familiares.

Cuando el modo de reproducción establecido para este tipo de organización familiar y productiva deja de darse por supuesto, emergen diversas acciones como fruto de estrategias de reconversión cuyo objeto es preservar o cambiar la posición social alcanzada. Por ello, muchas de las estrategias socio-productivas seleccionadas para este estudio pueden ser analizadas como estrategias de reproducción social de la familia (en términos de Bourdieu, 2011), pero no de resistencia del modelo de agricultura familiar. Las estrategias familiares pluriactivas cuya finalidad es la búsqueda de alternativas de trabajo agrarias y extra-agrarias por fuera de la explotación son un claro ejemplo de esto.

Creemos que el proceso de descomposición y eliminación de pequeñas unidades productivas que se viene observando principalmente desde los `70, la mudanza de muchos productores y sus familias a los pueblos, la mayor mecanización y grado de tecnificación de las labores agrícolas fueron socavando la base material real sobre la que se edificaron las costumbres y tradiciones de este actor central del agro pampeano, cuyas especificidades socio-culturales y económicas intentaron describir autores como Archetti y Stölen (1975).

Describir estos procesos de cambio y continuidad en las estrategias familiares agrícolas, aportando nuevas pregunta e hipótesis que enriquezcan el análisis y el debate sobre la "cuestión rural pampeana" actual, fue la intención primaria de este artículo.

Notas

(1) En su estudio sobre la construcción de los chacareros como clase social y de la elaboración teórica de la categoría analítica que los explica e interpreta, Ansaldi (1991) señala cómo diferentes autores han intentado conceptualizar al chacarero en tanto: campesino, campesino de tipo capitalista, capa capitalista de origen campesino, productor familiar capitalizado, farmer, prefarmer, productor directo expoliado por la clase terrateniente, pequeño productor capitalista, pequeño productor mercantil, pequeña burguesía rural propietaria, pequeña y mediana burguesía agraria, burguesía agraria federada, burguesía agraria frustrada. Ante tal disparidad para conceptualizar al chacarero, el autor prefiere transformar la categoría histórica en categoría analítica y llamar chacarero al chacarero; esto es, un sujeto social con características específicas que lo definen como tal y que presenta similitudes y/o diferencias con otros sujetos sociales del capitalismo rural históricamente desarrollados en otras sociedades.

(2) En los `60, la energía del sector agropecuario se recupera por medio de un importante avance en la "tractorización" y en la masiva difusión de insumos agrícolas (herbicidas, insecticidas, fertilizantes, semillas genéticamente mejoradas, etc.) y maquinarias, entre las que se destaca la cosechadora de maíz, que produjo un gran impacto en el desplazamiento de mano de obra rural. El proceso de mecanización de la cosecha elimina operaciones como la recolección manual, el embolso, el transporte y la estiba de bolsa, y profundiza el proceso de expulsión de mano de obra en el sector, que ya venía de décadas anteriores, y genera una gran reducción en los costos de producción y el tiempo de realización de las tareas (Barsky, et al, 1988).

(3) El desarrollo tecnológico que se da a partir de 1990 se basa en la difusión de la siembra directa como técnica de cultivo, la incorporación de maquinaria de mayor tamaño y complejidad, la introducción de biotecnologías relacionadas con el uso de semillas transgénicas resistentes a un determinado herbicida (como es el caso de la soja RR resistente al glifosato) y la inclusión de tecnologías de la gestión empresarial. La articulación entre semilla transgénica y herbicida con el sistema de siembra directa se constituyó en el "paquete tecnológico" que permitió a los productores reducir mano de obra, insumos (solo se usa el glifosato) y combustible, ya que dicho sistema posibilita realizar tres operaciones al mismo tiempo: preparar la tierra, controlar agentes patógenos y sembrar con una sola vuelta de tractor (Gras y Hernández, 2009: 18-19).

(4) La Zona Núcleo es la principal área productiva de la Argentina y comprende el sur de la provincia de Santa Fe, el centro-este de Córdoba y el centro-norte de la provincia de Buenos Aires. Dicha zona era tradicionalmente maicera, combinada con la actividad pecuaria (aunque en forma secundaria). A partir de los `70, se expande la producción agrícola por sobre la ganadera en la región, pero en función de la soja que desplaza al maíz. Así, se da el proceso de "agriculturización" de la región pampeana que desplaza 5 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería en función de la expansión productiva encabezada por la soja (Barsky y Gelman, 2009). Este proceso se basó en la denominada "doble cosecha agrícola anual" que, en vez de alternar la producción agrícola con la ganadera, lo hace con el doble cultivo de trigo-soja, y utiliza un "paquete tecnológico" centrado en agroquímicos y nuevas formas organizativas de la producción (Giarracca y Teubal, 2005: 28). A estos se sumarían más adelante los ya mencionados avances tecnológicos relacionados con la siembra directa y el uso de plantas transgénicas en la década de los `90.

(5) Según la encuesta realizada durante el año 2007, el 41,8 % del total de los jefes de familia de hogares de Bigand tiene su actividad principal vinculada al sector agropecuario, mientras que el 15,8 % de los hogares cuenta con al menos un miembro productor y sólo el 5,5 % de los jefes de hogar son productores agropecuarios. El resto de los jefes de hogar vinculados con el sector se dedica a la venta de servicios o son empleados en alguna empresa vinculada (semilleras, cooperativas, etc.) (Muzlera, 2009: 46). Estos números indican la complejidad del sector agrícola actual y el desplazamiento que experimentan los productores respectos de otras actividades en las últimas décadas, dado que, según revelan los datos de la encuesta sobre la población de Bigand, el 7,9 % de sus habitantes ha tenido explotación agropecuaria y el 60 % de éstos ha debido abandonarla en la década de los `90, a consecuencia de la inviabilidad financiera y el endeudamiento que no pudo ser afrontado (Muzlera, 2009: 50).

(6) Tomamos la definición brindada por el CNA 2002: "el Productor es una persona física o jurídica que, en calidad de propietario, arrendatario, aparcero, contratista accidental u ocupante, ejerce el control técnico y económico de la explotación y adopta las principales decisiones acerca de la utilización de los recursos disponibles y asume los riesgos de la actividad".

(7) Tomamos el concepto de "forma de producción" de Friedmann (1978: 552), quien lo utiliza para caracterizar los procesos de reproducción y transformación de las unidades productivas agrícolas. Utilizando los elementos del concepto de "modo de producción" de Marx, la autora señala que cada forma de producción está caracterizada por un rango tecnológico como también por relaciones sociales específicas que se condicionan mutuamente (Friedmann, 1978: 554). De este modo, denomina como forma de producción a la correspondencia entre fuerzas productivas (características tecnio-productivas) y relaciones sociales de producción (características socio-organizacionales) que se producen al interior de unidades productivas específicas.

(8) Por estructura familiar comprendemos el conjunto de relaciones sociales basadas en el parentesco y/o en la residencia común, por medio de las cuales un grupo de personas interactúa en forma cotidiana, regular y permanente con el fin de asegurar su existencia y el cumplimiento de todas aquellas prácticas económicas y no económicas indispensables para la satisfacción de sus necesidades materiales, culturales y simbólicas.

(9) Las categorías se elaboran como recurso metodológico que permite una tipificación conceptual del fenómeno o sujeto social en estudio y se construyen con elementos provenientes de la realidad pero que no la describen tal cual es, sino que (al igual que la noción de tipo ideal de Weber) sirven como herramientas teóricas para la contrastación empírica.

(10) De acuerdo con esta definición, el desarrollo de la actividad por parte del productor en forma autónoma, teniendo hijos en edad productiva, nos indicaría el declive del carácter familiar de la explotación, aunque no el de su carácter de productor agrícola.

(11) Tomamos como referencia los trabajos de Archetti y Stölen (1975) y de Mascali (1992), quienes, partiendo de las fases del ciclo doméstico (expansión, fisión y reemplazo) hechas por Fortes, introducen algunas modificaciones de acuerdo con las particularidades de sus estudios sobre los colonos en el norte y sur de la provincia de Santa Fe. Para estos autores, la "fase de reemplazo" comienza cuando el padre o titular de la explotación se retira de la actividad productiva y su función pasa a ser ejercida por alguno o algunos de los hijos; es decir, con su muerte productiva y no física, tal como lo planteaba Fortes. Según indica Mascali (1992: 73), los colonos en fase de reemplazo que se convirtieron en rentistas son aquellos con los cuales no funcionaron los mecanismos de reproducción de la fuerza de trabajo, porque los hijos en edad de trabajar se dedicaron a otra cosa y las actividades productivas son realizadas mayoritariamente por contratistas.

(12) Cuando la estrategia pluriactiva se desarrolla como una extensión de las labores en la explotación (ofreciendo servicios de contratistas de maquinaria), representa una forma de resistencia y subsistencia del modelo de agricultura familiar. Sin embargo, la venta de fuerza de trabajo familiar por fuera de la explotación como empleados asalariados, ya sea para contratistas, empresas rurales u otras ramas laborales no agrarias, es signo de la subordinación del grupo a las condiciones del mercado y de la proletarización de sus integrantes, más que un refuerzo de su condición de familia agrícola. En el otro extremo, el desarrollo de emprendimientos comerciales o vinculados a los servicios de contratista a gran escala, o de formación en algún aspecto comercial o técnico por parte del productor o sus hijos (cursos, seminarios, estudios terciarios o universitarios), puede indicarnos el pasaje hacia un modelo empresarial familiar de la actividad agrícola. En este caso, también, el desarrollo de actividades que no se asienten sobre las posibilidades de continuidad y crecimiento del emprendimiento agrícola nos estaría indicando una estrategia de crecimiento personal o del grupo familiar, pero no de persistencia del modelo de agricultura familiar.

(13) Para distinguir una unidad doméstica de otra, se tomó en cuenta no sólo el hecho de que los familiares participantes en la EAP pertenezcan a unidades residenciales separadas, sino también que sus economías y organización cotidiana estén separadas, con la actividad agrícola como un punto de unión importante aunque no necesariamente exclusivo.

(14) En términos de Weber (1979), el avance de la racionalidad formal sobre la actividad económica (que permite el cálculo de rentabilidad y la previsibilidad del proceso productivo) y la separación entre economía doméstica y empresarial constituyen los elementos centrales que hacen al desarrollo del capitalismo occidental moderno, diferenciándolo de aquel "capitalismo aventurero", especulativo e irracional que tipifica formaciones sociales precapitalistas. Según el autor, la racionalidad formal con arreglo a fines es un tipo específico de racionalidad que caracteriza el desarrollo de la empresa capitalista. Esto no quiere decir que no existan otras formas de racionalidad económica para determinar las acciones de los actores. Por ello, Weber establece la distinción entre racionalidad formal y material. En la primera, lo central es que la gestión económica pueda expresarse en reflexiones sujetas a número y cálculo de acuerdo con los medios técnicamente más adecuados y que tengan como objetivo exclusivo la maximización de la ganancia. En cambio, la segunda, si bien recurre al cálculo racional, lo hace orientado por determinados postulados éticos, políticos, utilitarios, hedonistas, estamentales, igualitarios, etc. (Weber, 1996: 64).

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Fecha de recibido: 5 de agosto de 2011.
Fecha de aceptado: 23 de febrero de 2012.
Fecha de publicado: 3 de junio de 2013.

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