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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.15 no.28 La Plata Apr. 2014

 

ARTÍCULOS

 

De chacareros a rentistas: trayectorias de abandono de la actividad agropecuaria en el SO bonaerense (Puán y Adolfo Alsina,1988-2012)
Chacareros to rentiers: trajectories of ceasing farming in the SW of Buenos Aires (Puán and Adolfo Alsina, 1988-2012)

Natalia López Castro

Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (Centro IESAC)
Universidad Nacional de Quilmes
natalialc@gmail.com, nlopez@unq.edu.ar

Fecha de recibido: 15 de abril de 2013
Fecha de aceptado: 6 de agosto de 2013
Fecha de publicado: 15 de abril de 2014


Resumen: En este artículo se analizan las experiencias de un grupo de familias de los partidos de Puán y Adolfo Alsina (ubicados en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires), que hacia fines de los años 1980 organizaban su actividad en torno al trabajo de los miembros de la familia y que, en diferentes puntos de los últimos treinta años, abandonaron la producción y se transformaron en rentistas. A partir de un abordaje cualitativo se indaga en las razones que llevaron a esa situación, teniendo en cuenta aspectos objetivos y subjetivos de los procesos. En esa línea, se analizan los factores involucrados en las trayectorias de retiro de la actividad y los efectos que estos procesos han tenido sobre las identidades y perspectivas de los entrevistados.

Palabras clave: Trayectorias; Exproductores familiares; Sudoeste bonaerense.

Summary: This paper analyses the experiencies of a group of families of Puan and Adolfo Alsina counties, in SouthWest Buenos Aires, that in the 80s used to be family farmers and at some point of the three last decades decided to give up farming and became rentiers. Using a qualitative approach we study the reasons that led to that decision, taking into account both objetive and subjective aspects of the process. To do so, we analyse the factors involved in the trajectories of ceasing farmig and the effects of those paths on the identities and perspectives of the interviewees.

Key words: Trajectories; Former family farmers; SW Buenos Aires.


I. Introducción

En el contexto de las transformaciones sociales y productivas ocurridas en el agro argentino y pampeano en las últimas décadas, analizado ya por una gran cantidad de autores, la problemática de las dinámicas sociales y las trayectorias seguidas por los actores sociales presenta un interés especial. En la región pampeana en particular, indagar en la dinámica que mostraron en las últimas décadas las unidades productivas familiares, actores protagónicos del sector agropecuario hasta las décadas de 1960 y 1970, resulta de relevancia para comprender la complejidad de las transformaciones sociales y productivas asociadas a un proceso de creciente penetración y afianzamiento del capitalismo en el agro y sus especificidades. En ese sentido, proponemos aproximarnos a la problemática agraria pampeana desde una perspectiva que, tomando como punto de partida a los actores sociales (pero sin desconocer los condicionamientos estructurales), contribuya a construir un conocimiento que contemple las múltiples dimensiones implicadas en la estructuración de los sistemas económico-productivos.

En este artículo, que sintetiza parte de los hallazgos de un trabajo de investigación más amplio sobre las trayectorias de la producción familiar agropecuaria en el sudoeste bonaerense trataremos las experiencias de un grupo de familias de los partidos de Puán y Adolfo Alsina, que hacia fines de los años 1980 organizaban su actividad en torno al trabajo de los miembros de la familia y que, en diferentes puntos de los últimos treinta años, abandonaron la producción y se transformaron en rentistas.

Para ello, indagaremos en las razones que llevaron a esa situación, teniendo en cuenta aspectos objetivos y subjetivos de los procesos. Así, por un lado, buscaremos identificar los factores involucrados en los desenlaces de retiro definitivo de la actividad. Y por otro, analizaremos los efectos de esos procesos de expulsión o abandono sobre las identidades y perspectivas de los entrevistados.

La elección de un espacio marginal como el sudoeste bonaerense como objeto de estudio busca poner de relieve que es posible distinguir dentro de la región pampeana espacios con condiciones, características y dinámicas diferentes de las que se registran en la rica zona núcleo agrícola. Pero tendremos en cuenta, asimismo, las tendencias comunes, que llaman la atención sobre la necesidad de analizar las interacciones entre esos espacios y el resto de la región pampeana, poniendo especial énfasis en el papel que juegan las relaciones de poder y el conflicto en esa articulación, para aportar a la comprensión de los impactos sociales, económicos y productivos del modelo productivo vigente.

II. Abordaje metodológico

El enfoque de nuestro trabajo centra su mirada en los actores y procesos de diferenciación social, abordando la problemática en un espacio específico y usando como referencia para el análisis el punto de vista de la producción familiar. Para esto, hemos estudiado las trayectorias económicas y familiares, conformadas por la articulación de estrategias, motorizadas por lógicas y racionalidades particulares, tratando de conocer el grado en que coexisten rasgos identificados tradicionalmente con la producción familiar y otros propios de la racionalidad económica capitalista, los recursos puestos en juego y los aspectos objetivos y subjetivos (culturales, vinculares) que han configurado y moldeado cursos de acción y perspectivas sobre lo deseable y lo posible1.

El objetivo de analizar, desde una perspectiva comprehensiva, los cambios ocurridos en el agro del sudoeste bonaerense en el último cuarto de siglo, haciendo especial énfasis en las estrategias desplegadas por la producción familiar, hace pertinente su abordaje a partir de un enfoque metodológico esencialmente cualitativo y una lógica de investigación flexible.

Partimos de una noción que define la realidad como totalidad "que tiene su origen en la construcción social y en/sobre la cual la ciencia produce un tipo de conocimiento", y planteamos un abordaje que busca reconstruirla en el proceso de investigación, enmarcado en un proyecto crítico de "análisis de la realidad multidimensional en movimiento" (Retamozo, 2012), tomando en cuenta las determinaciones estructurales, las relaciones de poder, la capacidad de acción de los sujetos y sus peculiaridades subjetivas y culturales. Esto requiere un ejercicio de desnaturalización de lo social (Vasilachis, 2009), que permita vislumbrar su complejidad y las múltiples intersecciones entre la experiencia individual (biografía) y los procesos estructurales, generales (historia) (Wright Mills, 1994 [1964]); es decir, analizar la dimensión procesual de las experiencias concretas (Bertaux, 1999) y el modo en que construyen y determinan las estructuras determinantes, reconociendo el carácter situado espacial y temporalmente de los fenómenos y del propio proceso de investigación.

II.1. Delimitación espacio-temporal

El sudoeste de la provincia de Buenos Aires, región en la que se centra el trabajo, se caracteriza por una gran heterogeneidad de aptitudes agroecológicas, relacionada con la variabilidad de los tipos de suelo y con los niveles de precipitaciones y la incidencia de los vientos, que desde el punto de vista ambiental condiciona las posibilidades productivas e impone niveles de incertidumbre y riesgo mayores a los que se registran en las zonas más favorecidas de la llanura pampeana.

De los ocho partidos que conforman la microrregión2, y a los fines de recortar el área de estudio, se seleccionaron dos: Adolfo Alsina y Púan, cuya ubicación geográfica se señala en el Mapa 1 a continuación. La elección de estos dos distritos se debió a que, además de compartir condiciones agroecológicas (en ambos partidos se pueden identificar zonas de aptitud diferencial, reflejo de la característica heterogénea de la región), son contiguos, lo cual facilitó el relevamiento de datos en partidos que presentan una gran extensión territorial. Por otra parte, se trata de distritos relativamente poco explorados desde el punto de vista académico y en los cuales el sector agropecuario explica buena parte de la actividad económica, cuestiones ambas que incentivan especialmente el interés de indagar en sus dinámicas sociales y productivas.

 


Mapa 1: Región Sudoeste de la provincia de Buenos Aires

Fuente: Elaboración propia sobre la base de Laporta (2009)

El recorte temporal, por su parte, se estableció entre 1988 y la actualidad para poder dar cuenta de los procesos del mediano plazo. De este modo, fue posible analizar lo sucedido con la producción familiar en un período marcado por cambios significativos en la matriz socioproductiva agropecuaria. Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990 se produjeron una serie de cambios tecnológicos, productivos, en las estructuras institucionales y políticas (con un importante retroceso de la regulación estatal y el avance de una matriz mercadocéntrica) y a nivel de la subjetividad de los actores económicos que dificultaron la persistencia de muchos productores pequeños y medianos. El agro pampeano fue adquiriendo características cada vez más cercanas al modelo ideal propuesto por Marx, por el debilitamiento de las formas típicamente familiares de producción, la creciente importancia del rentismo y el cuasi-rentismo, y el avance, sobre todo a partir de la década de 1990, de tipos novedosos de capitalistas agrarios, como los grandes contratistas tanteros, los contratistas de servicios y los pools de siembra (Balsa, 2006). Las tendencias de concentración productiva, económica y, en alguna medida, de la tierra, que supone la dinámica crecientemente capitalista que se ha instalado en el agro pampeano requieren de un análisis en profundidad no sólo respecto de las formas que ese proceso ha adoptado en diferentes zonas de la región sino también respecto de sus implicancias sociales, vinculadas con las trayectorias de diferenciación social3 de la producción familiar, uno de los actores sociales que constituyeron desde los años 1960 el fundamento de la producción agropecuaria y del uso y ocupación del espacio pampeano.

II.2. La construcción dela muestra y lasherramientas de abordajemetodológico

Teniendo en cuenta que optamos por un planteo que pone especial énfasis en los actores sociales y sus relaciones (aunque haciendo jugar también los diversos condicionamientos que inciden moldeando las prácticas y elecciones que configuran las estrategias y trayectorias), el trabajo se concentra en el análisis de un número acotado de casos. El objetivo, en ese sentido, es ganar en profundidad analítica en torno al conocimiento de los modos que adopta el proceso de concentración capitalista y su reflejo en las trayectorias de los actores sociales, sin intención de realizar generalizaciones estadísticas sino analíticas (Yin, 1984).

La muestra con la que se trabajó, fue, de acuerdo con este marco de referencia, construida intencionalmente4. Se incluyeron en ella unidades productivas que presentaran, para finales de la década del ´80, características que permitieran identificarlas como unidades productivas familiares5. Y, que a lo largo de las décadas siguientes, se hubieran retirado de la actividad (por venta, conversión al rentismo u otras opciones).

La construcción de la muestra se realizó en varias etapas. En principio, para identificar un primer listado de posibles casos se recurrió a informantes calificados (especialmente extensionistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria -INTA-, asesores técnicos privados y de cooperativas, y productores de la zona conocidos por su trayectoria familiar en el sector), a quienes se solicitó identificaran casos de familias productoras que hubieran seguido diferentes trayectorias de alejamiento de la actividad a lo largo de los últimos veinticinco años. La muestra siguió construyéndose y reformulándose en función del reemplazo de aquellos casos en los que las familias no mostraban interés o disponibilidad en el momento para acceder a participar de la investigación; e incluyó casos por sugerencia de miembros de las familias entrevistadas (técnica de bola de nieve), que por lo general no habían sido incluidos en el listado original. Finalmente, la muestra se compuso de doce casos de abandono, entre los cuales encontramos ocho familias que se han convertido al rentismo, tres que han abandonado sólo parcialmente la producción y sólo un caso que vendió el total de sus tierras y no volvió a insertarse en la actividad agropecuaria. La configuración de la muestra no pretende ser representativa del modo en el que se distribuyen las experiencias entre los actores sociales agrarios de los partidos bajo estudio sino que presenta las características de la muestra que fue posible construir y que resultó adecuada para la elaboración del análisis de las trayectorias de la producción familiar de Puán y Adolfo Alsina.

Como herramientas de relevamiento, se utilizaron entrevistas abiertas, con las cuales se buscó reconstruir los cursos de acción de los diversos actores a nivel productivo y familiar e identificar los elementos objetivos y subjetivos involucrados en aquellos, a través del discurso de sus protagonistas. Dentro de las técnicas que se encuadran en lo que Sautu (1999) denomina "método biográfico", recurrimos a los relatos de vid6, que se definen como narraciones biográficas acotadas al objeto de estudio del investigador, aunque puedan incluir algunos aspectos más amplios de la experiencia de vida de las personas entrevistadas (Kornblit, 2004).

El trabajo de campo sobre trayectorias de abandono de la actividad se desarrolló entre los años 2011 y 2012, en el marco de una investigación iniciada en 2007, e incluyó también entrevistas a representantes de empresas agropecuarias asentadas en la zona, cooperativas agropecuarias e informantes calificados (asesores privados y públicos, y referentes de organismos públicos, como consejeros de la Experimental del INTA local). Incorporando otro tipo de técnicas, también dentro del enfoque cualitativo, se realizaron dos observaciones no participantes, en charlas técnicas, organizadas por una cooperativa local (en Adolfo Alsina) y por el INTA (en Puán), a lo que se sumó también una importante cantidad de conversaciones e intercambios informales.

III. Las trayectorias dela producción familiarpampeana

La expansión del capitalismo agrario, acelerada en las últimas décadas, ha propiciado una serie de transformaciones en el agro pampeano, que se evidencian en la concentración económica, el fortalecimiento del gran capital y la vulnerabilidad de los trabajadores y de las formas de producción familiares. Sin embargo, como lo planteara Murmis (1998), el avance del capital y la globalización capitalista, que parece cada vez más inexorable, coexiste con otros movimientos, vinculados con las capacidades diferenciales de adaptación a los cambios que presentan los actores sociales y con procesos constantes de diferenciación social.

Entre los requerimientos del modelo se destaca, sin lugar a dudas, la demanda de mayor equipamiento e insumos (capital) para llevar adelante una operación eficiente, pero también se registran mayores requisitos burocráticos (de gestión y registro de la producción y comercialización de los productos agropecuarios) y, desde el lado de la familia, un creciente nivel de consumo como parámetro de un estilo de vida deseable y la búsqueda de mayores niveles de educación para los hijos: alcanzar niveles de escolarización e instrucción altos es visto no sólo como medio para conseguir status y movilidad social sino también como herramienta para poder competir, en los términos del modelo, con mayores posibilidades.

En general, ese proceso implicó que familias y unidades productivas con orígenes similares delinearan trayectorias disímiles, marcadas por las posibilidades y capacidades para adaptarse al cambio, lo cual resultó en que algunos perfiles se dinamizaran mientras otros se debilitaron, en algunos casos hasta el punto de la expulsión o salida de la actividad (Gras, 2006; Gras y Hernández, 2008).

Así, ante un panorama de creciente presión, las familias productoras optaron por diferentes estrategias que las orientaron hacia caminos y desenlaces divergentes.

Los procesos de transformación de los sistemas productivos y los cambios en las reglas de juego del sistema de acumulación capitalista en el agro fueron configurando un escenario social en el que, al tiempo que algunas familias se reconvirtieron hacia matrices empresariales y otras profundizaron su carácter familiar, buscando estrategias para garantizar su persistencia en el sector, otras debieron abandonar o alejarse de la actividad agropecuaria, a raíz de dificultades financieras, climáticas, familiares, etc., que no pudieron sortear (como habían hecho en situaciones críticas previas) y les impidieron continuar trabajando como productores familiares.

De modo que muchos de los tradicionales productores pampeanos pequeños y medianos se han ido convirtiendo en rentistas o cuasi-rentistas, ya que los que habían sido arrendatarios o aparceros accedieron a la propiedad de la tierra en las décadas de 1940, 1950 o 1960 (los que no lo habían logrado para 1967 fueron expulsados de sus explotaciones por un decreto de la dictadura de Onganía) y la mayoría de ellos no mantuvieron su perfil de productores familiares capitalizados.

Más recientemente, desde la salida de la Convertibilidad a principios de la década de 20007, se ha reforzado la importancia del rentismo (de diferentes escalas) y el cuasi-rentismo8. Una parte importante de las familias que han abandonado la producción se han convertido en rentistas puros, ya que, a pesar de la crisis, lograron conservar sus propiedades y, entonces, alquilan sus campos y la renta del suelo se constituye así en su principal fuente de ingreso (Craviotti y Gras, 2006).

Ahora bien, siguiendo lo planteado al inicio de este trabajo, es necesario tener en cuenta que la complejidad de los procesos implicados en el avance del capital sobre el agro requiere indagar en las especificidades regionales que estos presentan, para contribuir a la construcción de perspectivas más comprehensivas sobre la matriz socioproductiva pampeana actual y los factores que incidieron en (y continúan moldeando) su configuración. En esa línea, a continuación indagamos en las trayectorias de abandono de la producción directa del grupo de ocho familias que son actualmente rentistas, en los partidos de Puán y Adolfo Alsina, teniendo en cuenta tanto las peculiaridades que muestran, como los puntos en los que se asemejan a las tendencias generales que se evidencian en el resto de la región pampeana.

IV. Trayectorias de abandonode la actividad: dechacareros a rentistas

Luego de haber descripto brevemente los rasgos que se han identificado con las trayectorias de abandono de la actividad en la Región Pampeana, en este apartado presentaremos las características de los ocho casos de familias que cedieron en alquiler la totalidad de sus tierras consideradas en nuestra investigación e indagaremos en sus experiencias y en los factores que jugaron en la configuración de sus derroteros.

IV.1. Los ex-productoresentrevistados

Un primer elemento a destacar es que, al confeccionar el listado de donde escoger las posibles unidades de análisis, surgieron muy pocos casos que hubieran vendido la totalidad de sus explotaciones, mientras que predominaron aquellos en los que las familias conservaron la tierra aunque ya no pudieran o quisieran trabajarla.

Si bien se sabe que existen en la zona exproductores que han vendido sus lotes, los testimonios abonan la imagen de que a lo largo del período considerado han predominado las opciones por el rentismo en vez del desprendimiento definitivo de la tierra. Uno de los informantes calificados, un veterinario hijo de productores asentados en la zona desde hace tres generaciones y actual gerente de una entidad cooperativa, sintetizó así la situación, que fue referida tanto por otros informantes como por los propios productores y ex-productores:

El chacarero que se retira no la vende la tierra, la vende la generación futura o la otra. Entonces tenés aquellos que han dejado la actividad en el ´90, por ejemplo; entonces ya no están más, ya no viven más o se han ido. Entonces, la generación que viene es la que vende. Y el que se va ahora, alquila, viven él y la señora de la renta, capaz que aguantan así diez o quince años más. Cuando dejan de vivir los productores, la generación que viene, esa es la que liquida. Porque ya no están más acá, por ahí algunos no están en el país, porque para qué voy a tener 120 ha en Rivera estando en Buenos Aires, a 700 km no tiene mucho sentido... Y entonces le ven la pata económica. Y el productor de acá que se queda no lo puede comprar. (Gerente de cooperativa, Adolfo Alsina)

Teniendo esto en cuenta, se comprende la dificultad para encontrar casos de exproductores que hubieran vendido la tierra y permanecido luego en los pueblos de la zona. Además, al contactar a algunos de los posibles casos que hubieran seguido esa trayectoria encontramos cierta resistencia a hablar de la cuestión. En el caso de quienes habían dado en alquiler sus tierras, la realización de las entrevistas fue menos dificultosa pero también ocurrió que algunos de los exproductores contactados prefirieron no acceder a ellas para resguardarse de revivir momentos que fueron críticos para sus familias.

De todos modos, y a pesar de los inconvenientes señalados, fue posible incluir en este grupo a doce exproductores, que presentaban, como lo adelantábamos antes, tres situaciones diferentes dentro de las posibles formas de alejamiento: rentismo (ocho casos), venta (un caso) y retracción parcial (tres casos). En este artículo, por la importancia relativa que ha tenido la trayectoria, nos concentraremos sólo en indagar las experiencias de los exproductores devenidos en rentistas.

A los fines de su identificación en el análisis, todos los entrevistados son denominados "exproductores", aunque en general no nos refiramos a una persona sola sino a las parejas que solían estar al frente de las explotaciones.

En la tabla a continuación (Tabla 1) se presentan algunas de las características de estas familias retiradas de la actividad de los partidos de Puán y Adolfo Alsina, que se describen brevemente a continuación.

El caso 1 es el de una pareja de entre 40 y 50 años, con una hija adolescente, en edad escolar. Viven en el pueblo desde que, en el año 2006, pusieron en alquiler las 400 ha que heredó el hombre (también hijo único) pero su madre vive aún en el campo (en la casa familiar).

El caso 2 es el de una pareja de alrededor de 60 años, sin hijos. Tienen una explotación de 200 ha, heredada de la familia del hombre, que ceden en arrendamiento desde el año 2007. Desde entonces viven en el pueblo.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas

El caso 3 es una pareja mayor, cercana a los 80 años, con dos hijos varones adultos, que tienen ya sus familias, con uno y dos hijos respectivamente. Viven en el pueblo desde el año 2007, cuando dieron en alquiler las 300 ha que poseen, luego de setenta y cinco años de vida en el campo. A diferencia de otros casos, la superficie con que cuentan resulta de la suma de una explotación heredada de la familia del hombre (150 ha) y una fracción de la unidad familiar heredada por la mujer (150 ha).

El caso 4, por su parte, lo constituye una pareja mayor, cerca de los 75 años, con cuatro hijos adultos (tres varones y una mujer), residentes, en su mayoría, en ciudades alejadas del campo familiar. Son propietarios de 600 ha (el hombre heredó 300 y luego de un tiempo le compró al hermano las 300 restantes), que están alquiladas por terceros desde el año 1993. Viven en el pueblo desde que se formó la familia, a mediados de los años ´70.

El caso 5 es el de un hombre de 65 años, sin pareja, y sus dos hijos adultos. Cuenta con 200 ha, heredadas de su padre (que repartió una explotación de 1.000 ha entre cuatro hijos, pero nuestro entrevistado debió vender 50 ha de su parte para saldar deudas). Las cede en alquiler o a porcentaje desde el año 1990. Vive en el pueblo desde ese año.

El caso 6 es una mujer viuda de unos setenta años, que tiene dos hijas, casadas y con hijos, y desde 1998 cede en alquiler 110 hectáreas que logró conservar la familia, luego de que un problema con una deuda los obligara a vender 200 hectáreas a fines de los años ´70. Vive en el pueblo desde mediados de los años ´80.

En el caso 7 encontramos a una pareja de alrededor de 70 años, que en el año 2004 decidió dar en alquiler sus 150 hectáreas y el tambo instalado (y funcionando) sobre ellas. Tienen dos hijos adultos y un nieto, y viven en el pueblo desde los años´80.

El caso 8 es el de una pareja mayor, de alrededor de 70 años (con dos hijos de mediana edad), que cede en arriendo las 230 hectáreas de la familia desde el año 2008. Ese mismo año se mudaron al pueblo luego de haber vivido siempre en el campo.

Luego de esta breve introducción a los casos relevados avanzaremos, en los siguientes apartados, sobre los diversos factores involucrados en la configuración de las trayectorias de estas familias y sus implicancias subjetivas y para el escenario social agrario de la zona bajo estudio.

IV.2. La decisión deceder en arrendamiento latierra familiar

Al analizar las historias del grupo de familias de Puán y Adolfo Alsina que decidieron abandonar la actividad dando en alquiler sus tierras, encontramos que su vínculo con la actividad se remonta a tres generaciones atrás. Desde inicios del siglo XX, las explotaciones de estas familias funcionaron sobre la base de equipos de trabajo familiar (y en algunos casos, con el aporte de trabajo asalariado), organizando las tareas e incorporando capital de manera tal que fueron modernizando y tecnificando su actividad, y permitieron que mantuvieran o expandieran sus escalas (según los casos). Guiados por una racionalidad más sustantiva que formal (Weber, 1984 [1922]), más "chacarera" que "empresaria", lograron sostener la actividad con cierta solvencia (mas allá de las crisis específicas por las que atravesaron sus explotaciones en diferentes momentos) y obtener rindes de normales a altos en sus esquemas de producción mixta. Sin embargo, en determinado punto de su trayectoria se encontraron frente a circunstancias que motivaron la decisión de poner en alquiler el campo familiar. A continuación desglosaremos los factores que incidieron en ese sentido y buscaremos identificar cuáles resultaron más decisivos, de acuerdo con las experiencias analizadas.

En la reconstrucción de los procesos que llevaron a este grupo de familias de Adolfo Alsina y Puán a retirarse de la actividad y poner en alquiler sus explotaciones surgieron cuatro aspectos que parecen haber jugado un papel relevante, aunque no todos hayan incidido en la misma medida y en muchas ocasiones el desenlace haya sido resultado de diferentes combinaciones de los mismos y no del efecto de uno solo, aisladamente. Ellos son: la situación financiera de las familias; la edad avanzada y la falta de recambio generacional; las dificultades para adaptarse a las condiciones de competencia económica y las inclemencias climáticas.

En la tabla a continuación (Tabla 2) se sintetizan las principales causas del retiro y sus combinaciones, para cada uno de los casos.

Tabla 2. Principales causas del retiro de la actividad

Causas


Ex productor

1

2

3

4

5

6

7

8

Edad Avanzada y Falta de Sucesión


Situación Financiera




Dificultad para Competir





Clima





Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas con exproductores

a) La edad de los operadores y el recambio generacional

En primer lugar, el factor que, sin dudas, ha tenido mayor incidencia en las trayectorias de abandono entre los ocho casos analizados ha sido la avanzada edad de los miembros de las familias al frente de las explotaciones, junto con las dificultades respecto del recambio generacional. El envejecimiento de la población rural y la falta de sucesores en la actividad constituyen una de las problemáticas que fue mencionada con mayor recurrencia a lo largo del trabajo de campo en los partidos de Puán y Adolfo Alsina, asociadas a la proyección de un escenario rural deshabitado y tendencialmente más concentrado9.

La falta de recambio generacional puede relacionarse con una variedad de factores, entre los cuales se destaca el desaliento explícito de los padres respecto de que los hijos eligieran la actividad agropecuaria como medio de vida. Pero también han influido la socialización urbana de los jóvenes; los mayores niveles educativos con que cuentan, que les abren nuevas oportunidades laborales; las relaciones intergeneracionales jerárquicas y poco abiertas a la negociación, que limitan la incorporación paulatina de los hijos en los procesos de toma de decisión en las explotaciones y la impronta de la sociedad de consumo (y el reemplazo, como lo plantea Bauman (2000), de la ética del trabajo por la estética del consumo), entre otros.

Además, seis de las ocho familias de exproductores que dieron en arrendamiento sus predios se refirieron a los problemas de salud propios de la edad avanzada como desencadenantes de su alejamiento de la actividad. Así, frecuentemente los entrevistados explicaron que su decisión estuvo motivada por una conjunción de circunstancias que no lograron seguir sobrellevando a raíz del cansancio y los problemas de salud, muchos de ellos vinculados con el esfuerzo físico y la exigencia sobre el cuerpo que suponían los métodos de trabajo que aplicaron durante buena parte su vida. Entre las circunstancias que resultaron más determinantes sobresale la problemática del traspaso generacional. En especial, dos de los casos (Exproductores 2 y 3) plantearon que la falta de recambio generacional fue la principal causa del abandono de la actividad.

En el caso del Exproductor 2, el principal escollo para el traspaso de la explotación fue que la pareja no tiene hijos y no han encontrado otros miembros de la familia interesados en hacerse cargo del campo. Sin embargo, y a pesar de no ser una pareja de mucha edad, también refirieron el cansancio y los problemas de salud como un elemento de peso en la decisión:

Nosotros con mi señora no tenemos hijos, y hace unos cuatro años estamos acá en el pueblo. Por distintas circunstancias yo vi que uno ya se va haciendo, no vamos a decir viejos, pero teniendo una cierta edad y el campo... aunque a mí me tocó una época un poco más fácil, pero es bastante sacrificado el campo. Entonces uno está retirado... En un momento, cuando ya vimos que nosotros no teníamos... que ya cumplimos una etapa de la vida... Porque ahora viene, no sé, la tercera edad, ya cada uno se fue alejando de la actividad, terminando su etapa, porque cada cosa tiene su etapa, y se termina. En un principio parece que no llega, pero llega y acá estamos... (Exproductor 2)

La familia de Exproductores 3, por su parte, a pesar de tener hijos a los que les interesa el campo, son peritos agrónomos y viven en la zona, no lograron articular una organización del trabajo que les permitiera continuar. Uno de los hijos se empleó hace años como capataz en el campo de un gran productor, quien actualmente alquila las tierras de la familia, mientras que el otro, tras algunos intentos fallidos con emprendimientos de producción intensiva, trabaja actualmente como empleado en el pueblo. Los padres, por su parte, continuaron al frente de la explotación hasta que unos cuatro años atrás la mujer propuso "enérgicamente" que era tiempo de descansar, luego de casi cincuenta años de trabajo en el campo. Al rechazar los hijos la opción de hacerse cargo ellos del campo familiar, la pareja decidió ceder los dos lotes que poseen y comprar una casa en el pueblo para mudarse definitivamente allí.

- Cuando nos decidimos lo alquilamos enseguida al campo... ella ya no quería seguir de chacarera...

- Y no, estábamos cansados, uno tiene que tener su tiempo de descanso... Y ya la lucha con todo... Ya luchamos bastante, y había que descansar, así que agarramos, alquilamos el campo, vendimos los cachivaches y compramos la casa acá en el pueblo (Pareja de Exproductores 3)

En los demás casos, la falta de sucesores se relaciona, por un lado, con la inserción laboral de los hijos en ámbitos desligados de lo agropecuario y en general en ciudades alejadas de los campos familiares. Esta situación fue propiciada por los propios padres, ya que se propusieron como objetivo fundamental que los hijos tuvieran acceso a la educación superior y pudieran encontrar caminos propios y, en lo posible, desvinculados de lo rural. Así lo planteaban dos de los entrevistados, que además proyectaron en sus hijos la posibilidad de ver concretados sus proyectos frustrados de formación:

[Cuando alquilamos] tenía ya tres hijos en la universidad: uno en Rosario, dos en Bahía [Blanca]... Y para mí era fundamental que mis chicos estudiaran, porque yo no tuve la oportunidad y eso fue un vacío muy grande... (Exproductor 4)

Que nuestras hijas estudiaran era el principal objetivo para nosotros, que teniendo capacidad pudieran adquirir herramientas para defenderse mejor y tuvieran una vida más fácil que la nuestra, que fue de luchar y sacrificarse siempre. Y puede ser que yo les insistiera porque me quedé con las ganas, no pude seguir estudiando [en la escuela secundaria]... (Exproductora 6)

En el caso de que las descendientes fueran mujeres, las familias buscaron con mayor énfasis que las hijas se insertaran en espacios laborales no agrarios. En ese sentido, plantearon modelos deseables de vida distinguidos por el género que, más o menos explícitamente, condicionaron la posibilidad de que las hijas se identificaran como potenciales sucesoras. Por otro lado, existen casos en los que los hijos tienen intereses muy alejados de lo agropecuario y no sienten gusto por la actividad familiar, por lo cual se han excluido ellos mismos como posibles continuadores de la familia en la actividad.

Que los hijos no fueran incluidos, por diversas causas, en los proyectos agropecuarios familiares limitó gravemente la renovación de los equipos de trabajo familiar, ya que las familias tampoco buscaron incluir a otros familiares más lejanos. Las estrategias de inserción laboral implicaron la desarticulación de uno de los rasgos fundamentales de la unidad productiva familiar, lo cual se sumó a las dificultades impuestas por la fragilidad financiera y la falta de recursos para afrontar la incorporación de mano de obra asalariada que reemplazara el trabajo de los integrantes de la familia. Esto resultó en el retiro de los mayores de la actividad.

b) La fragilidad financiera

En segundo lugar, otro de los factores decisivos para que las familias dejaran de trabajar sus campos fue la situación financiera de sus unidades productivas. En cinco de los ocho casos, el compromiso financiero de las explotaciones fue identificado como uno de los elementos desencadenantes del retiro pero, como veremos, las experiencias difieren en cuanto al papel que jugó el endeudamiento (o la necesidad de endeudamiento) en la toma de decisión. Encontramos casos que se encuadrarían en los procesos de endeudamiento típicos de la década de los ´90, en los que las familias obtuvieron cédulas hipotecarias para expandir la escala de sus actividades o refinanciar deudas contraídas anteriormente (Exproductores 1 y 7), o tomaron créditos para financiar el funcionamiento de las explotaciones (Exproductora 6), con el resultado de vulnerabilidad operativa, que los impulsó a ceder sus campos en arrendamiento.

Estas familias tenían una alta propensión a la toma de préstamos, que se destinaban a la compra de animales, la mejora de infraestructura y la cobertura de los costos productivos de algunas campañas agrícolas porque, como planteaba un entrevistado "se sacaban créditos para producir porque los montos eran más bajos y había créditos blandos..." (Exproductor 1).

Sin embargo, en el contexto de la Convertibilidad debieron afrontar subas continuas de las tasas de interés y condiciones de pago que los obligaron a refinanciar constantemente sus deudas y pedir prórrogas, lo cual los sometió a situaciones de mucha angustia personal y el riesgo de que debieran vender el campo pasó a formar parte de su cotidianeidad. Una de las entrevistadas, cuya familia había puesto en alquiler sus 100 ha en 1998 y perdió su casa por no poder afrontar el pago de la deuda de la familia con el banco, lo planteaba así:

Después de que murió mi marido, en el 2000, perdí mi casa. La teníamos hipotecada, y yo ya estaba sola, mis hijas acompañaban pero estaba sola. Iba al banco todos los días me parece, me desesperaba, me daba taquicardia. Pero con 100 ha no iba a poder pagar una deuda que crecía como levadura. Si las hubiéramos alquilado antes [de 1998] no nos hubiéramos endeudado tanto y tendríamos nuestra casa. (...) Y yo lo que quería era salvar el campo, ya habíamos perdido 200 ha por una garantía de favor en el 79-80 y no quería perder lo que habíamos conservado con un sacrificio tremendo. (Exproductora 6)

Las cédulas hipotecarias, por su parte, tuvieron efectos especialmente nocivos sobre las explotaciones de los Exproductores 1 y 7, ya que durante la segunda mitad de la década de 1990, sus deudas llegaron a tal magnitud que no lograban sostener el funcionamiento de las unidades productivas y asegurar al mismo tiempo un ingreso suficiente para la familia. En ese contexto, se encontraron con dificultades para aprovechar la coyuntura favorable de la devaluación del año 2002. En ese sentido, el Exproductor 1 llegó al año 2006 (momento en el que decidieron dar en arrendamiento el campo familiar) en una situación en la que no conseguía seguir produciendo con una tasa de retorno suficiente para sostener la actividad, satisfacer las necesidades familiares y pagar las cuotas de la cédula hipotecaria que no habían podido saldar en el período inmediatamente posterior a la devaluación. Si bien buena parte de los productores endeudados logró mejorar su situación a partir de la pesificación de las deudas, a esta familia el sistema de quitas y refinanciaciones no le resultó accesible, ya que requería tener disponibilidad de fondos para saldar montos importantes en plazos cortos. Así, ante el temor de no poder hacer frente a la deuda y que el campo tuviera que ser vendido, o peor, enviado a remate, resolvieron cederlo en arrendamiento.

La familia del Exproductor 7, por su parte, vio seriamente comprometida su situación económica durante los años ´90, ya que la deuda acumulada de la cédula hipotecaria que habían sacado para ampliar el tambo que explotaban y otros créditos que habían obtenido para financiar el funcionamiento de la explotación y adquirir maquinarias los colocaron en una situación en la que no sólo resultaba difícil continuar trabajando sino que no lograban generar ingresos suficientes para la familia. Si bien lograron sostenerse en la actividad hasta 2004, lo hicieron, en parte, gracias al aporte del trabajo de la mujer como docente, que cubría los gastos corrientes del hogar y, en parte, a que consiguieron renegociar su deuda con uno de los bancos y concentraron su pasivo en una sola institución financiera estatal. La pareja relataba así el proceso:

- La lucha fue muy grande y logramos rasguñando las paredes salvar el campo.

- En la década del ´9,0 con lo que valía la leche, pagaba el tambero y el balanceado, y no me quedaba nada para mí. Por suerte, ella cobraba...

- Y con eso comíamos y pagábamos los servicios y alguna cosita más. Cobraba poco pero alcanzaba. ¡Porque del campo no teníamos nada! Y las deudas se iban acrecentando cada vez más. Quedamos con deudas en el [Banco] Nación y en el [Banco] Provincia. Y después se pudo arreglar con el [Banco] Nación, se pagó, pero todavía hay mucha deuda con el Provincia. Pero mucha, ¿eh? Y todo lo que se sacaba era para el campo: comprar vacas, mejorar el tambo pero no había caso, ¡todo deudas era! (Exproductores 7)

La decisión de ceder en arrendamiento los campos se dio, así, en estos casos como consecuencia de situaciones sumamente críticas (y de larga data), y resultó un mecanismo para evitar el peor de los escenarios para estas familias: perder la tierra que habían trabajado por generaciones.

El caso del Exproductor 5, por su parte, resulta particular porque la decisión de ceder en arrendamiento se tomó luego de una mala experiencia con un negocio (del que no obtuvimos mayor detalle), que puso al productor en la necesidad de vender su capital en maquinarias y animales y, más tarde, 50 de las 250 ha con que contaba, para saldar una deuda. Ante la imposibilidad de reiniciar la actividad por cuenta propia, decidió dar en alquiler las 200 ha de su propiedad, como estrategia para resguardar la herencia paterna y asegurarse un ingreso a partir de la renta.

En otro caso con características particulares, para el Exproductor 4 el retiro de la actividad permitió solucionar la situación de insolvencia financiera en la que se encontraba la familia, evitando tomar deuda, opción que se presentaba como la única alternativa si deseaban continuar produciendo. Así, el exproductor tomó la decisión de dejar de trabajar su campo y darlo en arriendo en el año 1998, luego de que una helada arruinara la cosecha de trigo, lo cual implicaba tener que endeudarse para poder continuar produciendo en el ciclo siguiente. La familia resolvió que tomar crédito no era una buena opción porque la incertidumbre respecto del clima y los resultados productivos implicaba el riesgo de no poder asegurar los medios para saldar la deuda en los plazos establecidos. Por eso, y a pesar del dolor que les causó dar ese paso, pusieron el campo en alquiler:

Para sacar crédito para seguir, tenía que hipotecar y no quise. Me costó llanto... Yo lo quería al campo, lo quiero todavía, por eso lo tengo, por los hijos... […] La decisión la tomamos en familia, no quería hipotecarme a los 60 años... (Ex productor 4)

Es decir que, en este caso, el arrendamiento resultó una herramienta para evitar el endeudamiento y poder conservar el patrimonio familiar sin tomar riesgos que la situación familiar y personal del productor no permitía afrontar.

La vulnerabilidad financiera es un elemento que ha sido señalado repetidamente como uno de los factores que determinó la desaparición de buena parte de los productores pequeños y medianos entre fines de los años ´80 y los años 2000 (Lattuada y Moyano Estrada, 2001; Craviotti y Gras, 2006; entre otros). Las cinco familias analizadas hasta aquí encontraron en el arrendamiento de sus campos un mecanismo para evitar seguir el mismo camino que muchos otros productores que, no pudiendo afrontar las obligaciones contraídas, terminaron vendiendo sus campos entre mediados de la década del noventa y principios de la siguiente. La opción por el rentismo les permitió resguardar el patrimonio familiar a la vez que se aseguraron la captación de ingresos mensualmente, con los cuales afrontar las necesidades de la familia y pagar las deudas que aún poseen, sin necesidad de incurrir en los riesgos de la actividad productiva (ni profundizar su vulnerabilidad financiera).

c) Las inclemencias del clima

Otro de los elementos que fue mencionado asiduamente al explicar la decisión de ceder la tierra de la familia en arrendamiento fue la incidencia de los rigores climáticos, ya que impusieron condicionamientos económicos y subjetivos que resultaron muy difíciles de superar y dejaron una huella en la perspectiva de estos exproductores sobre la actividad y sus posibilidades de adaptación, como lo muestran los siguientes testimonios:

... decidí alquilarlo [el campo] porque esta es una zona marginal, bastante castigada por las aguas... Yo venía sembrando bastante, estaba trabajando el campo mío y otro que alquilaba, con asesoramiento, todo como debía... Cosa que no coseché na-da, de 400 ha saqué 800 bolsas, se heló total. Me desmoralicé, y la salud no acompañaba mucho... (Exproductor 4)

Acá el clima es limitante de todo lo agropecuario... [Después de superar una crisis] teníamos el campo libre [de deuda], con herramientas nuevas, pero entre el ´90 y el 2004 pasaron cosas con el clima que nunca habían pasado, nunca hubo un desastre climático como el que pasó del ´90 al 2000, nunca hubo sequías impresionantes, nunca hubo vientos huracanados, inundaciones... ¡las mojarritas te pasaban por adelante de la casa! Que en esta zona marginal haya inundaciones... y empecé de nuevo, pero otra vez mal, mal y bueno, ahora hace cinco años que lo alquilo al campo. (Exproductor 1)

En el 2001 se nos inundó todo el campo y nos tuvimos que venir a vivir [un tiempo] al pueblo. El agua no llegó a entrar a la casa pero nos hizo un daño bárbaro. Perdimos la cosecha, no podíamos ir al campo a ver cómo estaba todo... Pensé que iba a perder todo, que no se secaba más... Si me tuviera que pasar algo así de nuevo, prefiero la muerte, porque es desgarrador ver que podés perder todo lo que hiciste. Es una historia amarga... (Exproductor 8)

En general, en los partidos de Puán y Adolfo Alsina la incertidumbre climática resulta una variable especialmente considerada ante la toma de riesgo y en el modo de manejo de las unidades, como parte de los imponderables que se encuentran fuera del control de los productores. La capacidad de adaptarse a esos imprevistos es considerada como un elemento constitutivo de la subjetividad de los productores agropecuarios de la zona, que resultó crecientemente tensionada ante la evidente inadecuación de antiguas recetas de "resistencia" durante las últimas décadas, frente a la combinación de inclemencias climáticas (más o menos conocidas) y requerimientos productivos novedosos y altamente costosos. Como lo planteaba uno de los entrevistados, "antes había sequías pero nunca dos años seguidos, y las de ahora son más difíciles de sobrellevar porque hay más gastos; producir cuesta mucho, con los insumos, la comercialización, queda un margen muy chico y ya no se puede uno arreglar como antes..." (Exproductor 4).

La sucesión de años secos y superhúmedos generó diversos momentos críticos desde fines de los años ´80 en la región, que en ocasiones lograron ser superados cambiando la orientación productiva de las explotaciones, pero fueron debilitando las posibilidades de recuperación de las economías familiares y configurando situaciones en las que nuevos episodios resultaron más difíciles de superar. La variabilidad climática se sumó a la reducida solvencia financiera, la dificultad para afrontar una producción con costos más altos o la falta de sucesores (o alguna combinación de esos factores). Todo ello mermó la capacidad de resiliencia de las unidades productivas, lo cual propició, en muchos de los casos analizados, que las familias decidieran retirarse de la actividad.

d) Las nuevas condiciones de competencia económica

El último de los factores que jugó un papel importante en la decisión de abandonar la producción entre los exproductores analizados se relaciona con las dificultades para adaptarse a las condiciones de competencia económica, en un contexto marcado por las economías de escala y los sistemas productivos capital intensivos. Este aspecto fue identificado como relevante en prácticamente todos los casos, aunque los entrevistados no lo hayan señalado como principal causa de su retiro.

Con la profundización del avance de la lógica capitalista en el agro pampeano en las últimas décadas, la exigencia de aumentar la escala e incorporar tecnología, principalmente de insumos, en las unidades productivas como condición de posibilidad de su persistencia (con tasas de rentabilidad aceptables) imprimió una importante presión sobre las explotaciones familiares, que en muchos casos se endeudaron buscando adaptarse a las nuevas reglas de juego.

Entre los ocho exproductores devenidos en rentistas que entrevistamos, cuatro (Exproductores 1, 6, 7 y 8) consideraron que las condiciones de producción que se impusieron progresivamente a lo largo de la década del ´90 constituyeron un obstáculo para su continuidad como productores agropecuarios. El aumento constante, a lo largo de estas dos últimas décadas, de los costos de los insumos y las exigencias en cuanto a la implementación de paquetes tecnológicos cerrados y de nuevas formas de gestión productiva, junto con precios inestables y malas condiciones climáticas, dificultaron la incorporación y/o sostenimiento de nuevas formas de producir. Así lo planteaban algunos de los entrevistados:

La gente que arriesgó menos sigue, pero nosotros arriesgamos y no pudimos seguir. Son formas de vivir... Trabajábamos sin peón, yo hacía todo, y a fin de año quedaba hecho. Un día agarré, me bajé de la cosechadora y digo: ¡No trabajo más! ¿Cuál es mi beneficio de tener campo? Trabajo todo el año y salgo hecho. Te dejaron un campo de herencia, pero ¿cómo hacés para sostenerlo? Igual un tiempo seguí pero después digo: Más vale lo alquilo, voy a estar casi como un empleado siete, ocho años: sueldito y ahí nomás, pero fundirme no me voy a fundir...Vamos a ver después, dentro de cinco o seis años cuando me entreguen el campo, después qué hago... Pero si no puedo hacer directa o no tengo para hacer los trabajos bien, que rinda, mejor se lo alquilo a otro para que los haga... (Ex productor 1)

Con los cambios que ha habido de tecnología, la siembra directa, yo con las herramientas que tenía no podía seguir, y encima mal de salud, así que tuve que dejar... porque los costos son muy altos, por los impuestos también, se arriesga mucho para cosechar poco y era mucho sacrificio ya. (Exproductor 8)

Nosotros salvamos las 100 ha pero con esa superficie y la tecnología moderna no podíamos seguir, porque no era una unidad económica. Y yo no tengo problema en decir que en parte estas cosas a nuestra generación le pasaron por ignorancia. Porque habíamos llegado a un punto que teníamos que saber de marketing, estar con un contador al lado, saber lo que era manejar una empresa y nosotros no sabíamos, éramos gente de campo... (Exproductora 6)

Para marcar el contraste con lo sucedido en las décadas anteriores, todos los exproductores rentistas llamaron la atención sobre la manera en la que cambiaron la tecnología, el manejo y los modos de trabajo, resaltando que antes (refiriéndose especialmente a las décadas de 1960 y 1970) se "trabajaba mucho, con poco [dinero], y la producción rendía menos, pero alcanzaba [para alimentar a la familia y continuar produciendo]" (Exproductor 5). Esos cambios en el sistema productivo fueron imponiendo condicionamientos cada vez más alejados de las posibilidades de los productores familiares y propiciaron el abandono de la actividad de muchos de ellos.

En ese contexto, los rindes de las explotaciones manejadas más tradicionalmente dejaron de ser suficientes para asegurarles una rentabilidad que permitiera sostener la actividad en el tiempo, situación que se resume en la afirmación "Antes con 1.200 kg de trigo se estaba bien, hoy si no sacás 2.500 o 3.000 no existís", que surgió como explicación de la situación de vulnerabilidad actual de los productores familiares, sobre todo en las zonas menos favorecidas de la región pampeana, como el sudoeste bonaerense.

Como contracara del proceso por el que atravesaron ellos mismos -chacareros-, algunos de los entrevistados marcaron la capacidad de adaptación a las nuevas condiciones que han mostrado los jóvenes que continuaron trabajando el campo (sucediendo a sus padres en la actividad), relacionada con una perspectiva diferente respecto de la producción agropecuaria. Y al hacerlo, identificaron algunos de los puntos en los que fallaron las estrategias que desplegaron con anterioridad a la decisión de ceder sus tierras, aunque también llamaron la atención sobre el hecho de que el cambio de mentalidad implica una relación utilitaria con el ambiente, que pone en duda su sustentabilidad en el mediano y largo plazo. Una de las entrevistadas lo planteaba así:

Los que pudieron seguir en el campo fue porque aplicaron tecnología, son los hijos de nuestros amigos. Estos jóvenes han cambiado totalmente la economía. Han mejorado y han aplicado tecnología con una mentalidad moderna. Al tener asesoramiento, hacer una planificación, saben que si trabajan más van a tener mayor ganancia y por eso alquilan más tierra. Cosa que antes no... ¡qué voy a alquilar! ¡No, no se puede! No se avanzaba para nada. Al contrario. Los jóvenes remontaron totalmente. Ellos tienen la tierra para que les produzca, para que les dé rédito, ganancia. Lo piensan fríamente: esto me tiene que producir tanto. El cambio para nuestra forma de pensar es mucho... y hoy es positivo pero hay que ver dentro de diez o quince años qué va a pasar..." (Exproductora 7)

A las limitaciones económicas para el sostenimiento de la actividad bajo las nuevas reglas de juego, tal vez habría que agregar también otras de carácter subjetivo, vinculadas con la efectividad interpelativa de los discursos celebratorios de lo tecnológico que han ganado especial gravitación en la última década (Balsa, 2008). El sentimiento de inadecuación frente a un modelo de productor moderno, innovador, que es difundido y amplificado por los medios de comunicación (especializados y no especializados) se vislumbró en el modo en que varios de los entrevistados definieron su situación, por oposición a los que consideran productores "exitosos", y no parece fuera de lugar pensar que tal identificación haya tenido consecuencias sobre la forma en la que leyeron sus posibilidades y perspectivas.

Pero además, las dificultades para seguir produciendo fueron reforzadas por la mayor presión que los requerimientos de las familias ejercieron sobre las unidades familiares, para incrementar los beneficios de las actividades y garantizar ingresos suficientes que permitieran satisfacer nuevas necesidades de consumo. El avance de pautas de consumo más asiduo y sostenido10, la búsqueda de un estilo de vida más urbano y los costos derivados de la educación de los hijos plantearon nuevas exigencias sobre los resultados productivos y económicos de las explotaciones.

La descripción que hemos realizado hasta aquí permite identificar los elementos que parecen haber tenido particular significación en cada experiencia, pero en realidad la configuración de las trayectorias se dio a partir de la articulación, más o menos ordenada cronológicamente, de diferentes factores. Al presentarlas así, hemos incurrido en una simplificación que, por otra parte, nos permite resaltar los cuatro elementos de los que, tanto a partir de los testimonios de estas familias como de los informantes calificados, podemos decir que resultaron de crucial importancia para explicar el retiro de la actividad y el viraje hacia el rentismo de las familias de exproductores que analizamos: la ausencia de recambio generacional, los problemas financieros, los altos requerimientos de costos que implica producir de acuerdo al modelo dominante y la incertidumbre climática.

Así, por citar sólo un ejemplo, en el caso de la Exproductora 6 la decisión de ceder en arrendamiento el campo familiar fue tomada en el año 1998, luego de que se acumularan las deudas que la familia había contraído durante la década del ´90, para ampliar la superficie operada (tenían para ese entonces 100 ha propias, luego de haber perdido 200 ha en 1979 por haber otorgado una garantía "de favor"), comprar animales y/o financiar algunas campañas agrícolas, deudas por las cuales habían hipotecado su casa en el pueblo. Durante esos años, al tiempo que siguieron produciendo instalaron un comercio en el pueblo para complementar los ingresos de la familia. A pesar de la búsqueda de alternativas, para alrededor de 1995 se encontraron en una situación crítica ya que el productor a cargo enfermó y el sostenimiento de la actividad se dificultó aún más. En ese contexto, la mujer decidió comenzar a participar en Mujeres Agropecuarias en Lucha, para defender la tierra de la familia y hacer frente a las amenazas de remate que recibía por ese entonces una buena parte de los colonos de la zona, objetivo que fue finalmente conseguido.

Al agravarse el estado de salud del hombre decidieron, pocos años después, ceder el campo en alquiler para evitar seguir aumentando sus deudas. Además, las dos hijas de la pareja habían desarrollado proyectos laborales y de vida desligados del campo (aunque se mantuvieran al tanto de las operaciones y tomaran parte en las decisiones más importantes) y no expresaron intención de continuar al frente de la explotación (actitud que había sido incentivada por sus padres).

Hasta el año 2002 vivieron una situación económica muy delicada debido a los bajos precios del trigo en los que fijaban el precio de la hectárea para el pago del arrendamiento, la desocupación de las hijas y la mora en los pagos al banco, que desembocó en el año 2000, ya fallecido el hombre, en que perdieran la casa de la familia en el pueblo. La mujer debió entonces buscar, nuevamente, alternativas para asegurarse ingresos, por lo que se empleó como acompañante de ancianos e inició un pequeño emprendimiento de elaboración y venta de masas judías. Luego de la devaluación, y en un contexto de precios agropecuarios más favorables, la situación de la familia comenzó a mejorar.

La experiencia de esta familia ilustra el modo en que los factores desarrollados más arriba se articularon delineando su trayectoria, marcada por una serie de situaciones críticas que implicaron sacrificios por parte de la familia pero que en ningún momento contemplaron que se pudiera solucionar vendiendo el campo.

Conservar el patrimonio, asegurarse un ingreso a partir de la renta, no clausurar la posibilidad del retorno de algún pariente a la actividad y/o continuar vinculados a la actividad en alguna medida aparecen como motivaciones muy fuertes en la decisión de ceder su tierra en arrendamiento tanto en éste como en la mayor parte de los casos analizados.

En esa línea, desprenderse de los campos familiares cediéndolos en arrendamiento no resultó en ninguno de los casos relevados un proceso feliz y libre de tensiones, aunque permitiera solucionar coyunturas críticas para las familias. En los diferentes testimonios aparecen matices que van desde la frustración hasta la resignación y tal vez sólo en el caso de la familia 2 el abandono de la actividad se vivió como un momento inevitable y lógico ante la falta de sucesores y la edad de los propietarios. Los demás caos expresaron haberlo vivido de una manera más penosa, por lo cual resultó de fundamental importancia, para sobrellevar tanto el momento como la nueva realidad de la familia, que la decisión fuera producto de la negociación y el diálogo familiar, y sus integrantes se contuvieran entre sí, como lo planteaba la Exproductora 6:

Lautaro [el marido] era un amante de la tierra, un hombre de la tierra; entonces, el momento de poner el campo en alquiler fue delicado, porque él ya estaba mal de salud además... Entonces con mis hijas se lo fuimos proponiendo, lo hablábamos y esperamos a que la decisión saliera de él. Nos costó a todos dar el paso, por el amor al campo, pero sabíamos que para él iba a ser más difícil todavía..." (Exproductora 6)

De todas maneras, la frustración o angustia que produjo el tener que ceder en arrendamiento sus explotaciones fue en alguna medida compensada por el hecho de haber podido conservar la propiedad de sus predios. Además, en la mayor parte de los casos, las familias buscaron alternativas para mantener un vínculo estrecho con ese pasado, cuestión a la que nos referiremos en los próximos apartados.

IV.3. A quiénes cedieronla tierra

Una vez tomada la decisión de ceder en arrendamiento sus explotaciones, las familias de ex-productores analizadas aquí se encontraron ante la necesidad de insertarse en un mercado, que ya conocían por haber sido demandantes de tierras, más o menos eventualmente, cuando estaban al frente de sus unidades productivas. Esto, junto con la red de relaciones propia de su desempeño por generaciones como productores agropecuarios de la zona, les facilitó negociar los contratos con un conocimiento previo de los usos y costumbres, y contactar fácilmente con posibles inquilinos. En ese proceso también jugaron un papel importante las cooperativas con las que habían trabajado siempre, que funcionaron (y suelen funcionar) como intermediarias -sólo en el sentido de hacer de nexo entre oferente y demandante- en el mercado de tierras local.

De todos modos, no en todos los casos resultó sencillo conseguir interesados en arrendar, por lo que en algunos casos la búsqueda de inquilinos se convirtió en una tarea habitual (Exproductores 4 y 5, por ejemplo), ya que la duración anual de los contratos requiere el sondeo de alternativas de contratación antes de la finalización de cada año productivo. Por otra parte, en la mayoría de los casos los exproductores dijeron tomarse la libertad de elegir a quién dar en arrendamiento sus predios. Si bien la primera consideración al momento de negociar los contratos es conseguir un buen precio por hectárea (y de ser posible que los valores sean reajustables), dijeron que preferían alquilar a gente conocida, de confianza, o a agentes extra-locales que contasen con la recomendación de algún conocido o de las cooperativas, como estrategia para resguardar las condiciones de cuidado de su patrimonio y la fuente principal de sus ingresos.

Los productores a quienes estas familias de exproductores han dado en arrendamiento sus campos son por lo general de escala mediana-grande y en ocasiones provienen de otras zonas. El afianzamiento de un sector de rentistas en Adolfo Alsina, Puán y el sudoeste bonaerense en general puede vincularse, en parte, con la "avanzada" de actores extra-regionales y/o extra-agrarios a los que se refieren gran parte de los productores locales, pero no debe omitirse la incidencia que ha tenido también el accionar de agentes productivos y comerciales asentados tradicionalmente en la región. Si bien ese proceso resulta más evidente en el partido de Puán que en Adolfo Alsina, su contigüidad y la constante interacción entre empresas y productores de ambos distritos hace que el análisis de los procesos que ocurren allí sean difícilmente escindibles. El impacto que tiene la expansión de medianos y grandes productores locales se ve además en la concentración de tierras, a través de la compra progresiva de pequeños lotes a familias que requieren el dinero para saldar deudas o no tienen posibilidad o interés en continuar con la actividad. Al respecto, los integrantes de la familia de exproductores 1 llamaban la atención sobre la acción de dos productores familiares "empresarializados" en el sur del partido de Adolfo Alsina y la zona aledaña del partido de Puán, que han avanzado "con un movimiento como de pinzas" en los últimos diez años, comprando pequeñas unidades de exproductores familiares. Su testimonio resulta de gran interés, ya que uno de los empresarios ofreció comprar parte de su explotación pero el exproductor priorizó resguardar su patrimonio y, además, resistir la acción de concentración y enriquecimiento a costa de los pequeños productores de la zona:

Hoy los grandes vienen comprando. Tenemos muchos vecinos que están comprando los campos de la gente que ya no quiere vivir más [en el campo]. Tenemos dos que vienen atacando de todos lados, comprando los campos de todos los vecinos. Y son todos de acá, ¿eh? Esta gente ha sido habilidosa para los negocios, ha tenido espalda. Uno que tenía 80 ha a principios de los ´90 empezó a comprar cada vez más; cada vez que salían 50 ha para vender, ahí estaba: las compró tal. Y él lo que quiere son las 400 ha que tenemos nosotros porque en un momento que estábamos por comprarle 33 ha a una de mis tías le ofreció un montón de plata y casi la convence. Y yo digo: ¡Tenés 2.800 has, y querés tener 2833! ¡Qué ganas de joder! Sos mi vecino y me querés sacar algo que es de la familia y que a vos, ¿qué diferencia te va a hacer? Ahora fijate hasta dónde llegan por querer tener más... Y tuvimos unos encontronazos y al final no lo compró, por suerte. (Exproductor, Familia 1)

El fenómeno de la progresiva concentración de la propiedad de la tierra al que hace referencia este testimonio fue señalado reiteradamente por los exproductores y otros entrevistados, pero es necesario resaltar que no se dispone de datos empíricos para la última década que den cuenta de tal proceso o de otros que hayan afectado la estructura agraria. En ese sentido, los datos censales más recientes (del CNA 2002) mostraban la existencia de un movimiento de concentración respecto del relevamiento censal anterior (en 1988) pero no existen cifras que permitan plantear algo similar para el último período. Por ello, podemos plantear que existe, al respecto, y por lo pronto, un conocimiento construido por aproximación, sobre la base de la experiencia de los lugareños, que requerirá de mayor análisis y, sobre todo, de la generación de los datos que habiliten esos estudios.

Volviendo a la cuestión del origen de los arrendatarios, de los ocho exproductores rentistas que consideramos, cuatro (1, 4, 5 y 8) ceden sus campos a actores extra-locales (de Tandil, Salliqueló y Tres Arroyos) o de reciente asentamiento en la zona (provenientes de Buenos Aires y con capitales provenientes de actividades extra-agrarias) , mientras que los cuatro restantes lo hacen a actores tradicionales de la zona: vecinos que han expandido la escala de sus actividades, una cooperativa agropecuaria y un gran productor.

Los actores extra-locales han tenido una participación intermitente en la zona en la última década, debido a la alta variabilidad climática, pero esa situación no pareció afectar en gran medida a los exproductores rentistas entrevistados. Cuando los arrendatarios provenientes de otras zonas retrocedieron, encontraron vecinos, generalmente "empresarializados", dispuestos a alquilar sus tierras. Ese proceso se dio sin que se generaran reclamos por parte de los empresariales familiares respecto de la elección, durante varios años, de arrendatarios extra-locales por parte de los rentistas, ya que, a pesar de que en general se suele identificar a los agentes externos como fuente de conflictos por el acceso a la tierra, existe una relativa comprensión por las opciones de los exproductores.

Los contratos de arrendamiento han sido predominantemente de duración anual y sólo algunos, como el Exproductor 7 por ejemplo, utilizan contratos por tres años. El pago se realiza en dinero y mensualmente, aunque hay algunos arreglos que se corren de estos parámetros generales y son renegociados sobre la base de las condiciones climáticas y los resultados de las campañas. Es decir, los arreglos se encuentran, en estos casos, completamente monetizados ya que no registramos contratos que trabajaran a porcentaje o en aparcería. La alta incidencia de los contratos accidentales da cuenta de un mercado de tierras muy dinámico pero también de una situación de inestabilidad y potencial vulnerabilidad de los rentistas y de sus fuentes de ingresos.

Los precios de los arrendamientos, por su parte, rondan entre los $250 y $350 la hectárea, según la zona, lo cual da la pauta de que el ingreso que reciben estas familias de exproductores en concepto de renta, que se detalla en la Tabla 3 a continuación, las distancia de la situación en la que se encuentran los rentistas de la zona núcleo, que reciben en promedio unos $1200 por hectárea11.


Los montos que reciben mensualmente estas familias en concepto de pago por el arrendamiento de sus explotaciones permiten inferir que el rentismo no tiene en esta zona la función dinamizadora de la economía local del modo que sucede en otros lugares de la región pampeana. Si bien en todos los casos los ingresos se ubican por encima del salario mínimo, y son complementados en cinco de las familias con la jubilación que percibe uno de sus integrantes, los excedentes con que pueden contar dificultan pensar que participen como actores de relevancia en el mercado inmobiliario o dinamizando la actividad comercial o de servicios de los pueblos o ciudades cercanas, sobre todo si se considera que en varios de los casos parte de la renta es utilizada para pagar cuotas de las deudas que aún conservan. En todos los casos tienen casas confortables y aseguran vivir bien, en parte porque han conservado sus pautas de consumo austeras, chacareras, en el medio urbano.

IV. 4. Condiciones parael arrendamiento

En lo que respecta al modo en que se negocian las características de los contratos de arrendamiento, en la mayor parte de los casos los exproductores condicionan en alguna medida la actividad a desarrollar en las unidades cedidas, y especialmente el manejo de insumos y laboreo, como parte de las pautas a cumplir por parte de los inquilinos. A modo de ejemplo, citaremos tres casos que representan los diferentes grados y formas en los que es posible encontrar este tipo de planteos.

En el caso del Exproductor 5, por ejemplo, que realiza sólo contratos anuales, el propietario decide a quién ceder su campo sobre la base de que el potencial inquilino acceda a llevar adelante la actividad que, sobre la base de su experiencia y conocimiento previo del predio, le propone el dueño:

Desde que empecé, alquilé por el período siembra-cosecha, nada más. Tengo candidatos y tuve siempre buenos candidatos, inclusive algún vecino o gente de afuera, para alquilar por algún año más para ganadería pero yo todavía no estoy decidido a hacerlo, lo hago temporario por ahora... Voy cambiando [de inquilinos] y mucho cambio, pero con muy buena gente. Vos te preguntarás por qué... Porque resulta que un señor me siembra soja y quiere seguir sembrando gruesa y yo le digo: No, vamos a hacer fina, y él no quiere cambiar. Entonces yo cambio por la rotación. […] lo que me está costando es conseguir terneros porque no hay, pero si no haría la rotación con ganadería también. Todo es opcional a mi nombre, yo doy la opción, no el otro; yo dueño, doy la opción. Lo puede pedir o lo ofrezco supeditado a mi opinión y con todo lo mejor hecho posible para que no se vaya a estropear nada. (Exproductor 5)

El Exproductor 4, por su parte, realiza contratos de más largo plazo y no espera determinar en tal grado la actividad del inquilino, pero no permite que se roturen ni se siembren determinados sectores de la explotación y tiene "terminantemente prohibido" fumigar con avión sobre su tierra.

Yo en su momento "recorté" el campo, para marcar las zonas donde no arar ni fumigar, y puse un [pasto] llorón para dar de comer a los animales y los inquilinos trato de que respeten la demarcación... Y les tengo terminantemente prohibido, en mi casa no se fumiga con avión. Para fumigar, solo con "mosquito" y algunos lugares que no los toquen. Lo que tiene pastura, que quede... (Ex- productor 4)

Por último, el Exproductor 7 alquiló, junto con la tierra, el tambo que funcionaba en la explotación, es decir las instalaciones y el plantel completo de vacunos (vacas y terneros). El arreglo con el inquilino, quien ha arrendado el campo desde el momento en que la familia decidió abandonar la actividad, incluye la devolución del campo en las condiciones en las que lo recibió (es decir, con las instalaciones en buenas condiciones y el mismo número de vacas y terneros) y que toda mejora realizada quedará para el propietario:

Al campo lo alquilamos con tambo y todo, con todo funcionando. Y el arreglo que hicimos es que cuando [el inquilino] me lo devuelva tiene que estar todo en las mismas condiciones, la misma cantidad de vacas, los terneros. Desde el día que me vino a pedir el campo quedamos que tenía que cuidarlo y que el día que se vaya lo que esté en el suelo tiene que quedar... (Ex-productor 7)

En éstos, y en todos los casos, la necesidad de conservar el patrimonio en las mejores condiciones juega un papel fundamental, ya como medio de vida en el corto plazo, ya como legado a las generaciones más jóvenes. Además, todos sostienen posiciones similares a las que encontramos al analizar las actitudes de las familias persistentes respecto del manejo productivo, tecnológico y su impacto sobre el ambiente (López Castro, 2012; 2013). En general, tanto estas últimas al organizar sus unidades como los exproductores al proyectar los contratos de locación incluyen de manera muy importante consideraciones ambientales: las condiciones agro-ambientales (la vulnerabilidad climática, los suelos generalmente pobres y la incidencia de la erosión eólica e hídrica) requieren formas más conservacionistas y favorecen el desarrollo de cierta aversión (o reticencia al menos) a adoptar los paquetes tecnológicos cerrados que suelen predominar en los esquemas de manejo productivo actual, como lo muestra el testimonio de una de las entrevistadas:

Hoy está todo muy lindo con la tecnología y los adelantos pero no sé qué va a pasar dentro de diez o quince años con nuestras tierras porque el abuso de los agroquímicos hace que la tierra se vuelva un desierto. Ya no hay casi pájaros en los campos como se veían antes, que empezaba la primavera y era una belleza ver todo tipo de aves. Y como se está haciendo cada vez más siembra directa y eso necesita muchos químicos, las fumigaciones van a seguir y no sé cómo va a estar la tierra... (Exproductora 7)

El poner condiciones a la contratación de los arriendos busca, entonces, preservar los suelos y las instalaciones de los campos, y permite a estas familias conservar cierta vinculación con la actividad en sus predios, ya que, como veremos en el apartado siguiente, si bien han abandonado la actividad conservan un importante lazo con sus explotaciones.

IV.5. Involucramiento de los exproductores

Un rasgo singular que encontramos entre las ocho familias de exproductores de Adolfo Alsina y Puán que han dado en arrendamiento sus explotaciones es el grado de involucramiento que la mayoría conservan respecto de su funcionamiento.

En muchos de los casos, los exproductores van diariamente o día por medio al campo, para controlar que todo esté en orden:

Yo al campo sigo yendo, como me crié... como todas las cosas donde uno se cría, o sea uno siempre lo extraña, le tiene cariño pero bueno, ya veo que el físico no me da para hacer esfuerzo. Doy una vuelta, veo que esté todo bien y me vuelvo. (Exproductor 2)

-Yo voy día por medio al campo a ver cómo anda todo, si la cosa va en orden y porque me gusta, pero ella no.

- No, porque si voy me pongo a trabajar, si vas al campo algo tenés que hacer siempre, así que mejor me quedo en el pueblo y listo, que vaya él y pasee (risas). (Pareja de exproductores 3)

Las mujeres de las familias, por su parte, han hecho un corte más drástico con las explotaciones una vez que desligaron su mundo del trabajo de las mismas, como lo sugiere el testimonio anterior. Esto no significa que sientan, necesariamente, satisfacción por no estar en el campo, sino que alejarse les resulta el mejor modo de evitar la melancolía por su vida pasada allí y los malos recuerdos de situaciones críticas. Como lo plantearon varias de ellas, volver al campo es ver a otras personas trabajando donde supo hacerlo la familia, y ver concretada la consecuencia de una decisión que les fue dolorosa. Dos de las entrevistadas lo planteaban así:

Yo no puedo ir al campo, me da no sé qué ver a otra gente donde trabajaron mis viejos y mis abuelos toda la vida... Es una tristeza...

Sí, a mí también me cuesta. No me gusta ir al campo porque me da nostalgia. Porque además, para ir, hay que pasar por la escuela en la que trabajé tantos años, que está cerrada y también me cuesta pasar por ahí... (Hija y Madre, familia de exproductores 7)

Además, las casas familiares, ámbitos que les eran propios, se encuentran deshabitadas y descuidadas, y eso les provoca una necesidad de retomar su rol de cuidado del ámbito doméstico familiar, aun cuando ya su edad les dificulta realizar todas las tareas por su propia cuenta. Una actitud algo diferente muestran las mujeres de las familias que vivían en el campo y abandonaron la actividad recientemente (Exproductores 1 y 8, por ejemplo), ya que aún mantienen lazos estrechos con las casas del campo, debido a que parte de sus pertenencias siguen estando allí.

Un caso en el que la persistencia del lazo con la actividad de la explotación es particularmente fuerte es el del Exproductor 4, que ha llegado a un arreglo con el arrendatario "absentista" de su campo para manejar la hacienda que éste trasladó de Salliqueló a Adolfo Alsina (para poder dedicar la totalidad de su explotación al cultivo de soja), por lo cual va diariamente a la explotación no sólo a controlar sino a trabajar.

Siempre alquilé para producción mixta pero hace dos o tres años que lo alquilé para ganadería solamente. Un hombre de Salliqueló que quería un campo para poner vacas porque tiene una estancia enorme donde siembra soja. Y el tipo lo alquiló y ¡no hace nada en el campo! Para mí es una suerte, así descansa el campo. Y ahora encima conseguí cuidarlo yo. Voy, cuido un poco, vigilo... le sugiero algún cambio pero el tipo sólo quiere tener las vacas ahí... (Exproductor 4)

Este es un caso interesante en tanto muestra la inversión de los roles clásicos del arrendatario dedicado a la producción y ocupando el territorio. y el propietario, "absentista". En este caso (y en gran medida también en el de la familia 5) el propietario se ocupa de mantener las instalaciones, proponer actividades y "estar encima" de la producción mientras que los arrendatarios ni siquiera viajan a controlar sus campos con regularidad.

En los demás casos son los arrendatarios quienes manejan las tareas habituales de las explotaciones mientras que los dueños realizan sugerencias y se mantienen al tanto de las actividades y las decisiones que se toman sobre sus predios. En este sentido, juega un papel importante el que hayan escogido a los inquilinos y que busquen siempre tener relaciones directas y en términos amigables con ellos. En los casos en que los arrendatarios son vecinos o productores de la zona, conocidos, el control se ejerce de igual modo pero el contacto es más cotidiano y los viajes al campo se convierten también en una posibilidad de socializar con productores aún en actividad, lo cual mantiene a los exproductores al tanto de lo que ocurre en el sector, les permite transmitir algo de su experiencia y no perder contacto con la fuente de su identidad.

IV. 6. Abandono dela actividad, identificacióny la persistencia delimaginario chacarero

En el contexto de los cambios socioculturales por los que atravesó la producción familiar en el agro pampeano desde la década de 1980, y que Balsa (2006) describió vinculados a un proceso de aburguesamiento chacarero12, el abandono de la actividad agropecuaria durante las décadas de 1990 y 2000 no significó, en muchos casos, el cambio de residencia de los productores, ya que muchos de ellos se habían trasladado tiempo antes a vivir en los pueblos. Sin embargo, un rasgo común a los ocho casos de rentistas que hemos analizado es su resistencia a alquilar, junto con la tierra, las casas familiares y, en muchos casos, las instalaciones aledañas. Si bien en algunos casos han accedido a que los arrendatarios hagan uso de la casa (en alguna medida), esto no estaba incluido entre las condiciones iniciales de los contratos y resultó como consecuencia del deterioro que sufren las instalaciones al estar deshabitadas. Algunos de los entrevistados lo planteaban así:

Desde que lo puse en alquiler al campo, nunca alquilé el casco. Descuento del campo las hectáreas de camino y la casa. La casa y el quincho para el asado no se tocan. Porque antes iba igual al campo, ahora que trabajo [en el campo] voy un poco más... Si no, me aburro en el pueblo... (Exproductor 4)

La casa quedó cerrada pero no se alquila, les prestamos de buena gana alguna vez si necesitan, o los galpones, pero no, no: la casa aunque se esté llenando de hormigas no es para alquilarla, es nuestra casa de toda la vida. (Exproductora 3)

Cuando recién lo alquilamos al campo le dijimos [al inquilino] que la casa no la podía usar, hasta que un día nos pidió si no la podía usar porque se estaba quedando en una casilla... Y bueno, por suerte la cuidan [el arrendatario y su mujer] mucho, la tienen linda a la casa y no están todo el tiempo, una o dos veces a la semana nomás... No era lo que queríamos, porque esa es nuestra casa de siempre, pero nos tiene que servir a los dos, si no... (Exproductor 7)

Incluso una de las familias (Exproductor 1) conserva la casa y algunas hectáreas aledañas porque allí continúa viviendo la madre del hombre, quien si bien acordó con su hijo dar en arrendamiento la explotación puso como condición no tener que mudarse y poder seguir viviendo en el campo.

Yo voy día por medio al campo porque mi madre sigue viviendo ahí, ya la vamos a tener que convencer de que se venga al pueblo porque ya tiene 79 años, pero no quiere. Ella dice: Yo puse desde el primer ladrillo acá, no me quiero ir a vivir a otro lado. Aparte en el campo hay de todo, internet, un parque hermoso, una pileta... Y nosotros en las vacaciones también vivimos en el campo. Arreglamos la casa que era de los peones y tenemos nuestra casa en el campo. (Exproductor 1)

Este testimonio plantea, por una parte, una de las razones que dificultan el desprendimiento de las casas familiares: muchos de los exproductores participaron en su construcción y tienen con ellas un vínculo particular. Por otro lado, aparece el hecho de que las familias, aun alejadas de la actividad y con residencia habitual en los pueblos, continúan utilizando los cascos de las explotaciones como ámbitos donde pasar los fines de semana o las vacaciones, hábito que no podrían sostener de haber alquilado las viviendas. En este sentido, una de las entrevistadas relataba con emoción que sus hijas, luego de superadas diversas crisis económicas familiares, habían decidido recuperar la casa familiar en el campo (deteriorada por años de abandono) para contar con un espacio donde "volver al campo" y transmitir parte del legado de la vida rural a sus hijos:

Nuestra casa del campo es una casa hermosa, espaciosa, luminosa.... Y tengo que decir con mucha emoción que este año, mis hijos (porque mis yernos son como mis hijos también) quisieron mejorarla, para que sus hijos, mis nietos, puedan sentir el mismo amor por el campo que sienten ellos. Y lo hicieron como un homenaje a su padre también, que levantó esas paredes, el techo, construyó una casa comodísima para todos nosotros, pero con toda la crisis realmente no la pudimos mantener. Así que ahora la estamos recuperando y es una alegría enorme. Una emoción muy grande. (Exproductora 6)

Así, el espacio identificado con la familia, con la identidad moldeada por la vida en el campo es considerado sagrado, y queda invariablemente fuera del espectro de la mercantilización. Han mercantilizado el sustrato de su identidad de chacareros pero conservan esos espacios como símbolo de un tiempo pasado y mejor, como un último bastión de resistencia y de anclaje de sus subjetividades y para no clausurar definitivamente la posibilidad de que la familia vuelva a vincularse con la actividad algún día.

En parte, esta práctica ha sido facilitada por la cercanía de las explotaciones respecto del lugar de residencia de los exproductores. Todos se han ido a vivir a pueblos próximos a sus campos (Carhué, Rivera o Darregueira) y eso les permite continuar participando, de algún modo, de la actividad que se realiza allí, y de esa manera contrarrestar el desarraigo y la melancolía que sienten por la vida y el trabajo en el campo.

Otro de los aspectos en los que es posible ver el intento por sostener un lazo con la actividad agropecuaria es que estos exproductores tratan de mantenerse en contacto constante con la problemática rural y se informan regularmente. Participan incluso de actividades de divulgación y capacitación, y muchos de ellos suelen ir a las cooperativas o las agencias de INTA a "charlar de campo". Aunque reconocen la brecha que se ha generado entre sus vivencias en la producción y el modo en que se maneja la actividad actualmente, al tiempo que plantean que les resulta difícil "seguirle el tranco" a las innovaciones, lamentan no poder estar en el campo ellos mismos, aprovechando las ventajas tecnológicas.

Aunque no lo consideren una alternativa practicable, todos (excepto algunas de las mujeres) plantearon su deseo de volver al campo.

Además, estas familias de ex-productores continúan siendo socias de las cooperativas locales aunque no hagan uso de los servicios productivos, lo cual, según los referentes de las entidades cooperativas que entrevistamos, resulta muy frecuente en la zona. Este fenómeno muestra otro mecanismo, mediante el cual las familias buscan sostener tradiciones familiares y espacios de sociabilidad y de participación político-gremial propios del ámbito agropecuario.

Ya sea por su relativa cercanía con el funcionamiento de las explotaciones que ya no manejan, la conservación de las casas familiares como íconos de su pasada vida rural o el intento por continuar participando de ámbitos relacionados con lo productivo, estos exproductores intentan resguardar algunos rasgos de su identidad y siguen autodenominándose chacareros. Sin embargo, reconocen que se trata de una identidad fragmentada, incompleta, que alimentan conservando un vínculo estrecho con sus explotaciones y la actividad. Siguen siendo (y viviendo como) chacareros pero "la ven del otro lado".

V. Reflexiones finales

En los partidos de Puán y Adolfo Alsina, y la zona de influencia en general, circula una imagen que identifica las consecuencias de los cambios económicos y productivos de los últimos veinticinco años con un proceso de continua concentración, uno de cuyos efectos (y/o medios de implementación) ha sido la "desaparición" de productores "chicos". En este artículo, hemos tratado de reconstruir las estrategias de un grupo de familias que abandonaron la actividad, virando hacia el rentismo, y permiten una primera aproximación a la diversidad de experiencias que conviven en el contexto de las trayectorias de salida de la producción.

Un aspecto en el que coinciden todas las trayectorias analizadas es que, en el transcurso de la última década, en general las condiciones de vida de las familias han mejorado y han logrado recuperarse financieramente, luego de una década de 1990 marcada por un importante endeudamiento.

Esto coincide con lo planteado por Cloquell et al. (2007), al describir el proceso de dinamización económica del medio rural (y urbano vinculado a lo rural) que ha sido característico del período posterior a la devaluación de 2002. Aunque el análisis de las autoras se refiera a una zona muy diferente del sudoeste bonaerense, por estar enclavada en el corazón de la zona núcleo sojera, es posible identificar una similitud fundamental respecto de que el fenómeno de mejora de la capacidad de consumo y la recuperación económica y financiera de las unidades productivas no ha implicado ninguna modificación de las condiciones estructurales que organizan la producción agropecuaria, e incluso ha sido acompañada por la profundización de tendencias previas de concentración productiva (y en alguna medida, también de la tierra).

En los partidos de Adolfo Alsina y Puán también es posible reconocer la existencia de la paradoja social que implica el pasaje de "arrendatarios que producían sin ser propietarios de tierra a propietarios de tierra que no pueden continuar en la producción" (Cloquell et al., 2007: 182). Pero en los casos de los distritos del sudoeste bonaerense encontramos que parte fundamental de la problemática se vincula, actualmente, con la falta de recambio generacional, que se suma a los problemas de adaptación a las nuevas reglas de juego productivas. Los diferentes procesos críticos por los que atravesaron la mayor parte de las familias cuyas trayectorias analizamos en este artículo y la incidencia de patrones culturales y de consumo vinculados a lo urbano parecen haber incidido fuertemente en la opción de los hijos por proyectos laborales y de vida desvinculados de lo agrario, lo cual ha impuesto una fuerte limitación a la continuidad de las familias en la actividad.

Respecto de las identidades de los sujetos con quienes hemos trabajado, los exproductores rentistas no se asumen en general como tales. Si bien ya no dedican su vida a la producción, tampoco se han desvinculado completamente de la actividad y tienen, en ese sentido, una identidad fracturada, producto de un proceso no cerrado, no resuelto aún.

A grandes rasgos, las trayectorias analizadas muestran puntos de contacto con experiencias similares en otras zonas de la región pampeana (el peso del endeudamiento, las dificultades para adaptarse a los condicionamientos del modelo tecnológico y las dificultades de la reproducción intergeneracional), pero exhiben también algunas peculiaridades, como el grado de involucramiento que mantienen los propietarios con la actividad que se desarrolla en sus predios (que permitiría hablar de alejamiento del trabajo directo sin desvinculación total de las explotaciones, más que de salida o abandono de la actividad) y la inversión de la tradicional relación de roles entre propietarios y arrendatarios, que merece ser rastreada y analizada en mayor profundidad. Por otra parte, el peso que parece tener el problema del recambio generacional es otro punto a continuar estudiando, ya que resulta un factor con especial impacto tanto a nivel productivo (por la dificultad de sostener un agro con importante cantidad de familias productoras), como territorial (por el despoblamiento y la desarticulación de los espacios rurales) y de las comunidades (por el concomitante envejecimiento de las poblaciones y las dificultades de inserción para los jóvenes).

Notas

1Respecto de los conceptos de trayectorias y estrategias se retomaron herramientas conceptuales propuestas por Bourdieu (1996, 1997). Para un planteo respecto de su especificidad en unidades productivas familiares, ver Schneider (2003) y Van der Ploeg (1993).

2 Adolfo Alsina, Bahía Blanca, Coronel Rosales, Coronel Suárez, Guaminí, Puán, Saavedra y Tornquist.

3 Respecto de la perspectiva de abordaje de los procesos de diferenciación social, consideramos especialmente relevante la propuesta de Murmis (1992).

4 Para mayores precisiones sobre la construcción de muestras intencionales ver Saltalamacchia (1992).

5 En términos de un tipo ideal podríamos definir a las unidades productivas familiares como aquellas que no explotan trabajo asalariado (las tareas de campo -trabajo manual directo- y de gestión están en manos de la familia), en las que la familia constituye un equipo de trabajo y donde la integración de la unidad productiva y doméstica y la conservación de un patrimonio (material y simbólico) moldean una cierta lógica y un modo de entender y llevar adelante la producción (una cierta racionalidad). Ahora bien, la realidad se presenta mucho más matizada, sobre todo en un contexto de cambio socioproductivo profundo como el que se viene registrando en el medio rural pampeano. En este sentido, cobran relevancia una cantidad de "situaciones grises", que dan cuenta de las múltiples formas que adopta la organización social de la producción, entre los extremos típicamente familiares y típicamente capitalistas (Balsa y López Castro, 2011a).

6 Esta técnica se diferencia de las historias de vida por el grado de sistematicidad con que buscan reconstruir las biografías, ya que implican por lo general reconstrucciones más detalladas de las trayectorias vitales de las personas, al modo de los estudios de caso.

7 Durante los primeros años posteriores a la devaluación (2002, 2003), las altas sobreganancias que propiciaban las condiciones internacionales favorables y el tipo de cambio a nivel local, fueron captadas por los productores capitalistas que producían sobre superficies arrendadas, porque el precio de la tierra no había sufrido aún variaciones positivas. Esto se debió a que todavía había relativamente pocos productores que pujaban por expandirse tomando tierras en arriendo y a que el capital extra-agrario (en la forma de fondos de inversión y pools) recién estaba comenzando a regresar al sector. Entonces, con una demanda baja de tierras, la ganancia extraordinaria fue hacia los productores capitalistas y no hacia los rentistas. En cambio, luego, con la expansión de los productores agropecuarios y el creciente ingreso de capitales, al aumentar la demanda por campos en alquiler la tierra comenzó a valorizarse y los precios de los arrendamientos fueron subiendo. Es decir que los beneficios se fueron direccionando hacia los propietarios de la tierra: la ganancia extraordinaria devino renta diferencial del suelo. Y, como contrapartida, la ganancia capitalista fue retornando a niveles más normales (Balsa y López Castro, 2011b).

8 Una parte de los pequeños y medianos propietarios se mantienen como productores propietarios, pero tienen cada vez más la tierra como su principal fuente de ingresos, ya que ha ocurrido una valorización de la misma, al tiempo que aconteció una descapitalización (muchos productores ya no tienen equipos de maquinaria propios sino que utilizan a contratistas de servicios) y una reducción del peso del trabajo propio (y de sus familiares). De este modo, muchos productores se han convertido en lo que denominamos "cuasi-rentistas": conservan un involucramiento en la actividad productiva, ya que están a cargo de las explotaciones y realizan inversiones de capital circulante, pero no aportan ya trabajo físico ni maquinaria (por la completa tercerización de las labores) sino esencialmente la propiedad de la tierra (Balsa y López Castro, 2011b).

9 Según el planteo de muchos entrevistados, es posible vincular el proceso de concentración, sobre todo de la propiedad, con el envejecimiento de los productores y la falta de sucesores, debido a que al fallecer los propietarios los campos suelen ser vendidos mayormente a actores extra-agrarios y extra-locales que van constituyendo unidades de importante extensión (desde 600 hectáreas en adelante) pues acceden a comprar tierras a precios más bajos que en la zona núcleo, como parte de una estrategia de inversión inmobiliaria (y ocasionalmente productiva). Lamentablemente, este conocimiento no puede ser complementado o contrastado con datos empíricos ya que los registros censales más recientes datan de 2002, por lo cual no aportan elementos para describir lo ocurrido en la última década, y tampoco se cuenta con investigaciones sobre la zona que den cuenta de estos fenómenos.

10 Una de las entrevistadas llamaba la atención sobre este fenómeno, al contrastarlo con la vida más sencilla de las décadas de 1960 y 1970: "Cuando nos casamos vivíamos con mis suegros en el campo, en las 150 ha las dos familias. No nos sobraba pero no pasábamos hambre tampoco, teníamos una vida normal. Nos conformábamos con menos. Era otra forma de vida, no sabíamos de marcas, pero siempre vivimos bien. Ahora todo es gasto y gasto, los chicos demandan y uno se va acostumbrando a la tecnología, a tener más cosas." (Exproductora 7)

11 Sobre la base de datos extraídos de la página web de la Compañía Argentina de Tierras (URL: http:// http://www.cadetierras.com.ar/valores-y-estadisticas/valor-alquileres-agricolas).

12 La idea de aburguesamiento se refiere tanto a la residencia urbana de los productores (residen ahora en el "burgo"), y los cambios que ello implica en los patrones de sociabilidad y las pautas de consumo, como al cambio del rol laboral de los productores y a una relajación en la constricción laboral característica de los chacareros hasta entonces (Balsa, 2006:218-219).

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