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Mundo agrario

On-line version ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.16 no.31 La Plata Apr. 2015

 

ARTÍCULO

Estancias de Entre Ríos en el siglo XIX, 1840 y 1880

Ranchers of Entre Ríos in the nineteenth century, 1840-1880

 

Roberto Schmit

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad Nacional de General Sarmiento
Universidad de Buenos Aires. Argentina
rschmit@ungs.edu.ar


Resumen

En este trabajo abordamos la racionalidad de inversión de los estancieros y sus lógicas de explotación de las estancias entrerrianas durante los orígenes del capitalismo rural argentino entre 1840 y 1880. En la investigación analizamos cómo evolucionó la inversión rural dentro de los patrones generales de inversión. Qué peso tuvieron sobre el ciclo productivo rural los distintos costos de los factores de producción. Finalmente, estudiamos las estrategias de gestión y cuál fue la rentabilidad que tuvieron las estancias. En el ensayo utilizamos los datos de una serie de inventarios y de un conjunto de contabilidades de estancias provenientes de los registros de testamentarias. Intentamos mostrar en el trabajo el peso diversificado de los patrones de inversión y la evolución de los costos de los factores de producción. También se plantea tomar en cuenta la rentabilidad que parece haber obtenido los estancieros.

Palabras clave: Estancias; Producción rural; Inversiones; Utilidad; Estancieros.

Abstract

In this paper we address the rationality of investment and their logical operating in entrerrianas "estancias" over the origins of rural capitalism Argentina between 1840 and 1880. The research analyzed how rural investment evolved into the general investment patterns. What weigth had on rural production cycle costs of various production factors. Finally, we study management strategies and what was the profitability of the ranchers. The paper uses data from a series of inventories and a set of accounts for "estancias" from probate records. We try to show at work weight diversified investment patterns and evolution of the costs of production factors. It also proposes consider the profitability appears to have obtained the ranchers.

Keywords: Estancias; Rural Production; Investment; Utility; Rancher.


 

Introducción

Durante el siglo XIX tuvo lugar un proceso económico de globalización atlántica impulsado sobre todo por la revolución de los transportes y por las grandes transformaciones sociales en las estructuras agrarias a ambos lados del océano Atlántico. Aquellas grandes mutaciones tuvieron lógicas y resultantes muy distintas, en una buena parte del continente europeo -al tiempo que bajaron los precios de los alimentos provenientes de ultramar- numerosos países registraron una disminución en su presión demográfica con un fuerte proceso de migración de población, acompañado por una profunda reforma rural y una intensificación de la industrialización basada en el trabajo-intensivo. En tanto, por el contrario, en numerosas regiones latinoamericanas se expandieron las fronteras rurales, intensificándose en ellas la producción primaria exportadora relativamente tradicional, como resultado de un proceso basado en una renovada relación de uso más intensivo de la tierra, con creciente recepción de inmigrantes y un fuerte incremento de la población. (O´Rourke y Williamson, 1999)
Particularmente en Argentina la trayectoria de expansión rural durante aquella época estuvo ligada sobre todo a la producción agrícola-ganadera de la región pampeana-litoraleña. De modo que los frutos de esos rubros constituyeron siempre un aporte superlativo en el desempeño macroeconómico y en los excedentes de exportaciones del país, jugando un papel clave en relación con la evolución del crecimiento económico rioplatense. Más específicamente durante las últimas cuatro décadas del siglo XIX la economía experimentó un sostenido crecimiento que llevo al país a estar entre los más destacados del momento.
Para dimensionar las trasformaciones de aquella época basta con observar que en dicho lapso, mientras la población del país se triplicó, la economía creció nueve veces, lo que llevó a que el producto bruto creciera a una tasa del 6% anual y el mismo per capita lo hiciera en un 3%. Por todo lo señalado, el factor medular del crecimiento económico argentino decimonónico estuvo centrado en la producción rural de rubros como el ovino para la exportación de lanas y en los derivados del vacuno (cueros, carne salada, etc), para más tarde agregarse otros bienes como los cereales y las carnes. Todo esto llevó a un aumento en la diversidad de bienes primarios producidos y también a un gran aumento del volumen y del valor de las exportaciones. (Chiaramonte, 1970; Díaz, 1975; Cortés Conde, 1979)
En aquel contexto de patr ón económico productivo rural las principales unidades de producción fueron las estancias y las empresas agrícolas, que usufructuaron los recursos naturales disponibles, se beneficiaron por el desplazamiento de la población, adaptaron nuevas mejoras en las técnicas y tecnología rural y dispusieron de nuevas vías de circulación y comercio para acceder a los mercados, mediante la construcción de una extensa red de caminos y el tendido del ferrocarril. (Gelman y Barsky, 2001; Barsky y Djenderedjian, 2003; Miguez, 2008)
De modo entonces que para analizar la econom ía argentina del período resulta significativo avanzar en las investigaciones regionales micro -con mayor profundidad espacial y dinámica coyuntural- sobre cómo funcionaron las unidades de producción en las diversas regiones y provincias argentinas. En particular, para estudiar el peso de los factores de inversión, producción, gestión y rentabilidad en el comportamiento de las estancias.
Tomando aquellos interrogantes en este trabajo nos enfocamos sobre el caso de las estancias entrerrianas, todav ía poco exploradas, para analizarlas durante el lapso temprano entre 1840 y 1880. Nos preguntamos cómo evolucionaron los patrones de inversión rural, cuál fue el peso variable de los diversos factores para sostener la producción rural, qué caracterizo a la gestión y a las estrategias de inversión de los productores Y en qué medida las transformaciones institucionales en la propiedad, los impuestos o en las estrategias de gestión condujeron a un aumento de la productividad modificando la rentabilidad de las estancias.
Para abordar estas cuestiones combinaremos la informaci ón, más estática, proveniente del análisis agregado de los patrimonios de los estancieros, con estudios algo más dinámicos de las cuentas de estancias, con los que podremos trazar una mirada que nos ofrezca variadas dimensiones sobre las características de los establecimientos rurales. Creemos que a través del análisis de aquellas preguntas básicas y de la evidencia empírica reunida podremos avanzar en aportar evidencias para esbozar respuestas más certeras respecto a la naturaleza y dinámica que tuvieron las estancias y los estancieros durante la etapa inicial de conformación de la expansión rural rioplatense. Asimismo, ellas seguramente también permitirán contribuir a una explicación más ajustada sobre los puntos de partida y la evolución posterior de la producción rural decimonónica.

Estancias y estancieros en los orígenes del capitalismo rural entrerriano

En Argentina durante el siglo XIX grandes extensiones de tierras fueron puestas en valor a través de la constitución de nuevas unidades de producción rural. En el caso de Entre Ríos, un área de frontera rural, la provincia estaba situada en una inmejorable posición geográfica para entrar en contacto con el mercado mundial. Allí desde el último cuarto del siglo XVIII tuvo lugar una fuerte expansión de la ganadería centrada en grandes estancias, en las que mediante pautas de producción muy extensivas, la conformación de planteles significativos de esclavos y una especialización en torno a los rubros vacunos, se compensaron factores adversos como la escasez y carestía del trabajo. En buena parte esas unidades productivas incorporaron las pautas más avanzadas de gestión de la época. (Djenderedjian, 2004)
Más tarde, durante la primera mitad del siglo XIX, su riqueza ganadera fue derruida y vuelta a generar a causa de las guerras que se disputaron en la región, y que tuvieron un campo de batalla privilegiado en el territorio entrerriano. En aquel contexto, los productores rurales lograron un notable éxito, patente sobre todo desde las décadas de 1830 y 1840 en la producción de bienes ganaderos. Ese éxito fue producto de la acentuación del uso de técnicas muy extensivas de manejo del ganado. Así compensaban la escasez de unos factores con la abundancia de otros, como fueron en gran medida el fácil y amplio acceso a la tierra pública y un complejo sistema de disposición de la mano de obra, que fue disciplinada desde el Estado a través del esfuerzo de los servicios de guerra (Schmit, 2004). De esta forma la economía entrerriana fundó un proceso de expansión rural que le dio suficiente empuje durante gran parte del siglo XIX para estar entre las más destacadas del Río de la Plata, cediendo el primero primer lugar sólo a la provincia de Buenos Aires. (Schmit, 2004 y 2008)
Aquella producción rural entrerriana tuvo como establecimiento productivo típico a la estancia, que mostró por rasgo común su gran heterogeneidad tanto a nivel espacial como a lo largo de la centuria. Respecto de las superficies de las estancias encontramos una gran diversidad que iba desde las más pequeñas de menos de una legua hasta las mayores que llegaron a ocupar en los casos extremos unas 60 leguas cuadradas de tierras. Tampoco resulta posible tipificarlas en función de su forma de organización del trabajo o por sus ciclos productivos, pues emplearon una variedad o combinación muy amplia de formas de contratación y arreglos combinados de mano de obra, que iban desde los arreglos de asalariados y jornaleros, hasta el arriendo, la aparcería, la medianería, y los agregados, e incluso en menor medida el usufructo de trabajo forzado. Asimismo y aunque la producción interna en las estancias fue diversificada, sobresalió la producción de algunos bienes principales destinados a los mercados regionales e internacionales y se obtuvieron en mucho menor medida otros bienes que se destinaban para el consumo interno del establecimiento o para el abasto de cercanías.
De modo que partimos de aquellas características variables y heterogéneas que tuvieron las estancias través del tiempo y del espacio provincial. Así en Entre Ríos la unidad de producción rural se ubicaba al interior de una extensión de tierra en la cual había generalmente una casa principal de varios cuartos, con cocina, galpones y ramadas en la que vivía o se hospedaba el propietario o el administrador si lo había. Además se sumaban de manera dispersa pero estratégica un conjunto de puestos con una serie de ranchos para capataces y peones. En los establecimientos además había galpones con útiles de trabajo, corrales de variado tipo, aljibe o pozo de agua y una arboleda, que en algunos casos contaba con frutales. Asimismo, a menudo las estancias contaban con zonas de montes, de donde se sacaba leña y madera, y se organizaban chacras o quintas en donde se producían hortalizas, verduras y sembrado de trigo y maíz (Sesto, 2005; Barsky y Djenderedjian 2003).
Ahora bien, por sobre aquellas caracter ísticas descriptivas generales resta aún examinar las recurrencias o transformaciones que tuvieron los desempeños microeconómicos sostenidos por aquellos establecimientos rurales. A lo largo del trabajo analizaremos la evolución de los patrones de inversión, de los costos de los factores fijos y la rentabilidad de las estancias entrerrianas. (Schmit y Djenderedjian 2006; Schmit, 2007; Schmit y Djenderedjian, 2005; Schmit y Djenderedjian 2008; Djenderedjian, 2014).

Los patrones de inversión y el mundo rural

En primer lugar analizamos la evolución de los patrones de inversión de los actores que sostenían la producción rural, para lo cual nos preguntamos: ¿con qué patrón o lógica invirtieron los entrerrianos en las estancias?
Como marco de referencia, para el caso de Buenos Aires, disponemos del estudio pionero de Juan Carlos Garavaglia que examinó los patrones de inversión de dos grandes estancieros de aquella provincia a mediados del siglo XIX. En su trabajo mostró una serie de rasgos significativos sobre las inversiones de reconocidos productores ganaderos, como Francisco Piñeyro y Francisco Pérez Millán, quienes tenían numerosas propiedades rurales que superaban las 10 mil hectáreas (Garavaglia, 1999). Para la década de 1840 y 50 encontró que los patrones de inversión en las actividades rurales representaban sólo el 21% y el 54% de sus activos, en tanto en sus patrimonios se destacaban las fincas urbanas con un 64% y 28% de los mismos, seguido por un 5 al 10% de dinero líquido puestos en préstamos. De manera que queda planteado claramente que los capitales de los actores económicos no tomaron rápidamente una hegemonía en sus inversiones rurales, a pesar de ser ya por entonces la ganadería el sector productivo más ponderado de su época.
El mismo trabajo revela otras cuestiones que marcan algunas de las claves por las cuales el vuelco del capital a la producción rural no habría sido tan directo ni vertiginoso. Por una parte, se señalan las razones vinculadas con la utilidad y la rentabilidad comparativa de los diferentes ramos de las inversiones posibles. La persistencia de la inversión inmobiliaria urbana se explicaba por la posibilidad que ésta daba de obtener, a través de rentas de alquileres, un ingreso fijo y en efectivo de alrededor del 7% anual del capital, que parece haber sido una fuente de ingreso seguro de liquidez y una tasa más estable de dinero que las obtenidas por la renta rural; que para los casos estudiados solo alcanzaron el 3,7 y 4,5 % anual. Por otra parte, en una economía como la de esa época en la que persistió la falta de crédito y de instituciones bancarias hasta muy entrada la década de 1870-1880, el dinero disponible para tal fin era provisto por los particulares que regularmente prestaban a una tasa mensual del 2% o sea al 24% anual. Esto hacía muy apetecible destinar dinero a las inversiones en préstamos, que dejaban un buen margen de ganancias, y no tanto a impulsar las inversiones rurales.
Más recientemente en otros estudios sobre la trayectoria de importantes actores económicos del mundo rural, Roy Hora ha vuelto a examinar la cuestión al plantear que sabemos poco sobre las inversiones iniciales de los capitalistas bonaerenses. Este autor a través de una serie de estudios sobre grandes capitalistas de la elite porteña que incursionaron con éxito en las empresas rurales, mostró que los actores económicos fueron adaptándose muy progresivamente a los nuevos escenarios que fueron surgiendo en el siglo XIX rioplatense. Así en su estudio sobre la elite de Buenos Aires, tomando 50 casos, Hora muestra cómo el vuelco predominante hacía la inversión rural no sucedió a lo largo del período de 1830-80, y por el contrario la pauta de inversión se mantuvo diversificada, destacándose en los patrimonios rubros como la renta de propiedad urbana y la inversión en el negocio comercial y financiero. (Hora, 2003; 2005; 2006).
De manera entonces que si los actores productivos tenían a las actividades rurales al menos desde 1820 como la actividad principal de la económica, la inversión constante o una mayor especialización de los mismos no habría sido tan predominante, ni automática o inmediata en aquel rubro. La causa de ese comportamiento sin duda estaba asociada -más allá de los bajos costos de ingreso a la actividad y la existencia de demanda de esos bienes- a los márgenes que daba la rentabilidad del sector y su estabilidad en los sucesivos procesos productivos en relación con las otras posibles inversiones alternativas.
En un sentido similar a los estudios expuestos sobre la campaña bonaerense, para nuestro estudio sobre Entre Ríos hemos podido analizar, entre 1840 y 1880, la distribución de la inversión de capital de una muestra de 108 casos de estancieros de tamaño mediano y grande, con un promedio de capital de 10.300 pesos plata. En base a ellos hemos elaborado el siguiente cuadro general sobre los rubros de inversión1:

Tabla 1. Rubros de inversión de Estancieros en Entre Ríos, 1840-1880

Como se puede observar en el cuadro resalta que del capital disponible la inversión de mayor envergadura de los estancieros estaba en el ganado. También sobresale que más de la mitad de ellos tenía propiedades urbanas, que representaban el segundo rubro en importancia. Por detrás de aquellas recién se destacaba la propiedad rural casi con un 15% del capital, seguido por una serie de rubros como los bienes líquidos y las deudas a cobrar, que juntas alcanzaban a más del 10% de los capitales, lo cual seguramente estaba asociado a un contexto económico carente de instituciones bancarias, de un débil mercado de créditos y de una notable falta de oferta de circulante. Si sumamos todos los capitales rurales (tierra, ganado y mejoras) ellos alcanzaban el 59,1% del total, lo que lo lleva a ser el mayor, pero no por ello el sector hegemónico.
Pero más allá de aquellos datos agregados también es de interés tomar en cuenta los ritmos de la evolución temporal de esos rubros a lo largo del período, para lo cual presentamos el siguiente cuadro que divide los activos invertidos en dos sub-lapsos de años2.

Tabla 2. Rubros de inversión en dos períodos de los estancieros en Entre Ríos (%)

Si comparamos para Entre Ríos la evolución de los porcentuales de inversión de los rubros podemos constatar interesantes cambios desde mediados de la década de 1860. Entre las novedades se encuentra la duplicación de peso de la tierra, lo cual resulta muy lógico en un contexto de nuevas leyes sobre tierras que regularizaba la propiedad rural, de un aumento de sus precios y de la creciente desaparición de la oferta de tierras públicas en las principales departamentos de la provincia. Asimismo se destaca el aumento en la inversión en las instalaciones y los útiles fruto del comienzo de las transformaciones productivas y de una mayor infraestructura rural que introdujo la ganadería vacuna de rodeo y sobre todo la ovina. Entre las mermas en cambio, es notoria la caída a la mitad de la disponibilidad de liquidez, probablemente fruto de la emergencia del sistema bancario desde 1865-70, y de los saladeros en manos de estancieros producto de una mayor especialización en este sector. En tanto la propiedad urbana y el ganado registraron bajas muy menores dentro de los rubros de inversión. En términos específicos para los capitales rurales, en la dinámica temporal vemos que para el último tramo temporal los mismos alcanzaron un 69,1%, es decir un diez por ciento más sobre el total de las inversiones que en el tramo anterior.
Aquellos indicadores generales sobre la dinámica de los capitalistas también pueden ser puestos en perspectiva comparativa si los ponderamos a la par de otros estudios que hemos realizado sobre la evolución de los patrones de inversión de grandes y muy destacados estancieros entrerrianos.
Para el extraordinario propietario y productor de esa época, Justo José de Urquiza, hemos podido constatar cómo fue incrementando su patrimonio de manera vertiginosa, sobre todo desde 1850-60, para llegar a acumular una fortuna de más de 5 millones de pesos plata bolivianos. (Schmit 2007). Aquel patrimonio que inicialmente en 1830-40 era de carácter comercial fue cambiando desde mitad del siglo mayoritariamente hacia la producción rural, llegando en 1872 a estar compuesto por varios nuevos rubros, sobresaliendo entre ellos los capitales rurales en base sobre todo a la propiedad de 272 leguas cuadradas de tierras (unas 734 mil hectáreas) de campos en producción, más numerosas inversiones en acciones y títulos, propiedades urbanas e industrias.

Tabla 3. Rubros de inversión de J.J. de Urquiza en 1870

Por su parte si tomamos el caso de un gran estanciero entrerriano, pero no millonario, podemos encontrar un patrón similar aunque más atenuado en términos de las inversiones rurales (Schmit, 2008). Así Manuel Urdinarrain, a lo largo de su ciclo de vida empresarial, fue construyendo un sólido patrimonio rural en base a la propiedad de 13,5 leguas cuadradas de tierras en las cuales se destacó la producción vacuna y más tarde ovina. De modo que para 1870 su patrimonio estaba compuesto de la siguiente manera:

Tabla 4. Rubros de inversión de M. Urdinarrain en 1865

De modo entonces que, de manera similar al caso de Buenos Aires, las pautas de inversión de los productores rurales medianos y grandes en Entre Ríos nos muestran que entre 1820 y 1880 tuvieron una cartera de inversión diversificada, y que no se volcó de lleno tan automático a la producción rural, aunque la misma sin duda ya para fin del período analizado era el sector principal de los capitales invertidos.
Aquella dinámica -de mayor inversión y especialización- habría estado ligada a las ventajas comparativas de la rentabilidad y costos de los factores que tenían por entonces las estancias en relación con otras actividades. Por ello resulta significativo saber si la inversión rural tenía una renta alta, a lo que se sumaba para el caso entrerriano que esa renta era muy inestable, fruto de las alteraciones en los ciclos productivos (sobre todo en los recurrentes ciclos de sequías) y de la evolución de los mercados y políticas públicas (sobre todo en una época azarosa en circunstancias políticas cambiantes, con permanentes guerras y varios alteraciones comerciales a las exportaciones que producían grandes altibajos de precios). Todo ello posiblemente habría mantenido activas las preferencias por la inversión en rubros de propiedades urbanas, comercio y también en préstamos durante una etapa que mostraba un alto costo del dinero. Asimismo, la presencia de efectivo y deudas en los patrimonios examinados nos habla también de la necesidad de los actores de mantener su liquidez o tratos a cobrar por la falta de financiamiento y disponibilidad barata del dinero efectivo.
No obstante todas aquellas pautas generales, desde 1860 parecen haber comenzado a cambiar los patrones de inversión, y dentro de ellos, a crecer el peso de los activos rurales. Ello seguramente debido a la expansión del lanar y de los saladeros entrerrianos, y por otra parte, debido a las políticas de venta de tierras públicas y el posterior aumento de los precios de la propiedad rural. Además para entonces la mayor estabilidad institucional de la Argentina habría comenzado a amortiguar un poco la inestabilidad y el riesgo, al tiempo que emergía lentamente el sistema bancario y de crédito y la información sobre la evolución de los mercados regionales e internacionales mejoraba a través de renovados sistemas de comunicaciones.
De modo entonces que todos aquellos cambios parecen haber llevado a los actores -sobre todo a los más destacados capitalistas- a tomar con mayor claridad su preferencia por la inversión en los capitales rurales, junto a los cuales emergieron nuevos rubros como los depósitos bancarios y las acciones y títulos de empresas privadas y públicas.

El peso de los factores de producción en las estancias

Ahora bien, si las estancias sobre todo desde la década de 1860 fueron el sector más destacado de la economía entrerriana y la inversión rural fue creciendo con mayor firmeza: ¿cómo evolucionó dentro de las estancias la dotación de inversión fija y qué racionalidad fue adquiriendo su dinámica? 
Nuevamente sobre este tópico, el estudio sobre las estancias en Buenos Aires de Juan Carlos Garavaglia ha revelado datos significativos sobre pautas de inversión rural hasta mitad del siglo XIX. Así para el período 1816 a 1852 postuló el siguiente peso de los rubros sobre la inversión rural. (Garavaglia, 1999)

Tabla 5. Porcentajes de inversión en rubros de las estancias de Buenos Aires, 1816-1852

Garavaglia también estimó que para aquella época el 53% de los casos estudiados no eran de propietarios, sino que provenían de quienes habían accedido a la producción a través de diferentes tipos de arreglos de posesión y usufructo de las tierras.
Asimismo, en otro estudio temprano sobre estancias bonaerenses, realizado por Samuel Amaral, se logró calcular otros porcentajes de inversión fija. Sus cálculos son para los años de 1818-1822 sobre 33 establecimientos y para 1848 y 1851 sobre 41 estancias. (Amaral, 1998)

Tabla 6. Porcentajes de rubros de inversión en las estancias de Buenos Aires

De manera entonces que estos dos trabajos muy ricos en aportes nos han dejado una buena ponderación de la evolución de los rubros de inversión en las estancias bonaerenses. Como se puede observar el ganado todavía era la inversión de mayor peso, seguida por el valor de la tierra, y finalmente por las mejoras, construcciones y útiles de las estancias. Esta ponderación de los capitales nos habla de una época de ganadería aun predominantemente vacuna, en un contexto de amplia disponibilidad de acceso a las tierras públicas y con una frontera rural todavía en constante movilidad. Por todo lo mencionado los costos y lógicas de organización del ciclo productivo estaban marcados por una modesta inversión inicial en tierras, por el acceso barato en usufructo o propiedad subsidiada, por políticas públicas, por una ganadería sin especialización y con altos costos de reclutamiento de mano de obra. (Halperin 1963; Gelman 1998).
Pero en Buenos Aires desde la segunda mitad del siglo XIX parece comenzar a cambiar la situación económica e institucional. Para esta etapa contamos con el estudio de Hilda Sabato sobre las estancias ovinas que aporta muy interesantes datos sobre las variaciones de la evolución de los factores productivos para el período entre 1845 y 1880. (Sabato, 1989)

Tabla 7. Porcentajes de rubros de inversión en las estancias ovinas de Buenos Aires

Entonces resulta claro que en el caso de la estancia ovina bonaerense operaron con fuerza los factores institucionales junto a la demanda externa y a las ganancias visibles de la producción lanar durante las década de 1850-60, todo lo cual llevó a que se invirtiera el peso de los principales rubros de inversión a partir de la década de 1870.  
Retomando nuestra investigación sobre las estancias ganaderas de Entre Ríos, hemos encontrado, para todo el período analizado, los siguientes patrones de inversión3.

Tabla 8. Inversión en rubros de las estancias de Entre Ríos, 1840-1880

Nuevamente aquí es interesante comparar la dinámica de la evolución de rubros por sub-períodos, de modo de poder observar mejor los cambios en el peso de los factores a través del tiempo.

Tabla 9. Inversión en rubros de las estancias de Entre Ríos, 1840-1880 (%)

En esta tabla nueve se muestra como, al igual que en Buenos Aires, en el caso entrerriano, aún sin ser una economía tan dinámica en torno a la adopción del ovino, fue alterándose la relación entre del peso entre el ganado y la tierra, en beneficio claramente de esta última.
Asimismo, con respecto a la evolución de los precios de los factores para el período, sabemos por los datos disponibles (no seriales pero confiables) que el valor de la tierra subió. Si en Buenos Aires el precio de la tierra para las zonas más dinámicas pasó de 0,68 pesos oro en la década de 1840 a 5,8 pesos oro en la década de 1860, esto muestra un aumento muy significativo, más aún en comparación con los precios del ganado, que se mantuvieron estables (Sabato, 1989). En caso de Entre Ríos sabemos que los precios entre 1840 y 1860 tuvieron un comportamiento fuerte al alza. En el caso del ganado, en vacunos subió de 1 a 4,5, en novillos de 3,75 a 7,75, Y en lanares criollos de 0,4 a 0,6 pesos. En tanto los precios de la tierra subieron de manera creciente desde la ley de tierras y las ventas de tierras públicas de 1861, llevando el precio promedio de 5 mil pesos la legua a 11 mil pesos. (Djenderedjian y Schmit, 2011)
De manera entonces que a la hora de pensar la estrategia de inversión fija rural y la organización de la gestión en las estancias de Entre Ríos no podemos dejar de lado esta significativa alteración comparativa de los costos de los factores de producción referidos a las inversiones básicas de capital que debían enfrentar los productores rurales rioplatenses. De modo que si hasta la primera mitad del siglo la racionalidad era aprovechar el acceso sencillo a la tierra y sus bajos costos, explotando extensivamente los recursos naturales, sin duda esa manera de organizar las inversiones y la explotación debió comenzar a cambiar sustancialmente sobre todo desde 1860. A partir de entonces se encarecieron aquellos factores y ganó terreno la necesidad de una explotación más intensiva de la tierra a fin de que la misma rindiera una renta más razonable en relación con el capital invertido y de acuerdo a los costos de sus factores de producción en el mercado.

Gestión y estrategia de inversión en las estancias

La gestión de las estancias en Entre Ríos para esta época muestra que en la gran mayoría de los casos fueron los propietarios o algunos miembros de la familia del propietario quienes ejercieron el control y la dirección de los establecimientos. En la situación de los grandes productores rurales ellos manejaban directamente, desde su propiedad o si eran ausentistas desde su residencia, la información, diseñaban la estrategia de inversión y organizaban el ciclo productivo. Además, como ya vimos, muchos estancieros grandes eran polivalentes, invertían al mismo tiempo en otras actividades e intentaban estar al tanto de la evolución de la mayor parte de los mercados tradicionales y de las cuestiones institucionales que podían afectar sus actividades.
Un ejemplo extraordinario es el de Justo José de Urquiza, quién instaló desde mitad de siglo un escritorio de negocios que funcionaba en su residencia. Con la ayuda de varios escribientes y administradores y con un sistema de cuentas intentaba centralizar las actividades productivas y hacer funcionar una diaria correspondencia entre sus dependientes. Al mismo tiempo pretendía mantenerse al tanto de los mercados y noticias a través de la recepción y análisis de periódicos y gacetillas. Así el gran estanciero podía estar informado al detalle no sólo de la marcha de sus propios negocios sino también de la evolución general del mercado financiero y comercial del Río de la Plata y de los mercados europeos-americanos, a los cuales finalmente exportaba sus productos rurales a la vez que importaba insumos directamente desde su propio embarcadero situado a la vera del río Uruguay en el saladero Santa Candida.
En contraste, casi la totalidad de los estancieros entrerrianos sólo contaba con una infraestructura muy modesta de gestión, basada sobre todo en su propia capacidad de trabajo, en el manejo de información limitada a través de la prensa o de sus contactos interpersonales, a lo que se agregaba en el mejor de los casos y de manera no permanente la ayuda de un administrador. Pero más frecuentemente la mayoría de los casos solo podían contar con la asistencia de los capataces de la estancia.
En los establecimientos grandes y medianos, por debajo del propietario, estaban sus dependientes, que se encargaban de la gestión de las actividades rurales en el siguiente rango. En unos pocos casos en las grandes estancias había un administrador que por lo general tenía un contacto directo y cotidiano (personalmente o por correspondencia) con él o los propietarios, para informar sobre la marcha del establecimiento, presentando las peticiones, novedades y evolución del mismo. Entre esas tareas se destacaban emplear gente, reparar instalaciones, comprar insumos, renovar el stock, pero casi siempre todas esas medidas se hacían a partir de las decisiones tomadas previamente o aprobadas por el propietario. También llevaban las cuentas y balances,  a veces mensuales y veces trimestrales, pero por lo general se trataba de una contabilidad de cuentas precarias de ingresos y egresos.
Pero lo más común y constante en todas las estancias estudiadas fue la presencia de uno o más capataces que recibían órdenes verbales directas del propietario para llevar adelante la organización de las diversas etapas del ciclo productivo y para manejar a los peones en todos o algunos de los puestos que había dentro de los establecimientos. En estos casos los capataces informaban verbalmente a sus patrones, ya que ellos eran mayormente iletrados o apenas sabían leer y escribir y no manejaban ninguna regla de contabilidad, sino que llevaban un sistema precario de cuentas generales que transmitían a diario o mensualmente a los propietarios.
Desde la década de 1860 en las estancias ovinas entrerrianas también emergieron otras formas de gestión indirecta para la explotación de determinadas parcelas de los establecimientos, como fue la creciente presencia de la aparcería. La escasez de mano de obra capacitada para la cría del lanar y los altos precios de los salarios llevaron a muchos estancieros a preferir los contratos de aparcería, por lo general con ingleses, escoceses, irlandeses, vascos-franceses y criollos, por medio de los cuales éstos se hacían cargo por uno o dos años de la gestión de una rebaño de ovejas (que oscilaba entre 1500 y 3000 cabezas). Los aparceros proveían sus conocimientos y el trabajo familiar en tanto que el resto de la inversión corría por cuenta del propietario, dividiendo las ganancias del producto en un cuarto del proceo del ganado para el mediero y lo restante para el estanciero.
Otra forma de explotación indirecta fue el arrendamiento de tierras, sobre todo llevado adelante por los grandes propietarios que alquilaban parte de sus tierras a estancieros chicos o productores familiares para la explotación de vacunos y lanares, a cambio de una renta líquida o en especie fruto del proceo ganadero. Esos alquileres por lo general resultaban un buen complemento de dinero para que los propietarios enfrentaran parte de los gastos líquidos más importantes como el pago de los salarios en los momentos de mayor actividad de la estancia, ya fuera para la yerra o para la esquila en el caso de los lanares.
En cuanto a la estrategia de inversión en el ciclo productivo, además del ya mencionado cambio en los rubros fijos ganaderos en función de las demandas del mercado atlántico y la evolución de sus precios, hubo productores que por las bondades del medio biótico de sus establecimientos y la mayor disponibilidad de capital, pudieron dar marcha a la mutación genética del lanar criollo al merino aprovechando así las ventajas coyunturales que tuvo el boom del lanar. En cambio la gran mayoría de los entrerrianos, como se puede observar en el cuadro siguiente, recurrieron a una adaptación mucho más conservadora, dado que sus tierras eran poco aptas para los merinos. Así, desarrollaron la cría selectiva de los lanares solamente en las tierras mejor dotadas del sur de la provincia, combinándola con la ganadería vacuna que continuó siendo hegemónica ofreciendo la producción de los bienes clásicos demandados por el mercado, cueros, carnes y sebo. Resulta claro entonces que en Entre Ríos los productores rurales pudieron desarrollar en sus estancias, aunque acotadamente, una renovada forma de gestión del ciclo productivo en función de las demandas del mercado exterior.

Tabla 10. Rubros de ganado sobre el patrimonio total de las estancias en Entre Ríos (%)

Porcentajes de tipos de ganado sobre el total del valor para cada rubro. Los promedios de cantidad de animales para el período son de 688 vacunos, 469 ovinos y 114 equinos por unidad de producción. Aunque en las grandes estancias el peso de los lanares casi igualaba al de los vacunos.

Otra cuestión importante en la gestión de las estancias fue el cambio y modernización en las instalaciones y el proceso productivo. Si bien en esta época no hubo ninguna revolución notable, como habría luego de 1880, sí hubo algunas adaptaciones y mutaciones puntuales. Entre las principales se destacaron la mejora de la casa central o casco de las estancias, la emergencia de arboledas y plantas frutales y la extensión de quintas con verduras y hortalizas, lo que sumado a la renovada presencia de aljibes y pozos de agua mejoró un poco las condiciones generales del nivel de vida de la gente de campo.
La emergencia de galpones permitió el resguardo de los útiles y una mayor productividad de algunas tareas rurales, sobre todo con los lanares y la esquila. Asimismo se extendió la presencia de corrales y transcorrales para organizar los distintos tipos y calidades de los animales, lo que agilizó las tareas más costosas como marcar, capar y separar las cabezas de vacunos y ovejas. En unas pocas estancias de mayor capital comenzó a utilizarse limitadamente el alambrado, que resultaba muy ventajoso para los linderos más peligrosos de las estancias por su cercanía con montes y ríos, permitiendo mantener mejor separados y controlados a los animales. De todos modos el alambrado hasta 1880 fue muy costoso y casi todos los establecimientos continuaron utilizando al cercado de palo a pique como recurso para controlar los ganados. (Barsky y Djenderedjian, 2003)
Aquellas formas de explotaci ón y mejoras de las estancias en Entre Ríos parecen haber sido una etapa de inicio de una constante mayor que se desplegaría sobre todo en las décadas posteriores a 1880. Así lo ha mostrado Miguez en su estudio sobre la estancia Las Cabezas y Las Colas gestionada por ingleses en tierras de Departamento de Gualeguaychú. Aquellos casos se trataron sin duda de exitosos establecimientos ganaderos que con renovadas formas de organización sostuvieron durante la segunda mitad del siglo XIX un importante stock de merino, bovinos de raza y pasturas de alfalfa. (Miguez, 1985)
Todas aquellas cuestiones que operaron para Entre R íos sobre las estancias ganaderas vacunas y lanares de rodeo con una organización más racional, tuvieron un impacto que se puede percibir con claridad en el aumento sobre los capitales fijos de los rubros de construcciones y cercados, como podemos observar en el cuadro siguiente.

Tabla 11. Otros rubros sobre el total del patrimonio de las estancias en Entre Ríos (%)

Porcentajes de valor sobre de los rubros sobre el total de valor de los inventarios de sucesiones.

Rentabilidad de las estancias

Para evaluar la rentabilidad disponemos de una serie limitada de contabilidades de Estancias4. En ellos podemos encontrar establecimientos medianos y grandes, por lo que distinguiremos los casos por separado para poder hacer un seguimiento de cada uno de ellos en función de realizar un adecuado ajuste e interpretación según su contexto temporal, ecológico y de la coyuntura institucional, económica y familiar de los diferentes estancieros.
Para Entre Ríos disponemos de las cuentas de siete casos sólo para períodos cortos todos entre 1838 y 1860. Tres de estas unidades eran establecimientos medianos. El de Candelaria Cardoso situado en el Departamento de Nogoya con mil cabezas de vacunos, el de María Bustamante de Beades en el Departamento de Rosario del Tala, con 1500 cabezas y el de Javier Coussy en el Departamento de La Paz, con unas 1000 cabezas. Entre las grandes se encontraban la estancia de María Núñez en el Departamento de Gualeguaychú con 4 mil cabezas y la de Ramiro Ferreira en el Departamento de Rosario del Tala con 3 mil cabezas. Finalmente, entre las estancias más grandes, se hallaba el establecimiento de Potrero de San Lorenzo en el Departamento de Gualeguaychú que, a inicios de la década de 1850 pertenecía a la familia Elia y que desde la década de 1860 paso a manos de uno de los estancieros extraordinarios del Río de la Plata, como fue Justo José de Urquiza5.
Los cinco primeros estuvieron manejados como un establecimiento familiar, contando para su administración y gestión sólo con la ayuda de los capataces bajo la dirección directa de algún miembro de la familia propietaria. El Potrero de San Lorenzo en manos de los Elia, desde 1848, se convirtió en una estancia en sociedad a través de acciones familiares que poseían Doña Isabel Alzaga de Elia y sus hijos, y era administrada por uno de los miembros de la familia. Más tarde la estancia ya en propiedad del general Justo José de Urquiza fue un establecimiento gestionado por su dueño a través de administradores y capataces, pero como una pieza importante de un complejo de estancias y de un gran saladero que éste poseía en la provincia. Para entonces su propietario contaba con una gestión más centralizada donde recibía la información de sus administradores y capataces para elaborar de manera personalizada una estrategia unívoca de organización y de gestión.

Tabla 12. Utilidad y renta de la estancia medianas entrerrianas

Como se observa, los datos sobre utilidades y rentabilidades anuales de las estancias medianas son variables pero en general rondaban el 2%. No obstante hubo valores extraordinarios, así fue el caso de Coussy cuyos herederos, sus hijos menores, entre 1871 y 1874 en medio de las rebeliones jordanistas liquidaron a través del albacea todos los stocks de ganado de la estancia, lo que resulta muy comprensible porque sus utilidades resultaron sustancialmente superiores a los otros casos. En tanto en el caso de la estancia de Cardoso, se trató de un valor superlativo de rentabilidad dado que se trataba de un establecimiento muy diferente del resto pues se situado enteramente sobre tierras públicas de frontera, por lo cual su costo de acceso e inversión en la misma era sumamente bajo. Asimismo, este caso es la antítesis del anterior pues con un bajo capital mantuvo en el período de la contabilidad un gran stock de animales; es decir no produjo ventas significativas, lo cual llevó a registrar una rentabilidad atípica para un lapso de gestión6.

Tabla 13. Utilidad y renta anual de las estancias grandes entrerrianas

Asimismo en las estancias grandes encontramos una situación similar donde las utilidades también rondan el 2%. En tanto la rentabilidad es más diversa nuevamente fruto de las diversas lógicas y estrategias diferenciales del peso de los costos de inversión en diversos momentos y en su posterior variación para los diferentes Departamentos de la provincia.
Así, tanto Núñez como Ferreira tenían sus estancias en zonas de tierras con mucho menor costo de acceso y mantenimiento. Por el contrario la gran Estancia del Potrero de San Lorenzo (en manos de familia Elia y luego de Urquiza) estaba situada en el área biótica más rica, con mayor incremento del valor de la tierra y donde los factores de producción resultaban más caros. En contrapartida es muy probable que las rentas en zonas ya consolidadas y de mejor calidad promedio fueran más estables en un ciclo más prolongado que la alcanzada regularmente en las de áreas con un medio biótico magro7.
También es interesante tener en cuenta que en el caso del Potrero, al cambiar de propietario a manos de Urquiza, en pocos años logró aumentar su rentabilidad. Ello seguramente, quizás uno de los pocos casos entrerrianos en la época, fue consecuencia de integrar ese establecimiento dentro de una red compleja de negocios y financiamiento, lo que bajó los costos de acceso al dinero, de abastecimiento de insumos y de mano de obra, como ya hemos analizado en otro artículo (Schmit y Djenderedjian, 2007).
Otra cuestión muy importante para todos los establecimientos fue el peso que tuvieron los costos variables en la producción rural de las estancias entrerrianas. En el análisis de estos casos, más allá del tamaño y lugar, encontramos invariablemente que fue muy significativo el alto costo de la mano de obra. Más allá de las diversas estrategias utilizadas, siempre constituyó por lo menos la mitad de los costos totales del ciclo productivo de las estancias. El resto se distribuyo entre los costos institucionales, de comercialización y finalmente -entre un cuarto y un tercio- estuvo destinado a reinversión en el establecimiento e ingresos para el propietario.

Tabla 14. Porcentuales de los Gastos de los rubros de las estancias entrerrianas

Los datos de estos costos de mano de obra hacen más comprensibles los recurrentes intentos de reducir al máximo los gastos fijos y los líquidos en salarios, empleando todos los tipos posibles de estrategias para obtener otras formas de trabajo barato (agregados y dependientes), al mismo tiempo que trataban de producir parte de sus insumos para no recurrir al mercado.
De modo que si consideramos los valores de la rentabilidad, sin tomar en cuenta los casos extremos -que se explican solamente por las particulares condiciones locales de costos de acceso o explotación de la tierra-, podemos concluir que los establecimientos medianos tuvieron rentas promedios cercanas al 2%, en tanto los grandes parecen haber oscilado en promedio entre un 2 al 4%. Esto muestra que las estancias entrerrianas tenían una renta modesta, que para esa época era similar al costo del dinero. De todos modos, más allá del nivel de la renta, es evidente que desde la década de 1860 la tierra y el ganado se valorizaron casi de manera continua -a veces de forma desproporcionada en las zonas de mejores tierras- por lo cual las estancias pueden haber sido también una inversión en función de los costos de oportunidad futuros, lo que representa otra forma posible de obtener ganancia.
Aquella tasa de renta de las estancias entrerrianas en términos temporales tampoco puede considerarse tan magra si la misma se hubiera mantenido constante en el largo plazo, ya que en estudios para la década de 1880-90 de otros establecimientos muy dinámicos de la provincia, alcanzaban un rendimiento medio del 3% anual. Pero aquello fue para un período económico rioplatense no tan comparable por ser mucho más largo y bastante estable. (Miguez 1985)
Pero para la época aquí analizada podemos corroborar que las tasas de renta entrerrianas, salvo en zonas de extraordinarias de oportunidad inicial, parecen haber sido un poco más bajas que las de sus provincias vecinas. Así para Buenos Aires los estudios han señalado que la rentabilidad de las estancias más dinámicas habría rondado en promedio como piso entre el 3 y 4%, en establecimientos con estructura productiva de avanzada con animales vacunos y ovinos mestizados. En tanto en su trabajo sobre las estancias lanares bonaerenses, durante el boom del ovino, Hilda Sabato calculó una rentabilidad media mucho más alta, aunque advirtiendo claramente que en las empresas rurales hubo una tendencia ascendente en los ingresos netos pero un descenso marcado de las utilidades.
En resumen, el caso entrerriano, a diferencia del boom lanar porteño, nos ofrece evidencia de que sus estancias ganaderas obtuvieron una renta moderada, aunque nunca muy superior al costo del dinero. En este contexto se hizo sin duda más evidente la necesidad de racionalizar y optimizar lo mejor posible la estancia. En ese sentido para los modestos medianos estancieros el camino fue aprovechar la oportunidad mientras estuviera disponible el acceso a los menores costos de la sociedad de frontera rural. Para los mayores capitalistas, fue realizar mejoras de gestión o adaptaciones productivas en las estancias, cuyo ejemplo máximo sería el caso del Potrero de San Lorenzo, como camino para sostener o para duplicar la rentabilidad de la actividad. Así en el primer caso se trataba de reducir los costos de acceso y de producción y en el segundo de poder alterar la productividad o reducir parte de los costos de acceso al dinero, al abastecimiento y a la comercialización. (Schmit y Djenderedjian, 2007)

A modo de cierre

En nuestro enfoque partimos de postular que los estancieros y los establecimientos rurales rioplatenses deben ser analizados como parte de un proceso global de transformaciones económicas y sociales. Pero dentro de ese contexto general el análisis de la dinámica de estos cambios debe superar la perspectiva global y esquemática sólo basada en pensar dinámicas comunes para toda la economía rural argentina del siglo XIX, Para dar lugar al análisis de la diversidad los patrones, lógicas y ritmos regionales que tuvo aquel proceso en el complejo escenario del Río de la Plata decimonónico. Esto entendiendo que, si bien los actores compartieron un marco externo e institucional más o menos común, ellos -como hemos visto- fueron afectados por múltiples condiciones internas que fueron sucediendo durante esa época en el seno del contexto histórico local.
Inicialmente en este trabajo hemos mostrado, que de manera similar a otros casos más conocidos, los actores económicos entrerrianos tuvieron patrones de inversión que no se volcaron automáticamente ni de manera abrumadora hacia la producción rural, aunque sin duda este sector fue desde fines de la colonia el más extendido y destacado dentro del desempeño productivo provincial. Aquella diversidad relativa en la inversión habría estado en relación directa con las ventajas comparativas de sostener otros rubros de inversión, sobre todo por lo irregular y modesto de la rentabilidad que tenían por entonces las estancias en relación a las otras inversiones.
De modo que durante esta época los activos y la renta rural no serían tan altos como muchas veces se ha supuesto, sumado a que ésta última resultaba inestable, fruto de las alteraciones en los ciclos productivos, de la evolución de los mercados y sobre todo de las cambiantes circunstancias políticas. Esto también mantuvo arraigada la inversión en rubros estables de resguardo de valor como propiedades urbanas y en otras más redituables como los préstamos o la disponibilidad de capital líquido, en un contexto de altos costos del dinero y de carencias de un sistema bancario y de crédito interno o externo. Asimismo, la presencia de efectivo y las deudas en los activos nos hablan también de la necesidad en mantener su liquidez constante frente a la inestabilidad y la falta de financiamiento y disponibilidad del crédito formal.
No obstante todo lo señalado, desde la década de 1860 algunas cuestiones parecen haber comenzado a cambiar en Entre Ríos, lo que se ve reflejado en el creciente peso de los activos rurales y en la emergencia de otros rubros nuevos como los depósitos bancarios y los títulos y las acciones.
También nuestro análisis sobre las estancias nos permite sacar algunas otras conclusiones sobre la dinámica de las mismas durante la emergencia del capitalismo rural en el Río de la Plata. El estudio nos señala que los estancieros tuvieron una racionalidad congruente con su tamaño, la disponibilidad de recursos del medio biótico, su ubicación geográfica y distancia respecto del mercado. En esa lógica aparecieron patrones de explotación acordes con la necesidad aprovechar la evolución de los costos relativos de los factores más abundantes y accesibles a la producción local de cada Departamento, al mismo tiempo que los estancieros intentaron vincularse, con éxito relativo, lo más rápido posible a las mutaciones operadas en los rubros con mayor demanda en el mercado atlántico.
En función de lo señalado, esta mirada resulta acorde con lo postulado por aquellas interpretaciones que presentan la expansión rural y la lógica productiva de la estancia caracterizada por el intento de los productores de alcanzar una maximización de los factores de producción disponibles y más baratos en cada caso. Lo cual, por una parte, sintetiza su carácter racional. Pero, por otra parte, también explica, tras las múltiples varianzas locales, los posibles límites y vulnerabilidad que habría de encontrar la estancia entrerriana en su rentabilidad y competitividad. Es decir que la dinámica económica del establecimiento rural no estaría determinada sólo por el margen de disponibilidad inicial de los factores de producción, sino además en buena medida por la evolución local de los precios relativos y posibilidades de acceso a esos factores.
Por ello, además de tener en cuenta la intensidad de los pulsos o ritmos del mercado externo, en el contexto interno los actores tendieron a invertir en los factores de producción y en la organización de los ciclos productivos a través de un concepto similar al de "empresa evolutiva", Es decir, de un cambio gradual de adaptación y no de carácter permanente, sin alterar significativamente la productividad. Así el estanciero se basaba en la experiencia de la herencia recibida y en intentar la adaptación del establecimiento para especializarse cada vez a la evolución del mercado, pero siempre desde dentro de un medio natural, institucional e histórico concretamente determinado de posibilidades cambiantes de negocios, y no en un marco ideal.
En ese flanco interno el establecimiento rural entrerriano debió interactuar con cuestiones muy destacadas como fueron las cualidades productivas muy diversas de sus tierras, su distancia respecto de los mercados y, sobre todo, la marcha y los costos de las políticas públicas referidas a la transformación y regulación de los derechos de propiedad de la tierra pública y privada. Esto último, considerando una economía de frontera en expansión que ingresaba en una etapa de transformación capitalista. Asimismo, los problemas monetarios y el sistema de crédito y bancario emergente en la década de 1860-70 también afectaron de manera desigual las lógicas de asignación de recursos, la gestión y la confianza en la actividad rural (Willianson, 1989; Nelson y Winter, 1982). Finalmente la crisis política abierta por las rebeliones jordanistas de 1870 en adelante sin duda también afectó al menos por una década muy negativamente las posibilidades productivas de las estancias entrerrianas.
Como hemos visto, la transición desde la etapa temprana de producción de ganadería alzada tradicional a otra organizada en el rodeo, la mejora de razas y la consolidación de la propiedad de la tierra, no parecen haber conducido todavía a cambios sustantivos en la productividad o en la disminución de los costos, por lo cual la rentabilidad fue modesta. No obstante, el análisis de las cuentas de estancias muestra una dirección que no era unilineal, observándose que el tamaño o la disponibilidad de acceso a los factores productivos de la unidad no determinó de manera directa un aumento de la rentabilidad, aunque sí quizás la reducción de algunos factores pues allí había mayores posibilidades de bajar los costos laborales, de los insumos y de acceso al mercado. Así la trayectoria entrerriana parece haber transitado en esta época por una combinación de tipos de estancias y formas de explotación variadas en función de sus realidades locales, de la evolución en los factores productivos, de recursos bióticos muy diferenciados y de rentabilidades modestas pero diferenciadas por el entorno.

Apéndice

Como ya es sabido hasta el presente son pocas las contabilidades de estancias con que contamos para el período de estudio de este trabajo. En este artículo para casi todos los casos se trata de contabilidades provenientes de cuentas de establecimientos rurales llevadas a cabo en contextos peculiares de sucesión de testamentarias, lo que nos lleva a tomar más que nunca muy en consideración el contexto y lógica de la gestión de las estancias en durante esos años. En otro caso como el de J.J. de Urquiza se trata de cuentas que provienen de su gestión habitual en los libros de cuentas de sus estancias. En todos los casos de trata de cuentas para períodos cortos de gestión.
En el trabajo para realizar los cálculos de las cuentas utilizamos los siguientes conceptos:
Utilidad: corresponde al beneficio económico obtenido en el curso de las operaciones realizadas en un lapso temporal anual, y es producto de la diferencia entre las ventas de los productos y el costo de los mismos, obtenido a partir de descontar al producto de los ingresos los costos de los factores utilizados. En el trabajo los mismos aparecen expresados en porcentajes respecto de los activos.
Rentabilidad: es calculada sobre el total del ejercicio contable (para cada caso se expresa el período del cálculo), tomando los activos obtenidos al final, menos al activos al inicio del ejercicio, más las utilidades, todo ello sobre el capital (inicial o su variación) del establecimiento.
La fuente de inventarios de sucesiones, como toda fuente histórica, tiene ventajas y desventajas en sus registros. Por una parte, como beneficios sabemos que el capital declarado y los valores de los mismos son mucho más realistas y exactos que los registrados por otro tipo de fuentes, como por ejemplo los registros fiscales. Por otra parte, como perjuicios, las testamentarias tienen ciertos sesgos propios de esta fuente. Ellos tienen un promedio elevado de la edad en sus casos, suele tener un sub-registro de las personas con menor capacidad económica o ciertos grupos étnicos, da cuenta por lo general más sobre las prácticas del fin del ciclo de vida de las personas. En la investigación hemos tomado casos de diferentes épocas, sexos y Departamentos de la provincia a lo largo del período de estudio del trabajo.

Las testamentarias utilizadas son:

De la década de 1840 y 50: Juana Cuello, de Victoria- Magdalena Zuñer, de Gualeguaychú- Francisco Hernández, de Paraná- Rafael Fleytas, de Gualeguaychú- Antonio Ríos, de Diamante- Tomas González, de Gualeguaychú- Juan Troncoso, de La Paz- Josefa Rosende, de Gualeguaychú- José Uzín, de Paraná- Juan Campos, de Paraná- Juan González, de Victoria- Blas Martínez, de Rosario del Tala- Casto Domínguez, de Victoria- Pantaleón Gómez, de Gualeguaychú- Pilar Mendoza, de Paraná- Sebastián Puig, de La Paz- Teresa Bravo, de Paraná- Juan Burgos, de Diamante- Pedro Albornoz, de Diamante- Francisco Fernández de la Fuente, de Paraná- Pedro Ramírez, de Paraná- Gregorio Sola, de Paraná- Lucas Vera, de Paraná- Julián Farías, de La Paz- Miguel Gómez, de Paraná- Juan Ramos, de Paraná- Miguel Romero, de Victoria- Pedro Mauri, de Paraná- Miguel Sandillu, de Paraná- Vera Ciriaco, de Paraná- Isabel Alzaga de Elía, de Gualeguaychú- Telesfora Farías de González, de Gualeguay- Marcelo Troncoso, de Paraná. Total 33 casos.
De la década de 1860-70: Victoriano Albornoz, de Paraná- José Álvarez, de Paraná- Anastasia Benítez, de Paraná- Francisco Hernández, de Paraná- Agustina Álvarez, de Paraná- Rosario Arellana, de Paraná- Saturnino Cardoso, de Nogoya- Cristina Echevere, de Gualeguaychú- Fernando Escobar, de Victoria- José Espeleta, de Victoria- Mauricia Ferreira, de Nogoya- Rita Galeano, de Diamante- Felipe Gálvez, de Nogoya- Zacarías Iparraguirre, de Nogoya- Felipe Mendieta, de Nogoya- Alberto Otero, de Paraná- Julián Retamal, de Paraná- Rosa Rojas, de La Paz- Jacinta Romero, de Victoria- Pedro Ruiz, de Nogoya- Laureano Sosa, de Diamante- José Taborda, de Paraná- Leandro Caballero, de Paraná- Francisca Moreira, de Nogoya- Justo Ortiz, de Nogoya- Pedro Pila, de Nogoya- Santos Ramírez, de La Paz- Pablo Rueda, de Nogoya- José Segovia, de Nogoya- Candelaria Cardoso, de Nogoya- José Posadas, de La Paz- Felipe Caballero, de Gualeguaychú- Apolinario Doldan, de Gualeguaychú- Felipa Figueroa, de Nogoya- Juana Sánchez, de Victoria- Inocencio Villanueva, de Nogoya- Antonina Orellano, de Rosario del Tala- Salome Romero, de Rosario del Tala- Eusebia Castro de Pérez, de Victoria- León Segovia, de Gualeguay- Luciano Velásquez, de Rosario del Tala- Víctor Zapata, de Gualeguay- Justiniano Retamal, de Nogoya- José Soto, de Paraná- Bernabé Álvarez, de Nogoya- Félix Aldana, de Victoria- Marcelino Leguizamón, de Nogoya- Eusebio López, de Victoria- Sinforosa de Ramírez, de Feliciano- Cipriano Mendieta, de Paraná- Ángel Miranda, de Paraná- Simona Sileni de Villanueva, de Paraná- Wenceslao Taborda, de Rosario del Tala- Valeriano Mendoza, de Paraná- Gervasio Cardoso, de Paraná- Javier Cossio, de La Paz- Bartolomé Sobrano, de Diamante- Justo J. Urquiza, de Concepción del Uruguay- Manuel Celes, de Diamante- Muñoz Hilario, de Paraná- José La Palma, de Nogoya- Laureano Isasmendi, de Nogoya- María Bustamante de Beades, de Rosario del Tala- Juan Vivas, de La Paz- Ramiro Ferreira, de Rosario del Tala- Javier Coussy, de La Paz- Francisco Castañeda, de Gualeguay- Feliciana Lubos, de Paraná- Ciriaco Vera, de Paraná- Manuel Celis, de Diamante- Manuel Urdinarrain, de Concordia- Bartolomé Osuna, de Victoria- Octavio Nolasco, de Gualeguay- Fortunato Viñales, de Victoria- Total de 74 casos.

Agradecimientos

El autor agradece los valiosos comentarios y sugerencias de los dos evaluadores anónimos del trabajo.

Notas

1 Las fuentes utilizadas en este trabajo son los inventarios de 108 casos de testamentarias de diferentes Departamentos de la provincia. Los mismos se encuentran en el Archivo General de Entre Ríos (AGER). Sección Expedientes judiciales, serie testamentarias. Para más datos sobre las fuentes ver el apéndice.

2 AGER, Sección Expedientes Judiciales. Serie de Testamentarias.

3 AGER, Expedientes judiciales. Serie Testamentarias.

4 Contabilidades de estancias existentes en las testamentarias, AGER, Expedientes judiciales. Para más información sobre la fuente ver el apéndice.

5 En el caso de Urquiza se trata de información proveniente del Archivo del Palacio San José. El caso de los Elía la testamentaria se encuentra en Archivo General de la Nación, Sucesiones 3522, Alzaga de Elia, cuerpo 3.

6 Para este trabajo consideramos la rentabilidad operacional del patrimonio (utilidad operacional / patrimonio) de las estancias a lo largo de los períodos temporales explicitados en el cuadro.

7 La alta tasa de rentabilidad de Cardoso, Núñez y Ferreira podemos decir son rentas de oportunidad, que se explican por las características contextuales de una etapa temprana en tierras de frontera de sus estancias. En ambos casos los costos de acceso a la tierra eran muy bajos por estar instalados en tierras públicas y no pagar en esa época casi ningún arriendo y por acceder a la mano de obra a través de arreglos informales y no asalariados, lo cual redujo muy considerablemente los costos de capital fijo y móvil de sus estancias.

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Fecha de recibido: 25 de octubre de 2014
Fecha de aceptado: 13 de febrero de 2015
Fecha de publicado: 1 de abril de 2015

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