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Mundo agrario

versão On-line ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.17 no.35 La Plata ago. 2016

 

DOSSIER

Las paradojas de la libertad. La Independencia en el Río de la Plata y la desigualdad

Jorge Gelman(*); Daniel Santilli(**)

(*) Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
jorgegelman@gmail.com

(**) Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires, Argentina
dvsantilli@gmail.com


Resumen

Este artículo plantea los principales resultados de las investigaciones que realizamos en los últimos años referidos a los procesos económicos en Buenos Aires y en el conjunto del Rio de la Plata luego de la independencia. Por un lado se evalúa el comportamiento comparado de las economías regionales, resaltando el desigual desempeño de las mismas y por el otro se presta especial atención a la evolución de la desigualdad entre las personas y grupos sociales en la provincia de Buenos Aires entre finales de la colonia y la segunda mitad del siglo XIX, caracterizada en general por una desigualdad creciente. De esta manera, en términos de equidad, los resultados de la independencia fueron desfavorables para los más pobres.

Palabras claves: Buenos Aires; Desigualdad; Economía; Regiones; Tierra; Siglo XIX.

The Paradoxes of Freedom. Independence and Inequality in the Río de la Plata

Abstract

This paper brings forth the main results of our research from the last few years regarding the economic processes in Buenos Aires and the Río de la Plata region altogether following the Independence. On the one hand, it compares the different regional economies, underscoring their unequal performance; while on the other hand it pays special attention to the evolution of inequality amongst the people and social groups in the Buenos Aires province from the end of the colony to the second half of the 19th century, with an overall growing inequality. Hence, in terms of wealth and income distribution, the results of the Independence were unfavorable for the poorest.

Key Words: Buenos Aires; Inequality; Economy; Regions; Land.


Introducción

En la cabeza de algunos líderes de la revolución, el fin del régimen colonial, de los monopolios y de las pesadas gabelas impuestas por la metrópolis en su beneficio, debían promover con bastante rapidez el crecimiento económico de la región, pero también la felicidad de sus súbditos, ahora convertidos en ciudadanos, expresada entre otras cosas en una mejora de sus condiciones de vida y en una mayor equidad en el reparto de los recursos.

Esas expectativas corrieron suertes diversas. El crecimiento económico tardó en llegar, afectado por las continuas guerras y la crisis de la minería altoperuana que jugaba un papel central como mercado de consumo de los bienes que producían las economías regionales de este espacio. Por el otro lado, el despegue de una nueva economía mundial espoleada por la revolución industrial significó un estímulo importante, gracias a la mejora de la competitividad de ciertos productos primarios de periferias como la del Río de la Plata, los cuales se podían vender en el mercado atlántico a buenos precios a cambio de manufacturas cada vez más baratas. Esta mejora en los términos de intercambio podía actuar ahora de manera directa en la región por el final de las trabas comerciales que imponía la administración colonial. Sin embargo, dicho estímulo sólo pudo actuar en las primeras décadas que siguieron a la revolución en los lugares que, además de disponer de los factores productivos adecuados al momento –especialmente tierra barata, ya que el capital y el trabajo fueron muy escasos por bastante tiempo– se encontraban muy cerca de los puertos que permitían realizar el intercambio de materias primas como el cuero por las manufacturas que proveían los países industrializados del norte. El costosísimo flete terrestre se convertía en una barrera casi infranqueable para este tipo de bienes demandados por las metrópolis industriales europeas, con bajo valor unitario y alto volumen físico. En una situación favorable se encontraba sobre todo Buenos Aires por su ubicación, su dotación de recursos, y la capacidad de incrementar la oferta de tierras al expandir la frontera de manera rápida y radical. En segundo término, algunas regiones del litoral, especialmente Entre Ríos, pudieron beneficiarse del mismo proceso una vez superados los aspectos más costosos de las guerras. Pero muy difícilmente lo pudieron aprovechar las regiones interiores del territorio, aquellas que sufrieron más agudamente la decadencia de los mercados mineros sin poder reemplazarlos eficazmente por este nuevo mercado atlántico.

De esta manera el primer fruto del fin del orden colonial fue un incremento dramático de la desigualdad regional en el espacio rioplatense. Si durante el siglo XVIII casi todas las regiones conocieron procesos económicos similares, primero de dificultades y luego de crecimiento, pero mantuvieron un cierto equilibrio entre ellas, después de la revolución se producirá un gran desequilibrio regional a favor de Buenos Aires y de ciertas regiones del litoral y en desmedro de la mayor parte de los territorios interiores, proceso que no hemos dudado en llamar como la gran divergencia1.

Si esto era así en lo que se refería a los equilibrios y desequilibrios interregionales tras la independencia, ¿qué sucedía con la desigualdad en el interior de las mismas?

Para analizarlo nos vamos a referir aquí básicamente al territorio de Buenos Aires que hemos estudiado intensamente en los últimos años (especialmente, aunque no únicamente, a su sector rural), pero diversos autores han abordado temáticas similares referidas a otras provincias del territorio2.

Los trabajos que hemos realizado han considerado en primer lugar la evolución en la distribución de la riqueza entre las personas del sector rural de Buenos Aires, especialmente de la tierra y la propiedad inmueble. Para ello, hemos utilizado unos censos económicos levantados a efectos del cobro de un impuesto a la riqueza denominado Contribución Directa (en adelante CD), que inicialmente se aplicaba sobre el conjunto de los bienes poseídos, pero luego sólo a los inmuebles, condicionando así nuestros resultados. Para nuestra suerte, hasta 1839, cuando el peso del ganado era central en el patrimonio rural, su valor era considerado en las fuentes y así pudimos medir la desigualdad incluyéndolo. Luego de mediados del siglo, cuando el ganado ya no era incluido, se trataba de un momento en el que el peso de la tierra y los inmuebles se volvieron mayoritarios en el capital total. De este modo los datos que estudiamos reflejan bastante bien los capitales totales de los propietarios rurales3.

Seguidamente, y dado que estos estudios sólo podían seguir de cerca a aquellos que poseían un mínimo de capital4, se nos planteamos la necesidad de acercarnos al estudio de la desigualdad por otras vías que nos permitieran incluir a la mayoría de la población no propietaria. Es por ello que desarrollamos un estudio, todavía en curso, sobre lo que se denomina la distribución funcional del ingreso que trata de calcular la evolución comparada de los ingresos de los distintos sectores sociales. Dado que las fuentes de que disponemos no nos permitían medir esto con la rigurosidad con que se hace para sociedades contemporáneas, adoptamos formas de acercarnos indirectamente a ello utilizadas en la bibliografía internacional. Por un lado, realizamos un primer estudio sobre la evolución comparada de diversas categorías de asalariados –especializados y no especializados–, de manera de observar la evolución de la desigualdad en el interior del ámbito laboral (Gelman & Santilli, 2014a). Sin embargo, era necesario abordar la desigualdad entre éstos y aquéllos que habíamos estudiado inicialmente, a saber, los propietarios de los medios de producción. Para ello, nos abocamos a construir series de precios, especialmente de los principales factores productivos de esta economía (en este caso la tierra y el ganado) que pudiéramos cotejar con los salarios para considerar cómo fueron evolucionando de manera comparada. El presupuesto principal es que, si los salarios subieran más que los otros factores, ello indicaría una mejora en la distribución del ingreso a favor de los asalariados, mientras que lo contrario sucedería si subieran más los precios del ganado y la tierra. Aunque esto parezca relativamente sencillo desde el punto de vista conceptual, en la práctica, en el caso estudiado la situación se complica bastante. Uno de los problemas, pero no el único, es que una porción no menor de la población bonaerense tenía ingresos salariales, pero a la vez poseía algunos bienes, como ganados y quizás algo de tierra de los que obtenían algún ingreso. Entonces, ¿cómo interpretar esos movimientos de precios y salarios para estos sectores? No podemos detallar aquí los pormenores de esta discusión, pero en definitiva consideramos que, con todas las prevenciones necesarias, la evolución comparada de estas variables nos acercaba a la evolución de la desigualdad en los ingresos5. Al menos es razonable considerar que ello es así para ambos extremos de la distribución (los propietarios y los asalariados que sólo o esencialmente hacen perciben un salario, aunque sea más difícil de precisar para aquellos que se encuentran en las franjas intermedias.

¿Qué observamos entonces sobre la distribución de la riqueza?

Una primera aproximación la realizamos comparando los muy sólidos y completos datos de la CD de 1839 con los menos seguros de 1825. No es casual que dispusiéramos de censos económicos para esos años, ya que en ambos casos se trata de relevamientos realizados al calor de penurias fiscales del Estado bonaerense que buscaba paliar la caída de sus ingresos aduaneros mejorando la fiscalización y el cobro de este impuesto a la riqueza.

La comparación de estos años nos mostró varias cuestiones interesantes. Por un lado, un proceso de ruralización creciente de los capitales especialmente visible en ciertos sectores de las elites más ricas. Si bien no se trataba de una transformación radical o completa, el sentido del cambio económico aparecía claro y mostraba cuál era entonces el sector más dinámico de la economía porteña. Si en la primera fecha los capitales rurales de los propietarios –tomando en cuenta tanto la ciudad como la campaña– no alcanzaban al 20% del total, en la segunda fecha sobrepasaban por poco el 30%. La segunda cuestión importante era la conformación de un grupo de grandes, muy grandes propietarios rurales, que en 1839 se destacaba claramente del resto de los propietarios por el tamaño de sus estancias y por los enormes stocks ganaderos que poseían. Sin embargo, una tercera conclusión fundamental a la que llegamos fue que el crecimiento de este segmento de muy grandes propietarios no implicaba un incremento desproporcionado de la desigualdad en la distribución de la riqueza en el sector rural. Esto era así porque al lado del incremento de la riqueza de los grandes propietarios creció más rápidamente la cantidad de pequeños y medianos propietarios de tierras y ganados. En términos técnicos, esto se ponía de manifiesto en un incremento del índice GINI si se consideraba el universo de los propietarios –porque entre ellos se había incrementado en 1839 el peso de los más ricos–, pero si se construía el GINI tomando en cuenta al conjunto de las familias rurales éste no aumentaba porque había aumentado la proporción de familias propietarias en la población rural y eso compensaba por demás el incremento de la riqueza de la elite6. Este resultado mostraba que, por un lado, el crecimiento económico del período se acompañaba de una tendencia hacia una mayor desigualdad expresada en el enriquecimiento del sector más concentrado de la economía, pero que la fuerte expansión de la frontera, la coyuntura política, y la continuidad de prácticas que habilitaban un acceso muy amplio a la tierra a los sectores humildes de esa población constituían un freno claro a dicho proceso, y podían incluso compensarlo.

Seguidamente, nos abocamos a extender el lapso de estudio hacia adelante, a partir de la reconstrucción de la información de la CD para 1855 y 1867, dos años con buenos censos impositivos y cercanos a recuentos poblacionales que nos sirvieran de control y referencia. Pero, como ya dijimos, aquí sólo pudimos evaluar la evolución en la distribución de la tierra y otros inmuebles, porque el ganado y demás bienes muebles ya no pagaban dicho impuesto luego de la caída de Rosas7.

En este caso, al comparar 1839, 1855 y 1867, aparecieron también varios temas interesantes sobre la desigualdad. Por un lado, si se tomaba solamente el universo de los propietarios rurales, no parece haber habido cambios sustantivos en la desigualdad. Apenas se detecta una muy leve mejora en la distribución en el primer lapso (el que corresponde sobre todo a la última etapa rosista) y un leve empeoramiento de la desigualdad en los doce años que siguen de gobierno liberal. El GINI, que resume de manera estilizada esa desigualdad global entre propietarios, era en 1839 de 0,667, para bajar a 0,659 en 1855, y subir a 0,674 doce años después. Esta leve mejora de 1855 se explica centralmente por una mejora bastante destacada del sector de los propietarios más humildes entre esas dos primeras fechas (ello se puede ver en la tabla 1 en el incremento del % de riqueza del 20% más pobre, lo que a su vez modifica de manera sustantiva la relación 20/208). Mientras que el aumento de la desigualdad en el segundo lapso se explica sobre todo por un incremento relativo de los más ricos. Pero insistimos que lo notable aquí es la estabilidad del índice.

Sin embargo, si se considera la desigualdad en la riqueza del conjunto de la población propietaria o no, las cosas cambian bastante. Durante todo el período estudiado –entre 1839 y 1867– la desigualdad no dejó de incrementarse. Esto fue así porque si bien el número de propietarios creció de manera marcada a lo largo de estos años (2,8% anual), mucho más creció la población (el 4,3% anual) y por ende el sector de los no propietarios. De esta manera, el análisis del universo total de la población muestra que el sector propietario era cada vez menor en términos relativos, y manifiesta el incremento de la desigualdad en el conjunto de la misma.

Veamos estos datos en la tabla 19.

Además de lo ya señalado, de esta tabla surge otro hecho verdaderamente notable: el incremento extraordinario del valor de la tierra (el rubro 'Monto' que expresa el valor total de los inmuebles rurales en pesos fuertes). Retomaremos este punto en el desarrollo que sigue.

Como ya señalamos, estos vaivenes en la desigualdad sólo reflejan de manera bastante certera lo que ocurre con aquellos que tienen algún mínimo de propiedades para ser censadas por los funcionarios. Para ampliar el arco de la mirada debíamos buscar la forma de estudiar] ese porcentaje creciente de no propietarios. Como dijimos, esto lo abordamos a través de los precios de los principales factores de producción, tierra, trabajo y ganado (el capital principal de las explotaciones rurales porteñas).

En este caso, las series de precios que pudimos reconstruir hasta el momento nos permitieron evaluar un período bastante más largo, que se inicia con la creación del virreinato del Río de la Plata; esto fue posible gracias a las series construidas por Lyman Johnson para ese período10, y también a otros autores, que seguimos a lo largo de la etapa republicana hasta la octava década del siglo XIX. De esta manera, pudimos observar la evolución de la desigualdad a lo largo de un siglo, atravesando] momentos bien diferenciados de la historia política, social y económica de la región.

Las conclusiones más fuertes a las que hemos llegado utilizando este método diferencian de manera rotunda el período colonial del independiente11.

Como se puede observar en la figura 1, durante el período virreinal, la evolución del salario que hemos tomado como testigo, el del peón rural mensual, no empeora en relación a los precios de la tierra, inclusive conoce algunos momentos de mejora relativa sobre todo hacia finales del período, cuando la demanda de trabajo parece haberse incrementado o su oferta disminuido, al calor del proceso de militarización prerrevolucionaria. Al incluir la consideración de los precios del ganado que sin duda era el capital principal de los propietarios tardo coloniales, las cosas se moderan un poco, ya que los precios del ganado conocen entonces algunos ciclos ascendentes, que reducen el incremento relativo de los salarios en algunos momentos. En cualquier caso, parece bastante claro según los datos que hemos podido relevar que se trata de un período en el cual no parece haber habido un incremento en la desigual distribución del ingreso y que, si comparamos al menos algunos sectores sociales importantes como los peones mensuales rurales y los propietarios de tierra puede haber habido unas reducciones temporales en esa desigualdad.

Pero las cosas van a cambiar de modo bastante radical luego de la revolución.

La incorporación más franca de la región en la economía atlántica y las oportunidades de colocar los bienes rurales en ese mercado a precios muy competitivos provocan una demanda fuerte y creciente de tierra, cuyo precio sufrirá un incremento notable y casi constante, bastante por encima de los salarios y aun del ganado.

De esta manera, los propietarios rurales vieron incrementado su patrimonio de manera extraordinaria y suponemos que también sus ingresos, por lo que la imagen que se dibuja al comparar la evolución de los salarios con dichos precios nos muestre un progresivo empobrecimiento relativo de los trabajadores.

En la figura se indica entonces la relación de los salarios del peón mensual con los precios de la tierra (la línea negra), y dicha relación con un índice combinado de precios de la tierra y el ganado que, como se puede observar, modera el movimiento de suba de los salarios en la etapa virreinal y su caída posterior, pero no altera esas dos tendencias, especialmente la caída relativa vertiginosa de los salarios en la etapa independiente. Por lo demás, dicha caída se continúa al menos hasta 1880, aunque no está incluida en la figura.

Fuente: (Gelman & Santilli, 2015).

Es necesario remarcar que hablamos siempre de empobrecimiento relativo y no absoluto de los asalariados. Estas cifras que mostramos no nos dicen nada sobre la evolución de la capacidad de compra de dichos salarios en términos de bienes de consumo cotidiano, sino solamente en términos relativos a los ingresos de los estancieros y especialmente al crecimiento de su patrimonio. Es decir que lo que esto nos muestra es que los frutos del crecimiento notable de la economía porteña del período que sigue a la crisis del orden colonial se repartieron de forma crecientemente desigual entre los propietarios y los trabajadores. Pero esto bien puede haber sido compatible con una mejora (o no, se trata de otro tema fundamental que estamos estudiando en la actualidad) en las condiciones de vida de esos trabajadores. Aunque obviamente, de ser así, mucho más mejoraron las condiciones de vida de los más ricos.

Por otra parte, estos datos ponen claramente de manifiesto la creciente dificultad de los trabajadores de acceder a la propiedad de la tierra, que en comparación con sus salarios se encarecía cada vez más durante esta etapa. Esta cuestión de la movilidad social a través del acceso a la tierra es algo que hemos estudiado otra ocasión y que aquí no podemos detallar por razones de espacio. Pero la conclusión de ese estudio era que las posibilidades de movilidad social ascendente se fueron reduciendo entre 1839 y 1867, al menos en lo concerniente al acceso a la propiedad (Gelman & Santilli, 2013).

En el trabajo que publicamos con los datos de la distribución funcional del ingreso se pueden observar algunas diferencias en diversos tramos de dicho período, ya sea que se incremente de manera radical la desigualdad –como sucede en la década del 20, especialmente luego de iniciado el proceso de inflación fiduciaria en 1826–, o se frene –como a mediados de los años 30–. Pero la tendencia general entre 1810-15 y 1880 es muy clara en favor de los propietarios y en detrimento de los asalariados.

Esta evolución es compatible con lo que sabemos de la coyuntura, y también con un modelo12 que ha postulado que la apertura comercial y la globalización producen una demanda en cada lugar del factor productivo más abundante, lo que implica un incremento de su precio relativo. Como en el caso de Buenos Aires dicho factor es la tierra, ello conlleva un incremento en la desigualdad. Si bien los vaivenes de coyuntura que señalamos indican que este modelo simplifica los factores que aceleran o frenan la desigualdad, el caso estudiado parece confirmarlo en general.

De todos modos, hay una pregunta que no se contesta de manera completa con esta forma de evaluar la distribución funcional del ingreso: la evolución de los precios relativos de los factores indica de manera aproximada la evolución de los ingresos medios de los trabajadores y la de los propietarios o capitalistas, pero no aclara cómo evoluciona la porción de la renta total que se quedan unos y otros sectores de la sociedad. Para conocer esto último necesitamos saber también cómo cambian las proporciones de unos y otros en una sociedad dada. En otras palabras, puede suceder que los propietarios sean en promedio cada vez más ricos en relación a los trabajadores, pero en el reparto de la renta global si el número de trabajadores se incrementa mucho en relación al de los propietarios, puede ser que aquéllos se queden con una porción mayor de la renta pese a que sus ingresos medios individuales sean más pequeños que el de los otros. En el caso de Buenos Aires durante la etapa que estamos considerando esto es lo que parece estar sucediendo, dado el crecimiento vertiginoso de la cantidad de trabajadores asalariados por sobre un grupo de capitalistas que, si bien crece, lo hace en mucho menor proporción que los primeros. Se trata de un tema importante y que todavía debemos indagar con mayor detalle y precisión, pero que puede completar –y quizás matizar algo– nuestra visión sobre la evolución de la desigualdad en este espacio13.

De cualquier manera, parece posible concluir que el fin del orden colonial y el acceso a la libertad (al menos a la del comercio...) tuvieron el efecto paradojal de favorecer un proceso de creciente desigualdad en Buenos Aires y en buena parte del territorio que luego integra la Argentina, ya sea que consideremos el desequilibrio en el desarrollo de las distintas regiones, como la distribución de la riqueza y de los ingresos en el interior de muchas de ellas, aunque ello –como decíamos con anterioridad– no implique necesariamente un empeoramiento de las condiciones de vida de los más pobres. Este es un tema fundamental que debemos estudiar todavía con detalle. Esa Es la tarea que estamos acometiendo.

Notas

1 Utilizamos un concepto desarrollado para definir un movimiento de diferenciación entre los países que comenzaron a industrializarse entonces frente al resto del mundo y que llevó a un alejamiento radical e inédito entre las regiones del planeta. Este proceso de divergencia rioplatense lo hemos tratado en varios trabajos en (Gelman & Santilli, 2010) (Gelman (comp), 2011) (Gelman, 2010).

2 Ver algunos ejemplos en (Gelman (comp), 2011), pero también se han publicado varios trabajos más en la forma de artículos en diversas revistas.

3 Algunos de los trabajos que hemos publicado con estos resultados se encuentran en el libro recién citado. Anteriormente publicamos un estudio detallado para 1839, en comparación con el período previo en (Gelman & Santilli, 2006)

4 Es necesario señalar, con todo, que el porcentaje de población propietaria considerada no era nada despreciable, ya que una característica de la campaña de Buenos Aires de entonces y aún más de la ciudad, era la de tener un porcentaje bien alto de propietarios. Para dar un ejemplo en 1839 en la campaña algo más del 30% de las familias fue incluido en el censo de la CD y en la ciudad alrededor del 60%.

5 Una primera aproximación con esta metodología en (Gelman & Santilli, 2015).

6 Es verdad que de todos modos se trata de niveles de desigualdad muy elevados. Con otros supuestos el coeficiente de 1825 se reducía a 0.8844, mientras que el de 1839 era 0.8576, siempre algo más bajo en la segunda fecha. Ver todo esto con detalle en el capítulo 3 de nuestro libro, (Gelman & Santilli, 2006)

7 No deja de ser curioso que un gobierno señalado como defensor intransigente de los intereses estancieros haya gravado también la riqueza ganadera de los propietarios y los que le siguieron no...Es verdad que, por otro lado, en esta nueva etapa empezaron a cobrar más impuestos a las exportaciones que provenían de ellas.

8 Es decir, las veces que la riqueza del 20% más pobre está incluida en la del 20% más rico

9 La tabla está tomada de nuestro trabajo (Gelman & Santilli, 2011)

10 Incluidas ahora en su magnífico libro (Johnson, 2013)

11 Todo lo que sigue proviene de (Gelman & Santilli, 2015)

12 Denominado Heckscher-Ohlin por quienes lo propusieron inicialmente, aunque luego sufrió modificaciones. Un autor que ha utilizado mucho este modelo es Jeffrey Williamson en diversos trabajos sobre desigualdad comparada (O'Rourke & Williamson, 2006) (Williamson, 1998).

13 Intentamos una muy primera aproximación a este tema en (Bértola, Gelman, & Santilli, 2015)

Bibliografía

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Fecha de recibido: 19 de diciembre de 2015
Fecha de aceptado: 9 de agosto de 2016
Fecha de publicado: 22 de agosto de 2016

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