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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.18 no.39 La Plata dic. 2017

 

DOSSIER
El trabajo doméstico y sirviente en la Europa rural (SS. XVI-XIX).
Diversidad de modelos regionales y formas de dependencia

Criados rurales: el caso de Italia desde una perspectiva comparada (siglos XVI al XX)

Raffaella Sarti

Universidad de Urbino Carlo Bo, Italia1
raffaella.sarti@uniurb.it


Resumen

Con las ideas que reconocidos expertos han expuesto acerca del presunto perfil de los criados rurales italianos como punto de partida, este artículo da cuenta de la significación y las características de este colectivo, al tiempo que entra en contradicción con aquellas. Si bien el porcentaje de sirvientes en la población rural difiere en función de la época y el lugar considerados, este fue en algunos casos tan elevado como en diversas áreas del centro y norte de Europa. En varias zonas de Italia en las que el número de criados rurales fue relevante, también fueron comunes las familias complejas; un hecho que cuestiona el vínculo establecido entre el life-cycle service y la neolocalidad. Asimismo, y aun cuando en aquellas mismas zonas el acceso al matrimonio fue más bien bastante tardío, no hay indicios de que en gran parte de Italia (exceptuando Cerdeña y algunas partes del antiguo Tirol austríaco, hoy bajo dominio italiano) haya existido una vinculación entre la presencia de life-cycle servants y el matrimonio tardío. Aunque es preciso examinar la cuestión con más detalle, el modelo que parece imponerse en Italia implicaba que los jóvenes comenzaran muy pronto a trabajar como criados agrícolas y dejaran de serlo antes de los 20 años; por tanto, mucho antes de casarse. La principal razón por la que dejaban su hogar para servir no era tanto acumular recursos con miras al matrimonio cuanto aliviar las cargas familiares. Las implicaciones teóricas de estos resultados son también aquí objeto de discusión.

Palabras Clave: Criados rurales; Criados agrícolas; life-cycle service; Italia; Europa; Trabajo doméstico; Siglos XVI-XX.

Rural Servants: The Italian case in comparative perspective (16th-20th centuries)

Abstract

Moving from the ideas expressed by influential scholars on the alleged features of rural service in Italy, this article illustrates both the spread and characteristics of Italian rural service, which largely contradict those ideas. While the percentage of servants among the rural population was different according to place and time, in several cases it was as high as in many Central and Northern European areas. In several Italian areas where rural servants were numerous, joint families were common: a result that questions the link between life-cycle service and neo-locality. Additionally, even though in those very areas age at marriage was often rather high, almost no link has been discovered in large part of Italy (except for Sardinia and some parts of the former Austrian Tirol, now under Italian rule) between the presence of life-cycle servants and late marriage. Though a better test is needed, the most common Italian pattern seems to imply that children started to work as rural servants very young and stopped before they were 20 years old, thus normally long before marrying. The main purpose of leaving home to work as servant seemed to be relieving the strain on their family's budgets, rather than accumulating resources for marrying. The theoretical implications of these findings are assessed in the article.

Keywords: Rural service; Farm servants; Life-cycle service; Italy; Europe; 16th-20th centuries.


Introducción

"Con once años era ya un criado (vaché), algo habitual", comenta en 1970 Dalmazzo Giraudo, un campesino del Piamonte nacido en 1893 (Revelli, 1997: 123). Mis padres "me enviaron a servir. Estuve dos años", escribe Ferruccio Preti2 en 1950, en una de las 1217 autobiografías de militantes comunistas conservadas en el archivo del Partido Comunista de Bolonia, donde precisamente la experiencia de trabajar como criados (garzoni) en familias de aparceros, sobre todo en los años veinte y treinta del siglo xx, fue un asunto de lo más común (Boarelli, 2007: 193, 141). Casi todos los hijos procedentes de familias de asalariados se convertían en sirvientes tras permanecer tres años en la enseñanza primaria, explica Franco, un bloguero, en un blog sobre "el mundo rural de antaño", en alusión a la campiña circundante a Ravena durante el periodo de entreguerras3. Para los campesinos, disponer de un criado era tan común como tener un perro, sostiene Francesco Salvatici (1933-2006) en 2005, al recordar su infancia en la Toscana4. Cuenta aquel mismo año Crescenzo Iadanza, nacido en 1921, que eran cientos los amos que trataban de encontrar criados rurales, y viceversa, en la plaza de Benevento, al sur de Italia, donde también él, con 13 o 14 años, quiso emplearse como criado (valano), aunque sin éxito (Landi, 2012: 68-76).

Estas experiencias personales nos hacen pensar que, en Italia, ser criado rural fue muy común. Sin embargo, en términos generales, no es esta la impresión que transmiten los estudios actuales. ¿Quién está en lo cierto? ¿Los historiadores o quienes trabajaron como sirvientes?5 En el presente artículo abordaré este asunto, para lo cual trataré de evaluar la relevancia de los criados rurales en diferentes regiones italianas desde la época preindustrial al siglo xx. Prestaré especial atención al curso vital de los sirvientes, cuya presencia o ausencia, más allá de su valor cuantitativo, lejos de considerarse un fenómeno marginal, ha adquirido una significación creciente a partir de los años sesenta del siglo pasado. Sin duda, se ha interpretado como un factor crucial para los diferentes sistemas de formación de la familia y los patrones matrimoniales observados en las diversas áreas de Europa, lo cual, a su vez, se ha considerado decisivo para la tendencia de una sociedad hacia un régimen de alta o de baja presión demográfica; para que se den mayores o menores niveles de ahorro y acumulación; y, en última instancia, para crear más o menos oportunidades conducentes al desarrollo económico. Además, la mayor o menor presencia de life-cycle servants se ha considerado esencial en la conformación de los lazos familiares, fuertes o débiles, así como en el desarrollo de sistemas de bienestar, bien de carácter público, bien de carácter privado o familiar. En suma, la significación y las características del papel desempeñado por los criados en la historia de Europa se han apreciado como elementos de los que derivan consecuencias de amplio alcance, a decir verdad, más de las que he mencionado aquí brevemente (véase, por ejemplo, Sarti, 2005b).

Así, en este artículo, ofreceré en primer lugar una síntesis sobre el surgimiento de la noción life-cycle service (rural) en la historia social y la demografía histórica, así como sobre las "geografías referidas a los sirvientes" propuestas por diversos especialistas en la materia, si bien me centraré particularmente en la clasificación relativa a Italia. Después analizaré los datos cuantitativos disponibles sobre el porcentaje de criados rurales en la población italiana en diferentes regiones y periodos, los cuales muestran la gran diversidad interna que ha caracterizado a Italia. Así, en varios casos, dicho porcentaje fue tan elevado como en muchas áreas del centro y norte de Europa. Prestaré una atención especial a la edad de los sirvientes. Desde este punto de vista, los resultados son bastante sorprendentes, por cuanto este colectivo denota compartir de manera bastante generalizada un ciclo de vida distinto al "clásico" descrito por Peter Laslett y John Hajnal. Aun cuando las ideas de ambos son bien conocidas y han quedado ya parcialmente reemplazadas por sucesivas investigaciones, es útil comenzar por exponerlas de forma sumaria a fin de comprender cómo surgió el término life-cycle service en la historiografía, pero también porque ambos ofrecieron sólidas hipótesis que conviene verificar y corregir, allí donde (todavía) resulte necesario.

Estudios clásicos y geografías imprecisas

La investigación dirigida por Hajnal y Laslett a partir de los años sesenta del siglo pasado ha contribuido sobremanera a acrecentar el interés histórico por los criados (residentes), en particular por conocer su número, edad y estado civil (Sarti, 2014). Más aún les atribuyeron un papel crucial en el sistema de formación de los hogares europeos. En 1965, Hajnal adujo que el modelo matrimonial del Occidente europeo se caracterizaba, entre sus rasgos distintivos, por contar con una elevada proporción de solteros y un acceso tardío al matrimonio; dos peculiaridades que reducían la tasa de natalidad y, por consiguiente, la presión demográfica. Por el contrario, según Hajnal, al este de una línea imaginaria establecida entre Trieste y San Petersburgo (destinada a denominarse línea de Hajnal), así como en el resto del mundo, el matrimonio acontecía pronto y era casi universal; por lo que, en consecuencia, la presión demográfica era más fuerte que en la Europa occidental. Desde el punto de vista de Hajnal, los europeos de este último territorio se casaban más tarde porque, antes de dar este paso, debían adquirir las aptitudes y los medios necesarios para sustentar su futura familia. Un objetivo que a menudo lograrían desempeñando un trabajo como criados o aprendices (Hajnal, 1965).

En los años siguientes, Peter Laslett, impresionado por el elevado porcentaje de personas que habían residido como sirvientes en hogares ajenos en la Inglaterra preindustrial6, llegó a la conclusión de que esta circunstancia era "prácticamente una característica universal de la sociedad inglesa preindustrial" (Laslett, 1971: 15-16). Asimismo, tras percatarse de que los criados de la Europa occidental eran sobre todo jóvenes y solteros, sugirió que muchos de ellos solo trabajaban como tales durante una parte de sus vidas —por ejemplo, antes de casarse—, razón por la que introdujo el concepto life-cycle service. Según sus estimaciones, hasta un 40 % ejercieron como sirvientes a lo largo de su segunda o tercera década de vida (Laslett, 1977a: 90, 104, 110; 1977b: 12-49). La presencia de criados, junto al matrimonio tardío y la escasa diferencia de edad entre los cónyuges, fue, a su juicio, una característica importante de las familias occidentales de la época preindustrial.

A comienzos de los años ochenta, Hajnal aportó a este modelo más detalles. Sostuvo que trabajar como sirviente durante la soltería había tenido una amplia difusión en el noroeste de Europa —véanse los países escandinavos (excepto Finlandia), Reino Unido, Países Bajos, el área germana y el norte de Francia—. El origen social de los criados no era necesariamente inferior al de sus amos; constituían al menos el 6 % de la población y, con frecuencia, superaban el 10 %; tenían por lo general menos de 30 años y solían dejar de servir al tiempo de contraer matrimonio, lo cual sucedía tardíamente tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres (en torno a los 26 años para los primeros y los 23 para las segundas); una vez casados, los varones se convertían en cabezas de casa de sus propios hogares en un contexto en el que consecuentemente la familia compleja era bastante excepcional. En el este de Europa, sin embargo, los criados no alcanzaban a representar, en términos generales, el 2 % de la población; las bodas sucedían antes, era común que los recién casados vivieran dentro de un hogar encabezado por una pareja de mayor edad y la familia compleja era frecuente (Hajnal, 1983: 96-97). El alto o bajo porcentaje de jóvenes que trabajaban como sirvientes antes de casarse estaba asociado respectivamente con una baja o alta nupcialidad, según Hajnal. Por tanto, desde su criterio, la presencia de criados desempeñaba un papel crucial, toda vez que consideraba la (baja) nupcialidad como el factor más importante en el mantenimiento del equilibrio entre el crecimiento demográfico y la disponibilidad de recursos.

En el mismo periodo, Laslett —convencido de que "las tendencias familiares se habrían mostrado favorables a la industrialización fabril"7— precisó asimismo sus ideas previas sobre los modelos de familia europea. Sugirió que, en sentido de oeste a este y de norte a sur, la neolocalidad y la nuclearidad perdían relevancia, la edad de acceso al matrimonio decrecía (especialmente en las mujeres) y no era tan común la presencia de life-cycle servants. De acuerdo con ello, Europa podría quedar dividida en cuatro áreas: occidental, central, mediterránea y oriental. Aunque en las segunda edición de The World We Have Lost (1971: 263) ya había contrastado el elevado número de sirvientes de Inglaterra y Francia —aquí en menor medida— con las bajas cifras del sur y este de Europa, ahora consideraba que la presencia de criados que trabajaban como tales durante su soltería era muy común en las áreas que había definido como occidental y occidental-central o media, no era del todo infrecuente en el sur de Europa, pero sí era irrelevante en el este; mientras que la existencia de sirvientes casados (y de aquellos que estaban unidos por parentesco a sus amos) solo era común en el área occidental-central o media (Laslett, 1983). A juicio de Laslett, los criados de la Europa noroccidental y preindustrial procedían además de cualquier estrato social (Laslett, 1988: 349).

Tabla 1: Distribución y tipos de criados en las diferentes áreas de Europa según Laslett (1983)


Occidental

Occidental-Central o Media

Mediterránea

Oriental

Sirvientes con parentesco con sus amos

Poco común

Común

?

Irrelevante

Incorporación al hogar de life-cycle servants

Muy común

Muy común

No infrecuente

Irrelevante

Sirvientes casados

Infrecuente

Común

?

Irrelevante

Fuente: Laslett (1983: 527).

Otra representación geográfica relativa a los criados en el ámbito europeo es la que proporcionó David Reher en los años noventa, mientras buscaba una explicación para la diferente consistencia de los lazos familiares observada en las distintas partes de la Europa contemporánea. Reher recopiló una amplia serie de datos sobre la desigual incidencia de aquel grupo en muy diversas comunidades (principalmente rurales) del norte y sur de Europa. En los casos que analizó relativos al norte y centro del continente (procedentes de Dinamarca, Islandia, Noruega, Bélgica, Austria, Holanda, Alemania y norte de Francia), los sirvientes constituían entre el 8.9 y el 17.6 % del total de la población. Sin embargo, en el sur de Europa (casuística extraída del sur de Francia, Italia, Portugal y España, más la referencia a un caso griego), jamás alcanzaron el 10 %. En otras palabras, Reher cotejó el norte y centro de Europa, por un lado, con el sur europeo, por otro, tras lo cual llegó a la conclusión de que los vínculos familiares eran (y todavía lo son) más débiles allí donde mayor era el número de niños que desde muy jóvenes abandonaban el hogar familiar para servir; mientras que eran (y siguen siéndolo) más fuertes donde la presencia del life-cycle service era infrecuente y, por lo general, los niños crecían en su hogar. Advirtió además que la debilidad de los lazos familiares estaba (y está) asociada con el desarrollo de un sistema de bienestar público, en contra de lo cual la fortaleza de aquellos implicaba (e implica) una amplia asistencia de las familias a sus miembros en caso de necesidad (Reher, 1998).

En cuanto a Italia, Hajnal la incluye, en su artículo de 1965, dentro de la Europa occidental, aun cuando la mayor parte del centro y sur del país quedaría al este de la línea que él había establecido entre San Petersburgo y Trieste para dividir Europa en dos áreas distintas, si proyectásemos dicha divisoria más allá de Trieste. Con todo, en su artículo de 1983, en el que vincula los patrones matrimoniales con las formas de familia, observó que cierta información dispersa correspondiente a Italia no confirmaba la presencia de un comportamiento europeo occidental8. Aquel mismo año, Laslett empleó los datos italianos para sugerir que, en la región mediterránea, el celibato permanente solo se daría en una pequeña parte de la población, las mujeres (no los hombres) se casarían temprano, y las familias complejas serían muy comunes. Asimismo, como ya se ha dicho, consideró que la presencia de criados solteros "no era infrecuente en el sur de Europa" (Laslett, 1983).

De este modo, como puede verse en la siguiente tabla, si la clasificación de las diferentes regiones europeas fue más bien imprecisa, la de Italia lo fue particularmente. No obstante, a partir de los años ochenta, se había sugerido, más o menos abiertamente, que el servicio doméstico (y, en especial, el hábito de servir en la etapa vital previa a contraer matrimonio) era menos común en el sur de Europa que en el norte y centro.

Tabla 2: Porcentaje de criados en diversas poblaciones del norte y centro de Europa según Reher (1998)

País

Muestra o lugar

Fecha

Porcentaje de criados

Dinamarca

Muestra de parroquias

1787-1801

17.6

Islandia

3 condados

1729

17.1

Bélgica

9 poblaciones rurales flamencas

1814

14.2

Austria

Muestra extensa (9 registros, valor medio)

ss. xvii a xix

13.0

Francia (norte)

Longuenesse

1778

12.6

Holanda

4 localidades

1622-1795

11.7

Alemania

Grossenmeer

1795

10.7

Noruega

3 áreas

1801

8.9

Francia (sur)

2 poblaciones rurales del sur

1644-1697

6.4

Fuente: Reher (1998: 228). He dispuesto los datos de Reher en orden decreciente de acuerdo con los
porcentajes de criados en la población.

Tabla 3: Porcentaje de criados en poblaciones del sur de Europa según Reher (1998)

País

Región

Muestra o lugar

Fecha

Porcentaje de criados

Portugal

Miño (noroeste)

São Tiago de Ronfe (Guimãraes)
(33 registros, intervalos de 5 años)

1740-1900

3.6


Trás-os-Montes (nordeste)

Muestra rural (82 poblaciones)

1796

4.6


Coimbra (centro-norte)

Muestra rural (26 parroquias)

1801

2.5


Santarém (centro)

Vila de Coruche, Salvaterra de Magos (2 poblaciones rurales)

1788, 1789

6.0

España

Galicia (noroeste)

Amplia muestra regional

1752

2.6-3.5a


Santander (norte)

Muestra subregional (Buelna)

1752

3.0-4.0a


Navarra (norte)

Amplia muestra regional

1786

7.3


Valencia (este)

Meliana, Benimaclet (2 poblaciones rurales)

1753, 1788

3.8


Cuenca (centro)

Amplia muestra regional

1750-1850

3.6-5.0


Murcia-Alicante (sureste)

Orihuela (Santiago), 4 registros

1719-1829

1.3


Andalucía (sur)

Región completa

1787

2.4

Italia

Parma (valle del Po)

Contado (áreas rurales)

1545

4.0-6.0a


Bolonia

Áreas rurales adyacentes

1853

5.0-7.0a


Pisa (Toscana)

4 poblaciones rurales, varios registros

1656-1740

9.5b


Reino de Nápoles (sur)

Amplia muestra multiregional

1610-1839

0.7-1.5

Fuente: Reher (1998: 229). He dispuesto los datos de Reher según un orden que clasifica los países de
oeste a este y el interior de cada país de norte a sur.

a"Los datos procedentes de los siguientes lugares se han inferido indirectamente de los porcentajes de
hogares con criados: Parma (10.4 % de todos los hogares con sirvientes; 10.5 % de la población
comprendida entre los 15 y los 24 años catalogada como sirviente); áreas rurales en torno a Bolonia (12.2 %
de los hogares); y Santander (2.2 % de los hogares). Para Galicia, son estimaciones basadas en criados
pertenecientes a grupos diversos en términos socioeconómicos" (Reher, 1998: 229).

b"Se trata de parroquias suburbanas localizadas solo a unos 2 o 3 km de Pisa. Esto podría explicar, en
parte, el alto índice de sirvientes que se encontró" (Reher, 1998: 229).

Tabla 3: Clasificación de las diferentes regiones europeas según el porcentaje de criados (life-cycle) en la población y ubicación en ella de Italia

Autor

Año

Divisiones

Hajnal

1965

Occidental (incluye Italia)

Presencia común de criados

Oriental

Hajnal

1983

Occidental
(probablemente no incluye Italia)

Los criados representan más del 6 % de la población, a menudo más del 10 %

Oriental


Porcentaje de criados inferior al 2 % de la población

Laslett

1983

Occidental


life-cycle servants, muy comunes

Occidental-Central o Media

life-cycle servants, muy comunes

Mediterránea


life-cycle servants, no son infrecuentes

Oriental


Presencia irrelevante de life-cycle servants

Reher

1998

Norte y Centro

Los criados constituyen entre el 8.9 y el 17.6 % de la población

Mediterránea

Porcentaje de criados inferior al 9 %

Este

Fuentes: Hajnal (1965, 1983); Laslett (1983); Reher (1998: 206, 229).

Numerosos estudios han discutido, precisado y cuestionado estas geografías no solo en lo concerniente a las formas de familia y los patrones matrimoniales, también en lo que atañe a los criados, su significación y tipología, así como la relación fraguada entre todo este repertorio de elementos. Hace pocos años publiqué un artículo sobre el estado de la cuestión de esta materia en el que traté de perfilar con precisión las diferencias regionales del servicio doméstico a nivel europeo (Sarti, 2007). En dicho artículo, expuse (entre otras cuestiones) que, si bien diversos estudios recientes habían confirmado el carácter común del life-cycle service en el noroeste de Europa, la supuesta frontera entre el Occidente y el Oriente europeo estaba siendo cuestionada: en lugar de un "límite lineal" entre oeste y este, más bien habría existido una zona de transición; y, en el este, la presencia de criados no era tan insólita como cabía esperar, al menos en algunos contextos. De hecho, podían incluso encontrarse en hogares de siervos rusos. Además, como puse de relieve, el vínculo existente entre sirvientes (jóvenes antes de casarse), el matrimonio y las formas de familia no era tan rígido y mecánico como sugerían Hajnal y Laslett. Bien al contrario, se dieron varias asociaciones distintas. Como se ha visto en particular mediante la investigación relativa al sur de Europa, una población dotada de una tasa de sirvientes bastante alta no estaba asociada necesariamente con bajas proporciones de hogares complejos, así como tampoco el hábito de casarse pronto era incompatible con las familias simples neolocales, por citar solo un par de ejemplos9.

Desde la publicación de mi artículo, en 2007, el avance de las investigaciones ha conformado un escenario aún más complejo. En lo que respecta a la temática de este artículo, esto es, los sirvientes rurales, Szołtysek (2009) ha demostrado que, a finales del siglo xviii, el número de aquellos fue superior en las regiones occidentales de la Unión Polaco-Lituana, donde el matrimonio era bastante tardío y predominaban las familias simples neolocales, e inferior en las regiones del este, en las que las bodas se celebraban a edades más tempranas y las familias complejas eran muy comunes. Aunque este panorama parezca confirmar los modelos de Hajnal y Laslett, en realidad no es así. Más que un linde entre este y oeste, como sugirió Hajnal, lo que existió fue, sin duda, una amplia zona de transición. En los territorios occidentales de Polonia, el porcentaje de criados con respecto a la población total fue además el mismo que en la muestra estándar realizada por Laslett para el contexto inglés10. Por último, incluso en las regiones orientales, hubo áreas en las que el número de sirvientes fue elevado, tal como se aprecia, por ejemplo, en la región limítrofe entre Polonia y Lituania, donde, entre 1622 y 1676, aquellos constituyeron el 11.2 % de la población (Szołtysek, 2009: 79).

Por otra parte, Hayhoe (2012) alegó que, en la Borgoña (Francia) del siglo xviii, los sirvientes rurales fueron menos numerosos que en buena parte de las regiones del norte de Europa: aun cuando la edad de acceso al matrimonio era elevada, los criados —en su mayoría procedentes de familias pobres— representaron menos del 20 % de la población comprendida entre los 15 y los 25 años. Con ello cuestionaba el vínculo establecido entre el alcance del life-cycle service y el matrimonio tardío, así como la idea de que los criados no tenían necesariamente que contar con un origen familiar inferior al de sus amos. Desde su criterio, las desigualdades económicas resultaban cruciales para determinar el número de sirvientes.

De un modo significativo, Francisco García González (2012: 1101), en su investigación sobre la Castilla del siglo xviii, también consideró un hecho que la presencia de criados estuviera relacionada con desigualdades sociales y utilizó la distribución de aquellos como una especie de indicador de la polarización social. En su muestra, donde los sirvientes constituían solo el 5 o 6 % de la población total y únicamente un 12 % de los hogares disponían de ellos, un 9 % de dichas unidades familiares llegaron a emplear al 40 % de este grupo de trabajadores11. En términos similares, Rocío García Bourrellier (2012: 1091), en su artículo sobre Navarra en la Época Moderna, señaló la orfandad como la principal razón por la que los individuos jóvenes se convertían en sirvientes en hogares ajenos. Por otra parte, varios estudios han demostrado ya que, en la Europa preindustrial (particularmente en algunos contextos), los jóvenes que servían en casas de su mismo nivel social eran, en verdad, menos comunes de lo que uno podría imaginar tras la lectura de los trabajos de Hajnal y Laslett12, ello incluso en Inglaterra13.

En cuanto a Italia, ha resultado completamente equivocada la idea de Laslett de caracterizar a la península por la existencia de familias complejas, matrimonios celebrados a edad temprana y bajas tasas de celibato. El país contó con una diversidad muy elevada y, en cualquier caso, los patrones matrimoniales y las formas familiares no estuvieron asociados mayoritariamente conforme a las predicciones de los investigadores ingleses (Sarti 2004: 51; Sarti 2006: 157-162, ambos con aporte bibliográfico). ¿Qué decir de los criados? Mientras se dispone de un copioso volumen de investigaciones sobre el servicio doméstico urbano en Italia (Sarti, 2007; Sarti 2008, con aporte bibliográfico), son pocos los estudios relativos al ámbito rural y la información es bastante dispersa. Por tanto, en las páginas siguientes me centraré en el caso italiano para evaluar —con datos conocidos, pero también con nuevos— si el life-cycle service llegó o no a expandirse en las áreas rurales y si es posible confirmar (alguna de) las "geografías" antes aludidas14.

Italia: ¿cómo delimitarla?

Italia comenzó a existir como país políticamente unificado en 1861. Si bien entonces no comprendía ni Roma, ni Venecia, ni otras muchas áreas que hoy pertenecen al Estado italiano, cuyas fronteras fueron transformándose con el paso del tiempo. Las actuales se establecieron después de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, la noción de Italia como una entidad geográfica y cultural existía ya mucho antes de crearse el Estado italiano, aunque sus límites variasen en función del periodo considerado y del uso que se hacía del término. El manejo de distintas ideas acerca de las fronteras "reales" de Italia estuvo ligado a controversias y conflictos políticos, nacionales y culturales.

Fue el caso de las regiones del norte, habitadas por una población de habla germana y pertenecientes a la monarquía de los Habsburgo, que pasaron a dominio italiano tras finalizar la Primera Guerra Mundial. En aquellas zonas, como en numerosas partes de Austria, la presencia de criados fue sumamente común. En el área de Innichen-San Candido, por ejemplo, en lo que respecta al periodo 1843-1860, los sirvientes (muchos de ellos rurales) suponían entre el 15 y el 32 % de la población total; de cuantos vivían en casas dispersas por las montañas, cercanas al pueblo, en 1834, dos de cada tres varones entrados en la treintena fueron sirvientes (es decir, casi el 70 % de su grupo de edad). En esta región, dichos criados no residieron necesariamente en hogares ajenos: los hermanos que no heredaban la granja familiar podían estar en casa sirviendo al heredero principal. No obstante, en términos generales, el empleo tenia un carácter anual y cada año, a inicios de febrero, se trasladaban a un hogar distinto. Algunos solo ejercieron como criados durante su etapa de solteros, otros en cambio lo fueron de por vida. El número de estos últimos pudo irse incrementando en el siglo xix, en especial en la última parte de la centuria, dado el empeoramiento de las condiciones económicas y las políticas tan conservadoras aplicadas por las autoridades locales, que pusieron trabas a que las personas sin recursos accedieran al matrimonio para evitar un incremento de la población pobre. No sorprende, pues, que en este territorio la edad de los contrayentes fuera (cada vez más) elevada y las tasas de celibato muy altas. Los criados, incluidos entre aquellos a quienes las autoridades impedían casarse, eran solteros. Su alto porcentaje en el conjunto de la población contribuyó, en consecuencia, a rebajar las tasas de nupcialidad y a hacer realidad este "caso extremo de modelo matrimonial europeo" (Lanzinger, 2006: cita 114). Si consideramos esta zona como parte de Italia, como sucede hoy día, sería imposible afirmar que los criados rurales no eran particularmente comunes en cualquier lugar del territorio italiano.

Consciente de que, en el pasado (y, en cierta medida, incluso ahora), diferentes personas usaron (usan) distintos conceptos de Italia y que, una vez creado el Estado italiano, sus fronteras cambiaron a lo largo del tiempo, en las siguientes páginas voy a analizar el alcance y las peculiaridades del criado rural tomando como límites los actuales de la República italiana. Ello significa que, además de centrarme en territorios sujetos a disposiciones institucionales y políticas cambiantes, prestaré atención a entornos, tipos de asentamientos, estructuras sociales, formas de familia, sistemas de formación familiar, economías, cultivos, culturas, etc., de naturaleza distinta y variable. Asimismo, mientras, por una parte, voy a tratar de identificar las diferencias habidas entre los criados rurales con el propósito de averiguar su conexión con peculiaridades específicas de un contexto dado; por otra, es mi intención verificar si este colectivo que desempeñaba su trabajo en áreas tan diversas llegó a compartir rasgos comunes en el largo plazo aquí analizado.

Sardinia

La costumbre ha establecido que no haya matrimonio hasta que el hombre no disponga de bueyes y varias herramientas agrícolas y la mujer no cuente con una cama, así como otros muebles y útiles domésticos. Como los pobres no tienen a nadie que les asista, no les queda más remedio que emplearse como sirvientes a sueldo para conseguir el capital con el que procurarse los bienes antes mencionados. Puesto que son varios los años requeridos, no pueden casarse antes de los treinta años aproximadamente y pierden el tiempo más propicio para la procreación desempeñando trabajo servil15.

En 1987, Marzio Barbagli recurrió a este texto del Setecientos, de Antonio Bongino, junto a otras fuentes, principalmente cualitativas, de los siglos xviii y xix, para fundamentar su tesis de que, en Cerdeña —esto es, en una isla situada en el corazón mismo del Mediterráneo— el servicio doméstico, lejos de ser extraño, fue un fenómeno generalizado. El matrimonio, alegó, tampoco era temprano ni casi universal: ambos, tanto el hombre como la mujer, se casaban tarde y la soltería definitiva era numerosa. Las parejas recién casadas no vivían con sus familiares: una vez desposados, los cónyuges establecían su propio hogar, independiente. En otras palabras, según Barbagli, en Cerdeña regía un sistema de formación familiar semejante al noroccidental, en el que la proporción de criados entre la población era elevada, prevalecía el matrimonio neolocal tardío y había altas tasas de celibato (Barbagli, 1987: 111-117)16. Las afirmaciones de Barbagli cuestionaban las geografías europeas formuladas por Hajnal y Laslett en los años ochenta. Además, en vista de la pobre economía y la tardía industrialización de la isla, sus datos y conclusiones podían emplearse para rebatir la idea que el "modelo de matrimonio occidental" favorecía el desarrollo económico (Sarti, 2001). Sin embargo, algunos autores más recientes como Hartman (2004), De Moor y Van Zanden (2010) han vuelto a refirmar este último vínculo (que, desde mi parecer, si existe, no puede considerarse universal), dando lugar en la actualidad a un animado debate17. Pero volvamos a los criados sardos.

En la isla, trabajar como sirviente fue tan común para los hombres como para las mujeres. Para estas últimas consistió sobre todo en un servicio doméstico, incluso en las áreas rurales; en cambio el de los hombres tuvo un carácter casi exclusivamente campesino. Asimismo, de acuerdo con Gian Giacomo Ortu (1988), con el paso del tiempo existió un trasvase de life-cycle servants al tipo de sirvientes de por vida, debido sobre todo al desarrollo del protocapitalismo y a un tipo de explotación agraria de perfil capitalista —se han atestiguado tendencias similares en algunas zonas rurales noroccidentales donde el life-cycle service solía ser habitual, tales como Islandia, Escocia y Suecia (Scania)—18. Por último, según Ortu (1988) y Monica Miscali (2005a-b; 2006), en Cerdeña el servicio doméstico se contempló con desconfianza, quizá como un motivo de deshonra; por lo que las familias, en la medida de lo posible, evitaron enviar a sus hijos a servir. Los criados solían proceder de los estratos más humildes de la sociedad sarda. Una percepción tan negativa de este trabajo podría ser una de las razones por la que amos y criados eran a menudo parientes. Al elegir trabajar para un deudo, los sirvientes y sus familias trataban de mitigar la dureza de esta ocupación; también esperaban cierta protección. Por su parte, a menudo los amos tenían puestas asimismo grandes expectativas en los criados con los que les unía un parentesco: se esperaba de ellos un servicio ininterrumpido, y asistencia aun estando enfermo o con una edad avanzada, lo que para los criados podía comportar unas pesadas cargas (Ortu, 1988: 422; Miscali, 2005a: 81-84 and 2005b: 39).

En conclusión, el caso sardo (como otros procedentes de distintas partes de Europa) no solo pone en entredicho la idea lanzada por Hajnal y Laslett según la cual los criados no tenían por qué ser de una condición social necesariamente inferior a la de sus amos; cuestiona además el ideario de ambos investigadores de un modo mucho más radical. En realidad, la isla, situada en medio del Mediterráneo, no presenta ningunos de los rasgos que ellos atribuyeron a la región mediterránea. En lo concerniente a la temática de este artículo, el caso sardo puede servir como fundamento de que, en Italia, el servicio doméstico de carácter rural no fue, en absoluto, algo insólito: más bien al contrario, fue un hecho cotidiano, al menos en algunas zonas. Pero ¿qué sucedió en otras regiones italianas?

Datos cuantitativos sobre Italia

Procedamos a analizar algunos de los datos cuantitativos. En la tabla 4, he reunido cifras alusivas a la presencia de criados en la población rural italiana, disponibles gracias a las investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas.

Ciertamente, muchos de los valores relativos a Italia confirman la hipótesis de Reher según la cual el porcentaje de criados no superó en la población del sur de Europa el 9 o 10 %19. No obstante, si observamos estos datos con detenimiento, advertimos una elevada variación local y regional. En una muestra de 45 poblaciones del sur de Italia alusiva a la Época Moderna, solo el 2.4 % de las familias (de un total de 43,623) tuvieron criados residentes. En ciertas zonas del sur de Italia, el porcentaje fue incluso inferior: de una muestra de 12,354 familias residentes en Apulia en el siglo xvii, solo 171, es decir el 1.4 %, disponía de sirvientes. Según estos datos, publicados por Da Molin (1990, 2002), en varias comunidades del sur de Italia, el servicio doméstico fue casi inexistente. Sin embargo, la presencia de criados rurales en la Italia central fue, por el contrario, mucho más acusada: según los datos publicados por Doveri (1993), en la campiña de Pisa (Italia central), entre el 29 y el 44 % de las familias empleaban a sirvientes en los siglos xviii y xix, los cuales constituían entre el 7.3 y 11.9 % de la población. En las áreas rurales de Urbino, al efectuar un seguimiento sobre tres parroquias rurales tomando una serie de años de los siglos xviii y xix, me encontré con que los porcentajes de criados con respecto al total de la población oscilaban entre el 3.7 % y el 14.9 %. Los datos disponibles sobre diversos territorios del norte de Italia también muestran bastante desigualdad: los sirvientes se situaban en un rango de valores mínimos próximos al cero y máximos de en torno al 9 % de la población, por no mencionar el 32 % encontrado en algunas comarcas del Tirol de habla germana a las que antes hice referencia. En otras palabras, aun excluyendo del análisis las zonas tirolesas, fueron varios los contextos en los que la población contó con porcentajes de criados rurales superiores al 6 %, concebido por Hajnal como línea divisoria entre los sistemas de formación familiar del este y del oeste; y hasta iguales o superiores al 9 %, que marcaría, a juicio de Reher, la división entre las familias del sur y norte de Europa (tabla 4).

Tabla 4: Porcentaje de sirvientes en la población rural de Italia, siglos xv al xx

Partes de Italia

Región

Zonas

Periodo

Tipología de la zona

Habitantes

Porcentaje de sirvientes en la población

Rango porcentual de sirvientes

Fuente*

Norte

Tirol

Innichen/San Candido (un pueblo y casas de campo dispersas en la montaña próxima a la población)

1843-1860

Principalmente rural


14.9-31.9

0.8-8.9 [31.9]

Lanzinger, 2006

Véneto

Legnago (campiña y núcleo urbano)

1430

Principalmente rural

2101

1,8 (campiña) -

2,9 (núcleo urbano)

Rossi, 2013 (1):177

Lombardía

5 poblaciones de Lomellina (Confienza, Garlasco, Lomello, Valeggio, Bastida)

1459

Rural

2098

4.3

Leverotti, 2001

Lombardía

12 poblaciones en zonas con cultivos y estructuras sociales diferentes (Binago, Castelnovo, Crenna, Gessate, Inzago, Albignano, Incugnate, Conigo, Copiano, Linarolo, Borgolavezzaro, Cameriano)

1545-1546

Rural, solo familias rurales

2289

8.9

Di Tullio, 2009b: 314-315

Lombardía

4 poblaciones de zonas económicamente distintas (Asso, Incino, Parabiago, Lacchiarella)

1601

Rural


1-6

Beonio Brocchieri, 1999: 718

Piamonte

Entorno rural (contado) de una ciudad (Carmagnola)

1621

Rural
(contado)

1778

7

Da Molin, 2002: 207-210

Piamonte

Población de Villafranca

1622

Pueblo

3200

4.7

Da Molin 2002: 203-205

Piamonte

Población en la montaña alpina (Alagna)

1778

Montañas (Alpes)

887

0.8

Viazzo, Aime and Allovio, 2005: 392

Piamonte

Población de montaña (Roaschia)

1951

Montañas (Alpes)

505 (solo hombres)

3.4

Viazzo, Aime and Allovio, 2005: 400

Central-Norte

Emilia-Romaña

Rural (contado de Parma)

1545

Rural
(contado)

11,753

3.7

3.1-4.9

Barbagli, 1994 (19841): 147, 211

Emilia-Romaña

8 parroquias rurales en llano, colinas y montañas (provincia de Parma: Beneceto, Bianconese, Coenzo, Roncopascolo, Rivalta, Campora, Lesignano Palmia, Lozzola)

1651-1694

Rural (llano, colinas y montañas)

2286

4.6

Anelli, Soliani and Siri, 1999: 701

Emilia-Romaña

Rural, llano y montañas (diócesis de Reggio Emilia)

1708

Rural (llano y montañas)

89,969

4.9

Moretti, 1989:409

Emilia-Romaña

Diócesis de Bolonia (excluida la ciudad de Bolonia)

1617

Principalmente rural

171,976

3.5

Beloch, 1994: 251

Emilia-Romaña

16 poblaciones (Diócesis de Bolonia)

1847

Rural (llano y montañas)

64,000

3.1

Angeli, 1990: 90-91

Central

Toscana

4 poblaciones (campiña de Pisa) en diferentes años (Ghezzano, Ripoli, Gello Putignano)

1656-1740

Rural


7.3-11.7

3.7-14.9

Doveri, 1993: 430

Marcas

3 parroquias rurales (campiña de Urbino: San Donato extra muros; San Martino di Pallino; San Giovanni Battista di Silvano, Fermignano)

1705-1881

Tres parroquias rurales en periodos distintos


3.7-14.9

Elaboración propia basada en fuentes archivísticas, Urbino, Archivo Arzobispal, Status animarum de las parroquias (véase tabla 5)

Sur

Sur

45 parroquias del sur de Italia

ss. xvii y xviii

45 parroquias

45,623 familias

2.4 % con criados

_

Da Molin, 1990

Apulia

11 localidades

s. xvii

11 localidades

9671 familias

1,5 % con criados

Da Molin 2002 (2000): 194

* En numerosos casos el cálculo de los porcentajes de criados con respecto a la población total es mío.

Estas diferencias guardan una estrecha relación principalmente con los distintos tipos de asentamiento, las estructuras sociales y la organización de la agricultura en los diferentes territorios: mientras en gran parte del sur de Italia la población estaba constituida por una mayoría de asalariados sin tierras que vivían sobre todo en pueblos grandes y acudían a trabajar a los campos de latifundistas, en la Italia central predominaban los asentamientos dispersos. Aquí un buen número de los campesinos eran aparceros que vivían con sus familias en aisladas casas de campo; el cabeza de familia solía firmar un contrato con el propietario que exigía a toda la familia trabajar en la explotación y adaptar la mano de obra a las necesidades que la hacienda demandaba. Esto podía suponer que hubiera que contratar criados para las labores agroganaderas, siempre y cuando la parentela no fuera suficiente (Giorgetti, 1974: 34-35, Poni, 1982: 316, 320, 341; Landi, 2002: 120).

No obstante, no basta con hacer distinciones entre áreas extensas, tales como Italia Sur, Italia Central e Italia Norte. En un contexto de tal complejidad geomorfológica y orográfica como el italiano, el hecho de que, dentro de cada zona, existan planicies, colinas y montañas ha sido un determinante y un factor a tener en cuenta para el desarrollo de los diferentes ordenamientos sociales y económicos. Como consecuencia, las diferentes zonas altimétricas se caracterizan a menudo, entre otros aspectos, por el desigual peso que en ellas tuvieron los criados rurales. Por ejemplo, de acuerdo con los datos de un censo de 1545, en el entorno rural de Parma, los hogares con sirvientes alcanzaron el 15 % en el área circundante a la ciudad, el 16 % en las colinas, el 10 % en la planicie, pero solo el 2 % en las montañas (Barbagli, 1996, 19841: 216). En 1708, entre la población de la campiña de Reggio Emilia, los sirvientes eran el 1,1 % en las altas montañas (600 a 1200 m); el 3,6 % en las bajas montañas (300 a 600 m); el 4,6 % en las colinas; entre el 6,1 % y el 6,5 % en el contorno rural inmediato a la ciudad, y el 5,9 % en la llanura drenada (Moretti, 1989: 409)20.

Asimismo, en cualquier contexto, existió por lo general más de un tipo de familia campesina; sobre todo, diría yo, en el centro y norte de Italia. En Urbino, a comienzos del siglo xviii, un sacerdote, mientras escribía el status animarum de su parroquia, especificó además si las unidades familiares eran pobres, autosuficientes o acomodadas: en 1708, un 11.4 % de las familias pobres empleaban a sirvientes, mientras que esto mismo sucedía en el 44.4 % de las restantes21. Con todo, no se trata únicamente de ser ricos o pobres. En la Lombardía, en el siglo xvi, al pasar de las colinas al valle del Po, ante todo a la llanura irrigada, la proporción de asalariados entre la población rural creció a medida que los massari, arrendadores de haciendas de tamaño medio, eran remplazados por fittabili con extensas explotaciones agrícolas por cuyo alquiler pagaban a sus propietarios una renta fija en dinero. Las familias de estos últimos eran de mayor tamaño que las de los massari, y a menudo contrataban a sirvientes (así como a asalariados): en las colinas, el 22.7 % de los massari tenía criados, mientras esto ocurría en el 39.2 % de las familias de fittabili de la baja planicie (Di Tullio, 2009a: 23-30). Di Tullio sugiere que las familias de massari, en su esfuerzo por alcanzar un equilibrio entre bocas que alimentar y fuerza de trabajo, podrían verse obligadas unas veces a enviar a algunos de sus miembros a trabajar fuera como sirvientes y otras a tomarlos de otras familias. Por lo general, no obstante, los criados procedían de familias sin tierras, en especial en las zonas llanas, donde los fittabili, productores principalmente para el mercado, solían dar empleo a sirvientes y jornaleros. En cierto modo, se recurrió más a la adquisición de criados allí donde la población rural estuvo socialmente más polarizada y dividida entre familias sin tierra y campesinos.

Significativamente, en la Lombardía del siglo xvi, al igual que en otros contextos, los criados estaban casi ausentes en las familias de los asalariados temporales (braccianti). En una muestra de 196 familias de braccianti del siglo xvi residentes en aquella región, solo había un sirviente22. Los datos disponibles muestran una situación análoga tres siglos después: en una muestra de 1249 familias del mismo tipo, en el siglo xix, en la campiña de Bolonia, solo un 1 % disponía de criados residentes, mientras esta misma circunstancia se daba en el 35.6 % de las familias de aparceros (Angeli and Bellettini, 1979: 158, 162). De manera análoga, de un total de 592 familias de braccianti que, según el censo poblacional, vivían en el comunede Ferrara, en 1911, solo el 3 % contaba con un sirviente; mientras el porcentaje de familias con al menos un criado entre los denominados boari, campesinos asalariados con un contrato anual que vivían con sus familias en la explotación agrícola de un hacendado, ascendía a un 26 %; a un 27 % en el caso de los aparceros o de campesinos sujetos a otro tipo de arrendamiento y un 21 % entre los campesinos propietarios (Barbagli, 1996, 19841: 553). Este es otro descubrimiento interesante que cuestiona las ideas de Hajnal y Laslett porque, con frecuencia, los braccianti solían vivir en familias nucleares, mientras que los boari, los aparceros, otros arrendatarios agrícolas y los campesinos con propiedades vivían a menudo en familias complejas (Barbagli, 1996, 19841, passim; Sarti, 2007).

Varios autores y testigos sostienen que, entre los siglos xvii y xx, los criados rurales del norte y centro de Italia (garzoni) eran, por lo general, expósitos, huérfanos o hijos de familias de braccianti o pigionali23 (cuyo número creció particularmente en el siglo xix) (ej. Poni, 1982: 320; Angeli, 1990: 91; Doveri, 1993: 435-436; Baragli, 2006: 123). Creen además que los sirvientes estaban a menudo destinados a convertirse en asalariados sin tierra, lo que acentuaba la brecha social que los separaba de sus amos (Poni, 1982: 320; Angeli, 1990: 91; Doveri, 1993: 444)24. Los datos procedentes de la parroquia de San Martino di Pallino y de San Donato extra muros, en la campiña de Urbino, donde, a pesar de que el número de familias permaneció más o menos estable, la población creció de manera significativa en los siglos xviii y xix, hacen pensar que la demanda de sirvientes aumentó con el paso del tiempo (tabla 5).

Así, podemos concluir que, en Italia, el porcentaje de criados rurales con respecto al total de la población fue bajo únicamente si tomamos los datos de manera agregada, ignorando las diferencias locales, históricas y sociales; si, por el contrario, evitamos recurrir a dicha agregación, advertimos que el panorama italiano responde a una gran diversidad. En función del lugar y el periodo escogido, existieron muy distintos tipos de familias rurales y algunas de ellas recurrieron con asiduidad a la contratación de sirvientes. En ciertos contextos específicos, esto traería consigo unos porcentajes de criados en el conjunto poblacional bastante elevados. Asimismo, en opinión de numerosos investigadores, aquellos, además de proceder de un grupo social a menudo distinto del de sus amos, tuvieron un curso de vida diferente.

Centrémonos ahora en el ciclo de vida de los criados. Para ello, conviene subrayar que, en el sur de Italia, donde resultaron ser pocos, las mujeres solían acceder a una edad temprana al matrimonio, las nuevas parejas seguían, por lo general, la regla neolocal y las familias eran principalmente nucleares. En la Italia central, en cambio, donde los criados fueron más numerosos, tanto la edad de los contrayentes como las tasas de celibato fueron elevadas (o tendieron a incrementarse durante la Época Moderna); y las familias complejas fueron bastante habituales25. En otras palabras, el caso italiano no confirma las ya citadas rígidas asociaciones entre las pautas de formación familiar y las formas de familia. Más bien al contrario, lo que parece corroborarse es la existencia de algunos vínculos entre la proporción de sirvientes y la edad de acceso al matrimonio: a mayor presencia de criados, más alta es la edad en los desposorios, y viceversa. ¿Podemos establecer realmente una conexión directa entre ambos fenómenos?

Tabla 5: Porcentaje de criados en la campiña de Urbino, siglos xviii y xix

Parroquia

Año

Población total

Criados

Porcentaje de hombres entre los criados

Porcentaje de criados en la población total

Número de familias

Familias con criados

Porcentaje de familias con criados

San Martino di Pallino

1708

262

12

83,3

4,6

53

12

22,,6


1841

303

24

79,2

7,9

47

20

42,5

San Donato extra muros

1705

135

5

100,0

3,7

30

5

16,6


1804

155

6

66,7

3,9

29

6

20,7


1865

188

8

75,0

4,3

30

6

20,0


1881

217

12

50,0

5,5

31

12

38,7

San Giambattista di Silvano, Fermignano

1825

67

10

70,0

14,9

11

8

72,7

Fuentes: Urbino, Archivo Arzobispal:

  • Archivio di Pallino, San Martino di Pallino, vol. 19, Stato d'anime 1708-1878, Libro dello Stato del Anime di q.ta Pieve di S. Martino delle Ville di Pallino, e Pallinello (...) l'Anno 1708; Stato delle Anime di S. Martino delle Ville di Pallino e Pallinello (...) nel Mese di Agosto 1841;
  • San Donato extra muros, Faldone 3, Stato dell'anime della Parrocchia di S. Donato, Chiesa Plebana e Matrice esistente fuori delle Mura d'Urbino, dell'anno 1705; vol. 23, 1781-1844, Stato delle Anime esistenti nella Chiesa Par.le Matrice di S. Donato extra muros nell'Anno 1804, vol. 24, 1846-1870, Animarum Status pro Anno 1865; vol. 26, 1881-1886, 1881;
  • Silvano n. 1, Stato delle Anime della Cura di S. Giambattista di Silvano, 19 de marzo de 1825.

Figura 1: Porcentaje de criados respecto de la población del grupo de edad, campiña de Parma, 1545

Fuente: Barbagli (1996, 19841: 216)

Figura 2: Porcentaje de criados respecto de la población del grupo de edad, campiña de San Giovanni in Persiceto, 1881

Fuente: Barbagli (1996, 19841: 553)

¿Qué ciclo de vida?

En 1984, Marzio Barbagli, al analizar el censo de 1545 de la población de Parma y su entorno rural, en el centro y norte de Italia, advirtió que los criados rurales eran diferentes a los urbanos: eran en su mayoría hombres y más jóvenes. Desde luego, en el campo, el 81 % eran hombres, mientras que en la ciudad este porcentaje se reducía a solo un 44 %. Asimismo, los sirvientes rurales se concentraban mucho más en el grupo de edad de 11 a 20 años que los urbanos. En otra zona del valle del Po, a unos 80 km al sureste de Parma, en la campiña de San Giovanni in Persiceto, Barbagli encontró un patrón similar en 1881 (Barbagli, 1996, 19841: 216-217, 553; figures 1-2).

Barbagli recuerda que el primer investigador italiano en poner de manifiesto la importancia de los criados rurales había sido Michele Luzzati en su estudio sobre la campiña de Pisa en la Baja Edad Media26. El estudio llevado a cabo por Andrea Doveri (1993), precisamente sobre este territorio, nos ha proporcionado datos valiosos sobre el trabajo de los sirvientes rurales en los siglos xvii y xviii. En las cuatro poblaciones que analiza, entre un 29 % y un 44 % de las familias disponía de criados (garzoni), los cuales suponían entre el 7.3 % y el 11.7 % de la población total. Las fuentes sobre Putignano, especialmente ricas, permiten al autor mostrar que, en lo que respecta al periodo 1718-1741, un 85 % de aquellos habían comenzado a trabajar con menos de 14 años (el 27.3 % con menos de 11)27. La edad media a la que se habían convertido en sirvientes era de 11.8. Los garzoni eran casi exclusivamente del sexo masculino y, en los años veinte del Setecientos, representaban el 41 % de los chicos de entre 15 y 19 años residentes en las poblaciones analizadas. Para muchos jóvenes, servir consistió en una actividad ligada a una etapa completa de su ciclo de vida, pero eran muchos los criados que regresaban a casa antes de cumplir los 20 años, es decir, unos cuantos años antes de casarse: sin duda, la edad media de los contrayentes en su primer matrimonio (Smam) era de 30.5 años para los hombres y de 25.5 para las mujeres (Doveri, 1993: 432, 442-444 y tabla 6).

Tabla 6: Proporción de criados por grupo de edad en tres poblaciones de la campiña de Pisa (Gello, Ghezzano, 1720-1723)

Grupo de edad

Porcentaje de criados con respecto al grupo de edad

Porcentaje de criados entre la población masculina del grupo de edad

5-9

2

4

10-14

10

18

15-19

27

41

20-24

16

26

25-29

7

13

30-34

8

17

35-39

2

4

40-44

1

3

Fuente: Doveri (1993: 431)

Algunas entrevistas realizadas a gente de la Toscana recientemente fallecida, tanto a hombres como a mujeres, a la vez que permiten entrever la dilatada presencia en el tiempo de criadas, denotan un patrón similar en lo que respecta al ciclo de vida. Es el caso de Francesco Salvatici, nacido en 1933 en una población cercana a Scarperia (pequeña ciudad a unos 30 km de Florencia), en una familia propietaria de algunos terrenos boscosos y con 3 o 4 hectáreas de tierras de labor en arrendamiento. Francesco comenzó a servir con 10 años, aunque solo estuvo poco más de un año en una granja que quedaba a treinta minutos andando del domicilio de sus padres (después solía ir allí a echar una mano). Cuenta que, en aquel tiempo, un gran número de chicos se dedicaban a servir (incluso más jóvenes que él, y permanecían por largos periodos, en ocasiones hasta que se casaban)28. De cinco hermanos (vivos), el más joven sirvió, curiosamente, en la misma granja en la que su hermano mayor había trabajado durante un año. Al final, una de sus tres hermanas también trabajó como criada en una explotación agrícola, Bruna (1924-2014), aunque las tres llegaron a trabajar en el servicio doméstico en Florencia. En los primeros años del siglo xxi, Bruna escribió una autobiografía muy interesante. Había comenzado a servir en una granja con 10 años: un domingo, en mayo de 1934, un campesino de la vecindad visitó a su familia y empleó largo tiempo hablando con sus padres, en la cocina29. Cuando se marchó, estos les explicaron a ella y sus hermanas que aquel vecino les había sugerido enviar a Bruna a trabajar a su casa como criada (galzona, i. e. garzona) para cuidar las ovejas. Sus padres le dijeron que era ella misma quien debía tomar la decisión, y aceptó. La retribución era en especie: maíz ("uno staio di granoturco", sobre 25 kg), un par de vestidos, uno de verano y otro de invierno, dos camisas, una camiseta, un par de medias y un par de zapatos hechos a mano. Aunque su madre lloraba, Bruna se sentía feliz ante la idea de dejar de ser una carga para sus padres y empezar a contribuir al presupuesto familiar; además, su vecino había prometido permitirle ir a dormir a casa cuando ella quisiera. Fue feliz en la familia de sus amos, donde trabajó durante dos años. Bruna explica que, en el campo, las criadas jóvenes tenían que cuidar de las ovejas, mientras las chicas de 18 a 20 años trabajaban como erbaiole (erba significa hierba) para campesinos con explotaciones grandes y muchas cabezas de ganado estabuladas que no se sacaban a pastar: los chicos y los miembros de la familia con más edad cuidaban del ganado con las criadas que, entre otras tareas, tenían que recolectar el forraje. Estas sirvientas tenían una retribución también bastante pobre: 100 kg de trigo, ropa y quizá alguna otra pequeña cosa. Su prima Antonietta, por ejemplo, que trabajó como erbaiola, recibió de su ama una toalla y un par de fundas de almohada para el ajuar. Cuando Bruna regresó a casa después de aquella primera experiencia sirviendo, su hermana mayor, Agnese, se marchó a Florencia para trabajar como criada. En 1936, su hermana segunda, Assunta, también se fue a servir a la misma ciudad. De modo que Bruna se quedó en casa con sus dos hermanos menores, si bien, en 1938, se encontraba ya en Florencia como sirvienta doméstica. Regresó a casa definitivamente en 1943 y se casó en 194830. En definitiva, de los 10 a los 12 años estuvo empleada en una hacienda agrícola, después regresó a casa, de los 14 a los 19 años trabajó en la ciudad, en el servicio doméstico, y se casó con 24, cinco años después de haber dejado de servir.

Me gustaría mencionar otro par de casos procedentes de otra zona de Toscana, la provincia de Grosseto. Sesto Seghi, nacido en 1935 en Selva (Santa Fiora), en una familia pobre y numerosa (su padre trabajó como bracciante y minero), empezó a trabajar como criado agrícola con 10 años; excepto la comida, el alojamiento y alguna ropa usada, solo recibió un queso como retribución anual por su trabajo. Para su familia, la principal ventaja de enviarlo a servir era, por supuesto, tener una boca menos que alimentar. Sesto estuvo sirviendo durante cinco años. Del mismo modo, Iride Bassetti comenzó a trabajar como criada en una familia de aparceros de Poggio Montone en 1940, cuando tenía 10 años, y permaneció allí hasta 194431.

Así, los datos sueltos y la información procedente de Toscana parecen indicar que entrar a servir de muy joven y dejar de hacerlo unos años después, por lo general varios años antes de contraer matrimonio, fue una pauta común para la población rural de esta región, ya sea en la Época Moderna o en la primera mitad del siglo xx.

Algunos datos sueltos relativos a la campiña de Urbino, en la región de Las Marcas, al otro lado de los Apeninos, en los siglos xviii y xix, muestran tanto similitudes como diferencias con respecto a la Toscana. En el Setecientos, el porcentaje de criados en la población total fue menor que en las localidades del entorno de Pisa (tablas 4 y 5). Pero, al igual que aquí, los sirvientes agrícolas eran principalmente hombres; si bien, en Urbino, el colectivo de mujeres parece que fue algo más numeroso (en torno al 12 %, entre 1705 y 1708, del total de criados de las dos parroquias analizadas, aunque en los años posteriores creció todavía más; véase la tabla 5). Por otra parte, a comienzos del siglo xviii, en las parroquias cercanas a Urbino analizadas, servir fue una actividad en la que su vinculación a una etapa del ciclo de vida se hizo más notoria que en las poblaciones de Pisa, al concentrarse entre los 12 y los 33 años. Por último, entre los criados, eran más los adultos jóvenes ya entrados en la veintena que los que aún no habían alcanzado esta década, inversamente a lo que más bien sucedía en la campiña de Pisa (figura 3 y tabla 6). Aunque, con el paso del tiempo, el porcentaje de sirvientes menores de 21 años creció: en la parroquia de San Donato extra muros, ascendió al 20% en 1705 y hasta el 87.5 % en 1881. Asimismo, la edad de los criados más jóvenes decreció desde los 13 a los 6 años, pese a que algunas personas continuaron sirviendo con más de cuarenta años (tabla 7)32. En otras palabras, para muchos de quienes tuvieron la experiencia de ser criados rurales (cada vez más, chicos y chicas33), servir fue convirtiéndose en una actividad en la que los niños y los adolescentes tuvieron un protagonismo creciente, aunque también se dedicaran a ello adultos con treinta o cuarenta y tantos años34.

Figura 3: Porcentaje de criados masculinos entre la población masculina del grupo de edad, campiñas de Pisa (1720-1723) y de Urbino (1705-1708)

Fuente: Doveri (1993: 431); Fuentes: Urbino, Archivo Arzobispal, Archivio di Pallino, San Martino di Pallino, vol. 19, Stato d'anime 1708-1878, Libro dello Stato del Anime di q.ta Pieve di S. Martino delle Ville di Pallino, e Pallinello (...) l'Anno 1708; San Donato extra muros, Faldone 3, Stato dell'anime della Parrocchia di S. Donato, Chiesa Plebana e Matrice esistente fuori delle Mura d'Urbino, dell'anno 1705.

Tabla 7: Edad de los criados en la campiña de Urbino

Parroquia

Año

Número de criados de edad conocida

% de criados
<16 años

% de criados
<21 años

Rango de edad de los criados

San Donato extra muros

1705

5

20.0

20.0

13-27


1804

5

60.0

60.0

12-45


1865

8

50.0

62.5

10-46


1881

8

62.5

87.5

6-45

San Martino di Pallino

1708

11

27.3

54.5

12-33


1841

24

37.5

75.0

9-45

San Giambattista di Silvano

1825

10

40.0

60.0

8-77

Fuente: véase tabla 5.

Estos datos hacen referencia a una muestra pequeña y deben ser tomados con precaución. No obstante, la información recopilada por algunos de mis estudiantes (nacidos en torno a los años noventa) en la Universidad de Urbino, por medio de entrevistas realizadas a sus abuelos, confirman no solo que los criados estuvieron muy presentes en las zonas rurales de Romaña y Las Marcas y que solían proceder de familias pobres, sino también que se trataba de chicos y adolescentes: en los casos que mis estudiantes pudieron documentar, los criados comenzaron a trabajar entre los 7 y los 17 años y se mantuvieron en esta ocupación entre 1 y 8 años, aunque la abandonaron antes de los 20. Solo hay un caso en el que un sirviente desamparado y analfabeto, llegado de las montañas, permaneció toda la vida en la misma casa, convertido realmente en "uno más de la familia" (aún vivía en 2014)35. Por ejemplo, Filomena, nació en 1931 en Ascoli Piceno (Las Marcas), en una familia pobre y numerosa; con 8 años tuvo que dejar la escuela y ponerse a servir en una hacienda agrícola de su vecindario. A cambio de alojamiento, comida y una pequeña suma de dinero tuvo que ocuparse de pastorear y cuidar las cabras. Cumplido un año, regresó a su casa36. Domenica nació en 1931 en una familia campesina de Montecopiolo, en la provincia de Urbino; comenzó a servir en una casa de campo del pueblo vecino de Pugliano con 11 años y lo dejó con 13; aparte de llevar a pastar al ganado, tenía que cuidar de la hija menor de sus amos. A diferencia de Filomena, ella no tuvo que interrumpir sus estudios, ya que solo trabajaba durante el verano (en la Toscana, Francesco Salvatici también continuó asistiendo al colegio, pero sin dejar de trabajar: durante el tiempo en que fue sirviente, acudía a la escuela por las mañanas y trabajaba por las tardes37). Estos datos y esta información, aunque resulten fragmentarios y parcialmente distintos a los de la Toscana, parecen confirmar que la población rural, en especial los pobres, se atuvieron a unas pautas asociadas al ciclo de vida donde estaba presente la labor de servir. Con el transcurso del tiempo, sin embargo, se tendió a dejar de trabajar como criados antes de los 21 años, a menudo siendo todavía adolescentes; por tanto, varios años antes de contraer matrimonio. Examinemos ahora otra región.

La investigación llevada a cabo por Pier Paolo Viazzo, Marco Aime y Stefano Allovio sobre una población italiana de los Alpes occidentales, Roaschia, muestra que, aunque los criados solo constituyesen un pequeño porcentaje de la población, sí fue una experiencia bastante común trabajar como pastores por algunos años: en un año tan reciente como 1951, ello implicaba al 15 % de los jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años y a un 62.5 % de los chicos de hogares campesinos situados en esta cohorte. Algunos pastores mayores entrevistados por los investigadores destacaron que sus criados (garsouns) procedían de familias campesinas; según afirmaron, las parejas con bastante descendencia eran felices entregando a sus hijos a los pastores no solo para el verano, sino también para el invierno. Los hijos de campesinos comenzaban a trabajar como sirvientes para los pastores entre los 12 y los 14 años. Dedicaban más bien periodos cortos de su vida a servir y en torno a los 20 años solían regresar al domicilio familiar, donde permanecían unos ochos años aproximadamente antes de casarse. Como en el caso estudiado por Doveri (1993), los campesinos de mediados del siglo xx de Roaschia tendían a casarse tarde, pero no por razones vinculadas a sus experiencias como criados. Por otra parte, la forma de servir establecida en esta zona alpina comportaba un intercambio asimétrico entre diferentes grupos socioeconómicos, en este caso entre campesinos y pastores (Viazzo, Aime and Allovio, 2005).

Roaschia es una población del Piamonte, en la provincia de Cuneo. A comienzos de los setenta, Nuto Revelli dirigió una amplísima investigación sobre esta zona, para lo cual entrevistó a unas 530 personas de ambos sexos, principalmente campesinos (Revelli 1997, 19771: VII; Revelli, 1985: IX). El resultante de este rico material indica que los criados rurales, de uno y otro sexo, tuvieron una presencia notoria. Con cincuenta de estas entrevistas, he realizado algunas estimaciones cuantitativas: nada menos un 46 % de los entrevistados (nacidos entre 1878 y 1937) contó a Revelli que habían dejado la casa familiar para trabajar como sirvientes; una proporción que fue similar para hombres (46.1 %) y mujeres (45.5 %)38. Los chicos se convertían en vachet, vaché o vacherot; y las chicas, en servente y vachere. Unos y otros trabajaban principalmente con ganado. Al leer las entrevistas queda claro que los chicos que pertenecían a familias pobres tenían más probabilidad de acabar como criados, aun cuando también los hijos de las familias relativamente acomodadas pudieran serlo de forma ocasional39. Sin duda, aunque resulte muy alto, el porcentaje referido antes está subestimado, en primer lugar precisamente por razones sociodemográficas: en efecto, es muy probable que los chicos procedentes de familias pobres que con más frecuencia se vieron obligados a servir sufrieran una mayor tasa de mortalidad y, por tanto, no alcanzasen una edad avanzada, mientras la gente entrevistada por Revelli eran ante todo personas mayores. Además, la entrevistas de Revelli pretendían documentar la vida campesina, pero no abordar de manera específica el tema de los criados. De modo que, algunos de los que no mencionan haber servido bien pudieron haberlo hecho. Por último, las entrevistas publicadas son versiones editadas, y esta alusión a trabajar como criados podría estar presente en las partes que Revelli no publicó40.

Curiosamente, como en las fuentes analizadas en las páginas previas, las entrevistas de Revelli, las cuales documentan el final del siglo xix y la centuria siguiente, también describen la labor de los sirvientes rurales como una experiencia asociada al ciclo de vida, aunque sus rasgos, significado e implicaciones difieran de aquellos en los que el "hábito de servir", de acuerdo con Hajnal y Laslett, constituía un componente crucial del Modelo Matrimonial Europeo, por cuanto retrasaba el matrimonio. De acuerdo con mi análisis estadístico de la muestra de 50 entrevistas precitada, los piamonteses entrevistados por Revelli comenzaron a servir entre los 7 y 16 años (a una edad media de 10.5) y dejaron de trabajar como criados entre los 11 y los 25 (a una edad media de 16.8 años). Dicho de otra manera, también en este caso servir fue una experiencia vivida en la infancia y la juventud a la que se puso fin normalmente años antes de contraer matrimonio. Muchos de los entrevistados dejan de servir para convertirse en canteros, o emigrar (a Francia, Estados Unidos, Argentina); otros lo abandonaron al ser reclutados para cumplir el servicio militar. Por ejemplo, Giovanni Toselli, un campesino y cantero nacido en 1887, comenzó a servir con 8 años y lo dejó con 16; después trabajó como cantero y cuando tenía 17 años emigró a Francia. Asimismo, Giovanni Battista Giraudo, campesino nacido en 1896, fue criado entre los 11 y los 14 años, después cantero, pero al poco tiempo, con 15 años, comenzó a mercadear con cabras y a los 17 emigró a América. Bartolomeo Garro, por otra parte, campesino y comerciante nacido en 1921, comenzó a servir con 10 años y siguió hasta los 20, edad a la que realizó el servicio militar (Revelli, 1997: 28-29; 123; 62-63). Anna Giorgis, nacida en 1916, fue vachera con 8 años y sirvió hasta los 12; después comenzó a trabajar en una fábrica de hilados. Caterina Brunetto, nacida en 1920, se inició como sirvienta con 8 años para una familia que la maltrató y de la que trató de huir a menudo; con 15 años emigró a Francia, donde trabajó como jardinera, y se casó con 20 (Revelli, 1985: 139, 152-153)41. Esto no quiere decir que hubiera una ausencia completa de personas que sirvieron hasta el momento de contraer matrimonio: Maria Anna Gondolo, nacida en 1925, con 11 años, en cuanto terminó la educación obligatoria (que, en realidad, muchos niños no finalizaban), comenzó a trabajar como serventa y continuó en ello hasta 1946, año en que se casó: "para mí, casarme significó dejar de servir", sostiene (Revelli, 1985: 185-187). En términos generales, no obstante, las entrevistas de Revelli confirman el patrón mencionado antes, según el cual los chicos de familias pobres especialmente solían convertirse a menudo en criados rurales a una edad muy temprana para aliviar a sus familias de los costes que acarreaba su alimentación y acaso también para contribuir al presupuesto familiar; pero dejaban este trabajo o se pasaban a otros mejor pagados mucho antes de casarse, por término medio en torno a los 16 años (véase también Molinengo, 2004: 16-17). A veces, después de trabajar como criadas rurales, las chicas se marchaban a la ciudad para incorporarse allí al servicio doméstico. Cesarina Gerbino, por ejemplo, nacida en 1914, comenzó a trabajar en una casa agrícola con 9 años, desde mayo hasta octubre o noviembre, después iría al colegio durante el invierno y la primavera. Transcurridos unos años, dejó de servir a causa de que su hermana se había casado, sus hermanos habían emigrado a Francia y su ayuda era necesaria en casa. Con 18 años, sin embargo, volvió a servir, pero no ya de criada para un hogar campesino de un pueblo cercano al suyo: también ella se marchó a Francia, donde trabajó como camarera, niñera y cocinera en familias de clase media de Avignon y Digne. En 1938, al fallecer una de sus hermanas, regresó a casa y no volvió servir ya más; se casó un par de años después (Revelli, 1985: 250).

Resulta significativo que la persona más joven de cuantos llegaron a ser criados rurales en la muestra de Revelli que he analizado nació en 1923; la Segunda Guerra Mundial y la rápida modernización subsiguiente de Italia fueron una divisoria tras la cual entró en declive la costumbre de servir en haciendas agrícolas, aun cuando aún estuviera presente en los años sesenta. En el Piamonte, algunos creen que el factor crucial que determinó la desaparición de los criados rurales fue la introducción del "vaché eléctrico" (Molinengo, 2004: 14); esto es, de los vallados electrificados que permitieron prescindir de las personas que cuidaban del ganado. En tanto que faceta de la modernización, la proliferación de vallas electrificadas ciertamente forma parte de la causalidad. Aunque, en última instancia, a la desaparición de los criados rurales contribuyen otras transformaciones económicas, sociales y culturales de mayor alcance y carácter más global, que afectan al mundo rural y su vínculo con un ámbito urbano en expansión.

Las ferias

"Todavía me entran ganas de llorar cuando pienso en los años de mi infancia. Mi madre nos llevó a la feria de vaché (sirvientes), la feria de la Anunciación de la Virgen María, el 25 de marzo, en Prazzo. Tenía cinco hijos, todos para "ser alquilados". Los pastores estarían allí". Buscaban criados y negociaban las condiciones laborales, retribuían a los padres de los chicos y, a veces, a estos últimos. "El primer año (…) aún no había cumplido los 7 años", cuenta Pietro Abello (Revelli, 1997: LXXXVIII). Un gran número de fuentes orales y escritas hacen referencia a los mercados y las ferias donde los niños y las niñas eran affittati, es decir, dados en alquiler o alquilados, un término sorprendente para los italianos de hoy, por cuanto en la actualidad se emplea normalmente solo con respecto a viviendas, coches y otros bienes materiales; aunque, desde una perspectiva histórica, apenas difiere del vocablo latino locatio, utilizado en el lenguaje jurídico (locatio operis, locatio operarum) para definir contratos laborales42. Varias de las personas entrevistadas por Revelli, por ejemplo, mencionan un mercado de alquiler que tenía lugar en Barcelonnette, en la vertiente francesa de los Alpes (Revelli, 1997: LXXXVII).

Los historiadores italianos interesados en la historia de los criados rurales nunca han profundizado en las ferias de alquiler, que yo sepa. Sin embargo, en la lectura de testimonios y memorias, aflora a la superficie bastante información (dispersa) sobre la presencia de dichas ferias. Por ejemplo, en Emilia Romaña, en el norte y centro de Italia, el mismo día citado en el testimonio de Pietro Abello, el 25 de marzo, se denominaba significativamente "Madonna dei garzoni", a saber, Virgen de los criados agrícolas, debido a que en él solían celebrarse ferias para alquilar a chicos y chicas (Poni, 1982: 316; Dondi 1995-1996: 300). Hay incluso poemas escritos en dialecto por Aldo Spallicci (1886-1973), Berto Marabini (1905-2003) y Giuliana Rocchi (1922-1996) dedicados a la "Madonna dei garzoni"43. Curiosamente, estas ferias también existieron en el sur de Italia, donde la presencia de sirvientes se considera, por lo general, de escasa relevancia.

Tal es el caso de la denominada "Madonna di valani", esto es, la feria que se celebraba el 15 de agosto ante la principal iglesia de Benevento (en Campania), donde los chicos se "vendían" y "compraban" para convertirse en valani (o gualani): el vocabulario empleado en este contexto es, sin duda, todavía más duro que el empleado en el norte de Italia. A estos muchachos se les solía alquilar como sirvientes bajo un contrato laboral de un año que comenzaba y finalizaba cada 8 de septiembre. Este día, cuando amos y criados se reunían en la plaza para iniciar un nuevo periodo de trabajo, quienes aspiraban a servir pero aún no disponían de empleo tenían una nueva oportunidad para encontrarlo. A comienzos de los años cincuenta, las inhumanas condiciones de vida y trabajo de estos chicos se denunciaron y compararon con el comercio de esclavos, lo que promovió un debate en el que se implicaron varios intelectuales, la discusión llegó al Parlamento y mereció asimismo la atención del presidente de la República, Luigi Einaudi. Había nacido en el Piamonte, en 1874, en concreto en la provincia de Cuneo, donde Revelli realizó más tarde sus entrevistas, y sabía muy bien que, también en el norte de Italia, no solo en el sur, existían ferias donde los chicos destinados a trabajar como criados rurales se alquilaban. Sin embargo, no llegó a reprobar este tipo de ferias y mercados, creyendo que, si se privilegiaba la negociación, se mejorarían los salarios —de hecho, era partidario del liberalismo económico—. A su juicio, la solución no estaba en prohibir estos encuentros, sino en modificar las condiciones económicas que forzaban a los niños del sur de Italia a aceptar unas retribuciones exiguas (Landi, 2012: 38-45; Gelsomini, 2011: 267-268; Einaudi 2001: 896). Pero, a pesar de la defensa del presidente, la feria de Benevento, la cual violaba varias leyes italianas sobre trabajo infantil, contratación, seguros, etc., se prohibió. Durante un tiempo, la población continuó de manera secreta con la práctica de "comprar" y "vender" chicos, si bien fue declinando hasta desaparecer a finales de los cincuenta. La condena fue tal que la feria llegó a desaparecer finalmente de la memoria colectiva. A Elisabetta Landi, quien ha investigado en fechas recientes sobre esta materia, le resultó difícil encontrar gente dispuesta a hablar sobre ello (Landi 2012). Quienes se vieron afectados durante su infancia por este mercado todavía sienten aquella experiencia de servir como una deshonra merecedora de ser ocultada; un hecho que parece confirmar el carácter particularmente estigmatizante que—al margen de la feria— tenía el trabajar como sirviente en el sur de Italia, tal como se pone de manifiesto en varios estudios (Sarti, 2007: 23-25).

A diferencia de las ferias del norte de Italia, en las que también había chicas, la de Benevento era exclusivamente masculina, aunque acogía tanto a niños como a adultos. Si bien, en opinión de Francesco Romano, el abogado de esta población que denunció la feria por primera vez, en 1950, la mayor parte eran jóvenes de 11 y 12 años procedentes de familias de asalariados o sin recursos44; lo cual coincide con las declaraciones que hicieron los entrevistados por Landi. Según Crescenzo Iadanza, solo los niños procedentes de familias muy pobres o numerosas, huérfanos e ilegítimos acababan trabajando como valani; desde los 7 u 8 años hasta los 12 o 13, tenían que vivir con sus amos permanentemente, mientras los trabajadores adultos podían regresar a su domicilio con regularidad; los más pequeños solían cuidar de las ovejas, pero, a partir de los 14 años, ya comenzaban a trabajar en el campo (Landi, 2012: 27-28, 36, 68-73). En otras palabras, aun cuando los criados rurales de Benevento contaban con un perfil particular, en parte distinto al observado en otras regiones italianas, allí también los sirvientes resultaban ser, más bien, jóvenes pertenecientes a familias sin recursos.

Tanto el debate que tuvo lugar a inicios de los años cincuenta como algunas de las entrevistas realizadas por Landi desvelan la existencia de ferias similares a la de Benevento en otros lugares del sur de Italia, tales como Avellino (Landi, 2012: 18, 58). Su investigación podría constituir una fuente de información adicional sobre los criados rurales en aquellas áreas en las que la presencia de sirvientes agrícolas se considera, por lo general, como un fenómeno casi inexistente; lo cual nos permitiría elaborar un panorama más nítido sobre las diferencias y similitudes asociadas a los distintos contextos históricos, geográficos, económicos, sociales y culturales de Italia y Europa. En la zona de Benevento, por ejemplo, es interesante advertir que las grandes propiedades (latifondi), típicas de otras áreas del sur de Italia, no existieron. La propiedad de la tierra estuvo bastante fragmentada: prevalecieron los pequeños patrimonios y los grandes propietarios tendieron a arrendar sus tierras mediante contratos de enfiteusis o aparcería (Landi, 2012: 23-29; Delille 1983: 132). Una particularidad que quizá contribuya a explicar por qué en este territorio los sirvientes agrícolas no fueron en absoluto infrecuentes.

Asimismo, la historia oral podría ayudarnos a ampliar nuestro conocimiento de este fenómeno. A partir de las palabras de Giovanni Di Martino (nacido en 1917) y de Salvatore Licitra (1945) sabemos, por ejemplo, que también en Sicilia los niños de 7 y 8 años solían comenzar a trabajar como criados en la masserie (una especie de mansión agrícola) en la que se ocupaban de cuidar las ovejas generalmente45.

Conclusión

En este artículo, he tratado de clarificar el alcance y las peculiaridades del trabajo desempeñado por los criados rurales en Italia desde la Época Moderna hasta el pasado reciente. Para ello expuse en primer lugar las ideas desarrolladas por especialistas en esta materia tales como Hajnal y Laslett en particular: aun cuando sus opiniones ya han quedado en parte superadas por investigaciones posteriores, ellos nos proporcionaron un coherente marco interpretativo que ha constituido un valioso punto de partida. Si bien Italia no ha tenido una posición nada clara en las primeras versiones de sus geografías históricas sobre las formas de familia en Europa y los sistemas de formación familiar, según la clasificación de Laslett de 1983, la Europa mediterránea se caracterizó por tener una temprana edad de acceso al matrimonio para las mujeres, altas tasas de nupcialidad, una elevada significación de los hogares complejos y cierta presencia de los life-cycle servants.

Con la intención de cuestionar la falta de congruencia que presentaban las especulaciones referidas a Italia, en primer lugar, he tratado de recordar la variabilidad que entraña la propia noción de Italia, a la vez que he ofrecido algunos datos sobre la parte del Tirol hoy incluida dentro del Estado italiano, donde, en el siglo xix, el porcentaje de criados con respecto al total de la población fue sorprendentemente elevado. Después, como ya hicieran antes otros expertos, en particular Barbagli, he mencionado el caso de Cerdeña, una isla situada en el corazón mismo del Mediterráneo que contradice de forma radical las suposiciones de Laslett sobre el área mediterránea: en verdad, los habitantes de Cerdeña se casaban tarde y optaban por las familias simples y neolocales, con suma frecuencia después de haber trabajado largo tiempo como sirvientes. A continuación, he recopilado un amplio abanico de datos cuantitativos sobre los criados rurales en la península italiana a fin de poder determinar, en la medida de los posible, su verdadera relevancia. Si bien estos datos, expuestos a grandes rasgos, confirman la idea de Laslett, y asimismo de Reher, de que, en Italia, la presencia de sirvientes rurales no fue muy común, examinados más de cerca revelan unos profundos e interesantes contrastes.

Son varios los contextos en los que se han hallado porcentajes de criados rurales por encima del 6 % de la población —cifra considerada por Hajnal como divisoria entre los sistemas de formación familiar occidental y oriental— y hasta iguales o superiores al 9 % —estimado por Reher como valor máximo en el sur de Europa (pese a reconocer la gran diversidad interna de esta área). En especial, hay que citar Lombardía, en el norte de Italia, así como Toscana y Las Marcas, en la Italia central. De modo que los datos relativos a Italia no corroboran las ideas de Hajnal y Laslett acerca de los rasgos que definen las diferentes partes de Europa (ni tampoco, en parte, las de Reher).

Pero no es que los resultados de la investigación sobre el caso italiano rebatan únicamente las geografías históricas de Hajnal y Laslett; también ponen en entredicho el propio fundamento de sus hipótesis. Si en el sur de Italia, donde la presencia de criados rurales fue escasa, prevalecieron ampliamente las familias simples, en las zonas del país donde fue elevado el porcentaje de sirvientes entre la población rural, fueron comunes, por el contrario, las familias complejas, en especial entre los aparceros y otros campesinos arrendatarios, que optaron por contratar a criados residentes antes que a asalariados, cuyas familias solían ser más bien simples. Así pues, la casuística italiana analizada en este artículo no confirma en modo alguno la idea sugerida por Hajnal y Laslett de establecer una asociación estricta entre life-cycle service y familias simples y neolocales, y a su vez de considerar esta manera de servir poco común allí donde eran numerosas las familias complejas.

Asimismo, el caso italiano entra en contradicción con la idea de que el life-cycle service implicó a menudo la circulación de jóvenes por hogares de su misma posición social; y, en cambio, reafirma la hipótesis de Reher, para quien los criados del sur de Europa sirvieron, por lo general, en casas de un nivel social más elevado que el suyo (Reher, 1998: 206). De hecho, como se ha podido apreciar en las páginas previas, los sirvientes no solo se distribuyeron de forma desigual entre familias de diferente condición social, como las de los braccianti (asalariados temporales) y los mezzadri (aparceros). A menudo también tenían un origen social distinto del de sus amos. Las fuentes en las que se centra este artículo, tanto las escritas como las orales, más la literatura restante que aborda los diferentes contextos italianos, inducen a pensar que, en Italia, los sirvientes rurales procedían, las más de las veces, de familias sin recursos (o bien eran huérfanos, expósitos o niños ilegítimos). En el siglo xx, en lo que respecta al sur, el trabajo desempeñado por los criados rurales parece estar reservado en exclusiva a los hombres (aunque es necesario seguir investigando sobre este asunto); sin embargo, en el norte y centro de Italia, involucró a jóvenes de ambos sexos. En la medida en que las fuentes relativas a las centurias anteriores muestran, contrariamente, unos porcentajes de hombres muy elevados, es de suponer que allí la presencia de criadas fue incrementándose con el paso del tiempo (aunque este es otro tema pendiente de verificación).

Ante el hecho de que los criados fueran más numerosos en aquellas áreas rurales italianas en las que la edad de acceso al matrimonio era bastante alta, este artículo examina además si hubo algún tipo de vínculo entre la presencia significativa de criados rurales y el matrimonio tardío. Si bien este fue el caso del Tirol y Cerdeña, numerosas fuentes de otros lugares de Italia46 contradicen el supuesto de que el life-cycle service implicara la circulación de jóvenes por diversos hogares hasta reunir los recursos necesarios que precisaban para casarse, lo cual contribuía a retrasar la boda. Sin duda, las fuentes e investigaciones italianas denotan la existencia, en el ámbito de los criados, de unos comportamientos vinculados al ciclo de vida distintos a los descritos por Hajnal, Laslett, Kussmaul (1981) y otros expertos, según los cuales el trabajo de los sirvientes duraba hasta el momento en que tomaban el estado matrimonial. En efecto, el modelo italiano (probablemente más común) que desvelan las fuentes analizadas alude principalmente a jóvenes y adolescentes; en él, el trabajo de los sirvientes podía interrumpirse durante periodos en los que se regresaba al propio hogar y finalizaba, por lo general, varios años antes de que se contrajese matrimonio. Como ha quedado dicho, no hay indicios que indiquen que, en Italia (al margen de Cerdeña), la labor de los criados rurales se concibiera como una vía de acumulación de recursos para poder casarse, salvo el servicio doméstico desempeñado en las ciudades, que sí podría responder a este propósito47.

Mientras que las cifras cuantitativas agregadas referidas en las páginas anteriores (no las desagregadas) confirman, como se ha dicho, la hipótesis de Reher que considera la presencia de criados en el sur de Europa inferior, por regla general, al 9 % del total de la población, el "modelo italiano" precitado podría haber contribuido a hacer casi invisible la figura del criado en fuentes tales como los registros parroquiales y los censos, debido a que, por una parte, se comenzaba a servir a una edad muy temprana y, por otra, venía a ser un trabajo más bien de corta duración y fragmentado. Una peculiaridad que, per se, al reducir el número de personas empleadas simultáneamente como sirvientes, contribuyó a mantener bastante bajo el porcentaje de criados con respecto a la población total, incluso donde y cuando el número de personas involucradas en esta ocupación podría ser relativamente alto, como ponen de manifiesto particularmente las fuentes y los estudios relativos al Piamonte. Esta forma de servir pudo haber cobrado todavía más invisibilidad a medida que se introdujo y se fue extendiendo seguidamente la asistencia a la escuela obligatoria: los padres que enviaban a sus hijos a servir, y que, por consiguiente, les impedían acudir a la escuela, tenían especial cuidado en ocultar este hecho; mientras que los chicos que fueron al mismo tiempo trabajadores y estudiantes solían clasificarse únicamente como estudiantes (algunos de ellos iban al colegio unas pocas horas al día y después se marchaban a trabajar; otros acudían a clase ciertos meses al año tan solo; había quienes trabajan durante el verano, aprovechando las vacaciones escolares). Encuestas basadas en otras fuentes, especialmente entrevistas, parecen confirmar de un modo indubitable que el recurso a servir, entre la población rural italiana, tuvo un mayor alcance del que cabría esperar a partir de los datos cuantitativos tomados únicamente de status animarum, censos y catastros. Si bien todavía son necesarias más investigaciones para poder establecer afirmaciones concluyentes sobre esta materia.

Las fuentes cualitativas analizadas en este artículo parecen denotar un tipo de life-cycle service en el que, por lo general, no se establecía una ruptura de los lazos familiares. Más bien sucedía lo contrario: los chicos se enviaban con frecuencia a servir para aliviar a sus familias y quizá para contribuir al presupuesto familiar. Tal como se pone de manifiesto en casi la totalidad de los testimonios, es significativo que, si se hacía una retribución al criado, bien en especie, bien en dinero, más allá de la comida, el alojamiento y el vestido, normalmente se pagaba a los padres, al menos en los primeros años de trabajo. Además, son varios los casos en los que los chicos se marchaban de sus hogares y regresaban a ellos en sucesivas ocasiones, sobre todo cuando la experiencia de ser criado fue un hecho fragmentario o sus familias necesitaban de su ayuda. Por último, y aunque no le haya prestado aquí una atención especial a este asunto, al menos debe mencionarse que, para los huérfanos y expósitos, convertirse en criado rural podía suponer una oportunidad para establecer algún tipo de vínculo más o menos familiar, ello aun cuando también hubiera tras de sí una buena dosis de explotación. Si, por un lado, los casos analizados ponen de manifiesto que sería erróneo pensar que servir podía resultar un fenómeno debilitador de los lazos familiares48, como advirtió Reher, por otro, las idas y venidas al hogar familiar llevadas a cabo por los chicos de familias pobres que acudían a servir parecen restringir la aplicabilidad de la tesis de Reher, según la cual, en el Mediterráneo, los jóvenes dejaban a sus familias de un modo permanente (si es que las dejaban) solo tras casarse, no a edades tempranas. Si bien, al mismo tiempo, se confirma su opinión de que, en el sur de Europa, "la casa paterna continuó siendo la base para una mayoría", también para quienes trabajaron como criados, hasta que contrajeron matrimonio y con posterioridad a esta fecha para quienes continuaron viviendo con sus padres después de su boda (Reher, 1998: 207). Un puzle complejo que merece ser investigado en profundidad. En este artículo, he tratado de esbozar una imagen reuniendo una serie de información dispersa procedente de fuentes distintas, y haciendo referencia, además, a contextos y periodos diferentes. Un esfuerzo útil, espero, de cara a formular hipótesis, aunque, como es obvio, insuficiente para determinar peculiaridades geográficas, históricas, sociales y culturales y llegar a ciertas conclusiones sólidas. Para ello es preciso llevar a cabo de forma sistemática muchas más investigaciones49.

Notas

1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación Familia, desigualdad social y cambio generacional en la España centro-meridional, 1700-1900, referencia HAR2013-4890-C6-6-R, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. Se han presentado diversas versiones de este artículo al seminario Servants and Domestic Workers in Rural Europe XVI to XIX Centuries. Regional Diversity and Form of Dependence / El trabajo doméstico y sirviente en la Europa rural, Siglos XVI-XIX. Diversidad regional y formas de dependencia (Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha, 21 y 22 de noviembre de 2013) y a la Rural History Conference (EURHO) (Girona, Universitat de Girona, 7 al 10 de septiembre de 2015). Asimismo, la investigación que se aporta en este artículo se publicará, en una versión más reducida, bajo el título Rural Life-Cycle Service: Established Interpretations and New (Surprising) Data: The Italian Case in Comparative Perspective (Sixteenth to Twentieth Centuries), en Jane Whittle (ed), Servants in Rural Europe, c. 1400-c. 1900 (Boydell & Brewer, en imprenta). Agradezco a los organizadores y participantes de estas reuniones sus comentarios. Mi agradecimiento también a los revisores anónimos de Mundo Agrario y a Patrizia Delpiano por sus sugerencias. Trad. de este artículo al español: Ana Isabel Sanz Yagüe.

2 Boarelli sustituye el nombre de los autores por pseudónimos (2007: 27).

3 Franco, 26 marzo 2010, 19:08, http://lacampagnappenaieri.blogspot.it/2010/03/25-marzo-festa-della-madonna-dei.html?showComment=1269626923150#c7542499362430615582, "I ragazzi del bracciantato che avevano finito gli studi (così si diceva allora dopo il conseguimento della terza elementare) andavano quasi tutti a fare i garzoni".

4 Testimonio de Francesco Salvatici, entrevistado a petición mía por su hija, la historiadora Silvia Salvatici, en septiembre y octubre de 2005. Estoy muy agradecida a Silvia puesto que, al conocer mi interés por el tema de los criados, me habló del caso de su padre y se ofreció a entrevistarlo en mi nombre (él aceptó con amabilidad).

5 Definir qué es un criado es siempre difícil (Sarti, 2005a). En este artículo, considero criados a quienes son definidos como tales por las fuentes (servo, servente, serventa, servitore), a quienes son denominados con términos que fueron o son sinónimos de criado en los contextos analíticos (famiglio, garzone) y a aquellas personas que, pese a ser designadas de otra manera, vivieron y trabajaron en hogares donde establecieron una relación de dependencia con sus amos. Con todo, puesto que este trabajo se basa, en parte, en bibliografía existente, acepto las definiciones utilizadas en los textos de los que tomo datos e informaciones, si bien utilizan generalmente las mismas categorías que yo.

6 "The substantial proportion of persons who turn out to be living in the households of others, other than those into which they were born, looks to us like something of a sociological discovery" (Laslett, 1969: 219). Véase también Laslett (1965: 12-13, 244).

7 Laslett (1983: 559). Entre los años setenta y ochenta, también otros autores, como Macfarlane (1978), destacaron esta vinculación.

8 Pese a que Hajnal manifestó su intención de no adentrarse en los interrogantes del sur de Europa, Finlandia y los países bálticos, expuso algunos datos dispersos que hacían pensar en la existencia, al menos en ciertas partes de aquellas regiones, de un acceso al matrimonio bastante temprano durante los siglos XVII y XVIII, así como de unas formas de familia diferentes a las observadas en la Europa noroccidental (Hajnal, 1983: 96-97).

9 La bibliografía que aporto en mi artículo confirma estas afirmaciones (Sarti, 2007).

10 13.3 y 13.4 respectivamente, véase Szołtysek (2009: 60); Laslett (1977a: 103; 1977b: 32).

11 Al mismo tiempo, Chacón Jiménez y Pérez Ortiz (2004) advertían que, en fuentes tales como los censos y catastros, había personas afines en término laborares (véanse los jornaleros) que, sin embargo, presentaban condiciones de vida muy distintas. Ello debido a diversos motivos. Las relaciones familiares y las redes sociales, a las que también han de añadirse las relaciones de dependencia, desempeñaban un papel esencial.

12 Para un rastreo bibliográfico sobre este tema hasta los primeros años del siglo xxi, véase Sarti (2007: especialmente 23-25, 28-35).

13 A partir de una investigación que ha sobrepasado las fronteras temáticas y cronológicas de los primeros estudios dedicados a los criados rurales, entre los que cabe citar principalmente a Kussmaul (1981), Whittle (2005a: 57), por ejemplo, ha destacado que "los criados, hombres y mujeres, no se distribuyeron de un modo regular entre los hogares". Ella, para quien las diferencias sociales y económicas fueron aspectos a destacar, llegó a la conclusión de que "los patrones de contratación de los sirvientes se vieron influenciados tanto por la riqueza del hogar como por su régimen de producción".

14 En opinión de Hajnal, la clase de criados a la que él se refiere era típica del ámbito rural. Dice así: "Purely domestic servants (often especially numerous in cities) or household heads whose occupation is ‘servant' [were] clearly different from North-West European rural servants" (Hajnal, 1983: 97). Reher alude tanto a las zonas rurales como a las urbanas, si bien los bajos porcentajes de sirvientes que él halló en el conjunto de la población responden principalmente a la baja incidencia de este colectivo en el marco rural. Véase Reher (1998: 206): "In Spain and other southern European societies, on the other hand, even though there were servants in both rural and urban settings, since the Middle Ages it appears to have been for the most part a job that took young people into households of higher social standing and affected only a small part of the young population in rural areas".

15 Bongino, A., "Relazione dei vari progetti sovra diverse materie che riflettono la Sardegna", en Bulferetti, L. (ed.), Il riformismo settecentesco in Sardegna, Cagliari, Editrice Sarda Fossataro, 1966, vol. I, pp. 129-379 (p. 224), cit. en Barbagli (1989: 113): "l'uso ha stabilito che alcuno non si mariti se prima quanto ai maschi non sono provveduti di buoi e attrezzi diversi inservienti alla agricoltura, e le femmine del letto e d'altri mobili ed utensili familiari. Li poveri non trovando chi li soccorra non hanno altro mezzo per procurarsi il capitale necessario a fornire delle cose anzidette, salvo quello di prestare le loro opere servili, mediante mercede, sicché volendosi un giro d'anni per poterlo combinare, non sono quindi in caso di contrarre matrimonio che intorno all'età di 30 anni e perdono intanto nell'esercizio servile il tempo più proprio alla generazione".

16 Han sido varios los autores que han puesto de relieve la necesidad, para los sardos, de disponer de una casa independiente con vistas al matrimonio. Véanse, por ejemplo: Baldacci (1952: 11): "Una delle condizioni tuttora osservate nella Sardegna rurale e pastorale, affinché il matrimonio possa essere effettuato, è che l'uomo si provveda di una casa"; Ortu (1990: 326): "In casa dei genitori si è comunque servi, zerakkus, come presso il padrone. Chi vive in casa propria è invece signore di se stesso, della moglie e dei figli". La proporción de sirvientes entre la población continuaría siendo elevada bien entrado el siglo xx. Como destaca Cannas (2006-2007: 30), según el censo de población italiano de 1951, constituían el 4.1 % de la población activa de la isla, mientras en el conjunto de Italia el porcentaje fue tan solo del 1.9 %.

17 Foreman-Peck (2011); Zucca Micheletto (2011); Dennison y Ogilvie (2014).

18 Mientras en Escocia y Suecia se reconoce la presencia del sirviente casado y no residente, (Devine, 1984 and 1999; Lundh, 1999), en Islandia el crecimiento demográfico y el cambio económico dieron lugar a que proliferasen los criados solteros, residentes y entregados a servir de por vida (Guttormsson, 1988: 367-369).

19 "There is also ample evidence of the importance of servants in other northern European societies, where numerous studies suggest that between 9 and 17 percent of the total population were servants. (...) Despite substantial regional variation, everywhere in ancien régime Spain percentages of servants are far below those found in northern Europe. Much the same appears to hold in the rural areas of Portugal, Italy, and perhaps in Greece as well" (Reher, 1998: 206).

20 Por el contrario, en la campiña de Bolonia, a mediados del siglo xix, las diferencias entre el llano y la montaña fueron escasas. Los datos proporcionados por Angeli y Bellettini muestran que un 3.2 % de la población del llano y un 3.1% de la que residía en las montañas fue sirviente (Angeli, 1990: 90-91; Angeli, Bellettini, 1979).

21 Archivio Arcivescovile di Urbino, Archivio di Pallino, San Martino di Pallino, vol. 19, Stati d'anime 1708-1878, 8.

22 Elaboración propia de los datos proporcionados por Di Tullio (2009b: 314-315). Agradezco el autor el envío de sus articulos.

23 En la Toscana rural, la palabra pigionali hace referencia a los trabajadores manuales carentes de tierra y empleados por días, los cuales se vieron obligados a vivir en casa de alquiler, en lugar disponer de ella en propiedad. El significado del término es más o menos equivalente a braccianti (Baragli, 2006: 16). En la muestra de Doveri, el 86.4% de los garzoni prodecía de familias de pigionali. Los hijos de viudas eran quienes con más probabilidad se convertían en sirvientes (Doveri, 1993: 435-436).

24 Pasolini representa una excepción (1890: 263). Para ella, los sirvientes fueron considerados miembros de la familia y narra la historia de un expósito que, después de trabajar como criado, llegó a ser aparcero. Está claro que rehúye los conflictos sociales, al tiempo que persigue una visión armónica de la sociedad.

25 Sobre estas materias, véase: Barbagli (1996, 19841: 215-216; 1987); Benigno (1989); Viazzo (2003); Sarti (2002: 61-64, 72-73).

26 Barbagli (1996, 19841: 240) hace referencia a: Michele Luzzati, Toscana senza mezzadria: il caso pisano alla fine del Medioevo, en Contadini e proprietari nella Toscana moderna. Atti del Convegno di studi in onore di Giorgio Giorgetti, Firenze, Olschki, 1979, vol. 1, pp. 279-343.

27 En mi anterior artículo (Sarti, 2007: 30), incorrectamente escribí que el 85 % de los criados tenía menos de 14, en lugar de decir que el 85 % de los criados había comenzado a trabajar antes de los 14 años.

28 Véase nota 4.

29 La autobiografía se comenzó en la Navidad de 2005, cuando la sobrina de Bruna, la historiadora Silvia Salvatici, dio a su tía un cuaderno, incitándola a escribir sus memorias. Bruna las acabó de escribir el 3 de agosto de 2007: Bruna Salvatici, Memorie, manuscrito, actualmente en poder de Silvia Salvatici.

30 Bruna Salvatici, Memorie.

31 Baragli (2006: 124-125). Baragli hace referencia a I. Santoni, La tribù dispersa: Amiata e Maremma: i nonni si raccontano, Poggibonsi, Lalli, 1995, pp. 70-76.

32 Asimismo, Antoinette Fauve-Chamoux (1997: 61-63) ha encontrado un alto porcentaje de sirvientes rurales de muy corta edad en algunas poblaciones de los Pirineos (en particular, en Espèche, donde el 62 % de todos los criados que había en 1793 eran menores de 15 años); y ha interpretado esta circunstancia como la perduración de un patrón medieval. En la campiña de Urbino, por el contrario, ponerse a servir a una edad muy temprana fue más bien un fenómeno del siglo xix.

33 En cambio, en el contexto rural de Lombardía, el número de criados y criadas fue equivalente ya en el siglo xvi; los chicos comenzaban a servir a una edad más temprana que las chicas (muchos de ellos entre los 10 y los 15 años) y lo dejaban antes (Di Tullio, 2016, Fig. 3).

34 Al parecer, considerar el casamiento como límite final se identificaría más con el periodo inicial del siglo xviii que con el siglo xix, pero es necesario seguir investigando en esta materia.

35 De los veintidós estudiantes que entrevistaron a los miembros de su familia, seis encontraron información sobre criados y documentaron nueve casos de personas que habían trabajado como sirvientes rurales durante su infancia o juventud.

36 Entrevista realizada por L. B. a su abuela F. M., 19.02.2014.

37 Véase nota 3.

38 He analizado las primeras 50 entrevistas publicadas por Revelli (1997, 19771: 5-248), exceptuando la del párroco Aurelio Martini (Revelli, 1997, 19771: 227-230). Pertenecen a 39 hombres y 11 mujeres. Para otras narraciones que abordan la experiencia de los criados rurales en esta zona, véase especialmente Fenoglio (1954).

39 Por ejemplo, Cesarina Gerbino, nacida en 1914, quien dice no proceder de una familia "pobre", ya que disponían de suficiente comida, no dormían nunca en establos y contaban siempre con sábanas limpias, comenzó a trabajar como criada rural con 9 años, véase Revelli, 1985: 247-248.

40 Sería muy bienvenido, por descontado, un análisis sobre todas estas entrevistas, custodiadas en el Archivo Revelli. Véase http://www.nutorevelli.org/; http://www.nutorevelli.org/archivi_archivio.aspx.

41 Los casos tomados de Revelli (1985) no están incluidos en la muestra que utilizo para llevar a cabo mi análisis cuantitativo.

42 Sobre los contratos de trabajo como una especie de locatio en los debates de los siglos xvii y xviii, véase Pesante (2013).

43 Los poemas pueden consultarse en: http://lacampagnappenaieri.blogspot.it/2010/03/25-marzo-festa-della-madonna-dei.html?showComment=1269590881687#c1956363033198560338.

44 Francesco Romano, "Uomini venduti in cambio di sacchi di grano. Come da secoli nel giorno della Vergine", Il secolo nuovo, Benevento, 1950, p. 90, citado en Landi (2012: 98-99).

45 El testimonio oral de Giovanni Di Martino se guarda en el Archivio degli Iblei, accesible en Internet. Véanse http://www.archiviodegliiblei.it/index.php?it/427/fratelli-dimartino; http://www.archiviodegliiblei.it/index.php?it/435/garzone-in-campagna; el testimonio de Salvatore Licitra también se alberga en este archivo: http://www.archiviodegliiblei.it/index.php?it/236/salvatore-licitra. A ambos se accede asimismo a través de Memoro, véanse http://www.memoro.org/it/Bambini-al-lavoro-al-pascolo-e-nelle-stalle_11566.html; http://www.memoro.org/it/Garzone-in-campagna_11773.html. En Valussi (1968: 92) se hace alguna mención a la presencia de garzoni en Sicilia.

46 Dos parroquias rurales próximas a Urbino constituyen la excepción en 1705-1708, véase la figura 3.

47 Cabe señalar que Hajnal (a diferencia de otros expertos en la materia) consideró el servicio doméstico urbano como un hecho al margen de la "institución" del life-cycle service que fue su objeto de atención. Dice así: "Purely domestic servants (often especially numerous in cities) or household heads whose occupation is ‘servant' [were] clearly different from North-West European rural servants" (Hajnal, 1983: 97). Sobre el papel otorgado a la acción de servir para acumular recursos a fin de poder casarse en la Inglaterra rural entre 1450 y 1650, véase Whittle (2005b: 104), quien concluye lo siguiente: "the skills and money acquired during service were an important element of preparation for marriage, especially for the sons and daughters of labourers"; sin embargo, "although service was an essential stage in many people's life cycle, the acquisition of a farm of ten acres or more depended on inheritance or receiving a significant cash bequest". Un ejemplo francés sobre la capacidad de los sirvientes domésticos para acumular recursos de cara al matrimonio puede verse en Boudjaaba (2008: 146). Para un análisis comparativo entre criados, celibato y matrimonio, véase Sarti (2007, 2008), donde se aporta más bibliografía. Conviene destacar que las criadas urbanas podían permanecer solteras durante toda su vida, como destaca especialmente Salinari (2004), quien, en su análisis del caso de Florencia en el siglo xix, llega a la conclusión de que el servicio doméstico urbano no fue una experiencia sujeta a una etapa del ciclo vital, sino un trabajo de por vida que llevó consigo el celibato permanente.

48 No obstante, es preciso recalcar que quienes han estudiado a los criados rurales de Inglaterra y del norte de Europa también alegaron que dejar el domicilio familiar "fue siempre un proceso que, más que acometerse como una transición pautada a una determinada edad, tuvo lugar a lo largo de varios años" y "sin comportar una ruptura de los lazos establecidos con el hogar familiar" (Van Poppel and Oris, 5). Richard Wall se percató del "carácter gradual" de este proceso de marcharse de casa ya en 1978 (Wall, 1978: 200), del mismo modo que un par de años después Kussmaul (1981: 73) ponía de manifiesto que "algunos sirvientes retornaban a casa por uno o dos años en medio de su carrera como criados".

49 En cierto sentido, el creciente interés que he desarrollado en los últimos años va en la dirección sostenida por Alfani (2014).

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Fecha de recibido: 3 de febrero de 2017
Fecha de aceptado: 23 de octubre de 2017
Fecha de publicado: 6 de diciembre de 2017

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