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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.24 no.55 La Plata abr. 2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/15155994e204 

Artículos

Estilos agrícolas como prácticas vitales para la construcción de circuitos agroalimentarios alternativos en el contexto de la modernización

Farming styles as vitals practices for construction of alternatives agri-food circuits in the modernization context

1Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (UNSE-CONICET), Universidad Nacional de Santiago del Estero

2Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (UNSE-CONICET), Universidad Nacional de Santiago del Estero

Resumen

Uno de los vectores del paradigma de la modernización es que una sociedad sólo es moderna si desaparecen costumbres y prácticas tradicionales para dar lugar al desarrollo económico. En ese marco, resulta difícil entender la realidad de sectores productivos como la agricultura familiar, que se sustentan sobre conocimientos y formas tradicionales de producción. El objetivo del trabajo es analizar un caso a partir del enfoque de estilos agrícolas que permite captar las prácticas llevadas a cabo por los actores en un contexto moderno teniendo en cuenta la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados. La metodología combina técnicas cuantitativas y cualitativas de investigación, y las conclusiones son dos: primero, la caracterización de los estilos atiende a aspectos que son más representativos de la realidad; segundo, permite identificar circuitos agroalimentarios alternativos locales, lo que posibilita en los agricultores una manera particular de integrarse al sistema moderno globalizado.

Palabras clave Agricultura familiar; Estilos agrícolas; Tipología; Modernización

Abstract

One of the vectors of the paradigm of modernization is that a society is only modern if traditional customs and practices disappear to give way to economic development. Within this framework, it´s difficult to understand the reality of productive sectors such as family farming that are based on knowledge and traditional forms of production. The aim of the work is to analyze a case from the approach of farming styles that allows capturing practices carried out by the actors in a modernization context taking into account the productive capacity and the degree of incorporation into the markets. The methodology combines quantitative and qualitative research techniques and the conclusions are two: first, that the characterization of the styles addresses aspects that are more representative of reality and second, it makes it possible to identify alternative local agri-food circuits, enabling farmers to have a particular way of integrate into the modern globalized system.

Keywords Family farming; Farming styles; Typology; Modernization

Introducción

La modernidad está cimentada sobre una racionalización tecno-científica capaz de aportar mayores niveles de comodidad a la humanidad que de otra manera no se habrían producido; sin embargo, según Lugo Perea (2019), también abrió las puertas a un pensamiento crítico que cuestiona sus efectos y descubre otros sentidos frente a las crisis ambientales y sociales (Folguera, 2020) generadas a partir de su desarrollo.

El paradigma de la modernización se caracteriza por su carácter universal y homogeneizador. Para John Rawls, uno de sus principales estudiosos, las sociedades modernas están guiadas por una racionalidad puramente económica y en ese contexto las costumbres y las prácticas tradicionales revisten el carácter de obstáculo para el desarrollo (Bula Escobar, 1994). En este sentido, Campaña (1992) argumenta que toda sociedad que desee incorporar avances de la modernidad debe hacerlo a expensas de sus propias tradiciones y circunstancias premodernas, ya que el sector tradicional sólo actúa como una fuerza que se opone a la incorporación de nuevas maneras de vivir, y es el sector moderno el que tiene el potencial para realizar esos cambios radicales.

Teniendo en cuenta estas representaciones teóricas de la modernidad, el desarrollo sólo podría ir de la mano de un modo universal de producción y comercialización capitalista en el marco de una sola racionalidad económica. Entonces, si la modernización implica desestabilización o eliminación de valores y formas tradicionales de producción, sectores productivos como la agricultura familiar (AF), que se sustentan justamente sobre la base de prácticas y conocimientos ancestrales-tradicionales, un saber hacer moldeado por generaciones anteriores y una capacidad para desarrollar tecnologías con recursos internos, no son reconocidos ni tienen potencialidad en ese marco.

Desde esta perspectiva, se podría decir que, a pesar de la fuerza universal de la modernización, las diversas prácticas llevadas adelante por la AF no desaparecieron; por el contrario, muchas se fortalecieron a partir de procesos de recampesinización (Rodríguez Sperat, 2012). Siguiendo esta línea, se podría plantear la hipótesis de que la AF viene construyendo circuitos agroalimentarios locales alternativos en un contexto moderno, abasteciendo a las poblaciones de alimentos frescos, generalmente a un precio justo.

Los estudios en Latinoamérica se centraron en las diversas formas de resistencia que ofrecen los agricultores a la modernidad. Mientras que algunos pudieron -o intentan- adaptarse a sus imperativos ‒ampliación de escala, intensificación del capital, productividad del trabajo, etc. ‒, otros utilizan recursos y fuerzas productivas para crear diferentes estrategias mercantiles y no mercantiles, y ajustarse a las diversas condiciones del mercado (Ginés Sánchez y Querol Vicente, 2019).

Frente a esta problemática, el acontecer de la AF sólo puede ser comprendido desde enfoques en los cuales las múltiples racionalidades y prácticas son apreciadas en su singularidad (Lugo Perea, 2019). Por eso, el trabajo propone el enfoque conceptual-empírico de los estilos agrícolas, capaz de captar el conjunto de prácticas internas de los actores en un contexto moderno teniendo en cuenta los recursos disponibles y la coyuntura externa (Hofstee, 1989; Van der Ploeg, 1994).

La AF es un sector productivo en el que la unidad domestica está fuertemente integrada a la unidad productiva (FONAF, 2006), y, a pesar de la informalidad que muchas veces la caracteriza, es capaz de articular formas capitalistas y no capitalistas de producción a partir de los estilos agrícolas. Estos se pueden ver reflejados tanto en la capacidad productiva y el uso de las fuerzas productivas, como en la relación que establecen los actores con los mercados y las tecnologías, que se refuerzan a partir de algunas características, como la adopción de una agricultura económica como modelo productivo y la mano de obra familiar como factor habilitante de los procesos de producción y comercialización (Van der Ploeg, 1994).

De acuerdo con Paz (2017), un productor familiar generalmente despliega sus estrategias en los límites de la lógica del sistema capitalista a partir de una racionalidad campesina práctica; es decir, un conjunto de conocimientos, acciones y habilidades desarrollados por los actores, que se enmarcan en una cosmovisión particular, con lo que permiten engendrar y sostener un proyecto propio y único teniendo en cuenta la disponibilidad de recursos, mercados, tecnologías, redes sociales, etc. y las posibilidades que permite desplegar el potencial de la AF o campesina. Esta racionalidad es, en definitiva, el propio estilo agrícola creado por el productor o transmitido por generaciones anteriores. En ese contexto, la fuerza de la modernidad va perdiendo su potencialidad y su carácter controlador dentro de los predios.

El estilo agrícola, originariamente llamado style of farming por su creador Hofstee, en los años cuarenta, surge como un conjunto integrado de decisiones, conocimientos y prácticas de los agricultores que permite captar la heterogeneidad del sector productivo en el contexto de la globalización (Van der Ploeg, 1994). En ese sentido, la noción de estilo agrícola posibilita asumir una perspectiva más amplia y reflexionar sobre cómo aquellas agriculturas apartadas, que se constituyen en las fronteras de la modernidad, acceden a una búsqueda constante de posibilidades para subsistir y hacer viable su proyecto en esos contextos (Lugo Perea, 2019). Desde esa perspectiva, va surgiendo una ruptura con el pensamiento modernizante que contribuye al desarrollo de enfoques alternativos vinculados con la realidad de la AF y su potencialidad.

Para Van der Ploeg (2010), el principal aporte de los estilos es que permiten a los agricultores desarrollar ciertos márgenes de autonomía relativa respecto de las fuerzas externas de los mercados a partir de otros aspectos, como la intensificación de la producción y de la mano de obra familiar, el establecimiento de una conexión con el ecosistema local, la presencia de expresiones de coproducción ‒en las que es decisiva la interacción entre el hombre y la naturaleza‒, la artesanalidad,1 la diversificación de la producción y de los mercados y las estrategias de no mercantilización.

En esa línea, reconocer en el trabajo de campo los estilos agrícolas implica conocer en profundidad la singularidad de las actividades productivas y comerciales de los actores, que se dan a partir de una combinación de recursos materiales y simbólicos, y se traducen en distintas modalidades de capacidad productiva y relación con los mercados.

De acuerdo con lo expresado, el objetivo de este trabajo es caracterizar los estilos agrícolas presentes en un grupo de agricultores de Santiago del Estero (Argentina) a partir de la interpretación de dos dimensiones: la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados. Este desarrollo tratará de visibilizar aquellas prácticas que permiten entender no sólo cómo persiste el sector en un contexto modernizante, sino también asimilar al agricultor familiar desde su capacidad de agencia y su valioso aporte a la construcción de circuitos agroalimentarios alternativos locales.

La estructura del artículo es la siguiente. Primero, se muestra la metodología, basada en un estudio de caso que combina técnicas cuantitativas y cualitativas. Segundo, se presenta el caso de estudio a través de la aproximación al territorio y los principales resultados de una tipología de sistemas de producción. Posteriormente, se describen tres estilos agrícolas teniendo en cuenta los resultados de la tipología y el material proveniente de las entrevistas en profundidad, relacionado con la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados de los actores. Como paso final, se esbozan algunas reflexiones sobre la noción de los estilos agrícolas como prácticas vitales para la permanencia de la AF y su aporte en la identificación de una manera particular que los actores asumen para integrarse al sistema moderno globalizado.

Metodología

Se utiliza como estrategia metodológica el estudio de caso. Para captar su complejidad, la investigación admite dos etapas sucesivas, que responden a diferentes interrogantes y complementan el estudio: una basada en la utilización de técnicas cuantitativas y otra basada en técnicas cualitativas de investigación. Entre las primeras se encuentran las encuestas estructuradas orientadas a relevar datos sobre la actividad productiva, recursos, maquinaria, mano de obra y tecnología utilizada por los agricultores con la finalidad de reconocer la diversidad de sistemas de producción en el caso.

Las unidades de análisis fueron trece familias productoras y las encuestas se realizaron durante el mes de abril de 2021. Los criterios de selección de las unidades de análisis fueron tres: 1) representan las cualidades de un mismo actor social agrario (agricultor/a familiar),2 2) reflejan la heterogeneidad dentro de un mismo sector productivo y 3) fueron integrantes de la Feria Santiagueña de Agricultura Familiar (FERISAF), lo cual permitió a los investigadores cierta accesibilidad para el primer contacto.

Luego, para organizar los datos, se agilizó el proceso mediante un análisis estadístico multivariante en el programa informático Statistical Package for Social Science (SPSS), compuesto por un análisis de componentes principales y un análisis de conglomerados o de clúster, lo que dio como resultado una tipología de sistemas de producción.

Entre las segundas técnicas, y desde la lógica de la investigación cualitativa, se elaboraron entrevistas en profundidad a las unidades representativas de cada clúster surgido de la tipología, para reconocer los estilos agrícolas presentes. Se tuvieron en cuenta dos categorías de análisis: la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados de los actores. Las unidades de análisis fueron cinco (una por clúster) y las entrevistas fueron realizadas entre mayo y julio de 2021.

Acercamiento al caso de estudio: aproximación al territorio y resultados de la tipología de sistemas de producción

El caso de estudio se encuentra en el cinturón frutihortícola3 del departamento Banda (Santiago del Estero, Argentina). Está a 10 km de la ciudad de La Banda y a 16 km de la ciudad de Santiago del Estero, y los actores están distribuidos entre los parajes San José, Cuatro Horcones, Tramo 18 y Colonia Argentina.

Desde una visión geográfica del territorio, el área de estudio donde se ubica el caso pertenece a la zona de riego de la provincia, la cual incluye los departamentos Capital, Banda, Robles, Silípica y Loreto, y tiene una extensión potencial aproximada de 300.000 hectáreas. Asimismo, el área de riego se encuentra delimitada por sus dos grandes ríos, en especial por el río Dulce y, secundariamente, el río Salado, que la transforman en la zona más rica y productiva de la geografía provincial (Coronel de Renolfi y Ortuño Pérez, 2005).

Mapa 1 Provincia de Santiago del Estero: identificación del departamento Banda y el área de riego 

Fuente: Instituto de Estudios Geográficos “Dr. Guillermo Röhmeder” - Facultad de Filosofía y Letras, UNT. Diseño: Ana Gabriela Aguilar (abril, 2022).

Con la información obtenida de las encuestas sobre el ciclo productivo 2020-2021, y luego de un proceso de depuración de 251 variables originales que consistió en filtrar información redundante, se seleccionaron las variables con un coeficiente de variación4 superior a 50 %; es decir, aquellas que tienen mayor potencial discriminatorio al mostrar mayores niveles de dispersión (Escobar y Berdegué, 1990). En concordancia con Paz (1998), los valores por debajo de ese porcentaje muestran bajos niveles de dispersión; es decir, tales variables no tienen una fuerte capacidad discriminatoria y guardan un comportamiento homogéneo para todos los individuos.

Esta información fue sometida a una matriz de correlaciones bivariadas,5 lo que dio como resultado ocho variables que no tienen correlación con las otras y guardan cierta independencia:6 1) número de mujeres en edad económicamente activa, 2) superficie en hectáreas totales que se destina a la agricultura, 3) índice de medios de transporte, 4) nivel de mecanización en la producción agrícola, 5) valor (en $) del sistema pecuario actual, 6) ingresos extraprediales anuales por percibir ayudas sociales, 7) ingreso anual por venta de productos agrícolas en circuitos tradicionales de comercialización, y 8) ingreso anual total.

El análisis de componentes principales permitió construir tres nuevos componentes o factores principales cuya función es sintetizar la información de las variables originales (ver Tabla 1), lo que facilita la identidad conceptual para cada una de ellas a partir de las asociaciones que esconden y prepara el terreno para el posterior análisis de conglomerados (Escobar y Berdegué, 1990; Paz, 1998; Coronel de Renolfi y Ortuño Pérez, 2005).

Tabla 1 Primer ciclo del Análisis de Componentes Principales 

Método de extracción en SPSS: análisis de componentes principales (13x9) Fuente: procesamiento de datos en matriz SPSS. Mayo, 2021. Elaboración propia.

Cada componente principal tiene varianza7 máxima no correlacionada con los restantes. En este sentido, el primer componente es la combinación de variables que expresa la varianza más alta del fenómeno, con valor de 2,4. Las variables que contempla este componente no pueden ser visibles en esta instancia del análisis de componentes principales, ya que el SPSS sólo arroja la información numérica. Sin embargo, en el siguiente paso (Tabla 2) se pueden observar los componentes rotados y las variables explícitas, para una mejor comprensión.

En este caso en particular, los ocho atributos que se comportan efectivamente como variables discriminantes guardan una importancia diferente unos respecto de los otros. Estos tres factores representan 70 % de la variabilidad total; por lo tanto, el 30 % restante es información menos relevante -o descartada- para el análisis estadístico posterior.

Sin embargo, resulta difícil interpretar la solución representada por estos tres factores, ya que cada uno aparece correlacionado con diferentes variables. Para mejorar dicha interpretación, se rotaron los componentes con el criterio Varimax en SPSS, usando la normalización de Kaiser (ver Tabla 2), la cual consiste

en una transformación de la matriz factorial original en otra más simple que adecua mejor los ejes al aproximarse a las variables correlacionadas. Se facilita así la interpretación de la estructura de los datos, acentuando el carácter de los factores, sin alterar la bondad de ajuste de la solución factorial. (López-Roldán y Fachelli, 2015, p. 34).

Tabla 2 Componentes principales rotados 

Método de extracción: análisis de componentes principales.

Luego de la extracción de factores, sigue su interpretación. En esta instancia se buscó dar identidad a los tres nuevos componentes en función de un marco conceptual que reflejase la naturaleza del fenómeno.

En este sentido, el componente principal 1 -Estrategias generadas por fuera del circuito de la producción y la comercialización agrícola- refleja una relación estrecha entre las mujeres productoras y el cuidado de los animales y la administración de los ingresos por beneficios sociales destinados a crianza y educación de los hijos. El componente principal 2 -Capacidad productiva agrícola y estructura general de los ingresos- manifiesta la disponibilidad de recursos en la finca (superficie en hectáreas totales que se destina a la agricultura y nivel de mecanización en la producción agrícola), así como las diversas fuentes de ingresos; y, finalmente, el componente principal 3 -Movilidad- expresa el índice de medios de transporte de los productores, traducido en la disponibilidad de medios de transporte -camioneta, pick up, motocarga, o moto con acoplado o remolque- en buenas condiciones; se trata de un elemento indispensable para trabajar con mayor independencia.

El paso final fue la aplicación de un análisis de conglomerados o de clúster utilizando los tres nuevos componentes principales, con el fin de buscar una variabilidad intra-clases mínima y una variabilidad inter-clases máxima (Escobar y Berdegué, 1990). El resultado final fue la identificación de cinco grupos/clústeres de productores expresados gráficamente en un dendrograma con el método de Ward y señalados en puntos azules:

Figura 1 Dendrograma para el análisis de clúster con el método de Ward. Mayo, 2021 

Fuente: Elaboración propia.

Si bien cada una de las ramificaciones mostradas en el dendrograma tiene el potencial de ser seleccionada como un tipo de sistema de producción, a un nivel de corte 8 se encuentran representados cinco clústeres de sistemas de producción teniendo en cuenta las variables obtenidas del análisis de componentes principales (Tabla 2):

  • Clúster 1: Productores familiares con niveles bajos de mecanización y movilidad, y débilmente articulados a los circuitos cortos de comercialización

  • Clúster 2: Productores familiares con niveles variados de mecanización, índice bajo de movilidad y articulación con circuitos cortos de comercialización

  • Clúster 3: Productores familiares con niveles de mecanización variables de acuerdo con las demandas de la producción y vinculados estrechamente a los circuitos tradicionales de comercialización y al sistema de ayuda social

  • Clúster 4: Productores familiares con altos niveles de mecanización, índice elevado de movilidad y fuerte articulación con los circuitos cortos de comercialización

  • Clúster 5: Productor familiar con débil articulación a los mercados y fuertemente articulados al sistema de ayuda social

Los estilos agrícolas presentes en el caso de estudio

Las encuestas realizadas permitieron acceder a información de primera mano sobre las estructuras productivas de los actores durante el ciclo productivo 2020-2021, la cual fue sistematizada y analizada a partir de la tipología. Sin embargo, no fue hasta la elaboración de entrevistas en profundidad a las unidades representativas de los clústeres que se pudo profundizar en aspectos relativos a las formas de manejo de recursos, la organización familiar y la relación con los mercados . En este sentido, se pasa de una fase cuantitativa (la identificación de clústeres) a una fase más de tipo cualitativa orientada a reconocer distintos estilos agrícolas teniendo en cuenta la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados.

La capacidad productiva agrícola es una categoría indicativa de la superficie cultivada, las prácticas de producción, los recursos utilizados y los ingresos de la familia, lo cual permitiría deducir la capacidad de la producción, de ahorro, de reinversión productiva y las posibilidades de acumulación de capital. Asimismo, se incluyen en esta categoría la composición de la mano de obra (familiar y/o asalariada) y su organización para las tareas de la explotación, domésticas y de comercialización.

Por su parte, el grado de incorporación a los mercados se identifica a partir de la relación que construyen los actores con los distintos mercados. Estos pueden ser tradicionales, caracterizados por la presencia de intermediarios y exigencias impositivas, de volumen y de calidad, como los mercados concentradores (Viteri y Campetella, 2018); y/o alternativos, como los circuitos cortos de comercialización, que evitan la presencia de intermediarios, disminuyen la distancia sociocultural entre productores y consumidores, y están asociados a la venta de productos frescos identificados generalmente con la producción familiar y/o local (Craviotti y Soleno Wilches, 2015).

El problema principal relacionado con los circuitos cortos radica en que su despliegue -y sostenimiento- depende generalmente de la disponibilidad de recursos de los productores; entre ellos, volumen y suministro continuo de mercadería, medio de transporte en condiciones para el traslado, disponibilidad de tiempo por parte de integrantes de la familia para repartir los productos, entre otros.

En el caso de estudio se identificaron tres estilos: uno basado en la reproducción simple impedida del proceso productivo y un alto grado de incorporación a los mercados tradicionales; otro con baja capitalización, pero diversificado comercialmente, y un último estilo, incorporado a los circuitos cortos de comercialización y con reproducción ampliada. Este tipo de prácticas, a partir de las dimensiones y características estudiadas, pueden ser consideradas como espacios de resistencia de la AF sustentadas en su repertorio cultural (Craviotti y Pardías, 2013), insertos en un contexto de sistema agroalimentario globalizado.

Estilo agrícola basado en la reproducción simple impedida del proceso productivo y un alto grado de incorporación a los mercados tradicionales

Las unidades representativas del Clúster 1 y del Clúster 5 basan sus estrategias en la venta de la producción agrícola para satisfacer necesidades básicas. La diversificación agrícola es de 11 especies; la mano de obra está compuesta por 3 personas y es exclusivamente familiar; los ingresos totales anuales por venta de la producción agrícola son los más bajos de todos los estilos, pues rondan los $630.000,8 y la lógica productiva muchas veces encuentra limitaciones para cubrir esas necesidades:

Con el cerco buscamos adelantar, sobrevivir, no siempre podemos cubrir las necesidades. Ayuda mucho la asignación [Asignación Universal por Hijo] y las dos jubilaciones de mis padres (productor, comunicación personal, febrero 2022).

Vamos dejando el campo, nos vamos cansando porque uno siembra entusiasmado y llega el tiempo de la cosecha y lo de uno no vale nada. A veces te pones a sacar las cuentas del tractor, la semilla, el sacrificio de uno. A veces inviertes y no ganas nada. El campo es como sacar la lotería (productora, comunicación personal, febrero 2022).

En esta última frase, la productora se refiere a las pérdidas económicas que experimenta muchas veces en el trabajo agrícola, las cuales están asociadas a las malas cosechas por problemas climáticos, baja demanda o contextos económico-políticos desfavorables.

El nivel de mecanización (tipo de tracción y siembra) también es el menor de todos los estilos, ya que el alquiler del tractor y la sembradora manual es eventual, debido a sus altos costos (el alquiler del tractor por hectárea cruzada fue, en febrero de 2022, de $6.000). En este sentido, la tracción es a sangre y la siembra, a mano.

Otra característica es la fuerte articulación con el sistema de ayuda social, con un ingreso anual promedio de $255.000, que se conforma como el ingreso más alto de esta categoría dentro del conjunto de estilos. Esta cifra corresponde casi al 30 % de los ingresos anuales totales, y ayuda considerablemente a sostener la producción y la comercialización, además de la educación y la salud de los hijos.

Por otro lado, el estilo presenta un alto grado de incorporación a los mercados tradicionales. La venta en el Mercado Concentrador Frutihortícola, conocido también como COMECO, constituye una estrategia histórica de venta para los productores, quienes alquilan mensualmente un puesto comercial9 tres días a la semana, lo hacen de forma individual y trasladan la mercadería mediante flete. Con el alquiler del puesto, los agricultores tienen la posibilidad de vender a intermediarios y verduleros, y, si bien no es un canal comercial que ofrece beneficios importantes a los actores, se establece como una fuente de ingresos que consideran “segura” y que no están dispuestos a abandonar, por tratarse de un ingreso fijo que resulta esencial para cubrir gastos de alimentación, salud, reposición de recursos, etc.:

En el mercado mi papi vende sí o sí; es venta segura, aunque sea poco. A comparación de las ferias, por ejemplo, que antes íbamos sin saber si vamos a vender o no, y a veces volvíamos con mucha mercadería a casa (productora, comunicación personal, febrero 2022).

Uno de los aspectos que garantiza la venta en COMECO es la cercanía geográfica entre las fincas y el establecimiento comercial, facilitada por una ruta provincial. A pesar de este aspecto que pareciera ser una ventaja, los mercados concentradores manifiestan características que pueden incidir directa o indirectamente en las prácticas de los productores, como el alquiler mensual de los puestos, las pocas posibilidades para negociar con intermediarios y los gastos por impuestos provinciales.

Durante el año productivo, los agricultores suelen experimentar inestabilidad estacional de los ingresos por venta de productos agrícolas a causa de diversos factores; entre ellos, contingencias climáticas y malas cosechas. Esa inestabilidad es resuelta la mayoría de las veces a partir de estrategias de no mercantilización, como el cobro mensual de beneficios sociales y la diversificación de su oferta a partir de la venta de chanchos criados por las familias. Haciendo una analogía, Craviotti (2010) argumenta que en el caso de un grupo de tamberos familiares de Entre Ríos, si bien baja la demanda de quesos en el verano por las vacaciones, aumenta la de cerdos, a la que se responde justamente a partir de la estrategia de diversificación productiva.

En este sentido, las ayudas sociales otorgadas por el Estado nacional y las existencias pecuarias se convierten en recursos generados por fuera del circuito agrícola, ya que constituyen una especie de “caja chica” del productor, y aportan a la economía y la calidad de vida familiar, o bien, suministran dinero más o menos rápido a los productores en períodos inestables. Finalmente, estos productores no despliegan circuitos cortos de comercialización debido, especialmente, a la ausencia de ciertos recursos, como medios de transporte y volúmenes de producción grandes y continuos, que faciliten esta dinámica de mercadeo.

El estilo está comandado por la mano de obra familiar y se enfoca en la búsqueda de estrategias mercantiles y no mercantiles orientadas a satisfacer necesidades básicas como alimentación, salud y educación; sin embargo, la mayoría de las veces estas experiencias están relacionadas con una reproducción simple impedida del proceso productivo, ya que presentan cierta imposibilidad de cubrir los gastos de la unidad productiva y/o familiar utilizados en el ciclo productivo anterior y comenzar el siguiente ciclo agrícola bajo similares condiciones sociolaborales, técnicas y productivas del ciclo anterior (Llambí, 1980; Neiman, 1989).

Recordando el trabajo de Craviotti (2010) sobre las explotaciones familiares en general, en las que lo social se entreteje con lo técnico y en las que existe un apego a la actividad agrícola a pesar de los contratiempos de la producción, se puede decir que el estilo agrícola de estas familias, de acuerdo con sus características, no presenta una “falta de espíritu emprendedor” sino que se enfrenta con una serie de limitaciones a su propio desarrollo que tienen que ver, particularmente, con un nivel bajo de mecanización y capitalización. En este sentido, se observa la conjugación de las dinámicas domésticas y productivas en una misma unidad, en la que se sostiene la tradición de la AF a pesar de la reproducción simple impedida del proceso productivo que la caracteriza.

Estilo agrícola con baja capitalización, pero diversificado comercialmente

Las unidades representativas del Clúster 2 y Clúster 3 tienen una capacidad productiva más fortalecida, debido al alquiler del tractor y la sembradora manual cuando la producción lo demanda. La diversificación productiva contempla 15 especies. La mano de obra totaliza 6 personas, de las cuales 4, es decir, el 83 %, son integrantes de la familia conviviente; el resto está compuesto por vecinos contratados para realizar arado, siembra o cosecha en ciertas épocas del ciclo. El ingreso anual por venta de productos agrícolas promedio es de $1.200.000, lo que representa casi el doble que en el estilo anterior:

Lo que buscamos es tratar de mejorar la calidad de vida, tener un vehículo propio, no entregarse, no quedarse quieto, aspirar a algo más (productor, comunicación personal, febrero 2022).

Considerar la compra de un vehículo propio para el traslado de la mercadería permite pensar en futuras inversiones y aspiraciones concretas, algo relacionado en este caso con un recurso material. Actualmente, los actores disponen de una moto, una motocarga y carritos que facilitan el traslado de la mercadería y el ahorro en flete. Por otro lado, existe cierta relación con el sistema de ayuda social, ya que en promedio reciben por año $127.000 por beneficios sociales, lo cual representa 10 % del ingreso anual total. Ello ayuda también a sostener la producción, la comercialización, la educación y la salud de los hijos, aunque en menor medida que en el anterior estilo.

La diferencia central entre este estilo y el anterior no radica en la capacidad productiva sino en el grado de incorporación a los mercados. Son productores que mantienen una relación estable y articulada con los mercados a partir de la estrategia de la diversificación comercial; conforman un conjunto de espacios formales e informales que contribuyen a disminuir el riesgo. En este sentido, mientras que los productores de reproducción simple impedida sólo venden en COMECO debido a la falta de recursos ‒sobre todo, medios de transporte‒ para desplegar otros canales de venta, los productores del estilo agrícola en cuestión venden tanto en ese mercado como en circuitos cortos de comercialización‒especialmente, rotiserías y verdulerías‒ gracias al suministro continuo de mercadería y la disponibilidad de una moto, una motocarga y carritos que facilitan su traslado.

Lo interesante aquí es el proceso de fidelización del cliente logrado a partir de la competitividad de los precios, la amistad y la fluidez de la relación productor‒consumidor. La relevancia de estos circuitos no sólo viene dada por los beneficios económicos que se obtienen a causa de la eliminación de la intermediación, sino también por los lazos sociales que se construyen con los consumidores. Desde este punto de vista, Craviotti y Soleno Wilches (2015) proponen la denominación circuitos de proximidad, en referencia al acortamiento que produce el canal comercial en el sentido social y cultural a partir de ciertos elementos, como la confianza y el conocimiento del poder adquisitivo de la clientela y de los gustos y las preferencias que surge de la interacción directa.

La construcción paulatina de mercados permitió al estilo superar la fase de reproducción simple impedida y posicionarse desde la reproducción simple; es decir, las familias pueden continuar el proceso productivo en la misma escala que en el ciclo precedente y reponer los medios de producción utilizados con antelación sin cambios en los patrones técnicos de producción (Llambí, 1980); por ejemplo, la compra de semillas o el alquiler del tractor.

Sin embargo, las familias experimentan limitaciones económicas y técnicas -como la baja capitalización, representada sólo por la disponibilidad de una moto, una motocarga y un carrito-, que repercuten en las posibilidades de generación de excedentes para la reinversión productiva y el ahorro.

Estilo agrícola incorporado a los circuitos cortos de comercialización y con reproducción ampliada

La unidad representativa del Clúster 4 se caracteriza por una producción agrícola con marcado destino comercial, la disponibilidad de una camioneta y algunas motos en buenas condiciones para el traslado de la mercadería, y por una importante capacidad de ahorro que permite no sólo satisfacer necesidades básicas y secundarias, sino también generar excedentes para la reinversión productiva y alcanzar ciertos niveles de acumulación de capital. La mano de obra está compuesta por 7 personas, de las cuales 4, es decir el 57 %, son integrantes de la familia conviviente, a cargo de tareas específicas, como limpieza del terreno, siembra, cosecha, lavado y preparación de mercadería y su traslado. El restante 43 % contempla a trabajadores asalariados permanentes para las actividades del cerco, como preparación del suelo, desmalezamiento, arado, siembra y cosecha.

El nivel de mecanización es el más elevado de todos los estilos y el ingreso anual bruto por venta de productos agrícolas10 también es el más alto, pues llega a los $2.628.000, lo cual demuestra una brecha significativa de ingresos entre esta familia y las unidades representativas de los demás estilos.

Con nuestro trabajo lo que buscamos es crecer, seguir creciendo como hasta ahora para que no nos falte nada y podamos seguir ahorrando, mejorando la casa y cosas así (productora, comunicación personal, junio 2019).

Mientras que la atención de los dos primeros estilos se centra en cubrir necesidades básicas, el tercero busca, además, alcanzar ciertos niveles de ahorro y acumulación de capital. Algunos de los elementos que permitieron dar cuenta de esa capacidad es el trabajo mecanizado, la compra de una camioneta Toyota Hilux 0 km en el año 2018, diversas mejoras en la vivienda, como ampliación y refacción de los espacios, y un mayor poder adquisitivo para diversificar la dieta alimenticia; la contratación de mano de obra permanente y la incorporación de herramientas para la producción, como mochila pulverizadora, machetes y carpidor.

Por otro lado, la familia (matrimonio y tres hijos) actualmente no tiene un vínculo con el sistema de ayuda social pues no cuenta con hijos menores de edad o jubilados/pensionados entre sus integrantes, lo que significa que la estructura de ingresos se compone únicamente de la venta de productos agrícolas.

En cuanto a su relación con los mercados, se trata del estilo más incorporado a los circuitos cortos de comercialización a partir de su participación en ferias, la entrega de bolsones a domicilio, puestos en la calle y entregas de pedidos en parrilladas, rotiserías, cafeterías y verdulerías. El despliegue de circuitos cortos permitió que los productores dejasen de acudir a COMECO y generasen su propia clientela.

La conformación de estos espacios mercantiles implica la construcción de una proximidad social y cultural entre productores y clientes. Estos tipos de mercados se vuelven claves al momento de pensar en un proyecto comercial sostenible en el tiempo, ya que permiten tener información sobre la dinámica anual de la demanda, la cual se obtiene a partir de la propia experiencia y es transmitida a quienes se encargan de la producción. En línea con esto, Rodríguez Sperat, Paz, Suárez y Díaz (2015) afirman que entender los circuitos cortos de comercialización requiere incorporar al análisis de la oferta su estrecha relación con la propia lógica productiva llevada adelante por la AF, con esa capacidad de rápida adaptación a lo solicitado por la demanda.

La proximidad a estos circuitos le posibilitó a la familia un conocimiento preciso sobre la dinámica de la demanda y establecer un calendario anual11 que surge de la experiencia de los sujetos (Paz e Infante, 2020). Aprovechar el vínculo directo con los clientes es uno de los recursos con que cuentan los productores para perfeccionar las decisiones de la producción, pero también para crear espacios de mercadeo novedosos, como la entrega de bolsones a domicilio o en instalaciones facilitadas por clientes amigos, por ejemplo, un vivero privado.

Sobre esta experiencia, los autores (Paz e Infante, 2020) extraen dos conclusiones. Primero, el conocimiento exhaustivo de la demanda en relación con el tipo, la cantidad de producto, el precio y la rápida comunicación con su sistema de producción también flexible va generando nuevas posibilidades; segundo, a pesar de que las estrategias comerciales no están determinadas por un plan de negocio o un estudio de mercado previo, estas se fueron construyendo sobre la base de los recursos disponibles y la capacidad de rápida respuesta y de reinventar sus lógicas de organización.

El elemento diferenciador de la familia es el grado de incorporación a los circuitos cortos. Esto cobra una importancia central en el estudio, ya que moldea una relación superior con la sociedad de consumo y un cierto modo de vida por parte de los integrantes (Lamarche, 1992). Los circuitos cortos permiten pensar en alternativas a los mercados tradicionales, construir aprendizajes y diseñar nuevas estrategias.

La trayectoria del estilo forjó una estrategia de reproducción ampliada a partir de la generación de excedentes y la acumulación de capital. La reproducción ampliada, desde la versión capitalista, ocurre cuando existe plusvalía que se acumula y se transforma en nuevo capital. Por lo tanto, la acumulación de capital es la transformación de la plusvalía en capital activo y se constituye como la expresión capitalista de la reproducción ampliada (Luxemburg, 1913).

En línea con ello, Llambí (1980) plantea la reproducción ampliada como la obtención de una determinada suma de ingresos capaz de superar las necesidades de consumo de la familia. Este tipo de reproducción permite generar excedentes monetarios en uno o varios ciclos productivos, lo que da origen al atesoramiento o ahorro, a la inversión en otra unidad de producción o a la inversión en medios de producción adicionales en la unidad productiva, con una consecuente ampliación ‒o no‒ en la escala de producción.

Reflexiones finales

El objetivo del artículo es visibilizar la noción de los estilos agrícolas como prácticas vitales para la persistencia de la AF en un contexto moderno caracterizado por la economía de escala y el consumo masivo. Para entender esta cuestión desde una mirada más local, se observó el caso de un grupo de trece productores agrícolas familiares de Santiago del Estero (Argentina).

En primera instancia, considerando los resultados de una tipología multivariante, se advirtió la presencia de cinco clústeres de productores según sus sistemas productivos. En una segunda etapa, esa información fue profundizada mediante entrevistas a las unidades representativas de cada clúster sobre aspectos relacionados específicamente con la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados.

Esto dio como resultado la identificación de tres estilos agrícolas capaces de captar las distintas modalidades que los actores asumen en el manejo de los recursos, la organización familiar y la relación con los mercados para hacer viable su emprendimiento en un contexto moderno. Ellos son: un estilo con reproducción simple impedida del proceso productivo y un alto grado de incorporación a los mercados tradicionales; otro con baja capitalización, pero diversificado comercialmente, y un último incorporado a los circuitos cortos de comercialización y con reproducción ampliada.

Un elemento importante en el estudio del caso fue la diversidad de circuitos cortos de comercialización. Estos canales comerciales se construyen a partir de la disponibilidad de recursos como medios de transporte, volumen continuo de mercadería y disposición/tiempo de la familia, lo cual permite generar alternativas para no subordinarse al mercado formal. En ese marco, los actores desarrollan sensibilidades para ir construyendo su propia clientela.

Los estilos agrícolas, interpretados como el conjunto particular de estrategias y prácticas de los agricultores familiares, fueron caracterizados a partir de las propias experiencias de los sujetos, y desde allí, junto con las estrategias de reproducción social, el artículo entrega elementos asociados a la capacidad de agencia de los actores y su valioso aporte en la construcción de circuitos agroalimentarios alternativos orientados a abastecer de alimentos frescos a la población local.

Ahora bien, ¿por qué mirar desde los estilos agrícolas? Trataremos de sintetizar con dos fundamentos. Primero, porque se trata de un enfoque alternativo para entender cómo la AF se sostiene a partir de sus propias características y prácticas articuladas en un contexto moderno. Teniendo en cuenta la particularidad del caso de estudio, el enfoque responde a las racionalidades internas, que se traducen en dos dimensiones analíticas: la capacidad productiva y el grado de incorporación a los mercados. La caracterización de los estilos, entonces, permitió atender a aspectos que son más representativos de la realidad y que hacen que cada agricultor sea único en un mundo rural complejo y heterogéneo.

En segundo lugar, los estilos agrícolas identifican formas de configuración de circuitos agroalimentarios alternativos locales dentro de un contexto de desarrollo agrario moderno e industrializado que muchas veces no es capaz de resolver los problemas de acceso a la alimentación y la sustentabilidad ambiental. Abordar la experiencia de estos actores a partir de renovados abordajes conceptuales y metodológicos abre paso a su resignificación como protagonistas de su propio desarrollo, con el estilo agrícola marcando una manera propia de existir e integrarse en el sistema moderno globalizado.

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Notas

1Para Van der Ploeg (1992), el proceso de producción de artesanalidad significa la capacidad de la fuerza de trabajo para desarrollar el potencial productivo de sus objetos de trabajo.

2Para conocer las diez cualidades de la agricultura familiar, dirigirse a Van der Ploeg (2013).

3Es una zona que se caracteriza por la presencia de tierras fértiles y gran capacidad de riego.

4El coeficiente de variación es una medida estadística que informa acerca de la dispersión relativa de un conjunto de datos, el cual se calcula mediante la división desviación estándar/media de cada variable.

5El objetivo de las correlaciones bivariadas es analizar el grado de asociación entre cada par de variables (Escobar y Berdegué, 1990).

6Es decir, que tienen escasa correlación entre ellas y son expresiones relevantes de la estructura de producción y socioeconómica de las explotaciones (Paz, 1998; Coronel de Renolfi y Ortuño Pérez, 2005).

7La varianza es una medida de dispersión que permite calcular en qué medida los datos están en torno a la media.

8Todos los valores monetarios expresados en el artículo corresponden a mayo de 2021.

9El alquiler del puesto en COMECO, en febrero de 2022, fue de $ 27.600.

10El ingreso bruto anual por venta de productos agrícolas es la cantidad de dinero que perciben los actores sin estimar erogaciones de gastos fijos o variables e impuestos.

11Por ejemplo, la participación de los productores en la Gran Feria Artesanal de Santiago del Estero en julio de cada año o la venta de bolsones a domicilio tres o cuatro veces por semana.

Recibido: 07 de Noviembre de 2022; Aprobado: 09 de Mayo de 2023; : 01 de Julio de 2023

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