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Mundo agrario

versión On-line ISSN 1515-5994

Mundo agrar. vol.24 no.55 La Plata abr. 2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/15155994e210 

Reseñas bibliográficas

Haugg, Diana. Cosechar y cuidar. Trabajo, género y luchas en la cosecha de yerba mate. Buenos Aires: Grupo Editor Universitario. 2022, pp. 100

Laura Mabel Zang1 

1Instituto de Estudios Sociales y Humanos (UNaM-CONICET)

Haugg, Diana. Cosechar y cuidar. Trabajo, género y luchas en la cosecha de yerba mate. 2022. Grupo Editor Universitario, Buenos Aires: 100p.

Cosechar y cuidar. Trabajo, género y luchas en la cosecha de yerba mate, escrito por Diana Haugg, fue editado en el año 2022 por el Grupo Editor Universitario y forma parte de la colección Puntos de Fuga. Historia de las mujeres y estudios de Género, dirigido por la Dra. Nadia Ledesma Prietto. El libro se inscribe en el marco de las investigaciones doctorales llevadas adelante por Haugg. Con el objetivo de rastrear la labor de las mujeres en la cosecha de yerbales –la tarefa 1–, la autora realizó un riguroso trabajo de campo que inició en el año 2015 con el relevamiento y relectura de producciones académicas relacionadas a la temática, fuentes tradicionales (documentos oficiales, actas, decretos, escritos periodísticos, censos de población, censos agropecuarios, entre otros), producciones literarias y artísticas (cuentos y poemas, medios audiovisuales, memorias, fotografías, esculturas, entre otros), y publicaciones en hemerotecas; a este trabajo documental, sumó además entrevistas a obreros y obreras rurales situados en distintos lugares de la provincia. En relación al abordaje metodológico, sostiene que “queda claro que para realizar el estudio del grupo social que aglomera a los/as cosecheros/as de yerba mate es necesario dejar de lado toda una dimensión sexual donde lo masculino se presenta como general” (Haugg, 2022, p.13).

Dentro de un importante mercado laboral que aglutina cada año a más de 15 mil trabajadores y trabajadoras dedicadas a la cosecha de yerba mate –que fueron y son el eslabón más vulnerable de la cadena productiva–, Diana Haugg centra su atención, por un lado, en las transformaciones por las que atravesaron las mujeres dentro del mundo rural de cosecheros de yerba mate para ser visibilizadas como “trabajadoras legítimas” en una actividad esencialmente masculina; por otro lado, cómo y qué mecanismos conjugaron en su rol de trabajadoras alternado los trabajos productivos, domésticos y de cuidados. Finalmente, analiza cuál es el impacto de las políticas públicas contemporáneas –“descontextualizadas de la ruralidad”– sobre los/as asalariados/as rurales.

La producción de yerba mate, ‒Ilex paraguariensis St. Hilarie‒ se sitúa entre los 18º y 30º de latitud sur; es decir, la zona productora involucra, de este modo, a los países de Argentina, Brasil y Paraguay. En Argentina, Misiones concentra el 87% del total de producción mientras que el 13% restante se encuentra en el norte de la provincia de Corrientes. La importancia del cultivo de yerba mate tiene raíces históricas pues su consumo fue efectuado por los grupos de “cazadores recolectores pertenecientes a la macro familia lingüística tupí-guaraní” que habitaban la región; tras la consolidación del sistema reduccional jesuítico (1610-1768), estas poblaciones tuvieron un proceso de sedentarización forzada “por medio de la evangelización o por fuerza de la espada”, y se propició de este modo “la reproducción de los pueblos en lugares estables, para explotar con mayor control la fuerza de trabajo indígena” (Haugg, 2022, p. 11). Con la expulsión de los “padres jesuitas”, estos grupos de guaraníes –muchos de ellos ya habían pasado por un proceso de mestización– fueron reclutados como trabajadores durante el período del frente extractivo de los yerbales silvestres bajo la designación de mensú. 2 De este modo y a partir de este recorrido histórico, la autora permite dar cuenta del origen étnico de esta clase social, aunque señala que en este devenir pareciera “que las comunidades sometidas estaban compuestas únicamente por varones y que la relación capital/trabajo en los yerbales solo creó clases masculinas” (Haugg, 2022, p. 12), cuando la presencia de la mujer claramente es rastreable desde la documentación aunque bajo ciertos estigmas: “mujer que anda con todos”, “prostituta”, “ayudantas”, entre otros.

La decadencia del frente extractivo debido a la sobreexplotación y mal manejo de las plantas de yerba en estado silvestre, dio paso a una nueva etapa en la historia agraria en Misiones que permitió el paso de una economía extractivista a una productiva. De este modo, hacia comienzos del silgo XX, fueron concretadas las primeras plantaciones de yerba mate a partir de la reproducción de plantines en almácigos consolidándose esta como “producto madre, el “oro verde” que impulsó el movimiento colonizador del territorio. En la actualidad, Misiones es una de las provincias argentinas con mayor porcentaje de población rural3 y el de la yerba mate uno de los mercados laborales agrarios más grandes. Sin embargo y a pesar de tener un rol protagónico dentro del contexto socio-económico, histórico y cultural de la provincia, durante todas estas etapas las actividades vinculadas a la cosecha de yerba mate fueron consideradas desde la masculinidad de quienes emprendían esa tarea.

Organizado en cuatro capítulos, el libro indaga desde el presente pero a partir de una perspectiva histórica, en los cambios y permanencias que tuvo la presencia de las mujeres al interior del mercado laboral yerbatero, figura que estuvo invisibilizada por un lenguaje laboral altamente sexuado y marcado por la subordinación. El primer capítulo, “Guainos y prostitutas: vida y trabajo en una actividad masculinizada (a principios del S. XX)”, analiza el documento dejado por José Elías Niklison en su accionar como inspector de yerbales. Enviado al Alto Paraná en el entonces Territorio Nacional de Misiones entre octubre de 1913 y marzo de 1914 en un contexto en que los yerbales nativos iban cediendo su paso a los yerbales implantados y donde el movimiento colonizador estaba en pleno auge, el estudio de Niklison –Vida y Trabajo en el Alto Paraná en 1914– representa para Haugg (2022) “una de las pocas fuentes disponibles para conocer la cotidianeidad en los establecimientos yerbateros, las condiciones de trabajo, de alimentación, de “uniones sexuales”, de monetarización, entre otros, a principios del silgo XX” (p. 17).

Pese a que en el informe de Niklison hay un reconocimiento de la presencia de las mujeres en los yerbales, es evidente una clara relación de subordinación de estas respecto a sus pares masculinos, pues ellas no eran consideradas trabajadoras. En efecto, en la descripción que el inspector de yerbales realizó sobre los mensú, según la autora se exalta la masculinidad de los mismos, aunque “mediada por su clase, por su etnia, por sus lenguas –guaraní y castellano–, por sus “valores” y “costumbres”, por sus configuraciones corporales de pueblos criollos de vieja raigambre guaraní, entre otros” (Haugg, 2022, p. 21). ¿Cuál es el papel que jugaron entonces las mujeres de acuerdo al informe Niklison? Según Haugg, las características que revestían la labor del mensú fueron asociadas con el género masculino y, por ello, las mujeres fueron excluidas de la categoría trabajadora, consecuentemente su labor no fue considerada trabajo. Por otro lado, de acuerdo al inspector, las mujeres servían de “señuelos” para atrapar a los hombres que eran conchabados en extenuantes tareas en el monte; desde esta postura, mientras que ellas eran estigmatizadas por el ejercicio de su sexualidad –la prostitución–, los hombres eran victimizados en razón de igual motivo. Finalmente, Niklison juzgó la maternidad de la mujer a partir de lo que Haugg (2022) considera como “criterios de moralidad de dos mundos diferentes” (p. 29), es decir, comparando tal función con la desempeñada por una mujer urbana, occidental y católica; en relación a ello, el inspector de yerbales sostuvo que su sentimiento de maternidad revistió formas “raras” y “peculiares” pues querían a su prole pero “a su manera”.

En el segundo capítulo “El trabajo femenino como ayuda familiar”, Haugg reseña el caso de Tranquilina González –conocida como La Caa Potí–, una joven tarefera muy hábil y muy bella que residía en la colonia de Eldorado en el Alto Paraná misionero. Una noche de invierno de 1924, a Tranquilina le ofrecen ir a realizar una cosecha de yerba en un poblado cercano donde podría obtener una buena paga; ella de manera previa consulta a su marido la posibilidad de hacer el trabajo y este responde, desde la voracidad de los celos, apuñalándola. Con el devenir de los años, La Caa Potí se convirtió en una santa popular a quien acudían en búsqueda de milagros. Ahora bien, ¿existió realmente Tranquilina? ¿Cuál es la importancia de su figura? En relación a la primera pregunta, la autora señala que no hay certezas acerca de la existencia de la joven tarefera pues no pudo dar con registros de nacimiento ni documentación que certifiquen ello. En relación al segundo interrogante, la importancia de Tranquilina en los relatos permite ahondar en las relaciones clasistas y de género al interior de los yerbales, relaciones que estuvieron signadas por desigualdades que iban más allá “del clásico binomio obrero-patrón” (Haugg, 2022, p.34) y que se perpetuaron a través del tiempo.

Durante la década de 1990 se produjo el “des-velo de las tareferas”. Las transformaciones agrícolas suscitadas a raíz del proceso de desregulación económica tuvieron un profundo impacto en la actividad yerbatera en general y en los actores directamente vinculados a las tareas de la cosecha. Debido al aumento del desempleo y la caída de precios de la yerba mate, nuevas estrategias de reproducción social aparecieron para asegurar los medios de subsistencia. Las movilidades desde los entornos rurales hacia las periferias urbanas, la multi ocupación y la consolidación de jefaturas monoparentales a cargo de mujeres fueron algunas de las consecuencias de este modelo de reestructuración económica.

En el capítulo 3, “Las voces bajas de las protestas tareferas: ¿complicidad o resistencia? (2000-2022)”, la autora analiza la participación de tareferos/as en las movilizaciones y protestas agrarias –conocidas como el Paro Verde– ocurridas a principios del año 2000 en la provincia de Misiones. Dejados en un segundo plano por los medios de comunicación que consideraban al sector de cosecheros como acompañantes de los reclamos de los productores primarios de yerba mate, sus voces en tanto grupo con capacidad de gestión, autonomía de decisiones y reclamos propios no fueron escuchadas. En este escenario, Haugg señala que, mientras que quienes se dedicaban a la tarefa acampaban en carpas negras, los productores primarios lo hacían en verdes. Sin embargo, no solo esta distinción podemos encontraban entre estos grupos: la respuesta de la sociedad y las formas de apoyo recibidas fueron diferentes para un sector y otro y fueron diferentes las modalidades de acampe y color de carpas usadas. De este modo, mientras los tareferos/as en lucha recibían ayudas en alimentos para cocinar durante el acampe o les tiraban monedas en forma de limosna, con los productores primarios usaban mecanismos para visibilizar la lucha, compromisos públicos de los gobernantes y les otorgaban donaciones mayores y contaron con el apoyo de la Iglesia Católica. Las mujeres tareferas fueron agentes activos en la protesta a raíz de lo cual comenzaron a cobrar notoriedad. En el caso de las mujeres productoras, también tuvieron un rol activo en la protesta y se las muestra manejando tractores e implementos agrícolas como algo “extraño” y “ajeno a la cotidianeidad” (Haugg, 2022, p. 64).

Finalmente, el capítulo 4 “Trabajos productivos, domésticos y de cuidado en los yerbales”, analiza la distribución de tareas asignadas de acuerdo al sexo biológico de quien las realiza. En los yerbales, “la relación entre género y trabajo” evidencia “los cambios, rupturas y también continuidades, donde la representación de las tareferas como trabajadoras de segunda y su vinculación a las tareas asociadas a su género “fueron y son impuestas por una “visión androcéntrica de la sociedad” (Haugg, 2022, p. 73), ello a pesar de que en la actualidad gran número de ellas son asalariadas. De este modo, desde las políticas públicas en la actualidad sitúan “a las mujeres en relaciones maternas, maritales y domésticas” pues son ellas las beneficiarias de las políticas sociales (Haugg, 2022, p. 92).

Desde una perspectiva histórica, el libro de Diana Haugg es un aporte central al debate en torno a las contradicciones clasistas del mercado laboral yerbatero y a las diferencias de género al interior de la clase social. Su estudio pone en evidencia la posición desventajosa de las mujeres en relación a sus pares masculinos –padres, hermanos, esposos, entre otros– pues, a pesar de realizar igual tarea, no eran ellas directamente remuneradas sino que el fruto de su trabajo era percibido por otro [masculino]; en relación a ello, es importante destacar que “en el mercado capitalista yerbatero el sexo biológico devino la única razón de las diferencias entre varones y mujeres” que fueron legitimadas e institucionalizadas “como base de la organización social” (Haugg, 2022, p. 41). En este sentido, la visibilización de las mujeres como trabajadoras rurales necesariamente implica preguntarse qué es el trabajo y las categorías nativas que lo interpelan que van más allá de su clásica asociación con una remuneración.

Referencias

Amable, H. (1977). Las figuras del habla misionera. Argentina: Ediciones Montoya. [ Links ]

INDEC (2018). Censo Nacional Agropecuario. [ Links ]

Rau, V. (2012). Cosechando yerba mate. Estructuras sociales de un mercado laboral agrario en el Nordeste argentino. Argentina: Ediciones Ciccus. [ Links ]

Notas

1El término tarefa deriva del portugués y significa tarea que debe ser cumplida en “un plazo determinado”. En Misiones, “ha pasado al habla regional con la sola aceptación de tarea de cosechar la yerba” y, “el hombre que se ocupa de la tarefa es el tarefero” (Amable, 1977, p. 28). Dejando de lado la connotación masculina del término referenciado por Hugo Amable, toda persona dedicada a la cosecha de yerba mate –independientemente de su género– es tarefero o tarefera.

2El mensú constituye el “antecedente histórico del actual tarefero, del obrero rural cosechero de yerba mate en el Nordeste argentino”. Según las caracterizaciones de Niklison, “se trata de una masa de hombres desposeídos de todo medio de producción y de vida, individuos al mismo tiempo carentes de lazos de sujeción personales. Un proletariado, no obstante, muy especial” (Rau, 2012, p. 20).

3Según el Censo Nacional Agropecuario de 2018, el 26% de la población de Misiones residía en zonas rurales.

Recibido: 09 de Mayo de 2023; Aprobado: 24 de Mayo de 2023; : 01 de Julio de 2023

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