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Espacios en blanco. Serie indagaciones

versión impresa ISSN 1515-9485

Espac. blanco, Ser. indagaciones vol.23 no.1 Tandil jun. 2013

 

DOSSIER N° 23

Profesión Académica y Trabajo Docente en la Universidad Latinoamericana

Academic Profession and Teaching work at the Latinoamerican University

 

Lucía García*

* Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora del Departamento de Política y Gestión e investigadora del Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales (NEES), Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Argentina. E-mail: lgarcia@fch.unicen.edu.ar; luciadicosimo@hotmail.com

 

Presentación

Con el propósito de aportar avances de investigación, reflexiones, problemas y nuevos sentidos a la construcción del conocimiento en los estudios sobre la universidad en la región latinoamericana, esta edición de Espacios en Blanco tiene como foco central un tema no abordado en anteriores dossier de la Revista: la profesión académica y el trabajo docente en la universidad.

Los profesores universitarios son actores nodales en el progreso del conocimiento (investigación) y su transmisión (docencia), componentes del trabajo académico cuyas modalidades de articulación han ido variando a través de la historia de los sistemas de educación superior, según las áreas del conocimiento, el tipo de institución y las políticas de gobierno.

Sabemos que a partir de la modernidad las instituciones universitarias asumieron un rol protagónico en la producción de certificados educacionales, a tal punto que el uso social que cobraron significó para aquéllas su propia revalorización en relación con el Estado y con el mercado. De allí que en las sociedades capitalistas, con el desarrollo del Estado moderno y los sistemas de dominación burocrática, se construyó un mercado para las profesiones y una nueva demanda para las universidades: la formación de funcionarios y de profesionales.

Pero tanto el origen como la modernización de la universidad y la ciencia, así como su integración al sistema científico-tecnológico, en países del capitalismo periférico manifiesta disímiles parámetros respecto al mundo desarrollado. En aquéllos se trató de un desarrollo científico tardío, aunque en el caso argentino, y en varios países latinoamericanos, la transferencia de modelos organizativos europeos occidentales se realizó bajo el patrocinio estatal, ya fuera que las actividades científicas se desarrollaran en el ámbito universitario, en otros espacios del Estado o en instituciones no estatales.

Cuando examinamos el estado de situación de la profesión académica no podemos dejar de considerar las condiciones de producción y reproducción del conocimiento en sus diferentes contextos. Tanto los procesos de configuración de la profesión académica como su ejercicio actual y la proyección al futuro deben ser comprendidos, a nuestro entender, no sólo a la luz de las políticas de educación superior y de desarrollo científico-tecnológico, sino en relación al proyecto educativo y cultural de una sociedad en un tiempo histórico (García, 2005 y 2007).

Reconocidos investigadores en el estudio de las dinámicas del campo universitario en América Latina, como Pacheco Méndez (1997) y Krotsch (2001), al destacar el alto nivel de abstracción que involucra la noción de profesión señalaban que el mito del profesionalismo encubre un abordaje ahistórico del tema, a la par que la profesión académica resume diferentes grados de profesionalización dependiendo de la disciplina.

En la literatura especializada de la educación superior latinoamericana el quehacer de los profesores universitarios, en sus diferentes denominaciones -catedráticos, académicos, nnteeectuaees, trabajadores docentes, en tiempos más recientes- ha sido indagado desde distintas disciplinas y perspectivas de análisis.

En nuestro país Chiroleu (2001) se propuso avanzar en la delimitación de los académicos como categoría analítica desde un triple abordaje histórico, semántico y sociológico, recorriendo las contribuciones de diferentes autores de la perspectiva sociológica que caracterizan a los académicos como segmento incluido en el grupo de los intelectuales. Y en términos semánticos concluía que pese a los esfuerzos realizados respecto a la delimitación y clarificación de los conceptos mencionados, no existían acuerdos teóricos plenos en el uso de los términos.

Para iluminar algunas situaciones del presente puede ayudarnos a pensar un magistral texto de 1957 del historiador Le Goff (1965) en el cual relataba los orígenes del oficio académico en la Edad Media, cuando en el siglo XIII maestros y estudiantes comenzaron a organizarse en un movimiento corporativo o universi-tas en estricto sentido del término universidad. Así, designa con el término intelectuales a quienes ejercen el oficio de pensar y de enseñar lo que piensan, procurando una alianza entre la reflexión personal y la difusión. Estos "artesanos del espíritu", que surgieron ligados al crecimiento de las ciudades, se constituyeron en figuras precursoras del intelectual moderno; fue en la modernidad cuando el término intelectual designó una categoría de persona. Pero entre los siglos XIII y XIV su trabajo adquirió rasgos propios de la nobleza: una tendencia a reclutarse hereditariamente, acompañada de un descenso en el nivel intelectual y la dotación de una variedad de símbolos propios de una casta. Luego, con la Reforma protestante se concebirá al trabajo como creación del mundo terrenal, valorándose el significado social del trabajo y la noción de progreso, un ideal moderno.

Según Brunner (1985 y 1990) la transformación más importante experimentada por la universidad moderna, y momento constitutivo de su propia modernidad, es la conformación de un mercado académico, con una nueva división del trabajo de producción y transmisión del conocimiento. Cabe tener presente que en la historia de la universidad la labor de investigación constituye un mandato tardío en comparación con el de transmisión del conocimiento; la articulación de ambas actividades se configura con el modelo humboldtiano de la universidad alemana en los comienzos del siglo XIX. Pero durante el siglo XX se quebró aquel ideal -presente en el anterior siglo- de una cultura universitaria común y la idea de una profesión académica unificada, sucediendo así su progresiva fragmentación (García, 2002).

Los cambios ocurridos en el trabajo docente universitario, la emergencia y reconfiguración de la profesión académica así como las mutaciones acaecidas en las identidades de los profesores universitarios en América Latina no podrían comprenderse en forma cabal, en nuestra visión, sin considerar los diferentes momentos en la historia de las relaciones entre universidad, estado y sociedad.

En el contexto del desarrollo y consolidación de los estados latinoamericanos de fines del siglo XIX y principios del XX, y de una concepción universitaria elitista, emergió la figura del catedrático profesor típico de la universidad liberal, en la cual la actividad académica constituía una labor desinteresada desvinculada "de las prosaicas exigencias de una actividad remunerada", según caracterizó Aguirre Lora (1988) siguiendo a Ben-David y Zloczower.1

Aproximadamente en los últimos veinte años la investigación sobre los procesos de configuración de los académicos y el ejercicio de la profesión académica ha tenido un mayor desarrollo en el campo de estudios de la educación superior latinoamericana, en gran parte debido a la gran transformación de las universidades como consecuencia del proceso expansivo iniciado en los años 1960 y el modelo de acceso masivo de los ochenta (Europa lo había alcanzado en los '70 y América del Norte en los '60). De modo que un conjunto de investigadores comenzó y profundizó la indagación de los períodos histórico-políticos que configuraron la propia noción de "académico" y el desarrollo de su profesión en diferentes momentos de las políticas públicas nacionales.

Para nuestra región algunos científicos sociales, reconocidos especialistas en este campo de estudios, postularon la tesis de la profesión académica como fenómeno implantado y tardío en los países capitalistas periféricos, a diferencia del contexto europeo y norteamericano en los cuales se la consideró un producto autóctono. Esta tesis de la profesionalización tardía en Latinoamérica se vincula con la ideología desarrollista y el impulso al desarrollo científico-tecnológico autónomo (Flisfisch, 1982; Brunner y Flisfisch, 1983). Estudiando casos nacionales Brunner (1985) sostuvo que la profesionalización académica nació por una combinación de presiones originadas por la expansión de la matrícula, los jóvenes docentes o investigadores, la lógica de los programas de cooperación internacional e inclusive la habilidad de universidades y administradores para obtener recursos públicos, esto es, no fue un diseño planificado.

En síntesis, esa fase de modernización universitaria desplegada en los países latinoamericanos con sistemas más desarrollados (Argentina, Brasil, Chile, México) implicó, principalmente, una alteración en los patrones de legitimación de la propia institución: la función de docencia y titulación ya no bastó como único justificativo social; la investigación, baluarte para el desarrollo del conocimiento y la cultura de la nación, pasó a ser una parte sustancial de los nuevos patrones de legitimidad. Luego, en el marco de la sociedad global, el trabajo académico de investigación adquirió una progresiva internacionalización a la par que resultó atravesado por la creciente presión de criterios de eficiencia y productividad (García, 2007).

Los cinco trabajos reunidos en este dossier escudriñan procesos configu-radores de la profesión académica, así como rasgos, problemas y desafíos del oficio académico en Latinoamérica, con una pluralidad de perspectivas y filiaciones disciplinares. Sus autores son colegas de universidades públicas de Argentina, Brasil y México, con trayectorias reconocidas en la investigación del tema. Los escritos revelan distintas aproximaciones teóricas y empíricas para abordar un objeto de estudio complejo en el campo de la investigación sobre las universidades, que aún requiere un mayor desarrollo en nuestros contextos.

Conocer, reflexionar, debatir las principales dinámicas emergentes de la profesionalización de la actividad académica en universidades de América Latina durante las últimas décadas, así como otorgar visibilidad a los rasgos configura-dores de los procesos de trabajo académico en la actualidad, constituyeron dos de los principales ejes contemplados en esta convocatoria. La finalidad es aportar a la construcción de nuevos sentidos al quehacer universitario en Latinoamérica, en una época en que la universidad ha visto menguada su posición de antaño, como ámbito privilegiado de producción de conocimientos.

Deolidia Martínez, Psicóloga del Trabajo e investigadora en la Universidad Nacional de Río Cuarto, en su artículo "El trabajo en la Universidad. Pequeña introducción a un texto para dar batafía..." abre el dossier con un ensayo sobre un tema que considera escasamente analizado y reflexionado en la vida académica: el trabajo en la universidad, cuya vía de entrada para visibilizarlo suele ser el "sufrimiento". En este sentido continúa su línea de investigación (iniciada hace más de dos décadas) sobre el trabajo docente en la educación básica. La autora postula que las investigaciones sobre el trabajo docente son de estilo tardío -retomando el concepto acuñado por Adorno que sigue Said2 en sus análisis culturales de música y literatura- pues llegan después de un siglo del análisis fordista y post-fordista de industria y manufactura, y los servicios que vienen luego, con el Estado de Bienestar europeo, "que nunca llega claramente a nuestra América sumergida". En sus análisis del proceso de trabajo en la universidad retoma los aportes del grupo QUIT (Universidad Autónoma de Barcelona) -señalando también algunos límites de la propuesta- introduciendo la noción de trabajador colectivo -procesos reales habitualmente no visibles- al cual considera una cuasi hazaña en medio del individualismo y la competencia feroz por/en espacios de poder. Advierte una progresiva pérdida del control del proceso de trabajo por parte de la docencia básica y ahora también en la universitaria, destacando asimismo que cada proceso de trabajo es una realidad material, social y simbólica inédita, diferente a otras, con implicaciones prácticas en la vida social cotidiana, abriendo así nuevos caminos para la investigación. Desde su posición teórica, es posible rediseñar los procesos de trabajo mediante una mirada colectiva, para la transformación organizativa del trabajo cooperativo entre docentes, estudiantes, no-docentes.

Maite Rodigou, Paola Blanes, Alejandra Domínguez, en " Territorios y fronteras de género en la Universidad Nacional de Córdoba", centran el análisis en la universidad como campo laboral y las construcciones de género, adoptando una perspectiva teórica feminista. Los hallazgos de investigación de este grupo de docentes-investigadoras de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) concluyen acerca de la persistencia de territorios generizados, con una situación laboral desventajosa para las mujeres docentes, más allá de su incesante ingreso a la estructura ocupacional en la universidad objeto de estudio; redescubriendo así marcas de género en las trayectorias laborales y académicas. El trabajo reflexiona sobre algunos de los resultados de la investigación cuanticualitativa desarrollada entre 2008/10 desde el Programa de Género de la Secretaría de Extensión (creado en 2007) de la citada universidad y con la colaboración de otras unidades académicas, que además en su primera etapa tuvo aval y apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer. El diseño metodológico contempló el análisis de datos estadísticos generados por la UNC, la implementación de una encuesta online a una muestra representativa de docentes y la posterior conformación de grupos de discusión para profundizar en las experiencias de las y los docentes, mediante tres guiones temáticos -trabajo universitario, interacción trabajo universitario-trabajo de cuidados y violencia de género- con la finalidad propositiva de avanzar en lineamientos estratégicos y acciones que aborden las desigualdades de género identificadas.

En síntesis, se trata de un aporte relevante para el conocimiento de las situaciones de desigualdad e inequidad de las mujeres en las instituciones de educación superior, temática aún incipiente en las investigaciones latinoamericanas.

El artículo de Norberto Fernández Lamarra y Mónica Marquina, profesores e investigadores de las universidades nacionales de Tres de Febrero y General Sarmiento, respectivamente, "La profesión académica en América Latina. Situación, características y percepciones a partir de un estudio comparado"', aborda desde una perspectiva comparativa la situación de la profesión académica en Argentina, Brasil y México en el marco de los contextos y problemas actuales de la educación superior en la región. Con importante trayectoria en la investigación del tema, los autores presentan aquí los resultados, para los tres países, del Proyecto "Changing Academic Professiorí' (2008), estudio que examinó -mediante una encuesta internacional aplicada a docentes e investigadores universitarios en 21 países del mundo- la naturaleza y extensión de los cambios experimentados por la profesión académica en los últimos años. En tal sentido constituye un aporte de interés para el campo temático pues cubre también un vacío de información sobre la profesión académica en universidades públicas de nuestro país -cuestión que habíamos señalado unos años atrás (García, 2007)- ya que por primera vez se relevan datos en el marco de la encuesta internacional apoyada por la Fundación Carnegie para el Avance de la Enseñanza (1991-93), estudio publicado en 1994 por Boyer, Altbach y Whitelaw. Fernández Lamarra y Marquina analizan aspectos centrales de la profesión académica en los tres países mencionados: formación académica, dedicación y estabilidad, docencia e investigación, satisfacción respecto de la profesión académica, trayectorias académicas. Entre los hallazgos de investigación cabe resaltar que la profesión académica en la región puede caracterizarse como una "profesión pauperizada y rígida" en comparación a otras regiones del mundo. Si bien los autores señalan que los diferentes países latinoamericanos enfrentan desafíos comunes, atravesados por la "internacionali-zación, la regionalización, la armonización y la convergencia de sus sistemas", reconocen que difieren las condiciones objetivas y subjetivas de partida. Asimismo advierten la escasa evaluación de la docencia, como una preocupante y fuerte limitación en la evaluación y acreditación de la calidad.

Joáo dos Reis Silva Júnior y Valdemar Sguissardi, profesores-investigadores de la Universidade Federal de Sao Carlos (Brasil), en el artículo " Universidade Pública BBrasileira no Século XXI: Educagao superior orientada para o mercado e intensifícagao do trabalho docente', difunden los resultados de sus investigaciones sobre la educación superior en su país, línea que desarrollan desde hace dos décadas, focalizada durante los últimos años en estudiar la práctica universitaria (principalmente relaciones de enseñanza, investigación, extensión, administración) en el contexto de la mundialización económica del capital financiero y la reconversión de la educación superior. Entienden a la práctica como parte constitutiva esencial de la identidad de la institución universitaria, que observada en su cotidianeidad y especificidad histórica permite conocer las múltiples mediaciones en que se materializan las intenciones de los formuladores de políticas públicas. En este texto analizan en forma minuciosa y documentada las mutaciones en la identidad institucional de las universidades públicas brasileras en términos del proceso de mercantilización, desde comienzos de los años noventa y sus continuidades hasta la actualidad. A juicio de estos autores la racionalidad mercantil se encuentra en el corazón de las políticas públicas; entre sus efectos más visibles resaltan la intensificación del trabajo académico y la precarización de las relaciones de trabajo, si bien identifican también espacios de resistencia, como las huelgas de 2012 en universidades estaduales y federales. Con sustento en datos oficiales del período 1995-2011/12 sostienen que la educación superior pública y privada se encuentra en transición hacia un estatuto más económico que de formación humana en cuanto a sus funciones de formación y producción de conocimientos, en cuyo marco profesores y alumnos tienden a considerarla un medio con un fin pragmático profesional, tendencia que resultó acelerada por la mundialización de la educación superior de las últimas décadas. Postulan que en sintonía con el nuevo paradigma de producción del conocimiento, orientado a la innovación tecnológica y las ciencias aplicadas, se reorganizaron los marcos regulatorios estatales de evaluación de la ciencia y la tecnología en Brasil. La posgraduación stricto sensu registró fuerte crecimiento de inscripción y titulación pero intensificó el trabajo de su cuerpo docente. Asimismo, mediante una educación superior masiva en grado y posgrado -lato sensu- se forma al "nuevo trabajador", acentuando así la desigualdad entre las clases sociales.

Manuel Gil Antón, profesor-investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, en su artículo "La monetarización de la profesión académica en México. Un cuarto de siglo de Transferencias Monetarias Condicionadas", focaliza el estudio de los cambios en la profesión académica en su país de pertenencia, identificando tres períodos (La expansión no regulada: 1960/82; La crisis de 1983/89: el Estado Indolente; La des-homologación de los ingresos: 1990/2010 con el Estado Evaluador) y postulando que a partir de 1985 se produjo una suerte de parteaguas en el oficio académico, al instaurarse el sistema nacional de investigadores (SIN), componente de política pública que surgió en el marco de un período de crisis económica, de abandono del Estado Benefactor e inauguró una verdadera mutación en las relaciones Estado-Universidades, cuyos principales indicadores respecto a la profesión académica nacional radican en el sistema de ingreso, promoción, permanencia, retribuciones y diferenciación. Este reconocido investigador, con extensa trayectoria en la temática, sostiene -como hipótesis de trabajo- que la reconfiguración de la profesión académica en México, con sus actuales rasgos, así como los límites y logros de la estrategia, obedece al predominio de las Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC). Con esta noción interpreta a la estrategia de la nueva política focalizada en el individuo (luego también en las instituciones académicas), que materializa la deshomologación de los ingresos y ha resultado en una alta segmentación de la profesión académica nacional. Este proceso de individualización del trabajo y pago por mérito exacerbado con el paso del tiempo, minuciosamente analizado por el autor, interpela no sólo a la política y administración de la educación superior mexicana y sus instituciones sino también a sus académicos y nos ayuda a pensar nuestros propios contextos académicos.

Retomo una de sus reflexiones finales para cerrar esta presentación: "Lo que no tiene asidero hacia el futuro es, a mi juicio, continuar siendo espectadores 0 rehenes de la definición del oficio académico y la forma de conducir -el gobierno y las condiciones financieras de las Instituciones de Educación Superior- a los espacios sociales donde desarrollamos las funciones propias de una profesión moderna. El quid es conformar socios alternos a la lógica dominante".

Por último deseo agradecer a los colegas que con generosidad han aceptado participar de esta apuesta académica escribiendo para el presente dossier, así como a los responsables de la edición de la Revista Espacios en Blanco por toda la colaboración prestada.

Notas_

1 Ver Ben-David y Zloczower (1966).

2 Edward Said, murió en setiembre de 2003. El libro Sobre el estilo tardío: Música y literatura a contracorriente, compila un conjunto de ensayos que el autor no había concluido, reunidos por su amigo y colaborador Michael Wood; fue editado en forma póstuma y publicado en español por Debate, Barcelona, 2009. En ese volumen Said se refiere al período tardío en las obras de algunos artistas y escritores. Said toma el concepto de estilo tardío que fuera acuñado por Theodor Adorno (Escuela de Frankfurt) en sus escritos sobre las últimas composiciones de Beethoven, al "tratar de entender cómo ese anciano y sordo al final de sus días fue capaz de componer obras abstrusas e inclasificables" (Patricio Lennard, "Retrato del artista envejecido" en Radar Libros, Página 12 del 15/11/09, acceso web: 31/05/13). Para Said el propio Adorno fue el mejor ejemplo de figura tardía, pues gran parte de sus actos se caracterizaron por una militancia feroz contra su propia época. Aunque para Said "ir en contra de la propia época significa, al menos a partir del siglo XX, enfrentarse a los grandes códigos totalizadores de la difusión cultural, y la cultura occidental del siglo XX" (Manuel Arranz "E. W. Said y el estilo tardío", en www.ub.edu/las nubes/autores/Arranz Said.pdf, acceso web el 31/05/13).

 

Bibliografía

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