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Espacios en blanco. Serie indagaciones

Print version ISSN 1515-9485

Espac. blanco, Ser. indagaciones vol.24 no.2 Tandil Dec. 2014

 

ARTÍCULOS

Futuros profesores de zonas rurales vistos por sus formadores

Future teachers from rural zones seen by their trainers

 

Juan Cornejo Espejo*

*Doctor en Ciencia Política y Doctor en Estudios Americanos. Profesor Adjunto de la Facultad de Educación de la Universidad Católica del Maule (Chile). Email: jcornejo@ucm.cl


Resumen

Desde una noción de ruralidad que privilegia la territorialidad en lugar de la densidad poblacional o la lejanía de los centros urbanos, el artículo presenta a partir de entrevistas semi-estructuradas a académicos de las universidades que imparten pedagogías en la región del Maule. Su opinión respecto de la trayectoria académica de los estudiantes provenientes de comunas rurales en el período: 2005 a 2012. De las entrevistas se concluye que en el último quinquenio ha habido un aumento significativo de estos estudiantes, especialmente de mujeres. No obstante, su permanencia resulta fugaz por las deserciones tempranas; constituyéndose en el gran desafío de esas universidades. El rendimiento académico es similar al de los estudiantes de zonas urbanas. Se constatan diferencias entre las admisiones y titulaciones. Respecto de la inserción laboral y proyecciones profesionales, especialmente en las posibilidades de ocupar cargos directivos, no se constata ninguna diferencia entre ambos grupos de estudiantes.

Palabras Claves: opinión / estudiantes de pedagogías / comunas rurales / trayectoria académica / Maule

Abstract

From a notion of rurality that favors territoriality instead of population density or distance from urban centers, the article presents from semi-structured interviews with academics from universities offering pedagogies in the Maule region, their views in relation to the academic career of students from rural communities in the period: 2005 to 2012. From the interviews it is concluded that in the last five years has had a significant increase of these students, especially women. However, his stay is brief by early defections, becoming the major challenge of these universities. Academic performance is similar to urban students. They note differences between admission and degree. Regarding the labor    market    and    professional    forecasts, especially in the possibilities of leadership roles, there is no difference between the two groups of students.

Key Words: opinion / students of pedagogies / rural communes / academic career / Maule


 

Introducción

El artículo que a continuación se presenta es producto de una investigación que intenta plasmar las opiniones de los formadores de profesores de las facultades de educación de las Universidades Católica del Maule, Autónoma y Santo Tomás de la región del Maule - Chile en el período 2005 – 2012, respecto del desempeño académico de sus estudiantes provenientes de comunas rurales y sus proyecciones laborales y profesionales. Esto es, se intentan establecer las ventajas,    así    como    las    problemáticas    propias    de    estos    estudiantes comparativamente respecto de sus pares de zonas urbanas, tanto en lo que dice relación con su trayectoria académica cuanto su inserción laboral. Tales opiniones, además, son contrastadas con los supuestos presentes en la literatura especializada relativos a estudiantes universitarios de América Latina en el mismo período, con el propósito de verificar su validez y aplicabilidad a la región antes señalada.

Es importante hacer notar que se realizaron 24 entrevistas semi– estructuradas a directores de departamentos, directores de escuelas, jefes de carreras y/o académicos representantes de todas las pedagogías de las universidades seleccionadas que imparten carreras de educación en la región. Asimismo, pese a ser un estudio cualitativo, se contrastaron los testimonios de los entrevistados, además de la literatura especializada, con los datos oficiales aportados por las direcciones estudiantiles y de títulos y grados de esas mismas casas de estudio, en lo que respecta al número de ingresos por carrera, deserciones, egresos, procedencia de los estudiantes, género, entre otros antecedentes en ese mismo período.

Antecedentes de contexto y configuración de las zonas rurales chilenas

Los estudios más recientes muestran que si bien ha habido un crecimiento sostenido del PIB en Chile en las últimas décadas, tal crecimiento no es uniforme en todas las regiones del país. Así, mientras hay regiones como la de Antofagasta que evidencia un crecimiento similar al del Reino Unido, hay otras cuyo crecimiento se asemeja a los de los países más pobres de América Latina. Esos antecedentes dejan al descubierto que no sólo hay diferencias en términos de tasas de pobreza entre una región y otra (que en el caso de Antofagasta no sobrepasa el 7,5% mientras que el la región más pobre, La Araucanía, dicha tasa alcanza el 22,5%), sino una brecha en los ingresos de más de 6 veces1 entre los más altos y los más bajos del país.

Desde el punto de vista geográfico, las regiones con el PIB más alto tienden a concentrarse en el norte del país, entre cuyas actividades económicas predominan las vinculadas a la gran minería del cobre; en tanto que las regiones más pobres, localizadas en su mayoría en la zona centro sur, las actividades económicas tienden a concentrarse en el sector agropecuario, forestal y/o de pesca artesanal.

Las fuertes diferencias de los PIB regionales, aún cuando se explican desde el punto de vista histórico y al tipo de inserción de sus sistemas productivos en la economía internacional, no se puede desconocer lo decisivo que han resultado los altos precios del cobre sumado a la sostenida demanda del metal rojo para las economías de las zonas mineras durante la última década.

Con respecto a la región del Maule, su economía tradicionalmente ha girado en torno a las actividades agropecuarias2. Los servicios y sector industrial normalmente han sido tributarios o subsidiarios del campo. En la actualidad la región está entre las de menor PIB, alcanzando sólo 7.532 dólares per cápita3. Según la encuesta CASEN 2009 la región del Maule tenía una tasa de pobreza de 20,8%, superior en 5,7 puntos porcentuales al promedio del país que alcanzaba al 15,1%. Entre los años 2006 y 2009 la región aumentó su proporción de personas en situación de pobreza en 3,1 puntos porcentuales, lo que contrasta negativamente con el incremento observado a nivel nacional en el mismo período (1,4 puntos porcentuales) (Plan Maule 2010- 2014).

Asimismo, según datos aportados por Berdegué, Jara, Modrego, Sanclemente y Schejtman (2010), el 77,8 de la población lo hacía en comunas rurales. En tanto que la ruralidad oficial según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) recogidas del censo 2002 era de 34,0%. Pese a las discrepancias entre ambos estudios respecto de los porcentajes de ruralidad, explicable por los criterios con los que se la mide o a los valores que se le asignan a las distintas actividades económicas dentro de una determinada comuna, una cosa si es clara y es que la región del Maule en ambas mediciones, entre todas las regiones del país, concentra el mayor índice de ruralidad.

Los criterios desarrollados por Berdegué et al. (op.cit) para la tipificación de las comunas rurales en Chile apuntan a los siguientes aspectos: comunas fuertemente rurales con economías dependientes de la agricultura; comunas silvoagropecuarias de ruralidad intermedia; comunas medianamente rurales con economías dependientes de la agricultura; comunas relativamente aisladas o remotas y muy rurales según criterio de densidad; comunas de ruralidad y conectividad intermedias y de alta afluencia turística; comunas de baja accesibilidad y densidad poblacional con economía basada en el sector acuícola; comunas de elevada afluencia turística y baja ruralidad; comunas fuertemente rurales con economía diversificada entre turismo y agricultura; y comunas más cercanas al polo urbano en el gradiente urbano – rural. Es importante consignar que salvo uno de los criterios antes mencionados, economía basada en el sector acuícola, todos los otros se hallan presentes en la región del Maule.

Es más, no sólo los centros urbanos de la región4 están rodeados de sectores rurales, que están bajo su jurisdicción administrativa, sino que sus economías funcionan en torno a las actividades productivas ligadas al campo o en función de los servicios que le prestan.

Estos procesos de urbanización continua han dado pie a la formación de ciudades intermedias. Por su parte los procesos de desarrollo que se viven en zonas tradicionalmente consideradas rurales, configuraron un continuo rururbano. Ambos territorios están profundamente relacionados entre sí (Concha & Letelier & Boyco & Oviedo, 2010: 13).

Esta información, con todo, no es contradictoria con la proporcionada por el CELADE (Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía – División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL) 2010, en el sentido de que los países del cono sur sudamericano: Argentina, Chile y Uruguay presentan tasas negativas de crecimiento de población rural. La temprana urbanización de estos países, sumada a la concentración de la población en ciertas zonas explicaría el predominio demográfico urbano.

La razón de esta aparente contradicción se funda en que desde hace ya algunas décadas las poblaciones que habitan centros urbanos desarrollan sus actividades laborales en el sector rural. Traslados que en algunos casos son diarios o en épocas específicas del año durante los períodos de cosecha o recolección, conformando un grupo que se ha dado en denominar en Chile como: "obreros agrícolas"; es decir, personas que si bien habitan en centros urbanos se desempeñan laboralmente en sectores rurales. Esta reconfiguración de la fuerza laboral campesina, en el caso chileno, tuvo su origen en la reforma agraria y se ha consolidado en las últimas décadas.

El tránsito permanente entre el campo y la ciudad se replica también en el ámbito educativo, pues, inversamente, un número importante de estudiantes que habita en sectores rurales debe viajar a la ciudad para terminar su educación media; en razón de que los sectores rurales más apartados o con baja densidad poblacional no cuentan con centros de formación de nivel medio. De este modo, los estudiantes de sectores rurales presentes en las universidades de la región del Maule, ya antes de ingresar a la educación superior, en su mayoría, habían tenido experiencias de paso por la ciudad, ya sea a través de viajes diarios del campo a la ciudad, ya sea residiendo en hogares estudiantiles o en casas de familiares5.

Lo interesante de este proceso que ha definido a la región del Maule como una región eminentemente rural está dado no sólo porque cuenta con una porción significativa de su población que habita en sectores rurales apartados o con baja densidad poblacional, sino también porque sus ciudades medias y grandes están vinculadas directamente a las actividades agropecuarias o forestales. De hecho, además de los criterios que privilegian la densidad poblacional a la hora de definir los grados de ruralidad de una región, resultan tan importantes aquellos que guardan relación con las actividades económicas predominantes. Y estos han sido los criterios con los cuales Berdegué et. al. (2009, 2010) han construido el mapa de las comunas y ciudades rurales de Chile.

En este sentido no se puede obviar que en América Latina ha habido una larga tradición de trabajos y discusiones sobre sociología rural que han condicionado las representaciones acerca del tema. No obstante, a partir de los trabajos de Klein (1992) quedó en evidencia que un porcentaje significativo (24% de la población rural) no desarrollaba actividades ligadas directamente con la agricultura. En la actualidad se estima que esa cifra asciende aproximadamente al 35%. De lo anterior se desprende que una proporción no menor de los habitantes rurales tienen como empleo principal una ocupación no agrícola o sus ingresos proviene de otras fuentes (Dirven, et. Al.).

Las nuevas investigaciones han derrumbado la idea de que "rural" era sinónimo de "agrícola" y "agrícola" era igual a "rural". Es decir, el mundo rural ha resultado ser mucho más complejo de lo que se suponía, evidenciando un flujo continuo de personas, bienes y servicios que transitan desde zonas rurales hacia urbanas y viceversa. Esta nueva realidad ha incidido que se privilegien enfoques territoriales en lugar de aquellos centrados exclusivamente en las actividades económicas.

Paralelamente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha avanzado hacia una mayor conceptualización de lo que entiende por "rural", acompañado por una serie de indicadores para medir su desarrollo. En 2004, como parte de las discusiones del informe preliminar del Banco Mundial del 2005 sobre el desarrollo en América Latina se replanteó el problema de la definición de lo "rural". Definición que está condicionada por la determinación del tamaño del sector, pues, las definiciones censales difieren de un país a otro. Aspecto que incide en que no se puedan formular políticas homogéneas.

Frente a esa realidad el Banco Mundial encomendó a Chomitz et. al. (2004) un estudio para contabilizar la población según criterios más homogéneos, de modo de proyectar políticas públicas más efectivas. En las conclusiones de este estudio se sostiene que al utilizar la definición de "rural" que emplea la OCDE, se duplica la población rural, si comparado con la sumatoria de las distintas definiciones censales, llegando a un 42% de la población total de la región. En algunos países como Uruguay y Chile la diferencia entre la población "rural" según uno y otro criterio es tres o más veces (idem.)

La diferencia de criterios sería la explicación, como ya apuntamos más arriba, entre las cifras proporcionadas por el INE y la que se desprende del estudio de Berdegué et. al. (op.cit.) para la región del Maule.

En esta misma línea resulta interesante repasar las visiones tradicionales6 en torno a lo "rural", que imperaron hasta no hace tanto tiempo en el continente, que definían la sociedad rural como aquella en la cual los sujetos activamente ocupados estaban vinculados a las labores agrícolas. En ese contexto el concepto de desarrollo se asociaba a las transformaciones que iban de la agricultura a la industria, de lo tradicional a lo moderno, de lo atrasado a lo próspero, de lo rural a lo urbano. Las características de esa ruralidad en la versión tradicional se sintetizaban en los siguientes puntos: la población rural se dedicaba casi exclusivamente a las actividades agropecuarias; dichas actividades se hallaban regidas por los ciclos naturales sin mayor intervención humana; la regulación de las actividades a través de ciclos generaba una noción de tiempo y uso que a su vez incidía en la constitución de una cultura específica; la población se encontraba dispersa en territorios de baja densidad; la dispersión y relativo aislamiento impedía a esas poblaciones acceder a condiciones de bienestar (servicios e infraestructura básica) y a los avances de la cultura (altos índices de analfabetismo y malas condiciones educativas); subvaloración de lo rural y sobrevaloración de lo urbano, situación que promovía la migración campo – ciudad (Gómez, 2003).

Si se examinan los principales temas abordados por los autores clásicos de la sociología no se encuentra una preocupación específica por el tema, sino más bien el intento de dar cuenta de las consecuencias que tiene la industrialización y la urbanización sobre la sociedad, más que una preocupación particular por los efectos de estos fenómenos en la realidad que los antecedía; es decir, el campo.

Ferdinand Töennies en su obra Comunidad y Sociedad, publicada por primera vez en 1887 plantea las ideas centrales que dan sustento a este enfoque. El aporte de Töennies resulta clave, pues, marcó a muchos autores que lo sucedieron (Timasheff, 1963). De hecho esta tipología sirvió de base a la posterior elaboración de Sorokin & Zimmerman (1929; 1931) y su idea de continuum rural – urbano7, que tanta importancia tuvo en el desarrollo de la sociología rural a nivel mundial.

Esta conceptualización se contrapone a la idea de "territorialidad" que acentúa los aspectos culturales y políticos, donde la ruralidad se corresponde con una forma de vida, una cosmovisión y una cultura normalmente marginal o excluida de las corrientes dinámicas del desarrollo asociada a una economía urbano – industrial. Para estas comunidades el desarrollo rural corresponde a las estrategias que se deben implementar para atender a poblaciones marginadas, empobrecidas, vulnerables, dispersas o de alto riesgo social.

La idea de territorialidad recurre a conceptos provenientes de la geografía, la ecología, la economía regional, la antropología y la ciencia política para abordar el desarrollo desde una perspectiva territorial. Es decir, la idea de territorio se impone gracias a su capacidad performativa y articuladora de los procesos y dinámicas subyacentes a la economía rural. Vale decir, el territorio se construye como un proceso histórico de apropiación del espacio y a formas particulares de aprovechamiento del mismo, donde interactúan las diferentes dimensiones de la vida social y se define un entorno económico.

Frente a la necesidad de adoptar una definición más nítida y útil de ruralidad, diversas entidades académicas y organizaciones de cooperación internacional han venido insistiendo sobre la necesidad de una redefinición de lo rural, haciendo uso de la definición de territorio. Se considera que un territorio es rural cuando el proceso histórico de construcción social que lo define se sustenta principalmente por los recursos naturales y mantiene esta dependencia estructural de articulación. Un territorio es rural cuando su especificidad es su dependencia de los recursos naturales y su base económica se estructura alrededor de la oferta ambiental en que se sustenta (Echeverri, 2011: 15).

Lo interesante de este nuevo enfoque es que rompe con el dualismo urbano – rural propio de las definiciones tradicionales, además de establecer una nueva forma de entender las densidades, incluyendo concentraciones poblacionales que forman parte de territorios rurales y de centros urbanos con funciones rurales; sin contar que incluyen todos los sectores económicos que tienen lugar en este tipo de territorios, más allá de las actividades agrícolas o sus derivaciones.

A la luz de las discusiones más recientes en torno a la ruralidad es posible evidenciar que la articulación entre lo rural y lo urbano muestra dos facetas diferenciables. La primera corresponde a la articulación tradicional fundamentada en el intercambio de bienes y servicios; y la segunda a las nuevas funciones asignadas a lo rural, como respuesta a la crisis medio ambiental urbana (Mendez, 2005). Debido a la degradación de las condiciones de vida de las grandes urbes, la sociedad basada en el paradigma urbano–industrial empieza a ser cuestionado. Esa búsqueda de la naturaleza y el deseo de los citadinos en transformarla en un bien más de consumo, toma la forma de turismo, hecho que llega a transformar el ritmo de vida de las poblaciones rurales. Las áreas rurales son consideradas portadoras de recursos escasos como el agua, los bosques, la biodiversidad, etc. percibidos como necesarios para el logro de un equilibrio ecológico que permita la sobrevivencia de la ciudad. Ante esta situación, las áreas rurales pierden paulatinamente su función de abasto, viéndose sus habitantes en la necesidad de buscar alternativas ocupacionales que reemplacen o complementen la minimizada producción agrícola.

De allí que no resulte extraño que dentro del discurso actual en torno a lo rural, la pluriactividad describa el proceso de emergencia de un conjunto de nuevas actividades que tienen lugar en el medio rural, las cuales pueden ser ejercidas tanto dentro, como fuera de la propiedad agrícola, y estar o no relacionadas con la actividad agrícola tradicional. En este sentido, la pluriactividad rural es entendida como una de las más significativas expresiones de lo que hoy denominamos nueva ruralidad (Mendez, op.cit.; Grammont & Martínez, 2009)8.

Sin desconocer que la agricultura continúa ocupando un lugar central, la dedicación a actividades no agrícolas pasa a ocupar un lugar estratégico en la reproducción de las unidades familiares. En ese mismo contexto la articulación entre lo rural y lo urbano empieza a generar nuevas relaciones que se suman a las tradicionales; así la participación rural en el mercado de trabajo urbano y viceversa es un factor que se hace más visible.

Considerando que el propósito de este artículo es captar los significados que le atribuyen los formadores de profesores de las universidades de la región del Maule a la trayectoria académica de los estudiantes de sectores rurales, resulta clave una noción amplia de ruralidad. Noción que no esté limitada a las actividades agropecuarias convencionales o insista en la densidad poblacional o lejanía respecto de los centros urbanos como los únicos elementos definitorios de la ruralidad. Una noción ampliada por el contrario, privilegia la idea de complementariedad en un territorio en donde la circulación de personas, capitales, servicios y actividades económicas fluyen libremente entre los distintos espacios, y donde las fronteras entre el campo y la ciudad se tornan más flexibles.

Dada las características de la región del Maule, en donde los espacios geográficos no se explican sino en función de la complementariedad, las fronteras entre lo urbano y lo rural se tornan difusas, al punto que el surgimiento y permanencia en el tiempo de las ciudades de la región se justifica en razón de su rol subsidiario o tributario de lo rural. De allí, que una noción ampliada de ruralidad no sólo rompa con la idea de espacios geográfico – económicos desconectados, sino que diversifica y amplia el espectro de personas ligadas a lo rural. Cuestión fundamental a la hora de analizar las trayectorias académicas de los estudiantes de estos sectores presentes en las universidades de la región.

Estudiantes de sectores rurales en la Universidad

De acuerdo a lo manifestado por los profesores entrevistados la proporción de estudiantes procedentes de comunas rurales se incrementó en el período en estudio, comparado con el quinquenio inmediatamente anterior9. Incremento que se vio favorecido por la creación de nuevas pedagogías en las tres universidades seleccionadas. El año 2005 la Universidad Católica del Maule contaba con 7 pedagogías con una matrícula de 433 estudiantes. La Universidad Autónoma con 9 pedagogías con una matrícula de 1217. Y la Universidad Santo Tomás con 1 pedagogía con 23 estudiantes. El año 2012 tanto el número de carreras se había incrementado como el número de matriculados. La Universidad Católica del Maule matriculó a 471 estudiantes en 9 pedagogías. La Universidad Autónoma a 2390 en 11 pedagogías. Y la Universidad Santo Tomás a 66 estudiantes en 4 pedagogías.

Las cifras anteriores dejan en evidencia que en todas las casas de estudio que imparten pedagogías en la región del Maule no sólo se incrementó el número de carreras, sino también el número de matriculados; siendo la Universidad Autónoma la que mostró el aumento más importante.

La pregunta obvia es si en esa expansión los estudiantes procedentes de comunas rurales tuvieron igualmente una mayor participación en el total de estudiantes matriculados respecto del quinquenio anterior.

En opinión de los entrevistados si bien históricamente ha habido presencia de estudiantes de comunas rurales en la universidad, la participación de éstos se ha incrementado en los últimos años, bordeando entre un 15 a 20% aproximadamente. En este sentido no deja de ser relevante que a fines de los años 90’ existía sólo una universidad que impartía pedagogías en la región (la U. Católica del Maule), además de un instituto profesional (Valle Central). Tanto la Universidad Autónoma como la Santo Tomás fueron creadas durante los años 2000, al igual que la Universidad del Mar, cerrada durante el 2012 por problemas financieros y de gestión a nivel nacional, que también impartió pedagogías. Es decir, el interés por expandir la oferta educativa, se puede afirmar, es característico de la presente década.

Al contrastar la información proporcionada por los entrevistados con los datos aportados por las direcciones estudiantiles de las universidades que hicieron parte del estudio se puede confirmar en parte su apreciación; pues, la Universidad Católica del Maule en el período contaba con un 20,7% de estudiantes procedentes de sectores rurales. La Universidad Autónoma con un 14,48% y la Universidad Santo Tomás con un 2,6%.

La mayor diferencia entre los datos y las aseveraciones de los entrevistados se aprecia en la Universidad Santo Tomás. Una pista explicativa de esa diferencia la dan los propios profesores entrevistados de esa universidad, en el sentido de que ellos mismos manifiestan que "deben competir por los estudiantes" con la Universidad Autónoma, quien ha desplegado en los últimos años intensas campañas promocionales entre jóvenes de sectores vulnerables o más apartados de los grandes centros urbanos. La Universidad Católica del Maule (UCM), en sus propias palabras, no representa para ellos un competidor, pues, ésta universidad dada su condición de universidad tradicional (miembro del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas - CRUCH), concentra sus esfuerzos en los estudiantes con puntajes de ingreso a la universidad más altos, que normalmente la prefieren.

Un aspecto que llama la atención, subrayado por todos los entrevistados, es el incremento del número de mujeres en todas las carreras, tanto procedentes de zonas rurales como de zonas urbanas. Es más, en el caso de la Universidad Católica del Maule en el período en estudio, la frecuencia de estudiantes mujeres admitidas (68,4%) resulta ser prácticamente el doble respecto de los varones (31,6%). En la Universidad Autónoma el 59,9 % está representado por mujeres y sólo un 40,1% por varones. La excepción nuevamente está representada por la U. Santo Tomás en donde las mujeres representan sólo un 27,5%, en tanto que los varones el 72,5%. Y si bien se podría esgrimir de acuerdo a estos antecedentes y a la experiencia histórica que las pedagogías han estado hegemonizadas por mujeres, especialmente en carreras como: Educación General Básica, Educación Diferencial y Educación Parvularia (que no admite el ingreso de varones), no se puede desconocer el aumento del número de mujeres en el período comprendido entre 2005 y 2012, aún en aquellas pedagogías en donde tienden a concentrarse los varones (ciencias, matemáticas, educación física etc.), comparativamente respecto del quinquenio anterior.

Es decir, la presunción basada en el contacto directo de los entrevistados con los estudiantes de pedagogías resulta ser bastante próxima a la realidad, pues, no se puede obviar que no sólo la presencia de estudiantes de sectores rurales se ha visto incrementada en los últimos años, sino que ha aumentado significativamente el número de mujeres.

Este fenómeno, a juicio de los entrevistados, se explica tanto por el mejoramiento de las condiciones materiales de los sectores rurales y de los subsidios que proporciona el Estado para el financiamiento universitario, como por las expectativas depositadas por los estudiantes y sus familias en la educación superior como elemento articulador de la promoción social. La pregunta pendiente a propósito de esto último, es si la educación superior efectivamente conseguirá cumplir con esas expectativas.

Es más, aún los sectores rurales más de privados de la región del Maule han incrementado su presencia en la Universidad. Según los entrevistados hoy en día no es extraño encontrar estudiantes procedentes de localidades situadas en el denominado "secano costero", a diferencia de lo que ocurría a inicios de los años 2000.

A propósito de lo anterior, cabe recordar que el mundo rural en la región no    es homogéneo.    Claramente    el    sector más carente en    términos

socioeconómicos es el "secano costero", seguido por el borde costero propiamente tal. Los sectores rurales localizados en el valle central y los contrafuertes cordilleranos son los que evidencian una actividad económica más pujante, motivado por las exportaciones frutícolas y la producción de vinos. Sin contar que son las zonas que cuentan con más recursos hídricos, situación que los pone en condiciones privilegiadas para el desarrollo de actividades agroindustriales, comparativamente respecto del    secano costero donde predomina más bien una agricultura de subsistencia, el pastoreo y la industria de la madera y la celulosa10.

"(…) Si bien se reconocen procesos significativos de crecimiento económico, estos tienen un débil impacto sobre el desarrollo, y en particular sobre las oportunidades para los sectores pobres. Las empresas que residen en los territorios extraen riquezas sin respetar el entorno social, cultural y ambiental, no incidiendo positivamente en su desarrollo local. El caso más extremo es el que representa la industria de la madera y celulosa en el secano costero e interior del Maule" (Concha & Letelier & Boyco & Oviedo, op.cit.: 214).

Como ya se mencionó anteriormente, la región del Maule es la que presenta el mayor índice de ruralidad (34%), muy por sobre la cifra promedio del país, que alcanza al 13,1% Instituto Nacional de Educación (INE, 2002). El ámbito rural en la región es disperso, sólo siete de las 30 comunas presentan niveles de ruralidad inferiores al 30%: encabezadas por Talca (4%), Curicó (16%), Linares (18%), Constitución (19%), Cauquenes (25%), Molina (27%) y Parral (30%). Además, estas mismas 7 comunas concentran el 63% de la población regional. Las 23 comunas restantes albergan al otro 37% de los y las habitantes, y sus niveles de ruralidad alcanzan un promedio de 64%, variando entre 40% y 90%, siendo la comuna de Yerbas Buenas la más rural de toda la región.


Fuente: Propuesta de política regional de desarrollo rural Región del Maule (2009).

Es importante asimismo, hacer notar que los estudiantes de comunas rurales no sólo provienen de la región del Maule, sino también de regiones adyacentes. La región de O´Higgins y algunas localidades de la región del Bío – Bío aportan, según los entrevistados, más de la mitad de los estudiantes de sectores rurales presentes en las universidades de la región. Esto es, el área de influencia de las universidades maulinas se sitúa entre los dos polos más densamente poblados del país: Santiago y Concepción.

En otras palabras, el incremento de estudiantes de zonas rurales en la universidad, salvo matices, es coincidente tanto por lo manifestado por los entrevistados como por los datos aportados por las direcciones estudiantiles de las universidades que hacen parte de la investigación, pero también con las estimaciones de estudios internacionales para América Latina que sostienen que en su mayoría los estudiantes matriculados, además de ser primera generación en la universidad, corresponden a estudiantes de los primeros quintiles (Q1 a Q3). Rangos donde se sitúan la mayor parte de los estudiantes de comunas rurales del Maule.

Para el caso chileno, según datos de 2011 aportados por el Consejo Superior de Educación (CNED), la matrícula bruta ha aumentado de un 33,6 % el 2005 a un 48% el 2011; de los cuales el 61% corresponde a jóvenes que cursa estudios en universidades, un 25% en institutos profesionales y un 14% en centros de formación técnica.

Otro dato no menos relevante es el que se desprende de la base de datos correspondiente al 2003 del INE, según el cual en su mayoría (aproximadamente el 70%) los jóvenes presentes en las universidades chilenas constituyen la primera generación de sus familias. Idea plenamente confirmada por los entrevistados, pues, según señalaron, salvo rarísimas excepciones, sus estudiantes de comunas rurales son, efectivamente, primera generación de sus familias en la universidad.

Otra idea que nos hace reforzar los antecedentes anteriormente expuestos es que, no obstante, las cifras oficiales aportadas por las universidades respecto de los estudiantes de comunas rurales que estudian pedagogías (al igual que en otras carreras) no sobrepasa el 20%, presumimos ese porcentaje es mucho mayor; pues, los criterios con los que definen ruralidad es el convencional. Es decir, aquel que privilegia la densidad poblacional o la lejanía de los centros poblados, y no un criterio que apunte a la territorialidad o a las actividades económicas que desarrollan sus familias. Básicamente la dirección declarada al momento de matricularse es el criterio con el que se define la condición de estudiante urbano o rural.

Deserciones tempranas: tarea pendiente

Y si bien ha habido un aumento significativo de estudiantes de sectores vulnerables en la universidad en la última década, entre ellos de comunas rurales, no es menos cierto que su paso por ella ha resultado fugaz dado que desertan prontamente. Esta apreciación de la literatura especializada (Donoso & Cancino, 2007) es plenamente coincidente con lo manifestado por los entrevistados de las tres universidades.

Al preguntársele por las deserciones, en su casi totalidad, señalaron que en el caso de estos estudiantes ellas se producen mayoritariamente durante los dos primeros años de la carrera. Pasado ese escollo inicial los abandonos definitivos prácticamente desaparecen. Las razones esgrimidas para justificar las deserciones son igualmente coincidentes. Prácticamente todos los entrevistados manifestaron que la primera causal de abandono es de orden económico, luego le siguen las razones académicas, especialmente aquellas que se relacionan con el desnivel entre las competencias exigidas por la universidad y aquellas que traen los estudiantes al egresar de la enseñanza media. En tercer lugar las de orden vocacional, es decir, aquellas que dejan en evidencia la desorientación o falta de información de los estudiantes a la hora de elegir una carrera profesional. Muchos de ellos sienten, sostienen los entrevistados, que la carrera elegida no es lo que ellos creían o que carecen de las habilidades necesarias para desarrollarse con éxito en la misma.

Una de las razones recurrentes entre las mujeres son los embarazos no planificados. Situación que en el caso de las estudiantes de sectores rurales las inhabilita casi por completo para proseguir estudios superiores; pues, además de la falta de recursos económicos, se suma la falta de redes de apoyo que les permita conciliar maternidad con estudio. Una de las quejas de las estudiantes, señalan los entrevistados, es que las universidades analizadas no cuentan con guarderías o jardines infantiles que les permitan a estas madres dejar a sus hijos durante los períodos de clase. Esta demanda es compartida, igualmente, por las estudiantes - madres de sectores urbanos.

Otro de los argumentos de las estudiantes de sectores rurales que no esgrimen los varones, según los entrevistados, es que deben retirarse para ir a cuidar a hermanos menores o hacerse cargo de la casa cuando alguno de sus progenitores enferma de gravedad o muere. Entre los varones, en estas mismas disyuntivas, el argumento es que deben retirarse de la universidad para ir trabajar para apoyar económicamente a sus familias.

Un aspecto en el cual insistieron todos los entrevistados es que ninguno de los estudiantes, salvo que sea por cuestiones académicas o desorientación vocacional (normalmente aspiran a cambiar de carrera), al momento de hacer efectivo su abandono señalan que es definitivo. Todos, invariablemente, lo presentan como temporal mientras se soluciona el problema puntual que les impide continuar con sus estudios en ese momento.

Pese a esa declaración de propósitos, muchos de los abandonos temporales inscritos en ese ámbito, devienen en definitivos, ya sea porque esos estudiantes no consiguen resolver sus problemas supuestamente transitorios; ya sea porque forman familias, situación que les impone nuevas obligaciones; o ya sea porque al ingresar al mundo laboral y ganar su propio dinero les resulta muy difícil volver a depender económicamente de alguien.

Lo más preocupante de los abandonos temporales que devienen en definitivos es que se producen, en el caso de las pedagogías, como sostuvieron varios de los entrevistados, durante los dos primeros años de la carrera. Esta apreciación, como apuntábamos anteriormente, es coincidente con los estudios nacionales e internacionales en esta materia (González & Uribe, 2002; Donoso & Cancino, op.cit.). De hecho, una de las observaciones de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) en relación al sistema universitario chileno, además de corroborar que los abandonos se producen durante los primeros años de universidad, es que afecta particularmente a los estudiantes de los quintiles más vulnerables (Q1 a Q3), con la consecuente segmentación social e institucional.

Es decir, si bien la universidad representa para estos estudiantes la posibilidad de romper con el círculo de la pobreza y de movilidad social, en la práctica esas expectativas se frustra tempranamente, en razón de su menor capital social y cultural11; además de los problemas económicos, que en el caso chileno resultan decisivos considerando el sistema de autofinanciamiento de la educación superior.

De acuerdo a estimaciones realizadas sobre la base de la Encuesta Casen (2003), sólo un 20% de las familias chilenas pude financiar la educación superior de sus hijos sin afectar fuertemente el nivel de vida que le permite su ingreso familiar. Esto quiere decir que sólo los alumnos que provienen del quintil V no requeriría apoyo financiero para desarrollar sus estudios (Expansión de la educación superior en Chile, idem: 50).

Un aspecto que llama la atención de los dichos de los entrevistados es que aunque reconocen que las deserciones de estudiantes se producen, mayoritariamente, durante los dos primeros años, luego sostienen en otra batería de preguntas que casi el 100% de sus estudiantes se titula. Esta apreciación al cruzarla con la información oficial resulta contradictoria, pues, aunque estuviesen haciendo sólo referencia a aquellos estudiantes que sortearon con éxito los primeros años de universidad y no a los que efectivamente ingresaron a las distintas pedagogías, de acuerdo a los datos aportados por las direcciones estudiantiles respecto de los titulados, revelan una situación diferente.

La mayor diferencia entre las admisiones y los titulados en todo el período la presenta la Universidad Autónoma, ya que, el año recién pasado esa casa de estudios admitió a 2390 estudiantes y sólo tituló a 220 durante el 2011. Las diferencias entre las admisiones y las titulaciones en las otras dos universidades, en cambio, bordean sólo 40 estudiantes.

La primera conclusión que se desprende de esta información es que la Universidad Autónoma si bien ha aumentado exponencialmente el número de matriculados en el último quinquenio, pierde a muchos de sus estudiantes en el transcurso de la formación profesional o no consigue titularlos en los tiempos establecidos. Y es, precisamente, este aspecto uno de los factores claves que esta universidad debe mejorar; es decir, no sólo focalizarse en la expansión de las admisiones, sino también preocuparse por la retención de sus estudiantes.

En lo que respecta a los índices de titulación de estudiantes de comunas rurales, cabe recordar que la frecuencia en la Universidad Católica del Maule en el período 2005 – 2012 es sólo de un 20,7%, en tanto que la de los estudiantes de sectores urbanos se elevan a un 79,3%. En la Universidad Autónoma la frecuencia de estudiantes procedentes de sectores rurales se eleva a un 85,52%, en comparación con el 14,48% de los de sectores urbanos. Estas cifras confirman plenamente que esta casa de estudio tiene una preocupación prioritaria por los estudiantes procedentes de zonas más vulnerables, que en el caso de la región del Maule están representadas por las comunas rurales. Finalmente, la Universidad Santo Tomás titula sólo a un 5,2% de estudiantes de comunas rurales, cifra que dista mucho del 94,8% de los sectores rurales.

Comparando los datos de las tres universidades se puede confirmar aquella apreciación de los entrevistados que sostiene que entre las universidades maulinas que imparten pedagogías hay una suerte de repartición de los estudiantes, tanto en relación con el nivel socioeconómico, lugar de procedencia y puntajes de ingreso. Por supuesto, en todas ellas hay miembros de todos los segmentos, pero se pueden visualizar algunas tendencias. La U. Católica del Maule concentra a los estudiantes con más altos puntajes de ingreso a la universidad, tanto de zonas rurales como de zonas urbanas. Las universidades Autónoma y Santo Tomás a los estudiantes de menores puntajes. La primera a los de zonas rurales y la segunda a los estudiantes urbanos vulnerables.

Por último, un dato sorprendente, aunque no para los entrevistados, es que la mayor parte de los titulados está constituida en las tres casas de estudio por mujeres. En la Universidad Católica del Maule, la frecuencia de titulados es de 75,6% para mujeres y sólo un 24,4% para varones. En la Universidad Autónoma las mujeres representan un 70,8% y los varones un 29,2%. Y en la Santo Tomás la frecuencia de titulados es de 94,2% para mujeres y apenas un 5,8% para varones.

Sin duda, estos datos confirman la opinión de los entrevistados que sostienen que pese a los problemas asociados al género, más los problemas económicos comunes a damas y varones, tanto en las admisiones como en las titulaciones las mujeres tienden a predominar.

La excepción nuevamente la representa las admisiones de la Universidad Santo Tomás, pues, en el período en estudio: 2005 – 2012, la frecuencia fue sólo 27, 5% para mujeres y 72,5% para varones. En tanto que en la Universidad Católica (68,4% mujeres y 31,6% varones) como en la Universidad Autónoma (59,9% mujeres y 40,1% varones), las mujeres representan la mayoría de los estudiantes admitidos en las distintas pedagogías.

En consideración a estos antecedentes, sumado a la opinión de los entrevistados, se puede afirmar que las mujeres no sólo se interesan más por estudiar pedagogía, sino que son más exitosas en esa empresa, no importando su lugar de procedencia, puesto que tanto en las estudiantes de zonas urbanas como en las de zonas rurales la tendencia es la misma; motivo por el cual si se pretenden reducir las tasas de deserciones en el diseño de políticas de retención de estudiantes no se deberían obviar estos antecedentes. Es más, dada las problemáticas expresadas por los entrevistados, las estudiantes requerirían de medidas adicionales, tales como: guarderías en las universidades para las jóvenes madres, currículos más flexibles que permitan conciliar maternidad con estudio, apoyos o subsidios financieros especiales (de mantenerse el actual sistema de financiamiento de la educación superior en Chile), entre otras medidas.

Rendimiento académico

Al consultarse por el rendimiento académico de los estudiantes de sectores rurales, prácticamente todos los entrevistados sostuvieron que si bien estos estudiantes presentaban conductas de entrada deficitarias, comparados con sus pares de sectores urbanos, especialmente en lo que respecta con la comprensión de    textos    escritos,    redacción,    habilidades    matemáticas, capacidad de problematización o de resolución de problemas, desarrollo del pensamiento abstracto o especulativo, etc. No se debe olvidar que en su mayoría estos estudiantes provienen de escuelas municipalizadas vulnerables12, situación que los pone en condición de desventaja relativa respecto de aquellos que proceden de escuelas particulares subvencionadas o particulares pagadas (Plan Maule op.cit.; Muñoz & Muñoz, 2013).

No obstante, hacia el tercer año de carrera, en aquellos que habían escapado a las deserciones tempranas, no se evidenciaba ninguna diferencia en términos de rendimiento académico comparativamente con sus compañeros de zonas urbanas.

Es más, en opinión generalizada, sostuvieron que estos estudiantes se mostraban más responsables en el cumplimiento de sus deberes académicos que sus compañeros de centros urbanos. Esta actitud la atribuían a que, probablemente, dada la mayor conciencia que ellos tenían respecto de las dificultades que representaba para sus familias solventar los gatos universitarios y para ellos mismos estar alejados de sus hogares, se mostraban más responsables e interesados en terminar sus carreras en los plazos mínimos establecidos. Conciencia que no evidenciaban los estudiantes urbanos, que además de ser más displicentes o relajados en el cumplimiento de sus deberes académicos, objetivamente demoraban más tiempo en terminar sus carreras. Cuestión, que como vimos en el acápite anterior, se confirma plenamente de acuerdo a la frecuencia de titulación en las tres universidades en estudio.

A este respecto resulta interesante hacer referencia a un artículo relativo a este asunto aparecido en el diario El Mercurio (domingo, 17 de marzo de 2013: C9), donde se da cuenta del problema que representa para los institutos profesionales y centros de formación técnica la titulación de sus estudiantes; puesto que, en promedio demoran 40% más de lo que en teoría deberían extenderse de acuerdo a las mallas curriculares. En el caso de las universidades la demora alcanza a un 43%.

Estos antecedentes revelan, de alguna forma, que tanto las deserciones tempranas como la demora en la conclusión de las carreras se han constituido en un serio problema para el sistema de educación superior chileno, no sólo por los costos económicos que ello implica, tanto para los propios estudiantes y sus familias como para el Estado, sino también por los cuestionamientos académicos relativo a las conexiones y fluidez que debería existir entre los distintos cursos que componen las mallas de formación, las prácticas profesionales y los procesos de elaboración de tesis o seminarios.

No han escaseado tampoco las críticas, pese a los intentos de reforma curricular en que se han embarcado la mayor parte de los centros de formación superior en Chile, respecto de la necesaria articulación que debería existir entre teoría y práctica. Esto es, pareciera que sigue predominando una educación centrada en lo cognitivo que desatiende las aplicaciones o la creación; característica que incide, sin duda, tanto en la calidad como en el desarrollo de habilidades y competencias de los futuros profesionales.

Expectativas e inserción laboral

Con respecto a la inserción laboral de los estudiantes de comunas rurales, los entrevistados sostuvieron que no se evidencia ninguna diferencia entre estos estudiantes y los de zonas urbanas, pues, las posibilidades de conseguir un empleo estaban más bien relacionadas con las competencias profesionales, el desarrollo de habilidades sociales, la proactividad, la capacidad de adaptarse a los cambios o a escenarios laborales diversos, las redes sociales, los requerimientos de mercado, entre otras condiciones y no al lugar de procedencia.

De acuerdo a los seguimientos que realizan todas las pedagogías de sus egresados en las tres universidades que comprende el estudio no se detectó ninguna diferencia en términos de inserción laboral motivada por esta variable.

Probablemente, el único elemento distintivo en este ámbito sea que determinadas pedagogías, como son por ejemplo: religión y filosofía e historia y geografía, dado los niveles de saturación de los puestos de trabajo de estas profesiones en las grandes ciudades de la región del Maule o regiones adyacentes, impulsaba a los jóvenes profesionales de sectores rurales, como afirmaron los entrevistados de esas disciplinas, a buscar trabajo en sus comunidades de origen, pues sentían que tenían más oportunidades que en la ciudad, o a emigrar a regiones más distantes, especialmente del norte del país, donde aún se requería de estos profesionales.

Otra de las motivaciones del retorno a zonas rurales de estos estudiantes apuntaba a la posibilidad de reencontrase con sus raíces e identidad; además de la posibilidad de reconstituir sus redes familiares y sociales. No ocurría lo mismo con los egresados de pedagogías muy demandadas como eran: química, ciencias y matemáticas que tendían, no importando su lugar de procedencia, a permanecer en las ciudades.

Esos mismos estudios de seguimientos de egresados que llevan a cabo las distintas pedagogías, que en su mayor parte han sido elaborados por los propios entrevistados en su calidad de directores de departamentos, de escuela o jefes de carrera, muestran que las posibilidades de ocupar cargos directivos en las escuelas y liceos, o gerenciales y/o administrativos en las corporaciones o fundaciones educacionales son idénticas para estudiantes urbanos como rurales.

Así, señalaron los entrevistados, es posible encontrar indistintamente en comunas urbanas o rurales a directivos provenientes de ambos sectores; situación que deja en evidencia que el origen de los estudiantes no constituye un elemento decisorio a la hora de conseguir un empleo u ocupar un cargo de responsabilidad.

Por último, en lo que respecta a las expectativas depositadas en las posibilidades de desarrollo personal y superación de las condiciones de vulnerabilidad socioeconómica que ofrecería la educación, los entrevistados sostuvieron que los estudiantes de sectores rurales comparten con sus compañeros de los quintiles más carentes de zonas urbanas la misma creencia, cual es que la educación es, sino la única, la principal oportunidad para romper con el círculo de la pobreza, y ofrecerles a sus familias de origen y a las que ellos mismos forman mejores condiciones materiales que las que ellos tuvieron.

La pregunta que de inmediato surge, como ya lo habíamos planteado anteriormente, es saber si el sistema educacional chileno será capaz de satisfacer ese cúmulo de expectativas, dado los problemas de inequidad en el acceso y desigualdad en términos de la calidad de la educación que reciben los estudiantes dependiendo de su extracción socioeconómica.

Los críticos, apelando a las distintas vertientes de la teoría de la reproducción, son de la idea, considerando la forma como está estructurado el sistema educacional nacional, que él es un fiel reflejo de las desigualdades presentes en la sociedad (Muñoz & Muñoz, op.cit.; Unesco, 2011; León, & Martínez, 2001). Otros, en cambio, pese a reconocer las probables frustraciones de los estudiantes vulnerables, sostienen que de no mediar la capacitación y la formación profesional que ofrece la educación superior las condiciones materiales serían aún más paupérrimas (Williamson, 2008).

Conclusiones

Una primera aseveración que se puede hacer, a la luz de las opiniones de los formadores de los futuros profesores provenientes de comunas rurales de las universidades de la región del Maule, es que sus apreciaciones respecto de la inserción universitaria, desempeño académico y proyecciones laborales de sus estudiantes de esas zonas, salvo matices, resulta bastante apegada a la realidad; especialmente si esas opiniones se confrontan con los datos aportados por las direcciones estudiantiles de las universidades consideradas en el estudio.

La proximidad entre los datos oficiales y sus opiniones, probablemente, encuentre su explicación en el contacto y conocimiento que tienen estos docentes de sus estudiantes y sus problemáticas. Con todo, lo más relevante de este análisis es la confirmación a nivel regional de algunas apreciaciones de estudios internacionales que insisten que no sólo ha aumento del número de nuevos estudiantes, sino que en su mayoría proceden de sectores vulnerables. Por primera vez en la historia latinoamericana un número tan significativo de estudiantes de los quintiles más pobres (Q1 a Q3) tiene acceso a la universidad.

Si bien esta noticia pudiese ser auspiciosa y un anticipo de lo que tradicionalmente se ha esperado de la educación (ser el eje propulsor de la transformación social), ello no está ocurriendo (al menos no en los términos deseados) en razón de las deserciones tempranas. Es decir, aun cuando son muchos los estudiantes pobres que ingresan a la universidad, primera generación de sus familias, las deserciones también se tienden a concentrar en estos grupos durante los primeros años, con la consecuente frustración para ellos y sus familias.

En lo que respecta a los estudiantes de pedagogías provenientes de comunas rurales en las universidades de la región del Maule, su situación evidencia algunos de los problemas antes enunciados en el diagnóstico continental. Por lo pronto, no hay una correspondencia entre los ingresos y las titulaciones. Problema particularmente visible en    algunas universidades

particulares, que pese a haber aumentado exponencialmente su matrícula en el último quinquenio, tal expansión no tiene un correlato con los procesos de titulación.

Y si bien se puede esgrimir que el problema no es tan grave, si comparado con las tasas de deserciones que presentan otras profesiones que imparten las universidades de la región del Maule, no deja de ser preocupante porque son las pedagogías las que concentran mayoritariamente a los estudiantes vulnerables, que en el caso de la región, dada su composición socioeconómica está asociada a las actividades silvoagropecruarias, forestales o de pesca artesanal. Vale decir, las pedagogías representan para estos estudiantes de hogares campesinos o de pescadores no sólo el primer contacto con las universidades, sino también la esperanza de salir de la pobreza y mejorar las condiciones de vida pare ellos y sus familias.

Esta constatación tiene además otra cara, cual es que esos jóvenes están representados, como mostraron las entrevistas y los datos oficiales, principalmente por mujeres. Esto es, la pobreza en los estudiantes rurales de las universidades del Maule, sin duda, tiene un componente de género, como lo muestra la propia composición de los ingresos y las titulaciones en el período 2005 - 2012 de las universidades en estudio.

Un aspecto esperanzador es que aquellos estudiantes provenientes de comunas rurales, pese a sus déficits iniciales, desde el punto de vista del rendimiento académico e inserción laboral, no evidencian ninguna diferencia respecto de sus pares de zonas urbanas. En otras palabras, las posibilidades de acceder al trabajo y las oportunidades de ocupar cargos directivos en el sistema educacional no guardan relación con el lugar de procedencia, y si con las capacidades y habilidades profesionales.

Todos estos antecedentes nos inducen a pensar que el gran desafío de las universidades analizadas, en vista de los testimonios de los entrevistados y, seguramente, de la mayor parte de las universidades chilenas, sea precisamente conciliar la expansión de las matrículas de estudiantes con la retención de los mismos; especialmente si se tiene en consideración que en un porcentaje no menor están representados por estudiantes mujeres pobres.

Dicho en otros términos, no basta con que muchos jóvenes tengan nominalmente acceso a la universidad, sino que efectivamente consigan permanecer en ella y completen exitosamente sus procesos de formación; atendiendo, por cierto, a las variables de procedencia y género. Ese es, sin duda, el desafío de la hora presente para universidades insertas en una región donde el campo, históricamente, ha sido la base y, probablemente lo continúe siendo, de su economía y de las posibilidades de desarrollo futuro.

En concreto para dar cumplimiento a su misión como universidad, a los requerimientos del entorno y, principalmente para atender a las expectativas de sus estudiantes y sus familias, las universidades Católica del Maule, Autónoma y Santo Tomás han de implementar una serie de políticas y medidas orientadas a asistir académica, económica, social, psicológica y humanamente a sus estudiantes, con el fin de favorecer su permanencia, mejorar sus tasas de titulación e inserción laboral. Con todo, estas medidas serían insuficientes, tratándose de estudiantes de pedagogías, si no tomasen en consideración las características que le son propias, cuales son ser carreras que están compuestas por un porcentaje significativo de estudiantes vulnerables de sectores rurales e integradas, mayoritariamente, por mujeres.

Recibido: 19/11/2013 Aceptado: 02/04/2014

Notas

1  PIB per cápita en dólares por regiones: Arica (5.884); Tarapacá (20.427); Antofagasta (37.047); Atacama (17.904); Coquimbo (9.404); Valparaíso (9.509); Región Metropolitana (14.437); O’Higgins (10.426); Maule (7.532); Biobío (8.669); La Araucanía (5.058); Los Ríos (6.804); Los Lagos (6.513); Aysén (9.582); y Magallanes (10.765) (Fuente: economista Hernán Frigolett, sobre la base del censo y el INE. Datos Internacionales del FMI. El Mercurio B13, 14 de octubre de 2012).

2 De acuerdo a datos proporcionados por el Plan Maule 2010 – 2014 (tomadas a su vez del Instituto Nacional de Estadísticas – INE, 2010) la agricultura en la zona representa un 31% de la actividad económica, le sigue el comercio con un 17%, las manufacturas con un 10%, la educación con un 7%, la construcción con un 7%, el transporte con un 6%, la administración pública con un 5%, las actividades inmobiliarias con un 4% y otras actividades con un 9%.

3 De acuerdo a datos aportados por el Plan Maule 2010 – 2014, el PIB regional representó el 3,4% del PIB nacional en los años 2007 y 2008, y el 3,5% el año 2009. Con todo, ese crecimiento estuvo por debajo del promedio nacional, el cual alcanzó al 3,7 en ese mismo período.

4 Las ciudades de la región, a juicio de Concha & Letelier& Boyco & Oviedo (2010) expresan la tensión entre la matriz rural regional y los imaginarios de la vida urbana, especialmente por la desvalorización discursiva que pesa sobre lo rural.

5 En la relación urbano–rural se establecen una serie de relaciones y conexiones que caben dentro del concepto rururbanidad espacial (periurbanización), esto es, relaciones espacio– territoriales entre la ciudad y la nueva ruralidad que conforman un continuo no analizable a partir de categorías duales. A este nivel se encuentran, por ejemplo, los procesos de conurbación, los movimientos de personas, productos e información en la que tiene especial relevancia el flujo de personas desde la periferia urbana hacia trabajos agrícolas de temporada, la búsqueda de servicios educacionales de zonas rurales hacia zonas urbanas; además de la continuidad cultural y simbólica que constituyen una cultura híbrida particular (Concha & Letelier & Boyco & Oviedo, 2010).

6 Cabe recordar que esa "visión tradicional" deviene de la revolución industrial y el ascenso del capitalismo, con la consecuente migración campo – ciudad. En ese contexto el campo se especializa en la producción primaria, en tanto que la producción secundaria se trasladó mayoritariamente a las ciudades. En este sentido se podría señalar que dicha diferenciación se fundamentaba en la especialización productiva. Pickerhayn (1982) define el hábitat rural como "una forma generalizada de ocupación del espacio, ligada específicamente a la explotación de recursos naturales" (p.37).

7 A finales de la década de 1920 P. Sorokin & C. Zimmerman desarrollaron el concepto de continuum rural–urbano, en un intento de superar la imposibilidad de una definición exclusivamente dicotómica entre ambos términos. La perspectiva del continuum tendrá una gran difusión y diversas versiones, a la vez que importantes críticos, convirtiéndose hasta la década de 1970 en el principal soporte teórico de la sociología rural. El estudio de estos autores es considerado una síntesis de la literatura mundial sobre sociedades rurales. Ellos destacan las características diferenciales y definiciones compuestas del mundo rural y del mundo urbano, mostrando al menos nueve diferencias: ocupacionales; ambientales; tamaño de las comunidades; densidad poblacional; homogeneidad; heterogeneidad poblacional; diferenciación, estratificación y complejidad social; movilidad social; migraciones y sistemas de integración social. La formulación de estas diferenciaciones fueron claves en la configuración de la sociología rural en su versión más tradicional.

8  Con todo, no se pueden obviar los riesgos de confundir los alcances de la definición de nueva ruralidad. En la literatura hay a lo menos cuatro conceptos recurrentes: desarrollo territorial, local, sostenible y rural. El desarrollo territorial rural apunta a un proceso de transformación productiva e institucional en un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza rural (Schetman & Berdagué, 2003). El desarrollo sustentable, por su parte, es aquel proceso capaz de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas (Chavarría & Sepulveda & Rojas, 2002). Una variante del anterior es el llamado desarrollo local sostenible que remite a la revalorización de los espacios locales, más allá de una especificidad de lo rural, donde se destaca la articulación social como condición para favorecer el desarrollo (Da Silva, 2000). Por último, el desarrollo rural se entiende como un proceso de mejora del nivel de bienestar de la población rural y de la contribución que el medio rural hace de forma más general al bienestar de la población en su conjunto, ya sea urbana o rural con sus recursos naturales (Ceña, 1993). Un acabado estudio acerca de las implicancias de la nueva ruralidad tanto en Chile como en el resto de América Latina se encuentra en el texto Chile rural: un desafío para el desarrollo humano (2005).

9  Un acabado estudio acerca de este fenómeno, claramente perceptible desde fines de la década de 1990 se encuentra en el texto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD (2006), Expansión de la Educación Superior en Chile. Información análoga es la proporcionada en los informes del Consejo Superior de Educación 2006 y 2010; además de la III y IV encuesta realizada con actores del sistema educativo del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación - CIDE (2001-2003).

10  Una caracterización demográfica detallada, en términos humanos y económicos de la región, se encuentra los textos: Plan Maule 2010-2014 (2010); Identidad e identidades en el Maule (2010); y Propuesta de política regional de desarrollo rural Región del Maule (2009).

11  A este respecto dos entrevistados señalan: "(…) lo que ha sucedido en general es que puesto que vienen con un capital cultural un tanto disminuido, a pesar que suelen ser alumnos de buen rendimiento en sus lugares de origen, sin embargo, tienen bastantes dificultades con los temas más técnicos (…). De hecho, en la escuela se ha pensado que se necesita algún curso de nivelación para los alumnos tanto en sus habilidades de comprensión lectora, como también aumentar su capital cultural pero en general han tenido un grado de dificultad porque en gran medida no ha tenido acceso a literatura tanto de distracción llamémoslo así, como mas bien técnica" (Entrevista a directora de escuela). "(…) Es un poco más bajo, les cuesta un poco mas y nivelar también cuesta un poco más en el caso de los rurales" (Entrevista a director de departamento).

12 Datos aportados por las direcciones estudiantiles de las universidades seleccionadas para el estudio.

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